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Diplomado “Género y Movimientos Feministas”

 
Seminario: Mujeres en lucha en Argentina 
Dra. Catalina Trebisacce. 
 
 

 
 
 
 
 

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Clase 1: Tres experiencias feministas porteñas de entre siglo y la 
contienda sufragista de los años 20 
 
El feminismo es una ideología y un movimiento contestatario cuya aparición
coincide con el nacimiento de las formas de organización modernas que, al tiempo que se
declaraban ampliatorias de los derechos (civiles y políticos) de los ciudadanos, se
mostraban reticentes respecto de que éstos alcanzaran a las mujeres también. Esta ​exclusión
originaria ​de las mujeres de las esferas de poder político las empujó a denunciar la farsa de
las democracias modernas y a ensayar otros modos de organización que pudieran crecer en
los márgenes de -o incluso dando explícitamente la espalda a- la política en el sentido
restringido del término.
El seminario que iniciamos hoy versará en torno a las experiencias de resistencia y
militancia de mujeres en Argentina que se inician en el ocaso del siglo XIX y atraviesan
casi todo el siglo XX.1 Cada una de las cuatra clases procurará contar una experiencia
singular que no necesariamente respetará una cronología clásica de la historiografía
argentina. Iniciamos la primera clase con la experiencias local del feminismo de la primera
ola de la mano de las feministas socialistas, las anarquistas y las experiencias de
organización de asociaciones (no partidarias) de mujeres que coagularon finalmente en la
batalla sufragista de comienzo de siglo XX. En la clase siguiente estudiaremos la década
infame, las resistencias de las feministas de élite y terminaremos con las conquistas del
gobierno peronista. En la tercera clase tocarán los agitados años setenta y las feministas
puras (o radicales) llamadas de la segunda ola. Finalizaremos en la cuarta clase con las
experiencias de militancia feminista y movimientos de mujeres que tuvieron lugar al
regreso de la democracia en los años ochenta y que continúan hasta la actualidad. Demos
inicio ahora a la primera clase.

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Quedarán fuera de nuestro alcance las experiencias más contemporáneas que desde fines de la década del 90
comenzaron en hora buena a discutir la centralidad del sujeto mujer para la lucha feministas. Sin embargo, en
el período que trataremos en estas clases aún este giro copernicano en el feminismo local no se ha producido,
por ello encontrarán en varias de estas clases la referencia a las mujeres como sujeto del feminismo pero
debemos saber que para nuestro presente esta asociación tiene que ser revisada.

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I. Primera parte: Primeros brotes feministas del viejo entre siglo
Comenzaremos el recorrido de nuestra historia en el ocaso del siglo XIX momento
en el que, en sintonía con el movimiento feminista europeo y norteamericano,​ ​aparecen en
Buenos Aires diversas organizaciones de mujeres que experimentan interés por abordar la
cuestión de la postergación de las mujeres.2 Se trata de un tiempo de efervescencia para la
lucha específica de las mujeres pues el período de entre siglo llegó con la promesa de
tendencias modernizadoras en materia de derechos ciudadanos que iban de la mano de una
pujante democratización del sistema representativo. Nuevas fuerzas políticas, que eran
resultado de corrientes inmigratorias, se expresaron entonces. Aparecieron así el socialismo
y el anarquismo. Dos doctrinas sociales que, con distintas estrategias, abogaban por una
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mejora de las condiciones materiales y civiles de la clase obrera y de las mujeres . Junto a
estas experiencias políticas también tuvieron lugar activimos cívicos organizado en
asociaciones no partidarias de mujeres que se ocuparon del espacio público politizándolo
con su sola presencia. Pero veamos estas experiencias con algo más de detalle.

El anarquismo en la lucha de las mujeres a fines de siglo XIX


El feminismo anarquista se inicia con la divulgación de ideas libertarias para las
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mujeres en fanzines y tiene de primeros escribas a varones, como Virgilio Prajoux .
Recordemos que el anarquismo por estos años se desarrolla eminentemente en
publicaciones de grupos pequeños que tienen buena circulación entre intelectuales y
5
librepensadore/as . Estos varones precursores prontamente desconfiaron del feminismo y

