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Influencia de Elena White en el desarrollo

Espíritu de Profecía en la Iglesia Adventista


Capítulo I
Organización de la Iglesia
Se entregan credenciales
Como paso inicial hacia la organización de la iglesia, se entregaron credenciales a los ministros. Este procedimiento fue introducido en
1853. Estos ministros de sostén propio predicaban con celo.
Primeras Carpas para Predicar el Evangelio y Celebrar Escuelas Sabáticas
Los pastores M.W. Cornell y J. N. Loughborough usaron una carpa para celebrar un esfuerzo evangélico en 1854 y muchas personas
se añadieron a la iglesia como resultado. Las primeras escuelas sabáticas regulares se celebraron en Rochester y Buck's Bridge, Nueva
York, en 1853 y 1854.
La Mudada a Battie Creek
Cuatro laicos le dieron $ 1,200 a Jaime White para fabricar un edificio para la imprenta en Battie Creek. Después de mucha oración,
los White aceptaron el ofrecimiento y se mudaron de Rochester, Nueva York, a Battie Creek, Michigan, en 1855. La sede de la obra
permaneció allí hasta 1903. (Para conocer la interesante historia de la dirección providencial de Dios en la mudada de fa sede de Battie
Creek a Washington, véase Life Sketches de Elena White, págs. 388-398).
En su nuevo lugar, la prensa se mantuvo muy ocupada imprimiendo la Review and Herald, el Youth's Instructor, y tratados de
temperancia y evangelismo.

Urías Smith fue nombrado redactor, y entre sus ayudantes se contaban J.N. Andrews, Jaime White y J.H. Waggoner.
José Bates también se mudó a Michigan y se mantuvo ocupado celebrando esfuerzos evangelizadores, presidiendo congresos y
viajando constantemente para administrar a las "ovejas esparcidas".

Primeras Publicaciones.
En 1849, un grupo de observadores del sábado había empezado a publicar una revista titulada The Present Truth (La Verdad Presente).
En 1850 también habían publicado seis números de The Advent Review (La Revista del Advenimiento). En noviembre de ese año,
estas dos revistas emergieron bajo el nombre de Second Advent Review and Sabbath Herald (Revista del Segundo Advenimiento y
Heraldo del Sábado), que ahora circula con el nombre de Adventist Review (Revista Adventista). Esta es la revista oficial de la iglesia
y publica noticias de actividades de la iglesia en todo el mundo, así como artículos devocionales y doctrinales. Se publica una edición
semanal y también un extracto mensual. Ambas son impresas en la Review and Herald Publishing Association en Washington, D.C.
El Youth's Instructor fue publicado por primera vez por Jaime White en 1852, en Rochester, y contenía las lecciones semanales de la
escuela sabática. Para cumplir su objetivo original, la iglesia publica hoy las revistas Insight (que ha reemplazado a Youth's
Instructor), Guide, etc.

Oposición a la Organización
, Al principio muchos adventistas estaban opuestos a la organización. El hecho de que muchos habían sido desfraternizados de sus
iglesias anteriores, los hacía opuestos a la organización formal. Pero pronto se hizo evidente para la mayoría que la organización de la
iglesia era una salvaguardia contra la confusión y el fanatismo.

Finanzas de la Organización de la Iglesia.


En la década de 1850, los que predicaban el mensaje adventista se apoyaban en la generosidad de sus oyentes y trabajaban un poquito
para sostenerse a sí mismos. Bajo la dirección de J.N. Andrews, se reunió un grupo de hermanos para estudiar las Escrituras con el fin
de conocer los métodos de Dios para el sostenimiento del ministerio. La recomendación recibió el nombre de benevolencia
sistemática. El plan adoptado contemplaba que cada miembro diera anualmente por lo menos un 1 % de todas sus propiedades libres
de deuda, además de las ofrendas semanales.

Hasta 1853 se regalaba la literatura, pero ese año, Jaime White sugirió que los ministros vendieran las revistas y tratados. ¡Un juego
completo costaba sólo 35 centavos!

