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Turandot Giacomo Puccini

Dos décadas después de Madama Butterfly, Puccini volvía al Extremo Oriente- en


esta ocasión, China- para desarrollar la que fue su obra póstuma, Turandot. Una
ópera que gozó de una gran aceptación desde su peculiar estreno en 1926, dos años
después de la muerte del compositor en Bruselas. La evolución de las anteriores
obras de Puccini culminó en una ópera de tal belleza como lo atestiguan esos
fragmentos que han sobrepasado la línea de la ópera para llegar al gran público:
"Nessun dorma", "In questa reggia" o "Signore, ascolta". Destaca la repercusión del
aria de tenor gracias a su aparición en galas mundialmente conocidas -Los Tres
Tenores- o en la película de Amenábar, "Mar Adentro" . Sin embargo, es en la
argumentación donde destaca la ópera.

"Turandot" se estrenó en la Scala de Milán el 25 de abril de 1926 con la particular


anécdota de que el propio director, Arturo Toscanini, en la escena de la muerte de Liù,
paró la orquesta y se dirigió a los asistentes al estreno diciéndoles que "Aquí se
acaba la ópera del maestro, es en esta página cuando murió". El resto de la ópera fue
compuesto, a partir de bocetos, por Franco Alfano, que respetó las ideas de Puccini.
Entre los cantantes del estreno milanés destacó la presencia de Miguel Fleta.

El libreto correspondió a Giuseppe Adami y Renato Simoni a partir de la obra de Carlo


Gozzi.

ACTO I
-Muros de la ciudad Imperial de Pekín-

La ópera empieza con el edicto que nos desvela la trama de la ópera ("Popolo de
Pekino"... Pueblo de Pekín) donde se establece que la princesa se casará con aquel
príncipe que sea capaz de desvelar los tres enigmas que ella propondrá; en caso
contrario, morirá. Una vez dicho esto, el mandarín informa que el último pretendiente,
el Príncipe de Persia, morirá con la salida de la luna. El pueblo acude con
insospechada alegría al palacio ("Muoia, sì, muoia"). Entre toda la gente reunida se ve
a un ciego acompañado de una guía; dicho ciego cae y, ante los gritos de auxilio de
ella para que la ayuden a levantarlo, aparece alguien que lo reconoce como su padre
("O padre, sì, ti ritrovo"). El ciego, antiguo rey exiliado llamado Timur, le comenta que,
tras perder la batalla, ella fue su guía y mendigaba por él; ante tal gesto noble, el
príncipe preguntó a la esclava el porqué de esos actos a lo que ella responde que
todo se debe "a que un día me sonrío en el palacio". En ese momento, el pueblo
asistente clama fervientemente "sangre" ("Gira la cote") y pide que surja la luna
("Perchè tarda la luna?") en un tono más coral donde los tenores se van intercalando
con sopranos, bajos...hasta que aparece el verdugo Pu-Tin- Pao. Sin embargo, la
reacción del pueblo muta con la visión del príncipe de Persia y pide piedad para el
joven (O giovanotto!Grazia,grazia...O jovencito, gracia, gracia). A ellos se une el
príncipe desconocido (a partir de ahora llamaré así al hijo del rey ciego Timur) a la
hora de pedir piedad para el condenado pero la aparición de Turandot cambia las
maldiciones del príncipe ("ch'io ti veda e ch'io ti maledica") por unas exclamaciones de
alguien completamente enamorado (O divina bellezza! O meraviglia!).Tanto su padre
como la esclava tratan de quitarle la idea de optar por ella. Ni siquiera el grito del
condenado llamando a Turandot en la hora de su muerte convence al príncipe
desconocido para abandonar. Cuando está dispuesto a golpear el gong las tres veces
le cortan el paso los tres ministros del Emperador (Fermo! Che fai?T'arresta!..., Alto,
¿qué haces? párate). Los tres ministros-Ping, Pang y Pong- tratan de convencerlo de
que no vale la pena arriesgar la vida por Turandot cuando, al fin y al cabo, es una
"mujer con una cara, dos brazos y dos piernas como el resto". Como una especie de
tregua ante semejante repertorio de "motivos" para evitar que el príncipe desconocido
siga con la idea de Turandot aparecen las sirvientas de Turandot pidiendo silencio
(Silenzio,olà) así como las sombras de los condenados por el amor de la princesa de
hielo en las que se nota el tono más pausado. Liù se une, a petición de Timur, para
pedirle al príncipe que reconsidere su idea (Signore, ascolta!) en un aria que se
apodera del oyente tanto por el dramatismo como por la belleza musical. El príncipe
desconocido le responde (Non piangere,Liù) en el que le pide a ella que no abandone
a su padre mientras ella no puede evitar que él esté magnetizado por la fuerza de
Turandot (Nessuno più ascolto!...no escucho a nadie). El brillante final (ah,per l'ultima
volta!) acaba, pues, con el célebre "Turandot!" exclamado por el príncipe hasta tres
veces y golpeando el gong que le convierte en el candidato al amor de la princesa
ante el pueblo aglomerado.

