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NACIONAL
DE CQLOMBIA
SEDE AMAZONIA
FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA
•'WC UNIVERSIDAD
/¡
f NACIONAL
j J ' DE COLOMBIA ILSA
SEDE AMAZONIA
A Olga Lucía, por todo
su amor y dedicación.
Y a Lucía Asaí,
mi palmenta amazónica.
COLECCIÓN EN CLAVE DE SUR
Editor: Germán A . Palacio Cnetañdna
ISBN: 958-9262-00-5
© ILSA
INI^F^ODUCI^IÓN
Argumento, conceptos y 1116^5............................................................ 13
Historiogtatía............................................................................................... 18
E^uctora..................................................................................................... 22
CAPÍTULO 1
La construcción del territorio colonnbinno....................................... 27
Conquisaas andinas: eatutaleaes y culturas compatades...................... 28
E periodo colosal como cambio ambie^al............................................ 29
E paisaje humano en movimiento........................................................... 36
Hacia una nueva identiddd......................................................................... 37
La segunda coequistd................................................................................. 39
Comp^aa^CKne^ repubiícans s..................................................................... 42
Conclusioess............................................................................................... 43
CAPITULO 2
Imaginarios políticos y transtormariones de las fronteras
de tierra callente, 1850 - 1920.............................................................. 47
La Colon! y la Repúbiica: las ■^^35 frías y las calienees...................... 50
Tierras, mercados y civilización.................................................................. 52
La reacción conservadora........................................................................... 56
Civilización como apropiacién simbóiíca y material................................ 59
CAPÍTULO 3
Civilización como domestiaación del paisaje:
Cundinamaraa y Valle del Cauca................................................................ 65
La historia del éxito: de la sabana de Bogotá al río Magdalena.......... 67
Una promesa del futuro: el Valle del Cauaa y la salida a Buenav^^nturn 74
CAPÍTULO 4
Introducción a la región del Caquetá................................................ 83
Amazonia, comercio mundial y contrastes andinos.............................. 85
Imaginarios.................................................................................................. 86
La discusión académica.............................................................................. 88
Antecedentes y prejuicios......................................................................... 90
Panamazonia y Amazonia colombiana ................................................... 94
Algunas tesis............................................................................................... 97
CAPÍTULO 5
Amazonia: Corografía, Quina y Catequización.............................. 99
Agustín Codazzi: la apropiación simbólica por medio de la corografía 101
Rafael Reyes: la civilización a través de la extracción de quina.............. 105
Civilización como catequización: la Iglesia contraataca.......................... 110
CAPÍTULO 6
Caucho, geopolítica e imaginarios..................................................... 121
Caucho: conquistar, comerciar y civilizar................................................. 123
Estado: la frontera y el territorio.............................................................. 133
Imaginarios.................................................................................................. 142
Conclusión: de la región del Caquetá a la Panamazonia...................... 148
EPÍLOGO....................................................................................................... 149
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA..................................................................... 159
MAPAS......................................................................................................... 169
Libro: Caminos Reales de Colombia, Directores del proyecto: Pilar Moreno de Án
gel, Jorge Orlando Melo González. Editor Académico: Mariano /U seche Losada. Pg.
281 En las totoras de la Cocha, Nariño. Grabado de E. Bayard, sobre el viaje de
Edourd Addré de Popayán a Pasto en 1875-1876 (Tomado de: Geografía Pintoresca
de Colombia en 1868, recopilación dirigida por Eduardo Acevedo Latorre, Litogra
fía Arco, Bogotá, 1968. Biblioteca particuiar de Pilar Moreno de Ángel).
INTRODUCCIÓN
1 Por ejemplo, Pedro Botero como un importante geólogo, y Camilo Domínguez como geógrafo.
Entrevista realizada por el autor Leticia, Amazonas, Colombia, febrero de 2002.
INTRODUCCIÓN 15
fines del siglo XIX y comienzos del XX, que estructuró un estereotipo de
Colombia. Esto implicr una simplificación que oculta otras realidades de lo
que es el territorio colombiano, que condujo a simplificar al país como la
tierra de "Juan Valdés”. Éste es uno de los poderes de la tranformaban
simbriica que genera un juego particular entre lo que está en la superficie
y lo que se oculta en la sombra. Sin embargo, no es lo mismo cambiar el
paisaje existente que establecer imágenes de lo que idealmente debería
ser; o dibujar mapas y fronteras sin controlar el territorio; o hablar de
progreso y civilización sin producir cambios materiales en la vegetación.
Mientras que los ambientalisaas se han concentrado en el análisis de la
metáfora del “desarrollo”, este trabajo se concentra en una metáfora ante
cesora cual es la de “civilización”, aunque su uso se remonta a la llegada de
los españoles cuando sus connotaciones principales estaban asociadas a la
cristianización y la agrupación en poblados. Desde el siglo XVIII, y durante
el siglo XIX, este significado se amplió o modificó hacia asuntos climáticos;
además implicó sedentarización por urbanización y desarrollo de la agricul
tura; derecho moderno y propiedad privada; instituciones estata^s; supre
sión del bosque natural por bosques cultivados; procesos de individualización;
construcción de infraesIrustrta tal como carreteras y rerrocarrlles; desa
rrollo tecnológico, ciencia y educación formal, entre otros factores. Ade
más, la idea de civilización se contrastó con las de “barbarie” y “salvajismo”,
en el caso latinoamericano en el siglo XIX, en los términos formulados por
Domingo Sarmiento (1988).
Otra contribución de este tr^^l^^^^o es la presentación de tres estudios
regionales para ilustrar mi argumento. En consecuencia, desarrollo tres
capítulos sobre la región del Caquetá que es el nombre que tenía la Amazonia
ctlombiana durante el siglo XIX. De hecho, esta concentración en la región
amazónica se distancia de las corrientes dominantes de la hiatoriogrrfia
colombiana dedicadas en primer lugar al estudio de la región andina, y en
un segundo y rezagado lugar al estudio del Caribe.2 Hay importantes estu
dios regionates sobre la Amazonia, tales como los de Camilo
Domínguez, Augusto Gómez, Roberto Pineda y otros, que nos hacen cons
cientes de sus conexiones con el mercado internacional, con el impacto
social de la economía extractiva y los métodos sanguinarias del capitalismo
salvaje (Domínguez y Gómez, 1990; Pineda, 2001). Reconociendo este lazo
con la economía mundial, redirecciono este interés hacia el contexto nacio
nal tratando de debilitar la idea de que la región amazónica colo’^biana es
sólo una anomalía en la historia de Colombia que no merece ser tenida en
cuenta. Aspiro a complementar la visión de los colombianos sobre su histo
ria de una maner^a en que la región amazónica tenga también su lugar
2 Dos de los más importantes son Orlando Fals Borda (1979) y Eduardo (1996).
16 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
3 Véase Agustín Codazzi (1996). Han sido publicados cuatro de ocho volúmenes.
INTRODUCCIÓN 17
rra caliente”. Viajé también varias veces entre el maravilloso, fértil y colo
rido valle donde queda localizado Cali y el nublado puerto afrocolombiano
de Buenaventura. Quisiera hacer unos comentarios específicos sobre mi
experiencia en el Amazonas.
Entre febrero de 2001 y julio de 2002, con pequeñas interrupáones y
desplazamientos por la región, viví en Leticia, sobre el río Amazonas. Leticia
es, junto con sus vecinos Tabatinga y Santa Rosa, pasando el río, el punto
de encuentro de la expansión de tres Estados-naciones durante la segunda
parte del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX. Lejos de haber
llegado a un acuerdo armonioso, el encuentro de estos Estados generó con
flictos que, eventualmenee, se tornaren en un breve choque armado entre
Perú y Colombia, pero en todo caso, a costa de las tierras y la organización
social de varios pueblos indígena,, principalmnnte ticuna,, huitooo,,
cocamas, yaguas, ocainas y otros que residen en la región. En el proceso de
aprendizaje de los avatares de esta vaporosa zona de frontera, tuve tam
bién que aprender algunas cosas de la expansión portuguesa y brasilera en
la Amazonia, río abajo. Además, tuve que aprender algo de la historia repu
blicana del Perú, la más exitosa experiencia de un Estado hispanoamerica
no en la Amazonia, una región que fue prin^cip^^ln^t^nte arrebaaaaa a los
nativos y colonizada por el imperio brasilero.