Voto para la Organización


Después de un sistema financiero sólido, algunos sugirieron una organización legal para inscribir las propiedades de la iglesia.
Otros se opusieron y Jaime White y otros fueron hasta acusados de querer mandar y unir a la iglesia con el estado.
En la década de los años 1850, el Señor dijo lo siguiente mediante su sierva: "Hay orden en el cielo, y Dios se agrada de los esfuerzos
de su pueblo al tratar de atender las cosas de su obra en esta tierra con sistema y con orden. Vi que debe haber orden en la iglesia de
Dios, y que se necesita un sistema para llevar adelante con éxito el último gran mensaje de misericordia al mundo" (Testimonies, tomo
1, pág. 191).
En 1860 alcanzó su climax la discusión, y los creyentes acordaron formar una organización que pudiera ser propietaria de la oficina de
publicaciones y las casas de culto en forma legal.
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Se Elige el Nombre
En 1860 fue adoptado el nombre Adventistas del Séptimo Día. Más tarde, Elena White apoyó esa elección. "El nombre Adventista del
Séptimo Día presenta los verdaderos rasgos de nuestra fe, y convencerá la mente inquisidora. Como una saeta del carcaj del Señor,
herirá a los transgresores de la ley de Dios, e inducirá al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Señor Jesucristo" (Joyas,
tomo 1, pág. 81).

El 13 de mayo de 1861 se incorporó una asociación legal que se llamó Seventh—day Adventist Publishing Association. Ese mismo
año se organizó la primera asociación con las iglesias del estado de Michigan. En 1862 se organizaron otras siete asociaciones.

Primer Congreso de la Asociación General


La primera reunión general oficial de la Iglesia Adventista del / Séptimo Día se celebró en Battte Creek, en 1863. Allí fue adopta1 /
da una constitución que contenía nueve artículos. A esos artículos^ se les han hecho algunas adiciones en sucesivos congresos, pero
los cambios no son substanciales.
Los oficiales de la recién formada Asociación General fueron los siguientes: Presidente: Juan Byington; secretario: Urías Smith;
tesorero: E.S. Walder. Jaime White había sido elegido presidente por unanimidad, pero declinó sobre la base de que su defensa de una
organización podría comprometer su puesto. Los miembros de la junta ejecutiva eran Juan Byington, J.N. Loughborough y Jaime
White.

Ministros y Miembros
En ese tiempo había 3,500 miembros en 125 iglesias. La igle¬sia contaba con 22 ministros ordenados y ocho con licencia.

Capítulo II
Vida de Elena G. White
INFANCIA Y EDUCACIÓN DE ELENA
Hija de Eunice y Roberto Harmon, éste era un fabricante de sombreros, ambos padres habían llegado a ser devotos de la Iglesia
Metodista Episcopal. En sus cuarenta años de labor a favor de la causa de Dios, tuvieron el gozo de ver a sus ocho hijos unidos y
convertidos en el redil de Cristo.

Elena Gould Harmon nació en Gorhan, Maine, el 26 de noviembre de 1827, junto a su hermana gemela Elizabet. Éstas eran las
más jóvenes de la familia.

La familia Harmon se mudó a Pórtland, Maine, en ese lugar a la edad de nueve años Elena sufrió un accidente que le afectó
para toda la vida. Ella iba por un camino con una compañera de la escuela y con su hermana gemela, de pronto por los gritos de otra
compañera de clases que tenía más o menos unos trece años Elena se dio vuelta y por un momento quedó enajenada mientras la niña
levantaba la mano y furiosamente, enojada por alguna cosa, le arrojaba una piedra a la cabeza y ésta le cayó en la nariz. Elena se
desplomó al suelo, al volver en sí se encontró en un comercio donde la habían recogido las personas que presenciaron el hecho, no
quiso que la llevasen a su casa en coche y se puso en pie apoyada en el brazo de la hermana y la compañera, mas cayó otra vez
inconciente, duró tres semanas en ese estado.

Elena volvió al aula, pero fue poco lo que pudo asistir a clases, sus maestros le aconsejaron que dejara la escuela, así fue como
su educación académica se limitó a tres años escolares.

CONVERSIÓN DE ELENA
A principios de 1840, teniendo Elena doce años, Guillermo Miller visitó Pórtland y sus conferencias sobre la segunda vendida
de Cristo removieron la ciudad. Elena y su familia fueron partícipes de esas conferencias.

