Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Tras dar la orden, en un extremo de la sala uno de los espejos se abrió mostrándonos una especie de
vestidor lleno de ropa interior de distintos colores y tejidos, así como “disfraces”, juguetes eróticos,
lubricantes, etc. capaces de despertar cualquier libido.
Álvaro escogió un conjunto de cuero “ángel del infierno” de pantalón, cazadora, camiseta de
tirantes, tanga y pañuelo anudado en la cabeza, al estilo pirata, al que sólo le faltaba la Harley-
Davidson, y yo un corpiño de látex, tanga y liguero con medias de seda, unas botas altísimas de
punta y tacón muy finos y una gorra, todo de color negro, al más puro estilo dominación-sumisión.
Como juguetes un par de vibradores, una fusta, esposas, cadenas, collar de clavos, esencia de
almizcle y mucho lubricante.
…
-Um… ¡Qué macarra! ¡Me gusta!- dije ronroneando.
- Ven gatita- dijo reclinado en la cama mientras daba unos golpecitos en el colchón- ¡Banda sonora
de 9 semanas y media!
Con la única iluminación de la Luna que se colaba por el techo de cristal y unas lucecitas situadas
en el suelo a modo de estrellas, empecé a contonearme al compás de la música y despacito empecé a
masajearme, por encima de la ropa, los pechos, el vientre… Me metí un dedo en la boca y con
mirada picarona lo fui chupando como si de un caramelo se tratara, mientras con el otro fui
buscando por el triángulo del tanga un hueco por donde meterlo y tocarme el sexo. Me giré y con
ambas manos me acaricié las nalgas al tiempo que las movía con movimientos lentos pero muy
amplios…
Por encima de mi cabeza noté la presencia de un espectador en la grada que gemía muy tenuemente
y me cogí ambos pechos empujándolos hacia arriba y al centro para que los mirara. Sus gemidos se
intensificaron.
- Cariño, tenemos mirones- informé a mi partener
Claro que teníamos compañía pero no sólo el que me miraba con deseo los senos, sino también dos
mujeres y otros tres hombres.
- Tócate para mí, gatita- me pidió mientras se acariciaba el pene erecto apresado entre tanta ropa.
- ¿Gatita? No, ¡Pantera!- y golpeé el suelo con la fusta.- ¡Fuera espejos! ¡Falso amor! de La Unión-
y empezó a sonar con fuerza.
Un murmullo de agrado sonó en la grada y un grupo de personas apareció asomadas tras las paredes
de cristal.
Con cada acorde de la canción, agitaba la fusta y me acercaba con golpes fuertes de cadera.
Lancé la fusta y lo esposé a la cama en unas argollas que encontré en el borde, me quité la gorra y la
lancé a la grada, dejando libre mi cabellera larga que ondulante, me acompañó en mi contoneo.
- ¡Flashes! –gritó
La luz blanca intermitente entrecortaba las imágenes y las personas que nos rodeaban parecían
figuras de porcelana con muecas irreales de placer que realizaban las más variadas posturas
sexuales: la mujer del tanga estaba siendo penetrada y sus pechos ondulaban como péndulos en cada
embestida; un hombre estaba haciéndole una felación a otro y sus manos acariciaban su torso
parcialmente desnudo; otro se masturbaba apoyando una de las manos en el cristal…
La música fuerte amortiguó el grito de placer que emití al alcanzar el orgasmo y tuve que sentarme
porque las convulsiones me azotaron desde la cabeza a los pies impidiéndome conservar el
equilibrio sobre semejantes tacones.
- ¡Fuera flashes! ¡Álbum Look of love de Diana Krall! - Ordenó Álvaro mientras me recuperaba.
Le besé y recliné mi cabeza sobre su pecho intentando escuchar su latido tranquilizador. Le quité las
esposas y ya con las manos libres, me abrazó, desabrochó el corpiño y me despojó de él mientras
me tumbaba en la cama boca arriba. Se levantó y quitó la ropa lentamente pero con decisión
dejando libre su torso bien modelado en el gimnasio y su pene bien erecto…Me hizo reír mientras
hacía el striptease.
Se untó las manos con aceite antes de acariciarme y al sentir que temblaba, ordenó que se
encendiera el foco central que nos iluminó con una luz cálida como si de un sol del medio día
estival se tratara. La mano resbalaba sobre mi piel penetrando la calidez de la luz en cada caricia. El
vello, sintiéndose acogedor, se desperezó estremeciendo mi interior, llenándolo de una energía
sexual tan intensa que excitó cada poro de mi piel. La ternura de sus besos en mis labios y cuello me
acunaron mientras me arrastraban a un mundo de semiinconsciencia….
