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Los Dossiers de
NUTRICIÓN Y BIENESTAR
LOS NUEVOS TRATAMIENTOS NATURALES VALIDADOS POR LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Dr Jean-Paul Curtay Nº 36 DICIEMBRE 2016 SALUD NUTRICIÓN BIENESTAR
ESPECIAL CÁNCER
(curar mediante la alimentación) en Eu-
ropa y ha formado a más de 6.000 mé-
dicos en universidades de todo el mundo
(Bruselas, Lisboa, París, Viena…).
El Dr. Curtay es presidente del Green-
health, un movimiento internacional CÓMO PREVENIRLO Y CÓMO
que persigue promover la salud (especial-
mente a través de la alimentación y el me- EVITAR QUE SE DESENCADENE LA
dioambiente), miembro de la Academia
de Ciencias de Nueva York y forma parte ENFERMEDAD
del equipo editorial de la revista Journal
of Nutritional and Environmental Medi-
cine, de la British Society for Ecological
Medicine (BSEM). Trabaja para difundir Por Jean-Paul Curtay
la terapia nutricional, para introducir la
educación sobre nutrición en las escuelas
y con agricultores y la industria alimenta- PRIMERA PARTE: POR QUÉ TENEMOS CÁNCER
ria para evolucionar hacia productos más
Mi padre, que era dermatólogo, superó muy bien un cáncer de piel, pero unos años más tarde se le
descubrió uno de estómago ya en estado bastante avanzado. A pesar del tratamiento, se le generalizó en
carcinosis peritoneal (metástasis en el envoltorio que rodea los intestinos). No quería morir en el hospital,
sino en la tranquilidad de su casa. La última noche que le vi, le ayudé a ir al baño. Perdía sangre y murió
de una hemorragia mientras dormía. La víspera seguía practicando gimnasia al borde de la cama.
A mi hermano le habían descubierto un cáncer del que parecía haberse curado bien. Murió a los 54 años.
Así pues, el cáncer ha ocupado una parte importante de mi vida. Por eso al principio traté de comprender
y luego identificar todos los medios prácticos para escapar a lo que podía presentarse como una fatalidad.
España es uno de los países europeos en los que más tumores se diagnostican y más personas fallecen a causa del
cáncer. Se calcula que en 2020 se diagnosticarán cerca de 250.000 nuevos casos de cáncer (es decir, en torno
a 40.000 casos más que en 2012). Seguirá aumentando especialmente la incidencia de los tumores que ya
son los más frecuentes hoy día (próstata, pulmón y colon para hombres; mama, colon y útero para mujeres).
Y los niños no se quedan a la zaga en el imparable aumento en el número de casos. Así, el cáncer infantil
es la primera causa de mortalidad por enfermedad hasta los 14 años. Cuando tras décadas de avances
médicos se ha logrado reducir la mortalidad infantil por enfermedades infecciosas en todo el mundo, la
mortalidad por cáncer infantil está aumentando.
Así que dejemos de decir que el aumento del cáncer está ligado al envejecimiento de la población, pues
esta explicación no se sostiene.
La realidad es que hay varios factores que intervienen y producen un mayor número de casos de cáncer.
Hay que destacar que esto se da sobre todo en los tipos de cáncer hormonodependientes, al haber un
número muy grande de alteradores endocrinos que contaminan el aire que respiramos, el agua que be-
bemos, los alimentos que ingerimos y todos los objetos que manipulamos en nuestra vida cotidiana. Y,
al no querer asumir esta realidad, simplemente continuamos sufriendo esta plaga en plena expansión.
Sufrimos entre medio y un millón de lesiones genéticas en las células todos los días, por lo que este fe-
nómeno es bastante banal para los casi 100 billones de células de nuestro cuerpo. Cuando todo va bien,
estas lesiones se reabsorben rápidamente gracias a unos sistemas de reparación del ADN. El problema
es que estos sistemas se van estropeando con la edad, pero también por la contaminación, las carencias
alimentarias y las inflamaciones crónicas, entre otras causas, y al no quedar reparadas, estas lesiones se
convierten en mutaciones e implican riesgos de proliferación no controlada llamadas metástasis.
Y eso en definitiva es el cáncer: el clon de una sola célula -raramente de varias-, con los mecanismos de
regulación alterados, que se va a multiplicar y diferenciar hasta el punto de convertirse en otro organismo,
una especie de “alien” que parasita el organismo original y distorsiona sus recursos a su favor, hasta que
logra que muera.
E n función del tipo de célula que se encuentra en el origen del cáncer, distinguimos entre:
• Carcinomas: cáncer que se origina en el epitelio, es decir, un conjunto celular formado por
una o varias capas que recubre la mayoría de las estructuras del cuerpo, desde la piel hasta los
órganos internos, mucosas, glándulas, etc.
• Sarcomas: cáncer que procede de tejidos conjuntivos (como los de los huesos).
• Cáncer hematopoyético: cáncer de las células sanguíneas (como las leucemias, los linfomas
y los mielomas múltiples).
• Blastomas, cáncer derivado de células embrionarias.
CAPÍTULO 1
Todos aquellos factores capaces de activar las células cancerosas o de favorecer la proliferación tumoral
reciben el nombre de carcinógenos. En el origen de todo cáncer encontramos una mutación provocada
o bien por la copia del ADN de la célula, o bien porque la célula está sometida a un factor que la va a
dañar (lesión) y luego la va a hacer mutar. Éstos son los principales factores mutágenos de riesgo que a
continuación voy a desarrollar.
1. El tabaco
El tabaco es el principal factor de riesgo de cáncer; es el responsable de más del 33% de los casos de cán-
cer en el hombre y de más del 10% en la mujer. Estas cifras están sufriendo un fuerte aumento entre las
mujeres, que cada vez fuman más y empiezan más jóvenes. Así, el número de casos de cáncer de pulmón
entre las mujeres se ha cuadruplicado entre 1980 y 2005.
El humo de un cigarrillo contiene 4.700 sustancias tóxicas, entre ellas numerosos potentes carcinóge-
nos. Cada calada contiene 10.000 billones de radicales libres, las moléculas inestables que proceden de
la oxidación de la célula. Así pues, los radicales libres favorecen el desarrollo de la enfermedad en varios
aspectos, ya que pueden:
• dañar los genes e iniciar las células cancerosas.
• alterar todas las funciones de defensa.
• producir numerosas epimutaciones (mutación que altera la expresión del gen, pero no la estructura
cromosómica del mismo), lo que permite la invasión del cáncer y la metástasis.
Según la OMS, el tabaco por sí solo es el responsable de más de 5 millones de fallecimientos al año en el
mundo. El cigarrillo se puede considerar como una verdadera “cámara de gas”.
2. El amianto
El escáner: ¡detengamos la masacre!
El amianto es un agente cancerígeno
presente en miles de edificios, tuberías
y tejados, dado que fue muy empleado S e considera que las mamografías son responsable del
origen de 225 cánceres de mama por cada millón de
exámenes. Pero tal y como recordó la Agencia de Seguri-
el pasado siglo en la construcción. Su
comercialización y uso están prohibidos dad Nuclear tras el accidente de Fukushima, la primera
desde el año 2002, a pesar de lo cual causa de exposición –y a mucha distancia– a radioactivi-
cientos de personas fallecen cada año. dad en las sociedades desarrolladas son las pruebas médi-
El amianto (también conocido como cas por escáner.
asbesto y uralita) es el responsable del Según un estudio realizado en Estados Unidos, en los úl-
80% de los cánceres de la pleura (meso- timos 15 años se ha duplicado la proporción de personas
teliomas), un cáncer raro pero muy que han sido sometidas a un procedimiento diagnóstico
agresivo (las expectativas de vida una de este tipo y también, de la mano, ha aumentado la tasa
vez que el mesotelioma ha sido diagnos- de radiación recibida por estas técnicas, algo que los es-
ticado no superan el año). pecialistas ven con especial preocupación. La irradiación
que se sufre tras un escáner es de cien a mil veces la que
El amianto está compuesto por fibras se sufre con una simple radiografía.
combinadas con minerales, en parti-
El National Cancer Institute estimó, tras un estudio, que el
cular el hierro, lo que contribuye am-
uso de los escáneres habría sido responsable en 2007 de la
pliamente a su carcinogenicidad. Este
aparición en los Estados Unidos de 29.000 casos de cáncer,
material tóxico, responsable también
14.500 de ellos mortales. Es fundamental dejar de hacer
de patologías no cancerosas como la de-
los escáneres que no sean indispensables y proteger a los
presión inmunitaria, provoca asimismo
pacientes con suplementos radioprotectores y reparación
numerosos tipos de cáncer: pulmón, la-
del ADN: polifenoles, té verde, té verde matcha, cúrcuma,
ringe, faringe, estómago, colon, ovarios.
chocolate negro... También puede tomar complementos
nutriciones con antioxidantes, a lo que se deben añadir
La OMS estima que todos los años
125 mg de vitamina C cada una o dos horas.
107.000 personas fallecen de un cáncer
ligado a una exposición profesional al
amianto. La exposición al amianto seguirá causando muertes en España hasta el año 2040, fundamental-
mente a causa de mesoteliomas pleurales y carcinomas de pulmón. Así lo afirma un equipo de investiga-
dores españoles en un artículo publicado recientemente en la revista BMC Cancer.
3. El sol en exceso
Una serie de estudios publicados en los últimos años indica que una exposición razonable al sol se asocia
a una fuerte reducción del riesgo de varios tipos de cáncer principales, empezando por el de colon. Un
estudio de la OMS demuestra que el riesgo de cáncer de riñón está ampliamente correlacionado con las
latitudes nórdicas (así, por ejemplo, en Islandia, la incidencia es muy amplia, mientras que en Nueva
Zelanda, una región soleada, esta incidencia desciende).