El siguiente verano la familia Harmon asistió a una reunión de los metodistas en Buxton, Maine, donde Elena confirmó su fe al
escuchar las palabras: ―Iré delante del rey… y si perezco, que perezca‖. (Esther 4:16). Comprendió que lo único que se esperaba del
pecador suplicante ante la presencia de Dios, era que extendiera la mano de la fe y tocara el cetro de su gracia. Ese toque aseguraba
perdón y paz.

Poco tiempo después fue bautizada por inmersión en la bahía de Pórtland y se unió la iglesia metodista. Después de esto,
organizó reuniones con sus amiguitos y unas cuantas personas adultas y todos fueron convertidos a Dios.

A los catorce años de edad relató dos sueños en los cuales sus amigos más allegados encontraban significados más profundos
que los que tienen los sueños corrientes. Entonces Elena preguntó a su mare qué debía hacer en lo adelante, la madre dijo:
―Simplemente no lo sé‖; pero le aconsejó que hablase con el pastor Stokman, quien se había hecho muy conocido en Pórtland como
predicador de la segunda venida de Cristo. Éste al escucharla le dijo: ―Jesús debe estar preparándote para una obra especial‖.

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Los miembros de la familia Harmon, que habían mostrado gran interés en las doctrinas formuladas por los Milleristas,
encontraban serías dificultades en la Iglesia Metodista. Durante más de un año y medio duró Elena estudiando y conversando acerca
de la religión y asintiendo a las reuniones de Guillermo Miller y sus asociados, quienes predicaban que Cristo volvería pronto. El
conflicto terminó cuando la iglesia metodista los expulsó en 1843.

Cuando el 22 de octubre de 1844 no ocurrió la venida de Cristo (El Gran Chasco), Elena quedó descorazonada; pero no perdió
la fe en Dios. Su desconsuelo fue desapareciendo hasta que en diciembre de ese mismo año Dios la eligió como su mensajera (ella
representa para nosotros el Moisés de este tiempo).

ELENA ES ELEGIDA COMO LA MENSAJERA DE DIOS


Era la hora del culto matutino en el hogar de los Haines, en South Pórtland, Maine cuando cinco devotas mujeres buscaban la
luz de Dios. Mientras oraban, Elena, perdió conciencia de todo lo que había a su alrededor. Había dejado de respirar, lo que había
provocado preocupación de las demás. Ellas estaban conciente de la debilidad física de Elena; sin embargo Elena estaba en visión y le
parecía que estaba en el cielo.

Elena recibió su primera visión a los 17 años de edad. Le fue mostrada la marcha del pueblo de Dios hacia el hogar celestial.

Alrededor de una semana después de la primera revelación, Dios le mostró otra visión, y le manifestó las pruebas por las cuales
ella tenía que pasar y que debía ir a relatar a otros lo que él le había revelado, también se le mostró que debía arrastrar gran oposición
y sufrir angustia en su espíritu. Pero el ángel le dijo: ―Bástate la gracia de Dios, él te sostendrá‖.

Después que tuvo la primera visión Dios le pidió que contase a un grupo de sus amigos que se reuniría en sus casa, ella se
consideraba muy joven y pensó que por eso sus amigos no recibirían la visión como revelación de Dios, así que huyó a la casa de unos
amigos donde pasó todo el día desobedeciendo a Dios y torturándose con la duda.

En la tercera Visón, Elena rogó fervorosamente al Señor que si debía ir a relatar lo que se le había mostrado, la guardase del
ensalzamiento. Entonces Dios le reveló que su oración era contestada y que si se viera en peligro de engreírse, la mano de Dios se
posara sobre ella y se vería aquejada de enfermedades. Dijo el ángel: ―Si comunicas fielmente los mensajes y perseveras hasta el fin,
comerás del fruto del árbol de la vida y beberás del agua del río de vida‖.

Pocas semanas después Elena fue invitada a hablar en la iglesia de Pórtland para que compartiese sus experiencias proféticas
con una congregación ansiosa. Durante más de dos horas ella mantuvo cautivo al auditorio, que constaba aproximadamente de sesenta
creyentes, éstos escuchaban los detalles de la visión. Hazen Foss, quien había declinado de asistir, la escuchaba desde afuera
observando por la ventana.

