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BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BÍBLICOS

133
Coft>ccum du·tgida por
Santm~o Guijarro Oporto
LARRY W. HURTADO

LOS PRIMITIVOS
PAPIROS CRISTIANOS
Un estudio de los prin1eros testitnonios
materiales del movimiento de Jesús

EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
2010
Al prufc!-(lr hJwin Judgc
y3 amigos del ('entro de ln\'c,tigadón Do\.'Jm~ntótl
ulm!> colc:gu:. )'
de Historia Antigua de la L'ni\'ersidad Macquaric.
¡;,-,n gratitud por MI amahihdad y generosidad dumntc mi estancia
C:t)nlll inn~stigador imitado dC' la uni,crsi~lad. de ahril a mayv de 200~.

Cub~erta di~e~ada por C'hnst1an Hugo Martín

Truduju FranciS\:H J. \1nhna de 111 Turre Mthrc el nritcm~tl mk!IC~


Th< fc~r·J,,.,, ( 'hrutian ,.frtijj¡, 1~ Mum•~O'Ifll.\ 11ncl ( 'lrri\IIUII O"J:im

'-~ larry W. Hunado. 200o


Pubh!t>htd h~ Wm. B. f.crdmuns Publi~hm~ Co
Grand RllpKb. Mt\:hi~AJ'I (btadm·l;n,dosl

e: Edsciones Stguemc S.A.Li.,:!OIU


(': Garcia TeJado, 2J-2i · E-37007 Salama~a :' l;spañ.l
TI f.: (3·'1 923 218 103 - Fax: (34) ')23 170 563
cdacitm~~~ru $iwucmc .e~
\\\\W.~Il(UCtllC.C'!I

ISB!\:: q7M-~-,1)1.1'?.&6-X
~ito legal: S. 1121-2010
I~SC'J c:n Espai\a lJnion Furo~
lrJ1)n me: <.i rili~ 'u \'aro na S. A.
PREFACIO

Mis dudas sobre si merecía la pena escribir este lihro se han ido
di~ipando gracius u las conversacnmcs mantenidas a lo largo del úl-
timo ai\o con varios c:studiosos del Nuevo Testamento y del cris-
tianismo primitivo (incluidos algunos ya consagrados). Cuando me
preguntaban a qué csta·,a dedicando mi ai\o sabático y re~pondía que
a escribir un libro sobre la imponancia de los primeros manuscritos
para la historia del cristianismo primitivo, lo habitual era encontrar-
me un rostro que denotaba incomprensión. al tiempo que se me pedfa
que fuera más explícito. Tras algunas aclaraciones. mis interlocutores
se sorprendían por lo general al saber que. en nuestros más antiguos
manuscritos, ya hay alestiguados esfuerzos por emplear signos de
puntuación y por marcar unidades de sentido más amplias. así c.omo
una curiosa predilecci(•n por el códice. especialmente en el caso de
los textos bíblicos. Y a :nenudo se mostraban fascinados por el hecho
de que estas peculiaridades tuvieran interesantes repercusiones en
algunas conocidas cue~tiones históricas sobre el cristianismo primi-
tivo. Me da la impresión de que los aspectos tratados en este libro no
son tan familiares como debieron para los investigadores. Así pues,
uno de mis principales objetivos es llamar la atención sobre una serie
de datos y características a menudo ignorados.
No obstante:, he trotado de hacer algo más que: presentar y va-
lorar lo que otros han dicho. Mi objetivo es tamhién hacer 8\'anzar
la reflexión sobre algu:1os temas. lo cual -espero- bcneticiará a su
vez a quienes están ya razonablemente bien informados sobre ellos.
Presento este estudio como respuesta agradecida a quienes se han
dedicado al estudio de :os manuscritos primiti\'os, que han supuesto
un JU"an estimulo y apoyo en la presente in\'cStieación.
Gracias a un semestre sabático concedido por la Universidad de
Edimburgo y n otro periodo de dedicación exclusi,·a a la il\\'estiga·
ción a expensas del Consejo para la Investigación en Arte y Huma-
mthdes ( AHRC'l. pude disponer de todo el ar'o 200." para completar
los cstudius nccesttrios para este lihro y escrih.rlo, dispcnsndo de
la l.'nsci\anza "v de las tareas administrativas. De hecho, estov" muv.
agndecido por este año sabático, y espero que lo que a<J,~i ofrezco
ayude a demostrar la utilidad de e~tos largos pennisos para rcali1ar
proyectos de investi~:usción )' paru escribir.
En la primaverd de 2005 tuve la oponunidad de pasar. como in-
vestigador invitado. \·arias semanas en la L'niversidad Macquarie.
donde profundicé en los ternas tratados en este libro. Tnl vi~ita rne
pcm1itió colabc>rar intensamente con los colegas del Ancient llistory
()o;:uments Reseach Centre (AHDRC), particulamtente cün aquellos
implicados en el proy"'-cto sobre los papiros ...~n el nacimieruo del cris-
tianismo en Egipto ( PRC E). También me facilitaron el acceso libre y
total a sus numerosos archivos sobre manuscritos cristialklS primiti-
vos. La profesora Alanna ?\obbs me dio todas las tacilidadt's, y quiero
dejar aqui constancia de mi gratitud hacia ella y hacia la Universidad
Mscquanc por e~ espléndida opor1unidad para acrecentar mis cono-
cirnientos ~obre papirologia. Quiero mencionar adc.!más a los doctores
Don Barkcr \' Malcolm Choat. quienes me ofrecieron generosamente
su tiempo y su foooación. El profesor Samuel Lieu (co<)irector del
AUDRC) también se interesó por mi investigación.
Asimismo, me proporcionaron amablemente un ordenador, asl
como un cómodo alojamiento para mi y para mí mujer. Don Barker
y mJ esposa compartieron con nosotros una deliciosa excursión a las
Montanas Azules. y Ala1ma Ofl.Caniló concienzudamente varias co-
midas paro que conociésemos a otros colegas de la universidad. Sam
Líeu nos llevó. junto a otros estudiantes de posgrado. a disfrutar de
una cena en un restaurante chino, donde con su experiencia eligió
sobcrhios manjares para el grupo. Todos esos colegas también par-
ticiparon en una preciosa cena de dcHpcdida en In!\ últimos días de
nuestrc~ estancia. Durante todo el tiempo que pasamos «allá abajo)),
nos sentimos calurosamente acogidos y amablemente tratados.
Otro placer del que gocé durante el tiempo que pasé en Sydney
fue de la opor1unidad de hablar con el profesor Edwin Judge. el pa-
dre fundador del Ct>nlr() y rlel rroyecto PRCE. Entre sus publica-
ciones. algunas han beneficiado directamente a los est1diantes de
lOS> orígenes cristiunos. desde su libro pionero The Socwl Patter11 ol
f' rr:/tlt."'

Chri.-.tian Groups in the Firu Cenwry ( 1960). El y otros miembros


del PRCE me incluyeron umablernente en diversas .¡esiones sobre la
cont1gur.lción, los objctin1s y In prescntución de este imprc-tionnn-
te proyecto. que p~tendc elaborar un catálogo descriptivo de todos
los papiros rdaciunad•.J~
cou el cr i~tianismo c:n Egipto en d ¡xriodo
prcconstantiniano. Co·no pcqucf\a muestra de gmtitud por sus múl·
tiples aportacaones a la investi~:tación, por la espléndida ayuda que
supuso para mi estudio el nombramiento de investigador invitado de
la universidad y por toja la amabilidad que me mostraron durante mi
estancia, me complac< dedicarle este libro a él y a todos los colegas
de Macqunric, que se han convertido en amigos.
Durante esta estar.:ia, también fui invitado por ht doctoru Ann
Hunter a Mclboumc. para dar una conferencia en la t:ni\'ersidad Ca-
tólica de Australia. Asimismo. y tzracias a la invitación del profesor
Paul Trebilco (de la Universidad de Otago), pudimos rcali1.ur una pe·
quena excursión a l>u1edin (muy apropiado para los 'isltantcs pro·
cedentes de Edimburgo) para dictar altzunas conterencias y dirigir un
seminario. El profcsorTrcbílco organizó amablemente nuestro aloja-
miento en Saint Margarct's Collegc:. donde profesores y estudiantes
nos hicieron sentir como en casa.
l:::n nuestra ausenc1a. nuestro hijo Jess se detendiü com~tcnte­
mente )' cuidó con diligencia de Cupar. el gato que \'ivc con nosotros
(quizas el gato más hablador de Edimburgo), el cuul no~ dcju ofrecer·
le comida y cuidado a cambio de tra\·csuras varias. Al llegar. gracias
a Jess. tanto el gato como el piso estaban en perfecto estado.
Quiero asimismo :nencionar con gratitud una sulwención con·
c..-dida por lu Asociación de Universidades de In Conunonweulth y
la Academia Brilánica para sostener nue~tra colaboración con los
protesorcs de Macquarie. Esta ayuda. en particular. pem1itió que pu·
diésemos traer a Edimburgo a la profesora Nobbs )' a los doctores
Barkcr y Chout para Jar una contcrencaa en junio de 2005, donde
presentaron su pruyec:o sobre los pap1ros. incluyendo algunos cjcm-
·plos interesantes de manuscritos concretos. Colegas y estudiantes de
di,·ersas uni,·ersidadcs hritánicas cstu\'ieron presentes y participaron
de los bcndic1os de e~ta subvención.
Asimismo. quiero agradt.-ccr a la Bibliott."(a Bodlcian (Oxtord).
a la Biblioteca Británica (Londres), a la Biblioteca Chcstcr Bcatty
(Dublin), a la Biblioteca Martin Bodmcr (Ginebra, y a la Biblioteca
/0

Houghton de la Universidad de llarvard las fotogratias de los papiros


y el pcnniso paru incluirlas en este libro. t\dcmos, quiero dar las gm·
cia~ a la Bihliute~:a Bodleian por dnnnc ht oponunidad de exurninnr
una serie de sus muy destacados manuscritos en julio de 2005. ln
esa mtsma vssila a Oxforu. c:l dlJ\:tor Ni\:k Uouis me pcmutió dma·
blementc anulit.ar unu M:rie de papiros de Oxirrmco conscrvotdo~ ac-
tualrncntc en el impresionante cdifkio Sackler. junto al Musco Ash-
molcan. El prot'csor \\'tlly Clarysse. que fundo en l.o\'aina la hase de
datos de libros antiguos (LDAB), respondió a una serie de preguntas
acerca de la utilización de este \alioso recurso de Internet. y pennitió
generosamente . .¡uc adaptara los tablas y los grMkos de la I.DAB.
:.Jno de los más preciosos recursos de la Facultad de Teologiu
en Jos úhimos años han sido nuestros dos expertos intonnáticos. el
doc:or Jessie Paterson y Bronwen Currie. la cual amablemente tomó
los datos que hnblu obtenido en ht L.I>AB y prep~uó los ~ráficos y
las :ublas incluidas en este libro. Jcssic modeló los ((cristogramas•,
incluidos en el capitulo 4. Además. estas dos almas caritativas res-
pondieron con serenidad y eficacia a mis muchas súplicas y lamentos
de frustración respecto a otms cuestiones infonmiticas.
Con Robert Kraft comenté un primer borrador del capitulo 2. Rob
e~ l:ucn conocedor de: los t~mas de C:)tC libro. y no sicmpr~ tienden
coincidir conmigo. lo que hacia mucho más valioso contar con su
opinión. Dudo de que le haya con\'cncido en algunos aspectos f\mda·
mentales en los que discrepabamos. pero sus c.!nérgicos canenrarios
sin duda me ayudaron a pulir mis argumentos. Uno d( mis actuales
estl:diantes de posgrado. Michael l.cary. leyó los capilu:os :! y 5.
descubriendo unn serie de erratas y planteando al~unos ínt(rrogantes.
de gran utilid•td. Scou Charlcsworth me hizo diversas corr(ccioncs y
sugerencias tras leer un borrador inicial de los cinco capittalos.
.
INTRODUCCION

Entre los testimonios de la cultura material del cristianismo primiti-


\'O sobresale un conjuntn de manuscritos con texto~ canónicos y extra-
canónicos cuy() número ~iguc creciendo. De hecho. los más antiguos
de esos manuscritos son los primeros objetos conscf\·ados que pueden
identificarse como cristianos. En este libro deseo llamar la atención
sobre dichos testimonios. subrayando la panicular imponancia de eso!'
\'&liosos (y con demas ada frecuencia ignorados) objetos para el estu-
dio del Nuevo Testamento y los origc:ncs del cristianismo. Aunque la
nuestra sea una epoca caractcri1.ada por c:l cnonne interés en el análisis
lristtirico del cristianis110 primitivo, en la que los estudiosos actuales
hacen uso de una impresionante y cada vct mayor variedad de temas~~
planteamientos. llama la atención el h\.~ho de que los manuscritos. que
constituyc.-n los primems anefactos cristianos. resulten en gran medida
ignorados·. En su amplisimo estudio sohn: los libros y la k·ctura en
el cristianismo primitivo. llarry Gamhle sc~aló que en la actualidad
poseemos manuscritos de techa muy temprana y lamentó que <(d estu-
dio ponnenorizado de dichos manuscritos ha seguido siendo coto casi
exclusivo de paleógratns y cxpenos en critica textual, mientras que los
histonadnres de la litc:raturu crisuanu primitiva apenas han mostmdo
interés a la hora de aprovt.-charlos para conocer la historia del cristia-
nismo y de su literatun»:-.
lo que me propongo. en todo ca!'o, no es lamentamlc de ello. sino
hacer que se reconolCll lo que: e~os manuscntos pueden ofrecer n quic-

l. Esta ad\'c:ncncia fla! h«ha Jntenomlcntc: por E. Dankler. «Ahes.tc 'hnsth-


chc Dc:nkm:llcr: Bcstund und <"hrnnulnltÍC:II. Mcrcxc la ~na '""'i'tlr en c:sua idcl\
tn unn rccacnlc C<lO\'C:Ndún ~on un 'IC:J<l ('SHJdansu de lus orl~cncs cristian()ll,
tr&) hahlulc ~ltcm.1 de ene: hhro. rc:spondiú: t(¡Ah!. ~runo Ct'h-~ taln IOtclcs.adu
en k's manu~>~Titos .:u.antc cm 1('' :l.rtefa.:to¡¡.. F~ rrró.;;Am~ntt> la anc..arucidad d~
achc:rtir que los manuscrit·)!. ~n :t11c:la,tos lo que quiero co~~ir con t..-stc libro.
2 lt Y <Jam.,lc. B•Nih cmd Rt·ddC'r<>, 4l
lntnH.Iw.·ttm

nes estamos interesados en las cuestiones históricas del cristianismo


primitivo: prot~sorcs. estudianh.·s o pllbhco en general. Cotncncemos
por .·onsidcrur má~ dctcnidam"·ntc su signifk•aciún crcmolú~ica.

l. M. . M snmos ,. cnt<os MUIJAnos f'I<I\1111\0S

Resulta muy instructivo analizar los primc!ros manuscrilüs cristia-


nos junto con otros testimonios materiales del cristianismo primitivo.
El nás antiguo templo cristiano conocido sigue siendo la estructura
del ~iglo 111 de Dum EumJ)()S (fechada entre cl241 )' cl256d.C.)'. En
cuanto a los primeros datos epigráficos. casi todas las inscripciones
que pueden ser fechadas con cicna seguridad proceden del siglo 111 o
de siglus JX)St(riorcs... J,or ejemplo, existe un conJUnto de inscnpcio-
nes muy estudiado procedente de Frigia )' techado en este periodo'.
Si está fechada correctamente en tomo al 200. la inscripción de Aber-
kios (hallada en liierápolis) qui1.á sigue siendo la más antigua ins-
cripci<)n que podemos identificar como cristuma''. Aun<Juc tn algunas
puhlicacioncs antiguus existen rctcrcncias fiables sobre catacumbas y
arte tuncmrio pertenecientes al siglo 11, actualmente los eS?CClalastas

.\. El cdtfi~'"' de l>una [Uhlpl\~ parece: h.thcr ''du un:& ca\a, rc:IIU\ .t•LI pur.a utlli·
1ar~ \:omo i~l~ia y \k-srnuda ~:on el n:sto de la ctudltd en el 25t' d.C. m una incur·
sión de: los sasanidas. Fue td~ntiikado dur.mh: las cxc~wacion~ tk Dlrn EuroJlllS
\."flt~ 1922 y 19~9. Para informacion y hiblí~rafia. e f. L. M. Whit~. l>•ra T:urbpos.
c:n H.C l. 352-353: Id .• .-trchilt'< turt•, en UT l. 104· )()(,;u.~· Sn~Jc:r, .flt/t' p,Kc·m,
ft'7-117. St~rc el hulllvto~u de un;a híi\Íh~u <M M~ltliV en A\fahn: hn¡l::' tlh" tlftot.'ailll·
ronun·aqaru.html. lf.n el mortk:nto ~preparar c:sla edición -junm :'010 se h;m
\isilado todo!. los ~nl~ces de lntc:mc:t ~·. c:n !o.U Cll)i(), !loe: han .J~luuhzadotN. del E.,¡ .
.S. Para un repa~o actu.tlilado y conciso del mat~rial q)lgratico .:ristiano. ct:
\t. 1' \-tdlu):th. lmcrlplloth, en EH.· l. ~74-;q(, (cml htbJi,,~r"ll"t e;. Snydcr,
:fll/( Pdn'm. 11 '1-14M, prC'\C:Ulil un annJi~j, m.h dcluiiUdll de la" in'4:ri¡x:ronc:!o y
~rulilus prc~un!llunlinu&nu!l. M1b 11nt1~uo. p.:w toda\ i4l di!;nt' de ~unnhur~. e:~ 11.
V, P. 'unn. Clmstimr lmcriptiom.
5. \\·. Tahhc:mc:c:. Clrrutilm ln.\·cnplwm tmm Pl:rygw; G. J. Jolnson, Earl\·
Chmtum f.pilclphv fmm :4natolw.
(•. R. t\. Kra~l~). Tire· f.'pitdplttlj ..fhc·rklm: \\ K. Wischmcycr. /)a• :fl'<''*'o"'·
truc lmfi u/.' <iraht·¡'il(l'lllnm. M. ( iuarducc:t. Tltt• Tomlu~f St l,l'lc'l', 1.11-1 ~(•, pl:m·
lc:al:>a 'IUC: uno o dU!~ ~ratitos dc:!k:uhic:rtos hajt) el V~tli..:ano puc:<kn rc;h:tr!< " me:·
diados o finales del s1~lo 11, tfk:lu~cndo uno que leía como <<Pedro está ~~utr..•••
(fiETPIOI) Et\lt, q~ pudo c:-.t.ar deslinado J mdrcar el Jugar lrad1cional de: 111
luml\1 dC' Pc:tlro. ('f 1>. 1\·t O'Clmnor. l'c•tc•r m Homc·
lnlllltlun ·tún

suelen pensar que tan·.oi~n deberían ser datadas en algún momento


del siglo 111". De hecho. resulla complicado idcntifknr dclcnninado
orle C<lllW cristiano con anteriondad al ai\o 20H m(as o meno~.
De aqui la amporlancia de reconocer lJUC un significativo gmpo de
manuS4.:riu.,~ ~~ i~tiilnos e~ tan ,tntig.uo \:omo e~ otf"<l:s chucs de arte-
factos. y un JlClJUcr)o número de ellos puede ser incluso anterior. t Jnos
cuatrocacntos papiros, unteriores al 1'\.-cnnncinucnto del cristianismo
por parle del emperador ConslUntino. se consic.lemn procedentes de
manos cristianas o. al ·ncnos. din."Ctamcntc relacionados con los cris-
tiauaos~. Aproximadamenle la mitad de ellos son copias de texlos híhli-
cos (tamo del Anliguo 'fcstamenlo crislinno como de lo que se cnm·cr-
tiria en cll'\uevo Testamento). un cuarlo más o menos son clnsith.:ados
como textos literarios o «subliterarimm (por ejemplo. tratados. ohrds
extracanónicas.textos litúrgicos y escritos nuigicos). y el resto incluye
una serie de carlus y otro tipo de documentos''. 1: ntre estos manuscritos
prcconstanlinianos, un reducido gnapo --cada vez mayor es datado e~
una techa tan temprana como el siglo 11. de modo que los manuscritos
de esa época constituyen en la actualidad lus más antiguos anefactos
del cristianismo con~cr\'ados. En consecuencia. los primeros mamas-
critos cristianos, en csJX.-cinl los de los siglos 11 y 111. dchcrfan ser
objeto de un cuidadoso análisis en cualquier estudio histórico sobre ~1
mo\·imiento cristiano durante la época prccmtstantiniana.
La mayoría de los mnnuscritos más antiguo.;, en especial los que
contienen textos litcr;trios. son muy fragmentarios: a n.-cc~ una so-
la hoja o simples trozos. Aun asi. pretendo mostrar que incluso pe-
dazos tan miniaM:ulos pueden ofrecer una sorprendente cantidad de
informociún. Además de l\er lo~ primeros testimonios de ltls textos
que transmiten. sus raligos materiales y visuak-s (que detallaré en la
introducción) aportan datos que. bien analizados, l:onstituyen un tcsti·
monio potcncialmclllc signitknli\'t) 4uc puede resultar rdcnmtc pana
estudiar distinto~ tcm~ relacionados con el cristianismo primiti\'o.

7. P. C. fanncv. Arr. en f. f.(' l. 120-1 26: Id .. "''' Jm·Hihle Gt"NI TI:,, Earlic''
Clwütüuu 011 Art; ·R. M lcn~n. ( ·,rdc·l~tdndmr.: ¡.:,,,.¡,. C'lm''''"' .-fll
. '

8. M.: NS41 en '')S luln/~l>!l del pruyct:h' de in~o·cstt~a~·icin \ONC "l'aptrt'' dd


lllc:imicnto del cru.u.ani\mu en l·:~upc(ll> ePR( ·1~ ), d~rwll;ldo pur el A111 >R< · ''"' lt~
Uaivetr&ldad \13cquanc 4J.u<.t~h .. l. Cf. http:. u.ww.an.:hist m•¡ l:"lfn ;111 .1&Wt't•nlrt>.
PCEhomc~ltc.htm.
9. Para un ~:oncis'' ~va~u. e f. r. A. Jud[rc. PapH·t. en FEC 11. ~fl·7.~P:?.
J.J /nltodu,' ,,;,.

~amera consideración de los textos trasmitidos en los manus-


crHn~ de los s1glos 11 y 111 proporciona un in\·cnt;.trio asnnbroso:''.
:\dcm;h de ~·opias de los cscntos que se convir1iemn en el Nuc\'o
Tes· amento y de los textos del Antiguo Testamento criHiuno (las
princras Escrituras cnsuanas ). poseemos copias de obrd~ crislianas
apú¡;ritas. como el f.·,.,m~l'lio ele 7imui.fo·, el f,·anJ:dto de Maria. los
llt"dto\ e/,• Pahlo, la correspondencia emrc l,ahlo y la igle~m de Co·
rint~l. el Prolut:\'(lllgt..>lio ele: Samiago. \arios escrilos sin Identificar
similares a los evangelios (púr ejemplo. el llamado E,·,mgt'lio E¡.:er·
1m11. y otros libro~ dcstacm.tos del cristiani~mo primicivc.;, como el
.-ld,w·sw llat'l"t!.\C:.'i de lrcneu de Lyon y el Paslor clt• llt.•nlla.\. Hay
también fragmcncos de textos htúrgicos. himnos, oraciones, amule-
los y canas cristianas. En resumen. los manuscricos criscianos de los
siglos 11 y 111 constituyen una clara prueba de la rique1a y diversidad
de lo~ textos compuestos, leidos. copiados y distrihuidm entre los
cristianos. Es decir. e~l<h primeros rnanuscricos nu ~ólo noJs ofrecen
testimonios cxtremadamcm~.· tempnmos y muy valiosos para com-
pre:ldcr la historia textual de los escrito~ cristianos primitivos. sino
<¡uc además nos pcnniten prcscmar un panorama más utnplio de la
historia y de la ((cultura)) del cristianismo de los siglos 11 y 111.

En este libro insto a consid\!rar seriamente los primeros manus-


critos cristianos como urtcfaccos. prescando atención t;mto a su!\ ca·
ruclcristicas mutcrialc~ y viMJalc!\, como a los textos que cJntiencn''.

lfl. J. Haclst, Cawio~m.: des pa¡~'nl.\ lmermft'.\' .tuifs t'l du~ti<'IU, ~igU<
\olll
,jcr~d•' d Ir~"' de Cl'llurhll C"Cn'-·r.al. F!tlá m~~ni1adu \C~Ún 1~ IÍJX~ dcl~'il(~ Cllntc-
nidCI!> en 1,~ tnl\nu~cnh>s. J'(W lt;ay un 1nd1cc "·r,lnulú.:i"·o. t~nicndo m cu~nta las
f~clla' ma~ prul\l~lcs 4pp. 41N..4 14 ). <>tro~ unpurtanh:,. C<llAI'l"o~ ,J< P:·Jllf\)~ cmh.s-
nn!\ loO!\ los \ÍllS \ olúmcncs. d< K. A lanJ. Rq1ertorwm dt''" grú-dmdren dmHIIc l~t:•IJ
Par\ ri /; l~ol., Rt'fkt'lormm clt·r gnc·ch&.,,.¡,,., clmstlidrc·'r l,t1pyri JI. lk!oll~ 1~¡ Cor·
nclia R~mcr hacC' un repa.~ anual de la~ publr"·ih:ioncs sobre "Jl<IPÍI\~S cri\tian<~"
en .fra'ÍIII' liu Pcq~W"IH[orulmn~-:. rl!'lnmnfkk, l:t t~rca ~el thfuntn Kurl Trcu. qutcn
~llllljlUSCl C~lS tnl\m~~ lli\UillC!> P'lr4 1111 re\ l~lll dcsd~ 1'H''I h<l.'illl 19~ 1
11. l>csarrollo ~K¡ui lA .. pwpuc:MA3o planMtdt&~ h.1.:c: .alt:unus ilrlos tn L. W. lfur-
'~'do, Tlw f:arllt'.'il Endc.•trn·, ¡s~j ""'"",
cu Tltt· .. .\ktclcl.ualu o{ I::"rll<·$1 Cltnuwn
.\/a•um.,.iph. conl~rcn~ia di, lada en d erk:u~nlm anual de: la. Socrc<bd de Litera-
lun Bihlka en San Anlmuu 1. Tc,,l~) \'fl rW\ tl.'rnttr\' de 2004.
1.~

Como amicipo de los temas que desarrolla~. 'oy a presentar una se-
rie de fenómenos que deberían ser tenidos en cuenta. ~1e contentaré
uhom con mencionar algunos rusgos de los manuscritos del cristm-
nismo primitivo. y cor, llamar la atención sobre su posible importan-
cia. dejando paru capítulos ult"riorc:s un c:studio má~ detallado.
Cumcruaré con ura ad\'crtcncia hásica: la abrumadora mayoría
de los manus..:ritos crü.tianos más antiguos son papiros. mientras que
el pergamino fue imp.Jméndosc ..:uda ve1 más a partir del siglo IV.
Además. resulta inter:sante señalar que. en comparación. los pri-
mitivos manuscritos judíos de distintos lugares de la Judea romana
parece mostmr prefcrencm por el cuero. especialmente pura te~tos
literarios::. ¡,Tiene alg\lna importancia el prcdomimo del papiro co-
mo materia escriptoria de los primeros manuscritos cristianos o es
una mera indicación del material que tenían más a mano en aquel
tiempo y lugar (el Egipto de los siglos 11 y 111)'! En ctmlquicr caso. es
un tema que merece le. pcnu ser analilado.
Un conjunto de cu~stiones algo más conocidas tiene que ver con
la interpretación que se da a la preferencia cristiana por el códice
frente al rollo. evidente desde los más antil(uos testimonios, espc·
cialmente (pero en abwluto de modo exclusivo) para aquellos textos
que los cristianos tc:nian ~n la má5 aha estima. como los copias de
los escritos del Antiguo Testamento y aquellos textos cristianos que
estaban c:onvirtiéndos~ en Escrituro. Esto contrasta con la predilec-
ción por el rollo en la cultura coetánea, especialmente en d caso de
textos literarios. ¿Cóno es que los cristianos optaron por el códice
tan rápida y tempranamente? ,·,Es una mera indicadún de que los
cristianos consideraban que el códice era más pnictico y útil, o tiene
alguna importancia sc..'flliótica. como expresión de la naciente identi-
dad cristiana, especialmente en los siglos 11 y 111'? De todos modos.
también hay textos cristiunos escritos en rollos. si bien constituyen
un pequc1\o número u:l total de los manu~critos cristianos primiti-
vos. Por consiguiente. a la hu de la esta pn:ferencin por el códice.
podemos plantearnos qué re\·cla la decisión de copiar un dctenni-
nado texto cristiano en un rollo. Parece que la opción de utilizar un
códice o un rollo no era indilcrente, pero ¡,cúmo debemos considerur
detenninados casos particuhtrcs'!

12. 1\hon cf E. To\, ~fnhal Prac11et'.\·, Jl-55


lllflllciiiH 1011

Otra curiosidad de tos primeros manuscritos cristianos es el trato


especial que los copista~ dahun a ciertas pulabms. escritas de forma
ahrc\'ü,du, colocando nonnalmente un trnzo hori1on1nl sohre ellas.
Los estudiosos denominan a esas pecuhares abre\'iaturns ,rJmina sa-
cra (literalmente. (<nombres sagrados•> '· y varios asuntos siguen sien-
do 'li\·amcnte debatidos. (·.Representa esta práctica una con\'ención
dcl.:ristinnismo primitivo para manifestar piedad. o cm sencillamen·
te u1 modo convencional de escribir algunos ténninos clave del voca-
bulario religioso'? Asimismo. ¡,inventaron los cristianos cst:: praxis. la
companieron con In trndicibn gráfica judía o la tomnron de esta?
;,Qué pensar de la interesante comhinaciún, n manera de mono·
gra1na. de las letras griegas rau y rlw. que apnrc."Cc en detcmlinados ma·
nuscritos primitivos de escritos neotestamcntarios'? ¿Es significativo
que el uso cristiano más antiguo de este nexo tau-rho sea fonnando
parte de la abreviatura de los término~ gnegos c.¡ue significan «cruzu y
«crucificar»'! ¿()uiz.l. como han propuesto algunos excgetas. se trata
de un primiti\'o pictograma de Jesús crucificado. en tomo al año 200
(por tanto. bastante anterior a lo que por lo general se cree que es la
fecha de las primcrns rcprcsc=ntacioncs de: Jesús en la cnaz)"
)~os dicen los más antiguos manuscritos algo relevante respecto
a la situación sociocconómica o a las aspiraciones culturales de los
cristianos de los siglos 11 y 111'! Por ejemplo. ¡,podrfa la caligratia de
los divcn\os manuscritos (la naturaleza y la calidad de la escritura
de los copistas) indicar algo de interés'! ¡,Qué decir del tamai\o y la
tonna de los manuscritos, así como de la copia del texto en colum-
nas·~ Tal \'CZ. incluso las dimensiones de los márgenes y el número
de lineas escritas por página ofrezcan algún tipo de pi~ta. ¡,Es signi-
ficativo que estos manuscritos incluyan a menudo un espa..:iado apa-
rentemente utilizado para indicar unidades de sentido (como frases),
y ncaso la presencia de si~nos de puntuación y de otros elementos
gnUcos represente un panicular csfuerlo por facilitar la lectura, tal
,·cz la lle\·ada a cabo en público o en la liturgia'?
¿.Qué nos dicen las correcciones de los primeros manuscritos. apar-
te de que los copistas cometían errore~? (·.Podrian indicar el interés por
copiar cuidadosamente un texto o. por el contrario, son indicio~ de
una ciena fluidez en la tradición textual'! ¿lmpona si las correcciones
fueron realizadas por el mismo copista o por otro'! ¿Las correccio-
nes hechas por una mano l'OCtánea podrian sugerir un amh1ente simi-
lar al de un !•criptoriwn. en el que el trabajo de un copista era corregi-
do por otra persona. td \Cl algún tipo de supcl'\·tsor'.'
Todos e~tos intem,gantes apuntan a una serie de elementos de
los primeros manuscntos cristianos que son bien conocidos entre los
c~pc\:íalista~ en paleogratla y papirologia griega. Quiero mostrar. no
obstante. que estos fenómenos también pueden servir puro aclarar
cuestiones más gcncn.les relac10nadns con el cnstianismn primitivo.
y deseo que los investtgadores y estudiantes interesados en los oríge-
nes del cristianismo st familiaricen con estos temas.

3. DI. \Al t:>..;("IÚ~ POM t•... IHI-: 1>1: l. O~ ·~ Vf:~ lllii\IJOIU.S

Una de las razones de ser de este libro es superar la poca aten-


ción prestada a los 1ni news manuscritos cristianos. Este: lamentable
desinter~s hacia lo~ m.muscritos es más llamati\'o cuando se trata de
los más importantes, aquellos que contienen los textos neotestamcn-
tarios. Ni siquiera cstm rccihen la suficiente atencit1m, a excepción de
la que le.s conceden los estudiosos dedicados a In crftica textual del
Nuevo Testamento. Pcr supuesto, cad•• vez son má) los investigado-
res que conocen los principales manuscritos primitivos de los escri-
tos neotestamentarios i'• al menos. valomn en general su importancia
para la historia textual y para la clnt~)rución de ediciones criticas.
Las variuntc.~ textuales respaldada~ por los má~ ~antiguos manuscritos
aparecen en el aparato crítico de las ediciones comúnmente utiliza-
das. como el f'iuevo T~stamcnto griego de Nestle-Aiand 1'. Pero. por
lo general. ni los maruscrito~ con los textos ncotestamcntarios ni
aquellos otros muchos que contienen diversns obras cristianos primi-
tivas han recibido la debida consideración en el ámbito de los estu-
dios neotestamcntarios y de los orígenes del cristianismo.
Quiero llnmar la nrcnción sobre el hecho de que e~te descuido
generalizado se extiende incluso u los primero~ manuscritos de es-
critos neotestamentarios, y deseo analizarlo con mayor detenimiento.
Por desgracia, la mayoría de los estudiosos actuales dell'\ue\o Testa-
mento no conocen de primero mano esos manuscritos e agnomn qu~
pueden ofrecer. Sin duda. esto es un reflejo de los planes de estudio en

13 . .\'owtm Tc•.,tanr,•mw, GnJt'Ct'. cditadn por B. Aland et al.. Slurtgan :' 1993.
al que 11 mcnud<' !'C ~•Ut ~''"n •(Nc,clt··Aiand•).
lmni(Juc c·uitt

los que se tonnan los exegetas: pocos programas de doctondo sobre


Nm.'\·o Testamento y origenes del cnstianismo nportan la tOnn:tción
ncccsarilt para leer manuscritos antiguos, invitun a consultarlos y dan
la o:lOrtunidad de hacerlo. Ademas. pocos excgetas actuales estarán
familiarizados con los materiales. los métodos y las cuc:stioJnc~ rcla·
cior.odas cun In critica textual del Nue\'O Testamento. de modo que
con!1an en los juicios y en los resultados de los especialistas• ~. Me pa-
rece e\'idente que esto es el resultado de la proliferación d: especia·
lidades tan común hoy en dia en todas las disciplinas académicas. En
particular, en los estudios ncotcstamcntarios aparecen continuamente
planteamientos y cnf()(Jucs nue\'os. lo cual puede llevar a consadcrar
como anticuadas las lineas de investigación mns tradicionales.
f\o obstante. con la debida consideración hacia la riqueza y diver-
sidad de Jos estudios del Nuevo Testamento actuales. en un aspecto
nos hallamos en lo que considero una situación lamcntahle para un
carnpo que tradicionalmente se ha caracteri7.ado por la im-cstignción
textual. Aunque los textos resultan esenciales para nuestrc trabajo. a
menudo los estudiamos sin tener en cuenta su manifestación históri-
ca .,. material como mtmU.f<"l'ito.'i. De hc:cho, incluso las variantes de
los primeros manuscritos neotestamentarios presentadas en el aparato
critico de las ediciones del Nuevo Testamento griego st•n a menudo
poco apreciadas. Antes bien. 1~ investigadores -incluso quienes se
dedican a cuestiones históricns del cristianismo primitivo- sólo tienen
en cuenta la edición critica del Nue\'o Testamento griego. Más aún,
si hemos de ser sinceros. en la actualidad muchos espc.""Cialistas en el
Nuevo Testamento. en panicular ·y esto resulta más preocupante de
las últimas promociones, apenas pueden comprender el apurato criti-
co de una edición moderna del Nuc\'o Testamento griego. como lu de
Nestle-Aiand. En consecuencia. a \'eces. al hacer su interpretación del
NLC\'O Testamento. los exegetas no se ocupan adecuadamente de las
cuc~tioncs relacionadas con la~ variantes textuales.

l.$. ~o M: trata de c:xag~racionts. ~inodc: unJuic&o formado a lo brgo d~ trcm·


la Jftos de csludio y de intercambio de opm1oncs con di~;tinlos colc:sas en el ~:am·
J1olk hu Ín\·cU&~ocumcli ncolcMumcnrarua.'i y ckll·n,.uani~mo primlli\·n. Algufkl:o~
imcstigAdorc:~ del Nuevo Tcslamcnlu con~idcran 1ncluso que clap1araln critito de
la ediCil:..n de: !l.ltstlc·Aiand re)uiLt abrumador y. dada ~u mayor ~nctllcl · aunqur
rcrulk menos adCCU.ldo rara 13 cxé¡;est~ ~adimlca del ~U~HI T\.·lot4mc:nt~. rrc·
tieren la edición de las Sociedades Bíblicas l'nidas: B. Aland et al tcd.l. ün·c·l<
\'c·w Tc•\tcmlt'tll, Slull~nr1 '11Hl4.
1111/YJ(/11( ( .,,, /IJ

En pane. esto retlt-ja la decadencia generali~:ada de la critica tex-


tual neotestamemunu en la scgundn nutad del siglo XX 1~. Con todo,
sólo a partir d"· 1979 puede decirse '-llle los cusa~ comcruaron a mejo-
rar en algunos scmidos 1'·. As1mismo. Internet ha posibilitado la crea-
~ión de divc~as pá~inas \\eb dedicada~ a la \.:I'ÍtÍ(.;a t~xtual del Nuevo
Testnmenl<>. incluyendo ulgunas destinada~ al puhlico en general. lo
cual retlcja un cieno i1terés u ni\'el Jlllpulnr 1' . Por otra parte, existen
actualmente di\ersos ccmros unÍ\crsitario:; en paises angloparlantes
donde los doctorandm pueden desarrollar sus investigaciones en crí-
tica textual neotcstarno:ntaria. lo que constituye un avance significa-
ti\'o1M. Sin embargo. salvo los especialistas (un grupo algo mayor en
los últimos a"os). muchos cxcgctas siguen considcrundo este tema
algo esotérico, técnico y prescindible.
Incluso quienes meritoriamente se familiarizan con la critica tex-
tual del Nuc\'o Testamento y están 3\."ostumhrndos u cons1derar las
di\·ersas lectura~ y a ponderar los tcstimomos que las corroboran. ca·
recen de un conocimiento de primera mano de los manuscritos. Cier-
tamente. si lo único que se pretende conocer es qué variantes de un dc-
tc:nninado pasaje neoh!stamcntnrio están resp:tldadas por los divc:n¡os
testimonios textuales d~ la antigüedad. el aparato critico de una buena
c:didón. y quizá 1~ ~"diciones impresas de los manuscritos principales.
o incluso las colaciones de los manuscritos. son adecuados y están
fácjlmcntc disponibles en una buena hihlinttcu acudémicu'''. Además.
es innegable que todos nosotros . acostumbrados como estarnos a las

15. ~.1 cn~yo d.: Udon J. f.pp. ,V,•w '''·''"'"'., Textrwl Cmin'nr .ofmt•ru:cl,¡,,
constilu~·ú un 'cru' :n •~' ~dhrt: lu Pf'-"(ane<lluJ de: los cs.tudll'" le.\lualc!i ncolc,Ua·
mcntaru\~ \!ll el ;UU~IlU .tn¡; llwjún. TOil \CI M)Jo se rueda ~al\;tf ..:1 Mea akn\:ma y,
en roncn:to, clln~ttluto p.1ra la ln\c.~tigacibn Tc:-;tu.11 del ~UC\U T~lamcnlu de la
Unh,·erstdad de Munster.
16. C f. 1.. \V. tturlado. B,•nmJ thc· lntc•rludt•.
17. f,ur <JCillJlh•. d. los di\Cf\O~ \ in~ulu~ de la Jlát-:10•• \\Ctl •<'e'' Tcslllnl4:nl
ÜDttwoy» de \1urk (jm~~"1c: hnr· "'""·"'i:tiiC\":t~.cmn'rc.•sourcr tc:\lcrit.hlm.
1H. Entre los imcstigadurcs angloparlantc:s que ~e centran en la critaca textual
del Nuc:\o Tc!otam~nlo c~tár1 Bart Ehrman tl.Jna~o·ersuiad de Cawlma dcll'\ortc, EL
UU.), l>a\ 1d Parkcr ( limnrl'idad \k Buminghllm. Remo Unidot y J. K. EIlion
(Uni~c:~•d"d de L.c~ds, Rc11u Crudo). S1 amph:uno~ el drculu e m~humn~ e~­
cial~ta.., tn matcrutl n.-h•~o:ic·n.ado IJlor eJcmplc•. Inflo l. XX. lu~ p.1drc~ Hpt»lúhcu!~,
Naa Bunun.ad1, eh:. t. h1s ~'1unumdadc~ ~· los r~ur~~ son tod~a~o l..a rn.ayorc~.
1Q, D ..tdo ~Ud la \:ont~;lón e:; bu~nll poro d alrrut. ~con<>c~o que m1 proplol te·
si~ doclnr.al se ~c:ntr.tba MUe todo en la cumpan14:tón de vanantcs, prestando escasa
atención ;s tod\K h)!' <kma' ·•l'Jl(ChH· de lo~ manur.cr11os.
modernas ediciones. cncontrnmos mucho más sencillo leer tmnscrip-
ciores impresas que enfrentamos n las muy diferentes()' a \'Cl'es cxi-
gent'--s) curncteristicas de la el'crilurn de lus munuscritos arn,gmls:".
Sin embargo. si los excgetas --excepto los fonnados e i•teresados
en b critica textual·· rara vez acceden a los manuscntos de 1extos neo-
test.tmentarios. no result•• sorprcndenle que otms manu~cr11os cristia-
nos primitivos apemas sean con!'ultados. A decir verdatl. como ocurre
con los distintos escritos del Nuevo Testamento. los estudiosos, por
una parte. están interesados en los textos transmitidos por dichos ma-
nuscritos; por otm, valoran lu importancia de esos lcstimonios manus-
crit~lS para calculur en qué techa pudieron haber sido compuestos. y
asimismo pre1enden rastrear la histona textual. Sin cmbargll, dejan en
ma1os de papirólogos y paleógrafos la consideración de los manuscri-
tos como artefactos históricos y materiales.
Reconozco que se requiere una enonne pcriciu para tdcntiticar.
techar y editar manuscritos antiguos. de modo que está plenamente
justificada la confianza de los investigadores en los especialistas. En
cst·: libro, sin embargo. deseo mostrar que los aspectos normalmente
estudiados Jlor papirólogos y paleúgratos. cspeciulmcntc los aspec-
tos materiales de los manuscritos cristianos, tienen mucha importan-
cia. Por ello. resultaría muy provechoso que los investigadores dd
Nl:evo Testamento y del cristianismo primiti\·o ~ familiarizasen con
esto!\ urtetactos cristianos. No se lnlta de que todos scumos c~pertos
pa¡:>irólogos y palcúgratos, pero podemos aprender a tentT en cuenta
lo que ellos ponen a nuestra disposición. para recopilar datos ttmda-
mcntales pam d estudio de lo~ orígenes cristianos::.
En su inestimable estudio ~obre el uso de los libros en el cristm-
nismo primitivo. llarry Gamblc reconocía que la proliteración de
es:>ecialidades en el estudio del Nuevo Testamento y de los primeros
grJJX>S cristianos ha llc,·ado a impresionantes hallalgos. pero esta
fragmentución da lugar camhién a que se desconozcan los resulta-

20. El problema se txtic:nde tambi~n u otr.lS d•~iphn:ls dedi'"adas al estudio


de kK tcXI<)!t. Jnhn l>allttnili!O ~ hA qu~jado de ~uicnc~ '-"'l la a'tuaJí,I.Jd ~ ocur.1n
de la críti"' h:~au;¡l de lc\IO!l mcdiculc ... que o1 rn~·nu,ln i1tnurru1 lu "te lt-.s propio.;
manu~·rih>~ rueden ofr«c:r. Cf. J l>al(cn~i~. n,,. l:thit·.( o( Hc•t~<lin~,. Mmm,, r1p1
Cttltul't,, Wlll. ettado c:n U. G. Sny<kr. 7'l'a..olu:n 11m/ Tr:xt!i m lllé Allctc•nt lf'orlcl, 4.
21. Ma!'i no seria mucho pedir que los c~udJ(lWS (Jel cristianHmo pnmill \ v
adquieran una ~:icr1.t tanuliaridad ron el estudio dirñ•to de loit mana~crito~. Cf. Ju
cxcd~ntc intrt)(lu~~:•ún '"-' E. O Tumc:r. Cjrc·~4 f•aprrt.
Introduce,., .' 1

dos de otras especialidades que pueden ser de interés para la propia.


Lam~:ntando la poc~t 3tcnción prestada a algunas cuestiones )' h:sti·
monios puestos de rc:l1c\ e en su labro. Ciamhle ntinnub:t: «A menos
que el conocimiento obtenido m~-diantc la especialización cicntifica
trascienda las fronteras de las matcnas más lmutadas y se aplique a
cuestiones más generales. no puede dar el máximo frut<m~~. Coinci·
do con él. y el presente libro. al igual que el suyo. también pretende
contribuir al cnriquecuniemo interdisciplinar del análisis histórico
del cristianismo primitivo.

4. t\\':\\:('f·S .o.\U ~IAOOUS

A pesar de la generalizada desatención a los primeros manuscritos


cristianos, en la!t últimas décadas se han producido algunos avances
alentadores. Recientemente. en las reuniones anunles de la Sociedad
de literatura Bíblica (SBL) se ha incluido una sección sobre «Papi·
rologia y antect.'tlentcs del cristianismo primitivm>. que ha atraído el
interés de un número importante de cxcgetas. Asimismo. los últimos
encuentros internacionales de la SBL han incluido una sección so·
bre los manuscritos. Desde mediados de los noventa. varias publi·
caciones se han ccntndo en Jos primeros manuscritos cristianos y
han contribuido a protimdizar en estas cue~tiones. Acnbo de citar el
estudio de Harry Gamblc sobre el papel de los libros en el cnstianis·
mo primitivo. obra qut merece sin duda un lugar de honor. Algunos
aftos después. Kim llallles-Eitzcn se ocupó de los copistas y escribas
que elaboraron los primeros mnnuscritos cristiano~. phmteundu inte·
rrogantes fascinantes sobre su identidad y su modo de trabajar 1• Alan
Millard estudió las prácticas de escritura y lectura. prestando especial
atención ul periodo romano:~. Más reciente es el volumen de Philip
Comfon, '-JUC suptmc un acercamiento a los ns1>ectos materiulcs de los
manuscritos neotestamc!ntarios~'. El proyecto d~ la Uni\'~rsidad Ma·
cquarie. titulado '<PapirJs del nacimiento del cristianismo en Egipto>>,

22. 11. Y (jarn~l~. Hodf..\ tmd Rt'ad,·n, ''


23. K. 1h&in<s·EiiJcn. Cirumlicuu o/1.,•/lt'n.
24. A. MilhmJ. R.:admx ur.cllf'rttlll!{ m 1/w Time of JtNt(.
25. P. Comf(>rt. Enrou~tnmg tht• .\fcmtt.tc·npt.\. Sc:l\aln tamb•én un rcc1cnte
\1,,,,,,,.,,,,1\'.
libro de 2fKW,: T. J Kraus· T N•"·kln~ hxt~ ), .Vrw 7i·Hamt·nt
''
representa una ambiciosa y \'aliosa empn!sa. de la que me he servido
en la preparación de este libro=".
Entre las publicaciones de emmentcs papirólogns. probablemen-
te el libro de Cohn Ro~ns represente el más conoctdo e influyenlc
esfuerzo por poner de manif1esto la imponancia de los t~:~timonios
munuscriros pares analizar cuestiones nuis generales del cristianismo
primit Í\'o: ·. AumJue nlgunns de sus proJluestas s1guen siendo contro-
venidas. el libro constituye una aJlortación esencial. En wos articu-
los publicados mis o menos a la vez que el librito de Ro\)(rts. Edwin
Judge y Stuan Pickerin~ !iUbrayaron oportunamente la importancia
histúrka de los papiros primiti\'us:•. Existen más estudios en los que
me he apoyado y con los que estoy en deuda. Por tanto. no soy una
voz solitaria que clama en el desierto. Simplemente, deseo que se
preste una atención mucho mayor al significado históricc de un ma-
terial que con frecuencia es ignorado.
Aunque no se ocup~t especialmente de los manuscritm cristianos.
ur pequeño libro de Roger Bagnall. destinado sobre todo a investi-
gadores y estudiantes de historia antigua. puede ser.·ir de analogia
para lo que yo pretendo ofrecer nqui. Bagnall mostró la utilidad de
lm papiros para el estudio histórico de los primeros sigh)s~''. En los
Siguientes capitulos me centro espcxifh;amcme en Jo útil que pueden
ser los más antiguos papiros cristianos para comprender el cristianis-
mn en los primeros e int1uycntcs siglus.

2(,, 1\lanno1 Ntlbhs dan~e d rwyecto. onginalmentc rwmon:lo por Edwm


Jld~~:. de pu~li~ur un manuci<tS'' caiAin~to de ludtl~ ltl!\ J'apsro' prc"··m~t;ullmtllno"
(](' JlfOCNcn~lol Cfl)lllllll
llah:r.mos )' do~um~n13lCH
27. C. H. Roberts, Mom.ur1p1. So('"~''· ,¡,,J Bd1~f tn f.'tl'~' Clui.,ttmr Eg_lpt.
2~. E. A. Jud[tc-~. K. t'lckcring. PCifJ.tncJ Docu~TWm,mc.m f~l<.'lumJr miCi C.:>nr,m·
mty in El{lptiO tht• Mid-Fourth Ct•ntury·~ Id., Bibli<·al Pu¡".,.' Pr1t.1r tu Cmutdlllinc•.
29 R. lbl'll4tll. Rc•¡~c/itllo: Pc~pyrr. lf'ritiiiK ,f,,.,,.,,IJ,ton·
LOS TEXTOS

El principal \'Olor de los manuscritos mdicn sin duda en que


transmiten textos. En capítulos posteriores trataré de la importaneia
histórica de otras particularidades materiales y visuales de los pri-
meros manuscritos cristianos. pero antes me centraré en ello~ como
testimonio de las obras que los primeros cristianos utilizaban. Por
supuesto. al rastrear la tradición textual, así como al reconstruir un
texto en su fonna más cercana a la «original>) para una edición. te-
nemos en cuenta especialmente los más antiguos manuscritos'.. Por
lo lanto. cuanto más antiguo sea un manuscrito. mejor. De todos mo-
dn". f'Odl•mo~ también plant~arno' otra." cuestiones relacionadas con
lo que los primeros manuscritos nos dicen de los textos cristianos
primitivos, como pondré de manif1csto en este capitulo~.

J. los TEXTOS TRAI'S\ftnOOS 1:" lOS PRJ\fEROS \1-\\olfS(RJTOS CRISTIA'SOS

Podemos comcr11ar preguntándonos algo muy básico: qué textos


transmiten los primeros manuscritos cristianos·. Como he indicado
brevemente en la introducción. el mero hecho de considerar los tcx-

l. El O~JCU\ u tradJ"Jonal de In ~riuc.t t~llillwl l.fc c~tAttl«c:r el tc\t~l "''ngm4h•


do un dcaerm1nado c:scruu ~~~ s1do objeto d~ enormc!s critJ\:as ~cic:ntc:mcntc. Cf..
por ejemplo, F.. J. Epp, Tht• Multm.Jic·nc(' lJftht! Te•,.,, ••Origilu.ll 7(-'..'(/l't,
2. Eldon Jay Epp ha anJii.1..ado cltc&&imonio de los manuscrito~ de (:hirrinco.
en p~nicular la lectura de- b11 textos )' 111." pt)1olhlc,; •rnphc.ac1nn~s en 111 pr1m11i\'ll
litoratura Ctl!lllana: d. 7'1tt' ,\'T l't1p1 r1 di 0.\_l-'rry ndw~ m llrdr Sol' mi mrd bJtc•//c•c··
II«JJ Cume:ct: Thc· { 'ocl~., cmd l.tt,·mn• m f:clrl• { 'hnuwmtr mtd uf (J.\I'rn·m·hu:•:
~ Oxyrryndu...~ .....:r p,,p,-r: n¡\'ot ~~~th(Uif llt~IHJI. L:\c.t:pl in Tl~tt /l(l,:,lt:'Wt\'N/11·~
3. El Apcmdu.:c 1 presenta una lista qll4! da mfonnación sobre todos IOi tc~tos
~ 5e encuentran en lo!i manuscri1t1:< techados ante\ del J()(J d ( ·.
/,ot f>t'UJIIIho.\ P"I'"H' • ~·1\IWJ/O\

tos copiados en esos manuscritos ofrece una serie de resul:ados inte-


resantes y potcn<..·ialmcntc uleccionadorc!\. Incluso limilando nuestra
dcfnición de manuscritos cristianos ((primitivos)) u los que puedan
fcc:1arse con ciena seguridad en los siglos 11 y 111. el imentario de
tcx:os es lo suficientemente amplio como para que resulte útil cla-
sifkarlos en \'arias categorfas. Puesto que nuestru objcti\o consiste
simplemente en dar cuenta de los textos copiados, podernos ccl)imos
a la información básica sobre los manuscritos en cuestión. para lo
cual utilizaremos los códigos convencionales usados por paleógrafos
y papirúlogos pam referirse ul contenido, la techa prohah:c y alguna
otn carscteristica 4 •
En cualquier caso. antes de ocupam1e de los datos. qJicro men-
cicnar algo acerca de las fl--cha~. Casi todos los manuscritos que ana-
lilJremos aquí están datados paleográficumcnte, es decir, teniendo
en cuenta la naturaleza de la «mamw del escriba. en particular la
fomla en que las letras están trazadas. Un juicio acertado exige un
co1ocimiento muy amplio y detallado de las características gráficas
de: los allliguos manuscritos griegos; cuanto más completo este cono-
cimiento. mejor. Sin embargo. la datación paleográfica s1gue siendo
una cuestión de: juicio. de• modo que cxist<!n dataciones discrcpantes
emrc los investigadores. a veces separadas por un siglo o más. En
cuanto mi. comprendo los análisis y argumentaciones paleográficos
de los c:xpcnos. pero carelco de: la suficiente: compctc:ncm para emi-
tir un juicio: por ello. aceptaré las fechas que proponen !os cspccia-
li!ótas. indicando si hay alguna discrepancia significativa 5•

4. Además de: l;t signatur"' fonnal del manu!lcrito (por CJcmplo, ?Vale 1J, mdi·
co ~ambién los númc:ros de rcfetencta de los catálogos imponantcs. Cf. la hsta de
ntle\ iatur3'1 p:.aru l!lk:''""11r !iU Ululn compleh,
~. Lu Ru~>< de l>utu"'d~ Ltbro"' :\nti~uus de l.u,;auus cU>AU) C!illll \olios'• en·
1á.ogo (pero no carente de errores) ni ~uc ~ 'u:ccdc fk)r Internet y nyo ob;c:h\o es
enumerar lodos 1~ l(Xtos •dil~anos•• de: época romana fhllp:' ww-..lnsmegt~os.
org·ldah: t. Para los antiguos manu~ritos juc.hos y cristianos. ndo, tmase el Cc~ta·
¡,~, de Van lf~IM (,¡ hicn ahum está al ¡Jo anticuado a la ha1 de la5 má\ n:dcntes
puhlicac•oncl> de papuos dc: <hnTin~o y de alguiUl\ le\tO) judlu!l encontrAdos ~n
C)CliVClcion~" de: Judc:a). Otro imrortnntc rccuno en Internet e:~ el Sistema A\lln·
;2.00 de lnfonnación Paptrológ1ca (.-\PIS). que incluye \·lnculo) ~on nmll!l fuc:nt~~
de tnfonnación Mlhre te:\tos literari<>5 escritos en Jl'lplro. pero de momento c:x-
ckmvamcnt~ papir~ «k una serie de in~titucione-s estadounídc:nso f hnp: ·/w\\ w.
Cl'lumhta .cdu cu/1" ell.1pwjcctvdig•htl/11pl!i ).
/.m· tf'.\"tfl.\ :.(¡

a) Textos ele/ Amiguo Testamemo


Corncn1amos con u4ucllos texto~ que son conocidos en In tradi-
ción cnstiana como el ((Antiguo Testamento)). Por supuesto. se trata
de un témlino algo an:acrónico para c)Slc) periodo. es~cialmcntc para
el siglo 11. L.a expresión connota cierta asociacil)n )·comparación con
la colección de cscriws que conocemos como ccl'\ucvo Tcstamcntc.m.
Sin embargo. aunque Jnu senc de textos que terminaron por l(mnar
parte del f\uevo Testa:nento ya estaban en circulación y los círculos
cristianos los \'aforaban cada vez más. junto con las escrituras he-
redadas de la tradición judía, los limites del canon cristia1w tuda\ ia
no estaban firmemente definidos, y todavía quedaba por resolver la
cuestión de qué cscritcs debían ser incluidos. Es decir, ni d ((Antiguo
Testamento>> ni el c<Nuc\"<l TestamentO>• eran en aquel momento una
lista de textos ccrradu sobre la que existiera un consenso general(•.
Por consiguiente. ambos tenninos resultan en cierta medida anacró·
nicos al referirlos a la epoca que estamos tratando. No obstante. es
conveniente repasar en primer lugar los testimonios de los primeros
manuscritos cristianos en relación con aquellos escritos que ucabn·
ron por fonnar pan e del <<Antiguo Testamc:ntm) (en el sentido más
amplio del ténnino. cCtmo queda reflejado en las tradiciones católica
y ortodoxa). y en una §ección posterior los testimonios de los textos
cmeotestamcntarios)),
Es preciso tener en cuenta otra cuestión preliminar que requiere
· algunos comentarios: en algunos casos, especialmente en relación
con ulgunos manuscritos griegos de textos vctcrotcstamentarios, es
dificil estur seguro de si el anetacto procede de un ambiente judío o
cristiano. Tanto los judíos piadosos como (la mayoría de) los cristia-
nos de esa epoca comideraban que esos textos eran Escritura·. Por
razones olwias. los mr:nuscritos bíblicos griegos que puedan fechar-

6. Cf. un ~ve: panor.1:na de lo~ pru~ros paS<)lt ~n d desarrollo del ""Mon cri~·
tiano en l. M. ~cDonald. Ca11on fofScriptu~J. en EEC l. 20S·210. Pans una re·
flextón mi." utensa. cf. l.. \f. McDonald-J. A. Sandtrs (c:ds.). Tht: Gmmr fkl){¡fc>.
7. Por !lupuesco. lo~ crisUilllot- marctonit&U• )' prob.lblcnlt'nlC' mlk:ht~ <k lt~ ~ut
los invcsl•g"&'rc:-s dcnumiran cnt-11anos ~'JJnOSttco"'' r«hv.ahan d t\rt11~uo 'l~slll·
mento como f.scntura. He plamco~do que uno dc:- los ra~go:.o; fundamenules de lut-
'h\,;ul~ que: ~umpunlan el uistianillmo '~pruuMmudo:m» c:ra c-1 hc:dtu de: que: ...-om~•·
deraban las ~rituras de la tradición judia tarnbicn como sus escritura.-;: L. v..-. Hur-
tado, Lonl.lc·"i' Chrat • .S\14-4')(,.~6~·~7~ (St•nnr .lc·,u·rutc>, ~)-~h~.MM·M4).
_,,
se con seguridad antes de la aparición del cristianismo. por ejemplo
lus de las excavaciones de Judea. así como los escritos cll hebreo o
aramcu, sin duda pueden considerarse judíos•. Del mismo modo. su-
poncmus que los manuscritos que contienen textos cristianos. como
los que tem1inaron por integrar el ~ucvo Testamento. proceden de
un ambiente cristinno. No obstante. rcsuha más dificil dctcnninar la
precedencia religiosa de los manuscrito~ de textos vcterotcstamenta-
rim de los primeros siglos de nuestm era.
Con frecuencia los exegetas se sirven de d~tenninadas peculiari-
dades de los manuscritos. y normalm"-ntc hay un amplio consenso'1•
Por ejemplo, las palahrus abreviadas de una l(lnna carnctc:ristica, co-
nocidas como nomina sao·a (de las que hablaremos en el tercer ca-
pít:Jlo) son generalmente consideradas como indicios de un probable
origen cristiano. Asimismo, a la hu de la temprana preferencia de
los cristianos JXlr el códice, a menudo los estudiosos crc:en que los
manuscritos de textos del Antiguo Testamento en fonna de códice son

S. Cf. 1:. lo\, Sailtc~l f'm,·ua.,, :!~J-.\ !<1; Id., Tht· (in•,•lr. Bthll<lll 7C.•.t:l\ /"'"'
tht• Juclea11 De•_,,.,.,,
o Pór ,.Ja>mf'lo. d. d resumen que presenta E. TO\', Scrihtll l,tadin·~·. 303,
También la ~fle:<ión de Roben Kraft: http:::ccatsas.upcnn.edu1rs!r¡k;je\\ishpap.
htni~Jjewishmss. Kraft propo~1ona una li~ta 1ctualitada de manuM.Tttos biblico)
en ~rie¡o (\:on fotogratlall) fe~· ruad~ en el ~itth' 1d.C. y en éf)(l\'1.~ antC'rio~~ 1por lo
~UC' ~uclen ~onsidc!'llNc: Judiui): 4QI.XXI>c:ut c4(Jt22. fr¡~mmt" de pcrlC111111nu.
De11~ronomio. ruJio. si~lo l111.C.): P.Ryl. 45~ Urattmcnto de Deutcr'l>mlmio. rollo
de í)apiro. siglo 11 a.C.); 7QpaplXXEx C"Q l. fr.1gmcnto d~ Éxodo, rdlo de pap1ro,
ca. 100 a.C.); -4QL.XXLcu (4QII~. fm¡tmcnto de un nlllo de per¡tarnino .:on l.e·
vit co. ca 100 a.C.); 4Qpapi.XXLcvb (4QI 20. rollt' de pap1ru con l.e\·ftico, ~•¡lo
laC); 70LXXf.pJer (7()2, rollo d.: papiro con'" Clan" de Jcn:rnlat -llar h ·, ~~.
lOO a.C.); P.fouad 2ó6a (rollo <k papiro con Géne~is, siglo 1 a.C.); P.f'ouad :!Oób
(rollo de p;apiro 4-!on Deuteronomio. ssglo 1a.C.); P.J=ouad ~66c (rollo de papiro con
Danc:nmomio. siglo 1 a.C. •: 4QJ27 (ccparáfrasis de Éxodo,•. rollo de papiro. siglo
1a C.); 4QLXXNum (4(}1 21. fna"mcnto de rollo d~ p.:ra~amino. fina't$ dclla.<..'.);
Mlk\·XII~r ttfab 2··3, rrasm~nto de rollo dt pcrgamlntl 'on los pwfeta!i menorcll,
ti~ dd !ill.(lo la.<.'.»; P.Oxy. H22 t frag~nto de: milo de: papiro c<•n J,lb, ~iglo 1
a.f.); P.Oxy. 4443 (ftagmcnto de rollo de: papiro con Esttr. final~ del sittlo l a.C'.
o ~omienzos del 1 d.C. ). Además. Krafi incluye: ~:sttM manuscritos: 4Q 126 ( frag·
mC'nto de rollo de pcrgltminu,texto aric:go no identifkado. fine-s dclla.C.); 4Q127
(4QParáfrasi!i de F.xodo, fragnl('nto de rul1,1 de: papiro, finalc:~ dell¡,{'. ); P.fouud
20J (fra¡Jmc:nto de rollo de: papiro, texto ttric:tto no identtfic•do. st¡lofll 1·11 d.C.).
Cf.la lisia en E. To\'•.'k·riba/ PrtiCtlc~. 304-310. que: tncluye todos los pap1ros. ma-
nuscrito• griegos de text~ blbhcos ha.orta el siglo IV d.C También Kraft presenta
una hsta de manuscrito~ grte{u~ antiguos (así corno otro5 dato§) qlle plantea que
pueden ~Judío~ o tn~hano\.
l.o.' I«'Ji/O'

probablemente cristianos. Por el contrario. el uso de caracteres he-


breos para escribir el nombre de Dios e~·~·) sugiere '-Jlle se trata de un
manuscrito prcpurndo posihlcmcme pam un uso judío. ~o obstante.
el problema surge porque algunos manuscritos combinan esros rc~s­
gos. dificultando así discernir si su procedencia es judía o cristiana 1".
Al hilo de l01 exposiciím me referir~ a esos casos mús complicados.
Por t(lrtuna. son rclativ;amcnte pocos~ para la mayoría de los manus-
critos con textos veterotcstamcntaríos lo~ exegetas coinciden sobre
cuáles deben considerarse como primitivas copias cristianas.
Dudo que mi pro¡MJSito en este momento es mostrar la variedad y
el número de textos de los que dan testimonio nuestros primeros ma-
nuscritos cnstianos, en las páginas que siguen simplemente cnum.:-
raré los textos. indicando entre paréntesis el número de manuscritos
de los sislos 11 y 111 que los tm~mitcn. Tras ello. nos plantearemos
algunas cuestione~ y harcmo!' algunus deducciones. He procurddo
tener en cuenta todos los manuscritos cristianos en griego fechados
en los siglos 11 y 111. incluyendo algunos que están datados entre los
siglos 111 y IV d.C (por ejemplo. ca. 27~-325 d.C. ). En notas a pie de
página he a1ladido algunos comcnturaos sobre: dc:tcnninados casos en
particular. Para buscar más infomtación sobre los manuscritos más
rele,·antes. es preciso consultar el Apéndice 111 •
Estos son los resultados: Génesis (M). Éxodo (8) 1 ~. Lc\'ilico (3 ).
Números ( 1), Deuteronomio (2). Josué ( 1), Jueces ( 1). 2 Crónicas (2).

10. Por amicipar aquí la reflexión soh~ esto!' tema~ que apa~crá más adc:·
llnle, c:stoll prohlemácu:o~ -nanu~K:nto~o pueden ser unu pru~ba de que en C:MlS pri·
mcroK "'¡los el ~ontacco e lltcf\:nmhto rntrc: qutcm~ idcnltlkarílmOll como judlos
y oomo '-"fiscíanos ~oi~uió go/Jtndo de ma)·or \'ttahdad de lo qU< a \"C\:Cs creemos.
11. Cf. el repaso a las ;;opia!O de lc:xto~ vctc:roccMamcntario!' en Oxirrinco que
hace E. J. Epp. Oxyrlz.mch11.,. .\"~.,- k.'ltamem Pap.ln. 1S-20.
12. Sobre (jé~.•i.'l: Trn de~~~~ rer.ultan nlgo más ditlctlc~ de utc:ntifkar con
eeauridad Cllml) Judlu!' Cl cmhMO!I: P.<hy. 1007 (un c(ldicc de pcqtatnino. ~hl
con el tctragr6maloo c~rtl(' ~:omo lZ ~on un tnuo hof11ont4l ~''rumdo amhc)~
caractel"e$): P.Oxy. 656 (un códice de: papiro. c:n c:l que xúl""~ oo se: encuentra
abn:viado); y P.Oxy. 1166 :un rollo de: ~ptro). El manu~ríto griego con Géncii~
mú antiguo que ha llesaw a no!Wllros e::!' P.Fouad 266 (un nlllo de p.Jpiro ~on
~¡, )' l>cuh!'ftlOUilll(l), qu(' " ~'olU.'ill de: 'u d.:~ lucillO ( ~tglu 1 a.C.) e:" uh\ mmente:
judlo y no csú incluidn en laa c1fru lolalaqui dadA.
Sobre Éxodo: lndu~·c: P.lfarris 2.166. un rollo de papuo del siglo 111 d.C.. que
.aJUilOf' han idcncifteaoo C(llllO judio. Tal \"C:t se: trate de una anll>lotlia. l1lU que del
textoconunuode Éxodo. por lo que puede pro''"-nirde un conte,toJudloocri~u.ooo.
Hemos incluido en c:IMal >.(hy. 107~ (un rttllo de popiro del "il(hl 111 d.C ).
/.O\ J'l'lnllt/l'tl\ fMpli'O\ t'l'i.\IUII/0.\

Estcr c2r·'. Job ( 1). Salmos e18) 1\ Proverbios (2). Eclesiastés (2)·\
Sahiduria ti ). Eclesüistico ( 2 ). lsaias (6):'·. Jeremias ( 2 ). b:equiel ( 2 ).
l>wticl (2):~. Bcl y Susana ( 1). los prntctas menores (2)·'. Tobia!l (2)
y 2 Macabeos ( 1f"~.

b) 7i•x lo.\· dd Nut•' ·o Tt.•.,·ramemo

Una vez más. me limito simplemente a enumerar aquellos cscri-


tm que acabaron por contonnar el Nuevo Testamento a!estiguados
en manuscritos fechados en los siglos 11 y 111 d.C .. indkando entre
pa~ntesis el número de manuscritos que contiene cada cscrito:u: Ma-

13. Sohre Crónica.\: Esto~ do!' (P.Lond.Christ. ~ y P.Barc.m\. H pu~dcn ~r


frll¡tm&:nto' dc:l mismn manuo¡~o·rihl. ('f. VIl ~ 1 t:Jni~. '](,)
S4.lhrc f.:,ta: Adcmát. ha;.- un nntil(UU rullo de ~p1m eP. O>.)·. 4441 ), 'IU( pue<k
~r pc:rtc~tamentc: JUtli~,
14. lndu>e PSI ~.921 \', un opistógrato; P.Harris J 1 (rollo de papero. stglos 111-
IVI: y también P.Vmdob.G. 39777 (milo de pcrgaman<.l, ~it;los 111-IV d.C) ~· P.lJan.:.
In\. ~ ( 1'\'lllll de (lC'llaminu. ~()nliCI1/0S d"J SI~ lo JI d.C. ), Jos cuaJe-. ht~n pueden 'iCf
JU(in~. hduyc: utro~ 44uc p:tr«:cm ~r un urnulctu IP.Ryl.Gk 1\dl!.Box .l. 1, N), un
eJercicio c:scolar (P.Ln.L.cmd. 207) o una stmplc hoja tP.Monts. 111m.. 10).
1S. P.Mcd. 1.13 eRahlls ~R9, VH .-264) ,. P.~1ich 3.135 ( Vlh265 ), amholi ho·
jas suclt.ts de un códice d.: papiro. pmhahlemcntc forman parte del mismo manus-
crito. El orro. tfamh. Staat!-·linl\·, B1bliothck pap bil. l. contiene (en -:ste orden) un
tc)to en gncl(o de los ll.·c·hm ele: Pahlo, Cantar de lo~ ("antntc\ ;.- l..amtnlaci<mc'i
en layúm•co .tn:1ucn. ,¡si \0111o el tc\to 4:ompletu de Edc:\ta."tC::. en lt'l<'l(ll.
lh. lnc.:luyc 1,.1\lcx. '""· 203 (\'H ~JOO: RahJf, SSO. srgl05 111-IV d.C), un
rollo de papiro en c:l que hay un c:jc:mplo de Xl\.lC.o; cscritQ medtante la abre\-aatura
x;. V;m tladM lo jut~n ''J"'obablcmcntc jiKiiou, No ub!itlntc. ~ta Clpinrón pucdc
dcpcndc:r Cc'.Cn cM;~?) de la prcmt!ha de que en &~qucllo~ momento,; lOdo~ h)li en)·
lllllO~ sulmmC'ntc cmpleo~~ban el cúd11:c para "'u' texto~ de l.a l:k:flturu.
17. Sobre l:.'zc•quit!l: P.Chest<:r lkall~ IX-X (puhli~od..\S por SCJl'lrado y umdus
pastcrronncnlc:t contenía (en este orden) Elcqu•el. Daniel (con ai\aoiido~ ~:tric~Olil
y F.~tc:r.
Sobre IJam&·l: ~" indU)'C P.l.1t.lond. 211 tun wllo de pcrg.ammt· del Ml(lo IV).
1X. 1)( c~t~. MPI·.R 1M, 2~7.:onllcnc cxdu"I\Anlcnlc 0~4" )' .\mú~o. Adi,w·
nalmcntc, <1 codicc: ('rosby-~h··~·cn 193 (un püJllfO del •uglo 111 d<.'.) mclu)c el
mis antiguo texto completo de Jonú. pero .:n copto $3hídtco. Cf. di\ebos estudios
sobre ~te códace comp~to en J. E. (ioehrant: (cd.). 71,,. Crmhy-S<·ht~"'~" Cadc.•.t.
1~. F.l únrco tc~tirnuniu ~ una \'C/ má'> el códice CrtlSlly·Sch.•yen 193. que
otr'-"'t- 2 Ma' en 'illhil!ico.
2U. t't', E. J. I:Pfl. Onrhynduu :\'t•n 1é·.,tllmt·m p,.,r.rn. 14-lloi, 'fUu.•n rcp.~ll
lúii manuscritos ha~a d ~·~ll' IV d.C Dcsaronunadam~ntc. f«ha de: ronl\4 errúnca
siete copias del PaJtor ck Hc•rmll..' «;algo anh.-s del 200 d.c.~, (p. IU. IJe acuerdo
coo mis cálculo~. puede haber ocho copia!' del Pa!llur de Herma,· allleno~~ al 31KJ
d.C. re«' a lo SUI11C' ~ul.amente lrc" pueden t'c\:hm~ untes del 200 •.r. (.'f la má~
tco ( 12 )~'. Marcos ( 1 ,=~. Lucas f 7 )~;.Juan ( 16 )14• llechos ( 7 ). Romanos
( ~ ): '. 1 Corintios 12 ). .:! Corilllios ( 2 ), (iúlatas ( 1), 1.: 1\:sin~ C:l ). Fil ipcn-
~s (2), (.'olos~·nscs ( 1). 1 Tc~thmiccnsc:s (.l), 2 Tc:~aloniccnses C2).
Filcmón f 1). Tito ( 1). Hebreos (4 );1', Santiago ( 3 )~ ·. 1 Pedro ( 1f'. 2
P'-~ro ( 1>. 1 Juan c¿.l"!f', 2 Juan (¡,1"!)'". Judas (2) y Apocalipsis (3)''.

oc<rtada atim1aó6n de t:pp fp. 17~. c.¡uu:n Mlstt~nc! c.¡uc las copias de ltermas c.¡uc:
se: han conscf' ;uln «se di~t~ibuycn C\lllitati\'amcnlc: desde tin;~lc:s del stgklll ha~la
el ~1glo IVu,
21. :\J~unns tfc Ctilm tnllfiU'(<:fitO!o tncluy.:on dt\\ O rnA\ C\'otn~Cht'': r•,. H. 'hc,tcr
8catt~ l. (Uillro C:\·.anltclllt:S ~-Hechos); 1•, (l•.tm Bah.Nat. 112CH • P•.• 4\1ag. 11\)
t P~· ( P.B.m:.l ). hu>· a<:cJlLidu ~umtl un m;mu~¡;rtlu que ~olllacnc .11 mt:rk~ MJh!('
y Luca."; p., (P.Mtch. t-.652. sólo sobrc,ivc:n porcionc~ de Mateo ~- Hc:~;hO$); y
Grcgory-t\lnnd U,., 1 (P. B(rl. 116!0. Mateo~· luca~. pc.-ro muy prol\ablementc del
Si81U IV).
22. 1-.1 liiU~t) rnanuM.:ratu 'JUC d.t tc~llmonsu del C\.,n~clw de: \1:uctl~ de tu~
siglns 11-111 e' fJ,. cP.Chc,trr Jkau~ 1).
23. Varios manuscrito~ c.onta<nc:n Lucas )'otro u otros ~\·ang~hos: P.~ c.P.t'hes·
ter Reatt>· f. lo~ CU2U'o C\ll1gelins y Hc.·dlns~. p .. (P.Bc'ld.XIV-XV. Luca~ y Juan~.
P~ .. P...,- P~· (\huro y lu<as•. (.ir([lory-Aiand 0171 eMateo~- Llh:a~).
24. Al¡_,tun,•~ c\Cl(cta.'i cchdn cuatw de: cllm• en el "'t:lu IV d.C '' andu'n má~>
ta*: JI.,. ftt\~ <ircl(Or}·t\land O162) JI~·. En todo ca~o. c:n tu~ prtn\Ctlll> manu~n·
cos Juan y Mutc:o Cloti\n atc!sltgu~adch con mudw mayur fr~:cucn..:i;' que lth dcm:h
e\•angellos canomc~.
25. Exclu)·c:ndo P•:· 1PJfc¡dc:Jilcrg -'5 ), ti:( hado en 1~ sa~lo~ V· VI d.{:. por c:l
editor q~ puhhcú el numu~nto.1"Cro en el si~lo 111 d.(·. pur K. t\land. Stwlic•n :ur
Oh.-rllf:/c•rrmg •"'' :\'c•rtc'll7i··''"""'"'' wul h'mc·• TC'.llc'.\. JI)~.
2b. lndu)e. en cual'lu~r caso.lt,: (P.Amherst 1.3. !\Jglos 111-IV d.C.¡.amuleto
en papiro o c:,terc.:u.:io de: '-"S\:ntura·?• ~· P, 1 1P. O~ y. (t~ i · PSI 12.12112, si~los 111-IV
d.C .• pap1ro opistó~rafo. coo Hebreos C!icrito en el 'uelto de un rollo ongmalmemc
UNdo p.1ra Ct)pmr el Epitnnc de Ti tu ll\ "' ).
27. De l(k!t>s modos. dm. de: ello~ 1•:• y P " C:\tan fcchodo~ c:n los ~•i&lm.JIJ.
IV d.C .. rusci~ el tima! \!el ~mltio que no\ intcr~!k-.. o tul \'f!l dc!ipuc~ de el.
2K. Adem.i;;, el c.:ódtc:e Crosb>·Schoyc:n 193 indu>·e una 'opia en co¡Mo s.ahi·
dico de 1 Pedro. que puede ser el más antiguo texto \:omplcto de: esta cana.
29. 1::1 unk:u tc!ltimoni. >11\dllU~ritu es P~ eP. O~ y. 4t12 ). 'fUC 1",,
lu ~(ncr.al ~e
fecha en los Mttl,,s IV~\' d.C. au~uc.• Aland lu MlU:i c:n el Mglo 111.
JO. Una unte.:;~ hnJót 'k un cúdi'e pat;in:uk• .. ugtcrc: que c:l m¡nuM:ritu com·
pido, P.Am. 1.1 ~ türcgof)·Aiilnd 02J2). pudo ha~r 'ontenido una ~olccciún de:
escritos joánu:os. que: int:lu ría c:l c\angc:lao de: Juan. ApocalapMs y la.' cartas .itWlJ·
cas. Por ejcmrlo. cf. VH 5~~. y mt postcnor rctlcx~<'ln mis addantc: c:n este: mism('
capitulo.
J l. lndu~c lt,, e,,,(hr 1U7 11, !oJglo~o 111·1\' d.l'.. milo de: pap1ro upr'lt<)t,trnt(,,
Apocalap,is en c:l \ uc:ho, l-:\t~u c:n c:l r«tu). 1•uc:dc: "M:r utru J'Arlc: dd nusmu wll('
que P.lfAO Z.J l. 'fU~ l<uub..:u \:0111&\:m: un f•~Sttmcu\u ,,k AJK'I\.:<tlip~i~ \:11 \:1 HK:hv
de un rollo. ('(. la!o c:nignut11:as rdlcx1oncs sohre est~ manuscrito ~n 1:. J. l.:pp.
(}xymlrrtdiiH \'t•l\' TntanJc''lf PciJ11'' i. 11<·1 '1.
.W /.o\ pnmlllwn poptrll.\ .n,twno'

e) Otro.'i escrito.\· criHümo.'i primiti\'m;

Junto a Jos e M: rito~ 'lliC se cnnviniercm en ~mu)nko!\, el) los rrimc:-


rm manuscritos se coriaron otros textos cristianos. Entre dios se: en-
cuentran los llamados primiti,·os «apócnfos)) cnstianos. <:s decir. es-
critos ((!iimilarc:s en fonna y contenido u a a~ucllos que tcnninamn flor
coastituir el ~UC:\ o Testamento. '-JUC: con frccucncin se utribuían ;tlgim
tipo de autoría o autoridad apostólica. pero que no fueron incluidos en
el-:anon cristiano (aunque quizá algunos de ellos fueron lddos como
Escrituna en el seno de detcnninados grupo~ cristianos)•:.
Los ccupócrifos•• cristianos recogidos en los primeros manuscritos
incluyen los siguicntesn: El-·angelio de Tomá'i (3). Pn.Jtoc.!·.-,mgt'lio dt!
Samiago ( 1t}4. f."1:cmgelio de .\/aria (2)''. E\'t.mgdio t~Egc.•rtoll" ( 1,~.•
f..'wngt'lio clt• Pc:dm ((.2?)'', E\·cmge/io td·i.n·um•, ( 1) 1/c·('/to.\ dt'
1
",

32. Parafraseo la dttinición de t4apócrifos .. cristianos de O. \1. S<:hokr. Apo-


ct·yplw. :\'t•w r.~,,,,mt',t, en EH" l. i~- 7i.
H. \io ~ mcluuln en ~stc caso d tC\Io que ante~ lí~ cr~h• un <•salmo naascfkl>)
'P.Fa). 2,, al "'C'J'Uat el zuu'lli!iis de C. 11. Roben,;, .\lmm,o·ipt. 1< 1-~2. J'olra \~Ut~n
mis ht~n se trata de un rdatoupagancm desconocidH de un;l \'i~ila al inri.amund(l.
l.S fltexao uambién conocido como Nutn·idud de· ,\lctria, ~s putc: de: un có-
dice comrue~to que conli.:ne la correspondencia apúcnta entre Pa~lo y Corinto.
las Oc/m de .~1/omtin. la cana de Judas. la J/onulía /'a{CIIcll de Mdu:m, 111 primera
y set~undl cunns de: P~dru. lo~ salmo!' ~~ ~4. )' la Apolo~ia ,¡«' f:¡J,•w. l.os dos
ultimos h:~to~ se ·~han en C'l Stttln IV.~ lo~ c:laboriiCH)n del et'Kitc~ c~·4 dnlddd c:n la
mismos época. Cf. M. Tc:stuz. l'dpynu Hoclma V/1-/.\", aument.1dn )' corrttlido pnr
F.. G. Tumer, The T\pologl· <~(tire Ear~~· Codex. 79·S2 (que trata d( tSlc y de: ouo~
c:jtmplo~ de códtccs cHmpuesco~); cf. 14mbtén T. Wll"SC'nmtn. Pap_,Tll.' ;:.
JS. ('f. ahom l1 rctlcx¡{m \Ohre lo~ manuscritH~ del f.\·un.~tc•/w ck' .\f11rio de()
l.thrmann. 1>té ''fi(Jc')1''' l((!u·orrJc•tJé'' f:w.mg.·Jt,.,,, 10~- 124.
36. P.Egenon 2 habi~ stdo fechado amcnormmtc en tomo al ;~O d.C.. pcrf•
r~tentc:mmcc: lü ha s1do nt tomo al 200 d.C. a la lu1 de oln' fragmente del manuscri·
coque ha s1do 1dcntilkado ( P Koln 255 }: \t. Gmncwald. {.'ubc•kanntt'J /;\wt~clmm
oclt-r Emnga•JwnlmmtcJmc-; 1>. Ulhnntsnn. Apoi.n1''' g,•wtml.•trc•n f.\tmJ:••IIc·n. 12~·
141 P.l:t:crtlm ~ comptCt\lk ~ hoJil" )' frutJmcntu!- de una tcl\·cra ht~" de un ~:6dtcC'
de papiro, y no qucxb daro st C'ltc:xto ena un C\ llll~eho d~orn~ adu u una anndni¡a
del material smóptico. Por eJemplo, e[ J. K. Ellio«, nrt· Apocr)pJral St'\\· Ttostcmk'nt,
3i-40 (aWlque 'bonora la revisión deJa techa): también lot tesis dtl\:torJI de J. l>anicls.
T/tr Egc•rton Go.J¡~·I. Wieland Willkcr ha .:~ado una f"'a!lin.l wch 'lohre d manuscri·
ro. http:::ww" -u~r uni-brcmcn.dc·- "IC':f:~C"ntn'l:gcrt•'n humdnml
37. [). Lohm\ann ha propuc~to \IUC' rruilmcnht\ de dos m~nu!<Utto,. dtMmtm••
P.Oxy. 2949 ~· P.O.w. 40<W, !\On panes del f.'wmgefl~, de Pr!clm: ..:f lUhm1:ann. 1'0.\
2949 y POx 4009 Como scl\aló mis tarde. es una t~is dsscutida.
3tt 'So queda totalmente daro si ~te fragmento compuesto JXlr stcte lineas
(fVtndoh.<i 232~, es p¡rtc de un e\llntt.:liod('lcunn"'tdo u unll c~~u.· dC' mtcr·
/.ti\ '''.l/tJ.I 3/

Pablo (3)1". Corre.'ipot~dt•ncia t.'1111l! Pahlo y Cnrimo ~ 1 )411 , Apocalip-


·'·i.\ ele Pr!dru ( 1)" 1• •·lp·'n·ri/o de.• Jam;_, y Jamhró· ~ 1)~: y A¡uín·!fú dt.•
:\·loi.'i<;!t ( 1)41 •
Pero existen ademas otro tipo de textos crisuanos primiti\'OS.
Algunos son conocido)S por copias posteriores. En otros casos. su
identifkaciún depende de una deducción basada en las semejanzas
de los contenidos con las referencias u textos concretos que encon-
tramo~ en los primeros autores cristianos. Finalmente, existen textos
que somos incapaces de identificar. De nuevo me limito a enumerar
los textos. ofreciendo algunos comentarios en notas a pie de página:
Pa.'ítm· clt! llc!I'IJW.\' ( JI )4•. lrcnco. Colllra lo,,· ltc!t't:/e.,· C2 ), Mclitón,
l/onulic1 ¡m.,cucll ( 1), Mclitón. (:So/m~ lc1 pn~{t!da? ( 1)•\ Mcluón.
¿Himno pasc11al? ( 1)¡(', Taciano. ¿ Diatf!.'>'lóciiYm? ( 1)"\ Odas de Sc1-

prtlacJún del matcraal de los C\ ¡¡ngcho!> ~mórti~os Para una brcw 11111-udu~''')f' y
tradu,ctón. d J. K. Elliou. ...fpu<.·ryphul :\'t'w Tc'.~tan:~lll. ·B-45.
39. llt•chm c/t> Pe~blo es una C(lnlhin.Kil)n de tres textos: Jos Ht•cho., ck Pahlo
y Tec:lc1, la corrt•spo'"'''ttt'u. t'nlrt' Pahlu r lo,\ wrintzm. y el .\turtirw ,¡,. l'czhlo. Por
ojcmpl\t, el'. Vlf MW; J K. l:lli<ltt, :fpoc·rypJwl ,\o',•w f,•.\lamc•nt, HO·JXQ .
.&0. 1: •íla~ ~3M M iipl~tltlUo l(>rrru&ll JW1e de la colcc,Ícin de mntcmtl que IU.'<tllt'l
formando lo!i 1/t~rhuf c/c• P11hlc,.
41. Lo que ames eran oos manuscmos catalogados por separado ( Bodl. \tS
Gr.th.f4 ~· P.Vindoh.G. 39756) hoy~ C(.msideran panc!> ck uno solo. El manuscrih,
de la hibh<'t«a Bodh~1an ~ 1'-'\:haba llntcriomumtc ~n el ~·~lo V y d (ttru en lol'-
sialos 111-IV. Ahura 11cnde u fnor«cr~ '" d.Jt~tción mil• temprana. lo que: col\1\:t~
al manuscrno hada el final del pc!riúdo que nos <k:upa.
42. E$tC: texto crislianJ apar~c en d 'udto d< un rollo. encontrándose <:11
el r«to un texto hcrmétic(l o ~~gn<~ticon d~·onocidu. prohahlemcntc pasano u
an~rior al cristiam!lmn.
43. P.ludg.8at. 11 W ulfltprendc \cinti~u"u JlláaJin~\ de un c<'tdtcc en J)lflU'tl
q~ conucnc dos ~latos de la ~rea.:aón y fónnulas nlásac~'i. qua.t.á~o procc<kntcs de
un pupo o una tendencia e~ot~ica u ~<gnóstica". Por ejemplo. cf VU 333 ( 1071 ).
44. Uno de ellos. P.Ox:1. 404. e->tá datado entre los siglos 111 y 1\: hacia c:l rinal
de nu~stro pm.ldo o JUMo (.e1orué~ de él. Otro. P.Oxy. 1~2M, un cúdu:c en pcrpnu·
no techado en el sitdo 111. ruede ser panc: del mismt, manuK~nt'l que P.<h.y. 17SJ.
datado ¡en el ~•glu IV! bh• pone <k rdie\·c el 'arQ(tc:r aproxtmadu de la datacaón
pa~gráfica y c:l grado de d1\·ergem:ia efllre los cspa:1ahstar..
45. P.Oxy. S (Vtl 682~ l4 identiticación no es segura. aunque gcMrulmcntc
le ecepta como la mejor tc:~i!' po5ible.
%, la idcntllkaciún n&a amph1mcntc ~eptadl. aun ~:uand'1 no~"' Ab~l,lutA·
mente seaura.
47. la enonncmentc r.;pcudtt Kknt1f1cacaón de este trag~nto hu Mdo 'uc:s·
tiotAKia con t\Jer7.a: O. e
far1c.er-D. G. K. Taylor-M. S. Goodacrc. Tht· Dur{I-F.t•-
I"'pos Grupe/1/armony;, e f. por olra panc J. Joostcn, The Dura Pan:hment cmd tht•
D•.JJflnm
/.o\· prumtnwi.\ pti¡JitYJ.\ <nHimW\

lmmín ( 1). Julio Africano. Bordados ( 1). Orígenes. Comentario al


C!\'•lfll{dio ( 1), Orígenes. 1/omi/ia ( 1). Orfgencs. lJc.• l'rim·tpin ( 1)~'.
Orciculm .\'ihi/ino-.. ( 1)~·;. Teonas, (:Contra/m mtmic¡uc.•o.'\:' ( 1)~'.otros
textos teológicos sin identificar (3 ). un discurso escatológico sin
identificar ( 1). otras homilías y cartas sin ident1hcar (2 t. un dialogo
judeocristiano ( 1)''. orncioncs (J )~:. himno a la Trinidad ( 1)~\ y tcx·
tos apotropaicos y de exorcismo'".
Me he ceñido a los textos «lilerariosH, aunque he sido algo gc:-
ncroso. Por ejemplo, es discutible si debemos considerar los textos
de exorcismo. En cualquier caso, hay otra serie de teslirnonios que
parecen ser hojas sueltas con breve~ oraciones, himnos. etc.'' No
obstante. lo enumerado bastará para mostrar la diversidad de obras
que empleaban los cristianos en esos primeros siglos. Lna vez pre-
sentado este conciso im·entario de tcxros. pascrno~ a planteamos al-
gunas cuestiones. o hacer diversas observaciones y a llevar a cabo
ciertas deducciones.