Tratando de hacer menos evidente mi ignorancia sobre los países veci
nos de Colombia, visité Manaos y Belém do Pará para tener una idea de la
tranfoormación del paisaje bajo el poder de estas dos impresionantes ciuda
des que hoy en día tienen, la primera, una población parecida a la de Medellín
o Cali, y la segunda, mayor que Ban-anqulU,, en medio de la selva. Belém
y Manaos tienen una historia importarúe que se retrotrae al pasado colo
nial, pero son espec•ialnente famosas por la edad “dorada” del caucho o
“borracha” como lo llaman los brasileros, desde fines del siglo XIX.
También visité Iquitos, el puerto peruano más importanee en el Amazo
nas, y una populosa ciudad con una población de varios cientos de miles de
habitantes. Allí perdí la oportunidad de revisar la colección municipal para
comprender mejor las versiones peruanas durare el periodo del caucho
debido a un incendio que ocurrió a comienzos de 1990. Sin embargo, pude
leer la Monumenta Amazónica que es el esfuerzo más importanee para
colectar y publicar las fuentes primarias de la cuenca andino-amazónica.
Además, tuve la ocasión de leer la historiografía peruana y algunos docu
mentos primarios que se conservan en varias de las buenas bibliotecas de
Iquitos sobre la región amazónica, tratando de evitar una posición chovinista
colombiana o peruana.
Las voces de los indígenas amazónicos son difíciles de escuchar en este
periodo debido a que las misiones religiosas que normalmenee están aten
tas a colectar y registrar aspectos etnográficos y lenguas indígenas sólo
18 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930"
HISTORIOGRAFÍA4
4 Una historiografía más amplia ha sido publicada en Alberto Flórez Malagón (1988). También
Lise Sedrez, Germán Palacio y Christian Brannstrom y Stefama Gallini (2003).
INTRODUCCIÓN 19
Véase Germán Palacio, "Law as a Devise for Material and Symbolic Transformations", en
"Civilizing the Tropics: The Highlanders Failed Attempt to Transform the Colombian Amazon,
1850-1930". Disertación para optar por el Doctorado en Historia en Florida International
University, Miami, 2003.
20 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
ESTRUCTURA
Este texto, en un primer capítulo que sirve de antecedente y revisión
general, parte de una idea interesante del cronista español Pedro Cieza de
León, quien llegó como aventurero a Antioquia y Popayán durante el siglo
XVI, pero durante la lucha sangrienta entre almagristas y pizarristas en el
Perú, se unió a las fuerzas leales a la Corona y posteriormente se convirtió
en el cronista oficial de la historia de Perú. Propongo que la conquista y
colonización de Perú y Colombia fueron muy diferentes por razones am
bientales, entendidas como interacción entre naturaleza y sociedad, y que
la organización territorial de Perú y Colombia republicanas pueden ser
mejor captadas reconociendo las complejas especificidades históricamente
constituidas de Perú tropical y Colombia intertropical.
INTRODUCCIÓN 23
Ver la presentación biográfica de Alexandra Parma Cook y David Noble Cook en Cieza de León
(1998, p. 6-35).
28 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
rico como su gente. Aunque los cambios ambientales pueden ser más fácil
mente leídos en un periodo largo que los cambios sociales, ambos pueden
ser empalmados para hacer una historia del paisaje y del territorio.
La conclusión encaja con una observación que por obvia puede ser ig
norada. Durante la conquista y la colonia de Perú, la Corona española
recentró el poder y la autoridad de los poblados altiplanos andinos y los
trasladó a las tierras bajas costeras de Lima. Más tarde, en el siglo XIX, la
elite blanca y mestiza peruana debilitaron los lazos entre las tierras bajas
y el altiplano. En el caso colombiano, la Corona tuvo que inventar un cen
tro administrativo y político en el altiplano y los criollos colombianos con
servaron y continuaron este proyecto, pero decidieron apropiar y civilizar
las tierras bajas desde la segunda parte del siglo XIX. Se presenta el caso
peruano para hacer seguimiento a la idea de Cieza de León, tomando en
cuenta que Perú fue el centro del poder colonial en Sur América durante
los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, y para hacer más claro el proceso en
Colombia y tener un punto importante de comparación.
Conquistas andinas: naturalezas y culturas comparadas
Véanse, por ejemplo, dos de los más importantes, Steve Stern (1982) y Karen Spalding (1984).
30 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
Claudia Steiner (2000) ha detectado este tipo de cambios de orientación debidos a la imposición
de una cultura diferente en el caso de Urabá, cuando los antioqueños arribaron a comienzos del
siglo XX.
LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO COLOMBIANO 31
Spalding afirma que "todos los testimonios de las sociedades nativas durante el siglo XVI
reafirman la ausencia de mercados y comercio". Sin embargo, también menciona que se trata
probablemente de un intercambio de artículos que tiene lugar a lo largo de la costa. Este
intercambio nunca implicó la existencia de lugares o plazas de mercado.
Bartolomé Arzans (1975) describe la presencia de indios opulentos debido a que fueron los
expertos en el proceso de extracción de la plata.
32 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
Pedro Cieza de León (1998, p. 108) afirma que Cartago está localizada siete leguas distante del
Gran río de Santa Marta, aunque sabemos que se trata del río Cauca
En Antioqueno Colonization in Western Colombia, James Parsons (1968) describió a los
antioqueños como provenientes de las tierras "températe", que no se debe traducir literalmen
te como "templadas" en sentido colombiano sino de los hemisferios sur y norte (températe),
arriba y abajo de los trópicos: " The températe uplands of the northernmost Andes of Western
Colombia are the home of the energetic and thrifty antioqueños, the self-style Yankees of
South América"
LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO COLOMBIANO 33
Es bien conocido que la nueva elite liberal de mediados del siglo XIX
justificaba su intención de transformar los países recién descolonizados en
términos de la lucha contra un enemigo: la vieja y atrasada tradición colo
nial. Sin embargo, el modelo de este enemigo ideológico estaba más cerca
no al sistema colonial de los austrias que al sistema progresista de los
borbones. Con excepción de algunas políticas fiscales que en el caso borbón
debían apoyar al imperio, la nueva elite estaba conectada con la ilustración
borbona dado que esta dinastía estaba mucho más orientada hacia el mer
cado, estimulaba la educación secular y desafiaba el poder tradicional de la
Iglesia. A diferencia de las estrategias imperiales en las colonias, estas
nuevas políticas de las repúblicas recientemente nacidas de la Independen
cia se basaban en las enseñanzas de la economía política clásica, con su
inclinación hacia un Estado liberal anti-intervencionista. En varios aspec
tos, la nueva elite liberal estaba reconstruyendo o reforjando los lazos ro
tos debido a la guerra de independencia. La retórica contra los tiempos
coloniales era, en cierto sentido, más crítica de las políticas coloniales de
los austrias que de las políticas borbonas.
En la segunda parte del siglo XVIII, la minería tradicional y los siste
mas de encomienda y mita eran ya anacrónicos en el contexto de la econo
mía atlántica, debido al vigor del sistema de plantaciones británico o francés,
al potencial de transformación industrial en Europa Occidental, e incluso,
al imperio comercial construido por los holandeses (Wallerstein, 2003). Las
expediciones naturalistas y científicas apoyadas por la Corona española, a
fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, deben ser vistas en el con
texto de estos intentos de la Corona por actualizarse o por alcanzar a sus
competidores europeos. La actividad científica estaba apoyada en la espe
ranza de encontrar nuevas posibilidades de empresas rentables; éste es el
contexto de empresas científicas tanto de peninsulares como de otros euro
peos. Una de las más importantes iniciativas al respecto fue la de Hipólito
Ruiz y José Antonio Pabón, además de José Celestino Mutis, con sus expe
diciones botánicas, los primeros en Perú y el segundo en la Nueva Grana
da. La otra expedición encabezada por europeos fue la de Humboldt y
Bomplant a las tierras equinocciales de Suramérica (Valenzuela, 1983), caso
especial debido a que los no peninsulares, en principio, no estaban autori
zados para visitar las colonias españolas. Aunque en este documento no se
pueden exponer los matices de esta experiencia, dichas expediciones sumi
nistraron un modelo dual para la construcción social de la naturaleza en la
38 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
primera parte del siglo XIX, basadas tanto en un sistema clasificatorio na
turalista de la Ilustración como en una visión romántica y cósmica de la
naturaleza.
