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LA TÉCNICA Y EL ESPACIO

AUTOR:

FABIO ANDRES CANO BARRETO

DOCENTE:

DAYRO QUINTERO

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

FACULTAD DE EDUCACIÓN

MEDELLÍN-ANTIOQUIA

2019
La técnica y el espacio geográfico

La ruptura entre la relación técnica-espacio geográfico es quizás, y como lo pone de


manifiesto el escrito de Santos, uno de los temas que menos ha tratado el campo de la
geografía, la lógica tecnicista en la que se anula la reflexión frente a los constructos
espaciales o la modificación del espacio mediante el mejoramiento, la creación y la
aplicación de diversas tecnologías en el marco de las economías escapa del estudio de los
geógrafos en tanto consideran estas cuestiones como ajenas a su campo. Así pues, se
presenta ante nosotros la necesidad de estudiar las diferentes consecuencias que tiene la
explotación de la naturaleza por parte del ser humano, cómo esta acción permite cambiar y
darle un nuevo uso al espacio, donde el cambio de destinación de los usos del suelo en
razón de la actividad económica o de índole sociocultural que allí se esté presentando
afectan en gran medida al espacio geográfico. Gille (1981) presentará en su obra estas
cuestiones en las que intervienen procesos de técnica y tecnología que dan paso a una
“ordenación del territorio”; el cambio constante del paisaje a partir de estas técnicas puestas
al servicio de intereses económicos o urbanísticos pasa de largo la mayoría de los estudios
de las ciencias sociales y más aun el entendimiento de las personas que habitan en estos
lugares, creándose una conciencia de “no control” sobre los eventos que se suceden en
dichos territorios.

Con este panorama, la necesidad de estudiar las técnicas en relación con la transformación
del espacio geográfico se presenta como un objetivo a alcanzar con miras a entender de
mejor manera cómo elementos de índole urbanístico o comercial, en articulación con
objetos técnicos como carreteras, ferrocarriles y metro, transforman o marcan el desarrollo
de las comunidades humana. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en los procesos de
planeación y crecimiento urbanos de los años 70s y 80s en la ciudad de Medellín, su
expansión mediante la construcción de la calle San Juan y la avenida Oriental le abrió las
puertas a la modernidad de altos edificios y largas carreteras que prometían acercar a la
sociedad industrial antioqueña al estilo de vida neoyorkino. Con este desarrollo cambia no
solo el paisaje en las inmediaciones de los sitios donde se harían estas construcciones, se
pasan de asentamientos con bastante proximidad entre ellos, los cuales contaban con casas
que parecían fincas, a un espacio dominado por las calles y avenidas que conectan con las
grandes arterias de la ciudad. La cultura arriera pasa entonces por modificaciones de índole
moderno, se dan nuevas perspectivas a la experiencia de los seres humanos con el paisaje,
los usos sociales mutan para acoplarse al sentido que adopta el espacio geográfico, vemos
pues como la urbanización es no solo un proceso material, es intrínsecamente cultural ya
que, como lo dice Santos (1997) al describir holísticamente el núcleo de su propuesta, el
espacio de los geógrafos “tiene en cuenta todos los objetos existentes en una extensión
continua, todos sin excepción. Sin esto, cada objeto no tiene sentido." (p.62); cada edificio
nuevo, cada carretera, calle y avenida, cada fábrica y parque, traen consigo todo un
universo simbólico que reconfigura la vida de las comunidades afectadas por los procesos
de cambio.

Pensar espacialmente en la escuela

La escuela, si quiere empezar ese tránsito desde un instrumento de alienación hasta un


componente vital en la construcción de una sociedad progresiva y de verdad democrática,
ha de interesarse por el pensamiento espacial en tanto este es uno de los determinantes de la
vida humana. Los métodos de enseñanza se han interesado poco o nada por la relación entre
el medio y las configuraciones sociales y culturales de los y las estudiantes, sus familias o
amigos, no hay una reflexión frente a los procesos técnicos, que responden a intereses del
capital mundial, ni a los objetos tecnológicos que empiezan a ser parte de su paisaje diario
Es por esto que el abordaje del pensamiento espacial en las escuelas debe dar como
resultado la elaboración de preguntas frente a la instalación de antenas de
telecomunicaciones en los espacios urbanísticos, la entrada de una nueva empresa en
barrios semi-rurales, e incluso la apertura de una nueva mina o la construcción de una
hidroeléctrica en lo más íntimo del mundo rural. De igual manera, los maestros han de
saber que no solo han de ir las preguntas sobre lo que hay, sino también sobre aquello que
la necesidad social reclama en su medio y que hace falta; viviendas dignas, una calle, un
puente, un vertedero de basura que no atente contra la salubridad de las comunidades. El
avance técnico del mercado pareciera parcializarse frente al resto de individuos de la
sociedad, la transformación del paisaje es un elemento conciliador para los dueños de las
riendas económicas y políticas, pero un sinsentido absurdo para una pequeña porción de las
clases medias y bajas, que en su mayoría se ven impotentes ante la pérdida de sentido de
sus territorios y su subsecuente apropiación por parte del gran capital para su propia
reproducción.

La escuela tiene que hacer propia la reflexión sobre el espacio y sus modos de
transformación, distinguir entre las técnicas o métodos y la técnica como concepto, las
consideraciones reflexivas de la relación entre objeto técnico, técnica y medio geográfico
son importantes en la medida en que la escuela sepa articularlos a su discurso y entender
que los objetos técnicos son producto de su entorno, en términos históricos-temporales, y
de la sociedad que los crea para suplir sus necesidades. De igual manera, aquellos objetos al
mismo tiempo están transformando dicho entorno, altera el paisaje y se convierte entonces
en agente de reconfiguración de un medio determinado. Santos (1997) nos da una idea de la
relación existente entre el espacio o los objetos al decir que "el espacio está formado por
objetos, pero no son los objetos los que determinan los objetos. Es el espacio el que
determina los objetos: el espacio visto como un conjunto de objetos organizados según una
lógica y utilizados (accionados) según una lógica." (p. 36)

Considero que las deliberaciones de Santos frente a la unidad entre objetos técnicos, técnica
y espacio geográfico son acertadas en cuanto necesidad de transversalización del
conocimiento dentro del campo de las Ciencias Sociales en aras a un mejor entendimiento
del complejo y siempre dinámico devenir de la humanidad. Los enfoques integradores han
de ser partícipes en la construcción de una geografía en la que los viejos fundamentos
racionalistas, más cercanos a las Ciencias Naturales, den paso a un nuevo cuerpo teórico y
conceptual en el que elementos como la técnica, los cambios en el paisaje, y hasta las
mismas formas de producción espacial guíen el actuar de los maestros y las maestras en las
escuelas, colegios y universidades. La necesidad de incorporar estos elementos no solo se
encuentra en los currículos de las Ciencias Sociales, es una necesidad que cada vez se
siente más en las comunidades rurales y urbanas de nuestro país; el entendimiento de las
dinámicas espaciales en relación con las formas en que su territorio cambia ha de aportar un
valor inmenso a la construcción de sujetos políticos más entrometidos con su propio
entorno; las cualidades críticas y reflexivas que un pensamiento espacial integrador puede
aportar a un sujeto son de vital importancia en momentos en los que el capitalismo,
mediante todo tipo de objetos y técnicas extractivistas, financieras o mercantiles, coloniza
hasta los espacios más íntimos del ser humano.

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