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Tomo I
-Pero te sacrificas.
-La esposa debe por el esposo abandonar la casa de sus
padres.
Juventud
He aquí la cuenta:
Octubre 7, 2h de la tarde.
CUENTAS.-
CUENTAS.-
En el café Rs. 2
Gastos de mudanza 12
Octubre 10.
CUENTAS.-
Octubre 31.
Noviembre 3, 1866.
Diciembre 6, 1866.
ACTA DE DESAFÍO
Mayo 11.
Mayo 13.
Los hombres son diablos que han venido a menos, que si han
empobrecido, pobres-diablos. La mayor parte del daño que
causan, lo causan inconsciamente. Oírlos hablar, observarlos
en su vida diaria, seguirlos en el perpetuo serpenteo de su
conducta, puede y debe devolver la calma al espíritu agitado,
y afirmar la benevolencia filosófica que es fruto de toda
existencia consagrada al pensamiento.
Mayo 15.
Mayo 16.
Mayo 17.
Mayo 18.
Mayo 20.
Mayo 25.
Mayo 26.
Mayo 29.
París 8, 2½ de la tarde.
[...]
París, 19.
Agosto 30.
[...]
Este es el mal, éstas son las causas, ésos son sus efectos.
Todo mal lleva consigo el remedio.
AL GOBIERNO PROVISIONAL
Madrid, 1868.
Madrid, 1868.
He dicho lo bastante.
El señor Hostos:
El señor Hostos:
El Sr. Hostos:
Ponce.
Medítelas el país.
Junio, 3.
Septiembre 10.
Septiembre 11.
Más por huir de esta enojosa soledad que por cualquiera otra
razón, fui ayer a casa de los cubanos. Me convencí allí de una
verdad palpable: la de que no se estima a nadie que no se
conoce. Pensamiento inmediato de relación: esquive
relaciones con personas que no lo conocen, para no
exponerse a tormentos de amor propio cuyas amarguras no
se necesita experimentar.
Lunes, 13 de septiembre.
Hice muy mal porque el asunto es capital para mí. ¿Por qué?
¿Quién sufre o goza más de las renovaciones
alternativamente tristes o placenteras de la patria que yo?
¿Para quién es como para mí, cuestión de vida o muerte, de
ser o no ser, la de hacer una patria política, social,
intelectual, moral, de la que geográficamente debo a la
naturaleza? ¿Para quién es que una virtud a sabiendas,
fríamente convertida en vicio -tanto como para aquel que se
elimina a sí mismo, su familia, todo, delante de la idea de la
patria- es motivo de los remordimientos más punzantes, en
días de inactividad involuntaria o, como ayer, determinada
por la entristecedora reflexión intelectual de los sacrificios
hechos a la patria? No es la primera vez, porque pienso en
ello cada vez que tengo que dirigirme a alguno de mis
compatriotas, pero fue ayer cuando leyendo un telegrama
sobre Puerto Rico, me hice las más desoladoras reflexiones y
sentí los remordimientos más amargos. ¿Cómo -me sorprendí
diciéndome- hacen en su ausencia lo que no han querido
hacer en mi presencia, y el sueño de algunos años de martirio
va a realizarse en el momento en que yo no puedo ni debo
contribuir a su realización? ¿Será posible que habiéndolo
aventurado y perdido todo, en el momento en que tengo más
fuerzas para renegar de la injusticia y de la tiranía éstos
desmienten con sus actos mi oposición furiosa? Y todavía hoy
me pregunto: habiendo yo hecho tanto por construir el
edificio de la independencia patria, ¿seré yo el único que en el
momento de gozarla no vaya a poder participar de ella?
Muchas veces he pensado morir por mis ideas, ser inmolado
por mi pensamiento, martirizado voluntariamente por la
justicia, y lo mismo que no he retrocedido ante mi conciencia,
yo no retrocedería ante mi organismo físico: miro esta
eventualidad sin trepidar; lo que no veo tranquilamente es
ese yo no sé qué estrago fisiológico al cual atribuyo esta
frialdad, esta impasibilidad en mi visión. Puede ser que ella
sea producida por cualquiera otra causa. Siempre he vivido
sólo con mi pensamiento: jamás, puedo afirmarlo
categóricamente, jamás he sido alentado, jamás he tenido
partidarios conocidos, y la soledad de las ideas tanto como la
de la persona hace languidecer todo esfuerzo. A propósito y
en confirmación de lo cual, recuerdo dos reflexiones
trascendentales que en mis paseos me he hecho
últimamente. Soñaba a la vez con el porvenir de mi país y con
el pasado del cristianismo, y mientras me acobardaba pensar
en el estado moral e intelectual de mis compatriotas, me
fortalecía pensando en la historia del cristianismo: ¿qué fue
lo que le dio el triunfo? La predicación de una idea humana.
