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Encuadernación holandesa de hojas sueltas

J. L. Cañedo Marlasca

Desmontar un libro

Lo primero es ver el estado del libro.


Como dicen en las librerías de viejo:
“Encuadernación fatigada”. Aunque sólo
sea por que el libro dure, merece la pena
encuadernarlo.

Los útiles que vamos a utilizar son:

1.- Gasolina de mechero, no deja


manchas en el papel. Ni se te ocurra
utilizar gasolina de coche, deja el papel
amarillo. Gasoil ni pensarlo.

2.- Rejón. Para estos menesteres es


imprescindible, el cutter ‘corta’
demasiado.

3.- Plegadera de madera para arrugas


rebeldes.
Primera operación: Despegar las
tapas. Con cuidado, y ayudándonos de
la gasolina, empezamos a despegar.
Echamos un poco de gasolina,
esperamos 2 minutos o así, y pegamos
un estirón suave. Si la pasta, u hoja,
se resiste agregamos más gasolina y
dejamos pasar más tiempo. Con
encuadernaciones viejas (50, 100
años, la cola se va rápido). Con
encuadernaciones más modernas se
debe llevar cuidado pues se utilizan
colas calientes y son más difíciles de
disolver.
En cualquier caso lo mejor es tener paciencia que esto es un hobby y no nos
ganamos la vida con ello.

El estirón suave que debemos dar.

Y así debe quedar la tapa,


despegada. Con la contratapa hacemos
lo mismo.
Las manchas son de gasolina y no
deben preocupar, cuando sequen no se
notan.
Ya están despegadas la tapa y
contratapa (también se llaman ‘pastas’
debido a que en los primeros años de la
encuadernación —incunables aparte—
eran ‘pastas’, es decir cartón).

Nos centramos en las hojas. En este


caso es un libro de edición barata y está
encuadernado en hoja suelta con un
cosido a la “americana”. Este cosido lo
inventaron las editoriales americanas con
el fin de abaratar costes y es,
simplemente, pegar todas las hojas en el
lomo. Como se puede deducir, no es
especialmente sólido pero aguanta
algunas lecturas si está bien ejecutado
(no en este el caso). Aplicamos gasolina
en el lomo y dejamos que haga su efecto.

Vamos partiendo el libro, siempre


con la ayuda de la gasolina, en bloques
de hojas más pequeños. Como siempre:
aplicamos gasolina, esperamos unos
minutos y separamos los mazos de
hojas (POSTETAS en el argot).
Aquí he separado dos mazos. Así
deben quedar, sin que se rompa ningún
trozo de hoja.

Pasito a pasito hemos ido haciendo


mazos cada vez más pequeños. Al
principio eran de unas 50 hojas, a la
siguiente pasada cada mazo lo hemos
dividido por dos y así sucesivamente.

Al final conseguimos tener todas las


hojas sueltas. Abultan un montón (el triple,
o más, del anterior grueso del libro) pero no
nos preocupa, son los restos de cola de la
editorial que abultan en el lomo.
Procedemos a limpiar los restos de
cola. Hacemos una escalerilla con todas
las hojas y, ayudándonos del rejón,
vamos raspando los restos. De vez en
cuando, damos la vuelta al libro y
limpiamos la otra cara.

Puede ocurrir que alguna hoja, sobre


todo la que va pegada con la tapa y la
contratapa, presenten rastros de papel.
En este caso, con la ayuda de gasolina,
el rejón y paciencia, vamos limpiando
los restos de papel y cola.

Así debe quedar el libro. Hojas por un


lado y restos de cola por otro.
A mí me gusta conservar las tapas
originales, aunque sean una birria
(como en este caso).

Aquí aparecen las tapas cortadas. Date


cuenta que las he cortado un poco (2, 3
mm) más pequeñas que las hojas. Se hace
así debido a que las tapas son más duras
que las hojas y, para que pueda abrir
después de la encuadernación el libro,
debemos emplear unas escartivanas.
Cuando hagamos la encuadernación verás lo
que son las escartivanas.

Para poder encuadernar las tapas


junto a las hojas del libro debemos
cortar portada y contraportada. El lomo,
a no ser que sea una encuadernación
antigua y de gran valor, se puede
desechar.

