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Coleecin dirigida por Carlo Frabetti blicatons, Ine. Boston ‘Traduecin de Nuria Marti Disefo de cubierta: Victor Viano [Ediciones Paidés Ibérica, S.A. no Cui, 92 - 08021 Barcelona ~ Espatia ial Paidds, SALE. 5599 ~ 1065 Buenos Aires ~ Argentina editorial Paids Me SA. ; ‘Ruben Dario 118, col. Moderna ~ 03510 México D.P.- México edicion, 1998 raat patie, sina IS ancones cables eo aa medi 0 proce yi debucin de empl d © 1995 Mark Watts © exclusivo de todas las ediciones en lengua espaiiole Ediciones Oniro, S.A, - ‘Muntaner 261, 3° 2." 08021 Barcelona ~ Espatia ISBN; 84-89920-168 to legal: B-6.778-1998 Ipreo 4 S.A CORES a teen via” 08547 San Andes de la Bara (Barco) Impreso en Espaita ~ Printed n Spain INDICE Prefacio del editor. . La paradoja de la negacién de si mismo Conviértete en lo que eres... El dedo y la luna Importancia . Tao y wu-wei El-sentido de la ligereza. . Péjarosenel cielo... . . Andando sobre la rueda ... . El lenguaje de la experiencia metafisica Buenas intenciones . El nacimiento del Hijo Divino: estudio de un simbolo cristiano . B 31 35 49 55 69 5 89 93 121 125 PREFACIO DEL EDITOR Como sugiere el titulo, Conviértete en lo que eres es una recopilacién de escritos de Alan Watts referen- tes al dilema de la persona que busca su yo auténtico, biisqueda que a menudo exige ver la vida tal como es. Acerca de esta cuestién, Alan Watts escril La vida existe sélo en este preciso momento, yes en. este momento cuando es infinita y eterna. Ya que el momento presente es infinitamente pequefio, antes de que podamos medirlo ha desaparecido, y sin embargo persiste para siempre, Este movimiento y este cambio ha sido llamado Tao por los chinos... Un sabio dijo que si pretendemos vivir en armonia con el Tao, debemos alejarnos de él. Pero no acaba. ba de estar en lo cierto. Ya que lo curioso del caso €s que no podemos alejamos de él aunque quera- ‘mos; aunque tus pensamientos huyan hacia el pasa. do o corran hacia el futuro, no pueden escapar del ‘momento presente, Conviértete en lo que eres Interpretado de ese modo, Conviértete en lo que eres es a la vez un proyecto imposible y un hecho inevitable. Este libro es una recopilacién de articulos de Alan ‘Watts escritos a mediados de la década de los cin- cuenta, en la que se intercalan breves ensayos de fi- nales de los treinta, redactados en Inglaterra antes de marchar a América. Los escritos més cortos apa- recieron originalmente en The Middle Way, periédi- co publicado por el centro budista de Londres. La recopilacién se inicia con «La paradoja de la nega- cién de si mismo», Si bien el articulo original no esta fechado, para transcribirlo se utilizé una méquina de escribir adquirida en 1953, y el contei ley6 por primera v California, a principios de 1955. volvieron muy populares y continuaron siéndolo alo largo de treinta afios. El segundo capitulo, que es el primero de los breves ensayos, da titulo a esta obra, y procede de un album de recortes formado con los articulos tempra- nos de Watts. El examen del dorso de los recortes revela la convocatoria de las reuniones hecha por el jichas emisiones se Prefacio del editor centro budista para los meses de marzo, abril y mayo de 1938, El tercer capitulo, «El dedo y la luna», fue reti- tulado por el propio Watts, ya que su titulo original era «El reino del espiritu». Tiene fecha de 17 de abril de 1955 y trata de los defectos de la practica re- igiosa occidental en el contexto del pensamiento zen y oriental en general. En el capitulo cuarto apa- rece de nuevo un escrito publicado en The Middle Way, titulado «mportancian, una bella y breve pie- za basada en la perspectiva de un pocma budista. En «Tao y wu-wei», el quinto capitulo, Watts escribe sobre el significado del «no hacer» y «no for- zar>, ideas fundamentales del taoismo chino. Hacia la mitad del texto original menciona «estos dos aiios de charlas», refiriéndose a sus primeras emisiones en la radio, Este escrito pertenece probablemente a una de sus iltimas charlas de aquella setie, y sus revisio- nes hechas a mano en las tltimas cuatro paginas del original sugieren que este articulo quizas era la ipcién de una de sus primeras chatlas radio- fGnicas, que no estaban escritas, sino que emitia a los coyentes en directo. «Andando sobre la rueda», el sexto capitulo, es nuevamente un breve articulo aparecido en The Middle Way. En él descubrimos al «hombre perfec- Convsértete en lo que eres to» de Chuang-tse que «avanza por la rueda libre de deseo, apego, miedo 0 arrepentimiento. Al dorso del recorte se encuentra una interesante cita atribui- daa Tan Ching, que dice lo siguiente: Si permitimos que nuestros pensamientos, pasados, presentes, y fururos, se unan en series, nos esclavi- zamos. Pero si por el contrario, en cualquier mo- mento y lugar, impedimos que nuestra mente se aferre a nada, ganamos la libertad. Siendo Watts en aquel entonces director de The Middle Way, es probable que él mismo seleccionara esta cita para su publicacién. En sus trabajos poste- riores desartollé también un tema similar, y la cita mencionada pone de manifiesto las influencias filo- soficas que configuraban su pensamiento en aquella época. El séptimo capitulo sefiala la finalizacion de los articulos radiofSnicos y presenta un escrito para The Journal of Religious Thought, publicado en 1953 por la Howard University, en Washington, D.C. «El len- guaje de la experiencia metafisica» es un excelente anilisis de las similitudes entre el conocimiento ad- quirido mediante la experiencia mistica y la ciencia natural, y los problemas lingiiisticos que surgen all 10 Prefacto del editor expresar con palabras esta variedad de conocimien- to. El articulo en muchos aspectos se anticipa a su tiempo, y combina el pensamiento oriental, la fisica y la filosofia y la religién occidentales con el fin de llegar a una comprensién de la vida basada en la ca- pacidad de asombro humano, ya que, como indica esta cita de Goethe: Lo més clevado que el hombre puede alcanzat es su capacidad de asombro; y silos fenémenos esencia- les le hacen asombrarse, dejadle que sea feliz; no puede recibir nada mas elevado, y nada debe bus- car més alld de esto; aqui esta el limite. «Buenas intenciones» completa los ensayos de The Middle Way, ¢ introduce otro articulo mas extenso de aquel periodo, «EI nacimiento del Hijo Divino: estudio de un simbolo cristiano», publicado origina- riamente en The Sufia finales de los afios treinta. Se trata de un interesante escrito en el que Watts pro- fundiza en las bases misticas de la tradicién cristiana y compara el simbolismo de su divinidad con los de otras religiones a menudo reconocidas por su natu- raleza mistica, Lo escribe asi Recibir el universo en uno mismo, a la manera de algunos «misticos», es simplemente vanagloriarse ul Conmtértete en lo que eres idea de que uno es Dios, creando una nueva oposicién entre el gran todo y la degradada parte Darse de modo pleno e incondicional al mundo es convertirse en una no-entidad esp un meca nismo, una céscara, una hoja llevada por los vientos de la circunstancia, Pero si al mismo tiempo se reci be el mundo y se abandona el yo, entonces prevale ce esa unién que origina el Segundo Nacimiento, Esto suena familiar, nos recuerda la idea budista del Camino Medio, como naturalmente debe ser, y Watts prosigue en esta linea de pensamiento para concluir, con ciesta vena tai Asi, cuando decimos que de la unién del yo y la vida (0 el mundo) nace Cristo, queremos dar a en- tender que el ser humano se eleva a un tro de conciencia en el cual no es ni slo el mundo... En realidad, este centro ya e 1a 0 no conocido, ya que dos opuestos no pueden eexistir a menos que haya una relacién entre ellos Mark Warts San Anselmo, California Noviembre de 1994 12 LA PARADOJA DE LA NEGACION DE si MISMO Mientras vtvas, sé un hombre muerto, totalmente muerto, Entonces, hagas lo que hagas, estard bien Un poema budista, escrito en China hace varios si- alos, intenta expresar con palabras una intuicién co- min a casi todas las culturas del mundo. Traducidas a.un lenguaje familiar a la tradicién cristiana, resul- tan tan conocidas que casi se convierten en tépico: «El que pierda su alma la hallara». Pero lo que salva este pensamiento de la banalidad —del tedio que provocan aquellos preceptos que todo el mundo sabe que deberfa observar, pero que no observa— es que es un proverbio que nadie puede cumpli. Porque mientras yo pueda hacer algo, significa que todavia no he muerto, que atin no he perdido del todo mi vida. Sin embargo, no ¢s la simple absurdi- dad de una orden imposible de obedecer. Es una co- municacién real, una descripci6n de algo que ocurre a las personas, como la lluvia o la caricia del viento. Es, sencillamente, la expresién del descubrimiento universal segan el cual un individuo no empieza a 15 Convsértete en lo que eres estar verdaderamente vivo hasta que no se pierde a si mismo, hasta que no deja de aferrarse angustiosa- mente a su vida, sus propiedades, su reputaci6n y su posicién. Es la verdad irreductible de la idea monés- tica de la «santa pobreza», de vivir una existencia sin ataduras en la que, como todo se ha perdido, nada queda ya por perder, que fomenta una clase de li- bertad poéticamente comparada a los pajaros y all viento, 0 a las nubes deslizndose por un cielo infi- nito. Es la vida que san Pablo describe como «po- bre, pero llena de riquezas, en la que nada se tiene, pero todo se posee». {Qué nostalgia tan irteal sentimos por ella! Ma- ria Antonieta representando el papel de pastora en los jardines de Versalles... Presidentes de grandes compatiias retirdindose a solitarias cabafias de pesca en la montafia... El vendedor de seguros pascando solitatio por interminables océanos de arena, pre- guntandose si tendra valor pata convertirse en vaga- bundb... O el idealista moral reptochindose a si mis- mo no tener suficiente fuerza para abandonar su confortable salario y lanzarse a los tugurios, como Peter Maurin y Dorothy Day, 0 seguir los grandes modelos de san Francisco y san Vicente de Padi Pero la mayoria de nosotros sabe que no lo hard, y lo més probable es que no podamos hacerlo, que siga- 16 La paradoja de la negacin de si mismo mos aferrados a nuestro estilo de vida habitual con toda la impotencia de unos adictos encadenados a su destructiva pasién. Si esto empieza a sonar a sermén, no era ése mi propésito, ya que, como he dicho al principio, la ex- presién de que la vida se halla cuando se pierde no es, en realidad, un precepto que pueda practicarse y obedecerse facilmente. De ahi que hable sobre la ne- cesidad del abandono de uno mismo o de la empre- sa de trascender el ego que se ha interpretado de un modo tan erréneo. Considerada como precepto, ori- gina toda clase de falsedades morales y espirituales. Tened a mano siempre un buen pufiado de sal para cuando os tropecéis con un sujeto que os hable de intentar renunciar a si mismo, o de vencer el ego. Ello me recuerda la conversacién apécrifa entre Confucio y Lao-tse, en la cual Confucio habia estado discurriendo sobre el amor universal sin el elemento del yo. * «Qué patrafia! —exclamé Lao-tse—. El amor universal eno se contradice a si mismo? El hecho de climinar el yo eno constituye una positiva manifesta- cidn del yo? Sefior, si queréis que el mundo no pier- da su fuente de sustento: ahi esté el universo con su regularidad incesante; el Sol y Ia Luna, con su ince- sante brillo; las estrellas, con sus constelaciones ina- a Convuértete en lo que eres movibles; las aves y los animales salvajes, siempre en bandadas; los arboles y arbustos, creciendo en todo momento. Tal como ellos, vivid en armonia con el Tao, con el fluir de las cosas, y seréis perfecto. ¢Por qué, pues, esos vanos esfuerzos acerca de la caridad y del deber de uno hacia el préjimo, que son como golpear un tambor a Ja biisqueda de un fugitivo? Se fior, jcudnta confusion habéis Ievado a la mente del ser humanob> Como ya he dicho, la verdad acerca de que la ida se encuentra cuando se pierde, no es un pre- cepto, sino la realidad de algo que sucede de muchas y diferentes maneras. No se da a todo el mundo para que se convierta en un evidente héroe moral o en un santo notorio. No todo el mundo ha de ser un canto rodadado sin la responsabilidad de una familia. No, deberia aniadir que es privilegio de cada uno ser una sactificada esposa o un esposo modélico. Y atin més, no todo el mundo tiene la suerte de ser el fatalista que se acepta a si mismo y asume sus limitaciones tal como son, a sabiendas de que es una mala hierba y sin intentar Hegar a ser una rosa, Algunos de noso- tros siempre estaremos intentando —con un exaspe- rante grado de relative éxito— mejorar de un modo u otro, y por mas que queramos aceptarnos a no- sotros mismos lo seguiremos haciendo. La renuncia 18 La paradoya de la negactén de si mismo ‘a uno mismo y la aceptacién de sf mismo no son mas que diferentes nombres pata definir la misma cosa, el ideal para el que no existe un camino, el arte para el que no existe una técnica. Entonces epor qué, por lo general, esta idea toma la forma de un precepto, de un consejo que seguir 0 de un método que aplicar? Pues, evidentemente, hay tuna vital contradiccién en la idea de renunciar a uno mismo, y también en la de aceptarse a si mismo. La gente intenta aceptarse a si misma para ser diferente, ¢ intenta renunciar a si misma para sentirse y verse con més respeto, o para alcanzar alguna experiencia espiritual, alguna exaltacion de la conciencia, y este deseo no es més que la expresién de su interés por sf misma, Estamos realmente obsesionados con noso- tos mismos, y nuestras tentativas de rechazo 0 acep- tacién