Tiempo atrás los naturalistas occidentales modernos encontraron en
Linneo, un científico sueco, el primero y quizá más importante esquema
clasificatorio para poner orden en la naturaleza utilizando el latín como un
lenguaje neutral europeo a fin de estandarizar el conocimiento científico.
Los naturalistas tuvieron desde entonces un mecanismo poderoso y
despolitizado de comunicación internacional en el siglo XVIII. En realidad,
era despolitizado en el contexto europeo, pero no lo era en el colonial como
lo ha mostrado para el caso colombiano Mauricio Nieto (2000). La flora y la
fauna fueron, desde entonces, puestas una tras de otra en un sistema cla
sificatorio abierto a nuevos descubrimientos que no prestaba atención a su
existencia precisa en el mundo real. El progreso en el conocimiento de los
seres vivientes (no humanos) estaba firmemente asentado a través de este
instrumental clasificatorio. Ruiz-Pabón en Perú, y Mutis en la Nueva Gra
nada, asumieron esta empresa científica aunque en realidad Humboldt hizo
mucho más que ellos.
AAlexander von Humboldt no sólo hay que darle crédito por su trabajo
científico sino por lo que simbólicamente inventó. Fue el inspirador de un
nuevo sentido de la naturaleza: un sentido científico, pero al mismo tiempo
romántico. Más aún, él ofrecía una visión europea de la naturaleza, en
cierto sentido, una visión sacralizada de la misma. Fue también un punto
de referencia intelectual para los criollos, patriotas y luchadores de la In
dependencia en la primera parte del siglo XIX. Bolívar, por ejemplo, man
tuvo una correspondencia profusa con Humboldt. Su visión constituyó, pues,
la base de la construcción de la nueva identidad de los países de América
tropical (Pratt, 1992).
Humboldt describió un paisaje diferente al que los primeros conquista
dores encontraron y que hemos visto reflejado en las palabras de Pedro
Cieza de León. El colapso demográfico, ya documentado para varias partes
de América, abrió la posibilidad del crecimiento de bosques y de vegeta
ción, en un tiempo en que la población indígena alcanzó su punto más bajo
a mediados del siglo XVIII. El proyecto criollo de independencia fue más
allá, al intentar reconstruir la identidad de estos nuevos países con base en
la idea de una América concebida como una naturaleza abundante, en lugar
de una tierra que era receptáculo de un importante pasado español o indio.
Cuando comenzaron las guerras de independencia en 1810, el interés
por el estudio de la naturaleza tuvo que posponerse ya que muchos de los
naturalistas criollos participaron activamente en este conflicto. Este es el
caso, entre otros, de Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, José
Manuel Restrepo, Joaquín Camacho o Pedro Fermín de Vargas. Ellos sen
LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO COLOMBIANO 39
taran las bases del desarrollo científico en el país. Este capítulo no se pue
de dedicar a examinar esta contribución porque lo relevante para este tex
to es la transformación territorial que estaba ocurriendo a través de las
guerras.8 Baste con decir que Caldas, el más destacado naturaiisaa criollo,
recomendaba en las páginas del Semanario del Nuevo Reino de Granada,
hacer el mapa de la Nueva Granada con la descripción demográfica, de
flora, fauna e información económica (Caldas, 1942).
En varios aspectos, la elite liberal en el poder desde mediados del siglo
XIX intentó retomar los vínculos perdidos con los esfuerzos previos a las
guerras de independencia retomando los proyectos progresistas de la Coro
na. Sin embargo, ellos ya no estuvieron interesados en retomar la veta
romántica de Humboldt sino en civilizar el país que parecía vivir en un
mundo atrasado. Caldas había preguntado en 1811, “¿para hacer el mapa
de nuestro país vamos a esperar hasta que alguien venga de Europa a
hacerlo, y de esta manei^a nos conquiste de nuevo?" (Caldas, 1942, p. 10).
En respuesta a esta pregunta, a mediados del siglo XIX, los liberales orga
nizaron la Comisión Corográfica con la dirección de Agustín Codazzi para
describir las regiones y hacer los mapas de Colombia (Cruz, 1965, p. 184).
Buscaban una organización territorial más operacional y un conocimiento
de los recursos del país, lo cual le permitió a la elite construir nuevos lazos
con el sistema económico internaci'onal. Hacer los mapas del país sirvió
para esquematizar un nuevo modelo adminií^t.r;t1^ÍTO necesario para balan
cear el poder de las elites regionales, para hacer un inventario de recursos
y para obtener valiosísima información militar en un periodo de perma
nentes guerras civiles.
La veta romántica promovida por Humboldt, sin embargo, no se había
perdido completamente. Manuel Ancízar, miembro de la Expedición
Corográfica, y nombrado durante la década de los sesenta del siglo XIX
como primer rector de la Universidad Nacional de Colombia, represente
este otro aspecto de la herencia de Humboldt. Sin embargo, las descripcio
nes corográficas de Codazzi y sus seguidores sirvieron para alentar la ilu
sión de una nueva fuente de riquezas para el Estado nacional ya que detectó
como bienes públicos una inmensa porción del territorio colombiano y los
reconoció como baldíos. La segunda conquista del país, el avance hacia las
tierras calientes, estaba apenas empezando.
La segunda conquista
8 Parte de la literatura que se concentra en este tópico es la siguiente Jairo Gutiérrez (1995); Luis
Carlos MantlHa (1992); José Antonio Amaya (1986); Renán Silva (1984); Marcos González Pérez
(19841); José Celestino Mutis (1983); Florentino Vezga (1971).
40 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
INTRODUCCIÓN
Apropiación material de una cosa, en este caso inmueble, con "ánimo de dueño y señor".
54 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
dad privada sobre las zonas que contenían todavía tierras incultas. Aunque
algunos miembros de la elite pudieran haber tenido en mente la idea de
construir una sociedad de propietarios, los efectos de la división y apropia
ción de tierras dieron lugar a la consolidación, en buena parte de ellas, de
unos cuantos empresarios territoriales que marcharon junto con o detrás
de los migrantes y empezaron a apropiarse, poco a poco, de grandes exten
siones de tierras. La expansión hacia la zona cafetera antioqueña fue qui
zás una excepción parcial a esta regla general, en la medida que en este
caso, pequeños y medianos propietarios tuvieron la oportunidad de consoli
dar sus posesiones (Palacios, 1980).
La ideología liberal también abogaba por una forma de organización
estatal que dejara en manos de los propietarios privados la dinámica econó
mica y, en consecuencia, los cambios en el paisaje. El motor la transforma
ción económica y demográfica lo constituyó la dinámica “externa”, a la cual
intentaron acoplarse los reformadores liberales en América, que ambicio
naban la apropiación, nacionalización y explotación de nuevas porciones
del territorio, que hasta la dominación colonial seguían siendo áreas de
frontera.3 La “división internacional del trabajo” a la “inglesa” -el mayor
jugador en los procesos de globalización de la época—, que abogaba por el
intercambio de productos tropicales por bienes manufacturados implicaba
de rebote, en el caso colombiano cuando menos, el descenso de las pobla
ciones de las tierras altas y frías a las tierras calientes. La apropiación de
estas tierras fue el prólogo del conflicto agrario en Colombia durante el
siglo XX.