41'1. :\lgull4.)s ellpc~tllh~ta\ fc~han este: nuanuscnto ~n el ~•~Jio 111, micntra~ que
o~ \!onstdcran mas bien 4uc per1cnc\:~ al stttlo 1V.
.s<J Pnr lu l,!~ncnd. ~ coMidc:ra que los Ortú u/tJ.\' .ühilm~.u ()'de manera c~­
~iallos libro~ 1, :! y 5) pudt~ron haber tenido ongen c:n un rontc).to JudiO, ~ que
posteriormente fueron aumentados por mano~ cmtaanas. Bu:n podriu tr.uarS<- de
u• manu!lc.:ritn JUditl.
SO. leonas fue oh•~ de Alc:Jilndri:a del 2M2 al J(Kl. Se tnata del n~ unuguo
tc:,.to antimaniqut'o c:orwxido, aunque procC(J( del pcnodo final d: la epoca qu~
n•.>S interesa.
~ 1 P. O,. y. 2070 con!'lhl ~ do~ ~olumna~ C!ltropea<W de un diiJo~o antijudio
en el reClll, y de otro tc\lo escrito cn lema cu~i\'a postc:nor en el nclto.
52. Cno ( BK T t,,(,¡; VU 7.22) p.lrt'CC: ~cr una compiln~·•ún de omc:toth.'!o, utrn
eP. Woub. 3; VH 1036) puede ser un texto cu,aristt~o y el tercero (P.O.\:)'. 407; Vtf
~2) es probablemente: Wla hoJól such..1 ~da como amuleto, y por {On~ittutcntc nu
e~ c:~trictamcntc un texto <41iterario•• cnstiano.
H. P.OX)'. 17~ contiene un htmno en ~1 vueh" dt unll hojn MJciiAI de p.-.piro
(¡·un documcmto finnnctcru en el f«lu), cun la mas anll~uu notacioo mu,•cal cw••
ltan.t llegada a nosocrd~o.
54. Se cr« que: uno de ellos ~P.Fouad 203: VH 911) probablemente sea una
suplica Judía contra lo) cspintu~ impuros ~MI opma. por CJc:mplo. Van Uatlst t.
rüentra~ que el ntr,.., eVfl ~~0) C!o unu hoja ~udta <knada c:nrolla<U dentro de una
\'aja de urn, por lo que nu e" Cl'lnc:tamcnte un IC:\h• •<ht..'rario,. crttluJno, smo mn ..
f'.1cn un amulch~.
55. l.a sinopsis dc:l pro~·ccto lltuladu Hl•apyn from thc RiM: of t'hrishamt::.
in l::gypb) (PRCE) pretende ofr~cr una lista completa de papiAlS qu~ puctlc:n
<onsidcrarse d~ onl(cn ~ri!'t1.1no: http·:·ww\\.anchist.mq.cdu.au.:&_..,cccntrc.·l't)nS·
pe.: 1u~.'"' f.
1 tl\ ff".\'/tl,\ .U

2. CL'FSTJO\ifS. ORSf.R\'J,(·ro..,.r:s y l>f:Dl.·< nn~Fs

Lll primcrn y rmis inmcduuu ohscrvaciún e~ que poseemos un


impresionante numero de textos recogidos en esos antiquísimos ma-
nuscrim~. Aunque casi todos son trozos, y en muchos casos meros
fragmentos. de los maruscritos completos. hu llegado a nosotros lo
suficiente como paro peder decir que los pnmcros cnstiunos COillllU·
sicron. copiaron y leyeron una considerable \'araedad de escntos. Aun
reconociendo los limites de la alfabetización (!n este periodo. In im-
presión ')Ue se tiene es que el cristianismo primitivo rcprcsent:tha un
1110\ irnicnto rclittaoso en el que los textos dcscmpct)aban una funciún
importante'(,. Tal vez podamos ahondar algo más. Si bien hay que ser
cautelosos a la hora de sacar conclusiones. estos datos nos invitan a
planteamos cuestiones tascinantcs. Una razón más para ser cautelo-
sos mdica en ')Ue solo se ha publicado en torno al uno por caento de
los t~uinientos mil mam:scritos que se calculan para este llCriodo.
Qui1.á la cuestión más elemental es si los manuscritos que han
llegado a nosotros rcfle.lan el uso que Jos círculos cristianos daban n
lo~t textos en los umbientes donde se encontraron. Un gran número de
manuscritos proceden C;e la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco. la
mayoría de ellos enconlrados en la escombrera de la ciudad. donde.
gracias al clima, se han conscr\'ado durante siglos~~. Aqua se encon-
traron miles de manuscritos (la mayorin fragmcnt:anos. y In muyorin
de textos de origen no c~istiano). que pcnnanecieron allí durante seis
siglos o más. ¿Por qué los manuscritos se encontraban en el lugar
donde se depositahnn ltts <kshcchos'! ¡,Se eliminaban cuando se dc-
teriornban'.' En tal cuso. (,t:unhién los cristinnos tirnban copias de tan

56. Se trala de uno de los principales subrayado5 del excelente estudio M H.


V, Gamblc. [ltH)4..~ a~/ H.c•tJckr.,. ('(. ltunb..:n J. Sa\\)'1:1, Stlf'rrcl l.ml~llllgt'.' '"'''
Soc·~cl Tt•.lfY. En ull!oululu fll'\'l~mlo t)(UPJ!rm~o• Jttui de la C''lfllnl''<i y cunthl\ ~o•n1di1
CUCJitón aceren del alcun~~ de la lllfahchl.acu\n en \1pc)\;a wm.1nu Pm cjcmrlu,
~. W. V. lfarris. Anctt!lll l.lltJ'Q('\' v M. Bcard t'l ul .• Literac:\' in tlw H.onum Worlt/.
Basta con decir que la c>.tcnsióÓ del alfabctismo no dctc~in;~ la medida <:n que
los texlos cmn inllu~·cntc~ y '·alorad<'!o. lnduso lo!' analiaoch""' pueden adrmrar
y ·~illr lo~ lt'XIU,., :l'll COI~h\ ~·r tnfluidu1i ror eli<U• :~1 uirln\ leer r. O. Tufll\·r.
GtwA: Pa¡,rrt, X2-S.1, ofrC\:c unn rt'lkxrún intcrc~ntc, mostr.u1do, rnr ejcmpltl,
qac en ulgunos C<l..,os uanalfah<to)l JHJ<dc sagrulkar al~uicn IIKltp.'t.l. de lcc:r gric'J!:o,
pero c:apaz de l~r ~gipciu (~ de\.:ir. demótico).
$7, La p..igina wcb de Oxininco po~~ informacabn d1spomb!c sobre la t:Xl·d-
-ión )' lo'i hulla/J.t(K: hnr:,..'www.~pymlt>tz)'.<'X.nc.uklmdcx hunl
p:-cciados texto~. incluidos los que consideraban Escritu:-a? ¡,Por qué
twtos manuscritos, paniculanncnte con texto~ cristütnL)S, son solo
fragmentos (por ejemplo. hojas sueltas de códices o troZ\lS de rollo)?
¡,5c trata simplemente del resultado de siglos de descomposición, o
refleja algún tipo de política o un intento de destnnr los textos antes
de arrojarlos a los montones de hasurn'!
En mi opinión. nn poseemos lu sutic1cnte inti:lmU\Ción para res-
JX>nder a por qué y cómo los textos cristianos t\1eron a parar donde
los encontraron Grcnfell. Hunt y otros. En cualquier c.aso. podemos
suponer que. inde~ndientemente de por qué y de cómo esos textos
liJeron eliminados. los manuscritos cristianos encontrados en Oxi-
rinco y en otros lugares de Egipto pueden refleJar a graooes rasgos el
uso cristiano de esos textos. al menos en esas partes de Egipto. Más
en concreto (y. unn \'CZ más. n:conociendn que resulta algo arriesga-
do). supondn:mos que el material que ha llegado a nmotros refleja
en cierta medida la variedad de textos. utilizados por lo~ cristianos y.
a grandes rasgos. quizá también la popularidad relativa de detenni-
nados textos de los siglos 11 y 111. En cualquier caso. no hay motivos
pan1 sosp....""Char que los fmgmcntos de Oxirrinco y de otros lugares de
F.gipttl tengan que ver con cristianos heterodoxos.
Sin embargo. debemos preguntamos si los primeros manuscritos
cristianos. procedentes todos ellos de Egipto. son representativos. al
1nenos de algún modo. de los patrones de preferencia de los cristia-
nos y del empleo de los textos a nivel más general. ta11to en el con-
junto de Egipto como en otros ámbitos geográficos. Por supuesto.
resulta peligroso generali1..ar panicndo de tun exiguos testm10nios .
.\demás, en esos primeros siglos. el cristianismo no era monocro-
mo en absoluto; existían diferencias. en ocasiones radicales. entre
los cristianos=-~. Probablemente los grupos cristianos tenían gustos
nmy distintos en lo referente n los textos que utili1.aban. Por ello.
r1o propongo ingenuamente considcnu de tom1a monolíticu las prc·
lerencias textuales de todos los cristianos de los siglas 11 y 111. No
·Jbstantc, me parece que debernos hacer uso de los testimonios que
poseemos. y pensar que probobk·mentc manifiestan los gustos de
~uiencs los utilizamn. Asimismo. cn:o que contamos c•m suficientes

58. He: tr.llado alguno~ .:aso~ <k ud1vcrsrdad radicah~ ~n d cristiamsnw d.!l s•·
¡tlo 11 en l.. W, llurcnd~•. /.cm/ ./e''"' <'hri:a. ~ t (}.~(', 1 (St•rl(lr }('~"'mio, 5N94•3~ ).
/ 0\ fe'.\ [O.\

razones como para suponer (hasta ~uc tengamos pruebas suficientes


en sentido contmrio) ~ue el ll"Stimonio de lns papiro~ de l:gipto es a
grandes rnsgos indicat \·o de las actitudes y de ht pruxis de muchos
grupos cristianos de lo~ siglos 11 y 111.
Uno de los motivos para adoptar \.'"Sta perspectiva es que todos
los indicios npuntnn n que los primeros cnstionos eran muy dados
a establecer mterconc:\aoncs. incluso a ni\cl tmnsregiomtl. De he-
cho. la época romana fue un periodo en que existía una enorme mo-
vilidad y se mantenían contactos a gran distancia~ por razones de
comercio. pcrc!lrinaciunes y otrast'. Eldun Epp ha presentado prue·
ba.~ de que los primero~ papiros crisllnnos. principalmente cgipc1o~.
reflejan una «amplia y viva interacción entre Alejandria y las áreas
exteriores. así como entre las fronteras de Egipto y otrns panes del
mundo mmanu ... y ... lu amplia difusión de documentos en este pe·
riodo primitivo))"·'. En otro ensnyo, Epp tamb1~n mostró que la gente
esperaba cn\·iar y recibir canas por todo el imperio, lo cual refleja
un c<ftorcciente ·comcr:=io intelectual'. así como un intercambio di-
námico de personas. lit::ratura. libros y cartas entre Egipto y la vasta
región mcditcrrimcaH'·'.
Por ejemplo. tcncrros al menos tres copias del Pm;tor ele llt·r·
mar que están techadas a finales del siglo segundo o a comienzos del
tercero. s lo sumo algunas décadas despu~s de su composición. Asi.
este escrito origmurio de Roma llegó muy ráptdamentc n Egipto y
parece que fue muy bien aceptado. Aún más sorprendente es la apa-
rición de una copia de Comra los herejes de lreneo. que ha sido fe-
chada a finales del siglo 11 o a cmnicnzos del siglo 111. Una vez más,
en un periodo de tiemJX• cxtrcmndamcntc: corto. un texto cmnpues·
tp en otra parte (üalia) llegó a los cristianos que vi\·ian en Oxirrin-
co (unos doscientos kilómetros al sur del Cairo). Tambi~n podría-
mos sc:ftalar las di\'ersa.s copias de las obras de Mditún de Sarde:~ (en

S9. Cf. L. CllS....;on. Trawl ;,, thl' Ancit•m Uí)r/d, y la rdlextón com~nida en d
ensayo de R. lbuckham. fc11· lf'Jwm 11-(,n.· tltt! (impc·l~ Wrillt'n:1 , .12.
60. E. J. Epp. Tht· Si,flll;(lcarwc o(!IJC p,,ryri, Kl.
61. E. J. l:pp..\e••• Ta•,ram('lll Pllf~\'nH .\fm"''' rtpl' ami l.c'll1'1 ( '¡¡n,.in.r.: 111
ONco-Roma11 Timt'·'· A mod·,l '''" .:.Jcmrlu ~(h~·•onal de la~ rnterrelacloMs entre '-m•·
tilnos a lu largo de 1~ línut.:~ dd ampcrto. ~bkolm Cll\'Olt me hahllt de UIUl \.':trua
clel •i&lo 111 ~uc: c:m ió un crisnano anónimo de Roma a otros cn5-uan\.ls de t:~tpto
(P..Amhmt 1.3 ), sohcatando cttrta~ trans.Kcnmcs tlnanc•cm..,. Cf. la rcllc\iún de
Cb, Wca5ely, lA·.• pltl\ muwt~l\ mommu''''' c/u ('hri\ltlllli.lnt(' t.~o·ir' '~~" Jl!l/'.1 1'11'
e Asia Menor romana). Resumiendo. los manuscritos que se han
...:•)1\s~·n ado rcnnitcn sostener la tesis de que el material de Oxirrincn
ofrece una persllCCtÍ\':t gloh<tl. que tmsc1endc lo mem:nentc lo~:al.
De este modo. en las páginas que siguen anali1aré lo que implica el
testimonio de los papiro~. presuponiendo que. aunque procedentes
en gran medida de Fgipto, retlcjan actitudes. gu~tos y '-'tlstumhres de
mucho~ cristitmos de los siglns 11 y 111. 1\ continuación puso a consi-
derar In que podemos deducir de la lista de textos 4uc dichos papiros
nos proporciOnan.
Comenzando con lo~ escritos que tenninnron f(mnandu parte del
Aruiguo Testamento cnstiuno. los salmos son. con mudm. el texto
más frecuente. Aunque no contemos los dos rollos de pc:rgamino con
los salmos tque podrían ser judíos), quedan dieciséis copias que casi
l'Oil toda seguridml son de origen cristiano, supenmdo con mucho
el total de los demás escritos del Antiguo Testamento. De hecho,
lüs únicos tcxtos identificados empleados por los cristianos que se
aproximan al número de copias de los salmos son el ~vangelio de
Mntco (doce copias), el de Juan tal menos once copia~ y pmhable-
mente ~uince, dependiendo de la fecha de cuatro de elht~) y el Pa.,tor
de 1/t'rmtz.,· (once copiasf':.
La popularidad de los salmos no resulta sorprendcnre. Otros tes-
limonios indican ~ue los salmo~ eran \·atorados y arreciados por
Jos cristianos desde los C<.lllltenzo!t. De hecho, es el libro llliÍM '-'itado
en el Nuevo Testamento. Pam hacemos una idea. en la edición más
01odema del Nuevo Testamento griego de Nestle-Aiand. hay nueve
columnas de citas y alusiones u Jos salmos ( lsains es el segundo tex-
k) más cirado, con unns ocho columnas). l.os excgetas hnn llumudo
también la atención sobre el hecho de que los primeros cristianos
recurrieran preferentemente a los salmos a la hora de comprender
In importancia d~ Jesús y de fom1ularln para otros. El salmo JI O es
el pasaje 'etcrotestamentario 4ue más se cita y al que más se alude
en el NueH> TestamentoH. Por otra parte, los salmos parecen haber
fom1ado parte del culto cristiano desde el principio~.

t,2 En el l\fX'1\llc~·c 1 lo~o '-'IIAlm copuas de Juan (1 l;a., \IUC me n:ficw ~'" lcto; mi-
ne.-ros 11~. 11 1). 1~ 1 y 1~2. t«hadas entre linAJe:. del s1glu 111) cotlicnlus dd IV.
63. cr. t.~JX'<:ralrn.:nrc 11. M. llay. (i/ory Ollh~ Ri~/11 H<llkl. l:n un S(Otido mas
~1.'111.'1'31. e f. S. Mc,yts«:-J. J \faartcn (cds. ), Tlze l'wfm., 111 lht.• ."~t'c.'l• Tt•.Hamt'lll.
M. 11 O. ( •Id. '/'h,· J•,,tlnn r~f Prmt&'.
Más curioso rcsulu. no obstante. el hecho de que los sigurentes
textos más copiados sean (jéncsis y f~.xodo (con ocho copias cada
uno). lo cmll sugiere un imerés por c~os textos muyor del que en
princsp1o habríamos imaginado. Asimismo. es interesante el hecho
de que. para lsaias. q:Je s1gue a los salmos en el número de citas
y alusiones en el Nuevo Testamento, únicnmcntc contamos con el
testimonio de seis munuscritos. Onda la considerable impt,rtnncia
que los primeros cristianos otorgaban a lsaías. especialmente como
predicción de la figura de Jcs\ls y para jusrificar sus atim1acioncs
sobre su significación. esperaríamos que el texto tuviese unu mayor
representación"'.
También merece la pena considerar qué escritos del Antiguo Tes-
tamento fueron copiados y cuáles noM. Poseemos copias cristianas de
cada uno de los cinco libros del Pentateuco. Curiosamente. hny tres
copias del l.cvhico frente a dos copias del Deuteronomio. Entre los
libros «históricos>), encontramos unn copia de Josué, y un testimonio
de 2 Crónicas y de Est!r. Respecto a Jos profetas. además de las co-
pias de lsaias. poscemc•s testimonios de Jeremías. f:7equicl. Daniel y
los profetas menores. En cuanto a los escritos ((sapienciales•), tene-
mos copias de Provcrb·os. Eclesiastés, Job. Sabiduría y Fclesiáslico.
Contamos asimismo con manuscritos de Tobías. 2 Macabeos en copto
sahidico. así como un testimonio de los dos relatos a"adidos a Daniel
en los LXX. conocidos ~:omo Bcl y el dmgún, y SuSlmu.
Todo esto muestra que los cristianos estaban interesados y va-
loraban los textos recibidos de la tradición judía como Escritura y
textos edificantes. En óerto sentido. por supuesto. esto apenas re-
sulta llamutinl, pues pJrecc que la mayor purtc de los cristi•mos se
identificaban con el Antigu~Testamento y relacionaban con él su te.
Sin embargo. había cristianos (especialmente los marcionitas. pero
a.mbién otras <(tmdiciHles dcmillrgicus•> cristiana!t, '-Jm.· "'on~idcru­
ban que la deidad que 2purccc en el/\ntiguo Testamento ent inlt:rior
al. Dios sumo y \·erdadcro, c<1n quien ellos vinculaban a Cristo y a

M. J. F A. S.s" :W'-'t. 71tt· f1tth lio\pcl


66. U. Y. G:tmlllc. Hoo4' m1d Rmdcn.1.H·2~4. \:ll.llil'l Comtitudmtt·., a¡>-A\·
161/ca.r 2. 4·6. dond.: '-C ll~'\WlSCJ-' a 1<... cri11ttanos respecto a las k~tura:\ '-IUC pueden
h.cca (m privado), que incluyen hlm>!' del t'cntateu(o. Kcycs. profetas y ~Irnos.
llf como (tcl C\'angehtM. ll~no.. de: tener en cuenta la k'Ctura por pilltt de los cri~­
lianos de ICXIm> lluUn rúhlicn 1hllll)lh:ll) ~·nmo pm ntlamcntc
.M

ellos mismos"·. No obstante. una de las características d;!l cristianis-


mo primitivo que se a~:abó ~:onsiderando como ((ortod.;lXO•) y ccc~­
tólico» fue el u~o de los textos \Cterotcstamentunos como sagrada
Escritura"~. A la luz de los restos de escritos del Antiguo Testamento
hallados en los papiros del primitivo cristianismo egipt.,o. podemos
afinnar que en ellos encontramos artefactos de cristianm de una ten-
dencia que se puede reconocer como dmninnnte u c<ortoc.loxu)•.
Cuando analizamos el uso de los escritos que fucr\ln compues-
tos por los cristianos. hay resultados más interesantes. 1\ juzgar por
el número de copias que han llel(ado hasta nosotros. el evangelio
de Mateo ( 12) y el evangelio de Juan e15) parecen haber sido lo!\
textos cristianos más populares en los siglos 11 y 111. El siguiente
sería el Pmwr de Hermas y. a continuación. el evangelio de Lucas y
bs 1-lc.-cho!' de los apóstoles. Nu resulta realmente sorprendente. sin
c:mba~o. que los testimonios de Mateo y Juan su~rert u todos los
demás escrito~ cristianos, y que tengan un respaldo tan amplio entre
los primeros manuscritos cristianos. aquello~ datados en los siglos 11
y 111. Parece que fueron los e\·anl(clios la\·oritos entre los cristianos.
tanto en la liturgia como en lu devoción pri\·adu. las 1ablas dt: Ste·
phen Llewelyn sobn: el número de copias de textos ntotestamcnta-
rios en papiro y pergamino, y sobre la frecuencia relati\a de cilas del
~ucvo Testamento en los autores patrísticos. muestran ill prcterencia
por esos do!l C\ angclios. muy por encímu de los demás escritos neo·
·.estamentarios''•.
Se ha dicho con fn.-cuencia que el evangelio de Juan fue muy
apreciado en círculos ~ristianos ((gnó!\ti~os)>. Sin emb11rgo. esta opi·
niún debe ser revisada. si atendemos ul novedoso )' dctnllado estu-
dio de Charles Hill. Este autor muestra que los crislianos hctero·
doxos no eran especialmente afectos a Juan. y que utiliz.aron varios
escritos ncotestumentarios. Además. los primeros textos cristianos
«ortodoxos>> muestran que estaban tiuniliarizadus con Juan )' que

67. Tomo prcsl¡\da la c::\ptesJón ••lr.sdaciones d~mnifgica~m de M.:\. William>.


Rc·tlun4111J: -<inmt/<1'"'"· quien urh~\·c un ~l(Udo ;~náh~is de las ~\C~l" cxprcsio-
nc:o. u~nÚ~I1~3S" del ~·no,IJ:UII\111n primiliVo.
6M. Cf. ma rctlc~"·m M'htc: J¡s¡.¡ c.·anu:tcrhitic.1s del \:fi'lmni~mo uproto-om..
OOXO» ('n 1 \\'. Hurtado. LunJ k.sus Chrl.\1, 4')4-4'1~ cSeítor Jt',\IIC'I'/SIU, 561·SMt
y ~\~la~ cxprcsionc.-s prol\)e()f1odoxas de dc\'ociún a Jesús en d s1~lo 11 (p. ~63·
M8; \·crsión ~:ar.l.: (,_l '7-/JO).
tt'l. S. R. l.lc"cl~n. Sc•w lJt~<umc•nt.• 1/lu.\II'IIIIIIJ.( f.'arf\' ( 'lm.lllilnth·. ~~i'·2h~
/.o.\ lt'\·tm

tenian una buena opinión de éF 1•• Los testimonios manuscritos pa-


recen dArle In ra1ón. Las numerosas copias de Juan en los pap1ms
egapcios sug•eren que este tc:\to era bastante popular, y las copius
de otros escritos. pro,edcmcs aproximadamente del mismo lugar
y de la misma época que el e\'angelio de Juan. apuntan a que aque-
llos para qutenes Juan resultaba tan popular también disfrutaban de
un abanico de textos que reflejan lns gustos y lns prcfcrcncins del
cristianismo nunnal.
Algunos consideran un tanto enigmático que sólo contemos con
un testimonio manuscrito del evangelio de Marcos, que procede del
siglo 111. el P,, (ca. 250). Parece claro que. s1 hien Marcos fue proba-
blemente el primer relato cvungdico en ser escrito. en los primeros
siglos no fue tan copiado ni tan usado como los demás evangelios ca·
nónicos. Desgranando ios testimonios sobre el uso y los comentarios
de Marcos en d siglo 11, Clit\on Black planteaba que Marcos pare-
ce haber sido considerado inferior a Mateo o Lucus, probablemente
porque contenia menos dichos de Jesús y. en conjunto. resultaba un
relato menos eletzame ' 1• No hay motivos para creer que Marcos fue-
ra vi~to con desaprobación, pese %t ~ue los testimonios manuscrilos
muestren que este evangelio fue empleado con menor frecuencia y
en menos lugares.
También JX>St.''cmos copias tempranas (de 1 siglo 111) de todas los
canu atribuidas a Pabk, (excepto 1 y 2 Timoteo). Los escritos pau·
linos que aparecen más frccuerllememe son Romanos ( 4 copias),
Efesios (3 ). 1 Corintios y 2 Tesalonicenses (2 copias cada uno). Ade-
mú. tenemos uno copia de filemón y otra de Tilo. llay que destacar
la existencia de cuatro copias de Hebreos. lo cual sugiere que este
texto fue empleado cor mayor frecuencia de lo que imaginábamos.
Sabemos que Hebreos era considerado por algunos cristianos de los
aialos 11 y 111 como un escrito paulino. Es1o se pone de relieve de
forma flsica en la primera colc:cciún de epislolas paulinas en un có-
dice, el P., de la colección Chester Beany. donde llcbreus es cupiado
jnsto después de Roma.1os (los escritos «paulinos>) están ordenados
de mayor a menor longitudf:.

: 70, tñ. E. tlill. r¡,,. JoiklntiiiiL' Co'1.111t m lht> Eur(~· Clmrr:h.


71. C. C. Black. Me1rk: 'm~f'" ofan Ap(moll<'lnh•rpfl'l<'r. n.JIJ.
?2·
,¡,. __ f. G. Kenyon. 1'ht• Clrt'.)fc!r Bt•atl\ Bihltwl Papyn f'mdcultts 111 Supplt•·
.·,.,: Paullm•f:i,Mit>,,, l.un<hm l9.lt'.
4'1 /.o\ prmii/B TI\ pcl/lll'tll 1 .,.,, IUJIJO\

De los restantes escritos. existe una copia de 1 Pedro (además de


una copia del siglo 111 en sahidico l. 2 Pedro. 1 Juan y 2 Juan. dos co-
('ias de Juda~ y. curiosamente. tres copius de Snntiagu .•. Reflejan las
diversas copias de Santiago el interés por el hcmlano d~ Jesús en el
cristianismo primiti\·oT; (·.O fue simplemente su contcmdo lo que lo
convir11ú en uno de los textos del Nuevo Testamento Cilrdctcristicos
del uso cri~tiuno?
Aún mas interesante. sin embargo. es la relativa popularidad del
libro del Apocalipsas. pues post.o.cmos varias copias de este periodo.
incluyendo una techada a finales del siglo 11 o comienms del siglo
111. Esta copin del Ap<ll~alipsis (P.IFAO 2.31 ). usi como otra (P.Uxy.
1079). son ejemplos de lo que los palcógmt'(ls denominan un <<opis-
tt\grato)), un rollo que fue originalmente empleado para un texto (en
la cara interior. el c<n.'"Cto,, ). y posteriormente se rcutili;ro par.t incluir
otro en lu cara exterior (el «vuclttm ). En el segundo capitulo anul i-
zaremos más detenidamente el posible !'igniticudo de las diversas
expresiones materiales referidas a Jos libros (el rollo. el códice y
l•l!\ opistógrafos ). En el caso de P.Oxy. 1079 el 1ex1o de In supcrfici~
interior del rollo es el t'~xodo. Los cxegetas no hun s.id~l cupaccs de
identificar el escrito griego de la cara interna de P.l FAO 2.J l. por-
que el texto está sumamente deteriorado. pero es pos1ble que este
r.1anuscnto y P.Oxy. 1079 sean en rculidad trozos del mismo rollo
reutili1.ndo~". En cunlquier caso, tenemos al menos cuntm copins pri-
nitivas del Apocalipsis. lo que lo sitúa. junto con Ron1anos y Hc-
t-.rcos. en el quinto lugar cn1re los escritos del Nuevo Testamento
con más testimonios (por detrás de Juan. Mateo. Lucas y tfechos).
Por consiguiente. pese al largo tielllJMl que tardó el Apocalipsis en
ser aceptado como pane del naciente canon del Nuevo Testamento.
especialmente en Oriente, parece que gozó de considerable popula-
ridad. al menos entre Jos grupos cri!'.tianos de los que proceden los
mus antiguos papiros conscr\'ados. Si. como sostiene llill. yu en el

73. J. Painter. Ju.H Janu·~. No obstante. en !.U reflexión sobre b antigua hi!!Ut-
rinde la rcccf":iún de l:s 'arta de Sanlialtn (r. :?.~4-24X}. Pamtcr nn se rdierc a e~!!ó
pnrncnu copa.l'i en pa¡mu.
74. Sa son pnrtcl' del nw.mu tlf'l~l~ml\l, cniOil(l:~ ha~rin \jUC' '(c.'Uihtdcr.u IOt!>
c.asuntas fecha..'i atnbUtdas a ello~ (P.Oxy. W7') c~tá IC:-c.:hadu en 111 sc,gunda mnad
C'CI siglo 111. y P.IF:\0 2.'7 a finales del siglo 11 o comtcn1os del s1glo 111). N(\
(•Mlanlc. prefiero dejar cst~ asunto a los ex penos en palcograna. Cf. L>. Ha~u.-dom.
1' 1/·:.fo 11 .u.
/.o.\ ,,._,lO.\ .¡¡

siglo 11 muchos cristianos vinculaban el Apocalipsis al evangelio de


Juan y u alguna de la!! curtas joánicas. l(mn&mdo lo que podrhnnos
considerar ~·orno un c<corpus jtlúnic,m. esta primiti\'R trndiciún sobre
su autoría apostólica puede explicar en panc por qué el Apocalipsis
parece haber sido cop1ado tan a menudo.
También resulta e'widcntc que lns primeros cristianos leyeron y
difundieron muchos o~ms textos. ndemás d~· los que acnhnron fin-
mando parte de su canon. Entre ellos. el fascinante texto conocido
como el Pcutor de Hermas es. con mucho. el más frecuentemente
atestiguado. con once nmnuscritos datados en )(lS siglos 11 y 111 ". De
hecho. cstn cifht supcn el número de testimonios de cmslquier otro
texto en los manuscritos cristinnos de la época. a excepción de los
salmos y de los evangelios de Mateo y Juan. Aa.."'ándose en los testi-
monios manuscritos y en las citm• de los primeros autores cristianos,
Carolyn Osiek afirmó: (<~ingún otro escrito cxtracnnónico fue tnn
popular ant~-s del ~iglo 1V)) 71'. Aunque se escribió en Roma en algún
momento de la primera mitad del siglo 11. se difundió con rapidez:
es citado por Tertuliano (en Cartago) e lrcnco (en la Gulia) u finales
de siglo, y por Orígcn's (en Egipto) a comil!ntos del siglo 111 ~ 7 • En
realidad. como mucslnm los papiros. en los primeros siglos ~:sta obra
go1.ó de una «inmensa popularidad>) en Egipto -:-•.. la aparición de este
libro ni final del Nue\·o Tcstaml!nto en d importante Codcx Sinai-
ticus (siglo IV), junto con la aprobación d~ Atanasio del Pct'}/01' ,/.:
Hermas y de la Dülajé, aliado de algunos escritos dcutcrocanónicos
del Antiguo Testamento. como lectura apropiada para los catecúme-

7S. l:.n SU mtruduct.:i\)Jl a 1.:..1\ trc~ ultuUU!> CUJHa.~t puhhc.ttbs,, ~rá (iom~o rc-
milc m\~inlitr6 m;muscrit~ c:n puprru del Pa,tnr de: llamm. d''"'"\: de lu~ 'u:Jic:o¡
esdn datados en d siglo IV o más tarde. N. Gonis et al (cds.). The 0.\l'rhmdtln
Papyrl, 1~/umc•/.X/X, l. Ca!lc rcsc~r que 11\l' primcm.." copias Jcll'c1.'1or Jr: ll••r-
. _ (P.M";h. 1JO y P.< hy. 4 7()(,) M>n wllos. [n el ~ttundu (:Jpitulu lral<lrC del
poaible 11ignifk.1do d4.•1 u~) (!el ~údicc u lid ,,,no p•tr61 un tc.\lu 'n~tianu.
76. C. Os1d.. Tlw Shc•plrc!f\1 ~/ Jl~rmcu, l.
77. Cf. la rctlcMón ~t>rc la rtccpción del l 1mtor ,~.,. Jlc-rmm cm C Osick.
1M Sheplwrd ofllt·rma~. 4·1'. f:.st(' autor considera "·anJ.S tronaro acef\:a de una
mulaiplicidad d( autores. ~, ..e ~o·nl'~" del lado <k lu ~uc (<tn'iidcrn la t>pimún
hoy prcdomin.tntc:: que un ~ji<' autor ~umpu'iO d lihru, sa bien pwNblcnti:ntc en
diltinco. momentos (1'· IU~.
78. Jbnl., 5. O:,.i.:to. lSO\'IC:Il~: ~u~: Ucmcntc de Alc:jandr1a tUc «quien hizo UM>
doJ Pastor ck 1/c.orttlcU de un modo mil" entusiasta>,, reum~.'11du adc:mis otras pruc·
bas de In alta cstnnn en que ~e lcnin d tc\tu en Et:il"'' IJ'. ~.(,).
'·"·' I"'IIIIIIH'VI,\'I~Iplt(J\ ~ 'f'l\/1(/lltJ\

nos (aunque no para ser aceptados en el canon). refleja asimismo un


~ran aprecio por la obra. lo cual está en consonancia con el clc\'ado
número de copaas pnmllavus.
Para otros textos cristianos que pudieron ser considerados como
Escritura. o que asi lo fueron por algunos cristianos. el respaldo de lus
nanuscritos no es tan grundc. Solamente conservamos estas copias
ce los evangelios extracanónicos: una sola copia para d ((c\·ungelio
Egerton». el «evangelio Fayum,, y el Pmtoe,·angelio de .~mttcJgo;
tres para el t:wmgdio de T<mui.\·: dos para el J::,·,mKelio de ~Haría.
Quizá puede incluirse el f:,·,mK"Iio dt• P<•dro, ~¡se aceptn la propues-
ta de LUhnnunn. según la cual tanto P.Oxy. 2949 como P.Oxy. 4009
son trdgmcntos de este t(!xto ·-aunque las opiniones es1án divididas
al respecto-··¡.
Por lo tanto, si la única copia de Marcos en P.. ~. de comienzos del
siglo 111. sugiere '-IUC en esos primeros siglos ese evangelio no era co·
piado o usado muy frecuentemente, lo mismo ha de decirse de esos
otros textos evangélicos. De hecho. en cuanto a las presuntas copias
del siglo 11 de textos extracanónicos similares a Jos evangelios. sólo
poseemos los fragmentos 2'>49 y 4009 de Oxirrinco, 4ue pueden ser
testimonios primitivos del Ewmge/io dt• Pedm. o tal ve1 fragmentos
de uno o incluso dos escritos desconocidos, y posiblemente el frag-
mento del «evangelio Egerton)) (techado en torno al 200 d.C. ). Para
el resto de cvantcelios cxtracanónicos. nuestras primeras corlius estain
datadas en algún momento del siglo 111.
No obstante. es sumamente interesante el hecho &! que pos~a­
nlos fragmentos del llamado f.'\'cmgdio de Tonuh (Er](mJ) en tres
manuscritos distinto~ del siglo 111. Esto sugiere sm duda que una
colección de dichos de Jesús. que estaban de algún modo conectado~
con la figura de Tomás, gozó de bastante popularidad en algunos
círculos cristianos de la época. Aunque no podamos ahondar en es·
la cuestión ahoro, cahe de~tacar, sin embur~o. que los fragmentos
g.ncgos apuntan a que l:.'vTum fue transmitido con notable libertad.
tanto en contenido como en disposición. Además. lo que sobrevive
en los fragmentos griegos de Oxirrinco son solamente algunos de

7'). 0. lUhnnann. / 1( ), ~949 )' ('(J, 401W, l>c: todo~ mudo~. la pn1punta de
-Ohrmann no e~ SC:t(Uf'3.
l f. ahora T. J. Krau."·T. :"'ilcklas H~ds.). Da.~ rt·trmn,m·
telmm une/ dte Pt'lnl.~apoka~r¡H·e: P. Foster...fl"'l' Tlwn· A,_,. Ear~•·l'ragntc"IJI.~ oftltt'
Stt·mllc•d Cn•,¡\Cl uf P,'t,•r.'
Lo.' '''.\ltn

los ciento catorce dichos que componen el texto copto del siglo IV.
procedente de Nag flumnadi. J>or ello, rel'ulta dis~:utible comnderar
la copia de Nag 1Jam11ndi como reflejo darectu de lo que pudo ~er
el E'·Tom griego en el siglo 11. De hecho. al estudiar los orígenes de
este escrito. el método verdaderamente científico nos exige otorgar
la primacía a los manlL~critos grie[ZOS de comienzos del siglo 111. al[Zo
que. desatonunadomc1tc. no \icmpre se hoce'"'.
Sin embargo. rcsul:a e\'identc 'tUC f.\·Tom estaba entre los escritos
que go1.aban de cicna popularidad entre los cristianos que utilizaron
los papiros de Oximnco. c·.Fuc E'·Tom utilizado allí por uno o vorin!.
JlniPOS dC CristillllOS HtOilliSt3S>t? c',Ü quieneS COpiaron Y leyerc.>ll lo~
manuscritos griegos de Jú·Tom que se han conservado fueron bási-
camente el mismo tipo de cristianos que también leyeron y aprecia-
ron los otros textos er:contrados en este lu¡_tar (<-lUC parecen reflejar
un gusto por textos cristiano!\ claramente ortodoxos)'! lo segundo
me parece más probable. dado que las copias de E,•Tt)ln proceden
del mismo empla7.arniento donde se encontraron Jos otros escritos
de origen cristiano. Es decir. las copias de Oxirrinco de E,·J'om no
parecen ser ejemplos de cccscríturas gnósticos••. ni manuscritos de
cristianos que darían ¡>reterencia a f:,·Tom frente a los evangelios
más conocidos. que luego se con\'irtieron en canónicos. De hecho.
ni siquiera podemos d(ducir que estas copias reflejen una valoracibn
de este texto como ((c,critum)) que dehu leerse en el culto y poseo
autoridad en cuestiones de fe''.
Digo esto en pane debido a la apariencia material de las copias
de EvTom de Oxirrinco. De las tres copias. una eru un códice. otra un
rollo (es d'-'Cir. f,·Tom en el recto o lado interior) v In terceru un rollo

80. Remato a los lectores a mi más ampha reOtxión en 1.. \\'. Hunado. L(>rd
hnu ('hrt.,·t, 4~5--a 7'.1 tS.:iJnr J4'YIIí rmo, 51 J-~-'•H. dundc d1M:Uhl c~tn" (Ut~ltonc:s
eon OltOi cxct:ctu,.. H intcrc~ populilr por c~tc dtl(umc:ntu ~ rctlcJ" en "'" 'i¡:u1cn·
fel p6glnas wcb, de ¡:ron uhlid.ad: hup: ... www c:.uly,hmtletll\HttingH't)m·ahuma:-..
hlml; http://ww w. mtsc:ncordi~t.edu :u:~~rs·da\· j(-S.•thomas:Thomas .html.
81. Aqul aludo (y mu(stro cicna c~utcla al 1\.~cto) al titulo de lo1 útil ~u­
lección de &~:-.tos de B. l..a~tron. Tlrt• Gno,lk Saiptlln>.... Sug1cro r~pctun~amcntc
que el titulo del hhro de l.a~hm rc!oulha nli!'l c.-quiVl'C\l, Hc,lmcnt"' nu o;uhcmu' ~lu:
todos los t~xh•~ c:n cuc~tion furrnn tratados cnmo CIC'!ocriaura>), y tampoc<' qu'"ed" es·
pocialmcntc clilm q~ Ci lo que h1m11 ~o¡uc un dctc:nmnado ~rupu fuem ''l(núo;tict.lu.
Como hA mo~tJ.u.l" M. \\'iUi~m!'. H\·thinAmg Gnwm·t.~m. lo!' cstOOIOSOS uti111.an
lát támino!l •cgnósttco,, y «gn,,sucis.mo)) p.'lra refenn.c ~ dar il entender cosas tan
tlivenas que ""~S ru~ihlc CC'Cir 'fliC d~"itcnnn ~·un él
Lm pllmlln'o\'l'dPIIYH <'t'llliarto'

reutilizado eun opistógrato. que sin·ió en primer lugar como sopone


d.: un documento pag:mu ~. En el capitulo siguiente tratar~ del signifi-
cado que tiene la murcada prctcrcnciu de los pnmcros c·istianos por
e! códice y. a panir de ahí. ahondar mas y sacar las posibles dcduc-
c:ones de la estructum del libro en que apan."Cen los textos cristianos.
De momento, simplcmcmc deseo anticipar esa rellcxibn advanicndo
que rw dchcrín ignornrsc lu l(mna fisica de los tres manuscritos de
El·Tom procedentes de Oxirrinco. pudiendo sei\aJar de algún modo
qué consideración merecía el texto y qué uso se hacia de él.
Además de analizar qué textos están atestiguado~ y cuántas co-
pias de cada uno poseernos, también podemos sct)alur tCro rnsgo in-
teresante de los primeros manuscritos cristianos que no ha recibido
la suficiente atención: la praxis de combinar más de un texto en el
rnismo manuscrito. En cualquier indagación en tomo a la valoración
y al uso de un detenninado texto en los primero~ gnapos cristianos.
bien puede merecer la pc:m1 advenir si estaba dircctam"'tlte asociado
a uno o má~ textos. Unir detcm1inados escritos debe de haber sido
ooa opción premeditada. por lo que podemos suponer q'.le l.~ hecho
c."Stá refl~jando una dctem1inuda visión de esos textos. En mi opinión.
la unión tisica de algunos textos en un manuscrito significa que pa-
ra aquellos lectores tenían un tema en común o relacionado y una
dctenninada significación. En cualqurer caso, es un hecho que no
podemos p:asar por alto._;.
Los ejemplos relativamente mejor comlCidos se encuentran entre
los papiros de las colecciones Bodmer y Chestcr Beatty. Fechado en-
tre el 175 y el 225 d.C .. Bodmcr XIV-XV ( P~~) comprende bastantes
restos de un códice que seguramente incluia los C:\'tmgditlS de l.ucas y
ce Juan. No ohstantc. T. C. Skcat sugirió que P~~ pudo haber conteni-
co los cuatro C\'angelios. de modo que Lucas y Juan fonnaban uno de
bs dos cuadernos. y quizá Mateo y Marcos constituian el otroll·'. Skcat
tunhién plantea un complicado argumento ~gím el cual los otros tres
restos de manuscritos conocidos como P"' (fragmentos de Mat~o.
Magdalen Collcge de Oxtord). P(>· (otros fragmentos de Mateo. ahora

S2. Adviérta'"C tJUC me hnulo ll h's manuscnto" <k lol' s1~los 11 )' 111 y 'Juc
c•mlto aquellos ('(.\t.hccs compucMos. como P.BO&t. VII-IX. 'IU~ ~"'.lnllc:\ISNtn unJ
~o-ncuadcmaci,'M\ M'c.·muldrict conJunta de codrcc!\ ori~lnalmcme sqt.u".sd<~.
<'./
83. T. C. Skc.at, The.· Ori~iJr the Chmtum Cod<·r; ha s1do d:l~ndido Jl()r G
N. St"nhm ../c•w., 1md c;,v .. ·t. 71- 7~.
lo.\ lt'.\ltl\

en Barcelona) y P.a eBiblioteca Nacional de París. con fragmentos de


Lucas) son pune dd mismo códice. que c<mtendrit~ además los otros
evan~elios canónicos, de modo que scrin el c&lil·e mits antiguo C(l·
nocido con los cuatro evangelios etlnal~s del siglo 11 f'.a. No obstante.
Pct~r Hcad ha muMnu.lv rcci~ntcmemc.
'k fl>m1a coherente. que la
tesis de Skcnt de que P..,, P,,. y P. son resto~ de un códice compuesto
por los cuatro cnmgcl1os es errúnea y no resulta convincentc• 1 •
lndependientcmcme de la fuerza de cualquicm de las tesis de
Skeat res¡x.-cto a los otros manuscritos. en el clldicc P,~ ( P.Chester
Beatty l. nonnalment: fechudo en tomo al 250 d.('.) tcncmo!t 1\Íil
duda los cuatro eVlllll4clius l'anónicos (en e~ te urden: Mate''· Juan.
Lucas y Marcos) má~ Hechos. en un códice que originalmente cons-
taría de 224 páginas'.... Por consiguiente. es evidente que a finalc~ del
siglo 11 algunos cristianos comenzahan a colocar dos o más evange-
lios juntos en un mam.scrito.
Por lo tunto, merece lu pena tener en cuenta qu~ textos evangé-
licos estaban vinculad~s y copiados juntos. Que yo sepa. los únicos
evangelios que l'l1eron tratados de este modo son aquellos que tenni-
naron fonnundo pune del cunon del Nue\'u Testmncnto. Ninguno de
los otros evangelios eapócrifos) está conectado con un texto similar.
ESio es así incluso en los manuscritos fechados después de que se
impusicrn la práctico de combinar evangelios (o sea. a partir del siglt'
DI d.C.). Mi tesis es que. ul menos p"n' aquellos cri"tinnos cuyas
ideas están representadas en los manuscritos consco·ados, los textos

• 84. T. C. Skcat. nw Old.·.H .\I,Jntt~erJ/'' ·~ltht• Four Cimpd'. <'. 1f. Ro~n.... .\lo·
lfllleripl, 12·1.\, luabln llc~udu ,, c~c pl•mh:;u111cnh• onlcrwrrn.:nt~. l)(l!l MUII oulh.'!o
del articulo de Skc.-t, en 1')'1~. P. W. loml(lrt, üplormg IIft.• ( 'ommmt ldc-1111}it d/1011
qfTh"" :Vt•w 74:.'1/cltnt'rtl .\fanm,·ript~. hahía a~umcntadt, de Jll<l(i,1 e; un dar. IIUI"kJUC
Skeat no habla de este anict:lo. Para mi s1gu~ ssend(l una ~uc:-.llún in ...uli~•cntemcntc
tnlada por que~ cómu un n\:imN:ntn de tanl:t ~nlidad ~mno P. fu~ ~m¡~k.ld<, ¡xm•
tnculdemar uM c<•pt:l de f'1lon. (.~ dctcllurt'l ~· el ducr)l' nt) !\Jntiú mn~lm r.:nwr-
dlmionto 11 ha honl de u~r l.a ~·,t¡lia de l.m·a..¡ ~omn m.1tc:raJI dL' L'flcu;•d.,•rna~u·m'.' <'1
la.bN\•e n:tlc:Món de P. W. l'omlort. f:.\p/ortn~ rh,• Commonlck'111Jfk,uum. ~~. Sm
~. en cuntra Maya. P~ no es un;t ~na :analogía. y de tk.~ho uro,ia mas luz

,
·
.·~este lema. Por lo \'islo fu\! empleado dur.ant~ tndo un ~iltlo y luc~n t•ntcrrado
.... .OO. un tnoi'IJC cuptu, no dc'ill\1/ildu ~· utaht3du c<~nh• mut~·rnll de .:n~~•d.:m~•c•,·•n.

l
t• 8$. P. M. Uc:nd, f,· 1'.. 1'•• "''" /', · Jh,• Oltlc'1t Manmwtpl ol tlw /-'11t11' (i••V"<'"-'
86. La deM:rtp¡:u:.n on~anal del t•,. (l'.<.'hc~lcr Uc.1tt~· 1) \JUC h11n l. ( i. ~en~ un,
· • Chakr lkut~l /JibJ.n•l l'up) 't. II•H it ul"' 1/. Tlu: (io.VIf.'i' u•ul .•1<11. 14:.\l,
l.ondon 1933. ha siilil puesta al día y corrcg•d3 por r. C Skcat. .4 Cmltcological
· Alra/y$1,, o( tl~t· ('¡,,., tc·r /lc•,,f~l' 1'11(>\ rw· ( 'mk.\ t~/IÍI•· Gm¡~c.·{.\ mtd .4.-t~ (/' ,, 1

t
evangélicos que se copiaron JUntos eran de algún modo considerados
como cornplcmcmanos y lo sufictcntemente compatible~ entre si co·
mo pum vinculurlus. En \'trtud de ese mtsmu urgumento. los escritos
e''angélicos que no se conectaron con otros textos pnlbablemente
eran vistos como obras en ctcrto modo bastante dis1ima~ en ~u sigui-
fkndo y.:o en su utilidad, de modo QUC no rcsultabu apropmdo unirlos
en el mismo munuscrito.
Como ya hemos ad\'ertido. lo~ otros C\ ang.elto~ (I.!Xtrncam)nicos
en ultima Ín$lUncia) tambiC:n fueron leidos, y al parecer por Jos mis-
mos gmpos cristianos que leyeron y estimaron los e\'nngdios canóni-
cn~. En cuuiQuicr euso, lo~ ~latos que ofrecen los munusl~r.tos sugieren
'pe. aunque esos cristianos consideraban que tc.xtos comt) el ((e\·an-
g~lio Egcrton» o la colección de dichos conocida como J.'vunge/io de
T.m~<i...· crun apropiados para la lectura. no creian adecuado incluir di-
c'los textos en las pnmilt\·a~ colecciones de evangelio~. ~Jue reflejan
e; proceso hacia la constitución de un canon neotestamcntario.
La inclusión de Hechos '.''1 P.. , junto a los cuatro evangelios tam-
bién merece un breve comentario. los pramcros códu.:es con los
c\·angclios no ~uclc:n contenerlo'·. En la actualidad Jo mayurin de
los c:xcgetas cree que el autor de Lucas conctbió Hechos como una
narración estrechamente unida a su relato del minist~riu uc Jc~ús. de
modo que los pnmcro~ cristianos son presentados como continua-
'kne~ de h1 historia iniciada en Jcsú~. Sin embargo, es igualmente
&!\ idente que en un momento muy temprano el evangdio de Lucas
fJe copiado y circulaba al margen de Hechos, uniéndo~ a los otros
,,,.vangclios QUC cont<.mnaron el evangelio tctramorfo. Asi pues. tal
\·el lu inclusión de llechos en P~'refleja la idea de algunos cristianos
de que esta narraciún de la iglesia primiti\'a dcbia unirse a los cuatro

S7. l.tl~ IW/.0\ de 1',. 4UC h;m llc~ado A OU!~~Oirtllt (de ffi\'(Ji¡uft~lt del 'li~l<t 1111
n'mprcndcn fralllllt:nW:'o de: M.ucu y lk 1ic'~hos. pnr lu que Jl(ldtian hahe1 1\)1'·
r.l:llltJ ~C1C' de Ull'\l ~t'ldac"• eun fo~ C\ an~t:Jaos y Jlc\·holt. ('f. Jt . .'\. S.1ndC:I''i, rt
Thml Ct•ntun· Pe~pH·us ol.\luulu.·" und Act.,. \In obstante. Smdcrs cakulah.l que
~ nc:cc~1tarían un:~s tn:scicntas \C:Ínticmctl hojas. ))In duda un m:mu~nto muy
!lrandc para ~ll éJl(l\:a Pot ello. )Ul¡!al'la mas prohahlc que: d C\ldicc ~olam~ntc
11duyc:r¡¡ Mateo ~· 1kdtm; (Jl. 1~J 1 l. a\ pál!tmas ,te P•• ~olllcman l;llll!t \cinlu:ant:<'
li~a!l de ~nlrc h'lllllctncu y· vcmu~aclc lctrar. t:add una. l·n P-. tt.lcl ~il(ln VIII
c.cspu~ de Hc:cht\..'i Cflúllltramos una ~olccción ~ hts cana" calólit:U'- La!o otnu.
copias en papiro de 1-t\Xhol' U'::-•. ~'••· l'u. p.,. P ,.J csUn can fra~uu:utaú~ ~u<; ll('
rodemos dctcrnnn<.lr wn ninguna seguridad si en lus códac~s of\!inJtlc:s Hecho~
C!'ltll\·o '"''" ll cun ulr,,~o 1\.'\l(''
l.tn lt'.\/tll

evangelios y leerse como una consecución de sus relatos sobre Jesús.


Es decir. 1,,, puede rdl~'jar tanto el aprecio por los cinco textos que
contiene como In inl~'rprctación que se hace de ellos. ofreciéndonos
asi un valioso artcfac:o de al menos una primitiva asimilación e in-
terpretación '-=liMiana Llc esos csc.:ritos.
Además de los co11binacioncs de textos evan!lélicos. en los pri-
meros manuscritos se ulestiguan otros lcnúmenos hasus cierto punto
similares. Otro importante códice de la cok•cdón Chcster Beany. P.v.
(P.Chester Beatty 11. en tomo al 200 d.C. ). cs. sin ningún género de du-
das. el ejemplo más antiguo que poseemos de unn anlologin de cartas
paulinns. Este códice incluyl' llebreos entre las epístolas de san f,ablo.
un testimonio tangible de una primiti\'a conciencia cristiana respecto a
la autorfa de este tascinantc texto. Aqui me interesa resaltar el fenóme-
no de la colección de canas paulinas en si. y lo que ello puede signifi-
car respecto al modo en que los cristianos que reunieron la colección
contemplaban t.-sos textos. Sin embargo, antc!s de analizar est~ tema.
deseo seftalar brevemente que poseemos restos de otros códices que
originalmente fueron (Oiccciones de cartas paulinas~-..
Se hu propuesto que P,, (P.Oxy. 1008), una parte de la primem
Carta a los corimios. y P,h (P.Oxy. 1009). una parte de la Cana a los
filipenses. pueden ser restos del mismo códice {datado entre el si-
glo 111 y comienzos dc:l siglo IV). Si esto ~--s cierto. el códice original
pudo constituir una cdccción puulina. pues de otro modo parece di-
tkil explicar por qué : Cor y Flp están en el mismo manuscrito. Del
mismo modo. P"''' (P.Yalc 2). que contiene fragmentos de la Carta a
los efesios, y P.., (PSI 14.1373 ), con partes de la prim~m Carta a los
tesalonicenses, son rosiblcs restos de un mismo c<'>dicc. Una vez nuis,
un códice que contenil Ef y 1 Tes probablemente cr.t una colección
más amplia de epistol~s de Pablo.
PJ(J (P.Oxy. 1598) consta de cuatro fmgmentos de dos hojas segui-
das de un cc.ldicc 'JUe 'onsen u pnrtcs de la~ dos cartas a los tesaloni-
censes. No obstante. s•>brevivc la paginación en un par ellos: se trata
~ las páginas :!07 y 208 del códice original. Es razonable suponer
que también crn una .:olecciún de cartas paulinas. Por último. p,,:
·(P.Medinet Madi 69.3Qa • 69.229a). con fragmento~ de la Cart:t a lo~

~ 88. Cf. 1,. W. Comfort. V,•w Rc•(·omtrtlctirm.'f und ldc.•ntllit'clliom o{;\'('), 1t''i•
• "'-nt Popyri. . .
-~
efesios y de la segunda Carta a los tcsalonicen~s. podría se parte de
otro antiguo códice c'>n las epístolas paulinas.
En su magistml estudio del texto de has epístolas pnulina~ en 1,~..
Uünther Zuntz planteó lJUC: hacia el lOO d.C. ~e reunió un <<corpus
arquclipi~o,, de las c~nas paulina.~. quiú~ ~n Alcjandriu, )' que cstu
edición fue prcp.uada con especial cuidado en la pn:cisil1n textual~'~.
No podemos ocupamos aquí del 1>riru.:ipal interés de Zuntz. oricntu-
do ante todo u cucstiom:s de critica textual. De: su profuesta de un
<<corpus•> paulino primitivo no se infiere que la colección de cartas se
tr.msmitiera desde un principio en un único códice. sino 5Óio 'IUC ha-
cia el arlo 100 d.C. una M:rie de c¡trtas de Pablo comenzaba a ser per-
cibida por algunos cristianos influyentes como un conjunto. Usando
tmninología moderna, podría tomarse como una coleccion «virtual».
E:1 todo caso, como se muestra indiscutiblemente en P"'' -y muy po-
siblemente en los otros códices pnulirms mencionados , ~~~ umt épuc:u
muy tcmprc1na (ciertamente en algún momento del siglo 11 d.C. y tal
vez incluso a finales del 1 d.C.) las cartas de Pablo lucron tratadas
thkamcme como una colección al copiarlas en un único códice. Este
proceso oth.-ce un indicio material de que los cristianos que lo impul-
seron tenían en muy alta estima esas cartas. De hecho. wpiar \'arias
uc di~ c:u un ~ódicc daría a entender que todas gozaban de gron oprc-
ciu, tanto las más breves y menos den)Us como las más larga.'\.
Por utro Indo, Colín Robcr1s su~iriú que I'.Am. 12 (Grtgof)·-Aiand
0232, un códice en pergamino de finales del si8lu 111 o principios del
siglo IV~ n." 170 dcl Apéndice 1) pudo haber contenido originalmen-
te una colección de escritos atribuidos al apú~tol Juan, un ((corpus
joánico)»'111 • La única hoja del códice que se nos ha conscn·ado con-
ti~nc 2 Jn 1-9. pero los números de página en la parte superior, 1tl4
y 165 (de una mano distinta a la del copista), apuntan a un códice de
tnm tamm)o que obviamente contenía mucho más que 2 Jn. Robcns
cJiculb que las ciento sesenta y tres páginas anteriores supondrían
u1 espacio excesivo pam las demás cartas católicas, pero podrían
hlbcr incluido pcrfc..>ctamcntc el C\•angelio de Juan. el Apocalipsis
y la primera Carta de Juan. Ob,·iamente. esto no puede probarse.

M9. G. Zunt1, 1"/r,· klt t~f tlw l:pi~t/n, 2N


90. Como .tdú~rt..: ('h. E. Hill, Thc Joh"nrrittt.· ( 'c>tpeA.\\ S~5 -l~fl. Cf. tamb1.!n
d. VH 555. Fue mdt~ad<t por rrimcm VC/ por c. JI. Rub.:rts c.•i al .• Tite.• AntiiiOOfHI·
/1. P<~¡nn l. J.,mdt)f' 19~0. 24·25.
/.tH 1&'\/IH .¡y

pues el códice podría haber incluido otro tipo de textos. La calidad


de la cali~rana )' el soporte de pcrgaminu sugieren que se trata de
una copiu em:afltnda por una pcrsonn pudiente, y su reducido tanuu)o
(9 X 1O cm) también apunta a un uso personal. Esto significa que
probablemente el códice m• ~"msiMia en una recopilación ecléclica
de textos. sino que exi.1ttia ctcrtél coherencia. Una colección de textos
vinculados con el apóstol Juan se ajustarla muy bien tunto al cs¡lacio
como al posible objetivo.

3. Rtst.MI·~

Espero que este análisis de los textos transmitidos por los ma-
nuscritos cristianos de los siglos 11 y 111 -intencionadamente limita-
do y hasta cicrtu punt~l preliminar - huya dcmostrudo al menos que
merece la pena prestar atención n estas cuesuones. He pretendido
poner de relieve que el corpus de textos transmitido en los primeros
manuscritos cristianos es un importante tema de estudio y análisis.
insuficientemente atendido en los trabajo~ uctuules sobn: el cristia-
nismo de esos. Si tcnc:mos en cuenta los textos atestiguados en los
manuscrito~ conscrvacos y compaaamo~ d número de copias de ca-
da uno. probablcment! tengamos un indicio directo de qué textos
eran leido!\ y de su rclati\'3 populnridud. En gcnerul. los testimonios
confirman igualmente que los textos eran algo importante para los
grupos cristianos en esos primeros siglos.
El inventario de ohras atestiguadas refleja otras interesantes cos-
tumbres del cristiunismo primiti\'o, incluyendo el uso de cscritus
vetcrotestamentarios y de la mayor parte de los textos que acaba-
ron por constituir el l\uevo Testamento. También se percibe cierto
interés por los de cont~nido teológico y por lo~ destinados u ha edifl·
~ión y In cnscftarva. como Contra los hc.•rc.~i<'-" de lrcm.·o. el p,l.\lor
de 1/emw.,· y las obras de Melitón. Probablemente esperaríamos que
los cristianos de Alejandría. uno de los ~'T3ndt.as centros culturales y
~merciales de epoca :ornana. huhicran tenido una ciertn amplitud
do miras y bastantes oportunidude~ de conocer textos cristianos pru-
eedentes de otras partes del imperio. No obstante. estos artefactos
lnuestran que dichas obras eran muy leidas incluso en una ciudad
· mis modesta como Oxirrinco.
/.O,\ J'rlmi/ll'tl.\' f"lilf'/IVH ('l"i.\fWIICI\

También es verdad que encontramos cierto interés por los escritos


liUC tenninaron por ser clasificados como Hapúcnt(>s•• cristianos. Sin
ernbargo. ni las techas ni el número de mnnuscruos justifican la idea
de que estos escritos fueran particulannente pri\ ilegiados. TamptlCo
hay demasiados mouvos para pensar que las copia~ c.:umcr\'ada~ de
estos textos provcn~un de gnapos heterodoxos. En el caso de que es-
t•u C<lpias procedieran de ese tipo de gnapos. el número de manuscri-
to') -en relación con eltotul·- indica que cualquiera de esos circulo~
constituía probablemente una minoría dentro del cristianismo de los
siglo~ 11 y 111. al menos en los lugares de origen de los lestimonios
m~nuscrito!' conservados. Me alegrn dcscubr.r que en c~to coincido
ct:n Stcphen Llcwclyn" 1•
finalmente, quiero subrayar la naturaleza transregional de los
te"tos de esos primeros manuscritos. Como ya he indicado. esto su-
giere un enonne ámbito geográfico de intercambio )' c<~nunicnciún
entre los cristianos asentados en Egipto, cuyos textos c(lnoccmos, y
los cristianos de otros lugares. algunos muy alejados. Sin negar la di-
versidad del cristianismo de los siglos 11 y 111. probable11cntc debe-
riamos desestimar la idea de grupos cristianos aislados. Esto supone
que debemos reconsiderar. o al menos mati1.ar. la imagen de c<comu-
nidadesn de cristianos muy direremes: en \"Írtud dt: los i11dicio5 -c::s-
peciahnente u la luz de los artefactos a los que hemos ah&dido aquí-.
l<:s grupos cristmnn~ primiti\·os, al mnrtcen de sus particularidades
geográficas o religiosas, parecen haber sido atC!ctos al intercambio
de textos e ideas con otros grupos cristianos.

')J. S. Llcwclyn ..'Ve'»' Dommc•nt.\ 11/tt.Y/rating Ear~• Chmticmr~•·· 7.244-24~.


lsualmentc cabe ~ta.;ar que: e~ta conclusilln es coherente cun aquella a la que
ll:tto Bl't(Cr P~~arwn M•tJr\! d crilillttni~nl<l alc:jondnno tkl "111lo 11. b.&Yndos.c ~n
"' ~m\1"',. d(' '"!~. lc!>lnnoniu~ lll~t.arios. Pt'sBOn ~''nduia que lt)!i m"11.1nu' ltclc-
rodoxo~ cnan una mmoria (:tunque, a juicio de c:ll~. un.a man,lr͡t ~lc:cta), ~- 'JUC
sus t.>scnto!i pm;.uponian una \alor.Kión prt'\"la tlc a~ut'llv:- \fUC M~ Wll\"lrtu;ron en
1-:"CnturJ cristiana. l~xtos del ••Antiguo Testamento" y dd ••l\UC\'C\ Tcstamcnton:
4:'·. U. Pc:ar:o.nn. l'll··Aic·hmdrum lilk)ffin~m "'.·f/,•.umclrill.
2
LA PREFERENCIA POR EL CC)DICE
EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO

Es un hecho com~nmcntc aceptado por los historiadores del li·


bro y la cultura que el cristianismo prefirió para sus libros el fomlnto
«códicen sobre el rollo, la forma más usada durante los inicios de la
~poca romana 1• El tipo de códice empleado por los cristianos estaba
compuesto de hojas de material escriptorio (fundamentalmente papiro
en el periodo que nos interesa) dohlada.s una \'el, de modo que cada
hoja fom1aba un bifolio- dos hojas o cuatro páginas -en d que se po·
dfa escribir; seguidamente se unían varias hojas dobladas cosiéndolas
entre sF. Por otra pane. un rollo se elaboraba uniendo láminas de ma·
terial escriptorio por un extremo. fonnando una superficie continua,
dependiendo la longittd del rollo del texto 4ue \'a a escribirse en él'.
Como indicaremos más adelante en este mismo capitulo. también los
códices podían adopta" \'arias fonnas y tamaños, existiendo además
diversos modos de hacerlo. espcciahncntc en la manera de distribuir
185 hojaH dobladas. En ~ualquicr caso, el códice: ~uc prctiricron los
cristilftlos se asemeja al libro que hoy nos resulta familiar. en c!l que

l. Para el estud1o del :od•~c en In .anllt:Ocdod wrna.n1l "''" de panK:ular un·


portanci1: E. G. l'um~r. Thr Tapolol{l' ofth,• f.'orll CocJn, Ph•ladclph111 1')77, &¡uc
ee ccnu-a sobre todo en los a~ctos matenalt~ y en ''" cucslione:; relacionada:;
con los '·ariO$ tamal\os de ;údicc:\; " C U. Robcrts· T. C. Skear. nz~ Bmh o{ tlrl'
Codex, London 19t'3. masoriema~ h:tCia dl\crSO!> ao;untn~ hlstÓrKO~ qlh! tienen
qua ver con la apar1c1ón ckl cúdJc.:c ~-con "" C\ponsH'm lwtlllttlll&r de una po~11:u''lll
privUe¡UKL. tn ha antliJUedad tantl;a.
2. los codu:ól~oli tAmtutn dcrwmmnn fv/ro :s una huja mdi\ uiu11l, de mo·
do que una lámina dobl~ ( ..-:'-"11 d~;>s ho,ii1s) t\"'Hma uu b~li•liu.
3. Retl)«(o a los aspecto-. mntc:rial~ del rollo. cf. el estudio fundamental
ele W. A. Johnson. Bookmlk mzJ s, ,¡¡,,., m On·rhmdu"· Tnronlll 2004.
f_
/.o~ pnmiiHliJ pap1ro1 n·i.\lhll/11.1

pma leer un texto hay que pasar las páginas. mientras que un rollo se
Ice columna a columna. ~ hay que sostenerlo con ambas manos.
Aunque In prctcrcnci¡¡ de los cristianos por el códice nu se discute.
existen otros muchos puntos de debate. En este capitulo presento los
datos más relevantes. me ocupo de tos principales temas de discusit\n
y ~co algunas conclusiones u la lu1 de la forma material en que los
textos cri•ainnus se tnmsrniticron durante los siglos 11 y m~'

1, PH IMill \o~ roKMAros m 1. uuw: IM ros < 1 \~Tn ., tn·o~o¡

Antes de ocupamos de otras cuestiones. rcpa~emos en primer lu-


gar algunos datos que mucstrnn la gran -de hecho. llamativa- predi-
lección por parte del cristiani!lmo primitivo por el códice. Me baso
para ello en la base de datos de libros antiguos de l.ovaina ( LDAB:
Lt·m·en /Jataba·h! t?lAuciellf Hook... ), cspccmlmcntc para re\'tsar las
p2.utas generales en cuanto al tonnato de los libros y textos de la an-
tittOedad'. l,aru los primeros manuscritos cristianos. sin embargo. he
c<•mpletado lo~ dnto!l de lu LDAB con otras fuentes. particulurmcn-
tc con los ficheros del proyecto de la llnh·crsidad Macquarie sobre
los papiros relacionados con el desarrollo del cnst1amsmo en Egipto
(PRCE: Pa¡~l·ri(mm thc• Ri.\'e ofChristianity in E&,'l'PI).
Cmncnccmos con el pnnorama general. Lo primero que ha de
ad,·crtirsc es que poseemos un conjunto raLonablementc amplio de

4. tn mu,ho!i ~o:a~m•. lu que quaia e~ scrKIIIIlnM.-nlc un frngmc:nht del nuttcriul


c:~·riptmtu. !\u ul'hiWIIIC, In\ I"'JliN'tlu~n~ rucd4.'1l dctcmlm.tr 11 1\}(1\U(kl si !'IC tri\141 d~·
un tro1u de un manuM:rih> más amplin, o,x-cislmcntc si k ha ~nnstr\'ado lu parte
sLp.:nor o inferior d.! la column:& cM: rita. Si d h:xto parc:~:c cun~ruar o tcrminu de
fmna abrupta. se supone que t\m11aha parte de un tc'\to más largo. Si lo ~crito por
uM cara rnr~'\·c ser pune ,1~1 rn''"\4.' texto 411c el que ar.vccc: en la ••tru. pml~blc·
mente !ic lruta de 1" huja de un ,,.Ki,,c:,S1 .. u lamente C'!IÁ c:~cnto el rrt'lo (1.1 cJu .. en
l.ftC l¿~lli libnu• del p¡apim ~e cn~ucntrun J¡s¡~uc,cal\ de fhrma hori1ont~l1. c:ncon~~'
proooblc:mente es parte de un rollo. Si l<l!lrnmos identiliL·ar 1!1 texlo. ~emos caku-
111' c:l nürnero de linea." que faltan. Si, como suc:lc ('«:urrir. s.: conscm1la numeración
dt una ~lln págma \kl '-·údice. es JXl;"ihlc: ~timar cu~ntas pá~Ul.1.!i lo t'tnmaban.
S. hta \Aiio~ ~!!e: de datt~ c:'lá n nuestra diHp!~ic1ón en lntc:~t: hnp:11" "'"·
tri,mc:B•Mu!'.OI)t'lduh:indc:\.J'Ihp. L.- LIMA :~oe ccntm en lo~ rnanu~nto,. qu~ con-
ti!lltn lc:.\los c41itcr.uios. ... lln4 curiosidad de l:s LUA8 es que: l:c. c•lrus que dan del
n·imero de manuscntos JX&ra un s1gfo en las [lroltical' que un<l mtsmopucxk ~•~t.Mdl
d f~eren de lo~ totalc:s olltcnidos al usar la opctón de ce búsqueda•). En cualquier C.1SO.
1~ ... p;&UIIl' ~ltnn d11ru" y s<m ""lloCCJ'Illh~ de cmnJ'IIlrlll'l(\n
.'i3

datos sobre manuscritos en los que basarnos. La LDAB incluye casi


diel mil entradas ( munus~riros) lechadas por Jos editores dc~dc el
siglo IV n.C hasta el siglo VIII d.<·:·. Se trnta en gran medida de
copias de textos «lit~nriosH. que son la analogin más próxima a los
textos cristianos clave. ~omo los escntos bibhcos·. lkntro de este
periodo, el número de mnnuscritos varia de un siglo a otro. constitu-
yendo los munucritos datados en los primeros 'iglos ( 111-1 n.C.) un
conjunto mucho menor fcf. gr.ífi~ de barras 2. p. 108). Comenzando
con esos siglos, la LDI\B enumera 283 manuscritos para el siglo 111
a.C .• 26M para el siglo 11 a.C. y 449 1.,run el siglo 1a.C."
A partir de ese molllcnto. en cualquier caso. el número se diSJ)ara
hasta 1.044 para el siglo 1 d.C.. 2.752 para el siglo 11 y 2.26 7 para el
siglo 111. De manera particular cabe destacar que los siglos 11 y 111
d.C. presentan las cifras más elcv;ulas. en comparación ~on Jos siglos
anteriores)' ptlstcriores incluido~ en ha LDAB''. Por eJemplo. para el
siglo IV d.C .. hay J.ISJ <:ntradas, poco más de la mitad de las exis-
tentes para el siglo 11 d.C. /\demás. el siglo VIl d.C. posee el menor
número de manuscritu; ( 1.0 JS)'''. lo fundamental c:s que contamos
con un conjunto de ammuscritos hustantc amplio, incluyendo un alto

6. En c:l mom.:ntu de c~rshu ~stc: cupitulo (no••icmhrc de 2005), la Ll>AB


tenía 9JC75 manu!K:ritn!- cat:tl.~:ldo~ ((latos dd 1 de il~ll~hl d~ 200.'\ 1 [Al prc:~rar
osea C'dic&ón d ni& me: ro e' \le 1~ .h2S (jumo de 20 1n 1N. dd f·.. l ).
7. J. Gascou, /.~.~ nx:tcc.'l do·cumt''llcun.·., E}{\ptit:n.s. sd\alab.1 ~uc el códice
ao era C)I.C~Si\·.tmcntc: u~ c:n Egiptu pam textos ctd~umcntalc!o" (es decir. no
literarios) antes dcl ... i¡zlo 1\' d.C. por lu que nl' pu~dc: e\plil~ar el u~o cristianl:' 1p.
79). Atribuye d uumc:nlu de ~·t'lth~C\ documentales en el ~iglo 1\' a 1~ c-'>fucuos de
Diocl«iln() ~· otro~ Jl'lr n>&nQI\1/M nuh IIUCO!\amcnle I·;J!liJ)t<l (r. 7 ~- 77).
8. w c•lna:. Mm lo~ ~rr"•da.' por l;a LOAU en d mum4"fllu de el'>cnhir cst(
capitulo. Aunque sit:ucn Jil.tdi~ndo~c manus~r1too; a la h.tw de dato~. es dit1c1l ~uc
las pautas gtneral~s :s< \'can sheradas. de modo que en el siglo 11 d.C. encontramos
el mayor nu~m di: manus:utos.
9. (.a¡¡ opiniones de 1\ll\ pal.:oi(rali)~ d&ft~h:ll entre ''· de llll&r~erll ~l~ ~1 ni&·
mero concrct,, de manuM:rs:o,. de un "'~lo deccmunado ruede ~umb1;1r. (.\m htd<•.
tales variaciones no alteran las paUl~ gffitmlc:s de lo~ datos. Adema,, dadu '-JUC la
dabación pslcográtka suele tener un pos1bl<: \.'1Tor di: entre veinticinco y cmcucnta
lftos. la tech~ propuesta para muchos manuscritos ~tá a cllrntlln entre de.~ siglos
(por o~mplo. 11-111 li.Cl En tAle~ Ci&'ll'~· '" U>AB mduyt.• ~>!1 ~ntr1u.la' p1nn c:l
Mllu~e:rito, un1 c:n udlt \lglo. pur In \fU< 1~ suma del númcru de ~mtrli(Lls rcrrc'<'IIIJI
un lotAI mayor 'JUC el niuncru de: m:anuM:ntos contcmdos en lB bosc tk tlatos.
· · 10. 1.4 úhim~ \C:L '1~ ''"'~uh~ la bil~ ll~ dallJS durante la claoordción de: ~~e:

~
Hbro(no\iembre de 2005t, la U>.-\H contcnia 1.240cntr.tdas p.va el sagl(• V, 1.377
P1n el !U~Io \'1, 1.01 ~ poaracl "!(lo \'11 ~ 1.6(~ Jll&rA cltolt:ln VIII.
1
/.O.\' /}TIIIIiiUYJ\' f'<1p11YI\ 0'1.\flliiiO\

numero procedentes de los siglos 11 y 111 d.C .. lo cual hace que re-
sLite interesante el tipo de análisis cuantitati\'l) que prc"cntn en las
pltginns siguientes.
También resulta útil el hecho de que las entradas de la LOAB estén
clasthcadas segun su tom1ato. dominando el conjunto lm rollos y lu~
códices. En un pcquc11o número de casos. las cntmdas csto\n colm:ada~
bajo la categoría de cchoja,, o cdragmento)). Es preciso tener en cuen-
ta que la LOAB simplemente recoge la infonnaciún y las opiniones
ofrecidas por los editores modernos de los manuscritos. La denomi-
nación ((hoja)) ~uclc significar que un documento se comidcra como
un texto completo en una única pieza d~ material cscripturio; es d"-cir.
que no t(mnaria pune de un manuscrito má~ amplio (por c:jcmplo. una
carta. un amuleto o algún otro texto breve). El término crfragmcnto))
puede dar a entender que los editores no han sido capaces de dctemli·
nar la fonna original del escrito a par11r del material cnnservndo. En
algunas oca.'iiones. no obstunte. pese a que podría haberse detennina-
do el fonnato original del manuscrito. los editores parecen no haberse
preocupado de ello (por razones que no siempre están claras).
Esto significa que algunas de las entradas clasificadnscn la l.DAB
como ((hojas)) n c(fragmentosn bien pueden ser restos de un manuscri-
to más amplio y. a la luz de la clara preferencia general por d rollo ~~~
la antigUcdad. lo más probable es que fuera un rollo. Por consiguien-
h:. es posible que el porcentaje de rollos en relución con los códices
sea aún mayor que el indicado en la LDAB. en espc!ciai durante los
p:-imeros siglos. cuando era el tom1ato predominante••. En cualquier
caso. trabajaremos con la..; cifras que aparecen en esta base de da-
tos. ya que resultan pcrt'-'"Ctamentc ad\."(Uadas para detectar las pautas
g!nerales. En algunos momentos. sin embargo. excluiré las entradas
C•-'locadas bajo la categoría de «hojas)) o <e fragmentos» a fin de calcu-
lar la propun:ión existente entre las entradas clanuncntc identificadas
c.:,mo rollos y como códices. Iré haciendo referencias a \'arios ¡zrnti-
C·Js que aparecen al final del capitulo.
Comienzo indicando que el número total de entradas identifica-
das en In LOAR como cristianas e<¡uh'ale a un JS.4% del total de las

11. St un~ (4láminau (1 "fn•gmc:ncu)• pr~M:nta trozo~ del mismo tc:\tu en am·
blS caras. muy protYcthlemente se mua de la hoJa de un ~ooi\:~. uu~"''il..' ~~ lti
c~á escmo en una sola ~ara Cñpccáalmcntc: en C!l r.:cto). puede ser indicto de que
lormaha P"r1c d.: un wJI,l.
incluidas en todo el periodo que: cuhre (gráfico 1). No obstante. es
imponantc desglosar este total siglo por siglo. Como se muestra en
el gráfico 4, los primeros manuscritos ~uc pudemo~ identificar como
cristianos se techan en el siglo 11 d.C.. constituyendo únicamente un
1,9..;o de lo) mauuM:rilo) re~ogidos para ese periodo y ascendiendo
hasta el 10,3% de las entradas del siglo 111 d.C (gráfico 5)':. A par-
tir de ese momento. los manuscritos cristianos conl(mnan una parte
cada vez mayor del n~mcro total. especialmcmc en el stglo IV d.C.
(el 38%~ gráfico 6) y todavia más posteriormente:'. Obviamente, el
vertiginoso aumento del porcentaje de manuscritos cristianos, espe-
cialmente a panir dc:l siglo IV. retlcja el puesto cnda vez má~ desta-
cado del cristianismo o:n el conjunto de la cultura romana, sobre tudo
tras la trascendental aceptación de la rc:ligión con Constantino. No
obstante. aunque lo~ manuscritos cristianos constituyen una pequci\a
porción del total del siglo 11 y una modesta cantidad en las entrudas
del siglo 111. consider•J que tenemos suficientes testimonios manus·
critos para pem1itimos llevar a cabo un estudio.
Si a continuación nos ocupamos de los aspectos cuantitativos
relacionados con el fonnato de los libros omiguos, es posible de-
mostrar la preferencia del cristianismo primiti,·o por el códice. De la
,¡fra total de clcnlcnto~ da)ili'-.:ado~ ~~~ LDAB ~urno rullus (3.033 ).
sólo unos 81 (un 2. 7 ·~-'o) son identificados como cristianos (gráfico
2). Sin embargo. ni menos el 7~~·¡, de todos los códices (2.32S de
3.188) son considerados cristianos (gráfico 3 ). Además. incluso en
los primeros siglos, lm códices cristianos suponen un impresionante
porcentaje del total. De los 104 códices datados en r:l siglo 11 d.C.,
al menos 29 son cristianos (un 27,9%)~ y de los 397 códices del SI-
glo 111 d.C .. lo son 134 (un 33,X0··o) 14 • Considerando esto a la luz dd

12. Advc~no una Wl rn:i~ que nHl\"fk•~ rMnu~rilll~ han ~ido techados c:n l<lJ,
1l1los 11-lllulll-1\" d.C" P·lr c«.m~it(uacnt~. d h>htl <k manus¡;rih)~t d.:l ,;gl., 11 cJ.r.
qa.e presenta lA LUt\B cn~lu>·c a~ucllu" datttdos u ~~o:.llu cnlrc h~~ ~i¡:lo~ 11 y 111.
IISf como los ftchaoo~ de un modo mas ~itri~to en d sit:lo 11. \' c:llotal de: In!\ ma-
ftUKritos del ~iglo 111 u\\:lLyc aquellos tbt:tdos entn: lo!i siglos 11 y 111 ~- ~nlrt los
sialos 111 y 1V.
13. l.os cntrad:a.~ que $C Kicntttic~n ~mno ~rl~tmma\ con,.uruycn un 4.l~o cJd
&otal d~l ~il(ln \',un ~X.ft~oen c:l stgln VI. un '7.\% en el VIl y un H~~·o en c:l VIII.
14. De los 41 lt.:rn» m~umos dd ,¡~In 11 enumerad~),. c:n la li>AB (~uc
inelu~ aqucllu;:, a u.halk t"lltu.: lv~ :.-ittlu:t JI y 111 ). 9 !>011 rullo!i ~· 4 st' cla"lti~an
QOmo «láminaS-~>. l>e los 1W it~m~o cnsltano~ del St!;IO 111. 40 son rollos. mi~tras
qQe 4 ~00 'OIOCil~il,¡ hlljt) Ja CU'JUCtll dt' ccfragmclliO!'H y 2~ liOU CllB'ildcnadul' ••IU·
/.o\!'"""'''''-' f'<l/'ln•' <n'"'"'"'

pe~ueño porcentaje de elementos cristiano~ en el conjunto de esos


si~los, resulta mucho más llamatiHl el elevado número de cúd1ccs
identificados como cristianos.
Además. si nos limitamos a aquellos elementos idcnt1tlcados co-
mo cristianos. obtenemos otro claro indicio de la predik">Cción por
el códke 1'. De los cuarenht y un mnnu!\critos ~·ristianos enumerados
en l.DAB. en tomo a un 71%, (29) son códices. y un 22% aproxi-
madamente (9) son rollos. en tanto que los códices solo suponen
más o menos un 50,'() del número total de entradas en el siglo 11 (es
decir, cristi:mus y no ~·ristianas: grátko H)''·. Al menos el 67% de los
ih:ms cristianos del siglo 111 rcgistrndos son códices, y en tumo a
ur 20% rollos. mientras que las entradas clasificadas CllllO códice~
en el conjunto del siglo 111 constituyen (micamenh.a un 11%, más o
m~nos. del totnl (gráfico 9) 1 '. Asimismo. debcriamo~ advertir que un
tercio de todo el conjunto de los códices del siglo 111 ( 134 de 397)
son cristianos. Por consiguiente, un factor fundamental en el aumen-

nun.J!V), Cumu ~nAiamo~ ¡uucraormcnlc, ~~ 11111)' pu~uhlc "uc .llt:un"~ de ll"'&CII\)S


cnum~rado~ en lal' do!> ühim~L!- cah:~urt'" plkiicr.tn IOCr pcdu/t~ d: un ~,)dkc (l
(lr.!s pl:m~ihlcmlcnlc) de un rollo.
1S. las C$tadí$ticas que ofrelco aqua dJtit:ren en pane de: aquellas que cla·
bor¡ron Robcft.ti y Sll.atc, 11~c· Bmlr of thc· Codc•A, 37. Segun ello§,~" tomo al ~S%
de la litcr3rur&t ~r•cg;a del Sl)jlo 11 c.. utlu en l(lrrna de r~'lln. pcru fucr••n mu~ho m¡1~
~clc~tivo!t en .. u ~l)rpus: ~o. udc:nuh, puedo "P'''' cdur la puhli~o:.a~icltl cte m~nu,;cri·
tm anhguos que ellos no pudieron d1spo~r. Aun asi, m1s cálculo~ tkmU4:stran su
tesss: el rollo cr.1 abrumadoramcntc pret(rido, mientras que los cmllaflO) optaron
ma!iivam.:ntc por el cúdil.'c.
1(1 f 'St'' indu~c los itcmlo fechados cm d ~1glo 11 y aquello~ polleoglitkum,-nlc
dlltallo11 cnt~ lo:\ s1giC)~ 11 y 111 h.os d«ar, po..'iihlcmcntc de tinulc~ del il o \:onucnJos
dd 111 ), Si no~ limitamos a conlUr ~o lo lo) itcms cnstmn~ del M~lv 11 cllbalk;Kiu!-1
c:r. la LOA B como «rollo~m o ••códi~csu, l\li- 2~ \:ódice~ ~on!olJtuycn un 7h%. En
al~unos caso!' m;ulta dificil ('Star sc~ums de si tcncm<lS un fragmcnlil d~ un milo o
una ~olta J'Úi,tlll4 c~·ril4 por una t.:afi1. [n rni!> cálculos. loJ he ctmsad<nuJo ~:omo ru-
11()!1. Cl'. mi rnAS c.lcullada rcllc\iún de luto ltcnu cri!otiano~ del )ittlo 11 ml\11 adclant~
cr. c~tc capitulo, donde •~luyo :al~unos m~~ q~ deben 'iC'r tcnado~ en t.:ucnha. l·.'ltU!i
ilcms adicionales. en cuak¡Uier C8$Q, no \atian sitmilicali ..·amentc a" e~tac.listi\:as
obtmidas a p3r1ir de las entrada." cnsuanas del ~i~lo 11 que ofn:.:~ la LDAB.
17, Incluso si rc:-~tnngimo!' nue1tros dlcuk's c.\cluM\amentc a aquellos itcms
i~nlllk~us ~umtl mil,, o códace~. lo~ Jlorc<"nluJI.'" rnU4:~tr.1n clara..-. datcrcm·m~
cnl~ la .. prcfcrcn¡;J:t.' cmtanmu yl~ "~ nmc,tro el contc:xtu cuhurl\l de: la épocn.
P~>r ~j~mplo. de los 1.7!<4 itcms ckl saglo JI ancluidos en li1l.l>t\Bcomo <•rx•llu~,,
o «'ódice..")), c~o~ cons.trtuycn c:n tomo al '·~ ·~r,,, Los códices supmcn el 27% '.h.:
la catra totallk ítcms dasilic.".3dos como «rollos)) o ••códJ<:es), en ~1 sigl<' 111. pcm.
como andl~llffi'-'"' m3~ :arnhu, :tftruxamad:amcntc 1111 trrcill d~· ellos !'U1 cristianos.
to del tonnato códice en el siglo 111 es e1 mayor número de códices
cristianos techados en csu centuria.
Al annli;mr de nuancm diacrónica el form~uo de los libros en los
primeros siglos. se descubre una interesante transl(>mmción desde
el dominio inicial del rollo hac1a una crcc1ente preterenc1a por el
códice en In cuhuru gc:ncral (grúfico de barras 1 y gráfico~ 7-10). Sin
emba~o. en el cristianismo se dio unu notable predilección JH'r el
códice desde el prmcipio. mucho ames que en el ambiente general.
Del número total de itcms fechados en el siglo 1, los rollos constitu·
yen un 77.5% (gráficc 7 t y. si omitirno~ aquellos considerado~ ((ho-
jas•) o ((fragmentosu. :os rollos suponen un 9X~·o:'. Más o meno~ el
7),M<!Jé, de las 2.276 entradas c.Jd siglo 11 e~ identificado como «rollo,,.
siendo códiccs el 4,<1% (gráfico X). No obstante. limitando el cálculo
a los itcms del siglo JI considemdos milos o códices. en tomo al
94% son rollos y el 6% codices 1' Los rollos suponen el 56~o paro el
1

siglo 111 (gráfico 9). pero un 73°/o si lo reducimos a aquellas entradas


clasificadas como rolkls o códices~.-.. Es imponante repetir que un
factor en el creciente porccnlajc de cúdices en el siglo 111 (21 %) lo
constituy\: el muyor n:uncro de cúdiccs cristi<~nos, que suponen un
tercio dcllotal ( 134 d~ 397 ).
Esta tendencia con:inúa en los siglos siguientes. Por eJemplo. en
el siglo IV los manuscrilos cristianos representan un 38°·o de un total
de 1.184 (~rátko 6), lo cual nyuda u explicar J>or qué la proporción
de rollos en relación con los códices comienza a disminuir significa-
tivamente. De los iterr.s con fonnato libro del siglo IV (gráfico 10).
en torno al 56% son c<'•diccs y un 15% rollos:'.
Aun tt riesgo de aturdir a los lectores, he querido incluir todus
estas cifras para tratar de dar mayor precisión a las cc.mocidas tesis

IH. Muchn~ 11c.·ms del r.sl{IH 1 ~m d:hith.·<~dm por 1:~ lJ)r\U "'umn .. t;\mmas))
(~0) o •<fraltmcn<u~" 11 :!.~ ). d~:.¡;an\lu en t~X el núrncru de cnlrud"' dd "'~lo 1~·<mM·
ck:nda~ cornu rollns u &.·(-ts\C'S. Enumero k•s &.'.a.~s "'"Jle:cltku' de prc,untt>s ~.:bdscc'
del siglo 1en el sigu1ente apartado <k cst.: capitulo.
19. l.as cntrndas del s1glo 11 ciMiticadas como .,fragmc:nl\~n c<•mprc:-ndcn 317.
siendo C<\fll'idcrada~ ••lárnira~,. otf'3s 150.
20. J.a IJ)..\ 1\ COO~IdCitl ulánunas•• 114 l.'ntrltdJh ,ft'l \Í~I\1 JJI y ••f'nti(IIICI11"MI
ObU 2~0
ll. l>c: l.u cntrndas del s1glo 1V. el 22"1• se dasrlkan cnmo ulánun;u¡,, lun
~enlaJe cuoosarTh:nte alk)J ~ un b.~·~-~~ cnmo •<trnsmcnto:m. L. na \'C7. mál', cual·
quicr ajuste en la Identificación de -.'!\tos no alterará la conclus1<'ln genc=r.1l de que
en~~ "islo 1V d d)(liC'-' \.'tiiDI~Il/41 11 ~r el furm:.Jtn de litlro ¡ncfC"ridt'
/.O.\ /'1"/nJifiWH f1tlpii'U.\ (',-j.\llclllt.J.\

que antcriom1ente habían otTccido los estudiosos respecto al fom1ato


de: libro preferido por los cristianos. Tnuemos de sacar algunas con-
cl.asiones gcncralc~ de este nmilisis cuantitativo.
En primer lugar, rcsuha claro que los primeros cristianos prefi·
rieron el códice. y esta predilección queda demostrada ya en los mas
antiguns artefactos cristianos. <'mno hemos sei\alndo, el t<mnato de
li~ro que cuenta con una abnunudora mayoría en c-1 cristianismo del
si~lo 11 emás del 70%) es el códice. mientras que en el total del si-
glo 11 los rollos suponen en tomo al 74% (gráfico 8). En el siglo 111.
hay un porcentaje de códices algo mayor respecto de la dlra total
( l:n 21% más o menos), pero d rollo sigue siendo el thnnato de libro
dominante (gráfico 9). Por ello, la preferencia del cristia11ismo primi-
tivo contrasta con los gustos de la época en relación con el fom1ato
del libro, o ni menos se distinyuc considerablemente, lo cunl justifica
un estudio y análisis más detenido.