son igualmente infructuosas, ya que no logran alcanzar ese centro inaccesible de nuestro yo mas in- timo que esta intentando aceptar o rechazar. La par- te de nosotros mismos que quiere cambiarnos es la que necesita ser cambiada; pero eso es tan imposible como que una aguja se pinche con su propia punta. Pero la razén de que Ja idea de renunciar a si mismo aparezca en la forma imposible de un pre- cepto es que es una muestra de lo que los budistas denominarfan upaya, término snscrito que significa 19 Conviértete en lo que eres «medios habiles»; en particular los medios habiles que un maestro utiliza para transmitir a su discipulo alguna verdad que slo puede ser alcanzada dando un rodeo, Porque el egoismo del yo crece con Ja no- cidn de que puede darse drdenes a si mismo, de que es amo y sefior de sus propios procesos, de sus pro- pias motivaciones y deseos. Por lo tanto, el tinico resultado importante de cualquier serio intento de renunciar 0 aceptarse a si mismo es el humillante descubrimiento de que es imposible. Y a eso se re- fiere precisamente la muerte de uno mismo, que es la improbable fuente de un modo de vida tan nuevo y tan vivo que da la sensacién de haber vuelto a na- . cer. En sentido metaférico, el ego muere al descubrir su propia incapacidad, su ineptitud de hacer variar algo de uno mismo que sea realmente importante. Esta es la raz6n por la que, en el budismo zen, la em- presa de autotrascenderse se compare a un mosquito que pretenda picar a un toro de hierro, y segtin pala- bras de un antiguo maestro, la muerte transformado- ra acaece en el preciso momento en que la cobertura de hierro del toro rechaza finalmente y de manera absoluta el frdgil aguijén del mosquito. Naturalmente, todavia existe algdn refugio para nuestra ilusién de importancia en la idea de que pri- meto debemos hacer el firme esfuerzo de picar al 20 La paradoja de la negacién de si msrno toro, Cada «miembro de un grupo» se distingue a si mismo de los de «fuera del grupo», los iniciados del vulgo, por medio de un proceso de «ganarlo a pul- so», 0 de haber soportado penalidades que poste- riormente se ostentan como una orgullosa sefial de graduacién. Uno de los espectos més nauseabundos de la falsedad espiritual es la usual implicacién, su- tilmente insinuada, de que uno, después de todo, ha «sufrido mucho». De igual modo, en la persona que aiin es un mero aspirante al estado de gracia, la mis- ma clase de patrafia toma la forma de la resolucién de intentar por todos las medios posibles picar al toro, hasta llegar a la conclusion de que, efectiva- mente, es imposible. He comprobado siempre que las personas que han experimentado verdaderamente esta muerte de si mismas, no proclaman de ningan modo haber par- ticipado en el proceso. Se consideran perezosas y afortunadas, De haber hecho algo, era tan simple que cualquier persona podria haberlo realizado, ya quelo nico que han hecho ha sido reconocer la universa- dad de la vida, algo tan genuino en los débiles y es- tapidos como en los sabios y fuertes. Incluso po- drian decir a ese respecto que hay alguna ventaja en ser débil y estiipido, ya que a veces algunas cosas son més dificiles de ver cuando se tiene una férrea vo- al Conviértete en lo que eres Iuntad y una cabeza inteligente. Un préspero comer- iante quizé esté menos dispuesto que un simple va- ibundo a aceptar el olvido que les engulle. Para el genuino hombre muerto que renace a la vida, ya sea sabio, mistico, buda, jivanmukta o lo que pretirais, Ja nocién de que ha alcanzado este estado mediante algiin esfuerzo o alguna capacidad especial es siem- pre absurda e imposible. Por lo tanto, siempre que se enfatice el sufti- miento y la disciplina, la fortaleza y la fuerza de vo- luntad, que se dice son requisitos esenciales para en- trar en el reino de los cielos, debéis tener casi la certeza de que esté en juego algtin tipo de clericalis- mo o alguna clase de chanchullo es te refinado. Este tipo de verborrea a veces no pre- tende otra cosa que ver con buenos ojos un mal trabajo, pretendiendo que una vida de constante frustraci6n es en realidad un gran logro espititual En alguna ocasién puede que sea un simple error, ya que hay gente que descubre aquello que tenia al al- cance de la mano después de un largo y penoso via- je, y les queda la sensacién de que el camino mas dificil era el tinico posible. Sin embargo, a veces, di- chas afirmaciones se reducen a desagradables ser- mones pronunciados por personas que se las dan de maestros ante sus congéneres. Pero sus sermones ca- 2 La paradoga de la negacién de si mismo recen del mas minimo efecto creativo, ya que las tini- cas motivaciones que ofrecen para actuar son la ver giienza, el miedo. el sentimiento de culpabilidad, y cuando respondemos a tales motivaciones sélo en- contramos un bilsamo para el herido orgullo del ego, bilsamo con el cual nuestro egocentrismo flore- ce con especial entusiasmo. Habiendo desechado estos malentendidos, quizé podamos considerar con mayor profundidad qué sig- nifica encontrar la vida al perderla, El punto princi- pal es, creo yo, que el estado metaféricamente deno- minado muerte o renuncia de si mismo no es una futura condicién por adquicir. Es més bien un hecho presente. En asuntos triviales, nuestro ego muestra algunos signos de vida, Pero fundamentalmente, ante un gran espacio y tiempo, ante un gran amor 0 tun gran miedo, somos como hojas arrastradas por el viento. Cuando empezamos a pensar en ello con cla- ridad, surgen emociones realmente inguietantes que nos gustaria poder controlar. Nuestra resistencia a di- chas emociones ¢ tan natural como las propias emo- ciones. En realidad, son lo mismo, ya que las emocio- nes aparecen tan s6lo como manifestacién de un estado de tensién y resistencia, Si no sintiera tanta aversién al miedo, ya no serfa miedo. Sin embargo, cteo que es facil descubrir que nuestro resentimien- B Convrértete en lo que eres to hacia esas emociones, nuestra resistencia a experi- mentarlas, es totalmente initil. Es como el mosquito intentando picar de nuevo al toro de hierro. La fra- silidad y precariedad de nuestro cuerpo humano a merced del despiadado y maravilloso torrente de la vida evoca cada una de las emociones de este orga- nismo terriblemente sensitivo: amor, ira, tristeza, te rror y miedo al terror. Y nuestros intentos para ven- cer esas emociones y controlatlas son, a su vez, emociones, ya que el amor es también estar enamo- rado del amor, y Ia tristeza, estar apenado porque uno esta triste. Nuestra resistencia a sentir esté en proporcién directa a nuestra capacidad de sentir, ya que cuanto mas sensible es el instrumento, mayor es su capacidad de dolor, y, por lo tanto, mas reacio se muestra a experimentarlo. ‘Ahora bien, algunos psicélogos han descubierto, de un modo quizé mas bien torpe, una importante verdad, que no es otra que el serio error de no res- ponder a nuestros sentimientos, o intentar sentir de modo diferente a como sentimos. Habria que subra- yar que, en este caso, se refieren a los sentimientos interiores, y no a la accién exteriorizada. En otras palabras, si td, como madre, odias a tu hijo, no in- tentes pretender que lo amas. Esta percepcién, ex- presada de manera més simplificada, deriva en otro 24 La paradoya de la negaciin de sf mismo precepto: «Acepta tus emociones: fluye con tus emociones». Esto no es tan sencillo, porque nues- tros sentimientos entran en conflicto unos con otros, como, por ejemplo, cuando somos demasiado orgu- Iosos para poder Ilorar, o estamos demasiado asus- tados para enamorarnos. En estos casos, écual de los sentimientos aceptamos, el dolor o el orgullo, el mie- do 0 el amor? Ahora bien, éste es el ejemplo més instructivo de la dificultad de aceptarse a si mismo, ya que en situa- ciones de este tipo descubrimos nuestra incapacidad para aceptar ningano de ambos sentimientos. El pro- pio conflicto impedira decidimos por uno u oto, y sin poder evitarlo quedaremos atascados en él Pero la verdadera importancia de lo que esos psicdlogos inrentan dar a conocer es la extrafia sabi duria de las reacciones naturales y espontiineas de nuestro organismo en el curso de los eventos. La ex- traordinaria capacidad de interiorizar un evento, muy distinta a estallar en una accién precipitada para evitar la tensién de dicho sentimiento, es, en rea- lidad, un maravilloso poder de adaptacién a la vida, yno es diferente de la instanténea respuesta del agua que contornea la tierra por la que fluye, Espero que quede claro. No estoy hablando del momento de las respuestas en términos de accién, sino sdlo de nues- 2B Convnértete en lo que eres tro modo interno y subjetivo de responder a las emociones. E] punto es que nuestros sentimientos no son en realidad un tipo de resistencia o de en- frentamiento al discurrir de los acontecimientos, sino una respuesta armoniosa ¢ inteligente, Una per- sona que no sintiera miedo ante la amenaza de un peligro serfa como un alto edificio que no «cede» al viento. Una mente que no se funda —con el dolor 0 con el amor— es una mente que se quebrard con de- masiada facilidad. ‘Ahora bien, la razén por la que estoy hablando de sentimiento en lugar de la accién externa, es que estoy considerando Ia dificultad del ser humano frente a unos acontecimientos sobre los cuales nada puede hacer, acontecimientos respecto a los que nuestra tinica respuesta es la de las emociones. Estoy pensando en la final certidumbre de la muerte, en el total desamparo del ser humano en medio de la vas- ta corriente de la vida y, finalmente, en la clase tan especial de sentimientos que surgen al enfrentarnos a conflictos que no pueden resolverse. Todas estas situaciones suscitan sentimientos que, a la larga, son tan irresistibles como insolubles las propias situacio- nes. Son las sensaciones tiltimas, y la mayor parte de Jo que llamamos filosofia no es mas que el infructuo- so intento de liberarnos de ellas. 26 La paradoya de la negactén de si mismo De abi que lo que he llamado la muerte del ego suceda en el momento en que se descubre y admite que estos sentimientos iiltimos son irresistibles, Son iltimos en dos sentidos: primero, porque de alguna forma se relacionan con acontecimientos fundamen- ales y catastréficos, y, segundo, porque algunas ve- ces son nuestros sentimientos més profundos y radi- cales con respecto a una situacién en concreto, como la frustracién basica provocada por un conflicto en- tre el dolor y la vergiienza. El caso es que estos sen- timientos finales son tan sabios como el resto, y su sabiduria emerge cuando dejamos de resistirnos a ellos, al darnos cuenta de que simplemente somos incapaces de ello. Cuando la vida, por ejemplo, nos obliga finalmente a ceder, a rendirnos ante la plena manifestacién de lo que ordinariamente se llama te- zror a lo desconocido, el sentimiento reprimido sur- ge sabitamente como un manantial de puro gozo. Lo que antes se experimentaba como horror a nuestra inevitable mortalidad se transforma, por medio de una alquimia interna, en un casi extitico sentido de liberacién de las cadenas de Ja individualidad. Pero normalmente no descubrimos la sabiduria de nuestros sentimientos porque no dejamos que se manifiesten por entero; tratamos de reprimirlos 0 di- solverlos en una accién prematura, sin darnos cuen- a Conviértete en lo que eres ta de que son un proceso de creacién, de que, a se- mejanza del nacimiento, se inician con el dolor y se convierten en un hijo. Espero poder comunicar todo esto sin crear una atmésfera de «obligacién», sin que nadie lo inter- prete como si esta clase de renuncia de uno mismo fuera algo que uno debiera 0 pudiera hacer. Esta aproximacién deliberada, compulsiva y moralizado- ra de la transformacién del set humano siempre lo obstruye, ya que implica la ilusién de autodominio. Pero es exactamente cuando descubro que no pue- do abandonarme a mi mismo cuando me abandono; exactamente cuando creo que no puedo aceptarme a mi mismo cuando me acepto. Ya que al topar con la dura roca de Jo imposible es cuando uno alcanza la sinceridad, en la que ya no puede perdurar el en- cubridor «juego del escondite» del yo y del mi, del «buen yoo que trata de cambiar al «malo de mi», que es en realidad el mismo individuo que el «buen yo». En una expresiva imagen del zen, toda esta lu- cha de renuncia de uno mismo es como intentar po- net patas a una serpiente, o como un hombre desnu- do que pretendiera quitarse la camiseta. Una cita del genial taofsta Chuang-tse dice lo siguiente: desde el punto de vista del sabio, «lo junto no permanece unido, ni apartado lo separado, lo largo no lo es en 28 La paradoja de la negacién de sf mismo exceso, ni es deficiente lo corto. Al igual que las pa- tas de un pato, que, a pesar de su cortedad, no es po- sible alargar sin causarle dolor, y las de una geulla que, aunque largas, no es posible acortar sin hacerla desdichada, del mismo modo, lo que es largo en la naturaleza moral del hombre no puede ser acortado, ni tampoco, alargado aquello que es corto». 