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S. 106. XXIX.

RECURSO DE HECHO
Spinosa Melo, Oscar Federico s/ ame-
nazas -causa n° 106-.

Buenos Aires, 27 de diciembre de 1996.


Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por la
querella en la causa Spinosa Melo, Oscar Federico s/
amenazas -causa n° 106-", para decidir sobre su
procedencia.
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación
origina esta presentación directa, es inadmisible (art. 280
del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, se desestima la queja. Declárase perdido el
depósito de fs. 1. Notifíquese y, oportunamente, archívese
previa devolución de los autos principales. JULIO S.
NAZARENO - EDUARDO MOLINE O'CONNOR -CARLOS S. FAYT (en
disidencia) - LEANDRO S. COSTAS - ANTONIO BOGGIANO - JORGE
EDUARDO BARRAL - GUILLERMO A. F. LOPEZ (en disidencia) -
GUSTAVO A. BOSSERT (en disidencia)- ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ
(en disidencia).
ES COPIA
DISI-//-
2 S. 106. XXIX.
RECURSO DE HECHO
Spinosa Melo, Oscar Federico s/ ame-
nazas -causa n° 106-.

-//-DENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON CARLOS S.


FAYT, DON GUILLERMO A. F. LOPEZ, DON GUSTAVO A. BOSSERT Y
DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ
Considerando:
1°) Que contra la sentencia del Tribunal Oral en
lo Criminal N° 8 que absolvió a Oscar Federico Spinosa Melo
respecto del delito de amenazas reiterado -dos hechos- por
el que había sido acusado, la querella interpuso el recurso
extraordinario cuya denegación originó esta queja.
2°) Que el apelante se excusó de haber
interpuesto el recurso de casación previsto por el art. 456
y sgtes. del Código Procesal Penal, en razón de la índole
del delito y porque no se daban los presupuestos de los
arts. 458, inc. 1° y 460 del mismo cuerpo legal.
3°) Que si bien esta Corte en la causa: G.342.
XXVI. "Giroldi, Horacio David y otro s/ recurso de casación
-causa N° 32/93-", fallada el 7 de abril de 1995, declaró
la inconstitucionalidad de la limitación establecida en la
norma citada en el considerando anterior, por los
fundamentos desarrollados en el precedente de Fallos:
308:552 -"Tellez"- dispuso que las pautas fijadas en aquel
pronunciamiento sólo serían de aplicación para el futuro.
Lo contrario conduciría a un resultado adverso al
que se pretendió lograr, ya que se impediría la apertura de
la instancia extraordinaria en un momento en que el acceso
a la Cámara Nacional de Casación Penal se encuentra
clausurado por la preclusión en la etapa pertinente (confr.
causa: M. 671.XXVII. "Montero, Rubén Darío s/ robo",
resuelta el 5 de
-//-
-//- octubre de 1995, entre muchas otras).
En tales condiciones, corresponde que este Tribunal
se avoque al conocimiento del fondo del asunto.
4°) Que de conformidad con las constancias de la
causa surge que el día 2 de julio de 1993, siendo las 15,15
hs. aproximadamente, en una confitería de esta Capital, Oscar
Federico Spinosa Melo se acerca a la mesa ocupada por el
querellante y le dice: "sos un maricón y yo te voy a hacer un
ajuste de cuentas" (testigo Bordón -mozo- fs. 24 vta.); o
bien "míreme, soy Spinoza Melo, míreme bien porque el ajuste
de cuentas de tu vida lo voy a hacer yo" (querellante, fs.
11); o "te voy a hacer un ajuste de cuentas" (testigo Nofal,
fs. 12 vta.). Transcurridos unos veinte minutos, y ya en la
vereda del establecimiento, el imputado se aproxima otra vez
y reitera varios improperios y además "ya vas a ver, te voy a
hacer un ajuste de cuentas" (testigo Nofal, fs. 13); o bien
"te voy a matar, ya vas a ver quien soy yo..." (querellante
fs. 11 vta.); o "yo mismo voy a saldar cuentas con vos"
(testigo Cordero, fs. 61 vta.).
Los hechos que se atribuyen al procesado en el re-
querimiento de elevación a juicio son: 1) amenazas de muerte
que, con el propósito de alarmar o amedrentar a su destinata-
rio, el imputado habría dirigido al querellante y 2) las ame-
nazas de muerte que, con idéntica finalidad, el aludido Spi-
nosa Melo habría formulado al querellante, entre diez y vein-
te minutos después del episodio anterior.
5°) Que el tribunal oral, por mayoría, absolvió por
el beneficio de la duda, al estimar que la prueba reunida no
era suficiente para fundar un juicio de condena, tanto en
relación con el elemento subjetivo del delito como respec
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-//- to de una de las características exigidas por su tipo


