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Mauro Gagliardi Jesucristo centro de la fe

4 Copyright MMXV ARACNE editrice int.le S.r.l. via Quarto Negroni, Ariccia (06) ISBN Reservados todos los derechos
internacionales de traducción, digitalización, reproducción y trasmisión de la obra en parte o en su totalidad en
cualquier medio, formato y soporte. No se permiten las fotocopias sin autorización por escrito del editor. I edition: abril
2015

5 A mi sobrino Giovanni Maria

7 Índice 7 Prefacio 11 Capítulo I Quién es Cristo? La Persona de Jesús 1. Planteamiento general, La ciencia cristológica,
Cristo en el Antiguo Testamento, Cristo en el Nuevo Testamento, Cristo en la Tradición de la Iglesia, Capítulo II Qué hizo
Cristo por nosotros? La obra de Jesús 1. La salvación: acercamiento al tema, La salvación en el Antiguo Testamento, La
salvación en el Nuevo Testamento, Las principales categorías soteriológicas, Capítulo III Cristo y la fe 1. La conexión
entre las doctrinas de la fe, Análisis del acto de fe, La fe: confesar, estudiar, confiar, El «et et» como aspecto propio de la
fe católica, Consecuencias pastorales,

8 8 Índice 6 Índice 121 Capítulo IV Cristo y la liturgia 1. Naturaleza propia de la sagrada liturgia, Presencia de Jesucristo
en la liturgia, La belleza de la liturgia, La participación activa, El ars celebrandi, Capítulo V Cristo y María 1. Dos tipos de
mariología, Los dogmas marianos, Otros títulos marianos, Capítulo VI Cristo y la Iglesia 1. Comprensión cristocéntrica
de la Iglesia, Eclesiología de comunión, Las propiedades de la Iglesia, La Iglesia, sacramento universal de salvación,
Capítulo VII Cristo y el testimonio cristiano 1. El mundo de hoy quiere testigos, La actitud del cristiano, 197

9 Prefacio Se publican aquí las conferencias que he presentado en un curso de cinco días, del 25 al 29 de agosto de 2014,
al clero, a los religiosos y religiosas, y a los fieles laicos de la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas (México).
Inicialmente, al escribir estas ponencias, no pensaba en publicarlas. Sin embargo, considerando el éxito del curso y las
muchas felicitaciones de los oyentes, también se presentó el pedido de imprimirlas para poder volver a considerar con
más tiempo y reflexión su contenido. En efecto, durante los días del curso se creó un clima fraternal muy hermoso, en
el que pude percibir el gran deseo de los oyentes de cuidar bien su formación permanente. No maravilla, entonces, que
se haya pedido también el texto, el que aquí se presenta, con todos los límites que caracterizan composiciones que no
han sido pensadas desde el inicio para la publicación. Sin embargo, el bien que se espera que estos textos puedan hacer
compensará las lagunas en la exposición. Agradezco a Su Excelencia Mons. Fabio Martínez Castilla, Arzobispo de Tuxtla
Gutiérrez, por la invitación a su Arquidiócesis, al padre Rector, a los formadores y alumnos del Seminario por la acogida
cordial, la ayuda y el acompañamiento en los días de mi estadía en Chiapas, y a todos los oyentes de las ponencias por
la atención y el afecto con los que participaron en el curso. El tema central de la exposición es Jesucristo, en su Persona
y su obra. Desde la perspectiva del Señor Jesús, se consideran otros temas importantes de la teología y de la vida
cristiana. El auspicio es que este pequeño libro sea un instrumento útil para la formación de los católicos y, por esto
mismo, para la nueva evangelización. Roma, 21 de febrero de 2015 San Pedro Damián, Doctor de la Iglesia El autor 9 7