Teniendo como meta ese estudio, ,·amos a ocupamm a continua-


~.·:ón d~· '"" lextos copiadosJ:. Tamo Jos cristianos como los paganos
d·: los primeros siglos emplearon el códice, pero con una actitud muy
distinta en relación con este fomtato en comparación con el rollo.
¡,Podemos decir algo de los textos copiudos en un fonnalo o en otro'!
Nuevamente la base LDAB facilita la obtención de infcm1ación bá-
s·ca para este tema.
En primer lugar, consideremos qué textos recogen l<•s primiti,·os
c6dict."S no cristianos. Trece: entradas corresponden a cédices del ~i­
glo 1 d.C.:' Una de ellas apenas merece que le prestemos atención
(3erl. Acg. Museum Papyrus Sammlung P. 142R3 [LDAB 3850]).

22. ('f. C lt. Rtlbcft.¡·T. C. S~c:ul. 11~&· B1rth of th.· t.'tJ(/.•..-, .lS-37, dunde ~e
iDCiuia un número mucho mis ~u~o de códic~!' no cnstJanos. ~o t~tante. ex-
cluyeron todo lo que ntl consideraron sc:r propianl(nle ulibros•• (es decir, códic~s
''iliJ4ldos plln tc\tos literario\). Atkmás. en 10!1 a~~ lranscunidos <lesde ,;u valioso
atud1o. han apa~"·•do IIUC\'US códkc!l.
~J P(1r altlUIU\ rttlon. cuandn ~ !1ulic11.1 un hstado de h."l ~:t\t!in•" d~l Mtclo 1
d.<:. en la LOAB. los d•«iocho enumerados inclu)·cn cinco qu~ 'o están r~ha·
dM c:n el saglo l. :">mo considetablc:mcnlc dcspué!'. Los que son \.ihdos tienen el
SÍLtuicntc número~ ln\Cntario: ,\OS3, 3850. 3910.4293.4305.4472. (\833. 7242.
?2h'~. ":NI<. 7~'>'1.X241 > IMt,J.
r.ilfll'r.~lc'T!.'I/( 1(1 por ,., ( ()l./in•

un conjunto de tablillas de madera enceradas con un breve texto li-


terario. ohviumente un ejemplo de apunte informal lomudo por un
estudiante. o emplea<k por otros paru clubor.sr listns de cosas que hu·
cer". A la luz de otros artdactos eincluyendo las pinturas). sabemos
que la geme empleaba estos senc1llos recursos. No obstante. aqui
esuunos más interesad~1s en el uso del códice de pupim ,, pergamino
para textos más amplios.
Tal vez debamos eliminar otros dos (P. Hamb. 2. t 341 LDAH 4J051
y BIFAO 61 ILDAB M03)). pues parecen ser porciones de rollos
reutilizados (opistógmfhs) y hojas suelta!- de material cscriptorio. y
los textos que incluyen son aparentemente eJercicios escolares. Otros
seis presentan mayor interés. en tanto en cuanto contienen tablas as-
tronómicas o astrológicas:'. Junto a muchos otros. estos manuscritos
en particular demuestran un uso frecuente del códice en los primeros
siglos de la era cristiana paru copiar materiales que eran consuha-
dos corno obras de rctcrcncia, mas que leidos como un texto litera-
rio. Hay al menos otro ejemplo entre los códices del siglo l. P.Ross.
Georg. 1.19 (LDAR :lQJO), 111 parecer un texto médico ordenado al-
fabéticamence~".
las demás enrradas incluyen un códice en pergamino datado en
tomo al año 100 d.C.. que contiene un relato en latín de las guerras
macedónicas (P.Oxy. 3!l [LDAB 4472}). probablemente el códice en
pergamino más antiguo conservado con una obru literaria: un códi-
ce de papiro con un tc"\to poético o musical (códice del Louvre AF
11357 [LDAB 103611>: y un códice con los salmos (Bodl.MS.Gr.
bibl.g.S (LDAB 30K3}l. Sin embargo. se ha sugerido que este último
podrfa ser unu copia cristiana. Su techa (entre finales del siglo 1 y
finales del siglo 11 d.C.) lo hace perfectamente plausible. especial-
mente si se data hacía mediados o finales del siglo IF'. Vol\"eremos

2... (.'f. la rcU~·.\Iún de f. 11. Rohcrts· T. ( . Skc.al, J"h,• 8irtlroJthd. 't'lh'\, 11·14
(«la tablilla de esctitura)ll, ass como la de C. Sirat. l..t:• c:cxkx du hm,·. quu:n propm-
~iona ~prescnt.leionc:s de ~u uso c:n fa ~antigllcdad.
2S. P.Oxy. 470 tLDA8 42~3t; P.O~y. 4174 tlD:\H 7242): P.Oxy. 41%u
(LOAB i269); P.O~y. 4220 fntg ..\e LIJAR n'IHt: P.Chy... 2lla cU>AB X2-' 1>:
P.OKy. 42211 fn~g. 4 (1.0.-\B i2~).
16. l:n cualquu:r cas.o. 1ll quc:da c:ompiC'tamenac d1U'o ~¡ se trata de un códtce
u de un rollo n.•tnih7~do (O~·Isto~rar\-.J.
27. Por c:Jc:mplu, d. VIl 151. una opinión 4uc cambtcn queda rctlcjada en la
en1111da corrc~ptmdt~nlc 3 c>lc manuscrito en la l.llAB t.lOX.h
MI

a mencionar este manuscrito cuando consideremos los textos de los


códices cristianos en este: mismo cupitulo.
En c:l siglo 11 el conjunto de códices es más grnnde y muestra un
interesante inventario de textos y usos. No es este el lugar para repa-
sar con el mismo detenimiento los setenta y cinco cód1ces paganos
C.ll:e pueden ser techados en el siglo 11 (o u caballo entre el 11 y el 111 ).
Bastará con un apunte sobre sus contenidos. 1la y cuatro casos de
tablillas enceradas~ treinta y cuatro con textos literarios conocidos~~~
otros cinco con textos literarios. poéticos o musicales sin identificar~
dos que par'--cen contener ul~ún tapo de texto filolúgico o grumáti-
C('·; dos con un texto tilosótico o médico; cinco con texttls retóricos
u {lrcttorios sin identificar; y - la categoría más amplia·-- diecinueve
casos con manuales o tmtados astronómicos y astrológicos. Estos
constituyen un 25°/c, del tutul. lo que confinnu que uno de los usos
preteridos para el códice cm los primeros siglos cristianos era este
tipo de texto «~)aralitcrario»:·~.
En cuanto a los códices que contienen textos literarios. creo que
un buen número de ellos «.--staban probablemente destinados para el es-
tudio personal. Por ej~mplo. los catorce códice~ que contienen textos
de Homero incluyen un caso de tablillas de madera (BKT 5.1 [LDAH
1515]) y al menos dos con anotaciones (scholia), probablemente rea-
liT.adas por 'luienes los usaron ( LDAB 1N20: 1847). asi como otros
que parecen ser resúmenes de textos homéricos (pur ejemplo. LOAB
1843; 2415 ). Es decir, parece que cuando los códices se: empleaban
para textos literarios. a menudo era para proporcionar copias de uso
d:ario pam hacer anotaciones y otros recursos como antologías.
El escritor romano Marcaal (ca. 40-104 d.C) hace vm-ias rctcn:n·
cias al códice en pergamino como el tonnato en que estaban disponi-
b.\.--s algunos textos literarios. refiriéndose en panicular a lo que pare-
cen ser copia~ de un tamai'lo manejable pum llevarlas de viajc 1u. Ro-

2N. los autores idemiiicados son los SI~Uicntcs l<:on el núrrn:ro de t!JCm-
pla~s de cad3 uno entre paren1esis ): Esquines ~1 :f.OCratic<l e1), l.>emóstcnes 1S).
Euripidcs ( 2). lfesindu ( 1). tlipócr.atc~ ( 1), tfomcro ( 14 ), JcrK1fonrc: ( 1). 1.(\hano
( 1), L.i!oia" ( 1•· Mcoandro CJ), Plnd.-aru C;.~·.'•· Pl.ut\n 11) ~- fta<:ididc'( 1).
1Y. ('f. el \·aho,.., '-'l»t.ill'iJ'> de lc~.lll""l'aralitemrios en hll~::iJlti'\WWw.kulcu·
ven.be,.-uOOI .H 14 ·par:thl.htm.
30. Marcial, F.f'iWclriZcl.\ 1, 2. Marcial menciona qU( !illfo prop!<ls poemas es-
taban di<pomblt"S en t·~ fonnato en un cop1sta:librero loc~l. rn.ty mancjahJc:,
1nr tener ~·lle'tliCnA' p1í~mu''' ( cd'fc\'t.,u~ rncrnhr.uu& to~hclli\•) ). Cllo el tcxw tnl
1 a¡m•/c·,,.,,, w por d c't)(/tc·c·

bens y Skeat caracterizaron correcwmcnte a Marcial corno alguien


que promcwüt copias d~ obras litcmrius que pueden ser considcrudos
COillO <<los Cll.C\'ÍWS, SI no lo~ pcnguins 11 , de SU CpOCil>• •:, l,oseernos
ejemplos de códices. ramo en papiro como en pergamino, usados
para textos literarios e1 los primeros siglos''. Una interesante cana
del siglo 11 (de proccd\!ncia egipcia) habla de un librero que ofrece
varios cúdiccs en pergamino (m('mhrmlcl.\ ), confirrmindonos una \'e/
más que se estaban poniendo n disposición del público obra.._ litera-
rias en fom1ato de códice".
Los primero~ cristimos no fueron los únicos que usaron el códice
pam copiar texto~ destinados n ser leido~. y no simplemente como
obras de consulta. l,cru en su clam 1""<~/t'IY.'ncicl por el códice par~-cen
ser peculiares. Antes del siglo 1V. y especialrncnlc en los siglos 1 y
11 d.C .. da la impresión de que en ambientes no criscinnos el uso del
códice pura textos litera nos serios era linutado ''. Por ejemplo, de
todos los manuscritos ce llomc:ro fechados en los siglos incluidos en
LDAB. en tomo al 63% son rollos y sólo un 18.5%, son códices. Al·
rededor del 6(l0/o de los manuscritos de Euripides son rollos y más o

c:omo llp.vccc: c:n Man:ial, i'pt!(ramav rom¡1/t·s<~'i. c:d 1.>. bccf~aniu, Mndnd 199 l.
60. Las ouas posibles rererencia.ot <k ~1an:ial a IOl> 'ódiccs de pc~amino son 14,
1R4.1 R6.1 S~.I'JO.I 'J2. No 'l~;cd:t dnro de 'JU~ tnmaJ"'l' eran tsa.oo ~~~qucl\'\s pá{tma.'''
Pam ~1 "'\tud1o <k h"' retcreno:ta' dt.' M.m:tal, e f.C. ti Rohcrt!i· T. C. Skcnl, 71~e• Birth
nj thc• C"clc•t:, 24-2'1. lllt)' un:1 h~l4t de (l~hcc~ dt.' J'Cfleclnlll\') "·on h:Xh~ lilcr;arul\ ,fe
dif~n:nl~ l4mwlo!!. o~amnlt.ht\ por fC\:ha en E.<}. Tumcr. ~\polngy, N.
3 J. 1:1 nombre de <(cl/t\ arüs•> tkriu de la tomilta lktlamksa de: imprt:sorc~
que en el "i~lo XVII se hic:~m famo!'<lS por sus libros. cconómicClS y cncrctcni·
dos.; flOr <lCro lodo, •<~nguins>l :tludt a hli ~mh~id:u. c:d~·tonc;. d(Cuaks. harata...; y
de bolsilln. de lt:l\l<t' en Jnl( é~. Jo:n 11rnhu~ '-'11Mt\ \e ,ubraya el ~ucl'l'' lt.lrmnlo, la
popul.uidad y la griUl t11fust·.'m de su~ hbrus 1N. tlc:l T.}.
32. C. H. Rohcr1s·T. C. Skcat. TJrc• Birtll of the (l}(k"•. 27.
33. Por ejemplo. el ire:uenten'k!nte cttadc> C<'Niicc: ~n pcrgammo del siglo JI
.de DcmO!.tcnc!'> (P.l.tt.l.onti 127 fli>AB OMI)), cun t»ttma.r. de lt,.5 "· 1') '-'"'·
do,¡ columnns ~1r pj~tna, y 1" 1.1"'-' Turncr ,Jc,\:rihiú (Otn(l un11 Jl.:4lJ<"I' y .,s,,hf¡,,
letra ~ohdtan:t•• dcstm:ub 1•L uttliltlr d CSp.l(to lu IIICJ<tr po~thlcn. Pu"-dc 'crM' uno1
16mina. su transcripción~ d-:scripctón t:n lumcr. Gll'ek ,\fcJml.{<'rjpr,, 140-141.
).¡, L4 csna l P.Pctaus JO) es de un tal Julio Plác1do a ~u padre:. Cahc: destacar
que Julio dice: que hahía n:;;hv.ado IOl> ~~~ '<l<lke!- en pcrtzamino que le quena
\'Ondcr un librero lhamado Lllo. pero ~uc ho1hia C(lntJ'f.sdnotroli tlrlkulo" Ctw ..¡ucda
claro si rollo..s u cúdt\.'Cll). Asl. la c<lr1A mu~tr11 que:~ c~taNn elaborAndo copiZtS de
obru htcnmas en c:oo¡ccs ""' ~rganuno y que:. a la ve~. c:~illUA ~•crta r.:s~slc:lk:ta
•~e: funnatu.
JS. l:n las dfras que ofruco i1 ~onlinuactón no mduyu aquellos dcmcnlos
cluilicadt•~ en 1.1 U>AB (Onlt) .,frn~mcnt~>' u ·~hoJII~».
l.t~' pruniln o.\ pc~puvn crl.\lldllfl.l

menos el 1H% códices. Además. si limitamos los cálculos al periodo


previo al ar'o J(Hl d.C. el número de códi~'es empleados para dichos
uutores e~ minúsculo. Por cjemplu, en el caso del autor clnsaco más
frecuentemente copiado en la anugOedad romana. Homero. de las
789 copias fechadas en el siglo 11 e incluidas en LUAH. 16 son co-
dices (un 2(1·-Q); y solamente en tomo al IU% (67) de las 647 copias
techada~ en el siglo 111 son ct'ldiccs 11'. Estos datos son co~crentcs con
las referencias a los formatos de libro en escritores de época romana
examinadas por Roberts y Skeat. quienes conclufan que <(durante un
siglo o más después del experimento de Marcial. las fuentes litera-
rias guardan silencio sobre el desarrollo del códice••'~.
Incluso si el aumento general en el uso del códice en el siglo 111
(gráfica de barras 1) significa que la preferencia cristiana del siglo 11
em solamente el inicio de una tendencia que se impondria más tarde
en circulos no cristianos, todavfa tenemos que preguntamos ,·ómo y
por qué Jos cristianos optaron por un formato de libro q~.~: todavfa no
g·llaba de gran prestigio en la cuhura !!eneral\... Resulta curioso que
los cristiano~ anticiparon tan rápido y exitosamente una opción que
pudo haberse desarrollado entre el público en general de una lhrma
mucho más pausada. Como ya advirtieron Roberts y Sl:eat. el lento
pero finnc avance en la utilizaciún del códice en los tres primeros
s1glos de nuestra era contrusta enom1emente con la aceptación rápida
y mayoritaria de este fom1uto en lo tradición cristiana 141 •

J(,, bt'" ""'tadi~tic1s rc~p.aldan en .,;(!"'reto la ~tirmación s~ral de C. H.


Ro~ns- T. C. Skcat. TIH- Blrth o.fthc• Co,I<-.'C. 24: .-En los dos ptl11'efOS ~i~l~ del
hnpcrto la M)CtcdAd cduc:adu 11:\:UIU)Cia tAil wlo un furmatu para "llibru: el rullol).
37. C. H. Rúbcrts·T.l'. Skeüt. Tht• Bmh oftht• CvJc·x. 30.
38. J. '·an ltaclst sugcrla ~uc: la transtción hJKia c:l uso m8..11 gcneralilado del
c•ldK:e comenzó a finales del ~iglo 11. pero reconoce que la rapidez) amplitud de la
prcdtlcc~tún de lo" prirncrol' cn~hllllO!oi por ~1 ~<'l<licc: no lic:nc pararaón. Cf. J. 'tllll
h•c:lst, /.,'.\ •mJlittt'' ''" , ·m/c•, ..'2· ·'". htc cns11yu prottramitico rc1uha c:scn~il• 1
J~IU cuak¡uicr c:stuthn en ~rio !lo~rC' c:l uso cri:\tiano dcl códtc(.
39. C. H. Robcns· T. C. Skeat. 71u.> Birth o/ the Cuckx. S.\. Muc5U'In que en
d mundo pagano ••el códice se com·inió en un lonn4to ac:cptablt SIÓio tras un 11rgo
pc-nodo de ttcsla~iom, ep. 321 )'que fue •<únicamente durante el stJ!tl IV cuando el
c~tc~ akanli• una "iltmticnti••D J"lrciún cm la prodt~ctón de librot-. (p. 371. Amo·
<il <k aclullhL.acitm de lo~ dat~. C'n d n-•1. h 7 dC' TIH- Ox)-rll.l'"'·hrl., i•op)'ri, hay un11
listad~ unO!IO 175 manuM:nto~ de f.urlp1dcs cuno &k lo~ auton:~ mM populare' en
é~a romana a Cl'nocido~. Todo~ son rollos. a cxcepcton <k un an:iguo códace dc
~piro con una copta de las Fcmiciaf (P.Oxy. 33211 y un puAado de otros códtce~
dltadu~o tudu~ dlcn en .:1 ~~~lo IV ~· miÍ\ turdc.
b) Te.xws: preferencia.'i l'ri. .·tiana.,·

Clununcntc. lus cristianos prefirieron el cúdicc: IW ubstanlc, tam-


bién resulta evidente ~ue emplcuron rollo~. Aun4ue luego propondré
la5 po~ible,; ra:.wnc~ d" ~>u pr~tC:r~ncia por d códice. ¿pod~mo:; di~­
tinguir alguna pauta en el uso que ht~ccn los cristianos de uno u otro
fonnnto'?
Ordeno el análisi) cronl,lúgicamcnte. COtllelllandu con los libros
cristianos que han sidc datados en el siglo 11 d.c.~·· La base LDAB
ofrece 41 entradas que incluyen los datados en el siglo 11 y aquellos si-
tuados a cnballo entre d s1glo 11 y c:llll (lo cual nonnalrnente implica
que esta datado bien a finales del siglo 11 o a comienzos del siglulll).
A estos. basándome en la techa otorgada por los expertos, yo allado
otros cuatro casos de mi tabla de manuscritos del cristianismo primi-
tivo~'. Ahoro bien, tengumos o no en cuenta esos cuatro ejemplos. la
pauta en el uso cristiano queda suficientemente clara.
Entre los cuarenta y cinco libros del siglo 11 que en principio
hemos de considerar. al menos seis (y muy probablemente siete) son
casos de textos litt:rarios copiados en rollos sin usar. otros cuatro
(posiblemente cinco) p:meneccn a rollos rcutililados (opistógrafos)
y otros tres pudieron ser bien rollos o bien hojas sueltas que conte-
nían el resumen de un :cxto. Una de las entradas de la lista propor-
cionada por l.l>AB (PJiarris 1.~~ [LDAB 4~99)) es una hojn suelta
de papiro que contiene un texto de magia. pero no está del todo e Jaro
si procede de un usuario cristiano o judío. Ello nos deja con al menos
veintinueve ejemplo~ ( induycndo los cuatro que yo a1,adu) que son
claramente cúdicc!\•:.
Paso a considerar bs textos copiados, así como el formato de
libro escogido. Podemos comenzar tratando rápidamente las copias
opistógmfns. En el ambiente de la época. los rollos cmn gcncralmcn-

40. Sobre los detalle~ ~~cilico" al n:spccto, <:f. Apéndice l.


41. Códice ~huyc:n 187 cÉxodo: la rect\J oscsla ~ntr~ c:t siglo 11 )'el siglo
IV d.C.). P.Lc1p.mv. 170 (Salmos; fc!Chado c:n el sittlo IV en la LDt\IJ). P.Chc~tcr
Boatt)' VIII (Jcn:rnias; r«:h:do en el ,¡~Jo 1V en la U>t\ IU y 1• \tkh. l.'n (/'""'""
dtl H~mw,,; fechado en el ss~lo 111 en 1.& l.l>AU ». fft (n,ontrado at~unos errores ~n
lu cntradü de: U>AU. y he tcnd1do a !lcgulr la d4tactón prupu~t:& por J(,s c~ludios
·Y cdkiv•"-~ it\:;td~mi~as ..:om" Turn~. T)¡N.,fo~'l-
42. AWl a riesgo de: s.alu-ar de ctfras a los lectores. sdlalo 4ue Cllt~ cúdk:c:~ su-
ponen un 84'1:i, dd total de .utkulos cn,tuu1dll <k1 sil( lo 11 que !l(ln rull•)'l l) c(Kiic~
/.o.\ l"'lniiiiWI.\' l';(lf'ln" <'ruttmi!H

te reutilizados. por eJemplo, para hacer copias de textos para el estu-


dio. l.ns textos de nuestros cmco opistogrnfos cristiano' del siglo 11
s•m Apocalipsi~ ( P.IFAO :!.J 1 ( LDAB 2776)), Su Irnos·:!'.\'/ H.921 v.
[LDAB 30f(RJ). Pa.fitor ele llcrmtL..: (P.Mich. IJO (LDAB 1096)) y
un par de tratados teológicos u homilías de otro modo desconocidos
(f'.Gen ..ll25 (I.DAB 50331 y I,.Mich. IH.76.l (LDAB ~71))"'. Pro·
hatllcmcntc. estos dnco munuscritos hnn de ser considcrndos como
anetactos que reflejan d interés de algunos cristianos dtl siglo 11 por
tener textos editkantes para su lectura personal. En el caso de los
opist<>ttrafos, no obstante, no se optú por el formato de rollo. sino
que simplemente cm el t(mnuto del matcri"l escriptono que podía
ser reutilizado (porque la superficie exterior de los rollos qucdabu
en blanco).
Sin embargo. siete de las entradns de nuestro lista de manuscritos
écl siglo 11 sí retleJ:m la decisión de copiar textos en fommto de ro-
llo«. Lo!\ textos en cuestión son los siguientes: una hornilla dc:scono-
cida o tal vez una carta (P.Mich. IR.764 [LDAB 0562]).Haerde lrc-
neo (P.Oxy. 405 (LDAB 2459]), OrSih (P.Oslo 2.14 [LDAB 4797]).
Ester (f,.l>x}'. 4443 [l.UAB JORO)). Salmos Cf>.Uarc.inv. 2 (LDAB
3082)). un discurso escatológico (PSI 11.1200 [LDAB 4669]) y un
fragmento de un texto parecido a los evangelios cuya identidad se
discute (P.Oxy. 2949 [LDAB 5111 ])''.
No obstante. en el caso de dos de esos rollos. 1m que contie·
ncn Ester y Salmos. los estudiosos discrepan respecto a st derivan
originalmente de copistas judíos o cristianos. Ambos están datados

-'l f-'1 IC~hl tfcl tc\:10 110 hn 'l(hl I~C:IlltficUd\l. Se IW SU¡J\:ridn, dC' tUd\1~ llhl·
dos. que pudicru tl>rmar panc del mismo manuM:nto qlk: P.O~y. 1079. !.fUe es un
fragmento de una copia upi~tógr.lfa de :\p c<m una copia de b,; en el recto. Ntl
ohstante. c~h.l~ do-s manuscrih.ls f~ron editados d~ fonna separad!. y el editor d~
P.Oxy. 107~ lo t«hn entre lo.'i si"lo!l 111 y IV. Por cnn'ltl'uicntc. ~¡ de hc~:ho son
fm~mc:nros del nu .. nw oprs1t.lgrafc,, lu t13li1Crt1n de: cadA unu de clkn habria de ser
rc~..:,msidcrud-1.
44. En ~:ada caso. el tell;to en cuestión e5taba cscnto en el rcckl (cara sntcriorl
ckl material c.-scriptorio. quedando en hlanc:o el v~ho (aunque. en el caso dd frag-
mcntcl de OrSih. P.OslCt 2 14, hay clCW tc\to en el \tJelto.lo cual irdica que el rollc'
·u~ fc:Uitli;,~.-du).
4~. (), I.Ohnnann rropuso lfUC runto P.< hy. 2'M 41(.'UffiU P.Oxy. -1009 c:onr.tttuyc.-n
fra.IIDlmtos lk un "-stadr(.) primitivo del t:wmgt!lw ck Pt'Cim, :tlgo muy cuestionado
.actual~nlc. ('f O. LOhnn3nn, POx 2949, 216-226: Id .. POx ./(HJY. •~'JC...,..IU: cf.las
:ritl(.'a!l de T. J. Krau.;-T. Nickla~ (cds.l. Petntt(•wm~elium. y las tOOa\'Ía ma~ ~ria!o
k P. 1-·,~tcr...fll' nlc'l'i' A m l:'m·~,. f'ra¡,:nN•nh o/'thc• So·( 'u/le•(/ <i<'~~l nf Pctrr'
a comienzos del siglo 11 o quizás incluso antes. lo cual hace más
plausible que procedan de manos judias ( rucs la pohlacibn judfa de
Oxirrinco sufrit'lun gn.vc declive tras Ju revuclla JUdía de 1J2-135
d.C.). Además. el rollo de Jos salmos es de pergamino (y es posible
que los jud1os pretineran cuero o pergamino para los textos bíblicos).
mienaras que los mnnuscritos híhlicos cristianos del si~lo 11 (al me-
nos en Egipto) están ciE.borados casi por cmnplcto sohre papiro 4". Ln
ausencia de tormas de nomina .wcra (por ejemplo. la fonna ttto~ sin
abreviar de P.Oxy. 4443) no es coherente con la práctica habitual de
los escrihns cristinnos. Por último. la gran prcdilccciún de los cris-
tianos por el códice. cspc..-cialmcnte para los textos bihlicos (como
veremos en breve). es en si mismo un factor que lleva a algunos exe-
getaS a sospechar que dichos rollos son judios. En efecto. es p~ciso
advertir que todos los manuscritos hiblicos anteriores al siglo 11 d.C.
de indudable procedencia judht son rollos 4 ••
No podemos dedicar más tiempo a l"Sla cuestión. y no hay manera
de resoh·crla definiti\'arncntc. Por supuesto. resulta posible que se
trate de copias originalmente hechas por judios y destinadas a ellos.
que posterionncntc pasaron a manos cristianas. Por ejemplo, los pro-
pietarios o usuarios judíos originales podían haberse com·ertido en
seguidores de un circulo de cristianos. o bien los cristianos pudieron
haber comprado o hllhcr n.~ibido esas copias de manos judias. En
todo caso, también es posible que esas copias fuernn prcpurudas para
ser usadas por individtos o círculos cuya praxis y cuya identidad
combinaba rasgos de lo que conocemos como «judaísmo•> y <<cristia-
nismo)). lndcpcndienter~lcnte dd modo en que imaginemos que tU\"O
lusar In <<separación de l<ls cnminos>) de ambas tradiciones. dchcriu-
mos presumir que para algunos judíos y para algunos cristianos la
división no fue ni temprana ni completa. al menos en el siglo JI de

"6. 1!. 'Tm·• •'u:rtfttll /'rctc'lla.,, .a.a-:q, muc~tm que lo" mnnuscncos de JlliJllrtl
de Judea contienen en su mru:nsa mayoría textos no hihhco'), y que las copias de
CC'Xtos bfbhc~ en paptw soe muy cS~:asas. E. A. Judgc-S. R. Pi\!k~rins. n,h/iml
Papyr;, ~. ind1can que lo!> rollos de cuero u re~aminu !'C>n «casi dcsccmoctdos>> en
!atPco. aunque rrcdotninlln C'll Judcn
47. De ht.-cho. como oh\e"u F. TU\·, Sc·nha/l'rcwllc'('.(, JI. nan~unu de ll'"
~tos procedente!! de cxC&\'Ik:ioocs en Judcn (del ~i~lo t d.C. y ~nl~UOn!!>•. ~u !iCAJt
blbiK;us o no, ~tá en un cll<U:e. l.o!' t~tlmonios ~ul:licrtn que el uso del c<''Cticc ror
PIJte de los judios pudo ~b:r.;c dcsam)Jiado tan !iolo como panc de aquella dis-
~ión gcn~rnl má!> favtlfi1"1~ a crnplc.u l."'lfC fnnnAio n ranir ckl M¡tlcl 111 d.C.
l.o.\ prlttutn·o,·pupm~' <'rUIIclllll\

la era cristiana"'~. Si bien pienso que esos dos manuscriros proceden


'-'(m se~uridnd de manos .iudias. para mi análi~is Jos considero ejem-
rlos ocasionales de copias cristi11nns de texto!\ hiblicm; en rollos"'...
Dada la preferencia que los cristianos mostraban por el tbm1ato
códice. no resulta sorprendente que exista di\'Crsidad de textos (:11
bs códices cristianos del siglo 11. Además de e~critos bíblicos (a Jo~
que prestaremos mayor atención), tenemos dos códices con cl/'cutor
de Hl!rma., (P.Iand. 1.4 [LDAR 1094)~ P.Oxy. 352M ILDAB 1095)).
una posible homilía (BKT 9.22 [LDAB 4973)). una d~ las tres co-
pias de /~\·7(u, CP.Oxy. 1 [LDAB 4028]; cf. lámina 7. 1\péndice 2).
un fmgmento de texto similar a los e\·an~clios de ider•idad dudosu
(P.Oxy. 4009( LDAB 4M72]). un texto de Filón de Alejandría (P.Oxy.
1173·d356+2158 .. PS/11.1207 y P.Haun. 1.8(LDAB 3540}) y frag-
mentos del llamado Evangelio E~erton (P.l.ond.Chrisr. 1 + P.Koln
6.255 ( LDAl14736)).
Los restantes veintiséis códic~s cristianos del siglo 11 de mi list;t
son todos copias de escritos de lo que se acabaría convirtiendo en el
Antiguo o el Nuevo Testamento cristianos. Este mayor número de
k:xtos bíblicos en t<mnato códice re:oiulta por si mismo ~nonncmente
interesante. No obstante. la escaM!l de copias de dichos escritos -que
podamos identificar como cristianas- elaboradas en rollos (una \'t:L
más. excluyendo los opistógrafos) es aún más llamati\u. Al margen
de la copia de Ester y del rollo de los Salmos (cuyu procedencia cris-
tiana se debate, como hemos visto), en el siglo 11 no existen en l(mna-
r.o rollo copias cristianas de textos que temtinarian fonnando pane del
..:anon. Es indiscutible el hecho de que. en el conjunto d.: manuscritos
..:ristianos de los siglo!' 11 )' 111. no hay ningún ejemplo de un escrito
neotestamentario copiado en el n."Cto de un rollo~·.

41\. Lll fra~c: •c,cparnciún de los canum~·' (upanmg uf che \\a~s,, t dcm" del
lit u lo ddltllro de t\. ( ·,,hc:u./'artm~ ~~( ,¡,,.llé~p . .Ju,-/anm cmJ <'htutimutv 11 '1541.
)' iC: hu ~OU\'C:rlidu en un topo.• repelido en numch.l~a" pu.,hcaciont... ;¡cndémic.l' de
las últ1ma..~ décadas. )'& ~a para r..-atirmar. mat11..ar o J>on<r ~n tela de juicio la 1dea.
Por cj~mplo. cf. J. D. U. Ounn. Thf: Parti~s ofth..· lf~l,l'.\' ( 1991 ): ;\, U. Bcckcr·A.
Y Rt.•cd (cd!.J, Tite Jf(w~ TIN.JI :\',,..,.,. Part<•c/(2003).
49. l...\. Judtt~·S. R. Pi~kc:nng, H1hlu·"/ Paprl'l. ~ n. 1'>. prrpunian que licr·
lin Stub.Bib.Cud.ttr. f. í1(1 1.11 (Ralph~ '>11 J. un c''ldicC' del M~lo 111 con <in. ,xKitll
n:lleJar un t.::-.to l:Oplado de un rollo por un c=~nha ..:ri)(iuno.
~0. lla~ \anos textos del Nuevo lntamento en opistl'lgtafos: r~ 1 (P.Oxy. 122~.
l:uriosamcncc. no obs!dntc. ~ trata de un fragmento q~ comicne dos wlumnas de:
Jn c:n el \luclto, qttéll.1mk' en hhuk:u el r~ctu), ,,, , eP.O.,>·· Mi • PS/12.1292; fru~·
L~ utilización del n•llo para otros textos cristianos hace que todo
esto sea aún má!' intc:rc~antc. lndudublcmcntc. lns cristianos prctc-
rfan pnr lo general c:l codice, pero se sintieron libres para emplear el
rollo en cienos casos. al menos para alguno." textos. En panicular. en
los art.:Htcws má~ cmliguo~ que r.:velan ~u prdXI~ con los libros. pare-
ce que los cristianos opt~aron claramente por el códice pt~m ac¡m.'llo.\·
escrito... qm• co~tsiderancm /:'.'H·ruurc1 (o. al menos. para los escritos
que empelaban a ser \'IStos como tal por una mayoria).
Si ampliamos nuestro análisis pam incluir el siglo 111. nos encon-
tramos con el mismo p;morama. El rollo parece haber sido bastante
ac:cpusblc pam algunos texto~ ~ristianos: tratados t\.>t>lógicus cumu
HfJt!r de lr<:lk!O (ambas copias tempranas). P.land. 5. 70, P.Ryl. J.4tl9
(¿Corta contra lo.ot numiqm~os:'), Julio Africano ( P.Oxy. 412). P.Oxy.
2070 (¡,un diálogo jud<ocristiano'!), P.Med.in\i. 71.R4 (texto desco-
nocido ). texto1\ edificantes como el Pa.Hor de llt!rmaJ ( BK T 6.2.1 t.
un discurso escatológico desconocido (/'.\'/ 11.1200), OrSd> ( P.Oslo
2.14), homilías (P.Mich. 18. 764). textos litúrgicos (BKT 6.6.1 ). el
fragmento de la am10ni.t de Jos evangelios de Dura Europos (P.Dura
10). y otros C\'angclios (u tcxtns parecidos) como P.Oxy. 655 <f~·v7iml,
cf. Apéndice 2. lámina 9), P.Ryl. 463 (H\'tmgc:lm de :Haría) y el E\'an-
gelio Fayum (P.Vindob.G. 2325). Según mis cálculos. de las cmcuen-
ta y ocho copias cristianas de textos litcrurios extracanónicos techa-
dos en los siglos 11·111 ~numcrudo~ en el Apéndtcc l. dieciocho son
rollos (el 31 ~o. un 34% ;i excluimos los opaslúgrnths)':.

montot de Hcb en el \'UC:Ilo ~el ~pltvmc de l.l\ "'en el r\.',ln); P .e f>.( h. y. 1079; :\p
en c:l \'Ucllu y¡:,, en el r~tn), 1'.~ (1'.11-'t\0 2 .ll. un fra~mcnl(• d~ J\p en d \'Udh\
y un texto íleg1blc \.'n d rñ:t.), t.al vc1 parte del IIIIMIIu h•ll'' \IIIC P, 1 l \Hthl en d
caso de 1~ la.., ~ltpia~ opi'ltbgrnfa~. la rcutili7aci<'m de un rullu veni:s dh:l3dn por
la a«esidad o ~1 d~~'ú de ,.~lh·c:r a usar un malc:rial c:scnptorio prc,·iamcntc cm-
plcedo pan~otru tc~;t''· y d •lptsh)~rllfu normahncnl~ ~ r~ah1..1bn l'l.lfit el ~~tudm
pertorual de texto.¡ lit~raru.s 1) p;~ru tc\IO\ d4)Cumcntalc ...
~l. 1-:xcht~ '' '')S texto~ n~ll'"Oii > "l~uno~ olru' cU)'4 prn\:cdcncs:.a C!\ mcicrtu.
C·. H. Roben.-;. T. C. SkcaL TIJt· Bmlt n{th,• Codt·x. 4~·44. C\.lntaron ~•~nw dícclo-
cb.o copias de textos cxtrabibhoo~. ampliando su an;Uisi~ a todos lo!' documcn:os
•reñores al 400 a.C .. de 1m ~ti<!' uc~nla y tr~ prc~ntal:tan fonnatll de ~·ód•cc y
loa otro11 '"lnt3 ). cith:u cnn rollos. mdu) cndocrcs Hptlth')~ral(h. ( )~"-'"'""'" 4uc.
Junto a la cl.arA m•noria de c~lt'\ c~ruo" cri,.tl;anu:- en (llffilahl de '''d""· ~·una
aocablc 1mnoria c1o1Á ~n rolks ... sscnd<l s•ttnitk~ti\'o c:l númcrv de CltlOlt en dclcr-
•iaact.s ucc~\•1 i.is. PdHl kr.-tc."t":o. ~...:umcut~lc~ y "~1\tlil\:ll:ll iv:)••· l\1~ \.'ll:)lnmv::.
ai¡uieron cmplc3ndo d rtlll'\ durante ba~lantc lu~mpo. l,or ejemplo. la coi(Cc1ón
de papiro!'- carll<mii.Ados dd •i~lo VI d~'~uhic:f1o') en 1WJ c:n un11 i~lc,iu de: P~tm
En lo tocante a los textos bíblicos. como ya ser)alarnos anterior-
mente, no huy. entre los manuscritos cristianos de los s1glo~ 11 y 111.
ohrus del Nuc\·o Testamento copu1das en un rollo sin usar previu·
mente 5:. Respecto a los escritos del Antiguo Testamento. además de
1•)5 dos manuscritos citados cuya procedencia es mcttna. hay que
considerar nue\·e m¡as fechados en el siglo 111 o n caballo entre los
siglos 111 ) 1V. 1: n el caso de al menos varios de ellos. hay ru1cmes
para plantearse si pueden ser copias judfas' ·,. En ese caso. su fonnato
de rollo no atestigua las preferencias cristianas. Nt) pod~mos. y no es
preciso. ocupnmos de este tema de tomua ponnenorizadl a fin de lle-
~nr u una conclusión definill\'a aceren de los nueve manuscritos. Para
2.1 menos tres. en cualquier caso. hay buenas r'dzoncs para suponer
que son judíos. Por ejemplo. una copia de Salmos (Stuc.Pal. 11.114)
tiene el tctragrámaton escrito en caracteres hebreos. una práctica 'lue
~e halla en copias indiscutiblemente judías de escrito~ veterotesta-
mentarios griegos~~. En otros dos rollos. P.Jiarris 31 ~Salt y P.Lir.
Lond. 211 ( Dn), la palabra 6Fo; está escrita sin abre,·iar. mientras
que cspcrnrinmos que las copias cristianas del siglo 111 emplearan
pam este tém1ino la ahrcviaturn de los nomina .wcrt~ (~le ser(m ana-
li7:telns en d tercer capitulo).
P.Oxy. 1166 es un fragmento de un rollo con Gn fechado a media-
dos del si~ln 111 y escrito ~on elegancia: Rohcns sugeria que también
podría ser una copin judía utilizadu p.>r los cri~tíanos''. En cuanto n
?.l·larris ~ .166. tal \'CZ fuera una antología y no una c<~pia completa
de Ex. En tal caso. no sin·e para conocer las preferencias cristianas a
la hnra de copiar textos hihlicn!oo. Otro es un opistógraftl (P.lit.Lond .

.:omprendc Ch!lllo cm,uema )' d(.~ milos. ~um<ntos pm·ados de una prÓ:\J'(ns
famiha local. prirK'rpalmcnt~ de tema tinancrero ~relación con matrimonios. hc-
h':ll"'"''· \'CilLlli, J'fé~IUJl'HIS ~· plcil(''i, lllil \:UI1H, tmpucstOll. 1.. 1\(lCilcn, ]/k' ( 'ttrltom·
:ni..Jn hi\'t·lmm 11l'/ra. prc'ICntú un :l\·;am·c ~cn~o•ml: J. f r\\M."n h.1 cdiladt• el pnmcr
\t)harncn de: m;usu"cnh~ en .!002: Tlw Pl'lra l'aplrl.
52. Consid~ro que fl.Ox~. 122~ ( P::) es una Cc.lpia opisl~raf~.
53. las rdlexium"lo fundamentales son la~ ,iguicntcs.: K. Trcu. Dic.· B,.,J,•u·
'''"~do (im·('/mdlt'll, 4uc rtme en tda de ,lliÍCao lo!' \.'rtterit\S ha~iluah:s para di!o·
tm~utr numu~nll.-. hihh"'" "risJumu~> )' JUdlo!'l. ( ·r. 11dcmá._ l'. U. Rohctts. Maml\·
,·rrpt. S~tdt'l\', ""'1/Jdu•t: 1-a. 7K, 4U1en rc~J"'IHie a 1n."U y adura '''r. \:flh:rtvs qu~
propone: ( . 11. Kobcn>·T. C. Skcat, Tlw /Ju·1h ~~ thc! <ik.lt•.\. JS-'!: 1~.. A. Judgc·S.
R. Pickermt:. BthiiCal Paf'\·n, 5· 7.
~.a. E. To\·, Scrd'lll PrcK'IICé'.f. 21 M-121.
~~ ( . 1l. f(,,~"'· ,.,,,. <·llmtwll Hook cutd ''"' Un•,•lc l,ap\ ri, \...,.pl."\:. p. 1~ i
la¡''''lar•n(UJ por c•l c·mhn•

207 •· con Sal escrito en el vuelto de un rollo originalmente empleado


pana copiar una obra de lsócrates. ( 'omo ya indicarnos más arriba.
los opistógrnl(>s no son rculm~nte importantes conw pnachas de las
opcaones relativas al túmmto de los libros.
Cabe destacar. en cualqUier caso. los dos restantes. Se trata de
P.Oxy. 1075. un rollo ulilizado originnlmente paro una copia de Ex. y
P.Aicx.iaw. 203. unu cu:>ia de lsaias. Ambos contienen la ubrcviutura
de los nomina sacra para KúQlo;. una praxis gráfica que normalmen-
te se considero típica de las copias cristianas~•·. Es decir. estos dos
manuscritos podrían ser la excepciún " In prcfcrcncin de los pnrnc-
ro.s cristianos por el cúdice paru cupiar textos bíblicos. l,ero tambi~n
podrían ser casos singulares de la asunción por parte de copistas ju-
dios de nomitw .tacra. un ejemplo de influjo mutuo en la tradición
gráfica de cin:ulos ,judíos y cristianos. tJUC probablemente debatían y
dialogaban en el siglo 11.
Por consiguiente, dc!pcndiendo del valor que concedamos a estos
casos particulares. podrían existir copias cristianas de textos velero-
testamentarios en rollo: t~uizá solo do~. qui1á alguna más. Es decir.
de aproximadamente sdcnta y cinco manuM:ritos de escritos vetcro-
testamentarios fechados en los siglos 11 y 111 (incluyendo algunos que
pueden ser tanto cristianos como judíos). a lo sumo nueve son rollos
(sin contar los opistógrafos). un 12% del total. Y si eliminamos los
rollos que con bastante probnbilidad son copi:1s judius, el resultado ~e
aproxima al 4-7%~~. En cualquier caso. está claro que los cristianos
optaron especialmente por el códice para la copia de escritos que
consideraban como Escritura.
llubida cuenta del tso mayoritario del rollo en In culturo de ht
l época. no debería sorprendemos que los cristianos utilizasen tanto
rollos como códices parn sus textos literarios. incluyendo ocasional-
mente (al parecer) tumbén escritos bíblicos (después de todo. esta-
mos analizando la conducta humana y lu cxpcricm.·ia nos dicha que
no debemos t:spcrar un criterio unilonne). El tenómeno más llamati-
vo y curioso consiste en que los cristianos privilegiaran el códice del

~~. lnduso C. 11. f(nbcns· f. ('. Skc31, fh&· llirtlr of th<' C11dn . •N.411, ~uc
subrayaron ha prdcrcn~ttt dd cmtmru~mu prinurivo por d ~ódu:4:. c~tan di~ruc~l4's
• accplar que estos eran c<d<)s rollos oonnalcs de ongen cnsltllno•>.
57. Cf. Apéndice l. cs~ctalmcnt~ 1~ c:ntradas I·'XI. a exc~ic"tn d~ aqu~llas
man:~ul:ts "'"" un ~nln "~h:n'w h¡uc ~un con ~c¡:uridad tllitnUl'(tlhls JUdil'l•l.
.,,,
modo en que lo hicieron. especialmente pard los textos de la Escri·
cura. Es del· ir. en la opción por un detcnninado t(mnato de libro por
p1rte de los cristiunos destacan dos ms!Cos: una preferencia gencrnl
p~r el códice y una particulannente accncuada predik"Cción por el
c·)dice para aquellos textos considerados como Escntura.
Por consiguiente. las preferencias de los primeros cristianos a
lu hunt de copiar textos no pueden cxpl icarse a la luz de la tendcn·
cia general de la época. Quizá nos encontmmos con um deliberada
predisposición contraria a los hábitos más extendidos de la época
cn la cop10 de libros. Teniendo en cuenta la C\'idcntc estimación del
rnllo como formato de libro para obras literarias y pura textos sagra·
dos en el siglo 11 d.C .. el uso cnstiano del códsce habria llamado la
atención. Ni los propios cristianos ni el público en general dejarían
de percibir que esta clara predilección por el fonnato del códice los
distinguia.
El puesto relevante del códice en lu praxis de los primeros co·
pistas cristianos puede ser la expresión más antigua conocida de una
<.cultura material)) propiamente cristiana·•. Los debales académi·
cos respecto a c<~mo y cuándo el cristianismo primiti,·o puede ser
identificado y distinguido como tal deberían tener mu)' en cuenta
el conjunto de estos importantes artetactos que son los manuscritos
cristianos de los siglos JI y 111. Ciertamente. no deberíamos suponer
'ue una persono del siglo 11 S(: consideraba u si misma .:mno ccl>aga·
ra». «judía>> o <<cristiano)), o que cualquer tom1a de crstianismo se
distinguía por completo del judaísmoN. 1'\o obstante. el testimonio
material de la praxis cristiana en torno a los libros indica que en su
prt!tlileccuin por el códice lo~ cristianos se difercncial\1n apurente·

58 Rcritu lo que puse de manitiesto en L.. W. llunado. Tht> [arb~t f:,.,,lell·


u·.271-~KM.
J \t. l.tcu, :VC'itha .1,-w ,,or (;, ...,.k ·•, l..lfrc~c un mtcr,~suncc número de crl·
~<.l.
CÍ(A~ 11 ltl) fUC,UpUC'!IIll\ y catcgmÍi\\ :.\(ílll~fl\1~0". !'l.io llbstnnlc, l«ll'htcn mUC\lril 1.1
mriosa tendencia prop1a de~ c:'c:g~tas a 1gnorar la tmponanda de los primeros
m;muscritos cristianos como artefactos. Por C:Jc:mplo. ad\·iéna..'c su contiada atir-
m.Jciún de que par.t los d<lS prirtlmlS "ittlos. uno hay disponible!' r~tol- nuucrial~
<¡~ !'C;tn M~nos de In "lcnud"d ~:ri'!tiAnn. y u si c:'tán a nU< .. tr" diSSX)\I~tón, no
tcrilln di~ccmi¡,h.·~" (J' 171• (\•mn muc:s.tr3 el t\péndt~~ l. al meno' hay di~1
n\anuM:nh):!> crt~ti.ums lcchaoos en c:l siglo 11 y utros treinta y tres datad~ :. li·
naks del si~lu 11 o a """•micnlofl del siglo 111. Aunque en la may~ia de: lo!' "'aS()~
wlc) 'obr~" 1\·cn fragmento~¡, estos conshtu>·c:n un conjunto rust.aate signiti~ati\ ''
d,• n:~to~ rn•tcrinfc, ctl\liiU\t)\,
l. a f'''c:fc ''l'IIClcii'OI' e•/ cothc 'e'
.,
mente de los demás. al menos en los siglos 11 y 111m. Como vere-
mos en el siguiente capitulo. los nomma .wcrt~ podrían constituir
otro rasgo dtstintivo del cristianismo primitivo en lo rclutJ\'O ni libro.
Además. tanto la preferencia por el códice como el empleo de nomi-
na .facra son cmwencione.... práct1cas que al parecer se difundieron
~pida y ampliamente c:ntrc los rrimcros círculos cristianos y fueron
asumidas como nue\·as costumbres cristianas.

2. ¡.PoR Ql:f l.OS ('ltiSll ... t-.oS J'IU FlltiHW~ 11. tODin:'?

Antes de examinar las distintas propue~tus acerca de cúmu y por


qué los cristianos optarJn por el códice, debo advertir algo: c<En los
testimonios conservados no percibimos que la preferencia cristiana
por el códice hayot experimentado una c:\olución gradual. sino ~ue su
adopción parece haber sido tan completa como tempnma>)'''. No obs·
tante, como acabamos de sei\alar. hemos de pensar que esto fue una
conwmcilm que se extendió rápidamente entre los cristianos, no algo
lc¡islado o impuesto por parte de una uutoridad eclesial. En otm~ pa-
labras. nos enfrentamos a un verdadero problema histórico. y c:s com·
prensible que los estudiosos hayan propuesto soluciones diversas.
En primer lugar de~o examinar la postura dctcndida por Robcrt
Krall (que desarrolla u:1a tesis propucstu hace algunus décadas por
Kun Treu). según la cual el códice y los nomilw sacre~ no son en rea-
lidad rasgos distintivos de la praxis gráfica cristiana. sino que fueron
tomados de la praxis de los escribas judíos'·=. Coincido con él en que
el cristianismo primiti\'O (~en buena medida se fom1ó rnnntcnicn-
do una relación intima (tanto en lo positi\'o como en lo negativo)
con los diversos tipos de judaismo presentes en el mundo grecorro-
mano))~ y también en '-1\IC hay motivos para pensar que en algunas
cuestiones la praxis de los escriba~ cristianos se vio influida pur la
tradición judía previa (por ejemplo. en la separacaón del texto por
Unidades de sentido)"'. No obstante. un método histórico apropiado

60. Asi. el U.'ll\ ('1:-.t.'>IOil.ll )' hmitlldo dd ~údic.: Jl'll' tlCIX'lo nn 3nulu 1• distancu'N1.
61. L. W. Bun~o. 77k' '.:.'~rlh•.,t fdtkn<'c', 272.
62. R. Kra R. Tlu: "Ti.>.tftl(l/ .\ft'( hamo •; K. T~u. D1~ Bedt'lllllll.~ &kt c..lrteclll·
--.. 123-144.
63. R. Kr.~ft. 1'11•' n Tt•.\tUt.ll Mc•dwnln ... Mt
......
exige que las hipútesis sean examinadas a la luz de Jos testimonios
que tenemos a nuestra disposición.
Como Kran ndvierte de inmediato, nin~unn de los numuscrnos
indiscutiblemente judíos. fechados en el siglo 1 d.C. o antes. es un
códice, ni muestra el sistema de abreviaturas de los nomina .wzcra
pana palabras cspcciulcs lan conocidas en Jos manuscritos cristia·
nosM. A mi juicio, eslo resuhu dccisi\·o, y es conclusió1 compartida
con otros investigadores"'\ Kratl (como anterionnentc Treu) se~ala
un pcquei\o número de manuscritos. fechados en distintos momen-
tos desde finales del siglo 11 hasta Jo~ ~iglos IV-V d.C. en lns que
encontramos unn curiosa me1cla de msgos que muy a menudo son
considerados como características de la praxis gráfica j11dia o cristia-
na. sosteniendo (con cierta coherencia y contando cort el apoyo de
otros exegelas) que ni menos uno o dos cúdices de te u os hihlicos,
por ejemplo. son probablemente judiosr.t..
Ya he indicado que resuha dificil asegurar la procedencia judía
o cristiana de esos manuscritos. y he propue-sto que resulta pcrfcc·
tamente plausible que los háhitos ~mficos de algunm copistas · ·a
ju1gar por los testimonios, una mi noria puedan reflejar distintos in-
flujos o mezcolanzas. También repito que. después de todo. ~stamo~
rstudiando la conducta humana. por lo que n(.l dchcriara sorprender-
nos prácticns distintas: por otra parte. en la medida dl· mis conocí·
Rlicntos, In t(mnn de escribir no estaba legislada ni controlada por las

64 R. Kmf\, nlc' • Tc.··'"'"' \l,·dumin)J. 51. remtlc " -.u Hintuicióm> y 3 o;us
oc~¡,cdtas>• (p ~) fe\J'C'-''" a t¡IIC' d ,-.,npleo cri!'liano del C()(licc prlx·edu del uM'
judiO, Jl(rO duda de: 'fUI: cccn lllllÚO Ohlll14:11lU ltfi~Ail\UI> 111~ prucrnu fll'C~IlriAI•• (¡).
b6J para C\llllinnar su postura. P:trJ la rx~•t'lk ~{)llC\IÓn .:ntrc ll)\ tWfllllta ,\ti( l'cl y d
lmtamil'nto qu<" lt~ cs~·r•hal'- JUdíos dah:tn al tctr:agr.ímaton, d. el "·¡pitulo !cf\:~ro.
6~. ('f. C. Sirat. Lt•/iwl} 1/ehrt•u. qui~n concluye que <(ni los te) tos ni la arquco-
:otcin rl~pald¡n In hlpÚt~is de: lru. flk'I\IC'~ judi4L'i rar" c:l ~c.'ldl"~ cri~iall<N (p. 124 ).
MJ. ('f R. Kr.at\. 71rt• "Tc-.l'ltwl .\fe'( Jwmn "· (!(,, dundc: en pm11cular ~l)II~Jdcr:~
que P.Chy. t•~(, (un d".lu:c de lo~> )Í~J,)s 11·111 e''" texto de (in) c.-!1 JUdlu •ce~"' con
~od3 ~uridad». Esta opinión está respaldada por('. H. Rtlbert~. \fanuJcript, 76-
77, donde rc\·1sa su plsnteamiento anterior. y Van tladst (VIl 32·33, 13). Se trata
·ambién de la P''~turi1 3dof'hlda en la ticha ~laborada p;&ra C:'!llC manuscrit<' en el
'lfoyectu PRn. de 111 tinl\cr~idad Macqunnc. hpc'4.'1.&lmcntc ~~~nitkullv., c!i lo1
·.cndcncin del cM:nhil Nl1{imd 11 dCJIU un ~"p.u:1o en hlancn en le~ luitircs ckmdc
.Jehia aparu~r el tc:tra~ramaton. los cu~les han sido rdlc:nados p« otra manu con
K\~QU~ (sin ahf\:\'Jar). Si es cic:rto, esto con\·Jertc a I'.OX)'. t>:.h en ~1 pnmcr tcxtn
.1udicl de la IJJhlia 1!11 torma de códice. y el cjcmplc) más t~rnpran:t de un te"to en
~uc el tc!rn~r•hn:ttun hll :o.~du \U!ioiJtuidn JM'r Kl\ll(':.
¡_,,,,~·tnwu w por t•l ni41Wt'

autoridades de la sinagoga o de la iglesia. Asimismo. lo nonnal seria


encontrar alguna~ excepciones u las cc.mvc:ncrones u costumbres má~
¡enenalizndas, como :tsí ocurre en lo~ testimonios manuscritos. Tene-
mos un uso mayoritario del códice en manuscritos claramenh: cris-
tianos ··en especial pan textos bfblicos-. con algunos posablcs casos
de uso del rollo. Por otro Indo. encontramos algunos otros casos (más
o menos probables) de manuscntos de los primews siglos de nuestra
era elaborados por judíos o para ellos en formato de códice (entre
los que P.Oxy. 656 es un ejemplo particularmente interesante). No
obstante, estos e~casoscjcmplos no pueden scr\'ir para defender algo
que no apoyan la may,~ríu de los testimonios.
Resumitmdo. croo uac: Kral\ y Treu no son convincentes al soste-
ner que la utilización del c6dicc por parte de los cristianos proviene
del uso judfo anterior. La mayoría de los exegetas piensan de otro
modo porque usi parc~e exigirlo el J>e~o de la evidencia~·. Cierta-
mente no hay indicios de que los judío~ usaran el c()(ticc en la mis-
ma medida que Jo hicieron los cristiano~. Independientemente de las
razones. desde muy pronto los l·ristianos adoptaron el t'l1nnato de
códice, que ya estaba en uso ·si bien de f{>nms limitado·- en época
romana, y muy rápidamente lo convirtieron en su fonnato favorito,
especialmente para sus Escrituras.
Pasemos a continuación a valorar otros pmpu~stas respecto ni
modo y o los motivos qlll.: hicieron del códice un elemento tnn ca-
racteristico del cristianismo primitivo. Pod~mos <>Jl!anizarlas en tres
categorías: a) aquellas que subrayan supuestas ventajas prácticas del
códice; b) aquellas que consideran que la preferencia refleja el tras-
fondo socineconórnico de los primeros cristianos~ y e) las que prnJlO·
nen que el uso del códice en el cristianismo primitivo representa una
Opción deliberada por adoptar un fom1ato de libro distinto al genc-
nlmencc prcl~rido en uqucllos momentos. Tal \'el debamos :sccptar
que hay más de mm mdm y rnús de un tase histórica en c:l Jlml·cso
que llevó a la predilección cristiana por el códice. No obstante. in-

67. Al tx•\'l\.1r un hnn.sdot Llc t"!>lc: ~~tp1tul11, Kral\ C's,nhiú LIUC J¡¡ mn)W ~'nr1c:
do Jos C:~IUdiUM)'I 1\U~ni)(n di~ha Jk~lura ccporqu~ ~lán pn.•thspuntus 11 ,u;cptar
cletcmunadull JKcsuptacst<t)o)l (que nu C!lr«ilicM. En cuulqu•cr ~a.~,. como ¡slimw
-'aaniba. Id.." J'IUCl~ J"'UCI.:cnllcY;smvll" la "vm;luMun lk qu~ la prdt:n:n~i~ dc:l
c6ctice por parte de lo~ cri~tilnos fue: unu mnm·ac•ún. No es C<lrT<.'\:hl <14~ir que una
claclu«ión C'lolblc:cicJ.111 ¡»rbr ~ lo~ dntus COIUIIIUYII un "J)tCSUJlUt..>StHI'
Lo.\ f»'llllltl\'0.\'fltll"'"' ('I'Utlclnm

t'isto. (';(ls primeros pa!'os parecen haben-e dado ya en la techa de la


que proceden los manuscritos cristinnos más anliguos umservados.
Por dl\l, al margen de los fnctorcl' y de las posibles ecar.as. tuvo que
haber \lCUrrido en una fecha sumamente temprana.

Roberts y Skcat sometieron a una crílica ba~tante


severa varias
proputStas sobre las presuntas ventajas prácticas del códice. de modo
que: ~ta con resumir aquí los resultados y nftndir algunos comen·
tari,~ personales"'. Parece ciel1o que copiar un texto en un códice
podria resultar menos costoso que hacerlo en un milo. Por ejemplo,
Skeat "-alculaba que la copia del códice Chestcr Bcatty con las cartas
pauhna.~ pudo 5uponcr un ahorro de un 26% de espacio respecto a la
~op1a de los mismos textos en un mllor-". No obstante. como creían
Robcns y Skeat, parece poco probable que esta reducción del coste
sea ~nciente para explicar la mayoritaria preferencia por el formato
de "'Ódicc: entre los primeros cristianos r••• Si realmente hubiese sido
un fl(tor smportantc, llama la atención que no se apre(ie en los pri·
rnc:ru) ~ódices cristianos un esfuerzo por aprovechar 11 máximo el
matmal escriptorio: la letra no suele ser más pequeña o estar más
comprimida que la que se encuentra en los rollos litcnraos, y ni los
dmplk>S márgenes ni el generoso cgpaciado interlineal rctlcjnn el nues
mínimo interés por ahorrar material. Resumiendo. hay pocas pruebas
para aceptar la sugerencia de que el códice fuera ado;»tado por los
cri\tt¡nos por nt1.ones de tipo económico.
Quiero añadir que el análisis de Skeat incluiu sólo los probable~
costes del papiro y el sueldo del copista. Pero existe otro factor. Para
copiar en un rollo ~ adquiria un pedazo lo suticienternente largo de
matmal )' luego se escrihiu el texto en columnas··. Sil' embargo, un

~' t:. H. Roberts· T. (. Skeat. T11e Birth «~1 tire Ctllle..t, 45-~~- li. \'. Gambt~.
BQo·i.t!IJki Rt'~Mk.n. 54-56.1Ambim n:\isó tak'S p~ con r~ultados ~imila~~.
fH T. ( ·. Skcal, U1c: l.c·lflllh «)//he· Stwkiczrd Pclp.J·m~ Rol/.
":1) t . ti. RnNrb·l'. C. Sk~at, Th.- Birth oft/ko CtHic•.\·, 46.
~l. S1mphti~u "'n tzr.m m~dld.ltodo" ll» ü~of'C\:U~ ~ue conll"'\'nN, pantC\Ihtr·
mcn11: .1 l:s hora d~ pr,)(Juc~r una copia de buena calidad de un texto en un rullo.
ES1f:\ "'~ia un c.ilcuto \:uidadOMl de la anchura de las columna,. ast ~omo otras.
hilh•!Gde!o ror r~utc de I(K escribas. Cf. W. A. Johnson, 8onkroll.'\ ami .~·ribt•J.
!16-W p," (l(rn l;edo. col ,·c)dt\:C requería unA ortc~nln divc:M
7.~

códice exigía un traba.io adicional de elaboración. una cierta cantidad


del material cscriptori·.l (por ejemplo. el papiro) conotdo c:n piel&!\ del
tamafto deseado. que J)OStcriomcntc crun dohhu.lus u la mitad con el
propósito de tonnar dos ht~jas. para finalmente umr todas las hojas
del códice de una dct~nninada tonna. Más adclamc en este mismo
capitulo. descnbo con mayor detalle las medidas empleadas en la fa-
bricación de códices por los primeros cristianos. l>c momento. sim-
plemente quiero pone~ de relieve que el formato del códice requería
el desarrollo de unas habilidades adicionales distintas de las exigi-
das por el rollo·=. Como ohservó William Johnson. «la producciún
de un códice conllc:\'Ó la necesidad de adquirir habilidades especiales
como el conocimiento de la lonna de discr)ar y fabricar cuadernos.
de coserlos. así como de elaborar y colocar las tapas. En compara-
ción, la manutacturu de un rollo es prácticamente triviah, '.~. Es decir.
la decisión de usar un códice suponilt algunos pasos adicionales de
importancia en la elahoración de la copia definitiva; por ello. resulta
mucho más interesant~ el hecho de que los primeros cristianos em-
pleasen tan abundantemente este fonnato de libro.
También se hn nrgfidH que otra posible ventaja del códice ~ro que
su lectura resultaba más sencilla o cómoda. Pero debemos advertir
qu\! c:sla idea scgurdmcmc refleja nuestra mayor familiaridad con el
uso del descendiente del viejo ct)dicc. el modemo libro. De hecho.
basándose en un pcqu:no experimento. Skeat sugiriú que probable-
mente el rollo tenia ciertas vernajas sobre el códice. al menos para
la lectura corriente de textos continuos~-~. Se podría ai\adir que. si
el códice tucsc un tonnato de libro tan claramente superior para la
lectura de: un texto. ¿por qué la mayor parte de los usuanos de textos
literarios de los siglos i1y 111 s1guieron prefiriendo el rollo? ¿,Eran los
cristianos los únicos con el suficiente sentido común"! Por mucho que
admire n los primeros cristianos en varios aspectos. esto contradice
cualquier lógica.

72. Por ~~mplo, ad\ a(nas.c la 'omparación cntr.: lo 'IUe supnnalA el U!\O de un
~ódice ~ un n•llo en W. A l<lhn~on. Hookm/lf dnd .'krih('~. X~-~6.
73. lhtd. )\().1(7.
74. T. <:. Skc:u. Rol/t•c·n,, Co(/c•r. U~ lmm~ten C U. Ruh"·n~· 1'. C Skca1.
lTw Birth u/lht• Coclt'.'· 4~).~0. ~· la Otllll de Skc:.tl "ohre \U C:\pcrimc:nln tk \·ulvcr
• enrollar un rollo de papuo. plamcando que los l«tor~ de la anugocdad proba·
t ·blofttcnte no consid~raban que el wllo fuese una ti.lrma demasiado dilk1l de leer
' textos (J. K. Fllinll (cd. ). Tlu· .·l¡tocr\'plwl N(•u ](•.ttam<"nt, t,o.t,.l ).
¡,0 deberíamos pensar que el peso de la tradición era tan intenso
~Le impidió a la mayoría de la gente adoptar el cúdacc, ••i~ntrds ~ue
los cristinno~ fueron sencillamente mfts flexibles o tuvacron mayor
capacidad de adaptación'? En tal caso. cabría \!SJlerar una caena expe-
rimentación inicial con el códice por parte de los cnstaanos. seguida
por un uso pnulaunarncnte mús confiado y sistemático. l,~ro. como
Yil hemos visto, el testimonio de los artefactos sugiere u• uso mayo-
ritario y casi exclusivo del códice. y en época tan t~mprana que ya
e-stá plenamente consolidado en el momento dd que p-occden los
t'ostimonios mi1s untiguos conservados.
Asimismo. resulta dudosa la sugerencia de que se optó por el
codice porque presuntamente ofrecía mayor facilidad a la hora de
consultar un pasaje concreto del texto. Como ya se~alaron Robcrts y
Skcal. esta propuesta no es convineemc si se e~amina dctenidamcn-
h: .,. Al no existir divisiones de cupltulos y verslculos. que fueron
irtroducidas mucho más tarde. la única manera de enc<.1ntrnr un pn-
saje en particular habría sido buscando en las proximidades del texto
o qui1.á mediante la esticomctria. es decir. el cálculo del número de
lineas de un texto en determinados puntos del manuscrito. La t'micu
lonna de que este método pudiem haber t\mcionado habría sido in-
dil"ar un pasaje mediante el número de sriclwi (líneas de texto) desde
e comienzo o el final del texto. De todos modos. apenas hay pruebas
d: ~ue se recurriera u este t>rocedimcnto. Los números de páginas
que se encuentran en algunos códices primitivos parece que más bien
s·.rvieron para mantener las hojas en el orden correcto a la hora de
encuadernarlo y para asegurarse de que no titilaba ningunu ~'·.
Podemos suponer 'lue el principal atmcli\'o del ct)(iicc pum los pri-
mcms cristianos mdicaba en su capacidad para acoger mayor cantidad
de 1cxto. De hl•cho. advirtiendo que una serie de códices datados entre
Jos siglos 11 y IV d.<:. tienen cincuenta o más lineas por p¡igina. Eric
Turncr sc:a\ala que «la ~r.m capacidad de ulmm:enar texto cm el princi-
pal atractivo para el códice de papiro en el periodo de su (Xpansión>> ".
En todo caso. es importante obsen·ar que de los veintirlleve códices

7~. Cll. Ruhcn,·l. <.'. Skcat. Thr Hmholth,· c'ock:c. 40-~1.


76. No lo satlc:mos .::on totBI sc~uridad y en todos los caSOl!.. xro loe trata de
una opmiún que comparte la mayor parte de los papJr(,logo~.
77. E. G. Tumer. T,¡,oluRY· 95. Cf. la labia 14 (p. ~,..Q7t. dtledc mch•>·c una
I.Mn de lns nl..h~\.~ 1111~\ ,1\:,ta~ado~.
/.a¡m:lc'rt.'III"W rtor t"! C<N.Iic .,.

primitivos que considera Tumer con un gran núm~ro de líneas por


página. sólo uno se puede idcntifkar como cristiano: P.Ch\.'~tcr Beatty
IX· X, 'JUe originulmentc contenla l:1.,l>n y Es('. t-:s decir. tu propues·
ta de Turner 110 seria aplicabl~ a las J>nicticas de copia de los priml'·
ros \:riMianu,_;, La imJ.Ja~inadón lk los prirm:ro~ nmnus\:rill.ts cristianos
(con un número habitu1l de lineas por página. márgenes generosos y
espacio interlin~al) indica que por lo general no estaban preJ>umdos
para aprovechar la rm'axima superficie para escribir.
Por otra parte. mudtas de las propuestas de Jos investigadores s.:
han apoyado en nociones erróneas respecto al tamaño y a la capacidad
de los unti~uos rollos. El recientemente publicado estudio de Juhn-
son demuestra 'JUe Jos '-'álculos anteriores de: que un rollo tiptl mcdi~•
entre nueve y diez metros <<deben ser muy mati7.ados» y que •e parece
indicado suponer que la nomm oscilaría entre los tres y Jos quince
metros>>, existiendo hustuntc:!' ejemplos ~Jue sohn:pasan ampliamente
los quince~. El an(tlisii 4ue hace Tov sohrc lns tc!;timonios de: Judea
apunta básicamente en la misma dirección~·. También deberíamos
seftalar que un rollo adecuado paro un texto de buen lamai\o tonnaria
un cilindro de unas di111cnsioncs mus modestas de: lo <.IUe podríamos
imaginar. El cálculo q:Jc hace Johnson del diámetro de los rollos de
diversas lougiludc:\ muc~l•a. pur ejemplo. 'JUC d diáuu:uu eJe uu 1u·
llo de diez metros d~
largo era de unos 7.-$ cm, «aproximadamente
el mismo que el de unu botelln de: v irum e incluso un rollo enonne
de veinte menos era algo más pequer,o que una botella de ref~sco de
dos litros ( 10.45 cm). Skeat calculó que un rollo de 18 cm de alto
y 6 m de largo fom1aria un cilindro de 5 o (l cm de diámetro, «que
fícilmcntc ptxiría sostenerse en la m<UHlu• 1 . Incluso si accJllamos un
rollo significati\'amcntc mas grande y seguimos los \:~ih:ulo~ de diá-

78. En c~t< ~údi~·c "·un un llrH"''' cu;ttknh' • ~·) hujn~ duhl~dn!o qu~ l(,rman 11S
folio.), E1ocur:a~ 1., pumtrn mit.·uJ. nucntr:H• •1"~ Un y h.t ("'~rito~ J't'r urm man11
.cHfercnt~) ct>n(ormahan 1,, tc~undn rmhtd Pura uno dcwflJlciún 11\lh amplia. d. 1.
.G. Ken)'on. Th,• Ch,•.Ha &~rur Htblical!•op~rt. l·i.nctatlu., 1'11. f:t'lad. l.>amd
~: h'.tl, lond<m 1q~7. , .• ,¡¡,
"- 79. W. t\. Johnson. H<'ok.nt/1' "m/ .~n,.,..'s. J4l(.J JIJ. p,lr .:J"mplo. d'. U Y.
1¡- Gamhlt, BooiH and Rc•ilclc•f\, .¡7,
~· ~ 80. f. 'lo\, Soihclil•rcJdln'.\, !4- 7'1. Jlh."~'>Cnt-3 wiiO!\ ,t.: hasm "~'"''"'lll''' y
~ lleinta mctto" de hargu.
~" . 81. T. (.', Skcal. ~~~ C<·ll<·<·w(/ /Jill/t('a/ Jt'ritm}{.'· X l. ;-)k..:-.n r~"\:omx:c: ~u crw1
' . ..-nor al cakulur d duim:lnl de dk:hu rullu en unos J o 4 cm ecumu upare<.·c en
~ C.-H. Roben~· T. C "ik~·ar. T'hc· Hirth oftltt' c,_~/,·x. J7t.
~
1
metros que hace Johnson. por ejemplo. un rollo de 7.5 m ionnaria un
cilindro de unos 6.4 cm. un objeto tacilmcntc munej~tble.
Que yo scpu. Ju úmcot ventuja del códice mencionada por los es-
critores de la antigüedad es el elogio que hace Marcial del cankter
portable de t.-stc tonnato (t'pig. l. l). Lo que :\1arcial parece ensalzar.
sin embargo. no es tanto el t<.mnato de códice en si. cuan1o mas espc-
cificamente los pt•c¡ut'itos cúdiccs de pergamino. tal \·ez algo pnrccido
a las modemas ediciones de bolsillo de obras literarias (hll!\'ibtL\' mem-
brmw wht!l/i.,-)~:. Algunos exegetas han propuesto que e: fonnato de
codice. en particular los códices de JX~Uet'O tnmmlu, p~acdcn haber
n:sultado más atracti\'os y pn\ctkos pura los maestros y evangelistns
cristianos itinerantes. lo cual puede explicar la prderencia de los cris-
tianos por este fonnato. Me ocuparé de esta sugerencia en breve. De
fr(lmentn !o-implemente indico '1\IC, incluso si la naturale1a portable de
Jc.s códices de ccpcquei'lm) tamut)o puede haber sido el factor inicial
que hizo que este fonnato resultase atmcti\'o para algunos evangelistas
cristianos en fechas muy tempranas (¿,siglo 1?). la postcror adopción
generalizada del códice en el cristianismo primiti\'o exige otros facto-
res. No hay mzón pam pcnsur 'lUC muchos de los códices cristianos de
lt)s siglos JI y 111 estuviesen preparados para el uso o la lectura itine-
rmtc. En realidad. es más probable que fuesen preparados para que los
u,;ardn cristianos con una residencia fija. como por ejemplo Oxirrinco.
l.a predilección por el fonnato de códice entre los crist1unos pnrccc
reflejar 'lue lo valoraban por algo mits que por su portabitidad.
En suma. aunque es plausible que las posibilidades que ofrecía el
tonnato de códice de peque~o tamat)o pudo haberlo hcdto atractivo
pJm el uso itincruntc de algunos de los J)fimcros cristianos. ello no
explica por sí mismo la enonnc )' ampliamente extendida predilec-
C'Ón por el códice en el cristianismo primitivo.

G. H. R. llorsley propuso que la combinación de diversos fac-


tores predi!->puso " lo~ primeros cristianos n favor del c<tdicc. So~le­
niendn que en los primeros siglos los cristianos procedían en gran

~2. f.. G. Tumcr. 1lf1t'lo&'l'. 39. proporcaona ejemplos de copi~t.Sde obras lirera·
ria' ~n r'C\IIId\11' ~' lcmrr.lllm. ,,)dice:~ dC' (l(''l:lln!Íiht.
¡,,¡m•fc·r\'llc ·w por e'/ e'(;.// e,.

medida de estratos so~iales con un limitado ni\'el educauvo, sugirió


que eslahan más acostumhrudos al códice. dehidu n su empleo en
la escuela elemental ) en los negocios del día n dia, mientras que el
rollo era el tonnato mis empleado para la literatura por la c<elitc bien
fonnadn)) d~l mom~nto. También ufim1ó qu~ en los do:s primeros ::ii-
glos los cristianos ((no considerahan que los te,.,tos que acabahan de
escribir (se refcrill, al parecer. a te:\tos como los que tenninaron por
tbnnar panc dc:l Nue\o Testamento! fueran sagrados)), por lo que el
fonnato de códice usado en la vida diaria parecía totalmente apropia-
do~'. Habiéndose ,·isto favorecido en un primer momento por c~tas
razones. el códice se convinió nuis tarde en el tom1ato tradicional y
preterido para los textus crisriunos. No obstante, existen al menos
dos graves problemas con las propuestas de Horsley.
En primer lugar. la :aracterización socioeconómica de los primeros
cristianos n:sulta inadccundu. Probablcmenlc. en los primeros siglos
hubo muchos cnstianu!\ cc.m escasa tbnnación. Pero úhimmnc:ntc: los
exegetas han mostrad'-1 que dl.-sdc el siglo 1 las comunidades cristianas
estaban ubicadas por lu gc:ncrdl en núcleos urbanos. no en emplaza-
mientos rumies y atmsndos, y que los com·crsos procedían de niveles
socioeconómicos di\·ersos. incluyendo (especialmente entre los diri-
gentes de lns comunidn<ks) gente con Ull(.l~ recursos económicos )'
una educación que sobrepasaban los niveles básicos:t.a. En todo caso.
no eran solo miembros de lu ((elite bien funnada., los que tenían oca-
sión de emplear textos escritos en rollos: d fonnato ero el que predo-
minaba en los primercs momentos de época romana. No hay motivo
para suponer que la gente de niveles sociales inferiores se viese menos
inRuida por la predilección gcncrnlizadu por el rollo y estuviese más
preparada para pasan¡c con tanta tac1lidad al códacc··.

83. G. U. R. llur!ilC)', C/,¡Hiwl Mmruwript.,, ~f'C":•alm,'11t~ p. S I·X3. l>c hl-


do.s modos. "'f el r«unocinlicntu por pant del nul\mu aul&>r de que en l(t!'l pnmch,~
cbtulo!i crisll~nus hahín m1cmhm~ ~rtcnc~:icnlcll u unA d:ao;c ltt~u~~unúrnkA nu1'
tlc\'lda: <i. 1t. R. llorslcy. :\'e.•u Da•.:umt'lll.~ Jllu."trating /:'(lr(r t 'hrHtiamry V, SyJ-
·fte)' 1989, 108·111 (agr.tdczco esla dla a Scolt (.'harl~s" orth ).
84. Por eJc:mplo. ~f. A. J. ~ialt~rhc. Sucw/ .•hpt!cl.\, 29-:W: W. A. ~h.'\:h, Tilt'
Flntt Urhcm Chrl.,tJam. 1·:1 trabuJo pioncru y más intluycnlc fue el ~~alit~d'l fl''r 1-:
Juctac. .,,.,,,,,111
Tltt• .~'tt:ltll P,mc·m ·J/ C Gmup.• in tht• ¡:,,'JI ( ·,.,111111'.
85. ti m") le)' Mguc b.hll:lln"K:ntc la propuc~ de G. ( 'a\'allu,l.lhl'l. l.'tlttorl ,. /'ub-
hlico nd nr.:m,;lo atrlic.:o: (;;m.l..r .Yion.;.·,, e: t'rlli,w, R<.,.ma 1')75, ~3-~. Sin \:ffi~[:.O •
.C. fl. Roben.s· T. C. Skcat. 77,,. Birth t~f tlu.· Cock.\', 68-70, molilraron 'JUC lo!\ n-sh)s
del antiguo ma1c:ri~l de IC\:turil n ni\ el popular ~un .:asi lodos r\"•llo!i, no .:ódicc~.
.~o /o~ prlnlifi\'U\ J>41J'II~H n·i,\ll,llfll,\

Todavía más importante es el hecho de que la predilección de los


pr:mcms cristianos JlOr el \.:Ódicc es evidente no sólo en lb copias de
Slh propios textos, (c.lll\O los que terminaron pur fonmsr parte de los
escritos ncotestamcruarios (cuya cond1ción de Escntura no estaba
plenamente confirmada en el ~iglu 11 ). ~ino ldmbaén en la!\ copill~ d~
escritos del AntilUJO Testamento, cuya importancia como E~ritura
fue clarnmeme aceptada por los cristianos desde los primeros nr\os.
Como ya he ser'~ alado, desde muy pronto los cristianos oplaron por el
códice. cspc.'Cialmente para aquellos textos que parecían haber valo-
rado como sagrados o llenos de autoridad. Por ello, las a~ociaciones
dd códice con las copias de textos utilizados en la escuela o en el
contexto de los negocios y las transacciones mercuntiles cotidianas
son más hien irrelevantes. La pn.'"dilección cristiana por el códice
tiene otro significado.

c) ¿Un(l opdó11 dc!liberadu?