29 CONVIERTETE EN LO QUE ERES Se ha dicho que la sabiduria més elevada estriba en el desapego, o segiin palabras de Chuang-tse: «El hom- bre perfecto mente como un espejo; no se aferra a nada, no rechaza nada; sélo recibe, pero no desapego significa no sentir ningiin re- mordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; retiener. su movimiento y cambio, sin intentar prolongar as co- sas placenteras ni provocar la desaparicién de las de- sagradables, Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonia con su miisica cambiante, a esto se llama iluminacién. Dicho breve- futuro tienen una existencia separada de este ahora; or si mismos son una ilusién. La vida existe sdlo en preciso momento, y es en este momento cuando es nfinita y eterna, Ya que el momento presente es in- » Conviérete en lo que eres ecido, y sin embargo persiste para EL DEDO Y LA LUNA se mueve. De ahi que, en d narse el eterno movimiento y el etemo reposo 2Cémo podemos vivir en amonia con el Tao? Un ue si pretendemos vivir en armonia con el Tao, debemos alejamos de é. Pero no acababa de es- podemos: le queramos; aunque pensamientos huyan hacia el pasado o corran hacia el futuro, no pueden escapar del momento presente. Por mucho que quieran retroceder 0 avanzar para escapar, nunca pueden separarse del momento, ya que esos pensamientos se hallan en el momento; al igual que todo cuanto comparten, de hecho son el movimiento es otra cosa que dl Tao. Quiz’ te creas fuera de la armonia de la vida y de su eterno ahora; pero no podrias existir, ya que ti eres vida y existes ahora, de otro modo no estarias aqui. De ahi que no lc escapar ni atrapar el Tao infinito; no hay ni un acercarse a él, ni un alejarse de él; simplemente es, y ti lo eres. Por lo tanto, conviértete en lo que eres. 34 Existe una antigua frase cristiana: «Crux medicina ‘mundi (ala cruz es la medicina del mundo»), una fra- se notable que sugiere quela teligién es una medicina mas que una dieta. La diferencia reside, naturalmen- te, en que la medicina es algo que se toma ocasional- mente, como la penicilina, mientras que una dieta es una comida regular, Quizi esta analogia no se pueda desarrollar demasiado, ya que hay medicinas, como la insulina, que algunas personas deben tomar regu- mente. Pero hay un punto en la analogia, un pun- to expresado en otra frase latina que no es cristiana, ya que su autor fue Lucrecio: «Tantum religio potuit suadere malorum», («Demasiada religién puede est ular el mal.») No estoy pensando en la explotacién del pobre por el clero co:rupto, ni en la nefasta in- fluencia del fervor ciego y del fanatismo. Mas bien pienso en la antigua metéfora budista que compara la doctrina con una balsa para cruzar el rio. Cuando Convrértete elo que eres has alcanzado la otra orilla, no cargas la balsa sobre tus espaldas, sino que la dejas tras de ti. ‘Aqui hay algo que puede aplicarse no sélo al es- caso ntimero de personas que podria decirse que han alcanzado la otra orilla, sino a la mayoria de no. sotros. Desarrollando un poco la metifora: si vas a cruzar el rio, debes apresurarte, ya que si te entretie- nes en la balsa, puede que la cortiente te arrastre rio abajo, hacia el océano, y entonces quedaris atrapado en la balsa para siempre. Y es tan facil quedarse atrapado en la balsa, en la religién, en la psicotera- pia, en la filosofia. Empleando otto simil budista: la doctrina es como un dedo que apunta a la luna, y uno debe tener cuidado de no confundir el dedo con la luna. Temo que demasiados de nosotros, para consolarnos, nos chupamos el dedo apuntador de la religién, en lugar de ver hacia dénde apunta, En mi opinién, el dedo de la religién apunta ha- cia algo que no ¢s religioso. La religion, con todo su aparato de ideas y practicas, es en conjunto un indi- cador, y no se sefala a si misma, Tampoco sefiala a Dios, ya que la nocién de Dios es parte de la religion Podria decirse que la religién apunta hacia su reali- dad, excepto que esto, simplemente, aporta una no- ci6n filoséfica en Tugar de una religiosa. Y puedo pensar en una docena de otros sustitutos de Dios 0 38 El dedo y ta luna de la realidad. Podria decir que sefiala nuestro Yo auténtico, el eterno ahora, el mundo no verbal, lo infinito e inefable, pero, en realidad, nada de todo ello sirve ce gran ayuda. Es sélo colocar un dedo en agar de otro, Cuando Joshu pregunté a su maestro Nansen: «Qué es el Tao, el Camino?», Nansen le respondié: «Tu mente cotidiana es el Tao». Pero esto tampoco sirve demasiado, ya que en cuanto intento comprender qué significa mi mente cotidiana, y trato de captarla, en realidad me estoy chupando otro dedo. Pero epor qué surge esta difi- cultad? Si de hecho alguien sefiala la luna con el dedo, simplemente me gito y miro la luna. Pero quello hacia lo cual esos dedos religiosos y filos6fi cos sefialan parece ser invisible, es decir, cuando me giro para mirarlo no veo nada, y he de volverme ha- cia el dedo para ver si he comprendido la direccién correctamente, Y una ver seguro, descubro una y otra vez que no me he equivocado, pero sigo sin po der ver lo que sefiala Todo esto también es igualmente exasperante para la persona que esta sefialando, ya que quiere mostrarme algo para ella tan obvio, que podria pen- sarse que kasta un tonto podria verlo, Debe sentirse como cualquiera de nosotros se sentiria si intentase explicar a un nifio lerdo que cero mas cero es cero y 39 Conviértete en lo que eres no dos, 0 algiin otro hecho pequefio de gran simpl iad. Y atin hay algo mas exasperante. Estoy segu- ro de que posiblemente muchos de vosotros, duran- te un instante, habéis divisado fugazmente lo que el dedo sefialaba, una fugaz vision en la que participa- bais del asombro del indicador, asombro que ante- riormente jamais habiais experimentado, y lo habéis, vislumbrado con tanta claridad que estabais conven: cidos de que nunca lo olvidariais.. y, entonces, lo habéis perdido. Después de esto, quiza sintais una atormentadora nostalgia que persista durante afios. Cémo encontrar de nuevo el camino hasta la puer- ta del muro que parece haber desaparecido, volver al recodo que conduefa al paraiso, que no estaba en el mapa, y que con toda seguridad habéis visto justo alli? Pero ahora no hay nada, Es como intentar en- contrar a alguien de quien os habéis enamorado a primera vista, y perderlo; y volver al lugar del en- cuentro una y otra vez, intentando en vano descu- brir su paradero. ‘Aunque la haya presentado con torpeza y de for- ma inadecuada, esta efimera vision es Ia percepeién que irrumpe, de sabito, en un momento ordinario de tu ordinatia vida, vivida por ti del modo mas or- dinario, tal como ella es y tal como tt eres; es la per- cepcién, como decia, de que este inmediato aqui y 40 Eldedo y la lana ahora es perfecto y autosuficiente, mas alli de toda posible descripcién. Sabes que no hay nada que de- sear ni que buscar, que no hay necesidad de técnica alguna, ni de aparato espiritual de creencias, ni de disciplina, ni de ningtin tipo de filosofia o religién La meta esta aqui. Es esta experiencia presente, tal como es. Esto, evidentemente, era lo que el dedo se- fialaba, Pero al siguiente momento, cuando miras de nuevo, vives un instante mas ordinario que nunca, aunque el dedo siga sefialando lo mismo. Sin embargo, esta cualidad tan irritantemente esquiva de la visién a la que el dedo apunta tiene una explicacién muy simple, explicacién que tiene que ver con lo que he dicho al principio sobre el hecho de abandonar la balsa una vez cruzado el rio, y sobre considerar la religién como una medicina y no como una dieta. Para entender este punto, debemos consi- derar la balsa como una representaci6n de las ideas, palabras u otros simbolos a través de los cuales una religién 0 filosoffa se expresa a si misma, pot medio de los cuales apunta hacia la huna de la realidad. Tan pronto habéis comprendido las palabras en su sentido llano y sencillo, habéis utilizado la balsa. Ya habéis alcanzado {a otra orilla del rio. Ahora sélo queda hacer lo que expresan las palabras, abando- nat la balsa y avanzar hacia tierra firme. Y para ha- 4 Conviértete en lo que eres cerlo, es preciso dejar la balsa, Dicho de otro modo, en este estadio, no podéis pensar en la religién y en la practica al mismo tiempo. Para ver la luna debéis olvidar el dedo que la sefiala, y simplemente mirar hacia la luna. De ahi que las grandes filosofias orientales em- piecen con la prctica de la concentracién, 0 sea, fijar la mirada. Es como decir: «Si quieres saber qué es la realidad, debes mitarla directamente y descubric- la por ti mismo, Pero ello exige un cierto grado de concentracién, ya que la realidad no son simbolos, ni palabras y pensamientos, ni reflexiones y fanta- sias. Asi que, para poder verla con claridad, tu men- te debe estar libre de palabras errabundas y de fanta- sias flotando en la memoria». A esto seguramente contestarfamos: «Muy bien, pero es mas facil decirlo que hacerlo». Siempre parece surgir alguna dificul- tad al llevar las palabras a la accién, y esta dificultad parece ser peculiarmente grave cuando afecta a la Hamada vida espiritual. Cuando tenemos que en- frentarnos a este problema, retrocedemos y empeza- mos a evadirnos con una serie de discusiones sobre métodos y téenicas, y otros tipos de ayuda para la concentracisn. Pero deberia ser facil darse cuenta de que todo ello solo indica falta de decisién y ganas de postergar el asunto, No puedes a un mismo tiem- 2 El dedo y la luna po concentrarte y pensar que te concentras. Expre- sado de ese modo parece una estupidez, pero la Gini ca forma de concentrarse es concentréndose. En rea- idad, cuando lo hacemos, la idea de aquello que se esta haciendo desaparece, que es lo mismo que decir que la religion desaparece cuando se convierte en algo real y efectivo. Ahora bien, la mayoria de las discusiones sobre la dificultad de la accién o la dificultad de la con- centracién carecen en absoluto de sentido. Si esta- mos sentados juntos para comer, y yo te digo: «Por favor, acércame la sal», té simplemente lo haces, sin el menor problema. No te paras a pensar si el méto do es correcto. No te preocupas preguntandote cémo, una vez tengas el salero, seras capaz de con- centrarte lo suficiente para hacérmelo llegar al otto extremo de la mesa. No hay ninguna diferencia en- tre estoy concentrar la atencién de la mente para ver la naturaleza de la realidad. Si puedes concentrat tu mente durante dos segundos, puedes hacerlo duran- te dos minutos, y si puedes hacerlo durante dos mi nutos, puedes hacerlo durante dos horas. Natural- mente, si quieres hacerlo muy dificil, puedes empezar a pensar en medir el tiempo. En lugar de concentrarte, empiezas a pensar si en realidad te es- tds concentrando, cuanto tiempo hace que estas a Convsértete en lo que eres concentrado, y cudnto tiempo podrés continuar asi Todo ello es totalmente initil. Concéntrate durante un segundo. Si después de este tiempo tu mente se ha distrafdo, concéntrate un segundo més, y luego otro. Nadie ha de concentrarse més de un segundo, este segundo. Por eso no tiene ningtin sentido que midas el tiempo, que compitas contigo mismo y te preocupes por tu progreso y tu éxito en el arte. Es, simplemente, la vieja historia de hacer facil un tra bajo dificil al ir avanzando paso a paso. . Quizas exista otra dificultad, la de que en ese es- tado de concentracién, de clara y firme atencién, de- saparezca el yo, es decir, que uno no sea consciente de sf mismo. Pues lo que se denomina el yo no es més que una construcci6n de palabras y recuerdos, de fantasias que no tienen vida propia en la realidad inmediata. El bloqueo u obstéculo que tantos de no- sottos experimentamos entre las palabras y la ac- cién, entre el simbolo y la realidad es, de hecho, ‘como querer tener un pastel y desear comerlo al mis- mo tiempo. Queremos disfrutar, pero a la vez teme- mos que si nos olvidamos de nosotros mismos no disfrutaremos, que no estaremos presentes para dis- frutar de ello. De ahi que la autoconciencia sea una constante inhibicién de la acci6n creativa, una espe cie de frustracién crénica; por eso las civilizaciones 44 El dedo y la luna que padecen de una sobredosis de ella se vuelven lo- cas de atar, ¢ inventan bombas atémicas para hacerse saltar por los aires. La autoconciencia supone una obstruccién, porque es como interrumpir una can- cién después de cada nota para escuchar el eco, y lue- go sentirse irritado porque se ha perdido el ritmo. Como se revela en nuestro proverbio: «El que espera, desespera». Ya que si intentas observar tu mente mientras se concentra, no se concentrara. Y si, una vez concentrada, quieres percibir cmo surge ala realidad alguna percepcién, la concentracién se interrumpe. Por consiguiente, la auténtica concen- tracién es mas bien un curioso, en apariencia, estado paraddjico, puesto que en él hay, a la vez, el maximo grado de conciencia y la minima experimentacién del ego, lo cual, en cierto modo, desmiente los siste- mas de psicologia occidental que identifican el prin- cipio consciente con el ego. De igual modo, la activi- dad mental o la eficiencia llegan a su punto més alto, ya intencionalidad mental al mas bajo, ya que no es posible concentrarse y simulténeamente esperar ob- tener un resultado de la concentracién. El iinico mado de entrar en este estado es hacer- lo con rapidez, sin tardanza ni vacilacién, hacerlo implemente. Asi que tengo por costumbre evitar hablar de las diferentes clases de técnicas orientales 45 Conviértete en lo que eres de meditacién, como el yoga, porque soy de la opi- nién de que para la mayoria de occidentales no re- presentan una ayuda, sino un obsticulo para la con- centracién. Para nosotros, realizar la postura del loto y desarrollar cualquier tipo de gimnasia espiri- tual es algo forzado y poco natural. Muchos occi- dentales que hacen este tipo de practicas estén tan autoconscientes de ello, tan preocupados con la idea” de llevarlas a cabo, que, en realidad, no lo consi- guen, Por la misma razén, descontio de praeticar el zen con exceso, especialmente cuando ello significa importar del Jap6n toda la parafernalia puramente accesoria, todas las esttictas formalidades técnicas, todas las interminables e imitiles discusiones so- bre quién ha alcanzado el satori 0 quien no, o sobre cuaintos koans se han resuelto, 0 cuintas horas al dia se sienta uno en