Los bosques de las tierras templadas y los valles calientes de la región
andina sufrieron primero los rigores de una economía extractiva (Márquez,
2001). Las maderas más finas fueron cortadas para proveer los travesaños
de los rieles de ferrocarril, y para alimentar sus maquinarias y las de los
barcos de vapor. Un cándido sinsentido sobre el carácter inagotable de los
bosques fue parte del pensamiento hegemónico de la época, lo que incluía
a pobres y ricos, todas las capas de la población. Entretanto, de las zonas
templadas del planeta fueron traídos pinos, y de Australia llegaron eucalip
tos que tomaron posesión de buena parte de las tierras frías. Estos fueron
subsidiados por leyes liberales del siglo XIX y transformaron
significativamente los ecosistemas de los altiplanos andinos. La Ley 56 de
1884, sobre la promoción nacional de la agricultura, prescribía en su artí
culo 3o. que el poder ejecutivo proveería un bono de 500 pesos a todos los
Biota mixta, es decir seres humanos acompañados de su fauna, flora, enfermedades, malas
hierbas, bacfer¡as y virus coressaondientes.
Melville (1994) trata de sacavar el argumai^-j de Crosby mosirando carao las animales can
pezuñas contrlbeyeron a garantizar la dominación española ea México ceniral.
IMAGINARIOS POLÍTICOS Y TRANSFORMACIÓN DE LAS FRONTERAS DE TIERRA CALIENTE, 1850-1920. 61
tránsito entre Santa Fe, Popayán y Quito cruzando las regiones ganaderas
de la tierra caliente del Tolima Grande que abastecía el mercado de Bogotá
y otros pueblos de la populosa sabana (Yepes, 2001, p. 141).
La pendiente que conduce de la sabana hacia el río Magdalena es muy
inclinada. Medardo Rivas la describe como un “descenso tan vertical que al
pie mismo de la entrada se ve el camino que hay que recorrer, y a lo lejos
se divisa, dominándolo, un vasto y hermoso horizonte iluminado por el sol
de la tierra caliente (sic)” (Rivas, 1893, p. 7). Desde tiempos precolombinos
los intercambios comerciales eran frecuentes. La sal fue un producto que
la fría sabana intercambió por algodón con los habitantes de tierra calien
te. Pero el oro también lo traían de tierra caliente y los orfebres de la
sabana lo trabajaban exquisitamente. Con la llegada de los europeos, el
intercambio de sal y miel de caña de azúcar fue permanente entre la tierra
fría y la caliente. Contamos con la memoria de Medardo Rivas quien nos
narra cómo desde la segunda parte del siglo XIX, los intercambios comer
ciales regionales se intensificaron. La verdad es que también el flujo de
productos de importación y exportación se acrecentó transformando, debi
do a este doble movimiento, el paisaje de la vertiente cundinamarquesa.
Ello fue un logro, según Rivas, de “los titanes que abatieron las selvas
primitivas que cubrían esas regiones hasta hace pocos años; los que lleva
ron allí el cultivo, la riqueza y la civilización” (p. 8). Pero antes de detener
nos en detalles de esta domesticación del paisaje, vale la pena recordar que
dentro de la empresa de reconocimiento y observación corográfica, esta
región fue también descrita a mediados del siglo, en sus primeros periplos,
por el coronel Codazzi.
En su viaje por el estado de Cundinamarca Codazzi nos describe el país
de las “comarcas sometidas ya al dominio de la civilización, y la otra parte
que aún se mantiene en el estado de salvajismo de los tiempos primitivos”
(Codazzi, s.f., folio 39). La parte civilizada comprende tanto la sabana de
Bogotá y la vertiente que desciende al Magdalena, como el Tolima Grande
que incluye los actuales departamentos de Tolima y Huila. La parte “salva
je” cubre los llanos orientales, en particular lo que hoy conocemos como
los departamentos de Meta y de Vichada. Como en el resto de su narrativa
corográfica, Codazzi describe tanto la geografía física como la humana.
No se trata de describir aquí la sabana de Bogotá, intensamente trans
formada por la agricultura precolombina, sino la zona de selva altoandina y
de bosque húmedo tropical que desde los tres mil metros cae hasta el río
Magdalena en los 458 metros sobre el nivel del mar (Codazzi, s.f., folio 16).
Los viajeros del siglo XIX encontraban a la sabana de Bogotá como un
hermoso paisaje que semejaba algunas regiones de Europa. Desde la se
gunda parte de este siglo esta semejanza se incrementó debido a la intro
ducción del pasto de origen africano kikuyo para acondicionar razas de
CIVILIZACIÓN COMO DOMESTICACIÓN DEL PAISAJE: CUNDINAMARCA Y VALLE DEL CAUCA 69
Aquí usamos Valle del Cauca para referirnos a la reglón que se convirtió en departamento en
1908, y usamos valle del Cauca, en sentido genérico, para el valle del río Cauca.
CIVILIZACIÓN COMO DOMESTICACIÓN DEL PAISAJE: CUNDINAMARCA Y VALLE DEL CAUCA 75
Hay que distinguir entre la provincia de Buenaventura, que en el siglo XIX pertenecía al Cauca,
de la ciudad de Buenaventura. Tanto Buenaventura como Cali correspondían a la provincia de
Buenaventura, no así Palmira que pertenecía a Popayán.
CIVILIZACIÓN COMO DOMESTICACIÓN DEL PAISAJE: CUNDINAMARCA Y VALLE DEL CAUCA 75
2 Hay que distinguir entre la provincia de Buenaventura, que en el siglo XIX pertenecía al Cauca,
de la ciudad de Buenaventura. Tanto Buenaventura como Cali correspondían a la provincia de
Buenaventura, no así Palmira que pertenecía a Popayán.
CIVILIZACIÓN COMO DOMESTICACIÓN DEL PAISAJE: CUNDINAMARCA Y VALLE DEL CAUCA 77
“Los bosques iban teniendo a medida que nos alejábamos de la costa, toda
aquella majestad, galanura, diversidad de tintas y abundancia de aromas
que hacen de las selvas del interior un conjunto indescriptible. Mas el rei
no vegetal imperaba casi solo” (Isaacs, 1989, p. 302). “Casi solo” ya que
habría que tener en cuenta rocas, aguaceros torrenciales, víboras, mosqui
tos y zancudos, alacranes y hormigas, además de los bogas negros que
transportaban a los ocasionales viajeros y comerciantes. Pero aún así, la
selva no es descrita en Isaacs como un infierno verde, sino más bien como
una expresión majestuosa y relativamente armonizada del poder de la na
turaleza.
Pues bien, el Valle que llegamos a conocer desde las transformaciones
de los ingenios azucareros en la segunda década del siglo XX y hasta casi la
de los años setenta, está marcado por dos características básicas: primero,
el desarrollo de las grandes plantaciones de la caña azúcar y sus ingenios
procesadores; y segundo, el intenso tráfico que cruza Cali trayendo y lle
vando productos desde la sabana de Bogotá y el eje Cafetero hasta el puerto
de Buenaventura, incluyendo los productos del complejo industrial centra
do en Cali y sus alrededores. A diferencia del territorio del Caquetá, se
realizó así en el Valle la visión de Codazzi. El dijo: “Lo poco que se cultiva
es para el consumo del país, no para llevar a los mercados europeos. Pero
cuando esta provincia tenga una vía al Pacífico y carreteras o ferrocarriles
por todo el extenso valle, y aproveche la navegación por el río Cauca” la
suerte de la región será distinta (Codazzi, 2002, p. 143).
En 1935 Barranquilla, el puerto fluvial sobre el río Magdalena, situado
a media hora del mar Caribe, era una ciudad más populosa que Cali. Hoy
en día Cali puede llegar a ser la segunda ciudad del país cuando, después de
1950 ya ocupaba el tercer lugar detrás de Bogotá y Medellín. Pero ello sólo
fue posible porque el camino de Cali a Buenaventura, al igual que el ferro
carril, fue terminado en 1915, fecha de otra feliz coincidencia: ese mismo
año fue abierto al comercio el Canal de Panamá. Sin esas vías de comuni
cación y, por tanto, sin haber roto ese aislamiento geográfico que permitió
a su vez proyectar el desarrollo económico y tecnológico, el Valle seguiría
siendo solamente una promesa para el futuro.