Tan pronto como oyó la palabra reveladora: Amaos los unos a
los otros; la humanidad se levantó de su lecho crapuloso, de
su indignidad aceptada: ¿por qué desesperar de la influencia
de una idea no menos humana contemplaos los unos a los
otros y curaos del mal de indignidad? Un muchacho
empujaba, provocaba un cachorro de zorra del Jardín
Zoológico: «¿Con qué derecho lo maltrata -le dije-, qué le ha
hecho él?». Y como todavía una hora después yo rumiaba esta
extraña exhortación, me puse a sondear su profundidad.
Ciertamente, yo tenía razón en hablar de derecho: el derecho
es una fuerza, y todos los hombres sabemos que la fuerza no
tiene derecho contra la debilidad. Yo había hablado de una
bestia como si lo hubiera hecho de una persona, y tenía
razón: el precepto racional: «No hagas a otro lo que no quieras
que te hagan a ti mismo», es de tan estricta aplicación a las
relaciones de los hombres con los animales, como a los de los
humanos entre sí. De aquí la deducción siguiente: Si el
cristianismo ha hecho tanto con sólo enunciar su aforismo, si
yo he aplacado la furia irreflexiva de un vagabundo con sólo
pronunciarle una verdad de conciencia universal, sigue tu
camino siempre que sean la justicia y la razón quienes te
escolten. O lo que es lo mismo: no te descorazonen los
obstáculos del momento: si llevas una idea universal, ella
llegará a su fin. Releyendo por casualidad la afirmación final,
he pensado en la que hace la Gaceta de Madrid, del día doce,
cuyo decreto sobre la formación de una comisión para decidir
el número y carácter de las reformas políticas y
administrativas que deben hacerse al gobierno de la isla de
Puerto Rico, puede hacer inútiles todas mis gestiones.
Septiembre 15, mediodía.
Septiembre 16.
Septiembre 19.
Septiembre 20.
Septiembre 22.
Septiembre 23.
Septiembre 25.
Septiembre 27.
Septiembre 28.
Octubre 3, mediodía.
Octubre 4.
Octubre 6.
Octubre 9.
Octubre 10.
Nueva York, octubre 31, 1869, medio día (Bleeker St. 292).
Noviembre 2.
Domingo, 12 de diciembre.
Jueves, 16 de diciembre.
Sigo pensando en el viaje, o más bien, en los motivos que lo
condenan como insensata imprudencia. Más de una vez me
ha precipitado la escasez; hoy podría precipitarme la
impaciencia: dominémosla, pues, y dejemos sucederse los
acontecimientos para poder utilizarlos, dirigiéndolos al fin a
que conjuntamente caminan mis ideas y mis deseos.
Diciembre 24.
Más fácil y más real, por ser más inmediato y por depender
absolutamente de mi voluntad y de mi habilidad, es el
programa que cometí la imprudencia de desplegar a los ojos
de M. y de B., y que tal vez vuelva imprudentemente a
discutir esta noche con Ba. y con Bs. Este el programa.
Mañana por la noche discute el Club una proposición
absurda, que está basada en un sentimiento sano y en un
instinto seguro; se pide el cambio de lugar para la Junta, y
que se vaya a Inglaterra a trabajar. El sentimiento, casi
siempre incompleto, se siente herido por la conducta
norteamericana, y con razón; pero no sabe que todo acto
anterior es un compromiso posterior, y que no se puede
aventurar el porvenir de una idea al olvido de un
compromiso. Yo intento hablar, y decir la verdad sobre la
revolución, sobre su desarrollo, sobre la dualidad entre ella y
su representación aquí; sobre la necesidad de salvar la
dualidad, atendiendo más a Cuba y desatendiendo más a los
Estados Unidos, pero sin romper con éstos, y simplemente
destruyendo la acción contraria que ellos intenten, con los
intereses, las pasiones y la política de otras potencias. Por
tanto, no cambio de lugar, sino distribución de agentes. Y
como hay el sentimiento de lo que yo diría, y como yo tengo
todo el pensamiento de la revolución en mí, bastaría que yo
demostrara que los agentes de Cuba aquí no saben que es lo
que deben, para concitar contra ellos la justa indignación que
merecen. Entonces, de explotado pasaría yo a la categoría de
respetado, al inviolable carácter de temido, y de ese modo
podría conquistar la iniciativa que necesito. Pero yo no sirvo
para eso. Tal vez haga lo que pienso, tal vez la pasión me
obligue a hacerlo; pero es probable que no sepa sacar el fruto
personal que me conviene.
