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BOWIE
ADVERTENCIA
homoerótico y
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ALMUERZOS EN LAGUNA J.P.BOWIE
SINOPSIS
perfecta.
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ALMUERZOS EN LAGUNA J.P.BOWIE
CAPÍTULO UNO
Una de las cosas entre las mil que me encantan de vivir y trabajar en Laguna Beach es el
tiempo perfecto de todos los días. Claro, está el ocasional día sombrío en que un banco
de nubes en rollos entra desde el Océano Pacífico, pero al mediodía por lo general el sol
quema y la temperatura es, como he dicho, perfecta.
Así que no es ninguna sorpresa que me encante tomar el almuerzo fuera de la oficina,
dando un paseo a través de las calles llenas de galerías de arte, restaurantes y tiendas de
regalos, comprando un sándwich de la panadería y encontrando un lugar tranquilo en la
playa donde puedo ver a los chicos jugando al voleibol, sin camisa, en la arena.
1
Juego de palabras del autor que hace referencia al golpe trasero con el automóvil y a otro tipo de
golpe trasero bastante más agradaaaaaable. NdT.
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De todos modos, allí estaba yo, Scott Stevenson, veintinueve años de edad, soltero y sin
una cita en casi cinco meses, paseando por la calle Forest justo antes de la hora del
mediodía, cuando le vi a él, y ¡Boing!2, me detuve en seco. ¡Babeando!, es la palabra
usada para describir lo que hice en ese momento, me dejó boquiabierto el hombre de
pie, en la puerta de una galería de arte, que hablaba con una pareja mayor. Fue su
sonrisa lo que me llegó primero, radiante e iluminando su rostro. Envuelto en la sonrisa
de alto voltaje, era simplemente impresionante.
Di un paso atrás, fingiendo mirar por la ventana a los objetos de arte que aparecían allí.
Mientras tanto, yo le miraba por el rabillo del ojo, pues tenía el paquete completo:
altura, ancho de hombros, estaba vestido con una camisa azul pálido abierta en el cuello
y pantalones de lino blanco.
¿Cómo era esa vieja canción de bossa nova3? Alto, bronceado, joven y hermoso…Su
cabello castaño oscuro era ligeramente rizado, y yo estaba ahí embobado, tratando de
determinar el color de sus ojos. Se volvió y me miró. Como un bobo, sacudí la cabeza y
casi me golpeo la nariz en el vidrio de la ventana.
— ¿Ves algo que te gusta? —preguntó. Su voz iba en armonía con la belleza de
su rostro. Ronca y melodiosa.
Grises. Sus ojos eran grises, salpicados de azul. Inusuales y totalmente fascinantes. Me
quedé atípicamente mudo, y todavía sorprendido frente al Amor de Dios4.
—Tenemos mucho más en el interior —dijo. Sus dedos tocaron mi brazo. — ¿Te
interesaría ver nuestras últimas adquisiciones?
2
Se deja como en el original. NdT.
3
Bossa Nova, género musical de origen brasileño. En este caso habla de la canción Garota de Ipanema.
4
Amor de Dios, Regalo de Dios, Ángel de Dios…. se deja en la primera acepción. NdT.
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—Sí —me aclaré entonces mi voz ronca en la garganta. Su contacto había sido
electrizante. —Sí, me gustaría.
Le seguí a la galería, con los ojos pegados al mar de fondo redondo de su trasero,
colocado por delante de mí con la gracia de un atleta. Señaló algunos de los objetos
expuestos colgando de las paredes de la galería, citando artistas de los que nunca había
oído hablar y seguro como el infierno que no podía permitirme.
— ¿Eres artista?, —logré decir finalmente. Estaba tan cautivado de pie cerca de
él y de escuchar su sexy voz que casi me había olvidado que no sabía nada sobre arte o
escultura.
Fingí mirar, pero me deleitaba comprobando como estaba conversando con la gente. En
un momento dado, se volvió y me miró con una sonrisa de disculpa, rápidamente se
acercó a donde yo esperaba.
—Scott. —La manera de decirlo hizo que me gustase mi nombre. —Me olvidé
que tenía esta cita hoy. Suelo tomar el almuerzo en este momento, pero...
—Me encantaría, pero… —hizo un gesto hacia a la gente que ahora estaba
mirando con avidez las pinturas. — ¿Tal vez mañana, al mediodía?
—Eso sería genial —dije entusiasmado. — Una cosa, ¿por qué no recogemos
algo en el camino y nos dejamos caer en la playa?
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—Suena maravilloso, —me cegó con esa sonrisa asesina de nuevo, y casi tuve
una necesidad imperiosa de plantar un beso en su boca llena y ancha. —Toma, —me
dio su tarjeta. —Llámame en la mañana sólo para asegurarme que puedo escapar. A
veces, estoy a merced de clientes de últimos minutos.
—¿Mi pedido?
—Ya sabes, jamón y queso, carne asada con pan de centeno, ese tipo de cosas.
Tomé su mano. Era fuerte y caliente, y la forma en que sus dedos se cerraron alrededor
de los míos me dieron ganas de no dejarle ir. Nuestros ojos se encontraron, y sonreímos,
sentí el inicio de una erección creciendo en mi ropa interior.
Es curioso, pero en ese día en particular, los chicos curtidos y sin camisa, que por lo
general garantizaban despertar algo más que mi interés, parecían un poco ordinarios.
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No me llamaría a mi mismo esclavo del reloj, pero al día siguiente, miré el de la oficina
y el mío ciento cincuenta veces. Tan duro como lo intenté, no podía hacer que el
maldito tiempo fuera más rápido. Por no mencionar el hecho, que había pensado en él
unas cientos de veces desde la primera vez que lo vi en la galería, incluso soñé con él…
—Algo, —le contesté. Me encanta Debbie. Está rellenita, rubia, divorciada con
dos hijos y con el mayor sentido del humor que cualquier mujer que haya conocido. Y
me conoce.
— ¿Tienes un condón?
En este momento, me alegré que ella y yo estuviéramos los dos solos en la oficina. El
resto del personal sabe que soy gay, pero no suelo hablar de mi vida sexual con ellos
por lo general. Quiero decir nunca.
Patrick es su hijo mayor y tiene que ser el más afortunado adolescente hijo de puta que
hay, teniendo a Debbie como madre.
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— ¿La esperabas?, —por Dios, su voz me está poniendo duro. —Quiero decir,
eso es genial. Uh… me escapo dentro de cinco minutos. ¿Decidiste que es lo que te
gustaría… eh, comer?
—Oh, está bien —dije.— Hay una panadería muy buena en la esquina.
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—Así es. Igual que te voy a decir como le gusta la carne, a cara descubierta o
entre los bollos5.
—Woo hoo! —Su risa me siguió hasta la puerta. —No te preocupes, seré capaz
de decirlo por la manera en que camines cuando estés de nuevo aquí.