10

11 Capítulo I Quién es Cristo? La Persona de Jesús Según el pedido del Señor Arzobispo, estas ponencias mantienen un
estilo teológico-pastoral. Esto significa que son conferencias teológicas y no simplemente espirituales; sin embargo, las
cuestiones teológicas son tratadas de una forma simplificada y accesible, evitando tecnicismos que reservamos a
ponencias de naturaleza exclusivamente teológica, y mirando también a las consecuencias pastorales de las varias
doctrinas. No hay entonces que esperar un discurso ligero de espiritualidad, pero tampoco uno muy pesado de nivel
académico. Trataré de encontrar una vía intermedia entre las dos. Vamos ahora a empezar con el primer tema: Quién
es Cristo? La Persona de Jesús. 1. Planteamiento general A nivel pastoral y de vida espiritual, a menudo la pregunta
Quién es Cristo? se plantea de la siguiente forma: Quién es Cristo para ti?, Quién es Cristo para mí?. O también: Quién es
Cristo para nuestros contemporáneos?. Esta adición parece muy sensata, porque, en el fondo, Cristo no puede ser
simplemente un objeto de estudio. Cristo siempre implica una respuesta personal, una decisión personal: para él o en
contra de él. Entonces es natural que a nivel pastoral y espiritual la pregunta suene así. En efecto, fue el Señor mismo
que autorizó esta manera de preguntar, cuando él mismo preguntó: Y vosotros, quién decís que soy yo? (Mt 16,15). Es
muy importante considerar el texto evangélico en el que se sitúa esta pregunta de Cristo. Como bien se sabe, se
encuentra en el Evangelio según San Mateo, capítulo 16. Primero el Señor pregunta: Quién dicen los hombres que es el
Hijo del hombre? Pero sabemos 11

12 12 Jesucristo centro de la fe 12 Capítulo I que la gente se equivoca con respecto a él: algunos dicen que es Juan el
Bautista, otros que es Elías, etc. Entonces, cuando se pregunta casi de manera democrática, digamos con un sondeo de
opiniones, quién es Cristo, la respuesta que se obtiene está equivocada. La identidad de Cristo, en efecto, es un misterio
de la fe, y los misterios de la fe no se conocen a través de un consentimiento democrático, sino por revelación. Por esto,
cuando Pedro contesta exactamente: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Jesús le dice: Bienaventurado eres,
Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Quién es Cristo,
entonces, se aprende por revelación de Dios. En segundo lugar, mientras los demás se equivocan en contestar, el que
contesta exactamente es Pedro, el jefe de los apóstoles. Esto implica que la revelación de Dios no se da singularmente a
cada uno de nosotros, sino que Dios habla a la Iglesia y a través de la Iglesia. Por esto, aun haciendo la pregunta de
manera personal: Quién es Cristo para mí?, no puedo contestar exactamente si me fijo en mí mismo. Necesito que la
Iglesia me instruya sobre la identidad del Señor, y sólo así seré capaz de juntar mi percepción subjetiva y personal de
Jesús, con el aspecto objetivo de la fe. Conocer la verdad objetiva sobre Cristo no es algo opcional, algo que
eventualmente le toca sólo a los teólogos. Ningún cristiano puede ser dispensado del deber de conocer a su Señor
objetivamente, o sea en la manera en la que el Señor mismo se presentó, se hizo conocer en su revelación. Si no
aceptáramos este deber fundamental de conocerlo, cada uno de nosotros estaría autorizado a pensar lo que quiere
sobre Jesús y se caería en el relativismo cristológico, por el que cualquier representación de Cristo es aceptable. Uds.
entienden muy bien cuáles serían las consecuencias: las dos más graves son: primero, se pierde la unidad y la comunión
en la Iglesia, porque Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y una casa dividida contra sí misma, cae (Lc 11,17).
Sólo profesando la misma fe en el único Señor estamos seguros de que nuestra comunión eclesial se mantiene íntegra.
La segunda consecuencia del relativismo cristológico es que la misión evangelizadora de la Iglesia se vuelve muy difícil,
para no decir imposible. Tenemos que evangelizar, tenemos que ser misioneros, como los apóstoles. Cuando los
apóstoles llegaban a un lugar, de qué hablaban, qué predicaban? San Pablo nos lo dice: Cristo y Cristo cruficado (1Cor
2). En ese mismo contexto de la Primera Carta a los

13 i. Quién es Cristo? La Persona de Jesús 13 Quién es Cristo? La Persona de Jesús 13 Corintios, el Apóstol exorta: Os
ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya
entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer (1Cor 1,10).
Al presentarse al mundo como Iglesia comprometida y misionera, en la constitución conciliar Gaudium et Spes, n. 10, el
Vaticano II escribe: Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el
Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad
otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana
se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas
permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre. Bajo la luz de Cristo,
imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del
hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época. Esta
tarea inmensa, que es llevar a Cristo a nuestro tiempo, la tenemos como Iglesia universal. La tiene la Iglesia Católica en
su conjunto y la tiene la Iglesia Católica que vive en Tuxtla Gutiérrez, de la que Uds. son hijos y representantes. Pero este
compromiso apostólico y misionero que tenemos en cuanto Iglesia, sería imposible enfrentarlo y cumplirlo si faltaran
dos cosas. La primera es la gracia de Dios, la que, sin embargo, queda garantizada por la misma Sagrada Escritura, y por
esto estamos seguros de que el Señor nos alienta desde lo alto. La segunda es nuestra cooperación, que se manifiesta
también en la comunión eclesial y en la profesión de la misma fe. No se podría anunciar a Cristo, si no estuviéramos
unidos en la profesión de la fe. No se puede ser misioneros evangelizadores si hay un peligroso y dañino relativismo
sobre Jesús mismo, quien debemos y queremos anunciar. En síntesis, si no hay recto conocimiento, no puede haber
verdadero amor y verdadero servicio de Dios. En el Catecismo de la Doctrina Cristiana de San Pío X, que a pesar de que
necesite integraciones, continúa siendo útil en la catequesis de base, en el n. 13