zazen o medita. Todo este tipo de cosas no es ni zen ni yoga, sslo una moda pasajera, simple religiosidad, y tiene mas de autoconciencia y afectacién que de no-autoconciencia y naturalidad. Sin embargo, si realmente puedes lograrlo, es decir, si consigues aprender a despertar y concentrarte en cualquier momento, puedes iniciar o abandonar es tos accesorios cuando te plazea, Ya que el temor alo exético no debe impedimnos gozar de las cosas real mente bellas que la cultura oriental puede ofrecer- 46 El dedo y la luna nos, como la pintura china, la arquitectura japonesa, la filosofia hind y todo lo demas. Pero el quid de la cuestion es que no podemos captar su espiritu a me- nos que consigamos adquirir, en primer lugar, la cla- se especial de concentracién relajada y la clara visin interior que son esenciales para poderlas apreciar plenamente. Por s{ mismas no nos darn esa capacidad, ya que es algo innato. Si tienes que importarla de Asia, no la conseguiras. Por lo tanto, lo importante es sim- plemente comenzar, en cualquier parte y en todo momento. Si estds sentado, simplemente siéntate. Siestas fumando una pipa, simplemente fiimatela. $i estis reflexionando sobre un problema, simplemen- te reflexiona, Pero no pienses ni teflexiones de modo inecesario ni compulsivo, a la fuerza o por ha bito nervioso. A esto se le llama en el zen tener agu- jereada la mente, como un viejo barril agrietado que es incapaz de contener nada. Bien, creo que ya hay suficiente medicina por esta noche, Olvidemos el frasco y salgamos al exte- rior a contemplar la luna cr IMPORTANCIA A menudo se acusa al budismo de ser una religién tan absorta en lo impersonal y en lo eterno que des- cuida la importancia de las cosas individuales y tem- porales. Segiin sus ensefianzas, todo aquello que tie- ne forma esta sujeto al cambio y carece de un yo perdurable, pero esto no implica que no sea impor- tante, La importancia no se mide por el tiempo, y el cambio es un sintoma de la presencia de vida, Como dice un poema japonés: El dondiego de dia florece durante una bora, sin embargo, en el fondo, no se diferencia del gigantesco pino, que vive mil aitos Ante la inmensidad del tiempo y del espacio, el ser humano parece absolutamente insignificante. En comparacién con los problemas enormemente com- plicados del mundo moderno, los descos y temores a Conesértete en lo que eres menores del individuo parecen no tener importan- cia. Pero como el budismo es el Camino Medio, debe considerar forzosamente como falsa filosol esta actitud extrema. Es cierto que alguien demasia- do preocupado por sus propios asuntos deberia lerar la inmensidad de! universo y el destino de la raza humana. Pero no dejemos que lo conside- re durante demasiado tiempo, y menos que olvi que también es suya Ja responsabilidad, no sdlo de la prosperidad humana, sino también del orden del universo. A pesar de que la astronomia moderna nos muestte nuestra insignificancia bajo las estrellas, nos dice también que sélo con alzar un dedo las afectamos. Es cierto que nuestra existencia es pasa jera, que no tenemos un yo perdurable, pero el teji- do de la vida es de tal naturaleza que un hilo roto puede causar una ruina inconmensurable. La mag nitud del mundo al que va vinculado nuestro dest: no incrementa més que disminuye nuestra impor- tancia. Parece que la naturaleza tenga en poca consideracién a los individuos, y quiz4 provoque la muerte de millones de ellos como si no importase nada, Pero el valor se mide por la calidad, no por la cantidad. Un garbanzo puede ser tan redondo como el mundo, y en lo que concierne a la redondez, uno no es mejor que el otro. ¥ el ser humano es en si cons 52 Importancta mismo un pequefio universo, la configuracién de su mente y de su cuerpo es tan compleja como la confi- guracidn de las estrellas. . En otras palabras, cuando el cambio ha tenido lugar, cuando él se descubre fuera de si mismo, fuera de la trampa teleolégica, la tram- pa pierde efecto, el mecanismo que busca resultados se endereza y ya no se busca ni se afirma a si mismo, Pero, recuerda, todo esto sucede mui, otra bue- na traduccién del cual podria ser «de ningin modo», que es diferente de «de algin modo». No hay procedimiento, método ni técnica que ti 0 yo podamos usar para vivir en armonia con el Tao, el Camino de la Naturaleza, porque de algtin modo cada método implica una meta. Y hacer del Tao una meta es como apuntar una flecha contra si misma. Una vez sumergidos en el confuso estado de la fle- cha que intenta dispararse contra si misma, el yo que intenta cambiarse a si mismo, no podemos hacer nada para detenerlo. Mientras pensemos o sintamos que quizé lo podamos detener, que existe algin modo, violento o sutil, dificil o facil, de ser desinte- resados, la contradiccién continuard o incluso iré a peor. Hemos de ver que no hay ningiin camino. Una 6 Conurértete en lo que eres vez alcanzado el estado en que nos damos cuenta de que no podemos hallar ningtin camino, ningiin re- sultado por conseguir, el circulo vicioso se quiebra. Ouroboros, la serpiente que se muerde la cola, ha dado toda la vuelta y se ha hecho consciente, y sabe, al menos, que la cola es el otro extremo de su cabeza Caemos en estos circulos a causa de la ignoran- cia, de la inconsciencia de la naturaleza de nuestras mentes, de nuestros procesos mentales, de nosotros mismos. Y el antidoto para la ignorancia no es la ac- ci6n, sino el conocimiento, no el qué hacer, sino lo que conocemos. Pero aqui, de nuevo, el conoci- miento necesatio no parece ser, a simple vista, algo demasiado prometedor o esperanzador. Ya que el {nico conocimiento posible en relacién a este ambi- to es el conocimiento negativo, conocer la trampa, nuestro impotente cautiverio de una biisqueda iné- til. El conocimiento positivo, del Tao, de Dios o de la Realidad eterna, implica una experiencia inmedia tay momenténea. Nunca puede expresarse en pal: bras, y cualquier intento de hacerlo se convierte, sencillamente, en otro aspecto de la trampa. Sé que no nos gusta escuchar que estamos encerrados en tuna trampa, que no podemos hacer nada para salir de ella; y atin nos gusta menos comprobar que es una viva experiencia, Pero no hay otro modo de li- 66, t Tao y wu-wei berarse de ella. Un proverbio dice que las situacio- nes extremas del hombre son las oportunidades de Dios. Sélo conseguiremos liberarnos cuando haya- mos conocido el limite real de nuestra situacién y descubramos que cualquier lucha por los ideales es ituales es completamente indtil, ya que el mismo hecho de buscarlos los aleja, Pero, epor qué habria de sorprendernos? ¢No se ha dicho una y otra vez que debemos morir para renacer de nuevo, que el Ciclo esté siempre al otro lado del Valle de las Tinie- blas, valle del cual la muerte fisica es simplemente un simbolo, y en el que el desamparado cadaver, ats- do de pies y manos en su apretada mortaja, es sin plemente una figura,de la muerte en que vivimes mientras sigamos confundiéndola con la vida?... Y a partir de aqui zhacia dénde vamos? Hacia ninguna parte, Hemos Ilegado a un final. Pero esto es el final de la noche. Una vez Chesterton dijo que los angeles saben vo- tantos rostros ensombrecidos por la seriedad que seria comprensible si estuviera provocada por el dolor. Pero esta clase de seriedad que arrastra al ser humano a la tierra y mata la vida de su espiritu no es hija del dolor, sino de cierto tina de repre- sentacién en.la.que el actor-se engafia al identifi- carse con su papel. Cuando los nifios participan en la representacion también lo hacen con seriedad, pero es diferente, porque el nifio es consciente de que solamente es un juego y su seriedad es una for- ma indirecta de divertirse. Pero en el adulto esta seriedad se convierte en vicio, porque transforma el juego en religién, identificandose con el papel 0 posicién en la vida que tanto teme perder. Esto ocurre especialmente cuando la persona no ilumi- nada alcanza cualquier nivel de responsabilidad; n Conviértete en lo que eres desarrolla una falta de ligereza, de abandono, y una tigidez que indica que est utilizando su digni- dad como unos zancos para mantener la cabeza por encima de la adversidad. El problema estriba en que, en lugar de representar su papel, es éste el que lo representa a él, convirtiéndole en el hazme rreir de todos cuantos le observan a través de su. disfraz, El mensaje de la sabiduria oriental es que las formas de la vida son maya y, por lo tanto, des- de el punto de vista de la realidad, carecen profun: damente de seriedad. Pues el mundo de la forma y de la ilusin que la mayoria toma como reales, no es otra cosa que una especie de representacién tea tral del Espiritu, 0, como Jo han denominado los hindues, la danza de Siva. El es el iluminado que se tune a ella siendo consciente de que es un juego, ya que el ser humano sufre sdlo porque se toma en serio lo que los dioses han creado por pura diver sién. De ahi que el ser humano sélo se convierte en in ser humano cuando pierde el sentido de la lige reza de los dioses. Pues los dioses (o budas, 0 lo que prefirdis) son simplemente nuestra propia y mis intima esencia, que podria hacer afticos y re- ducir a la nada el universo en un momento si qui siera. Pero no es asi, y los mundos continéan mo- viéndose con el propésito divino de un juego, R Elsentido de la ligereza porque, al igual que un miisico, es un creador que se deleita en confeccionar un ritmo y una melodia. Unirse a su juego no es un deber, sino un goce, y quien no lo vea de ese modo no podra participar en él ni comprenderlo B PAJAROS EN EL CIELO (Caan oes ie a ee mee OE SE a OY retren | rrr f or plow dt Loto, In yt? Wut s THe aN? EDeja rr me poy sun Or, (7s peed pak ena aaralie Al cruzar el ina flecha o un pajaro no dejan huella. En la filosofia china e hindi esta recurrente tfora se utiliza, aunque parezca extrafio, para co- sas que aparentemente no se asemejan en nada. La de la vida humana a través del tiempo, de la verdad table de que todas las cosas por disolver- se «sin dejar ninguna huellay. Sin embargo, en uno de los dichos de Buda, la invisible trayectoria de los pajaros en el ciclo se compara al modo de vivir de un sabio, la perfecta clase de persona que ha conseguido disolver su ego, como este poema chino lo Al penetrar en el bosque, no perturba mi una briena [de hierba; al penetrar en el agua, no ocasiona nila mds leve Tondulacién. Conviérete en lo que eres La imagen representa cierto ntimero de cualidades que son, en realidad, diferentes aspectos de una mis- ma cosa. Representan la libertad y el desapego de la mente del sabio, una conciencia que se asemeja al cielo, en la que la experiencia se mueve sin dejar mancha alguna. Como dice otro poema: Las sombras del bambii barren los peldatios, ero no levantan palvo. Y sin embargo, paradéjicamente, este «desapego de> es también una «armonfa con», ya que el ser hu- ‘mano que penetra en el bosque sin perturbar ni una brizna de hierba es un ser que no esta en conflicto con la naturaleza, De manera parecida a los explora- dores hindiies, avanza sin que se le oiga quebrar con sus pies ni una simple ramita. Al igual que los arqui- tectos japoneses, construye una casa que parece for- mar parte del entorno natural. La imagen también representa el hecho de que no es posible trazar ni se- guir el camino del sabio, ya que la auténtica sabidu- rfa no puede ser imitada. Cada ser humano debe ha- llarla por si mismo, pues no hay modo de expresarla por medio de palabras, o alcanzarla mediante unos métodos 0 unas directrices especificas. Pero en realidad existe una estrecha conexién 78 Péjaros en el cielo centre esos dos usos de la métafora en apariencia di- ferentes, el camino del sabio, por un lado, y la im- permanencia de la vida, por otro. Y la conexién revela el principio més profundo y principal de aquellas filosofias orientales que tanto desconciertan la mente occidental al identificar la sabiduria més elevada con lo que a nosotros nos parece la doctrina de la lamentable desesperanza. De hecho, la palabra desesperanza, en un sentido particular, es la traduc- ci6n adecuada del término hinda y budista de nirva- na: de-spirate, expirat, morir. No podemos entender cémo los orientales comparan esta desesperanza con el gozo supremo, a menos que, tal como tendemos a suponer, se trate tan sélo de gente depravada y pusi- lénime acostumbrada durante mucho tiempo al fata- lismo y a la resignacién. No deja de sorprenderme ver el modo en que los reflexivos occidentales, en particular los cristianos, parecen estar determinados a pasar por alto el pun- to esencial de esta conexién. Ya que gno es cierto que en la imagineria cristiana prolifera el tema de la muerte como preludio esencial de la vida eterna? éNo se ha escrito que el mismo Cristo «murié» des- pués de haber exclamado que Dios le habia abando- nado? Y en las escrituras cristianas ¢no hay abun- dancia suficiente de paradojas sobre «no tener nada 79 Gonvrértete en lo que eres y,sin embargo, poseerlo todo», acerca de encontrar nuestra alma al perderla, y sobre el grano de trigo que fructifica mediante su propia muerte? «En efecto, asi es, —dice el cura—, pero el ctis- tiano nunca llega realmente a perder la esperanza, nunca muere realmente. A lo largo de toda la trage dia, a lo largo de toda la muerte y desesperanza ex teriores, le fortalece la fe y esperanza interior de que “Jo mejor esta por llegar”. Se enfrenta a lo peor que la vida puede ofrecerle con la firme conviccién de que la realidad tltima es el Dios de amor y de justicia en el que ha puesto toda su esperanza para “la vida del mundo venidero” » Ahora bien, creo que decimos, sentimos y pen- samos tanto sobre esta esperanza que nos