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Frase hecha, quiere decir… si le gusta estar arriba o abajo, o mejor dicho si es quien da o quien
recibe…. Bonita frase, muy instructiva.
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CAPÍTULO DOS
A pesar de que Michael había dicho que podíamos elegir el almuerzo juntos, quería
llevarle algo. Puede que no para comer, tal vez solo algo. Había un puesto de flores en
la esquina anterior a la galería de Michael. Me detuve y le compré una sola rosa de tallo
largo, esperando en todo momento que no lo considerase tonto o de alguna manera
demasiado insistente. A mí me parecía bien.
—Hola —dijo.
—Hola —di un paso y le entregué la rosa. Por un momento dudó, y pensé: “Oh
mierda, demasiado”. A continuación tomó la rosa, cerró la puerta, me agarró por el
brazo y me empujó a la parte posterior de la galería.
—Esto es tan dulce por tu parte, —murmuró, dejando un beso en mis labios. Me
incliné hacia delante con la esperanza de mantener el beso, pero había dado un paso
atrás, rompiendo el contacto. —Vamos a mí oficina, —dijo, encabezando el camino.
Hoy llevaba una camisa blanca que le sentaba muy bien a su dorado bronceado, y un par
de pantalones de color caqui que encajaban perfectamente en toda la curva de su culo.
La tentación de poner mis manos sobre esta parte de su anatomía era casi imposible de
resistir, así que las dejé quietas en mis bolsillos y le di una inocente sonrisa cuando se
volvió y sonrió de nuevo.
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—Voy a buscar algo para poner la rosa, —dijo, abrió un par de puertas antes de
encontrar un vaso largo y estrecho que llenó de agua para poner dentro la flor. — ¿Te
gusta el vino blanco? — preguntó, abriendo un pequeño frigorífico.
—Eh… sí.
—Bien. Tengo una botella de Pinot Grigio6 aquí que un cliente me trajo la
semana pasada. Pensé que podíamos tomar una copa juntos.
Admiré todos sus fluidos movimientos. Aquí estaba un hombre con la clase de
seguridad que envidiaba. No sólo era hermoso a la vista, su actitud decía que estaba
seguro de su lugar en el gran esquema de las cosas. Imaginaba que todos y cada uno de
los días de su vida eran agradables, llenos de la satisfacción de haber hecho un buen
trabajo en la galería, y el conocimiento de que al final del día le esperaban buenos
amigos y una casa muy bonita. No pude evitar preguntarme si había un novio con quien
compartir esa bonita casa.
—Un penique por ellos, —dijo de pronto, mientras servía el vino en dos
carísimas copas de cristal.
Pero en verdad, estaba empezando a sentirme fuera de mi elemento. Soy un poco rudo y
listo, un chico de pizza y cerveza con amigos los viernes por la noche, mientras que
Michael era la clase de persona que veía de vez en cuando en uno de los mejores bares
de la ciudad, rodeado de hombres de buen ver, bebiendo Martinis y hablando de
finanzas de alta potencia. Yo trabajaba en una oficina de seguros, ganaba dinero, pero
no lo suficiente para pagar mi propia casa o un coche de lujo como el que podía ver a
través de la ventana, estacionado en el pequeño aparcamiento detrás de la oficina. Un
Jaguar convertible ―caliente”. Yo conduzco un Saturno.
6
Pinot Grigio: Pinot Gris variedad italiana XD, el gusto en vino de los americanos deja mucho que
desear, si al menos hubiese sido un Merlot chileno, un Shiraz australiano, o cualquier Pinot gris
alsaciano … en fin que no saben importar vinos.
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Michael me entregó una copa de vino y su cercanía desató dentro de mí una necesidad;
una necesidad física combinada con el deseo de ser más como él. Tener esa capacidad
de seguridad. Chocó su copa con la mía.
—Salud—su sonrisa era tan atractiva, tan caliente que no pude evitar devolverla.
—Oh no, estoy bien, —murmuré, tomando un trago largo de vino. Se fue
directamente a mi cabeza. —Whoa, mejor tomarlo con calma; —se rió de mí entre
dientes. —Tengo que tener la mente despejada para volver al trabajo.
Sonrió.
—Espero que todavía pienses así después de que eches un vistazo —dijo
riéndose.
Se volvió y levantó una pintura al óleo de un hombre desnudo plantado contra un fondo
verde de árboles frondosos. Al menos, creo que eran árboles ya que el primer plano de
la pintura era mucho más interesante.
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Representaba a un alto, delgado, pero elegantemente musculoso, joven con sus brazos
extendidos y la cabeza echada hacia atrás, como si adorara a un dios invisible o algo así.
Y así era. Con esa musculatura definida el modelo era, en una palabra, impresionante, y
hasta yo, que era tonto en estas cosas, podía ver que la mano involucrada era de un nivel
excelente.
—Has conseguido que el cuerpo parezca vivo, —añadí, con ganas de tocar la
piel de seda del hombre con los dedos. —Como si su carne fuera real…
Sonreí
—Wow…, —eso respondía a la pregunta novio. Miré otra vez la pintura y tuve
una visión rápida de cómo ellos dos se habrían visto juntos. Michael y Julian,
excepcionales.
—Lo siento, —le dije. —Sobre que él sea tu ex, quiero decir.
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—No sé. Seguimos siendo amigos, aunque hace poco… —se interrumpió y se
aclaró la garganta, claramente sin querer continuar. — ¿Has posado alguna vez? —
preguntó, recogiendo su copa de vino y tomando un pequeño sorbo.
—Sin duda tienes suficiente atractivo — dijo Michael con una sonrisa coqueta.
Pasó la mano sobre mi cabello oscuro. —Y por lo que puedo ver, creo que bajo esa
camisa tienes un muy buen cuerpo.
—Lo digo en serio, sobre ser modelo. ¿Posarías quizás para mí?
Tragué saliva.
Tomó mi copa de vino, la puso sobre la mesa y se puso al lado. Me estremecí con
anticipación adivinando cual sería su siguiente movimiento. Se acercó a mí y puso sus
manos en mi cintura. Me agarró los brazos, y nos arrastramos en un beso que hizo girar
mis sentidos.
El tacto, el gusto, el olor de él, me hacía envolver mis brazos alrededor de su duro y
caliente cuerpo, y pulir mi entrepierna contra él en un frenesí de lujuria carnal. Me
alegré que tuviera memoria para tirar de la persiana que había en la ventana cerrada, ya
que en cinco segundos, nos teníamos uno al otro sin camisa, y fue lamiendo mis
pezones mientras que luchábamos con las hebillas de cada cinturón. En poco tiempo,
cayeron los pantalones alrededor de los tobillos, y me puse de rodillas para adorar al
dios Falo.
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—Jesús…
—Eres demasiado bueno, —susurró, encajando la boca en un beso que nos dejó
a ambos jadeando y sin aliento.