Estado final del libro antes de la encuadernación.


Encuadernación, cosido y cajos

Empezamos por pegar unas


escartivanas a las portadas. Son unos
trozos de papel que añadimos para dar a
las tapas su anterior tamaño y ayudar a
que doblen las tapas bien una vez
dentro del libro. Se pegan con cola.
En la foto se pueden apreciar las
escartivanas.

Procedemos a hacer el ‘cosido’ del libro.


Al ser de hoja suelta sólo admite dos
tipos de cosido:

1.- A la americana: Se pega todo el


lomo y se introducen cordeles en los
cortes hechos al efecto.
2.- A ‘diente de perro’. Cosido
dificultoso, sólo se utiliza en casos de
legajos de gran valor. Para hacer este
cosido se tomar unas 20 hojas y, con
una aguja con punta e hilo de lino, se
van taladrando a unos 2 mm del
extremo y cosemos el mazo de hojas en
zig-zag. Una vez terminado el primer
mazo agregamos otras 20 hojas,
taladramos estas nuevas y unas 6 o 7
del anterior mazo. Seguimos esta
costura en zig-zag hasta acabar todas
las hojas.
Preparamos el libro para coser a la americana:

1.- Cortamos dos papeles de periódico de igual tamaño que el libro.


2.- Tomamos dos cartones viejos
3.- Igualamos todo este tinglado ajustándolo a la cabeza del libro.
4.- Vamos a la prensilla de cortes, introducimos el conjunto, dejando que
sobresalga unos 3 o 4 mm y apretamos con fuerza.
Empezamos a efectuar los cortes con
el serrucho. Los cortes serán en
perpendicular al lomo del libro, y con
una inclinación de 45 grados, de 1 o 1,5
mm de profundidad. En este caso he
hecho 5 cortes ya que el libro es de
pequeño tamaño. En caso de libros más
grandes se pueden efectuar tantos
cortes como se quiera.

Acabados los cortes abrimos la


prensilla y, con sumo cuidado,
quitamos los cartones, elevamos el
mazo de hojas hasta que sólo queden
unos dos centímetros dentro de la
prensa y volvemos a apretarla
fuertemente.

Empezamos a pegar el lomo.


Inclinamos las hojas del libro hacia un
lado y damos una capa de cola. A
continuación inclinamos el libro hacia
el lado contrario y aplicamos una
nueva capa de cola.
Cuando acabemos de dar la cola con
sumo cuidado, no se vaya a caer o
descolocar el libro, abrimos la prensilla y
empujamos el libro hacia abajo hasta que
sobresalgan unos 2 mm de lomo.

Como hemos hecho cinco cortes, cortamos cinco trozos de cordel de unos 15
centímetros de largo y los vamos introduciendo en los cortes. Es muy importante
no girar los cordeles al introducirlos ya que la cola que arrastran hacia adentro
debe llegar a tocar el fondo del corte. Si los giramos puede ser que el trozo de
cordel que llegue al fondo esté sin brizna de cola y, obviamente, no pegará.
Para rematar la faena, nos ayudamos de una plegadera, un destornillador
plano,... para introducirlos por el centro. Hay que procurar que no se manchen
los cordeles de cola.

Extendemos la cola del lomo hasta


que no se vean los cordeles
introducidos.
Y dejamos secar la cola unas 2
horas. Al cabo de ese tiempo veremos
que la cola se ha vuelto transparente y
no mancha la mano. Sacamos el libro de
la prensa y presentará un aspecto
parecido a esto.

Vamos a preparar las ‘salvaguardas’


y las ‘guardas’. Las salvaguardas son
unas hojas dobladas (una por pasta) que
sirven como separación de las guardas
al libro y aseguran el perfecto pegado
del libro a las tapas. Las guardas son
hojas de papel ‘vistoso’ que pegan el
libro a las pastas.
Tomamos un papel de color parecido al papel del libro y un papel ‘bonito’ que
haga juego con el acabado que vamos a dar a las pastas. En este caso voy a hacer
unas pastas en color verde y el papel de guardas será un papel impreso de color
verde pálido con dibujos.