La explicación principal de esta relación entre el menor riesgo de cáncer y el sol reside en la síntesis de
vitamina D. Sin embargo, es importante saber que los rayos UVB (que son tan sólo una parte de la radia-
ción solar) son los que permiten la producción de vitamina D. En invierno, por la posición del sol, hay
menos rayos UVB, que llegan a ser nulos según la latitud del lugar donde se viva, una situación que la
contaminación aérea agrava. Asimismo, la capacidad de sintetizar la vitamina D disminuye con la edad.
Ni que decir tiene que, por el contrario, una exposición excesiva al sol sigue siendo un factor importante de
riesgo del cáncer de piel (epiteliomas y melanomas principalmente). En un adulto, una media del 4% de las
células expuestas al sol sufre una mutación del gen “supresor de tumor” que codifica para la proteína P53.
Pero ¡cuidado! Las cremas y aceites solares no ecológicos contienen unos alteradores endocrinos que aumentan
el riesgo de padecer cáncer. Además, el uso de estas pantallas lleva a los consumidores a creerse protegidos y
a exponerse de manera más intensa y prolongada, lo que aumenta así el riesgo de desarrollar un melanoma.
4. La radiación
Hay otro tipo de radiaciones que desempeñan un papel importante en la activación del cáncer, al mismo
nivel que la radiación solar. Son las siguientes:
• La radiación que emite el radón, un gas radiactivo que se encuentra de forma natural en ciertos
suelos y tipos de rocas, que se encuentra presente en muchas viviendas y edificios, especialmente
en determinadas regiones.
• La radiación cósmica, que afecta sobre todo al personal de cabina de los aviones y a los viajeros frecuentes.
• Los teléfonos móviles, cuya radiación eléctrica (no el campo magnético) con el calentamiento
activa las células con efectos proinflamatorios que dañan los genes y aumentan los riesgos de de-
sarrollar tumores cerebrales.
• Las radiografías y las mamografías, cuya frecuencia deberíamos adaptar a los factores de riesgo
de cada uno.
• El escáner, cuyo uso es indispensable contrarrestar asociándolo sistemáticamente a un suplemento
radioprotector (ver el recuadro).
• Los tratamientos de radioterapia, causa importante de cánceres secundarios, que necesitan añadir
protocolos de suplementación radioprotectora (que no se usan).
CAPÍTULO 2
|El estilo de vida: excesos que hay que evitar a toda costa
Hoy en día hay censados en torno a 150.000 contaminantes que nos rodean en nuestro entorno más cercano.
El aire, el agua, los alimentos, las casas, el transporte público, el lugar de trabajo, el ocio e incluso los cosmé-
ticos y los medicamentos son nuestro pan tóxico de cada día. Muchos de estos contaminantes tienen efectos
prooxidantes que dañan el ADN y son genotóxicos, mutágenos y capaces de activar el cáncer. Asimismo, lo
más habitual es que estos contaminantes sean proinflamatorios y, por lo tanto, promotores del cáncer.
Como los efectos de varias sustancias tóxicas combinadas se amplifican, un contaminante no carcinógeno
puede llegar a serlo por la interacción con otro contaminante. Esto es lo que llamamos cocarcinógeno.
Por esta razón, hablamos de “efectos combinados”, ya que la toxicidad de determinados contaminantes
se puede multiplicar por entre cien y mil veces debido a estas interacciones químicas.
1. La contaminación aérea
La OMS calcula que el coste en vidas de la contaminación del aire asciende a 7 millones de fallecimientos
en todo el mundo, de los cuales 458.000 ocurren en Europa, y le imputa un número todavía más elevado
de enfermedades, entre ellas el cáncer.
Los contaminantes atmosféricos, entre los que encontramos gases (óxidos de nitrógeno, dióxido de car-
bono, dióxido de azufre, amoniaco, ozono…), compuestos orgánicos volátiles (COV), partículas en
suspensión, pero también contaminantes orgánicos persistentes (POP) -como los pesticidas, la dioxina,
los hidrocarburos aromáticos policíclicos y los alteradores hormonales-, se encuentran tanto en el aire
exterior como en el interior.
El 93% de los urbanitas europeos están expuestos a cantidades de partículas más elevadas de las que re-
comienda la OMS. Las partículas ultrafinas o nanopartículas son las más tóxicas.
La contaminación del aire del interior de los edificios es todavía más nociva que la contaminación exterior.
Entre los contaminantes ligados a las actividades profesionales, encontramos el tetracloroetileno y otros di-
solventes carcinógenos en las tintorerías y gran número de industrias. Del mismo modo podemos incriminar:
• al ozono que despiden las fotocopiadoras.
• al formaldehído que despiden las moquetas.
• a los derivados bencénicos que emiten los desodorantes y otros perfumes del ambiente y que son
factores inductores de diversos tipos de leucemia.
• a los pesticidas.
Todas estas sustancias inhaladas dañan las vías respiratorias y pasan en su mayor parte a la sangre. Son
factores importantes de cáncer de nasofaringe, senos paranasales, vejiga, leucemias, linfomas y mielomas.
El cobre, reconocido a la vez como carcinógeno y factor de agresividad de los tumores, es un prooxidante
y proinflamatorio muy potente capaz de dañar el ADN. Para numerosos autores es un potente estimu-
lante de la angiogénesis y, por este motivo, una tasa elevada de cobre en el plasma de una persona con
cáncer es sinónimo de un mal pronóstico.
Los metales pesados -en particular el plomo, el cadmio (en el tabaco y los alimentos) y el mercurio-
multiplican el riesgo de padecer cáncer de estómago, vejiga, mama, próstata y cerebro. Estos metales
aumentan de manera general la mortalidad por cáncer de todo tipo, son capaces de sustituir al zinc en
la proteína P53 y permitir a las células cancerosas evitar la apoptosis (es decir, su propio “suicidio” o
destrucción provocada por el propio organismo).
La potencia carcinógena de una carne demasiado hecha es la equivalente a la de entre 800 y 1.000 ciga-
rrillos. Los derivados mutágenos procedentes de la deformación de las moléculas de las carnes y pescados a
alta temperatura elevan el riesgo de desarrollar cáncer de colon, recto, páncreas, mama y próstata. Aceites
demasiado cocidos, fritos, patatas fritas, chips, productos de panadería y pastelería tostados, galletas, café
y verduras contaminadas por el herbicida Round Up (herbicida de amplio espectro a base de glifosato que
se utiliza en los cultivos transgénicos o genéticamente modificados) contienen acroleína y acrilamida. Estas
sustancias incrementan los riesgos de padecer cáncer de próstata, endometrio, ovarios, páncreas o riñón.
Cuantas más calorías ingerimos, más estimulamos las vías que aceleran el envejecimiento que hacen que
las enfermedades degenerativas (como el cáncer) sean más frecuentes y precoces. La combustión de las
calorías en las mitocondrias se asocia con la producción de desechos en forma de radicales libres. Estos
radicales libres son la fuente más importante de lesiones y mutaciones del ADN.
L os ácidos grasos omega 3 tienen los efectos inversos a los ácidos grasos saturados, ya sea en cuanto
al sobrepeso, la fabricación de energía, oxigenación, inflamación, reducción de la duración de
vida de los estrógenos o sensibilización de las células cancerosas a las defensas. Por lo tanto, un
consumo más elevado de ácidos grasos omega 3 (o una relación optimizada entre omega 3 y omega
6) permite reducir los riesgos de cáncer de mama, pulmón, ovarios, colorrectal y de hígado... y eso
también se da entre quienes padecen hepatitis crónica. El aporte en ácidos grasos omega 3 de origen
animal disminuye el carácter proliferativo del cáncer de próstata y, por lo tanto, su mortalidad.
El amplísimo estudio Vitamins and Lifestyle Study elaborado a partir de 70.495 personas demostró
que los aportes más significativos en ácidos grasos omega 3 (a través de la alimentación o por los
complementos alimenticios) reducen en un 23% la mortalidad por cualquier tipo de cáncer, 13% la
mortalidad cardiovascular y 27% la mortalidad por cualquier causa en general.
Numerosos alimentos y nutrientes son proinflamatorios: la cafeína (por la liberación de histamina del
estómago), el hierro, el cobre, el ácido araquidónico, determinados aminoácidos como la leucina; mien-
tras que otros son antiinflamatorios (como los polifenoles, los antioxidantes, el magnesio, el zinc, los
ácidos grasos omega 3, entre otros). Una alimentación proinflamatoria aumenta de manera significativa
el riesgo de cáncer, por ejemplo de colon (+69%) y próstata (de +69 a +124%).
Entre los efectos nocivos de las grasas saturadas también está el alargamiento de la duración de la vida de
los estrógenos transportados por las lipoproteínas de la sangre y las inflamaciones (las grasas saturadas
inhiben el metabolismo de los ácidos grasos de tipo omega 3). ¡Son tantas las razones para no abusar de
los ácidos grasos saturados, ya sean de origen animal o vegetal...!
E ntre los activadores más importantes del cáncer se encuentran tres infecciones crónicas: la
infección por Helycobacter pylori en el estómago, las hepatitis crónicas para el hígado y los
papilomavirus para el cuello uterino.
El impacto inflamatorio de estas infecciones desempeña un papel a la vez iniciador y promotor. El
cáncer gástrico es la segunda causa de mortalidad por cáncer del mundo y la Helicobacter está im-
plicada en un 90% de los casos. El cáncer de hígado es la tercera causa de mortalidad por cáncer del
mundo y el 80% de este tipo está ligado a una hepatitis crónica B o C. Por su parte, casi el 100% de
los 500.000 casos de cáncer de cuello de útero que se contabilizan todos los años en todo el mundo
se deben a 12 especies carcinógenas de papilomavirus. Más que la vacunación, que no es eficaz contra
ninguno de estos virus, la prevención debería reposar principalmente en el preservativo, que protege
al mismo tiempo de otras enfermedades peligrosas, incluida la hepatitis crónica.