2
​Es necesario aclarar que este momento no debe ser entendido como el origen de la participación de las
mujeres en la esfera pública. Es suficiente con recordar personajes como Juana Azurduy quien tuvo un papel
militar destacado en la política de la independencia en tiempos del Virreinato, o Mariquita Sánchez de
Thompson, quien promovió tertulias que resultaron fundamentales para el desarrollo de los acontecimientos
políticos de la nación; entre tantas otras mujeres. ¿Por qué, entonces, arrancamos con la historia de la lucha de
las mujeres a fines del siglo XIX? Bueno, porque hay algo muy específico acontece en el entre siglo, es decir,
entre fines de siglo XIX y comienzo del XX.
3
​Barrancos, D. “Sociedad y género a principios del siglo XX. El despertar del feminismo” en ​Mujeres en la
sociedad argentina. Una historia de cinco siglos​, Buenos Aires, Sudamericana, 2010​.
4
Fernández Cordero, L. "Versiones del feminismo en el entresiglo argentino (1897-1901)" en ​Políticas de la
Memoria, N° 10, 11 y 12, 2011/12. También puede consultarse el reciente libro de esta misma autora “Amor
y anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual” de editorial Siglo XXI.
5
Molyneux. M. "Ni dios, ni patón, ni marido" en https://patagonialibertaria.wordpress.com/2014/10/13

3
hasta llegaron a retractarse de sus posicionamientos, pero la rueda ya estaba andando y
hacia mediados de la década de 1890 salió a la luz el periódico anarcofeminista ​La voz de
la Mujer ​dirigido por una mujer.
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La voz de la Mujer fue ideado por Virginia Bolten , mujer anarquista y sindicalista
que participó en diversos conflictos a lo largo de la misma década. También se asegura que
participaron en el periódico María Calvia y Teresa Marchisio, pero lo cierto es que se trató
de una publicación que no llevaba nombres propios con lo cual, más allá de Virginia, hay
una gran incertidumbre respecto de las otras colaboradoras. ​La voz de la Mujer tuvo nueve
números que salieron entre enero de 1896 y enero de 1897, con una periodicidad irregular,
como era habitual entre las publicaciones clandestinas del período, y con una tirada entre
1000 y 2000 ejemplares.
La voz de la Mujer sostenía una oposición tajante a las autoridades religiosas y
estatales. Se expresaba también hostil para con la policía y la justicia formal. Y todos estos
puntos eran compartidos con sus compañeros militantes varones. Sin embargo, las ideas de
estas mujeres comenzaron a molestar a sus compañeros anarquistas. Maxine Molyneux
sostiene que ello se debió a la insistencia de señalar y denunciar que las mujeres constituían
la parte más explotada de la sociedad. Ellas fueron, de alguna manera, las primeras en
hablar de la doble opresión a las mujeres, oprimidas, por un lado, por la sociedad burguesa
y, por otro, por sus compañeros.
En ​La voz de la Mujer abundaban artículos en contra del matrimonio y la familia
que eran consideradas instituciones burguesas al servicio de la propiedad privada y de la
subyugación de la mujer. Los matrimonios solían constituirse no por elección amorosa sino
por acuerdos, por medio de los cuales se exigía -entre otras cosas- fidelidad a las mujeres
bajo amenazas diversas, lo que generaba en ellas miedos y resquemores para con sus
maridos. Estas mujeres libertarias denunciaban esta situación, pero no se embarcaron en las
peticiones de divorcio, como tampoco en las reformas del Código Civil (puesto que el
objetivo no era dialogar o pedir algún tipo de aval al Estado sino eliminarlo); ellas preferían
la difusión de ideas de acuerdos amorosos más autónomos con una concepción de vínculos

6
Se afirma que Bolten llevó la experiencia a Rosario y a Uruguay.

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perecederos que llamaban amor libre. De este modo ​La voz de la Mujer ​sacudía la moral
imperante y proclamaba el amor libre entendido éste no tanto como la posibilidad de
sostener varias relaciones en simultáneo, sino como la posibilidad de terminar los vínculos
cuando el amor se acabase.
En lo que respecta a la carga de las labores domésticas los silencios sorprenden. En
La voz de la Mujer no hay referencias a una distribución equitativa de esas tareas, cómo sí
será reclamo del feminismo por venir. Molyneux hipotetiza que puede ser efecto de que
ellas no hubieran conseguido romper con las nociones imperantes en este asunto. Mabel
Bellucci sostiene incluso que las anarquistas, pese a su programa de vanguardia, no
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consiguieron desandar tampoco la idealización de la maternidad.
Aun así, y más allá de las posibles limitaciones, los posicionamientos políticos de
las redactoras de ​La voz de la Mujer eran radicales, en el sentido de que eran extremos y
tenían poco interés en ser estratégicos. La publicación no buscaba extenderse entre todas las
mujeres, sino en encontrar aliadas entre la clase trabajadora de ideología anarquista.
Podríamos resumir sosteniendo que el anarquismo feminista sostuvo la importancia
de la reivindicación femenina no en términos de derechos jurídicos (lo que hubiera sido una
contradicción en una fuerza política que rechazaba explícitamente al Estado y sus
instituciones), sino en lo que se refiere a despertar conciencia en las mujeres para combatir
la opresión patriarcal, encarnada en el marido, el padre, el patrón y el cura.
La tradición de prensa anarcofeminista no se terminó con ​La Voz de la Mujer.​ En la
década del 20 y desde la ciudad balnearia de Necochea Juana Rouco Buela, quien había
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tenido contacto con Bolten en ocasiones de la revuelta de inquilinos , lanzó ​Nuestra
Tribuna ​cuyo expreso objetivo era desmentir la inferioridad de la mujer, idea propagada por
la Iglesia y el Estado. Esta publicación estuvo fuertemente influenciada por ideas

