Sie sind auf Seite 1von 9

Pensamiento positivo.

Humanismo Cristiano.

Profesor:
Ing. Carlos Durazno.

Nombre:
Andrés Ochoa

2G de IMA

12.06.2018
El pensamiento positivo
Los pensamientos positivos por el contrario potencian emociones positivas (alegría,
anhelo, felicidad, ilusión, bienestar físico…), pero también muchos comportamientos
dirigidos a la gratificación y a la resolución de problemas. Se ha demostrado que quienes
gozan de estas emociones incrementan su estado de salud. Se habla incluso de hasta 10
años de diferencia.
Cuando el estado de ánimo es sombrío la vida en general nos resulta deprimente, pero si
el humor mejora, las relaciones sociales, las esperanzas de futuro, la ilusión por todo es
mucho más activa, gratificante y positiva.
Vivimos en una sociedad que cada vez nos pide más, que nos exige un esfuerzo titánico
para incrementar los bienes materiales, el prestigio social y todo aquello que se nos
presenta como deseable pero que termina con la salud de la persona. Siempre hay alguien
con quien compararse y siempre encontraremos alguien que esté por encima de nosotros
y que tenga más que nosotros.
Estamos en una sociedad donde se busca la felicidad por encima de todo y eso es lo que
se nos vende: playas, viajes, coches, hoteles, fiestas, drogas, rebajas, concursos, ropas
caras y baratas, glamour… Muchas personas piensan que si tuvieran mucho dinero serían
inmensamente felices porque podrían comprar felicidad, pero no es así pues nos
encontramos con altas tasas de depresión, de ansiedad u otras patologías.

La salud.
La salud es el resultado del equilibrio entre cuerpo y mente. Por este motivo, cada vez se
da mayor importancia a los aspectos psicológicos, tanto en la salud como, sobre todo, en
la enfermedad. Las personas que se sienten felices y contentas son por ejemplo menos
vulnerables al desarrollo de enfermedades cardíacas, entre otras, comparadas con quienes
tienden al pesimismo, a la tristeza o a sentirse desgraciadas. Además, el tener una actitud
positiva ante la vida la alarga y, en caso de enfermedad, ayuda a reforzar el sistema
inmunológico. Incluso es un factor importante en el proceso de recuperación de
determinadas patologías graves como por ejemplo el cáncer.
El optimismo es fundamental para la salud, el pesimismo como actitud de vida provoca
una salud física mucho más frágil, mayor depresión, mayor ansiedad, mayor tensión física
y mental y en consecuencia un rango de mortalidad mayor. Numerosas investigaciones
así lo demuestran.
El distrés, esa sensación de agobio permanente, de malestar emocional continuo, produce
cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro, de nuestros órganos
internos y en la constelación hormonal. A través de diversos estudios se ha podido
comprobar que un minuto dedicado a un pensamiento negativo deja el sistema
inmunitario, durante unas horas, en una situación delicada debido a la tensión física y
emocional que provoca.
Si nos paramos un poco a pensar, en qué tipo de cambios se pueden producir con el exceso
de preocupación y ansiedad, vemos por ejemplo que tiene la capacidad de lesionar
neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. También afecta a
nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro
más necesarias para tomar decisiones adecuadas.
Ahora bien, ¿tenemos recursos para combatir a ese enemigo interior o eso es solo cosa de
sabios? Un valioso recurso contra la preocupación es focalizar la atención en practicar
por ej. la respiración abdominal o diafragmática, que tiene por sí sola la capacidad de
producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y
la endorfina, además de mejorar la sintonía de los ritmos cerebrales entre los dos
hemisferios cerebrales.
Relación entre pensamiento positivo y salud.
Investigaciones recientes han demostrado la correlación que existe entre pensamiento
positivo y salud física y mental. El pensamiento influye claramente en nuestro estado
físico y mental. Una persona con pensamientos negativos se va a sentir deprimida, con
ansiedad, con baja motivación y con baja autoestima, será más propensa a presentar
trastornos lumbares, cervicales, molestias gástricas, cardiológicas… Una actitud más
positiva ante la vida mejora el sistema cardiovascular y la circulación sanguínea, mejora
el buen humor además de la capacidad funcional y cognitiva, pero sobre todo mejora
considerablemente la salud.
Las emociones positivas juegan un papel muy importante "no solo en la prevención de
enfermedades sino también en su pronóstico pues se logra una recuperación más rápida".