7. El exceso de alcohol
El exceso de alcohol es un factor de riesgo de cáncer de hígado, esófago, laringe, faringe, esfera bucal y
mama. Un buen aporte de vitamina B9 permite disminuir en gran medida e incluso anular el aumento
de este riesgo. Cabe destacar que el consumo regular y moderado de alcohol -de uno a dos vasos de vino
tinto al día- permite reducir los riesgos de cáncer colorrectal y riñón, a la vez que reduce en torno a un
33% la mortalidad global por cáncer.
CAPÍTULO 3
Lo que permite que las células transformen en energía los nutrientes que captan son las mitocondrias, una
especie de pequeñas centrales nucleares ubicadas en el interior de la célula. La combustión de calorías en
las mitocondrias produce unos desechos llamados radicales libres, que son cuantitativamente la fuente
más importante de lesiones y mutaciones del ADN.
Cada vez hay más investigadores que consideran que las mutaciones del ADN de las mitocondrias desem-
peñan un papel importante en el avance tumoral. En primer lugar, porque los radicales libres que originan
las mutaciones son principalmente de origen mitocondrial. Luego porque la alteración de este ADN mito-
condrial tiene un doble efecto nocivo indiscutible:
• Por un lado, el descenso de la energía disponible (necesaria para neutralizar los radicales libres,
las sustancias tóxicas, reparar los desgastes que generan, defenderse por inmunidad o apoptosis).
• Por otro, el aumento de las fugas de radicales mutágenos.
Por el contrario, todos los mecanismos fisiológicos que favorecen un mejor funcionamiento de las mi-
tocondrias se ha demostrado que tienen un efecto “antiproliferativo”. Llegar a esta conclusión tiene im-
plicaciones prácticas que no se deben desdeñar en términos de prevención y tratamiento del cáncer. En
La masa muscular es también una reserva de glutamina, un aminoácido que sirve como carburante es-
pecial de los glóbulos blancos encargados de destruir los agentes infecciosos de las células cancerosas. Ya
esté ligada al sobrepeso o a la disminución de la actividad física ligada a la edad, la pérdida de músculo
aumenta el riesgo de cáncer y acelera el ritmo del avance del tumor. Hay estudios que han mostrado que la
sarcopenia está asociada a una toxicidad mayor que la quimioterapia y aumentaría de manera significativa
el pronóstico de mortalidad del paciente.
La melatonina, una hormona segregada por la glándula pineal, responsable de la inducción y mantenimiento
del sueño en todas sus fases, es el director de orquesta que marca el ritmo de las fases del sueño y la vigilia, pero
también un potente antioxidante protector y un modulador de las hormonas sexuales. Por lo tanto, la reduc-
ción crónica de la melatonina tiene una acción que promueve directamente el desarrollo de tipos de cáncer
hormonodependientes (algunos cánceres de mama y el 80% de los casos de cáncer de próstata).
El trabajo a turnos y los desajustes horarios se consideran probables carcinógenos. Así, los trabajadores
cuyos turnos van rotando tienen un mayor riesgo de padecer un cáncer colorrectal, mientras que las
azafatas, los enfermeros y las personas expuestas a fuertes campos magnéticos (inhibidores de la secreción
4. El estrés
E l tejido adiposo contiene una enzima, la
aromatasa, que permite fabricar estróge-
nos, incluso después de la menopausia. Pone
Sin haberse valorado por completo, el estrés y el
cansancio (y su primer cofactor, el déficit de mag- en reserva los contaminantes liposolubles
nesio) son en la práctica factores carcinógenos (entre ellos los famosos “alteradores endocri-
cuantitativamente muy importantes. Como efecto nos”), que pueden volver a liberarse años des-
secundario tienen la insuficiencia de todos los siste- pués de la exposición. Asimismo, bloquea total
mas de defensa, ya sean antitóxicos, antioxidantes, o parcialmente las vitaminas antioxidantes li-
antiinflamatorios, inmunitarios, apoptóticos o de posolubles, así como la vitamina D, todas ellas
reparación del ADN. implicadas en la protección contra el cáncer.
• El déficit de vitamina D
La vitamina D desempeña un potente papel antiinflamatorio y proinmunitario. Quince minutos de ex-
posición a los rayos UVB al día nos permiten captarla y sintetizarla. También se encuentra en pequeñas
cantidades en el pescado procedente de mares fríos (caballa, aceite de hígado de bacalao), el salmón, la
soja e incluso la clara de huevo. El déficit de vitamina D es un factor de riesgo que fomenta una quincena
de tipos de cáncer, entre ellos los de mama y próstata, colon y recto, cuello uterino, ovarios, endometrio
y vulva, esófago, estómago y páncreas, vejiga y riñón, pulmón y linfomas.
• El déficit de magnesio
Un déficit de magnesio implica una mayor penetración de hierro en las células, con una serie de conse-
cuencias nefastas:
• los genes del ADN son más inestables, por lo tanto, más sensibles a las mutaciones.
• la sensibilidad a la insulina disminuye, lo que aumenta su factor de crecimiento (el IGF1), que es
un potente promotor del cáncer.
• los individuos son más sensibles a los efectos de los metales pesados y el alcohol.
• los riesgos de sobrepeso aumentan y así disminuye la capacidad de los sistemas de defensa de
producir energía.
Las carencias de magnesio favorecen el estrés, la ansiedad, la impulsividad y el riesgo de conductas de
riesgo (consumo de más calorías, azúcar, alcohol, tabaco…). Provocan trastornos del sueño, alterando la
secreción de la preciosa melatonina. Las personas con unos menores aportes de magnesio presentan un
mayor riesgo al cáncer colorrectal, de próstata y de pulmón.
Nota: para contener los efectos inflamatorios de las descargas de hierro ligadas al estrés, se reco-
mienda consumir entre 400 y 600 mg de magnesio al día a través de la alimentación o en forma
de complementos. Un estudio demuestra que el consumo diario de magnesio suele estar muy por
debajo (en torno a 240 mg al día).
• El déficit de zinc
El zinc es un nutriente indispensable para la síntesis de proteínas. Sin él se pone en entredicho el buen
funcionamiento de las operaciones que afectan al ADN, incluidas las reparaciones. La falta de zinc
debilita el conjunto de los sistemas de defensa de la célula, que se vuelve especialmente vulnerable a la
toxicidad de los metales pesados. Esta carencia desestabiliza también una molécula llamada glutatión,
que ayuda a la célula a desintoxicarse. De este modo, las carencias de zinc están sujetas a un aumento de
la actividad de la aromatasa, una enzima que produce estrógenos en los tejidos adiposos.
Si sopesamos los papeles iniciador y promotor de estas carencias, comprenderemos que es urgente activar
un enfoque preventivo global del cáncer. El fracaso patente de lucha contra el cáncer está ligado al hecho
de que se han centrado de manera tecnorreduccionista en invertir siempre más medios técnicos para
combatir la enfermedad una vez aparece, en lugar de insistir en su prevención.
Un nuevo enfoque global preventivo pasa por un saneamiento del aire, el agua, los alimentos, la forma de
cocinar, las prácticas médicas… pero también por la corrección de los excesos y los déficits nutricionales
y la promoción de hábitos diarios protectores como la actividad física, una mejor gestión del estrés, del
sueño, la exposición a la luz solar, etc.
CAPÍTULO 4
beneficio mucho mejor, como son los glúcidos lentos, el deporte diario, la natación, los masajes, la mú-
sica, los viajes, la creación, la meditación, el yoga, el amor…
Escoja cuál le va mejor. Las “drogas buenas” no exigen más que una buena incorporación a nuestros
hábitos cotidianos. Además, debe acompañarlo de unas buenas condiciones de sueño (evitando las esti-
mulaciones luminosas al final de la jornada –televisión y otras pantallas–), así como respirar al aire libre,
respirando hondo varias veces al día.
Además, el chocolate negro, las bayas de frutos rojos, púrpuras o violetas, que se consumen muy poco
en Okinawa, aportan polifenoles que reducen ampliamente los riesgos. En un sentido global, se trata de
una alimentación antiinflamatoria.
Escoja productos frescos, ecológicos, locales, en lugar de alimentos industriales, que tienen contami-
nantes, aditivos, azúcares, grasas y sal, y que a su vez se envuelven con plásticos que contienen alteradores
endocrinos. No se debería consumir ningún producto graso en un plástico, en tanto no encontremos una
solución que sea fiable, además de prohibir los ftalatos y el bisfenol A.
También es recomendable tomar complementos minerovitamínicos con el fin de aportar las cantida-
des óptimas que la alimentación variada no llega a suministrar. ¡Cuidado! Éstos no deben contener
nunca hierro, cobre o manganeso. Piense también en complementos que contienen protectores como la
N-acetilcisteína y la glutamina, pero también magnesio y, eventualmente, polifenoles si los aportes no son
suficientes, en especial en caso de inflamación.
¡Medicamentos contaminantes!
El paracetamol es un analgésico eficaz, pero hace caer en picado el desintoxicante principal del hígado, el
glutatión. Así pues, debilita muchísimo el organismo ante todos los contaminantes. Si no podemos pasar
sin él, hay que tomar un poco de vitamina C y N-acetilcisteína.