Caí hacia atrás, tirando de él, así que terminamos en el suelo, con Michael encima de
mí. Nuestros labios seguían trabajando en el otro. Era un gran “besador”, usaba su
lengua para acariciar suavemente el interior de mi boca, no metiéndose hasta la garganta
como algunos chicos hacen. Solía lamer lento, sensual, sobre el cielo de mi boca, luego
por debajo de mi lengua, pasando un poco por mis encías con la punta de la lengua.
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—Estás tan caliente —susurró, tomando mi pezón izquierdo entre los labios y
tirando de él, haciendo que me retorciese.
Me perdí a mi mismo en el erótico calor que me llegó. Sus labios se deslizaron arriba y
abajo de la longitud de mi polla, se movieron lentamente a lo largo, desde la base hasta
mi punta, cerré mis ojos esforzándome en controlar la recolección de orgasmos en mis
bolas. Me aferré a sus hombros.
—Tienes una polla hermosa —murmuró.— Creo que me gustaría tenerla dentro
de mí.
Sonrió.
—Me gusta, un hombre preparado —dijo, entonces bajó su cabeza y tomó mis
labios de nuevo para un profundo y largo beso. Busqué dentro del pantalón y saqué el
condón envuelto.
Mis caderas se resistieron cuando él me tomó con su boca. Su lengua parecía tener vida
propia, bailando alrededor de la cabeza de mi polla. Levantó la cabeza y me sonrió
mientras untaba lubricante en sus dedos. Luego levantó un poco sus caderas y él mismo
se preparó, avanzando poco a poco, moviendo su trasero sobre mi demasiado listo pene.
Se sentó lentamente en mí, y me quedé quieto, dejándole tomar mi palpitante carne a su
propio ritmo. Pasé mis manos por la suave piel de su torso hasta llegar a sus pezones,
que suavemente retorcí entre mis dedos.
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Se arqueó un poco, bajando más sobre mí, dejó escapar un pequeño suspiro sorprendido
cuando mi polla pasó su resistencia y se deslizó en su interior.
Frotamos nuestras mejillas, luego sus labios rozaron mi boca, sus bellos ojos brillantes
de placer fijándose en los míos. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, y lo mantuve
allí para un largo beso hambriento, mientras nuestros cuerpos comenzaron a mecerse
juntos. Levanté mis caderas, enterrándome más profundo dentro de él. Gimió, sus labios
revoloteando en los míos antes de tomarlos de nuevo en otro ardiente beso. Ese beso fue
más largo que cualquier otro que pudiera recordar. Nuestros separados labios se movían
a la vez, chupamos nuestras lenguas como si fueran las cosas más dulces que jamás
habíamos probado. Gimió en mi boca cuando el ritmo creado por nuestros cuerpos se
intensificó.
Con cuidado, sin tirarle, le puse boca arriba. Envolvió sus largas piernas alrededor de mi
torso, abrazándome y manteniéndome prisionero cuando le golpeé, follándole duro,
murmurando un sonido de satisfacción a través de sus labios entreabiertos.
Su arrullo me animó a acelerar el ritmo. Sujetándome con una mano, utilice la otra para
coger su erección y bombear al ritmo de nuestros cuerpos. Nuestra respiración se hizo
más dura y trabajada, acercándonos ambos al clímax.
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Nos tumbamos en el suelo, uno al lado del otro, los brazos y piernas entrelazadas, sus
labios apenas tocando los míos, su aliento cálido en mi boca. Si hubiera sido por mí, me
quedaría así para toda la eternidad o dos, a pesar de la aspereza de la alfombra industrial
bajo nosotros. Todavía estaba duro, y aún dentro de él, y el ocasional apretón que los
músculos de su culo daban a mi polla me dijeron que estaba disfrutando de ello tanto
como yo. Con suavidad me acarició el pelo y me besó en los labios. Estaba a punto de
decir algo cuando se oyó el golpeteo en la puerta de cristal de la parte delantera de la
tienda.
—Maldita sea —murmuró mirando su reloj. —Es la una de la tarde ya. —Me
salí de él y se puso de pie tirando de mí. —Lo siento, Scott. Clientes. Tengo que ir a
atenderles.
—Sí, claro. —Corrí hacia el baño pequeño para deshacerme del condón, se unió
a mí, usando una toalla para limpiar los restos que su semen dejó en nuestros torsos.
Empecé a vestirme a toda prisa junto a él. Me di un rápido vistazo en el espejo, alisé mi
cabello, y me aseguré que los botones de la camisa estaban todos abrochados.
—Eso sería genial —dijo. Plantó un breve beso en mis labios y luego dio un
paso atrás.
— ¿Estoy presentable?
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Se rió, a continuación me guiñó un ojo y salió de su oficina para abrir la puerta. Esperé
hasta que oí el sonido de las voces, entonces me deslicé de su oficina y vagué
lentamente a lo largo de la galería, mirando mi camino hacia la puerta. Justo antes de
irme, me volví a mirarlo, sonrió y asintió con la cabeza. Le di una pequeña señal
entonces y prácticamente brinqué a lo largo de la atestada acera de regreso a mi oficina.
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CAPÍTULO 3
Debbie era todo sonrisas mientras yo bailaba en la oficina, con hambre pero feliz.
Eché un vistazo rápido a la oficina. Casi todo el mundo estaba ocupado recibiendo
llamadas, así que me incliné sobre el escritorio de Debbie y susurré:
—La mejor hora de comida que he tenido, sin excepción, ¡excepto que me
muero de hambre!
—Toma, sabía que estarías muerto de hambre. Es atún con pan de centeno.
—Gracias.
Creo que lo que más me había impresionado de él, aparte de su matadora presencia y
caliente cuerpo, era su bondad innata. Aquí estaba un hombre que era capaz de
transmitir interés genuino en su vida amorosa y ni por un segundo pensé que había
falsas tonterías en la forma en que había actuado ni reaccionado durante el tiempo que
estuvimos juntos.
¡Qué encuentro!, recordé, sintiendo como se me enroscaban los dedos de los pies
memorizando cómo se había sentido en mis brazos. Estaba duro solo de pensar en él, y
lo que era mejor de todo: había dicho que quería volver a verme.
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—Hola, —dijo, pareciendo tan delicioso como recordaba y cegándome con esa
sonrisa de millón de dólares. —Espero que no te importe, pero estoy muy cansado.
Sonreí.
—Estaba tan ocupado anoche, que me fui a la cama sin cenar, y he tenido una
cita temprano por la mañana, por lo que no he desayunado.
Yo tenía hambre también pero de sus besos, ¿bastaría con la pasta? Esperaría hasta que
estuviésemos solos otra vez.
Conseguimos una mesa junto a la ventana con vistas al azul del Pacífico. Almorzar en
Laguna proporciona el mejor escenario, pero no la mejor comida en California. Ángelo
está bien, pero es un poco difícil destruir un plato de pasta. Michael pidió un picatta de
pollo y una ensalada, mientras que yo tomé una porción de pizza y otra ensalada.