Ni las presuntas \'entajas prácticas del códice ni los supuestos


tiu:tores sociucconórnicos bastan para explicar la prctcl\'ncia de los
crstianos por este fonnato. Es dc."Cir. por fonnularlo en negativo, no
parece que hubiera nada ventaJoso que hiciera del códice la opcit\n
o~via. y nada que sugiera que la predilección de los cristianos por él
se dcsurrullnra sin que éstos 1\Jeran conscientes de que s-.: tratuba de
ur.a transt(.,nnación notable. algo discordante con la cuhura general
de la época. Por d contrario. debemos contemplar la predilección
cr:!ltiuna por el cc..ldice como algo llarnuti\'o que exige una explica-
ción más uc.lecuadu. Ademá~. dudn la prcpondemncia de: rollo en la
cultura global como indican los anctactos pagano~ y judío§-, he-
m:>s de preguntamos si la preferencia de los cristianos p.>r el códice
re:lresenta no sólo una caractcrfstica del cristianismo primiti\'o, sino
tnrnhién un rasgo distinti\'o, una convención que tnl \·ez tuviera cier·
ta imponancia a nivel semiótico.
t\1 considerar el puesto del códice en el cristianismo primiti\·o,
sugiero que tengamos en cuenta dos cuestiones. Siguiendo un orden
cr.molúgicu inverso. en primer lugar no~ encontramos con ha prcfcrcn·
cia generalilad:t de los cnstianos por el códice ya mostrada \!n los má.'
antiguos te~timonios materiales. así como con lo que esta opción pue-
da significar} decirnos respecto al cristianismo primilivo. En segundo
.Y/

lugar. la intensidad de esta opción es tal que probablemente debamos


postular In existencia de un uso o usos anteriores del códice por panc
de los cristianos que t~ndriun lu fuerza nccesuria parn scmnr un tm:-
cedcnte que hiciera surgir lo que podemos consadcrar una prim111va
couvcncióu '-=' iMiana en la copia y producción de libros!>:>. Subrayo de
nuevo que la cxtntordinnria prontitud y amplitud en el uso del códice
en la prnxis gráficn cri!:tinna pareL-c dificil de explicar en 'f'irtud de un
proceso gradual. Como sc~aló Gamble. In predilccciún cristiana por el
códice es <<una auh~ntica anomalía que requiere cxplicación»li'. Debe-
mos buscar un estímuk. probablemente algún uso o usos del códice In
suficientemente temprano~ comu parn detenninar la posterior praxas
cristiana"!!. Aunque c.-stc: plantcamu:nto es generalmente aceptado. han
existido distintas propuestas n.~pc.:oclo a ese posible y detenninante uso
temprano del códice por los cristianos~".
A lo largo de los años. Robcrts y Skcal hun ofrL-cido are~ tcorias
sucesivas sobre el original e influyente uso cristiano del códice. Su
primera propuesta, basada en pane en la premisa de que el códice de
papiro fue una evolucion dellihro de notas en pergamino. y en panc
en la hipótesis de que e~ e\·angclio de Marcos fue el primer C\'angclio
escrito. consistía en que Marcos apan.-ció por vez primera en fonna-
to de libro de notas en pergamino y tal vez en Roma (tomando en
consideración la pista de la primitiva tmdiciún cristiana que conecta
a Marcos con l,cdro er Roma).,.'. Adcrmis propusieron que el cvan-

86. Al hablar de c<USO•> o uuso~u. acepto &k fonna implktta que haya uno o
mú de uno. untccip.:mtlo o c~tc momcntu la'll critica~ (que trata remo~ má!i a~lanh:)
de CUIIIqu•~r h:tnl&l scmc,tAnlc a la del ''"'t: h~tng>• que contcmplm~c &¡uc un (&ntC<l
uao del códkc CJcrctó un erunnc mllujo.
87, H. Y. Gamhlc. RooJ..., cmd R''"''('N, 54.
88. E. G. Turner. Tj7x>bgy. 40. mdicó que d milo de paptro estaba un (cfir-
mtmcntc consolidudo ~uc cm ~ci,oo un impnchl rnilyllsculo ~'-''" rro\·uc.:~r In" ex·
perimcnt~ que llc,·awn ;a t¡Jc linlllmcnh: tuera 'ustituitlu por el codtcc••. cundu·
)'Ondo qlM: c<lllhl ~uc hu~r un nh\11\ n Jl<)(kru ..o para Uliur el ll'"muo tic cbdi~c··
89. C. H. Roben~- T. ( . Skcat. lht• Birth r~{ tlt,• Cod..·.\. 53. S\J~cnian 'JUC ht
motivación cri~llana que llevó a adupuu el códtcc <k un modo t:ul gcncrali1Ado
IU\'0 que ser <caigo tr~mcnd<Jmcntc podt:>ros<H). ;\ pc~r de rechu..11r las pnlJ'UC!ola.s
41'10 hic:icnln, lt. Y. Gtunhl~. HtHik.' •md Rt·a.la.v, SK, "·un~idcrú que c~tnbun en
• lo ciano al pensar ~uc <clu\o que hu~r un ó!Cnntc&.:nntcmo d\."CI~I\·u 'JUC' !>en tú un
.. ~ntt,., 4~ llcH) u~~ d ..:<.\dtcc se ~onHntct·a ráptd4mcnlc en d ll>must~l de
libro pNdominant~: {.;n el cri~ci~ni~tlN pnnuti,·o.

f; 90. Ct: Eu~bio. IIHtEL"d 3. 3'J. 15-1 h. Para un ~studiu ul rcsflC'=IO. "·f. l. C.
·Biadc. Marlc. x~.l)4.
'
.11..'

gc:io de Marcos llegó con este mismo formato a Egipto. donde fue
co¡liado en papiro. ejerciendo un enorme influjo en la prn:-.is del libro
cristiano. Posterionncntc. reconociendo que los ar!fume:Jtos contra
es1a propuesta eran ccfómlidahles)). sabiamente dejaron de sostener-
la"'. No hay razón para pensar que Marcos apan"Ciera . originahm:mc
en fonnato de libro de pergamino ni que estU\'Ícra conectado con
Alejandria en fechas tempranas. Asimismo, el testimonio de los mu-
nuscritos apunta a que Mateo)' Juan fueron copiados mucho más y
se extendieron por un territorio más amplio, )' no da pie para supo-
ner que Marcos tuviera un pllpcl influyente en Egipto dl!sdc fechas
tempranas.
Su segunda propuesta sostcnia que el códice y In curiosu praxis
gráfica conocida como nomincl .wKra ·-que parece haber surgido de
torma paralela a la preferencia cristiana por .:1 códice- tu\'icron un
origen común, y que ambas convenciones prucederinn de un primi-
tivo centro cristiuno con ((la suficiente autoridad conw pam tdear
tales innovaciones e imponerlas en el cristianismo)>':-. A su juicio.
sdamentc cumplían tales requisitos Jerusalén y Antioquia. inclinán-
dose por In segunda como opción más probable~•. San c:mbaryo. esta
teoría no es más convincente que In primera. lngenuam:nte. da por
supuesta la existencia de una autondad eclesial y una cemndi~a..:ióu
que resultan totalmente anacrónicas en los siglos 1 y 11 d.C. Tampo·
co tiene fundamento su idea de que el uso judío de tttblillas de cera
para anotar las ideas de los maestros de la ley condujo a una prácti-
ca similar para recoger los dichos de Jesús, lo cual a su vez habría
11:\·ado a utili1.ar el códice de papiro para los textos bíblicos y otros
c~critos. Los discípulos de Jesús tal \'CZ usaran tublillas de cera -Jo
cual no deja de ser más que una posibilidad-. pero esto dificilmentc
explicaria la predilección de los cristianos por d códice para textos
cditerarios)) más amplios. como los escritos del Antiguo Testamento
y los que tenninaron por fonnar parte del Nuen>.

91. ('. 1-1. Robcrts -T. C. Skcat. Tltf' Birth uf thc• Cc~<lc:x. 5-'- S!. La propu.!sta
hJhia ,;ido rc•li1ada p(\f C. ff. Ro~rt~ en 19~. Tht· Cl>dt·.t.
~2- C 11. R(\bcrh -T (' Slu:~u. nw Rlrth alti'H' Cmlt·.'<. ~7.~~.
93. /hui. ~¡.¡.f,l. t\nl~riormcnle C H. R,lhc:rt~. Mmrtm·n¡,t. S·)(·it·~·. ami lk-
hd. 44-46, habia prOfltK"Slo Jrrusa!Cn como cllug~r de ougcn de IOl IWIPIIIW :~·~:rll.
cn:)(lldo \IUC solamente: 1cel iRIP<l de los apóslolef- o de sus inmcduws l>U\:nvn:~''
ID\'Ícron la :;uticiente autmidad como para ~·esla~lccer pau~as pua los escriba~
.;n,.ll;mn'i ))
Skcat presentó después una tercera propuesta: que el códice fue
inicialmente adoptadc por los primeros cristianos para realizar una
edición de los cmatro evangelios canónicos en un solo volumcn·N. Por
lo \'isto. aceptando que los antenorcs mtentos llevados a cabo por Ro-
berts y él mismo de encontrar un estimulo adecuado para la aceptación
cristiana del códice adok-cian de anacronismo y otros graves prohlc·
mas. Skeat propuso entonces identificar ccolgo que el códice harán sin
problemas. pero que el rollo no podía hacer bajo ningún concepto))·''.
Aceptando que los e\'a:1gelios circularon separados en primer lugar en
rollos de papiro. Skcat planteaba que en ulglln momento u comicn1ns
del siglo 11 cela Iglesia•) se aferró a la tdca del ((códice de los cuatro
evangelios)) como una fonna material de expresar que esos textos en
particular poseían una «autoridad y prestigio)) únicos......
Quizá resulta coherente con la tcsi!\ de Skent el hecho de que mu·
chos de los códices mas antiguos contengan textos de e\'angclios. lo
que muestra ciertamer.te que los primeros cristianos aceptaron am-
pliamente el fonnato de códice parct esos escritos. No obstante. el pro·
blema fundamental de la tcoria de Skeat radica precisamente en el
testimonio de los anefactos. El códice más antiguo que contiene los
cuatro evangelios es P~ ( 1,.Ch~ster Bcatty 1). datado nonnalmcntc \!n
tomo al250 d.C. Además. si tenemos en cuenta todos los códices con
evangelios fechados en el siglo 11 y en la primera mitnd del siglo 111.
la mayor pane parece haber contenido un único cvnngclio: P,: (P.Ryl.
457: Jn). Pr.(o (P.Bod. 11: Jn); p .. (P.Oxy. :!6R3 ... 4405: Mt): P.x, (P.Oxy.
3523: Jn); P,.)l (P.Oxy. 4403: Mt); y P:(" (P.Oxy. 4404: MU. Aun acep-
tando la tesis de Skeat de que P·~ (P.Bod. XIV-XV: fragmentos de tu-
cas y Juan) originariamente incluía también Mateo y Marcos. de: que
P.. (fragmentos de le) fonna parte del mismo códice que PM y Pt··· y
que este códice (reconstruido) originalmente incluía los cuatro evan-
¡elios can{micos y ha de ser f~-chado u linaJes del siglo 11. resulta claro
que cuando en el siglo 11 el códice se empleaba pam los evangelios.
lo más común era incluir uno soto·~·. Si el ímpetu primordial y la rn·

94. C. U. SkeDI. Tht' 0fiJ:Ifl of'th..• ( 'hri.•fiall <'tN.I,·:c.


9S. C. H. Sk~al. Collt•t"it•d 8ih/tnJ/If'ritmf(', 1'1
96. /hui.• 84-K6. Rew.ultd inlcre~ntc que Slu~al retomara a la uka de que la
Gp\:ión de uliU1.ar el cooicc ~ugcna que la l!lle~•a romaiUl d.:sc:mpeñó un papel
luadamental en la cuestión (p. t<6 ).
97. T. e Skclll, Thl' ()U,•,,t ManH.\('rlf'l uftlwti•ur (rOYf"''' 1
/.o.\ pnmtlt\vn I'"I'""H.\ O'l\IWIIfl'

zón original para que los cristianos emplearan el códice era incluir
y difundir los cuatro e\'nngelios. ¡,por qué la maynrla de los códices
evangélicos del siglo 11 cmn manuscritos con un úmco cvan~_,telin'!
Tenernos poderosas razones para pensar que los cuatro evangelios
canónicos estuvieron vinculados por la c!Stima en que. ya c!n las prt-
mcms décndas del siglo 11, los lcnian al menos algunos gn1pos cristia-
nos de imponanc:iu"'K. En cualquier caso. los tc!stimonios materiales no
proporcionan ningún moti\'O para considerar que el códice fue micial-
mcntc adoptado por los cristianos para incluir los cuatro textos entre
un par de tapas. Por el contrario. parece más probable que la combina-
ción de los cuatro evangelios en el mismo c<ldicc (quizá n finales del
siglo 11) fuera n:,m/tado del h\..-cho de que se considerasen un grupo de
«libros sobre Jesús)). y no el medio adoptado para lograriCtw.
Me parece que la propuesta de Jlarry Garnhle es má; plausible.
Coincidiendo con Robcns y Skcat en que c•en la public1ción y cir-
culación de la literatum cristiana primitiva dehc de haber existido
un hecho decisivo capaz de sentar un precedente que rápidamente
instituyera el códice en la tradición cristiana)), Gamble proponía que
lo que mejor cumplía los requisitos ern una primitiva colección de
cplstolas paulinas en ese tonnato 1u 1• Corno advertía este autor. las
canas de Pablo son los primeros escritos del Nuevo Testamento, los
pnmcros textos literarios cristianos que circularon a nivel regional y.
ai'Qrcntcmcnte. los primeros en ser rcco~idos y tratados \01110 Escri-
tura (como refleja 2 l,c 3. 15-16. 1echada entre cl70 y el ! 10 d.C.) 1'' 1•

~tol.
Por c~mplo, G. Stonton. )~$U~ tmd (impd. fi:\.QI.
f-.l térmimt c\!Íhh)\ Mtbi'C Jc~lil•" dc!iÍ"rl~l 1<~ C'\'.lllttCitO' (t"10 ltncf;h:hl~
Ql),
dcdc\'n,ión u Jesús. y loto C\angdios ~n )U totalidad (canónu:os y c\tm..:an~\mcos)
rep«"~num un ~onjunto notahlc de intentos literarios por ..:xpr"-sar la dcYoctón a
dicha ti~ura. Ct. mi ~ludio en l. W. Hunado./.ordJt>.m., Chrm. 25<l-)47.427-$S5
(Stllm· J,•.,ua"'"· ~n I·WM.4~7-5~ 1t.
JfKl. 11. Y (jamhlc. Rool' und Rc<lclt·n. ~~-6~ lht ~•tu pruccdt de l.1 J'. 5!0.
<it.mblc f"l!'tulabn un Ul.U t~nt.:orior 'kl n'ldicc fnuh bi~n un caudcnul ~rol ~olee·
ci~nc!' de: textos de pmcba tomados de la Biblta (p. M: \chbros de tc.•,wmonicz)l),
Jl'!IO :w~tcnin que c:MlS obJetos no habrían caul'adtl d impacto suticiC~llc JWil ~rvir
de catalit.adun.--s en d uso dd códk.: Cf'IOlc.l formato rn:fcrido ror lm cmt1ano~.
101. ti. Y <inmhlc. &)tJ/o curd H~mh:n, 271 n. 71. ctt.1u :\. Linr.c:rm.mn./'cm·
lw in iillc'''''" ( 'lln.Hc•llfum. y a E. l>as..~mann. Ot•r Stodu·lmr Flc'L\C'h A cllc)S anadct
A. lmdcmann, Da Apo,tc.J P<lulu., 1m !. ;,,h,.huntk-rt. llc.satonunacamentc, el re·
e Jeme c!-tudio de {·.J. Koev.el. Puul in tlu! ~<'CHkf <."t'1ftrtry·. no muestra r'amallaridad
al~una con C'itas obrn~ ~- rcpttc la~ anteriores fanUl:'lias que asumen que lt)s grupos
cr~'htlfl<'ll plx'll\"''rtodcl.\tt\ cvttan n l•.ablo ha~IR final""" del 'il(let 11.
(,., JlfC!c''''ll<'lcl fNJr .:1 cuclln· .'1.<

En resumen. Gamble ~ostcnia que las cartas de Pablo gozaban del


rc."Conocimicnto
. religioso y estahan lo suticacntcmcnte extendidas co-
mo paru que, si se copiaron en un cúdice hucin linnlc:s del siglo l.
rápidamente hubiesen convertido a éste en d l(mnato pret'crido 111 :.
Sin embargo. la propuesta de Gamble ha sido rebauda por dos
aportaciones más recientes. En una documentada rcscr)a sobre el li-
bro de Gamble, Eldon Eptl se 'IUej&tba de los «aspectos especulativos))
de su planteanuento, }' atinnaba 'lue el relati\'amcntc menor núme-
ro de códices de carta~ paulinas en comparación con los códices de
evangelios en el conjunto de los rmmuscritos cristianus de los siglos
JI y 111 hacia improbable 'IUe la edición en códice de las epistolns de
Pablo fuera el detonanb: 1'' 1• Ac.kmas, Epp criticaba todas las propues-
tas de Roberts, Skeat y Gamble porque estaban fundamentadas en
la premisa de que existió un dctem1inado uso del cúdicc en fechas
tcmprunas \IUC fue el origen de In prel\:rencia de lo~ cnstinnos por
este fonnato. una criticJ de la que se: hace eco Graham Stanton 11lol. No
obstante. aunque tanto ::pp como Stanton ofrecen estimulantes análi-
sis basados ~n una encomiable atención a los datos más importantes,
no estoy segum de que sus propuestas sc:an rnós cunvinccnh.-s, o de
que se libren de la acusación de es~~·ulati\'as. Asimismo, aunque se
ciwn mumameme como aliados en el rechazo de las teorías prevtas.
me parece que sus propios planteamientos se distinguen notablemen-
te entre si. lo ~1ue exige exurninarlos por separado.
Eldon Epp sugiere que lo que resultó decisi,·o en la predilección
cristiana por el códice no fue ningún texto en particular elaborado
en dicho tonnato, sino más bien el hecho de que los líderes cristia-
nos itinerantes empleaban códaces \IUe contenían e~critos impor1an·
tes para su misión, cccualesquicm que hayan sido esos cscritos•• 1•·'.
Siguiendo las indicacio:1es de Michael McConnick. que propuso que
el códice resuh(l atractivo en un primer momento por lo nmn~jahle
que rcsultaha pam las l"lisioncs cristianns del stglo l. Epp plantcabu

102. t:f. cl~:sludio 'fUe: hace de 1\)s t~ltmnruos de: In~ pnmcrlll'> colecciones de
cpiscola!. pau I11"1.1S en H. Y. Gamblc. Book.l cmcl R''cl(/t•n. ;'J-61.
HH. f.. Fpp. l'ltc· ( 'o~k.1 c~t~tl l.ll<'mcT. 1M.22·2-'.
104. T;mln Epp ~:omo Stantt,n se rdic:-rcn con ~ma a l.b tcmaas d('l•cbllJ hllnl(••.
E. Epp, 1Jw ( 'CJtk•.,· tille/ l.ll«"l'tl('. 21; (.j, St.tnlon. J~:.ws anJ <iwpd. 167-16~.
105. Por eJemplo. CS<\S -:scrílO!o pc:)(lrian hahcr in.;Ju•do coleccl(>ncs de d1coos
de Jesús y:o pa.s.a)Cl\ ilihlkos que se empleaban ~n la prodamac1ón ~· la catequ"-s'~
( lt.,·ttmomcl l.
que el <<Códice itincr.mte)) podría haber sido ccvisibleme1tc expues-
to .. y cmpleadn ... en una emotiva proclamtlción. en una convincen-
te parénesis o en un ncaloradu dehatcn por parte de dingcntcs cris-
tianos itinerantes. Asi pues. en ((el ambiente sumamente denso de la
predicación ~-de la edificación en el cristianismo primith·o)), ese uso
del códice tuvo un efecto ((gal\·anizadm·)• en los oyentes(' corwcrsos.
c'~n\'irtiéndosc en el factor fundamentnl''w·. A J)artir de ahf. el códice
<<pasó rápidamente a ser la se~a de identidad de los matStros y pre-
di;:adores cristianos y se adoptó como fonnato para aquellos escritos
que se usaban en el cullu y en In vidn de la comunidad cristütnan"''.
No ohstnntc. no todo re!\ulta con\'inccnte en la tcoril de Epp 1 '~.
Por ejemplo. aunque en principio resulta plausible que los pn.'"dicado-
res y maestros itinerantes cristianos pudiera, haber llc\'ado consigo
C<lpias de obras como los escritos de la Biblia. unn selección de textos
bíblicos o dichos de Jesüs. ¡,cúrno podcmo~ saber 'fllt' lo hicieron u
que hacerlo fuera algo tan corriente como sugiere Epp? Además. aun
si los lideres cristianos itinerantes llevaban a menudo consigo copias
de ciertos escritos, .·.,tué nuón cxi!'lte para asumir que m>nnalmentc
f~cran utili1ados de una t(mna tan llumntha que tu,·ieran ~1 impacto
que: pn.)ponc Epp'! 1'N
Además, ¿qué motivo t~nemos para presuponer que los libros que
In dirigentes cristianos llevaban en sus misiones fueran códices'! Es

106. E. Epp, Tht: Codex mz,J l.zk!ra<). 20-12; M. M~o."t'ormid:. Tht• Hmll ofth,·
C )(le·,· t: 1~n~)o de 1\okC,,rmh:k c~tll\'tl m,,ti\ ado J1-.'r la puhh,acim d<.- Thc Binh
oft/r,• Coclt•r de C. 11. Robcrtíi ~ T. ('. Skca t.
107. f .. Erp. Tite· c.,,¡,._,cJJid/.,,,.,.,,n,24.
lOM. l:n JUSti\:ta, 1!. [pp, Tite• Coclt'.\ wrd l.ltc'rch), 2-'. no r~ha~U la,131ll(nltnlc
la 1coria de Gamhk. inMslu:ndo más m..ldc~amenlc en que se ccnsidc~n otm~
c~rlicaclt.lfle-s. inclu>·cndo la S\tya.
1(W_ h ~hido que Rllly <iruham llc' :a unJ Bthlin en ha mmw (Utmd4' Jli'Cth~a.
dl)lándolll de: unn AMk:llh:tón C3•>~ icon11.:a ~cm "'u mini~tcnu. Jl'-''" (,c111plcahan d\: '-''~·
te modtl lo~ prcdt'-'.1dort'~ cri~lianm; dd ~•glu IJ.ao¡ n~t~n de lc\lcl"' 1ndctcrmtnad1'~
que sugi(tC f.pp? Este autor oo recurre a esta analog.ia; lu hago sen\tllamcnte par.t
rrostrar la pr((lCUpación que dchcmos tener a la hora de C\'ibr af\li:ronismo' m·
(OO"K:icnh.~. En 1<'" comentarios a un bnmadm de este capitulo, Scot Charlesworth
tre llldt~ó nl¡:unu .. rct~·rcnciM 3 In lectura ritblt\!11 de IC),(O~ '-'" lnl\ ramCfl\" H,nlJll"
Cn!ltU&nO'i ( ~r CJCIOJ'Ill, 1 Tc!O ~. 21; ('ol 4. lb; 1 lm 4. n: Ar l. .l: 22. 1~) 'JII''
pxfrían dotar de '-·redibihdad a la propu'--sta de Epp. Sm embargo, no S<." tr.siA de !a
lcctuna comunitari;a de textos. La c~sti(m e~ si los mae~tros o prcdicadl,res tune·
nntes lh~\·ahan consillo )' e),ponlan publicamcntc cádices. lo que postcnormcntc
t::ncrú la Jlrcfcrcncm '-"fl\tlllltll pnr e'IC fortniliCl.
l. a f'l't'/&'I'I.'IU ''' pm· c.•l nJihc 'f' ,1('

bastante probable que existieran «colecciones de testimonios>) cris·


tianas. pero rt!sultu si~nificativn que ninguno de los ejemplos c.1ue
conocemos de scleccaoncs judins de textos bíblicos del silZio 1 d.('.
o antenorcs (de Qumrin) sea un códice 1 '". Stanton señala P.Ryl. 460
como ejemplo de una colecc1on de testimonios cristiana en forma-
to de códice. pero este manuM:rito del siglo IV d. C. dit1cilmcnte sirve
de prueba de la praxiscnstiana de mediado~ del siglo 1 d.C. 1:. Dudn
la condición del rollo como ((icono culturah) en los siglos 1y 11 d.C..
¿no es más probable que los primeros lideres cristianos hubiesen te·
nido a su disposición los textos en rollo~. especialmente si trataban
de hacer un uso visible de esos textos)' de asegurarse que crnn res-
petados'! Epp advierte acertadamente que en los pruneros años d
uso de códices como l.n elemento significativo en la equipación de
los lideres cristianos h2bria llamado la atención. en contraste con c<c)
esperado rollo)) 11 :. Esto hace casi obligatoria la pregunta: ¡,Se em-
plearon los códices de esta manera'! ¿Por qué los dirigent~s cristia-
nos itinerantes habrían preferido el códice. que gozaba de un estatus
can pcquei'to en la cultura. en vez del rollo. que poseia un enonne
prestigio y había estado \'Ínculudo desde hacia tiempo a los textos
religiosos y literarios·! ¿El particular uso público de los códices por
pane de los lideres cristianos no requeriría en buena lógica que tal
fonnato contara de antemano con d carácter <<sentimental)) y ccsim·
bólico,, que Epp Jlretcnde explicar al sugerir esta praxis?
Epp cita el ensayo de McCormick ~omo apoyo a su propuesta
acerca de la conexión entre el códice y la misión itinerante de los
cristianos. pero me parece qu~ la reflexiún. por otra parte útil. de
McConnick puede ser nás discutible en algunas cuestiones de lo qu~
cree Epp. McConnick ;:onsidera crucial 2 Tim 4, 13. con la intere-
santísima petición por pane de «Pablo,, de que le lleven los objetos
dejados en Tróade: ((la capa ¡... J y también los libros. sobre todo los

110. Por eJempltl, 4Qlc~umoni~ (4Q 175' parece ser una págma ~ueiLa. y
4Qfloriltgium (4QI74, tarrbztn conocido como 4QMidrF.schat:t) y olros tcxtü~
IOn fragmentos de rollos. R~~to a la nnponancia de lo!' objetos de ()umr.ín para
la Ccorlas .:n hlmo 11l:L' ~oltccmncs d( te,umontu!l ckl ~·ustiuna"mn prinuU\',,. d'.
• J. A. Fit;fmyer. .. .s{JT&•.ftlltiOfU¡III cmd tite' ,,·,·w r...,wm~lll.
L 11_1. G. Stant(ln, Jeju~ ami Cimpd. _1 ~3-1 tW. 1,.Ryl. ~) fue idcnutkado por
i· pnmna en 193C\ por e ti. Roben~. Jv•o /JtMiml Pa¡n"TI; y csludtado de nuc\·o
tr \'U
por A. !al~c:ua. A. ~~~í~umr Calltt<·ticm in .~mtchE'.\'ter.
11 ... (·. l: 1'1'· ,,,. ( odt'.\ '"'" l.llc'flll'\, ... l.
·pergaminos'))'''. <<Pergaminos>> traduce tú~ ~.lfJ.lf}Qáva;. un présta-
nul del latin. (1\le nnm1almente se considera rcf~rido a cuadernos de
pergamino o, tul \'el incluso, a códices de J>ergammo';~. ~lcCornuck
prefiere el segundo sentido del ténnino. sugiriendo que este pasaje
muestra que «el autor de 2 Tim esperaba que su audiencia identif\-
cara los escritos en ese no\·edmm lormato (códice) con san Pablo)).
Pero lue~o. sin más. Mct ·ormick afinna que el pasaje muestra que en
tomo al al)o 100 d.C. los cristianos asociaban el códice <:on la ((tra-
dición apostólica>> 11 ~. Espc..--cialmentc si la segunda Carta a rimoteo es
pscudocpigrafu. 2 Tim 4, 13 puede mostrar que Ptlblo cm asocittd<l
con el códice (por las razones que sean), pero la pcrfcopa dificilmen-
te 'uede servir de base para creer que el códice estaba generalmente
asociado con los apóstoles y los misioneros en particular.
Con el fin de mostrar el supuesto impacto del uso de los libros
que podrían haber llcvndo consigo los primeros misioneros cristia-
nos. McConnick cita Hch 17. 2. donde se presenta a f>ablo de ten·
diendo la verdad del Evangelio desde las Escrituras. Pero el pasaje
está arnl\ientado en una sinagol(a, donde los lectores espcmn que esté
disponible al menos una copia de algunos escritos biblicos. Ni este
p~je ni nin.:ún otro. que yo sepa. habla de que Pablo o cualquier
otro líder de la misión utilice «libros que lleva en su equipaje•>"".
De hecho. seria posible consid~rar que 2 Ti m 4, 13 dice b contrario.
¿Por qué ul)abkm pediría que le cn\'iasen sus libros, si lo nomutl es
que los llevara en su equipaje'!
Por otra panc. Mc\omtick está en lo cierto al sugerir que el ta-
mallo de pá!lina relativamente mo<ksto de mu~:hos códices cristianos

113. Coincido con M. McConnick. Thc· Btrth ofllu· Cml,•.t, 15~. en rechal•ar
la ;-rupuesta de Skeat de que aquí w.:: JU:t~vn~ es sinónimo de Tú~,r~).icc. ('f. T.
C. Skcat • .. ¡.;'1"-'UcJIIl·lhc·l'un·hm,•nf., 11,
114. p,lr cJcrnplu. d. BAlil>, ~. v. fii'J•I\•uvu: C ll. R,lhcn~·l. (', Sk~JI, Thc·
Hl ..,,, V/tlt<• Coch·.\, 12. h llnm.ati\'0 ~liC en ~ Tun "'· 13 se utill~cn ~o~ rré,IIUI1U\
del latin. saendo el otw nw lf<ll).óvr¡v (ct: 8Au0 s.\·.). Distingo aqui <•cuadernos».
c:lllplcados par.t •<notas, ~ordaturK>S u borradores» (l. C. Skc:lt, fff.'spt.•t.·w/~,. tht·
/'cuy·Junc-nt~ "· 262 ). de <•códic~)>, C'5 dc~tr. textos rompletos cop1ados en ti.lml31n
de: ~odicc Bien pudo cxa!llir urw '-'Oflc.'Xtón hi,túncA entre arnbm tiro'~ ck nhjct''"·
rcro h11~ una notahlc d1tcr~ncaa entre: d uMt de un !lc:n,•llo ~wadcmu ram tomar
netas de modo anlormal) el nlh wnbicalhO empleo dd l'Ódlcc: parA ·:o¡>iat ttMJ,, un
texto Jit~ario.
115. M. \kCormad. Tht• Birtlt o/'tht> Coda. 155.
llfl, '"'". 1~7
l.clfll't'lc'I\'IIOil por a•l nN./i<·t•

de los siglos 11 y 111 puede ser significativo. Pero ¡,significa esto que.
en el cristumismo primitivo. la fum1a del códice fue condicionada
por un inicial e influyente uso de pcquer,os códices en In~ misiones
itinerantes'? En su análisis sobre las dimensiones y el tamaño de los
códices. Tumer no pmporciona ningún argumento que respalde esta
explicación. nd\'irticndu \micam.:ntc que de un Jl',"rindo a otro los
tnmni\os parecen reflejar preferencias p:trticularcs de los escrihas 111 •
Simplemente nn sabemos por qué. Podriamos considerar que el ta-
mafto de los primeros códices cristianos revela la asociación origi-
nal del formato con la misibn cristiana si existiesen pnachus lJUC lo
corroboraran. pero eso es precisame-nte lo c.¡m.· nos taita. Asimismo.
es posible que el considerable porcentaje de códices primitivos de
<(pequeftm> tamaño que contienen escritos del Antiguo o del Nuevo
Testamento reflejen una import:sntc demanda J't'r parte de los cristiu-
nos de copias parn uso personal. de modo que lo que se huscnba era
un fácil manejo 111 • En el último capitulo. me ocuparé más detenida-
mente de la imponnnci!l del tamaño de los códices.
Veumos ahora la prupucstn de Stanton. Aunque apnaeha el énf.1sis
de Epp en el presunto i11pacto del uso del códice por parte de respe-
tados maestros y mi~ionrm\\ l"ristianos. Stanton niega que este factor
fuera dccisi\'o parn el cambio en favor del códice. Por el contrario,
propone que dc~dc los primeros ¡tños. cccasi con toda seguridad. los
discipulos de Jesús hun empleado más de! un tipo de cuadcmo'> (por
ejemplo, tablillas. cncemdas, tablillas de madera. cuadernos de papi-
ro o de pergamino) con fines diversos (por ejemplo, dichos de Jesús
o colecciones de citas bihlicas h•.uimonia-- ). Después se pasarla n
utilizar <<cuadernos más grandes. es decir. códices, para sus escri-
tos más pennancmes>~. No hahda. por tamo. un gran paso del rollo

117. L G. Turn~r. Ta¡,oloK.,\', .:!~. ( 'f l.a t~lll11 de (OdKc~ ~n paprw allrupa()(,,
pordlmm\snn\-, en 1"' p. 14-22.
118. Esto tambitn JlO(ka reflejarse «:n la sencillez de la escrilur.s de muchos
O incluso de ls mayoria de l~l:\ primeros m;muS\:ritos hihlicos cristianos. E.. dc..'l:ar,
pueden SCf códices preparados para cri~tianus. inclu~o a'Jucllos cu~ns rccur!ons
1 •onómic~ ~mn modclót<"· LJUC' 'lucrían \U'i propm~ copaa.~ de lo~ ccxtos. l.u" cH..
pila mt3 clegant~s 1y por elb m~s caras en su clahor.acaón) habrían Mdo la o; prdc-
rldu par• el culto liu:argaco. y h;.thriiln re!>uhado rentables ~• las pagaba un grupo.
lfvobsUtnlc. como un<~ sola de \~as cop1as sc:rvía para las nc~essdad\~ litúrgicas de
an pupo de cri51Íanos. se harían menos copaa~. por lo ~uc 'JUCdan menos restos tn
el material que hn sohrc\ ¡, ., <1
YO /.o~ pr11mll'"'\ !'ll(ltrn., 'rl.\tumo'

al códice. Antes bien. Stanton postula «que es mucho mas probable


una paulotina evolución del ·cuodemo' al 'códice')), y co1sidera que
esta teoría es ccsencilla y clnra, y ccmás plau.'iiblc que el resto de las
altl!mat ivas), ¡: ·~.
El estudio de Stanton es muy rico en mlonnacaón sobre temas co--
mo el uso de los diversos tipo~ de ((cuademos), en epoca romana 1=·•.
Nr• ubstnnte. su te,>ría respecto n por que y cómo el códice O\.'Up(,
una posición tan dc~tacada entre los cristianos está menos libre de
problemas de lo que él afinna. Suponer que desde los primeros ar1os
lm. seguidores de Jesús cmplcurun uno o m1is tipo~ de «cundemc.m
es completamente plausibl~. en gnm mcdulu porque g"'fleralmcnte
tonnaban parte de la vida cotidiana del momento. Sin ~mbargo, esto
precisamente hace que resulte más dificil explicar por qu( la supues-
ta transición desde estos tipos de cuadernos al más ambicioso uso de
códices tuvo lugar tan rápidamente entre los cristianos, ()(m no entre
la población en general.
Además. Stanton afinna que la \"elocidad de la presunta transición
es ((sorprendente,., e incluso propone que cces perfectamente posible
el uso del códice u mediados del siglo )H 1 ~ 1 • Sostiene que ccuna \'el que
los escribas cristianos descubrieron la utilidad del fonnato de 'página'.
rápidamente se convirtió en la nonna para copiar las canas de Pablo y
lm evangelios, así como para las copias cristianas de la Escritura))•:=.
Pero ¡,cu(ales eran cxact;mlCnte las presuntas \ entajns del d(mnato de
página,, y por qué fueron los cristianos los únicos grupos de la época
que las percibieron y que aceptaron tan rápidamente el códice?
Lu única explicación que da es que los crislianos eran ccminori-
turios, grupo!f en panc contraculturules con limitadas ~rctension~s
literarias,,, de modo que el códice no supuso ccuna tra11sfbrmación

11'1. <i. Staruon. J,·.,u\ muJ <impd. IX l. llnu opuuón parC\:id.1 es la que cJc-
licrnk. ~tunquc má!' hrc' cmcmc. 11. G. Snydcr. Te!('<'"(''"' und Te•. H.,, 212·214
:w.
1 Rc!'UIIJS parth:u!Jrmcntc lrhlta SC'\:CitlO de ~u CliiUdio lllulwJ~ ccPred«cS·
sorl' oft~ Cockx,, cp. li3-17S). que intluyc una anrcre~nle ~terencia sobf"(' las
tabl~las de Vindolanda.
121 . <.i. Sranll\0, 1··-~u' eme/ <im¡.,..·l. 190. Sutztc~rc que el e\ angelio de \1&n;o!'
pudo h~~r ~nlidn 11 la IUl cm formato de cúdi~ y que. aun -:uando clnulógrnfo del
C\'lnt~cho de l.uc•~ fuera un rollo. en el momcnlu en que~ ~optó y1 era un hcd\1'
la •(adicción crisciana)> al códice. No qu~a dato cúrno 11lgo q~ se: \'aruct.:rita por
su <c~bornbrosan \'clocidad pucck ser de!o<:rilo 0\l rmsmo ltempo como una ccpaula·
tir:a c.,·olución».
t22. /hiel.. I!N.
'JI

excesiva en su mentalicad)) 1 ~.~. Esta ((actitud generalmente contracul-


turah) le~ predispuso n ccexpcnmentur con el inusual códice),,; ... Sin
embargo. como yu hemo~ seJ,alndo, también la literatura <<popular»
era copiada por lo general en tom1ato de rollo. lo que significa que
alribuir «limitadas pret;!nsmnes hteranas)) a los primeros cristianos
no explica su lascanaci.)n por el códice. En cuanto a que el cristia-
nismo primitivo era cccontrac:ulturuh), lo cual se ex¡1rcsabu de tonna
panicular en su negatin a dar culto a los dioses y en su ética sexual.
parece haber sido algo totalmente deliberado y dotado de gran sig-
nificatividad. Por ello. 'i el u~o cristiano del códice representa otm
manero de diferenciarse de la cultura del entorno, eso ssgnitica que
no se trata tanto de una «paulatina evolución)), sino de algo con im-
portancia desde un punto de vista semiótico.
Por el momento. por tanto. ni Fpp ni Stanton ofh.'\.-cn una explica·
ción plenamente satisfactoria para el uso del códice en el cristianismo
primitivo. Aunque se o~te por la sencillez y la claridad. una t~"'ria
satisfactoria debe expli:ar todos los fenómenos relevantes. Cierta-
mente. la adopción del códice por parte del cristianismo primitivo es
llamativa y exige cierta explicación. No obstante. deberíamos. para
empezar. tener en cuenta el conjunto de las prácticas de los primeros
cristianos relacionadas con los libros, lo cual significa. una vez más,
que debemos considerar todos los textos que podemos identificar co-
mo cristianos. no sólo los biolicos.
Casi todos los primeros manuscritos cristianos son códices. pe-
ro ciertamente no todos El cristianismo primitivo prefirió de fonna
abrumadora el códice paro copiar sus "~rituras. así como aquellos
textos que comcm:ahan a ser empleados como tules. J'Cro su usn no se
limitaba a los textos bíblicos. En cualquier caso. como ya hemos vis-
to, en torno a un tercio de las copias de otros textos de los siglos 11
Y111 son rollos. Sin dudt., los cristianos usaron bastante este l<1m1ato.
al que continunmn cons1derando apto parJ cuplar alguno.\ textos. Es
decir, los testimonios apuntan a algo más complejo que una «adic-
,. 9ióru, generalizada al códice por parte de los cristianos. Por consi-
íbiente. lo que precisamos es una teoría que explique las preferencias
)'·la praxis de los cnstiar:os en lo referente o In copia de textos.

123. /bid., IX l.
124. lhltl., 171-172
IJ] /.o.Y ¡>rlnlif"'O.\' f~lf'ÍIV\ <'1'1.\lll/110\

En realidad. son varias las cuestiones que se plantean. ¡,Por qué


lo~ cristianos emplearon sobre todo el códice y en techas tan tcm-
pmmas? ,·yor qué opusrun um clnmmcntc por ~1 pum copi:tr textos
bíblicos en panicular? ¡,Cómo hemos de interpretar que se siguiera
mando el rollo. que constituye un pequeño porcentaJe de los manus-
critos cristinnos. esJX-cinlmcnte aquellos que contienen textos cristia-
nos no bihlicos'! ¡,Acaso la pnrticulannenh: ncentuadn predilección
por el tonnato de códice refleja el deseo de distinguir las copias de
las escrituras cristianas de otros textos que tuvieran una importancia
equivalente en otros gmpos religiosos'! Sin duda, los textos rcJigio-
st•s coetáneos usados por paganos o JUdíos estaban c.-scritt•s en rollos,
e~pccialmente las copias judías de la Escritura y los textos paganos
que se empleaban de algún modo en el culto. Al margen de la inten-
ción o intenciones que persiguieran los cristianos en su tirme prctc-
rcnciu por el códice. es muy plausible que esta ditcrcndación haya
tenido cierta relevancia.
Aunque probablemente no se deban excluir de antemano tales fac-
tl'res. me sigue pareciendo que las supuestas \·entajas prácticas del
cC:ldice. la presuntnmente muyor disposición de los primc:nlS cristianos
a experimentar con distintos tipos de libros y su familiaridad con los
dlversos tipos de cuadernos no son suficientes. El énfasis que pone
Epp en el posihle impacto emocional del uso del códio:e por parte
d..: lideres cristiunus. c.1uc: los llevuban en su equipaje:, plnntea nuevos
interrogantes, como he indicado. En cualquier caso, refleja la idea
de que uno o más estímulos poderosos tuvieron que haber sido los
responsahlcs del pnpcl fundamental que juega el códice en el cristia-
nismo primitivo.
No es mi objetivo primordial responder definitivamente a todas
las cuestiones. No obstante. encuentro convincente la SIJgerencia de
Gamhle, según lu cual una primilivu edición de las epístolas paulina~
en ti.mnnto de códice pudo hahcr sentado el precedente: decisivo qm.·
provocó la subsiguiente adopción del códice por panc de los primeros
cristianos. La enonnc estima que tuvieron las canas de Pablo desde
f~chas tempranas, corno se refleja ~n 2 Pe J. J5-16. podría explicar
por c.Jué los cnstiunos crcyemn tinncmente que el códic..: cm preferí·
~~~ como ~oron~ para sus escrituras.
En cualquier caso. lo que deseo subrayar por encima de toc;h·,
es C.JUC la utili1ación del e<'ldice entre: lo~ primeros cri~tianos es un
tema importante en lo~ estudios sobre los orígenes del cristianismo.
A partir de los siglos 11 y 111. no sólo poseemos fascinantes textos.
sino 'llle también contamos con restos de los di\·ersm; formatos mn·
teriales en los que esos textos se copiaron, transmitieron y mil izaron
en los grupos cristian·:>s. Dado el puesto relevante que los textos
ocuparon en el cristianismo primitivo. es ineludible tener en cuenta
su formato material, lo cual puede ofrecemos nuevas pistas respl"CIO
al modo en 'IUe los textos fueron realmente considerados y usados.
No obstante. deberíamos mostramos recelosos ante conclusiones
demasiado fáciles. l,or ejemplo. resultaría err(mco presupon\!'r, te·
niendo en cuenta la clua predilección cristiana por el cúd1ce. 'IUe
si se copiaba un texto ¡:n este tonmuo. era por'luc ese texto se cm·
pleaba como Escritura. Por otra parte. dada esta general preferencia
-particulam1entc para las Escrituras- . y dada también la sigmficati-
va dispo~ición a usar el rollo para otros textos cristianos de diversa
lndole, res uha rozonab.c creer que el empleo de un rollo para copiar
un texto indica que el copista y/o el usuario para quien se elaboró la
copia no consideraban I.JUe ese texto (o al menos esa copia dc:ltcxto)
tuviera valor de Escritt.ra.
A modo de eJemplo, ofrezco un bre\'e ana lisis de los restos de tres
copias de la colección de dichos de Jesús que ahora denominamos
el J::",•arrgelio de Ttmrá.~ ~·. Sorprendentemenlc. no encontrarnos nin·
aún estudio de esos fragmento~ que preste In más mlnimn atención
al formato material de las coptas 1 =~'. Comenzamos con P.Oxy. 654.
fragmento de un texto escrito en el vuelto de un rollo originalmente
empleado paru un cata~1ro (Apéndice 2. lámina X). Ello nos pem1ite
fechar el tc~to con po~tcrioridnd ni cntastro (es d(.-cir. a mediados
del siglo 111 d. C.) y también indica que. como suele pasar con los
rollos reutilizados, esta copia fue preparada probablemente para el
estudio personal del texto. l.as marcas de párrafo horilontalcs detn\s

125. Se tr.tla de P.O.\y. l. P.OX)'· 654 )' P.Oxy. M5. ongmalmenh! publicado~
por B. P. Grcnfcii·A. S. Uunl, Tht• O.n·rr_mdw., l'up~rt. l'artl y Thc' O.'ynTm·iun
Popyri. PtJrt /1 '. La lncralura iM:adémtca ill re~pccto es abundante Para un ~lcta·
llldo •"'h~IS, d. J. A. rillmyer. n,,. 0.\1 rrytJchtt.~ l.o~ottt/.lc·u·\· ,,,¡¡¡,. ( "op/1(
·G~J~pt~l a«tmlm.~ lo l"lmmw. También rc!lulta c~n~t:al ht mi\s rt.'~icnt< upurtación
• de H. W. Attr1d~c. Ap¡k."ndn
~ 126. lu\:lu~v t:1 H:~i~nu: o:studio \k ~:st~ fr.t~'lllCmos por pane de D. Luhrmann.
l Die opok~ph ¡,:t..,.,•tmlt•rrc.•ll f.' ~·angt>llc>n. 144·1 Mt. no tnduyc rctlcx ión alguna sobre
r la JM*blc imrnrtnn~·ta dl'l l("flll¡Un nwcrial
t
de cada uno de los dichos preservados son coherentes con este uso
(alllo semejante a la manera en que hoy en día un lector puede su-
hruyar o mnrcur unu copta personal de un texto). Como ocurre con
cualquier opistógrafo. no es posible decir si el texto de P.Oxy. 654 se
cor1sideraba Escrilura~ tan solo que algutcn deseaba su p~opia copia
pa:a examinarla. La parttcular importancia de P.Oxy. 654 radica en
qu: sus l'rimeras lineas preservan el inicio del texto. d<tnde se de-
signa como ccpalabras (... que) Jesús \'Í\'O dijo>>. y donde se nombra
a Tomás:=~.
P.Oxy. 1 es unu única huju de un códice en papiro. datado pa-
leograticamente a principws del siglo 111 d.C. La numcmciún en el
vuelto de la hoja ( 10.) nos mdica que precedían diez págill.lS; también
es posible aventurar que probablemente se trataba de un códice for-
mado por un único cuademo:~·. La propuesta de Grentell y l-lunt de
que la hoja originnl completa eru mucho mayor que el fragmento
de 14.5 x 9.5 cm ha sido gencrulmcntc aceptada. pero r¡() podemos
sa·:>er cúanto más'~. No obstante. asumiendo que la página original
tenia unas treinta y ocho lineas. FitLmyer ha sugerido que otro texto
pr:cedla probablemente a esta cok-cción de dichos 1)o. ('on ~u tormu-
to de códice. sus amplios márgenes y su «letra infonnab>. P.Oxy. 1 es
visualmente muy parecido a la mayoría de los manuscritCtS cnstaanos
bblicos de los siglos 11 y 111. Ciertamente. nada en el maauscnto nos
impide preguntamos qué estatus pudo tener el texto. inclu~o si r>udo
utilizarse como Escritura. No obstante, deberíamos reccniar el am-

12'7. Nomu1lment~ la.~ lincllS da"ada.~ St rcstaunln oonformaldo un cdudu"


'fUI:~ tamh1cn Tmni"\'· 'luicn tM:flhlú ),llo d1cho,. 1\o nh~~tantc. rcsulla ~:ur•ow 'fUC
la p.~ labra ~rlc~a para (( Tum&})u C\UCI..:a ~:neMe Ci.\S\) de la ultirn.' .\iglll(l de la tomui
gr.cga del nombre.
128. En el siguiente apanado del capítulo. trato de: dislintas fOrmas de elabo·
mr un ~:ód1ce. l:n la primcrn mit4ld d.: un \7Údi~C de un solo ~:uadcroo (lar- hoju de
p¡tpiw nmmalmcntc "" a~rupuhan rrirncro L:OO d rc..:h1 hac1a arrit-..a. doblundo a
cuntmua~ión 111, huJA~). el teMo se ~:op1o1 en pnmcr lultUI en el \UC'It(l ~UnA hoJ'' y
lu.:go en el r~lo. En la !'tgunda mnad del cód~e. ~ lle\·a a cabo de torma inv~rsa.
As.i. como el vuelto de P.Ox~. l es la págmu 11 dd códice. es probable que la pé·
kf11A 1 fu~ aMmi~m<' el "ueho de la t'1hima hoja dd lUUJX>.
12'}. t\d\·tért.'l~. Jl<lr (jcmplu, '4UC lumcr. 1\t1fJioK.L 143. KiJl'C)Ic:mc:ntc pto-
J'(•rcidna ...h, paru c:l tarnal\u de la pi¡tina y el tam~o de la ¡¡upcrth.,c: c:Krila ~ la
J)á!;ma.
1JO. J. A. l-'1tnnyer. Tire• O.t_v,..,·nchlL~ Utgm. 3:-!i-.3~6. n. 2. t:sw signith;a ~uc
J'O(kmos adi,·inar oosicarrn=nt~ la extensión del reMO del texto de P.Ox)'. 1 8 p¡trtlf
del f.'wJII!lc'llt' tlt• 'Ti.""'" ~nú~t1~u de N&&[l tfumml\di.
l.ll¡m•/('rr.•tlc'W por e•/ c·otllc·c•

plio uso del códice entre los primeros grupos cristianos para textos
de diversa indnlc, lo cuul sigmtica que. por si mismo. c:l fonnato d~
códice de P.Oxy. 1 no dice nada ncccsarinmente acerca de In \·nlorn-
ción del h:xto (o los te~.tos) que contiene 111 .
P.Oxy. ój5 comprende varios fragmentos de un rollo. cuya altura
aproximada era de unm 16 cm. l,alcognitkamcntc. S<! fecha entre el
200 y el 250 d.C'.. y e~ un <<cspc:cimen de grnn calidadu de un tipo
de letra mayúscula de pequei\o módulo ligeramente inclinada a la
derechan:. Resumiendo. esta copia parece haber estado preparada
con cieno esmero. El tom1ato elegido. no obstante. lo a!'-Cmcju a una
serie de textos cristianos coetáneos. como los tratados teológicos y
otros escritos leidos y estudiados pares la edificación y la t(mnación
(cf. Apéndice 1). la decisión de emplear un rollo para este texto su-
giere finnementc que -al menos esta copia-· no fue preparada para su
empleo como Escrituru sino más bacn corno un texto para la lectura
edificante o el estudio.
A la luz de este breve análisis de los restos de tres copias de Oxi-
rrinco del E,·cmgelio de Tamá.\, podc:mos decir que existen poderosas
m.on~s par-J cuestionar su cstuaus como Escritura, al menos entre los
cristianos cuyos hábitos se reflejan en estos ancf;~ctos. Al margen de
si estos resultados resultan o no com·incentes. espero haber mostrado
que el fonnato material en que los textos fueron copiados encierra
datos de importancia que han de ser tenidos en cuenla.

131. F.l recto (es d~m. la carct de la~ fibra~ en honmntal) llcn~ un pan:h~ de: 3
cm de ancho de tihfil!\ 'wc:rti,ul~~ 4lll! rc:..:orrc: u lu lnr'l[o toda lo1 rfsttina c:n el tn&Srttcn
izquierdo. Al cx:unmur dtrc:cl4mc:ncc: fl.O'-Y· 1, pude \·criticar '1UC las linea.' del
texto con lól lc:tna dd cscnb.: onginal comienzan t'll el p3r~he ~ Ctmlinuan sobre
las fibras horizontales ~n d resto de la página. Tras hablar de el k> con Ntck Oonis
(un paparólutt<\·~IC'úgrafo df la hehliniC'c:. Sacklc:r de: Oxford que: lr.aN&JH ~on los
mat~rialc!\ de: (harnn~o), dc:dtiiCtl que: la rc:J"lr.:&~sún fue: rcah1"da c:n el mJh.•tiall."'·
CriptOrio del Jl3JlÍru mllc>., ~ 4LM: C'l t:ufHl'>ln rC'nh1ara ,.u lrJNJU, e~ <Jc,:tr, lo~ <l•u"'us
en la hoJB deb1eron de: pruductrse durilnt~ d procc:M> de fabricación o al cortar la
boja pera c:mplc:Mia ~n d c<Klice. y no fue: ~au~da por ~1 frecuc:nlc uso del ~ódsc4!
después de que!< cnpiara el :cxto Esto sitznific-a que: In banda no fue all!Kii<la por·
que ti borde: \'XIcnor d~ la pá~ma !le dc!'ll(U!Itum 11 calbi del UMt, comn pc:n,..hpn B.
P.O~ntcii·A. S. flunl, AOrtA 11-ll:O'a', i. Agndc:1co :1 lo hihls"1tc~:a Rodlc:ian In
pa.jbílida.d de .:onsuhnr J».Ox)'. 1 y al l>r. Gi.lnis c:l permitirme: \·cr olro material de
Oxiuin\:u huy \.·u~llldiad(\ en la bit>ltoteca SackiCT.
132. la fra.~ proceded( B. P. Gn:nfdl-t\. S. Hunt T~ 0.n'n1'"'·1w_,. Pap\n
Pan IJ', 22-~J cronn ha l(lttl, ..:f ,\J'énd1cc ~. lámim1 '~»
'-'~' pnnrlt1w1.Y f'<l/'IIH\ crl'"'"'''·'

3. LA PROr>t '('("f()'l¡ f>F C(lt>ICI'S

Antes de cunclmr este capitulo. es 1mportantc prestar mayor aten·


ción a los modos de elaboración de los primeros códices cristianos''·'.
No se trata tan solo de un entretcmm1cnto de carácter anticuario.
sino que los temas implicados trascienden las cuestiones históricas
en turno ni uso del thnnato de códice por parte de los cristianos. Con-
sidero que este asunto arroja nueva luz sobre otros asuntos históricos
rtlativos al cristianismo primitivo.
En principio. un cc'>dice puede estar compuesto por una única ho·
ja. pero lo más habitual es que esté tonnado por múhirles hojas de
material escriptorio. dobladas a la mitad para formar un «bitolio)), o
cuatro páginas. Un códice fonnado por un solo cuaderno se elabora
c•>n un único gnapo de hojas dobladas1J 4 • Un códice también podría
ser elaborado uniendo dos o más grupos de hojas pleila<bs. cada uno
d~ dios compuesto por una o más. A finales del pcrio<!o bizantino.
había llegado a ser convencional que cada grupo comprendiese nor-
malmente cuatro bifolios. con ocho folios y dieciséis páginas. y del
ttnnmo latino qucuernio (que designa un conjunto de cuatro) proce·
de nuestra palabra ((cuademo)) 1 ·'~. Todas las hojas de ua códice tor·
mado por un único fascículo estaban unidas entre si mediante un hilo
que corría por los agujeros practicados por el doble1 de las hojas.
En códices con múltiples cuadernos. cada uno de ellos se cose como
hemos dicho y luego un hilo corre horizontalmcnlc por todos los
cuadernos para unirlos fonnando el lomo del códice. Seguidamente.
ya fuera un códice compuesto por un único cuaderno o por varios.
se colocahim las tapas. Este procedimiento básico se sigue hoy en In
élaboración de libros de gran calidad.
Como casi todos los primeros códices cristianos estin hechos de
rapiro. es importante advertir algunos aspectos fundamentales de este

J3.l El m~jor e-studto ~ el de E. ü. lumer. 'T7lt· Ty~>logy (~ltlte t:(lr~\' C{)(/e.\.


~5- 71.
(f.n castellano r'C'!>ulta de utilidad para ~sta !l<."<!ctón el libro de f:hsa Rui1.
/oun~eluaiim a la n~tlicoloRia, Madnd 2002 (N. del F.. JJ.
1J-4. S~t:ún lurncr• .,.,.,,,,o,.:y. 5tc, ulcxlll\ Í4 no ~ ha tdcnls ll~3do mn~un CJCm·
rlv de cúdicc de pcr¡.:.ammn ~ompu"~lo por un único cuadcmu~'. Es una de '""
razones en la~ que se basa petra atirmar 4uc d cildicc: de paptro "" cvoluct,)lll'
simplcrmntc a partir del de pergamino.
1~5. lOi hhw~ actualc~ ~igucn estando .:lahorado¡¡ mc!dianlc <(;Uadcmos,. qu~:
sr pi ic¡tan.
/.,1/'rt'/c·n·n, w por e•/ e·o;Ju ,. Vi

material'"''. Para fabrica:- papiros destinados a la escritura. se coloca-


ban una sohre otra tira.' C<lnudas del tallo del papiro. de modo ~uc las
fibras de una capn curn.'fl pcrpcndicul:mnclllc: a las de lu otm. <'unn·
do las dos capas son pr~sionadas. los jugos del papiro tonnaban un
adh~ivo ndtun:d y. cuando se st."<.:élban. las tiras lunnaban una hoja
que podía utili:m~ parn escribir. Por ello. una vc1 acabado, en una ca·
ra del material e~criptor o lus fibras corren \Crtil·almcnte y en la otm
horizontalmente. Lo~ papirólugos hablan a menudo de la cara con las
fibras horizontales como del «recto)) y de la otra como del «\·ucho>> ·' ·.
El tamailo de las hojas manufacturadas depende de la longitud de los
tallos de: papiro usados, o tal \·ez lle lus prclcrcncius -.lcl fahricante.
Después se pegaban por los extremos hojus del mismo tamar)o (cun
las fibras del recto colocadas de fom1a continua) pard fonnar un am-
plio rollo. que se cortaba y se vendía en distintos tamaa1ns que se
usaban pana escribir y co¡liar te:\tU!\. Pam un texto hrc\·e bastaba cou
una pie:r.a de tamai\o reducido; podía enrollarse par.s crear un pcquci\o
rollo o plegarse para lormar un códice con una única hoja.
Para un texto más amplio, habria que c.alcular la cuntidad nece-
saria de muterial y comprur la longitud requerida. de modo parecido
a como se estima la cantidad de tela necesaria pant confeccionar un
vestido, que :s<: ~ona de un gran rollo en la ticntht. A \:UIIliuuadún,
el copista cortaba en hojas In pic:r..a de papiro que había comprado,
plegándolos · comu hemos indicado · parn f'-mnar un Clldice con un
{anico cuaderno o con ';;ríos. Parece que al menos en algunos casos
el escriba componía o copiaba el texto en las hojas plegadas por se-
parado. uniéndolas des pué~ para fom1nr el códice 11 ~.
Esto exigin cierta pn.1>arución prc\'ia. Por ejemplo, al prepar.u un
códice cornpueMo por un único cuaderno (P.Chcster Uealt) 11. f, ~).el

136. P~ra un C!\IWso m•'a.• d~"tóllli1<"l· rtmlhl nuc\IUll~'nh: aL <i. lurncr. 1.\J'·tt·
~... 3-~·t
137. l·n los C''IIIUhu'i ~ c•h~sonc\ modcmll~ de "'~ p;,rsrn:o.. 11 m~'1ludc' 'e Hn
-siauic:nles signos:- p.uael recto)' ~ para c:l~;ucho. l,or lo general. en un wllo
~lamente M: emplc.:tba par.s :scri~ir el rcxto del paparo (las tib:'a.' huri1.nntak·q,
cpie era la ~upcrtk1c imcma una Wl c.¡ut: 1!1 rolln S(.' cnmllaha para almac.:n.srlo ,1
tllniponJulo. H wllu c:~·ratOJ'<'' nmh.l'l c:.rn~ en t\p ~. 1 C\ inu,ual, y 'u tle..;,crsp·
1 ci6n aü prub.sblc:mcnle 1111luilia J't'' 11 2. x. IU. P11r"' un "'ludsn r~'·scntc de ~!.le
' ~e. cf. <i. K. lkulc:, l'l~t· Boo4 ollkwlatwll, .\.N-347.
1 .. 138. ('Qm(l scño.ll.lmo~ .lrtcrconncntc. ~cace que¡,,~ núm~o:l\7'.\ de; p¡i~m~ yu.:
(· ~Vtces se encuc:nlran c:n la:o. hoj:1~ d~· los códices S{"f''lan paro~ ordc:n.1r las hoja..;

1,........,. en d onomonlu tin.'l do <unt<,:cioin del <•ldi<o.


IJf, /.11.\ prtmitwo.\ jl\ll'lfll\ ('n.\1/(mm

texto comenzaba en el folio izquierdo del bifolio externo del cuader-


no. y concluía en el f(,lio derecho del mismo hif(>lin. Oc este modo. se
e:npct~hn n escrihi ro cormr por In ho_1n azquierdn de este bi f(>lin, rnra
c:mtinuar en ambas caras de la hoja izquierda de otro bifolio y así
hasla tenninar con todos las hoJas que quedaban a la izquierda. Des-
pués. se seguía copiando en amhas caras de los t<.•lios que qu"'-dallan a
la dcrechu. comen1.nndo ror el último llifl.•ho empleado. Si el cálculo
del número de bitolios necesarios era acenado. el tlnal tkl texto ocu-
p¡ba la última página. que eslaria en la hoja derecha dd mismo bifolio
dmde se comenzó la copia.
En el caso de un códice fbrmado por dos o más cuadernos. el pro·
ceso era ligeramente disainlo. P.Chester Bealty 1 ( P~·) fue elaborndo
con hojas sueltas plegadas, cosidas entre si para fonnar un cúdice
de unas 224 páginas (5(, hifolios). En esa constnacción, el copasen
t.'Scribia succsí\'amentc en ambas caras de coda bifolio hasla que se
llegaba ul final dd códice. En esle caso. una ventaja era que. si el
cálculo inicial de la cantidad de papiro necesario era erróneo. el es-
criba rodfa af\adir fácilmente hojas adicionales o omilir las que no
nccesiueba. Cunosamcnte, este tipo de códice y el comruesttl por un
único cuaderno compiten para ver cuál es considerado la fbnna má~
rrimitiva de códice 1 ~'1 •
En otros casos Jos códices se componían de cuadernos que cons-
uban de tre~. cuntro n m(as hojas plegadas. y a veces de cuaderno~
con diferente número de hojas en el mismo códice'•·. Al emplear cua-
cemos con múltiples hojas. el copista debe comenzar tsando las de
\:n cuaderno en la secuencia correcta. para pasar luego a las de otro
fnsciculo y nsi hasta que copinru el texto en su integridad.
Por otra parte. es importante sci\alar que Jos códices poseían di-.-
tintos tamaños en cuanto a la anchura y la altura de las páginas. Ya
hemos insistido en que muchos mnnuscrilos del cristill!lismo pnmi ·
ti\·n tenían lo que hemos consideradtl un aurnar)o de pLitcina «J'k!quc-
no»>. No obstante. deberiamos Tl'"COrdar que la altura de la página dd
c·ódice probablemente venia determinada por el lama~o del mate-
rial escriptorio disJX>nible (es decir, de lo~ rollos de p;;piro '-lue pu-
dia ofrecer el vendedor t. y ello parece haber dependido de cuestione~

139. t\si opin.a rumcr. T,rpo/(~n,·, 60.


¡.¡o. Tunk.·r. r,.,,olt~1{\', ~S-M, cnumcrn cúdic"" d••"'-'rndo\ de ronna' di:.tmta ..
/.a l''•'lt'"'''<'lll por('/ t'f~il< <'

como la moda o el tam:1ño de los tallos de pap1ro empleados en el


proceso de manutacturu. 1-.1 tamnr1o de los primeros cód1ces cristia-
nos es el hahitual en la cpo~:n. Los cnstinnos muestran un cieno :apre-
cio por libros de t&mlaa'o manejable. bt cual~¡uicr caso. necesitaría·
mos un análisis mucho más detenido de todos los testimonios sobre
ol tamnfto de los códice~ primitivos para poder llegar a conchasioncs
definitivas. En el último CBflilulu me ocupo de este tcmn más porme-
norizadamente.
No doy todos estos detalles para entretener a los lectores. Una
vez más. lo que trnto de decir e~ que estos temas son relc,·antes pum
cuestiones de más caladn. l,or citnr una de ellas. el uso del dldicc no
fue tan fácil y simple co·no podamos pensar en un principio. Acaba-
mos de decir que rcqucria una preparación previa. pero también una
detenninadn serie de hnhilidadcs a la hora de copiar un texto. Los
primeros códices crisuanos muestran las diferentes modalidades de
fabricación que h~ esbozado. De hecho. las diferencias en su tabn-
c:ación son tales que la tarea especifica del copista variaba significa-
tivamente. mucho más ce lo que las referencias al uso cri~tiano del
códice parecen sugerir.
Por citar otro asunto en el que pueden tener implicaciones estos
detalles relativos a la el~boración de los rollos y los códices. consi-
deremos brevemente la posibilidad de que una parte de un texto se
haya perdido en d proceso de copia y transmisión. l:n este caso. es
muy importante conocer el fonnuto de libro afectado y señular qué
iipo de daño sería el más probable.
Por ejemplo. consideremos la tan repetida idea de que el final de
Marcos refleja llflll pérdida de parte del texto. En un rollo, la pérdida
. 4ela parte final es menos probable que la de la imcial. porque el final
éJel texto está más protegido al ser enrollado. Por otro lado. en un
.Cóétice de un único cuadc:mo (muy común entre los primeros mmms·
....Gritos cristianos), cllinal de un h:xto se encontraría en elllhimo l(llio,
: :i. . es solidario con el :>rimero. fonnando un solo bif(.,lio que. al
'\ier el más externo. seria mas susceptible de dai\arsc o perderse. Por
\·~~'en un códice de un único cuaderno, In pérdidu del f(llio inicial
~4el final hace muy pr~l~uhle la pérdida Jcl que l(mnu el hlft)lio con
~P__or tanto, en este caso seriu n~cesario explicar cómo se perdió la
~hoja pero no la pr mera. o considerar si tanto el finnl como el
r.r· . podrían haber sufmJo daños.
/1#11 /.O\ /Ir Ullll/\"0.\ J"tlf'IIU\ c"l"i' llciiiiH

Los códices cristianos compuestos de cuadernos de \"arias hojas


(..:ornu Po~d son. en elmlqmcr caso. igualmente temprano·'· y pcnnitcn
11lantcnr otras posah1hdndes t~aru exphenr los dm1os :al texto. t::n cl4tc
caso. las partes más expuestas son los dos fohos del principio o los
dos del final que constituyen sendos bilolios. cosados al n:slu ucl
':údicc. Por ello. lo mus pwhahle es que se J'k:rdicra todo el hifolio.
) ellu supnmlria una cnntidud de texto mucho mayor al comienzo u
al tinal del texto.
Además. en cualquier códice la página exterior podía sufrir ma-
)or desgU!\IC a cuusn dd uso y del transporte. F.l daño en los nuirgc·
re' exteriores de las hojas del cúdicc podía extenderse a las línens
ccl texto (ha parte tinal en un lado y In parte inicial en el otm ). La
posibilidad de que se produjesen tales daños tal vez s~a una de las
mzones que expliquen la anchum de los márgenes de muchos códi-
u:s c.lc paparo.
A~imismu, las dilcrencias entre papm, y pcrgaminncuem hacen
'IUe detenninado material resulte más susceptible a untlS dai\os que
' otros. l>or ejemplo. el punto de uniim de la~ hojas de papiro es un
lugur dcli~¡,du. pues la" hoJas Jlueden scparnrsc en el pr"x.-eso de es·
.:ritum =·•'. En principio. esto podía ocurrir umto en un r-.>llo como en
un cód1ce de papiro. pero tal \"ei' la tbnna de manipular 1~ huj~ \le un
códice lhn,rcda c:~te dai\o. Si había una de estas uniones en una ho-
ja. d cop1s1a c~ribi&a sobre ella. Esto ~ignitka 'IUe la rutuna de In hoja
por el punto de unión supondría la pérdida de alguu'l-'i panc., ele: lt~<lm
las lineas de texto en dm páginas suct>sil·a~ de Ull códic-e. un tipo de
dar1u muy distinto a la 1lérdida de todo un li.lho o un bifolioa:.
Insisto en que, para que resulte plausible. cuulquicr propuesta sn·
brc la presunta pérdida de un fragmento de texto dcb.:riu incluir lu
indicación del fonnato dd libro en particular y asimismo debcria
nmstmr hasta qué punto es.e ltlmlato puede sufrir el tipo de dal\o ,,
pc:nhd¡a pmpucstn.

141. los puplrulnt:'lS dcn,,mmnn ;al puntn de umoo de dns hoj:&5 de p.tpir.•
wllc'.' ¡, o~úi.i.ttlll;:) ~· a la h,1ja de r••rllro Aoll<'''"' 4:mi.i.I\UU J. f.s'a~ hoja .. IJCitdcw .1
1\·n~r 1U cm n 111\'11'1" de anch''· rcr•• Jltl(tiilll ll\'l!3r a ak.1n1nr unaa .mchurn de uno\
~.a ~m ('f. Turnl."r. 1.\·¡,_,¡,1{\.• ~l.
1.a2. ·1 um~r. ~'"/Jt•lol{l', ~l. sug~rú& 'tUC uru rvon por l;a que h.., pnmcn.b cúcl:·
cc-s de pap1ro tcnd1an a tener poca anchura en rclaci,'m ~un ~u .ahwot pndíc~ M:c ~~~~­
os ~scnbas ar.uar,ut de C\ it•u una unión u, al mcnlll'. ma~ de una uf!iún. en la~ ho.1a"
•.Id cúdt.:'-'· '·''" ~-,'-.hcc:' d"· r~r¡cnminn tcndlnn 11 ser de dimcn~ion"'' n1á~ cmadr;ada'
JO/

Deseo añadir a continuación una ~~rie de observaciones a mo-


do de complcmcruo. l:n primer lugar. aunqw.~ el uso frecuente del
códice Jl<)r parte de lns cristianos habiu ~:urncn1ndo probahlernen-
te al menos algunas décadas antes. las di,·ersas fonnas c.l~ códices
cristianos fechadas en os siglos JI y 111 ponen de manifiesto que los
cristianos todavia estaban experimentando en su elaboración. Segu-
ramente, el objetivo primordial de este proceso de experimentación
estaria centmdo en encontrar la mejor manera de tabricar códices dd
tamai)o adt:cuado para incluir conjuntos de textos cada vez mayores.
En concreto. ha"·ia finales del siglo ll (o tal \C/ antes) Jos crisci:UHh
trataban de copiar en un unu.:u cúdice mtíltiplt•... textos, > de t(mna
especial aLJucllos te.\to~ que deseaban 'incular por alguna caracterís-
tica común. con la finalidad de usarlos como Escritum. Los principa-
les ejemplos. ya mencionados. son la unión de J,>s e\ angcl ios en P,.
y P~~. y tal \'e:t. tamhicn en P.. • P.~ t- 1••... nsi como la reunión de las
epístolas paulinas en P,,, Dicho con otras palubnas, los manuscritos
de los siglos JI y 111 por~cn de manifiesto que la <<tecnología del códi-
ce)> en el cristianismo primiti\'o estaba condicionada particulam1ente
por la estimo de uquciJ.:>s escritos 'lue tcnninuron por fom1ur el nú-
cleo del canon del Nuevo Testam~mo.
En segundo lugaa. :lO:>lc:ugu 4u~ las distintas fonnas de elabora-
ción de códices que se aprecian en lo~ manuscritos cristianos de este
periodo confim1an que el frccu~nt~ u~o de est\.· forrnat() entre los pri·
meros cristianos carecü. de antecedentes, como atestiguad conjunto
de los artefactos conser,·ados. Si el formato de códice hubiese estado
bien desarrollado. ya fucm en la tradkión de lo~ escribas judios o en
la cultum librariu de la época, rcsulla "·om¡>licado imuginitr por qu~
los cristianos se esfouamn tanto por desarrollar t(>rmas m&\s eficaces
de construir cúdices capaces de incluir cantidades de texto cada \'e/
mayores.
Espero que e~te largo cnpitulo huya servido pana mostrnr que lo'
soportes materiales cmrlcados pam copiur textos cristiano~. en cs~­
cial el fonnato de códice. ofrecen en sí mismos datos relevantes pan1
el estudio del cristianismo primitivo.
'
¡..,
1
~

1
104 Los primitivos papiros cristianos

3000

2500------------

zooo

1500 ~-----------------------

1000

111 a.C. 11 a.C. 1 ~.c. 1d.C. 11 d.C. 111 d.C. IV d.C. V d.C. VI d.C. VIl d.C. VIII d.C.

Gráfico de barras 2:
Total de manuscritos por siglo
3
LOS «NOMINA SACRA»

Junto al formato de códice, otro elemento característico de los pri-


meros manuscritos cristianos en griego que ha recibido mucha aten-
ción, especialmente en los últimos años, es la forma especial en que
algunas palabras son abreviadas (véase la lista al final de este capítu-
lo1). Desde el estudio pionero de Ludwig Traube, los investigadores
se han referido a estas curiosas abreviaturas con el término latino de
nomina sacra («nombres sagrados» )2• Por lo general, estas abrevia-
turas comprenden la primera y la última letra de las palabras, y en
algunas ocasiones una o más letras intermedias3• Esto se denomina
abreviatura por «contracción». No obstante, en algunos manuscritos
primitivos el nombre de Jesús se abrevia por «suspensión», reducién-
dose la palabra a sus dos primeras letras, 1H. Además, independiente-
mente del modo en que estén abreviadas, y salvo muy pocas excep-
ciones, se coloca un trazo horizontal sobre la abreviatura.
Los nomina sacra constituyen un rasgo tan conocido de los ma-
nuscritos cristianos que a menudo los papirólogos consideran que la

l. En este capítulo sigo mi estudio de 1998, The Origin ofthe Nomina Sacra,
que incluye una enumeración bastante completa de la bibliografía publicada hasta
• momento. La reflexión más interesante sigue siendo C. H. Roberts, Manus-
ctJpt. Society, and Belief, 26-48. Para una breve introducción a los nomina sacra,
Cf'B~ M. Metzger, Manuscripts ofthe Greek Bible, 36-37.
' 2. L. Traube, Nomina Sacra: Versuch einer Geschichte der christlichen Kür-
z.á.ng (1907). Traube ofreció una lista de formas de nomina sacra y los manuscritos
•~que aparecían, aunque llevó a cabo esta tarea mucho antes de que se publicara
elz¡ran corpus de papiros cristianos primitivos. A. H. R. E. Paap, Nomina Sacra,
1 ~tuye un valioso estudio en el que actualiza los datos de Traube. Otra actuali-
~ ~iéJl es J. O'Callaghan, «Nomina Sacra».
~, 3~ La letra final de la abreviatura puede variar, dependiendo de la desinen-
.:del caso de la palabra; por ejemplo, 9Y equivale a etou (genitivo de 8Éo~).
/06 Los primitivos papiros cristianos

presencia de estas fonnas es suficiente para asignar la procedencia


cristiana incluso a un mero fragmento. Posterionnente, las fonnas de
nomina sacra se utilizaron a menudo en iconos y otros objetos cris-
tianos, aunque nuestro interés aquí se centra en el uso más antiguo
que conocemos, el de los manuscritos. Asimismo, aunque esta praxis
gráfica fue incorporada en manuscritos del cristianismo primitivo en
latín, copto y otras lenguas, es evidente que comenzó en griego, de
modo que restringiremos nuestra atención a esta lengua4 •
Como sucede con la predilección de los primeros cristianos por
el códice, las dos cuestiones principales respecto a los nomina sacra
son cuáles son los orígenes de esta tradición gráfica y cómo hemos
de comprender su función o significado, preguntas a las que se han
dado diversas respuestas, algunas contradictorias. En este capítulo
me propongo dar a conocer a los lectores la praxis gráfica, evaluar
las distintas propuestas de los investigadores y, lo que es más impor-
tante, subrayar la importancia de los nomina sacra para el estudio de
los orígenes cristianos.

l. LA PRAXIS GRÁFICA

Comienzo advirtiendo que en la más antigua etapa de la tradi-


ción gráfica cristiana, cuatro palabras en particular se escriben como
nomina sacra con mucha mayor regularidad5 • Las cito con su fonna
abreviada más común entre paréntesis: 8EOC (ec, ey, etc.); KYP 1OC
(KC, KY, etc.); XP 1CTOC (XC, XY, etc.) y 1HCOYC (1 C, 1y, etc., o 1HC
y a veces 1H). Como apuntó Schuyler Brown, estos cuatro nombres
«no son simplemente nomina sacra, sino más bien nomina divina» 6 •
Es decir, todos estos ténninos son designaciones claves y directas de

4. Por ejemplo, el nombre de Jesús es tratado según el modelo de los nomi-


na sacra en el texto copto del Evangelio de Tomás de Nag Hammadi. D. C. Parker,
Codex Bezae. 97-106, compara las fonnas de nomina sacra en las columnas en
griego y latín de ese códice. A. H. Paap. Nomina Sacra, 120, indica de fonna breve
las fonnas de nomina sacra encontrados en las traducciones latinas, coptas, godas
y annenias de los textos bíblicos. Para un estudio aún valioso de los testimonios
latinos, cf. C. H. Turner. Nomina Sacra.
5. Empleo aquí caracteres mayúsculos griegos sin acenluar (letras capitales, a
veces denominadas «unciales», un ténnino que se aplica con mayor validez para el
alfabeto latino) y la sigma abierta característica de los primitivos papiros griegos.
6. S. Brown, Concerning the Origin of the Nomina Sacra, 19.
Los «nomina sacra» 107

Dios y Jesús (al que los primeros cristianos consideraban normalmen-


te como dotado de divinidadr, una cuestión importante sobre la que
volveré más adelante. A finales del siglo 11, sin embargo, algunos co-
pistas estaban extendiendo esta costumbre también a otros términos
del primitivo vocabulario cristiano. Por ejemplo, en P.Egerton 2 (un
fragmento del llamado Evangelio Egerton), además de KC (KYP 1OC),
ec (8€0C; junto a un probable caso de ey: 8EOY), y 1H ( 1HCOYC),
encontramos npó. (lló.T€Pó.), MW (MWYCHC) 8, HCó.C (HCó.l ó.C). npo-
q>ó.C (npoq>HTó.C) y Enpoq>CEN (EnP0<1>HT€YC€N)9 • En época bi-
zantina, unas quince palabras terminaron por constituirse en las más
regular y frecuentemente consideradas como nomina sacra. Junto a
los cuatro nomina divina ya indicados, figuran: y 1OC («hijo», espe-
cialmente en referencias a Jesús), nNEYMó. («espíritu», remitiendo
al Espíritu santo), CWTHP («salvador>>), CT6.ypoc («cruz») 10, no.THP
(«Padre», particularmente en referencias a Dios), ó.Nepwnoc ( «hom-
bre», sobre todo hablando de Jesús, como en «hijo del hombre»),
MHTHP («madre», especialmente en referencias a la madre de Jesús),
oypó.NOC («cielo»), 1 CPó.H.A («Israel»), 1 EPOYCó.AHM («Jerusalén»)
y lló.Y€ lll («David»).
Para valorar lo que los nomina sacra puedan significar en el cris-
tianismo primitivo, es importante advertir ahora que estas formas
aparecen no sólo en manuscritos cristianos de textos bíblicos (tanto
del Antiguo Testamento como de los escritos que terminarán forman-
do el Nuevo), sino también en muchas copias de otros textos litera-
rios cristianos, como el Evangelio de Tomás (por ejemplo, P.Oxy. 1,

7. Ch. Tuckett, «Nomina Sacra>>, 449 nota 76, se ha preguntado si es apro-


piado decir que XQtOTó; es un epíteto o nombre «divino», y si Kúgw; «siempre
se refiere a una figura 'divina'». No obstante, para la mayor parte de los cristianos
del siglo 11 y después, cuando se aplicaban a Jesús, XgtotÓ'.; y Kúgw; obviamente
designaban una figura divina. Por supuesto, xúgto; podía tener diversos referentes
(por ejemplo, el dueño de un esclavo), aunque en tales casos normalmente no se
escribía como nomen sacrum.
8. Resulta interesante (aunque desconozco su posible significado) que en
P.Egerton 2 el nombre de Moisés se abrevie por suspensión (las dos primeras le-
tras), de una forma parecida al modo en que es tratado el nombre de Jesús.
9. Para una reflexión sobre las formas de nomina sacra en P.Egerton 2, e[ H.
l. Bell-T. C. Skeat, Fragments ofan Unknown Gospel, 2-4.
1O. En el capítulo siguiente trato del llamativo uso del conjunto tau-rho co-
mo parte de la abreviatura de otaugó; y otaugów en algunos manuscritos cristia-
nos primitivos.
/O X Los primitivos papiros cristianos

P.Oxy. 654 ), los Hechos de Pedro ( P.Oxy. 489) y los Hechos de Juan
(P.Oxy. 850), e incluso (aunque menos frecuentemente) en textos «do-
cumentales» cristianos (es decir, en cartas). Hay casos en lo que
parecen ser algunas copias privadas de escritos cristianos (a saber,
algunas cartas, oraciones y textos mágicos). donde las palabras no
están escritas como nomina sac,ra, si bien para las copias de textos li-
terarios cristianos el uso de los nomina sacra es lo habitual 11 • El pre-
dominio de esta práctica gráfica supone otro curioso ejemplo, junto
con el uso del códice, de una convención ampliamente extendida y
seguida en diversos círculos cristianos en un momento extraordina-
riamente temprano.
Puesto que se trata de una convención, deberíamos esperar va-
riantes ocasionales en el modo de abreviar esas palabras en los ma-
nuscritos cristianos, así como que algunas palabras fueran tratadas
como nomina sacra de una manera mucho más regular que otras 11 •
Más adelante consideraremos qué podemos deducir de tales varian-
tes, en especial de las que afectan al nombre de Jesús, así como qué
podemos inferir del esquema general de palabras que son o no son
consideradas como nomina sacra. De momento, nos plantearemos
las cuestion del origen de esta praxis gráfica.

Orígenes

El uso de abreviaturas de diversos tipos y con fines distintos era


algo familiar en el entorno del cristianismo primitivo. Las monedas
serían el objeto en el que las gentes de las primeras centurias de
nuestra era se toparían con las abreviaturas griegas o latinas de for-
ma más frecuente. Las de época romana, por lo general, presentaban
al emperador bajo cuyo reinado se acuñaron, junto a sus diversos
títulos honoríficos. Debido al limitadísimo espacio de la moneda, di-

11. Por ejemplo. P.Oxy. 3.407 (una oración cristiana del siglo 111) no contiene
nomina sacra. Tampoco en el conjunto de documentos privados de una familia cris-
tiana de Petra aparecen nomina sacra: cf. J. Frl>sen (ed.). The Petra Papyri.
12. C. H. Roberts. Manuscript. Socie~v. and Belie,t: 83-84 (cf. sus adden-
da. n. 5). llamó la atención sobre algunas extraf\as formas de nomina sacra. Ade-
más. P.Bod. VIl y VIII contienen extraños ejemplos de MtxatíA.. NGlF, LÍQQ« y
'A~Qttá~-t con un trazo horizontal sobre ellos. Además, en dicho manuscrito en-
contramos bvtv, btllV (abreviaturas de búva~uv) y 'A~QI-l ('A~Q«á~t). con el típico
trazo horizontal.
/.os (awmina sacrm> /{)1.)

chos títulos aparecían con abreviaturas convencionales, por ejemplo.


«lmp» (lmperator) y «Cos» (Consul)u. Del mismo modo. en las ins-
cripciones de época romana (latinas o griegas), las abreviaturas son
frecuentes para los títulos de los personajes del gobierno e incluso
para una serie de términos y expresiones comúnmente empleados 14 •
Por ello, existe una cierta semejanza fenomenológica entre esos tipos
de abreviaturas de títulos honoríficos y los nomina sacra, especial-
mente los cuatro nombres y títulos aplicados a Dios y a Jesús, los
llamados nomina divina.
En cualquier caso, también es importante advertir las diferencias.
Las abreviaturas de las monedas, por ejemplo, vienen exigidas en
gran medida por la necesidad de condensar una serie de títulos ho-
noríficos en el limitadísimo espacio disponible. Asimismo, las abre-
viaturas de las inscripciones a menudo parecen venir requeridas por
la necesidad de incluir un texto en un espacio limitado y predeter-
minado. Además, los títulos constituyen el protocolo habitual para
referirse a los personajes en cuestión. Una analogía moderna sería
la manera convencional de colocar «HRH» delante de los miembros
más destacados de la familia real británica. Sin embargo, nonnal-
mente las limitaciones de espacio no son un factor determinante en el
uso de los nomina sacra. Como indicamos previamente, los amplios
márgenes, el generoso espaciado interlineal y el tamaño habitual de
los caracteres ponen de manifiesto que no existía preocupación al-
guna por el ahorro de espacio o por la necesidad de comprimir un
texto en un espacio limitado. Así, los nomina sacra no son realmente
abreviaturas, al menos en el sentido de que no tienen la función de
economizar espacio o reducir el esfuerzo que supone escribir. De
todos modos, es posible que el tipo de abreviaturas de los títulos
honoríficos que aparecen en las monedas e inscripciones de época

13. K. Herbert. Roman Imperial Coins. Cf. también L. J. Kreitzer. Striking


New/mages.
14. Cf. en especial M. Avi-Yonah. Abbreviations: L. Keppie. Understanding
ltoman lnscriptüms. que incluye una tabla de abreviaturas comunes usadas en las
• ia&c::ripciones latinas (p. IJX-139). y un estudio de Jos títulos imperiales (p. 42-51) y
' de otros oficiales (p. 52-69): P. Bureth. Les titulaturr?s imperiales dans les pa¡~vrus.
'· h&traca et les in.~cription.~ d 'Eglpte. E. Nachmanson. Die schr!lilicht• Kontraktion,
~~~ba algunas similitudes, aunque su propuesta de que la praxis de Jos nomina
:~-*'a deriva de las inscripciones no ha tenido éxito. ct: también G. Rudberg. Zur
!;fldlilographischen Kontraktio y Nelllestamentlicher Text wul 1Vomina Sacra.
/JO Los primitims papims cristiano.\·

romana creara una atmósfera en la que los cristianos no considerasen


extrañas las abreviaturas de sus nomina sacra'~.
Otro ámbito donde son frecuentes las abreviaturas son los manus-
critos «documentales», como catastros, contratos y diversos escritos
de carácter puramente utilitario 1 ~>. Hay una gran variedad de recursos
en esta clase de textos, pero al considerar los detalles es dificil postu-
lar que la praxis que se sigue en los documentos sea el origen de los
nomina sacra cristianos. Por ejemplo, según observó Blanchard, en
los documentos las abreviaturas no son por contracción. Además, ex-
ceptuando la representación de números mediante caracteres alfabé-
ticos, no encontramos el trazo horizontal sobre las abreviaturas, algo
que es característico de los nomina sacra cristianos 17 • Todavía más
importante, el uso más regularizado de los nomina sacra se encuentra
en las copias de textos bíblicos cristianos, los cuales, como ya hemos
señalado, dificilmente pueden compararse con documentos.
Por otro lado, las abreviaturas son raras en los textos literarios grie-
gos, especialmente en manuscritos anteriores al siglo 111 d. C., salvo en
copias claramente elaboradas para el estudio personal 11<. Ciertamente
no es posible observar un sistema abreviativo. Hay contracciones oca-
sionales y, con mayor frecuencia, se omite el último o los dos últimos
caracteres de una palabra conocida con la que termina la línea. En
tales casos suele colocarse un trazo horizontal sobre la última letra de
la palabra, extendiéndose ligeramente hacia el margen derecho para
indicar al lector que se han omitido uno o más caracteres.
Las diferencias con los nomina sacra son obvias. Estos aparecen
independientemente del lugar de la línea en que se encuentren las
palabras abreviadas. Incluso la mecánica es distinta. En el caso de
los nomina sacra el trazo horizontal se coloca por lo general directa-

15. No obstante. la abreviatura por contracción. la práctica predominante en


los nomina sacra. se diferencia de la técnica usual de abreviar que encontramos
en las monedas e inscripciones romanas. que utilizaba la «suspensión» (la primera
o primeras letras de la palabra).
16. A. Blanchard. Sigles el abbréviations.
17. lhid.. 2 (sobre las contracciones) y 3.21 (sobre el trazo horizontal). Más
adelante en este mismo capítulo volveré sobre el uso del trazo horizontal en lo!'
caracteres alfabéticos que sirven de mimeros.
18. C'f. especialmente K. McNamee, Ahbreviations in Greek Literary Paprri
and Ostraca. Ofrece un Apéndice de las tormas de abreviaturas ocasionales que
encontramos (p. 118-119). Señala los casos «excepcionales» de abreviaturas por
contracción (p. xiii).
Los ((nomina sacra>) 111

mente sobre la abreviatura, no ligado a la última letra. Los paleógra-


fos consideran que la colocación de este trazo horizontal es un rasgo
curioso y característico de los nomina sacra. Más adelante analizaré
el posible origen de esta marca. A grandes rasgos. la praxis cristiana
está mucho más normalizada, mientras que en los textos literarios
clásicos las abreviaturas son mucho menos frecuentes, más variadas
en su técnica y parecen reflejar la praxis y las preferencias de escri-
bas concretos. Además, resulta enomtemente significativo que las
palabras que son tratadas como nomina sacra con mayor regularidad
no son el tipo de términos que ocasionalmente se abrevian en textos
literarios, como xcü («y»). sino que remiten a vocablos fundamenta-
les del vocabulario religioso de la fe cristiana.
Resumiendo, aunque es probable que la mecánica de la praxis de
los nomina sacra cristianos (es decir, la suspensión y la contracción)
proceda de técnicas abreviativas precristianas o paganas, llama la
atención la generalización de la convención cristiana que, por otra
parte, tenía probablemente una finalidad distintiva.