objetivo, la gravedad de las amenazas. En tal sentido,
infiere que las expresiones vertidas "literalmente"
amenazantes, tuvieron otro significado anímico: la venganza
personal o la provocación, o bien constituyeron exabruptos
casi irracionales; manifestaciones de la ira que pudo haber
embargado al imputado, con el consiguiente ofuscamiento de
la razón y, por ende, la disminución de su libertad.
6°) Que en el recurso federal denegado se sostuvo
que la sentencia es arbitraria y que, por ello, afecta a
las garantías constitucionales de la defensa en juicio y el
debido proceso. Alega la parte recurrente que el fallo es
autocontradictorio pues, primeramente, sostiene que no
importan las palabras empleadas pero luego realiza una
profunda exégesis de ellas; que indaga acerca de los
efectos de las amenazas sobre la víctima lo cual no
constituye un requisito del tipo penal que es formal; que
contiene aseveraciones dogmáticas sin apoyo en las pruebas
de la causa al afirmar cómo debían ser las palabras del
autor de las amenazas, lo cual constituye una conjetura
personal de quien no vivió el episodio; que se refiere a
una discusión que invalidaría la capacidad amedrentante de
las amenazas cuando, según la prueba, la víctima no
profirió manifestación alguna; que realizó una
consideración fragmentaria de la prueba y que aplicó inade-
cuadamente el principio de la duda al sostener por un lado
que la negación de los hechos por el imputado era mendaz y,
de otra parte, da crédito a las alegaciones relativas a su
falta de intención.
7°) Que esta Corte Suprema tiene dicho reiterada
-//-
-//- mente que la apreciación de la prueba constituye, por
vía de principio, facultad de los jueces de la causa. Sin em-
bargo, esa regla no es óbice para que conozca en los casos
cuyas particularidades hacen excepción a ella con base en la
doctrina de la arbitrariedad, toda vez que con ésta se tiende
a resguardar la garantía de la defensa en juicio y el debido
proceso, exigiendo que las sentencias sean fundadas y
constituyan una derivación razonada del derecho vigente con
aplicación a las circunstancias comprobadas de la causa
(confr. Fallos: 312:2507 y sus citas).
8°) Que asiste razón al recurrente cuando afirma
que la sentencia apelada adolece de serios defectos de funda-
mentación. En efecto, si bien los tres miembros del tribunal
a quo están contestes en afirmar que Spinosa Melo ha faltado
a la verdad y que su negativa sobre la autoría que le cabe
respecto de los hechos imputados, debe tenerse por falsa, la
mayoría le adjudica una intención y un estado subjetivo que
él no ha manifestado tener, presumiendo un estado de ánimo en
la realización del acto por parte de quien ha negado ro-
tundamente toda participación en el hecho (declaración inda-
gatoria, en relación al segundo hecho acaecido en la vía pú-
blica, fs. 43 vta.). Asimismo existe contradicción en el ra-
zonamiento que, por un lado, descree de las manifestaciones
de inocencia de Spinosa Melo, quien afirmó jamás haber amena-
zado a Neustadt, y la aceptación parcial de excusas sobre su
falta de intención. Es igualmente irrazonable especular fren-
te a lo que aconteció en realidad, prescindiendo de integrar
armónicamente los diferentes elementos de prueba que hacen a
esa realidad. En este aspecto, la armonización de todos los
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-//- testimonios debió encaminarse a determinar que entre


los participantes de los hechos no se había dado el
contexto de discusión, por lo cual los votos de la mayoría
no podían razonablemente fundar sus argumentos en
jurisprudencia que presupone tal suceso. En igual sentido,
tanto el imputado como testigos presenciales de los hechos,
afirman que las palabras fueron emitidas en todo de voz
normal (fs. 24, 26 y 42/ 43), circunstancia que no se
correspondería con el estado anímico atribuido al acusado
en la sentencia.
9°) Que finalmente el a quo ha desechado la
condena, pese a haber tenido por acreditado el hecho y la
literalidad de las amenazas, con aptitud para amedrentar.
En efecto, no obstante que en la sentencia apelada se
afirma que media un razonable margen de duda con respecto a
una de las características del delito -la gravedad de las
amenazas-, a fs. 249 en la resolución denegatoria del
recurso extraordinario, la mayoría del tribunal expresa
literalmente: "la duda no se planteó respecto de la aptitud
para amedrentar de las expresiones vertidas".
10) Que, por lo demás, es del caso recordar que
los defectos apuntados no se cohonestan con la invocación
del art. 3° del Código Procesal Penal (anterior art. 13 del
Código de Procedimientos en Materia Penal). En efecto, si
bien la tacha de arbitrariedad resulta de aplicación
particularmente restringida cuando esto último ocurre, toda
vez que el estado de incertidumbre al que se refiere la ley
se desarrolla en el fuero interno de los magistrados como
consecuencia de la apreciación de los elementos del proceso
en su conjunto, dicho estado de duda no puede reposar en
una pura sub
-//-
-//- jetividad, sino que debe derivarse de la racional y ob-
jetiva evaluación de las constancias del proceso (Fallos:
315:495 y sus citas).
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara proceden-
te el recurso extraordinario y se deja sin efecto el pronun-
ciamiento apelado. Reintégrese el depósito de fs. 1. Vuelvan
los autos al tribunal de origen a fin de que, por quien co-
rresponda, se dicte uno nuevo con arreglo a derecho. Agrégue-
se la queja al principal, hágase saber y remítase.CARLOS S.
FAYT -GUILLERMO A. F. LOPEZ - GUSTAVO A. BOSSERT - ADOLFO
ROBERTO VAZQUEZ.
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