No suelo beber en la hora del almuerzo, pero estar con él parecía de fiesta por lo que
dije:—Claro.
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— ¿Mala noche? —pregunté, notando leves manchas de sombras bajo los ojos.
—Ocupado, tratando con artistas y agentes y las órdenes finales. Nada fuera de
lo común. Sin embargo me mantuvo despierto hasta tarde.
Algo le molestaba, pero era obvio que no quería hablar de ello, así que lo deje ir. No le
conocía lo suficientemente bien para curiosear.
—Bonita ciudad.
Estuvimos charlando un rato, aprendiendo más uno del otro, y parecía que realmente
estaba tan interesado en mí como yo en él. Me dijo que su gente vivía en San Clemente,
y que había vivido por su cuenta desde su ruptura con Julian, el tipo de la pintura.
Nuestra conversación sólo paró mientras comíamos. Me di cuenta que tenía mucha
hambre por la forma en que devoraba su comida, de forma linda, especialmente cuando
un poco de salsa quedó atrapado en su labio superior. Quería inclinarme sobre la mesa y
lamerlo, pero reinó el decoro.
Después del almuerzo, paseamos por el malecón de la playa principal antes de regresar
a su galería.
—Vamos— dijo mirando su reloj. — Tengo que abrir dentro de cinco minutos.
— ¿Qué tengo de malo? —le pregunté tímidamente— ¿Tengo lechuga entre los
dientes?
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Nota para despistados: L.A. quiere decir Los Ángeles, el caso es hablar poco y enseñar mucho. XD
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Wow. Así que se quedó allí. Estuvimos mirándonos uno al otro un largo momento. Me
puse duro en un segundo, pero sólo teníamos un par de minutos, así que me moví para
darle un beso, y ah, fue magnífico. Sus dulces labios sobre los míos, el calor húmedo
dentro de su boca, nuestras lenguas se deslizaban contra sí, sondeándose, acariciando.
Me sentí como si fuese a correrme en los pantalones en cualquier momento. Nos
separamos, respirando caliente y entrecortadamente, de la forma en la que estábamos
aferrados al otro, ninguno de nosotros estaba preparado para decir adiós. Pero teníamos
que despedirnos.
—Bien. Escucha Scott, me olvidé totalmente que mañana tengo una cita para
almorzar con Julian, ¿sabes?, el chico de la pintura.
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—Está bien…
Me senté con la espalda recta en la silla. No jodas esto, no actúes como una reinecita.
—¡Oh! no, por supuesto que no estoy loco. Espero verte el jueves.
—Bueno… y ¿Scott?
—¿Sí?
—Gracias, yo también.
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Julian era tal y como le vi en la pintura de Michael, alto, delgado, con un hermoso pelo
rubio que le colgaba por los hombros en ondas doradas. En otras palabras: PARA
MORIRSE.
Los dos hacían una pareja maravillosa, y era obvio que mi opinión la compartían la
mayoría de los transeúntes que miraban embobados, tal y como hice la primera vez que
puse los ojos en Michael.
Por supuesto podía ir dando un paseo por la mesa y decir, ¡Oh, qué casualidad! ¡Es
fantástico verte aquí! , pero no estaba dispuesto a hacer eso. Incluso mi estupidez tiene
sus límites.
No sirvió de nada, porque cuando me senté, me convencí que las cosas que Michael y
Julian estaban discutiendo, terminarían al darse cuenta lo tontos que eran por romper.
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—¿Por?
—El chico con el que almorcé ayer—dije en voz baja, no quería que nadie más
de la oficina me escuchara. —Lo canceló. Dijo que tenía un compromiso previo con su
ex. Tenían que discutir cosas personales.
—¿Y?, la mayoría de las veces después de una ruptura hay cosas que discutir.
—Lo que es difícil de creer es que estés abatido y sentado porque cancele el
almuerzo. Habrá muchas otras oportunidades de almuerzo, lo sabes.
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—Bien entonces, por amor de Dios, Scott, ¿qué estas pensando?, contrólate —y
con eso, se marchó a su escritorio en la parte delantera de la oficina, diciendo lo
necesario para aliviarme.
Por supuesto cuando regresó mi cordura, me di cuenta que tenía razón, y yo estaba
siendo un bobo. Michael y Julian habían sido amantes, probablemente durante años, y
aquí estaba yo, tratando de reclamar a Michael después de un solo encuentro sexual. Por
supuesto, el sexo había sido verdaderamente fabuloso, inolvidable, pero solo había sido
sexo. No teníamos una relación cómo había tenido con Julian. Maldito.
Llegó el mediodía del jueves, y era un manojo de nervios. Intenté hacerlo, pero no podía
borrar de mi mente el temor de que Michael y Julian se pudieran haber reunido.
La noche anterior había estado en la cama, pensando en ellos: dos chicos calientes, sus
suaves cuerpos deslizándose uno contra otro mientras susurraban promesas de que
nunca más se separarían. Siendo romántico, que lo soy, siempre me ha gustado ese tipo
de novela, del estilo de E.M. Foster, Maurice.
Debbie levantó el pulgar hacia arriba cuando salí de la oficina a las 11:55 a.m. No había
oído a Michael, y no le había llamado deliberadamente. Prefería esperarle solo en la
puerta en lugar de darle la oportunidad de decirme que había cambiado de opinión.
Traté de calmar mis nervios diciéndome que si quería realmente cancelar, todo lo que
tenía que hacer era levantar el teléfono.
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Cuando llegué a la galería, que aún estaba abierta, había una o dos personas en el
interior, mientras que Michael conversaba con un chico mayor.
Oh, oh…
—Lo siento, voy un poco tarde, —dijo con una sonrisa de disculpa.— ¿Te
importaría esperarme en la oficina? Va a ser un momento o dos.
—No hay problema —le respondí, con mi mano hormigueando por su tacto. Me
acerqué a la parte de atrás de la galería y me deslicé a través de la puerta de la oficina.
Dejé la puerta abierta para poder ver a Michael cuando terminara su conversación.
¡Qué pedazo de hombre!, pensé, bebiendo cada aspecto de su perfil y la curva deliciosa
de su trasero. Mis ojos se cernían sobre el sutil bulto delantero de sus pantalones. Ahora
sabía exactamente lo que había allí escondido, y cómo despertaba de su reposo con el
toque de mis labios.
Recostado sobre su escritorio, sentí que mi pene se endurecía dentro de mis pantalones.
Sólo la idea de lo que podría pasar la próxima hora o así podía ser suficiente para
hacerme llegar.
Después de unos minutos, escoltó al hombre y a sus dos acompañantes a la puerta, echó
la llave y bajó la persiana.
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Los dos teníamos más o menos la misma altura, me puse a media pulgada de él y
nuestras bocas se alinearon con exactitud. A medida que se unieron en un largo y duro
beso me sentía como si alguien acabara de descargar diez mil voltios.