2. ¿UN ORIGEN JUDio?

Esta última observación apunta hacia otra posibilidad sugerida por


varios estudiosos: los nomina sacra cristianos se deberían en parte
a la praxis gráfica judía, en particular al tratamiento que se daba al
tetragrámaton. Distintos testimonios señalan que, hacia el siglo 1a.C.,
muchos judíos devotos mostraban su preocupación por el trato oral y
escrito que se dispensaba al nombre divino. Por ejemplo, la traducción
de los LXX de Lv 24, 16 pide que se castigue a quienes pronuncian
el nombre de Dios (l:v t0 OVO~LÚOUL autov to ovo~a XUQÍ.OU n:A.eu-
1:Ó'tro; mientras que el texto masorético prohíbe «blasfemar» [:(~] el
~ombre), y tanto Filón (VitMos 2, 114, 205) corno Josefo (Ant 2, 276)
muestran su preocupación por pronunciar el nombre de Dios de forma
inapropiada 19 •

J: 19. Cf. H. Bietenhard. ovo~u, en TDNT V, 242-283. sobre los nombres divi-

~
. nos en general. Sobre las trddicioncs rabínicas acerca del tetragrámaton. cf. E.
E.
·, :.Ü.'rbach, The Sages. 124-134. F. Shaw. The Ear/iest Non-Mysrical Jewish Usage
·' N'IAQ, reunió un amplio conjunto de testimonios relativos al uso de 'láw como
~ designación de Dios entre los judíos de época romana.
~:

112 Los primitivos papims cristianos

Mucho más significativas para esta reflexión son las abundantes


pruebas que atestigüan el tratamiento dado al tetragrámaton en la
copia de textos judíos, desde tiempos antiguos y a lo largo de los
siglos:w. Adviértase en particular que en los manuscritos judíos pre-
cristianos conservados el nombre divino se trata con frecuencia de
alguna manera especial. destinada claramente a distinguirlo del texto
que lo rodea 21 • En su reciente y exhaustivo estudio de la praxis gráfi-
ca en los manuscritos judíos de la Judea romana, Emanuel Tov repasa
los múltiples métodos seguidos12 : el uso de caracteres paleohebreos
en algunos textos que están escritos en letra hebrea regular («cuadra-
da»); el empleo de cuatro puntos o cuatro trazos diagonales en vez
del tetragrámaton; y, en algunos otros casos, la colocación sistemá-
tica de una especie de dos puntos (:) delante del tetragrámaton (es-
crito en caracteres hebreos cuadrados). Algunos textos de Qumrán
muestran asimismo su preocupación a la hora de escribir el término
hebreo «Dios» (elohim). Por ejemplo, en un manuscrito conocido
como 11 Qpaleo-texto desconocido ( 11 Q22), j":-t~N~ («a Dios») está
escrito con tinta de otro color (posiblemente roja)z 3• En otros casos, se
utilizaba el hebreo el en vez del tetragrámaton (por ejemplo, 4QpPsb
[4Ql73]; 4QHosb [4Q167]; lQHaf'. Tov opina que el «abrumador
predominio» de el y el «escaso uso del tetragrámatom> en los es-
critos de la comunidad de Qumrán (pesharim, Hodayot, oraciones,
bendiciones, reglas) son testimonios adicionales del intento de evitar
el uso del nombre divino. Esta práctica pudo también haber servido
para alertar a los lectores de que procurasen no pronunciarlo 25 •

20. Cf. M. Delcor. Des diverses manieres d'écrire le tétragramme .wcré. Por
su parte, J. l. Lauterbach, Substitutes for the Tetragrammaton, enumera diversas
maneras de escribir el tetragrámaton en textos hebreos disponibles en su época.
que eran principalmente medievales y modernos.
21. B. M. Metzger. Manuscripts ofthe Greek Bible. 33-35, presenta un estudio
introductorio. Sobre los manuscritos de Qumrán, cf. H. Stegemann, Religionsge-
schichtlic:he Erv..-iigungen; P. W. Skehan, The Divine Name at Qumran; E. Tov, Scri-
hal Practices, 218-221.238-246.
22. E. Tov, Scribal Practices, 218-219.
23. !bid.. 239, advierte también que se evita escribir el tetragrámaton y elohim
en los pesharim de Qumrán, «los cuales, mediante una circunlocución. hablan dt:
Dios en tercera persona>>.
24. Para más detalles. cf. E. Tov. Scribal Practices, 239.
25. /bid., 239. En la tabla 1 (p. 242-243 ). Tov enumera los manuscritos de
Qumrán. sean de carácter bíblico o de otro distinto. que utilizan letras paleohe-
breas para el tetragrámaton.
/.os «IWmina sacra'' 113

Tov también ha prestado bastante atención a la manera en que los


escribas tratan el nombre divino en los manuscritos bíblicos judíos
en griego, y esto es quizá todavía más pertinente, dado que los nomi-
na sacra cristianos parecen haberse manifestado en primer lugar en
griego 26 • En los manuscritos bíblicos griegos de origen indiscutible-
mente judío, al igual que en los manuscritos hebreos y arameos, las
fonnas concretas varían, pero el factor común parece ser el interés
por distinguir el tetragrámaton del texto que lo circunda. En algunos
casos, por ejemplo. 8HevXIIgr (siglos 11-1 a.C .• con el texto de los
profetas menores) y P.Oxy. 3522 (siglo 1 d.C .., con Job), el tetragrá-
maton se escribe con caracteres paleohebreos27 • En P.Fouad 266b
(siglo 1 a.C., con el texto de Dt) el tetragrámaton está escrito (por
otra mano) en letra hebrea cuadrada 28 • En el manuscrito de Qumrán
4QpapLXXLevb (4Q 120, del siglo 1) se emplean los caracteres grie-
gos IAQ para representar el tetragrámaton. En este último caso, el
nombre divino se distingue del resto del texto porque está translite-
rado de fonna fonética más que traducido29 •
No podemos detenemos en explicar cómo se originaron las di-
versas fonnas de escribir el tetragrámaton en Qumrán y en otros pri-
mitivos grupos judíos30 • Por ejemplo, ¿el uso de caracteres paleohe-
breos tuvo su origen en los textos propios de la comunidad Qumrán,

26. E. Tov. Scrihal Features. especialmente p. 146-147: Id .• Scribal Practices,


303-315 (Apéndice 5). Según los cálculos de E. Tov, Scribal Practices, 299-300,
sólo en torno al 3% de los textos de Qumrán y Wadi Dal iyeh son griegos, mientras
que en otros lugares de Judea los porcentajes oscilan entre el 23 y el 56%.
27. Adviértanse también los siguientes manuscritos. que son probablemente
judfos o muestran el influjo de los escribas judíos: P.Oxy. 1007 (códice de per-
gamino del siglo 111 d.C.. que tiene dos yods en caracteres paleohebreos con un
trazo horizontal cortando ambas letras. pero también existe un ejemplo de 9l: por
9eo;) y P.Vindob.gr. 39777 (rollo de pergamino de los siglos 111-IV d.C.. donde
encontramos el tetragrámaton en caracteres paleohebreos y ero~ sin abreviar).
28. Parece que el escriba que copió el texto griego dejó un espacio en blanco lo
SUficientemente grande para incluir el tetragrámaton y alguien lo escribió después.
~~ E. Tov, Scriba/ Practices, 245, sugiere que la persona que escribió el tetragrámaton
pudo haber gozado de una posición más elevada en la comunidad de Qumrán que
- escriba original.
29. F. Shaw. The Earliest Non-Mystical Jewish U.sage of IAQ, estudia di-
versos indicios de la vocalización del tetragrámaton entre los más antiguos grupos
· ·juclfos. Para un estudio anterior. valioso y a menudo ignorado, sobre las diversas
· :transcripciones primitivas del tetragrámaton al griego. e[ A. Deissmann, Bible
ltudies, 321-336.
30. Para un repaso de estos estudios. ct: E. Tov. Scrihal Practices. 238-246.
114 Los primitivos pupiro.\· cristianos

extendiéndose luego a las copias de textos bíblicos? ¡,Seguían los


escribas de Qumrán una pauta reglamentada en el uso de caracteres
paleohebreos para el tetragrámaton, o cada escriba disponía de cierta
iniciativa y libertad, según sus preferencias? El hecho fundamental
es que los escribas judíos tuvieron interés en plasmar gráficamente el
nombre divino de una manera especial.
Aunque lo comentaré más adelante, avanzo que la forma particu-
lar de hacerlo varía. Por ejemplo, el uso de caracteres paleohebreos,
la sustitución por puntos o por líneas no es constante en todos los ma-
nuscritos hebreos y arameos de Qumrán 31 • Asimismo, también en
los manuscritos bíblicos judíos en griego existen praxis diversas. En
cualquier caso, las diferentes formas de resaltar gráficamente el tetra-
grámaton y (algo menos sistemáticamente) a elohim reflejan la idea
de que tales palabras gozaban de un «estatus especial» 32 • Es decir,
esta diversidad de recursos expresa la piedad de los copistas.
En mi opinion, esta reverente actitud judía hacia el tetragrámaton
y los principales nombres de Dios encuentra su correlato en la tem-
prana aparición de los cuatro nomina sacra (Theos, Kyrios, Christos
y lesous) en los manuscritos cristianos. Es decir, estos nomina sacra
pueden reflejar una devoción algo similar por Dios y Jesús, que tie-
ne su expresión en las grafias que se usaban para ellosD. Además.
dado que estas palabras están escritas como nomina sacra de forma
invariable y con anterioridad a otras, resulta probable que el origen
de esta praxis gráfica cristiana tuviera una motivación religiosa. Más

31. E. Tov. Scribal Practices, 277-288, incluye tablas de textos que señalan los
diversos rasgos de los escribas en los manuscritos hallados en el desierto de Judea.
Hago notar que las diversas fonnas en que los copistas usan los nombres divinos
es menos sistemática en los manuscritos bíblicos de Qumrán que en los textos rela-
cionados con la comunidad. E. Tov enumera treinta y seis manuscritos de Qumrán
(ocho bíblicos y veintiocho no bíblicos) en los que el tetragrámaton y el están escri-
tos con la misma letra cuadrada que el texto en el que aparecen (p. 244).
32. /bid.• 245. Tanto M. Delcor. Des dil'erses manieres, 147 n. 2, como P. W.
Skehan, The Dh•ine Name, 17. citan ejemplos donde el (con referencia a Dios) se
escribe también con caracteres paleohebreos (por ejemplo, JQH l. 16: 2. 34: 7, 5:
15, 25). Joseto (Ant 12, 89) habla de manuscritos bíblicos hebreos en los que el
tetragrámaton se escribe con tinta dorada. algo probablemente citado en la Carta a
Aristeas 176.
33. Esta idea de los nomina sacra como expresión de la primitiva piedad cris-
tiana es tradicional. como queda retlejado, por ejemplo, en A. H. Paap. The /lio-
mína Sacra. 123. Ha sido recientemente puesta en tela de juicio por Christopher
Tuckett, de cuyo planteamiento me ocuparé más adelante.
Los u nomina sac.,.w' 115

tarde, de forma menos sistemática, se dispensó un trato semejante a


otras palabras del primitivo vocabulario religioso cristiano, cuando
los copistas se sintieron más o menos libres para hacerlo.
De todos modos, es necesario llamar la atención sobre lo que pa-
recen ser innovaciones propiamente cristianas. Frente a las medidas
más variadas y a la praxis algo menos sistemática de los escribas ju-
díos, se observa en la tradición cristiana, sorprendentemente pronto
y rápidamente, una praxis gráfica más constante al escribir los cua-
tro términos referidos a Dios y a Jesús. Además, mientras que en los
manuscritos bíblicos judíos existe cierta variación en relación con
los términos referidos a Dios, en los manuscritos bíblicos cristia-
nos los nomina sacra muestran mayor sistematicidad.
Por supuesto, las soluciones de los escribas difieren. Como ya
hemos señalado, en los manuscritos judíos de fecha precristiana em-
plean diversos recursos para destacar de forma reverente los térmi-
nos fundamentales relativos a Dios. Sin embargo, los nomina sacra
cristianos se distinguen de cualquiera de los artificios gráficos judíos
y son relativamente más sistemáticos en su trazado. Por ejemplo, en
los manuscritos judíos precristianos no se utilizan contracciones ni se
emplea el curioso trazo horizontal que caracteriza los nomina sacra.
Es sumamente significativo que los cuatro primeros nomina sacra
cristianos sean las dos palabras fundamentales para hablar de Dios
(Theos y Kyrios) y las principales designaciones de Jesús (lesous,
Christos y Kyrios) 34 • Por consiguiente, si, como normalmente se cree,
la praxis de los nomina sacra constituye una expresión de piedad y
reverencia, dispensar a estas designaciones de Jesús el mismo trato
concedido a los títulos fundamentales de Dios supone una llamativa
separación respecto a lo que hacían los escribas judíos de época pre-
cristiana. Es decir, los cuatro primeros nomina sacra en su conjunto
suponen una expresión esencial de lo que he denominado la «configu-
ración binitaria» de la primitiva piedad y devoción cristiana 35 •

34. En los manuscritos cristianos del Antiguo Testamento, Kyrios (especial-


~ mente si~ el artículo determinado) se refiere norma.lmente. a Dios (traduciendo
·• ·el tetragramaton). pero en los textos neotestament.anos des1gna por lo general a
: ·tesús. En todos esos casos. los escribas cristianos trataron igualmente a la palabra
,· 'L.c;omo un nomen .wcmm.
' 35. Por ejemplo. L. W. Hurtado. The Binitarian Shape of Ear(v Christian Wor-
~·hlp; Id., Atthe Origins of Christian Worship; Id., Lord Jesus Christ, 134-153 (Se-
:.-'iJ!or Jesucristo, 165-184 ).
J/fj Los primitivos papiros cristianO.\'

Algunos estudiosos han propuesto que los nomina sacra cristia-


nos tuvieron su origen en la manera en que los copistas judíos escri-
bían Theos y/o Kyrios. Aun aceptando esta idea (y señalaré por qué
no la considero convincente), la inclusión por parte de los cristianos
de lesous y Christos entre sus más antiguos nomina sacra supondría
una importante novedad propia de la praxis gráfica cristiana, y cons-
tituye una innovación religiosa trascendental.
En suma, a pesar de que desde el punto de vista fenomenológico
existe al menos una cierta similitud entre los nomina sacra y el trato
reverente que los judíos dispensaban al nombre divino, parece muy
probable que la praxis cristiana represente algo peculiar. No obstan-
te, dado que se ha propuesto que los nomina sacra tienen su origen
en la praxis de los escribas judíos, paso a examinar tales tesis.
En el estudio que dio nombre al fenómeno, Traube proponía que
los nomina sacra derivaban de una presunta práctica de los judíos
grecoparlantes de escribir 8Eó; mediante una contracción que eli-
minaba las vocales. con el fin de imitar la escritura consonántica he-
brea del tetragrámaton 36 • Traube sugería también que, a partir de esa
contracción de 8Eó;, los judíos comenzaron a contraer otros térmi-
nos griegos como KÚQLO;, nvEÜ~ta. na'"C~Q. OUQUVÓ;, av6Qw:rw;,
Aat'Et.b, 'loQa~A. y 'IEgouoaA.~~t. Todas estas contracciones fueron
adoptadas por los cristianos, que añadieron a la lista 'IT)ooü;, XQLO-
-có;, u{ó~. ow-c~Q. O'"CU'llQÓ; y ~t~TTJQ. Por su parte, Paap coincidía en
que 8~:ó~ fue el nomen sacrum inicial y en que la práctica probable-
mente había empezado entre judíos grecoparlantes. No obstante, con
muchos más testimonios de papiros a su disposición para examinar
la teoría de Traube, Paap sostenía que todos los demás nomina sacra
fueron ideados por los cristianos 37 •
En cualquier caso. Schuyler Brown percibió graves problemas en
las teorías de Traube y Paap. Por ejemplo, probó que entre los ju-
díos grecoparlantes la vocalización o sustitución del tetragrámaton
favorita era Kúgwc; y no 8Eó;. Por consiguiente, Brown propuso que
KúQto~ fue el nomen sacn1m inicial, escrito mediante contracciones

36. L. Traube . .!tv'omina Sacra, 36.


37. A. H. Paap. Nomina Sacra. 119-127. En la propuesta de Paap. sin embar-
go. aquellos judíos grecoparlantes que se convirtieron al cristianismo introdujeron
la primera contracción, ec. que dio lugar a que otros términos recibieran un trato
semejante por parte de los escribas.
Los tawmina sacra» 117

y usado en primer lugar por los escribas cristianos como un modo


reverente de traducir este sustituto griego de 1 tetragrámaton en las
copias cristianas de los escritos griegos del Antiguo Testamento. Pos-
teriormente -sugería-, a partir de la praxis cristiana de usar KÚQLO~
tanto para Dios como para Jesús. esta contracción «se extendió rá-
pidamente en una dirección hacia 8Eó; y en la otra hacia 'h1aoü; y
XQurróp> 18 • Volveré en breve a esta cuestión sobre el nomen sacrum
original. De momento, quiero resaltar que las críticas de Brown a las
teorías de Traube y Paap me parecen válidas.
Kurt Treu también presentó una teoría según la cual los nomina
sacra tuvieron su origen entre Jos judíos grecoparlantes. Treu propo-
nía que en esos círculos tanto 8Eó; como Kúgw; se escribían como
contracciones con un trazo horizontal sobre ellas, para distinguirlas
en los textos bíblicos griegos, como una forma de traducir el tetra-
grámaton. A juicio de Treu. los cristianos adoptaron esta práctica y
la extendieron rápidamente a las «demás personas de la Trinidad» y.
más tarde, a una lista más amplia de términos religiososw.
Me he referido en el segundo capítulo a otra propuesta de Treu
relacionada con esta: la adopción del códice por parte de los cristia-
nos procede del uso que ya hacían de este formato los judíos. Robert
Kraft ha defendido firmemente la postura de Treu en ambas cues-
tiones, afirmando que «la deuda del cristianismo primitivo con su
herencia judía es aún mayor en estas áreas de la ·mecánica textual' y
de los hábitos gráficos que lo que nuestros planteamientos y tradicio-
nes académicas nos han permitido reconocem 40 • Por mi parte, acepto
firmemente la conexión histórica entre el cristianismo primitivo y su
matriz religiosa judía. Sin embargo, a la hora de explicar la predilec-
ción cristiana por el códice y el origen de los nomina sacra. creo que
las pruebas contradicen a estos dos investigadores.
Esencialmente. ambos se centran en unos pocos manuscritos bí-
blicos fechados entre los siglos segundo y cuarto de nuestra era. o in-
cluso más tardíos. Jos cuales muestran curiosas combinaciones de Jo

1.
~· 38. S. Brown, Concerning the Origin (?fthe Nomina Sacra, 18.
~ 39. K. Treu. Bedeutung des Griechischen. 141 (cito según la traducción in-

~
&lesa de Adler y Kraft).
40. R. A. Kraft. The ((Textual Mechanics», 68. Cf. la página web de Kraft.
donde hay una reflexión mucho más amplia sobre estas cuestiones: http://www.sas.
·llpenn.edulrel igious _studieslraklcv.html.
l :,
/IX Los primitims papiros cristiano.,·

que generalmente se cree que son rasgos característicos y distintivos


de la praxis de los escribas judíos o cristianos. Treu y Kratt remiten
a estos escasos manuscritos como indicios de que tales distinciones
en la actuación de los copistas son inválidas y que, en particular, lo
que normalmente se consideraban innovaciones gráficas cristianas
surgieron en realidad en el mundo judío. Por ejemplo, Kraft sostiene
que «los escribas judíos pudieron emplear a veces contracciones de
8t:óc;, o incluso de otros términos de uso frecuente, en el desarrollo
de sus tradiciones gráficas», alegando como pruebas tres manuscri-
tos bíblicos fechados a caballo entre los siglos 111 y IV d.C., dos
de los cuales son rollos y pueden también presentar abreviaturas de
KÚQLOc; y 8t::óc;41 • Más concretamente, Kraft parece afirmar que las
contracciones de 8t:óc; tuvieron su origen en la praxis de los escribas
judíos y que las formas de nomina sacra cristianos derivan de ella.
No obstante, aun aceptando la propuesta de Kraft de que esos pocos
manuscritos procedan de escribas judíos (lo cual no es evidente en
todos los casos), me parece que -por razones que aduciré en breve-,
se trata de una base muy endeble para sostener la afirmación de que
los nomina sacra surgieron en la tradición gráfica judía.
Como planteé en referencia a la propuesta de Treu y Kraft so-
bre el códice, lo mismo sucede en relación con los nomina sacra: el
modo correcto de proceder es empezar con los manuscritos bíblicos
incuestionablemente judíos, especialmente con aquellos fechados lo
suficientemente pronto como para reflejar la praxis judía precristia-
na. En ellos no encontramos ninguna de las formas de nomina .\·acra,
ya estén escritos en hebreo o en griego42 • Los copistas judíos trataron
de fonna diversa los principales nombres divinos, pero no hay un
precedente directo de las formas de nomina sacra que son un rasgo

41. R. A. Kraft, The ((Textual Mechanics». 67. Los manuscritos que cita como
ejemplos clave de que los escribas judíos muestran rasgos nonnalmcnte asociados
con la praxis gráfica cristiana son los siguientes: P.Oxy. 1007 (P.Lit.Lond. 199. un
códice de pergamino de Gn del siglo 111. con contracción de e~~ó~ y la represen-
tación del tetragrámaton como una doble yvd en caracteres paleohebreos). P.Oxy.
1166 (P.Lit.Lond. 201, un rollo de papiro del siglo 111. posiblemente con abrevia-
turas !reconstruidas] de K'ÚQto; y 9F.ó~) y P.Aiex. 203 (un rollo de papiro de los
siglos lll-lV con abreviaturas reconstruidas de K'ÚQLO<_;). Para las notas de Kraft
sobre estos y otros manuscritos, cf. ihid.• 54-65.
42. Asi opina también F. Bedodi, 1 ((nomina sacra»: los manuscritos bíblicos
en griego indudablemente precristianos no iluminan la praxis de los nomina sacra.
sino que confirman que debe haberse originado en grupos cristianos (p. 103 ).
Los <momina sacra>> 1/9

tan familiar en manuscritos innegablemente cristianos. Creo que es


bastante significativo que Tov, que ha prestado tanta atención a las
características de la escritura de los manuscritos judíos precristianos.
apunte categóricamente hacia las diferencias entre la actuación de
los escribas judíos y cristianos en el tratamiento de los nombres di-
vinos, identificando claramente las abreviaturas de los nomina sacra
como una convención gráfica cristiana4·1 •
De todos modos, en un reciente artículo. Christopher Tuckett
considera cuestionable sostener que los nomina sacra sean una inno-
vación de los escribas cristianos, porque existen algunos manuscritos
(que he indicado previamente). fechados a partir del siglo 111 y de in-
cierta procedencia, que presentan abreviaturas de 8Eó~ y K ÚQto~44 •
No obstante, como ya indicamos, la pauta que predomina en los tes-
timonios no resulta tan oscura como él supone. Pueden existir algu-
nos casos de escribas judíos que ocasionalmente utilizan un modelo
de nomina sacra (por ejemplo, P.Oxy. 1007), pero ningún ejemplo de
los que cita es claramente judío ni lo suficientemente temprano pa-
ra que resulte relevante45 • Me sorprende el modo en que Tuckett insi-
núa que no es lo suficientemente «prudente» juzgar que los nomina
sacra fueron una primitiva innovación cristiana46 •

43. E. Tov. Scrihal Practices, 314-315.


44. Ch. Tuckett, <<Nomina Sacra», 433-435.
45. /bid., 435. Tuckett alega «un claro testimonio de un escriba judío que em-
plea un nomen sacrum para el nombre divino» en un fragmento de un manuscrito
del libro de los Reyes del siglo VI d.C. (según la versión de Aquila) procedente
de la get~izah del Cairo. que contiene un único caso de KY (con un trazo super-
puesto) al final de la línea. Frente a lo que afinna Tuckett. C. H. Roberts, Manu.\·-
cript, Society. and Belie}: 33. no «suprimió» este ejemplo, sino que lo trató. junto
a otros testimonios de la praxis gráfica judía. mostrando que este uso aislado de
una contracción de KÚQLO<; probablemente se debía a «exigencias de espacio». La
abreviatura por suspensión de una palabra al final de una línea no es notable. Re-
sultaría más interesante contar con fonnas de Kúgw; abreviadas de forma regular
en medio de una línea de un manuscrito bíblico judío.
46. Ch. Tuckett. «Nomina Sacra», 434. Acusa a Roberts de «ignorar algunos
testimonios que no se ajustan a su teoría general» (p. 435 y nota 25 ). Sin embar-
go, Roberts es el autor del libro sobre paleografia griega ( Greek Literary Hando;.
350 B.C.-A.D. 400. Oxford 1955). El conocimiento de Roberts sobre otros temas
puede ser objeto de crítica. pero sus juicios de que este o aquel escriba era «ama-
teur o descuidado». <<no cualificado o ignorante». se basan en un examen personal
pormenorizado de cientos de manuscritos griegos a lo largo de varias décadas.
Además. es obvio que los antiguos escribas muestran una enonne variedad en
lo relativo a su destreza y coherencia. y que es posible identificar por inducción
/20 Los primitivos papims cristianos

En cuanto al reducido número de manuscritos reseñados por Treu


y Kraft (y citados también por Tuckett), me parece más razonable to-
marlos por casos interesantes de una ocasional «fecundación mutua»
entre las praxis gráficas judía y cristiana. A no ser que imaginemos
que judíos y cristianos no mantenían contacto entre sí, no resultaría
dificil suponer un influjo mutuo. Por ejemplo, un copista judío pudo
haber optado (o pudo haber sido encargado por un judío, por un cris-
tiano o por alguien no identificado exclusivamente como lo uno o lo
otro) por elaborar una copia de un texto bíblico en fonnato de códice.
O, habiendo visto contracciones de KÚQLO~ o 8EÓ<; en manuscritos
bíblicos (copiados por cristianos), pudo haber creído que se trataba
de una manera útil de escribir reverentemente estas palabras, asimi-
lando dicha praxis (o experimentando con ella).
Del mismo modo, podemos imaginamos tacilmente a un escriba
(¿cristiano?) familiarizado con las fonnas de los nomina sacra y dis-
puesto, al menos ocasionalmente, a emplear un rollo para hacer una
copia de un texto veterotestamentario. Además, por supuesto, per-
fectamente pudo haber escribas que no se consideraran propiamente
cristianos o judíos y que, por consiguiente, pudieron combinar fácil-
mente aspectos que son considerados como los rasgos distintivos de
la cultura gráfica judía y cristiana.
Resumiendo, un método científico serio nos exige comprender un
pequeño conjunto de datos ambiguos a la luz de un elenco de datos
innegables mucho más amplio, no al revés. Asimismo, es preciso
reconocer el distinto carácter probatorio de la pauta general de los
testimonios y de las excepciones ocasionales a dicha nonna. Me pa-
rece que los testimonios manuscritos indudablemente precristianos
no ofrecen base suficiente para suponer que alguno de los nomina
sacra se originara en la más antigua praxis gráfica judía, que más tar-
de serían asimilados por los cristianos, quienes, a su vez, añadieron
otros nuevos. El pequeño número de manuscritos de los siglos 11 al
IV d.C. a los que recurren Treu y Kraft, aun siendo artefactos intere-
santes, son demasiado tardíos como para justificar sus tesis.

prácticas gráficas regulares y desviaciones de esa pauta (es decir, formas de letras
irregulares. ortografia. destreza general). Por otra parte, la obra de Roberts sobre
los nomina sacra ha sido aceptada por otros investigadores. como E. G. Tumer.
Greek Manuscripts. 15. En definitiva, el alegato de Tuckett parece desacertado.
Lo.\ ((nomina sacra>> 121

3. ¿UNA INNOVACIÓN CRISTIANA?

Del repaso de estas propuestas sobre los orígenes de los nomina


sacra se desprende que es bastante probable que la práctica concreta
surgiera entre los primeros grupos cristianos. Como hemos visto, no
existe, ni en las prácticas de abreviación en griego o latín o en las tra-
diciones gráficas judías, un precedente directo del corpus de palabras
o de la fonna concreta de tratar dichos ténninos. Por consiguiente,
parece que nos encontramos con una innovación de los escribas cris-
tianos. Además, da la impresión de que se produjo en fechas muy
tempranas y se extendió con bastante rapidez entre los copistas cris-
tianos. En cualquier estudio de los orígenes cristianos, por lo tanto,
los nomina sacra resultan un elemento fascinante y potencialmente
significativo de la cultura textual cristiana.
George Howard propuso que Kúgw~ y E>Eó~ fueron los nomina
sacra originales, ambos «creados por escribas cristianos no judíos
que, al copiar el texto de los LXX, no sintieron el peso de la tra-
dición para conservar el tetragrámaton», y pudieron desarrollar las
contracciones de dichos ténninos como algo «análogo al nombre di-
vino hebreo, desprovisto de vocales» 47 • Sin embargo, la propuesta de
Howard no resulta satisfactoria como explicación de los nomina sa-
cra. Por una parte, todas las palabras hebreas, no solo el tetragráma-
ton, se escribían con consonantes, y la fonna de nomina sacra más
frecuente de KÚQLO~, KC, implica la omisión de las vocales y de una
consonante. Todavía más grave, la tesis de Howard no parece ofrecer
una motivación adecuada para el origen de una praxis gráfica que go-
zó de tal difusión entre los grupos cristianos"s. Según he demostrado
en otros lugares, la convicción de que Jesús comparte el nombre y la

47. O. Howard, Tetragrammaton inthe New Teslament y The Tetragram ami


the New Testament.
r: 48. Otro problema con la propuesta de Howard es que está unida a su poco
convincente idea de que la primitiva reverencia de los cristianos por Jesús. como
·::alguien que gozaba de condición e imponancia divina. surgió inicialmente de la
.eostumbre que tenían los cristianos gentiles de emplear Kútno; para eltetragrá-
maton al copiar los escritos del Antiguo Testamento en griego. Howard planteaba
.. 'lf'le, dado que el término ya se había aplicado a Jesús (si bien en un principio
'con la connotación de «maestro))). leer KÚQto; en sus textos bíblicos llevó a los
iCristianos gentiles a difuminar la distinción entre Dios y Jesús. Presento una cri-
(tica de las ideas de Howard en L. W. Hunado, Lord Jes11s Christ. 182-183 (Se1lor
,'Jesucristo, 217-219).
122 Los primitivos papiros cristiano.~

gloria de Dios y la práctica devocional de tratarlo como digno recep-


tor de culto surgió en fechas tempranas, entre grupos judeocristianos.
y no puede ser explicada de la manera que propone Howard 49 •
En concreto, ¿cuándo y cómo surgió la práctica de los nomina
sacra? Como sostuve en 1998, al buscar una respuesta resulta útil
prestar cuidadosa atención a los detalles de los recursos gráficos im-
plicados50. Existen diversos aspectos que han de considerarse y una
teoría adecuada debería explicarlos todos ellos.
Podemos comenzar con el curioso y característico empleo del tra-
zo horizontal colocado sobre las abreviaturas. Esta marca supralineal
no deriva de ninguna técnica abreviativa de la tradición grecolatina
precristiana 51 . Sin embargo, con muy pocas excepciones. es muy ha-
bitual en las palabras tratadas como nomina sacra en los manuscritos
cristianos. De todos modos. puede resultar significativo que un rasgo
parecido se colocara sobre las letras griegas cuando se utilizaban pa-
ra representar cifras, un elemento más común en los documentos que
en los textos literarios formales~ 2 • En estos últimos, por lo general
los números se escriben íntegramente 5 J. Sin embargo. el uso de letras
(con este trazo horizontal) por números se encuentra a menudo en los
textos literarios cristianos, incluyendo copias de escritos bíblicos, lo
cual muestra que los escribas cristianos eran buenos conocedores de
dicho mecanismo 54 • Como explicaré más adelante, este uso precris-

49. Por ejemplo. cf. L. W. Hurtado, Lord Jesus Christ, 155-216 (Señor Jesu-
cristo, 187-254 ).
50. L. W. Hurtado. The Origin of the Nomina Sacra. 664-6 71.
51. M. Avi-Yonah, Abbreviations. 29-39, estudia muchas marcas de abrevia-
turas halladas en inscripciones, incluyendo varios tipos de trazos horizontales, que
suelen colocarse sobre la última letra de la abreviatura, a veces sobre la penúltima
letra y otras bajo la última letra o bajo varias letras de la abreviatura (p. 33-35).
52. Cf. en especial A. Blanchard, Sigle.~ el ahhréviations, 3. quien advierte la
diferencia entre este y el uso del trazo sobre la última letra de una abreviatura (p. 21.
nota 20). Por ejemplo. P.Oxy. 108. una factura de alimentos de finales del siglo 11 o
principios del Ill d.C.. contiene muchos ejemplos de caracteres alfabéticos que repre-
sentan números, hallándose en cada caso un trazo horizontal sobre la letra o letras.
53. E. G. Turner. The Greek Manu.'icripts, 15. indicaba que solamente co-
nocía un manuscrito literario griego en el que los números no estaban escritos en
extenso. sino representados por caracteres alfabéticos. y señalaba que los textos
cristianos eran «muy distintos en este sentido)).
54. Por ejemplo. en P.Chester Beatty III (P47),1as numerosas cifras del texto del
Apocalipsis suelen escribirse como letras con un trazo superpuesto. Por ejemplo. en
Ap 13. 18. el 666 se escribe XIC y los 144.000 de Ap 14, 1 como PY11.
/.os ((nomina sacra>> 123

tiano o pagano del trazo superpuesto para indicar que las letras repre-
sentan números puede ser una pista del origen de los nomina sacra.
Otro asunto curioso que también considero significativo es que
en el caso del nombre de Jesús {'lflaoü;), desde fechas tempranas.
se desarrollaron dos soluciones a la hora de tratarlo como nomen
sacrum 55 • En la mayor parte de los manuscritos el nombre se escribe
mediante una contracción (la primera y la última letra de la forma
declinada de la palabra: por ejemplo, IC, IY); sin embargo, en varios
manuscritos 'lflooü~ está abreviado por suspensión, solo con las dos
primeras letras, 1H. Esta última técnica aparece particularmente en
algún papiro cristiano relativamente temprano, por ejemplo. el frag-
mento Egerton (P.Lond.Christ. 1) y P45 (P.Chester Beatty 11) 56 • Una
tercera pauta de abreviación para el nombre de Jesús se emplea en
una serie de manuscritos, datados entre los siglos 111 y V. e incluye
las dos primeras y la última letras: 1HC. En cualquier caso, esta forma
debe reflejar cierto conocimiento de las abreviaturas del nombre de
Jesús por contracción y suspensión, resultando ser una combinación
de ambos métodos. Como dice Paap, esta abreviatura de tres letras
parece tener su origen en la suspensión de '1 ll<Joü~. la cual fue pos-
teriormente «fecundada» por la última letra de la contracción 57 • La
abreviatura por suspensión parece que dejó de usarse poco después
del 300 d.C. Las contracciones ( 1 c. etc.) están atestiguadas con la
misma antigüedad y se convirtieron en la forma preferida de escribir
el nombre de Jesús 58 •

55. En algunos casos XQurró~ o KÚQlO~ se escriben mediante una abreviatura


de dos letras por suspensión (por ejemplo. un caso de XP en P4~ y otro en P.Oxy.
1079: nueve casos de KY en Staats.Bib.Cod.gr. fol66l,ll de Berlín). No obstante,
tanto su escasa frecuencia. en comparación con otras abreviaturas. como la data-
ción de los manuscritos en los que aparecen sugiere que se tratan de casos aislados.
y probablemente hay que postular el intlujo de las diversas formas de suspensión
~. más frecuentemente usadas de 'lrJooü~.
56. Además, según K. Aland, Repertorium. 1, la escritura de Jesús como 1H
aparece también en P.Oxy. 1079 CPtx. una copia de Ap de los siglos 111-IV d.C.).
Mag.Coii.Gr. 18 (P~>~. una copia de Mt de los siglos 11-111 d.C.) y P.Oxy. 1224 (una
copia de los dichos de Jesús de comienzos del siglo IV). Fui capaz de confinnar
·.el caso de P.Oxy. 1224 (linea S del vuelto del fragmento principal) en mi propio
~~;el!Wlllen de los fragmentos de la biblioteca Bodleian.
57. A. H. Paap, Nomina Sacra. 109.
58. Por ejemplo. en el repaso que hace A. H. Paap. Nomina Sacra. 108. la
de tres letras de 'lrJooü; aparece 159 veces en veinticuatro manuscritos
ipalmente datados entre los siglos 111 y V). mientras que las abreviaturas
124 Los primi/iwJs papiros crislianos

A la luz de las pruebas de que existe cierta variación, e incluso


experimentación, en la praxis gráfica en torno a los nomina :wcra,
es posible preguntarse si esta abreviatura por suspensión del nom-
bre de Jesús es un caso más de dicha experimentación. En cualquier
caso, existen comentarios cristianos antiguos que sostienen que 1H
representa el nombre de Jesús, lo cual indica que esta abreviatura en
particular gozaba de cierta popularidad y, lo que es más importante,
poseía un sentido religioso, al menos en su uso más primitivo. Dos
importantes fuentes del siglo JI d.C., la Carta de Bernabé (9, 7-8) y
Clemente de Alejandría (Strom. 6, 278-280), remiten a esta forma,
señalando específicamente su valor numérico ( 1H = 18), al hablar de
los trescientos dieciocho siervos de Abrahán en Gn 14, 1459 • Ambos
escribas estaban familiarizados con las copias griegas del Génesis en
las que el número estaba escrito T 1H, y ambos vieron en esta abrevia-
tura un anuncio de Jesús y de la cruz: T ( = 300) = su cruz. y 1H ( = 18)
=el nombre de Jesús.
Se trata de un caso sumamente interesante del primitivo uso cris-
tiano de la antigua técnica de la <<gematría», que supone otorgar un
significado religioso al valor numérico de los caracteres alfabéticos,
una praxis particulannente vinculada con la exégesis judía primitiva61).
Otros ejemplos de dicha técnica resultan más familiares a los lectores

por contracción aparecen 823 veces en cincuenta y seis manuscritos (fechados


entre los siglos 11 y VI. aunque la datación de P.Chester Beatty V en el siglo 11 es
incorrecta). La abreviatura por suspensión aparece 48 veces en siete fuentes (en
36 ocasiones en P.Chester Beatty 11 [P4d. siendo la última de ellas P.Oxy. 1224
(VH 587). un texto desconocido de dichos de Jesús de principios del siglo IV. En
L. W. Hurtado. The Origin c~llhe Nomina Sacra. 666, nota 36, la indicación de
que P.Oxy. 21 O presentaba un caso de 1H no advirtió que existe una laguna tras
la eta, lo que significa que no podemos estar seguros de que el copista escribiem
1H o 1HC. Hago notar que Paap no trató este manuscrito como testimonio de las
abreviaturas por suspensión.
59. Esos textos fueron citados por C. H. Roberts. Manuscripl, Socie~l', ami
Belief. 37. nota 2. G. Scholem. menciona una interpretación rabínica según la cual
los trescientos dieciocho siervos se referían a Eliezer (el fiel siervo de Abrahán)
(Gematria. en Enc.lud VIl. 370). Cf. también L. Ginzberg. Legend5 of the Jews
V. New York 1925. 224. nota 93. Scholem proponía de forma convincente que
la interpretación rabínica pudo haberse originado en respuesta a la interpretación
cristiana de Gn 14. 14 que se refleja en la Carta de Bernabé y en Clemente.
60. Para una explicación más detallada. por ejemplo. cf. J. Trachtcnberg.
Jewish Magic and Superstition, 262-263; F. W. Farrar, History of lnterprelation.
98-100. También Farrar cita el uso cristiano de la técnica en los comentarios a Gn
14. 14 de la Carta de Bernabé (p. 99, nota 1).
Lo.-; <momina sacrm1 125

del Nuevo Testamento, siendo tal vez el más conocido el misterioso


número de «la bestia» en Ap 13, 18; 15, 2. que por lo general se con-
sidera una alusión al valor numérico del nombre de Nerón escrito en
caracteres hebreos111 • Asimismo, la mayoría de los estudiosos acepta
que el número 14, destacado en la genealogía de Jesús (Mt l. 17),
alude al valor numérico del nombre «David» en hebreo (i,i)"1 .
Resumiendo, 1H parece haber sido una fonna de representar el
nombre de Jesús, razonablemente bien conocida y con un origen
muy antiguo, que debe haber surgido entre cristianos familiariza-
dos con las técnicas exegéticas judías63 • Resulta poco probable que
Ja escritura del nombre de Jesús como 1H se derive de la curiosa
exégesis del número en Gn 14, 14. Por el contrario, escribir 318 en
ese pasaje con los caracteres griegos T 1H presupone y se deriva casi
con toda seguridad del previo uso por parte de los cristianos de 1H
para el nombre de Jesús (y el uso de la tau como símbolo de la cruz
de Jesús)64 • Con estas conclusiones. simplemente respaldo las ideas
previamente expresadas por otros estudiosos familiarizados con los
datos6 s. En cualquier caso, ¿podemos avanzar más?
En mi opinión, esta abreviatura por suspensión del nombre de
Jesús (1 H) fue probablemente el recurso que originó toda la praxis
de los nomina sacra que posterionnente desarrollaron los escribas.
Además, mi planteamiento sugiere que 1H surgió en grupos judeo-
cristianos (o entre cristianos lo suficientemente familiarizados con

61. Por ejemplo, cf. R. Bauckham. The Clima.t: ofProphecy. 384-388.


62. Por ejemplo, cf. la reflexión de R. E. Brown, The Binh of the Messiah.
74-81 (El nacimiento del Mesías, 69-76).
63. Adviértase que Clemente (SIIvm. 6, 278) comienza su exégesis de Gn 14.
14 con cpamv Ol'" nvm («Dicen. pues ... »). lo cual -como observó C. H. Robcrts.
Manuscript. Society, and Belief; 3 7. nota 2- «sugiere que 1H ya no era corriente
[como la abreviatura común del nombre de Jesús] en tiempos de Clemente)).
64. De hecho, entre los papirólogos se acepta generalmente que cualquier
·:.COpia del Gn en griego en que el número 318 de Gn 14. 14 se escriba como T 1H
probablemente proceda de manos cristianas. Por ejemplo, nótese que en P.Ciu:stcr
·Beatty IV (Ralphs 961, un códice de Gn del siglo IV d.C.) el 318 de este pasaje!
'. 'lparece expresado como T 1H (con el trazo superpuesto que en este caso señala que
~- ·~~letras han de ser tomadas como números). En el capítulo siguiente analizo el
~ '-.nbolismo de la cruz en el cristianismo primitivo.
~.,. : . 65. Cf. especialmente C. H. Robcrts. Manuscript. Sode~r. ami Belief, 37. Tam-
1'. ~b.ién H. l. Bell-T. C. Skeat. Fragment.~ c?lan Unknown Guspel. 3. quienes opinaban

·. ~:9Jeprobablemente 1H apareció en la «era apostólica» y «pudo. de hecho, haber sido


· ;!el primero en ser adoptado)).
/26 Los primili\'os papims cristianos

importantes tradiciones judías) como ejemplo de gematría, con el


valor numérico de dieciocho, tal vez una alusión al valor numérico
de la palabra hebrea que significa «vida» (~i1) 66 • En las más antiguas
visiones cristianas de Jesús, se puede pensar en él como la encar-
nación de la vida resucitada, siendo, de hecho, él mismo el Señor
que da la vida (por ejemplo, Rom 8, 1-2.10-11; 1 Cor 15, 20-23.45;
Flp 3. 20-21; Jn 1, 3-4; 11, 25; 14, 6; 20, 31) y, por consiguiente.
una alusión a la «vida» usando una abreviatura por suspensión del
nombre de Jesús ciertamente habría tenido un enonne eco en el seno
de la piedad cristiana. En cuanto al hecho de que dicha alusión exi-
ge cierto dominio del valor numérico de los caracteres hebreos, ya
he mencionado fenomenos paralelos en otros ejemplos tomados de
textos cristianos del siglo 1 procedentes del Nuevo Testamento que
ponen de manifiesto tal conocimientot> 7•
Una de las ventajas de esta propuesta consiste en que explica
también aspectos que no pueden ser esclarecidos de otra fonna. En
particular, disponemos de una explicación convincente del enigmá-
tico trazo superpuesto que se convirtió en algo característico de los
nomina sacra cristianos. De acuerdo con el planteamiento por el que
abogamos, esta marca comenzó a ser usada de fonna especial por
los cristianos al escribir el nombre de Jesús como 1H, teniendo origi ..
nalmente la función de señalar a los lectores que esta abreviatura de
dos letras también podía ser leída como un número, dieciocho. No
obstante, posterionnente. en la medida en que la piedad cristiana rá-
pidamente procuró dispensar a nivel gráfico un trato parecido a otras
designaciones fundamentales de Dios y de Jesús (un proceso que
examinaré con más detalle), este trazo superpuesto pasó a servir co-
mo un recurso típicamente cristiano que funcionaba solamente para
destacar las fonnas de los nomina sacra, indicando a los lectores que
esas letras eran abreviaturas de palabras especiales611 • De todos mo-

66. Repito aquí de forma más concisa las ideas que presenté en L. W. Hurta-
do, Origin ofthe Nomina Sacra. 665-669.
67. Para un estudio más detallado de los primeros testimonios judios y cris-
tianos sohre el significado religioso de los números. ct: R. Staats. Ogdoa\·, que
trata especialmente del número 8; O. H. Lehmann. Number-Symho/ism; F. Bovon,
Names and Numhers in Early Christianity.
68. El juicio de Tuckett de que mi sugerencia «no es plenamente convincente»
parece basarse en un malentendido. Como acabo de afirmar. no sostengo que el
rasgo superpuesto siguiese funcionando posteriormente del modo en que propongo
Los <owmina sacra>' 127

dos, en ninguna de las otras formas de nomina sacra el valor numé-


rico de las combinaciones de letras parece haber sido significativo.
Además, esta propuesta explica la temprana difusión de la abre-
viatura por suspensión de 'h1aoü;, así como la posterior atrofia en
su uso. Esta manera de abreviar el nombre de Jesús es ciertamente
muy antigua, pero fue sustituida por otras formas de escribir 'lf)aoü;
como nomen sacrum. Ello sugiere que la suspensión surgió antes de
que se desarrollaran aquellas formas que terminaron por convertirse
en los nomina sacra preferidos, y también que la motivación inicial
para la abreviatura por suspensión dejó de ser lo suficientemente co-
nocida y significativa. Si 1H tuvo su origen como gematría que aludía
a la palabra hebrea que significa «vida», es comprensible que, en la
medida en que el conocimiento directo de la tradición judía y la valo-
ración de sus artificios decayó en los grupos cristianos, el significado
concreto de la abreviatura 1H se perdió69 • Por consiguiente, la forma
suspendida de 'lfJOOü~ como 1H se vio eclipsada por la creciente po-
pularidad de la técnica de la contracción empleada para los demás
nomina sacra.
La enorme importancia del nombre de Jesús en el cristianismo
primitivo, tanto en el discurso religioso como en la praxis devocio-

que lo hizo en un principio en la abreviatura 1H. Por supuesto, al usarse con los
demás nomina sacra. el rasgo rápidamente se convirtió en una mera marca con-
vencional para ese tipo de abreviaturas de algunas palabras especiales. Tampoco
considero que 1H siempre tuviese que leerse simplemente como bexu oxTm ( 18 ).
Por el contrario, propongo que en su empleo inicial la abreviatura 1H se leía como
«Jesús», escrito de una manera también destinada a aludir a su importancia como
vehlculo divino de la «vida» para los creyentes. Cf. Ch. Tuckett, «Nomina Sacra>,,
444-445. Volveré a referirme a este autor en relación con un par de aspectos de
esta reflexión.
69. Ch. Tuckett, «Nomina Sacra>,, 445. creía que era dificil imaginar a los lec-
tores de los textos griegos cristianos «usando referencias crípticas que para su
comprensión dependían de un término hebreo». En cualquier caso. ignora los indi-
cios (como las otras referencias neotestamentarias que he citado) de que sin duda
existieron cristianos primitivos lo suficientemente tamil iarizados con los valores
numéricos del alfabeto hebreo como para idear y reconocer el tipo de gematría que
propongo. Asimismo. hemos de adaptarnos a un contexto en el que el único modo
de representar números (aparte de escribiéndolos) era mediante caracteres alfabé-
ticos, de modo que las cifras por lo general se escribían como letras o como com-
binaciones de letras. En este contexto los lectores estaban mucho más capacitados
que nosotros para «leem caracteres altabéticos como palabras o como números. o
como ambas cosas. También. cf. las exortaciones de Bovon a los demás estudiosos
en su Names and Numbers.
12X Los primitivos papiros cristianos

nal. significa que los cristianos estaban ciertamente dispuestos a ve-


nerar su nombre y esto supone un refuerzo más de mi propuesta 70 •
Resaltar visualmente el nombre de Jesús y escribirlo de tal modo
que aludiera a su condición y fuerza vivificante coincide con otros
elementos que conocemos acerca de las actitudes y prácticas del
cristianismo primitivo. Es decir, el nombre de Jesús constituye un
candidato inmejorable en el contexto de la piedad cristiana primitiva
para ser el factor capaz de generar el tipo de tratamiento especial que
representa la praxis gráfica que conocemos como nomina sacra. Sin
duda, la tradicional veneración judía del nombre de Dios propor-
ciona un transfondo religioso más general. y constituye además un
precedente del tratamiento especial que los copistas concedieron a
los epítetos divinos. Sin embargo, el nombre de Jesús caracterizaba
a los cristianos y su piedad frente a las demás formas de religión de
la antigüedad, ya fueran judías o «paganas». De hecho, testimonios
muy tempranos indican que los cristianos podían considerar que 'lrJ-
aoü~ era en sí mismo un nombre divino, digno por lo tanto de la
veneración que la tradición judía reservaba al nombre de Dios y a
otros epítetos íntimamente relacionados.
Por ejemplo, Mt 1, 21 muestra probablemente un conocimiento del
significado de la forma hebrea del nombre de Jesús (l1:-;1r.\<dosué»,
«Yahvé salva»), y tal vez el autor refleje su reverencia por el nombre
teóforo de Jesús. En Justino Mártir encontramos incluso la afirma-
ción directa de que «el nombre de Dios mismo. que no fue revelado
a Abrahán ni a Jacob, era Jesús» (Dial. 75f 1• Tiendo a pensar que en
este caso Justino se hace eco de una tradición exegética cristiana que
se remonta a fechas muy anteriores.

70. Por ejemplo. Pablo puede referirse a los cristianos simplemente como
«los que invocan (hnxuA.eiv) en todas partes el nombre de nuestro Señor Jesucris-
to». remitiendo a la característica acción de apelar o invocar a Jesús en el culto
cristiano. Por ejemplo, cf. mi estudio de la praxis cultual del cristianismo primitivo
en L. W. Hurtado. Lord Jesus Christ, 134-153 (Señor Jesucristo. 165-184 ).
71. En el planteamiento que hace Justino en Dial. 75. dos textos bíblicos son
fundamentales: Ex 23. 20. donde Dios promete enviar su «ángel» o «mensajero))
(ayy~:A.o;) especial. el cual porta el nombre de Dios. y Nm 13. 16. donde Moisés
renombra a Oseas como «.Josué» o «Jesús» Cirtooü;). Para Justino, este Josué/Jesús
es la figurd que lleva el nombre de Dios y es enviado a conducir a Israel a la tierra
prometida, y la nueva designación indica que «Jesús» es el nombre divino. Cf. mi
estudio más detenido de los primeros cristianos «que encuentran a Jesús en el Anti-
guo Testamento» en Lord .Jesus Christ. 564-578 (Señor Jesucristo, 638-653 ).
/.os «nomina sacra» /2C)

Obviamente, el nombre de Jesús poseía ese significado divino, por


ejemplo, en la primitiva praxis ritual o devocional de los cristianos,
cuando se le suplicaba o invocaba. En realidad, la fórmula bíblica (del
Antiguo Testamento) para el culto tributado a Dios («invocar el nom-
bre del Señor») fue asimilada para referirse a la práctica de invocar el
nombre de Jesús (por ejemplo, Hch 2, 21: Rom 10, 9-13) 72 • Por citar
ámbitos donde se usaba esa práctica, contamos con referencias que
indican que el nombre de Jesús se invocaba en la iniciación ritual del
bautismo (por ejemplo, Hch 2, 38) y en los exorcismos 73 •
Así pues, estas observaciones hacen perfectamente razonable
postular que la abreviatura del nombre de Jesús como 1H surgió de la
piedad neotestamentaria hacia Jesús, una devoción que también re-
fleja el conocimiento de las técnicas de la gematría judía. De hecho,
me permito sugerir que es muy probable que esta particular abrevia-
tura apareciera de forma independiente de los demás nomina sacra
y con anterioridad a ellos 74 • Además, me parece que podemos consi-
derar que a partir del precedente de la abreviatura 1H, los cristianos
se vieron llevados por sus planteamientos religiosos a extender esta
expresión gráfica a otras palabras. Desde esta perspectiva, el primer
grupo de términos estaba formado, además de por 'Ir1aoü;. por los
otros tres epítetos divinos que aparecen de forma regular y muy tem-
prana como nomina sacra 75 • La posición mucho más consolidada

72. A. Ruck-Schrllder. Der Name Golles und der Name Jesu; W. Q. Parkinson, In
the Name ofJesus; S. New. The Name: C. J. Davis, The Name and W~v ofthe Lord.
73. L. Hartman, lnto the Name of the Lord Jesus; O. Bocher, Christu.'i Exor-
cista. Asimismo, ténganse en cuenta las directrices de Pablo sobre la expulsión
ritual del pecador recalcitrante de la iglesia de Corinto ( 1 Cor 5, 1-5). que con-
tienen «la fuerza del Señor Jesús•• y la invocación de su nombre (siendo asunto de
exégesis si lo deben hacer Pablo o los corintios).
74. Aunque se muestra critico con otros aspectos, advierto que Ch. Tuckett,
«Nomina Sacra,,, 445, coincide en que «la suspensión original precedió a las for-
mas por contracción.>. Sin embargo. luego se equivoca al citar algunos casos ais-
lados de abreviaturas por suspensión de otras palabras (por ejemplo, XP en Hch
16, 18 en el P.Chester Beatty ll/P4~; MW en P.Egerton 2) como testimonios de una
praxis más amplia de la suspensión primitiva de los nomina sacra. Esos dos ejem-
plos se explican bastante lacilmente considerando que han recibido el intlujo de
la práctica mucho mejor atestiguada de escribir el nombre de Jesús como 1H. Por
ejemplo, el caso de XP de P4~ sigue inmediatamente a la abreviatura 1H.
75. Simplemente basta con echar un vistazo. por ejemplo. a la tabla de O'Cal-
lagban, «Nomina Sacra», 72 (así como a sus propias observaciones en las p. 72-
73.80), que muestra cómo eran tratados los quince términos conocidos en los ma-
130 Los primitivos papiros cristianos

de esas cuatro palabras en el tratamiento que los primeros cristianos


daban a los nomina sacra seguramente señala su mayor antigtiedad e
importancia en la praxis gráfica.
De todos modos, como ya indicamos, ninguno de los otros tér-
minos, incluyendo los demás epítetos divinos, ya sea en su forma
abreviada o completa, parece haber ofrecido a los cristianos el tipo
de significado numérico que sabemos era percibido en el nombre de
Jesús (ya fuera escrito íntegramente o como 1H) 76 • Quizás a ello se
deba en parte que muy pronto los escribas cristianos considerasen
que sería mejor abreviar los demás términos por «contracción>>. Una
clara ventaja de la contracción es que el caso del nombre (es decir,
el nominativo, el genitivo, el dativo o el acusativo), y de este mo-
do su función sintáctica en la frase, queda más claramente indicada,
porque se conserva la última letra de las formas declinadas, lo que
sería de gran ayuda para los lectores 77 • Este sistema abreviativo tenía
la ventaja añadida de ser una forma relativamente convencional que
puede aplicarse a todas las palabras, de modo que proporciona a los
lectores un sistema básico con el que familiarizarse 78 •
En resumen, me parece que la mejor lectura de los testimonios es
que los nomina sacra representan una innovación cristiana. Cierta-
mente la praxis, con toda probabilidad, es deudora en cierto sentido
de las diversas maneras en que los escribas judíos trataban de desta-

nuscritos del siglo 111, para descubrir que 'h1cmü;. fh;ó;, XÚQt.O; y XQLO'Tó;, forman
un grupo en sí mismo.
76. Por ejemplo, cf. el estudio de F. Bovon. Names and Numbers, 282-283.
sobre las referencias del cristianismo primitivo al valor numérico de 'htoot:.:; en
OrSih l. 324-331 y en lreneo, Haer. l. 12. 4.
77. Propuse esta idea en L. W. Hunado. Origin ofthe ((Nomina Sacran. 669.
Posteriormente. Ch. Tuckett, Nomina Sacra, 446. ofreció sugerencias parecidas.
Curiosamente. sin embargo. Tuckett me acusa de ignorar el asunto (p. 445).
78. AJan Millard. Reading and Writing in the Time ofJesu.r;, 71. ha llamado la
atención sobre nombres propios que aparecen abreviados por la primera y la última
letra en monedas teni~ias y palestinas de época helenística y en algunos grafitos de
época canaginesa en A frica del None, y ha propuesto que los primeros escribas cris-
tianos pudieron tomar el sistema de las abreviaturas por contracción cede un hábito
semítico». Tal vez. pero una cosa es que derive de ello y otra cosa es la función o el
significado que pueda tener. De nuevo. las abreviaturas en monedas y en los gratitos
son recursos para ahorrar espacio, algo que no se da en los manuscritos cristianos.
Las abreviaturas por contracción podrían haberse adaptado a panir de fenómenos
como los que identifica Millard. pero eso no explica por qué los primeros cristianos
desarrollaron la praxis de los nomina sacra y qué representaba para ellos.
/.os ((nomina sacra» 131

carel nombre divino, si bien las técnicas gráficas variaban. Por ejem-
plo, la novedad cristiana parece incluir el uso normalizado del trazo
superpuesto para resaltar las palabras consideradas nomina sacra,
y es posible que el peculiar empleo de abreviaturas por contracción
para dichos ténninos también sea una convención gráfica típicamen-
te cristiana.
Además, los testimonios indican que 'h1ooü;, t}Eó;, XÚQLo; y
XQLO"tÓ~ fueron tratados como nomina sacra de una fonna mucho
más sistemática, y probablemente antes, que cualquiera de los otros
ténninos en cuestión. Por último, hay motivos que nos llevan a sos-
pechar que esta tradición gráfica pudo haber comenzado como una
peculiar manera de escribir ITJOOÜ~ como 1H. lo cual ocurrió en pri-
mer lugar entre judeocristianos o entre cristianos lo suficientemente
familiarizados con las tradiciones judías como para idear y valorar
la gematría encerrada en esta fonna de escribir el nombre de Jesús.

4. SIGNIFICADO

Nos ocupamos a continuación de la otra cuestión clave, la función


y el significado histórico de los nomina sacra. Como hemos visto,
la pregunta más técnica respecto al origen de la convención de los
escribas ha recibido diversas respuestas, lo cual explica la hasta cier-
to punto larga y complicada reflexión de las páginas anteriores. No
obstante, el interrogante que nos planteamos ahora posee obviamente
mayor importancia para el estudio de los origenes e historia del cris-
tianismo primitivo. Afortunadamente, hasta fechas recientes ha existi-
do un consenso mucho más amplio en tomo a esta cuestión, lo que me
permitirá tratar este asunto en un espacio relativamente menor.
A partir del influyente estudio de Traube, la idea que ha predomi-
~ ha sido que los nomina sacra tuvieron su origen en la primiti-
ya piedad cristiana y son reflejo de ella. Aunque los investigadores
~pan respecto a si la práctica comenzó con la escritura abrevia-
r,. ~.de. u~o o más de los_ ténninos XÚQLO~. ftEó~ _o 'h1ooü~. tie~1den a
r~ '~lllctdlr en que estuvo 1m pulsada por la alta estarna que los pnmeros
... :;~anos tenían por el referente (o los referentes) de dichos ténn in os.
~ .4Simismo, según hemos indicado. ha existido un amplio acuerdo en
' :.torno al hecho de que esta convención gráfica cristiana posee cierta
1
132 l.o.'i primitim.\· papiros cri.\·tianos

relación histórica con la praxis de los escribas judíos. que suponía


dispensar un trato especial al tetragrámaton (y, algo menos, a elohim).
Así, las cuatro palabras que probablemente se emplearon primero, y
que ciertamente son escritas de modo más sistemático como nomina
sacra, son consideradas como un rasgo y una expresión destacada de
la devoción cristiana.
Más aún, incluso aquellos estudiosos (Treu y Kraft. por ejemplo)
que han propuesto que los escribas judíos comenzaron a abreviar x.ú-
Ql.O~ o l'tt::ó<;. y que la innovación del cristianismo primitivo consis-
tió en extender la práctica a 'h1ooü<;. aceptan que este último avance
constituye una notable evolución histórica. Es decir, ya sea que la
praxis de escribir 'lrJooü; de forma generalizada mediante abrevia-
turas se desarrollara a imitación del trato que los escribas judíos o
cristianos daban anteriormente a x.ÚQLO~ o itEó:;, o que -según creo
más probable- fuese el paso inicial que dieron los escribas, generando
posteriormente todas las convenciones de los nomina sacra. lo sor-
prendente es que los primeros cristianos trataran el nombre de Jesús y
algunos epítetos divinos fundamentales de la misma, aparentemente
reverente, manera. Repitiendo una afirmación que ya he hecho en este
capítulo, los cuatro primeros nomina sacra constituyen una expresión
particularmente llamativa de la configuración binitaria de la primitiva
devoción cristiana, de modo que la veneración por Jesús está modela-
da por la devoción a Dios y radicalmente vinculada a ella.
También he insinuado que, junto al códice, los nomina sacra debe-
rían ser incluidos entre los testimonios más antiguos de una «cultura»
material y visual que puede identificarse como cristiana 79 • Repitiendo
lo dicho en anteriores publicaciones, aunque los nomina sacra tal vez
impresionen menos que otros artefactos cristianos primitivos, como
las pinturas de las catacumbas, estas curiosas abreviaturas son también
expresiones visuales y materiales de devoción religiosa. De hecho, los
nomina sacra pueden considerarse un fenómeno híbrido que combina
de forma excepcional rasgos y funciones materiales y visuales. Estos
términos clave fueron escritos de una forma singular que pretendía
destacarlos visualmente (y reverentemente) del texto circundante.

79. L. W. Hurtado. Origin ofthe Nomina Sacra. 672-673: Id., Earliest E~·iden­
ce. 276-279. donde presto antención a un aspecto considerado mucho antes por F.
Dinkler. 1flteste christliche Denkmliler, 134-178 (esp. 176-178 ).
/.os «twmina sacra" /33

Recientemente. sin embargo. Christopher Tuckett ha puesto todo


esto en tela de juicio en un audaz trabajo que requiere un análisis
serio!!0 • Este autor tiene dos opiniones en el punto de mira. En primer
lugar. critica la tesis de David Trobisch según la cual los nomina
sacra constituyen un rasgo de una «edición» cristiana del siglo 11
del Nuevo Testamento (y del Antiguo) 81 ; también yo tengo algunas
reservas al respectox1 . No obstante. Tuckett también se opone a otra
hipótesis ampliamente aceptada -resumida y defendida en los párra-
fos anteriores-, según la cual los nomina sacra expresan la primitiva
devoción religiosa de los cristianos 83 • Frente a ella, Tuckett propone
que esta praxis gráfica surgió sencillamente como una «a_vuda para
los lectores [el subrayado es suyo], para auxiliar a quienes tal vez
no fueran tan avezados como los demás y así pudieran leer el texto
[¿de los escritos bíblicos?] más fácilmente» 84 • Es decir, sugiere que
las formas de los nomina sacra tenían por objeto simplemente servir

80. Ch. Tuckett. ((Nomina Sacra,, 444-458.


81. D. Trobisch, Die Endredaktion des Neuen Testaments, 16-31 (The First
Edition, 11-19). Ct: Ch. Tuckett, <<Nomina Sacra>>. 441-443.
82. Me parece que Trobisch está en lo cierto al mostrar indicios de los es-
fuerzos cristianos en el siglo 11 por distinguir la fe y la praxis cristiana. así como
por identificar textos que han de ser considerados Escritura. Pero a mi juicio este
proceso fue mucho más amplio y tardó mucho más tiempo en completarse de lo
que cree Trobisch. Aun así. también creo que Tuckett se equivoca al afinnar que a
menos que se pueda mostrar que los nomina sacra son «únicamente cristianos»
(es decir. que nunca se encuentren en manuscritos no cristianos o que «los no cris-
tianos no los usaran durante cierto tiempo»), no se puede sostener de forn1a válida
que la praxis de los escribas tuviese una función «en relacion con la identidad
grupal» (Ch. Tuckett. ((Nomina Sacra>>. 443). En este caso y en otros lugares de su
reflexión. Tuckett impone un criterio curioso y ahistórico. Durante los siglos 1y 11
d;C. ciertamente podemos ver emerger la identidad cristiana. si bien un considera-
ble número de personas podían todavía ser identificadas como <<cristianas» y como
<~udias», no sintiendo necesidad o deseo alguno de identificarse exclusivamente
lo
como uno o lo otro. Por ello. no debería sorprendernos que algunos manuscritos
muestren una combinación de aquellos rasgos que distinguen de fonna más clara
a· la praxis gráfica judía y/o cristiana. Además. decir que algo caracteriza detenni-
• o grupo no exige que no se den casos de ese fenómeno fuera de dicho grupo.
Como advertí al tratar sobre las afinnaciones de Treu y Kraft. el uso ocasional de
.-viaturas de ttF.ó~ o XÚQ~ en algunos manuscritos presuntamente judíos del si-
\' Jlolll o posteriores no se opone al uso muchisimo más amplio y sistemático de los
.~· ·~Mi71Qsacra en manuscritos indiscutiblemente cristianos. y difkilmente refuta la
idea de que los nomina sacra eran por lo general una tradición gráfica cristiana que
Probablemente se originó en su seno.
J _:-. 83. Ch. Tuckett, «Nomina Sacra>), 449-458.
84. /bid.. 455.
/34 Los primitivos papiros cristiano.\

de orientación a los lectores a lo largo de las páginas. Dada la impor-


tancia de la cuestión acerca del sentido y la función original de los
nomina sacra, me veo obligado a considerar su propuesta.
En líneas generales, Tuckett se centra en las variaciones e in-
coherencias en el comportamiento de los escribas, para así refutar la
idea de que los nomina sacra poseían algún tipo de sentido religioso.
No me queda perfectamente clara su lógica, pero examinemos los
datos. Sin duda, existe un número relativamente pequeño de curiosas
variantes como las que repasa Tuckett, conocidas perfectamente por
quienes habían estudiado los diferentes testimonios escritos!S 5• Sin
embargo, lo que Tuckett trata de hacer con dichas anomalías resulta
curioso y poco convincente a la vez. Si entiendo correctamente su
tesis, parece acercarse peligrosamente a la idea de que, dado que hay
un número relativamente pequeño de casos en que los escribas no
siguieron de forma coherente una convención, no existe tal. Obvia-
mente, si las «excepciones» son lo suficientemente numerosas y si la
praxis no es lo suficientemente regular, frecuente y ampliamente ex-
tendida, se podría discutir la afirmación de que se trata de una acción
«regular» o «característica». No obstante, y anticipándome a lo que
sigue, las innegables variantes y excepciones que Tuckett destaca no
tienen mucho peso frente al modo más ampliamente atestiguado de
tratar los nomina sacra en los manuscritos cristianos.
Por ejemplo, Tuckett señala algunos casos excepcionales donde
las palabras normalmente consideradas nomina sacra están escritas
íntegramente, para así cuestionar la afirmación de que las cuatro pa-
labras «primarias» ('h1aoü~, XÚQLOc;, ftEó~ y XQLmóc;) fueron «abre-
viadas de modo regular y sistemáticm)86 • Entre ellos encontramos:
una oración desconocida o un texto que sirve de amuleto (P.Oxy. 407;

85. Por ejemplo, cf. C. H. Roberts, Manuscripr. Society, and Belief. 27. nota
6, 83-84, y sección 5 de sus «Addenda» de «formas atípicas>> de nomina sacra; A.
H. Paap. Nomina Sacra. 113-115. así como un listado de palabras distintas de las
más conocidas, escritas de forma abreviada y/o con un trazo superpuesto. Roberts
también estudió P.Oxy. 656 y P.Oxy. 1007 como casos peculiares de manuscritos
bíblicos (ambos de Gn) en los que no se empleaban nomina sacra. Por citar otra
variante más en la praxis grática, PSI 7.757 (un fragmento de códice de papiro de
Bern 9. 1-6. fechado entre Jos siglos IV y V) contiene tanto 'Xt'Qlo; como ftfó~
abreviados mediante la inicial (y solo una vez aparece el trazo superpuesto soon:
la kappa). De todos modos, este manuscrito posee más curiosas irregularidades en
su escritura. C'f. R. A. Krafi, An Unnoticed Fragment of Barnabas.
86. Ch. Tuckctt. «Nomina Sacrtm, 436-439 (cita en p. 436).
Lo.\· 1<nomina sacra» /35

n. 0 216 del Apéndice 1, donde todos los nomina sacra están siste-
máticamente escritos en su integridad); fragmentos del El•angelio de
María (P.Oxy. 3525; n. 0 235 del Apéndice, donde hay un caso incier-
to de X'ÚQLE sin contracción); el fragmento de Michigan del Pastor
de Hermas (P.Mich. 130: n. 0 182 del Apéndice, con un caso de l~E4>
escrito íntegramente); y Pn (P.Bodmer VIII, n.<lS 166 y 168 del Apén-
dice, donde, además de muchas ocasiones en que es tratado como un
nomen sacrum, aparecen tres casos de XÚQLoc; sin abreviar en 1 Pe 3,
12; 2 Pe 1, 12; 2, 9; y otro en 2 Pe 2, 20, en el que el escriba colocó
un trazo superpuesto encima de XÚQLOll ). Tuckett cita asimismo P;2
(P.Ryl. 457; n. 0 126 del Apéndice), creyendo que posiblemente con-
tiene un par de casos de 'lr¡ooüc; en su integridad; P.Oxy. 656 (n. 0 4
del Apéndice, fragmentos de un códice de papiro de Gn con t}eóc; y
x'ÚQtoc; sin abreviar); y algunos casos en P45 (P.Chester Beatty 1; n. 0
105 y otros del Apéndice) y en P4t. (P.Chester Beatty 11: n. 0 137 y otros
del Apéndice), donde XÚQLoc; «queda sin abreviar»~ 7 •
Desafortunadamente, en algunos momentos Tuckett parece no
haber comprendido a los estudiosos que cita. Por consiguiente, los
datos que trae a colación no producen el efecto que pretende. Por
ejemplo, reprende a Roberts por descartar algunos de esos datos co-
mo excepciones a la «norma», observando a continuación -acerta-
damente- que «un amplio número de textos no 'bíblicos' emplean
el sistema [de los nomina sacra]» 88 • Esto implica que Roberts hizo
una especie de distinción casi absoluta entre las apariciones de los
nomina sacra en los textos bíblicos y en los no bíblicos. En cualquier
caso, lo que Roberts realmente afirmaba era que «las contracciones
[de los nomina sacra] aparecen en documentos [cristianos] así como
en manuscritos literarios, y cuando se presentan excepciones a la
regla -algo raro incluso en los documentos-, al examinarlas se des-
cubre que se dan en cartas privadas, oraciones o, por ejemplo, textos
mágicos, a menudo obra de un escriba aficionado o descuidado))ll9 •

87. Respecto al argumento de Tuckett de que Psz probablemente no contenía


el nombre de Jesús como nomen .wcntm. cf. su articulo p,_, ami Nomina Sacra. De
todos modos, ct: la refutación de Ch. E. Hill. Did the Scribe of'P,_. u~e the Nomina
Sacra?; y L. W. Hurtado. P.•: (PRyland<; Gk. 457) and the No'mina Sacra. En la red
se encuentran disponibles las imágenes en color de ambas caras de Ps=: http://www.
~ibrary.manchester.ac.uklspecialcollectionslcollections/stjohnfragment/.
88. Ch. Tuckett. ((Nomina Sacra». 437. nota 34.
89. C. H. Roberts. Manuscript. Society ami Belie,f; 27.
/3(, Los primitivos papims cristianos

Es decir, la «norma» de Roberts era que los nomina sacra son carac-
terísticos de la abrumadora mayoría de los manuscritos cristianos.
ya sean «literarios» (textos bíblicos y no bíblicos) o «documentales»
(es decir, textos subliterarios o no literarios como las cartas). Por
consiguiente, la observación de Tuckett de que las forn1as de nomina
sacra se encuentran en muchos textos no bíblicos, aunque correcta,
está sencillamente mal orientada9(,. Resulta importante. por lo tanto,
ser conscientes del sentido historico que los investigadores moder-
nos descubren en la práctica de los nomina sacra<~•. Enumero estas
cuestiones para que resulte más claro.
En primer lugar, desde fechas muy tempranas y en el conjunto de
los manuscritos cristianos, sean del tipo que sean, los cuatro epítetos
fundamentales aplicados a Jesús y a Dios son tratados como nomina
sacra con anterioridad y de una forma mucho más sistemática que las
otras palabras a las que se dispensó dicho tratamiento. Estas últimas
no aparecen tan temprano ni de un modo tan frecuente o sistemático
como Jos cuatro nomina divina.
En segundo lugar, en los textos cristianos esas cuatro palabras
son tratadas como nomina sacra de una forma mucho más sistemáti-
ca cuando sus referentes son Jesús y Dios (como mostraré en breve).
y no son tratadas como tales ni con la misma sistematicidad (incluso
en los mismos manuscritos) cuando poseen otros referentes. Esto su-
giere claramente que las formas especiales de esas cuatro palabras
surgieron primero como reflejos de la primitiva veneración cristiana
por Jesús y por Dios.
En tercer lugar. los nomina sacra son característicos de los textos
cristianos, si bien aparecen habitual y sistemáticamente en algunos
textos (los bíblicos sobre todo), y con menor regularidad y cohe-
rencia en otros (por ejemplo, la correspondencia privada, los textos
mágicos y los usados en la oración y la liturgia).
En cuarto lugar, tanto en textos bíblicos como en otros, algunos
escribas cristianos se muestran más coherentes que otros a la hora dt.•

90. Cf. también Ch. Tuckett. c<Nomina Sacra,, 442-443, donde cita nomintJ
sacra en copias de textos como el Pastor de Hermas, el Evangelio de Tomás y
P.Egerton 2. frente a la tesis de Trobisch de que la praxis de los escribas revela una
«edición)) del Nuevo Testamento del siglo 11.
91. En particular. las siguientes son las afinnaciones realizadas y reflejadas en
los principales estudios de Roberts y míos a los que Tuckett alude en su ensayo.
Los «nomina sacrcw 137

seguir la convención (o parecen estar más familiarizados con ella),


aunque la pauta predominante resulta clara e indica una praxis gráfica
que fue asimilada con asombrosa rapidez por todas partes.
Confrontados con estas afirmaciones más concretas, los datos que
Tuckett aporta se ajustan bastante bien y no contradicen nada esencial.
Por ejemplo, ni P.Oxy. 407 ni P.Oxy. 3525 son textos bíblicos, de mo-
do que no resulta sorprendente que contengan formas sin abreviar de
las palabras en cuestión. De hecho, muestran exactamente la diferen-
cia que surge al comparar los textos bíblicos cristianos con algunas
copias de textos no bíblicos que Tuckett duda en aceptar"~~. Se podrían
mencionar también otros ejemplos de manuscritos indudablemente
cristianos de textos no bíblicos en los que los nomina sacra son escri-
tos íntegramente o abreviados de forma bastante incoherente. aunque
son relativamente raros, como Roberts advirtió hace décadas"~ 3 •
Asimismo. tampoco es particularmente llamativo descubrir que
un determinado copista, que escribió las palabras en cuestión como
nomina sacra cuando los referentes eran Dios y Jesús, dejó ocasional-
mente de hacerlo en el mismo manuscrito; así como otros ejemplos en
los que un escriba trató algunas palabras como nomina sacra, incluso
cuando los referentes no eran los «sagrados» habituales. Especial-
mente en estos últimos, parece que el escriba no estaba plenamente
familiarizado con la convención de escribir las palabras como nomina
sacra y, por consiguiente, lo hizo de fonna mecánica sin pensar en los
referentes; o bien, simplemente, que en algunos momentos no pres-
taba atención a lo que estaba copiando94 • Especialmente en aquellos

92. Cf. Ch. Tuckett, «Nomina Sacra», 43 7 nota 34. Subrayo al comparar. por-
·c¡ue es lo que muestran los datos. De todos modos, el argumento de Tuckett parece
presuponer que la distinción debe ser absoluta para que exista. Pero ello no ha de
. tlpcrarse en el caso de una acción por parte de los escribas que no estaba regulada.
' ·tino que más bien se difundió (y desarrolló) como una convención, y entre copistas
::. . . diversos grados de habilidad, de familiaridad con la convención y de disposi-
. !:~n para experimentar.
' .~· 93. Por ejemplo, en una serie de cartas cristianas del siglo IV, los nomina
;~o no son abreviados en absoluto o lo son de turma irregular. Normalmente
rasgos de los manuscritos sugieren escribas con poca pericia, lo cual con-
it{.tiJileJ'(Iacon la opinión de Roberts. Para los textos y una retlexión al respecto. cf. H.
' .. . Jews and Christians in Egypt. 45-120.
·~ 94. Por ejemplo, en P.C'hester Beatty VI (Nm-Dt). hay casos en los que n:vt'Üfta
. ;escribe como nomen sacl'llm (derivando la praxis fundamental del uso del tér-
en referencia al Espíritu santo), aun cuando el referente es otro, como en Nm
(«espíritu celoso))), Nm 27. 16 («el Dios de todos los espíritus))) y Nm 27. IX
/38 Los primitivos papiros cristianos

manuscritos donde los nomina sacra aparecen de la fonna habitual,


las ocasionales excepciones seguramente se deban tomar simplemen-
te como tales.
A menos que tengamos expectativas poco realistas acerca de los
antiguos escribas (o no tengamos en cuenta que su destreza variaba
de unos a otros), no resulta tan extratio encontrar cierta variación e
incoherencia en su praxis 9 ~. La cuestión no es si existe una coherencia
absoluta, sino si es posible detectar pautas claras y una praxis gráfica
más característica. Un número relativamente pequeño de variaciones
e incoherencias no sirve para rechazar la conclusión de que había
una convención gráfica, aunque evidentemente con excepciones.
Por citar otro asunto curioso, Tuckett se centra en el tratamiento
que los escribas dan a av'ftQO>no; como piedra angular de su argu-
mento, citando su aparición a modo de nomen sacrum en algunos

( «Josué. un hombre que posee un espíritu recto»). según cita F. G. Kenyon. Nomina
Sacra in the Chester Beatty Papyri, 6. Ch. Tuckett, ((Nomina Sacra», 450-451. nota
82, cita otros casos de copistas que escriben palabras como nomina sacra cuando no
remiten a un referente «sagrado». Por otra parte, el trato de nomen .wcrum que al-
gunos escribas dispensan a 'hJ<JOü; (por ejemplo, P.Chester Beatty VI: cf. P.Chester
Beatty II/P4, en Heb 4, 8) en las referencias a «Josué>> debe contemplarse a la luz
de la creencia del cristianismo primitivo según la cual. como una acción profética
divinamente ordenada, esta figura había recibido el nombre del Hijo de Dios. Cf.
supra mi referencia a Justino, Dial. 75 en la nota 71 (y también L. W: Hurtado.
Lord Je.ws Christ, 564-578 [Seiior Je.mcristo, 721-730). Cf. Ch. Tuckett. ((Nomina
Sacra», 452. Parece injusta la acusación que Tuckett dirige contra Roberts de que
«asume sin pensar» que el tratamiento del nombre de Jesús probablemente reflejaba
la primitiva piedad cristiana. Roberts infirió lo que la mayor parte de los estudiosos
que han examinado los datos han mantenido, y lo único que Tuckett hace es adu-
cir que no lo «sabemos» con certe7.a. No obstante. podríamos preguntamos cuánto
«conocemos» de la historia en el sentido absoluto que él parece requerir. En cual-
quier caso, los únicos «testimonios primitivos» que Tuckett ofrece contra la opinión
común es el trato ocasional de 'h1ooü:; (Josué) como nomen sacrum en los textos
veterotestamentarios. Sin embargo. por las razones aducidas, esto apenas tiene la
suficiente fuerza como para justificar la reluctancia de Tuckett a aceptar lo que
la mayoría de estudiosos consideran como la inferencia más convincente.
95. Los mismos manuscritos de la antigüedad demuestran una amplia gama
en la formación y capacidades de los escribas en lo relativo al ductus, la ortogratia.
los errores (corregidos posteriormente por el mismo escriba o por otra mano) y
otras cuestiones similares. Asimismo. hemos de imaginar que la labor de copiado
se desarrollaba en circunstancias muy variadas. No resulta un alegato extraordi-
nario (como Tuckett desafortunadamente parece suponer en más de una ocasión)
considerar excepciones de una praxis predominante este tipo de variaciones oca-
siona1es.o menos frecuentes que cita. Se puede probar tal afirmación a la luz de los
testimonios de los manuscritos.
Los «nomina sacra» 139

manuscritos razonablemente tempranos: P.Chester Beatty VI (si-


glos 11-111 d.C.; n. 0 24 del Apéndice 1), P.Oxy. 1 (ca. 200; n. 0 228
del Apéndice) y P.Chester Beatty 11 (P4(l, ca. 200; n. 0 137 y otros del
Apéndice)')1'. Según él. existe una mayor incoherencia en el modo de
tratar este término, incluso por parte de un mismo escriba, de mo-
do que no aparece tan frecuentemente como nomina sacra como '1 11-
ooü;, xúQto;. 1<tEó; y XQLOTÓ~.
Normalmente, esto se considera como indicio de que avttQwJto~
fue aceptado relativamente más tarde que los nomina divina. y que. de
todos modos, nunca gozó de la misma posición en la praxis (y piedad)
de los escribas cristianos que los otros términos. Por el contrario, Tuc-
kett insiste en que estos datos pueden mostrar que en el más antiguo
estadio de los nomina sacra, la actuación de los escribas «no estaba
regulada, sino que presentaba una considerable diversidad»'~ 7 • En par-
ticular, Tuckett señala algunos ejemplos (si bien únicamente en unos
pocos manuscritos) donde avttQwno; está escrito como un nomen
sacrum, aun cuando su referente en tales casos no sea «sagradm> 98 •
Sin duda, los datos acerca de avttQwJto; manifiestan que no exis-
tia un «sistema» completo (con los quince términos aproximadamen-
te que fueron considerados nomina sacra de forma más o menos sis-
temática) que estuviese «regulado» para lograr cierta uniformidad
y coherencia99 • Antes bien, como ya he señalado, nos enfrentamos
a una práctica gráfica que parece haberse difundido en la medida en
que los escribas cristianos vieron copias de textos con los nomina
sacra; a su vez, esos copistas. en la medida de sus posibilidades, qui-
zá aprendieron intuitivamente, o quizá recibieron una cierta forma-
ción, muy limitada, por parte de otros escribas en los rudimentos de
lá praxis. Mi impresión es que al menos algunos escribas advirtieron