"Las personas que potencian emociones positivas tendrán mejores pronósticos, ante una
misma enfermedad, que las que no lo hagan”.
Una respuesta común, como es la ansiedad ante determinadas situaciones, no sólo se
aprecia en la expresión de la cara, sino que también genera cambios fisiológicos internos,
como taquicardias, sudoración, temblores, sequedad de boca, aumento de tensión
muscular, dolores tensionales… La enfermedad se verá reducida o incrementada en
función de cómo nos contemos las cosas y de cómo interpretemos los acontecimientos y
las circunstancias estresantes de la vida cotidiana a la vez que juega un papel muy
importante el propio estilo de vida.
Si la respuesta de ansiedad o estrés provoca una activación fisiológica frecuente, duradera
o intensa, puede que los órganos afectados no puedan recuperarse y como consecuencia
puede producirse algún trastorno fisiológico en varios o en un sólo órgano. Los sistemas
nervioso, endocrino e inmune están íntimamente relacionados debido a la multitud de vías
anatómicas y fisiológicas que interaccionan entre ellos. Por este motivo, los factores
psicológicos pueden afectar al pronóstico de muchas enfermedades, a través de su
influencia en el sistema inmunitario (psiconeuroinmunología). El cómo se enfrente y
reaccione una persona a las diferentes situaciones ansió genas o estresantes puede ser tan
importante para establecer el pronóstico de una enfermedad como muchos de los
parámetros médicos.
Un pensamiento positivo, es incompatible con una emoción negativa o con un estado
anímico desagradable, a veces, aunque las situaciones sean negativas podemos encontrar
pensamientos más sanos y más adaptativos que nos pueden ayudar a tener en cuenta otras
alternativas, a ver las soluciones con más eficacia, a sentirnos un poco mejor y con más
fortaleza interior.
No es la primera vez que oímos comentar a pacientes gravemente enfermos el siguiente
mensaje: “Ahora es cuando realmente soy feliz, antes sólo pensaba en trabajar, en ganar
dinero, en ascender, en triunfar. Sin embargo ahora, con todos mis miedos me considero
feliz, es ahora cuando disfruto de cosas que antes no valoraba ni tenía en cuenta, vivo lo
que me está tocando vivir, no niego mi enfermedad, ni intento obviarla, esta enfermedad
ha hecho que comprenda cosas de mí insospechadas, ahora me emociona la vida a mi
alrededor, mi familia, mi pareja, mis hijos, mis amigos, los que vienen a verme, los que
me saludan, los que preguntan por mí y pasan un rato conmigo, todos me aceptan como
soy, no por mi dinero, ni por lo que he conseguido en la vida, sino por mí como persona,
por mis valores, por mi sensibilidad, por mi afecto y cariño hacia ellos, por mi
agradecimiento, cosas que cuestan muy poco pero que antes me pasaban desapercibidas.
Ahora a pesar de mi enfermedad es cuando realmente soy feliz pues disfruto de cosas que
no exigen ningún esfuerzo pero que sin embargo son tan importantes para mí.
Cómo pensar en positivo
Pensar es gratis ¡Aprendamos a pensar! Un pensamiento positivo tiene que desmentir al
negativo, confrontarlo continuamente y buscar otras alternativas que lo desmientan, que
lo contrasten, pero sobre todo que nos permitan ver la realidad bajo otro punto de vista
para poder así comprobar los resultados producidos por las consecuencias generadas por
la elección de otras alternativas más racionales, más adaptativas y más gratificantes.
El pensamiento positivo es algo que se puede aprender. Cuántas veces visualizamos las
mismas escenas negativas una y otra vez, cuántas veces nos las repetimos, nos las
contamos de mil maneras y todas a cuál peor, cuántas veces anticipamos lo negativo y
nos recreamos en el dolor, en la preocupación, en el miedo, en la angustia, en la
desesperación, en la impotencia… ¿Os habéis planteado qué ocurriría si hiciéramos lo
contrario? ¿Si nos contáramos una y otra vez las mismas historias, pero bajo un punto de
vista positivo y nos recreáramos en ello? Hay dos palabras que son
mágicas: ¡PUEDO! y ¡QUIERO! Puedo hacerlo, quiero hacerlo, sólo tengo que
intentarlo.
No hay edad para el cambio, la ciencia ya lo ha demostrado. Nuestro cerebro tiene una
gran plasticidad, por lo que si pensamos y sentimos que nuestra edad de máxima
producción y capacidad no tiene límites y actuamos en consecuencia, nuestro cerebro
crecerá pues pondremos en marcha todos los mecanismos necesarios para ello y
activaremos nuevos circuitos neuronales y con ellos incrementaremos nuestras
posibilidades.