Lamió los pezones con su lengua húmeda y muy lentamente fue recorriendo el vientre camino del
ombligo. Mientras, con los dedos, fue retirando el vello que cubría mi sexo y cuando lo liberó, con
la punta de la lengua rozó el clítoris que ya no podía estar más excitado…Gemí y mi espalda se
arqueó de placer. Antes de llegar al punto álgido de mi orgasmo, me penetró y una explosión de
vida y felicidad irradió desde nuestros cuerpos hacia el universo, pujando por brillar más que las
propias estrellas. Con cada cambio de postura y embestida, el murmullo fue creciendo aunque no
me percaté de ello hasta que ya no se podía escuchar la música.
-….
Sin abandonar mi orgasmo, Álvaro alcanzó el suyo y nuestros gritos de placer retumbaron
amplificados en estéreo por los numerosos clímax que nos rodearon.
Abrazados uno al lado del otro, contemplamos las numerosas caras de satisfacción que nos
rodeaban.
Por supuesto que nos hicimos socios.
Una duda me ronda ¿fueron ellos los mirones o nosotros? ¿Tú qué crees?
Orgasmo de Urgencia
En el ascensor repleto de gente, las nalgas voluptuosas de la bella y sensual amante del tenebroso
jefe de la banda, quedaron pegadas al bulto erecto de un joven tímido, amigo de Tiziano.
Ante tan pavorosa situación, éste no tuvo otra alternativa que comenzar a remover a la mujer con el
bulto tieso, mientras acariciaba con la mano su muslo izquierdo.
El tétrico marido, serio y cejijunto, tenía apercollada a su amante mientras miraba con impaciencia
el paso ascendente de los números sobre la puerta del elevador, anhelando que el color rojo se
detuviera en el piso 40.
Entretanto, el joven iba acercando su mano peligrosamente a la mata pegajosa que se escondía tras
los calzones húmedos.
La mujer, feliz y nerviosa por temor a la violenta reacción del marido si se llegara a enterar de lo
que estaba aconteciendo, se dejó excitar hasta el orgasmo, sin decir una palabra, sin musitar una
sílaba, sin suspirar ni jadear, dejando tan sólo que sus hermosos párpados se entrecerraran en el
empuje final del pene ajeno en el momento preciso en que se abría la puerta del hacinado vehículo.
Desde el acantilado
La noche era estrellada ,el viento jugaba con mis cabellos, en mi rostro sentía la suave y dulce brisa
marina como la caricia de un amante entregado.
El descapotable desafiaba las curvas de la carretera, deslizándose como la lava de un volcán hacia el
mar. El fular que rodeaba mi cuello batía al viento. Mi feliz y alocada risa se confundía con los
ruidos del viento y de las olas del mar ... .me sabía atractiva, bella, admirada deseada .
La presencia de Alberto , me excitaba , sus grandes ojos verdes ,su pelo con algunas canas ... un
poco largo por el cogote... acentuaban aún más su aspecto de galán atractivo... Sus cabellos
ondulados me incitaban a acariciarlos, me encantaba meter mis dedos entre ellos... mesar sus ondas
y juguetear. Sus piernas eran fuertes y largas al mismo tiempo que musculosas. Sus manos huesudas
sus dedos largos y finos, de uñas bien cuidadas, parecían hechas para la caricia ... , eran cálidas,
suaves, de piel tersa...se diría que eran hábiles para las artes amatorias .
Al otro lado de la carretera había un bosque lleno de árboles milenarios donde las familias iban a
pasar los días estivales . . El paisaje muy incitante con la luna reflejándose en el mar ,parecía invitar
al amor y la fantasía.
Para contemplarlo mejor, nos detuvimos al un lado de la carretera, desde allí, podíamos ver el
acantilado. Las luces de un caserío y de algunas pequeñas aldeas, se divisaban al fondo..., se diría
que eran como las pequeñas lucecitas de unas casitas de muñecas. .
Bajamos del coche , para poder contemplar mejor aquel paisaje.
El panorama que se contemplaba era alucinante .Alberto se me acercó muy atrevidamente ... tomo
mi rostro con una de sus manos , entonces clavando sus ojos en los míos , paso su dedo índice por
los perfiles de mis labios y...dibujándolos. mimosamente ...los beso con mucha dulzura ,
provocándome un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo poniendo en alerta toda mi voluptuosidad.