Tanto los cundinamarqueses del altiplano como los habitantes del Valle
del Cauca, debido a que encontraron dos planicies con un paisaje transfor
mado y, en buena medida, domesticado, se enfrentaron a situaciones simi
lares. Sin embargo, los primeros tuvieron que bajar al río Magdalena a
organizar empresas con productos tropicales y, simultáneamente, debie
ron encontrar o construir las vías de comunicación que los llevarían a ex
portar sus productos y que los forzarían a domesticar el paisaje de tierra
templada y caliente que encontraron en su paso hacia el Magdalena. Los
habitantes del Valle, en cambio, debieron sortear la trepada de la Cordille-
82 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 1850-1930".
Ver por ejemplo el artículo del profesor de la Universidad Nacional de Colombia Thomas Defler
(2001), experto en primates.
94 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930"
Algunas tesis
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Libro: Nación y Etnías Los Conflictos Territoriales en la 1750-1933 -
AMAZONAS. Autores: Camilo Domínguez, Augusto Gómez
ISBN 958-9.5596-4-6, Primera Edición Julio de 1994, Disloque Editores Ltda. Pg.
41, Huitotos congregados para la guerra (Whiffea| 1915, P. 120, Placa No. 22)
CAPÍTULO 5
1 Albis utiliza la expresión "montaña", que es la manera como en Perú, en el siglo XIX y buena
parte del siglo XX, se le dice a la selva. La tierra de los incas se divide en tres principáis
mccrorreg¡obes: costa, sierra y montaña. En Colombia "monraaa'' reguiam^e^irte se entiende
como la región andina que en Perú se llama "sierra" (Albis, citado en Codazzi, 2000, p. 79-129).
AMAZONIA: COROGRAFÍA, QUINA Y CATEQUIZACIÓNNOS 1 03
S^andoy, bajó la cordillera regalando a las tribus que encontró, como era
costumbre, herramíenaas, semillas y gallinas. Pero la misión civilizadora
tuvo también aspectos inesperados, involuntarios. Cuando al regreso de su
viaje pasó por tierras de los indígenas cosacuaty| encontró en la casa del
jefe más de 30 cadáveres apestados por una especie de tisis (Reyes, 1986, p.
11(5). Más adelante dirá: “las tribus salvajes tienden a desaparecer, aniqui
ladas por las epidemias, abusadas y sacrificadas por los que hacen la caza y
el comercio de hombres como en el África, y por los negociantes en caucho”
(p. 138). Reyes comprendía que el esfuerzo por civilizar “estos inmensos
desiertos” tenía sus costos y estaba dispuesto a pagarlos. La lucha por la
civilización era más dura en el bosque húmedo tropical. Mientras que en el
Caribe el colapso demográfico que coincidió con la Conquista había barrido
a la población nativa y la había sustituido, casi por completo, por población
africana, la lucha contra las enfermedades en la Amazonia ponía a prueba
a la población foránea, blanca y mestiza. Observaba, por ejemplo, “que al
principiar los desmontes en la selva virgen, reaparecía la fiebre amarilla”
(p. 173), debilitando y, eventualmenee, liquidando a sus trabajadoees traí
dos de tierras calientes del interior y de la costa Caribe y pacífica de Colom
bia (p. 171). Tan dispuesto estaba Reyes a pagar el precio de la empresa
civilizadora, que sin notoria amarguaa da noticia de que a Néstor, su her
mano, se lo comieron los huitotos (p. 176). En cambio Enrique, su otro
hermano, sucumbió a un ataque de fiebre amarilla en 1886. De regreso del
II Congreso Paaameriaano de México en 1901, trajo una placa que descan
sa en la Catedral Primada de Bogotá con la siguiente inscripción: “A Em^-
que y Néstor Reyes, muertos en servicio de la civilización”,
“Pasaron los años, yo me casé, continué con mis exploraciones, fundé
familia, dejé los desiertos del Amazonas y me vi envuelto en política” (Re
yes, 1986, p. 189). En efecto, Rafael Reyes regresó al interior andino cuan
do el negocio dejó de ser rentaMe, con ánimo de trasudasen a la envidiable
Argentina, la más pujante nadón hispanoamerianna de la época, pero un
golpe de fortuna lo involucró en la guerra de 1885, quedándose en Cali a
defender a sus copartidaries conservadora.. Entrean^o, unos cuantos
quineros quedaron dispersos en el paisaje amazónico y algunos se convir
tieron en caucheros. Los liberales rebeldes fueron derrotados y Rafael Re
yes se convirtió en un prestigioso general conservador en la época en que
Rafael Núñez inició una coalición con los conservadores dando lugar a un
periodo conocido como la Regeneración.
Reyes, en todo caso, era optimista sobre el resultado final de la lucha
civilizadora y sus efectos benéficos. Según el general, gracias a sus herma
nos y a él se logró terminar el comercio de indios en el territorio colombia
no (Reyes, 1986, p. 143). Reyes también cree que la expansión de la
civilización dará lugar a la abolición de la fiebre palúdica, como ocurrió a
AMAZONIA: COROGRAFÍA, QUINA Y CATEQUIZACIÓNNOS 1 09
comienzos del siglo XX en Cuba y Panamá (p. 138). En cierto sentido, Re
yes podría ser considerado un antecesor de los preservacionistas, así como
lo fue su contemporáneo, otro eximio cazador, Theodore Roosevelt. Na
rrando sus aventuras, dice que sus seres amados lo “acompañaban en aque
llas inmensas soledades a sentir la intensidad de una naturaleza primitiva”
(p. 128). “A veces oía los lejanos rugidos de las fieras y veía las sombras de
algunas de ellas en los límites del bosque como temerosas del hombre” (p.
128). Allí “me sentía más dueño de mi personalidad y más cerca de Dios” (p.
128). Si bien Reyes arrancó sus aventuras empresariales en una época libe
ral en que jurídicamente existió un marco de libertad de explotación de
bosques, reconoce el carácter nefasto de esta industria extractiva para la
conservación de los recursos del país: “La extracción de esta corteza se
hacía de un modo bárbaro, por el sistema salvaje de derribar el árbol para
coger la fruta; se derribaba éste y hasta a las raíces se le quitaba la corte
za...” (p. 72). Unas décadas más tarde, y especialmente en su gobierno que
se extiende entre 1904 y 1909, se expidieron normas para sancionar estas
conductas y enseñar otros medios de explotación de la quina (Zárate, 2001,
p. 137-143). Al igual que Roosevelt, Reyes amaba intensamente la natura
leza, pero no necesariamente a los indios que la poblaban, a quienes había
que civilizar.
Reyes no deja de hacerse preguntas de más largo alcance para el futuro
de la región. Por ejemplo: ¿cuál es el porvenir de la Amazonia? Y responde,
con un dejo de perplejidad: en las zonas altas, que tienen un buen clima
para los europeos, no hay problema para poblar. Pero en las zonas bajas, de
clima cálido y fiebres palúdicas, se presenta un dilema: dejarlas en el esta
do de barbarie y salvajismo o procurar la colonización con la raza negra o
amarilla (Reyes, 1986, p. 145-146), ya que “la topografía de Colombia, cuyo
territorio es el más accidentado de toda América...” se divide en dos: uno
pequeño, de clima sano y frío, libre de paludismo, que cubre altitudes de
1000 a 3000 metros. El resto es lo contrario. Por ello, allí la raza blanca no
soporta el clima y por eso “esas regiones están desiertas” (p. 250). Aparte
del caso amazónico, para Reyes el problema de Colombia no era principal
mente ambiental, como luego pensarían conspicuos ideólogos conservado
res, incluido Laureano Gómez, hijo de uno de sus socios en compañías
quineras.3 El problema colombiano era más bien político por causa de las
guerras. Citando al célebre estadista argentino Alberdi, para quien “civili
zar es poblar”, afirma que sin las guerras podría aumentar la población y
extenderse las vías de comunicación (Reyes, 1986, p. 98). Reyes aspira a
que, como en Chile y Argentina, se termine la era de las revoluciones y
comience la de la civilización y el progreso (p. 251).