Creo que también lo sintió. Su cuerpo se sacudió en mis brazos, e hizo un pequeño
sonido de sobresalto dentro de mi boca.
Oh, cariño
Las dudas que había tenido acerca de si estaría encantado de verme se disolvieron
rápidamente con el evidente placer que tuvo al abrazarme y besarme. Y créeme, la
sensación era totalmente mutua.
—Eh… sí. Está bien. —La verdad es que realmente no me gustaba mucho, pero
no quería estropear el momento.
Sonrió y abrió la nevera, sacó un plato pequeño de caviar junto con una botella de
champán.
—Me encanta el champán y me figuré que haría que el caviar fuera más
aceptable. —Puse mis brazos alrededor de su cintura y le acaricié el cuello mientras
destapaba la botella de champán. Los dos sonriendo satisfechos cuando salió el corcho.
Lo puso en dos vasos, luego se volvió en mis brazos y me besó.
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—Sí, muchos más —repitió, por lo que mi corazón latió más rápido.
Tomamos un sorbo de champán, nuestros ojos se encontraron el uno con el otro. Metió
el dedo en el plato de caviar y lo acercó a mis labios. Abrí la boca, chupé el dedo,
saboreando el salado sabor del caviar.
Su sonrisa era seductora cuando abrió su camisa, metió el dedo en el caviar y se untó
algo en su pezón izquierdo.
No necesitaba invitación, por lo que me sumergí en él, lamiendo el caviar con la punta
de mi lengua. Cerré los labios sobre el pezón caliente y duro y mordisqueé suavemente.
Amé los dulces sonidos de placer que escapaban de sus labios. Nunca me había sabido
tan bien el caviar. Recorrí con mis labios su cuerpo, de la garganta a los labios y le di un
largo, largo beso.
—¿Te gustaría robarme, Scott? —bromeó con sus labios rozando los míos,
poniéndome más duro que una barra de hierro.
—Joder, si…, —le besé otra vez. —Robarte y ocultarte para que nadie te
encontrara jamás. Serías mío, sólo mío.
—Me gusta esa idea. —Me desabrochó la camisa y metió las manos, girando
suavemente mis pezones con los dedos, sin apartar sus ojos de los míos. Una mano se
deslizó por un lateral de mi torso, dejando una estela de hielo y fuego en mi piel. —
¿Tienes algún lugar en la mente?, —murmuró, acariciándome el cuello.
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Sus labios acariciaron mi adormecida piel, hasta el punto que mi mente no podía pensar,
no podía responder preguntas.
Eso fue lo mejor que pude decir en ese momento, decidí que el viejo axioma, ―Las
acciones hablan más que las palabras‖, era más que apropiado.
Se arrodilló delante de mí, deslizó los pantalones por mis caderas, sus labios acariciando
mi dolorosa erección. Dios, el toque de sus labios sobre la cabeza de mi pene fue
suficiente para casi hacerme llegar allí mismo. Miré al techo y empecé a contar 10
millones hacia atrás.
Su lengua me estaba haciendo cosas, garantizándome una explosión. Quería que esta
sensación increíble durara y durara. Llegué hasta la parte posterior de su garganta,
mientras que su lengua se arremolinaba hacia arriba y abajo de la longitud de mi
palpitante carne. Me eché hacía atrás contra su escritorio, arqueé la espalda y me dejé
caer en todas las sensaciones que este hombre me daba.
Sus manos ahuecando mi trasero, me llevaron más profundo. Podía sentir sus músculos
de la garganta apretando sobre mi glande. Pasé los dedos por los rizos oscuros de su
cabeza. Yo gemía y con cada sonido de placer que se me escapaba, chupaba más duro,
llevándome a un orgasmo en una serie de alucinantes espasmos cerebrales que me
llevaron al borde del colapso.
8
Dockers©, pantalones, marca de prendas de vestir (suelen ser de color caqui), de Levi Straus & Co.
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A medida que la sala dejó de dar vueltas y finalmente volvió a centrarse, le miré y le
acaricié el rostro con las yemas de mis dedos. Sus ojos brillaban cuando me sonrió,
limpiándose la boca con el dorso de la mano.
Mientras que nos mantuvimos unidos y saqueando la boca del otro, degustándonos en
ese beso, mi corazón se elevó con una velocidad que no podía recordar haber
experimentado antes.
Más tarde, cuando nos sentamos amorosamente uno al lado del otro en el pequeño
asiento del sofá, bebiendo nuestro champan y con su cabeza apoyada en mi hombro, le
pregunté: —¿Qué tal el almuerzo con tu ex?
¿Por qué tenía que hacer esa pregunta en particular? No lo sé. Sólo soy un masoquista,
supongo. Se agitó incómodo, y podría haberme pateado a mi mismo en ese momento.
—Está bien, es sólo que hemos roto recientemente. Tiene temas familiares y
quiere involucrarme. Para ser sincero, no quiero tener que lidiar con eso. Tiene un
hermano muy dominante, que nunca me ha gustado, y ahora quiere un favor, un gran
favor, y Julian parece pensar que debo ayudarle, —suspiró en voz baja. —No quiero
echar a perder tu hora de comida hablando de ello. Ya es hora de irte a trabajar, estoy
seguro — miró su reloj.
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—Ya lo sé —gemí— Es hora de irse. ¿Por qué esta hora pasa más rápida que
cualquier otra?
Me besó en la mejilla.
—Creo que necesitamos una cena— dijo él, parpadeando. —Una cena larga.
—Ya lo creo.
Al salir de la galería unos minutos más tarde, no podía dejar de pensar que el mundo me
parecía mucho más optimista de lo que me parecía unos pocos días antes.
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CAPÍTULO 4
Al día siguiente, estaba en la puerta de su galería a las doce del mediodía en punto, pero
al pasar por la ventana derecha de la puerta, tuve una súbita sensación de recelo. No
había luces en el interior de la galería. El cartel de la puerta ponía ―CERRADO‖, no el
alegre ―HE SALIDO A ALMORZAR, VOLVERÉ PRONTO‖ que estaba acostumbrado
a ver. Llamé a la puerta de todos modos, y esperé y esperé.
—Vaya, espero que no esté enfermo ni nada. Bueno, gracias de todos modos.
—Ah, ¿sí?
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—Sí, dijo que llegaba tarde el otro día, a causa de las obras en la carretera.
—Gracias.
Corrí de nuevo a la oficina, donde tenía estacionado el coche. Loma Camino no estaba
demasiado lejos de allí, y tal vez su Jaguar estaría estacionado fuera, donde vivía. Valía
la pena intentarlo. Estaba preocupado. Michael no me parecía la típica persona que
simplemente no se presentaba a trabajar. Si estaba enfermo, ¿no me hubiese llamado?