Mi corazón trotaba más que latía. Todo empezó a despertarse en mi sensualidad
Me sentía deseada ... me encantaba el juego, el coqueteo, volverle loco de deseo y... saque mi
lengua húmeda, de una manera muy insinuante, ¡me gustaba sacarle de quicio!..., hacía como que
quería morder su dedo, este gesto coqueto le provocaba ...era lo que en realidad yo quería...,
volverle loco de lujuria y pasión.
Me llevo hacia el asiento trasero del coche ... lo abatió...nos instalamos y comenzó a acariciarme
...primero abrió mi blusa y...comenzó a chupar mis pechos, lamiéndolos , sus dedos pellizcaban mis
pezones, los acariciaba ...jugaba metiendo sus dedos por debajo del sujetador... creí morir de
excitación , quitó mi blusa y se inclinó a besarlos y mordisquearlos ..., estaban duros... , excitados...
Abrí su camisa y ...pasé a tomar parte en el ritual del sexo , fuerte y lascivo, mi lengua húmeda
mojaba todo su torso . jugaba con sus vellos ,tiraba de ellos provocándole a veces un ligero dolor
mezclado con placer .
Me gustaba...le sentía entregado a mis caricias y notaba que su miembro cada vez estaba más duro y
su calor se advertía a través de su pantalón . Su camisa abierta ... delataba su respiración agitada .El
juego en el que estábamos inmersos era cada vez mas caliente el deseo al gozo se hizo dueño de la
situación , sudábamos . Nuestros cuerpos estaban salados, calientes . los cabellos despeinados ,
mojados. Se diría que estábamos embriagados con los efluvios que emanaban nuestros cuerpos,
llenos de pasión , las caricias llenas de lujuria nos sacaban de la realidad . La pasión latente anulaba
nuestras voluntades.
Al sentir el calor de sus manos suaves como me acariciaba entre mis piernas ...mi vagina se abría ,
se llenaba de humedad... esperando el calor de su miembro eréctil , necesitaba sentirle cerca y
excitado para apagar la fogosidad que invadía todo mi ser .Buscaba su pene , lo tocaba , lo lamía de
una forma glotona como si se tratara de una deliciosa golosina.
Yo llevaba una minúscula minifalda , tableada , que al estar sentada dejaba ver muy
espléndidamente, mis piernas bronceadas . Alberto, aprovechó lo minúsculo de la falda que le daba
facilidad para poder deslizar sus manos , llegó al comienzo de mi tesoro y con uno de sus dedos
...retiró parte de la braguita, metiendo su dedo dentro ...apreció que estaba muy mojada ... me miró y
como con un susurro me dijo ...estas muy mojada ... ¡me gusta! y deslizó su dedo pulgar hacia el
clítoris acariciándolo muy suavemente ... produciéndome un placer que me hizo abrazarme a él para
poder controlar los movimientos casi convulsivos, Alberto al verme gozar de esas formas, no pudo
controlar su impulso y me sentó encima de sus rodillas y metió su miembro eréctil dentro de mi
pequeña cueva . Su orgasmo fue muy fuerte y profundo .buscaba mi boca para beber en los labios
que habían sido los inductores a esta pasión ...que aún dejaban rastro del gozo disfrutado.
Su respiración era de nuevo... diferente , de pronto metió su mano por debajo de mi blusa y... me
.arrancó el sostén... . jugaba con mis pechos..., pellizcando muy suavemente mis pezones ...acercó
su boca y los lamió, le gustaba morderlos delicadamente , mi olor a mujer excitada , era como una
embriaguez que le anulaba otro pensamiento que no fura el gozar de nuevo, todo ese juego me
colocaba fuera de control.
Aunque no hacía ni media hora que habíamos gozado salvajemente, deje mi mano colocada encima
de su bragueta .Alberto reaccionó de nuevo y volví a sentir el calor de su miembro y su dureza .
La excitación nos empujaba a la lujuria de nuevo .Sus labios buscaban los míos como poseído por
un solo pensamiento ,la lívido estaba al máximo .
Cuando el noto mi mano sobre su bragueta se removió en su asiento y alargando su mano la deslizó
por debajo de mi minúscula falda. .