perdemos Ja incretble elocuencia del silencio budista relaciona- do con esta materia. En lo que se refiere a palabras, pensamientos, ideas ¢ imagenes, las doctrinas budis- tas y la mayoria de las formas del hinduismo son tan negativas y desesperanzadoras que parecen una es- pecie de alabanza del nihilismo. No sélo insisten en que la vida humana es impermanente, en que el ser humano no tiene un alma inmortal y en que, llegado el momento, cualquier huella de nuestra existencia esté predestinada a desaparecer, sino que adem: vienen a indicarnos, como meta del hombre sabio, 80 Péjaros en el cxelo iberacién de esta vida transitoria, lo cual parece su mamente dificil, un estado llamado nirvana que pue- de traducirse como desesperanza, y el alcanzar una condicién metatisica llamada shunyata, una vacui- dad tan vacia que no es existente ni inexistente. Ya que inexistencia implica existencia, su I6gica contra- parte, mientras que la vacuidad de shurryata no im- plica nada en absoluto. Aunque parezca imposible, atin van més lejos. El nirvana, que en si mismo ya es negacién suficiente, ¢s descrito en uno de los textos como no mejor que un tocén muerto al que atar tu burro, e insiste en gue, cuando lo alcanzas, te das cuenta de que nadie ha alcanzado nada. Quizé pueda explicarlo de modo mis inteligible. Esas doctrinas enfatizan primero el hecho triste y evidente de que el ser humano no tie- ne un futuro perdurable, Todo aquello que alcanza- mos 0 creamos, sin excépcion, incluso ke mentos que sobreviven a nuestra muerte, estan predestinados a desaparecer sin dejar huella, y nues- tro afan de permanencia es totalmente initil. Por- que, ¢s mas, la felicidad existe s6lo en relacién al su frimiento, el placer en relacién al dolor, por lo que el individuo perspicaz no intenta separatlos. La rela- 1 es tan estrecha que, en cierto mode, la felicidad es suftimiento, y el placer solo existe porque implica 81 Conviértete on lo que eres dolor. Consciente de ello, la persona dotada de pers- picacia aprende a abandonar el deseo de cualquier tipo de felicidad al margen del suftimiento, o de pla- cer que no acarree dolor. Pero, naturalmente, esto es dificil de evar @ cabo. Quiza pueda entender de un modo verbal ¢ in telectual que al desear el placer estoy tratando de sa ciar mi sed con agua salada, ya que cuanto més pla- cer, més deseo. (;Recordemos el antiguo significado de desear como «carecer»!) Desear placer es no te nerlo, Pero parece que atin soy incapaz de deshacer- me del habito emocional de deseatlo. $i entonces me doy cuenta de que me consume un deseo de placer que lleva implicita su carga de dolor, empiezo a de- sear no desear, a desear cl nirvana, a intentar aban- donar toda esperanza, Sin embargo, con esta acti- tud, simplemente he convertido el nirvana en otro nombre que designa el placer. Ya que placer, por definicién, es el objeto del deseo. Es lo que nos gus- ta, es decir, lo que deseamos, Si descubro que este deseo es sufrimiento, y entonces deseo no desear- Io..., bien, empiezo a experimentar la sensacién de que «ano habjamos estado ya aqui antes?» Por eso el budismo sugiere el nirvana en térmi- nos que son negatives y vacios, y no con la imagen positiva y atractiva que envuelve la nocién de Dios. 2 Péjaros en el cielo Nirvana se equipara a shunyata, la Nada mas alla de nada, para sugerir la imposibilidad de desearlo. Todo cuanto seamos capaces de desear lleva implicita una carga de dolor. El nirvana, Ia liberacién del sufti- nto y el deseo, se denomina inalcanzable, no por- que no pueda acaccer, sino porque no hay modo de buscarlo. EI punto de énfasis sobre la impermanencia es que cada objeto de buisqueda, de deseo, es en iiltima instancia inalcanzable e intl, Para librarnos de esta inutilidad, debemos cesar de buscarlo. Buscar a Dies, desearlo, es simplemente llevarlo al nivel de las metas indtiles 0, en el lenguaje cristiano, confundir al Crea- dor con sus criaturas. De igual modo, desear el nirva- na es simplemente llamar con otro nombre el placer inaccesible. Mientras sigamos pensando en Dios, ha- blando de Dios o buscando a Dios, no podremos en- contrarlo. Ahora bien, desde el punto de vista de la cultura occidental, ya sea antigua o moderna, cristiana o lei- ca, capitalista 0 comunista, esto constituye la gran herejfa, Ya que la cultura occidental vive consagrada ala creencia de que hay una formula para la f dad, una respuesta a la pregunta: «¢Qué debo hacer para salvarme?». Toda la propaganda politica, toda Ta publicidad y la mayoria de lo que llamamos eda- 3 Comviértete en lo que eres caci6n se basan en la asuncién de que «existe un ca mino», y que tan s6lo es cuestién de «saber como». (Si algunos detalles no se han acabado de matizar to- davia, slo hay que dar unos meses mas a los cient ficos y seguro que lo harén.) Pero cuando crecemos? En una profesién que combina filosofia, religién, psicologia y educacién, te encuentras con tanta gente que tiene la respuesta, Ja gran formula para la felicidad humana... si tan slo pudiéramos ponerla en practica, aunque, por una razén u otra, no lo hacemos. Ast que cualquier persona que hable mucho sobre filosofia y psicolo- ‘gia se supone que tiene las respuestas, y mis o me- nos automaticamente se le adjudica el papel social de salvador, predicador, consejero y guia. jLa perso ‘na que conoce el camino! Pero no hay ningan camino. Nadie conoce el ca- mino, E] Gnico camino que existe es la trayectoria di un pajaro en el cielo, ahora la ves, ahora no la ves. No deja la menor huella. La vida no se dirige a nin- guna parte, no hay nada que alcanzar. Toda lucha y esfuerzo por aferrarse a algo es como el humo que intenta agarrar una mano que se disuelve. Todos es- tamos perdidos, arrojados al vacio desde que nace mos, y el tinico camino es caer en el olvide. Esto suena muy mal, pero es as{ porque ¢s una 84 Péjaros en el cielo verdad a medias. La otra mitad no puede expresarse en palabras. Ni tampoco se puede describir, imagi- nar ni pensar. En palabras, puede resumirse de este modo: todo el mundo esta disolviéndose en la nada, y nadie puede remediarlo. Es posible, slo por un momento, darse cuenta de ello sin lanzarse a conclusiones, sin caer en el pe- simismo, la desesperacién o el nihilismo? ¢Cuesta demasiado admitir que todas nuestras bien tendidas trampas para la felicidad son sélo distintas maneras de engafiarnos al creer que con la meditacién, el psi- coanilisis, la dianética, el raja yoga, el budismo zen 0 Ja ciencia mental lograremos de algin modo salvar- nos de este final caer en la nada? Porque si no nos damos cuenta de esto, todo lo demas de la filosofia oriental, el hinduismo, el budis- mo y el taoismo seguira siendo un libro cerrado, Sa- ber que no podemos hacer nada es el comienzo. La primera leccién es: «Yo pierdo la esperanza. 2¥ entonces qué ocurre? Te descubres a ti mis mo en un estado mental quiz mas bien desconoci- do, en el que simplemente observas, sin pretender alcanzar, esperar, desear ni buscar nada, 0 intentar relajarte. Solo observas, sin ningtin propésito. No debo decir nada sobre lo que sigue a conti- nuaci6n. Ya que tener expectativas, prometer ua re- 85 Conviértete en lo que eres sultado lo estropea todo. Las tiltimas palabras deben ser: «No hay esperanza, ni camino». Pero no hay ningiin mal en afiadir algo més, lo que yace al otro Jado de la desesperacién, siempre y cuando todos entendamos que ese algo al otro lado de la desespe- racién no puede ser deseado, y que, en todo caso, si se tienen expectativas, se pierde. El proverbio dice: «El que espera, desespera». Seguro que estamos familiarizados con los nume- rosos actos involuntarios del cuerpo humano que, cuanto mas los deseemos, mientras estemos ansiosos por conseguirlos, nunca se presentarén, como conci- liar el suefio, recordar un nombre o, bajo ciertas cir cunstancias, la excitacién sexual. Bien, hay algo que, como todo esto, sélo ocutre con una condi- idn: que no intentemos conseguirlo, que nos demos cuenta claramente de que no podemos hacer que su. ceda. En zen se denomina satori, el stbito despertar. Quizés ahora podamos ver la razén del doble significado de la metafora de la trayectoria del paja ro en el cielo. Igual que el pajaro no deja huella, nin- atin rastro de su vuelo en el vacio, el deseo humano no puede obtener nada de la vida. Pero ser cons- cientes de ello es convertirse en sabio, ya que la ma- yor sabiduria reside al otro lado, inmediatamente al otro lado de la mayor desesperanza. Naturalmente, 86 Péjaros en el ci es algo mas que desesperanza, es una dicha, un sen: tido de vida creativa y poder, podria incluso decit una seguridad y certidumbre mas alla de lo imagina- ble. Pero es un modo de seatir que ni la voluntad ni Ja imaginacién pueden provocar, igual que somos incapaces de obligar a nuestros huesos a que crez- can, 0 de hacer que disminuya la velocidad del pul- s0. Todo esto debe ocurtir por si mismo. Del mismo modo, todo lo que es positivo, el to- tal contenido creativo de esa.experiencia espiritual que se denomina despertar, nitvana, debe necesaria- mente ocurrir por si mismo. No sélo no puede, sino que no debe ser inducido por desearlo 0 intentar al canzarlo, ya que si uno lo puede desear, no se trata- 14 realmente de esto. 87 ANDANDO SOBRE LA RUEDA Casi todos los principios fundamentales de la vida se pueden expresar de dos maneras opuestas. Hay q nes dicen que para alcanzar la més elevada sabidu debemos estar tranquilos y serenos, inalterables en medio de la agitacién. Y aquellos otros que afirman que debemos movernos al ritmo de la vida, sin dete nemos un instante ni ante el miedo de lo que esta por venir, ni para echar una mirada de arrepentimiento a Jo que ya ha sucedido. Los primeros son los que escu- chan la masica dejando que el fluir de las notas pase por sus mentes sin intentar detenerlas o acelerarlas. Como el hombre perfecto de Chuang-tse, utilizan sus mentes como un espejo: no se aferra a nada, no recha- za nada; sdlo recibe, pero no retiene. Los segundos son los que danzan al compas de la miisica, mante- niendo el ritmo con sus movimientos y dejando que sus miembros fluyan con éste de un modo tan ince- sante y decidido que son como nubes que responden a Conviértete en lo que eres al soplo del viento. Los unos parecen reflejar los acon: la que pasan, y los otros, avanzar s. Sin embargo, ambos puntos de vista estén eno cierto, ya que para alcanzar la mas elevada sabi- duria debemos andar y permanecer inméviles ala vez. Consideramos la vida como una rueda que gira colo- cada verticalmente, con la persona andando sobre su neumético. A medida que avanza, la rueda gira ba sus pies hacia él, y sino quiere irse hacia atras y caer al suelo, debe andar la misma velocidad que gira la rue- da, Sila sobrepasa, se caer hacia delante y se dara de bruces en la rueda, Pues vivimos en todo momento como si estuviéramos sobre una rueda; en el instante cen que intentamos aferramos a ese momento, a ese punto conereto de la rueda, ya no se halla en Ja parte superior y hemos perdido el equilibrio. Asi que, al no intentar aferrarnos al momento, lo conservamos, ya que en el preciso instante en que cesemos de andar, no podremos manteneros quietos en equilibrio. Sin embargo, esta imagen implica una verdad més pro- funda todavia. Desde el punto de vista de la eternidad, nunca podemos abandonar, ni abandonamos, la parte superior de la rueda, ya que un circulo situado en el espacio infinito no tiene parte superior ni inferior. ra que td estés es la parte superior, y la rue- da s6lo gira porque la impulsas con tus propios pies. 2 EL LENGUAJE DE LA EXPERIENCIA METAFISICA Existe un rea de la experiencia humana para la cual no tenemos, en realidad, ningtin nombre adecuado en nuestras lenguas occidentales, ya que, aunque fundamental para materias tales como la religi6n, la metafisica y el misticismo, no es idéntica a ninguna de ellas. Me refiero a la clase de experiencia eterna que se describe mas 0 menos como el conocimiento inmediato de Dios, o de la realidad dltima, del fun- damento o esencia del universo, sea cual fuere el nombre con que se la represente.! Segiin las antiguas tradiciones espirituales tanto de Europa como de Asia, que abarcan modos de vida y pensamiento tan diferentes como el budismo 1, No he equiparado esta experiencia con el «misticismo», porque éste contiene con frecuencia elementos simbélicos y afectivos que no son en modo alguno esenciales a la clase de ‘experiencia de la que estoy tratando. 9% Conviértete en lo que eres yee catolicismo, esta experiencia es el logro supremo dela vida humana, la meta, el fin hacia el que la exis: tencia humana se ordena Sin embargo, segiin la filosofia logica moderna —el empirismo cientifico, el positivismo ‘légico y si: milares— esta clase de afirmaciones no tienen ningiin sentido. Aunque se admita que pueda haber intere- santes y exquisitas experiencias de tipo «mistico», la filosofia légica encuentra absolutamente ilegitimo pensar que contienen ningtin conocimiento de carée- ter metafisico, que constituyen una experiencia de la «realidad iltima» 0 del Absoluto. Esta critica no se basa en un anilisis psicolégico de la propia experiencia, sino en un andlisis pura- mente légico de conceptos universales tales como Dios, Realidad Ultima, Ser Absoluto y similares, que se ha demosteado son términos sin ningtin significa do, No es el propésito de este escrito deseribir los pasos de esta critica en ningiin detalle, ya que el es- tudiante de filosofia moderna debe de estar su cientemente familiarizado con ellos, y no parece que sea necesatio discrepar con el propio razonamiento légico. El punto inicial de este escrito, por perverso que parezea, se relaciona con el razonamiento basi co de que la filosoffa Idgica moderna ha contribuido de un modo muy importante al pensamiento metafi- %6 Las dimensiones espurituales de la no-violencra Si realmente queremos salvar la libertad y la democracia, sélo lo conseguiremos mediante una resistencia no vio- lenta no menos valiente, no menos gloriosa, que la resis- tencia violenta. Y serd infinitamente mas valiente y mas gloriosa porque dard vida sin quitar ninguna. 