¿Por qué diablos no le pedí su número de casa o su móvil? ¿Por qué siempre tengo que
ser tan ―poco echado para delante‖, como mi abuela me acusa de ser? Vaya, después de
todos estos años podría tener algo de confianza con alguien con quien he tenido sexo
caliente y pedirle su número de teléfono.
Salí de la calle Forest hacia Loma Camino, haciendo caso omiso de los límites de
velocidad y ―Ceda el paso‖ que salpicaban la calle. La zona es una mezcla de casas,
condominios y apartamentos, algunos con increíbles vistas del océano, pero con todos
los aparcamientos en la calle. Vi el Jaguar rojo de Michael casi de inmediato, aparcado
fuera de un edificio de tres pisos de estuco blanco. Aparqué detrás de él, salté y corrí
hacia la puerta principal. Exploré las placas del portero electrónico y vi una marcada,
M. Taylor. Pulsé el botón esperé y esperé.
Di un paso hacia atrás y miré hacia el balcón del tercer piso, adivinando que era el suyo.
—¡Michael! —grité.
Nada.
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Inevitablemente, sabía que Michael no iría a alguna parte sin llamar para pedir disculpas
en primer lugar. Además, su coche estaba allí.
¿Y ahora qué? Recorrí los botones de nuevo. Ningún encargado. Bueno… el primer
botón. Presioné con firmeza y esperé. El segundo botón…
—Uh, estoy intentando localizar a Michael Taylor. Soy amigo suyo, y no vino a
trabajar hoy.
—¿Qué está pasando ahí arriba? —dijo la anciana mirándome desde abajo.
—Déjeme ver si puedo llegar primero —le di una patada a la puerta, y abrí el
marco de madera.
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Sabía que estaba mintiendo, pero me tomó la mano y le susurré: — Bueno, deja que te
ayude a ir a la cama. —Me dejó levantarlo, luego con él apoyándose en mí, medio lo
cargué a su habitación y lo acosté encima de la cama. Volví corriendo al rellano y me
asomé por las escaleras.
—Scott…—me miró con los ojos llenos de dolor —¿Cómo sabías que…?
—¿Julian?
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—No, no. Julian no lo hizo. Su hermano Mark, me amenazó hace unos días, pero
realmente no creía que llegaría tan lejos
—Julian me dijo que Mark se metió en algún tipo de aprieto financiero cuando
las inversiones que había hecho para sus clientes se fueron a pique. Quería que Julian le
financiara, pero el dinero está en una cuenta conjunta que abrimos cuando vivíamos
juntos. Siempre habíamos hablado de dejarlo allí hasta que uno o ambos de nosotros lo
necesitáramos realmente. Es por eso que Julian vino a verme el otro día. Quería que
firmara para que pudiera dar a Mark todo el dinero. Me negué y se presentaron esta
mañana. Les dije que lo dividiríamos, pero Mark dijo que no era suficiente. Necesitaba
todo. No creo que Julian tuviese alguna idea de lo violento que iba a ser Mark.
—Y ¿Julian no lo detuvo?
—Lo intentó, pero Mark es un loco cuando está rabioso. Tuvo problemas con la
policía antes, por golpear a su esposa.
—Será hijo de puta, pero todavía no puedo creer que Julian saliese… y te dejase
así.
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—Estaba tratando de protegerte —dijo con los ojos moviéndose por el desnudo
cuerpo de Michael.
—¿Cómo hiciste antes? —di un paso entre él y la cama. —No creo que Michael
pueda manejar más de tu ―cuidado‖.
—Tu expresión de horror podría haber sido un poco más oportuna cuando viste
lo que tu hermano le hizo a la cara de Michael —le dije, — y no salir corriendo. Si has
venido aquí para tratar de cambiar la opinión de Michael acerca de que le dé a tu
hermano el dinero, no tienes suerte amigo.
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—Por favor, Michael —se quejó él, — Mark irá a la cárcel si no puede reunir el
capital.
Juro que si las miradas mataran, me habría tostado en ese momento. Los ojos de Julian
se llenaron de veneno, volviendo a su hermosa cara en una máscara de fealdad. Supongo
que es verdad lo que dicen: la belleza es solo superficial.
—Oye, ¿tú crees que Michael va a ir a ninguna parte en el estado en que está?,
—exclamé.
Julian nos miró a los dos por un momento, volvió sobre sus talones y se fue. Le debió
irritar que la puerta de entrada estuviera rota, dio un simple golpe descuidado en vez del
espectacular golpe que probablemente esperaba dar. Me arrodillé junto a la cama y besé
la mejilla de Michael.
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—Sé que nada de esto es realmente culpa de Julian —dijo en voz baja. — No
creí que sacrificara nuestra amistad por su sórdido hermano.
—Sí, a veces es una lástima que la sangre sea más espesa que el agua.
—Oye, Deb —dije cuando ella contestó. — Me tomo el resto de la tarde libre.
—Sí, lo fue. Los detalles más tarde cariño. ¿Me haces un favor?
—Por supuesto.
—Llama a Joe, del personal de mantenimiento, y pídele que venga hasta el 111
de Loma Camino, apartamento 3. Necesita traer un marco nuevo para una puerta y un
cerrojo.
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Le llevé las pastillas con un poco de agua y después de que las tomase, me quité los
zapatos y me senté junto a él, sujetándole suavemente en mis brazos.
—Gracias Scott.
Tomó mi brazo y lo apretó contra su pecho. Le besé la nuca y me acurruqué detrás de él.
Me debí de quedar dormido, porque lo siguiente que supe es que el timbre de la puerta
sonaba. Me di la vuelta en la cama y corrí hasta el intercomunicador.
—¿Si?
—Soy Joe, Scott. Debbie dice que tengo que hacer algunas reparaciones aquí.
—Te prometo que no te haré reír —le dije inclinándome para besar su cuello. —
El carpintero esta aquí fijando la puerta. ¿Me quieres por aquí?
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—No tengo que hacer absolutamente nada mejor. ¿Cómo sientes la cara?
—Bien.
—Mentiroso.
—Sí, ese es el estado de las cuentas —suspiró largo y tendido. — Nunca pensé
que esto iba a terminar así. Incluso después de separarnos quedamos como amigos, pero
ahora… no creo poder estar a solas con él.
A pesar de mis sentimientos de odio hacia Julian, tuve que admitir que lo que había
visto era absolutamente lo peor. Debía tener algo bueno en él, además de su buena
apariencia, si Michael lo había amado.
—En fin… —me miró y tomó la mano. —Una vez más no puedo agradecerte lo
suficiente por estar aquí para mí. Julian obviamente, volvió a tratar de coaccionarme
para que le entregase el dinero. Probablemente pensaba que en mi estado de debilidad,
cedería. Lo último que esperaba era encontrarte aquí, protegiéndome.
—Sí —me reí entre dientes —Scott, el Protector, ese soy yo, está bien.