7
​Bellucci, M. “Anarquismo, sexualidad y emancipación femenina. Argentina alrededor del 900” en
http://nuso.org/articulo/anarquismo-sexualidad-y-emancipacion-femenina-argentina-alrededor-del-900/
8
La huelga de los inquilinos se desató en agosto de 1907 en los barrios del sur de la capital a raíz de un
aumento de los alquileres que era resultado de un aumento del impuesto municipal que los propietarios
intentaron trasladar a sus inquilinos/as. Sin embargo, éstos/as se negaron a pegar y permanecieron ocupando
conventillos y pensiones. La medida de fuerza se sostuvo por cuatro meses y fue expansiva. En octubre había
500 conventillos en huelga. Las mujeres tuvieron un rol destacado en la resistencia ante los insistentes
desalojos policiales que se procuraban efectuar en los horarios fabriles, cuando los varones estaban ausentes
de los edificios​.

5
racionalistas y progresistas que circulaban hacía tiempo en centros universitarios. ​Nuestra
Tribuna confiaba en la importancia de una educación “racional”, libre del tutelaje religioso
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pero también estatal, para la emancipación de la mujer .

El socialismo en la lucha de las mujeres a principios de siglo XX


El socialismo fue la otra doctrina que tempranamente se ocupó de la postergación y
opresión vivida por las mujeres. A tal punto que Dora Barrancos sostiene que hacia
comienzos de siglo era común que feminismo fuera considerado sinónimo de socialismo.
En 1902 se creó en Buenos Aires el Centro Socialista Femenino cuya actividad estuvo
dirigida a promover los derechos de las mujeres y los/as niños/as (protección laboral,
divorcio y educación laica).
En varias ocasiones, analizando el modo en que se desarrollaron estas luchas, se ha
sostenido que las mismas tuvieron un formato algo moderado y menos disruptivo,
comparado con las anarquistas. El objetivo de conseguir reformas legislativas a favor de las
mujeres suponía intentar seducir al Estado, o mejor dicho, a sus representantes varones, y
para ello fue moneda corriente afirmar que las transformaciones jurídicas para las mujeres
no serían sólo un beneficio para ellas sino también para sus hijxs y por tanto para la
sociedad entera. De alguna manera, una versión del feminismo socialista se disculpaba de
exigir derechos para las mujeres aunque, considerando los resultados, puede sostenerse que
demostraba tener la estrategia más efectiva.
Además de los proyectos de reformas legislativas, desde el Partido Socialista, pero
más específicamente desde el Centro Socialista Femenino se impulsaron tempranamente
instancias de reflexión y discusión en torno al rol de las mujeres. El Centro Socialista
Femenino fue uno de los propulsores del Primer Congreso Femenino organizado por
mujeres universitarias en 1910. Sobre esta experiencia nos detendremos inmediatamente
abajo al trabajar en torno a agrupaciones de mujeres que no se dieron en el marco de
doctrinas partidarias o políticas, que tuvieron otra forma, otra agenda, pero que resultaron

9
Consultar http://historiaabierta.org/historia2.0/index.php/revista/article/view/H2087

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de gran impacto en la sociedad vía la repercusión en la prensa masiva. En este otro campo
participaron también las feministas socialistas.