96. Ch. Tuckett. (<Nomina Sacra>), 450-452. Más ejemplos en P.Chester Beatty
~(P..,, ca. 200 d. C.), P.Bod. 11 (PM. ca. 200). el códice Freer de los profetas me-
~ (siglo 111) y un único ejemplo en P.Ryl. 463 (Evangelio de Maria. siglo 111),
p;Oxy. 1228 (siglo 111) y P.Ryl. 469 (tratado de los siglos 111-IV).
97. Ch. Tuckett, (<Nomina Sacrm>, 450.
. . 98. /bid.• 450-451.
99. Por repetir algo dicho anteriormente, se puede acusar a Roberts de pro-
poner que la praxis grática representada por los nomina sacra pudo haber sido
~ulgada por algún centro dotado de autoridad en la iglesia primitiva. en con-
~. ··~ Jerusalén ( Manuscript. Societ_\', and Belief. 44-45 ). No obstante. en los dos
~; .·-ptimeros siglos no existía un núcleo con el tipo de autoridad regional y los medios
~·· llecesarios para imponer esa práctica .
...
~~
/40 /.os primitivos papiros cristianos

sencillamente que determinadas palabras debían ser escritas median-


te abreviaturas y con un trazo superpuesto, mientras que otros no
comprendieron ni su función ni la técnica 100 •
El testimonio de los manuscritos sugiere que los escribas esta-
ban desigualmente familiarizados con la praxis y que poseían diver-
sos grados de destreza para tratar de forma inteligente estos térmi-
nos. Además, las palabras que debían considerarse nomina sacra
variaron y gozaron de cierta flexibilidad durante al menos los prime-
ros siglos. No obstante, el mismo conjunto de testimonios muestra
con bastante claridad que existía una coherencia mucho mayor en
algunas cuestiones, sobre todo en el tratamiento de los cuatro epíte-
tos clave que se aplicaban a Dios y a Jesús como nomina sacra. De
hecho, la variación y relativamente mayor inconsistencia en otros
aspectos hacen mucho más significativa la evidente regularidad y
coherencia en la escritura de esas cuatro palabras. Para confirmar
esto basta con consultar las tablas sobre su uso en los estudios de
Paap y O'Callaghan 101 •
Si la práctica de escribir cualquiera de los nomina sacra (incluyen-
do los cuatro epítetos «divinos») hubiese comenzado como un sim-
ple medio de orientar a aquellos cuya habilidad lectora era limitada y
posteriormente llegado a adquirir una connotación religiosa, espera-
ríamos que los datos mostraran el paso de una mayor inconsistencia
a la estandarización durante los primeros siglos 10~. Por el contrario, lo

1OO. Una idea semejante la comparten otros colegas que poseen mayor cono-
cimiento de la paleografía que yo, como Don Barker y Malcolm C'hoat (de la Uni-
versidad Macquarie). E. A. Judge-S. R. Pickering. Bihlical Pap~1 ri. 7-R, concluían
que. aunque «el respeto por ciertos términos jugó cierto papel» en el origen de la
praxis grática de los nomina sacra. «cosecharon una gran aceptación y se siguie-
ron por si mismos>>
101. A. H. Paap. Nomina Sacra, 6-127: J. O'Callaghan, <<Nomina Sacra», 71-
81. El análisis de Stuart Pickering de diversos papiros neotestamentarios publicados
después de los estudios de Paap y O'C'allaghan ponen de manifiesto las mismas
pautas: ct: S. Pickering. Recent(v Published New Testamenl Pa¡~vri. 58-60.
102. Ch. Tuckett, «Nomina Sacrw>. 453. sugiere que «en la medida en que
uno se remonta en el tiempo. el 'sistema' pudo haber estado menos organizado».
apuntando a P.Egerton 2. Sin embargo. lamento decir que en este caso Tuckett uti-
liza los testimonios de una forma selectiva. valorando este manuscrito por encima
de un conjunto mayor de pruebas, que muestran que desde los primeros manus-
critos algunas palabras son tratadas con mayor regularidad y están atestiguadas
en un número mucho mayor de casos. No se puede sostener su teoría apoyándose
solamente en P.Egcrton 2.
Lo.\· <otomina sacra» 141

que percibimos es la impresionante coherencia con que los escribas


trataron particularmente los términos 'fiEó~. XÚQI.O~, 'h1ooü~ y XQLO-
TÓ; desde los primeros ejemplos. Es verdad que se dan interesantes
variantes y cierta aparente experimentación (que viene sugerida sobre
todo por el número de palabras escritas abreviadas y con trazos su-
perpuestos en P.Egerton 2, algunas de las cuales no suelen ser consi-
deradas nomina sacra en otros manuscritos cristianos). No obstante.
hay también una clara pauta. una praxis fundamental muy regular.
relacionada especialmente con las cuatro palabras ya indicadas.
Dado que se trata de un tema muy importante. me permito pre-
sentar algunos casos representativos. Adviértase. por ejemplo. có-
mo el escriba de P46 (P.Chester Beatty 11, ca. 200 d.C.) normalmente
considera que 'h1ooüc; es un nomen sacrum cuando el referente es la
figura a quienes los cristianos veneran como Señor y Cristo. mientras
que escribe el mismo nombre de forma íntegra en aquellos lugares
donde remite a otro (un tal «Jesús llamado Justo»: Col 4. 11 ~ Josué:
Heb 4, 8). Asimismo. el copista escribe íntegramente el nombre en
2 Cor 11, 4. donde Pablo usa la expresión «otro Jesús». También re-
sulta significativo que el escriba de Po~ (París Supp.Gr. 1120~ n. 0 107
del Apéndice 1) escriba 'IT)ooüc; íntegramente en la genealogía (Le 3,
29}, donde designa a Josué, mientras que de fonna sistemática lo ha-
ce como un nomen sacrum cuando el referente es Jesús (por ejemplo,
cf. Le 3, 21.23 ). Además. como muestra Paap. el escriba de P,><> trata
i}eó; como un nomen sacrom (en la práctica totalidad de los casos re-
firiéndose a «Dios»). pero las formas plurales del término -que remi-
ten a otras deidades_: las escribe sin abreviar. La misma distinción se
aprecia también en P.Chester Beatty VIl (que contiene el texto de ls.
del siglo 111~ n. 0 67 del Apéndice). En los códices de los evangelios
(P4s) y de sari Pablo (P-«,) de la colección Chester Beatty. el escriba
por lo general distingue igualmente entre los casos en que 'X'ÚQto; se
refiere a Jesús y las formas plurales de la palabra (que remiten a otras
figuras o deidades). Un ejemplo llamativo es el tratamiento dado por
el escriba de P-«. a estos términos en 1 Cor 8, 4-6, donde encontramos
distintos referentes (coloco las formas de los nomina sacra en ma-
yúsculas para que resulte más fácil advertirlos):
Oubd; ec d ~l~ d;. ;mi yúg f.bEQ doiv AEyÓ~lfVOl ... l'tfOL rrol.i.oi
xai. XÚQLOL JtOMoi. ÚiJ... 'iJ~uv d; 8C Ó np E~ oÍ• tU rrávta xui fuu:I;
fi:; autóv. xui l'Í~ KC IHC XPC bt'oÚ TÚ mivtn xai1'uu:I:; bt' a\ltoü.
142 Los primitivos papims cristianos

No se trata de casos excepcionales, como cualquiera puede ve-


rificar consultando las ediciones publicadas de manuscritos cristia-
nos o revisando cuidadosamente los datos recopilados por Paap y
O'Callaghan 10 \ Y repito, para dejarlo claro, que la cuestión no es si
existen algunas variantes y casos ocasionales de una u otra variante.
sino si se perciben una serie de pautas claramente predominantes en
la praxis de los escribas.
Tuckett propone que las abreviaturas de ciertas palabras surgie-
ron simplemente como una «ayuda para los lectores». Sin embargo.
habría sido una solución extraña, espe.cialmente si se estaba pensan-
do en aquellas personas con una limitada competencia lectora. ¿Por
qué aumentar la dificultad de los textos introduciendo estas peculia-
res abreviaturas, que necesitaban descifrarse? 104 Además, si el ob-
jetivo era auxiliar a los lectores a orientarse en las páginas, parece
que hubiera sido más sensato escoger términos que presumiblemente
aparecieran en cualquier página y con mayor frecuencia, como x.ai.
Hay numerosas páginas en textos literarios cristianos donde no apa-
rece ninguno de los nomina sacra, lo cual significa que no servían
como medio de orientar a los lectores 10 ~.
Más aún, no necesitamos especular sobre los recursos que se
usaron en época romana para ayudar a los lectores con limitadas
capacidades. Los conocemos perfectamente y en ningún caso apa-
recen abreviaturas como los nomina sacra~<)(•. Existen manuscritos,
incluidos textos escolares, ejercicios de estudiantes y copias de obras
literarias con medios para facilitar la lectura. Entre ellos encontra-
mos: una escritura de gran módulo y cuidadosamente trazada, el uso
de trazos oblicuos (que parecen largos acentos agudos) para indi-
car grupos de palabras, el empleo de espacios, espíritus o acentos

103. Por ejemplo. cf. A. H. Paap, Nomina Sacra. 100-113.


104. Cf. Ch. Tuckett, ((Nomina Sacnw, 456-457. Reconoce una «posible di-
ficultad»(!) en su teoría en el hecho de que. en realidad. esas abreviaturas habrían
complicado la lectura en vez de facilitarla, pero se enfrenta a ella sosteniendo que
con el rasgo superpuesto las abreviaturas no resultarían tan difíciles (p. 456, nota
96). Ahora bien. ¿por qué habrían creado Jos escribas la dificultad que tales abre-
viaturas conllevan a primera vista'?
105. Por ejemplo. un rápido y limitado análisis de P-'5 (P.Chester Beatty 1)
muestra muchas páginas sin nomina sacra.
106. Cf. R. Cribiore, Gymnastics ofthe Mine/, 127-159, que se basa en su an-
terior trabajo: Writing. Teachers, and Students. Más brevemente, cf. l. Gallo. Grl!ek
and Latin Pa¡~vrology. 90-93.
Los «nomina sacrm> 143

(a veces colocados sobre cada palabra), la inclusión de puntos para


separar palabras, así como la aparición de apóstrofes e incluso de no-
tas marginales 107 • En algunos textos literarios en prosa, los escribas
emplean marcas de párrafo y otros signos de puntuación para marcar
pausas más largas o más cortas en la lectura en voz altaw!!. Además,
contamos con copias personales de textos literarios que fueron reali-
zadas por escribas profesionales y posteriormente marcadas por los
lectores 109 • Entre todos estos artificios, no hay nada que se parezca a
los nomina sacra.
Estos artefactos proporcionan un valioso testimonio que permite
conocer los rasgos de la escritura de los primeros manuscritos cris-
tianos, y parece que muchos textos, especialmente bíblicos, fueron
preparados para facilitar la lectura. Por ejemplo, los amplios márge-
nes, el gran módulo, el generoso interlineado, los espacios que sepa-
ran unidades de sentido y las diéresis sobre las vocales iniciales son
sin duda recursos empleados también en manuscritos no cristianos
.para hacer más sencilla su lectura. Sin embargo, no tenemos razones
para pensar que las abreviaturas llamadas nomina sacra tengan algo
que ver con esto. Por supuesto, cualquier cosa es posible, pero la
labor del historiador consiste en considerar qué es lo más probable y
qué se ajusta más adecuadamente a los testimonios conservados.
Incluso la propuesta de Tuckett convertiría a los nomina sacra en
·.una significativa innovación cristiana. Tal praxis supondría un nove-
doso recurso al escribir, que revela el interés por la lectura de textos
~• círculos cristianos. No obstante. todos los indicios apuntan a que
los nomina sacra son una praxis gráfica que refleja la primitiva fe
y piedad cristianas. Como concluyó Paap en su exhaustivo estudio,
·!el :singular tratamiento gráfico muestra que por lo general son «tér-
minos técnicos del cristianismo y brotan de un transfondo espiritual
. (00Jn'ÚJ1))110.
~·~~~~·Además,como ya he planteado. los nomina sacra parecen ser
~cularmente (quizás exclusivamente) un fenómeno visual. La su-
;p,encia de Roberts según la cual los lectores de textos bíblicos pu-
•. r . •

. : 107. Cf. R. Cribiore, Gymnastics ofthe Mind, 138-141, y las fotogratlas de los
.. factos en p. 135 y 150.
. •108. W. A. Johnson, The Function ofthe Paragraphus .
. ~109. Ejemplos en E. G. Tumer. Greek Manuscripts, pi. 14. 16 y 22.
' llO. A. H. Paap, Nomina Sacra, 123.
144 Los primitivos papiros cristianos

dieron realizar algún gesto de «homenaje» donde aparecen los nomi-


na sacra no encuentra corroboración, que yo sepa, en las prácticas
lectoras y cultuales del cristianismo primitivo 111 • Asimismo, esto no
explicaría en absoluto por qué dichas abreviaturas se difundieron tan-
to y tan rápidamente en todo tipo de textos, incluso en aquellos que
con seguridad no estaban destinados para la lectura pública en las
iglesias. Por el contrario, en la medida de nuestros conocimientos, los
nomina sacra fueron registrados solamente por aquellos que copia-
ban los textos y los tenían a la vista. Por esta razón he subrayado que
los nomina sacra pertenecen propiamente a la historia de la cultura
visual del cristianismo primitivo. De hecho, es posible plantear que
esta práctica gráfica es el más antiguo testimonio de tal historia, por
lo que posee una importancia singular.
Por tanto, aun cuando solo un limitado número de cristianos pu-
diesen leer lo suficientemente bien y responder a las exigencias de
los textos bíblicos, no deberíamos presuponer que eran los únicos
que podían encontrarse con los nomina sacra 112 • En una cultura co-
mo la grecorromana, donde la lectura y la escritura fueron tan impor-
tantes, incluso gente analfabeta o escasamente letrada tendrían una
alta estima por los textos y por quienes podían escribirlos y leerlos 113 •
De hecho, quizá para quienes eran incapaces de descifrarlos, los
textos podían poseer una cierta aura de misterio. Es perfectamente
plausible que muchos de los primeros cristianos analfabetos o es-
casamente formados contemplaran como un favor especial, e inclu-
so con admiración, aquellos textos que se consideraban escritura en
sus asambleas, y habrían aceptado la oportunidad de contemplar con
veneración las palabras escritas. Sugiero que los creyentes devotos

111. C. H. Roberts, Manuscript, Socie~v. and Belief, 35.


112. Cf. Ch. Tuckett, «Nomina Sacra>>, 446-447. Sin embargo. no considera
cuestiones como las que yo trato. Además. él se basa en W. Harris. Ancient Lite-
raq. para su visión del probable porcentaje de lectores de época romana. Cf. la
crítica a la obra de Harris en M. Beard e.a., Literacy in the Ronum World.
113. R. Cribiore, Gymnastics ofthe Mind, 163: «Lo que hizo del Egipto gre-
corromano una sociedad alfabetizada, pese a que la mayoría de la población era
analfabeta. fue el hecho de que incluso quienes no tenían acceso directo a la es-
critura debían enfrentarse a ella en su vida cotidiana. y reconocían el marco de las
convenciones y expectativas que lo regían». Cf. el énfasis de Cribiore. Gymnastics
(?lthe Mind. 159.177-17K en el uso más «improvisado e informal» de la escritura
y de la lectura en el Egipto grecorromano. en contraste con los anteriores periodos
en Egipto y con la Edad Media europea.
Los cmomina sacra>> /45

habrían solicitado que se les mostrara sobre todo el nombre de Jesús


y los otros epítetos fundamentales que se aplicaban a Jesús y a Dios.
Por consiguiente, el encuentro visual con los nomina sacra habría
sido una experiencia mucho más extendida, no limitada a quienes
podían leer en voz alta los textos en que se encontraban.
Quizá esto resulte excesivamente especulativo, y los únicos cris-
tianos visualmente familiarizados con los nomina sacra fueran los
que copiaban y leían los textos cristianos donde aparecen estas curio-
sas abreviaturas, que siguen, con todo, constituyendo una expresión
visual interesante y significativa de la primitiva piedad cristiana 114 •
Junto a ello, si -como creen la mayor parte de los exegetas-- esta
praxis se encuentra relacionada de algún modo con el especial trata-
miento gráfico judío del nombre divino, los nomina sacra también
reflejan la conexión histórica entre el primer movimiento cristiano y
su matriz religiosa judía.
Aunque ignorados o mal comprendidos por muchos estudiosos,
desde finales de la década de 1990 los nomina sacra han sido objeto
de mayor atención. Como muestra este capítulo, algunas cuestiones
siguen debatiéndose. A lo largo de las muchas décadas transcurridas
desde el influyente estudio de Traube, algunos presupuestos y teorías
han quedado invalidados, en la medida en que tenemos a nuestra dis-
posición más manuscritos y más antiguos para analizar. Independiente-
mente de la validez de las opiniones particulares aquí consideradas, in-
cluidas las mías, los nomina sacra constituyen un importante conjunto
de testimonios para todos los estudiosos del cristianismo primitivo.

5. Los «NOMINA sACRA»

Las contracciones aquí mostradas incluyen el nominativo y el ge-


nitivo como ejemplos del modo en que los sustantivos se abreviaban
en los distintos casos. Además, he escrito las palabras en mayúscula
Y con la sigma «abierta» para dar una impresión más próxima a su
verdadera apariencia en los primeros manuscritos.

114. No es una objeción válida contra esto indicar la sencilla naturale1.a de los
nomina sacra: abreviaturas con un trazo superpuesto. Lo que planh"' . es que ello
bastaba para destacar visualmente ciertas palabras. escribiéndolas de una lorma pe-
culiar, lo que las hacía tacilmcnte reconocibles incluso para quienes no sabían leer.
146 Los primitivos papiro.\· cristianos

a) Los cuatro epítetos más frecuente y sistemáticamente abreviados

1HCoyc. Por contracción: 1e, 1y, etc. Por suspensión: 1H. For-
mas mixtas: 1HC, 1HY, etc.
9€0C. Por contracción: ec, ey, etc.
KYP 1OC. Por contracción: KC, KY. Formas mixtas: KPC, KPY. etc.
xp 1CTOC. Por contracción: XC, xy, etc. Formas mixtas: xpc,
xpy, etc.

b) Otras palabras abreviadas con menor frecuencia y menos siste-


máticamente

nN€YM6.. Por contracción: nNO., nNI, etc.


o.N9Pillf10C. Por contracción: o.NOC, o.NOY, etc.
y 1oc. Por contracción: y e, yy, etc., o bien y 1e, y 1y, etc.
no.THP. Por contracción nHp (o np), npc, etc.
CTO.ypoc. Por contracción: crpoc, CTPN. etc., o bien cpc, CPN
(y de vez en cuando con el «estaurograma» que consideramos
en el capítulo siguiente).
60.Y€ 1h. Por contracción: hh ohM.
MHTHP. Por contracción: Ml-lP, MPO., MPC, MP l.
CillTHP. Por contracción: CHP, o bien, cwp, cpc, etc.
1 CPo.H>-.. Por contracción: 1HA..
1€POYCO.AHM. Por contracción: 1AHM.
oypo.NOc. Por contracción: oyNOc, oyoy, etc.
4
EL ESTAUROGRAMA

Otro enigmático fenómeno gráfico que encontramos en algunos


manuscritos cristianos primitivos es el llamado estaurograma (cf.
Apéndice 2. láminas 4-5) 1• Este singular recurso es un monograma
o ligadura formado por la superposición de la letra griega rho sobre
la tau. En el uso cristiano posterior, tau-rho es una de las diversas
ligaduras utilizadas para referirse a Cristo, por lo que a veces se de-
nominan «cristogramas» (cf. la lista de cristogramas primitivos al
final de este capítulo)2• El más conocido de todos ellos es con mucho
el compuesto por chi-rho, que todavía se utiliza frecuentemente para
marcar objetos como las vestimentas litúrgicas, además de mobilia-
rio y utensilios destinados al culto 3• Las demás ligaduras incluyen
iota-chi y iota-eta. El uso más conocido de cualquiera de estos sig-
nos a lo largo de los siglos ha sido el ser símbolos autónomos que
permitían reconocer algo como cristiano4 •
Dos aspectos en particular se destacan en este capítulo. En pri-
mer lugar, contrariamente a algunos presupuestos que han ejercido

l. Para este capítulo me huso en gran medida en mi estudio: L. W. Hurtado.


The Staurogram. Los estudios previos más destacados son: K. Aland. Bemerkun-
gen; M. Black, The Chi-Rho Sign: E. Dinkler-von Schubert. CTO.ypoc.
2. Cf. la reflexión sobre «abreviaturas y monogramas» en J. Finegan. Tire
Archaeo/ogy ofthe New Testamem, 352-355.
3. Por ejemplo, W. Wischmcyer. Christogramm uná Staurogramm.
4. En algunos casos tardíos (posconstantinianos). a veces se utilizaban juntos
dos o más de estos recursos. como en la inscripción cristiana de Armant (la antigua
Herrnonthis, en Egipto), donde en la parte inferior hay una rau-rlw y un ankh tlan-
queados en ambos lados por una chi-rlw. J. Finegan. The Archaeo/ogy ofthe New
Testamenr, 387-388, ofrece una fotografia y una breve reflexión. La datación de la
inscripción oscila entre los siglos IV y VI. Como ejemplo adicional, tanto la tau-rho
, QOmo la chi-rlw aparecen en el sarcófago del arzobispo Teodoro del siglo VI de San
~· Apolinar del Puerto (Rávena). Hay una totogralia en G. Bovini, Rawnna, 139.
14N Los primitivos papiros cristianos

un enorme influjo, parece que el primero de estos cristogramas fue


tau-rho (y no el más conocido chi-rlw ). En segundo lugar, y más
importante para este libro, el primer uso cristiano que conocemos no
es como símbolo independiente y en referencia general a Cristo, sino
en manuscritos datados en tomo al 175-225 d.C., donde sirve como
parte de la abreviatura de los términos griegos que significan cruz
(otaUQÓ~) y crucificar (ataUQÓ(l)), escritos como nomina sacra. Por
lo tanto, como han indicado estudios anteriores, es probable que en
este particular uso de tau-rho debamos percibir más concretamente
un estaurograma, es decir, una referencia visual a la crucifixión de
Jesús. Si es así, ello tiene consecuencias importantes para nuestra
visión de la historia de la primitiva piedad cristiana, así como para la
historia de la iconograt1a y el arte cristiano 5•

1. PRIMITIVOS CRISTOGRAMAS

Como contexto para considerar el tau-rho, en cualquier caso,


puede ser útil en primer lugar examinar de dónde derivan y qué uso
hacían los primeros cristianos de estos monogramas como referen-
cias a Jesús. Podemos empezar advirtiendo que. con la posible ex-
cepción de los iota-eta, todas estas ligaduras son en realidad recur-
sos precristianos asimilados por los primeros cristianos y dotados de
nuevo significado6 •
Técnicamente, un «monograma» es el entrelazado o combinación
de dos (o a veces más) caracteres alfabéticos, de modo que las le-
tras que componen el artefacto resultante remiten por lo general al
nombre o título de una persona. No obstante, tales ligaduras (también

5. Desarrollo aquí ideas que presenté más brevemente en L. W. Hurtado. The


Earlie.~t Evidence. 279-282. Trabajo sobre las observaciones de E. Dinkler. Signum
Crucis. 177-178; K. Aland. Neue Neutestamentliche Papyri 11 ( 1963-1964). espe-
cialmente 75-79; ( 1964-1965 ), especialmente 1-3.
6. Para testimonios y reflexiones adicionales sobre el uso precristiano y lltl
cristiano de estos recursos, cf. A. Blanchard. Sigles et ahbré\'iation:~: K. McNamce.
Abbreviatiom·; M. Avi-Yonah, Ahhreviatüms. E. Dinklcr-von Schubert. CTó.ypoc.
33-34, también repasa este tema. A mi juicio. el estudio más amplio de los antiguos
monogramas es V. Gardthausen, Das alte Monogramm, si bien la interpretación que
da de los primeros monogramas cristianos está claramente equivocada (especial-
mente p. 73-79), a luz de los testimonios manuscritos descubiertos posteriormente.
como se analiza en este capítulo.
El estaurograma 149

llamadas «nexos») pueden tener otros fines, sobre todo como abrevia-
turas de términos comunes. Por ejemplo, en los papiros griegos pre-
cristianos y no cristianos de época romana, chi-rho se usa para abre-
viar distintas palabras, incluyendo algunas fonnas de XQÓvo~. y en
las inscripciones griegas este nexo se encuentra como abreviatura de
!xaTovtUQXLa, f:xatovtaQXtl;. XLALUQXlJ~, y algunas otras palabras 7•
Además de la más conocida forma de la unión de chi y rho, en la que
una de las letras se superpone a la otra, hay otros ejemplos donde una
de las letras que lo componen está escrita justo encima de la otraN.
Por citar otro ejemplo primitivo no cristiano de la conocida forma
de este nexo, Randolph Richards llamó la atención sobre una chi-rho
en P. Mur. 164a ( lín. 11 ), un texto en escritura taquigráfica griega en
pergamino que, junto a los demás manuscritos descubiertos en Wadi
Murabba 'at, probablemente deba datarse en tiempos de la rebelión
judía de 132-135 d.c:> Una chi-rho también aparece en el margen
de un hypomnema (comentario) de un texto de la /liada de Homero,
fechado en el siglo 1 a.C., sirviendo aquí como signo de XQtlm:ov (in-
dicando los pasajes «útiles>> para formar parte de la antología) 10•
Asimismo, la combinación tau-rlw, el objeto de mi atención en
este capítulo, aparece en el uso precristiano y no cristiano, por ejem-
plo~ como abreviatura de tQ(ono~). tQ(t.axa~) y Tg(oxov6a~) 11 • Entre
otros ejemplos, lo encontramos en algunas monedas del rey Herodes
(37-34 a.C.), estando en este caso destinado a identificar tales mone-
das con el tercer año de su reinado 12 •
La combinación iota-chi fue una forma arcaica de la letra griega
psi, y en algunas ocasiones se empleó en monedas de época roma-
na (probablemente como un símbolo numérico). Además, existe una
obvia similitud con otros artefactos de seis puntas empleados muy

7. Por ejemplo. e f. P. Colella, Les abhré\•iations. quien habla del probable


· ::.lignificado de las marcas chi-rho en ánforas (no cristianas).
.. 8. Ejemplos citados por K. McNamee. Abbreviations. 118: A. Blanchard.
:&gks et abbré\·iations, 26. nota 36: y M. Avi-Yonah. Abhreviations. 112.
. 9. E. R. Richards, The Secretary in the Lelters ofPaul. 40-41. et: la descripción
. ~eta del manuscrito en P. Benoit et al .. Les grottes de Murabba "ilt. 275-279.
·r.t 10. E. G. Tumer, The Greek Manuscripts, lámina 58.
~'!.. ll. K. McNamee, Abbreviations. 119: M. Avi-Yonah. Abbreviativns. 105.
·~··· 12. B. Kanael. The Coin.\· l?{ King Jferod; Id., Ancient Jewish Coin.'l, especial-
p. 48. El uso de estos artiticios con el nexo tau-rlw también se advirtió en
~~:>s objetos de Dura Europos. siendo probablemente en algunos casos marcas
~lltc~1os. Cf. R. N. Frye etal.. lnscriptionsfrom Dura-Europo.,·. 191-194.
/50 Los primitil'os papims cristianos

frecuentemente con fines ornamentales en diversas culturas. actuan-


do a veces como estrellas estilizadas 13 •
En cuanto a la unión de iota y eta, según los datos que conozco,
todos los casos en que se utiliza son cristianos, por lo que pudo ser
una innovación. Este signo se compone de las mayúsculas de las
dos primeras letras del nombre 'lf]oouc; y claramente pretendía hacer
referencia a él 14 • De todos modos, hay nexos parecidos de otras letras
en documentos griegos no cristianos en papiro, como la combina-
ción de muy epsi/on (para ~Éyac;, ~EQÍc;. ~É-roxoc; y otros términos) 15 •
Por lo tanto, los cristianos pudieron emplear los primeros el nexo de
iota-eta como un monograma, pero los fundamentos de la técnica
los tomaron prestados de la praxis gráfica más general en la época.
El uso cristiano de otros nexos, por ejemplo, la estilizada ligadura
decorativa de seis puntas iota-chi para referirse a '1 rtoouc; XQw-róc;
pudo contribuir a la aparición de este recurso en particular. En cual-
quier caso, la técnica básica de combinar diversas letras para formar
un nexo era conocida por los lectores de aquel tiempo, especialmente
en los textos documentales y en las inscripciones.
Como ya indicamos, en el uso cristiano todos los monogramas
o ligaduras aquí tratados han servido para referirse a Jesús. Así, su
adopción por parte de los cristianos refleja el importante puesto de
Jesús en la primitiva devoción cristiana. expresando dicha piedad me-
diante estos curiosos recursosH•. Por ejemplo, el nexo chi-rho hace
uso de las dos primeras letras de XQta-róc;, convirtiéndose en uno de
los emblemas más conocidos y ampliamente usados de la tradición
cristiana 17 • Parece que iota-chi fue adoptado como una combinación
de las letras iniciales de '1 rtoou; XQto-róc;, sirviendo igualmente como
un mero recurso para referirse a él, al igual que el nexo iota-eta 1s.

13. Para los ejemplos y el estudio, cf. M. Sulzberger. Le !i:vmhole de la croíx.


394-395, quien también cita a Gardthauscn. Da.~ alte Monogramm. 76-77.
14. M. Avi-Yonah. Abhre,•iations, 72.
15. A. Blanchard. Sig/es et abhréviations, 4.
16. Especialmente. cf. L. W. Hurtado, Lord Jesus Christ.
17. Por ejemplo, nótese el uso de chi-rho en la inscripción de Trisomo en las
catacumbas de Priscila (Roma), una oración a Dios, cuya última línea reza: (((lOI
ból;u EV l i ]». Para el texto completo y su estudio, cf. Finegan. The Archaeology.
380. Para otros ejemplos. ct: M. Burlachcchi, Sul/'ww pre-costantiniano del mo-
nograma greco di Cristo.
18. Por ejemplo. la iota-chi de un sarcófago del siglo VI (con corderos y laurel 1
de san Apolinar del Puerto de Rávcna (la fotografiase encuenta en Bovini. Ral'ell-
El estamvgrama /51

Más aún, es importante advertir que todos estos nexos constituyen


fenómenos visuales. Así pues, igual que he sugerido para los nomina
sacra, estos signos servían de referencias llenas de veneración por
Cristo en la primitiva tradición cristiana, que los dotó de una cierta
función y significado iconográfico con los que hemos de contar. De
hecho, junto a los nomina sacra, los primeros usos de estos recursos,
que nos llevan a finales del siglo 11 y probablemente antes, represen-
tan la más antigua expresión conocida de lo que podemos denominar
una «cultura visual» cristiana. Me ocuparé de ello más adelante. Pero
en el caso del uso cristiano del monograma tau-rho hay algunas pecu-
liaridades de interés que requieren un examen más detenido.

2. EL ORIGEN DEL ESTAUROGRAMA

Lo primero que debemos subrayar es que, mientras que todos los


demás nexos mencionados son verdaderos monogramas, en los que
las letras que los componen remiten directamente a Jesús, ya sea por
su nombre o por un título cristológico, el uso cristiano de tau-rho
no deriva de ello ni tiene esa función. Las letras que lo fonnan ni
derivan del nombre de Jesús o de alguno de los títulos cristológicos
más conocidos, ni se refieren a ellos. En realidad, en la tradición cris-
tiana, los dos componentes de este signo no parecen remitir a palabra
alguna, por lo que en sentido estricto tau-rho no es un monograma.
Asf pues, ¿por qué adoptaron los cristianos este particular nexo? 19
Además, aunque tau-rho parece haber sido empleado posteriormente
como un reverente símbolo independiente de la figura de Jesús, o qui-
zá sencillamente como un emblema destinado a identificar algo como
cristiano, ¿cuál fue su función y sentido original, y cuándo puede ha-
ber aparecido por vez primera en la tradición cristiana?
•·,,...
~~· ;ltQ, 138). J. Finegan. The Archaeo/ogy C?f the New Testament. 379-380. estudia un
'· ~llano pintado en las catacumbas de Priscila que parece incluir el nexo iota-era. pero
f• '•·este caso el trazo horizontal se extiende a través de Las letras. sobrepasándolas.
:dando la impresión de ser tres cruces del mismo tamaño conectadas entre sí.
~·: . ·· · 19. Cf. E. Dinkler-Von Schubert. CTO.ypoc. 32, quien consideraba que la
Jespuesta a dicha pregunta no se encontraba más próxima después de décadas de
: lllbajo por parte de los estudiosos. Reconoz.co las dificultades que conlleva. como
·.~de manifiesto la siguiente reflexión. Sin embargo, no creo que carezcamos
'~completo de pistas. y me parece que podemos identificar una probable asocia-
_-lión elemental de este nexo en el primitivo uso cristiano.
/52 Los primitil'Os papiros cristianos

El testimonio más importante, y ciertamente el primero. son al-


gunos manuscritos cristianos muy antiguos 20 • Comencemos con el
papiro Bodmer 11 (PM; n. 0 115 del Apéndice 1; cf. Apéndice 2, lámina
6), fragmento de un códice del evangelio de Juan (con Jn 1-14 rela-
tivamente bien conservados y el resto, hasta el capítulo 21. en una
condición muy fragmentaria). datado paleográficamente hacia el año
200 21 • En este códice el sustantivo otauQÓ¡; (que aparece en tres oca-
siones) y el verbo OTUUQÓW (que aparece al menos siete) se escriben
abreviadamente, con la tau y la rho formando un nexo. En todos los
casos la frase en la que aparece el sustantivo o el verbo remite a la
cruz o a la crucifixión de Jesús 22 •
Asimismo, en P, 5 (n. 0 108 y n. 0 114 del Apéndice 1; fechado en
la misma época), con fragmentos del evangelio de Lucas (P.Bodmer
XIV) y del evangelio de Juan (P.Bodmer XV), existen más ejemplos
del nexo tau-rho en abreviaturas de las dos mismas palabras griegas
(Apéndice 2, láminas 4-5)v. Sin embargo, la praxis gráfica de este
manuscrito no es tan coherente como la de P66. En las tres ocasiones
en que aparece otaUQÓ~ en los fragmentos de Lucas de P7~ (Le 9, 23;
14, 27; 23, 26), la palabra está escrita de forma abreviada, y en dos
de esos casos (Le 9, 23; 14, 27) también se emplea el nexo tau-rho 24 •
Por otro lado, de los seis ejemplos del verbo otaUQÓW, la palabra
está abreviada dos veces (Le 23, 33; 24, 7) y en los otros cuatro casos
aparece escrita íntegramente (Le 23, 21 [dos veces].23; 24, 20). En

20. K. Aland fue el primero que llamó la atención de los exegetas sobre estos
testimonios en los artículos titulados Neue Neutestamentliche Papyri 11.
21. V. Martín, Papynts Bodmer 11: ld., Papyrus Bodmer 11. Supplément: V.
Martín-J. W. B. Barns, Papynts Bodmer 11. Supplément.
22. K. Aland, Neue Neutestamentliche Papyri 11 ( 1963-64) 75. identifica al-
gunos casos en PM donde 01"UVQÓ~ está abreviado y posee este nexo tau-rho en Jn
19. 19.25.31. y abreviaturas de <JTatiQÓ(I) con esta unión en Jn 19, 6 (tres veces).l5
(dos veces ).16.18. así como otros posibles ejemplos en Jn 19. 17 .20. C f. los casos
identificados por Martín y Bams en la edición corregida y aumentada de Jn 14-21
en PM: formas de <JTUUQÓ~ en Jn 19, 19.25, más otro restituido como cede los más
probables» en Jn 19, 18. y las formas de OTUUQÓW en Jn 19, 6 (dos casos).l6. H~.
más una posible restitución en Jn 19, 20. Mi propio examen de las fotos publicadas
en la edición de 1962 me permitió verificar claros ejemplos del nexo en abreviatu-
ras de mut'QÓ~ en Jn 19. 19.31 y de OTUVQÓ<u en Jn 19, 15.16.18.
23. V. Martín-R. Kasser. Papvms Bodmer XIV.
24. Las atirmaciones de Le 9. 23: 14. 27 presentan a Jesús pidiendo a sus
discípulos que «tomen» y «carguen» con su cruz. No obstante, en cada caso existe
una clara referencia implícita a su crucifixión.
El e.\'taurograma /53

p,~ el único caso de tau-rho en una abreviatura de oTaugóo> se en-


cuentra en Le 24, 725 •
En estos ejemplos de aTaugóc;; y maugÓ{l> (en cada caso con un
trazo horizontal sobre la abreviatura), los copistas extendían a estas
palabras la praxis abreviativa especial, típicamente cristiana, de los
nomina sacra. Sin embargo, según advirtió Kurt Aland, por lo me-
nos basándose en estos dos tempranos manuscritos, parece que en el
caso de maugóc;; la práctica cristiana de escribirlo como un nomen
sacrum pudo haberse consolidado más firme y rápidamente que en el
caso del verbo oTavgów 26 •
Como testimonios adicionales, deberíamos indicar que en el frag-
mento de Viena de P45 (fechado entre el 200 y el 250), en Mt 26, 2
-el único lugar conservado en que aparecen el nombre o el verbo
mencionados-, la forma verbal mavQw-ttf)vat («ser crucificado») se
escribe abreviada y con el nexo tau-rho 27 • Incluyendo este caso, te-
nemos tres manuscritos cristianos de principios del siglo III con este
curioso recurso, usado en todos del mismo modo, es decir, conside-
rando las palabras griegas que significan «cruz» y «crucificar» como
nomina sacra.
Resulta improbable que estos tres manuscritos revelen los pri-
meros usos cristianos del nexo tau-rho. Hemos de suponer que ya
babia formado parte de la tradición cristiana durante cierto tiempo
para que los copistas de estos textos lo usaran (aparentemente de for-
ma independiente)28 • Obviamente, esto significa que debemos datar
la adopción inicial de este signo en una fecha tan temprana como las
últimas décadas del siglo 11, y muy plausiblemente algo antes. Resulta
interesante preguntarse si los primeros en usarlo fueron los copistas

25. V. Martin-R. Kasser, Papyn1s Bodmer XIV, 18; K. A1and, Neue Neutesta-
mentliche Papyri 11 (1964-1965). 2. Los fragmentos de Juan conservados en p,~
(P.Bod. XV) no incluyen ningún caso de OTUUQÓ~ ni de otaugów.
26. K. Aland. ibid.
27. H. Gerstinger, Ein Fragment, 69. El fragmento (Mt 25.41-26. 39) forma
parte del papiro 1 de la colección Chester Beatty (VH 3 71 ), treinta folios de un
.. códice que originalmente comprendía los cuatro evangelios (en el orden «occiden-
' · :tal») Y Hch. Cf. especialmente T. C. Skeat, A CodicolcJgical Ana~ysis.
28. Pese a que los tres manuscritos se datan en un periodo más o menos pare-
cido, las diferencias en la caligratia. así como otros rasgos. apuntan a que P4~. P~>~>
.·'Y P, deben derivar de tres ambientes distintos, lo que significa que probablemente
,:los copistas trabajasen de forma independiente. Cf. especialmente J. R. Royse.
· l'Scribal Habits.
/54 Los primiti\'0.\' papiros cristianoJ

de manuscritos cristianos cuando escribían las palabras cruz o cru-


cifixión, o si existió algún uso cristiano anterior y más generalizado,
fuera de los manuscritos. Desafortunadamente, no conozco ningún
testimonio definitivo para resolver la cuestión. Lo que resulta claro es
que P4~. PM y P1s nos ofrecen los primeros ejemplos cristianos conoci-
dos del nexo tau-rho, y en todos esos casos se emplea en referencias
a la cruz o a la crucifixión de Jesús (o a la llamada que hace a los
discípulos para que tomen sus cruces en respuesta a su crucifixión).
El testimonio de los manuscritos obliga a reconsiderar algunas
ideas sobre los primitivos monogramas cristianos de Jesús. como las
propuestas por Max Sulzberger, así como a insistir en que cualquier
historia de los primeros símbolos cristianos debe tener en cuenta es-
te signo especiaF 11 • Frente a la tesis de Sulzberger, resulta absoluta-
mente obvio que el monograma cristiano compuesto por tau-rho no
surgió por vez primera en el periodo posconstantiniano y probable-
mente no derivó del uso cristiano anterior de chi-rho30 • Antes bien,
en P4s, P66 y P:s encontramos el uso de tau-rho mucho antes que los

29. M. Sulzberger, Le s_vmbole de la cmix. Un esquema muy parecido de la


evolución de los monogramas cristianos fue expuesto previamente y con mayor
brevedad por L. Spence, Cmss. También debe corregirse el estudio de M. Alison
Frantz, The Provenance of the Open Rho, especialmente p. 10- 1l.
30. Sulzberger planteó además otras tesis que han ejercido gran influencia.
pero no son correctas a la luz de lo que ofrecen los manuscritos. A firmaba (Le sym-
bole de la cmix, 366) que el primer símbolo cristiano de la cruz de Jesús era la chi.
no la tau; que, por lo general, «no se encuentra ni cnaz, ni monogramas de Jesús, ni
representaciones de la Pasión antes del siglo IV» (p. 371 ); que posiblemente, con
raras excepciones, no existen representaciones directas de la cruz de Jesús antes de
Constantino (p. 386); que iota-chi es el primer monograma cristiano atestiguado,
y que ni chi-rho ni tau-rho pueden fecharse con anterioridad al siglo IV (p. 393).
Ciertamente Sulzberger escribió antes de que los papiros de las colecciones Ches-
ter Beatty y Bodmer estuviesen a disposición de los exegetas, y se basó sobre todo
en datos epigráficos, pero muy escasos. Con los datos que tenía a mano. observó:
«Llama la atención que. en los papiros cristianos. no se encuentre ni una cruz ni un
monograma antes del siglo V» (p. 446). De todos modos. no puede ser excusado
por completo. Incluso con lo que conoció, tenía motivos para cuestionar sus ideas.
Sin embargo. parece que dejó que una elegante teoría determinara cómo manejar
los testimonios. en vez de modelar su teoría para ajustarla a las pruebas. Por citar
un ejemplo notable, al considerar una primitiva inscripción cristiana de Egipto que
termina con una tau-rho flanqueada por la letras alfa y omega. optó por asumir
que estos elementos se aí'iadieron «apres coup» (p. 376-377). Los códices P4'· P,., y
p,~ confirman claramente que se trataba de un grave error. El influjo de este denso
artículo se refleja en las obras de muchos otros historiadores del primitivo arte
cristiano; por ejemplo, C. R. Morey, Ear~v Christian Art. 128.
El estaumgrama 155

ejemplos datables del empleo de chi-rho, ¡y mucho antes de Cons-


tantino! De hecho. como Aland señaló hace varias décadas, a la luz
del testimonio de los manuscritos. el. primer monograma de Jesús
parece haber sido tau-rho y no chi-rho 31 • Además. y con igual impor-
tancia, los ejemplos del nexo tau-rho en estos manuscritos. los más
antiguos usos cristianos conservados, nos ponen de manifiesto que el
nexo sirvió en este periodo primitivo no simplemente como un sím-
bolo general de Jesús, sino más concretamente como una referencia
reverente a su muerte32 •
Hace varias décadas Jean Savignac señaló que estos testimonios
manuscritos que revelan la prioridad cronológica de lclU-rho sobre chi-
rho anulaban la idea de Sulzberger sobre el origen del uso cristiano de
estos dos nexos. No obstante. la propuesta de Savignac no me parece
más convincente. Basándose en la frecuentemente citada inscripción
cristiana de Armant (siglo IV o después), que presenta una tau-rho y
el ankh jeroglífico flanqueado por dos nexos de chi-rho. sugirió que
la adopción de la tau-rho derivaba de su semejanza visual con el ankh
(un símbolo de «vida»). Propuso además que el ankh había sido adop-
tado por los cristianos de Egipto, tal vez por ciertos grupos valenti-
nianos33. Savignac reconocía que, en general. los primeros cristianos.
sobre todo aquellos cuya fe estaba más influida por el monoteísmo
judío, pudieron resistirse a adoptar un símbolo religioso pagano como
el ankh. No obstante, teniendo en cuenta la aparición de un ankh en
la última página de la copia del Evangelio de la Verdad en el códice
Jung, y adoptando la opinión generalizada de que este texto deriva de
cfrculos valentinianos. Savignac concluyó que este grupo pudo haber
estado más dispuesto a adoptar este antiguo símbolo egipcio de la
«vida», interpretándolo como una referencia a la vida dada en Cristo.
Existen, en todo caso. varias dificultades en estas propuestas.

31. Limito mi atención aquí al uso de estos nexos. no pudiendo ocupanne de


cuestiones más generales en tomo a otros simbolos cristianos primitivos. entre los
que destaca el pez. incluido el anagrama IXSYI (hlooüc; XQtOTóc; 8F.Oü Yt'oc;
»antQ), que probablemente se remonta al siglo 111 a.C. o incluso antes. Respecto
_ a este anagrama, cf. G. F. Snyder. Ame Pacem. y F. J. D~lgcr, IXSYI.
;· 32. K. Aland. Neue Testamentliche Papyri 11 ( 1963-1964 ). 78.
~· 33. J. de Savignac. /.es papyrus Bodmer XIV c~t XJ'. 51. Mucho antes. Gard-
•·· tbausen, Alte Monogramm. 7-8. había propuesto que chi-rho era el monograma
~: ·cristiano más antiguo. y que el posterior uso de tcm-rlw derivaba del ankh. Todo
r· •no ha sido refutado por el testimonio de los primeros manuscritos cristianos.
/56 Los primitivos papims cristimws

En primer lugar, su tesis fundamental no tiene en cuenta adecua-


damente la cronología. De hecho, los primeros usos cristianos del
símbolo del ankh que pueden constatarse son muy posteriores a los
usos del nexo tau-rho en P66, P1s y P4s 14 • Por consiguiente, hacer de-
pender el uso del nexo tau-rho de un uso, supuestamente anterior, de
ankh, no se justifica históricamente. Siempre es mejor elaborar una
teoría que esté modelada por las pruebas. Si existió alguna relación
causal entre la adopción cristiana del ankh y el nexo tau-rho (y no
queda del todo claro que se diera), los datos cronológicos hacen más
plausible que la propuesta de Savignac deba ser invertida. La adop-
ción del ankh pudo haber derivado de su semejanza visual con el
nexo tau-rho, que parece haber sido el primero en ser asimilado. En
cualquier caso, la relación secuencial entre la adopción por parte de
los cristianos de la tau-rho y la del ankh es ciertamente la contraria a
la expuesta por Savignac.
Existe un segundo problema en su propuesta, que no le afecta so-
lo a él. Es erróneo suponer que la aceptación cristiana de los diversos
monogramas de Jesús tuvo que originarse a partir de uno en concre-
to, del que derivaría la adopción de los demás. Creo que esta premi-
sa, insuficientemente analizada, contribuyó a los juicios erróneos de
Sulzberger y Savignac, llevándoles a plantear sus respectivos esque-
mas evolutivos, aun cuando los testimonios que tenían disponibles
cuando escribieron no respaldaban sus teorías.
¿Por qué deberíamos suponer que existió un monograma de Jesús
primigenio a partir del cual se desarrollaron los demás? 3 ~ Al menos

34. K. Aland. Neue Testamelllliche Papyri 11 ( 1964-1965 ). 2-3. discutía si real-


mente podía leerse un ankh en la última página del códice Jung. Independientemen-
te de cuál sea la lectura válida de este particular manuscrito. el símbolo del ankh
aparece indiscutiblemente en otros lugares de los textos de Nag Hammadi, particu-
lannente en la cubierta de cuero del códice 2 y al final del texto titulado «Oración
del apóstol Pablo». Otros artefactos, como la inscripción de Annant mencionada an-
terionnente. reflejan claramente la adopción cristiana del ankh entre los siglos IV y
VI. Sin embargo. esta asimilación no parece estar especialmente conectada con los
círculos valentinianos. Aunque algunos de los textos de Nag Hammadi pudieron ha-
ber surgido en grupos «gnósticos)) grecoparlantes. los manuscritos coptos del siglo
IV de la colección de Nag Hammadi probablemente fueron preparados por escribas
monásticos que tenían una fuerte tendencia a la ascesis. pero no necesariamente
«valentinianos)). Por ejemplo. cf. la reflexión de J. M. Robinson en la introducción
a los estudios por el editados en The Nag Hammadi LibraiJ'. 10-22.
35. ¿Aceptar ingenuamente este esquema es simplemente un indicio de có-
mo los conceptos darwinianos de evolución unilineal se han convertido de talma-
El eslcmmgrama /57

resulta razonable considerar que el uso cristiano de los diversos mo-


nogramas de Jesús refleja la adopción cuasi-independiente de algu-
nos de los múltiples nexos precristianos y no cristianos. que fueron
incorporados porque se percibió su capacidad para expresar la fe y
la piedad cristianas 36 • Según hemos visto. con la posible excepción
de iota-eta. todos estos nexos eran anteriores al cristianismo y, por
lo tanto, estaban a su disposición. Lo único que se necesitaba era que
un cristiano los percibiera bajo una nueva luz. descubriendo su capa-
cidad de servir como una referencia visual a Jesús y a la fe cristiana.
Por supuesto, es en principio posible que la adopción inicial por parte
de los cristianos de una de esas ligaduras les estimulara a incorporar
las demás. Pero no es más que una posibilidad. Independientemente
de lo que ocurriera, ni siquiera este escenario implica que los distintos
monogramas de Jesús se desarrollasen a partir de uno inicial, como
presumían Sulzberger y Savignac (y otros).
Resumiendo lo fundamental de los datos cronológicos, los pri-
meros usos cristianos de tau-rho son considerablemente anteriores
a los ejemplos atestiguados de los demás nexos. Esto basta para que
sea improbable que la adopción por parte de los cristianos de tau-rho
se viera influida por el uso anterior de las otras ligaduras. De hecho.
la cronología sugiere que tau-rho pudo haber sido el primero de los
nexos que se incorporaron en el cristianismo primitivo para referirse
a Jesús. Tampoco es probable que el uso cristiano más antiguo de
tau-rho se derive del empleo del ankh. pues este símbolo está atesti-
guado en los testimonios cristianos mucho más tarde .
.Quiero insistir en el hecho de que. a diferencia de los otros nexos,
el tau-rho cristiano no era un monograma desde un punto de vista fun-
cional. Es decir, frente a los otros signos, tau-rho no procede del nom-
bre de Jesús o de los títulos empleados por los cristianos para destacar
su importancia. ni remite a ellos. Esta es una razón más para dudar de

nera en parte de la cultura intelectual occidental que suponemos que la explicación


«histórica» de algo ha de seguir esas líneas?
36. Por «cuasi-independiente» quiero decir que la adopción de los distintos
nexos como monogramas de Jesús tuvo lugar obviamente en círculos cristianos.
que en mayor o menor medida compartían aspectos de la fe y la piedad. Además.
sin duda los cristianos se esforzaron por interrelacionarse con otros grupos. tanto a
nivel local como regional. Por ello. si un determinado nexo fue adoptado primero
por algunos cristianos. bien pudieron haber sabido si su grupo u otros círculos
cristianos habían incorporado otras ligaduras.
/51/ Los primitivos papiros cristianos

que la adopción cristiana de tau-rho derive de un uso supuestamente


anterior de los otros nexos, que están formados por letras que remiten
directamente a «Jesús>> o a los títulos cristológicos.
Además, en la primitiva tradición cristiana, tau-rho es el único de
estos nexos que aparece como parte de palabras escritas como nomina
sacra (a'ta'UQÓ~ y a'ta'UQÓm ). Esto significa que tuvo una función dis-
tinta como símbolo en el cristianismo primitivo. En realidad. la res-
puesta satisfactoria sobre cómo comenzaron los cristianos a emplear
tau-rho probablemente esté vinculada con su primera función.

3. fUNCIÓN Y SIGNIFICADO

En los más antiguos ejemplos de tau-rho, estas letras son dos de


las que conforman los términos griegos que significan «cruz» y «cru-
cificar». Pero ello, en sí mismo, probablemente no explique la razón
por la que los cristianos adoptaron este nexo ni su función y significa-
do original en el cristianismo. Los primeros testimonios manuscritos
(citados más arriba) muestran que la escritura de esas palabras griegas
en cuestión como nomina sacra no conllevaba de modo sistemático
el uso del nexo tau-rho. Esto sugiere claramente que los dos fenóme-
nos, la redacción de «cruz» y «crucificar» como nomina sacra y la
adopción de tau-rho. surgieron de forma independiente.
Disponemos de una explicación más probable del origen y prime-
ra función de tau-rho. Sabemos que la letra griega tau fue dotada de
simbo) ismo por los cristianos desde fechas muy tempranas. en con-
creto como una referencia visual a la cruz o crucifixión de Jesús. En el
capítulo anterior hablamos de Bern 9, 7-9 (fechado en algún momento
entre el 70 y el 130 d.C.), donde el autor comenta la historia del resca-
te de Lot por parte de Abrahán con un grupo de trescientos dieciocho
siervos (Gn 14, 14 ). y dice que este número está representado por las
letras griegas T 1H. Recuérdese que el autor interpreta que las letras
iota y eta (las dos primeras letras de 'h1aoü~) remiten a Jesús, siendo
la letra tau una referencia y una predicción de la cruz de Jesús 37 •

37. Esta lectura del número en Gn 14. 14 está claramente atestiguada. por
ejemplo. en el manuscrito de Gn de la colección Chester Beatty (Chester Beatty Pa-
pyrus IV. Rahlfs 961, siglo IV d.C.). y casi con toda seguridad se usó en un antiguo
fragmento de Gn, P.Yalc 1 (P.Yale inv. 419, VH 12, datado en un abanico temporal
El estaurograma 159

Poseemos otro testimonio que confirma que en el siglo 11 los cris-


tianos veían la letra griega tau como un símbolo visual de la cruz de
Jesús. De hecho, Justino Mártir (1 Apol. 55) señala que los cristianos
del siglo 11 podían descubrir alusiones visuales a la cruz de Jesús prác-
ticamente en cualquier objeto con una figura más o menos semejante
a una T (por ejemplo, el mástil de un barco con una verga, un arado
o cualquier herramienta que tuviera algún tipo de travesaño, la figura
humana de pie con los brazos extendidos e incluso la cara, con la
nariz formando un ángulo recto con los ojos) 3w. En otro pasaje fasci-
nante (1 Apol. 60), Justino cita una frase del Timeo de Platón, EXLUOEV
airtov ev tt!J navtL (<do colocó formando una X en el universo»), de
la que Justino se apropia como una referencia a Jesús («relativa al Hi-
jo de Dios»; 1 Apol. 60, 1). El verbo exíaoev sugiere la forma de una
chi, pero Justino sostiene ( 1 Apol. 60, 2-5) que Platón obtuvo la idea
al malinterpretar el relato en el que Dios mandó a Moisés levantar un
objeto de bronce para que los israelitas que habían sido mordidos por
las serpientes sanaran (N m 21, 8-9). Justino afirma que Platón creyó
equivocadamente que el objeto hecho por Moisés tenía forma de chi,
cuando de hecho su figura era la de una cruz (<navQóc;) 39 • A la luz de
los anteriores comentarios de 1 Apo/. 55 sobre los objetos en forma
de cruz, podemos decir que Justino, casi con toda seguridad, también
aquf estaba pensando en algo en forma de T, al sostener que el objeto
de bronce de Moisés tenía «la figura de una cruz» 40 •

entre principios del siglo 11 y el siglo 111). Aunque en este manuscrito existe una
laguna en ese punto. el espacio no resulta adecuado para incluir el número escrito
en palabras, como yo mismo pude constatar al examinar el fragmento en febrero
de 2005. La probabilidad de que el número escrito fuese T 1Hes una de las razones
por las que la mayoría de los papirólogos consideran que P. Yale 1 es una primitiva
eopia cristiana de Gn. Cf. especialmente C. H. Roberts. P. Ya/e 1; E. Dinkler. Pa-
Jiyrus Ya/ensis l. La manera en que el número está escrito en griego. TQt{fttóatottc;:
6ha xai óxtÚl, habría sugerido a los primeros cristianos grecoparlantes el uso y la
llcuencia de las tres letras griegas en cuestión para representar el número.
38. Algo más tarde. Minucio Félix (Octal'ius 29) se hace eco de la misma
actitud. Para la historia y los diversos tipos de símbolos en forma de cruz. cf. E.
Dinkler-E. Dinkler von Schubert. Kreuz.
, 39. Justino dice de la presunta lectura de Platón del relato de Nm que «Jlt]bi:
. .:~!; 'tÚ1tov elvm <Traugoü (t/.J.i.J. xíaoJla voi}oa;. t~v JlHU tov :iTQ<iltov 'ftFov
. ':~v xexl.áo{}m tv ni> rrnvtti Elmm (/ Apol. 60, 5). Cito el texto según E. J.
:Oooctspeed, Die iiltesten Apo/ogeten, 69.
:·~\~: 40. Según los LXX, Moisés modela una serpiente de bronce y la pone eni ml-
~tufou. Para el texto hebreo. Moisés coloca la serpiente de bronce en una :J («vara»).
/60 Los primitivos papiros cristianos

Aún más próximo a la posible fecha de los manuscritos en que


aparece el nexo tau-rho es otro significativo testimonio. Al citar el
pasaje de Ez donde Dios ordena a un ángel marcar la frente de los ele-
gidos, Tertuliano hace la «marca» como la letra griega tau, para des-
pués comentar: «Ahora bien, la letra griega tau y nuestra propia letra
T [en latín] tiene la misma forma de la cruz, que él [Dios] predijo que
sería el signo de nuestra frente en la verdadera Jerusalén católica» 41 •
Por tanto, parece perfectamente razonable considerar que la adopción
por parte de los cristianos del nexo tau-rho estuvo no sólo vinculada a
esta clara asociación visual entre la letra griega tau y la cruz de Jesús,
sino que probablemente impulsó también dicha adopción. Sin duda,
esto coincide con el hecho de que los primeros casos que conocemos
en el cristianismo del nexo tau-rho se encuentran en la formulación
como nomina sacra de las palabras «cruz>> y «crucificar>>.
Pero ¿qué sentido tiene la letra rho sobrepuesta en este nexo? Si
la tau por si misma se reconocía como un símbolo visual de la cruz
de Jesús, ¿qué se ganaba simbólicamente mediante la unión con la
rho'? Hace muchos años, F. J. Dolger citaba curiosos testimonios que
señalaban que en la antigüedad la letra griega rho (que corresponde a
100) podría representar «buena suerte» (por «isopsefia», pues las le-
tras de la expresión bt' ayattá también equivalen a 100). Dolger ci-
taba además una interesante afirmación del maestro cristiano y com-
positor de himnos Efrén el sirio (ca. 306-373). La frase procede de
sus comentarios sobre el significado de un símbolo cristiano que, al
parecer, se componía de una tau-rho con las letras alfa y omega co-
locadas bajo el travesaño de la tazt 2• Efrén dice que en este conjunto
tenemos representada la cruz de Jesús (en la tau, afirmando que las
manos extendidas de Moisés son un «tipo» del Antiguo Testamento).
y cree que a(fa y omega significan que Jesús (el «crucificado») es
el principio y el fin. Y continúa: «La p [del nexo tau-rho] significa
j3o~thu ("ayuda'), cuyo valor numérico es 100» 4 ·'.

41. AdvMarc 3, 22. Esta obra fue escrita en el 207 d.C. En cualquier caso,
en la versión de los LXX Ez 9, 4 indica que la orden es que el ángel coloque un
crrJJ.lEiov en la frente de los elegidos. Tertuliano parece citar la lectura que. según
Orígenes. aparecía en las traducciones de Teodoción y Aquila (Orígenes. Selecta
in Ezequiel; PG 3, 802), que constituye una traducción más literal del hebreo~~.
42. Para los ejemplos relativos a esta combinación, ct: infra nota 49.
43. La fonna de escribir la palabra más conocida es ~o~ttELU. En la que utiliza
Efrén. ti = 2, o = 70, ll = R. 6 = 9, L = 1O, u = 1; en total, 1OO. Traduzco el griego
El estaurograma /6/

Para Dolger, la afirmación de Efrén daba a entender que, según


este, el nexo tau-rho por isopsefia significaba «la salvación está en la
cruz>> o «la cruz es nuestro auxilio» 44 • Me parece una deducción con-
vincente. ¿Podría haber sido también el sentido original y la función
del nexo tau-rho? ¿Es así como los escribas que por vez primera em-
plearon tau-rho en los nomina sacra de maugó~ y maugów interpre-
taban la ligadura? No obstante, Efrén es de una época muy posterior a
la de los manuscritos que estamos considerando. Por ello, la pregunta
es si la interpretación numérica de Efrén refleja su fascinación perso-
nal por estas cuestiones o una primitiva interpretación cristiana.
A decir verdad, sabemos que al menos algunos cristianos de los
siglos 1 y 11 se dedicaron a la isopsefia. Muy conocido es el número
de «la bestia» en Ap 13, 17-18, que es «el número de su nombre» 45 •
Deberíamos recordar también la interpretación ya mencionada de los
trescientos dieciocho siervos de Abrahán en Bern 9, 7-9. Además,
como indicamos en el capítulo anterior, hemos respaldado la pro-
puesta de C. H. Roberts, según la cual la escritura mediante nomina
sacra del nombre de Jesús como 1H pudo haber derivado de una co-
nexión intencionada entre el valor numérico de esas dos letras ( 18) y
el mismo valor numérico de la palabra hebrea que significa «vida»,
"M46 • Aun cuando esta última propuesta no se considere convincente,
queda claro que desde muy antiguo algunos cristianos estaban in-
teresados en el uso del simbolismo numérico para expresar su fe·17 •
Por ello, en principio resulta plausible que el significado basado en
Jos números de rho en el nexo tau-rho que defiende Efrén pudiera
remontarse a una época anterior, e incluso pudiera ser el impulso que
dio lugar a la adopción de tau-rho por parte de los cristianos.

de la cita de Efrén que hace F. J. Dl>lger. Sol Salutis, 74, nota 2. Sobre Efrén, e f. K.
McVey,l:."phraem the Syrian. en EEC l. 376-377 (con bibliografta). McVey descri-
be a Efrén como alguien que posee «una visión del mundo como un vasto sistema
de símbolos o misterios» (p. 376).
44. F. J. Dl>lger, Sol Sa/utis. 74.
45. Como es bien sabido, existen algunas variantes textuales en los manus-
critos del Apocalipsis, siendo el número más atestiguado 666. aunque algunos tes-
timonios leen 616 (Ce lreneo). e incluso 665 (ms. 2344).
46. Cf. L. W. Hurtado. Origin of the Nomina Sacra, 665-669. así como la
reflexión del capítulo 3.
47. Por citar otro ejemplo. el número 8 fue adoptado por los cristianos como
símbolo de la resurrección y de las esperanzas escatológicas. Cf especialmente F.
J. Dl>lger. Die Achtzahl: R. Staats. Ogdoas. 29-52.
162 Los primitivos papiros cristianos

De todos modos, hay también motivos para la duda. Precisamen-


te a causa de los otros testimonios de la buena disposición de los
cristianos de los primeros siglos a emplear la isopsefia, es curioso
que no tengamos indicio alguno de que tau-rho se interpretara de ese
modo antes de Efrén. Además, que yo sepa, no existen pruebas de
que el número 100 formase parte de la isopsefia cristiana del siglo 11
o de que el término f3o~tha (o f3oT¡th:m) fuese particularmente im-
portante en el léxico cristiano de ese momento 411 • Por el contrario, el
enorme interés personal de Efrén por descubrir símbolos místicos de
su fe por todas partes y en todas las áreas de la naturaleza sugiere que
la particular interpretación numérica de tau-rho que propone pudo
perfectamente ser una aportación propia.
Además, lo que es enormemente significativo, Efi'én comentaba
el uso cristiano de un nexo tau-rho «independiente», es decir, utili-
zado por sí mismo como símbolo cristiano, como hemos visto en la
inscripción de Armant49 • Considero, por lo tanto, que este uso inde-
pendiente mucho más tardío de tau-rho es significativamente distinto
de lo que encontramos en los más antiguos testimonios que muestran
el uso cristiano del nexo, donde aparece en los textos y como parte
de una forma especial de escribir palabras que se refieren a la cn1z
o a la cn¡cifixión de Jesús.
Utilizado como símbolo independiente, sin dicho contexto, un
elemento como tau-rho alienta, y tal vez requiere, una interpretación
imaginativa como la ofrecida por Efrén. Pero usado como en P,,h,
P1s y P4s, tau-rho cobra sentido y cumple su función a la luz de las
palabras de las que forma parte y de las frases en que se utiliza. Es
decir. en los primeros ejemplos conservados el nexo tau-rho es un
fenómeno visual que funciona como parte de aquellas palabras que
remiten a la crucifixión de Jesús.

48. Por ejemplo, cf. la voz f)o~thu en G. W. H. Lampe, A Patristic Greek Le-
xikon, Oxford 1961,300.
49. J. Finegan. Archaeology, 387-388. La fonna de tau-rho que Efrén comenta
incluye el uso de los símbolos alfa y omega. Un ejemplo se encuentra en el sarcófago
del arzobispo Teodoro (siglo VI) en San Apolinar del Puerto (Rávena). En la cubierta
hay una tau-rho a izquierda y derecha. así como una chi-rho en el medio, con a(/c1 y
omega en los espacios derecho e izquierdo dejados por los trazos de la c:hi (fotogratia
en Bovini, Ravenna, 139). Una tau-rho independiente también aparece en un can-
cel del siglo VI (en un bajorrelieve enmarcado con pavos y viftas saliendo de una
crátera) que se custodia en la misma iglesia (fotografía en Bovini, Ravenna. 119).
El estaurograma /63

Esto nos conduce a otra fascinante posibilidad. El conjunto tau-


rho pudo haber sido adoptado por los cristianos originalmente. no
(o no simplemente) por el simbolismo numérico, sino porque podía
servir como referencia visual de Jesús crucificado. Resumiendo. en
el más antiguo uso que le dieron los cristianos, tau-rho no era única-
mente un «cristograma», sino, más concretamente, un «estaurogra-
ma». Esta sugerencia elemental ya había sido propuesta, especial-
mente por Aland, siendo luego firmemente respaldada por Dinkler-' 0 •
Según ella, el conjunto tau-rho fue adoptado en un principio porque
podía servir como una referencia estilizada a Jesús en la cruz. siendo
además una reprentación visual de él. Desde esta perspectiva, la tau
se interpreta en el sentido cristiano que hemos atestiguado como sím-
bolo primitivo de la cruz, y el bucle de la rho superpuesta en el nexo
tal vez pretendiera sugerir la cabeza de una figura crucificada.
Tal referencia visual a la crucifixión de Jesús se adecua a la sim-
plicidad y falta de detalles ornamentales que caracterizan el arte cris-
tiano más antiguo. Como Robín Jensen indica en su excelente in-
troducción al arte cristiano primitivo, la sencillez de las expresiones
visuales de la fe en el material más arcaico <<sugiere que la comu-
nicación era más valorada que la calidad o el refinamiento artístico,
y que el énfasis se ponía en el sentido que ocultaban las imágenes más
que en su presentacióm> 51 • Lo que es encomiable -y, hasta donde yo
sé, inusual entre los historiadores del arte cristiano primitivo- es que
Jensen advierta los ejemplos del nexo tau-rho en los primeros papiros
a los que me he referido, caracterizando la combinación de las letras
como <<Wla especie de pictograma, la imagen de la cabeza de un hom-
bre sobre una cruz», y observa que la ligadura «parece ser, de hecho.
.. una referencia a la cruz de la crucifixión [de Jesús]» 5 ~ •
., Las repercusiones de esta idea acerca de tau-rho son considera-
~. bies. Como Dinkler señaló en su entusiasta aprobación de las tesis de
. ~d. el «estaurograma» es anterior al nexo chi-rho, e incluso ante-
,. a\,.r a cualquier otra imagen cristiana que conozcamos, precediendo
: &.:cualquier otra iconogratla adoptada o desarrollada por los cristia-
~. ..- Jió853 • Más concretamente, si esta propuesta es correcta, el nexo tau-
SO. K. Aland. Bemerkungen. 173-179: E. Dinkler. Signum Crucis. 177-178.
SI. R. Jensen. Understanding Ear~v Christian Arl, 24.
S2. /bid., 138.
S3. E. Dinkler. Signum Crucis. 178.
/64 Los primitivos papiros cristianos

rho constituye una referencia visual de la crucifixión de Jesús unos


ciento cincuenta o doscientos años anterior a los artefactos de finales
del siglo IV o del siglo V. que nonnalmente son considerados por
los historiadores del arte como las más antiguas representaciones de
Jesús crucificado~ 4 •

4. IMPORTANCIA PARA LA INVESTIUACIÓN

Si es acertado considerar este primer uso cristiano de tau-rho co-


mo un estaurograma, esta ligadura resulta ser un fenómeno clave
para esbozar la historia de la iconografia del cristianismo primitivo~~.
Desafortunadamente, según advertí en otra publicación, muchos his-
toriadores del arte cristiano primitivo no prestan atención al estauro-
grama (en gran medida porque no se cree que los primeros manus-
critos cristianos ofrezcan datos para el estudio del arte) y, por ello,
no tienen presente su importancia~(;. Sin embargo, el estaurograma es
a la vez particulannente importante y bastante inusual. Como señalé
al hablar de los nomina sacra, en los primeros ejemplos conservados
tau-rho es un recurso gráfico usado en un entorno textual, pero con
una función visual, de modo que constituye un fenómeno iconográ-
fico, una expresión visual y material de la primitiva fe y piedad cris-
tianas. Ya fuera inicialmente adoptado como un pictograma de Jesús

54. Dos camafeos cristianos datados en el siglo IV y un sello del siglo V


conservados en el Musco de Arte Metropolitano de Nueva York son los objetos
frecuentemente citados. Para una reflexión sobre estos objetos y otros testimonios
relevantes. cf. Jensen. Understanding Ear~l' Christian Art, 131-141. Sin embargo.
en una conferencia pronunciada en Edimburgo en mayo de 2002, Robín Cormack
puso en tela de juicio la datación convencional de esos objetos, sugiriendo qw:
sería igualmente razonable fecharlos en el siglo 111.
55. Una tau-rho escrita en tinta roja aparece al comienzo de una página de
papiro suelta que contiene Sal l. 1 (P.Taur. inv. 27: Rahlts 2116; VH #84), fechado
inicialmente en el siglo 11 (por A. Traversa). Escribiendo antes de la publicación de
los datos de Jos primitivos manuscritos que subrayo aquí. y bajo el influjo de la tesis
de Sulzbcrger. C. R. Morey, Ear~v Christian Art, 128. rechazó esta datación porque
estaba seguro de que el uso cristiano del nexo tau-rho no era anterior a Constantino.
Morey estaba en lo cierto al sospechar que el manuscrito no podía ser fechado en el
siglo 11. pero erraba en los motivos. Por ejemplo, cf. Roberts. P. Ya/e l. 27-28.
56. L. W. Hurtado, The Earliest Evidence. 281-282. Allí cito. por ejemplo.
como ejemplo de aquellas, por otro lado valiosas, historias del arte cristiano primi-
tivo que omiten cualquier referencia al cstaurograma. a R. Milburn. Ear(\· Chris-
tian Art. si bien su omisión es típica de este género.
El e.\·tcmmgrama /65

crucificado (como me inclino a pensar), o interpretado más bien de


acuerdo con el simbolismo numérico de Efrén, el nexo tau-rho era,
en cualquier caso, una referencia visual a la cruz de Jesús.
Más aún, esto posee ramificaciones que trascienden la papiro logia
o la historia del arte cristiano primitivo. Basándose en el que ha sido
el presupuesto predominante, según el cual las referencias visuales a
la crucifixión de Jesús no son anteriores al siglo IV, algunos estudio-
sos han sacado conclusiones trascendentales acerca de la naturaleza
de la fe y la piedad cristianas en el periodo preconstantiniano~ 7 • Por
ejemplo, en un valioso repaso de los primeros testimonios arqueoló-
gicos del cristianismo (si bien influido por la teoría mayoritariamen-
te aceptada), Graydon Snyder negó rotundamente que hubiese algún
testimonio de la representación visual de la crucifixión de Jesús antes
del siglo IV 5s. Según esto, hacía la dudosa afirmación de que «no
había lugar en el siglo 111 [o antes] para un Cristo crucificado o un
simbolo de la muerte divina» 59 • Desafortunadamente, Snyder no te-
nia en cuenta el estaurograma (ni, en generat la importancia como
artefactos de los primeros manuscritos cristianos), y por ello su opi-
nión sobre el simbolismo de la cruz en el periodo preconstantiniano
está claramente equivocada(\('.
Podemos decir, por tanto, que su presentación global de la fe y de
la piedad cristianas preconstantinianas resulta igualmente cuestiona-
ble. En los más antiguos ejemplos de la tradición cristiana, el estauro-
grama (bien como pictograma, bien como símbolo numérico) remitía
obviamente a la cruz y a la crucifixión de Jesús, y así (junto a nume-
rosos testimonios textuales) refleja la importancia que se les concedía
en la fe y la piedad cristianas, al menos desde finales del siglo IJ.

57. En un artículo escrito antes de tomar conciencia del testimonio de los ma-
' llUSCritos sobre el uso cristiano del estaurograma. E. Dinklcr. Comments. se refirió
r ' jl «dogma absoluto según el cual el símbolo de la cruz hace su primera aparición
·. ~~época de Constantino» (p. 134 ). reflejando. claro está. la influyente opinión de
' · ~er. En su dctensa tenemos que decir que Dinklcr estuvo dispuesto ¡¡ cam-
~ &ilr sus ideas cuando conoció los manuscritos aquí estudiados .
•1 , • ·58. G. Snydcr. Ante Pacem. 26-29. Desafortunadamente, parece que este te-
i. ·~DO está corregido en la edicion revisada de la obra. que apareció en 2003.
¡,
59. /bid.• 29.

\=
~. . 60. No pretendo condenar particulam1ente a Snyder. pues no tener en cuenta
~ ~ eataurograma (y los fenómenos de los primeros manuscritos cristianos en gene-
está, desgraciadamente. bastante generalizado en los estudios actuales sobre
• .- . orfgenes cristianos.
\
166 Los primitivos papiros cristianos

En definitiva, el estaurograma es otro rasgo fundamental (aunque


no lo suficientemente conocido) de los primeros manuscritos cristia-
nos, con el que los estudiosos preocupados por descubrir el carácter
y las inquietudes del cristianismo primitivo deberían estar más fa-
miliarizados. En él encontramos otro ejemplo de la importancia que
tiene acercarse a los manuscritos del cristianismo primitivo como
artefactos.

5. CRISTOGRAMAS PRIMITIVOS

f = XPICTOC
*= 1HCOYC XP 1CTOC
Hi = IHCOYC
f = En manuscritos del Nuevo Testamento (P1s, P66, P4s), en las
abreviaturas de O't<XVQÓ~ y mauQów; por ejemplo, ofo~
5
OTROS ASPECTOS CODICOLÓGICOS
Y PALEOGRÁFICOS

Nos ocuparemos a continuación de otros rasgos de los primeros


manuscritos cristianos. Son aspectos muy poco conocidos, salvo por
papirólogos y paleógrafos, pero que tienen repercusiones sobre las
cuestiones históricas más generales del cristianismo primitivo.

l. TAMAÑO DEL CÓDICE

En el segundo capítulo señalé brevemente las sugerencias de al-


gunos estudiosos sobre las posibles implicaciones del tamaño de los
primeros manuscritos bíblicos cristianos. Ahora quiero examinar esta
cuestión más detenidamente. Lo que me interesa destacar es que las
dimensiones fisicas de un manuscrito son un dato relevante sobre, por
ejemplo, el posible destino para el que fue concebido, lo cual resulta
1_.
interesante para nuestro uso del códice como testimonio textual.
Toda reflexión acerca de las dimensiones materiales de los códi-
ces es deudora del trascendental estudio de 1977 de Eric Tumer, The
'l}po/ogy ofthe Early Codex 1• Una de las principales cuestiones que
Turner planteaba era si la dimensión y la forma de los códices guar-
daban relación con las fechas aproximadas en que fueron elabora-
4os, es decir, de si cierto tamaño era más propio de un determinado
·momento. Su objetivo era descubrir si las dimensiones de un códice
--que pueden ser calculadas incluso a partir de una sola hoja- po-

. l. S. R. Pickering, The Dating of the Ches ter Beatty-Michigan Codex, 218,


'',hablaba del libro de Turner como del «más amplio listado publicado de dataciones
jaleográficas cuidadosamente valoradas de los papiros griegos y latinos».
168 Los primitivos papiros cristianos

drían usarse como otro método de datación, complementando así los


juicios paleográficos 2• Por ello, esta obra estaba dedicada sobre todo
a clasificar un gran número de códices según su tamaño y su for-
ma. Por consiguiente, una de sus contribuciones fundamentales es la
larga «lista de códices consultados)), que ofrece información sobre
varios cientos de manuscritos de todo tipo de textos literarios. sean
cristianos o no~.
No es este el lugar para examinar exhaustivamente esta obra de
Tumer. además de que yo no poseo la preparación necesaria para
juzgar si respondió convincentemente las cuestiones que se plantea-
ba. En cualquier caso, ya el autor describió acertadamente su obra
como pionera y. por tanto, provisional y sujeta a correcciones. Des-
graciadamente, no conozco ningún estudio posterior con una minu-
ciosidad equiparable. Por ello, lo único que podemos hacer es usarla
con agradecimiento, siendo conscientes de su carácter provisional y
complementando sus datos con los manuscritos que han salido a la
luz después de su publicación"'.
En cualquier caso, no estoy interesado ante todo en la relación en-
tre el tamaño y la forma de los códices y la datación. Lo que pretendo.
más bien, es investigar qué podemos deducir a partir del tamaño y
dimensiones de los primeros códices cristianos acerca de sus lectores
y del uso que daban a esos objetos. Me serviré de los datos ofrecidos
por Tumer, aun cuando él no se ocupo de estos aspectos.
Así pues, ¿qué podemos deducir del tamaño y forma de los códi-
ces? Planteemos esta cuestión volviendo a la propuesta de Epp, quien

2. E. G. Tumer. 7Jpo/ogy. 101-185, esperaba «corroborar la hasta cierto punto


azarosa datación que los paleógrafos atribuían a los libros basándose en la escritura>•.
Como experto paleógrafo. Tumcr era sincero respecto a la dificultad de la tarea. re-
firiéndose. por ejemplo. a «la impotencia sentida por los paleógrafos cuando han de
confiar en el análisis morfológico de las letras)) y ofreciendo ejemplos de los juicios
divergentes de los expertos acerca de ciertos manuscritos (p. 3 ). Otro de sus intere-
ses heurísticos era examinar las ideas previas que sostenían que el códice de papiro
se había desarrollado directamente a partir del códice de pergamino; a la luz de lo
revelado por los datos descubrió que esas opiniones eran discutibles (p. 35-42).
3. Tumer, Typo/ogy, 1O1-185.
4. Cf. en particular P. M. Head. Some Recently Published NT Pupyri jinm
OJ.yrl~rnchus. quien ofrece datos sobre diecisiete manuscritos. los cuales incluyen
un nuevo fragmento de P7~ (P.Oxy. 4405). P''"' (P.Oxy. 4449). P¡n¡.w~(P.Oxy. 4401-
4406). P,(l(,.Hl'J(P.Oxy. 4445-4448) y Pllo-m(P.Oxy. 4494-4499). Head da el tamañt'
de los fragmentos. así como cálculos del número de líneas por página. pero desafor-
tunadamente no proporciona ninguna estimación del tamaño original de la página.
Otros aspectos codico/ógico.'i y paleogrc!ficos /69

sostenía que muchos manuscritos bíblicos cristianos tenían presun-


tamente un tamaño «reducido», «adecuado para viajar», de lo cual
podria inferirse la procedencia de un antiguo e influyente uso del có-
dice en el primitivo cristianismo itinerante, o cierta vinculación con
éls. Asimismo, Stanton ha descrito los códices primitivos. cristianos
0 no, como «de tamaño bastante pequeño y, por lo tanto, mucho más
portátil que los rollos» 6 • Se trata de una cuestión fascinante. aunque
es importante valorar las dimensiones de los manuscritos bíblicos en
el cristianismo primitivo en relación con el conjunto de los códices
de la época.
Para empezar, deberíamos indicar que las listas de códices de Tur-
ner recogen también una serie de códices no cristianos (con textos
literarios y de otro tipo) en la misma categoría de tamaños que los
eódices cristianos bíblicos. En el último capítulo de su estudio, Tur-
ner trató de una manera aproximada de «precisar las características de
la fonna del códice más antigua», prestando especial atención a los
manuscritos datables en los siglos 11 y 111 d.C. 7 Reconociendo tanto
las limitaciones de los datos y las ocasionales variantes en las pautas,
OQDcluyó que ciertas dimensiones no se encontraban después del siglo
m y
d.C., que dichas dimensiones también caracterizan los códices de
papiro de los siglos 11 y 111, de procedencia cristiana o no.
Turner identificó dos tipos principales de códices de papiro: aque-
llos con páginas rectangulares (su «grupo 8», con una anchura entre
U-15 cm, más o menos la mitad de su altura, que oscila entre 20 y
.30 .cm; y otros aún más estrechos, con una altura de 28-34 cm y una
anchura de 11-13 cm) y aquellos con una forma más cuadrada («atí-
Picos del grupo 5», con una anchura de unos 17-18 cm y una altura
4e 20-23 cm)8• Lo interesante es que descubrió que los códices de
... ~ino del mismo periodo tendían por lo general a la forma más
},¡ ~

~: ;-. r· S. Cf. especialmente E. J. Epp, Code.1: and Literac:v. 19-21 (cita en p. 19). En
~ . l',t pAginas que siguen ofrezco algunas críticas a las ideas de mi estimado maestro.
2,.· ~~nozco mi deuda. para con él y el estim~lo ~ue supuso para considerar la
· 'lll:llpWQillCta de los manuscntos como artefactos htstóncos.
ri f 6. G. N. Stanton. Jesus and Gospe/, 84.
~~ .'· 7. E. G. Tumer. Typology, 89.
' '- : 8. /bid., 95. Nótese que consideraba que la fonna más cuadrada (los «atipi-
:·' • del grupo 5) «competía con el grupo 8 por la distinción de ser el fonnato más
~o de códice de papiro» (p. 25). Clasificó algunos otros códices cuadrados en
il.:cc¡rupo 9)), afinnando que se trataba de otro fonnato primitivo.
'
r.:
170 Lns primitivos papiros cristianos

cuadrada, con una anchura muy próxima a su altura. Además, como


ocurre con los primeros códices de papiro, la mayor parte de los pri-
mitivos códices de pergamino son relativamente más pequeños que
los posteriores".
A partir de los datos de Turner se desprende la impresión gene-
ral de que los códices cristianos bíblicos de los siglos 11 y 111 no son
particularmente distintos en tamaño y forma de los códices no cristia-
nos. Ciertamente, estos primeros códices bíblicos de papiro son ge-
neralmente (pero no de modo uniforme) algo más pequeños que los
impresionantes códices de siglos posteriores. Asimismo, una serie de
primitivos códices de papiro tiene formas altas y estrechas, mientras
que los códices (de pergamino) posteriores tienden hacia un formato
más cuadrado. Sin embargo, existen también códices bíblicos pri-
mitivos relativamente grandes, particularmente P.Chester Beatty VI
(Nm-Dt; de unos 18 X 33 cm; n.O!> 24 y 30 del Apéndice 1) y P.Ant.
1. 9 (Prov; se calcula que de unos 18 X 35 cm; n.o 63 del Apéndice).
En cualquier caso, en términos generales, ya sean los primitivos có-
dices bíblicos de mayor tamaño o los más pequeños, realmente no se
distinguen por su tamaño y su forma de los manuscritos contempo-
ráneos no cristianos.
Esto significa que las dimensiones de los manuscritos cristianos
reflejan muy probablemente las preferencias y la praxis del momento
en que fueron preparados, más que un interés especial en que fueran
fáciles de transportar. Aunque existen algunas referencias antiguas
a la conveniencia de los códices pequeños para viajar (las conocidas
afirmaciones de Marcial citadas en el segundo capítulo), no hay ra-
zón para pensar que en general los códices estuvieran diseñados para
ese uso. A decir verdad. los cristianos parecen haberse distinguido
por un intenso empleo del códice, pero. fundamentalmente. en el pe-
riodo más arcaico parecen haber asimilado y adoptado las técnicas y
estilos de elaboración y diseño habituales en la época.
Por lo tanto. no es útil, y probablemente no es relevante, con-
trastar las dimensiones de los códices de papiro del siglo 11 y de
comienzos del siglo 111 con el mayor formato a partir del siglo IV. Ll1

9. /bid.. 39. Tumer proporciona una lista de códices de pergamino del .:wo
d.C. y anteriores. Prescindiendo de los más pequeños, su altura oscila entre 14 ~
22 cm. situándose la mayoría en tomo a 15-18 cm.
Otros aspectos codico/ógicos }'paleográficos 171

que, comparado con los gustos posteriores. podría parecer un tamaño


«reducido», en su propia época sería un tamaño «estándar».
Sin embargo, teniendo en cuenta los cálculos de Tumer, es posi-
ble percibir que algunos manuscritos cristianos primitivos son algo
más compactos que otros 10 • Entre los primeros códices con los evan-
gelios, las páginas de P.Bodmer 11 (Jn; PM) medían 14,2 X 16,2 cm;
las de P64 + P67 (Mt; Mag.Coli.Gr. 18 + P.Barc. inv. 1) y P.a (Le; Paris
Supp.Gr. 1120) en tomo a 13,5 X 17 cm 11 • Pn (Mt; P.Oxy. 2683 +
4405) tenía páginas de lO X 15 cm y PulJ (Mt; P.Oxy. 4403. que pue-
de ser parte del mismo códice que Pn), se calcula en tomo a 11 X 16
cm 12• Publicado posteriormente al libro de Tumer de 1977, Pox, (Jn;
P.Oxy 3523) tenía sus páginas más o menos del mismo tamaño (unos
1-2 X 16 cm) 13 • Hay también algunos códices primitivos del Antiguo
Testamento de tamaño compacto, entre los que están P.Lit.Lond. 202
(On; en tomo a 14 X 17 cm; n. 0 9 del Apéndice 1), P.Ant. 1.8 (Prov;
n~0 64 del Apéndice) y P.Barc.inv. 3 (2 Cr; n. 0 35 del Apéndice), mi-
diendo cada uno de ellos unos 12 X 17 cm. Igualmente. entre las co-
pias de textos extrabíblicos existen códices de un tamaño compacto
similar, como P.Bod. V (Protoevangelio de Santiago o Natividad de
Maria; siglo III: 14,2 X 15,5 cm; n. 0 231 del Apéndice) 14 •

lO. Me baso en la lista que ofrece en p. 101-185.