Cortamos salvaguardas y guardas al


tamaño del libro y hacemos un cuadernillo
con una salvaguarda y una guarda, la
salvaguarda siempre en el exterior.
Quitamos el papel de periódico y
vamos pegando guardas y salvaguardas.
Para ello tomamos primero las
salvaguardas, hacemos una escalerilla con
ellas y aplicamos cola.
Tomamos una de ellas y la pegamos
al libro, separando un poco los cordeles
para que no molesten. Nos ayudamos de
la plegadera de hueso para afirmar el
pegado.

Pegamos la otra y procedemos a


pegar las guardas. Damos cola igual que
a las salvaguardas, y las pegamos en el
interior de estas. Al acabar, si tomamos
el libro debemos ver:

- Una hoja de papel (salvaguarda).


- Una hoja de guarda
- Otra hoja de guarda
- Una hoja de papel (salvaguarda)
- Primera hoja del libro (portada de la
edición original).

En la contraportada debemos ver lo mismo pero en sentido inverso. Primero la


pasta de la anterior edición, salvaguarda, guarda, guarda y salvaguarda.

Después de los pegados cortamos los


cordeles dejando unos 2 cm. de cordel
libre.
Vamos a pegar los cordeles a las
salvaguardas. Primero procedemos a
‘risclar’ los cabos. Nos ayudamos de un
trozo de metal con una hendidura, con
el punzón vamos pasándolo de izquierda
a derecha hasta deshilachar el cabo.

Cuando todos los cabos estén risclados


los pegamos. Para ello utilizamos
engrudo por ser más fino que la cola y
pegar igual o mejor que esta. El engrudo
es una solución de harina, almidón y
agua. Se vende, al igual que la cola, en
tiendas de material de encuadernación.
La forma de pegar es: Con la uña del
dedo gordo apretamos los cabos al libro,
con la plegadera de hueso tomamos una
pequeña porción de engrudo y vamos
dando engrudo al cabo dejándolo en
forma de abanico para que no abulte.

Dejamos secar durante media hora


hasta notar que los cabos no tienen
humedad.
Ahora viene un dilema: Cortamos el libro
o no cortamos. Si hemos ejecutado el
cosido bien, no será necesario el corte
(ya que las hojas están perfectamente
igualadas) pero el libro puede presentar
manchas y, algunas veces, desearemos
quitarlas.
Si nos decidimos a cortarlo debe ser en una guillotina —altamente
recomendable y es relativamente fácil de encontrar— (en muchas tiendas de
fotocopias hay una). Se puede utilizar el ‘ingenio’, un artilugio medieval que se
sigue fabricando –—yo tengo uno hecho por mí—.
Se ha de cortar lo mínimo indispensable para arreglar el libro.
La foto es un corte con guillotina. El orden de cortes es: Delantera, pie y
cabeza.
Ahora vamos a ‘volver’ el libro, dar
forma de media caña al lomo.

Para ello tomamos un martillo (en este


caso es uno especial para encuadernación,
pero vale cualquiera de que tenga una
superficie plana y sin cantos
pronunciados).

Debemos ir golpeando el lomo y


tirando de las hojas hasta dejar hecha la
media caña.

Adjunto unas fotos ya que es más difícil explicarlo que hacerlo.


Al final el libro debe presentar, visto
desde arriba, este aspecto.

Pasamos a sacar los ‘cajos’ al libro.


Para ello metemos el libro en la prensa
de sacar cajos o en la de corte,
cualquiera de los dos vale. Al hacer
estas fotos en un taller de
encuadernación he sacado los cajos en
una prensa específica.
Dejamos una altura de cajo de 1 o
1,5 mm (depende del grosor del libro).
El cajo va a ser el encargado de alojar
las tapas del libro en su interior.
Tenemos metido el libro en la prensa
y con un martillo vamos golpeando, del
centro hacia los lados, la parte que
sobresale hasta dejarla perpendicular al
plano de la cabeza.

Cuando hemos acabado con un cajo


hacemos el otro. Al final el aspecto debe
ser como el de la foto.

