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parte de nuestra vida cotidiana, de manera tal que evaluamos objetos, animales, personas y
cualquier cosa con la que nos topemos en nuestro medio, pero también, evaluamos nuestro
propio sentir y actuar. Cuestionamientos como: ¿Es normal que mi auto haga este ruido?, ¿es
normal que mi mascota gire tratando de alcanzar su propia cola?, ¿es normal tartamudear
cuando estoy nervioso?, ¿cómo es una niña normal?, etc. Están presentes día a día, son pues,
normales, están tan interiorizados que muchos de éstos guían nuestro comportamiento sin que
hombre normal?, ¿cómo es el cuerpo de una mujer normal?, ¿cómo es un hombre o una mujer
normal? están detrás del comportamiento de muchas personas y son clave para comprender
las relaciones que existen entre hombres y mujeres. Pareciera que lo normal es que todos
sepamos que es lo normal, aún cuando, muchas veces, ni siquiera nos lo preguntamos.
sexualidad y el género para así ofrecer alternativas a este comportamiento que hemos
Durante mis años de formación como psicólogo, tuve un profesor que, de manera
irónica y en un tono hilarante solía repetir constantemente en las asignaturas que impartía que
la especie humana actual se veía afectada a escalas considerables como epidemia de una muy
extraña enfermedad llamada “conceptualitis”, refería que era “la enfermedad del siglo XXI,
peor que el cáncer y el SIDA, más incapacitante que cualquier otra enfermedad que
conozcamos”, en un inicio, el comentario siempre despertaba risas entre mis compañeros y en
mi, pero conforme fue pasando el tiempo fui reflexionando más acerca de ello, hasta que en
una ocasión decidí preguntarle de manera seria a que se refería con aquel comentario tan
hilarante, la respuesta que obtuve despertó aún más mi inquietud, dicho profesor respondió
que a la especie humana nos encanta definir, etiquetar, clasificar y evaluar absolutamente
todo, pero, más grave aún, evaluar de una forma tan simple que sólo nos permitía ver dos
opciones: normal y anormal. Igual que yo en ese momento, el lector puede estarse haciendo
la pregunta más lógica: pero, ¿y qué es lo normal?, esta es una pregunta que pretendo
responder a lo largo de este ensayo; por lo pronto considero importante sentar bases para
Real Academia de la Lengua Española (2018), institución que refiere que lo normal es
regla y, 4) que por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de
antemano. Esta definición resulta relevante dado que un diccionario es la traducción escrita
del lenguaje común del vulgo, por lo que, en teoría, las definiciones que ofrece son reflejo
directo del uso que las personas le damos al lenguaje; más allá de la discusión que podamos
generar sobre la credibilidad de la RAE actualmente - lo que por sí mismo daría para un
al integrarlas, podemos decir, entre otras palabras que lo normal es todo aquello que se ajusta
Patiño una mujer vallista española, competidora olímpica que durante los juegos olímpicos de
1988 y debido a que olvidó llevar consigo un certificado que dejara constancia de que era
mujer - sí, esto era necesario para un departamento llamado “control de feminidad” en los
finalidad de comprobar lo evidente: que era una mujer, un examen que para Patiño pudo
parecer un simple requisito más para su competición, hasta que los médicos le comunicaron
que no había pasado este examen pues sus células contenían un cromosoma Y, por lo que, a
ojos de los médicos, era un macho humano; la historia para Patiño no fue sencilla, sin
embargo, para efectos de este ensayo, quisiera centrarme en el hecho de que, ella se veía
como una mujer, se vivía así misma como una mujer, su entorno la veía como mujer, incluso
llevaba un nombre comúnmente otorgado a mujeres, y sin embargo, algo a nivel celular, algo
que no era observable a simple vista - tanto que nadie, ni ella misma siquiera sospechó -
indica que, a nivel cromosómico, era un hombre, lo que fácilmente podría llevarnos al
cuestionamiento de ¿era en realidad una mujer o un hombre? o ¿qué era María Patiño?,
podríamos tratar de dar respuestas, pero debido a que comúnmente no existe una
denominación para una persona que no encaje en alguna categoría del binomio mujer-
hombre, irremediablemente llegaríamos a la conclusión de que Patiño podría ser una de dos