11. Se trata de las dimensiones calculadas por Tumer (p. 148). Pero si las
~as tenían una altura de unos 16-1 7 cm, con la clase de márgenes superio-
res e inferiores típicos de los códices cristianos bíblicos. esperaría una altura más
·¡íróxima a 19-20 cm.
12. Como señalé previamente. P4 puede ser parte del mismo códice que P(>ol y
P.,. Así opina T. C. Skeat, The 0/dest Manuscript, 1-34. No obstante, ct: P. Head, Js
.1!" P,.and P67 the 0/dest Manuscript, 450-457. J. D. Thomas, en E. W. Handley et
1• :.1f4•. TJre Oxyrhynchus Papyri, 6. advirtió que P.Oxy 4403 (PIIl1) puede formar parte

.,~M-mismo códice que P.Oxy. 2683 + 4405 ( Pn ). E. Epp. Codex and Literacy, 19. se
;•l!rla al tamafto de las páginas de p,, y P"~ como indeterminado. pero Thomas lo
ltlllíUilaen tomo a 10 X 15 cm para P,, y P'~~~ (P.IFAO 2.31) es un opistógrafo (un
IUII*O reusado), por lo que no tiene páginas.
13. El editor de P.Oxy 3523 presenta el tamailo de la página como «no muy di-
(;!4-teal del fragmento Rylands» del evangelio de Juan (Pd. refiriéndose incorrec-
rt~•llltea las dimensiones, que han sido calculadas en 14 X 16,3 cm. Sin embargo•
......,uowr. 'fYpo/ogy. 148. estima el tamailo de la página en tomo a 18 X 21.3 cm. algo
'-"''estl~~lo que los 20 X 21 cm calculados por Roberts, An Unpublished, 50. La
. de Skeat. Collected Biblical Writings. 81, coincide con la de Tumer.
. 14. P.Bod. V es parte de un códice compuesto que incluye una copia de Judas
~PIIIlln' VII; Pn), Homilía pascual de Melitón (P.Bod. XIII). la correspondencia
~ntilentre Pablo y Corinto (P.Bod. X). OdSalll (P.Bod. XI), un himno (P.Bod.
172 Los primitivos papims cristianos

Aun a riesgo de pecar de anacronismo, puede ser útil ofrecer una


comparación con los libros actuales. Por ejemplo, observemos el ta-
maño de las ampliamente utilizadas ediciones de consulta del Nuevo
Testamento griego y el Antiguo Testamento hebreo. Las páginas de la
vigesimoséptima edición del Novum Testamentum Graece de Nestle-
Aland miden 13,8 X 18,7 cm, y las páginas de la editio minor de
la Biblia Hebraica Sllutgartensia (1984) miden 13,2 X 18,4 cm. Al
igual que estos libros actuales de dimensiones parecidas, algunos có-
dices cristianos primitivos eran compactos en comparación con otros
libros de la misma época, e incluso pudieron ser preparados con vistas
a su manejabilidad y uso personal. Pero también es importante reiterar
que su tamaño compacto en absoluto es algo distintivo de los códices
cristianos. Todos los que hemos mencionado aquí, junto con ejemplos
no cristianos, se ajustan a los tamaños de página que Turner clasifica
como frecuentes entre los primeros códices 15 •
Existen además códices cristianos considerablemente menores,
verdaderas miniaturas, que muy probablemente fueron confeccio-
nados con vistas al uso privado. Por ejemplo, si consideramos un có-
dice con los salmos, que mide en tomo a 6,3 X 7,3 cm (P.Lit.Lond.
204; siglo 111; n. 0 43 del Apéndice 1), una copia que cualquier persona
podía llevar con facilidad, creo que podemos presuponer tal objeti-
voH'. Asimismo, tanto el pequeño tamaño como las extrañas dimen-
siones de P,s (P.Oxy. 2684; Jud; siglos 111-IV; n. 0 172 del Apéndice;
de unos 5,3 X 2,9 cm, considerablemente más ancho que alto), P.Ant.

XII), la apología de Fileas (P.Bod. XX). Sal33-34 (P.Bod. IX) y 1 Pe (P.Bod. VIII:
p,2), todos ellos cortados al mismo tamaño. Para su análisis. cf. Tumer. 1J1mlogy.
79-80. quien contesta a las ideas del editor M. Testuz. Papyms Bodmer VII-IX.
Este observó que el tamaño compacto de este códice que contenía una antolo-
gía (del siglo IV. si bien algunas partes se copiaron anteriormente) muestra que
probablemente fue encargado por un cristiano que gozaba de una buena posición
económica y estaba destinado a su uso personal (p. 9-1 0). T. Wasserman, Papvrus
72, 137-154, ofrece una reflexión más reciente centrada en los textos de Jud y 1-2
Pe incluidos en este códice compuesto.
15. Cf. E. G. Tumer. Typo/ogy. 20-22, para su listado de códices del «grupo
8>>, «grupo 9» y «grupo 10», donde se incluyen fácilmente todos los ejemplos
cristianos aquí citados.
16. Cito los tamaños dados por Tumer. que en algunos casos difieren de Jos
que ofrece Van Haelst, Catalogue. Puesto que Tumer trató de examinar el mayor
número posible de manuscritos. ya directamente o mediante totograflas, supongo
que es más probable que sus medidas sean correctas. En algunos casos. Tumer
ofrecia un cálculo del tamaño de la página. indicándolo entre corchetes.
Otros aspectos codicológicos y pa/eogrc!ficos 173

t. 12 (2 Jn: siglos 111-IV: pergamino: de unos 9 1O cm: n. 0 170 del


X
Apéndice) y P.Oxy. 1594 (Tob; siglos 111-IV: pergamino: de unos 8.5
X 8,5 cm; n. 0 86 del Apéndice) parecen indicar que nos encontramos
ante copias para la lectura personal 17 •
Estos códices reflejan claramente el interés de los cristianos por
tener copias personales de ciertos escritos en un tamaño adecuado
para la lectura privada, así como la capacidad económica de algunos
cristianos para comprarlos o (más probablemente) para pagar por su
realización'K. Es decir, esos manuscritos en miniatura son artefactos
significativos que pueden aportar algo a nuestra comprensión de los
intereses religiosos y del espectro socioeconómico de los cristianos
en los primeros siglos.
Cabe destacar el aumento del número de códices cristianos en
miniatura a partir del siglo IV (la mayoría en pergamino). Esto coin-
cide con la idea de que desde el reconocimiento del cristianismo con
Constantino se produjo una más rápida y amplia adopción de la fe
entre los sectores acaudalados de la sociedad 19 • Existen copias en
miniatura de textos bíblicos, pero también de otros textos: el Pastor
de Hermas (P.Oxy. 1783), el texto desconocido semejante a un evan-

17. Junto con la poco común fonna de P~s. sus extrañas lecturas y la descuidada
caligrafia manifiestan que se trata de una copia muy informal del texto. en la que se
ha prestado poca atención a su calidad. P.Ant. 2.54 (n." 212 del apcndice 1) es una
copia del siglo 111 del padrenuestro con un tamaño de página de unos 2.6 x 4 cm. si
bien se trata probablemente de un amuleto, una única hoja de texto, y no una copia
fntegra de Mateo. Por ejemplo. cf. los comentarios de Van Haelst (VH 347).
18. Aunque hay algunas referencias a vendedores de libros que preparan co-
pias de textos para su venta, tal vez era más corriente ordenar la elaboración de
un ejemplar para el uso personal. Esto suponía pagar a un escriba profesional o
usar un esclavo formado como copista. Cf. Haines-Eitzen. Guardian.'> c~f'Letters.
21-52, para una reflexión sobre la copia de textos cristianos primitivos. Cf. Gam-
ble, Books and Readers. 231-237, para un estudio sobre la lectura privada entre
aiatianos. Gamble advierte el curioso hecho de que la mayoría de los códices en
miniatura contienen textos cristianos. lo cual sugiere que este formato podría haber
sido particularmente preferido por los cristianos (p. 23ó). También señala que la
mayor parte de los textos copiados en ese tormato son apócrifos. sugiriendo que
tal vez esas obras eran utili7..adas principalmente para el disfrute y la editicación
lfersonal, ya que no estaban aceptadas para el uso litúrgico.
19. E. G. Tumer, Typology. 29-30, enumera códi<:es en miniatura de perga-
Jnino, destacando «un número muy grande de códices de pergamino (comparados
¡ con los de papiro) que tienen una anchura menor de 1O-cm» (p. 31 ). Se discuten las
. fechas de varios de ellos; entre los de origen cristiano, algunos pueden ser del siglo
f.. DI, por ejemplo, P.Ant. 1.12 (2 Jn). P.Oxy. 849 (HchPe) y P.Oxy. 1594 (Tob).
~:
174 Los primilims papiros cristianos

gelio de P. Oxy. 840, los Hechos de Pablo y Tecla (P.Ant. 1.13 ), el


Protoevangelio de Santiago (P.Grenfell 1.8), Didajé (P.Oxy. 1782)
y algunos otros. Una vez más, ha de tenerse en cuenta que existen
ejemplos no cristianos de códices en miniatura de los mismos si-
glos~0. Por tanto, las dimensiones de los ejemplos cristianos no cons-
tituyen un rasgo distintivo.
Sin embargo, debo subrayar que la mayor parte de los códices
bíblicos cristianos de los siglos 11 y 111 no están adecuadamente tipi-
ficados como compactos o de tamaño «reducido», especialmente si
los cotejamos con otros códices del mismo periodo. Por ejemplo, P4(l
(P.Chester Beatty 11), con páginas cuyos tamaños oscilan entre 13,5
y 15,2 cm de anchura y 26,5 y 27 cm de altura, y P15, con páginas de
13 X 26 cm, aunque algo oblongos (especialmente el segundo), po-
seen equivalentes no cristianos de la misma época 21 • De los restantes
códices bíblicos de la lista de Turner que se fechan entre los siglos 11
y 111, algunos son algo mayores que los más compactos mencionados
anteriormente, pero más peqllci1os que otros. Por ejemplo, P.Ryl. 1.5
(P.12 ; Tit; n. 0 158 del Apéndice 1) medía unos 15 X 20 cm, P.Yale 1
(Gn; n. 0 1 del Apéndice), unos 14 X 20 cm, y P.Oxy. 1596 (P211; Jn; n. 0
121 del Apéndice), unos 13 X 20,5 cm. P.Chester Beatty V (Gn; n. 0 6
del Apéndice) medía en torno a 17 X 21 cm, y el más recientemente
publicado PJ(JR (P.Oxy. 4447; Jn; siglo 111; n.o 125 del Apéndice 1)
tenía páginas de unos 14,5 X 18,5 cm. 22
De todos modos, la mayor parte superan con bastante los 20 cm
de altura. aunque varios de ellos tienen una anchura considerable-

20. E. G. Tumer, Typology, 22. presenta una lista de códices en «miniaturan


de papiro. así como una lista de miniaturas en pergamino (p. 29-30). Entre estas
últimas. que en su mayor parte proceden del siglo IV o más tarde. predominan
claramente los textos cristianos.
21. Por ejemplo. en el grupo 8 de Tumer (la anchura de la página es aproxi-
madamente la mitad de la altura). tenemos ejemplos cristianos con textos bíblicos
como P.u,, P1,, PF. P~ y Pt. pero también copias de la Odisea así como de otras obras
literarias de Homero, Menandro, Hesiodo y Eurípides ( Typology. 20). La anchura
de página de P.u, varia porque en un códice tan grande con un solo cuaderno (52
bifolios doblados para formar 104 hojas o 208 páginas) las páginas más próximas
al centro tuvieron que ser cortadas para que sus márgenes exteriores queden <ti
mismo nivel que en las otras. Tumer también advirtió que los hombres de la an-
tigüedad no habrían estado preocupados por la desigualdad en el tamaño de las
páginas (p. 23 ).
22. W. E. H. Cockle. editor de P.Oxy. 4447. lo clasificó como un atípico del gru-
po 9 de Tumer. et: M. W. Haslam et al.• The Oxyrhynchus PaP.vri, s.v. P.Oxy. 4447.
Otros aspecto.\· codicolágicos y palt.~ogrú/icos 175

mente menor comparada con la altura. Por ejemplo. P.Ryl. 457 (P~~;
Jn) probablemente medía unos 18+ X 21 ,3 cm 2·1• P.Chester Beatty VI
(Nm-Dt) medía unos 19 X 33 cm, P.Chester Beatty VII (ls) en torno
a 15,3 X 26 cm, P.Chester Beatty 111 (P41; Ap; n. 0 173 del Apéndice 1)
unos 14 X 24,2 cm. y P.Chester Beatty 1 (Po~~; evangelios y Hch) en
torno a 20,4 X 25,4 cm. 24 Otros códices de la lista de Turner tienen
dimensiones más o menos similares25 • Además. los nuevos fragmen-
tos de códices bíblicos de los siglos 11 y 111 que se han ido publicando
responden a estos mismo patrones 2('.
Por lo tanto, casi todos estos códices tienen el fonnato de página
rectangular anterionnente indicado, con una anchura considerable-
mente menor que su altura, a menudo en tomo a la mitad, y a veces
incluso más estrechos. La cuestión es cómo interpretar esto. ¿Hemos

23. Donde sólo quedan fragmentos de una página con uno o más márgenes y
donde podemos identificar el texto con seguridad (como ocurre con Pd. y por tanto
podemos estimar la cantidad de espacio que probablemente se requería para los frag-
mentos desaparecidos del texto, tales cálculos son más fiables. Esto presupone, por
supuesto, que el texto del manuscrito se parezca suficientemente al texto que cono-
cemos. Donde no sobreviven los márgenes, los cálculos del tamai\o de la página son
más aproximativos. empleándose la media de los márgenes de códices similares.
24. P.Chester Beatty 1 (P~s) es mucho menos obl<mgo que la mayoría de los
códices coetáneos (pertenece al grupo 9 de Tumer). aunque este autor enumera
b1ros de dimensiones parecidas. incluyendo una copia de flchPab ( Hamburg Pap.
bit 1; de unos 20 x 26 cm), Josefo (P.Rain. 3.36; de unos 20 x 25 cm) y algunos
.9tros «atípicos» de este grupo, que son principalmente textos clásicos. datados por
il a partir del siglo IV.
25. P.Chester Beatty VIII (Jr). de unos 15,2 x 30,5 cm; el códice Freer con los
profetas menores. en tomo a 14 X 32 cm; P.Oxy. 1008 (P.~: 1 Cor), de unos 18 x
.26,5 cm; P.Oxy. 1226 (Sal), de aproximadamente 15 X 29,8 cm; P.Oxy. 1780 (PN.
ln), de unos 16 x 25,6 cm; el «Génesis de Berlín» (Berlín Staats.Bib. Cod.gr.fol. 66
1,-.U), en tomo a 18 X 25 cm; P~ (P.Oxy. 208 + P.Oxy. 1781: Jn). de unos 12.5 x 25
.- Pn (P.Mich.inv. 1570; Mt), aproximadamente 12+ X 25 cm; P.Oxy.2 (P.; MI).
:do unos 12 x 24.7 cm: P.Oxy. 656 (Gn). de 11+ x 24.3 cm; P.Chester Beatty IX
Al·. (Dn, etc.), en tomo a 12,8 x 34.4 cm: P.Bod. XXIV (Sal), de 13 x 24 cm.
1 .~ ' ':26. Por ejemplo, P.Oxy. 4401 (P•o•: Mt) posee un área de escritura de unos
,:-.· f,X 22 cm, y por lo tanto (calculando los márgenes) u11 tamaño de página de unos
-~· '!~2+ X 25+ cm. El tamaño estimado de las páginas de P.Oxy. 4402 (PIIJ~: Mt) es
· ··toximadamente de 14 X 27 cm; P.Oxy. 4404 (P.().I; Mt) mide unos 14 x 25 cm:
;~y. 4445 (Pulll: Jn) mide unos 12 x 23.5 cm: P.Oxy. 4448 (P.,I'J; Jn) mide unos
.1,. ·X 24 cm; P.Oxy. 4497 (P.IJ: Rom) mide unos 14 x 21 cm; P.Oxy. 4498 (P,.4;
.· -~mide unos 15 X 25 cm: P.Oxy.4499 (P •• ~: Ap) mide unos 15,5 X 23,5 cm:
r · P.Oxy. 4449 (P11•• : Sant) mide unos 13 X 29 cm. Para una descripción más com-
. ~ cf. las entradas correspondientes en Handley. Ox.vrhynchus Papyri; Haslam,
··~nchus PaP,vri; Gonis. The Oxyrhynchus Papyri, VtJ/ume LXVI.
176 Los primitivos papiros cristianos

de creer que este formato de página rectangular resulta «compacto»


y está pensado para que sea manejable? Aunque es complicado re-
montarse hasta aquella época y aquel contexto, me cuesta admitir que
libros con páginas de más de 21 cm de altura sean de tamaño reducido
o de formato compacto. Muchos códices cristianos de los siglos 11
y 111 tienen páginas de unos 25 cm o más, y varios alcanzan los 30-34
cm 27 • Como hemos señalado, el pequeño tamaño de algunos códices
primitivos, tanto cristianos como paganos, es señal indiscutible de
que fueron preparados para un uso personal y probablemente para
que resultaran manejables, y existen otros que, si bien son conside-
rablemente mayores, pueden ser justamente denominados «compac-
tos» (es decir, aquellos cuya anchura oscila entre 1O y 15 cm y tienen
una altura de 15-20 cm). Pero describir los primeros manuscritos cris-
tianos como normalmente compactos me parece que es distorsionar
la realidad. Hoy no consideraríamos que libros de más de 14 cm de
anchura y más de 21 cm de altura fueran particularmente pequeños o
compactos y, a juzgar por la variedad de tamaños de códices de los si-
glos 11 y 111, creo que aquellas gentes tampoco pensarían que códices
de esas dimensiones fuesen de tamaño reducido o compacto.
Esta opinión se ve refrendada por los numerosos códices no cris-
tianos que tienen dimensiones y fonnatos más o menos parecidos.
Recuerdo a los lectores que las tablas de Tumer, incluyendo el listado
del «grupo 8» (los que tienen páginas más oblongas), contienen mu-
chas copias de textos clásicos, así como algunos escritos de carácter
no literario (por ejemplo, textos mágicos y manuales)28 • Así pues, creo
que es más plausible que la disposición oblonga de la página fuese
sencillamente un formato de códice común en esa época29 •
Además, a partir de un meticuloso análisis de la construcción de
numerosos códices de papiro, Tumer fue capaz de ofrecer lo que con-

27. Entre los más altos están. por ejemplo, P.Chester Beatty VI ( 19 X 33 cm):
P.Oxy. 1226 ( 15 X 29,8 cm); el códice Freer de los profetas menores (en tomo a 14
x 32 cm); P.Chester Beauy IX-X ( 12,8 X 34,4 cm); P.Oxy. 4449 ( 13 X 29 cm).
28. E. G. Tumer, 1Jpology, 20-21.
29. Aunque ignoramos de qué modo las preferencias en el tama~o de los rollos
de papiro pudieron afectar a los gustos relativos a los códices de papiro ni si exist1ó
tal influjo. A. Johnson, Bookrol/s and Scribes, 141-143. se~aló que antes del siglo 1
d.C. la altura de los rollos variaba considerablemente. superando alguno los 29 ~m.
pero siendo 25-26 cm lo más común. No obstante, en época romana la altura de los
rollos solía oscilar entre 25 y 33 cm (con excepciones en ambos extremos).
Otros aspectos codicológicos y paleogn~ficos 177

sidero una probable explicación de la tendencia al formato de página


oblongo 30 • No tiene nada que ver con los rasgos sociales de los usua-
rios, sino que está determinado en gran medida por la naturaleza del
material empleado. Recuérdese que las hojas empleadas para formar
un códice eran primero cortadas de un rollo de papiro manufacturado.
Asf, la altura máxima de un códice estaba determinada por la altura
del rollo (que generalmente parece haber oscilado entre 25 y 35 cm.
habiendo también casos de mayor y menor longitud) 31 • Esas hojas
eran posteriormente dobladas para formar un bifolio, de modo que
cada hoja plegada (el bifolio) comprendía dos folios, o cuatro pági-
nas, como superficie para la escritura. De este modo, en un códice de
papiro, la anchura de la página no podía superar la mitad de la del bi-
folio. Tumer calculó que en el periodo romano la anchura de las hojas
de papiro no superaba los 33-34 cm, situándose más comúnmente en
tomo a unos 20 cm o aún menos. Por ello, la anchura máxima de cada
página no podía ser más que la mitad de esa cifra.
Asimismo, aunque los fabricantes de códices podían decidir cor-
tar bifolios de cualquier anchura del rollo manufacturado de papiro.
en la práctica parece que habitualmente trataron de evitar (con varios
grados de rigor) las junturas por donde las láminas de papiro habían
sido pegadasn. Esto significa que la anchura de los bifolios de un có-
dice de papiro equivaldría normalmente al ancho de las láminas que
componían el rollo del que se cortaban los bifolios, siendo la de las
~as aproximadamente la mitad. Como señalaba Turner, «el de-
Seo de evitar los empalmes, o al menos de limitarlos a no más de uno
t~ Por bifolio, puede haber sido un factor importante que contribuyera
ideterminar la relativa estrechez ya advertida como característica de
lbs códices hechos de papiro. en comparación con el formato más o
... ~os
,., cuadrado preferido en los códices de pergaminm> 33 •
¡{!'

'Üt· ·30. Cf. Tumer, Typology. 43-53.


~tr 31. De todos modos. la altura real de la página del códice podía ser menor al
itJeonar las hojas tomadas para el códice de papiro.
32. Aunque esas junturas (que Tumer denominó kolleseis) podían estar he-
con tanto esmero que un copista era capaz de escribir en ellas sin problemas,
:--~~auuJ un riesgo potencial, especialmente en un códice, donde se daba la vuel-
páginas. Una kollesi.'i en el pliegue de un bifolio podia causar la separación
dos hojas. Si la kol/esis atravesaba una hoja por el medio. podría perderse
parte.
<33. E. G. Tumcr, Typology. 51.
/78 Los primitivos papiros cristianos

Este amplio repaso de las dimensiones de los primeros códices


cristianos pretende poner de relieve dos aspectos. El primero tiene
que ver con el método: la importancia de emitir juicios que estén
adecuadamente fundamentados en los datos relevantes, teniendo en
cuenta las características de los códices de papiro de la misma época.
El segundo aspecto es que el análisis del tamaño de los primeros có-
dices cristianos permite sacar algunas conclusiones sobre el uso que
pretendían hacer de ellos, el tipo de lectores y usuarios para quienes
fueron preparados y también. en cierto grado, la relación entre las
preferencias de formato de los cristianos y los gustos y prácticas más
comunes en la cultura de la época. Probablemente, se puede percibir
una cierta diversidad, tanto en los usuarios como en los usos, refle-
jada en los variados tamaños de los códices cristianos más antiguos.
lo cual tiene implicaciones para cualquier descripción social del cris-
tianismo primitivo. Además, aunque los cristianos se distinguieron
por la adopción generalizada del códice, al mismo tiempo parecen
reflejar a grandes rasgos los métodos y gustos relativos al formato y
tamaño de los códices preferidos en su ambiente.

2. CoLUMNAS

Otro rasgo que determina el diseño de la página, fácilmente per-


ceptible, es la distribución del texto en una única columna, que ocupa
la totalidad de la superficie escriptoria, o en dos columnas.l", La gran
mayoría de los primeros códices de papiro, cristianos o no, presentan
su texto en una sola columna, por lo que en un códice con una página
de tamaño normal las líneas de texto serán bastante más largas que las
columnas de un rollo, especialmente de aquellos que buscan la elegan-
cia y la suntuosidad 35 •

34. Los códices tardíos tienden a tener más de dos columnas por página (por
ejemplo. el códice Vaticano. del siglo IV. tiene tres columnas: y el códice Sinaíti-
co, del siglo IV. cuatro). pero no conozco ninguno del siglo 111 o anterior con más
de dos columnas. Cf. las fotografias y descripciones de una serie de manuscritos
bíblicos en B. M. Metzger, Manuscripts, 74-75 (Vaticano): 76-79 (Sinaítico ).
35. Las columnas de los textos literarios en prosa escritos en rollos oscilan
entre los 35 mm de ancho (de 7 a 14 caracteres por línea) y los 55 mm (de 12 a
22 caracteres por línea). Los documentos y los textos no literarios, sin embargo.
contienen a menudo columnas más anchas. Cf. algunos ejemplos en Tumcr. Greel.
Otros aspectos codicológicos y paleográficos 179

Por consiguiente. resulta llamativo encontrarnos un códice primi-


tivo de papiro a doble columna. Esta disposición descubre probable-
mente a un escriba que estaría familiarizado con la copia de textos
en rollos, o preocupado por organizar el texto de manera que repro-
dujera la estética del rollo literario 36 • Teniendo en cuenta el puesto
predominante del rollo en la cultura de los primeros siglos de nuestra
era, especialmente en el caso de los textos literarios, es fácil entender
por qué algunos escribas (y algunos lectores) podrían haber tratado
de dotar a sus copias de determinados textos cristianos de una ele-
gancia literaria o culta·n.
De todos modos. pocos códices de papiro de los siglos 11 y 111, tanto
cristianos como paganos, tenían más de una columna38 • En cualquier
caso, estos pocos son dignos de estudio. Entre los códices cristianos,
tenemos: el códice de Éxodo, P.Baden 4.56 (del siglo 11; n. 0 10 del
Apéndice 1)-"~; el códice de la colección Chester-Beatty con Nm-Dt
(P.Chester Beatty VI; a caballo entre los siglos 11 y 111) y el códice del
Génesis de Berlín (Berlín Staats.Bib. Cod. Gr. fol. 66 1, 11; a caballo
entre los siglos 111 y IV; n.o 2 del Apéndice )40; y el códice Crosby-

Manuscripts, 7. Para una descripción de las características de la edición «lujosa»


de rollos, cf. A. Johnson. Bookrolls and Scribes, 155-157. Uno de los rasgos esté-
ticos consistía en disponer una pequeña columna de texto rodeada de espacios en
blanco por todas partes.
36. Cf. E. G. Tumer, Typology. 36-37.
37. Resulta incluso posible que la forma rectangular de algunos códices de
papiro, con una columna de texto alta y estrecha. se valorara positivamente porque
' t,· .•
1 ...
parte dotaba al libro de la estética visual del rollo literario, en que los textos en
1,. prosa se disponían normalmente en columnas altas y estrechas.
38. E. G. Turner. T:vpo/ogy. 36. presenta una tabla de veintiún códices de pa-
::- _piro tanto cristianos como paganos a doble columna, aunque incluye manuscritos
r tardfos, hasta el siglo VIl. Si consideramos únicamente los fechados en los siglos
By III (incluyendo aquellos techados a caballo entre los siglos lll y IV. en tomo
Jldo 300), enumera siete códices paganos y siete códices «cristianos». a los que
timito aquí mis reflexiones. Tengo en cuenta asimismo los manuscritos publicados
· -.,ués del libro de Tumer. Habida cuenta de los pocos códices de papiro a doble
.olwnna, Tumer consideraba que esta era la impaginadón favorita en los códices
:··pergamino (p. 35).
·· 39. Van Haelst (VH 37, 33) se refiere a la letra de P.Baden 4.56 como una
:~ritura cursiva•>. pero no he logrado examinar el manuscrito. Cuando he podido
·40tejar otros casos, el uso que hace de esta expresión parece incluir manos plena-
competentes que. sin embargo. no hacen de forma sistemática mayúsculas
~.l'.'lllcnlS y regulares.
40. Curiosamente, a partir de la página diecinueve la disposición del texto de
códice pasa a una única columna.
180 Los primitivos papiros cristianos

Scheyen 193, un manuscrito sahídico del siglo 111 que contiene varios
textos (Jon. Jr. Lam. 2 Mac. Melitón y 1 Pe; n. 0 83 del Apéndice 1)41 .
Existen también algunos textos neotestamentarios en un formato
de doble columna. El códice de Mt, del que normalmente se consi-
deran fragmentos a PM y P67, es el más antiguo ejemplo (de finales
del siglo Il),junto con P4. una parte de Le que también puede fonnar
parte del mismo códice42 . El recientemente publicado fragmento de
Rom (P.Oxy. 4497; P113; del siglo 111; n. 0 138 del Apéndice l) se trata
probablemente de otro ejemplo43 .
Más aún, poseemos copias de textos cristianos extracanónicos en
códices a doble columna. Uno de ellos es una copia del siglo 111 del
Pastor de Hermas (P.Oxy. 3527; n. 0 187 del Apéndice l ). Otro es tal
vez un fragmento de uno de los comentarios de Orígenes (P.Lond.
Christ. 2 [P.Egerton 3]; del siglo 111; n. 0 204 del Apéndice). También
incluyo como de probable procedencia cristiana una copia del siglo 111
con obras de Filón (Paris, Bib. Nat. P.Gr. 1120; n. 0 92 del Apéndice)44 •
De estos códices cristianos a dos columnas, aquellos que parecen
ser los más antiguos son quizá los más destacables: P.Chester Beat-
ty VI (Rahlfs 963; Apéndice 2,1ámina 3) y el códice de los evangelios
del que PM y P67 (¿y P4?) son los fragmentos conservados. Ambos
códices se fechan aproximadamente a finales del siglo 11 o principios
del siglo 111, y los dos son copias de textos bíblicos. Su disposición
en dos columnas sugiere que estas copias se prepararon con cier-
to interés por su estética y su legibilidad, lo cual se ve respaldado
por otros rasgos. Frederic Kenyon caracterizó la mano de P.Chester
Beatty VI como «un excelente ejemplo de caligrafía>>, poniendo de
relieve «la gracia y belleza de la letra», así como la anchura de los
márgenes, que revelan «un ejemplo de gran calidad en la fabricación

41. Cf. J. E. Goehring (ed.), The Croshy-Schyen Codex.


42. Sobre la posible relación entre P~. P~>~ y P~1. cf. mi breve estudio (dond¡:
incluyo bibliografia) en el primer capítulo.
43. Cf. el razonamiento de W. E. H. Cockle en N. Gonis. The Oxyrhynclws
Papyri, Volume LXVI, 7-8. Por ello, la tesis de G. Stanton, Jesus and Golpe/. 13.
según la cual P67 + P~>~ + P~ es el único códice del Nuevo Testamento en griego con
dos columnas probablemente deba ser corregida ahora.
44. Cf. Van Haelst (VH 695. p. 251) para la descripción y las diversas datacio-
nes que se han ofrecido del códice. que van desde el siglo IV hasta el VI. No obs-
tante, acepto la opinión de Tumer, J:vpology, 113. Este autor no incluye este códice
entre los códices «cristianos)) a dos columnas. pero no resulta fundamental para el
argumento mi suposición de que probablemente sea un manuscrito cristiano (p. 36).
Otros aspectos codicológicos y paleogrcVicos 181

de libros»45 • En su estado original. este códice comprendía en tomo a


216 páginas (o unos 54 bifolios de papiro), calculándose su tamaño
en unos 18 X 33 cm 46 • Este códice es ciertamente muy antiguo, ya
se prefiera la datación del siglo JI que defendía Kenyon o la ligera-
mente posterior, hacia el200, propuesta por Tumer'n. Igualmente, ya
se opte por la entusiasta descripción de la mano del escriba que hace
Kenyon o por la más contenida de Tumer, como uno de esos pro-
ductos cristianos realizados por «copistas expertos que usan un tipo
de letra común, pero con un mayor módulo», resulta obvio que el
códice fue cuidadosamente preparado para sus lectores·"'. El tamaño
de la página del códice Chester Beatty de Nm-Dt (ca. 19 X 23 cm)
permitía una letra de módulo generoso, lo que corrobora la hipótesis
de que se trataba de un ejemplar para ser leído en público.
El códice de los evangelios a dos columnas del que PM y Pfi7 (y
posiblemente P") son restos también posee otras interesantes carac-
terísticas en su impaginación. El copista de P64 y P67 escribía letras
mayúsculas claras y perfectamente separadas (la más antigua fase de
un tipo de escritura que a veces se denomina <<Uncial bíblica»). En
cuanto a P4, es posible decir que muestra una cierta calidad caligráfica
comparable a la de los buenos textos literarios de finales del siglo 11 o
principios del 111. Así pues, sobre todo si resulta correcto considerar
P4 como parte del mismo códice, la descripción que hace Skeat como
de una édition de luxe no es una exageración 4 Qo.

De todos modos, su tamaño ligeramente compacto (en tomo a 13


X 17 cm) puede sugerir que se trataba de una copia destinada al uso
personal 50 • En tal caso, esto rermite a alguien capaz de permitirse un

45. F. G. Kenyon, The Chester Beat~v Biblical Papyri. Fasciculus V. Num-


ben and Deuteronomy: Text, London 1935. IX. Kenyon calculó los márgenes de la
iiguiente manera: superior. en tomo a 6,3 cm; inferior, en tomo a 7,6 cm; exterior,
en tomo a 4,3 cm: interior. en tomo a 2.5 cm (p. vn).
46. El número de páginas conservado sugiere que el códice comenzaba con
Nm y probablemente incluía solo este texto y Dt. Kenyon no fue capaz de detenni-
nar si estaba elaborado como un único cuaderno o como varios.
47. Cf. F. Kenyon, Fmciculus V. ix: E. G. Tumer, Typologv, 167. La fónnula «ii/
iii» de Tumer indica que está a caballo entre los siglos 11 y 111. en tomo al 200 d.C.
48. E. G. Tumer, r_vpologv. 86, que enumera varios manuscritos cristianos
que, a su juicio, se ajustan a esta descripción.
~, 49. T. C. Skeat, The 0/dest Manuscripts, 26.
r.• 50. Además. una copia personal podría haber sido rota más fácilmente y usada
~- para encuadernar la copia de Filón donde se encontró P4.
l
182 Los primitivo.\' papiros cristianos

libro con los evangelios copiado con tanta delicadeza 51 • No obstante,


dado que únicamente unos pocos manuscritos cristianos primitivos
disponen sus páginas en dos columnas, este formato parece haber sido
experimental, no ampliamente aceptado en los siglos 11 y 111. Además,
tal vez la escasez general de códices cristianos a doble columna refleja
el pequeño número de cristianos que podían permitirse, o que estaban
interesados en tener textos en copias elaboradas que imitasen la esté-
tica del rollo literario. De ello no se deduce, en cualquier caso, que un
códice dispuesto en una única columna sea signo de que se apreciara
menos el texto copiado, de que necesariamente el escriba fuera me-
nos diestro, o de que el usuario para el que se copió estuviera menos
familiarizado con las obras literarias. Como se percibe al compararlo
con el conjunto de los códices de los siglos 11 y 111 (cristianos o no), la
escritura a línea tirada era el formato más característico.

3. MÁRGENES

Otro rasgo interesante y fácilmente perceptible de la impagina-


ción de los textos de un códice es el tamaño de los márgenes. En
general, en los códices cristianos estos son generosos. Por ejemplo.
la superficie escriptoria de P66 (P.Bodmer 11) mide 11 X 11 cm en
páginas de 14,2 X 16,2 cm, lo que hace que existan amplios már-
genes por todas partes 52 • Como ya hemos señalado, P1~ (P.Bodmer
XIV-XV) tiene una forma de página mucho más oblonga ( 13 X 26
cm), pero también posee márgenes muy amplios, siendo el mayor
el inferior53 • La disposición a doble columna de P,. comprendía un

51. Si P4. PM y Ph· constituían un mismo códice, contenía al menos Mt y Le.


Sin embargo, T. C. Skeat, The 0/de.'il Manusc:ripts, 158-192, ha planteado que se
trataba de un códice con los cuatro evangelios. G. Stanton, Jesus and Gospel. 73.
subrayaba que las estrechas columnas «habrían sido útiles para la lectura en voz
alta en el culto». Muy posiblemente, pero estas columnas también gozaban hasta
cierto punto del caché del rollo literario, y esta dimensión estética puede ser otro
factor, especialmente en un códice tan compacto, lo cual me parece que sugiere
más una copia personal que una preparada para el uso litúrgico.
52. El margen exterior de la página era normalmente algo mayor que el inte-
rior. y el margen inferior más amplio que el superior. Los márgenes inferiores de
los rollos literarios eran también mayores.
53. Desafortunadamente, los editores de P.Bodmer XIV-XV. V. Martín y R.
Kasser (Papyrus Bodmer XIV, 9-11) no proporcionan las medidas del área de es-
critura, aunque se ocuparon del número de líneas por página. E. G. Tumer, T.l1)()/ogr.
Otros aspectos codico/ógicos y pa/eogrqficos /83

área para la escritura de 1O X 13,3 cm en páginas de unos 13,5 X


17 cm. Por eso, si es un fragmento del mismo códice que P64 y P(>7,
estas proporciones pueden aplicarse a dichos manuscritos. Incluso
en los casos donde solamente se conserva parte de una hoja resulta
posible calcular los márgenes (sobre todo cuando sobreviven partes
de uno o más de ellos). Un ejemplo es P52 (P.Ryl. 457), que constaba
probablemente de un área para la escritura de unos 14 X 16,3 cm en
una página de 18 X 21 ,3 cm aproximadamente.
Márgenes tan amplios indican que los escribas no estaban pre-
ocupados por ahorrar espacio o material escriptorio 54 • Probablemen-
te. esos márgenes también reflejan la estética de los libros literarios
de la época, que gustaban de una generosa cantidad de espacio en
blanco rodeando las columnas de texto. De todos modos, es inte-
resante advertir que esos márgenes (y los de la mayoría de códices
bfblicos del cristianismo primitivo) son algo mayores que los que
encontramos en una serie de códices de papiro del mismo periodo
con textos literarios clásicos 55• Esto confirma la idea de que, mien-
tras que antes del siglo IV el códice de papiro en el ambiente no
cristiano se empleaba sobre todo para copias informales de textos
destinados principalmente al uso personal, los cristianos utilizaron
el códice como el formato de libro predominante para sus textos más
preciados, y a muchas de las copias en códice de esos textos les dota-
ron de un formato que en cierta medida se asemejaba a la estética del
rollo literario. Es decir, en los primeros grupos cristianos el códice

150, también da únicamente el tamailo de la página, lo cual probablemente significa


que no examinó personalmente el manuscrito, sino que se basó en las reproduccio-
J)el de la edición de Martín y Kasser, que son algo menores que las del manuscrito
~ haciendo dificil calcular el tamailo de los márgenes. De todos modos, a la luz
de esas fotografias se puede ver fácilmente que los márgenes son generosos en com-
" jJiración con el área de escritura.
'· · • S4. El número relativamente menor de lineas por página o columna de la
maYor parte de los manuscritos cristianos corrobora esto, una cuestión que trato
(¡ · IU4s adelante en este capítulo.
~·. 55. Por ejemplo, cf. los siguientes códices de papiro de los siglos 11-111 con
, ~ literarios clásicos en la lista de Tumer: 21, 106, 129, 134, 150, 151, 224 y
280. Los códices de textos clásicos con amplios márgenes de esos siglos suelen ser
·~pergamino: 44, 4 7. 80. 94, 184, 216 y 277. Sin embargo. hay también algunos
'*"ces de papiro: 46, 171 y 250. Los códices de textos clásicos fechados en el
·Ñ}o IV o posteriores poseen a menudo márgenes generosos. pero compararlos
, Con ellos supondría un anacronismo.
/84 Los primitivos papiros cristianos

de papiro se está desarrollando aparentemente como el modelo más


serio, siendo incluso el preferido para los textos literarios cristianos,
incluyendo aquellas copias destinadas para un uso formal y público.
Encontramos aquí otro motivo para atribuir a la cultura escrita del
cristianismo primitivo una cierta innovación y singularidad.

4. LÍNEAS POR PÁGINA O COLUMNA

Otro elemento de interés en la impaginación de los códices es


el número de líneas escritas por página. Al igual que sucede con las
demás cuestiones, se trataba de una decisión del escriba. Es decir,
no hay razón alguna para suponer que al copiar un texto el escriba
procurara incluir el mismo número de líneas por página en cualquier
circunstancia. Un número de líneas por página relativamente ma-
yor probablemente refleje el deseo de aprovechar lo mejor posible
el material escriptorio disponible para que cupiese un determinado
texto. Los códices con un mayor número de líneas por página tam-
bién contienen normalmente más letras por línea, lo que corrobora
que en esos manuscritos el copista estaba preocupado por insertar
más texto. Por otro lado, un menor número de líneas por página solía
ir acompañado de un espaciado interlineal más generoso y de un
módulo de letra mayor, todo lo cual parece orientado a facilitar la
lectura, especialmente quizá cuando se hacía en público.
En este tema, una vez más, el estudio de Turner nos proporciona
datos fundamentales para la reflexión. Basándose en su examen de
cientos de códices, Turner consideraba que cincuenta o más líneas
por página representaba el extremo superior del espectro. Al descu-
brir que los códices de papiro con cincuenta o más líneas por página
en los siglos 11 y 111 eran dos veces más que los de siglos posteriores.
Turner propuso que «la gran capacidad de almacenaje fue un atrac-
tivo primordial para el uso del códice de papiro en su fase de desa-
rrollo [es decir, primitiva]» 56 • Turner enumeraba veintitrés códices

56. E. G. Turner. T:vpologv. 95. Turner dice que su tabla 14 (p. 96-97) enumera
veinticuatro códices de papiro fechados entre los siglos 11 y IV (o sea. anteriores
al 300 d.C.) con al menos cincuenta lineas por página. si bien en dicha tabla yo
solo cuento veintidós códices relevantes. Además, por alguna razón Turner incluyú
P.Chcster Beatty VI (Nm-Dt). aunque solo contiene entre 31 y 38 lineas por página
(con un tamai\o de página estimado en torno a 19 X 33 cm).
Otms a.~pectos codicológicos y paleogrt~/icos IX5

de papiro de los siglos 11 y 111 con cincuenta o más líneas por página,
encontrando solamente diez de ellos a partir del siglo IV (más tres
códices de pergamino de este periodo tardío) 5 ;.
No obstante, dado que esos veintitrés códices constituyen una
pequeña minoría del número total de códices de papiro del periodo
anterior al 300 d.C., no estoy seguro de que esté justificada la de-
ducción más general que hace Tumer. Tendría mis dudas a la hora de
decir que la capacidad de almacenaje fue «el atractivo primordial» en
el desarrollo del códice de papiro como formato de libro 511 • De todos
modos, es razonable concluir que esos códices con un mayor número
de lineas por página reflejan un interés práctico por economizar el ma-
terial escriptorio, así como una preocupación por hacer simplemente
una copia del texto, y no tanto por que resultase fácil de leer.
Resulta interesante ver qué textos contenían estos códices. Aque-
llos con muchas líneas por página en la lista de Tumer son copias
de textos literarios clásicos, con la excepción de un tratado médi-
co (P.Ryl. iii,529) y un manuscrito cristiano, P.Chester Beatty IX-X
(Dn, Est y otros; n.os 76 y 79 del Apéndice 1), que tiene entre 45 y 57
Uneas por página 59 • Me parece sumamente interesante que sólo este
manuscrito cristiano aparezca en la lista de Tumer. De hecho, uno de
)os rasgos más llamativos de la mayor parte de los códices cristianos
primitivos es el menor número de líneas por página y, frecuentemen-
te, menos caracteres por línea. Tumer comentó estos aspectos y los
,jemplos que aduce en la comparación son sorprendentes()(>.

· 57. Por supuesto. hemos de tener en cuenta el tama~o de la página. Un có-


:cijce en miniatura perfectamente podía tener menos líneas por página (aunque no
:lleeesariamente). En la tabla 14 de Tumer (p. 96-97). los códices de papiro de los
:...os 11 y 111 tienen una altura de página que va de Jos 28 a Jos 40 cm. El número
. ele Uneas por página de estos códices oscila entre 48-50 (MPER i.4: P.Gen 2 +
r 'PJlyl. 548) y 65 (P. Flor. ii.ll 0).
~~ · ·'·. 58. Por ejemplo. según mis cálculos. en la tabla de códices de Tumer (p. 102-
~: 1115), 156 contienen textos literarios que fecha entre Jos siglos 1 y 111 (los códices nu-
') · :JIIerados del 1 al 156 en su tabla: p. 102-134 ). Por tanto. los 22 códices de este periodo
, ·:Ooa más de cincuenta líneas por página no son sino una peque~a parte del total.
;. · 59. Como ocurre con muchos códices. el número de líneas por página varia.
illaáde las posibles razones es que el escriba ajustaba el número de lineas por pági-
~ a medida que llegaba al tinal del códice, ya fuera api~ándolas para que cupiese
:·:-x~ o espaciando las líneas para completar el códice. En tales casos. parece que
·· ~- ;e&criba elaboró el códice en primer lugar y Juego copió el texto en él.
. ,.-. 60. Cf. sobre todo E. G. Tumer. Typology. 85-87. Por supuesto. es fundamental
~pirar códices de un tamaño de página parecido y contextos de género similar.
/86 Los primitivos papims cristianos

Por ejemplo, en P.Chester Beatty IX-X, el número de líneas por pá-


gina oscila entre 49 y 57 en el texto de Ez y entre 44 y 46 en los de Dn
y Est61 • Según Tumer, este códice comprende entre 17 y 23 caracteres
por línea62 • Para compararlo, cita dos códices de Homero (P.Merton
3 y Harris Homer), que tienen, respectivamente, entre 52 y 54 líneas
por página, con 32-38 letras por línea, y entre 48 y 54 líneas por pági-
na, con 32-38 caracteres por línea63 • De todos modos, como esos dos
textos clásicos están en verso, mientras que el libro cristiano está en
prosa, Tumer también lo comparó con un par de textos en prosa no
cristianos, un códice de Jenofonte (P.Oxy. 697), que tiene 60 líneas
por página y entre 40 y 45 letras por línea, y un códice que contiene
un texto de magia (PGM l.iv), con 50 líneas por página y entre 31 y 39
caracteres por línea. Lo que resulta de la comparación es que el códice
bíblico tiene muchas menos letras por línea, y ello se debe a que está
escrito con caracteres mucho mayores (y algo más separados entre
sí). Y, como Tumer sugiere convincentemente, el módulo de la letra
de P.Chester Beatty IX-X, mayor de lo ordinario, parece haber estado
destinado a «facilitar la tarea de su lectura [pública] en voz alta>>64 •
Tumer también compara el manuscrito P,s (P.Bodmer XIV-XV)
con el códice de Menandro de la colección Bodmer, que práctica-
mente poseen el mismo tamaño de página. En P,s el copista comenzó
escribiendo unas 39 líneas por página y en tomo a 24-25 letras por
línea pero, al advertir que podría terminársele el códice antes de ter-
minar su tarea, aumentó el número de líneas por página y de carac-
teres por línea (por ejemplo, en la p. 98, 43 líneas y más de 30 letras
por línea). El códice de Menandro contiene entre 47 y 54 líneas por
página, oscilando el número de caracteres por línea entre 25 y 34. No

61. Cito las cifras ofrecidas por F. G. Kenyon, The Chester Beatty Bíblica/
Papyri, Fasciculu.~ VI/, Ezekiel, Daniel, Esther: Text, London 1937, vu. Turner
presenta un recuento de lineas diferente en distintos lugares: 49-54 (p. 85), 45-57
(p. 97). 49-57 (p. 183) y 40-57 (p. 181 ). Puesto que las hojas del códice están da-
ñadas. es necesario hacer un cálculo del número total de líneas por página.
62. He llevado a cabo un rápido y aleatorio recuento de varias líneas del
texto de Dn en ese códice y mis cifras coinciden con las de Turner.
63. Una ilustración del «Harris Homem (B. M. Pap. 126) aparece en E. Tur-
ner, Greek Manuscripts, 40-41.
64. E. G. Tumer, Typology, 85. Las letras de P.Chester Beatty IX-X, como
sucede con muchos otros manuscritos cristianos primitivos. están también clara-
mente separadas y cuentan con un espaciado algo más amplio. lo que facilitarla
aún más la lectura.
Otros aspecto.~ cndit·,,fógicos y paleogrq{icos 1~7

obstante, este último está escrito en verso, y en los textos poéticos la


longitud de la línea refleja normalmente la estructura versificada. En
cualquier caso. queda claro que el texto clásico está copiado con una
disposición más densa.
Podrían citarse otros muchos casos. Por ejemplo, en P46 (P.Chester
Beatty 11; cartas paulinas) las líneas por página varían de 25-28 en
la primera parte a 28-31 hacia el final del códice, aumentando igual-
mente el número de letras por línea, pasando de unas 25-35 en las
primeras páginas a unas 30-38 en las últimas6 ~. Compárese esto con
dos códices de textos clásicos, copias de fechas cercanas y de un
tamaño más o menos parecido: una copia de Lisias (P.Oxy. 2537),
que tenía más de 45 líneas por página, y una copia de la /liada de
Homero (el n.o l OOa en la lista de Turner), con 47 líneas por página.
O compárese P41 (P.Chester Beatty 111~ Ap~ de unos 14 X 24,2 cm;
siglo 111), que contiene entre 25 y 30 líneas por página, con 25-30
caracteres por línea, con un tratado astrológico en un códice de fecha
y dimensiones similares (PSI ii.l58; de 14 X 21 cm) que tiene más
de 40 líneas por página y entre 40 y 45 letras por línea66 •
Por su parte, Ps2 (P.Ryl. 457) es un ejemplo de códice en el que su
impaginación pone de manifiesto con mayor fuerza que se buscaba
facilitar la lectura y que no existía preocupación por aprovechar al
máximo el material escriptorio. Si, según es aceptado, el texto que
contenía era esencialmente el evangelio de Juan como lo conocemos,
cada página (de unos 18 X 21,3 cm) tendría unas 18 líneas, con 28-
35 caracteres67 • Compárese este códice cristiano con un códice del si-
glo 111 de Homero (P.Oxy. 763, con la /liada), que tenía 33 líneas por
página. Ciertamente, Ps2 es un caso extremo, como se ve al contras-
tarlo con otros códices cristianos. Por ejemplo, el códice del Génesis

65. Una vez más. parece que el texto fue copiado en un códice previamente
elaborado. Así, cuando el escriba empezó a temer que se le acabaría el espacio.
aumentó el número de líneas por página y de letras por línea.
·· 66. Para una descripción de P4,, cf. F. G. Kenyon, The Chester Beatty Biblical
t Papyri, Fasciculus 111. Pau/ine Epist/es and Revelation: Text, London J934, XI. E.
~ G. Tumer, Typo/ogy, xi. ofrece una ilustración de PS/158.
l. 67. C. H. Roberts. An Unpub/ished Fragment, 50. De media, las líneas con-
' tenfan ligeramente más caracteres en el recto. Probablemente este códice fue fa-
bricado en primer lugar y después copiado. Por ello, el escriba, trabajando de iz-
quierda a derecha, no podía incluir tantas letras en las páginas de la izquierda al
' estorbarle el pliegue central del códice.
/88 Los primitivos papilvs cristianos

de la colección Chester Beatty (P.Chester Beatty V; siglos 111-IV; n. 0


6 del Apéndice 1) tiene unas dimensiones más o menos parecidas (en
tomo a 17 X 21 cm) y tiene entre 17 y 20 líneas por página. De todos
modos, se encuentra más próximo al diseño de Ps2 que a los códices
de textos clásicos de la época. Sin duda, la apariencia de muchos có-
dices cristianos, especialmente aquellos que contienen textos que se
consideraban escritura (o que terminaron por serlo), revela un interés
por facilitar la lectura, probablemente en público.
Por otro lado. podemos planteamos con razón a qué uso fue desti-
nado el famoso códice de los evangelios y Hch de la colección Ches-
ter Beatty (P4s; P.Chester Beatty 1). Sus páginas (de unos 20,4 X 25,4
cm) tienen de media 39 líneas. con 45-55 letras por línea68 • En com-
paración con los códices cristianos mencionados, el escriba de P4~ tra-
taba claramente de aprovechar al máximo el material escriptorio, para
ajustar un texto de considerable tamaño. Esto se aprecia también en el
módulo algo menor de la letra, comparado con otros códices bíblicos
cristianos69 • Esta disposición abigarrada, así como la naturaleza no tan
caligráfica de la letra, han Jlevado a algunos exegetas a sugerir que P4~
no fue preparado para la lectura litúrgica, sino para el uso privado 70 •

68. F. G. Kenyon, The Chester Beatty Biblical Papyri. Fascículus 11. The Gos-
pel'i and Acts: Text, London 1933. v-vi: T. C. Skeat, A Codico/ogical Ana~vsis, 27-
43. Sin embargo, desafortunadamente, ni Kenyon ni Skeat dan el recuento de ca-
racteres por línea. Hice un rápido cálculo de las líneas más corta y más larga de
una o dos páginas que se conservan relativamente intactas (por ejemplo, [ 13).
Posteriormente descubrí que mis resultados coincidían con el más detallado análisis
de G. Zuntz. Recon.~truction. quien tomó como muestra cuatro páginas. con líneas
que oscilan entre 46 y 57 letras (p. 194).
69. Es lamentable que los primeros estudiosos no incluyeran medidas precisas
del tama~o de la letra en su descripción de Jos manuscritos, contentándose con
emplear términos como «peque~o» o «mediano». Cada vez más (¡esperamos!) los
editores actuales de manuscritos proporcionan la medida de la letra (normalmente
en milímetros). Según mis propias mediciones. el tama~o de la letra de los códices
cristianos (sin contar los de tam~o reducido) normalmente oscila entre 2 mm (las
más peque~as) y 3-4 mm (tendiendo por lo general al mayor tama~o). Obviamente.
algunos caracteres (por ejemplo. la phi o la tau) serán algo mayores que otros en el
mismo tipo de escritura. Comparándolos con los caracteres impresos en los libros
actuales. presentan un abanico de tama~os parecidos (¡excluyendo las notas!).
70. Cf. particularmente G. Stanton. Jesus and Cospel. 198 y 73 nota 38. donde
remite a su correspondencia con T. C. Skeat. En el estudio que hizo Skeat de P¡<.
que apareció algunos a~os antes. hablaba del «gasto en el que incurrió la comuni-
dad cristiana (si era tal) que encargó el proyecto», calculando que la cantidad debiú
de ser de unas 43 o 45 dracmas (cf. T. C. Skeat. A Codicological Ana~vsis. 43).
Otros a.\pectos codicológicos y paleogrc~{icos /89

Aunque no podemos detemos mucho, es importante incidir en es-


tos aspectos, para poner de relieve la importancia de los rasgos ma-
teriales de los manuscritos cristianos. En mi opinión. la idea de que
P45 no fue preparado para la lectura pública o litúrgica es dudosa, o al
menos discutible. El manuscrito no posee las señales o anotaciones
marginales que a menudo caracterizan las copias de textos literarios
empleadas para el estudio privado71 • La letra del escriba. aunque no
sea tan caligráfica como la de otros manuscritos más o menos contem-
poráneos, revela que se trata de un copista plenamente competente.
que escribe de una forma segura, clara y fácil de leer. Apenas existen
; . nexos, y, aunque las letras son algo menores que en otros ejemplos de
t.
r códices bíblicos cristianos primitivos, el escriba las espació cuidado-
~ samente, lo que tavorece aún más la legibilidad. En conjunto. la letra
;.- no es de una calidad notoriamente inferior a la de la gran mayoría de
~..
~· códices bíblicos cristianos de los siglos 11 y IIF~.
l La principal diferencia entre P,.s y otros códices bíblicos del cris-
tianismo primitivo radica en que el texto está escrito en letras de un
:·módulo algo menor. Sin embargo. obviamente~ este era el inevitable
,eorolario de la decisión de incluir los cuatro evangelios y Hechos
:en un mismo códice. De hecho, P4s probablemente represente más o
· '.menos las máximas dimensiones de un códice de su tiempo. Además,
·según he señalado ya, el copista trató de compensar el efecto de tener
.· ·;qu.e escribir una letra de un módulo algo menor con una cuidadosa
~escritura y un espaciado que facilitara la lectura.

71. No obstante. es obvio que una segunda mano añadió signos diacríticos
\(puntos gruesos o rasgos inclinados) para marcar el final de las frases en detemli-
·:Dados lugares. Bien podrían haber sido incluidos por alguno de los primeros lec-
··\1ores. Cf. F. Kenyon, Fasciculus 11. IX. T. C. Skeat, A Codicological Ana~v.'iis, 31.
i~ó que dichas marcas aparecen en <<todos los fragmentos de Me y en todos los
:·fragmentos de Hch. pero en ninguna otra parte del códice [el subrayado es suyo]».
'·:Skeat apuntó a este y a otros indicios de que en este códice Me ocupa el último lugar
los evangelios (el llamado orden occidental de los evangelios. que también
ieencuentra en el códice W) y es seguido por Hch (p. 31-32). Sobre las diversas
·'Dl8neras de ordenar los evangelios. ct: B. M. Metzger. Canon. 295-300. Un ejemplo
~do códice bíblico cristiano con huellas de haber sido copiado para el uso personal
:.net que puede cotcjarse es Pn (Jud; 1-2 Pe: P.Bod. VII-VIII: n."' 166 yl68 del
...:-énclice 1). Sobre este manuscrito. ct: T. Wassem1an, Papyru.\· 72. 148-154.
72. Para un minucioso análisis de las tendencias del escriba de P4s. cf. J. Roy-
.. Scribal Habits. 88-181. Existen «pocas lecturas absurdas. pocas correcciones.
errores obvios», lo cual refleja un escriba competente preocupado principal-
por «elaborar un texto legible» (p. 156 ).
190 Los primitivos papims cristianos

Realmente, P4~ constituye un artefacto muy ambicioso e signifi-


cativo en el uso de esos textos en particular por parte del cristianis-
mo primitivo. Incluso con una disposición tan comprimida, P4~ com-
prendía originalmente 224 páginas (o 56 bifolios), con páginas de
unos 20 X 25 cm, un códice de unos 5-6 cm de grueso (excluyendo
la encuademación) 73 • Así pues, era un objeto notable, que contenía
textos que equivalen a casi el sesenta por ciento de todo el Nuevo
Testamento 74 • P4s puede perfectamente no haber sido el primero, pe-
ro sigue siendo el ejemplo más antiguo de un códice que reúne una
colección de textos tan importante 75 •
En resumen, aunque en principio es posible que P4s fuera prepa-
rado para la lectura o el estudio personal, no veo suficientes razones
para excluir la posibilidad de que fuera encargado por una comu-
nidad cristiana para su uso en la lectura litúrgica. Sin embargo, si
optamos por el uso privado, entonces debemos postular que hubo al-
guien con el suficiente interés y recursos económicos para permitirse
copiar un manuscrito tan extenso 76 • No obstante, creo más probable,
teniendo en cuenta todos los aspectos, que este códice fue elaborado
para alguna iglesia cristiana primitiva.
No es fundamental resolver aquí esta cuestión. Mi principal in-
terés consiste en insistir en que, al preguntamos por el destino para
el que P45 -o cualquier otro manuscrito--, fue copiado, ha de ser con-
siderada la impaginación del texto (incluyendo el número de líneas
por página y de letras por línea), junto con las demás características
de la escritura.

73. Cito los cálculos de T. C. Skeat, A Codicological Ana~vsis, 41.


74. Es verdad que P"" es un códice igualmente notable de una fecha más o
menos similar, un manuscrito compuesto de un único cuaderno que originalmente
contaba con 52 bifolios de papiro (208 páginas). Sin embargo. en comparación
con los evangelios y Hechos, la menor cantidad de texto copiada en P4h (las cartas
paulinas) permitió al escriba emplear letras de mayor módulo. así como menos
lineas por página (25-32) y menos caracteres por línea.
75. Aunque sigamos aG. Stanton, Jesu.<; and Gospel. 71-75. y aceptemos el
argumento de Skeat de que P64 + P(,j + P4 constituían un manuscrito algo anterior
con los cuatro evangelios y que P1~ pudo haber sido otro. la inclusión de Hch con-
vierte a P4~ en algo único entre los primeros códices.
76. Skeat. A Codicological Ana~vsis, 43. calculó el coste en tomo a 43 o 44
dracmas (un dracma equivaldría a un día de jornal en los siglos 1 y 11 d.C. ).
Otros aspectos codicológic:os y paleográficos 19/

5. «fNDIC ACIONES PARA LOS LECTORES»

Existen algunas otras características de los primeros manuscritos


cristianos que podemos considerar en su conjunto como «indicacio-
nes para los lectores». Mientras que para el ideal estético más genera-
lizado la línea de texto continua e ininterrumpida (scripta continuo)
era esencial, sin espacios entre palabras y una muy reducida o ausen-
te puntuación, especialmente en las copias formales de textos litera-
rios griegos, muchos manuscritos cristianos primitivos presentan, por
el contrario, una gran variedad de recursos gráficos que revelan cier-
to interés por guiar y facilitar la lectura. Estos van desde la simple
... adición de una diéresis sobre la iota o upsilon inicial (para que los
., lectores no tomaran la vocal como parte de la palabra anterior), o de
1. «espíritus» sobre las vocales iniciales aspiradas, pasando por la pun-

tuación (para seiialar una unidad de sentido más o menos equivalente


a lo que nosotros consideramos una frase o proposición), hasta otros
recursos destinados a indicar unidades de sentido mayores (párrafos o
secciones). Por supuesto, la identificación de unidades de sentido más
o menos grandes refleja en particular, y a la vez promueve, una cierta
lectura o interpretación del texto, por lo que es un indicio fundamental
para la exégesis cristiana de esos primeros siglos 77 •
En los textos modernos encontramos normales el espaciado entre
palabras, la puntuación y las divisiones de párrafos, además de una
amplia gama de elementos que indican cómo debería leerse el texto
(por ejemplo, el uso de la cursiva, de la negrita y de los encabezados).
Sin embargo, los lectores de textos literarios griegos antiguos debían
interpretar las líneas de texto, en gran medida ininterrumpidas, para
separar las palabras y las unidades sintácticas que nosotros conside-
ramos proposiciones, oraciones, así como divisiones del texto más

77. Hay un proyecto a nivel europeo centrado en el análisis de esas unidades


de sentido en los primeros manuscritos bíblicos y una nueva serie de publicacio-
nes derivadas: Pericope: Scripture as Written and Read in Antiqui~y. El volumen
inicial e introductorio es de M. C. A. Korpei-J. M. Oesch (eds.). Delimitation Cri-
ticism, Assen 2000. El más reciente volumen incluye estudios sobre la división en
unidades de sentido de varios manuscritos neotestamentarios: S. E. Porter, Peri-
cope Markers in Sorne Ear~v Greek New Testament Manuscripts, en M. Korpei-
J. M. Oesch (eds.). Layout Markers. 161-175; D. Trobisch, Structural Markers
. In New Testament Manuscripts with Special Attention to Observations in Codex
Boernerianus (GO /2) and Papym'i 46 of the Letters of Paul, en /bid., 177-190.
192 Los primitivos papiros cristianos

amplias. como los párrafos. En palabras de Col in Roberts, «por nor-


ma general, los manuscritos griegos hacen muy pocas concesiones al
lector» 7K. Por lo tanto, en los estadios iniciales del aprendizaje de la
lectura, se requería un enonne esfuerzo para adquirir la capacidad de
enfrentarse a bloques continuos de texto.
En el tercer capítulo me referí brevemente a las diversas maneras
en que estaban dispuestas las copias de los textos en los niveles ele-
mentales de la escuela y a las marcas que tenían para orientar a quie-
nes estaban aprendiendo a leer 7 '~. En cualquier caso. los manuscritos
cristianos no eran por lo general textos escolares, y los recursos gráfi-
cos que hay en ellos no se correspondían con los empleados en la en-
señanza de la lectura (por ejemplo, señales para las sílabas). Aparen-
temente, lo que aquí se intuye es un intento por facilitar el uso público
o litúrgico de los textos, especialmente, claro está, aquellos tratados
como Escritura110 • Con el paso del tiempo, estos recursos que aparecen
en los manuscritos cristianos se convirtieron en convenciones en la
copia o publicación de un texto, de modo que hoy nos resultan fami-
liares. Pero en su época, estos manuscritos cristianos supusieron la
vanguardia de estas innovaciones en la práctica libraría.
Llamo en primer lugar la atención sobre el hecho de que estos
recursos gráficos aparecen en nuestros más antiguos artefactos cris-
tianos. Por ejemplo, en el famoso fragmento del evangelio de Jn de la
colección Rylands (Ps2; siglo 11), aunque solo se conservan unas pocas
líneas incompletas, podemos ver dos claros ejemplos de diéresis so-
bre una iota inicial (en la línea 2 del recto y en la línea 2 del vuelto )~ 1 •

78. C. H. Roberts, Two Bihlical Papyri, 227. Para un estudio ulterior del modo
en que Jos textos literarios griegos carecen por Jo general del tipo de indicacion~~
para los lectores que esperamos en Jos libros actuales (por ejemplo. la división por
palabras, por párrafos y la puntuación), cf. Tumer, Greek Manuscripts, 7-12.
79. Remito una vez más al estudio de estos temas en R. Cribiore, Gymnastin
ofthe Mind, 132-143.
80. Sobre todo en los primeros siglos, cuando la idea del canon. y por tanto
Jos límites, estaba siendo analizada. la lectura generalizada de un texto en público
en el culto es probablemente el mejor indicio de que servía de Escritura, al menos
para un determinado grupo.
81. En ambos casos la diéresis se sitúa sobre la letra inicial de la palabra IVIt.
En el vuelto la diéresis no es estrictamente necesaria. pues la palabra anterior.
XOOflOV, termina en consonante. He ofrecido un análisis más detallado de las ca-
racterísticas gráficas de este fragmento en L. Hurtado, PJ!. 1-14. Las imágenes dl!l
fragmento Rylands están a nuestra disposición en http://www.library.manchestl!r.
ac.uklspecialcollections/collections/stjohnfragment/.
Otros aspectos codicológicos y paleográficos 193

No se observa puntuación alguna en este fragmento, pero el espaciado


ligeramente mayor entre palabras en determinados lugares plantea la
fascinante posibilidad de que pueda estar destinado a separar oracio-
nes y a indicar al lector que haga una breve pausa, de forma parecida
a cómo funciona hoy la coma en los textos impresos112 •
En los fragmentos de Mateo del papiro del Magdalen College de
Oxford, P64 (Mag.Coi.Gr. 18), se halla un claro ejemplo de otro recur-
so llamado «éctesis» (sangría francesa). Consiste en colocar la primera
letra de la primera línea completa de un nuevo párrafo o sección en el
margen izquierdo!! 3• Roberts indicó que el lugar donde esto ocurre en
los fragmentos conservados (el avto~ de Mt 26, 31) corresponde al
punto en que se sitúa una nueva sección o párrafo del texto de Mateo
en manuscritos de fecha posterior (por ejemplo. el códice Beza o el
Alejandrino), y consideró que el sistema de división del texto reflejado
en estos códices más tardíos «puede retrotraerse un par de siglos si
~tra datación del papiro [fines del siglo ll] es correcta»84 •
Se trata de una sugerencia fascinante que coincide con las obser-
-vaciones de otros estudiosos. Varias décadas antes, habiendo adver-
tido la puntuación y el uso deliberado de espacios más amplios en
·dere,tminados lugares del texto del códice W (el códice Freer o Wa-
$hingtoniano de los evangelios), así como otros fenómenos semejan-

,. 82. En Ps2 existe este espaciado ligeramente más amplio entre oubEvu e tva
(en la linea 2 del recto), entre [EL]JtEV y mnmtvwv (en la línea 3 del recto) y entre
[Xod]¡.a.ov e tva (en la línea 2 del vuelto). Curiosamente, esos espacios se producen
én puntos donde las modernas ediciones impresas del texto colocan a menudo
·q6n signo de puntuación. Por ejemplo, Nestle-Aland (27 ed.) coloca un punto
~ después de oubf.v<L al final de Jn 1g, 31, y una coma tras xoo~tov en Jn 18,
31~ También cf. C. Roberts, Two Biblical Pap_vri. 226-227, quien advirtió del uso
etales espacios para indicar unidades de sentido en P.Ryl. 458 (Dt: del siglo 11
,~.)Y apuntó algo parecido en P.Egerton 2 y Ps1 (aunque pensaba que en los dos
.. ~timos quizá se empleaba únicamente para señalar el final de la frase).
· : .. ~- . 83. El nuevo párrafo en realidad comienza con tott' AfYEL, que en P(J.I está es-
. .,.. en la linea superior. Por ello. en este caso el escriba indica el nuevo párrafo
. ~~te la sangría francesa en lo que es la primera 1ínea completa del párrafo. Otra
· • :liltrategia empleada por algunos copistas consistía en comenzar la primera línea de
· · e r o párrafo con su primera palabra. dejando el resto de la linea anterior en
: · . · o cancelándolo con alguna marca (como >>>>). C. Robcrts, Manuscript.
•1 :· . . · and Beliej. 16-18. estudia este recurso. subrayando la posible derivación
. '~!.praxis griega, de donde lo adoptaron los escribas judíos y cristianos. Hay que
? ;~,;.,;:: en cuenta también los manuscritos bíblicos en griego procedentes de Judea en
•:Jtt&e se utiliza este artificio, enumerados en E. Tov, Ser iba/ Practices, 161.
84. C. H. Roberts, An Ear~v Papyms (~lthe First Go.c,pel, 234.
/94 Los primilivos papiros crislianos

tes en algunos de los más antiguos testimonios, Henry Sanders había


sugerido que «nos enfrentamos a un primitivo sistema de separación
de frases. empleado en la lectura de la Escritura en la asamblea litúr-
gica» y propuso que su origen «debe remontarse ya al siglo 11>>85 •
Así pues, Roberts siguió la intuición de Sanders, siendo corro-
borada en su esencia también por otros estudiosos que descubrieron
ejemplos de estos recursos para señalar unidades de sentido, tanto
frases y oraciones como párrafos, en los primeros papiros bíblicos
publicados después del estudio de Sanders del códice W. Por citar
un caso, en su edición de P.Bodmer 11 (P66). Víctor Martín comparó
las divisiones en unidades de sentido en este papiro del evangelio de
Juan, fechado hacia el 200 d. C .• con las divisiones del texto joánico
en el códice W, encontrando suficientes conexiones como para con-
cluir que resultaba evidente el mismo sistema general de división del
texto, si bien más plenamente desarrollado en el códice W86 •
No mucho después, cuando se dispusieron a editar P1s (P.Bodmer
XIV-XV), Martín y Kasser advirtieron que también en este códice se
señalaban las nuevas secciones o párrafos, a menudo con un punto al
final de la sección anterior, un espacio en blanco y la primera línea
completa de la sección nueva sobresaliendo por el margen izquier-
do, aunque a veces el escriba usaba únicamente uno o dos de estos
recursos 117 • Compararon la división de unidades de P1s con las de P6~>·
advirtiendo frecuentes coincidencias, así como una serie de casos en
los que se distinguen en el modo concreto de marcar las divisiones.
Sugirieron que en los primeros momentos, cuando se compusieron
estas dos copias de los evangelios (ca. 175-225), aunque todavía no
existía un sistema perfectamente fijado de división del texto, la pra-
xis gráfica cristiana de señalar las unidades de sentido en los textos
bíblicos ya había nacido y se estaba desarrollando88 •

85. H. A. Sanders. New Testamenl Manuscripts, 14. Sanders advirtió seme-


janz.as en el uso del espaciado y de la puntuación en el códice Beza (códice D), en
el códice ~ y en el Curetoniano siriaco.
86. V. Martín. Papvrus Bodmer 1/, 18-20.
87. V. Martín-R. Kasser, Papyrus Bodmer XIV, 14-16 (sobre la subdivisión
del texto) y 16-17 (sobre la puntuación). Indico simplemente un caso de éctesis de
los muchos de P~~ en Le 11. l. donde la primera línea completa de la nueva sección
comienza con EV t(l) ElVaL Ut'tov y se extiende considerablemente en el margen
izquierdo (fácilmente visible en la ilustración 25 de la edición de Martín y Kasser).
88. lhid.• 15.
Otros aspectos codicológicos y palevgr4fic·o.\· /95

Martín y Kasser estaban en lo cierto, de todos modos, al alertar de


que esta convención gráfica todavía no estaba fijada y que los copistas
no eran sistemáticos en el modo de señalar las unidades de sentido
ni en la elección de qué unidades decidían marcar. Por ejemplo, Po~5
(ca. 250) y Po~<> no muestran ningún sistema para dividir las unidades
de sentido más amplias y sus escribas originales utilizaban solo de
forma ocasional los signos de puntuaciónx9 • Así pues, la indicación
de las divisiones del texto, si bien se practicaba de manera algo más
sistemática por parte de algunos escribas (aunque empleando diversas
técnicas). no era una praxis uniforme en todos los copistas de manus-
critos bíblicos cristianos de comienzos del siglo 111.
Por otro lado, es indudable y resulta llamativo el hecho de que
en torno al 200 d.C. algunos escribas cristianos estuviesen haciendo
constar las divisiones de unidades de sentido en los textos bíblicos
JDediante diversos artificios gráficos. Enfatizando una idea ya tratada,
esto significa que los primeros manuscritos en los que se utilizan tales
recursos son artefactos de la exégesis cristiana~ donde se refleja hasta
aerto punto el modo en que se leían esos textos en la liturgia hacia el
do 200. Más aún, resulta improbable que los testimonios más anti-
$UOS que poseemos de tales artificios constituyan los primeros ejem-
plos de su uso en la tradición gráfica cristiana. Por ello, debemos de
~siderar que la utilización de tales mecanismos es algo anterior a
los manuscritos conservados, lo que les dota de una importancia aún
mayor para la investigación histórica. Los estudios sobre la primitiva
recepción cristiana de esos textos, sobre el proceso de canonización,
sobre las más tempranas prácticas litúrgicas y sobre otras cuestiones
~ionadas han de tomar nota de estos testimonios.
r Una prueba más de que estos procedimientos aparecen de forma
~·,-, ~rana y frecuente en los códices cristianos, son los datos que ofre-
~- ~.pe Peter Head en su examen de algunos rasgos de los más reciente-
t laente publicados fragmentos neotestamentarios de Oxirrinco'IO. Li-
·.. ~tándonos a los fragmentos de códices neotestamentarios techados

. ''. 89. Cf. la descripción de los recursos gráficos de P~~ en F. Kcnyon. Fascicu-
~ ,.,JI, IX, y de Poló en F. Kenyon. Fasciculus 111. XIII-XIV. Sin embargo. Kenyon
.·~aba que en P4ó se sei\alaban ocasionalmente «pausas de sentido)) mediante
~-~ ligero espaciado». lo que sugiere «cierta percepción por parte del copista del
·-tido de lo que estaba escribiendo)) (p. XIV).
''" 90. P. Head, Some Recent~v Puh/ished NT Papyri. 5 (especialmente la tabla).
196 Los primilivos papiros cri.\'lianos

en los siglos 11 y 111, tenemos nuevos testimonios indiscutibles de


diéresis (Pwo. P66 y P4~). «espíritus» (P4~. Pn, Pw4, Pw1 y P113), sig-
nos de puntuación (P4s, Pw, P1s. Pn, P102. Pun, Pm y P11s)91 , división
de párratos (Pn, además de los códices ya citados) y numeración de
páginas (P(I(, y Pul(,). Insisto en que ahora solamente quiero ilustrar
adecuadamente el fenómeno con algunos ejemplos, y no enumerar
de manera exhaustiva los primitivos códices bíblicos que lo atesti-
guan. Aunque los códices que Head cita son copias de textos del Nue-
vo Testamento, también encontramos recursos gráficos parecidos en
manuscritos cristianos primitivos de otras obras literarias, como los
escritos del Antiguo Testamento92 •
Además de reflejar una particular preocupación por parte de los
escribas por la legibilidad, y el probable uso por parte de los cristianos
de determinados textos para la lectura en público, estos recursos gráfi-
cos también pueden sugerir la relación histórica entre las prácticas de
escritura judías y cristianas. Hace muchos años, Col in Roberts advir-
tió los curiosos espacios utilizados para sefialar el final de las frases o
de las proposiciones en fragmentos de una copia griega de Dt fechada
en el siglo 11 a.C. (P.Ryl. 458; n. 0 28 en el Apéndice 1), y comentó
que no conocía papiros literarios griegos que poseyesen un sistema
similar. De todos modos, descubrió algo más o menos parecido en
un par de papiros cristianos antiguos entonces recientemente publica-
dos- P.Egerton 2 (un texto desconocido parecido a los evangelios) y
P.Ryl.457 (Ps2)-, sugiriendo la posibilidad de algún tipo de influencia
de la praxis gráfica judía sobre la del cristianismo primitivo93 •

91. Existen puntos para marcar proposiciones y frases. cuya situación cam-
bia en relación con la caja del renglón. La ubicación exacta de los puntos varía en
cierta medida en los primeros manuscritos. Los usuarios de las modernas ediciones
impresas, como la Nestle-Aiand (27 ed.), advertirán el uso del punto «bajo>> (para
señalar el tinal de una frase) y del punto «alto» (por ejemplo, para indicar el pastl
al estilo directo).
92. Por ejemplo, P.Chester Beatty VI (Nm-Dt; finales del siglo 11 d.C.) presen-
ta ocasionalmente la división de párrafos, una diéresis sobre la iota y la upsilcm ini-
ciales y un apóstrofe tras los nombres propios que no tienen origen griego, recursos
todos ellos utilizados por el escriba original. Cf. F. Kcnyon, Fasciculus V. ix-x.
93. C. Roberts, T'.vo Bihlical PapJ•ri, 226-228. Roberts cotejó el uso de esws
espacios en dichos manuscritos con la disposición característica de las copias de
textos literarios clásicos: «Por norma general los manuscritos griegos hacen muy
pocas concesiones al lector» (p. 227). Además hay una imagen de P.Ryi.45X )
una breve descripción en E. Würthwein, The Text of the 0/d Testament, 176-177.
La elegante escritura. el amplio margen superior y la buena calidad del papiro s~·
Otros aspectos codicológicos y paleográficos /97

No obstante, en el momento en que publicó P.Ryl. 458, Roberts


poseía muy pocos testimonios de la praxis gráfica judía de la épo-
ca para hacer comparaciones. Pero, gracias a la meticulosa labor de
Emanuel Tov, hoy en día resulta posible decir mucho más sobre la
praxis gráfica reflejada en los primitivos manuscritos hebreos, ara-
meos y griegosl)4 • Nótense, por ejemplo, sus resultados en relación
con el uso de espacios para indicar unidades de sentido o de lectura
(:frases, versos o secciones más amplias). Tov muestra que la práctica
se remonta a la copia de textos hebreos (estando presente en los es-
critos literarios bíblicos y no bíblicos, pero ausente en los documen-
tos) y fue posteriormente adoptada por los escribas judíos al copiar
textos bíblicos en griego9 S. A decir verdad, una vez más, nos enfren-
tamos a una tradición gráfica que en la práctica real conllevaba un
cierto grado de variedad, y quizá dependía del escriba. Sin embargo,
la idea esencial que supone identificar unidades de sentido mediante
uno u otro recurso gráfico resulta ya bastante evidente en los más
antiguos manuscritos judíos de textos bíblicos.
Más aún, Tov plantea de forma convincente la continuidad (si bien
con ciertas variantes y posteriores avances en los detalles) entre las
tradiciones gráficas judías y la posterior praxis cristiana, que se pue-
de percibir más nítidamente al comparar los manuscritos bíblicos en
artego de clara procedencia judía y cristiana96 • El uso de espacios para

I¡1UD para sugerir que este «inusualmente hermoso manuscrito)) (C. Roberts, Ty,.·o
lllhlical Papyri, 226) probablemente fue preparado para la lectura en público.
·,; 94. Los análisis que Tov llevó a cabo en varias publicaciones anteriores han
•ido reunidos ahora en E. Tov, Se~·iha/ Practices, Leiden 2004.
a. 95. /bid., 131-163. Tov postula tres fases evolutivas en el modo en que los
··tJ.ICrtDlllS judíos indicaban la división de secciones en los manuscritos bíblicos en
(p. 159-162). Su Apéndice 5, «Scribal Features of Early Witnesses ofGreek
11etiptutre)) (p. 303-315). proporciona tablas detalladas de los elementos gráficos
i.,r. l!!l!!..,_ el siglo V d.C. Asimismo. Tov sei\ala que las técnicas para indicar las seccio-
¡r~::,:•;del texto parecen haber sido usadas con anterioridad a los manuscritos bíblicos
como se pone de manifiesto en una gran variedad de materiales del
:.:~•llíl\aoOriente Próximo. Por consiguiente, opina que «los más antiguos rollos que
·~Mll.altian la Escritura ya marcaban la división de secciones» (p. 155).
~l'tl.Vb. /bid.• 160-161, así como la tabla de los manuscritos con la reflexión
..,...,,._ ....u""' rasgos en las p. 303-315. Los testimonios de Tov concernientes a la
gráfica cristiana se limita a las copias de textos vetcrotestamcntarios. De
modos, la misma influencia es también evidente en la forma en que los
IJWII.,_ cristianos indican los párrafos y las secciones en las copias de textos del
Testamento.
/98 Los primitivos papiros cristianos

indicar unidades de sentido más amplias es un buen ejemplo. Entre


los manuscritos bíblicos en griego copiados por judíos, ya hemos ha-
blado de P.Ryl. 458, que emplea espacios para señalar unidades de
sentido y signos de puntuación (el punto alto). Tov cita otros manus-
critos que muestran elementos parecidos, entre ellos: P.Fouad 266a-c
(Gn-Dt; siglo 1 a.C.; con división de secciones mediante la gamma
capitular; n.o~ 5, 26 y 27 del Apéndice 1yn; 4QpapLXXLeva&b (Lv;
siglo 1 a.C.; con división de secciones y paragraphos; n.o~ 19 y 20 del
Apéndice); 8HevXIIgr (profetas menores, Nahal Hever; siglo 1 a.C.;
con divisiones de sección, paragraphos y éctesis; n. 0 81 del Apén-
dice); y P.Oxy. 4443 (Est; finales del siglo 1 o principios del siglo 11
d. C.; con secciones, paragraphos y éctesis; n. 0 36 del Apéndice)98 •
Los primeros manuscritos bíblicos de procedencia cristiana
muestran rasgos similares, en particular la identificación de párrafos
y secciones por parte del escriba original. Por ejemplo, P.Chester
Beatty VI (Nm-Dt), P.Chester Beatty IX + P.Scheide (Ez; n. 0 76
del Apéndice 1), P.Oxy. 4442 (Ex; n.o 12 del Apéndice), P.Chester
Beatty X (Dn; n. 0 79 del Apéndice) y otros más9C!. En general, no
obstante, la posible continuidad entre las praxis judía y cristiana se

97. El paragraphos es normalmente un trazo horizontal (o ligeramente curvo)


que servía para marcar el final de la sección anterior. Este artificio aparece a me-
nudo en copias de textos griegos clásicos, así como en manuscritos judíos y cris-
tianos. En los textos clásicos tales marcas pueden proceder del copista original. o
más comúnmente, el usuario del manuscrito las insertó posteriormente. Para mayor
información, cf. Tumer. Greek Manuscripts, 8-9. Sobre su uso (y el uso de otros
signos gráficos) en los antiguos manuscritos judíos en particular. e[ E. Tov. Seriba/
Practices, 178-187. Este autor sei\ala que en los manuscritos judíos en griego el
signo noRllalmente se coloca entre la última línea de una sección y la primera de la
siguiente, como es tlpico de las copias de textos griegos clásicos. mientras que en
los manuscritos hebreos y arameos aparece principalmente en el margen (p. 183 ).
Presenta una lista de manuscritos bíblicos (del Antiguo Testamento) en griego con
la gamma capitular (p. 184 ). Como sei\ala en otro lugar (p. 161 ). tanto el uso de la
gamma capitular como el de la éctesis probablemente derive de la praxis griega.
siendo adoptada en círculos de escribas judíos y después cristianos.
98. Cf. la lista en E. Tov, Scribal Practices. 311.
99. E. Tov. Scribal Practices. 160-161. también enumera P.Oxy. 1007 (Gn,
cuya procedencia es menos clara). P.Berl. 17123 (Gn). P.Rendel Harris 166 (que
podría ser judío y tal vez se trata de una selección y no de un texto continuo de Gn).
Washington Freer V (profetas menores). P.Berl. 11778 (Job 33-34 en el vuelto de
otro texto, tal vez de magia). P.Chester Beatty V (Gn). P.Aiex. 203 (ls; un rollo, tal
vez judío). P. Ches ter Beatty IV (Gn, del siglo IV d.C .) y P.Geneve Gr. 252 (Jr: del
siglo IV d.C.).
·.· Otros aspecto.\· codicológicos y paleográficos /99

refleja en las divisiones de párrafo o de sección, y no en el caso de la


frase o el verso. Además, como se ha señalado en numerosas ocasio-
nes, nos enfrentamos a una tradición gráfica que no estaba legislada
o impuesta por ninguna autoridad en esos primeros siglos. Es decir,
probablemente podamos suponer el influjo de algunos rasgos grá-
ficos de los manuscritos bíblicos judíos en la praxis de los copistas
cristianos, como la costumbre de indicar al menos las grandes unida-
des de sentido de los textos. Sin embargo, no debemos esperar que,
por un lado, la práctica fuese uniforme, ni, por otro, podemos dejar
de advertir la continuidad en medio de las variantes.
Como señala Tov, la individualización de las secciones de un
texto, así como la decisión de identificar uni dad es mayores y me-
nores, es una decisión del copista, por lo que descubrimos variantes
entre los manuscritos conservados, especialmente entre los más anti-
guos100. Esto significa que cualquier división de un texto en unidades
(desde las frases y los versos a otras más amplias como párrafos o
«secciones») refleja una exégesis del texto en cuestión, ofreciéndo-
nos un motivo adicional para prestar atención a esos elementos de la
organización material y visual del texto en los antiguos manuscritos.
Cualquier variante significativa y cualquier cambio en la identifi-
cación de las unidades de sentido de un determinado texto proba-
blemente pongan de manifiesto diferencias o transformaciones en el
modo de comprender y emplear dicho texto.