Volví a acariciarle por encima de su pantalón . abrió la cremallera del mismo y cogiendo mi
mano ... , la puso encima de su pene, con pasión me incline y la metí en mi boca , la chupaba, la
lamía estaba muy caliente . Abrió la puerta del coche ,salió de el .Bajó sus pantalones... ,me quito
las bragas ...sentándome encima de él metió su verga en mi pequeña cueva que...de nuevo... estaba
caliente y mojada, empezamos a movernos a bombear para que el placer fuera pleno , lo sentía tan
dentro que... casi me hacía daño ...pero era un placer inmenso ...yo notaba como su semen salía y lo
derramaba dentro de mi vagina , sintiendo el orgasmo al mismo tiempo . mis rodillas apoyadas en
su asiento me ayudaban para poder mover mejor mis caderas ,y de ese modo poder dar más
movimiento a su pene que yo apretaba con los músculos de mi vagina . Alberto estaba enloquecido ,
era como si su pasión le produjera frenesí, movía su cintura ,sus movimientos eran acompasados,
suaves , al unísono , hasta que sentimos que nuestros líquidos se mezclaban
Fundidos los dos en un mismo placer alcanzamos un orgasmo pleno , donde nuestras cuerpos...
habían disfrutado al máximo de la voluptuosidad de dos seres apasionados dejados llevar por el
rumor del viento mezclado con la espuma del mar.
Nuestras miradas se encontraron y se hablaron sin palabras durante algunos segundos ...nos unimos
en un apasionado beso .
Corregimos algo nuestros aspectos y... nos vestimos , pusimos de nuevo los asientos en su forma
correcta y nos deslizamos carretera abajo para incorporarnos a la civilización . Pero los dos éramos
conscientes de que algo nuestro había quedado impregnado en ese lugar ,donde la noche la luna y el
mar fueron cómplices de la pasión y voluptuosidad de una noche sobre el acantilado .
Delante de mi, como si fuera una gran pirámide , con la misma majestuosidad, se encontraba una
gran mole flotante , sus dieciséis pisos, sus chimeneas por las que no cesaban de emanar humos,
delataban la actividad que dentro se vivía.
Como adorno, se colgaban numerosos salvavidas, tapizados en color naranja en cada planta.
Por la escalinata, no dejaban de subir y bajar gentes, acompañantes , amigos , unos con cara de
alegría porque se iban y ......otros con caras de envidia ......por quedarse en tierra.
El panorama era muy variopinto, maletas de colores , señoras con sombreros, otras con pañuelos ,
vestidos largos , pantalones piratas , etc.... en fin ,una pluralidad de modelitos..... para todos los
gustos .
También los hombres ponían su nota de colorido. De todas las edades .... se disponían a disfrutar de
esa travesía que se prometían a si mismo que lo pasarían muy bien y que seguro que en este viaje.....
, podrían encontrar a su medía naranja, ya que se trataba de un viaje para corazones solitarios . El
denominador común..... era la ilusión de dejar atrás a esa fiel y desagradable compañera llamada
soledad, que hasta esos momentos ....era inseparable .
Yo acababa de llegar , un familiar me acercó hasta el embarcadero, no era la primera vez que hacía
una crucero, me gustaba mucho viajar de este modo , lo encontraba muy cómodo y divertido ,
habida cuenta que en los días que duraba la travesía , además de poder visitar muchos lugares de las
costas donde íbamos atracando, también cabía la posibilidad de conocer gente maravillosa .
Llevaba, puesto para mi llegada al barco , un vestido largo con unos finos tirantes , abierto a los
lados , estampado en colores , naranja y blanco que con mi piel muy bronceada, hacía un bonito
contraste, unas sandalias color naranja de altísimo tacón, haciendo juego , estilizaban aun más mi
silueta esbelta .Mi pelo largo rojizo , lo ataba con un pañuelo blando de gasa , como en una cola de
caballo, unas enormes gafas ribeteadas en color .blanco .....me daban un aspecto un poco
misterioso , y al mismo tiempo muy atractiva ..Llegue al salón donde nos reparten las llaves de los
camarotes, al fondo..... , esperando como todos... que le llegara su turno, estaba él...... , paciente ,
con un gesto un poco burlón, apoyado en la barandilla de la escalera que bajaba hacia los camarotes
de primera clase . Sin saber el porque y el porque no , nos miramos con mirada de complicidad, se
nos notaba que estábamos ya un poco impacientes de la espera ,por el momento éramos dos grandes
desconocidos , si siquiera presentíamos lo que en unos momentos iban a cambiar nuestras vidas. De
pronto dijeron un número y vi como él cogía su equipaje y....bajaba las escaleras, yo seguía
esperando, esperé como tres minutos más y......dijeron mi número hice la misma operación y
descendí por la misma escalera que el viajero desconocido .