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CAPÍTULO 5
Hacia las cinco de la tarde, Joe finalmente anunció que había terminado y me dio dos
llaves para la nueva cerradura.
Se quedó mirando las llaves por un momento y luego, sin decir una palabra, empujó una
hacia mí. Juro que me sentí como un bebé berreando en ese momento.
—Si alguien se merece esta llave, eres tú, —dijo. Sus ojos se encontraron con
los míos, y envolvieron más mi corazón. A pesar de su cara hinchada y amoratada, a
mis ojos era el hombre más bello que había visto nunca. —Sé que todo esto ha sido una
montaña rusa emocional para los dos, —continuó —y tal vez mi cerebro está alborotado
en este momento, pero Scott… realmente creo que estoy enamorado de ti.
Mis ojos debieron aumentar con el shock, porque su mirada se fue de mi sobresaltada
expresión.
9
En original. Frase famosa del Chuarcheneguer en Terminator II. XD.
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—No, no, —le agarré la mano. — No es demasiado pronto. Siento lo mismo por
ti. Sólo que no pensé que… que tú podrías… sabes… que sintieras lo mismo por mí.
—¿Y por qué no?, ¿no has visto lo que me haces siempre?, ¿me besas, me
sostienes?
Me reí débilmente.
Nos sonreímos el uno al otro y a continuación nos inclinamos para besarnos. Todavía
tenía cuidado para no presionar mucho, pero cuando se abrió para mí, estaba perdido.
—Necesito que me hagas el amor, —susurró con sus labios sobre los míos.
—¿No te duele?
Con mi lengua si lo quería. Tomé el jabón y lo pasé por sus músculos flexibles, por su
columna vertebral y por la hendidura de sus nalgas. Por supuesto que mis dedos se
quedaron allí, bordeando su agujero, mi dedo medio presionando suavemente hasta que
el nudillo se deslizó en el interior de su calor de seda. Su cabeza cayó hacia atrás sobre
mi hombro mientras suspiraba y le llevaba al éxtasis. Le rodeaba con mi brazo
10
Igual en el original: lo mío no es el francés, vaya, pero sería algo así como: un “no sé qué”…
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izquierdo, mi mano acariciando su pecho, para ir lentamente hacia el sur hasta llegar a
su polla lista y dura.
—Scott…
Aunque intenté enmascararla debió notar la decepción en mi voz, porque sonrío cuando
cerró el agua y tomó una toalla. Comenzó a secarme y a acariciarme, me dio un montón
de besos a lo largo de la mandíbula mientras lo hacía.
—Mejor por eso. — Cerró sus brazos sobre mí y me tiró sobre él, sosteniéndome
fuertemente a su desnudez. —Te sientes tan bien, Scott —susurró.
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Sus caderas se movían contra las mías, causando que nuestras erecciones se deslizasen
juntas, gotas de pre-semen se deslizaban sobre el estómago. Pasó las manos por mis
costados y la espalda, los dedos dejando pequeñas descargas eléctricas en mi piel.
¿Cuándo la simple lujuria se vuelve amor?, ¿cuándo la emoción de pasar una hora más o
menos con un hombre hermoso, que conozco hace menos de una semana, se convierte
en un deseo, un anhelo de un compromiso de por vida? En ese momento fascinante,
cuando sus hermosos ojos miraban para arriba con una intensidad que me dejó sin
aliento, quería nada más ser una parte de él, y que él fuese una parte de mí. Si hubiera
podido curiosear en su interior, me hubiera gustado estar viviendo dentro de su piel.
Estaba abrumado por esta emoción inesperada, sentí que se acercaban las lágrimas.
Apreté los brazos de él y mi cara contra su pecho, con la esperanza de ocultar las
lágrimas. Pensé que no sería un bonito espectáculo, pero no pude evitar el ahogado
sollozo en mi garganta.
Y lo hicimos, sin ser conscientes de como sus pobres labios podían soportar toda esa
presión. Los suaves gemidos que provenían de él eran sonidos de placer y no de dolor,
la dureza de su erección presionando contra la mía era una señal segura de que estaba
disfrutando de todo esto tanto como yo. Me incorporé un poco para poder besar y
lamerle todo –tenía el cuerpo más ―besable‖ que la mayoría de los que jamás había
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visto en ningún hombre– y quería saborear cada centímetro de él. Especialmente las
pulgadas que estaban duras y palpitantes en mi mano.
Bajé la cabeza para tomar la reluciente corona en mi boca, mis labios trabajando sobre
la aterciopelada carne húmeda, hundiendo la punta de la lengua en la ranura para
saborear el sabor salado de su líquido pre-seminal. Acariciaba sus bolas, separándolas y
apretando suavemente cada una, amando sus jadeos de placer y la forma en que su
cuerpo se retorcía bajo mi tacto. Me chupé el dedo medio y a continuación me abrí
camino bajo sus bolas, en la hendidura entre las dulces mejillas de sus nalgas, todavía
húmedas de nuestra ducha reciente. Mi dedo sondeó en círculos su esfínter, a
continuación se abrió camino en sus calientes profundidades. Cuando gimió
placenteramente, tomé toda su polla en mi boca, mis labios se movían arriba y abajo de
su pulsante eje.
Sus manos acariciaban mi cabeza, mis hombros, suaves gemidos y suspiros escapaban
de sus labios cuando se entregó por completo al placer del momento. Su cuerpo tuvo un
espasmo debajo de mí, y sabía que estaba cerca.
Saqué su polla de mi boca y tras una probada en el ano con mi lengua, lamí todo su
torso hacia arriba, haciendo una pausa atendiendo a cada pezón, antes de tomar su boca
en un beso tierno. Se inclinó hacia atrás y sacó un tubo de lubricante y un condón de la
mesita de noche. Unté mis dedos con el lubricante, inserté uno, luego dos dentro de su
apretado agujero caliente. Se retorcía debajo de mí, los músculos de su culo apretando
alrededor de mis dedos, cuando empezó a retorcer mis pezones entre sus dedos pulgar e
índice. Mi dedo corazón encontró su próstata, y su polla saltó, se filtró líquido pre-
eyaculatorio en el estómago en respuesta a mi suave caricia en su punto dulce.
—Oh, sí… Scott, —murmuró, sus ojos vidriosos por el deseo. —Se siente tan
maravilloso.
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posicioné entre sus muslos, mi polla dura presionando en el caliente agujero. Se agarró
a mis hombros y me impulsé, llenándole con un golpe largo y duro.
Me incliné hacia adelante, puse una mano a cada lado de su cabeza y comencé a un
ritmo fuerte y constante. Sus piernas y brazos rodearon mi torso, sosteniéndome y
empujándose a mi ritmo, coincidiendo las embestidas. El calor y la fricción nos llevó al
borde rápidamente, nuestra respiración dura y errática, silbando entre dientes. Un
gemido duro se le escapó cuando le agarré la erección dura como el acero y lo llevé a su
clímax.