Sólo nos falta cortar unos cartones


del mismo grosor que el cajo dejándolos
unos 2 mm por cada lado más grandes
que el libro. En el lado contrario al lomo,
los cartones, deben medir igual que el
libro.
Preparación del lomo

Como os acordaréis tenemos el libro


con los cajos hechos y los cartones para
las tapas cortados.

Ahora es el momento de decidir si


vamos a trabajar los cortes del libro o los
vamos a dejar como están; esto es debido
a que si ponemos cabezadas no nos es
posible, o es muy dificultoso, pintar o
dorar los cortes. Como ejemplo, estos
libros tienen los cortes jaspeados y
dorados.

De momento vamos a dejar los


cortes sin ningún adorno o sólo dándoles
un poco de cera o parafina para evitar
que entre el polvo y los insectos entre
las hojas.
Pasamos a preparar el lomo. Lo
primero es pegar las cabezadas.
Antiguamente, la cabezada era una
parte fundamental del libro ya que
ayudaban al mantenimiento del cosido
y hacían que fuese más difícil romper
la parte superior del libro al sacarlo de
las estanterías. Eran cabezadas
cosidas a la parte superior e inferior
del libro (cortes de cabeza y pie en este lenguaje de encuadernación),
normalmente, con hilo de lino grueso de color blanco.
Actualmente los libros son mucho más pequeños (hoy en día no se hacen libros
del tamaño de los que se ven en los facistoles de los coros de las iglesias) y las
cabezadas tienen como misión el adorno del libro.
En esta foto aparecen cabezadas industriales.
En la esta foto aparecen cabezadas en
piel hechas por mí, el libro de la izquierda
de foto son las “Poesies” de Verdaguer y la
cabezada está a dos colores recordando la
Senyera.

Vamos a utilizar una cabezada de tres


colores que se encuentra en comercios.
Cortamos dos trozos un poco más largos
que el lomo del libro y los pegamos, con
plástico, dejando que se vea sólo la parte
con color dejando toda la tela blanca
pegada al libro, debemos repasar con la
plegadera de hueso para asegurarnos que
queden bien pegadas.
Las cabezadas se pegan en el corte de
cabeza y el de pie.
Dejamos que tire la cola, aproximadamente unos 5 minutos, y preparamos la
tarlatana que sujetará el lomo.
La tarlatana es una tela de lino, bastante rígida, que se compra en
establecimientos del ramo. Se puede sustituir por cualquier otra tela con la
condición de que sea de algodón o de lino, en telas sintéticas (plástico o similares)
la cola no pega.

Cortamos la tarlatana de forma que se


superponga a la parte blanca de las
cabezadas. El ancho será el grueso del
libro más unos 4 o cinco dedos.
Damos cola al lomo del libro y
pegamos la tarlatana, pasando la
plegadera de hueso repetidas veces para
asegurar el pegado.

Siguiente paso: Hacer el fuelle. Es


fundamental para que el libro abra
fácilmente.
El fuelle se hace con papel fuerte
(kraft), es un papel de color marrón que se
utiliza para bolsas (Ikea las hace con este
papel) ya que es barato y fácil de trabajar.
Todo tipo de papel, tela, cartón,... tiene
“hilo”. Las máquinas que hacen papel
tienen un sentido de giro y las fibras que
componen el papel se alinean en el sentido
de giro de la máquina, por eso cuando
vamos a romper un papel se debe hacer
más fuerza para rasgarlo en un sentido
que en el otro.
Es importante que sepamos localizar el hilo, para ello tomamos el pliego de papel
e intentamos doblarlo, verás que cuesta más en un sentido que en el otro: El hilo lo
tiene en el sentido que cuesta más. En el papel kraft es muy sencillo localizar el hilo:
A simple vista se observan unas líneas de color más oscuro, ésta es la dirección del
hilo.
Sigamos con el fuelle. Tomamos un trozo de papel kraft y sacamos una escuadra.
Marcamos donde está la escuadra y cortamos el papel un poco más pequeño (5 o 6
mm) que el largo de la tarlatana que usamos anteriormente.
Damos cola al lomo, ponemos el libro en
horizontal y empezamos a pegar el papel
kraft a unos dos milímetros del borde del
lomo.