opciones: una mujer anormal o bien, un hombre anormal, lógico ¿no creen?, sobre todo si
recordamos que lo normal, como se mencionó con anterioridad, es aquello que se ajusta a una
norma fijada a priori - como el hecho del estereotipo de una mujer o un hombre - que sirve
como regla - igual que el departamento de “control de feminidad” estableció que mujeres sí y
que mujeres no participan en competencias femeninas - y que se halla en su estado natural, tal
como es natural que un hombre, a nivel cromosómico sea XY y una mujer XX, aunque,
respecto a esto último, valdría la pena preguntarnos ¿acaso María Patiño no era un ser
humano “natural”?, que se sepa, la manera en la que esta deportista se desarrolló a nivel
prenatal fue completamente natural, sin alguna intervención de cualquier tipo que tuviera la
finalidad de modificar algún aspecto de su ser, es decir, Patiño no era un ser humano
artificial, por cuestiones que pasaron naturalmente nació con un cromosoma Y pero con una
apariencia física de hembra humana; luego entonces, ¿será acaso que lo normal no es
Hasta aquí, todo normal, sin embargo, es bien sabido que la interacción entre seres
humanos no es tan sencilla como una simple distribución poblacional, pues se encuentra
plagada por absolutamente todos lados de factores psicológicos pero, sobre todo, sociales, y
es aquí donde surge un concepto clave para entender la visión actual de lo normal y lo
anormal: el poder. Para Foucault (2003), nuestra sociedad utiliza el poder para normalizar, es
pues, una sociedad normalizadora, este pensador entiende la normalización como un proceso
que ejecuta un sistema con la finalidad de distribuir a todas las personas en diferentes
categorías, mismas que terminan por entrar en una jerarquía, donde aquellas que ejercen el
poder, es decir, grupos mayoritarios, se consideran normales, mientras que todos aquellos que
trasfondo que subyace a los términos de normal y anormal, a lo largo de la historia, los
grupos mayoritarios y/o dominantes han ejercido el poder para mantener controlada a las
minorías, han nacido así, grupos hegemónicos, es decir, grupos con capacidad para ejercer el
evolucionado a lo normal, mientras que los grupos con menor capacidad para ejercer el poder
compartía, esta mayoría continuó por generar privilegios, mismos que los grupos
mayoritarios intentar mantener casi a toda costa - y claro, a nadie nos gusta perder privilegios
tanto es la regla a la que los sujetos deben ajustarse, es así como surgen grupos hegemónicos,
que para controlar a los grupos minoritarios dotan al término normal con adjetivos como
bueno y/o saludable, por último, casi como una cuestión lógica y mecánica, si lo anormal es
ahora malo y enfermo, se torna necesario desplazarlo para poder mantenerlo bajo control. De
esta manera obtenemos una ecuación simple pero contundente, mediante la cual se han
legitimado atrocidades como la violencia, guerras, machismo, sexismo, etc. Ferney (2016):
María Patiño, nuestra deportista anormal, es un claro ejemplo de que lo que se sale de
con el equipo olímpico femenil español, las autoridades deportivas le sugirieron fingir una
lesión para retirarse y no hacer pública tan controversial situación, en cuestión de tiempo, el
asunto se dio a conocer en prensa, lo que desató un debate que terminó en el retiro de los
títulos que ella había logrado durante su vida y también de su licencia federativa para
las becas con las que contaba y fue prácticamente borrada del mapa deportivo. En un abrir y
cerrar de ojos, su vida dio un giro radical para mal, pues perdió la carrera a la que le había
dedicado gran parte de su vida y se quedó sin sustento para vivir, todo por una situación
Tal como este caso, existen muchos otros, cientos, miles, millones quizá, de personas
adjetivos normal y anormal, han derivado en muchos casos de violencia hacia personas,
grupos y comunidades enteras, quienes por cuestiones fuera de su decisión se ven vulnerados
que como personas normales podamos tener para evitar utilizarlos para violentar a otros, así
saludable.
pues, por ejemplo, en la práctica clínica muchas de las personas que acuden - y acudirán - a
nosotros, lo harán muchas veces por las repercusiones que esta etiqueta de anormal le han
intercambio de opiniones, espacios formativos e interactivos para que esta información llegue
Bibliografía