A la mañana siguiente Hazen Foss, quien fue un joven Millerista, visitó a Elena a su casa y le dijo que Dios le había dado la
misma visión que ella había relatado, la cual se negó a contar, entonces escuchó una voz que le dijo: ―Has constrictado al Espíritu del
Señor‖. Hazen le dijo a Elena: ―Creo que las visiones me han sido quitadas y le han sido dadas a usted. No dejé obedecer a Dios
porque ello sería en peligro de su alma. Estoy perdido, usted ha sido elegida por Dios; sea fiel en realizar su obra y la corona que pudo
haber sido mía, la recibirá usted‖ (Aunque Hazen Foss vivió hasta 1893, nunca volvió a manifestar interés en asuntos religiosos).
Elena siempre recordó esa amena conversación.

NARRACION DE ELENA DE SU PRIMERA VISIÓN


En el libro ―primeros escritos‖ desde la pagina catorce en adelante, Elena narra su primera visión:

Como Dios me ha mostrado el camino que el pueblo adventista ha de recorrer en viaje a la santa ciudad, así como la rica
recompensa que se dará a quienes aguarden a su Señor cuando regrese del festín de bodas, tengo quizás el deber de daros un breve
esbozo de lo que Dios me ha revelado. Los santos amados tendrán que pasar por muchas pruebas. Pero nuestras ligeras aflicciones,
que sólo duran un momento, obrarán para nosotros un excelso y eterno peso de gloria con tal que no miremos las cosas que se ven,
porque éstas son pasajeras, pero las que no se ven son eternas. He procurado traer un buen informe y algunos racimos de Canaán, por
lo cual muchos quisieran apedrearme, como la congregación amenazó hacer con Caleb y Josué por su informe. (Núm. 14:10.) Pero os
declaro, hermanos y hermanas en el Señor, que es una buena tierra, y bien podemos subir y tomar posesión de ella.

Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu Santo descendió sobre mí, y me pareció que me elevaba más y
más, muy por encima del tenebroso mundo. Miré hacia la tierra para buscar al pueblo adventista, pero no lo hallé en parte alguna, y
entonces una voz me dijo: "Vuelve a mirar un poco más arriba." Alcé los ojos y vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima
del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero, en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo
del sendero, detrás de los que ya andaban, había una brillante luz, que, según me dijo, un ángel, era el "clamor de media noche." Esta
luz brillaba a todo lo largo del sendero, y alumbraba los pies de los caminantes para que no tropezaran.

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Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron algunos
en cansarse, diciendo que la ciudad estaba todavía muy lejos, y que contaban con haber llegado más pronto a ella. Entonces Jesús los
alentaba levantando su glorioso brazo derecho, del cual dimanaba una luz que ondeaba sobre la hueste adventista, y exclamaban:
"¡Aleluya!" Otros negaron temerariamente la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los había guiado hasta allí.
Pero entonces se extinguió para ellos la luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, de modo que tropezaron y, perdiendo de
vista el blanco y a Jesús, cayeron fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso. Pronto oímos la voz de Dios, semejante al
ruido de muchas aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús.

PUBLICACIÓN DE LA PRIMERA VISIÓN


La primera visión de Elena Harmon fue escrita en la prensa por primera vez el 20 de diciembre de 1845 en el periódico Day-
Star (Estrella de la Mañana) de Cincinatti, Ohio, el 24 de enero de 1846, la impresión de este mensaje, enviado como una carta
personal al editor, E. Jacobs, trajo consuelo a muchos. En años subsiguientes fue reimpreso en periódicos y folletos y en el primer
libro de la señora White, ―Un bosquejo de las experiencias y visiones de Elena de White‖ el cual apareció en el año 1851. En 1882,
este libro llegó a ser la primera parte de ―Primeros Escritos‖.

ELENA CONOCE A JAIME WHITE


En febrero de 1845, uno de sus amigos allegados, William Jordan, la invitó a que le acompañara a él y una hermana suya en un
viaje en trineo a Arringtong, donde el tenía que entregar un caballo y un trineo que pertenecía a Jaime White, éste era un joven
maestro de escuela que se había convertido en un predicador Millerista. Elena y Jaime se habían visto anteriormente; pero después de
este encuentro, durante año y medio Jaime siempre acompañó a Elena en sus frecuentes viajes de un pueblo a otro para predicar y
contar sus visiones a iglesias a veces atestadas. En esas ocasiones siempre les acompañó una se las hermanas de Elena.

