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DERECHO ECONÓMICO
PROFR. RICARDO OLIVEROS HERRERA
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I. EL DERECHO ECONÓMICO COMO EJE RECTOR DE LA
ECONOMÍA MEXICANA.
“Donde está el hombre, está el derecho” (ubi homo, bis ius) es la premisa con
la que comienza Rafael Muñoz Fraga su estudio y análisis de la teoría general del
Derecho Económico, haciendo alusión a la realidad expresada por los pensadores
de la antigüedad, consistente en que cuando un grupo de seres humanos se agrupa,
se hace indispensable la creación de normas de conducta a las que el propio grupo
debe sujetarse; por lo que es correcto decir que el Derecho existe desde que existen
las sociedades humanas. Lo anterior obedeció a la necesidad de garantizarse su
seguridad física, en un principio, y jurídica, posteriormente.
1
Marx
2
Muñoz Fraga p. 6
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racionalizando e incorporando al derecho positivo de los Estados modernos. De esta
manera surge el Derecho Económico, como lo conocemos hoy en día.
1
La soberanía como un componente fáctico del Estado: COVIÁN ANDRADE, Miguel, Teoría constitucional,
México, CEDIPC, 2005, p. 131.
2
Muñoz Fraga p. 10.
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El Estado Mexicano asume la rectoría de la economía1 y se convierte en el
responsable de garantizar el desarrollo de cualquier actividad económica del
país, adoptando el modelo del Estado Benefactor (artículo 25, primer párrafo).
Se adoptó una economía mixta: acepta tanto a empresas privadas como a
estatales, permitiendo cierto grado de libre mercado pero procurando regular
sus excesos, reservándole al Estado ciertos sectores estratégicos (artículo 25,
tercer párrafo).
El Estado se reserva, a su cargo y de manera exclusiva, las áreas
consideradas estratégicas (artículo 28, cuarto párrafo).
Estableció una planificación sexenal obligatoria para coordinar el desarrollo
nacional (artículo 26).
La propiedad de todas las tierras y aguas nacionales es originaria de la
Nación, pero ésta conviene en transmitir el dominio de ellas a los particulares
–salvo ciertas excepciones–, constituyendo así la propiedad privada (artículo
27).
Se busca defender la libre competencia, combatiendo prácticas monopólicas
y defendiendo los derechos del consumidor (artículo 28).
1
Las formas de intervención estatal en la economía se abordarán en el siguiente apartado.
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II. LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN LA ECONOMÍA.
1
Comenzó a ponerse en práctica con las políticas del New Deal, durante la presidencia de Franklin Roosevelt
en Estados Unidos, como forma de hacer frente a la Gran Depresión.
2
Allan R., BREWER CARIAS, “La planificación del desarrollo económico y social en Venezuela”, México,
UNAM, p.8.
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CETES1), campañas de promoción turística, etcétera. Lo que caracteriza a esta
forma de intervención es que no representa una injerencia directa de los agentes
económicos, razón por la cual es considerada la más adecuada por parte de la
mayoría de los liberales.
Orientación económica: tomando en cuenta las ventajas comparativas que tiene
el país respecto a otros –o que al menos así se cree–, el gobierno puede orientar
al aparato productivo para encaminarlo en esa área mediante un conjunto de
decisiones que pueden ir desde el gasto público hasta la política monetaria,
propiamente dicha: el manejo de la tasa de interés, desde el Banco Central, para
aumentar o disminuir los niveles de inversión o de ahorro. Es la macroeconomía
en todo su esplendor.
Regulación económica: es a partir de aquí que el Estado toma papeles más
activos en la actividad productiva. Para ello se vale de normas jurídicas que,
precisamente por serlo, conllevan una sanción para el que no las observa, y en
realidad el derecho mercantil, corporativo y laboral son parte de esta regulación:
limitaciones e indicaciones generales para el funcionamiento de las empresas
privadas, reglas sanitarias, regulación a las tasas de interés, legislación laboral,
derecho ambiental. Pero sin duda las medidas más empleadas y más polémicas
son: el control de precios a los productos básicos, los impuestos al comercio
exterior, y el asistencialismo para combatir la pobreza. Las tendencias liberales
abogan por mantener la intervención a no más de este nivel.
Rectoría del Estado: aquí se pasa de la intervención inductiva a la indicativa, el
Estado se asume como el responsable de garantizar el desarrollo de cualquier
actividad económica que se realice en el país, desapareciendo la frontera entre las
actividades propias del sector privado y las del público pues, aunque sigue
existiendo la propiedad privada y la economía del mercado, el gobierno goza de
amplias facultades jurídicas para encauzar los procesos económicos hacia los
objetivos que ya ha previamente sistematizado y definido. Es el sistema preferido
1
Certificados de la Tesorería de la Federación: títulos de crédito al portador que se encuentran bajo
responsabilidad del Gobierno Federal, y son vendidos por éste para financiar sus proyectos, ofreciendo
rendimientos acompañados de una mayor certidumbre (en teoría), para los inversionistas, de que su dinero
será recuperado.
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por los regímenes socialdemócratas y keynesianos, pues le da una gran prioridad
a los derechos sociales y colectivos frente a los derechos individuales, pero sin
llegar a los extremos totalitarios del socialismo. Puede ser muy eficaz para
conseguir objetivos generales a corto y mediano plazo, o en situaciones de guerra
(que se torna inevitable), pero tiende a verse superado por la realidad cuando se
desea implementarlo a largo plazo.