Ante cada problema, relajémonos, pensemos que somos capaces de solucionarlo,
eliminemos la inhibición y el bloqueo y actuemos en consecuencia. Repitamos una y otra
vez que vamos a realizar todo lo posible para resolverlo, que vamos a tener en cuenta
otras alternativas, que nuestro esfuerzo no va a ser en vano, que lo vamos a intentar…, y
la solución llegará. No perdamos el tiempo ni la energía en lamentaciones ni en cosas
improductivas e ineficaces que no sirven para nada, utilicemos esa energía en aportar
soluciones, en movilizarnos para resolver, utilizando todos los recursos a nuestro alcance
y la solución llegará.
Un pensamiento positivo siempre provoca emociones positivas, sumamente agradables y
un enorme beneficio tanto físico como psicológico. Un pensamiento positivo hace que
aflore lo mejor de nosotros mismos. Un pensamiento positivo potencia relajación,
autoestima y seguridad, ayuda a valorarnos y a querernos, a sentirnos orgullosos de
nosotros mismos y a reconocer nuestra valía, a incrementar la motivación para luchar,
para vivir y para disfrutar de la vida. Nuestras reacciones físicas y psíquicas, nuestros
comportamientos y sentimientos dependen de cómo nos contemos nuestras propias
historias y de cuánta credibilidad les otorguemos.
Aprender a generar pensamientos positivos es aprender a potenciar habilidades y recursos
hacia una mejor resolución de cualquier problema, es aprender a estimular y a potenciar
la esperanza, el optimismo, el enfrentamiento a las adversidades, la motivación hacia la
consecución de objetivos, las fortalezas emocionales, la calidad de vida y en definitiva
incrementar nuestra salud física y mental de tal forma que nos permita adquirir una mayor
percepción de control cognitivo, emocional, social, conductual y fisiológico lo que nos
pondrá en la mejor posición para transformar y generalizar unas reacciones mucho más
adecuadas ante cualquier situación que requiera una mayor adaptación y afrontamiento a
la vez que estimula la transformación personal y una mejor adaptación social.
Beneficios del pensamiento positivo.
Los beneficios del pensamiento positivo, en la salud física y psicológica, son
incalculables pues aportan:
 Más relajación (un organismo relajado es un organismo que física y psicológicamente
funciona mucho mejor).
 Más paz, serenidad, equilibrio, armonía en nuestras relaciones con los demás y con
nosotros mismos.
 Más sueños positivos y mayor optimismo.
 Mayor acción y mayor movilización a la hora de resolver cualquier problema por difícil
que pueda parecer.
 Mayor creatividad y dinamismo.
 Mayor claridad y eficacia.
 Mayor concentración.
 Más respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
 Más ilusiones, más ganas de disfrutar, más ganas de vivir, más ganas de compartir los
mejores momentos de nuestra vida…
Las emociones negativas y positivas.
Todos sabemos lo que no queremos, lo que no nos gusta, pero cuando nos preguntan por
nuestras cualidades y virtudes dudamos, si nos preguntan por nuestros defectos o por
aspectos negativos de nuestra vida rápidamente contestamos, a lo mejor no en presencia
de otras personas, pero a nosotros mismos nos lo contamos continuamente. Es evidente
que prestamos mucha más atención y mucho más tiempo y energía a los aspectos
negativos de la vida, que a los aspectos positivos. ¡Cambiemos esa actitud y demos la
vuelta! Como cualquier aprendizaje es cuestión de esfuerzo, práctica y tiempo dedicado
a conseguirlo.
Si uno tiene una actitud negativa ante la vida, cuando aparezcan problemas y dificultades
reales la persona no estará en condiciones de asumirlos, digamos que el pesimismo
actuará como factor de vulnerabilidad.
Las emociones negativas conducen a depresiones, a ansiedad, a inseguridad y a malestar
general. Numerosas investigaciones muestran cómo las emociones positivas facilitan la
puesta en marcha de patrones de pensamiento mucho más receptivos, flexibles, creativos
y resolutivos, además de favorecer la emisión de respuestas novedosas y altamente
gratificantes.
El optimismo también puede actuar como potenciador del bienestar y de la salud en
aquellas personas que, sin presentar trastornos, quieren mejorar su calidad de vida. El
humor “sirve como una válvula interna de seguridad que nos permite liberar tensiones,
disipar preocupaciones, relajarnos y olvidarnos de todo lo que nos pueda hacer
desdichados”.