ELANA Y JAIME, JUNTOS PARA SIEMPRE


El 30 de agosto de 1846, Elena y Jaime se casaron. Durante un año vivieron en la casa de los padres de Elena, en Gorhan,
Maine Michigan. Horrorizados por su pobreza, unos amigos allegados, la familia Howland, de Topshan, Maine, les ofrecieron unos
cuartos que tenían en el segundo piso de su espaciosa casa. Los esposos Whites lo aceptaron porque ya tenían un hijo, Henry (1947).

Con muebles prestados y a veces comiendo con la familia Howland y a menudo sin comer, trabajando y viviendo por la fe;
pero para Jaime y Elena esto era un mundo de conquista: gente para amonestar y confusión espiritual que vencer. Ellos proseguían
inspirados por las palabras que Elena había escuchado, poco después de haber recibido su primera visión en 1844: ―Da a conocer a
otros lo que se te ha revelado‖.

FUERZA PARA ESCRIBIR


En principio su condición física le impedía escribir, no podía mantener firme el brazo, pero cuando ella trató de volver a
escribir obedeciendo el mandato de Dios se sorprendió a sentirse con una fortaleza especial. Pronto se encontraba ocupada copiando
sus visiones carta tras carta que enviaba por correo para compartir sus conocimientos revelados con sus amigos y otros creyentes. A
veces, hasta Jaime le ayudaba a copiarlas. Él casi no tenía tiempo libre, porque debía sostener a su familia y los esfuerzos
evangelísticos de ambos. Para ello comenzó a acarrear piedras para la construcción de un ferrocarril y más tarde se dedicó a cortar leña
en un bosque cercano, trabajaba con eso de sol a sol y ganaba cincuenta centavos por día.

LA VISIÓN SOBRE LA VERDAD DEL SÁBADO


En abril de 1847, Elena recibió la visión del sábado. Ella vio el templo en el cielo y a Jesús levantando la cubierta del arca. Allí
vio los diez mandamientos con un halo suave de luz alrededor del cuarto mandamiento y escuchó a un ángel confirmando su
importancia. En esa ocasión le fue mostrado que si siempre se hubiera observado el sábado, no habría infieles ni ateos y el mundo
hubiera sido liberado de la idolatría.

INICIAN LOS CONGRESOS


Mientras vivían en Topshan, los esposos Whites recibieron una carta del hermano E. L. H. Chamberlain, de Middletown,
Connecticut, en la cual se invitaba a asistir a unas reuniones que se realizarían en ese estado y en fecha de abril de 1848. Ellos
resolvieron aceptar la invitación, Jaime cobró diez dólares que le debía su patrón, con cinco de éstos se compraron la ropa que
necesitaban y los cinco restantes les sirvieron para el transporte. En su baúl estaba casi todo lo que poseían. Asistieron a las reuniones
de Connecticut y de allí partieron a New York, donde asistieron a otra.

A Jaime se le presentó una oportunidad de trabajo. Junto a dos más se comprometió a segar heno en cien acres por acres. Con
este dinero ganado con tanto esfuerzo, Jaime y Elena asistieron a seis congresos, uno tras otro.

VISIÓN SOBRE LA OBRA DE PUBLICACIONES


En noviembre de 1848 Elena le dijo a su esposo que le fue mostrado en visión que él debía comenzar a imprimir un pequeño
periódico y enviarlo a la gente. Éste será pequeño al principio y será un rayo de luz que llegará a circuir todo el globo. No fue sino
hasta el verano del año siguiente cuando se lanzó la empresa. Una primera edición del primer periódico o revista adventista, ―The
Present True‖ (La Verdad Presente), de mil ejemplares que se pagaría cuando se obtuviese el dinero. El periódico era bimensual y
constaba de ocho páginas.
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PROGRESOS DE LOS WHITES Y DE LA OBRA DE PUBLICACIONES
En 1852, los Whites alquilaron una casa vieja por ciento setenta y cinco dólares por un año en Rochester, New York. En esta
casa tenían una prensa de mano que habían comprado para economizar dinero. Fue aquí donde Urias Smith pasó a ser prensista y
luego redactor del periódico (por más de 50 años), que para entonces cambió su nombre a ―The Review and Herald‖.

