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CULTURA

La suerte del violinista


El Estado natal de Zimmermann recupera para el artista alemán el
Stradivarius que hace dos años le arrebató un banco
REBECA GIMENO

Madrid - 6 MAR 2017 - 11:03 CET

Frank Peter Zimmermann con un Stradivarius, en el concierto que ofreció el 25 de febrero en el Auditorio
Nacional de Madrid. FERNANDO MARCOS IBÁÑEZ
Frank Peter Zimmermann todavía recuerda el dolor que sintió justo hace dos años.
“Fue como si me quitaran la voz”, relata el violinista en su camerino del Auditorio
Nacional con la cara todavía congestionada tras su concierto. No es un asunto del que
le guste hablar al solista alemán. Vive con ese gran pesar desde que se separó de su
Lady Inchiquin,el Stradivarius de 1711 con el que llevaba tocando más de una década.

El West LB, la misma caja de ahorros alemana que lo compró para prestárselo, se lo
reclamó de vuelta cuando la crisis hundió la entidad. El violinista trató de llegar a un
acuerdo de compra pero las negociaciones terminaron sin él. Lo que quedaba del West
LB, en sus días gloriosos el tercer banco más grande del país, se iba a vender al mejor
postor (colección de arte y Stradivarius incluido). La voz de Zimmermann se apagó a la
espera de protagonizar una gran subasta en Nueva York.

En esa ciudad precisamente empezó la pesadilla del violinista. Allí aterrizó en febrero
de 2015 sin su Lady Inchiquin. Tuvieron que prestarle un instrumento con el que tocar
el concierto para violín de Jean Sibelius, una obra que durante muchos años estuvo
guardada en un cajón por deseo expreso de su compositor. El destino había encerrado
esta vez al Stradivarius del solista en la cámara acorazada de un banco.

En Estados Unidos estaba también parte de la causa de la


MÁS INFORMACIÓN
separación; allí se generaron todas esas hipotecas basura con las
La última teoría de la
belleza del que se habían atiborrado los bancos alemanes. Un episodio que
Stradivarius retrata muy bien el libro La gran apuesta, de Michael Lewis
El secreto de los (Debate):
‘Stradivarius’

Así suena un —“¿Quién es el idiota que compra esto?”, pregunta uno de los
‘stradivarius’ de
personajes.
récord

—“Unos estúpidos alemanes en Düsseldorf” es la respuesta que


siempre recibe.

El West LB estaba radicado en esa ciudad y tuvo además el honor de ser la primera
entidad alemana para la que se creó un “banco malo” que lo ayudara a reponerse de la
toxicidad de su balance. La caja, controlada por el Estado de Renania del Norte-
Westfalia, recibió un rescate de 3.000 millones de euros, pero no fue suficiente. La
Comisión Europea obligó a Alemania a liquidar ese “enfermo crónico”.
Fue toda esta concatenación de catastróficas desdichas la que mandó de peregrinaje a
Zimmermann en busca de una nueva voz. Durante meses probó varios violines pero
ninguno le convencía. Hasta que un día, en una gira por Asia, se le acercó un hombre
chino. En perfecto alemán le dijo: “Tengo un violín que me gustaría que probara”.
Faltaban 10 minutos para el ensayo general, pero el misterioso señor insistió tanto que
le convenció. Solo cinco notas le bastaron al solista para reconocerlo. Era el General
Dupont, el Stradivarius del violinista belga Arthur Grumiaux. Zimmermann había
crecido escuchando sus grabaciones de Bach y Mozart. Esa noche salió al escenario de
Shanghái a tocar Brahms con el que sería a partir de ese momento su nuevo
Stradivarius prestado.

Pero el destino siguió maquinando a su favor. En Alemania un sector de la población


comenzó a criticar la subasta de las obras de arte de las cajas de ahorro quebradas
para hacer frente a sus deudas. Muchos de los cuadros que se podían ver en los
museos regionales desaparecerían para lucir en las paredes de las mansiones de
multimillonarios. La venta de la colección del West LB, incluido el violín, se paralizó y en
verano de 2016 el Estado de Renania del Norte-Westfalia anunció la adquisición de
todo el lote por 30 millones de euros con la intención de que Lady Inchiquin volviera a
las manos del ilustre solista de este land.

Han pasado ya meses y el esperado reencuentro todavía no ha sido posible. “Es


cuestión de semanas”, aclara Zimmermann, “pero ya está solucionado”. Las cuatro
cuerdas con las que acaba de interpretar a Bach y Prokofiev en Madrid puede que no
sean las de su verdadera voz. Pero los grandes virtuosos son capaces de conmover
hasta tocando con otro Stradivarius.

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Antonius Stradivarius · Frank Peter Zimmermann · Música clásica · Estilos musicales · Música

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