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Martinez Castellón
Contrariamente al mito popular, la Sra. White trajo al mundo pocas nuevas reformas sobre la salud, si es
que trajo alguna. La mayoría de sus enseñanzas sobre la salud, si no todas, estaban siendo fomentadas
por otros reformadores populares pro salud antes de que ella comenzara a enseñarlas.
En 1844, 19 años enteros antes de la primera "visión" de la Sra. White sobre la reforma pro salud, la Sra.
M. L. Shew publicó la tercera edición de un libro de 156 páginas sobre la reforma pro salud titulado Water
Cure for Ladies: A Popular Work on the Health, Diet, and Regimen of Females and Children, and the
Prevention and Care of Diseases [Cura por el Agua para Damas: Una Obra Popular Sobre la Salud, la
Dieta, y el Régimen de Mujeres y Niños, y la Prevención y el Cuidado de las Enfermedades]. En él, la Sra.
Shew enseña que:
Evitar los alimentos estimulantes y no naturales, viviendo "enteramente de los productos del reino vegetal
y el agua pura."
La mantequilla debía ser usada "muy moderadamente."
La leche fresca y los huevos eran mirados con malos ojos, pero no proscritos.
El queso se permitía sólo si era suave y sin envejecer.
Los condimentos y las especias, como la pimienta, la mostaza, y la canela, eran prohibidos por ser todos
"altamente estimulantes y agotadores."
El té y el café, como el alcohol y el tabaco, envenenaban el sistema.
Los productos de repostería, con excepción de los pasteles de fruta, se encontraban "entre los más
perniciosos artículos que causan malestar en los seres humanos."
El sueño era preferible antes de la medianoche.
Se debía dormir en una habitación bien ventilada.
Era deseable una baño con esponja todas las mañanas.
La ropa no debía restringir los movimientos.
"Toda medicina, como tal, es en sí misma un mal."
(Véase Lectures, pp. 224-286).
Además, Graham se oponía tanto al exceso marital como a la masturbación. Graham creía que los
alimentos estimulantes despertaban las pasiones sexuales. Por lo tanto, llegó a la conclusión de que una
de las mejores maneras de controlar el deseo sexual era adoptar una dieta vegetariana y abandonar los
condimentos, las especias, el alcohol, el té, y el café. (Lecture to Young Men on Chastity [Conferencia
para los Jóvenes Sobre la Castidad] , pp. 83, 144-148).
En la década de 1850, Dio Lewis era un conferencista sobre la reforma pro salud conocido en todo el
país. Enseñó muchas de las mismas cosas que Graham, pero le añadió la reforma de comer sólo dos
comidas al día.
Larkin B. Coles era menos conocido que Graham o Lewis. Sin embargo, es de especial interés para los
Adventistas porque era un médico-predicador Millerista. Antes de su muerte en 1856, escribió dos libros
sobre la salud. En sus libros, él abogaba por el aire puro, el ejercicio, la dieta vegetariana, la abstención
de estimulantes, la reforma en el vestido, la pureza sexual, y la medicina sin drogas. Varios de los escritos
de la Sra. White sobre la reforma pro salud son notablemente similares a los escritos de Coles.
Coles no solamente advirtió contra el consumo de carne porque ésta aumentaba la inclinación a lo animal,
sino que también comentó la relación entre el consumo de carne y las enfermedades. Fue notable por
hacer sonar la alarma (que otros reformadores ya habían hecho sonar antes) de que había una relación
entre el uso del tabaco y los carcinomas. (The Beauties and Deformities of Tobacco-Using [Las Bellezas y
Deformidades del Uso del Tabaco], 1853, p. 142).
Ellen White "llegó tarde" a la reforma pro salud. Mientras que ella no recibió su primera "visión" sobre la
reforma pro salud sino hasta 1863, ya para comienzos de la década de 1850 el movimiento de la reforma
pro salud estaba en su apogeo en los Estados Unidos. Los conferencistas sobre salud y temperancia
viajaban por todo el país, hablando en iglesias y vestíbulos, promoviendo una dieta vegetariana, y
advirtiendo contra el alcohol, el tabaco, y los corsés. Una década entera antes de que la Sra. White
recibiera su primera "visión" sobre la reforma pro salud, los más salientes principios de sus enseñanzas
sobre la salud estaban siendo enseñados por cruzados pro salud cristianos no Adventistas y conocidos en
todo el país.
El primer intento de la Sra. White en favor de la reforma pro salud fue un libro llamado Appeal to Mothers,
publicado en 1864. Como los esfuerzos de Sylvester Graham dos décadas antes, la Sra. White decidió
que los miembros de su iglesia necesitaban ser advertidos acerca de los peligros de la masturbación para
la salud. En la primera página, ella advierte del asombroso número de muertes causadas por la
masturbación.
¿Ha observado Ud. la asombrosa mortalidad entre los jóvenes? (Appeal, p. 5).
De acuerdo con la Sra. White, la masturbación no solamente causa la muerte y una amplia gama de
dolencias físicas, sino que causa problemas de salud mental también:
A menudo la mente queda por completo arruinada, y sobreviene la locura. (Appeal, p. 27).
Huelga decir que Appeal to Mothers ya no está disponible. Como tantos de sus otros escritos y visiones
que resultaron errados, este libro simplemente desapareció de la vista del público.
Intentos Posteriores
Aunque ella nunca adquirió la fama en el terreno de la reforma pro salud que alcanzó su colega profetisa
Mary Baker Eddy -- de cuyo primer libro, Science and Health, publicado en 1875, se vendieron más de 10
millones de copias -- los intentos posteriores de la Sra. White tuvieron más éxito. Con la ayuda de su
equipo de escritores y editores profesionales, ella produjo un libro sobre la reforma pro salud mucho
mejor, el cual está disponible hoy día: Ministerio de Curación.
COMPARACIONES:
La oración no puede cambiar la ciencia del ser, pero tiende a ponernos en armonía con ella. (p. 1).
Ellen G. White
La oración no es para efectuar ningún cambio en Dios; es para ponernos en armonía con Dios. (Christ´s
Object Lessons [Lecciones Prácticas del Gran Maestro], p. 143, 1900).
... nos moldeará y nos configurará nuevamente, hasta que despertemos en Su semejanza. (p. 4)
Ellen G. White
Entonces El nos moldeará y nos configurará según la semejanza divina... (Signs of the Times, 11/3/1903).
Ellen G. White
Su presencia era un reproche para todas las cosas erróneas y despreciables. A la luz de Su pureza, los
hombres se veían a sí mismos impuros... (Education, p. 79, 1903).