Asociaciones de mujeres y feminismo de comienzo de siglo XX


Ahora abordaremos otras instancias de participación pública femenina que se dieron
hacia comienzos de siglo XX desde la externalidad del campo de lo político y que por
tanto, en principio, no amenazaban con interferir en el masculino mundo de lo político. Así
por ejemplo, en septiembre de 1900, y con la celebración del centenario como horizonte, se
creó el Consejo Nacional de Mujeres, la primera organización federativa de alcance
10
nacional pero no estatal . El Consejo había sido un proyecto recurrente e infructuoso de
una de las figuras femeninas más relevantes de la historia de mujeres en Argentina, me
refiero a Cecilia Grierson.
Cecilia Grierson nació en 1850 y antes de que finalizara el siglo XIX, en 1889,
obtuvo su título de Médica de la Facultad de Medicina. Fue una de las primeras médicas del
país, pero no fue su práctica médica lo que la convirtió en figura destacada. Cecilia fue una
activa promotora de institutos educativos para auxiliares de medicina (especialmente
orientados a mujeres) y por su militancia feminista.
Cecilia Grierson había querido intentar la creación de un Consejo pero sólo fue
posible a partir de la asociación con la señora Alvina van Praet de Sala, quien era ex
presidenta de la importante Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires. Van Praet de Sala
con su renombre y legitimidad adquirida a la cabeza de aquella asociación fue quien
consiguió contactos, compromisos y recursos económicos para la creación del Consejo.
Mientras que Grierson fue la idea y el motor.
El consejo estuvo constituido por una variada y profusa cantidad de asociaciones
civiles, en su mayoría compuestas por mujeres dedicadas a la caridad, a la ayuda o a los
cuidados.11 Ahora bien, cabe decir que, a pesar de la diversidad de la misma, éste resumía

10
Con el paso del tiempo y la prensa que obtuvo, consiguió reconocimiento, legitimidad e, incluso, algo de
financiación del Estado.
11
Entre ellas: la Sociedad de Beneficencia de la Capital Jujuy, San Luis, Tucumán, La Plata y Concepción del
Uruguay, Woman’s Exchange, Club Literario de La Plata, Sociedad Interamericana de Kindergarden,
Sociedad “Hermanas de Dolores”, Sociedad Argentina de Primeros Auxilios, International Home, Sociedad
Feminil Cosmopolita de Socorros Mutuos (La Plata), Amigas de las Jóvenes (Temperley), Asociación de

7
su objetivo central en una oración "trabajar en pro de la elevación de la mujer". Y uno de
los logros más importantes del Consejo fue reunir toda la información posible acerca de los
grupos de mujeres existentes en el país y a hacerla visible. Esa información centralizada en
el Consejo era difundida por medio de su revista y replicada en algunos periódicos de la
prensa porteña. Asimismo, se escribían artículos para la revista y para los medios en
general en los que se explicitaba la importancia de las obras y las asociaciones femeninas
para la conformación de una sociedad moderna. Enmarcada en esta retórica del progreso de
la sociedad, el Consejo abrazó el nombre del feminismo. Aunque “feminismo” era un
término inestable (característica que se continuará por los años) sí representaba a
comienzos de siglo la expresión de un avance inevitable no sólo para las mujeres sino para
la sociedad entera.
Hacia el final de la década y acercándose al esperado centenario, el Consejo
comenzó a experimentar con más radicalidad tensiones internas que provenían de grupos
que cada vez se diferenciaban más: por un lado, las llamadas matronas, que eran las
mujeres de élite especialmente volcadas a trabajos de beneficencia y, por otro lado, las
llamadas educacionistas, que eran mujeres universitarias que se congregaban en la
Asociación Universitarias Argentinas. En el grupo de las matronas se encontraba Alvina
12
van Praet de Sala y en el grupo de las universitarias se había alineado Cecilia Grierson.
Las tensiones terminaron con una fractura antes de que llegara el centenario.
Para el sector de las matronas las acciones feministas debían alinearse a la opinión
pública imperante respecto de la "cuestión de la mujer" y no confrontar con el Estado. Se
debían evitar, para las matronas, los discursos de corte más emancipatorios o
cuestionadores de las desigualdades. Las matronas consideraban que la vía de asumir la
diferencia y los roles tradicionalmente considerados femeninos les habilitaban para la
participación que ellas consideraban suficiente para las mujeres en la sociedad moderna.