14 14 Jesucristo centro de la fe 14 Capítulo I de la sección dedicada a las verdades principales de la fe cristiana, se hace
la pregunta: «Con qué fin Dios nos creó?»; y se contesta: «Dios nos creó para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida,
y disfrutar de él en la otra en el Cielo». Como se entiende, conocer no es lo único, pero si no se conoce a Dios no se puede
amar ni servir a Dios. Con este espíritu nos dedicaremos ahora a profundizar el rostro objetivo de Cristo, o sea la verdad
de Jesús como la enseñan las Sagradas Escrituras y nuestra Madre la Iglesia, llamada por el mismo Cristo a custodiar,
profundizar y transmitir su mensaje salvífico. 2. La ciencia cristológica Nos proponemos ahora ingresar en la ciencia
cristológica católica, es decir: en el conocimiento científico de la fe en Cristo, desarrollado por la teología católica. Como
ya hemos dicho, criterio básico de la teología, entendida en sentido católico, es que ella es ciencia de la fe, o sea es un
estudio sistemático y racional de la fe de la Iglesia, la que, a su vez, proviene de la revelación divina, porque la fe es
exactamente la aceptación de la palabra de Dios. Un segundo criterio fundamental de la fe y teología católicas es que la
palabra de Dios no consiste solamente en la Sagrada Escritura, como piensa Lutero, sino que la palabra de Dios se
encuentra sea en la Escritura que en la Tradición apostólica, la que aún siendo de por sí tradición oral se encuentra en
las obras de los santos Padres y de los Doctores, en los textos litúrgicos, en el Magisterio de la Iglesia y en las costumbres
y leyes universales de la Iglesia. Nosotros los católicos, entonces, cuando nos referimos a la Palabra de Dios, lo hacemos
siempre acordándonos que la Biblia es cierto palabra de Dios, pero la Biblia no agota ni contiene toda la revelación. La
Biblia es la palabra de Dios en forma escrita. También está la palabra de Dios en forma oral y ésta se encuentra en la
Tradición. Teniendo bien claros estos criterios, nos preguntamos de qué manera la ciencia teológica que estudia a
Jesucristo tiene que acercarse a su propio objeto. Y la primera respuesta que nos damos consiste en reconocer que
Cristo no se conoce si no se escucha atentamente la palabra de Dios, la revelación. Un primer aspecto del método
cristológico es entonces el llamado auditus fidei: la escucha de la fe. La correcta cristología no crea un Cristo propio, no
inventa una

15 i. Quién es Cristo? La Persona de Jesús 15 Quién es Cristo? La Persona de Jesús 15 figura como resultado de una
especulación puramente racional. La cristología escucha lo que Dios mismo en su palabra dice sobre el misterio de
Cristo y razona sobre ello. Por esto resultan insuficientes todas las tentativas filosóficas, sociológicas, psicológicas,
culturales etc. de esbozar un perfil de Cristo. La figura de Cristo queda en esas tentativas irremediablemente
empobrecida. Un segundo aspecto del método cristológico deriva también de lo que decíamos: como la palabra de Dios
se encuentra sea en la Escritura que en la Tradición, tampoco será suficiente una escucha de la Palabra que se limite
solamente a la Escritura. Es claro que no hay teología sin la Escritura que como enseña el Vaticano II es como el alma de
toda la ciencia teológica (cf. DV 24). Sin embargo, no hay que olvidar que usualmente el alma está en un cuerpo y en este
caso el alma de la Escritura está unida al cuerpo de la Tradición. Entonces un método cristológico correcto escucha la
Palabra sea en la Escritura que en la Tradición. Y esto es lo que nos proponemos hacer ahora. Antes de pasar a la
exposición de los contenidos principales de la revelación con respecto al misterio de Cristo, hay que hacer referencia a
otro aspecto, siempre relacionado con la cuestión del método en cristología. Me refiero a los varios acercamientos que
se han intentado en varias propuestas modernas y contemporáneas en cristología. Todos uds., de una manera u otra, en
sus estudios curriculares o personales, seguramente habrán encontrado almenos una de estas nuevas propuestas. Voy
a presentar un breve excursus sobre algunas de ellas. Una de las distinciones más conocidas es entre el llamado Jesús
histórico y el Cristo de la fe. La distinción quiere decir que no son la misma cosa el verdadero Jesús, como vivió, habló y
obró; y el Jesús que nos presentan las fuentes neotestamentarias. La narración evangélica y las cartas apostólicas serían
fruto de un proceso de relectura de la historia de Jesús hecha por la fe de los discípulos. Esta relectura según los que
aceptan esta tesis ha producido un Cristo de la fe: un personaje que históricamente nunca existió así como figura en los
textos. La fe, que ya reconoce en Cristo el Mesías e Hijo de Dios encarnado, habría añadido acontecimientos y palabras
que no serían históricos, con el fin de ilustrar y también sustentar la proclamación de la fe. Como se sabe, uno de los
exégetas que más utilizó este método es Rudolf Bultmann, quien decía que hay que desmitificar la Escritura, o sea sacar
de ella todos los elementos no