Y vaya si no estaba listo para arrojar alguna lágrima más –de felicidad, por supuesto.
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CAPÍTULO 6
Y nuestros almuerzos en Laguna continuaron, así como las cenas y las noches que
pasamos juntos, ya fuesen en su apartamento o en mi más modesta morada. Michael
llegó a decir que prefería la mía a la suya, y yo tenía que estar de acuerdo, teníamos
mucha más privacidad en el agradable patio de la casa donde hacer el amor al aire libre.
Todo fue bien durante un mes. Personalmente, nunca había sido más feliz y estaba
seguro que Michael compartía bastante esta sensación. Pero una noche, vino a mi casa
pareciendo decididamente deprimido.
—No lo entiendo—dije. — ¿Por qué deberías sacarle del lío? No era tu amante.
Era Julian.
—Scott…
—Así que vas a darle tu dinero, tus ahorros, sabiendo que nunca lo tendrás de
vuelta. ¿Por qué?
—Los padres de Julian son gente muy agradable. Durante el tiempo que él y yo
estuvimos juntos, estuve cerca de sus padres. No saben nada acerca de los infames tratos
de Mark y no creo que Julian lo supiese hasta que la mierda le golpeó en la cara.
—Eso no es una razón válida, Michael. Mira yo sé qué lo que haces con tu
dinero no es realmente algo de mi incumbencia, pero estoy seguro como la mierda, que
odio pensar en tirarlo a la basura para ayudar a algunos sórdidos que viven su vida con
tendencias criminales.
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Estaba encerrado momentáneamente, mientras sus labios me daban uno de sus largos
besos ensoñadores. Dios, él podía hacerlo como nadie. Estaba duro como una roca, pero
pensé que había que hablar de esto antes de disfrutar de cualquier placer carnal.
—Ok, está bien, —jadeé cuando por fin sus brazos me dejaron ir. —Pero, ¿qué
vas a hacer?
—Tengo que admitir que tengo un conflicto, —dijo mientras que yo mezclaba
en el bar unos muy necesarios Martinis.
—Cien mil, y no voy a hacerme cargo de todo. Justo lo suficiente para apaciguar
a los inversionistas y para que le den más tiempo.
—¿Cien mil dólares?, Michael por favor, no puedes estar hablando en serio.
¿Quieres decir que lo que compartiste con Julian, que era demasiado, todavía no es
suficiente?
—Entonces, ¿qué vas a hacer?, —yo despotricaba. —Dile a esos tontos que
vendan su casa, sólo para mantener su lastimoso culo fuera de la cárcel. ¿Piensas que
van a estar agradecidos por esto y te van a prometer que nunca lo volverán a hacer de
nuevo? El tema empeorará, sobre todo si encuentran a alguien para salir del apuro.
—Pues no lo hagas Michael. Haz que Julian llame a sus padres y lo comparta
con ellos. Es un asunto de familia, y no serás parte de ella nunca más. —Hice una
pausa y una sombra cruzó su hermoso rostro. —Lo siento, no quise ser tan contundente,
pero debes ver que se están aprovechando de ti. Y lo siento de nuevo, pero Julian no
debe involucrarte en esto tampoco.
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ALMUERZOS EN LAGUNA J.P.BOWIE
—Tienes razón, por supuesto. Es que odio pensar que van a hacer Robert y
Diane, sus padres, cuando se den cuenta.
—A lo mejor tienen algún tipo de indicio sobre Mark y su doble juego —sugerí.
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Al día siguiente, cuando me puse a pensar en Mark y cómo estaba tratando de estafar a
Michael un montón de dinero, me tenía un poco molesto todo el asunto. Sí, Michael me
había hablado de la entrega de sus ahorros duramente ganados, pero había algo más en
las groseras demandas de Mark por lo que sentía que tenía que hacer algo más acerca de
la situación.
No es asunto tuyo, me decía a mí mismo. Pero ser amante de Michael lo hizo mío, y
estaba seguro como el infierno que odiaba que Mark pusiera a Michael en la situación
de tener que decir que no en primer lugar, y luego a continuación se pusiese violento al
ser rechazado.
Mark Palin Inversiones estaba en las páginas amarillas, junto con el número de teléfono
y una dirección en Santa Ana, pero cuando llamé al número, me dijeron que había sido
desconectado. ¡Vaya sorpresa!, tal vez ya estaba en la cárcel o huyendo de los furiosos
inversores. Tuve una repentina visión de viejecitas que le sujetaban con sus andadores y
le golpeaban con sus bastones. Me reí en voz alta y Debbie, presentó sus uñas en su
escritorio y me dirigió una mirada con la ceja levantada.
—Ja, ja, —Debbie me señaló con la lima de uñas. —Eso significa que pagas el
almuerzo, Sr. Molestosamente feliz.
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Debbie no podía tener más razón. Estaba feliz y probablemente fastidioso. Tiendo a ser
un poco inestable con mis emociones, algo de lo que Michael afortunadamente no se
había quejado, hasta ahora. Por supuesto, alrededor de él, no era más que dulce,
templado y feliz.
—¿En serio? —Miré sobre él hacia donde estaban los dos hermanos sentados,
mirándose el uno al otro. Definitivamente no estaban felices —Bien, bien —dije en voz
baja. —¿Vamos a saludarlos?
—Scott…
Pero era demasiado tarde. Julian nos vio, algo le dijo a su espeluznante hermano que se
volvió y nos miró con su cara de piedra.
—Michael —dijo en voz baja, su voz me daba escalofríos. —Me gustaría hablar
contigo, afuera y a solas—añadió, evidentemente para que me enterase.
—No tenemos nada de qué hablar Mark, —dijo Michael de pie en sus trece.
—Bueno, creo que todos sabemos a lo que conduce hablar contigo —le dije,
naturalmente poniendo mi granito de arena. —Y todo lo que tengas que decirle a
Michael, lo dices aquí, en este momento —le sonreí, — y frente a testigos.
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ALMUERZOS EN LAGUNA J.P.BOWIE
Todo estaba en el aire, duchando a los clientes sentados cerca con bonitas bebidas
pegajosas y alimentos calientes. Oops.
Casi aprovecho el caos para darle un puñetazo en la nariz, pero no me tuve que
preocupar. Una mujer grande y furiosa se levantó de una mesa, chorreando piña colada
del pelo y le pegó un puñetazo en el estómago.
Actuando como si no tuviera nada que ver con nosotros, Michael y yo nos sentamos en
una mesa junto a la ventana, mirándonos uno al otro sobre nuestros menús y a
continuación nos echamos a reír.
Cuando nuestros almuerzos en Laguna terminaron, este siguió siendo uno de nuestros
recuerdos, pero por diferentes razones.
fin
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ALMUERZOS EN LAGUNA J.P.BOWIE
Créditos
Traducción
Alex
Corrección
Cuq
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