1357 Cuando, ante un cataclismo como el que estamos presen- ciando, s6lo unos cuantos individuos muestran una fe inamovible, éstos deben vivir su fe aunque quiza ésta no ejerza ningtin efecto visible en el curso de los acont mientos. Deberan creer que su accién produciré resulta- dos tangibles a su debido tiempo. 1381 Tales resistentes no violentos moritin calmadamente, pero no se arrodillarén ante su agresor, No dejarén que les engafien con promesas. No pretenderin liberarse del yugo briténico mediante la ayuda de una tercera parte {los japoneses]. Creen firmemente ensu forma de lucha y no en ninguna otra, Luchan en nombre de los millones de personas sin voz que quiz no saben que exista una Ja liberacién. Nunca han sentido odio ha- 10s ni amor por los japoneses. Quieren el bien de ambos, como de todos los demas. Les gustaria que ambos hiciesen lo correcto. Creen que sélo la no-vio- Iencia hard que el hombre actie bien en cualquier cit- cunstancia. 1398 7 Gandbiy la no-violencia La tarea ala que se enfrentan los devotos de la no-violen- cia es muy dificil, pero ninguna dificultad arredra al hom- bre que confia en su misién, 1398 La mejor preparacién para la no-violencia, ¢ incluso la mejor expresién de la misma, consiste en seguir resuelta- mente un programa constructive. (...] En mi opinién, quien no cree en este programa constructivo, no profesa ningun sentimiento concreto hacia los millones de per. sonas que mueren de hambre, Quien no posee tal senti miento no puede luchar de manera no violenta. En la prictica real, la expansién de mi no-violencia ha seguido el mismo camino que mi identificacién con la humanidad hambrienta 1399 La no-violencia no conoce la derrota. Sin embargo, debe ser verdaderamente no-violencia, no un remedo de cella, 1s Un satyagrabi debe estar siempre dispuesto a morir con la sonrisa en los labios, y su coraz6n no debe albergar ren- cor ni énimo de venganza. Algunas personas han llegado a tener la errénea opinién de que la satyagraba significa ‘énicamente ir a la edrcel, quiza sufrir algin golpe, y nada mis, Esta satyagraha no nos traera la independencia. Para 98 Las dimensiones espirituales de la no-violencia ganar la independencia se debe aprender el arte de mori sin matar, tat eDebo hacer todo el mal que pueda antes de aprender a evitarlo? No basta con conocer el mal para huir de él? Si no bastase, deberiamos ser lo bastante sinceros como para admitir que amamos demasiado e! mal como para abandonarlo. IL74 Un satyagrabi no puede retrasar una accién ni esperar a que se den las condiciones perfectas para ella, Debe ac- tuar con los materiales que tenga en sus manos, purgat sus impurezas y convertirlos en oro puro. I-10 La verdad y la no-violencia no son posibles sin creer fir- ‘memente en Dios, en esa fuerza omnisciente y eterna que impregna todas las otras fuerzas del mundo sin depender de ninguna, y que seguira viviendo cuando las demas ha- yan perecido 0 dejado de actuat. Soy incapaz de respon- der de mi vida sin la creencia en esta Luz viva que todo lo abarca. -112 El crimen es una enfermedad como cualquier otra, yes el producto del sistema social imperante. Por tanto [en una 99 Gandbi'y la no-violencia India no violenta] cualquier tipo de delito, incluso el as sinato, ser tratado como una enfermedad. 1-123 El asesinato nunca puede ser vengado con otro asesinato ni con cualquier otro tipo de resarcimiento. La tinica for- ma de vengar el asesinato es ofrecerse a uno mismo en vo luntario sacrificio, sin ningin deseo de venganza. 1-131 En esta era de la bomba atémica, Ia no-violencia en esta do puto es la Ginica fuerza que puede confundir todas las trampas de la 1-134 El desorden (si se puede deseribir asi) que he defen es como prescribit la comida sana que el cuerpo necesita ‘Tras mi «desorden» esta la disciplina, la construccién y bienestar de la sociedad. Es una protesta efectiva contra una ley 0 una accién injusta u ofensiva, Nunca puede adoptar la forma de evasién egoista del deber. 1-152 100 4 EL ALCANCE POLITICO DE LA NO-VIOLENCIA Para Gandhi la no-violencia no era una téctica limitada a un aspecto de la vida o a un episodio aislado, Su no-vio- lencia es un credo que abarca cl conjunto de la vida en una red coherente y légica de obligaciones. No se puede set violento, por ejemplo, en las relaciones interpersona les o familiares, y no violento con respecto al alistamien- to obligatorio en el ejército y la guerra, La verdadera no- violencia si lentes males sociales, sino también renunciar alas ventajas y los privilegios que implicitamente garantizan aquellas fuer- zas que la conciencia no puede aceptar. Algunos de los textos siguientes reflejan las austeras implicaciones politicas de la forma de vida no violenta ifica no s6lo no colaborar con los Mientras vivi bajo un sistema de gobierno basado en la fuerza y participé voluntariamente de las muchas fa: dades y privilegios que éte eres para mi, me vi obl a ayudar a este gobierno en la medida de mis posibi des cuando éste se veia implicado en una guerra, basta que no cooperé con tal gobierno y renuncié con todas mis Juerzas a los privilegios que me ofrecta 173 No hay escapatoria para ninguno de nosotros de no ser mediante la verdad y la no-violencia. Sé que la guerra es mala; un mal absoluto, Sé también que algiin dia se aca- bara. Creo firmemente que la libertad ganada mediante el fraude 0 el derramamiento de sangre no es libertad. 175 No basta simplemente con rechazar el servicio militar [..] Ha legado la hora de actuar, de combatir el mal 1-106 102 El aleance politico de la no-violencia La no-coopetacién en el servicio militar y el servicio en asuntos no militares no son compatibles.» ‘1-108 Para ser un credo, la no-violencia tiene que abarcar todos los aspectos. No puedo ser no violento en una actividad iia y violento con las de los demas. Esto seria una politi ca, no una fuerza vital. [1935] T-10 [La no-violencia en las grandes naciones?} Si pueden desprenderse del temor a la destruc desarman, automaticamente ayudarén a las demas a reco- brar su cordura, Pero entonces esas grandes potencias tendran que abandonar sus ambiciones imperialistas y la cexplotacién de las llamadas naciones incivlizadas o semi- civilizadas de la Tierra y revisar su estilo de vida. Ello sig- nifica una completa revoluci6n. 1158 Los estados que hoy en dia son nominalmente democra- ticos o bien tendrian que convertirse en abiertamente to- talitarios o, si quieren set verdaderamente democriticos, deberian abrazar valientemente la no-violencia, 1-159 La paz no seré posible hasta que las grandes potencias to- ‘men la valiente decision de desarmarse. 1-176 103 Gandbi y la no-violencia No escuches a Jos amigos cuando el amigo que hay den- tro de tite dice «;Hazlol». 1-182 Sin el reconocimiento de la no-violencia a escala nacional, no existe nada semejante a un gobierno constitucional 0 democratico. 1-199 jano en tanto la no-violencia no sea reconocida como una fuerza viva y un credo inviolable, no como una mera politica. 1-200 El gobierno democritico es un suefio (La verdadera democracial El verdadero demécrata es aquel que, con medios pura- mente no violentos, defiende su libertad, la de su pais y, finalmente, la del conjunto de la humanidad. En las prue- bas que se avecinan, los pacifistas deben demostrar su fe negandose resueltamente a participar en la guerra, ya sea Gta defensiva u ofensiva, Pero el deber de resistir corres- ponde tnicamente a los que creen firmemente en la no- violencia; no a aquellos que calculardn y examinarén los méritos de cada caso y decidirén si aprobar u oponerse a una guerra concreta, De ello se sigue que tal resistencia es uuna cuestién que cada persona debe decidir por si mis- ma, guindose por una vor interior, si se da cuenta de su existencia. 1-204 104 am Elaleance politco de la no-violencia No se puede construir la no-violencia en una civilizacién fabril. [..] La economia rural, tal como yo la he concebi- do, renuncia absolutamente a la explotacién, y la explo- tacién es la esencia de la violencia. Por tanto, para poder ser no violento hay que tener una mentalidad rural, y para tener una mentalidad rural hay que tener fe en la rueca. ‘1-243 En la guerra, la moralidad es contrabando. 1-268 La causa dela libertad se convierte en una butla si el pre- cio que se debe pagar es la total destruccién de quienes tienen que disfeutarla 1272 (Ambitos de la no-violencia} 1. Resistencia a la autoridad constituida. 2. Abimsa en los disturbios civiles (internos). 3. Invasi6n externa, 1.284 ¢ puede practicar una no-violencia perfecta. [...] Po: demos no ser perfectos en nuestro uso de ella, pero des cartemos definitivamente el uso de la violencia y pasare- mos del fracaso al éxito. 1.292 Gandbi y la no-violencia ‘No toda legislacién es violencia. La legislacién que se im ponen los pucblos @ si mismos es no-violencia en la me dida en que esto es posible en sociedad. (..] El Estado en el que el pueblo es gobernado al minimo es perfecto y no violento, A mi entender, las democracias europeas son la 1.292 tentacién. [..] Un hombre con una mente débil nunca puede ser un satyagrahi, Cuando este tiltimo eno» invariablemente, y su «si» es un «sip eterno, Sélo este hombre tiene la fuerza necesaria para ser un devoto de la verdad y de la abimsa. Sin embargo, es preciso co- nocer la diferencia entre constancia y obstinacién. Si tras, haber dicho «si» 0 «no» nos damos cuenta de que la de- cision ha sido errénea, y a pesar de todo insistimos en alla, esto no es mas que obstinacién ylocura, 317 El significado de negar nuestra lealtad esté claro. No de bemos inclinarnos ante la supremacia del vencedor. No debemos ayudarle a conseguir su objetivo. 1317 El Estado no violento ideal sera una anarquia ordenada, 1324 106 El aleance politico de la no-violencia Siesta conflagracién [la Segunda Guerra Mundial] debe concluir mediante un esfuerzo no violento, es un esfuer- 20 que sélo la India pods llevar a cabo. 1342 Naturalmente, los dirigentes saben por qué estén luchan- do [Segunda Guerra Mundial]. No admito que teagan az6n, Peto ni los ingleses ni los alemanes ni los italianos saben por qué estin luchando: sdlo confian en sus diti- gentes y, por tanto, les siguen. Creo que esto no es sufi- ciente cuando lo que esta en juego es algo tan sangriento y enorme como lo de esta guerra, [..] Cuando les pregun- t6.a los soldados britanicos en Sudafrica durante la gue- ra de los béers, no pudieron decirme por qué estaban lu- chando. 1356 ¢Qué diferencia representa para los muertos, los huérfa- nos y quienes se han quedado sin hogar que la aberrante destruccién se haya desencadenado en nombre del tota- litarismo o en el santo nombre de la libertad o la demo- cracia? 1357 La libertad y la democracia dejan de ser santas cuando sus manos estén tefiidas de sangre inocente. 1357 107 Gandbi y la no-violencia La no-cooperacién con el mal es un deber sagrado, 1358 Un soldado de la paz, a diferencia de un soldado de la es- pada, debe dedicar todo su tiempo libre a fomentar la paz, tanto en tiempo de guerra como de paz. En época de paz, su trabajo es una medida para evitar, asi como para preparar, las épocas de guerra 1366 Veo préximo el dia del gobierno de los pobres, tanto si llega por la fuerza de las armas como por la de la no-vio- lencia. 1373 No se las puede combatir con éxito [a las grandes poten- cias] con sus propias armas. Al fin y al cabo, no se puede ir mas alla de la bomba atémica. A menos que tengamos una nueva forma de luchar contra el imperialismo en to- das sus facetas que sustituya al desfasado levantamiento violento, no existe esperanza para las razas oprimidas de 118 la IA los africanos] En el momento en que el esclavo decide que ya no seguiré siendo esclavo, sus cadenas caen, Se li- bera a si mismo y muestra el camino a los demas, La bertad y la esclavitud son estados mentales. Por tanto, 108 Elaleance politico de la no-violencia lo primero que tenemos que decienos es: «Ya no acepto iis el papel del esclavo. No debo obedecer las érdenes como tales, sino que he de desobedecerlas cuando entren en conflicto con mi conciencia». El llamado amo podr azotarte ¢ intentard obligarte a que le sirvas. Té diras: «No, no te serviré por dinero ni bajo ninguna amenaza». Esto puede conllevar sufrimiento. Tu disposicién al su- frimiento encenderd la llama de la libertad, que nunca podea ser apagada, 11-10 Llegara el dia en el que las razas negras se levantarén como el vengador Atila contra sus opresores blancos, a menos que alguien les ofrezca el arma de la satyagraha Ib12 La verdadera «tarea del hombre blanco» no es la de do- minar con insoleneia alas personas negras o de color bajo el disfraz de la proteccién, sino que es desistir de la hipo- cresia que le devora. Ha llegado el momento de que el hombre blanco aprenda a tratar a todos los seres huma- ales, IL-16 nos como sus Hoy en dia [1946] Occidente esté atravesando un purga- totio. Quienes ganaron la guerra se han dado cuenta de que no son mas vencedores que quienes la perdieron. Sin Gandbiy la no-violencia embargo, no es en la Segunda Guerra Mundial donde la civilizacién encontraré su sepultura. Esta esté siendo ca- vada en Sudatfrica. La civilizacién blanca en Sudéftica pa- rece negra si la comparamos con la civilizacién asiatica 0 de color que es comparativamente blanca. Si nuestro pueblo permanece constante y no violento hasta el fin, no me cabe la menor duda de que su heroica lucha clava- imo clavo en el ataiid de la civilizacién occidental, que esta mostrando sus verdaderos colores en Sudatrica. 