Control total: es la economía centralmente planificada en todo su esplendor. El
Estado es el medio y el fin máximo, jurídicamente propietario de todos los medios
de producción y controlador del suministro de bienes y servicios. Tiene su origen
en diversas ideologías colectivistas y constructivistas que conciben al Estado como
la organización humana idónea para encaminar a la humanidad hacia el máximo
bienestar, aunque es ahí donde se ramifican cada uno de los sistemas estatistas:
el socialismo, el comunismo y el fascismo son sus principales exponentes. El gran
problema con este sistema, evidentemente, es que el gobierno aspira a predecir y
controlar todas las variables económicas, y no podrá tener éxito hasta que no
consiga la autarquía económica y el mayor control posible sobre la población.
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III. LA JUSTA DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA.
1
La riqueza de las naciones (citar).
2
Citar a Malthus.
3
Muñoz Fraga p. 64.
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naturalmente será muy diferente la utilidad (renta) generada por cada uno de ellos,
además de que es imposible encaminarlos a todos en un mismo sentido –además
de que, para los liberales, es algo indeseable–; por ello han defendido que el
Estado se enfoque en propiciar las condiciones suficientes para que todos puedan
desarrollar la actividad más acorde a sus capacidades e intereses sin que se vea
comprometida su subsistencia por la naturaleza de los trabajos de aquellos que
tienen más; sin perjuicio de que se les permita acceder a medios de producción
diversos cuando tengan las capacidades para ello. En virtud de ello, han
subrayado la innegable circunstancia de que no todos tienen la motivación de
dirigir los medios de generación de riqueza (además de que no están obligados a
tenerla, pues de lo contrario no existiría una división del trabajo). De esta manera
los Estados modernos han sido interpelados para generar estas condiciones por
medio de los mecanismos que se enuncian a continuación:
Protección a la seguridad del trabajador: sólo con la seguridad jurídica
que una adecuada legislación laboral y mercantil puede proporcionar, los
trabajadores contarán con la certidumbre personal y psicológica de que
percibirán los frutos de su trabajo en forma proporcional al mismo, pues el
Estado garantizará que no se vean consumidos por ambiciones egoístas de
los propios particulares (monopolios) ni de grupos criminales.
Política fiscal: captando una parte proporcional y equitativa de la renta
generada por cada uno de los agentes económicos, el Estado podrá dedicarla
a prestar eficazmente los servicios públicos que le corresponden, y con
dichos ingresos propiciar condiciones para que los menos favorecidos
puedan acceder a más y mejores maneras de superarse económicamente.
Al respecto, el artículo 31 en su fracción IV de nuestra Constitución impone
los principios fundamentales del sistema tributario mexicano, a saber:
o Legalidad: que las contribuciones fiscales estén debidamente
contempladas y reguladas por una Ley material, evitando
arbitrariedades de la autoridad administrativa.
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o Proporcionalidad: que el monto de la contribución esté cuantificado a
razón de la capacidad económica del sujeto obligado –tratándose de
impuestos- o en proporción al servicio disfrutado.
o Equidad: que las cuotas de sus cobros sean iguales para todos los que
se encuentren la misma situación prevista por la norma, o en casos
análogos.
o Que las contribuciones se destinen al gasto público: lo cual
constituye el espíritu de la función recaudadora del Estado.
Política monetaria: es otra forma indirecta de regular las condiciones
económicas. A través de un Banco Central autónomo que gestione la
emisión de moneda y las tasas de interés, se puede evitar la inflación que
un crecimiento o disminución desmedidas de la demanda puede provocar,
sin intervenir directamente en los procesos productivos.
Asistencialismo y seguridad social: de entrada, es forzoso señalar que
no son conceptos iguales. La seguridad social, que se mantiene con
aportaciones reales de los tres sectores de la economía, ha demostrado ser
indiscutiblemente necesaria. Pero la entrega de apoyos económicos en
especie a los sectores vulnerables (asistencialismo) ha sido a la vez muy
demandada y criticada, por el mal uso que se le puede dar desde la élite en
el poder (una forma muy común de generar una base de seguidores
clientelar y manipulada a favor del gobierno en turno), además de que sólo
conforma un remedio paliativo para los problemas de esta población, sin
generarles condiciones reales y permanentes para superarse.
Los mecanismos citados son los que actualmente han sido más aceptados para
hacer frente al problema de la distribución de la riqueza, tanto en los regímenes
neoliberales como en los que se rigen bajo el esquema del Estado Benefactor. Sin
embargo, en su momento la propuesta socialista consideró que no era posible una
justicia social y distributiva real mientras los trabajadores no recuperaran la
propiedad absoluta de los medios de producción, eliminando así el obstáculo que a
juicio de Marx representaban los intermediarios que retenían parte de la utilidad
generada por el trabajador para reinvertirlo en la generación de más capital. El
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problema con este sistema fue, bajo el criterio de la mayoría de los defensores de
la propiedad privada y que yo mismo comparto, implementar un sistema así sólo
sería posible si el Estado y los obreros –en un primer momento– tuvieran la
capacidad de prever y controlar cada una de las variables económicas y políticas
del país, además de mantener un nivel de competitividad adecuado a pesar de
haberse visto privados del estímulo a la innovación que la generación de utilidades
representa.
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IV. CONCLUSIÓN PERSONAL
“La primera y principal víctima del peso del Estado es la propia persona de aquél que lo
representa.”
Sin duda alguna se pueden escribir bastantes tratados sobre los dilemas de la
intervención estatal en la economía y la justa distribución de la riqueza, pues de las
diferentes respuestas a éstos parte la gran diversidad de ideologías políticas que se
encuentran vigentes. Tras la lectura durante el último par de años sobre el surtido
extenso de propuestas de distintas corrientes, compulsadas con las experiencias
particulares de los países más sobresalientes a lo largo de la historia,
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