No olvide nunca que los medicamentos son xenobióticos (moléculas ajenas) que se comportan como
contaminantes. Invertir en la optimización de las elecciones nutricionales, la práctica de actividades físicas
diarias, la gestión del estrés, la desintoxicación, el uso de complementos alimenticios y evitar al máximo
las sustancias tóxicas permite limitar la toma de numerosos medicamentos que no son indispensables.
En cuanto al teléfono móvil, lo que reduce su nocividad es no pegarlo a la oreja, utilizar auriculares y
evitar llamar montado en el transporte público, donde la radiación está amplificada. Se trata de acciones
cotidianas sencillas y fáciles que puede empezar a poner en práctica desde este mismo momento.
¿Por qué el cuerpo, llegado un día, no puede evitar dar respuesta a este invasor? Para que el cáncer se
extienda, se deben dar una serie de reacciones en cadena que hacen fracasar nuestros sistemas de defensa.
Éstas son las claves de este escenario de seis etapas: inicio, liberación, promoción, invasión, colonización
(metástasis) e inmortalidad.
Si los oncogenes y los antioncogenes se ven dañados, entonces la división celular queda fuera de control.
Así, una lesión en los oncogenes y antioncogenes de las células implicadas en la producción de fibras
musculares va a engendrar una pequeña pérdida de fuerza, una lesión de las células nerviosas del cerebro
va a implicar una pérdida de memoria, y así sucesivamente. Y cuando el problema se da en los genes que
controlan la producción de glóbulos blancos, bajan la guardia todas las defensas inmunitarias, contra las
infecciones y contra el cáncer.
Con la edad, el hecho de que las células se vuelvan capaces de proliferar de una manera mal controlada
es mortal. Así pues, el cáncer forma parte de lo que llamamos patologías degenerativas, cuyo factor de
riesgo principal es la edad. No son más que un aspecto entre otros muchos del envejecimiento (junto
con una disminución de la audición, las cataratas, la degeneración macular, la artrosis, las enfermedades
cardiovasculares, el declive de la memoria, las enfermedades de Alzheimer y Parkinson…).
Casi todo el mundo, a partir de una cierta edad, es portador de células cancerosas iniciadas por la muta-
ción de sus oncogenes y antioncogenes y, por lo tanto, tiene el riesgo potencial de desencadenar un cáncer
en cualquier momento.
El cáncer que afecta a los niños -por suerte bastante raro- en general va ligado a predisposiciones genéti-
cas, infecciones crónicas o agresiones como el tabaquismo pasivo.
¿Cuáles son las causas más frecuentes? Sencillamente la fatiga del organismo o la falta de nutrientes im-
portantes (como la vitamina D o el zinc), que evitan que las natural killers, las patrullas asesinas de los
glóbulos blancos, cumplan su misión correctamente. Ya sea por falta de energía o por falta de minerales
o vitaminas, estas células cancerosas van a subsistir y pasarán un primer filtro en lugar de ser eliminadas.
Por suerte, entra en escena otro dispositivo, la proteína P53. Su papel es detectar y hacer que se suiciden
las células “aberrantes” al poner en marcha una operación de autodestrucción, preprogramada en cada
una de las células del cuerpo, para bloquear cualquier posible célula defectuosa. Es lo que llamamos
apoptosis (muerte programada de la célula). Por lo tanto, la P53 entraría en la categoría de “supresores de
tumores”. Por desgracia, en la mitad de los casos de cáncer, los genes que contienen la información nece-
saria para que la proteína P53 sea eficaz han sufrido una mutación e, incluso en ausencia de la mutación,
un déficit nutricional (por ejemplo de zinc), o bien por la presencia de sustancias tóxicas en el cuerpo, que
puede hacer que la P53 sea incapaz de desarrollar su trabajo. Con el 100% de la población con carencias
de zinc, y una gran cantidad de
metales pesados acumulados en
el organismo, este segundo sis-
Fijémonos en la insulina, factor de
tema de defensa se puede saltar crecimiento del tumor
con mucha facilidad.
este modo unas proteínas que se llaman MDM y que destruyen especialmente el sistema de protección
de la proteína P53.
Y en eso consiste la liberación: es la historia de una célula cancerosa que logra librarse y escapar de todo
el sistema de defensa del cuerpo y que va a sobrevivir y reproducirse en lugar de quedar eliminada.
• La inflamación
Este fenómeno aparentemente intrascendente que afecta a la mayoría de la población es el otro pro-
motor determinante del cáncer. Basta una sim-
ple irritación mecánica repetida durante mucho
tiempo (por ejemplo, el roce de las pantorrillas en ¿Por qué las mujeres desarrollan
los jinetes) o una agresión continua por efecto del menos cáncer que los hombres?
calor (té o café muy calientes) para poder activar
un cáncer por inflamación. El hecho de ser por-
tador de una enfermedad digestiva inflamatoria,
como la enfermedad de Crohn, aumenta el riesgo
a
L
as mujeres padecen algo menos el cáncer
que los hombres (una de cada cuatro frente
uno de cada tres). Esta diferencia se debe en
de cáncer colorrectal en un 2% transcurridos diez
años, en un 8% tras veinte años y en un 18% des- gran parte al hecho de que la menstruación les
pués de treinta años de evolución. permite retrasar la acumulación de hierro en el
organismo, cuyo nivel aumenta de manera na-
Hay numerosos factores que son generadores de tural con la edad. En paralelo, las mujeres tie-
inflamación: nen una esperanza de vida más larga, siete años
• Una alimentación demasiado rica en carne, más que los hombres, y consumen de media
fuente principal de hierro; el ácido araqui- menos carne -principal fuente de hierro- que
dónico (precursor de potentes agentes in- estos últimos.
flamatorios); las prostaglandinas; el aminoácido llamado leucina que estimula la actividad de las
proteínas mTOR (proteína que regula ciertas actividades celulares como la propia vida de la célula
y su replicación); todo este conjunto de factores intensifica la inflamación y promueve y acelera los
mecanismos propios del envejecimiento celular.
• Productos lácteos y de maíz, ricos también en leucina en el primer caso y en ácidos grasos omega
6 en el segundo (numerosos estudios muestran que uno de los factores de riesgo más potentes del
cáncer de próstata es un alto consumo de productos lácteos).
• Aportes elevados de ácidos grasos saturados, trans y omega 6, demasiado bajos de omega 3, que
tienen efectos antiinflamatorios. Los ácidos grasos omega 6 han resultado ser por sí solos unos
de los promotores más potentes del cáncer de mama que se conocen (mientras que los omega 3
reducen de manera muy significativa el riesgo).
• Aportes demasiado bajos de verduras, que contienen poco hierro, leucina y omega 6, mucho
magnesio, polifenoles, antioxidantes y omega 3 antiinflamatorios.
• El consumo excesivo de café, que estimula la liberación de histamina, un potente proinflamatorio,
por la pared gástrica y que amplifica las fugas urinarias del magnesio, que tiene efectos antiinfla-
matorios (el té y sobre todo el té verde tienen el efecto contrario).
• El sobrepeso, asociado sistemáticamente a una inflamación por exceso de tejido adiposo, lo que se
agrava con la presencia de contaminantes capturados y también se asocia a una alteración proin-
flamatoria de la flora intestinal.
• La inflamación del tubo digestivo, con una alteración de la flora presente en una gran mayoría
de la población.
• La inflamación ligada a patologías inflamatorias o infecciones crónicas: la Helicobacter pylori
en el estómago, la hepatitis crónica en el hígado y el papilomavirus en el cuello del útero son unos
potentes factores de amplificación del riesgo de padecer un cáncer.
• El estrés y la depresión, que está demostrado que son muy proinflamatorios por varios mecanismos.
• La contaminación, puesto que la mayor parte de contaminantes tienen unos efectos prooxidantes
y proinflamatorios.
• El sedentarismo es también, por intermediación de varios mecanismos, un factor proinflamatorio.
Es importante no olvidar que, sin inflamación del tejido peritumoral, el cáncer no puede desarrollarse,
volverse invasivo ni metastásico.
L os tumores son “malignos” por más de una razón. Aprenden a impulsar su circulación sanguínea
con el fin de bombear más nutrientes (en particular glucosa y hierro) y esta circulación desviada
se llama “angiogénesis”. En 1971, el investigador Judah Folkman demostró que, sin angiogénesis,
un tumor no puede superar los 2 mm de tamaño. Por lo tanto, sin angiogénesis, es prácticamente
imposible estar amenazado por un cáncer.
Los factores de crecimiento de la angiogénesis han sido objeto de intensas investigaciones y han
desembocado en nuevos medicamentos. Si bien recetar medicamentos contra la angiogénesis a título
preventivo ha quedado, evidentemente, descartado, puede protegerse consumiendo alimentos con
efectos antiangiogénicos, como es el caso de las catecinas del té verde, los polifenoles de la granada,
las antocianinas de la mora, el resveratrol del vino tinto e incluso los fitoestrógenos de la soja.
Para que un tumor sea capaz de invadir otros tejidos, debe adquirir instrumentos capaces de atacar estas
barreras y crear unos pasos a través de ellas. Para ello, el joven tumor adquiere la capacidad de producir
proteasa, una enzima especializada en la digestión de estos tejidos protectores.
¿Y eso cómo es posible? Todas las células contienen el “manual” para fabricar cualquier elemento bio-
químico del cuerpo (órganos, músculos, huesos, neurotransmisores, etc.). Para que una célula del hígado
sea diferente de la del músculo, basta con “silenciar” el resto de programas que no le afectan. Así, en una
célula del hígado, los programas que permiten fabricar fibras musculares se pondrían en “modo silencio”.
Esta diferenciación de la función de la célula, llamada metilación (puesto que se ejecuta gracias a unas
moléculas de metilo -CH3-), se hace in utero, durante la gestación del embrión, y es la que vuelve impo-
sible franquear los tejidos conjuntivos.