La llave de las emociones positivas la tenemos nosotros, es fundamental buscar
situaciones que nos hagan sentir bienestar como, por ejemplo: bailar, pasear, reír,
conversar con amigos, amar, y sobre todo usar la llave más importante a pesar de las
situaciones “PIENSA BIEN, O LO MEJOR QUE PUEDAS, QUE TODO SE
APRENDE”, deshazte de pensamientos negativos que sólo conducen a respuestas y
emociones dañinas y perjudiciales, todas esas emociones se enquistan y provocan mucho
daño emocional.
Cuando utilizamos palabras negativas de forma continua “esto es terrible” “esto es
espantoso” “no puedo más” “no valgo” “seguro que me vuelve a pasar” “por qué a mí”…
de tanto repetirlas terminamos creyéndolas y convirtiéndolas en verdades absolutas,
sintiendo impotencia y un gran malestar emocional que genera emociones sumamente
dañinas y desagradables debido a todas estas expresiones negativas que tantas veces nos
contamos a nosotros mismos, permitiendo con esta narrativa que nuestro cerebro funcione
y responda, en base a todo ello, como si realmente fuera cierto.
Aprendizaje por repetición
El cerebro funciona por repetición. Repite las cosas una y otra vez. Cuando algo tiene
especial importancia para él, nuestro cerebro responde y produce una respuesta
emocional, de alerta y de activación. Sea buena o mala, el cerebro repite esa misma
respuesta una y otra vez ante el mismo estímulo. Por ejemplo, ¿qué pasa por nuestra
cabeza cuando escuchamos aquella canción especial o aquel recuerdo tan importante y
maravilloso para nosotros? La canción o el recuerdo hacen que nos vengan a la cabeza,
no sólo el recuerdo de lo que ocurrió, sino también todas las sensaciones que nuestro
cerebro tiene relacionadas con aquella situación tan especial.
También lo negativo lo aprendemos por repetición. Si nuestro cerebro aprende a
funcionar mediante pensamientos negativos, eso es lo que volverá a hacer una y otra vez.
La ansiedad, por ejemplo, funciona de la misma manera, se queda "enganchada" y se
activa cada vez que algo se lo recuerda al cerebro. Cuando vamos siempre por el mismo
camino, llegamos siempre al mismo sitio. ¡Enseñemos al cerebro a pensar de forma
diferente y a tomar caminos diferentes, simplemente para ver qué ocurre!
Detectar los errores.
Es importante darnos cuenta que entre los muchos pensamientos y actitudes que
tenemos hay muchas cosas equivocadas y no somos conscientes de ello. Aprender a
observar y a detectar pensamientos, actitudes y creencias que nos perjudican y tener
estrategias, recursos y habilidades para combatirlos y afrontar las situaciones de nuestra
vida es algo que se aprende y es fundamental. Podemos aprender a vivir y a disfrutar.
Si nos convencemos de que somos capaces de hacer algo concreto, por difícil que sea,
terminaremos consiguiéndolo. Pero si por el contrario nos repetimos continuamente que
somos incapaces, que no podemos, que no valemos, terminaremos convirtiendo un grano
de arena en una montaña imposible de escalar pues nuestro punto de partida será de total
bloqueo e inhibición.
Vivir en el pasado y en los recuerdos tristes sólo trae tristeza, desgana, impotencia,
bloqueo, amargura, depresión y en general todo tipo de emociones negativas y dañinas.
¡Lo que pasó, pasó! No podemos cambiar el pasado, pero sí el presente. Miremos hacia
delante y construyamos nuestro futuro trabajando nuestro presente, el día a día, el minuto
a minuto, el segundo a segundo.
Tampoco se trata de que los demás cambien para que nosotros podamos sentirnos mejor.
Se trata de aprender a cambiar nosotros para ser los responsables de nuestras propias
consecuencias. ¡Si no podemos cambiar la situación cambiemos nosotros ¡y para
conseguir este cambio el pensamiento juega un papel fundamental.
Lo importante es aprender a detectar los errores para aprender de ellos. Hay que vivir el
día a día, el minuto a minuto, el segundo a segundo, hay que aprender del pasado para no
cometer los mismos errores. Los errores no hay que verlos como fracasos sino como
mecanismos para aprender y poder, a través de ellos, salir fortalecidos. Cuantos más
errores más intentos y cuantos más intentos mejor aprendizaje.