Me adentré en el pasillo distribuidor , era largo con olor a brea , las alfombras amortiguaban los
pasos , unas lámparas de luces tenues iban alumbrando los pasillos. Estaba todo previsto para el
confort y el descanso de los viajeros . Mirando los números llegue a mi camarote . mientras que
abría la puerta, y me disponía a meter mis maletas ,con un poco de dificultad ......de pronto detrás de
mí oí una voz pastosa y varonil .....que me preguntó , ¿puedo ayudarte? .....volví la cabeza y allí
estaba él ,ahora al tenerlo más cerca , pude apreciar mejor sus rasgos . Era como de unos 50 años ,
entradas plateadas, cejas espesas ojos negros y de mirada muy profunda , de esas miradas que te
sientes cohibida porque parece que penetran en lo más profundo de tu interior .pero algo tenía que
me sentía atraída por él, algo se movió dentro de mi., su estatura casi de un metro ochenta ó algo
más, su cuerpo atlético y bronceado me inquietaba .....me excitaba, era .......un hombre
.....tremendamente atractivo.
En unos de los movimientos que hicimos para meter las maletas dentro, sin intención -nos rozamos
las manos....... , como si nos hubieran tocado un resorte , nos miramos directamente a los ojos , en
este momento sentí un estremecimiento desde los pies al último cabello de mi cabeza.
Le di las gracias y nos despedimos .
Llegó la hora de la cena , me vestí con un maravilloso vestido color mora-do muy escotado, calzaba
una maravillosas sandalias plateadas con un tacón de vértigo ,muchos collares plateados de cadenas
y mi melena suelta , se sentía segura de mi misma , francamente atractiva .un esplendido escote
mostraba el comienzo de mis pechos muy bronceados.
La casualidad , quiso que nos hubieran asignado la misma mesa en el comedor , estábamos sentados
el uno frente al otro , así podíamos hablar- directamente , notaba que no me quitaba ojos, es más me
devoraba con la mirada , yo me sentía nerviosa , agitada , notaba que su mirada inquietante alteraba
mi ritmo cardiaco ..... De pronto noté por debajo de la mesa como su pié tocaba mi pierna ......una
sensación como de descarga, recorrió mi cuerpo, creo que mis mejillas se ruborizaron no se si en
realidad de excitación o de pudor .......Cuando la cena hubo concluido , nos levantamos y pasamos
al salón donde una música muy sensual y cálida sonaba con ánimo de atraer a los pasajeros . Sin
pensarlo me arranque a bailar sola, moviendo mis caderas llenas de voluptuosidad y cimbreando
mis pechos , emitiendo mensajes al macho , le estaba envolviendo como la araña a la presa, quería
tenerlo , gozarlo , Ramiro ,que así se llamaba . agarro una de mis manos y me hizo girar a los
compases de la música caliente del Caribe . Los dos estábamos dejándonos llevar por el calor de la
pasión que esos ritmos transmiten .Poco a poco, nos fuimos alejando de la pista , saliéndonos a
cubierta .
Hacia una noche de luna llena ¡ esplendida¡ , su reflejo se proyectaba sobre la cubierta del barco ,
estábamos solos , la música se seguía oyendo aunque el ritmo .....había cambiado... . . ahora era una
música tranquila , para que las parejas, pudieran bailar muy juntos y sentir sus cuerpos . Nos
dirigimos hacia un rincón donde me apoyé en la barandilla, desafiándole con mi mirada y
presentándole provocativamente mis pechos sentía que mis pezones estaban excitados . Ramiro se
acerco a mi, tomo con su mano mi barbilla y beso mis labios ...mirándome a los ojos me dijo...me
gustan tus labios ...los suyos eran cálidos, gruesos ,sensuales, me volvían loca, me notaba excitada ,
me atrajo hacia él abrió un poco más el escote de mi vestido y besó mi cuello.....,mis ojos volvió a
besar mis labios ....me gustaba morder su lengua estaba excitada ..muy excitada ......deslice mi mano
hacia su bragueta y......vi , que.....él.... también estaba muy excitado. Su miembro estaba duro, abrió
su pantalón y saco su pene , me tomó una pierna y la puso apoyada en una de sus caderas ,me
arrancó el tanga y metió su miembro en mi reducto oscuro y profundo , al sentir su calor empecé a
mover mi cintura al mismo tiempo que él movía su cuerpo ... mientras.... nuestras bocas se unían ,
las salivas se mezclaban .nuestros cuerpos se retorcían de placer ........de pronto...noté como mi coño
se llenaba de un liquido pegajoso muy caliente.......gemía ,respiraba, me retorcía fue un orgasmo
fuerte y enloquecedor. Un susurro salió de mi garganta que no acertaba gesticular palabra ,en
realidad ni yo misma , sabía lo que decía, pero que era fiel reflejo del momento lleno de pasión y
voluptuosidad que habíamos vivido, nos abrazamos ,quedamos juntos unos minutos sintiendo los
latidos de nuestros corazones .