ACTO II
Cuadro I
-Pabellón cercano al palacio del Emperador-

Quizás es el acto en el que se note más esa musicalidad oriental, bien en la


conversación entre los tres ministros del emperador, bien en esa escena
impresionante del palacio del emperador en lo que es el segundo cuadro. Cómo
decíamos, la conversación de Ping, Pang y Pong (Olà Pang, olà Pong!) consigue
aligerar la tensión del final del primer acto con un tono melódico bien diferenciado
según el momento. Así, vemos una parte de diálogo ágil (O China, o China) en el que
van recordando el destino terrible de China desde que nació Turandot, los diferentes
pretendientes "peculiares"( O Mondo!) y, entre ambas escenas, la evocadora "Ho una
casa nell'Honan" en un sublime trío en el que los ministros van recordando sus
respectivas zonas de descanso y sus deseos de volver... si no fuera porque debían
mantenerse en Pekín por la princesa. La culminación del primer cuadro llega de la
mano de ese "Addio,amore, addio,razza!" en el que los tres ministros cantan al
unísono imaginando un feliz desenlace, cómo prepararían los esponsales y deseando
que el amor devuelva la paz a la China (Gloria,gloria al bel corpo discinto"... Gloria al
bello cuerpo desnudo).Desde el Palacio Verde les llaman para que se presenten para
el "enésimo suplicio" con lo que sirve de nexo para dar lugar al segundo cuadro

Cuadro II
-Palacio del Emperador-

Llegan los tres ministros al palacio donde les recibe el público expectante por la
resolución de los enigmas ("Gravi,enormi ed imponenti"...graves, enormes e
imponentes). El Emperador, aclamado por el pueblo, trata de convencer al príncipe
desconocido para que renuncie a seguir con esa locura "que ensucia de sangre su
cetro" y por el que no quiere "cargar con el peso de su joven vida". El mandarín, como
algo rutinario, repite la cantinela del principio de la obra, recordando que aquel que no
supere los enigmas deberá poner su cabeza debajo del hacha.

Turandot, que no ha aparecido en toda la ópera salvo para sentenciar con un gesto al
príncipe de Persia al principio del acto I, tiene su primera intervención con un aria que
revela su carácter duro y frío ("In questa Reggia"... En este palacio) donde revive el
dramático fin de la princesa Lou-Ling, violada por un extranjero, y que, ahora,
Turandot quiere vengar. En un aria imponente, de gran fuerza dramática, la
colaboración del coro es secundaria pero no le quita belleza sino que la complementa.
El príncipe, que escucha como Turandot le pide que "no tiente la fortuna", insiste en
su intención de resolver los tres enigmas; uno a uno, el príncipe los va resolviendo
ante el aplauso del público presente ("Gloria,gloria, o vincitore"). Cuando se resuelve
el tercer enigma surge la sorpresa: la princesa pide que "no se le entregue en los
brazos del extranjero" como una "esclava, muerta de vergüenza"; todo esto es
acompañado por la gran belleza de la melodía pucciniana en la que la voz de la
soprano se une formando una gran armonía . El príncipe, que prefiere que la princesa
no se muestre hostil, le sugiere que resuelva un enigma: si dice su nombre antes del
alba ("Tre enigmi m'hai proposto"..."Dimmi il mio nome"...Tres enigmas me has
propuesto...Dime mi nombre), él morirá. Ella acepta esta solución mientras que el
Emperador, harto de tanta muerte, le desea suerte.