16 16 Jesucristo centro de la fe 16 Capítulo I históricos, creados por la fe de los discípulos, para remontar al verdadero
Jesús. Los acontecimientos no históricos serían sobre todo los sobrenaturales como los milagros y las profecías que
Cristo hizo de su propia muerte y resurrección. Bultmann, sin embargo, no fue el inventor de este método, que remonta
como mínimo a autores del siglo XIX, de área protestante. Y en efecto, esta manera de interpretar las fuentes tiene en sí
una matriz claramente protestante porque considera que el testimonio de los apóstoles, o sea de la Iglesia, no es fiel al
Señor. Sabemos que Lutero acepta sólo la Escritura y rechaza la Tradición y el Magisterio porque según él constituyen
traiciones del mensaje de Cristo. Ahora, el método que separa el Jesús histórico del Cristo de la fe no hace otra cosa que
aplicar el rechazo de la Tradición eclesial a la misma Escritura, separando dentro de ella una Escritura de primer nivel
y otra que sería creación eclesial y por esto no confiable. Sin embargo, cuando se separa la Escritura de la Iglesia, lo que
usualmente sucede es que cada cual que lee, interpreta a su manera. Y en efecto, todos los especialistas que han aplicado
este método han llegado a conclusiones distintas el uno del otro, fomentando el mencionado pluralismo cristológico por
el que hay tantos cristos cuantos son los intérpretes de Cristo. Pero así es difícil hablar de ciencia cristológica. Máximo
puede ser opinión cristológica. Otro acercamiento que ha habido recientemente a la figura di Cristo es aquel que subraya
mucho la humanidad de Jesús dejando en la sombra su divinidad. A menudo se ha sustentado este método diciendo que
si se subraya demasiado su divinidad, Jesús se convierte en un fantasma dogmático, en un ser celestial que no se puede
llamar verdadero hombre y por esto no comparte realmente nuestra humanidad. Por consiguiente, se ha hablado mucho
sobre los aspectos humanos de Cristo y se ha callado sobre los aspectos divinos. Que Cristo fue concebido por obra del
Espíritu Santo se le interpreta como un midrash, o sea un comentario metafórico de la Escritura, y no como un
acontecimiento real, porque parece que la concepción virginal del Señor hace de él un ser que no se puede llamar
propiamente humano, siendo que ningún hombre nace de esta forma. Los milagros de Cristo, en esta perspectiva, se
asimilan a los milagros de los profetas y patriarcas del Antiguo Testamento: obras hechas por Dios a través de su siervo
fiel Jesús, más que obras de Jesús mismo. La resurrección ha sido puesta muchas veces en duda por estos especialistas.
Hans Küng hace años escribió que hoy existe el riesgo