Nos vestimos ..... como si no hubiera pasado nada aparentemente , nos dirigimos de nuevo al salón
para seguir bailando . pero Ramiro ya estaba envuelto en mi maraña ya era mío y ......no pensaba
renunciar a él .......al menos ......durante el viaje .
Habíamos encontrado la pieza que ambos vinimos buscando al crucero de los corazones
.....solitarios .
Una mujer corpulenta, yo en este caso, ¿debe renunciar a ciertos gustos? ¡Claro que no! Pero como
en todo rosal hay espinas debí superar, para satisfacer mi capricho, un problema de equilibrio.
Equilibrio inestable, lo llaman los que saben. Una amiga, de nombre Alondra, es de las que saben;
pesa unos kilos más que yo y también tiene sus ocurrencias. Para entrar en tema, literalmente: me
gusta que me la metan en el culo. No siempre, no todas las semanas siquiera, una vez al mes tan
solo, eso sí: como soy dada a la poesía me gusta que la ocasión coincida con el plenilunio. Pero
hubo una primera vez, y para ella debí resolver esa cuestión del equilibrio… inestable. Las mujeres
rotundas, plenas, somos muy sensuales. Rubens lo supo casi mejor que nadie. Pero metérsela en el
culo a una mujer de mi calado tiene sus bemoles, no es fácil, por más empeño que se ponga, además
de lo imprescindible.
Cuando esa primera vez Arnaldito, mi amante, me vio intentando subir al sillón, de espaldas a él,
por poco le da un ataque. Prefiero imaginar que Arnaldito lo hace por deseo, pasión, hasta por
cariño y no hablar del desagradable hecho que debo pagar sus atenciones. - ¡Mi Dios es como la
toma de La Bastilla ¡ -dijo el muy turro, sin poder ocultar, además del temor sus simpatías
republicanas. Relatos: Matildita desafia la ley de gravedadPara esto yo, encaramada al sillón con las
piernas en los antebrazos del mismo, trataba de no volcar al mismo tiempo que ofrecía, la enorme
luna llena de mi culo al en principio poco dispuesto Arnaldito. Debo reconocer lo embarazoso del
trance, aunque embarazoso no es la palabra mas adecuada. Por un lado yo estaba sin dudas muy
caliente, por otro existía el riesgo cierto que debía hacer equilibrio con el sillón para no ir de cabeza
al piso, además Arnaldito superado el miedo del primer momento, me sacudía con ganas
balanceando el sillón y por tanto aumentaba el riesgo de caer. Y no solo eso tal era su entusiasmo
que, poco antes de que llegar a la culminación, comenzó a cantar a los gritos ¡Allons enfants…..!
Todo empezó una tarde lluviosa, hace muchos años, cuando Tiziano Argüello fue a casa de su
condiscípulo Juan Bautista Utrera a devolverle el cuaderno de tareas.
Durante el fin de semana anterior se había sentido indispuesto, con una leve gripa, y había faltado al
colegio el viernes. De manera que ese mismo día, después de las cinco de la tarde, Juan Bautista
salió directamente del plantel y le llevó el cuaderno a Tiziano para que no se atrasara en las tareas.
Ambos tenían 13 años y cursaban el primer año de bachillerato en un colegio de clase media alta, de
orientación conservadora y marcada rigidez católica. Todos los alumnos eran varones y el único
colegio femenino del sector quedaba a siete cuadras de aquel.
Tiziano, ya repuesto de la gripa, muy tieso y muy majo como el “Rin Rin Renacuajo” de Rafael
Pombo, salió con el cuaderno a casa de su amigo.
La madre de éste abrió la puerta y recibió a Tiziano con una gran sonrisa, estilo Lady Bird Johnson,
pero dentro de un rostro mestizo, prematuramente arrugado a sus 45 años, quizás por el abuso del
cigarrillo, y unos ojos pequeños como guiños solapados que le daban picardía a aquella cara juvenil
y atractiva.
No era bonita, pero tenía lo que llaman sexappeal. El cabello corto comenzaba a encanecer.