24 racl di Jesiis eta asidtico. Si hoy hubiera renacido, hubiera ido a Sudéfrica y viviese alli, habria tenido que vivir en un gueto. 11-25 Quienes estin de acuerdo en eliminar la desigualdad ra- cial y, pese a todo, no hacen nada para combatir el mal, son impotentes. A estas personas no tengo nada que de- cirles. Al fin y al cabo, serén los desvalidos quienes ten- drén que ganar su propia salva 11-28 Ninguin gobierno de la Tierra puede hacer que los hom: bres que han logrado la libertad en sus corazones le acla. ‘men contra su voluntad. 11.38 110 El aleance politico de lt no-violencia Un reformador no puede navegar a favor de la corriente. A menudo tiene que ir contra ella, aunque ello le pueda costar la vida, 1139 El verdadero amor es amar al que te odia, amar a tu veci- no aun cuando no confies en é. Tengo razones de peso para desconfiar del mundo oficial inglés. Si mi amor es sincero, debo amar a los ingleses pese a mi descontianza, @De qué valdria mi amor si solo me permite amar al ami {go en quien confio? Esto es lo que hacen los ladrones. Se convierten en enemigos asi que se pierden la confianza 142 Como impulsor del ayuno como una de las armas de la satyagraha debo dejar bien claro que no podria renunciar a una opinién que crea honestamente aun cuando el mundo entero ayunase contra mi, De no obrat asi, podria también renunciar a mi creencia en Dios porque un gru- po de ateos ayunase contra tal creencia. 11-46 No puedo apreciar ninguna actividad clandestina. Millo- nes de personas no pueden actuar clandestinamente. Mi llones de personas no necesitan hacerlo. 11-50 Gandbi y la no-molencsa La humanidad esta en la encrucijada. Tiene que elegir en tela ley de la selva y la ley dela humanidad, 11-56 * La ahemsa pide la fuerza y el valor de suftir sin vengarse por ello, de recibir golpes sin devolver ninguno. Pero el no agota su significado. El silencio se convierte en col ia cuando la ocasién exige decir toda la verdad y actuas en consecuencia. TL-57 No sois satyagrahi si permanecéis en silencio 0 como es pectadores pasivos cuando vuestro enemigo esti siend evado a la muerte, Debéis protegerlo aun a costa de ‘yuestra propia vida. 1163 Beneficiarse de los asesinatos de otros y engafiarse | sando que uno es muy religioso y no violento, no es mas ‘que un puro autoengafio. 11-68 Bajo mi punto de vista, debo lograr la igualdad econémi- cca mendiante la no-violencia convirtiendo al pueblo, po niendo en marcha las fuerzas del amor contra las del odio, [..] Para ello, he de reducirme al nivel del mas po- bre entre los pobres. 13 112 El lenguase de la experiencia metafisica que yo soy, esta completamente mas allé de toda aprehensién o conocimiento. «Yo» no es una pala- bra que sugiera o signifique algo, es pura absurdi dad, nada, por eso el budismo Mahayana lo denomi- na sathata, palabra cuya buena traduccién podria ser «dada, y shunyata, el «vacio» o indeterminado. De modo similar, los vedanticos dicen «Tat tvam asi», «Td eres eso», sin ni siquiera dar una definicién po- sitiva de lo que «eso» es. El individuo que trata de conocerse, de aprehenderse a si mismo, se vuelve in- seguro, igual que uno se ahoga si contiene la respira- cién. Al contrario, el individuo que sabe que no pue- de aprehenderse a si mismo abandona cualquier biisqueda, se relaja y se siente a gusto. Pero en reali- dad nunca sabe si simplemente aparta de si el pro- blema, sin parar a preguntarse, sentir, o hacerse viv damente consciente de la auténtica imposibilidad de conocerse a si mismo. Para la mentalidad religiosa del Occidente mo- derno, este enfoque totalmente negativo de la reali- dad es poco menos que incomprensible, ya que sdlo sugiere que el mundo se asienta sobre las arenas mo- vedizas de lo absurdo y del capricho. Para quienes equiparan cordura con orden, ésta es una doctrina de pura desesperanza. Sin embargo, hace algo mas de quinientos afios un iistico catélice dijo que Dies 43 Conviértete en lo que eres «quiz se pueda alcanzar y mantener por medio del amor, pero nunca por medio del pensamiento», y que Dios debia conocerse a través de la «incognosci- idad» y de la «ignorancia mistica».® El amor al que se referia no era una emocién, Era el general es- tado de la mente que existe cuando un ser humano, al comprender que es imposible, desiste de aprehen- derse a si mismo, de ordenarlo todo y de ser el dic- tador del universo En nuestros dias, la filosofia légica emplea la misma técnica de negaci6n, diciéndonos que en cada afirmacién en la que creemos haber captado, defini- do o simplemente designado la realidad, tan s6lo he- mos dicho absurdidades. Cuando la lengua intenta expresarse a si misma con palabras, lo maximo que cabe esperar es que se haga un nudo. Por esta razn, los procedimientos de la filosofia logica slo inquie- tardn a aquellos tedlogos y metafisicos que imaginan que sus definiciones del Absoluto en realidad defi- 6. The Cloud of Unknowing, ed. Dom Justin McCann (Londres, 1943). La doctrina de «conocer a Dios a través de la incognoscibilidad (agnosia)» se deriva de la obra del metafisico rio del siglo v1 conocido bajo el nombre de Dionisio el Arco: pagita, y en particular de su Theologra Mystece, en Patrologia Graeca, de Migne, vol. 3. En la edicién del padre McCann, cita da al inicio, se incluye una treduccién de esta tiltima obra, 14 El lenguaje de la experiencia meta nen algo. Pero los filésofos del hinduismo y del bu- dismo, y algunos misticos catdlicos, tuvieron siem- pre muy claro que palabras como «brabman», «lat- hata» y «Dios» no significan algo, sino nada, Indican un vacfo de conocimiento, algo parecido a una ven- tana definida por su marco. Sin embargo, la filosofia légica lleva su critica atin mas lejos, y dice que esta clase de afirmaciones y exclamaciones absurdas no son filosofia porque no * aportan ninguna contribucién al conocimiento, con lo que quieren decir que no nos ayudan a predecit nada, ni ofrecen ninguna direccién para la conducta humana. Esto, en parte, es verdad, aungue no tiene en cuenta un punto tan obvio como el de que la filo- sofia —Ia sabiduria— consiste, tanto en sus espacios como en sus lineas, en reconocer lo que no se conoce ni puede conocerse y a la inversa, Pero debemos it més alla de este hecho. El conocimiento es mas que saber cémo, y la sabiduria es mas que predecir y or- denar, La vida humana se convierte en un fantastico circulo vicioso cuando el hombre trata de ordenar y controlar el mundo y a si mismo més alld de ciertos li mites, y esa «metafisica negativa» transmite al menos la orden positiva de relajar este exceso de esfuerzo. Pero mas alld de esto tiene una consecuencia posi- tiva atin mas importante. «Integra» la l6gica y el pen- 45 Conviértete en lo que eres samiento consciente con la matriz indeterminada, la absurdidad que hallamos en la raiz de todas las cosas. La asuncién de que la labor de la filosofia, y también ana, se alcanza sélo pronosticando y ordenando, y que lo «absurdo» carece de valor, se asienta sobre una es bien» es lo logico y el «mab» lo enigmtico, en- pacidad. Nunca debemos olvidar que los procesos que forman este cerebro son inconscientes, y que bajo todas las Srdenes perceptibles del mundo macroseépi- co yace el indeterminado absurdo de lo microscépico, el agiroscar» y kbanerrar» de un «limazén» denomi- nado energia, sobre el que nada conocemos. Ex nibilo omnia fiunt, Pero esta nada es algo bien extraiio. ica no parece haberse planteado el hecho de que los términos «absurdos», en lugar de carecer de valor, son esenciales a cualquier sistema de pensamiento. Seria imposible construit una filo sofia o ciencia que fuese un «sistema cerrado» que definiese rigurosamente cada término empleado. Gidel nos ha dado una clara prueba logicomatema- tica del hecho de que ningin sistema puede definir 16 El lenguaje de la experiencia metafisica sus propios axiomas sin contradecirse, y, desde Hil- bert, los matematicos modernos emplean el punto como un concepto totalmente indefinido. De igual modo que un cuchillo corta otras cosas, pero no a si mismo, el pensamiento emplea instrumentos que de- finen, pero no se puede definir. La filosofia logica tampoco se libra de esta li Por ejemplo, cuando la filosofia légica afirma que «el significado auténtico es una hipotesis verificable», debe reconocer que esta misma afirmacién no tiene sentido si no se puede verificar. De igual modo, cuan- do insiste en que las tinicas realidades son aquellos «hechos» demostrados por «la observacién cientifi- ca», debe reconocer que no puede contestat, ni con- testa, la pregunta «¢Qué es un hecho?». Si decimos que los «hechos» 0 «cosas» son segmentos de expe- riencia simbolizados por los sustantivos, estamos sim- plemente cambiando el elemento irreductible de lo absurdo en nuestra definicién del checho» por el de «experiencia». Es totalmente inevitable una cierta ab- surdidad basica, e intentar construir un sistema com- pleto de pensamiento que se defina a si mismo es un circulo vicioso de tautologias. El lenguaje apenas pue- de prescindir de la palabra «es», y, sin embargo, el dic- cionatio s6lo puede informamos de que «lo que es» es «lo que existe», y «lo que existe» es lo que es». u7 WA Conviérteteen lo que eres Si debe admitirse que incluso un término absur- do, sin significado o indefinido, es necesario a cual- quier pensamiento, hemos admitido ya el principio metafisico de que la base 0 fundamento de todas las «cosas» es una nada indefinible (0 infinita) mas alla de todo sentido, que escapa siempre a nuestra com- prension y control. Es lo sobrenatural, en el sentido de lo que no se puede «definir» o clasificar, y lo in material, en el sentido de lo que no se puede calcu- lar, medit 0 «tocar». La fe es precisamente admititlo con toda su plenitud, reconocer que, en iiltima ins- tancia, uno debe «entregarse» a la fuente de la vida, a.un Yo més alla del ego, que est mas alld de la de- finicién del pensamiento y del control de la acci6n. La creencia, en el sentido popular cristiano, no tiene comparacién con esta fe, ya que su objeto es un Dios concebido con una determinada naturaleza. Pero en tanto que ese Dios pueda ser un objeto co- nocido de naturaleza definida, es un idolo, y creer en un Dios de tal indole es idolatria. Por lo tanto, en el mismo acto de demoler el concepto del Absoluto como un «qué» 0 «hecho» sobre el cual pueden ha- cerse afirmaciones y determinaciones significativas, la filosofia légica ha realizado su més vital contribucién ala fe religiosa a costa de su antitesis, la «creencia» religiosa. Mientras que los positivistas légicos in- 118, El lenguaje de la experiencia metafisica conscientemente unen sus fuerzas a la de los profe- tas hebreos en su denuncia de la idolatria, se descu- bre que los profetas estan en la misma linea que la gran tradicién metafisica que, en el hinduismo y en el budismo, ha optado por Ia exclusion de idolos. En resumen, la funcién de las «afirmaciones» metafisicas en el hinduismo y en el budismo no es la de transmitir una informacién positiva sobre el Ab- soluto, ni la de sefialar una experiencia en la cual este Absoluto se convierta en abjeto de conocimien- to. Segtin palabras del Kena Upanishad: «El brah- man es desconocido por aquéllos que lo conocen, y conocido por aquellos que no lo conocen». Este co- nocimiento de la realidad mediante el desconoci- miento es el estado psicoldgico de la persona cuyo ego no esté dividido o disociado de sus experiencias, que ya no se siente a si mismo como una personi ficacién aislada de la légica y de la conciencia, sepa- rada del «giroscar» y abanerrar» de lo desconocido. Asi pues, esté liberado del samsara, de la rueda, de la jaula de ardillas psicol6gica de aquellos seres huma- nos que continuamente se frustran con las imposi bles tareas de conocer lo que conoce, de controlar lo que controla y organizar lo que organiza, como ow- roboros, la confundida serpiente que muerde su pro pia cola, BUENAS INTENCIONES ‘Hay un antiguo refran que dice que el camino del in- fierno est empedrado de buenas intenciones. A los que crean que la motivacién es el factor mas impor- tante en la toma de cualquier decisién, les extrafiard este dicho. Porque gno es tener la Correcta Motiva- cién el primer paso hacia el camino de Buda? ¢¥ no se insiste una y otra vez en que cada paso esta lleno de peligro si no se da con una pura motivacién? Pero, cuidado con las buenas motivaciones, Hay buenas intenciones y buenas intenciones, y las cosas no siempre son lo que parecen. No hay nada mas fa- cil que renunciar al mundo por incompetencia en los asuntos mundanos, No hay ninguna sabidurfa en desdefiar las riquezas simplemente porque uno es incapaz de obtenerlas, ni de despreciar los placeres de los sentidos porque se carece de medios para go- zarlos. Si existe el deseo por tales cosas, y si dicho deseo es frustrado por las circunstancias, afiadir el 123 Conviériete en lo que eres autoengafio a la frustracién es cambiar un infierno menor por otro mayor. No hay peor infierno que el que uno vive sin saberlo. El deseo que se desprecia por la tinica razén de no poder satisfacerlo es uno de los mayores enemigos del hombre. Quiza se pueda pretender que no exis- te, que uno lo ha vencido, pero se debe responder con sinceridad a la pregunta: «¢Si pudiera satisfacer ese deseo, lo harfa?». Si no se ha contestado a esta pregunta, presumir de renunciar al mundo, optar por una vida ascética no porque se desee, sino por necesidad y para enorgullecerse de uno mismo, es ocultar Ia cara al enemigo y convertirse en doble- mente vulnerable. Por lo tanto, el primer paso en el Camino es saber qué quieres, no qué deberias que- rer. Sdlo asi puede empezar el peregrino su viaje ple- namente preparado. De otro modo serfa como un ge- neral que, dirigiendo una campaiia en un territorio desconocido, en lugar de determinar su propia fuer- zay la fuerza y posicién de su enemigo, se preocupa- se solamente de lo que imagina que deberian ser. Y por muy bueno que sea lo que imagine, conducira, sin ninguna duda, el ejército hacia un infiemo. 