Enfermeras y Masajistas, Sociedades de Damas de Caridad (San Juan y La Magdalena), Personal Femenino
de la Escuela Normal (Concepción del Uruguay), Sociedad Madres Argentinas, Sociedad Protectoras de la
Niñez (San Luis), Sociedades Hermanas de los Pobres (Azul y Concepción del Uruguay), Sociedad
Margherita de Savoia, La Columna del Hogar, Sociedad Le Donne Italiane, Sociedad de Profesoras
Alemanas, entre otras.
12
Entre las educacionistas también se encontraban: Elvira y Ernestina López, Clorinda Matto de
Turner, Elvira Rawson de Dellepiane, Catalina A de Bourel y Pascuala Cueto, entre otras.
8
Esta suficiencia era leída como un límite desde las educacionistas, quienes sostenían que las
mujeres debían poder avanzar sobre actividades que habitualmente eran consideradas
13
exclusivas de los varones. En este sentido, Elvira López desde las educacionistas sostenía
que el feminismo debía ser "un movimiento que buscara mejorar la situación económica y
moral de las mujeres", pero no en términos de identidad en la diferencia, como podría
desprenderse de las aspiraciones del sector de las matronas, sino de equidad en las
relaciones (Vassallo, 2000:188-9).
Hacia 1910, cuando habían recorrido ya diez años del trabajo en el Consejo, las
celebraciones del centenario encontraron a las mujeres del consejo divididas pero activas.
Las matronas quedaron a cargo del Consejo y realizaron el “Primer Congreso Patriótico de
Señoras,” mientras que las mujeres nucleadas en torno a la Asociación de Universitarias
Argentinas realizaron con una semana de diferencia el “Primer Congreso Femenino
Internacional”.
En el “Primer Congreso Patriótico de Señoras” resonaron los nombres de Alvina
van Praet de Sala, Elia M. Martínez, Belén Tezano de Oliver y Mercedes Pujato Crespo;
entre otras. Este congreso estuvo especialmente orientado a recuperar la historia de mujeres
que contribuyeron al desarrollo de la nación con sus actividades diversas. En las distintas
disertaciones se buscaba remarcar la importancia que las mujeres había tenido en distintos
escenarios políticos y sociales. Este objetivo ayudaba a justificar la importancia de los
reclamos en torno a la mejora de las condiciones de vida de las mujeres, entre las que se
destacaba la importancia del acceso a la educación.
Por su parte, en el “Primer Congreso Femenino Internacional” se reunieron mujeres
como Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Elvira y Ernestina López, Alicia Moreau, Petrona
Eyle, Juana Begino, Paulina Luisi, Elvira Rawson, Carolina Muzilli, entre otras. Este

13
Elvira López fue la primera egresada de la Facultad de Filosofía y Letras, cuya tesis versó en
torno al Movimiento Feminista. Nuevamente, el feminismo era entendido como una corriente
ideológica progresista más o menos legitimada en el campo científico. Sobre el carácter positivistas
con que fue leído (y abrazado) desde la academia al feminismo, puede consultarse el dossier "Una
cuestión palpitante. Versiones del feminismo en el entresiglos argentino (1897-1901)" a cargo de
Laura Fernández Cordero en ​Políticas de la memoria, n°10, 11 y 12, Verano 2011/2012. La tesis de
López fue recientemente editada por la Biblioteca Nacional. López, Elvira ​El movimiento feminista.
Primeros trazos del feminismo en Argentina,​ Buenos Aires, Ediciones Biblioteca Nacional, 2009.
9
congreso estuvo fuertemente dirigido a discutir los derechos civiles de las mujeres, se
cuestionó fuertemente la declarada incapacidad de las mujeres en materia de derechos y
obligaciones, que las hacía dependientes de padres y luego de maridos. Se debatió
insistentemente en la necesidad de revisar el Código Civil en esta materia. Pero también fue
central el reclamo en torno al acceso a la educación y al libre desarrollo de la vida
profesional. Estos puntos supieron construirse estratégicamente apelando al beneficio que
éstos traerían en lo que respecta a los roles tradicionales de madres y cuidadoras niños/as.
Esto queda bien evidenciado en la introducción que Elvira López, integrante de este grupo,
hace para su tesis de doctorado sobre el Movimiento Feminista en 1901. En él puede
observarse la fundamentación de estos reclamos de acceso a la educación en este sentido.
Hay que destacar que lo que caracterizó a la labor de este tipo de asociaciones fue la
capacidad de congregar a mujeres, que tenían vedado el espacio político, a participar del
espacio público y trascender así los mandatos que las confinaban a las tareas del hogar.
Como explica Alejandra Vassallo "apoyándose en sus roles culturalmente asignados de
madres y esposas, mujeres de elite, y progresivamente educadoras y profesionales, se
organizaron y extendieron esos roles a la esfera de lo público, reformulando sus
significados y objetivos en un sentido político conforme a los distintos ámbitos de
actuación" (2000:181).
De aquí que, más allá de las diferencias de perfil de las agrupaciones de mujeres que
se expresan de alguna manera en los distintos tópicos tratados en cada congreso, ambos,
desde sus diferencias, potencias y límites, presentan antecedentes importantes para la lucha
de las mujeres en Argentina. Comenzando por la repercusión que los mismos consiguieron
en los medios gráficos porteños produciendo intervenciones en el ​ámbito público que
fueron fundamentales luego para transformaciones tanto de la vida privada de las mujeres
como de la vida política.