Pero con la edad, el estrés oxidativo, la inflamación (otra vez la tenemos aquí) y las carencias de aminoáci-
dos sulfurados y vitaminas B9 y B12, los programas se van “desmetilando” progresivamente. Es decir, las
células pierden su capacidad de ser diferentes las unas de las otras y pueden volver a adquirir propiedades
pro-invasivas (es decir, fabricar proteasas para facilitar las metástasis).
Este mismo fenómeno es el que explica que el cúmulo canceroso se desarrolle formando capas y sobrecapas
de células. Se dice que las células pierden su “inhibición de contacto”. A partir de ahí, ¡ya no hay tregua! Las
células cancerosas atacan las uniones de las células (gap junction) y abren pasos entre sus congéneres sanos.
Así avanzan sin piedad, como células anárquicas, y crean un enorme caos. Ya es demasiado tarde: estos aliens
poderosos ya sólo actúan a su antojo y no obedecen más las leyes de la vida en conjunto celular. La vía queda
despejada para que el tumor se desarrolle hasta alcanzar unas dimensiones amenazantes.
La buena noticia es que los factores nutricionales clave, responsables de esta desorganización, se han
podido identificar:
• Las carencias de vitamina D que hacen descender en picado el número de varias moléculas esen-
ciales para la cohesión entre las células (coherencia tisular).
• La falta de carotenoides como el betacaroteno y el licopeno, que reducen las gap junctions.
L a rata topo desnuda, una especie de mamífero que vive en sociedad como las abejas, las hormigas
o las termitas, nunca desarrolla cáncer. Cuando los investigadores le implantan tumores, éstos
no son capaces de desarrollarse. Este pequeño milagro se explica por el hecho de que las células de
la rata topo desnuda poseen un tejido conjuntivo potentísimo, compuesto por una molécula de
ácido hialurónico gigante, cinco veces más pesada que la nuestra. Este tejido hiperelástico impide la
mayor parte de traumatismos y rodea cada célula de un nicho hermético que las células cancerosas
no pueden invadir. La única manera de volver cancerosa a la rata topo desnuda es bloqueando el gen
responsable de la producción de este súper ácido hialurónico.
A esto se añade el hecho de que este roedor se beneficia de una longevidad excepcional de treinta
años frente a tres años de media para las demás especies, lo que equivaldría en el ser humano a una
longevidad de 750 años. Esto confirma que los mecanismos tras la enfermedad cancerosa están ínti-
mamente ligados a los que son responsables del envejecimiento global.
Un estudio publicado en diciembre de 2014 demuestra que la activación de un gen que permite
producir más colágeno, una de las proteínas principales del tejido conjuntivo, implica alargar la
duración de la vida de animales de laboratorio.
El tumor, llevado por las corrientes sanguíneas y linfáticas, se encuentra bloqueado, en general en
los ganglios, el hígado, el riñón, los pulmones, los huesos o el peritoneo. Ahí es donde se instala y se
multiplica, puede repetir la operación y multiplicar las colonias, lo que va a desembocar en un cáncer
extendido y, por supuesto, agotar con mucha mayor rapidez al organismo vampirizado.
E sta capacidad de migrar es fundamental para el desarrollo in utero de un organismo que debe
poder enviar células madre a distancia para crear nuevos órganos. Ahora bien, la desmetilación
(por la que las células logran recuperar funciones normalmente desactivadas tras el nacimiento)
puede autorizar la expresión de este viejo programa embrionario en una célula tumoral.
¿Cómo es posible tal cosa? Para entenderlo, es necesario tomar un desvío y ver qué pasa con los cromoso-
mas. Todos los cromosomas están protegidos en sus extremos por una especie de tapas de ADN, llamadas
telómeros, que los protegen de fusiones destructivas entre ellos. Cada vez que se divide una célula, esas
tapas disminuyen de tamaño y, cuando son demasiado cortas, o bien la célula se vuelve durmiente, o bien
muere, o bien se vuelve cancerosa.
En 2009, la premio Nobel de Medicina Elisabeth Blackburn, de la Universidad de California (San Fran-
cisco), descubrió una enzima capaz de extender los telómeros: la telomerasa. Esta enzima es muy activa
durante la vida in utero, pero luego sólo se mantiene activa en determinadas células (como las células
madre) tras el nacimiento. Este descubrimiento, inmensamente prometedor para la investigación funda-
mental de los mecanismos del envejecimiento, nos coloca frente a la necesidad inversa del cáncer: la de
bloquear esta actividad indeseable.
La buena noticia es que los investigadores han identificado numerosos factores que acortan los telómeros
y que, por lo tanto, disponemos de un conjunto de herramientas para ralentizar el fenómeno y reducir
este factor importante de riesgos de cáncer y envejecimiento acelerado.
Dado que, con la edad, el ruido de fondo inflamatorio se intensifica y todos los días estamos expuestos a
alteraciones endocrinas, es inevitable que el ADN de las células se vea afectado por lesiones. Ya lo hemos
dicho: todo el mundo, incluso los individuos sanos, lleva células cancerosas, lo que confirman las autop-
sias practicadas a individuos fallecidos por otras causas que no son el cáncer. Entre los cuerpos a los que
se practicó la autopsia, encontramos que:
• el 50% de las mujeres en la cuarentena tenía tumores en las mamas.
• entre el 30 y el 40% de los hombres de entre 40 y 50 años tenía cáncer de próstata (y el 80% de
los mayores de 70 años).
• el 75% de los individuos de ambos sexos tenía afectado el páncreas.
• el 100% de las personas presentaba tejidos cancerosos en la tiroides.
• el 20% de los casos de cáncer de pulmón se habría diagnosticado en personas fallecidas por otros
motivos.
A lgunos animales como el bogavante o determinados petreles (aves palmípedas) conservan una
actividad de la telomerasa elevada en los demás tejidos, lo que les vuelve potencialmente inmor-
tales. Parece que no se verían afectados por la senectud y sus capacidades de reproducción no varían
en absoluto, con independencia de la edad que tengan. Pues bien, tampoco encontramos que los bo-
gavantes padezcan cáncer, lo que refuerza la tesis defendida por numerosos investigadores punteros
como Elisabeth Blackburn, Cynthia Kenyon, David Sinclair o Miroslav Radman, todos ellos autores
de descubrimientos importantes. Para estos científicos, la causa principal del cáncer, a semejanza de
las demás patologías degenerativas, es el envejecimiento en sí mismo.
Del mismo modo, también añaden que se malgastan miles de millones en la investigación contra
el cáncer, muy compartimentada, mientras que se dedican cantidades ridículas a la investigación
fundamental sobre los mecanismos del envejecimiento.
Quizá todo lo anterior suene desesperanzador, pero hay que enfrentarse cara a cara con la verdad para
comprender cómo el entorno es la fuente misma de esta explosión de la enfermedad.
Sí, el entorno afecta mucho más que la herencia, pero esto podría también considerarse una buena no-
ticia, ya que basta con observar el impacto increíblemente positivo que puede tener un entorno sano, o
saneado, sobre la salud. Para darnos cuenta, le invito a emprender un largo viaje, rumbo a Japón o, más
concretamente, a un archipiélago de Japón…
Existen también otras regiones donde la longevidad conservando una buena salud es claramente mejor
que la nuestra, combinada con una incidencia muy baja del cáncer. Esto ocurre en algunas zonas de la
cuenca mediterránea, en particular en Creta y Cerdeña, la China rural o Costa Rica. Si los habitantes de
esas regiones tuvieran un secreto contra el cáncer, ¿no querríamos que lo compartieran con nosotros? Sí,
¡por supuesto que sí! Y eso es precisamente lo que vamos a hacer.
D e una punta del planeta a la otra, encontramos puntos en común en todos estos modelos de
longevidad conservando un buen estado de salud:
• una alimentación menos calórica, con más productos vegetales que animales.
• un consumo diario de alimentos y bebidas protectores.
• ausencia de sobrepeso.
• una actividad física diaria intensa (muy a menudo ligada a las faenas rurales).
• un mayor contacto con la naturaleza.
• una menor industrialización y contaminación.
• una vida personal intensa de apoyo que reduce considerablemente el impacto del estrés.
• y a menudo una filosofía que permite apreciar el mundo y su existencia.
Esto empieza mucho antes del consumo en sí de alimentos. Para empezar, haciendo la compra de manera di-
ferente, evitando las compras compulsivas y optando, siempre que se pueda, por mercados y tiendas ecológicas
en lugar de acudir al supermercado, además de hacer la compra después de haber comido en lugar de antes,
para no hacer elecciones de urgencia y, ante todo, escogiendo por sistema la calidad antes que la cantidad.
Existen estrategias positivas que le van a ayudar a limitar el consumo de calorías. Éstas son algunas, pero
no dude en añadir las suyas propias a la lista.
Para empezar, bébase un gran vaso de agua o de zumo de tomate en lugar de un aperitivo con alcohol
antes de las comidas, lo que tendrá un efecto de “sacietógeno”. A continuación, coma una buena ensalada
o un buen plato de sopa, que va a tener el mismo efecto. Sirva los alimentos más calóricos en porciones
pequeñas y en platos pequeños, de forma que tendrán un aspecto más voluminoso. Además, cuanto más
cortados, trinchados o picados están los alimentos calóricos, más volumen adquieren y satisfacen el hambre
en pequeñas cantidades (una característica de la cocina asiática). El sabor de las especias acelera el efecto de
saciedad. En cuanto a la cocción, utilice aceite únicamente si no puede hacerlo de otro modo. En todos
los casos, opte por las formas más crudas: marinadas, cocción al vapor, caldos cortos o wok.