Repasamos con la plegadera de hueso apretando fuertemente, volteamos el


libro y repasamos el borde del cajo. Doblamos el papel y lo pegamos en los dos
milímetros de lomo que quedaron al aire y con cola dada. Repasamos bien el
pegado con la plegadera, doblamos el papel de nuevo y cortamos el sobrante con
el cutter.

El lomo ha quedado hecho. Sólo falta


dejarlo secar. Tomamos dos cartones
viejos y los ponemos en el lugar de las
tapas, dejamos el libro en un sitio plano
y echamos peso encima (un par de
tomos de cualquier enciclopedia) para
asegurar que al secar la cola no deforme
el libro. Es bueno tener siempre a mano
una tabla para asegurar que el libro
seque plano, y la pondremos entre el
libro y el peso. Nos olvidamos del libro
durante 1 hora o así, en la que se habrá
secado.
Las tapas

Pasamos a confeccionar las pastas. He escogido una forma sencilla: holandesa


con puntas.
En la foto, de izquierda a derecha, aparecen: Holandesa con puntas, holandesa
con puntas escondidas o francesa, libro en tela entero y holandesa con franja (Los
puristas cuando hablan de "Holandesa" se refieren a una encuadernación en piel,
cuando la encuadernación es en tela o guaflex la llaman cartoné).
La encuadernación en holandesa nació con el fin de abaratar las
encuadernaciones ya que utiliza menos piel y trozos más pequeños que la piel
entera. Posteriormente se empezó a utilizar con tela.
En nuestro caso vamos a utilizar tela de encuadernación que es una tela
pegada a papel que evita que se manche la tela al dar cola. Se puede utilizar
cualquier tela pero se debe procurar que tenga algo de apresto para que la
humedad de la cola no traspase la tela y la manche, no obstante es mejor pegarla
a un papel fino con engrudo antes de usarla para encuadernar.

Tomamos el libro una vez seco y


medimos su ancho en el lomo con la
ayuda de un papel, haciendo una marca
en cada borde del cajo (resulta curioso
que en una artesanía tan precisa como
esta no se utilice casi nunca una regla
para medir).
Tomamos una estracilla (cartón muy
fino o una cartulina fuerte) y cortamos un
trozo del ancho que hemos tomado al libro
y del largo de los cartones que vamos a
utilizar en las pastas. Siempre se ha de
cortar la estracilla o cartulina a hilo
paralelo al lomo. Observa que he hecho
una marca donde está la escuadra de la
estracilla. Marcamos a un lado y a otro el
ancho del libro y cortamos. El largo de la
estracilla deberá ser, obviamente, igual
que el largo de las tapas.

El trozo de tela a utilizar será de


unos cuatro centímetros más largo que
el alto del libro y de unos 10 centímetros
más ancho que el lomo.

Marcamos el centro de la tela,


centramos la estracilla y marcamos con
un lápiz donde van a ir pegadas las
tapas. Las tapas se separarán unos 7
mm a cada lado del lomo.
Presta atención a la escuadra que pongo
arriba, es para que queden alineados las
tapas y el lomo.
Damos cola a la tela y pegamos
tapas y lomo en las marcas que
anteriormente habíamos hecho.

Doblamos la tela sobre los cartones y


pasamos la plegadera de hueso
repetidas veces para asegurar que
pegue bien.

Ahora vamos a hacer las puntas.


Para ello cortamos dos cuadrados de
tela de unos 5 cm. de lado (depende del
tamaño del libro) y los cortamos en
diagonal.
Con uno de triángulos que hemos obtenido, promediamos con las tapas.
Y marcamos una línea a igual distancia del cartón como el grosor de éste,
siempre a ojímetro, que luego iremos poniendo todo en orden. Cortamos las
cuatro puntas.

Damos cola a una de ellas y


empezamos a pegar. Doblamos primero
la pestaña de cabeza, o pie en caso, y
apretamos bien. Con la uña ceñimos la
esquina y doblamos la pestaña restante.

Quedará como muestra la segunda foto.


Con la plegadera repasaremos todas
las esquinas y daremos algunos golpecitos
donde montan las pestañas. Puntas
acabadas.