ACTO III
Cuadro 1
-Jardines del Palacio- Noche

Los heraldos anticipan el aria del príncipe cuando desvelan la orden de Turandot:
"Nadie duerma en Pekín. Pena de muerte salvo que el nombre del príncipe
desconocido sea revelado". El aria "Nessun Dorma", como anticipábamos en la
introducción, es lo más emblemático de esta ópera. Su belleza es reconocida dentro y
fuera del mundo de la ópera. No es extraño que les insista que aprovechen las
actuales tecnologías (CD/DVD) y escuchen este aria, incluso antes de ponerse a
ver/escuchar el resto, puesto que les dispondrá de forma positiva. Los tres ministros
irrumpen (Tu, che sguardi!) con el objetivo de convencerlo de que abandone la idea
de tener a Turandot presentándole mujeres bellas, dinero o imperios fabulosos pero el
príncipe niega tales bienes ya que sigue queriendo a la princesa mientras que el
pueblo, amenazado por ella, se muestra adverso; visto que no es el camino, le traen a
su padre- recordemos que es el rey Timur que aparece en el acto I- y a la esclava Liù
bajo amenaza de tortura para que el príncipe diga su nombre. Llega la princesa y Ping
le cuenta la intención de empezar la tortura (Principessa!).Este momento es clave en
la ópera puesto que Liù se convierte en la verdadera protagonista: declara que sabe
el nombre pero niega revelar el secreto puesto que quiere "poseerlo ella sola"; se
muestra fuerte ante la tortura y su aria "Tanto amore segreto, e inconfesato", en el que
desvela todo el sacrificio dispuesto a realizar por ella, es un ejemplo de la gran
serenidad de una persona dispuesta a morir por no decir el nombre del príncipe; eso
sí, sin dejar de advertir que la princesa acabaría cediendo al amor del desconocido
("Tu , che di gel sei cinta"). La muerte de Liù, unida al presagio de Timur, cambia la
actitud de los tres ministros y del pueblo que, hasta entonces, estaba ofuscado y que
deviene compasivo ("Liù, sorgi!,sorgi!"). Cuando todos se han marchado, el príncipe
recrimina el porte frío de la princesa, recordando la sangre derramada ("Principessa
di gelo!"), y afirmando rotundamente que todo ese " tu hielo es mentira". Ella le
confiesa sus sensaciones cuando le vio por primera vez ("Del primo pianto") y cómo
había vencido él, no con la prueba, sino con "esa fiebre que me viene de ti"... pero
pidiendo que no siga más con el intento de tenerla en sus brazos ("Vittoria più grande
non voler"). Al final, el príncipe acaba resignado y decide revelarle el nombre: "Io son
Kalaf,figlio di Timur" mientras suenan las trompetas desde el Palacio.

Cuadro 2
-Palacio-

Tras la aclamación del pueblo al Emperador llega el momento en el que Turandot


debe desvelar el nombre del príncipe extranjero: "Il suo nome è ...Amor", dice ella. El
pueblo se muestra exultante de que la princesa haya alcanzado el amor y lo celebra
("Amor! O sole!, vita!,eternità!") en un final bastante emotivo.

La leyenda de Turandot
No pensemos que este personaje y el drama que se explica en la ópera
nacieron de la cabeza de los libretistas de Puccini, Giuseppe Adami y Renato
Simoni. Turandot es mucho más antigua.