Lo importante no es lo que nos ocurre, sino cómo nos lo contamos, cómo lo percibimos,
cómo lo afrontamos, cómo lo resolvemos. Las palabras que verbalizamos o que
pensamos tienen gran poder para modificar nuestro estado de ánimo o nuestro
comportamiento. Por ejemplo, las expresiones de queja nos convierten en víctimas; las
críticas en jueces prepotentes; las auto descalificaciones nos bloquean (pobre de mí, todo
lo hago mal, soy un inútil…) y nos derrotan de antemano, si nos contamos que estamos
enfermos nos sentiremos enfermos y actuaremos como tal. Si aprendemos a ser
conscientes de ello las utilizaremos con mucho cuidado, pues cada vez que las usemos
estaremos creando algo, tanto bueno como malo.
Cuando pensamos de forma intensa en algo, esa idea cobra fuerza y es mucho más fácil
que suceda. Si pensamos que vamos a equivocarnos, que lo vamos a hacer mal, que no
somos capaces… incrementaremos nuestras probabilidades de fallar. Esto se debe a que
los pensamientos negativos producen emociones negativas, si yo pienso: lo haré mal, mi
emoción será la inseguridad y por tanto tendré muchas probabilidades de que mi
comportamiento al respecto sea más ineficaz y me inhiba o me bloquee. En lugar de
pensar en un resultado negativo, es mucho mejor centrarnos en qué hacer o en cómo
resolver la situación de la mejor forma posible y esto nos va a predisponer a enfrentarnos
mucho mejor a cualquier situación.
Rumiar sin parar aquello que nos preocupa no sólo no sirve para nada, sino que es muy
dañino además de causar gran fatiga emocional. Siempre es mejor actuar y analizar
consecuencias que inhibirnos o contarnos películas cuya narrativa sea nefasta, dañina y
cargada de errores cognitivos.
Cuando los pensamientos están cargados de ira, de resentimiento, de desánimo, de
preocupación o de cualquier otra emoción negativa hace que automáticamente tomemos
decisiones inadecuadas y muy diferentes de cómo lo haríamos en otras condiciones
emocionales más optimistas y positivas.
No hagamos anticipaciones negativas pues casi siempre van a estar basadas en creencias
erróneas que terminamos creyéndolas y convirtiéndolas en verdades absolutas a partir de
las cuales montamos todo nuestro comportamiento. Generalmente cuando no son
positivas suelen estar guiadas por nuestros miedos e inseguridades. Por ej. “si alguien no
me llama por teléfono. (cuando yo espero que lo haga) o pasa a mi lado y no me saluda…
mi mente rápidamente organiza toda una realidad en torno a ello y deduzco que está
enfadado conmigo, que no me quiere saludar, que algo tiene en mi contra, que si no me
llama por algo será…” Creamos realidades en base a elementos sueltos o a elucubraciones
y películas que nos montamos, pero sin una base sólida y real que las justifique. Siempre
es mejor preguntar y esperar que sacar conclusiones precipitadas y erróneas.
Evitar preocuparse por lo que no ha sucedido.
Con las enfermedades actuemos de la misma forma. No anticipemos preocupaciones o
desastres que no sabemos si realmente van a ocurrir o no, pues estaremos sufriendo
inútilmente por algo que la mayor parte de las veces nunca ocurre. Los problemas o las
enfermedades hay que enfrentarlos y resolverlos cuando realmente se presenten y hacerlo
de la mejor forma posible y con las mejores expectativas por nuestra parte, pero no cuando
no se han presentado todavía y que posiblemente nunca se presenten.
Gastamos demasiado esfuerzo y demasiado tiempo en preocuparnos por cosas que nunca
suceden, el aprender a controlar nuestros pensamientos nos puede ahorrar mucho
sufrimiento y mucha ansiedad. Cualquier pensamiento que llega a nuestra mente lo damos
como cierto y montamos toda una serie de emociones en base a ello. ¡Gran error!, pues
muchas veces somos incapaces de filtrar lo que es real de lo que es una creencia errónea.
Una misma situación puede interpretarse de muy diversos modos y todo va a depender de
nuestros pensamientos, por ello aprendamos a controlar los pensamientos y a potenciar
los que ayudan a resolver y no perdamos tiempo ni energía en mantener los que generan
daños innecesarios.