Tiziano, un poco turbado, entró y mecánicamente fue a sentarse a la sala, mientras la madre de Juan
Bautista se acomodaba frente a él, mostrando unas piernas brillantes y frescas tras su minifalda
amarilla.
No se atrevía a volver a mirar, pero se moría de las ganas de hacerlo. Entretanto, la señora fingía
mirar al otro lado, mientras hablaba de temas intrascendentes.
El joven sabía que la señora -Emelina era su nombre- era separada y que el padre de Juan Bautista
vivía en California desde hacía dos años.
Tiziano Argüello, un año atrás, en su despertar adolescente, había sentido intensos deseos eróticos
hacia Emelina, debido a un beso que ella le otorgó sorpresivamente a la salida de misa, dejando en
su tierna oreja la huella de una tórrida respiración.
Siempre que pensaba en ella, se le sacudía el corazón: pero una censura mental le impedía llevar
adelante sus fantasías, con mayor razón sus realidades. ¡Es que era la mamá de Juan Bautista, su
mejor amigo!
En las vacaciones del diciembre anterior, las cuales habían transcurrido en las playas privadas de
una cooperativa de maestros a la cual pertenecía su padre, Tiziano, solitario, había descubierto su
sexualidad jugando con su pequeño pene camuflado en la mojada arena del balneario.
Ante la indiferencia de los veraneantes, el niño se sacaba el pájaro por una hendija del pantalón de
baño y comenzaba a desplumárselo, sin sentir dolor, sólo un delicioso escozor cuando rozaba el
prepucio pelado con el comienzo del glande y a la vista del espacio circundante del meato,
completamente rojo y húmedo.
Todo ello, mezclado con los gránulos de arena salada y un poco de saliva que estimulaba el
desgarramiento, se volvería un hábito cotidiano durante los 30 días en que, sin falta, habitó las
playas caribeñas.
Cuando volvió a la realidad se dio cuenta de que había derramado sobre las sábanas una substancia
parecida al engrudo o a la goma de pegar.
Se sintió tan feliz que en adelante sólo aguardaba con impaciencia que sus padres y hermanos
apagaran las luces, para él iniciar sus ceremonias nocturnas, cada vez con un placer y una
imaginación inusitados.
Entonces durante el día, su observación se agudizaba. En los buses urbanos descubría mujeres
escotadas, rodillas provocativas, senos perturbadores, dedos de los pies con las uñas pintadas de
rojo encendido, manos con las venas azules sobresalientes, labios seductores, voces embrujadoras,
ojos erectantes, muslos rutilantes y sentía pieles engullidoras, olores hechizantes, aromas
fascinadores y siempre... un rumor en la hondonada...
Meses después, Tiziano notó que el pene le había crecido de manera considerable.
Solitario -las confidencias adolescentes con su amigo Juan Bautista no llegaban a tanto-, antes de
dormir se frotaba el pene sin descanso imaginando a una vecinita desnuda.
En otra ocasión, no pudo soportar ver a la madre de Juan Bautista, la sensual Emelina, cuando se
subió la falda más arriba del muslo y mostró una liga morada que servía de puente entre las largas
medias y el mundo desconocido para el varón que despertaba.
Una tarde, mientras estudiaba en casa de Juan Bautista Utrera, entró al baño a orinar.
Luego de haber hecho la micción descubrió dentro de una talega varios calzones destinados a la
lavadora, con huellas de secreciones, humedades urinarias, gotas de sangre menstrual. Los
contempló, los tentó uno a uno y creyó adivinar a quién pertenecía cada prenda... a Emelina... a la
hermana de su amigo... a la cuñada... a la prima...
Tiziano Argüello sintió crecer el animal oculto y allí mismo comenzó a masturbarse mientras
contemplaba y tentaba aquellas bragas fatigadas.
Cuando tentó una de color perla, no dudó que se trataba de la prenda íntima de Emelina. Comenzó a
frotarse con la braga hasta que sintió que no podía más y un reguero de materia viscosa y gelatinosa
comenzó a dispararse hacia las baldosas y los azulejos del cuarto de baño, dejando untados los
calzones, su mano, los pantalones y las puntas de sus zapatos.
Tuvo que calmarse luego de jadear desesperado, tomar con serenidad el rollo de papel higiénico y
borrar con sumo cuidado las gotas de aquella esperma líquida, pero al salir no pudo borrar el rubor
de sus orejas ni la tembladera en las piernas ni el tartamudeo de su voz. Tampoco pudo borrar la
natural turbación cuando al llegar a la sala, los compañeros lo recibieron con una burlona
exclamación coral:
Callado, solitario, dueño de sus fantasías inagotables, entró ansioso y febril, luego de haber visto a
Emelina en el jardín de su casa, con una falda ceñida que le hacía más vistoso el vientrecito
redondo, las piernas morenas y velludas y los senos redondos con pezones como granos de café,
cuando se agachaba para arreglar una mata de fresas.