Por más que los celos hicieran decir por la noche a B. que M.
y los demás de la Junta no habían tenido argumento contra
los míos, por más que yo mismo siga convencido de que mi
política sería más digna de la revolución y del porvenir de las
Antillas, el hecho es que, apenas opuesta la única objeción
grave que me hicieron, yo perdí toda la fe que mi punto de
vista me inspiraba. Y es conveniente averiguar si mi
vacilación era hija del temor de haber expuesto a una ligereza
una alta causa, o si depende del vicio, que debo corregirme,
de perder la fuerza que aisladamente me dan las ideas,
cuando las opongo a los dictámenes opuestos de los otros.
Viernes 14.
2 de febrero, noche.
Era bueno que esto constara; pero era necesario que constara
sin que de esto naciera una autorización a los rumores de
que el Club tiene un empeño contrario al de la Junta. Yo me
levanté, tomando así de hecho la dirección de la fracción
resuelta; pero no estoy satisfecho. Más lo estoy del modo que
tuvo de apoyarme Rius. Tampoco estoy satisfecho del
discurso de sentimiento que pronuncié después y en que, y
en nombre del Club, recibí al mensajero del «Ana». Nada
importa que el primer discurso me valiera una adhesión
unánime ni que el segundo estuviera cubriéndome de
aplausos durante cinco minutos: en el primero, me apoyaba
la inexperiencia: en el segundo me aplaudía el entusiasmo.
Es necesario no abusar del entusiasmo. El que yo siento e
inspiro es de buena ley, el más santo y el más noble, pero por
lo mismo, más irreflexivo que otro alguno. Si, como veo con
asombro, yo sirvo para el arte de orador, es necesario que yo
realice el arte de la manera original que lo concibo; como
expresión nítida de la solidaridad de todas las fuerzas del
espíritu. Sentimiento, bueno; pero no superior a la razón, y
siempre razonando en la conciencia propia. Esto en cuanto al
fondo, que en cuanto a la forma, tengo que hacer grandes
esfuerzos para corregirla. No he logrado todavía que
reproduzca mi pensamiento, no sólo por difusa, sino también
por incompleta. Puesto que el arte oratorio consiste en la
persuasión del sentimiento extraño por el propio y en el
convencimiento de la razón pública por la razón privada, el
artista más perfecto será aquel que, realizando lo que
concibe, se dirige siempre por su conciencia, y teniendo por
instrumento el sentimiento propio y el extraño, lo mueve por
la razón. Yo no hago eso. Una vez, la primera, hablé
exclusivamente en nombre de la razón y por su medio,
exponiendo principios dispersos, en vez de presentar la serie;
después, he hablado casi exclusivamente en nombre del
sentimiento, expresando en divagaciones en vano
solidarizadas por la razón, índices de sentimiento, en vez del
sentimiento completo que quería expresar.
Lo que para mí es poco, es bastante para los que me
aplauden, es mucho para los que no me creen capaz de
hacerlo.
Martes 15.
Despacio, sí, que cada vez se abren más los horizontes, cada
vez es más diáfana la luz, cada vez más probado mi
idealismo, cada vez más pavorosa la desatendida y desatenta
realidad. Si es verdad, si esas cartas publicadas por el Diario
de la Marina son, como parecen, la ingenua expresión del
estado interior de la revolución, ¡ah, pobre ideal! ¡qué lejos
estás de realizarte! Intimo dolor del alma, pesadumbre de
conciencia, desmayo de corazón, tristeza inmensa, todas las
fórmulas son insuficientes para expresar el estado en que he
caído al leer esos documentos. Yo soy un inocente. Creí que
allí, al menos, la inminencia del peligro, la posesión de la idea
por cada combatiente armado, la lógica de los hechos, la
necesidad, mantendrían la unión. Engaño. Los hombres
siguen siendo lo que han sido; el despotismo los ha
deformado.