Hay cosas sencillas que tenemos tendencia a olvidar: observe, huela, mastique lentamente, conserve el
primer bocado unos instantes antes de tragarlo, vaya dejando reposar el tenedor con regularidad... Del
mismo modo, escuche a su cuerpo cuando diga que ya no quiere más, sin verse obligado a acabarse el
plato. No coma más si ya no tiene hambre, puede saltarse alguna comida cada cierto tiempo o incluso
hacer una microcomida.
Identifique sus carencias (atención, respeto, estima y afirmación de uno mismo, afecto, sexualidad,
éxito, necesidad de cultura, creatividad, cumplimiento de los sueños), las que tienda a compensar con
atracones y deles respuesta. Establecer una lista de recompensas no alimentarias es una buena manera
de evitar compensarlas comiendo. Por último, identifique con la ayuda de un médico nutriterapeuta las
carencias y los déficits nutricionales que pueden implicar una búsqueda inapropiada de calorías y alterar
el control de las pulsiones (lo más frecuente es que sean de magnesio).
Pero las verduras no sólo son pobres en calorías, sino que tienen también otras ventajas maravillosas. En
primer lugar, su riqueza en agua permite una mejor hidratación, menos estreñimiento e inflamación del
colon; además son bajas en grasas, azúcares y proteínas, una información que no podemos desdeñar
cuando sabemos que cantidades elevadas de proteínas aumentan la velocidad del envejecimiento y facili-
tan la fijación de los carcinógenos sobre el ADN y, por lo tanto, las mutaciones.
Del mismo modo, son bajas en aminoácidos proinflamatorios como la leucina o en favorecedores de
la proliferación como la metionina, pero también en hierro, un violento proinflamatorio factor de cre-
cimiento de las células cancerosas. Las verduras tienen un efecto trófico (que participa en la nutrición y
el crecimiento) sobre la flora digestiva. Tienen menos concentración de sustancias tóxicas, en particular
liposolubles y alteradores endocrinos, que los productos cárnicos. Por último, son ricas en antioxidantes
y en principios activos antiinflamatorios, pero también en moléculas desintoxicantes, en estimulantes de
la reparación del ADN y en principios activos antiproliferantes, entre otros. En la mesa, hay que ponerlas
sin dudar para que los niños las empiecen a comer ya desde su primera infancia.
• En Japón, país donde tradicionalmente se consumía muy poca carne, se ha conocido una explo-
sión de su consumo del 700% desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, así que ya puede adivi-
nar lo que ha ocurrido: un incremento del 400% de la frecuencia de cáncer colorrectal.
• En las mujeres, por cada 50 g al día de consumo de carne roja, el riesgo de cáncer de riñón aumenta
un 36% y un 72% por cada 50 g de carme procesada de más (embutidos, carnes industriales…).
El estudio EPIC asocia un efecto protector a un aporte elevado de verdura acompañado de la re-
ducción de los productos cárnicos en casi todos los tipos de cáncer, salvo en los de vejiga, que no es
significativo. Pero en otro estudio de EPIC elaborado a partir de 469.339 hombres y mujeres, aparece
tras más de once años de seguimiento que por cada aumento del 3% del aporte energético en forma de
productos cárnicos, el riesgo de cáncer de vejiga aumenta un 15%, mientras que para un aumento del
2% del aporte energético en forma de verdura, el riesgo disminuye en un 23%.
Consumimos demasiados productos de origen animal. Tan sólo las mujeres embarazadas o anémicas
y los niños en edad de mayor crecimiento tienen necesidad de productos cárnicos todos los días, sobre
todo para asegurar unos aportes suficientes de zinc y hierro. Además, los productos animales están mucho
más contaminados que los vegetales, en particular por carcinógenos como los alteradores endocrinos, las
dioxinas y los metales pesados. Y esto afecta tanto al pescado como a los huevos no ecológicos.
Peter Moller estudió en Estocolmo los efectos sobre el ADN de los glóbulos blancos. Los resultados
muestran que la potencia mutágena y carcinógena de una carne demasiado hecha es equivalente a la de
entre 800 y 1.000 cigarrillos. ¿De qué sirve dejar de fumar si en la propia cocina ya preparamos algo peor?
Los productos tostados y fritos (como los cruasanes, los saladitos y la repostería o las patatas fritas), si
se consumen con mucha frecuencia, incluso entre los niños, son también nidos de carcinógenos. La
acroleína que se obtiene a partir de la combustión de las grasas, en particular de las barbacoas (como el
benzopireno, que es también una de las sustancias tóxicas más potentes del humo del cigarrillo y de la
contaminación del aire), es un potente mutágeno y cancerígeno. Asimismo está implicada en el asma, las
patologías inflamatorias y cardiovasculares, la esclerosis múltiple y el alzhéimer. Se utilizó como gas de
combate en la Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918.
El consumo frecuente de productos fritos, que contienen acroleína, acrilamida, aminas heterocíclicas
y aldehídos se asocia a una frecuencia más elevada de varios tipos de cáncer, entre ellos los de próstata,
endometrio, ovarios, páncreas y riñón. También encontramos acrilamida en las patatas fritas y chips, los
productos de panadería y pastelería tostados, las galletas, el café y en la verdura cocida contaminada con
Round Up (un herbicida que utiliza poliacrilamida como aditivo).
Mi recomendación es que, para la carne y el pescado, opte por preparaciones no agresivas: sushi, tartar,
marinadas, pochado, cocción al vapor, a la plancha, etc. Asimismo, sustituya las patatas fritas, las galletas
y la repostería por productos frescos. Y el café por el té.
Esta es la única verdad: el consumo de productos lácteos es globalmente nocivo. Y además los estudios
científicos prueban que no tienen ningún efecto positivo sobre la osteoporosis.
E s fácil sustituir la leche de vaca en las recetas por leches vegetales, por ejemplo, leches de soja o
de arroz enriquecidas con calcio, leche de almendras, de quinoa, de avellanas... En lugar de man-
tequilla, cocine con aceite de oliva o aceite de soja. Opte también por la soja a la hora de cocinar en
lugar de la nata fresca y cambie por yogures de soja con bífidus los yogures de leche de vaca u oveja.
En cuanto al queso, si no se es intolerante ni se tiene un fuerte riesgo o ya se está enfermo, puede ser
un alimento delicioso: un trocito para saborearlo acompañado de un vaso de vino tinto.
Reforzando las células cancerosas, los ácidos grasos saturados se convierten en “promotores” y de este
modo contribuyen a dejarlas escapar de las defensas naturales y luego a librarse de los tratamientos. Por
lo tanto, nos interesaría reducir el consumo de mantequilla en beneficio de aceites protectores como el
de oliva o de colza. Asimismo, habría que sustituir el consumo excesivo de queso y los dulces por fruta,
la carne por pescado graso pequeño y siempre huir de los productos industriales etiquetados con aceites
“vegetales” (que de hecho son casi siempre de palma, palmiste o coco).
Los ácidos grasos trans que encontramos en las margarinas y los productos industriales agroalimentarios
tienen efectos todavía más negativos que los ácidos grasos saturados. Y no siempre aparecen en el etique-
tado. Por lo tanto, le aconsejo que directamente los consuma lo menos posible.
Los ácidos grasos omega 6 en exceso son también proinflamatorios y promotores (uno de los más potentes
en cuanto al cáncer de mama), lo que implica que hay que eliminar los aceites de girasol, maíz, semillas de
uva, soja y nueces y reducir también por este motivo el consumo de los productos industriales que los utilizan.
Los ácidos grasos omega 3 tienen los efectos exactamente contrarios a los ácidos grasos saturados, trans
y omega 6. Son antiinflamatorios, antipromotores y vuelven vulnerables las células cancerosas ante los
sistemas de defensa y los tratamientos. Asimismo, reducen el riesgo tanto de sobrepeso como de hiperes-
trogenia y aumentan la energía disponible para los sistemas de defensa. Hay tres mecanismos que contri-
buyen de manera significativa a sus efectos contra el cáncer. Un consumo más elevado de ácidos grasos
omega 3 ó una relación omega 3/omega 6 optimizada reducen los riesgos de cáncer de mama, colorrectal,
pulmón, hígado (y esto incluso entre los portadores de hepatitis crónica) y ovarios, pero también el ca-
rácter proliferativo del cáncer de próstata y la mortalidad por su causa.
En cuanto a los omega 3 de origen animal, un metaanálisis elaborado a partir de cuatro estudios registra
una reducción media del 63% de la mortalidad ligada al cáncer de próstata con el consumo de pescado,
fuente principal de omega 3 de origen animal.
En un estudio sueco se constató que la mortalidad por cáncer de próstata de los mayores consumidores
de grasas saturadas se ve aumentada en un 139% para el ácido mirístico y en un 188% para los ácidos
grasos saturados cortos, mientras que se reduce en un 40% entre los mayores consumidores de ácidos
grasos omega 3 de origen marino. Por desgracia, hay un problema...
Pero ¿cuál es la dosis correcta? ¡No se trata de acabarse la botella! Se aconseja entre uno y dos vasos de
vino tinto al día para los hombres y uno en el caso de las mujeres. Algunas cepas, como el Pinot noir,
son más ricas en polifenoles y resveratrol, uno de los principios activos contra el cáncer más potentes del
vino tinto.
u TÉ VERDE
Cómo escoger bien el té
Numerosos estudios clínicos han
S
puesto en evidencia los efectos anti- i le gusta el té negro, tómelo por las mañanas. Es más
tumorales, preventivos y a veces co- rico en teína, pero de media diez veces menos rico en
terapéuticos del ECGC, el polifenol polifenoles. Durante el resto del día, se recomienda con-
principal del té, sobre la mayor parte sumir té verde. Se puede espolvorear té verde matcha en
de tipos de cáncer (estómago, hígado, polvo, que es mucho más rico (más de cien veces más
colon, próstata, pulmón y leucemia, concentrado), sobre los postres, incorporarlo a las salsas
entre otros). Tan sólo algunos tipos o sopas, etc. Debe ser ecológico. Los tés blanco y oolong,
de cáncer como los gliomas no pare- el hibisco y el rooibos tienen también efectos protectores.
cen sensibles al consumo de té.