En un santiamén ella levantó la cara y sus miradas se encontraron durante un largo e interminable
minuto, interrumpido por Tiziano, quien salió corriendo de allí -sentía una mezcla de inenarrable
placer y de censura moral por ser ella quien era- y con la imagen aún fresca de Emelina mirándolo,
se masturbó con tal deleite y con tal intensidad, que en el orgasmo se rompió la mínima telita que
separaba la caperuza prepucial del glande, haciendo brotar grandes gotas de sangre que el
adolescente iba borrando luego, nervioso y febril, con servilletas y papel higiénico.
Durante varios días con sus noches, y habiéndose amarrado el prepucio con grandes cintas de tela,
el joven se vio obligado a mantenerse en absoluta quietud sexual hasta que el miembro hubo de
cicatrizarse totalmente.
- Estoy desvirgado -fue lo único que atinó a pensar Tiziano al tiempo que se sentía desarrollado,
hombre ya ahora sí, varón adulto, con pelos y señales, a imagen y semejanza de su padre y de los
personajes que más admiraba y que sentía más cercanos.
“Si supiera doña Emelina por las que pasado sólo por su culpa”, fue su único pensamiento cuando la
vio ese domingo, abriendo distraídamente las piernas en la sala de su casa.
A medida que la minifalda amarilla se acortaba y las dos columnas de canela iban formando un
ángulo agudo, Tiziano sentía, contra su voluntad, que la serpiente oculta se iba endureciendo y que
un escozor le recorría el estómago, el pecho, el corazón y el alma como en los boleros viejos.
La mamá de Juan Bautista seguía hablando intrascendencias, y miraba al muchacho sólo de reojo.
Éste, rojo de vergüenza, ansiedad y lujuria, viendo aparecer el triangulito de tela blanca al fondo de
los muslos, sólo atinó a repetir en voz baja los versos del poeta colombiano Eduardo Mendoza
Varela:
- El trigo está en su punto / mientras la tarde oscila, / rumor de la hondonada, / dulce melancolía...
Quería levantarse e irse, no soportaba la pena, pero no podía hacerlo, pues la erección era tan fuerte
que se le dibujaba en el pantalón de fino y delicado dacrón. ¿Qué hacer, pues?
De pronto, Emelina se levantó del asiento y con un gesto le pidió a Tiziano Argüello el cuaderno de
tareas de Juan Bautista. Tiziano se lo extendió y la mujer acercó su rostro con toda la intensidad de
su respiración acezante y su olor a piel deseante.
El joven en el colmo del furor, le sujetó las caderas con los brazos y sin saber cómo, las lenguas
quedaron flotando en las bocas ansiosas.
Emelina en nervioso forcejeo logró bajar la cremallera de la bragueta del muchacho y sacar a la
libertad el enorme pájaro venoso que vibraba erecto. Comenzó a chuparlo con ansiedad y delicadeza
a un mismo tiempo.
Como ella seguía de pie, levemente agachada mientras succionaba el miembro, él se atrevió a
meterle la mano por debajo de la falda y a acariciar el jugo tibio que manaba de sus calzones, que,
confundidos con los abundantes vellos, hacía crecer el deseo del turbado adolescente.
De un manotazo le bajó las bragas y suavemente fueron cayendo los dos cuerpos sobre la alfombra.
La mujer dejó de mamar el pene y lo apretó suavemente con la mano hasta introducirlo sin
dificultad en su vagina abultada y lubricada.
Tiziano metió el resto del miembro como si ya conociera ese exquisito territorio. La mujer cerró los
ojos y comenzó a gemir como enloquecida.
El muchacho, con el rostro congestionado, colorado como el sol llanero, clavaba incesantemente su
pene dentro de la vagina de Emelina.
Luego de zigzaguear con maestría durante largo rato, ésta le murmuró al oído un “vente ya” que
hizo que de su pene brotaran gruesas gotas de leche caliente que la mujer iba aceptando con una
sonrisa parecida a una mueca delirante, mientras jadeaba, absolutamente feliz.
Un minuto después, los dos, el uno sobre la otra, agonizaban dichosos y extenuados como si
hubieran liberado sus conciencias, y sus cuerpos hubieran quedado completamente vacíos.