​II. Segunda Parte: El sufragismo y la gesta por los derechos de las mujeres

10
Nos ocuparemos ahora, concretamente, de las experiencias de militancia en torno a
la obtención de sufragio femenino que se desplegaron entre la década del 10 y durante toda
la década del 20, como parte o como correlato de las experiencias arriba narradas. Se trató
de la batalla feminista que atacaba directamente lo que se consideraba era el corazón mismo
del ​status quo d​ el poder masculino. Sin rodeos, sin programas de mínima. Y fueron éstos
años favorables para que las sufragistas se lanzaran a las calles con intervenciones osadas y
para que sus aliados políticos -fundamentalmente los/as socialistas- presentaran en el
parlamento proyectos de ley por los derechos políticos y civiles de las mujeres.
Entre las sufragistas por los derechos políticos de las mujeres se destacó Julieta
Lanteri. Mujer que obtuvo el título de médica en 1907 y que desde muy joven supo
participar activamente de cofradías masculinas, peleando allí por la inclusión de las mujeres
en esos espacios de pensamiento. En este camino, en 1909, creó la Liga Nacional de
Mujeres Librepensadoras que reclamaba por los ​derechos políticos para las mujeres argentinas
o ciudanizadas, la igualdad de los derechos civiles y legales para ambos sexos, el divorcio absoluto,
la educación mixta y laica para ambos sexos, los derechos de los/as niños/as y la supresión de la
servidumbre.
Lanteri había nacido en Italia y llegado a la Argentina a la edad de seis años. Esta condición
de inmigrante se convirtió en la posibilidad para trampear la segregación legal que padecían las
mujeres y encabezar una batalla inesperada en torno a los derechos políticos de las mujeres. Luego
de conseguir la ciudadanía argentina que le aseguraba “los mismos derechos que los ciudadanos
argentinos”, aprovechó los vacíos legales y como ​no existía cláusula de lo impidiera se
inscribió en los comicios para participar de las elecciones del Consejo Deliberante de 1911.
Y, atónitos imagino, la dejarron. Así que en 26 de noviembre de ese año Lanteri se presentó
a votar y fue la primera mujer en Latinoamérica en emitir un voto. Una situación
extraordinaria que sería el principio de su carrera militante. Luego de que trascendiera la
participación de una mujer en las elecciones, el Consejo Deliberante labró una ordenanza
explicitando la imposibilidad de las mujeres a emitir voto, pero Julieta Lanteri ya había
votado y ahora soñaba con inmiscuirse aún más en el terreno de la política.
En 1919, a pesar de la prohibición de emitir voto, y por la falta de normativa que lo
impidiera, se presentó como candidata a diputada. La apoyaron la Unión Feminista

11
Nacional (asociada al socialismo), el Comité Pro Sufragio Femenino (encabezado por
Alicia Moreau, también asociada al socialismo y luego militante de ese partido) y la
destacada Elvira Rawson de Dellepiane (más vinculada al radicalismo). La propuesta de
Lanteri era hermana de las consignas del sector socialista y del librepensador pero también
tomaba las reivindicaciones del feminismo más progresista del momento, por el cual pedía,
además del derecho al voto, horario de trabajo reducido para las mujeres, salarios iguales a
los varones, divorcio absoluto, igualdad para los hijos sin distinción de si son legítimos o
no, educación y cuidados para la niñez, abolición de la prostitución y de la pena de muerte,
entre otras. Obtuvo 1730 votos.
En 1920 Lanteri junto a Alicia Moreau y Elvira Rawson organizaron la versión
pampeana del simulacro de votación en ocasión de las elecciones de 1920. Para tal fin
Lanteri fundó el Partido Feminista Nacional y se presentó como su candidata. Alicia
Moreau se presentó por la Unión Feminista Nacional y el comité pro sufragio femenino del
Partido Socialista, y Elvira Rawson fue la tercera candidata y se presentó con apoyo por la
14
Unión Cívica Radical . La jornada fue un éxito. Concurrieron a simular el voto 4000
mujeres de la ciudad. La experiencia tuvo buena acogida entre la prensa progresista que ya
había mostrado su simpatía con la causa del voto femenino.
En noviembre de 1920 llegaron las elecciones municipales y se le denegó la
participación a Julieta Lanteri. Entonces, las mujeres volvieron a organizar otro simulacro.
Esta vez acudieron a votar casi 6000 mujeres. El aumento de participantes en tan pocos
meses da muestra de creciente consenso que fue adquiriendo el reclamo.
Las simulaciones se detuvieron aquí pero Lanteri continuó peleando por participar
en distintas instancias de electorales. Lo hace en cada oportunidad hasta 1932 cuando
15
muere a causa de un accidente de tránsito, en pleno auge de su figura . La pérdida es
invaluable pero el trabajo más importante ya estaba hecho, Lanteri ya había dejado la
semilla para la transformación que llegaría décadas después.