El mejor aceite para cocinar, sin dejar jamás que se queme, es el aceite de oliva extravirgen, lo más verde
y turbio posible (así es más rico en polifenoles). Siempre debe presentarse en botella de cristal (el plástico
contiene alteradores endocrinos).
u FRUTA Y VERDURA DE
COLORES Guía de colores para iluminar sus platos
Si una fruta o verdura es verde, es que
predomina la clorofila; si es naranja,
el betacaroteno y, si es roja, el lico-
U na primera misión, que es bastante sencilla, consiste
en asegurarse de que que aparezcan todos los colores
del arcoíris en el plato, todos los días y cuantos más mejor
peno. Cuando es negra, violeta, azul o (en cada ensalada, sopa...).
púrpura, tiene muchos polifenoles. La
clorofila es un potente antioxidante y Lo siguiente: cuanto más color tenga la verdura, más proba-
se asocia al magnesio, que apoya todos bilidades tendrá de ser protectora. Por ejemplo la remolacha,
los sistemas de defensa. El betacaro- muy rica en antocinas y polifenoles, o la naranja sanguina.
teno y el licopeno son dos carotenoi- La lechuga no presenta casi ningún interés, pero los estudios
des, también antioxidantes, pero que han mostrado que la col lombarda, la de color violeta, es un
tienen otras acciones contra el cáncer. potente antiproliferativo. Hoy en día encontramos versio-
Ayudan a mantener e incluso a restau- nes violetas de numerosas verduras y frutas: patatas violetas
rar la cohesión celular y aumentan las o de la región francesa de Auvernia, zanahoria violeta que
células Natural Killers (NK), que son se cultiva en algunos lugares de España o de Grecia, roma-
las más importantes contra las células nesco (híbrido de brécol y coliflor), entre otros.
cancerosas. El licopeno se opone tam-
Las personas mayores de Okinawa también habían encon-
bién a la angiogénesis. Por lo tanto,
trado la manera de cultivar un boniato violeta. En cuanto
todos son anticarcinógenos.
a la verdura verde, las espinacas están en lo más alto del hit
parade de la potencia antiproliferativa.
u LA FRUTA Y LA VERDURA
FRESCA
Se sabe que otras frutas y verduras, a veces desprovistas de todo color, se asocian a efectos contra el cáncer
si se consumen con regularidad. Sobre todo es el caso de aquellas que son ricas en vitamina C y vitamina
B9. Ambas vitaminas desempeñan papeles importantes en la desintoxicación, la inmunidad y el mante-
nimiento de la integridad del genoma, incluida la reparación del ADN. Sin embargo, estas dos vitaminas
detestan el calor, que las destruye casi por completo. Por lo tanto, estas frutas y verduras no protegen
salvo si se consumen frescas.
En cuanto a la vitamina C, la tenemos en los cítricos, el kiwi, la papaya, la guayaba, el mango, la fresa, la
col, el berro y los pimientos, entre otros. Y la vitamina B9, en el hígado (por ejemplo el foie gras micuit),
las oleaginosas (almendras, nueces, avellanas), el aguacate, la verdura (de nuevo las espinacas a la cabeza)
y el melón, entre otros.
u LA GRANADA
La granada contiene numerosos polifenoles, entre ellos algunos específicos como la punicalagina, un polí-
mero de ácido elágico cuya bioactivación por la flora del colon da origen a unos catabolitos identificados
en el tejido prostático como principios activos principales de los efectos anticarcinógenos, las urolitinas.
En los estudios experimentales, los polifenoles de la granada han demostrado tener unos efectos antipro-
liferativos sobre las células cancerosas de la mama, la próstata, el colon y el pulmón. Se puede consumir
la fruta sin más. Si se opta por tomarla en zumo, se debe escoger no solamente ecológico sino con alto
contenido en polifenoles, ya que se observan diferencias drásticas en los contenidos. Los polifenoles de
la granada, como las catecinas del té verde, la quercetina o los citroflavonoides, se integran también en
algunos complementos alimenticios.
Entre las aliáceas tenemos el ajo, el ajo de oso, la cebolla, las chalotas, las finas hierbas y los puerros. Un
consumo elevado se asocia a una reducción de los riesgos de numerosos tipos de cáncer.
Dos amplios estudios caso-control, uno suizo y el otro italiano, han mostrado que un consumo regular
de ajo o de cebolla (casi siempre más potente) hace disminuir entre un 31 y un 86% los cánceres de boca
y faringe, laringe y esófago, además de los cánceres colorrectales y de riñón. Sin embargo, el efecto es
menos marcado para el cáncer de tipo hormonodependiente (cáncer de mama, ovarios o próstata). Su
integración en la vida diaria reduce también de manera muy significativa el riesgo de estadio previo de
adenoma de la próstata: el 28% entre los mayores consumidores de ajo y hasta el 69% entre los mayores
consumidores de cebolla.
Las crucíferas: brócoli, coliflor, col, col roja, col rizada, kale, nabo, berro, mostaza, rábano picante,
wasabi… contienen glucosinolatos convertidos en isotiocianatos, como el sulforafano, un estimulante
muy potente del mejor sistema de neutralización de contaminantes que posee el hígado. Son también
antiinflamatorios, antiproliferativos, proapoptóticos y modulan la epigenética.
• Los indol 3 carbinol (I3C), que también encontramos entre las crucíferas, intervienen asimismo
como:
• inhibidores del enlace al ADN de los carcinógenos.
• estimulantes del catabolismo de los estrógenos.
• factores antiproliferativos a través de numerosos mecanismos.
• antiangiogénicos.
• antiinvasivos.
• proapoptóticos de una gran variedad de factores,
• inductores de los Death receptors, lo que explica, además de las capacidades preventivas, las accio-
nes sinérgicas con las quimioterapias y radioterapias.
Por último, las crucíferas son particularmente ricas en vitamina K, que desempeña, junto con la vitamina
D, un papel importante en la prevención del cáncer.
Más allá de los colores y la verdura fresca, no olvide aprovechar la inestimable ayuda de aliáceas y crucífe-
ras. Todos los días tome un poco de cebolla, ajo, finas hierbas en las ensaladas y sopas y, como mínimo,
una verdura de la familia de las crucíferas. Quienes tengan aversión por el sabor fuerte de las aliáceas
pueden decantarse por las cebollas tiernas o el ajo marinado, que han perdido por completo su agresividad
sin haber abandonado sus cualidades nutritivas.
En Okinawa se consumen todos los días y bajo formas mejoradas que empiezan a llegar a Europa, como
el ajo negro fermentado.
u LA CÚRCUMA
La curcumina es el pigmento que da su her-
mosa tonalidad dorada a la cúrcuma y es Mi truco con la cúrcuma
también un principio activo reputado por
sus efectos antimutágenos. La curcumina es
un aliado de excepción para los tejidos celu-
lares, cuya cohesión refuerza. Por sí sola, la
U na manera sencilla de integrar la cúrcuma en
la vida diaria es comprar polvo de cúrcuma
(ecológico) y espolvorearlo sobre los platos salados.
curcumina desencadena una inhibición de Personalmente, nunca salgo de casa ni de viaje sin
la proliferación, la invasividad y los procesos un frasquito. Y lo que es mejor, usted mismo puede
metastáticos. Sin contar con su capacidad de hacer, como yo, una mezcla de polvos, por ejemplo
enviar señales apoptóticas que desencadenan de cúrcuma, jengibre, ajo o ajo de oso y cebolla.
el suicido de las células iniciadas.
Hoy en día, gracias a un gran número de estudios, se sabe que tomar cúrcuma, sola o combinada con
polifenoles o fitoestrógenos de soja, logra incluso hacer que disminuyan lesiones marcadas, como las
provocadas por la inflamación de los senos (poliposis, una enfermedad hereditaria transmitida por una
mutación), o por el tabaco para el cáncer de colon. Se han observado estos mismos efectos reparadores
sobre lesiones precancerosas de la boca y sobre el antígeno específico de la próstata, el PSA, principal
marcador del cáncer.
Al sustituir la leche de vaca por leche de soja enriquecida con calcio, muy fácil de encontrar, obtenemos
un doble efecto contra el cáncer: evacuamos un potente promotor e introducimos un potente antipro-
motor. Es fácil integrar de manera progresiva productos a base de soja en la vida cotidiana: yogures de
soja (con bífidus), soja cocinada y tofu de soja que pueden también servir como base de salsas, pastas para
untar a base de soja y algas, tortas de tofu con verduras, etc.
Para perfeccionar su arsenal, no dude en aumentar el consumo de legumbres y semillas de sésamo o linaza,
que aportan lignanos, otro tipo de fitoestrógenos.
Se trata de unos alimentos que no debemos desdeñar, ya que es bien sabido que los aportes de yodo suelen
ser insuficientes de forma generalizada. Una carencia susceptible de provocar un aumento del riesgo de
hipotiroidismo, sobrepeso y cáncer de mama.
Entre las setas, algunas han demostrado actividades contra el cáncer muy marcadas: los orejones, el sabroso
agaricus blazei con sabor a almendra, el shiitake, el maitake y su aire de coral de los bosques o el reishi
(ganoderma). Todos estos hongos son también buenas fuentes de vitamina D, capital en la prevención del
cáncer. No sorprende, pues, encontrar estas dos familias de setas en la alimentación tradicional de Okinawa.