Miércoles, 27 de abril.
28, noche.
Jueves 9.
Quizás no sea tan falso como Rivero hoy afirman los nuestros
el rumor de las tentativas de soborno, pues Rivero me decía
hace tres días que una de las glorias diplomáticas de Morales
Lemus había sido el destruir el plan de denuncia que hace
dos meses había fabricado el Ministro español; pero de todos
modos es singular, a un tiempo favorable y desfavorable para
este país el que así influyan en la marcha de sus asuntos los
ardides, las argucias del interés y la pasión, la inmoralidad
supuesta o realizada. Es favorable, porque demuestra una
fuerza de resistencia en las instituciones y en el espíritu
público de este país, que no sólo no tiene ningún otro sino
que ningún otro puede tener, porque ningún otro tiene tanta
juventud de pensamiento unida a un tan absoluto sistema de
publicidad. Es desfavorable, porque prueba que hay un
principio de corrupción allí donde la suposición de corrupción
alarma a los buenos y hace vacilar a los falibles. El hecho es
éste: el Ministro español, por medio de sus heraldos en la
prensa y en los círculos políticos, ha divulgado la noticia de
que M. L. y otros representantes de Cuba han tratado de
comprar con bonos cubanos la aquiescencia de senadores y
representantes. Sea o no cierto, el hecho no se presenta como
una protesta de la moral, sino como un ardid de la política.
Se trata hoy de discutir la cuestión de Cuba en el Congreso,
se teme un voto favorable, y para prevenirlo, se acusa ante el
público de prevaricadores a los que han de resolver la
situación de Cuba respecto a los Estados Unidos. Ya hace dos
meses, y con el mismo fin, se hizo la tentativa, y la moral
escrupulosa se aplacó tan pronto como desapareció, con el
aplazamiento, el peligro que ve España en el reconocimiento
de beligerancia. De tal manera es viciosa la política del
mundo que Europa se reiría del puritano que quisiera
paralizar la acción de un Congreso o de un Gobierno por
medio de una acusación de ese género. Yo mismo que aun
tengo la fuerte debilidad de creer en la moral que yo practico
o quiero practicar, me asombro de que sirva de elemento
político.
Martes 14.
Miércoles 15.
Hace ocho años que murió Eladia, con quien fui injusto, a
pesar de quererla entrañablemente y de respetarla como
respeto la virtud. La vida pasada va presentándose con
creciente lucidez a mi conciencia y a la injusticia de los
hombres y a los golpes de la adversidad deberé este beneficio.
Voy sabiendo lo que perdí y cuanto más lo sé, más
profundamente lo deploro. ¡Ah! ¡noble hermana, perdóname
las injusticias de mi susceptibilidad!
Yo creo que estoy viviendo lo que imaginé un tiempo que
había de vivir. Hechos, circunstancias, palabras,
sentimientos, pensamientos, todo lo repito. Anoche me
sorprendí en una de las situaciones de Barcelona; hoy he
estado comparándola, explicándola por unas palabras
de Bayoán: «Las pasiones del hombre [...] Un rapto las
inflama». Yo no amaba a esa criatura, y hoy creo que la amo.
Por lo menos, hoy he padecido pensando en ella, y
he pensado en ella, que es más grave todavía. Deseo
ardientemente que llegue el sábado para verla, para
examinarla, para consultar su corazón, para ver, para
entender, para creer, para decidirme y resolver. Por de
pronto, ya la imaginación tiene la iniciativa y ha resuelto
llevarme a donde ella.
Por la noche fui con la familia de Cara a ver unos fuegos que
no vimos y que no me ocuparon ni por un momento. Me
ocupaba Cara. Una importuna intervención de F. me explicó
dos horas después, delante de toda la familia y provocando
una explicación espinosísima, el sentimiento que experimento
y el que inspiro. «No se ande Ud. con rodeos; hable Ud. claro
para que lo entiendan», dijo en resumidas cuentas; y en
resumidas cuentas, lo que pasa es eso: que no hablo claro,
que quiero y no quiero, que siento y no siento y que
determino quizá en ella una lucha más violenta que la que
sustento en mí. Esto es serio, quizá lo más serio que me ha
acontecido desde la resolución de venir a Nueva York, y es
necesario estudiarlo cuando esté con disposiciones para
hacerlo.
Lunes 22.