El orígen
Turandot es un nombre de origen persa que significa ‘La hija del Turán’. Turán
es una región de Asia Central que pertenecía al Imperio persa. El origen de la
historia de Turandot se remonta al poema titulado Las siete bellezas o Las siete
princesas, obra de Nezamí Ganyaví, uno de los grandes poetas épicos de la
literatura persa.
Este poema relata la historia de un príncipe persa de la época Sasánida, que
tenía 7 princesas, cada una de ellas proveniente de un lugar distinto del
imperio: Egipto, China, Rusia, Grecia, Turquía, India, Asia central. Una de estas
princesas, de origen ruso, no encontraba ningún hombre que fuera digno de
ella. Así pues, se encerró en una fortaleza y declaró que se entregaría al
hombre que la encontrara y pudiera resolver una serie de enigmas. Pero una
vez resueltos los enigmas, debía pasar por su “puerta secreta guardada por
misteriosas espadas que amenazan con decapitar al intrépido”.

La leyenda continúa
Esta historia fue recogida por François de la Croix, un orientalista francés
contemporáneo de Antoine Galland, traductor de Las mil y una noches, en una
colección de cuentos llamada Los mil y un días. En esta obra se hace una
transposición cultural de la princesa rusa original a una fría y cruel princesa
china llamada “Turandokht”. Esta transposición tiene como objeto acentuar el
carácter exótico de la historia.

Carlo Gozzi
Este escritor, Gozzi (1720-1806) fue el primero entre los importantes que
seleccionó este tema para escribir su drama. Gozzi recurre a elementos de la
tradición china para añadir un toque original a la historia (1792). Sin embargo,
como italiano que era, introduce figuras de la commedia dell’arte como
son Trufaldino, Brighella, Trataglia y Pantaleone. Éstos eran personajes
secundarios. Podemos pensar que Puccini se inspiraría en ellos para sus
ministros Ping, Pang y Pong.

Schiller retoma la leyenda, y no sólo él


Schiller escribió Turandot, Prinzessin von China en 1892. En su fábula, los
sentimientos de la princesa no se muestran tan claramente desde un principio.
Son el proceso de lucha entre la soberbia y el amor que va redoblando sus
exigencias. Mucho más adelante, enre 1953 y 1954, Bertold Brecht se inspiró
en este personaje para escribir su obra Turandot oder Der Kongreß der
Weißwäscher.

Un personaje de ópera
Desde luego que lo es. Hay más de diez óperas con este tema. Además de la
de Puccini que es la más famosa, escribieron óperas homónimas Carl Maria
von Weber (1809) y Ferruccio Bussoni (1911). Tal vez, Puccini conociera
esta última. La suya se estrenó en 1926. Ya sabemos que Puccini la dejó
incompleta por su muerte y que la terminó Franco Alfano.

Los enigmas de Turandot


Durante muchos años, la República Popular China prohibió la representación
de Turandot. Consideró que menospreciaba a China y a los chinos. Hacia
finales de 1990 se reconsideró, y en septiembre de 1998, se estrenó y estuvo
durante ocho noches en la Ciudad Prohibida con opulentos escenarios y
soldados del ejército como extras. Fue una producción internacional, cuya
puesta en escena estuvo a cargo de Zhang Yimou, como director de escena;
y Zubin Mehta, como director musical. El protagonismo dramático-vocal recayó
en Giovanna Casolla, como la Princesa Turandot; Sergei Larin, como Calaf; y
Barbara Hendricks y Barbara Frittoli, alternando en el papel de Liú.