124 EL NACIMIENTO DEL HIJO DIVINO Estudio de un simbolo cristiano Incluso para el agnéstico, la historia de la Encarna- cién Divina debe ser una de las més fascinantes le- yendas que nos ha legado el pasado. Aunque nor- malmente se acepte como una historia cristiana, se trata de uno de los mitos més antiguos de la raza hu- mana, tan arraigado en los fundamentos del pensa- miento que ningiin mero escepticismo intelectual puede eliminarlo. Porque la razén acta sélo en la superficie dela mente, y por muy racional que un in- dividuo se crea, cuando duerme surgen de modo in- consciente pensamientos que él creia haber supera- do. En sus suefios los antiguos mitos aparecerin de nuevo, demostrando que hay una zegién del alma de la cual nada conoce y sobre la que no tiene ningin control. El poder de la Iglesia Catdlica yace precisa- mente en el hecho de que, mas que ningiin otro cre- do occidental, atesora aquellos mitos y simbolos que agitan las profundidades del pensamiento y del sen- 127 Conviértete en lo que eres timiento. El racionalismo cientifico quizas altere la superficie, quizé cubra el espiritu con un ropaje di- ferente, o le haga desempeiiar otro papel. Pero el re- sultado es s6lo fingir, pretender, puro teatro, contra el que el ser interior se rebela, lo que ocasiona esos graves conflictos mentales que enajenan al hombre dela vida. Sin embargo, la Iglesia demuestra a menudo ser inadecuada para curar la dolencia espiritual del in- dividuo moderno porque éste encuentra imposible creer en la exclusiva interpretacién que ella hace de los antiguos simbolos. Para los que son capaces de cteer, la Iglesia es satisfactoria, no tanto en su inter- pretacién como en los propios simbolos. Sea lo que fuere lo que leamos en ellos, parecen detentar un po- der en si mismos que ningin malentendido es capaz de destruit. Asi, pues, la falacia del escepticismo mo- demo es que al rechazar las doctrinas de la Iglesia ha rechazado también sus simbolos, y por consiguiente, sino es demasiado dura la expresién, ha titado al bebe junto con el agua del batio. Sin embargo, esta imagen del bebé es especialmente apropiada, por- que quiza lo mas importante de esos simbolos esté relacionado con el bebé, con el Nifio Sagrado «con- cebido del Espiritu Santo y nacido de la Virgen Ma- ria». A la Iglesia se le ha llamado la atencién sobre el 128 El nacimtento del Hijo Divino inconveniente hecho de que esta misma historia esté presente en otras religiones de més antigiiedad, como, por ejemplo, en la leyenda de Maya y de Buda, y en la de Isis y Horus. Para explicarlo, los doctos padres han recurrido a unas pobres respues- tas, apelando al demon ex machina, el demonio, y sugiriendo que éte introdujo la historia en otras re- ligiones para confundir al creyente. O incluso insi- nian, por otro lado, que la gracia de Dios transfirié una porcién de la Verdad Ultima a los inficles para que estuvieran preparados para la revelacién cris nna, sugerencia a un mismo tiempo superficial y de mayor profundidad de lo que sus autores preten- dian, Ya que crea el delicado y peligroso precedente de que la gracia de Dios ha sido impartida por otros medios que los de la Iglesia, y parece tanto una pre- paracién a la conversicn del infiel como al escepti- cismo de la ciencia, Y si el argumento se llevase a su logica conclusién, desembocaria en la dificil cues- tién de la identidad de Dios y del demonio, ya que uno ¢s fuente de gracia y el otto de tentacisn. Pero antes de tratar del significado esencial dela Encarnaci6n, es interesante destacar algunas corres- pondencias importantes y sugerentes. En el tercer capitulo del Evangelio segtin san Juan, se dice que Jesiis afirma que para que un hombre pueda entrar 129 Convnértete en lo que eres en el reino de Dios, debe nacer de nuevo del Agua y del Espiritu, Ademés, en el primer capitulo del Gé- se dice que antes de la creacién del mundo el Espiritu se dirigid hacia la superficie de las aguas. Por lo tanto, parece ser que esos dos elementos, el agua y el Espiritu, son necesarios para la creacién di- vina, ya sea la creacién del universo 0 la del Hijo de Dios. De ahi que sea interesante preguntarse si esos dos clementos estuvieron involucrados en el naci- miento de aquel particular Hijo de Dios llamado Je- sucristo, En seguida, de acuerdo con las ensefianzas, ortodoxas, hallamos al Espiritu, el Espiritu Santo. No puede ser totalmente casual el estrecho parecido entre Marfa y mare, nombre latino de «mar» (Maria es la forma griega), mientras que otras palabras sig nificativas derivadas de la misma rafz sdnscrita ma-, son Maya (la madre de Buda, que también significa el mundo de la forma, de lo fenoménico), neater (ma- dre) y el término «materia», En todas las cosmolo- fas antiguas, el agua es simbolo de la materia, que, en unién con el Espiritu, produce el mundo de la forma. Y mientras que el Espiritu es activo y masculino, el agua es pasiva y femenina, De ahi que, en sentido fi- gurado, el agua sea la madre del mundo, y podemos de ello deducir que Ia historia de la Encarnacién puede que tenga muchos significados igualmente 0 El nacimuento del Hijo Divino auténticos. En el plano de la cosmogonia, representa el nacimiento del mundo como resultado de la unién del Espiritu con la materia virgen, la siembra de la se- milla de la vida en un suelo inc6lume. Pero su signi- ficado més importante es el referente al desarrollo espiritual del ser humano, a la idea del Segundo Na- cimiento, a darse cuenta de que, por medio de este nuevo nacimiento, el ser impenitente puede conver- tirse en Cristo, Hijo de Dios e Hijo del Hombre. La ignorancia y la oscuridad espiritual es el re- sultado de estar inmersos en el dualismo, es un con- flicto entre los opuestos, ya sea entre lo divino y lo humano, el yo y el mundo o lo consciente y lo in consciente. Esta es la condicién en la que se halla a sf mismo casi todo ser humano al despertar a la au- toconciencia. Existe una oposicién entre nosotros mismos y el universo en que vivimos y la sociedad a Ja que pertenecemos, ya que una y otra vez descu- brimos que las exigencias de la vida estan en conflic- to con los deseos personales. Por eso hay una ten- dencia a Ievarlo todo hacia nosotros mismos, a crigir una fortaleza y acarrear dentro de sus mutos to- das las cosas de la vida que deseamos de manera es- pecial. Es como si uno tratase de seleccionar ciertos aspectos del caracter de su esposa, hijos o parientes, separarlos de todo lo demas y conservarlos en un ais- BL Conviértete en lo que eres lamiento inalterable. O como intentar persuadir al tiempo para que sea siempre agradable y célido, 0 mejor todavia, como tomar un cuerpo humano y se- parar las partes bellas de las feas, con el resultado de que ambas mueren. Ya que esta separaci6n, este ais- Jamiento del yo en relacién a la vida, sélo puede pro- ducit misetia y muerte espiritual. Separado de la vida, el yo no tiene sentido alguno, es como una nota solitaria sacada de una sinfonia, tan muerto como un dedo seccionado de la mano, tan estancado como una rifaga de viento aprisionada en una habitacién. Lo mismo puede decirse de cualquier persona, idea, ob- jeto 0 cualidad que el yo intente aferrar y mantener como de su exclusiva propiedad. Por otro lado, la posicién contraria es igualmente infructuosa. Si el yo se deja anegar totalmente por el mundo o est com- pletamente aborbido en Dios o en la comunidad, es tan indtil entonces como un cuerpo que ¢s s6lo un miembro, tan apagado como el sonsonete de una nota ininterrumpida (o de cualquier nota concebible tocada en medio de un gran alboroto), y tan absurdo como una fotografia sin ningtin color ni forma es- pecial. Pero entre esos dos opuestos, el yo y el universo, puede que haya una unién, no una fusién parecida a Ja del agua al mezclarse con el vino, sino una unién 132 El nacimiento del Hijo Divino semejante a la del hombre con la mujer, en la que ambos opuestos conservan su individualidad y, sin embargo, producen un fruto en forma de hijo. A me- nudo se cree que el objeto det misticismo es revelar Ja identidad de todas las cosas separadas, negar por completo cualquier tipo de existencia individual y hallar la Realidad Unica, cuya multiplicidad de ex- presiones es sélo resultado de lailusién. Pero hay un antiguo dicho budista que afirma: «Para quien nada conoce del budismo, las montafias son montafias, las aguas son aguas y los arboles son arboles. Cuando ha leido las escrituras y comprendido un poco su doc- trina, las montafias dejan de set montafias, las aguas aguas’y los Arboles arboles. Pero cuando se ha ilumi- nado por completo, entonces las montafias vuelven a ser montaiias, las aguas aguas, y los arboles arboles». Ya que, antes de que podamos apreciar realmente la cambiante individualidad de las cosas, cdebemos, en cierto sentido, darnos cuenta de sw itrealidad. Es de- cir, se debe entender que no sdlo uno mismo, sino todas las demas cosas del universo earecen de senti- do y estén muertas si se las considera en si mismas como entidades permanentes, aisladas y autosufi cientes. A menos que se Ja relacione con el todo, la parte no tiene ningtin valor y la unién de la que nace el Hijo Divino es justamente esta relacién de la par- 33 Conviértete en lo que eres te con el todo o, mas bien, esta comprensién de una relacién ya existente. De igual modo que el esposo debe, sien realidad ama a su esposa, recibirla y aceptarla plenamente al mismo tiempo que se entrega por completo a ella, el ser humano debe aceptar el mundo y entregarse a él Recibir el universo en uno mismo, a la manera de al- ‘gunos «misticos», es simplemente vanagloriarse con * la idea de que uno es Dios, creando una nueva oposi- cién entre el gran todo y la degradada parte, Darse de modo pleno ¢ incondicional al mundo es conver- tirse en una no-entidad espiritual, un mecanismo, una cascara, una hoja llevada por los vientos de la circunstancia. Pero si al mismo tiempo se recibe el mundo y se abandona el yo, entonces prevalece esa unién que origina el Segundo Nacimiento, Sélo en este estado es posible apreciar la vida en su real sen- tido, aceptar con amor, gratitud y reverencia lo que es agradable en otras criaturas y lo que no lo es, sa- biendo que el gozo es inseparable del suftimiento, la vida de la muerte, el placer del dolor. Mas atin, el dolor y la muerte no se aceptan simplemente por- que su contraparte produce vida y placer, sino porque son parte integral de la Vida Suprema y del Placer Supremo. La Vida Suprema es més que la vida que se opone a la muerte, de igual modo que una melo- 14 El nacimiento del Higo Divino dia es mas que un sonido; es la ritmica presencia y ausencia del sonido en el cual el silencio y la desapa- ricién de las notas son tan importantes como la pro- pia mésica, No es solo cuestién de tolerar la pausa por amor a la nota, a menos que digamos también que se tolera Ja nota por amor a la pausa. Ya que una eternidad de sonido es tan espantosa como una eter- nidad de silencio, y una eternidad de vida es tan ho- rrible como una etemnidad de muerte. Pero en las cosas hay una alternancia, un ritmo, una variedad, como si fueran una sinfonia universal. Y esta sinfo- nia es el Hijo del Padre, Sonido, y de la Madre, Si- Iencio. Asi, cuando decimos que de la unién del yo y la vida (0 el mundo) nace Cristo, queremos dar a en- tender que cl ser humano se eleva a un nuevo centro de conciencia en el cual no es ni sélo él, ni solo el mundo, Por el contrario, se centra en la armonia re- sultante de ese dar y recibir de uno a otro. En rei dad, este centro ya existfa, fuera 0 no conocido, ya que dos opuestos no pueden existir a menos que haya una relacién entre ellos. Y esta relacién, el Hijo, es el Significado, 0 lo que Keyserling denomina trascen- deneia, y lo que designa el término chino Tao, de igual modo que el hijo da un significado, una razén de ser, alos dos opuestos, al hombre y a la mujer. En 135 Cononértete en lo que eres este sentido, el hijo es en realidad «un padre para el set humano» y Cristo una unidad con el Padre. Por- que, gqué es mera sustancia, mera energia, mero todo, mera parte, mero mundo, mero yo? Tomados por separado no son més que un instrumento, una herramienta, una porcién indnime que el Tao retine y moldea segin su propio significado; en realidad, sin ese significado no podrian existir. En cuanto al ido en si mismo, no se puede describir, slo signi puede experimentarse, y tinicamente puede experi- mentarse cuando existe esa especial clase de amor entre uno mismo y el mundo, que hace que esta unién represente mucho més que cualquiera de ellos por separado, de igual modo que para marido y mu- jer el hijo tiene mas importancia que ellos mismos. 136 EL VIAJE INTERIOR an Titulos publicados: . El viaje a Oriente Hermann Hesse Amar y vivir ‘Thomas Merton Los Diez Pilares del budismo Sangharaksbuta Reflexiones sobre Oriente Thomas Merton Gandhi y la no-violencia ‘Thomas Merton Conviértete en lo que eres Alan Watts

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