Con Gómez viajó a Europa. Laureano fue presidente de Colombia a comienzos de la década de
los cincuenta del siglo XX, y Alvaro Gómez, su nieto, escribe el Prólogo de estas Memorias.
110 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930".
ción aceptando que, si era necesario, se podían enviar tropas contra las
tribus “insumisas”.10 No obstante, el Estado como tal prefirió recurrir a
mecanismos con una fuerte función simbólica como es el derecho. La Ley
89 de 1890 constituye la política que definitivamente se dirige a ambos
tipos de indígenas, por una parte, limitando la estrategia de liquidación de
los resguardos pero, a la vez, apuntando a la reducción, es decir, al proceso
civilizador, enfatizando nuevamente el aspecto de la conversión al catoli
cismo. Civilizar, en este caso, no es un fenómeno secular asociado al desa
rrollo del comercio o a la construcción del Estado, sino religioso. Con esta
ley, además, se reafirma otra división oficial de la época entre salvajes,
semisalvajes y civilizados.
La Ley 89 se enmarcaba dentro de una nueva lógica posliberal. Con el
Concordato de 1887, un verdadero tratado internacional, se sentaron las
bases de una política que implicaba la abrogación del poder del Estado en
más de la mitad del territorio colombiano que era zona de frontera, territo
rio de misiones (Bonilla, 1972, p. 59-60). La división de la Ley 89 entre
civilizados y salvajes repartía las responsabilidades y la jurisdicción entre
el Estado y la Iglesia. En desarrollo de la potestad que desde entonces se
reconocía a esta última, la Ley 72 de 1892 “autorizaba al gobierno a delegar
a los misioneros poderes extraordinarios para ejercer autoridad civil, pe
nal y judicial a los catecúmenos, sobre quienes las leyes del resto del país
no se aplicaban” (p. 58). Los padres superiores se consideraron como super
intendentes en jefe de la Policía (p. 58), y al colocar al país legalmente bajo
la soberanía de Jesucristo, los funcionarios debían ser aceptados por el
padre superior de la Misión (p. 59).
Se confió a los capuchinos lo que en el pasado intentaron con relativa
mente poco éxito otras órdenes, en particular, franciscanos y jesuítas. Tuvo
que pasar un siglo para retomar el esfuerzo misionero e intentar reversar
las anteriores circunstancias. El Estado era incapaz de civilizar con una
lógica secular. La tarea encomendada a los capuchinos para la región
amazónica por la nueva alianza entre el Estado y la Iglesia comenzaba por
retomar el camino que, previamente, Agustín Codazzi y Rafael Reyes ha
bían recorrido. Saliendo desde San Juan de Pasto a 2600 metros de altura
sobre el nivel del mar, pasando por la Cocha a 3000, se asomaba la divisoria
de aguas entre el Pacífico y el Amazonas. Bajando nuevamente a 2600
metros estaba el valle de Sibundoy, el lugar más apropiado para reiniciar la
empresa misionera. Los misioneros habían sido exitosos en la “reducción
de indígenas en las tierras altas y frías”. Toda esta región había sido consi
derada como baldíos por Agustín Codazzi, quien no había visto las misiones
que existieron en los siglos previos.
10 Ley 40 de 1868.
114 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 850-1930"
no sólo cristianizar sino, como lo decía Reyes siguiendo una idea difundida
en la época, poblar. Pero los misioneros, por tradición, habían defendido
algunas veces los derechos de los nativos. En este contexto se entienden
las palabras en tono de denuncia de fray Canet de Mar:
Y como en aquellos tiempos no existían allí más habitaciones que
las de los indios, los blancos las iban ocupando a manera de arriendo
baladí, como una piedra de sal, telas y otros objetos de bajo precio...
Luego, a medida que iba pasando el tiempo los blancos ponían en
aquellos terrenos animales como vacas, cerdos, y otros semovientes
y por cuanto las sementeras de los indios no estaban defendidas por
cercos, resultaba que con frecuencia causaban daños... y tan pronto
como realizaban las cosechas, aun antes dejaban paso libre al gana
do. Ante este proceder, los indios viéndose perjudica dos en sus tie
rras, sementeras y casas comenzaron a alejarse del pueblo y a vengarse
de sus opresores siempre que podían... (Bonilla, 1968, p. 67).
De lo anterior se deduce que los blancos iban apoderándose de terre
nos, de tal forma que en 1895 el concejo de Mocoa aprobó la segregación de
70 hectáreas para la fundación de un pueblo llamado Molina. Para 1897 los
colonos comenzaban a construir el caserío, pero los indígenas, en defensa
de su patrimonio, intentaron lograr la restitución de sus tierras. Las Mi
siones llegaron a respaldar a los indígenas contra la invasión, con lo cual se
originó un conflicto. Finalmente en 1902, con la intervención de otro fraile
capuchino, Lorenzo, el cabildo indígena de Sibundoy cedió a los colonos
una zona de terreno en donde se fundó el pueblo de San Francisco. En los
siguientes años se vio cómo los indígenas se alejaban cada día más de los
blancos, muchos para int^^r^mrr^ en las “montañas” (que quiere decir sel
vas), lo que se consideró como una manifestacínn del salvajismo de
sibundoyes e ingas.
El 20 de diciembre de 1904 Roma estableció la Prefectura Apostólica de
Caquetá y Putumayo. Un salto cualitativo en este proceso civilizador ocu
rrió con el nombramiento de Fidel de Montclar quien fue designado por la
Santa Sede en enero de 1905 como prefecto apostólico del Caquetá y
Putumayo, el cual a su arribo al valle del Sibundoy declaró:
La conquista del Putumayo para la civilización cristiana requería
cambiar la actitud proindiana y evangelizadora que caracterizaba la
labor de los misioneros criollos allí instalados por una más enérgica
y acorde con los patrones occidentales de vida. Se trataba de introdu
cir la civilización a las “selvas vírgenes” con un sentido moderno:
propiciando el desarrollo económico del territorio, aperturas de ca
minos, fundación de poblados, fomento agropecuario y comercial
(Bonilla, 1972, p. 106).
Fray Fidel de Montclar era un agente eclesiástico modernizare: en su
concepción, para civilizar no bastaba catequizar sino impulsar el progreso
material. Con todas estas aspiraciones, el padre Montclar solicitó al Estado
AMAZONIA: COROGRAFÍA, QUINA Y CATEQUIZACIÓNNOS 117
Ver Mapas 4 y 5.
Uso el término caucho en sentido general, aunque hay importantes distinciones entre varieda
des La palabra "jebe" es usada en la literatura como el árbol. En cambio "balata" es la leche que
se extrae del caucho.
124 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA INT^ TAI DE COLOMBIA1850-!930".
3 Como llaman los brasileras a la porción del Amazonas aguas arriba de Manaos, es decir, la zona
que antecede al "Encuentro de dos aguas" que es la ccnfluetcia ente el río Negro y el
Amazonss.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 125
venía civilizando, pero como una ráfaga. Si para unos civilizar era cristiani
zar con una nueva mentalidad modermzadora, para el ambicioso empreí^a-
rio peruano era comerciar y organizar la explotación del caucho.
La región poseía fuerza de íi^^I^^^o abundante sin economía monetari,,
lo que facilitaba el sistema de endeude (Robouchon, 1907, p. 55). Se trataba
de un territorio de refugio de indígenas que escapaban de las “correrías” y
“resgates” de portugue^s, práctica iaveteraaa de secuestro y esclavización
de la población nativa desde épocas coloniales. Mientras a fines del siglo
XIX, en Brasil se abolía definitivamente el sistema esclavista, Arana y otros
caucheras lo oem(^^^nM en el Put:umyyo, Caqueáá, Igarpaaraná y
Caraparaná. A diferencia del Brasll, en HispanoamOrira no fue común la
esclavización de indios durante la Colonia. Para consolidar su poder en la
región, no obstante, Arana tuvo que deshaceree poco a poco de los cauche ros
colombianos a .sangre y fuego.