14
Para algunos detalles más consultar Nari, Marcela María Alejandra “Maternidad, política y feminismo” en
​ uenos Aires, Taurus, 2000.
Lozano et. al (comp) ​Historia de las mujeres en la Argentina, B
15
La historiografía se debate en torno a la causa de la muerte por el hecho que quien manejaba el auto era
un representante conservador. De modo que en buena parte de la bibliografía se deja entrever la sospecha
de un asesinato, mientras que otra parte sostiene que no fue otra cosa que un accidente.

12
Acompañando a este clima de inminente transformación, durante las dos primeras
décadas del siglo se habían presentado diversos proyectos de revisión del Código Civil que
si bien no avanzaban sobre el tema del sufragio sí tenían por objeto mejorar la condición de
vida de las mujeres, pero serán hacia mediados de la década del veinte que los mismos
consiguen una resolución que podría calificarse de exitosa. Y si bien fueron los socialistas
16
los legisladores más comprometidos en esta revisión, es cierto también que por estos años
era extendida la sensación de que la situación de las mujeres (que las obligaba a estar
sometidas a la tutela de sus maridos en lo que se refiere a administración de bienes, al libre
ejercicio de sus profesiones, e incluso no conseguía ya consenso la patria potestad exclusiva
17
de los varones) era desmedida . De modo que fueron diputados y senadores de distintas
fuerzas políticas los que presentaron distintas iniciativas de revisión de la situación de las
mujeres, solteras, viudas y casadas.
En septiembre 1924 los socialistas Juan B. Justo y Mario Bravo presentaron un
proyecto denominado “Derechos civiles de la mujer soltera, divorciada o viuda” que obtuvo
finalmente la aprobación en cámara de senadores. Con esta votación se sancionaba la
igualdad de los sexos en la vida civil que, aunque no admitía aún un régimen pleno de
derechos para las mujeres casadas (algunas potestades estaban reservadas al cónyuge), en el
tratamiento de la otra cámara el proyecto adquirió la ampliación de las prerrogativas a las
casadas. Finalmente, en 1926 se aprueba la ley que será la N° 11.357. Con esta ley que se
produce un paso significativo en la adquisición de la capacidad civil plena de las mujeres.
Según Dora Barrancos, esta ley representa la caída de ​las trabas más escandalosas: ya no
fue necesario pedir al marido autorización para estudiar, profesionalizarse, comerciar,
testimoniar o pleitear. Tampoco el marido administraba los bienes que la esposa había
adquirido antes del matrimonio, aunque éste siguió al frente de la administración conyugal

16
El socialista Alfredo Palacios fue uno de los legisladores que presentó en tres ocasiones (1907,1913,1915)
proyectos que cuestionaban la incapacidad relativa a las mujeres sostenida por el Código Civil por entonces
vigente.
17
En 1919 el senador socialista Enrique del Valle Iberlucea presentó en la cámara el proyecto de ley que
sostenía que la patria potestad debía darse por entero a la madre de los hijos naturales. Proyecto que no
consiguió ningún tratamiento digno.

13
(2010:139). Sin embargo, y pese a las odas celebratorias de esta ley, la patria potestad
siguió siendo una facultad del marido.
Ahora bien, en lo que refiere a los derechos políticos de las mujeres, por los que
Lanteri y sus compañeras había peleado tanto, los signos de avance se manifestaron recién
-y paradójicamente- en los primeros años de la década del 30 y consistió en el simple
tratamiento de la temática en las cámaras los proyectos aunque no en su aprobación.
Decimos “paradójicamente” porque el cambio de década significó un cambio de clima con
signo conservador en todos los aspectos, políticos, culturales, económicos. Los años treinta
se inauguran con una crisis económica y un golpe militar. Asimismo, contexto internacional
experimentaba una fuerte derechización bajo la influencia del fascismo italiano y el
nazismo alemán, y Argentina no era indiferente a este asunto. Todo lo contrario, fue un país
receptor de estas ideas que representaban una vuelta conservadora, como si se tratara de un
reverso del espíritu del progresismo de los 20s. Las fuerzas conservadoras pujaban por
reinstalar valores tradicionales y se abrían así, sin dudas, tiempos adversos para mujeres.
Pero como si se hubiera tratado de un último suspiro progresista, un coletazo
inevitable de los procesos en marcha de la década anterior, en septiembre de 1932 se
consiguió dar el debate en torno al sufragio femenino en cámara de Diputados. Los palcos
del recinto estaban colmados de mujeres que confiaban en que la jornada concluyera con su
18
aprobación . En el transcurso del debate se expresaron cuatro posiciones divergentes
respecto de las condiciones para el otorgamiento del voto femenino. Desde un sector
conservador se sostenía que el sufragio femenino debía ser calificado, es decir, quedar
supeditado a restricciones de edad (se habló de 30 años) y de nivel de educación alcanzado
por las mujeres (se especulaba con nivel universitario). Otra posición sostenía que la norma
debía sostenerse sin aquellas restricciones, pero no debía tener el carácter obligatorio como
sí lo tenía entre los varones desde 1912. La tercera posición, sostenida por los socialistas,
reclamaba que la normativa fuera irrestricta, es decir, sin condiciones de estado civil, ni de