Si estamos tristes por recuerdos dolorosos o por unas circunstancias concretas, solemos
pensar en todo con un tinte de tristeza, desánimo y melancolía, esto condiciona
enormemente nuestras posibilidades de sentirnos bien, alegres, optimistas... Podemos
llegar a pensar que nadie nos quiere, que nos olvidan, que nada saldrá bien, que no
valemos, que pocas cosas merecen la pena... Somos libres para pensar, para tomar
decisiones, por ello aprendamos a pensar, pero sin hacernos daño.
Las psicoterapias
Las psicoterapias buscan que la persona tenga toda la información posible sobre el papel
que pueden jugar los pensamientos, las emociones y los comportamientos tanto en su
bienestar como en su salud, cómo controlar aquello que pueda resultar ineficaz y
negativo, qué errores cognitivos o comportamentales están impidiendo el desarrollo de
aprendizajes adaptativos, qué hacer y cómo hacerlo para potenciar actitudes más
positivas que le ayuden tanto a recuperarse como a atenuar las consecuencias
desagradables y dañinas.
En definitiva, qué se puede hacer en cada caso particular para resolver situaciones que
impiden llevar una vida con la máxima calidad posible.
Conclusión:
¡Si pensamos que podemos, podremos! ¡Si pensamos que estamos vencidos los
estaremos! ¡Si pensamos que no nos atrevemos no lo haremos! ¡Si pensamos que estamos
enfermos nos comportaremos y nos sentiremos como tal! Todo está en nuestra mente.
Salimos adelante cuando creemos que podemos hacerlo. La actitud es mucho más
importante que el pasado, el pasado no podemos modificarlo, tampoco podemos cambiar
lo inevitable, lo que sí podemos cambiar es el presente para a través de él mejorar nuestro
futuro, pero sobre todo nuestra actitud ante los problemas y ante la vida en general. No
nos convirtamos en víctimas de nuestros propios pensamientos, aprendamos a
modificarlos para utilizarlos en nuestro propio beneficio y poder afrontar de la mejor
manera posible las adversidades.
Estamos siempre buscando el porqué de nuestro malestar y nos olvidamos de lo más
importante y de lo que realmente provoca este malestar, y no es otra cosa que nuestra
propia actitud, nuestros propios pensamientos negativos destinados a incrementar el daño
tanto el real como el creado por nuestra propia imaginación. Seguro que si lo pensamos
detenidamente nos sentimos identificad os con ello. Propongámonos la tarea de comenzar
a deshacernos de esa forma tan negativa de enfrentarnos al mundo. ¡Al principio, como
todo aprendizaje, nos costará, pero después habrá merecido la pena!
Una persona cuyos pensamientos ante la vida son negativos es una persona que está en
continuo estado de ansiedad y no hay nada que provoque mayor daño físico y mental que
dejar que la ansiedad se adueñe de nuestras vidas, nos acompañe y tome fuerza, pues la
tensión que generemos con ella se encargará del resto.
Recordar siempre que no hay edad para aprender a potenciar pensamientos positivos y
gratificantes, siempre podemos aprender sin importar la edad que tengamos. Cuanto más
tiempo dediquemos a su aprendizaje mayor beneficio aportaremos a nuestra salud. Los
pensamientos positivos siempre van a venir acompañados de emociones positivas y por
ello gratificantes. Los pensamientos positivos son totalmente incompatibles con
emociones negativas, dañinas y perjudiciales. Por tanto, todo el tiempo y energía que
invirtamos en ello habrá merecido la pena pues nuestro bienestar físico y mental
dependerán de ello.
Recordar también que aprendemos por repetición, repitamos todo aquello que nos resulte
eficaz y nos aporte seguridad, bienestar físico y mental y eliminemos lo que nos aporte
malestar y sufrimiento. El sufrimiento es inútil y altamente dañino para la salud por ello
no invirtamos tiempo en aprender a desarrollarlo. Hagamos justamente lo contrario y
habremos ganado la batalla al pensamiento negativo y al malestar físico y mental que
conlleva este tipo de pensamiento. El aprender a desarrollar el pensamiento positivo
contribuirá a mejorar nuestra salud física y mental y con ello nuestra calidad de vida se
verá altamente beneficiada.
Por último, recordar que:
 ¡Si no podemos cambiar la situación cambiemos nosotros ¡y para conseguir este cambio
el pensamiento juega un papel fundamental!
 ¡Pensar es gratis, no cuesta dinero, pero aporta tanto beneficio, que ni todo el oro del
mundo podría servir para comprarlo!
Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para
hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo
para que trate tu caso en particular.

Das könnte Ihnen auch gefallen