El proceso a través del cual Arana se apoderó de los inmensos territo
rios disputados entre Perú y Colombia fue precedido por la pérdida de in
fluencia de los colombianos en la región. En realidad, Arana no dominó
inmediatarennte el territorio del caucho colombiano con la salida de Reyes
de la región amazónica. Tuvieron que pasar unos quince años, entre 1885 y
1900 para que todas las circunstancias se conjugaran y lo favorecieran.
Unos cuantos caucheros colombianos, tales como Benjamín Laoramaaa ' y
Crioóotomo Hernández, amigos de Reyes, Rafael Tovar y Eladio Trujillo,
entre otros, decidieron continuar comeocir.ado a través de Iquitos (Gómez,
1996; Pennano, 1988, p. 163). Robouchon, el fotógrafo francés contratado
por Arana para mostrar el avance de la civilización en estos territorios,
reconoce la presencta de eotoo caucheros colombianos desde 1880 en el
Caquetá y el Putumayo.
El impulso civilizador del territorio y la gente de la planicie amazónica
-que acabó siendo legal y diplomátícamnnte reconocido a Colombia- fue
peruano y Arana fue figura central en este proceso. Arana era de Rioja,
pueblo de “montaña”, como solían llamar los peruanos a la selva amazónica.
Su familia vendía sombreros de Panamá a los caucheros, entre otros. A los
veinte años colocó un puesto comercial en Tarapoto, en sociedad con su
cuñado Pablo Zumaeta, y se convirtió en un comerciante a “regatón”5 6 en
los oíos Yuvarí, Purús y Acoe' En 1896 ya era un “oubaviador” que se esta
bleció en Iquitos, pero oápidamnnte, con la compañía Julio Cesar Arana y
H^os^. eotableció conexiones con Lisboa, Nueva York y Londres (Peaaano,
1988, p. 163). Inicialmente Arana -que a fiaeo del siglo XIX ya era un avia
dor-,7 que hacía la aavegación por el río Putuntayo desde 1896, tuvo que
asociarse con colombianos.
5 Algunas veces es citado como Larraniaga y otras como Larrañaga.
6 Comerciartte al detal.
7 Aviador le llamaban a los empresarios que adelantaban herramétn^^s y remesas a cambio del
caucho.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 127
Los "Acontecimientos realizados en los ríos Ñapo, Putumayo, Yuruá, y Purús en los años 1901
a 1904, siendo prefecto del Departamento de Loreto el General Pedro Portillo", Archivo de la
Biblioteca Amazónica de Iquitos, p. 25.
1 28 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIAI850-1930".
El Comercio de Lima publicó las atrocidades. Benjamín Saldaba Roca, periodista de Iquitos, hizo
lo propio en La Felpay La Sanción. El periodista de Estados Unidos fue otro que realizó denun
cias tempranas. Los archivos municipales de Iquitos se quemaron en 1991 y con ello se perdie
ron los periódicos correspondientes que pueden descansar en Lima y en otras bibliotecas.
Prefacio de Mitchell: 1909-1914, documentación del genocidio basado en Black Diaries. Éstos
fueron dados a la luz pública en marzo de 1994.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 129
Grandes terriCorias en el norte (upriver), lejos de los puertos importantes, y pequeños y media
nos productotes certa de las tres grandes ciudades. Tesis controversial: a) la industria de caucho
silvestre no fue ineficienee; b) la captura de excedentes fue alta en las tres grandes ciudades; por
último, el problema no estuvo en que todo el dinero se fue para el extranjero, sino en que los
gobiernos no se dedicaron a la industriaiización o diversificación económica si no para asegurar
retlamationes t^i^^io3ri^l« y concesiones, articulación regional y subsidios estatales.
Caucheros: indígena,, p. 45-46. Informe del intendente del Putumayo: los caucheros son
descritos ccmc los conqulstadors■5 de Bartoiomé de Las Casas. Rogerio María Becerra, 1906,
ANC SR FMG S 1’. T. 502, foSs. 23-24.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 131
la segunda década del siglo XX, y dado que los árboles se encontraban dis
persos en medio del bosque, los caucheros de los afluentes del norte del
Amazonas peruano y colombiano tendían a convertirse en verdaderos em
presarios territoriales.
La técnica de explotación se puede resumir en las palabras de otro
explorador que con el paso del tiempo se convirtió en un fiero defensor de
los intereses diplomáticos colombianos. En 1917 dice Demetrio Salamanca,
contemporáneo e inicial compañero de aventura de Rafael Reyes: “La ex
tensión de la estrada es más o menos de 6 kilómetros según sea la abun
dancia de los árboles y de la habilidad del que la abre; en 8 días se abre una
estrada, dejando bien limpio el rededor de cada árbol de jeve” (Salamanca,
1994, p. 53). Esta estrada era una especie de trocha limpia que permitía el
desplazamiento de quienes “ordeñaban” el árbol. También existía otro mé
todo al que se refería como un “procedimiento bárbaro llamado de ‘arroyo’
que seca los árboles en la zona meridional y oriental de Colombia” (p. 56).
Con excepción de algunas regiones específicas, el caucho que se distingue
de la siringa, muy difundida en la región del sur del Amazonas y en Acre,
territorio boliviano en aquella época, no se podía “ordeñar” en la forma que
menciona Salamanca, y se le aplicaba el procedimiento insostenible del
“arroyo”. En cambio, “sucede con el árbol de hevea como con las vacas; esto
es, al principio dan poca leche, y su secreción va aumentando a medida que
se las ordeña. Da jugo durante 30 años” (p. 57). No obstante, los caucheros
del Caquetá y del Putumayo se negaban a seguir indicaciones oficiales so
bre aniquilamiento de los árboles ya que esto no era rentable. La disper
sión de los árboles y la dificultad para ordeñarlos forzaba a que los caucheros
utilizaran una fuerza de trabajo cuasi nómada en busca de nuevos cauchales,
y que los empresarios aspiraran a un control territorial, lo que implicaba
inmensas porciones de tierra para ser explotadas.
Así como la labor civilizadora de la Iglesia tenía no sólo el componente
misionero sino también de nacionalización de la selva y su gente, por su
parte, la iniciativa privada alegaba que la empresa cauchera tenía un papel
patriótico. Como hemos visto, Zumaeta, apoderado y cuñado de Arana, en
sus memoriales aducía que el juez peruano había fallado erróneamente
cuando algunos caucheros colombianos fueron dejados en libertad por la
justicia peruana a comienzos del siglo XX aduciendo que se trataba de deli
tos cometidos en otro país. De hecho, Arana y Zumaeta explotaron la idea
de que eran unos verdaderos patriotas peruanos en la cuestión cauchera, y
que las acusaciones contra la Rubber Peruvian Company estaban asocia
das a intereses extranjeros en contra de Perú. Dice Zumaeta en los memo
riales citados que “aprovechándose de esta inexperiencia (del juez peruano)
algunos forajidos colombianos” lograron influir en el proceso. La verdad es
que algo de razón les cabía. A comienzos del siglo XX los colombianos fue
ron llevados a Iquitos no como enemigos sino como competidores comer-
132 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOM^I3K185^01!390".
ciales. En medio de la Guerra de los Mil Días, para los caucheros colombiía
nos era más fácil aprovisionarse de productos peruanos y brasileros prove
nientes de lquitxs, en primer lugar, o de Manaos, ya que era muy difícil
tI•ansirar por las vías hacia Pasto, Neiva o Popayán. Ese grano de razón
que asistía a los caucheros tenía que ver con que efectivamente eran los
peruanos quienes estaban civilizando. De esta manera, la labor patriótica
tenía una doble faz. De un lado, implicaba la apropiación nacional de los
territorios y, de otro, la labor civilizadora frente a los salvajes.