18
Además de las mujeres y las agrupaciones femeninas mencionadas más arriba, a comienzos del 30 se
suma al reclamo por el voto femenino una importante asociación de contactos influyentes (y
conservadores): la Asociación Argentina Pro Sufragio Femenino dirigida por Carmela Horne Arriola de
Burmeiter. Su directorase ocupó de despegar el asunto del voto tanto de la demanda de divorcio, que
también resonaba por entonces, como del movimiento feminista.

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edad (más allá de la mayoría de edad) ni de educación, y que tuviera las mismas
condiciones que para los varones (universal y obligatoria). Finalmente, la cuarta posición,
la más minoritaria, representaba al sector más conservador de la sociedad que consideraba
inviable la norma en cualquiera de sus condiciones.
El debate contó con oradores abucheados, como los representados por la facción
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más conservadoras, y con otros ovacionados, como Silvio Ruggieri del Partido Sociales.
La votación final dio el triunfo a la propuesta sostenida por estos últimos, de voto irrestricto
y en igualdad de condiciones que los ciudadanos varones. La votación fue coronada con
aplausos y celebraciones desde los palcos. Pero los vientos favorables se detendrían aquí.
El proyecto de ley presentó soterradas resistencias, estrategias de desvíos por comisiones
inexplicables se interpusieron en el camino e impidieron que el mismo llegara a ser
debatido en la cámara alta. Habrá que esperar 15 años para que los derechos políticos de las
mujeres fueran conseguidos. Pero detenernos a reseñar esta experiencia del ‘32 no es
ocioso, pues aunque se trató de un experiencia trunca (como, por otra parte, no podía ser de
otra manera en esta nueva década) su existencia habla del resultado de la presión ejercida
por los grupos de mujeres de comienzo de siglo y del consenso social que ellas habían
20
conseguido.

Bibliografía obligatoria del encuentro:


- Valobra, Adriana María “Feminismo, sufragismo y mujeres en los partidos políticos en la
Argentina de la primera mitad del siglo XX” en ​Amnis. Revue de
civilisationcontemporaineEuropes/Ámeriques,​ 2008, disponible en
https://amnis.revues.org/666

19
Para un detalle sobre los argumentos expuestos por los oradores más destacados de cada posición
consúltese Barrancos, Dora “Más cerca de la inclusión: conquista y ampliación de los derechos políticos,
1932-1991” en ​Inclusión/Exclusión de las mujeres. Historia con mujeres​, Buenos Aires, Fondo de Cultura,
2002.
20
En este mismo año llegó también a la Cámara de Diputados un proyecto de ley para legalizar el divorcio.
En este caso, y a pesar de las acaloradas oratorias, el proyecto no consiguió ni la primera aprobación de la
cámara baja.

15
- Vassallo, Alejandra “Entre el conflicto y la negociación. Los feminismos argentinos en
los inicios del Consejo Nacional de Mujeres, 1900-1910” en Lozano, et. al. (comp) ​Historia
​ ol 2, Buenos Aires, Taurus, 2000, pp. 176-195.
de las mujeres en la Argentina, Siglo XX, V

Fuentes:
- Editoriales del N°1 y N°2 de ​La voz de la mujer​ a descargar del siguiente link:
http://www.lrmcidii.org/wp-content/uploads/2013/12/P%C3%A1ginas-desdeLVM.pdf
- López, Elvira “Introducción” El movimiento feminista. Primeros trazos del feminismo en
Argentina”, Buenos Aires, Ediciones Biblioteca Nacional, 2009, pp. 31-36. Disponible en
online.

Material audiovisual:
- Película "Ni dios, ni patrón, ni marido" de Laura Mañá 2009. En el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=lCGJzZUT_Uc
- Corto ​http://cda.gob.ar/serie/5308/hacedoras-de-la-patria#!/5300/cap04-el-feminismo

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