Turandot oder Der Kongreß der Weißwäscher

Turandot (oder Der Kongreß der Weißwäscher) (Turandot o el congreso de los blanqueadores)
es una comedia épica de Bertolt Brecht, una sátira sobre el papel de los intelectuales - o "Tuis",
acrónimo de"Tellekt-Ual-In"- en una sociedad capitalista.
Pertenece al ciclo "el mal uso del intelecto" insertado en un satírico cuento de hadas oriental y
comentario del congreso para la defensa de la libertad de 1935 al que asistió junto a otros
intelectuales de la República de Weimar mientras Hitler se consolidaba en el poder.
La historia está inspirada en la obra Turandot de la commedia dell'arte de Carlo Gozzi que también
inspiró las óperas de Busoni y de Puccini. En pieza de Brecht, en la China milenaria, el emperador
convoca a los intelectuales cuando la economía se desestabiliza por una superproducción de
algodón.
Brecht se inspiró en una producción de Moscú de 1922, dirigida por Yevgeny Vakhtangov, famoso
director y actor, alumno de Stanislavsky y Vsévolod Meyerhold.
Concebida inicialmente como pieza complementaria de Galileo Galilei Escrita en 1953-54 fue dejada
inconclusa y estrenada póstumamente en 1969 en Zurich dirigida por Benno Besson y música de
Yehoshua Lakner.
Fue estrenada en inglés en Berkeley (California) en 1969, en Oxford en 1970 y en el Young Vic
de Londres en 2008. En Polonia en 1987, Francia fue producida en 2007 en Aix en
Provence y Avignon en 2009 por Mirabelle Rousseau. En Italia en el teatro de la universidad de
Salerno en 2009.

En 1909, Doria Manfredi, una joven de 23 años que trabajaba


como empleada en casa de Giacomo Puccini, se suicidó. Elvira,
la mujer del compositor, aseguraba haber sorprendido a los dos
en la cama y acusaba a la criada de ser una prostituta. Doria no
resistió la presión y acabó con su vida; tomó una sustancia que
le tuvo cinco días entre terribles dolores hasta que murió. Cuando
se le hizo la autopsia el médico determinó que había muerto
virgen. A Elvira se le acusó de incitación al suicidio y Puccini pagó
una gran suma de dinero por el silencio de la familia de Doria.

Este suceso, relata el director de orquesta Nicola Luisotti,


torturó durante quince años al compositor de Lucca; «en 1924,
cuando, enfermo de cáncer de garganta, viaja a Bruselas para
ser operado, decide que el personaje de la esclava Liu, en su
ópera “Turandot” -basada en una comedia de Carlo Gozzi sobre
una leyenda persa-, se suicidara sacrificándose por su amo». La
obra de Gozzi no tenía este final, pero Puccini, atormentado,
quiso expiar sus remordimientos, y se disculpó y justificó a
través de las palabras de los personajes de Calaf y Timur tras la
muerte de Liu.

Importancia personal

Cuenta esta historia Nicola Luisotti para explicar la importancia


que «Turandot» tiene más allá de lo musical. Y es que el aspecto
artístico de la última ópera compuesta por Giacomo Puccini es
innegable. Estrenada en la Scala de Milán el 25 de abril de 1926
-con el tenor aragonés Miguel Fleta como Calaf-, su autor no
pudo terminarla, y fue su discípulo Franco Alfano quien la
concluyó. «Turandot» es uno de los títulos más populares del
repertorio y, según Luisotti, «es una ópera extraordinaria desde
todos los puntos de vista. Puccini pasó con ella de ser un
compositor popular a un compositor simbólico. Transformó la
comedia de Gozzi, brillante y ligera, en una ópera oscura, un
género que entonces no existía. El uso que hizo además de la
politonalidad fue admirado por compositores como Schönberg,
Stravinski o Ravel». «Es -completa Joan Matabosch- una ópera
muy diferente del resto de las obras de Puccini».

El director artístico del Teatro Real asegura que en «Turandot»


Puccini «se decidió a reinventar completamente su propio
código estético. Es una obra en las antípodas de aquella
dramaturgia realista y conmovedora que, hasta ese momento,
había sido su sello de identidad. La obra tiene la rigidez coral
propia del oratorio, la estructura dramática de un misterio pagano,
de un fresco ceremonioso vasto e inmóvil, de un universo
cerrado, puramente legendario, extraño a cualquier lectura ajena
a la metáfora, plenamente adscrita a la estética simbolista.
Incompatible, en su esencia, con ese pueril realismo de cartón
piedra, abigarrado y grandilocuente, con que suele representarse
desde la más absoluta insensibilidad hacia la estética propia de la
obra».