El editor peruano del texto de Robouchon cuenta que su trabajo quedó
incompleto ya que desapareció en inmediaciones de El Retiro, a orillas del
Putumayo. Y agrega que los Arana creen que fue víctima de tribus antro-
pófagas (Robouchon, 1907, p. vii). En otras versiones, Robouchon fue asesi
nado por órdenes de Arana, ya que la información que había recogido era
bartante comprometedora para los intereses del magnate. Por gestión de
la empresa fue publicado post mortem su libro con nutridas fotografías del
periodista francés. El editor que hace la presentadón dice que “los señores
Arana y Hermanos, consultando sus intereses, y movidos a la vez por un
explicable sentimiento patriótico, han puesto el mayor empeño en reducir
a cierto grado de cultura o civilización a los indios salvajes, y en gran parte
antropófagos, que habitan en estas latitude””. La percepción entre los
caucheros era que los salvajes eran animales, no gente.13 Por ello, los
caucheros peruanos también civilizaron en otro sentido: impusieron el es
pañol sobre el quechua que por un buen tiempo los misioneros españoles
trataron de instaurar como lengua franca. “Por el establecimiento de las
empresas caucheras de Arana sobre el Putumayo y el Caquetá, ha sido
considerado por sus simpatizanees como defensor del teoritor)o nacional”
peruano (Penaaao, 1988, p. 237). La Casa Arana, así como los misioneros
en el Alto Putumayo, fueron una especie de Estado dentro del Estado. Ya
desde 1907, la labor patriótica de Arana se vio recompensada con el apoyo
del ejército peruano.
Con el problema de Arana y la crisis del caucho, los negocios se fueron
enrareciendo y los indios empezaron a resistir la esclavización con más
éxito. Bernardmo Ramírez recoge el informe de la Comisión del Yarí que
cuenta que una cuadrilla de huitotos suelen pasar a trabajar por unos días
pero luego abandonan el trabajo y desaparecen.14 Le pasó también a un
señor de nombre Lisandro Arias, a quien además le asesinaron un auxiliar'.
Constata el citado corregidor que la zona está despoblada y que las anti
guas factorías caucheras colombianas están desiertas y las de Arana de
Puerto Pizarro y las Delicias están incendiadas.15
'3 "Señor, no son gente, son animales", citado en Roberto Pineda (2000).
’4 AGN, Florencia, 27-09-1912, Sección República, tomo 694, fols. 276-277.
15 AGN, Florencia, 27-09-1912, Sección Repút^ca, tomo 694, fol. 227, trtuío cap. 6.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 133
16 Fuente de la soberanía sobre un territorio basado en un título jurídico vigente, en contraste con
la posesión material o física del territorio que no requiere de un título jurídico.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 1 35
ríanos que consideran que no tiene una fuerza jurídica del mismo nivel que
el Tratado de San Idelfonso de 1776. Raimondi también afirma que con la
Convención especial de comercio, navegación fluvial, extradición y límites
de 1851, en su artículo 7 Perú aceptó el Uti possidetis (de facto) (estatus
quo o modus vivendi). Considera que con este tratado Perú perdió territo
rio a manos de Brasil ya que aceptó la línea Apaporis-Tabatinga y, en conse
cuencia, cedió la desembocadura del Caquetá y el Putumayo en el Amazonas
a los brasileros. Raimondi no ignora la presencia de colombianos. En este
tomo reconoce que Pedro Mosquera, afrocolombiano, recorrió la parte alta
del Putumayo acompañando a Agustín Codazzi, y también da cuenta del
viaje de Reyes a comienzos de los años setenta del siglo XIX por el Putumayo
y el Amazonas, y de su regreso en las lanchas Santa Cruz y Tundama, esta
última conducida por Alfredo Simpson. Raimondi sitúa los antecedentes de
los límites de Perú en el Tratado de San Idelfonso de 1776, y acepta la
modificación del Uti possidetis iure diciendo: “Dejemos por ahora esta últi
ma parte del tratado de San Idelfonso en la que se hayan comprendidos los
límites de la actual república de Perú con el Brasil y los de la Nueva Grana
da con el mismo imperio; límites que en lo que toca al Perú, han sido
modificados en 1851 en un tratado entre esta república y el Brasil...”
La imperiosa necesidad de la elite peruana de acceder a la economía
atlántica -sólo posible a través de Panamá que en la época era territorio
colombiano, o de un larguísimo rodeo por el sur a través del estrecho de
Magallanes-, y el hecho de que para Colombia la región no tenía importan
cia estratégica debido a que contaba con su acceso a la costa Caribe explica,
en parte, el que los gobernantes peruanos se hayan adelantado sobre los
colombianos en cuanto a su presencia en la Amazonia. Ya en 1832, Perú y
Ecuador suscribieron un tratado ignorando los derechos de Colombia.17
Parece ser que los colombianos fueron los últimos de los estados ribereños
en darse cuenta de la importancia de la cuenca amazónica. Gracias a las
exploraciones y los negocios de quina de Rafael Reyes, las elites fueron
notificadas sobre el peligro que corrían los intereses colombianos en la
región. Las guerras civiles permanentes en Colombia durante el siglo XIX
colombianizaron el territorio concentrado sobre los Andes y la costa Cari
be, y desviaron la atención de las elites colombianas de la región amazónica.
Se necesitó que ocurrieran algunos acontecimientos extraordinarios. Y ellos
tuvieron lugar a comienzos del siglo XX. La secesión de Panamá encendió
por primera vez las pasiones nacionalistas y la bonanza de la economía del
caucho que erosionó las pretensiones colombianas en la región por obra y
gracia del predominio peruano fueron los acontecimientos que empezaron
a cambiar la situación de ignorancia y abandono de la región. No obstante,
17
Herrera-Ponte Ribeiro, línea Apaporis-Tabatinga.
136 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIAI850-1930".
Este comentario se restringe a la Amazonia, pero no es válido para la costa Atlántica brasilera en
la época del descubrimiento y la colonización. Ver De Holanda (1987). Aunque el proyecto de De
Holanda es probar la omnipresencia de los imaginarios edénicos, su caso más difícil es el de la
Amazonia. Reconoce explícitamente que el mito de la Amazonia con sus mujeres guerreras "es
el que menos se afilia, en apariencia, con los motivos edénicos" (p. 60-61).
144 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA1850-1930".
so Fondo Miscelánea Misiones, tomo 2, indios de Icabates y Payaguas, Jurisdicción franciscana, fol.
512.533.
146 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA1850-1930".
51 Por ello, ya la Ley 30 de julio de 1824 promovía la repartición de tierras para ganadería y la
adjudicación de baldías.
52 Decreto, mayo 29 de 1848, artículo 25, Ley 39 de 1868.
CAUCHO, GEOPOLÍTICA E IMAGINARIOS 147
"En la tribu árabe que vaga por las soledades asiáticas... el progreso está sofocado porque no
puede haber progreso sin la posesión permanente del suelo, sin la ciudad" (Sarmiento, 1896, p
29).
151
2 Ver Mapas 7
3 Ver Mapa 8
4 Ver mapa 9, 10 Y 11
156 "FIEBRE DE TIERRA CALIENTE. UNA HISTORIA AMBIENTAL DE COLOMBIA 1850-1930".
Manuccript: "Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas" ("The
Tought oí the Indian Educated in the CoR^mten Forest"). Una vessión pt^loli^^^ en ingms
puede verse en Gonaalo Cbtt¡lio-Cátdbnas (1987, p. 97-153").
157
En la época en que estaba escribiendo este texto, el presidente George Bush decidió invadir Irak
con el pretexto de que poseía "armas de destrucción masiva".
159
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163
Mapa No. 1
Mapa No. 2
Mapa No. 3
Mapa No. 4
Mapa No. 5
cí>
o
Mar Caribe
C"
Océano Pacifico
Mapa No. 6
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Mapa No. 13
Islas Panameñas
OCÉANO
Estrecho de Cali
Estrecho de la Providencia
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lismo de Aponte