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La Plata, 10 de septiembre de 2007

Sres. Directores, Sra. Secretaria, Sres. Profesores, Sres. Preceptores, alumnos:


En 1947 la Conferencia Interamericana de Educación, reunida en Panamá, estableció como
Día Panamericano del Maestro al 11 de septiembre en homenaje al fallecimiento de
Sarmiento considerando que “ninguna fecha es más oportuna para celebrar el día del
maestro que el 11 de septiembre, día en que pasó a la inmortalidad Domingo Faustino
Sarmiento”.
La decisión de la Conferencia Interamericana de Educación estuvo basada en la actividad
de Sarmiento como educador, la siguiente es una síntesis biográfica que demuestra lo
acertado de esa elección:
Conocido en el mundo de las letras por sus escritos sociológicos y biográficos, Domingo
Faustino Sarmiento puso las bases del desarrollo económico argentino al estimular durante
su presidencia la enseñanza pública, el comercio, la agricultura y los transportes.
Nació el 14 de febrero de 1811 en San Juan, Argentina, en 1845 publicó su primera gran
obra: Civilización y barbarie: vida de Juan Facundo Quiroga, Mi defensa (1843) y Recuerdos
de provincia (1850).
Entre 1864 y 1868 desempeñó el cargo de ministro plenipotenciario en Chile, el Perú y los
Estados Unidos. En este último país lo sorprendió su designación como Presidente de la
República Argentina, cargo y honor que recayó sobre él por motivos de prestigio.
Durante su periodo presidencial impulsó la educación y la cultura de su pueblo, actuando
sobre todo en el fenómeno de la enseñanza general y la organización del magisterio, y
también en la extensión de ideas liberales, que se centraban en los principios democráticos,
las libertades civiles y la oposición a los regímenes dictatoriales.
Al terminar su gobierno Sarmiento, continuó en la política, actuando sobre todo en el campo
de la educación. Como senador, como ministro del interior y como superintendente general
de escuelas. Promovió la expansión de la red ferroviaria, facilitó la llegada de inmigrantes y
fundó una escuela de magisterio, una naval y diversos colegios militares y bibliotecas
provinciales.
A partir de 1880, tras la elección presidencial de Julio Argentino Roca, Sarmiento fue alejado
de la política y continuó su labor literaria. Murió en Asunción del Paraguay el 11 de
septiembre de 1888.
Por una parte, en el día de la fecha se conmemora la muerte del incansable intelectual
argentino, por otra se celebra la función del docente. Y sobre esto quiero explayarme ahora.
A pesar de las celebraciones, de la conmemoración de gran pedagogo argentino, de los
discursos y todas los demás actos que se llevarán a cabo de manera oficial, hoy, la función
docente está sumamente devaluada, de la misma manera que lo está la ecuación en general.
Sarmiento sabía que la nación solo podía crecer si se democratizaba el pensamiento
científico, si se repartía entre el pueblo los conocimientos que, hasta ese momento, solo
pertenecían a una élite y que para que esto ocurriera debía invertirse dinero, tiempo,
esfuerzo.
Desde hace décadas en el país, y esto se agudizó a partir de la Ley Federal de Educación y
seguirá empeorando con la nueva Ley, los gobernantes han venido realizando el camino
inverso del que señaló Sarmiento: no hay inversión económica ni simbólica en educación: ni
para edificios, ni para sueldos, los contenidos de enseñanza vienen deteriorándose con cada
cambio curricular (y, ustedes, alumnos de la escuela técnica, saben bien de lo que hablo al
decir esto), el estado sigue subvencionando a la escuela privada en detrimento de la escuela
pública. Hoy, se considera a la formación no formal de la misma manera que se considera la
educación formal, y podríamos mencionar muchísimos otros aspectos que marcan un rumbo
bien distinto del que Sarmiento deseaba para su país y sus escuelas.
Todo esto es intencional, por que un pueblo que no sabe matemática, física, filosofía,
literatura se lo maneja mejor, un pueblo que no conoce su historia, no puede construirse
como parte integrante y hacedor de la historia.
Debemos decir, y esto puede parecer soberbio, pero lamentablemente es real, al tiempo que
nos causa una gran tristeza y frustración: los únicos que en este momento sostenemos a la
educación somos los que día a día damos clases, los que día a día acompañamos a los
alumnos, aportamos fotocopias, libros, material de experimentación, etc., y también, porque
somos los únicos interesados en revertir el camino que ha tomado la educación en la
Argentina, somos los que salimos a la calle, hacemos paros y reclamamos mejores leyes
educativas, mejores condiciones de trabajo, mayor presupuesto, mejores sueldos.
Celebremos el día del maestro valorando el esfuerzo diario en las escuelas y, también y
fundamentalmente haciendo un homenaje al maestro neuquino Carlos Fuentealba,
asesinado por desear una educación digna para todos.

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