17 i. Quién es Cristo? La Persona de Jesús 17 Quién es Cristo? La Persona de Jesús 17 de un nuevo monofisismo. El
monofisismo como veremos luego es la herejía que piensa que Jesús sólo es Dios y no hombre. Küng contestó una célebre
expresión de San Atanasio, que decía: Dios se hizo hombre para que el hombre se convirtiera en dios, diciendo que en
nuestra sociedad nadie quiere ser dios, en cambio el hombre secular quiere ser plenamente hombre. Por esto, concluía
el mismo, tenemos que predicar sobre todo Cristo hombre perfecto y no Cristo Dios. Esta postura se asimila bastante a
la de los filósofos iluministas, como Kant, que pensaban que Cristo sólo era hombre y no Dios verdadero. Para ellos,
Cristo era el hombre ideal, el modelo perfecto de ética, el ejemplo a seguir para cada hombre. Ya antes de Küng, sobre
todo en los Países Bajos, otros teólogos como Schoonenberg y Schillebeeckx habían dicho que para hacer una buena
cristología hay que derribar Calcedonia. Como se sabe y volveremos a decir, Calcedonia ha sido un importantísimo
concilio ecuménico, en el que se ha enseñado que Cristo tiene dos naturalezas: es verdadero hombre y verdadero Dios.
Esos teólogos flamencos piensan, en cambio, que la única manera para desarrollar una cristología que tenga sentido en
nuestro presente es la de ignorar o mejor dicho de oponerse a esa enseñanza de la Iglesia. Esencial sería hoy profundizar
en el Cristo hombre y no en el Cristo Dios. Qué podemos objetar a esta postura cristológica? Es cierto que hay que
desarrollar adecuadamente el estudio sobre la naturaleza humana del Señor Jesús que sí es verdadero hombre. Sin
embargo, para hacer esto, no se necesita negar su naturaleza divina. Además, la motivación pastoral que estos teólogos
han producido no parece conforme a la realidad de nuestro tiempo. En los primeros siglos de la historia de la Iglesia, y
hasta toda la edad media, los hombres siempre han sido muy religiosos, aún siguiendo varias formas de paganismo. Sin
embargo, más allá de qué religión practicaban, para los hombres antiguos y medievales, que Dios existe e interviene en
el mundo es un dato cierto. Quizás era mucho más difícil convencerlos de que Dios se había hecho personalmente
hombre. Entonces hasta la época moderna lo que había que subrayar era más la verdadera humanidad de Cristo que no
su carácter divino. Con el cambio cultural y antropológico que empieza en época renacentista y, con varias fases, llega
hasta hoy, el problema es opuesto: el hombre no duda que el centro del universo sea él mismo, a pesar que ya sepa que
nuestro planeta no es el centro del cosmos. Sin embargo, la cultura moderna y contemporánea es

18 18 Jesucristo centro de la fe 18 Capítulo I antropocéntrica. Aquí no se cuestiona al hombre, se cuestiona a Dios. Por
esto, el desafío cristológico en nuestros días consiste más en enfatizar su divinidad, que su humanidad. El hombre
moderno no duda que Cristo fue hombre. Él duda que Cristo haya resucitado y que él sea personalmente Dios. Muchos
aceptan que fue un hombre extraordinario, quizás el más grande en la historia, pero Dios encarnado: esto no! Entonces
la motivación pastoral de Schillebeeckx, Schoonenberg, Küng etc. está equivocada. Hoy más que nunca, sin olvidar la
plena humanidad de Cristo, hay que explicar que él es también verdadero Dios. Una tercera opción de método
cristológico reciente consiste en acercarse a la figura de Cristo desde la óptica propia de una situación o de una cultura
particular. Este es el caso de las cristologías étnicas o latitudinarias, como quedan expresadas en ensayos de cristología
africana, cristología asiática, cristología india etc., por lo que se habla de una cristología situada culturalmente y
étnicamente. También hay cristologías con un enfoque centrado en grupos particulares, como lo es una cristología
feminista, o de las personas negras (black christology), o una cristología ecologista. En estos casos se quiere esbozar la
figura cristológica sobre todo en vistas de un fin particular, que puede ser evangelizar una cierta cultura o decir algo
significativo a grupos que tienen ciertos problemas, ciertas tendencias o inquietudes. Si la intención puede ser buena,
en realidad este acercamiento a Cristo es metodológicamente incorrecto, porque no se funda sobre los criterios
fundamentales de la teología, que ya hemos mencionado. La figura de Cristo es misterio de la fe. Esta figura hay que
comprenderla basándose principalmente en la revelación divina. Desarrollar un perfil de Cristo que privilegie el dar
respuestas a grupos particulares significa modelar la cristología, no sobre la palabra de Dio sino sobre tendencias
culturales o problemas sociales, cuando no se caiga en tendencias ideológicas. Seguramente Jesucristo es la gran
respuesta de Dios a todos los problemas del ser humano. Pero él es la respuesta exactamente cuando respetamos su
verdadera figura así como es y como se hizo conocer y no cuando elaboramos un Cristo a medida de necesidades
particulares. De esta manera, no se conocerá a Cristo como es, sino que se tendrán tantos cristos cuantos son los grupos
o las instancias humanas a los que se pretende dar respuesta. Y así se fomenta otra vez el pluralismo cristológico.

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