6. CoRRECCIONES

En este último apartado, deseo llamar la atención brevemente so-


bre el fenómeno de las correcciones gráficas en los primeros papiros
cristianos. Los estudiosos de la crítica textual del Nuevo Testamento
son plenamente conscientes del fenómeno en las copias de los escri-

100. /bid.• 149. para el estudio de la división de unidades en los manuscritos


bfblicos hebreos. Tov opina que, hasta cierto punto, «los escribas deben haberse
sentido libres para cambiar las divisiones de sección de su Vorlage y para aftadir
nuevas de acuerdo con su comprensión del contextm> y que «deben de haber toma-
do sus decisiones ad hoc. guiados principalmente por la comprensión general del
. . contenido» (p. 150). Ello convierte a estas divisiones entre secciones de los prime-
r.· ros manuscritos en un testimonio aún más importante del modo en que los antiguos
~¡;.
~ comprendían dichos textos.
1
200 Los primitivos papiros cristianos

tos neotestamentarios, y el aparato crítico de una buena edición del


Nuevo Testamento en griego a menudo indicará si una determinada
variante es original de un manuscrito particular o una corrección.
Ha habido estudios detallados de las correcciones de algunos im-
portantes testimonios textuales, siendo el examen que Milne y Skeat
hicieron del códice Sinaítico un modelo a seguir 101 • Respecto a los
papiros neotestamentarios primitivos, resulta esencial la tesis docto-
ral de James Royse 102 • Mi propósito no es tanto examinar los detalles
de determinadas correcciones o centrarme en las diversas clases de
variantes implicadas (análisis propio de los estudios de crítica tex-
tual), cuanto indicar de forma general qué podemos deducir de la
presencia de correcciones sobre los antiguos escribas y su actitud en
relación con los textos que copiaban.
Podemos comenzar advirtiendo que es importante distinguir entre
las correcciones realizadas por el escriba original, las llevadas a cabo
por otro copista coetáneo y las que parecen proceder de una mano
posterior. Esta última clase de correcciones pueden ofrecer pistas in-
teresantes sobre el modo en que los lectores de época posterior leían
un determinado texto, así como sobre sus lecturas preferidas 103 • Las
correcciones del copista original nos hablan sobre todo de la actitud
del escriba ante la tarea de la copia, y de lo interesado que estaba
por elaborar una transcripción satisfactoria. En la mayor parte de los
casos las correcciones ponen de manifiesto que el escriba revisaba el
texto copiado, comparándolo con el original y advirtiendo las erra-
tas (por ejemplo, las omisiones o repeticiones accidentales, las faltas
de ortografia y otros errores). Las correcciones realizadas por una
mano coetánea distinta podrían sugerir algo distinto, probablemente
un ambiente donde la tarea del escriba era regulamiente examinada
y corregida por otro copista, o quizá por una persona que tenía una
función de supervisión de la calidad de la copia.
En las correcciones llevadas a cabo por el escriba original y por
otro copista coetáneo, tenemos un testimonio históricamente impor-
tante que sugiere un cierto interés por conseguir una copia satisfacto-

101. H. J. M. Milne-T. C. Skeat. Scribes and Correctors.


102. J. Royse. Scribal Habits.
103. Por ejemplo. J. Royse, Scribal Habits, 238-240, consideraba que lasco-
rrecciones posteriores (del siglo 111) en P46 reflejaban una tendencia hacia el texto
«alejandrino» de las epístolas paulinas.
Otros a.\'pecto.\' codicológico.'i y paleogn!ficos 20/

ria y «correcta» de un texto, una preocupación ya presente cuando se


escribió el manuscrito. Por supuesto, los cambios en cuestión («co-
rrecciones») estaban destinados a elaborar una copia «satisfactoria»
para la persona que los hizo. Lo que los editores actuales piensen de
los cambios en relación con la existencia de una formulación «origi-
nal» del texto es una cuestión diferente 104 • Lo que se debe subrayar,
no obstante, es que las correcciones revelan una visión del texto en
el que la terminología está dotada de cierto significado e importan-
cia. Las correcciones en los más antiguos manuscritos constituyen
un testimonio crucial en nuestros esfuerzos por analizar qué actitu-
des mostraban los primeros cristianos ante los escritos que terminaron
por fonnar parte del canon, cuál podría haber sido la «textualidad»
en el cristianismo primitivo y qué dinámicas pudieron afectar a la
transmisión de dichos escritos. Ciertamente, otros testimonios apun-
tan a una interesante libertad y diversidad en e 1texto de dichas obras
en el siglo 11, al menos en algunos grupos y ambientes cristianos 105 •
Me permito sugerir, de todos modos, que tales correcciones ofrecen
mdicios que van en contra de la noción de la absoluta libertad y que
ál menos entre algunos escribas cristianos y en determinadas circuns-
ümcias se ponía un cuidado algo mayor a la hora de copiar un texto.
En relación con las correcciones realizadas por una mano coetá-
ítea, podemos preguntar en qué momento aparecieron los scriptoria
· ..fttianos 1()('. Algunos han supuesto que no pueden haber existido antes
. del siglo IJI-o que habría que situarlas más tarde-, pero estas corree-
¡·. tiooes en los manuscritos primitivos pueden apuntar a una conclusión
;., ..

.:.:,·. 104. Sobre los recientemente señalados problemas con la noción de un texto
· _.¡ginab>, cf. E. J. Epp. The Multivalence ofthe Term ({Original Text )), 245-281.
105. Lo subraya, por ejemplo. D. C. Parker. Living Text: H. Koester. Text of
'Synoptic Gospe/s, 19-37. Tengo mis dudas. no obstante. en algunos aspec-
mltiiiiB!:··4:~rr•n la afirmación de que p,~ representa <<el primer intento de establecer un
controlado» de los evangelios a finales del siglo 11 (Parker, Living Text. 200).
más bien que la transmisión textual de los evangelios en el siglo 11 era más
!'lll'"'t"'•~~G que la de la imagen ofrecida por Parker (y -lo reconozco- aceptada
por otros muchos estudiosos). y que el interés por copiar el texto cuida-
IID'ltmte (junto con otras muchas actitudes más libres) puede remontarse a una
anterior a la de nuestros más antiguos manuscritos. Ya he manifestado mis
pepanci'l:tS con Koestcr: Hurtado. Beyond the lnter/ude'!. 40-43: Id., The New
'.1'-lCrment in the Second Centun-.
. '106. H. Y. Gamble. Book!t ~nd Readers, 121-126. ofrece una reflexión por lo
excelente. pero no recurre a la posible importancia de las correcciones.
204 Los primitivos papiro.~ cristianos

de códices habituales en la época en que los manuscritos cristianos


fueron copiados. En cualquier caso, podemos decir sin temor a equi-
vocarnos que los diversos tamaños de los primeros códices cristianos
reflejan el uso privado o público y litúrgico que se hacía de ellos.
Asimismo, es importante la impaginación del texto, pues, por
ejemplo, una disposición a doble columna probablemente manifieste
un cierto esfuerzo por dotar a la página de una apariencia algo más
sofisticada, si tenemos en cuenta la estética textual de los siglos 11
y 111 d.C. Incluso el tamaño de los márgenes, el número de líneas
por página y el número de letras por línea son aspectos que han de
tenerse en cuenta, ya que pueden arrojar luz sobre la naturaleza espe-
cífica del manuscrito como testimonio de las costumbres y de la vida
religiosa del cristianismo primitivo.
También señalé cómo una serie de códices cristianos tienen ele-
mentos que están indudablemente destinados a facilitar su lectura, tal
vez la que se desarrollaba en público en el contexto de la asamblea
eclesial. Además, incluso los errores de los escribas y su intento de
corregirlos nos ofrecen datos, a menudo ignorados pero muy suge-
rentes, que inciden en cuestiones fundamentales relativas al papel de
un determinado texto en los primeros grupos cristianos.
OBSERVACIONES FINALES

Como indiqué en la introducción, este libro no es una leva pa-


ra que los estudiosos del Nuevo Testamento y de los orígenes del
cristianismo abandonen sus estudios y se conviertan en papirólogos
y paleógrafos. Simplemente he procurado subrayar que la obra lle-
vada a cabo por los expertos en esas áreas ofrece datos valiosos que
deberíamos tener en cuenta todos los interesados en las cuestiones
históricas relativas al cristianismo primitivo. Espero, por tanto, que
este libro suscite interés y anime a otros exegetas a prestar más aten-
ción a estos antiguos artefactos cristianos y a las consecuencias que
puedan tener a la hora de describir y analizar el cristianismo de esos
primeros siglos.
Espero también (de hecho, especialmente) que la presente ge-
neración de estudiantes, sobre todo los que planean realizar su tesis
doctoral o los que la están haciendo. se vea estimulada a familiari-
zarse con estos importantes testimonios de los textos cristianos pri-
tW.tivos, así como con Jos procesos de transmisión y con su uso. En
lQs primeros manuscritos cristianos nos acercamos lo más posible a
_ la copia, lectura y estudio de textos bíblicos y extrabíblicos que se
.j. desarrollaba en los grupos cristianos, remontándonos incluso al si-
~ · ¡lo 11. Nadie interesado en los orígenes del cristianismo puede ignorar
~ · iJUustificadamente este material.
~~. _,. • Como con todo aquello que merece la pena, ciertamente se re-
L ggiere cierto esfuerzo para llegar a conocer las características espe-
..- *cas de los primeros manuscritos. Reconozco que el voluminoso
·••1 torrente de publicaciones académicas y la diversidad de plantea-
:onentos utilizados en el estudio de los orígenes cristianos hacen cada
'rvez más dificil creer que se pueda intentar mucho más que dar una
·,.,Visión limitada sobre un texto o un planteamiento particular. No es
•Posible especializarse en todo. por supuesto, y la labor académica se
206 Los primitims papiros cristianos

desarrolla correctamente de forrna cooperativa y colegial, de modo


que los estudiosos aprenden unos de otros y realizan su aportación
personal. Sin embargo, insisto en mi esperanza de que algunos nue-
vos estudiantes se vean seducidos por el estudio de los más antiguos
manuscritos, y que muchos otros de los que pretenden llevar a cabo
estudios históricos del Nuevo Testamento y del cristianismo primi-
tivo se animen a alcanzar una familiaridad, al menos suficiente, con
estos artefactos para sacar partido de los datos que ofrecen.
En un momento en el que contamos con un conjunto significativo
de papiros cristianos primitivos (y podemos esperar que siga publi-
cándose nuevo material), resulta desafortunado para el estudio de los
orígenes cristianos que esos fascinantes restos del cristianismo pri-
mitivo sigan siendo ignorados y menospreciados. Las propuestas que
he presentado en este libro sobre la trascendencia de esos antiguos
artefactos cristianos no pretenden ser la última palabra, y mis ideas
respecto a determinados asuntos perfectamente pueden estar sujetas
a corrección. Antes bien, mi propósito es estimular a otros para que
investiguen y reflexionen sobre estos temas, y espero sus resultados.

SUGERENCIAS PARA SEGUIR LEYENDO

Para quienes estén dispuestos a aceptar mi invitación, sugiero al-


gunas lecturas para iniciarse. Serán de ayuda para prepararse a seguir
explorando lo que los primeros manuscritos nos proporcionan. Para
una breve, comprensible y muy amena introducción a la papirología.
cf. E. G. Turner, Greek Papyri: An lntroduction. Oxford 1980. B.
M. Metzger, Manuscripts (?fthe Greek Bible: An lntroduction toPa-
laeography, New York 1981, es una concisa introducción a los ma-
nuscritos bíblicos y sus características gráficas. H. Y. Gamble. Books
and Readers in the Ear~r Church: A History o.fEar(v Christian Texts.
New Haven 1995, ofrece una fascinante reflexión del modo en que
los primeros cristianos elaboraron, distribuyeron y emplearon los
textos. y debería ser lectura obligada para todos los doctorandos en
las áreas de Nuevo Testamento y orígenes del cristianismo.
APÉNDICE 1
TEXTOS LITERARIOS CRISTIANOS EN
MANUSCRITOS DE LOS SIGLOS Il Y 111

En las siguientes tablas los manuscritos están ordenados por tex-


to, de acuerdo con amplios epígrates, como por ejemplo, «Antiguo
Testamento».
Los manuscritos que contienen más de un texto (excepto en el
caso de los que incluyen a los profetas menores) están citados para
cada texto, con referencias cruzadas indicando los números de los
otros textos en esta lista.
En la columna «Identificación», cada manuscrito se inventaría
usando una signatura papirológica convencional, aunque tambiém
se ofrecen otras formas de identificarlo. Las entradas marcadas con
r> son manuscritos judíos incluidos por su interés o como punto de
comparación; el doble asterisco ("") señala aquellos casos en los que
se discute la datación, el género u otra cuestión, incluyendo aquellos
que resulta dificil identificar como judíos o cristianos. La columna
«Comentarios» no siempre ofrece datos, sino que refleja mis propios
conocimientos o aquello que considero relevante en cada caso. Asi-
mismo, he incluido el cálculo del tamaño de la página de algunos ma-
nuscritos (bajo el epígrafe «Formato»), pero no he podido hacerlo de
fonna sistemática para todas las entradas. Además de las abreviaturas
nonnales, se emplean las siguientes: col. (columna); corr. (correc-
ción); doc. (documento); frag. (fragmento); ms. (manuscrito); nom.
sac. (nomina sacra); opist. (opistógrafo); pág. (página y números de
página); pap. (papiro); g.cap. (gamma capitular); perg. (pergamino);
' : r (recto); teol. (teológico); v (vuelto).
'
!
f.
208 Los primitivos papiros cristianos

1. ANTIGUO TESTAMENTO

TEXTO IDENTJI'J(:ACJÓN FECHA MATERIA FoRMATO CoMENTARIOS


l. Génesis P.Yale 1; LDAB 3081; S. IJ-111 pap. códice (ca. 14 318 como "tlf) ( Gn
(14, 5-8.12-15) VH 12; Rahlfs 814 d. C. X 20 cm) 14, 14)
2. Génesis ( 1-35) Berlin Staats.Bib. Cod. finales pap. códice (18 X ~. 30 hojas, 2 cols.
gr. fol.66 1, JI; VH 4; del s. 111 28cm) (luego 1 col.), pág.,
LDAB 3103; Rahlfs 911 d.C. cursiva, muchas
corr.
3. ••Génesis (2, P.Oxy. 1007; VH 5; finales perg. códice tetragrámaton
7-9.16-18; 2. LDAB 3113; Rahlfs 907 deis. 111 como doble yod; x;;
23-3, 1.6-7) d.C. (¿cristiano o judío?)
4. ••Génesis (frgs. P.Oxy.656; LDAB 3094; SS. IJ-111 pap. códice, un 9EO<; y XUQLO<;
de los caps. 14, Rahlfs 905; VH 13 d. C. solo cuaderno sin abreviar; pág. y
15, 19, 20, 24, 27) de unas 50 corr. de otra mano;
hojas ¿judío? (Roberts)
S. •Génesis (3, 10- P.Fouad 266a; VH 56; s. 1a.C. pap. rollo (judío) 9EO<; sin abreviar;
12; 4, S-7.23; 7, LDAB 34SO; Rahlfs 942 no tetragrámaton
17-20: 37, 34-38, (cf. LDAB 34SI, 3453)
1; 38, 10-12)
6. Génesis (8-9; P.Chest.Beatty V; s. 11 d.C. pap. códice (17 X ~; algunas g.cap.
24-25; 30-3S; LDAB 31 09; Rahlfs 2lcm)
39-46 passim) 962, VH 7
7. "Génesis ( 16, P.Oxy. 1166; VH 14; s. 111 pap. rollo letra primitiva
8-12) LDAB 3114: Rahlfs 944 d.C. «bíblica mayús-
cula»; x<; y {t;
(¿judío?)
8. Génesis ( 19, P.Berl. 17213; VH 1S; inicios. pap. códice
11-13.17-19) LDAB 31 O1; Rahlfs 99S 111 d.C.
9.Génesis (46-47) P.Lit.Lond. 202; Rahlfs SS. Jlk pap. códice (14 x
9S3: VH 30 IVd.C. 17 cm)
10. Exodo P.Baden 4.56; VH 33; S. 11 d.C. pap. códice semicursiva;
(8, S-9.12-20) LDAB 3086; Rahlfs 970 2 cols.; cf. 29.
[+ Dt]
11. Exodo P.Deissmann (= SS.11-111 pap. códice (ca. 1O 20-22 línlpág; X<;
(4, 2-6.14-17) P.Horsley); LDAB d.C. X 12-IS cm) yx<;
3095; Rahlfs 865
12.Exodo P.Oxy. 4442; LDAB inicios. pap. códice (ca. x;; una col.; texto
(20. 10-22) 3118; Rahlfs 993 111 d.C. 12+ X 22 de los LXX
cm)
13. ••Éxodo P.Harris 2.166; LDAB S. III pap. rollo (¿judío?) marcas de lectura;
(22-23) 31 04; Rahlfs 896 d.C. ¿,selección de
textos?
14. •Éxodo (28, 7QLXXExd (7Ql ): S.11-1 pap. rollo (judío) letra «formal
4-6.7) VH 38: LDAB 34S6; a.C. sumamente
Rahlfs 805 decorada»
1S. Éxodo (31, P.Oxy. 1074; VH 40: S. 111 pap. códice
13-14; 32, 7-8) LDAB 3096; Rahlfs 908 d. C.
16. Éxodo (34, P.Berl. 14039; VH 42; SS. 111- perg. códice X<;
3S-3S, 8) LDAB 3129 IV d.C.
17. Éxodo (40, P.Rein. 2.59; VH 43; s. 111 pap.. códice pág.
5-14.19-25) LDAB 3121; Rahlfs d. C.
1000
Manuscritos de los siglos 11 y 111 209

Tr:XTO IDENTIFICAC"IÓN FECliA MATERIA FoRMATO CoMENTARIOS


18. ••Éxodo (40. P.Oxy. 1075; LDAB S. 111 pap. rollo (¿judío'? v.=Ap en
i!.~;
26-32) (v.=Ap 3477 (cf. LDAB 2786); d. C. ¿cristiano?) mano posterior
1, 4-7) Rahlfs 909; VH 44 (cf.
VH 559)
19. •Levítico (2, 4QpapLXXLevb s.l a.C. pap. rollo Uudío) Qumrán; letra muy
3-5.7; 3. 4.9-13; 4, (4QJ20); VH 46; Rahlfs decorada; Lao> =
6-8.1 0-11.18-20.26- 802; LDAB 3452 tetragrámaton
29; 5, 8-10.18-24)
20. •Levítico (26, 4QpapLXXLeva (4Q s. 1 a.C.- cuero rollo Uudio) Qumrán; g.cap.
2-16) 119); VH 49; LDAB s.l d.C.
33454; Rahlls 8o 1
21. Levítico (27. P.Oxy. 1351; VH 50; S. 111 perg. códice
12.15-16.19- LDAB 3133; Rahlfs 954 d. C.
20.24)
22. Levítico Sch0)'en 2649; LDAB SS. IJ-111 pap. códice (ca. JO (¿mismo escri-
(partes de 10; JI ; 8120; Rahlfs 0830 d.C. (ca. X 20cm) ba que Sch0)'en
12;23;25) 200) 2648?)
23. Levltico ( 19, P. Heid. 4.290; LDAB S. 111 pap. códice X~
16-19.31-33) 3112; Rahlfs 858 d. C.
24. Números P.Chest.Beatty VI (+P. s. 11-111 pap. códice (ca. 19 2 cols.; nom ..me.;
[+ Dt] Mich.inv. 5554); LDAB d. C. x 33 cm) 50 pp. de las 108
'
3091; Rahlfs963; originales; ct: 30.
VH52
25. •Números (3, 4QLXXNum (4QI21); s. 1 a.C.- cuero rollo Uudio) letra muy
30-4, 14) VH 51; LDAB 3455; s.l d.C. decorada; no
Rahlfs 803 tetragrámaton
·.26. •Deuteronomio P.Fouad 266b; VH 56; s. 1a.C. pap. rollo Uudío) imT' en otra mano;
(17, 14-33. 29) LDAB 3451; Rahlfs 848 g.cap.; espaciado.
(cf. Rahlfs 942 y 847;
LDAB 3450, 3453)
.,
1
27. •Deuteronomio P.Fouad 266c; VH 56; s.l a.C. pap. rollo {}¡;o~ sin abreviar
(10, 17-33) LDAB 3453; Rahlfs 847
28. •Deuteronomio P.Ryl. 458; VH 57; s. 11 a.C. pap. rollo Uudío; «elegancia hierá-

{23, 24-24, 3; 25, Rahlfs 957; LDAB 3459 col. 28+ cm) tica»; espaciado
l-3;26, 12.17-19; menor y mayor
~- 28, 31-33)
r 29. Deuteronomio P.Baden 4.56; VH 33; s. 11 d.C. pap. códice cf. JO
! (29, 18-19.23-24) LDAB 3086; Rahlfs 970
~ ·t+ Ex]
' ~.Deuteronomio P.Chest.Beatty VI (+P. 11-111 pap. códice cf. 24
~ SS.
(+Nm] Mich.inv. 5554); LDAB d. C.
~
3091; Rahlfs 803
~~·,, !(it)'
~.t. •Deuteronomio 4QLXX Deut (4Q1~2); SS. 11-1 cuero rollo Qumrán
Rahlfs 819 a.C.
t ·¡ ª~ lósué (9, Sch0)'en 2648; LDAB SS. 11-111 pap. códice (ca. JI nom. sac.; más
·! '~7~11,3) 8119; Rahlfs 819 d.C. (ca. x 20 cm) antiguo ms. griego
200) de Jos; (¿mismo
1
escriba que Sche-
'
¡1. yen 2649?)
¡,··
'j ~.Jueces Flor.Bib.Laur.PS/ 127; inicios. pap. códice (ca.II.S nom.sac.; g.cap.
. t}.; 1();.19) Rahlfs 968 111 d.C. X 16,2cm)
¡; >~if. l Crónicas P.Lond.Christ. 3; VH S.111 pap. códice i!.~; ¿mismo códice
, ·~. 17-27) 75; Rahlfs 971; LDAB d.C. que P.Barc.inv 3?
~ 3093
210 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO IDENTIFICACIÓN FECHA MATERIA fORMATO COMENTARIOS


35. 2 Crónicas (29, P.Barc.inv. 3; LDAB SS. 11-111 pap. códice (ca. 12 ¿mismo códice que
32-35; 30, 2-6) 3089; VH 76; Rahlfs 983 d. C. X 17cm) P.Lond.Christ. 3?
36. •Ester (8-9) P.Oxy. 4443; LDAB SS.1-11 pap. rollo (¿judío?) «lujoso»; 30,2 cm
3080; Rahlfs 996 d.C. de altura; letta
semidocumental;
g.cap.; no tetragrá-
maton; t}e~ sin
abreviar
37. Ester [+ Ez; P.Chest.Beatty IX (et SS.11-111 pap. códice ( 12,8 ct: 76; 79
Dn; historia de al.); Rahlfs 967 d.C. X 34,4 cm)
Susana]
38. Ester P.Palau Rib.lnv. 163; ss.IIIIIV pap. códice x~ (sin trazo
(4, 4-5.8-11) Rahlfs 869 d. C. superior)
39. •Job P.Oxy. 3522; LDAB s.l d.C. pap. rollo (14cm tetragrámatonpaleo-
(42, 11-12) 3079; Rahlfs 857 de altura, hebreo; espaciado;
judío) texto de los LXX
40. Job P.Chest.Beany XVIII; S. 111 pap. códice
(9, 2.12-13) LDAB 31 07; Rahlfs 854 d.C.
41. Salmos PSI inv. 1989; LDAB S. 11 d.C. pap. ¿rollo u hoja? v. en blanco; mar-
(1,2-3) 3085; Rahlfs 2122 cas de unidades de
sentido
42. Salmos P.Oxy. 1779; VH 90; s.lll pap. códice
(1,4-6) LDAB 31 06; Rahlfs d.C. (S.
2073 IVd.C.
según
Rahlfs)
43. Salmos P.Lit.Lond. 204; VH s.lll pap. códice X~
(2,3-12) 92; Rahlfs 2051; LDAB d.C. (miniatura,
3115 6.3 x 7.3 cm)
44. Salmos (7-8) P.Oxy. 1226; VH 99; SS. pap. códice (ca. 15 x~. x¡;: 35 línlpág
Rahlfs 2025 111-IV x 29,8 cm)
(inicios.
111 d.C.
según
Turner)
45. Salmos P.Mich. 3.133; VH 101; 111-
SS. pap. códice letra 1ibraria;
(8, 3-9; Rahlfs 2067; LDAB IVd.C. g.cap.; x~
9, 7-17) 3143;michigan.apis 1588
46. ••Salmos ( 11, P.Lit.Lond. 207; VH 111-
SS. pap. ¿rollo? ¿hoja? notación ¿musical?
7-14,4) 109; LDAB 3473; IVd.C. ( lsócrates en por sílabas; x~.
Rahlfs 2019 v.); ¿texto pero ttw~
escolar?
47. •Salmos ( 14, P.Barc.inv. 2 (Mont- inicios. perg. rollo (¿judío?) espaciado de uní-
3-5) serrat 11/2); LDAB 11 d.C. dades de sentido
3082; Rahlfs 2160 (cf. P.Colon.lnv.
525 [Rahlfs 2140].
s. V según Treu)
48. Salmos ( 17- P.Bod. 24; LDAB 3098; S. 11-111 pap. códice g.cap.; x~
53; 55-118) Rahlfs 2110; VH 118 d.C.
49. ••Salmos ( 19, P.Ryi.Gk. Add.Box S. 111-IY pap. ¿hoja? ¿amu- una línea por
7-8) 3.l,N; VH 121; LDAB d. C. Jeto? ¿texto unida.d de sentido;
3142; Rahlfs 2142 litúrgico? texto ilegible en v.
50. Salmos (21; PVG 1; VH 125; Rahlfs S. 111-IV pap. códice g.cap.; x~
22;23) 2157 d. C.
212 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO IDENTIFICACIÓN FF.CHA MATERIA FORMATO COMENTARIOS


66. Eclesiastés (3, P.Med. 1.13+P.Mich. SS. 111- pap. códice una línea por
17-18.21-22; 6. 3.135; VH 264+265; IVd.C. unidad de sentido
3-5.8-11) Rahlfs 818; LDAB 3144
67. lsaías (8-60) P.Chest.Beatty VIl (=P. S. lJl pap. códice ( 15 x 25-26 lln/pág:
Merton 2); LDAB 31 08; d. C. 26cm) pág.; glosas en
Rahlfs 965; VH 293 griego y copto: x~
68. lsaías (23, Wash.Lib.Cong.inv. SS. 111- pap. códice ( 12,4 X~
4-7.10-13) 40828; VH 295; LDAB IVd.C. X 16,2 cm)
3122; Rahlfs 844
69. lsaía~ (23, Princ.inv.Garrett SS. IJ-111 pap. códice frag. inédito;
9-10.14-15) Dep.l924; Bell 11 2G d.C. 5 x 5,7 cm
70. lsaías (33, P.Vindob.G. S. III pap. códice parecido a
7-8.17-19; 40, 23164+17417; Rahlfs d. C. (ca. 15 x 30 P. Vindob.G. 2320
13-14.24-26) 881 cm)
71. lsaias SudPal. 9.1 (P.Vindob.G. S.III pap. códice
(38, 3-5.13-16) 2320); VH 298; LDAB d.C.
3126; Rahlfs 948
72 ... lsaías (48, P.Aiex.inv. 203; VH SS. llJ- pap. rollo (¡judío?) ¿x~?; v. en blanco
6-8.11-14.17- 18) 300; LDB 3127; Rahlfs IVd.C.
850
73. Jeremías (2, P.Berl.inv. 17212; VH S. 111 pap. códice x~; g.cap.
2-3.8-9.16-19.24- 303; Rahlfs 837; LDAB d. C.
26.30-32; 2, 37-3, 3100
1.6-7.12-13.18.24s)
74. Jeremías (4. P.Chest.Beatty Vlll; VH SS. 11-III pap. códice (ca. ca. 48 lin/pág
30-35; 5, 9-14. 304; Rahlfs 966; LDAB d.C. (s. 14,5 X 30,5
23-24) 3084 IVd.C. cm)
según
Tumer)
75. Ezequiel (5, P.Bod.Gr.bibl. d.4; SS.III/ pap. códice x~.avo~
12-6,3) Rahlfs 922 IV d.C.
76. Ezequiel P.Chest.Beatty IX-X SS. 11-111 pap. códice ( 12,8 109 hojas de las
( 11-36; 38-39; (+P.Princeton Scheide d. C. X 34,4 cm) 118 originales;
37; 40-48) Ms 97; P.Cologne inv. (+Dn, las historias
theol.22-28. 29,1-6; de Bel y Susana.
P.Matr.bibl.l; P.Barc. Est); cf. 37; 79
inv. 42143); LDAB 3090;
Rahlfs 967; VH 315
77. Daniel P.Coii.Priv; VH 318; s.lll pap. códice
( 1, 2-10) LDAB 3123; Rahlfs 875 d.C.
78. ••Daniel ( 1, P.Lit.Lond. 211; VH s.IV perg. rollo (¡judío?) itfot; sin abreviar;
17-18) 319; LDAB 3493; d. C. «letra elegante»
Rahlfs 925 según Roberts
79. Daniel P.Chest.Beatty X (el al.) S. 111 pap. códice ( 12,8 + las historias de
{1, 1-12, 3) d. C. X 34,4 cm) Bel y el dragón y
Susana; cf. 37; 76
80. Profetas Wash.Freer 5; VH 284; 111-
SS. pap. códice + glosas en copto y
menores (Os l. Rahlfs W; LDAB 3124 IVd.C. un texto descono-
IO-Mal4, 6) cido (VH 636);
g.cap.; x~
81. •Profetas 8HevXIlgr (Nahal SS. IJ-1 perg. rollo (judlo) tetragrámaton pa-
menores (frags. de Hever Minor Prophets); a.C. leohebreo; más ant.
Os-Zac) VH 285; Rahlfs 943; ms. griego de los
LDAB 3457 pro[ menores
Manuscritos de los siglos 1/ y lll 213

TEXTO IDENTII'ICACIÓN FECHA MATERIA FORMATO COMENTARIOS


82. Oseas MPER 18.257 (Brit.Lib. SS. 111- pap. opist. documento en r: v
yAmós inv.I0825); VH 286; IVd.C. = lista de palabras
LDAB 3141; Rahlfs 829 en griego y copto
83 ... Jonás Códice Crosby-Scheyen S. 111 pap. códice sahidico: 2 cols.;
193 a.C. + Mclitón; 1 Pe;
Jr; Lam; etc.; cf.
87; 167
84. •Baruc 7Q2 (7QLXXEpJer); SS. 11-J pap. rollo
(6, Ep. Jr.) VH 312; LDAB 3460; a.C. (Qumrán)
Rahlf.~ 804

85. Tobías PSI inv.Cap 46; Rahlfs s. 111 pap. códice frv,{}u
(12. 6-7.8-11) 878 d.C.
86. Tobías ( 12, P.Oxy. 1594; VH 82; SS. 1111 perg. códice (mi-
14-19) LDAB 3131; Rahlfs 990 IVd.C. niatura, 8,5 X
8,5 cm)
87. ••2 Macabeos Códice Crosby-Scheycn S. ))) pap. códice .. sahídico; 2 cols.;
193 d.C. + Melitón; 1 Pe;
Jr; Lam; etc.; cf.
83; 166
88. Sabiduría P.Ant. 1.8 + 3.210; VH S. 111 pap. códice cf. 64; 90
(11-12) [+Prov 254; Rahlfs 928: LDAB d. C. (16 X 24 cm)
5-9; Eclo 45] 3120
89. Eclesiástico Flor.lstituto ss.lll- pap. códice una linea por
(29, 15-18.25-27) Papirologico inv. 531; JVd.C. (ca. 15 x 27 unidad de sentido;
VH 281; LDAB 3135; cm) X~
Rahlfs 928
90. Eclesiástico P.Ant. 1.8+3.210; VH s.JJJ d.C. pap. códice cf. 64; 88
(45, 14.19.20-22) 254; LDAB 3120;
[+Prov y Sab) Rahlfs 928
91. Filón P.Oxy. 1173+ S. 111 pap. códice ( 15 tres manos
(Ebr., et al.) 1356+2158+ PSI d. C. X 17.5 cm: distintas; 289+
11.1207 y P.Haun. 1.8; ¿judio o págs.
LDAB 3540; VH 696; cristiano?)
Pack 1344
92. Filón (Her.; Paris Bib. Nat. P.Gr. ¿s. 111 pap. códice ( 16,5 2 cols.; e[ la
Sacr.) 1120; VH 695 d. C.? x 17.8cm) datación de ss.
IV-VI en VH

2. NUEVO TESTAMENTO

TEXTO IDENTIFICACIÓN FtóCHA MATERIA FoRMATO CoMENTARIO


93. Mateo P.Oxy. 4404; LDAB finales s. pap. códice «cuidadosamente
(21, 34-37.43.45) 2935; P11.. 11 d.C. (ca. 14 X 25 escrito», ápices
cm; grupo 8)
94. Mateo (3, 9. Mag.Coii.Gr. 18+P. s. 11-111 pap. códice ( 13,3 nom.sac.; «un-
15; 5,20-22.25-28; Barc.inv. 1; (¿+Paris d. C. X 17cm)¿el cial bíblica»
26,7-8.10.14-15. Supp.Gr. 1120?); LDAB mismo que P.? primitiva; 2 cols.;
22-23-31-33; y 2936; P,..+P6, (¿+P;?); éctesis; signos de
Lucas) VH 336 (+403) puntuación
9S.Mateo P.Oxy. 2683+ 4405: SS. 11-111 pap. códice (ca. JO ¿= P.Oxy. 4403?
.(23, 30-57) LDAB 2937; Pn; VH 372 d.C. x 15cm)
214 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO IDENTIFICACIÓN FECHA MATERIA FORMATO COMENTARIO


96. Mateo P.Oxy. 4403; LDAB SS. IJ-111 pap. códice (ca. 11 (¿=P.Oxy. 2683+
(13, 55-57) 2938; P1o3 d.C. X 16 cm) 4405?); letra
«bastante elegante»
97. Mateo (3) P,.,; P.Oxy. 4401; S. 111 pap. códice (grupo n:vL. n:v~. u~;
LDAB 2939 d. C. 8) «letra sencilla y
competente más
que elegante»
98. Mateo P.Oxy. 2; LDAB 2940; S. 111 pap. códice
( 1, 1-20) P,; VH 332 d. C.
99. Mateo P.Mich.inv. 1570; LDAB SS. 111- pap. códice
(26, 19-52) 2941; P3,; VH 378; JVd.C.
Michigan.apis 1469
100. Mateo P.Oxy. 2384; LDAB 111-
SS. pap. códice
(2, 13-16; 2, 22-3, 2942; VH 360; P,o IVd.C.
1; 11,26-27; 12,
4-5; 24, 3-6.12-15)
101. Mateo P.Oxy. 4402; LDAB ss. 111- pap. códice (grupo letra «muy
(4, 11-12.22-23) 2943; pl02 JVd.C. 8;ca. 14 x peculiao>
27 cm)
102. Mateo (26, P.Mich.inv. 6652; P~_,; S. 111 pap. códice ¿4 evangelios +
29-40) [+Hch 9, LDAB 2981; VH 380 d. C. Hch?; cf. 133
34-38; 9, 40-10, 1)
103. Mateo ( 10, P.Berlin.inv. 11863+P.SI SS. 111- vitela códice 2 cols.; cf. 113
17-23.25.32) 1.2+2.124; Aland 0171; JVd.C.
[+Lucas) LDAB 2982; VH 356
104. ••Mateo ( 10, P.Oxy. 4494; Puo; •• ¿s. IV pap. códice ca. 40-43 lln/pág;
10-15.25-27) LDAB 7156 d. C.? (ca. 12 X 22 espíritus; signos
cm; grupo 8) de puntuación; xs
105. Mateo (20, P.Chest.Beatty 1; P.,; s. 111 pap. códice (cua- +Jn; Le; Me; Hch;
24-32; 21, 13-19; LDAB 2980; VH 371 d.C. demos for- cf. 106, 109, 129,
25,31-26, 39) mados por un 130
bifolio; 20,4
X 25,4 cm)
106. Marcos (4-8; P.Chest.Beatty 1; P,s S.111 pap. códice cf. 105, 109, 129.
11-12) [+Mt; Le; d.C. 130
Jn; Hch]
107. Lucas P, (¿P..+P.,?); París S. IJ.IJJ pap. códice ( 13,3 2 cols.; «uncia!
( 1, 58-59.62; 2, Supp.Gr.ll20 (¿+P. (para X 17 cm) bíblica» primi-
6-7; 3, 8-4,2.29- Barc.inv.l +Mag. Kenyon tiva; signos de
32.34-35; 5, 3-8; Gr.l8?); LDAB 2936; yMerell, puntuación
5, 30-6. 16) VH 403 (+VH 336) 1Vd.C.)
108. Lucas (3-8; P.Bod.X1V-XV; LDAB s. II-JJI pap. códice cf. 114
22-24) [+Jn 1-15] 2895; VH 406; p, (para
Turner,
Ili d.C.)
109. Lucas(6-IO) P.Chest.Beatty 1; P,s; S. 111 pap. códice cf. 105, 106, 129.
[+Mt; Jn; Me; Hch) VH371 d.C. 130
110. Lucas P97; LDAB 2850; S. Ili pap. códice
(14, 7-14) P.Chest.Beatty XVII d. C.
111. Lucas (22, P.Oxy. 2383; P••; LDAB S. 111 pap. códice
41.45-48.58-61 ) 2852; VH 422 d. C.
112. Lucas P.Oxy. 4495; P11 ,; S. Ili pap. códice (sin ca. 21-22 lín/pág;
(17, 11-13.22-23) LDAB 7157 d.C. dimensiones letra semidocu-
de la pág.) mental; LTJV
Manuscritos de los siglos /1 y 1/1 215

TEXTO IDENTIFICACIÓN fECHA MATERIA fORMAm CoMENTARIO


113. Lucas P.Berl.inv. 11863+PS/ SS.III- pap. códice cf. 103
(22, 54-56. 61.64) 1.2+2.124; Aland 0171; IVd.C.
[+Mt] LDAB 2982; VH 356
114. Juan (1-15) P.Bod. XIV-XV; P1s sa. 11-111 pap. códice cf. 108
[+Le 3-8; 22-24) d. C.
115.Juan(l, 1-6. P.Bod.ll; LDAB 2777; SS. 11-111 pap. códice
11; 6, 35-14,26. P66; VH 426 d. C. (ca. 14,2 x
29-30; 15, 3-26; 16, 16,2 cm)
2-4.6-7.11-20.22;
20, 25-21, 9)
116. Juan P.Oxy. 208 SS.11-111 pap. códice
(1; 16; 20) (+P.Oxy. 1781); LDAB d.C.
2780; VH 428; Ps
117.Juan P.Oxy.4445; LDAB S.III pap. códice númeración de
( 1, 29-35.40-46) 2781; p,06 d.C. (ca. 12 X 23,5 pág.; nom. sac.;
cm; grupo 8) ca. 36 lín/pág
118. Juan P.Oxy. 847; Aland 0162; SS. IIJ- perg. códice
(2, 11-22) LDAB 2787; VH 436 IVd.C.
119. Juan Pso; P.Barc. 83; VH 441 III-
SS. pap. códice tau-rho al
(3, 34 +oráculos (cf. VH 429) IVd.C. final de la l. 7 en el
bíblicos) v. y en el r.
120. Juan (5, 26- P.Laur.inv.ll/31; Pos; s. Ill pap. códice
29.36-38) LDAB 2801 d. C.
121.Juan P.Oxy. 1596; Pzs; VH Ill-
SS. pap. códice (s. IV según VH;
(8, 14-22) 444 IVd.C. (13 X 20,5 s. 111 según Turner
cm) y Aland)
122. Juan P.Oxy. 1780; P39; LDAB 111-
SS. pap. códice letra grande
(8, 14-22) 2788; VH 448 IVd.C. y elegante
123. Juan (15-16) P.Uxy. 1228; LDAB S. 111 pap. ¿opist.? se conservan 2
2779; Pzz: VH 459 d.C. cols. en r.; v. en
blanco
124. Juan P.Oxy. 4446; LDAB s.lll pap. códice (sin ca. 33 línlpág
(17, 1-2.11) 2782; p107 d. C. medidas esti-
madas)
125. Juan P.Oxy. 4447; LDAB S. 111 pap. códice (ca. ca. 23 lín/pág;
(17, 23-24; 18, 2783; p,08 d. C. 14,5 X 18,5 letra «diestra» y
1-5) cm; «atípico» «hermosa»
del grupo9)
126. Juan (18) P.Ryl. 457;: LDAB S. 11 d.C. pap. códice (ca. 18
2774; Psz: VH 462 X 21 cm)
127. Juan (18) P.Oxy. 3523; LDAB S. 11 d.C. pap. códice (ca. éctesis
2775; Poo 12 x 16cm;
grupo9)
128. Juan P.Oxy. 4448; LDAB s. Ill pap. códice (ca. ca. 26 lín/pág;
(21. 18-20. 23-25) 2784; Pu,. d. C. 12 x 24cm; letra «inepta con
grupo 8) pretensiones
literarias»
129. Juan (10-1 1) P. Chest. Beatty 1; P•s S. 111 pap. códice cf. 105, 106, 109,
[+Mt; Me; Le; d. C. 130
Hch)
130. Hechos P.Chest.Beatty 1; P.,; s. III pap. códice cf. 105, 106, 109,
(4-1 1; 13; 15; 17) VH 371 d. C. 129
[+Mt; Me; Le; Jn]
216 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO IDF.NTIFIC ACIÓN FECHA MATERIA FoRMATO CoMENTARlo


131. Hechos P.1: P.Mii.Vogl.inv. S.111 pap. códice copia más antigua
(2.30-37: 2. 1224+P.Macq.inv.360; d.C. de esos vv.
46-3. 2) LDAB 2851
132. Hechos (5. P.Berl.inv. 11765: SS.11-111 perg. códice
3-21) LDAB 2848; Aland d.C.
0189; VH 479
133. Hechos (9, P.Mich.inv. 6652; P~,; s. lll pap. códice cf. 102
34-38; 9,40-10, 1) LDAB 2981; VH 380 d.C.
134. Hechos ( 18. P.Mich. 3.138; P,~; S. 111 pap. códice
27-19, 16) LDAB 2855; VH 485 d. C.
135. Hechos (23, PS/10.1165; P,s; LDAB ss.lll- pap. códice (ca. 16 42-47 lin/pág
11-17.24-29) 2855; VH 486 lVd.C. X 25 cm)

136. Hechos (26, P.Oxy. 1597; P29; LDAB SS.lll- pap. códice (ca. 17 38-41 lin/pág
7-8.20) 2853; VH 488 IV d.C. X 27 cm)
137. Romanos(5, P.Chest.Beatty 11+P. SS. 11-lll pap. códice 25-31 lín/pág; cf.
8-10.14-16) [+Heb. Mich 222; LDAB 3011: d.C. (un solo cua- 142, 144, 145,
1-2 Cor, Ef, Gal, P,6 ; VH 497 demo; 16 x 148, 149, 151,
Flp, CoL 1 Tes) 28cm) 153. 159
138. Romanos (2, P.Oxy. 4497; Pm; S. l1l pap. códice (ca. ca. 35 lin/pág; ¿2
12-13.29) LDAB 7159 d. C. 14-15 X 21 cols. ?; cancelación
cm; grupo 7) de línea; espíritus
139. Romanos (4. Sch0)'en 113; Aland 111-
SS. vitela códice segundo manuscrito
23-5, 3.8-13) 0220; LDAB 2995; IVd.C. (ca. 13 x 15 más antiguo del NT
VH495 cm) en vitela
140. Romanos (8, P.Oxy. 1335; P21: VH S. l1l pap. códice
12-22.24-27; 8, 498 d. C.
33-9, 3.5-9)
141. ••Romanos P.Heid.inv. 45 (P.Baden ¿s.V-VI pap. códice ~5 lín/pág; siglo
(frags. de 1; 3; 6; 9) 4.57); P-10; VH 492 d.C.? (19 x 30cm) lll, según Aland
142. 1 Corin- P.Chest.Beatty II+P. SS. 11-lll pap. códice cf. 137, 144, 145,
tios (2, 3-3, 5) Mich. 222; P.. d. C. 148, 149, 151,
[+Rom; Heb; 2 153, 159
Cor; Ef; Gal; Flp;
Col; 1 Tes)
143. 1 Corintios P1~;P.Oxy. 1008: VH lll-
SS. pap. códice ¿=P1.: P.Oxy.
(7, 18-8, 4) 505; LDAB 3016 !Vd.C. 1009? (¿códice
paulino?)
144. 2 Corintios P.Chest.Beatty 11+P. SS. 11-111 pap. códice cf. 137. 142, 145,
(9, 7-13. 13) Mich. 222; P.,. d. C. 148, 149, 151,
[+Rom; 1 Cor; 153, 159
Heb; Gal: Ef; Flp:
Col; 1 Tes)
145. Gálatas ( 1, P.Chest.Beatty JI+P. SS. 11-lll pap. códice cf. 137, 142, 144,
1-6.10) [+Rom; Mich 222; P.. d. C. 148. 149, 151,
1-2 Cor; Heb; Ef; 153, 159
Flp; Col; 1 Tes)

146. Efesios (4, P,.; P.Yale 1.2+2.86; S. 111 pap. códice ¿=P.;?; ¿códice
16-29; 4, 31-5, VH 522; LDAB 3014; d. C. paulino?, según
13) yale.apis.0004150000 Comfort
147. Efesios (1, P.Medinet Madi ss.lll- pap. códice ¿códice paulino en
11-13.19-21) [+ (P. Narmuthis) IV d.C. un solo cuaderno?;
2Tes] 69.39a+69.229a; P.2: cf. 155
LDAB3008
Manuscritos de los siglos JI y 111 217

TEXTO IDENTIFICACIÓN fECHA MATERIA foRMATO COMENTARIO


148. Efesios P.Chest.Beany II+P. SS.11-111 pap. códice cf. 137, 142, 144,
[+ Rom; Heb; 1-2 Mich 222; P•• d.C. 145. 149. 151.
Cor; Gal; Flp, Col; 153, 159
1 Tes]
149. Filip. [+Rom; P.Chest.Beany II+P. SS.11-111 pap. códice cf. 137, 142, 144,
Heb; 1-2 Cor; Gal; Mich 222; P-K> d.C. 145, 148, 151,
Ef; Col; 1 Tes] 153. 159
150. Filipenses (3, P.Oxy. 1009; P,.; VH 111-
SS. pap. códice ¿=Pil. P.Oxy. 1008?
9-17: 4, 2-8) 524; LDAB 3016 JVd.C. (¿códice paulino?)
151. Colosenses P.Chest.Beatty 11+ SS. 11-111 pap. códice cf. 137, 142, 144,
P.Mich. 222; P-16 d.C. 145, 148, 149,
153. 159
152. 1 Tesaloni- P.Oxy. 1598; P1o: VH ss.lll- pap. códice numeración de pág.
censes (4-S) 528 IVd.C. (207-208); ¿códice
(+2 Tes] paulino'?; cf. 155
153. 1Tesaloni- P.Chest.Beany II+P. SS. 11-111 pap. códice ct: 137, 142, 144,
censes (1, 1-2. 3; 5, Mich. 222; P-K> d. C. 145, 148, 149,
5-9.23-28) [+Rom; 151, 159
Heb; 1-2 Cor; Gal;
Ef; Flp; Col]
154. 1Tesalonicen. PSII4.1373; P.s; VH526 S. 111 pap. códice ¿=P•• (P.Yale 2)?:
(1, 3-2, 1; 2, 6-13) d. C. 291ín/pág
155. 2 Tesalo- P.Medinet Madi 111-
SS. pap. códice cf. 147
nicenses ( 1, 4- (P. Narmuthis) IVd.C.
5.11-12) [+Et] 69.39a+69.229a; P.~

156. 2 Tesalo- P.Oxy. 1598; P1o 111-


SS. pap. códice cf. 152
nicenses (l. 1-2) IVd.C.
[+1 Tes4-5]
157.Filemón(l3- P.Ktlln 4.170; Ps1;LDAB S. 111 pap. códice ¿siglo 11?, segün
15.24-25) 3013 d.C. Skeat
158. Tito ll-2) P.Ryl. 1.5; LDAB 3009; SS. 11-111 pap. códice (15 X
VH 534; Pn d. C. 20cm)
159. Hebreos (1, P.Chest.Beany II+P. SS.11-111 pap. códice cf. 137. 142, 144.
1-8. 8; 9, 10-26) Mich. 222; P.. d.C. 145, 148, 149,
[+Rom: 1-2 Cor; 151, 153
Gal; Ef; Flp; 1Tes]
160. Hebreos P.Amherst 1.3; P,1; 111-
SS. pap. carta, con los Heb 1 ,1 en otra
( 1, 1) VH 536 1Vd.C. textos bíblicos mano: Gn 1, 1-5
de otra mano en v.
161. Hebreos ( 1, P.Oxy. 4498; Pu.: s. 111 pap. ¿códice? (ca. x;; el V. en blanco
7-12) LDAB 7160 d.C. 15 x 25 cm; (¿página con el
grupo 7) título?): 27 lin/pág
162. Hebreos (2, P.Oxy. 657+PSI SS.111- pap. opist. pudo incluir Rom;
14-5, 5; 10-11) 12.1292; PB; VH 537; IV d.C. Epítome de Livio
LDAB 3018 en el r.
163. Santiago P.Oxy 1171; P~; VH S. 111 pap. códice
(2-3) 547; Princeton.apis.p.l d. C.
164. Santiago (1, P.Oxy. 1229; P21: VH 111-
SS. pap. códice ¿siglos 11-111?,
10-12.15-18) 543 JVd.C. según Confort,
Barren y Aland
165. Santiago (3, P.Oxy. 4449; Pu.,; 111-
SS. pap. códice xo; numeración
13-4, 4; 4. 9-5, 1) LDAB 2769 IVd.C. (ca. 13 x 29 pág.; espaciado uni-
cm; grupo 8) dades de sentido
218 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO IDENTIFICACIÓN FECHA MATERIA FORMATO CoMENTARIO


166. 1 Pedro P.Bod. VIII; Pn; VH S. 111 pap. códice mismo escriba
S48 d. C. (ca. 14.2 x que P.Bod. VIl; cf.
16cm) 168, 171
167. •• 1 Pedro Códice Crosby-Scheyen S. 111 pap. códice sahídico; primer
193 d.C. texto completo
(+Melitón; Jon;
etc.]; cf. 83, 87
168.2 Pedro P.Bod. VIII; Pn s.lll pap. códice códice compuesto;
d.C. cf. 166, 171
169. 1 Juan P.Oxy. 402; Po; LDAB SS. 111-V pap. códice
(4, 11-12.14-17) 2789; VH SS4 d.C.
170. 2 Juan ( 1- P.Ant. 1.12; Aland ¿s.lll perg. códice numeración de
S.6-9) 0232; LDAB 280S; d.C.? (miniatura. 9 págs.; tal vez
VH SSS X IOcm) incluía Jn. Ap. y
cartas joánicas
171. Judas P.Bod. VIl; Pn; VH SS1 S. III pap. códice mismo escriba
d. C. (ca. l4,S x que P.Bod. VIl; cf.
16cm) 166. 168
172. Judas P,a; P.Oxy. 2684; VH ss.lll- pap. códice(mi- NB: más ancho
(4-S.7-8) SS8 IVd.C. niatura. ¿amu- que alto
Jeto? S,3 X
2,9cm)
173. Apocalipsis P.Chest.Beatty ID; s.lll pap. códice
(9-17) LDAB 2778; P.,; VH d.C. (14 X 24,2
S6S cm)
174...Apocalipsis P.Oxy. 1079; P1a; LDAB 111-
SS. pap. opist. Exenelr. (=VH
(1, 4-7) 2786; VH SS9 IVd.C. 44); ¿del mismo
rollo que P.IFAO
2.31 ?; Ll]. XQ
l1S. ••Apocalipsis P.IFA02.31; LDAB SS. 11-JII pap. opist. (texto ¿parte del mismo
(1, 13-20) 2776; p98 d. C. desconocido rollo que P.Oxy.
en el r.) 1079(cf.J73)?
176. Apocalipsis P.Oxy. 4499; Pus; 111-
SS. pap. códice ( 1S,S correcciones de la
(26 ftags. de 2-3; LDAB 7161 IVd.C. X 23,S+cm) mano principal y
S; 6; 8-IS) de otra; nom. sac.;
33-36 lln/pág;
primer testimonio
de 616 como núm.
de la bestia
177. Apocalipsis P.Oxy.4SOO; Aland 111-
SS. perg. códice
(11, IS-18) 0308; LDAB 7162 IVd.C. (miniatura)

3. ÜTROS TEXTOS CRISTIANOS

TEXTO IDENTIFICACIÓN fECIIA MATERIA FoRMATO COMENTARIOS


178. Hermas (Vis. P.Oxy.470S S. IIl pap. opist. (texto it~¡;;
signos de
1, 1, 8-9) d.C. literario en r.) puntuación
179. Hermas P.Oxy.4706 SS. 11-III pap. rollo ~. xuowc;; dié-
(ftags. de V'IS. 111- d.C. resis; tftulos para
IV; Mand. 11, v-x) V'IS. IV y Mand. ll
180. Hermas (Sim. P.Oxy. 4707 S. 111 pap. códice ih¡laxe; g.cap.;
VI, 3-VIl, 2) d.C. diéresis; ca. SS
lln/pág
Manuscritos de los siglos JI y ll/ 219

TF.XTO IDENTIFil'ACIÓN FECtiA MATERI"' fORMATO CoMENTARIOS


181. Hermas P.land. 1.4; LDAB SS. 11-111 pap. códice
(Mand. 11-12) 1094; Pack 2846; d. C.
Aland, Repertorium,
1/, KV36
182. Hermas P.Mich. 130 (=P.Mich. SS. 11-JII pap. opist. (catastro itEW
(Mand. 2, 6-3, 1) 44); VH 657; LDAB d. C. en el r.)
1096
183. Hermas (Sim.) P.Oxy. 3528; LDAB SS. 11-111 pap. códice numeración de
1095 d. C. págs. independiente
de VIS. y Mand.
184. Hermas (Sim. BKT6.2.1 (P.Berl. 5513); S. 111 pap. rollo se conservan 2
2. 7-10; 4, 2-5) VH 662; LDAB 1100 d. C. cols.
185. Hermas (Sim. P.Oxy. 1828; VH 665; 111-
SS. perg. códice quizá = P.Oxy.
6, 1, 1-12) LDAB 1099 IVd.C. 1783 (VH 659,
techados. IV)
186. Hermas (Sim. P.Mich.129 (inv. 917); finales pap. códice
2-9) Michigan.apis 3155; del s. 111
VH 660; LDAB 1097 d.C.
187. Hermas (Sim. P.Oxy. 3527; LDAB inicios. pap. códice (ca. 21 2 cols.; 33 Un/col;
2-9) 1098 111 d.C. X 30cm) letra 1ibraria
188. Hermas (Sim. P.Oxy. 404; VH 668; 111-
SS. pap. códice primer testimonio
10, 3. 2-4) LDAB 1101 IVd.C. del pasaje
189.1reneo(Haer.) P.Oxy. 405; LDAB SS. 11-III pap. rollo
2459; VH671 d. C.
190. lreneo (Haer.) P.Jena inv. 18+21; VH 111-
SS. pap. rollo Haer en el r. y
672; LDAB 2466 IVd.C. sigue en el v.
+texto mitológico
(LDAB 5522)
191. Melitón P.Bod. 13; LDAB ss.lll- pap. códice mismo escriba que
(Homilía pascual) 2565; VH 678 IVd.C. VH 599; códice
compuesto (+Pseu-
doEzy 1 En)
192. Melitón P.Bod. 12; LDAB 111-
SS. pap. códice palimpsesto
(¿Himno pafcua/?) 2565; VH 681 IVd.C.
193. Melitón P.Oxy. 5; VH 682; ss.III- pap. códice
(¿Sob1T! la profecía?) LDAB2607 IVd.C.
194. Armonización P.Dura JO; LDAB s. 111 perg. rollo ¿frag. del
de los evangelios 3071; VH 699; Aland d. C. Diatessaron?;
(¿Taciano?) 0212 XY, IH
195. Odas de P.Bod. 11; LDAB SS.111- pap. códice Compuesto (-+ur-
Salomón (1-24) 2565; VH 569 IVd.C. tas entre Pablo y
Corinto; Jud; Meli-
tón. Hom.Pasc)
196. Texto P.Gen.inv. 253 (=P. SS. IJ-111 pap. ¿opist.? (¿o 3 manos/texto;
teológico y/o Gen. 3.125); VH 1130; d. C. una única hoja palabras de Jesús y
homilía LDAB 5033s del códice?) reflexión de teo-
dicea; nom. sac.
197. Texto P.land. 5.70; VH 1139; s. 111 pap. rollo u hoja (v. comentarios a Ex
teológico LDAB 3111 d. C. en blanco) 17, 3; Nm 20. 5-6
198. Texto P.Oxy. 210; VH 1151 s. lii pap. códice alusión a Mt 7 y
teológico d. C. Le 6 (¿homilia?)
199. Texto P.Oxy. 406; VH 11 52; s. 111 pap. códice cita de ls 6, 1O;
teológico LDAB 3500 d. C. ¿Orlgenes?
220 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO h>ENTIFICACION FF.CilA MATERIA Foii.MATO CoMENTAII.Ios


200. Discurso PSI 11.1200; LDAB S. 11 d.C. pap. rollo
escatológico 4669
201. Himno P.Oxy. 1786; VH 962; finales pap. lámina (cuen- primer himno
LDAB 5403 del s. 111 tas de trigo en cristiano con
d.C. el v.) notación musical
202. Julio Africa- P.Oxy. 412 (P.Lit.Lond. s. 111 pap. rollo documento en
no, Bordados 174); VH 674; LDAB d. C. el v. (fechado en
2550 275-276 d.C.)
203. Orígenes P.Bon. 1.1; VH 688; S. 111 pap. códice
(Hom. sobre Lc/Mt) LDAB 3499 d.C.
204. Orlgenes P.Lond.Christ. 2 inicios. pap. códice 2 cols. como
(¿Comelllario?) (P.Egerton 3); VH 691; 111 d.C. Firenze inv. 21 O1
LDAB 3501 [¿LDAB 3501?]
205. Orlgenes Firenze inv. 2101; S. 111 pap. códice ¿=P.Lond.Christ.
(¿Comentario?) LDAB 3501 d. C. 2?
206. Orlgenes P.Amst. 1.25: LDAB SS. 111- pap. códice
(Princ. 3. 16+ 7; 3504 IVd.C.
3, 18)
207. ¿Teonas? (Ep. P.Ryl. 3.469; VH 700; SS.111- pap. rollo texto antimani-
contra maniqueos) LDAB4016 IV.d.C. queo más antiguo
208. Oraciones BKT 6.6.1 (P.Berl. s. 111 pap. rollo ¿5? oraciones
litúrgicas 9794); VH 722; LDAB d. C.
5201
209. ••Texto de VH 850; LDAB 4902 S. 11 d.C. oro una sola lá- amuleto
exorcismo mina enrollada
dentro de una
cubierta dorada
21 O. ••Texto deE¡ P.Fouad 203; VH 911; SS. (-JI pap. rollo (¿lámi- v. en blanco;
exorcismo LDAB 4436 d.C. na?) ¿judlo?
211. ••Texto P.Harris 55; LDAB S. 11 d.C. pap. lámina suelta/ v. en blanco;
mágico/amuleto 4599; VH 4436 folio alusiones a ls 66.
1; quizá también a
Mt 5, 34; ¿judío o
cristiano?
212. ••Texto P.Ant. 2.54; VH 347 ¿s. 111 pap. lámina invocación,
mágico d. C.? (¿amuleto?) Trisagion y parte
del Padrenuestro
213 ... Texto P.Lond. 1.121 (PGM finales pap. rollo (opist.) sortilegios; mano
mágico VIl); LDAB 5166; del s. 111 diferente y pos-
VH 1077 d.C.. terior a la del resto
del papiro
214. ••Texto BKT 8.17 (=P.Berl. inicios. pap. lámina oraciónlinvo-
mágico 11778); VH 275; 111 d.C. reutilizada cación con cita
Rahlfs 974 de Job
215. Oráculos P.Oslo 2.14; VH 581; s. 11 d.C. pap. ¿lámina? documento en el
sibilinos LDAB4797 ¿rollo? v.; ¿judío?
(S. 484-504)
216. Oración P.Oxy. 407; VH 952; SS.111- pap. lámina ¿amuleto?; breve
LDAB 5531 IV d.C. relato en el v.;
palabras de nom.
sac. sin abreviar
217. Oración P. WUrzb. 3; VH 1036; finales s. pap. ¿lámina? líneas daftadas en
(¿anáfora?) LDAB 5475 111 d.C. ambas caras
Manuscritos de los siglos 11 y 111 221

TEXTO li>ENTIFICACIÓN FECHA MATI.RIA FoRMATO CoMt;Nli\RIOS


218. Diálogo P.Oxy. 2070; VH 1154; finales s. pap. rollo texto cursivo pos-
judío-cristiano LDAB 5404 111 d.C. teríor en el v.; ll'J
219.Homilíao P.Mich. 18.764; LDAB SS. 11-IIJ pap. rollo signos diacríticos
cana (de tema 0562 d.C. y de puntuación
escatológico)
220. Homilía o P.Mich. 18.763; LDAB SS. 11-111 pap. rollo (opist.) documento en r.
cana 5071 d.C.
221. ¿Hornilla? BKT 9.22; LDAB 4973 SS. 11-111 pap. códice citas de Ex y Dt
d. C.
222. ¿Homilía? P.Lit.Lond. 228; LDAB S. 111 pap. rollo (opist.) documento en el
5306; Vh 1145 d. C. r. (fechado en el
237 d.C.)
223. Texto no P.Med. inv. 71.84; finales s. pap. ¿rollo? (frag.) cita de ls 58, 6-9
identificado LDAB 3117 111 d.C.
224. ¿Texto P.Mich. 18.766; LDAB SS. lll- pap. rollo (opist.)
médico? 5546 IVd.C.
225. Texto P.Strasb.inv. 1017; YH SS. lll- pap. rollo (opist.) documento en el
teológico 1178; LDAB 5570 lVd.C. r.; divisiones del
texto
226. ¿Ejercicio P.Laur. 4.140; LDAB 111-
SS. pap. ¿lámina (o Sal!, 1-2 con
escolar? 3136 IVd.C. rollo)? indicación de
silabas
227. Listado de P.Oxy. 2745; VH 1158; 111-
SS. pap. opist. documento en el r.
nombres (en griego LDAB 3503 lVd.C.
y hebreo)

4. ÁPÓCRIFOS CRISTIANOS

T!;XTO IDENTIFICACIÓN FECHA MATERIA fORMATO CoMENTARIOs


228. Evangelio P.Oxy.l; LDAB 4028; inicios. pap. códice Letra documental
de Tomás (dichos VH 0594 111 d.C. reformada; nu-
26-33; 77a) meración de pág.
(ta); ti} y otros;
arreglos en el
borde de la pág.
229. Evangelio de P.Oxy. 655; LDAB inicios. pap. rollo «ejemplar bien
Tomás (dichos 24; 4029; YH 595 lii d.C: escrito)); altura
36-39) del rollo en tomo
al6cm
230. Ewmgelio de P.Oxy. 654; LDAB mitad! pap. opist. (catastro letra cursiva;
Tomás (Prólogo. 4030; VH 593 finales en el r.) g.cap.; marcas
dichos 1-7) del s. 111 de coronis;
d.C. correcciones; u¡~
231. Pmto- P.Bod. V; LDAB 2565; SS. lll- pap. códice mismo escriba
evangelio de VH 599 IVd.C. (14.2xl5,5 que VH 681;
Santiago ( 1-25) cm) compuesto:
+P.Bod. VIl,
X-XIII, XX
232. Cartas de P.Bod. X; LDAB 2565; 111-
SS. pap. códice compuesto;
Pablo a los corin- VH611 IVd.C. +P.Bod. VIl, XI-
tios (3 Cor 1, 1-16; XIII. XX
3, 1-40)
222 Los primitivos papiros cristianos

TEXTO Jm:NTJf'ICI\CIÓN FECHA MATERIA FORMATO COMENTARIOS


233. Apócrifo de P.GM 13 (P.Ludg. SS. 111- pap. códice ¿«gnóstico»?
Moises Bat.2W); VH 1071; IVd.C. (VH)
LDAB 5670
234. Evangelio de P.Ryl. 463; LDAB inicios. pap. códice (8,9 X sólo avo~; nume-
Maria (final) 5329; VH 1065 111 d.C. 9,9cm) ración de págs.;
título
235. Evangelio de P.Oxy. 3525; LDAB S. 111 pap. rollo ¿antologla?; «letra
Maria 5406 d. C. cursiva hábib>;
«copia amateur»;
avoc;, pero ¿XUQUO?
Yao.mJQ
236. Evangelio P.Oxy. 2949; LDAB SS.11-111 pap. ¿rollo?(¡, o cf. P.Oxy. 4009
desconocido 5lii;VH592 d.C. lámina?); v. en
(¿Pedro?) blanco
237.Evangelio P.Oxy. 4009; LDAB S. 11 d.C. pap. códice ¿miniatura o 2
desconocido 4872 cols. ?; cf. P.Oxy.
(¿Pedro?) 2949
238.Evangelio P.Lond.Christ. 1+P. SS. IJ-111 pap. códice LTJ y otras.
desconocido Ktsln 6.255; LDAB d.C.
(¿Egerton?) 4736; VH 586
239. Evangelio LDAB 5462; VH 589; S. 111 pap. rollo (v. en
desconocido P. Vindob.G. 2325 d.C. blanco)
(¿Fayum?)
240. Hechos de P.Berl.inv. 13893 +Mich. SS. 111- pap. códice cf. VH 605 y 608;
Pablo 3788+ 1317; LDAB IVd.C. =VH263
5543; VH 607+ 608
241. Hechos de Hamburg pap.bil. 1; S. III pap. códice(20 X manuscrito en
Pablo VH 605; LDAB 3138 d.C. 26cm) griego y sahidico
(cf. VH 263)
242. Hechos de P.Fackelmann 3; LDAB s.lll pap. códice
Pablo y Tecla 5234 d. C.
243 . ..¿Apoca/ip- P.Vindob.G. 39756+ SS. lll- perg. códice en Bodi.Ms Gr.th.f4,
sis de Pedro? Bodi.Ms Gr.th.f4(P.); IV d. C. miniatura fechado en el s. V
LDAB 5583; VH 619 d.C.enel VH
244. ••¿«Salmo P.Fay. 2; VH 1066; SS. 11-111 pap. rollo ¿relato pagano
naaseno»? LDAB5049 d. C. de visita al infra-
mundo? (Roberts)
245. ••Tratado P. Vindob.G. 29456r+ inicios. pap. rollo ¿precristiano o
hermético 29828r; VH 1068; 111 d.C: pagano?
LDAB 8118
246. Apócrifo de P.Vindob.G. 29456v+ s.lll pap. opist. (VH
Janés y Jambrés 29828; VH 1069; d. C. 1068 en el v.)
LDAB 5467
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Black. C.(',: 37. 7<J liSs, 1K4-I~i. 19.h
Ulanchard,/\.: 101<, 120. 146·141'\ Kraft, R. A.: K. 24. (,,,. 71, 11 ~s. 11 N.
Uro\\n, S.: 104, 114s IJ0-1J2
Kraus. T. J.: 19, 40,62
Charlcs\\Orth. S.: R, 77, ~4
Comt(,n, Ph.: 1<), 43. 4~. 214

Dagcnai~. J.: 1M McCormick, !\1.: f<3-R6


De Savignac. J.: 153-155 Metzger. B. M.: 103. 110, ti6, un.
204
Epp. E. J.: 17, 21 . .25-27, JJ, ~O­
Millard, A.: 1'1, 12M
M7. ~~>~. l66s. 161), 1')()
~lilne,H. J. \t .. 198
fo~t~r. P.: 40. 62
Nicklas. T.: 19. 40, 62
Gamhle, 11. Y. : 9, IMs. J 1, J~. 72.
75, 79, M2-84, 90, 171. 1')9~. 204 OTallnghan, J.: 103, 127, 13K, 140,
Gonis. ~.: ~. JQ, QJ, 17J, 17~ Osiek. C.: .N
Grenfell. 8. P.: 32. 91-93. 172
Paap. A. 11. R. E.: IC>J~. 112. 114s.
Hain(s-Eillcn.K.: 19,171 121s. IJ2. IJX-141
Head. P.: 43, 166. 169. 1'>h. 200 Pickcring. S. R.: 2U. 6Js. 66. 1JM.
Hill. Ch. E.: J(,.JR. 46. I.H 165.209
Horsley. G. H. R.: 76~
Howard. G.. Jll)s Rohcrts, C. U : :!0. 2S. ·'-'· .S6, 49.
Bunt, A.: 7..l~. 1) 1-'13 54, 59s. 65·(17, 7(). 75. 77, 19-X<t,
Hunado,l. W.: 17. 32. 36. 41. 6S~. 10]. 106, 117s. 1.22!>, 13:!-Ll7.
82, 113. 1J9s, 122. 126. 12R. 141s. 1~7. 159, 162. 169. IX5.
130, 1JJ. 136, 145s. 1-l~. 1~Q. 190-195. 206, 209:;, 220
162. 1()(), 1<)t)
. Sundcrs. 11. A.. 44, 1')2
" Jen..~n. R · 11. 161s c;h--aL T. C.: -!2~ • .19. 56s. S'>~. 65-6!,
' Judge, E. A.: 11. 20, 63s, 66. 77. 72-75, 77-84. 86. 105. 123. 151.
13R,20Q l69.179s,I~,-Uu~.I9M,21~
Snydcr. G. F.: JO. 153. 163 Tuckett. Ch. ~1.: 105. 112. 117s.
Snydcr. U. G: 1~. ~X 124s. 1~7!;, UJ-1.11<. 140-142
Sul1hcrger. M: 14M. 15~-~~~. 1(,2~ TunlCr,l·.. G.: IX. :?K. 31.49, ~'J. 61.
74-76, 79, X7, 92.94-%, 9~. IC).¡,
Tov. 1:..: 13. 24, 63. 66, i:S, 11 o. 11~. 1~0.141. 14-:', 16~-~~~.190.

11:?. 117. 1l) l. 1<)5. 1CJ7 196.~04.20R-210.213

Trnubc. L.: IOJ. 114s. 12'), 14.l


Trcu, K.: 11, 6(,, 6tJ. 71, ll5s. JI K.
V.m Uaclst, J.: 1~. ~2. :t>. JO, ()0,
70. 170s. 177s
JJOs. 208
Trohsch. O.: 13 1, 1.14, 189 Zun11., G.: 46, 1H6
,
INDICE DE MANUSCRITOS

Bc:rlin Staat!\.Bib.Cod. gr. tol P.Chc:!-tcr Bcany X: 19K 212


t,(, 1,11: 6(,, 12J, 1!S, 17')• .:!OR P. Fomad 266a: 2(,, J1)H, 20M
Dodl. MS.Or.hibl.g.~. ~q. 211 P.Fouad 26llh: .26, 11 J. 1QR, 209
8lie\ Xllgr: 26. 113. 198. 212 P.Fouad 266c: 26. 198. 209
Códkc Schoyc:n 1S7: 63 P. Harris 2. 16(, 27.68,20R
P.Aic~dn\·. :wJ. 2K, 69, 11M. P. Uarris 3 1: 2M. ()K, 211
19l'.212 P.Lcip.in\. 170: 63.211
P.Ant. 1.8: 171.211.213 P.LitLond. 202: 1i l. 208
P.Ant. 1.9: 170. 2 JJ P.Lit.Lond . .204: 172,210
P.Badcn 4.56: 1'Q, 20Rs, P.lit.Lond . .207: 28. (;8s. 21 O
P.Bon:.im·. .2: 2N (,4, 210 P.lit.lund. 211: 2M,6K.212
P.Barc.itn-. 3: .28. 171. 209s P.Lond.Christ. 3: .28, 2C>'Js
P.Bod. VIl: 108, 218. 221 P.Med. 1.13: 28.212
P.Bod. VII-IX: 30. 44, 172 P.Mach. 3.13~: .28,212
P.Bud. VIII: JOS, 172. 21M P.Monts. 111m. JO: 2M, 211
P.Bud. XXIV: 175 P.O>.y. 656: 27. 72s. 134s. 175. 208
P.Chester Bcauy IV: 125, 198 P.Oxy. 1007: 27. 113. 118s.
P.Chcster Beany V: 124, 174, IJ.&, I9R,20f'
IHM. 19H,20M r.o~.r w:~: 27,69,209
P.Chcsecr lkany VI: 137-139, P.Oxy. 1166: :!7, (~, 11M, :!08
170. J7Ss. 1i9s. 184, P.Oxy. 1594: 173.213
196. 191'), 20'), 225 P.Oxy. .1522: 26. 113. ~JO
P.('lk.-,b!r Benny VIl: 141, 17~. 21.:! P.Oxy. 4443: 26, 2M, 64s, IQM, 210
P.('h"-stc:r Benny VIII: 6~. 17S• .212 P.Ryl. 45H: 2t,, I'H. I%-19N, ,:!()')
PC~tPr Rt--attyiX· 17'. IQ8. "U P.Ryl. PS/8.921 v.: 28. 64. 211
P.Chestcr Bcatty IX-X: 28, 77, P.Vindob.G. 39777: :!8, 113. 211
17Cl, 1K~~. 2 12 P. Vale 1:
!JO it~cllc'C' d.· IIIClnii.\C.,.,III\

2. QliMR,\N

4()11')· 2(,, 20') 4()17.': 112


4()120: 26. 113. 209 4QI74: 1:{7
4QI21: 26. lO'J 4Ql 75: ~:
4QI22: 26, ~()C) iQI 2t,, 20K
4()12(,: 2(, 7Q2· 26. ~D
4()127: 2ft 11Q22: 11:!
4Q1(,7: 112

J. Nu' o Tt·o, JAMI !'i 10

P, ( P.Ox)'. 2): 174s. 214 BKs. 141. 174, lt(7, 190,


P~: 29. 4.5. K.~. 101. 141. 111. 1'15, 200, 202, 21 (~. 223
U<0-1 X:!, 190, 21 J~ Pu (P.(.'hcstc:r DcaU)· lllf: 122.
P, t P.Oxy. 208 ): 174s. 21 S 139, 175. 1s:. 202, 218
P~ ( P.Oxy. 402 ): 29. 218 P"': 46,216
P:: (P.Amhcrsl 1.3 )· 29, 3~. 217 P....,: 47, 216s
p,, (P.Oxy. f>57. PSI 12.1292): 29, P~: 46
66.217 P~:: MJ. 135. 171, 175, 183,
1':~ (P.Uxy.IOOS): 47.175.2l6s 1~7s. l92s. 196. 21 S
P, •. (P.Oxy. 1009): 4i, 216s p,_,: 29,46,:!14,216
P,, (P.Oxy 107')): 29, 40, M, c,7, P"": ~9. 44~. KJ, JOI, 12~. 171,
123. 21M IKO·IM3. l'HJ. 193, 213~
P~!(P.Oxy. 1228 ): 66. 68, 139. 21 S p~\: 47.216s
P:, cP.Ox). 1229): 29.217 Py, (P.Bod. 11): 8~. 139. 141.
P~~ cP.Oxy. 1596): 174, 215 15Z-154.15t,,l(,2.1b6.171.
P:o~CP.Oxy.l~')7): 46,21(, 1M2, 1Q4, 1')(,, 202i, 215, 22H
P111 cP.Oxy. 1598): 47. 217 P..~: 29. 44s, 83. 101. 171.
p,~ cP.R)'I. 1.5): 174. 217 1R0-183. 190. 213s
p,.: 174s.214 P:~ cP.Rod. VIII): 13~.1715, 189,
Pu: 46,216 202,21M
Pl'f tP.Oxy. 1780): 29. 175. 21 S P·~ cP.Bod. XIV-XVt: 29, 44, !U,
p.,_, tP.Hcidclberg 45): 29, 216 101. 152-154. 156. 162.
P,. tP.Chc:stcr 8eatcy 1): 29, ~9. 166, 17 4s, U<2. 186. 190.
42, 4S~. KJ, 98, ICJ()s, 12~~. 129, 194, J')(l, 201 S, 2145. 226~
135, 141s. 15Js. 156, 162. 166,
175, 188-l'J6. 202;, 214s, 224
.
p,. tP.<>x,·. 2llS3 .
+ P.o,.v. 440~):
83. 168. 17l. 196, 202, 213s
P6(, •P.C'hescer 8eatty 11): 39. 45. P~~ (P.Oxy. 2684 ): 172s. 218
47-4M, en, 101. ll~. P,.. :
!.il

P.,,< P.Chy. 3:\23 ): 83. 171. 215 P11~ (P.Oxy. ~445): 1bX. 175.
p,,,· 46, 1 )(, 19t1,215
p.,;: 47, 216s Pw eP<hy. 4~46): lt•K. 19(,, 21 ~
P~~- ~9.215 P,,,, t P.Oxy. ~44 7 ): 168.174,215
P.,., cP.IFAO ~.31•: ~·). 40, (-.4, p,l'"l ti'.OX)'. -4448): 168. 175, 21~
(,;, lil. 21N P ,, <P.Oxy. ~497}: IM~. 17~. um.
p.,., ( P.Oxy. 4~9): 2tJ. 1(t~. 1t>6. ~ ltt
17~s.I'N,,2J7 P"~ ~P.<hy. ~9!<): IM<. 17~.
PIIJI: 168,175.214 217
P,,,: (P.Oxy. 29431: 168. 115. p, .• cP.Oxy. 4-l99): 168. 175.
196,214 196, 21X
P,,,, tP Oxy. 44«}.1 ): S3, 16X, 0162 cP.Oxy. X47): 29,215
171. 196. :o2. 213s 0171 (P.Bcrl. 11863): 29.214s
P,,., cP.Oxy. 4404): 8~. IM~. 0232 <P.Ant. 1.12): 29. 48,
175.196,213 1ns. 21X

4. OTROS lEXlO~ ( Rl~ TIA~OS

BKT t).2.1: 67,21'' P.Oxy. 40~: 64, 219


BKT 6.6.1: 32.67,220 P.Oxy. 407: .n. 134, 137.220
BKT 9.22: (,6,221 P.Oxy. ,11.2: 67.220
Códice Schoycn 193: !8s. 1NO. P.Oxy. 840: 174
213, 21~ P.Oxy. 11 73: 66, 213
P.Dura 10: 67,21'J P.Oxy. 1226: 175~. 210
P.Fouad 203: 26,32,220 P.Oxy. 1356: 66,213
P.Gen. 3.125: 6-$,2]9 P.Oxy. 1782: 174
PJiarris 1.55. (13 POX). 17M3: 31. 173.219
PJittun. I.M: (,(,, 2 13 P<hr 17X6: 32.220
P.lan\1. 1.4: 66.219 P.Oxy. 18.!x: 31.219
P.land. 5.70: 6i.219 P.ÜX). 2070: 32, (,7, 2~ 1
P.Lund.Chrisl. 2: 180,2:!0 P.(hy. 21 ~N: 66. 2JJ
P.Mc:d.im. 71 ~4: 67,221 PChy l~., ...
o o l.
..... Hm. 2 1')
P.Mi~h. lt\.763: (w. 221 P.Oxy. 352~: 6ft, 219
P.~ich. 18.764: 64 67.221 P.Oxy. 4442: 198,208
P.Mich. 130: 41. 63~.135. 219 P.Oxy. 4706: ~1. 21l'<
P.Oslo2.14: 64 67.220 P.R)'I .1.4(,Q: 67,220
P.Oxy. ~.407: 10~ P.R)I 460: Mi
P.Oxy. 5: 31.219 PSI 11.1200: 6-1. (-.7. 220
P.Oxy 404: 31. 21'> PSI 11.1207: (,(), 213
:J.'
5. Aronmo~ <"RIS TI·\ \:e~

Bud.M~ (jr,th t~: 3 l • .2~~ P.OX)'. 6~~: 9.h. 1fl:\, .211, .BO
P.A11. 1.13· li4 P.Uxy. 65~: fi7. l)J. 'J\, .:!~l.~-' 1
P.Bod. V: 171, 221 P.ÜX)'· !U'): 17 .l
PJ·:~cnon 2: JO, J(li, 129, 1_1(,, P.O~r R50: IOK
140s. 1')·'· 196 P.fhy 2949: Jo. -&.2. t~. 2.22
P.hy. 2: 30,22.2 fl.(h} J525: 1.'~. 1.'7, 2~2
P.GrenfeJI 1.8: 174 POxy. 4()(l'J: JO. 42. 64. 66.
P.K;,Jn 6.2:'5: 66.222 )'l'l

P. Lnnd.( 'hnst 1: (,(,, 123. 2.2:! P.Ryl 46.': 67, 1J'), 211
P. l. udg. Bat. JI W: .H . .22.2 P.Vindoh.(i. ~.\2~: JO, t,7, 222
P.Oxy. 1: 66, 93-'15. 107, 139. 2.:!1 P. Vindoh.G. 39756: ·'l. 222

6. TI X1<" 1 X 1R.-\111111.1( o ..

AF 113:\7: ~9 P.Oxy. ~iO: 59


B. A \-f. Papyna!' fl.(hy ..'321: ,..
f"'
.
.

SammlunH P. 142M3: ~~ P.Oxy. 4174: ~9


RIFAO 61: 59 P.Oxy. 4196a: ~9
PJJamb. 2. 134: 59 P.Oxy. 4220 li"ag. 3: ~C}

P.l. t.tond. 127: 61 P.<hy. 4220 fr.tg. 4: 59


P.rv.ur. J(,4a 149 P.( hy. 4231 n: ~')

P.O\y. ·'n: 59 P.Russ.(i\."t)l'g. l.ll): 59


P.Oxy. lOS: 121
.
INDICE GENERAL

/ '1'(/CIC
. 10. .......... , ............. , ............ , . , . , . , . , ...... , . , ... , . , ... , ........ , . , ....... . 7

IIIII'O(IIIt'CÍlJJI ......... " ...................... " .. " .• "."" "" ..... " .. " ............. .. 11
J . \1anuscritos y <.~tro' artefactos primitivos ...................... .. 12
2. Los primitivos manuscritos cri~tianos como artefactos .. . 14
.l Desatención por potrtc de los investigadores .................. . 17
4. A\·anccs alcntador(s ........................................................ . ~~

1' Lt tS Jl X lO' ................................... "" ................................... .. 23


J. l.u~ textos tnmsmit1dos en los pnmcms manus"~ritos cris-
tianos .............................................................................. .. 23
a) Te~to5 del Antiguo Testamento .................................. . 2S
b) Textos del Nue\';} Testamento .................................... . 2X
e) Otros escritos cristiam's primiti\'os ........................... .. ~o
2. Cuestiones. obscrncioncs y deducciones ..................... .. 33
3. Rcl\umcn ......................................................................... .. 49

2. L.\ PHI J 1 Hl ~liA I"OH 11 1 OJ)I<'I • 'i 1 1 ( I<IHI.o\~ISMO 1'1(1\tll J\'t) .. ~1


J. Primiti\'o~ fonn~uos de lihm: datos cuantitatt\·os ........... . 5~
a) Textos: preferencia.~ del mundo no cristiano .............. . 58
b) Textos: preferencias cristianas ................................... .. 63
2. é.Por que los cristiano!'~ prcl1ri~ron el ~ódicc? ................. . 71
u) Vcntujas pracllcr.s ....................................................... . 74
b) Explicación socioeconómica ...................................... .
e) ¡,Una opción del bcrada'? ............................................ .
3. La producciún de c6diccs ............................................... .

3. lclS «!1.0!\.tl"':\ S.~< R-\•• ........................................................... . 105


1. la praxis gráfica ............................................................ .. JO(,
Orí~cn<.·~ ........................................................................ .. IOX
indu e' J.:c'llt'fcll

")
... •··l'_,n ongcn
. . .JUuiO
.1' ó)............................................................ . 111
J ,·.Unu innovación cristiana'! .......................................... .. 121
4. Si1{nillcado ..................................................................... . J:\1
5. los 110111ina . . acra ......................................................... .. I.J5
a) Los cuatro epitetos mas frecuente y sistetm\tlcamcntc
ahrcv 1ados .................................................................. . 146
h) Otnas palabras ubre\· iadas con menor frecuencia y r.tc·
nos sistemáticamente ................................................. .. 146

4. f.t. r·"l·\l'HCH.R ..\\f.-\ ................................................................ .. 147


l. Primiti\·os cristograma~ .................................................. . 14X
2. El origen del e!.taurograma ............................................ .. 1.51
3. Función y significado ..................................................... .. 158
4. Importancia para la investigacic:ln ................................... . 164
.<. (.' . . ..
nstugnunas prmutl\·os ............................................. h ... .
1(l(,

5. OrRo~ ASPF.<.To~ tur>JtulOGicos ,. P.-\l.l:oc:;K-\ttcm................... . lbi


l. Tama"o del códice ......................................................... .. 167
:. c:olumnas ........................................................................ . 17R
~. Márgenes ......................................................................... . 1N2
~. Lineas por página o columna ......................................... .. IK4
~. ((Indicaciones para los lectores» .................................... .. 191
6. Correcciones .................................................................. .. )9<)
7. Resuntcn ........................................................................ . 20:\

ÚBSFRV_.\('II)Nrs Fll\:.-\LES ............................................................. . 204

A1•1 ~l>l<. 1 1: Textos literarios cristianos en nmnuscritos de lu~


siglos 11 y 111 ....................................................................... .. 2fKl
l. Antiguo Testamento ....................................................... .. 20~
!. Nuc"ro Tcstamenl<) .......................................................... . 213
l Otws tc;~~.tos cristianos ................................................... .. 21X
'f" . t'
't. r.pocn os cns lanos ....................................................... ..
.t A '
221
APr....,nwt 2: Fotografías de una selección de manuscritos ...... .. ---
.,~.,

Hif:llo~rc~/ia .............................................................................. . 2.\3


indict> tle <JIItot'r"''' ...................................................................... . 247
Índict• t/(, nltlllli.\Crllo.' .............................................................. . 2.J9

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