Pero «Turandot», además, es la ópera que incluye una de las


arias más populares del repertorio tenoril: «Nessun dorma».
Caballo de batalla de numerosos cantantes de esta cuerda, fue
sin embargo Luciano Pavarotti -curiosamente, un tenor lírico en
las antípodas del tenor dramático que requiere el papel, que sin
embargo grabó e interpretó en escena- quien le otorgó una mayor
popularidad.

Turandot sin Puccini: Busoni

Ferruccio Busoni (realmente Dante Michelangelo Benvenuto Ferruccio Busoni)


nació en Empoli en 1866. Era hijo de dos músicos profesionales, una pianista
de ascendencia alemana y un clarinetista. Fue un niño prodigio que seguía los
viajes de sus padres por Europa y que dio su primer concierto en público a los
siete años. En su juventud tuvo la oportunidad de conocer a Franz Listz, a
Brahms y a Rubenstein. Posteriormente se hizo una brillante reputación como
pianista. Como tal, inició una gira internacional que le llevaría a Moscú y a
Estados Unidos, hasta que en 1894 se instaló en Berlín. Aunque residiría
durante la Primera Guerra Mundial en Zürich y en Bolonia, sería en Berlín
donde acabaría sus días. Particularmente partidario de las innovaciones de la
música contemporánea, en 1907 publicó un (entonces controvertido) manifiesto
denominado Esbozo de una nueva estética de la Música, en el que aboga por la
innovación musical, pero sin romper todavía con el pasado, explorando la
microtonalidad y la música electroacústica, aunque en realidad nunca llegó a
utilizar estas técnicas. También adaptó al piano numerosas obras de Bach.
El 11 de mayo de 1917, estrenó en Zürich dos óperas de breve
duración: Arlecchino y Turandot, basada esta última en el drama de Gozzi que
años más tarde inspirará a Puccini su última obra. Desgraciadamente para
la Turandot de Busoni, hay que añadir. Aunque más fiel al original que la obra
Pucciniana, la ópera de Busoni quedaría relegada por el éxito de su sucesora.
El ínterés de Busoni por la cruel princesa no surgía de la nada. En 1907, ya
había estrenado Busoni una Suite Turandot, que sigue siendo su obra más
conocida. Esta Suite sería la base de la composición de la ópera del mismo
título. Una ópera, fuerza es decirlo, no muy representada, poco ayudada por la
celebridad de su homónima pucciniana, un poco como pasa con la Bohème de
Leoncavallo o la Cavalleria Rusticana de Domenico Monleone.
No obstante, ya en los años 50 se representó en el San Carlo de Nápoles la
Turandot de Busoni, con un reparto que incluía a Raffaelle Arié como Altoum,
Giuseppe Campora como Kalaf y Anna De Cavalieri como la princesa Turandot,
mientras que el omnipresente Piero di Palma encarnaba a Truffaldino. A la
batuta, el gran, gran, gran y nunca suficientemente alabado Gianandrea
Gavazzeni. Función retransmitida por la RAI, y de la que hoy se conserva
grabación, cantada en italiano, aunque el libreto original está en alemán. El
reparto completo es el siguiente:

FERRUCCIO BUSONI

Turandot

Raffaele Arié (Altoum)


Anna De Cavalieri (Turandot)
Fernanda Cadoni (Adelma)
Giuseppe Campora (Calaf)
Italo Tajo (Barak)
Piero de Palma (Truffaldino)
Saturno Meletti (Pantalone)
Mario Borriello (Tartaglia)

Coro y Orquesta del Teatro San Carlo de Nápoles


Gianandrea Gavazzeni, 1953

1 er acto
cap 2-4 inicio
cap 8 ping-pong pang commedia dallarte
cap 11 signor ascolta

2 acto
cap 18 fastos reales
Cap 22-26 explicación del odio a hombres y Enigmas
3 acto
Cap 29 nessum
Cap 34-35 escena del nombre, muerte de liu y reproches de Puccini!

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