Así pues, incorpore a su carrito de la compra unas cuantas setas frescas.
Y consumir algas a diario también es muy fácil: unos gramos al borde del plato, en ensaladas de algas o en
forma de pasta para untar. Además de innovar en la cocina, introducir estos dos alimentos en pequeñas
cantidades a diario va a optimizar los aportes de yodo, vitamina D y principios activos contra el cáncer.
Si es adicto al tabaco, piense en las “drogas buenas” como el deporte (natación, yoga…), el chocolate
negro o incluso complementos de magnesio. Además de desestresar, ¡son mucho menos tóxicos!
Rara vez lo tenemos en cuenta, pero la calidad de los sistemas de ventilación es también esencial, tanto en
casa como en el lugar de trabajo. Del mismo modo, hay que evitar en la medida de lo posible los habitáculos
y los vehículos nuevos, que desprenden gran cantidad de compuestos químicos volátiles. Y si le apetece dar
un nuevo toque a sus interiores, opte por construcciones y decoración con materiales ecológicos.
En casa, sustituya los desodorantes y ambientadores en aerosol (que contienen derivados bencénicos,
factores de leucemia) por flores perfumadas o aceites esenciales. Evite asimismo las moquetas y los tejidos
en el mobiliario, pues son nidos infestados de polvo que facilitan la inhalación de contaminantes y están
casi todos impregnados de retardantes de llama. En el exterior, cuide el jardín sin pesticidas.
Preste también mucha atención al agua que bebe. Evite el agua del grifo, demasiado rica en cloro, ma-
teriales pesados, pesticidas y medicamentos, y pásese a las aguas minerales embotelladas, aunque colocar
un filtro de carbón activo en el grifo de la cocina es otra opción.
Hay que evitar a toda costa los productos grasos que vienen en envoltorio de plástico. Los aceites, las
margarinas, las salsas, los platos preparados, las conservas, las latas y otros recipientes son verdaderas
bombas promotoras del cáncer, ya que están atiborradas de alteradores endocrinos. Por su parte, los pro-
ductos industriales, todavía más contaminados, se deben desterrar del carrito de la compra y sustituirlos
por alimentos ecológicos, más ricos en polifenoles que los mismos alimentos no ecológicos.
El mismo razonamiento vale para los productos del hogar y la ropa, y lo mismo pasa a la hora de escoger
los productos cosméticos: adquiera productos ecológicos, sin parabenos, como cremas y aceites solares
que no contienen alteradores endocrinos.
Por último, puede poner en práctica hábitos muy sencillos. Un primer hábito consiste en aclarar a
conciencia la vajilla para eliminar los restos de detergente. Otro, en este caso para “cargar las pilas” de
vitamina D, sería exponerse al sol sin protección, en torno a 15 minutos, entre primavera y finales de
verano. Por último, en cuanto a los teléfonos móviles, es preferible utilizar un auricular y evitar llamar en
el transporte público, pues se amplifica considerablemente la radiación.
Hay otras cosas que puede hacer frente al cáncer. La primera de ellas es la práctica de una actividad física
diaria regular, una verdadera arma contra el sobrepeso, el estrés y las compulsiones tóxicas, que además
refuerza la inmunidad. En función de las preferencias de cada uno, las posibilidades son infinitas y se
pueden integrar con facilidad en casa, en el transporte público e incluso en el trabajo.
En el ámbito de la vida sexual, hay que velar siempre por reforzar las defensas inmunitarias y evitar las
infecciones crónicas (sobre todo la hepatitis crónica y el papilomavirus) o incluso protegerse con un
preservativo (a las mujeres los demás medios de anticoncepción las exponen a carcinógenos, como el
papilomavirus, o incluso pueden ser promotores, como la píldora).
u LA VITAMINA D
Su déficit afecta a un porcentaje muy alto de la población europea, pues en invierno, los rayos UVB son
totalmente insuficientes para fabricarla a partir del sol. Ahora bien, un metaanálisis de la Escuela de Salud
Pública de Harvard llegó a la conclusión de que tomar 2000 UI de vitamina D al día permite reducir a
la mitad la frecuencia del cáncer de mama.
Otra síntesis de estudios que abarcaba a 26.018 hombres y mujeres con edades comprendidas entre los
50 y los 79 años puso en evidencia una mortalidad, sumando todas las causas, un 57% más elevada en el
20% de los que presentaban la cantidad más baja de vitamina D. Para aquellos que ya habían desarrollado
un cáncer, la mortalidad aumentaba en un 70%.
Los alimentos más ricos en vitamina K son el aceite de colza y el aceite de brócoli, la col verde, las coles
de Bruselas, la col roja, la coliflor, el chucrut, la lechuga, el berro, el perejil, las espinacas, el hinojo, los
espárragos, los puerros, las judías verdes, los guisantes y el hígado.
En cuanto a los déficits de vitaminas B9 y B12, se dan con cada vez más frecuencia con la edad. Por lo
tanto, si los nutrientes esenciales o protectores no se aportan lo suficiente con la alimentación, está justifi-
cado aportarlos, como la vitamina D, mediante complementos. Y figuran en complementos “generalistas”
con el objetivo de tomar estos complementos a diario. Pero hay que respetar siempre unas reglas básicas:
• nunca hierro, cobre ni manganeso, que son prooxidantes e incompatibles con los antioxidantes.
• utilizar formas biodisponibles de minerales (por ejemplo, el citrato para el zinc).
• sustituir la vitamina E sintética por natural, ya que la sintética podría tener efectos proinflamatorios.
Las formas más avanzadas de estos complementos generalistas incluyen vitaminas y minerales que hasta
ahora se habían pasado por alto, como la vitamina K o el yodo, y añaden otros protectores como polife-
noles y la N-acetilcisteína para favorecer las desintoxicaciones.
No obstante, debemos tomar una precaución: en caso de infección bacteriana u ORL (otorrinolaringo-
lógica), suspender la toma de zinc durante el episodio infeccioso y ocho días después para que el zinc no
aproveche las proliferaciones bacterianas.
u EL MAGNESIO
¿Qué hacer en caso de exceso de hierro?
Este mineral tiene dos funciones
principales: la producción de energía
y el ahorro energético. No está direc-
tamente implicado en la prevención
E l hierro es a la vez un violento prooxidante, proinflama-
torio y factor de crecimiento de todo agente infeccioso
y de células cancerosas. Se va acumulando con la edad y, en
del cáncer, pero es fundamental para mayor medida, si somos grandes consumidores de carne. Los
garantizar suficiente energía a todos hombres, que no tienen la menstruación y que en general
los sistemas que intervienen en esta comen mucha más carne que las mujeres, se ven afectados por
prevención, como la desintoxicación, este exceso mucho antes que las mujeres, al igual que los por-
la reparación del ADN, la inmuni- tadores de enfermedades genéticas como la hemocromatosis.
dad, la apoptosis y para luchar contra Por lo tanto, es indispensable hacerse un análisis del hierro
los potentes efectos proinflamatorios (ferritina y coeficiente de saturación de la transferrina, que se
y carcinógenos del estrés (sobre todo interpreta en función del estado inflamatorio).
por la penetración del hierro en el in-
En caso de sobrecarga de hierro debemos:
terior de las células, lo que tiene efec-
tos iniciadores y promotores). • suprimir la carne roja y reducir los aportes de carne
blanca.
El magnesio está presente en com- • tomar té verde tras cada comida (los taninos inhiben
plementos generalistas. No obstante, en gran medida la absorción de hierro).
como los aportes están por debajo
de lo recomendable (unos 400 mg) • no tomar complejos que contengan vitamina C al
y dado que el estrés aumenta sus ne- acabar comidas con proteínas animales.
cesidades y su estabilidad a lo largo • donar sangre en un centro de transfusión hasta que la
del día, muy a menudo hay que to- ferritina descienda por debajo de los 100.
marlo en las dos comidas en las que
no se tome un complejo generalista. • tomar magnesio y polifenoles en complementos (son
Los magnesios de tercera generación los dos protectores principales del exceso de hierro).
Hoy en día también hay curas posibles. Combinan luteolina, rutina, quercetina, ácido rosmarínico y nicoti-
namida (vitamina PP). Es incompatible con la quimioterapia o la radioterapia, con las que podría interferir.
Es posible hacer a principios de invierno una cura de diez a quince días a base de unos 7,5 g de glutamina
(el carburante principal de los glóbulos blancos), así como otros nutrientes esenciales de la inmunidad,
excepto el zinc (presente en los complejos generalistas diarios pero que no está presente en este com-
plemento). Hay que añadirle 125 mg de vitamina C cada una o dos horas. El número de curas se debe
evaluar en función del grado de inmunodepresión.
|Conclusión
Gracias a los avances considerables de la investigación en los últimos años, disponemos de un arsenal
de medios para prevenir el cáncer. Las políticas de salud pública no han integrado hasta ahora más que
unas pocas nociones, pero consagran un presupuesto cada vez mayor al tratamiento del cáncer (con los
resultados que todos sabemos...). Mientras esperamos un cambio en esta política de retaguardia, todos
podemos asumir un programa propio contra el cáncer, que puede personalizar un médico nutriterapeuta,
con la ayuda de una consulta de oncogenética si fuera necesario. Frente al cáncer todavía no hemos dicho
la última palabra.
REFERENCIAS:
Puede consultar las referencias científicas de este especial sobre el cáncer en la siguiente dirección:
URL: http://saludnutricionbienestar.com/dossiers/fuentes-especial-cancer.pdf
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