Con el compás hallamos la mitad


justa del libro mediante aproximaciones
sucesivas y trazamos una raya entre los
puntos.
Medimos con el compás la distancia
desde el comienzo de la tapa has unos 2
o 3 mm del final de la tela de la parte
más pequeña, así nos sobrará tela en las
restantes partes y siempre cubriremos
toda la tela, y con las puntas marcamos
los cuatro puntos que definen hasta
donde vamos a cubrir (los puntos son en
tapa y contratapa, dos en el corte de
cabeza y dos en el corte de pie).

Tomamos un papel y lo alineamos


con los puntos dejando sobresalir del
orden de 2 cm. por los bordes de las
tapas.
Cortamos el papel con tijeras o
cutter y lo doblamos por la mitad. Con
una esquina, y alineando el centro del
papel doblado al centro de una tapa,
vamos descubriendo poco a poco hasta
que el tamaño de la punta nos parezca
adecuado.

Doblamos el papel por el centro e igualamos la punta sin doblar con la ya


doblada.
Desplegamos el papel por el centro, lo ponemos encima de los papeles que
cubrirán la tapa y cortamos. Obteniendo lo que vemos en la segunda foto.

Sólo nos queda dar cola a cada papel y pegarlo a la tapa, desde los puntos que
habíamos marcado con el compás anteriormente y lo promediamos con las puntas
para que queden iguales.
Después de pegar los dos papeles quedará la tapa hecha.
Acabado final (Meter en tapas)

Lo primero es dar forma curvada a la


estracilla que formará el lomo del libro.
Tomamos las tapas y vamos pasando la
estracilla por el borde de la mesa.

El lomo ha de quedar como se


muestra en la foto.

Pasamos a dar cola al lomo. La cola


estará espesa. Preparamos las tapas,
alineamos el lomo a la estracilla y
promediamos, a simple vista, el libro en
las tapas, teniendo especial cuidado en
que quede la misma distancia desde el
bloque de hojas al corte de cabeza y al
corte de pie.
Cerramos las tapas y apretamos
fuertemente el lomo contra la estracilla.
Con la plegadera de madera marcamos el
surco que separa el lomo de los planos de
portada y contraportada. Apretamos
firmemente la plegadera.

Tomamos un papel sin tinta


(importante), protegemos el lomo y
pasamos la plegadera de hueso,
apretando fuertemente, a lo largo del
lomo repetidas veces.

Hemos acabado de meter en tapas el


libro. De momento dejamos el libro con un
peso hasta que seque, tardará como 30
minutos ya que la cola que hemos dado es
espesa.
Es importante colocar el libro entre
maderas dejando que asome el lomo.
Ponemos peso encima es para que no se
deforme el libro al secar la cola.
Sólo queda pegar las guardas.
Rasgamos las salvaguardas
dejándolas un poco más largas que la
tarlatana. Es mejor rasgar que cortar
con tijeras o cutter, el rasgado no hace
el típico escalón que deja un corte
limpio con tijeras.

Cortamos la salvaguarda y la
tarlatana a 45 grados en los cortes de
cabeza y pie.

Ahora vamos a pegar las guardas.


Necesitamos engrudo, acetato (de ese
de las carpetillas), papel de periódico y
unas cartulinas.
Antes de pegar hemos de cortar la
guarda como 1 mm debido a que al dar
el engrudo en el papel éste dilatará en el
sentido contrario al hilo.
Para separar la guarda suelo poner
una chapa de aluminio pero vale un
cartón algo grueso, el caso es cortar
sólo la guarda que quedará pegada a la
tapa.
Ponemos el plástico entre los papeles de guardas y un papel de periódico
encima de éste. Empezamos a dar engrudo por toda la guarda, el resto de la
guarda y la tarlatana.
El engrudo lo estiraremos bien, si dejar grumos.

Retiramos el papel de periódico y


bajamos la tapa que quedará pegada a
la guarda. Como se puede ver, el papel
de la guarda se curvará, es preciso
tener cuidado para que no se doble.
Sólo resta poner algunas cartulinas (2 o 3) entre el plástico y el libro, y echarle
peso encima (cuanto más mejor, aunque lo ideal es darle un apretón con una
prensa de satinar) y dejarlo secar 24 horas.

Acabado final del libro:


interior y exterior

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