Los años en Rochester fueron los más arduos para los Whites. Las cosas cambiaron cuando en 1855 se mudaron a Bettle Creek,
Michigan, para continuar la obra de publicaciones en un edificio que les habían proporcionado unos amigos. Por primera vez desde
que se casaron podían ocupar una casa exclusivamente para ellos.

LA VISION DEL GRAN CONFLICTO


Cuando Elena 31 años de edad, en 1858, recibió la visión más importante. Ocurrió un fin de semana, del 13 al 14 de marzo,
mientras Elena y su esposo asistían a unas reuniones religiosas en Lovetts Grove, cerca de Bowling Creek, en Ohio. Los cultos
regulares fueron interrumpidos el día 14 cuando se decidió llevar a cabo un servicio fúnebre en la escuelita que también servía como
salón de reuniones.

Encantados con la presencia de los esposos Whites, los presentes pidieron a Jaime que hablara. No bien concluido él bien su
discurso, Elena se levantó con la intensión de añadir algunas palabras de consuelo. Después de sus primeras frases, vaciló y quedó en
visión.

Inmediatamente Jaime explicó a la congregación asombrada que su esposa estaba en visión. Su afirmación de que ella no
respiraba mientras estaba en esa condición hizo que muchos de ellos se acercaran hacia ella para comprobarlo. ―Traed un espejo‖ pidió
Jaime en voz baja, y mientras lo sostenía cerca de su boca, explicó cuidadosamente que la falta de condensación en el espejo era una
demostración de que ella había dejado de respirar.

Se realizó también otra prueba con una vela encendida que se le colocó muy cerca de la nariz y de la boca, ésta dio el mismo
resultado, ya que ningún movimiento perturbó la llama.

Luego de dos horas Elena hizo una inspiración y luego otras lo que indicaba su vuelta al estado conciente. Esta visión fortaleció
sus creencias en la inminente segunda venida de Cristo, puesto que se les revelaron las batallas cósmicas intricadas entre le bien y el
mal. Ello también significó el comienzo de su obra más importante: ―El conflicto de los siglos‖.

MUERTE DE DOS HIJOS DE ELENA


Sin embargo, todo el brillo de su satisfacción interior quedó empañado cuando el 14 de diciembre de 1860 murió Herbert, su
cuatro hijo, tenía sólo tres meses. Y en 1863, murió su primogénito Henry, a la edad de 16 años, éste era pianista y cantaba con linda
voz, estos fueron dos fuertes golpes para la familia White.

Aunque entristecidos por las garras de la muerte, los esposos Whites reanudaron su labor. Ahora el centro de la obra de ella era
escribir sus visiones, publicar libros y revistas, aconsejar a los dirigentes de la recién formada Iglesia Adventista del Séptimo Día
(nombre que se aceptó en 1860) y guiar el crecimiento y desarrollo de la iglesia.

ELENA APORTA A LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA


En 1863 las organizaciones locales más o menos independientes del movimiento adventista enviaron delegados a una reunión
celebrada en Bettle Creek, para organizar lo que se ha llamado desde entonces la Asociación General de los Adventistas del Séptimo
Día. Respaldados por las visiones de Elena, ésta y Jaime fueron muy activos en la nueva organización, tanto que la presidencia de la
misma fue ofrecida a Jaime, éste la rechazó.

VISON SOBRE LA REFORMA PRO-SALUD


El 6 de julio de 1863 en Otsego, Michigan, Elena tuvo una visión que duró cuarenta y cinco minutos, en la que se le hizo
entender la relación de la salud espiritual, física y la importancia de los remedios naturales.

Rápidamente se adoptó un programa general de educación acerca de la salud que consistía en una serie de seis folletos de
sesenta y cuatro páginas cada uno, titulados ―Health, or How to Live‖ (―Salud, o Cómo Vivir‖), compilados por los esposos Whites. El
niño J. H. Kellog ayudó a componerlos.

En la navidad de 1865, Elena recibió inspiración adicional para establecer un institutote salud, que no sólo atendería a los
enfermos, sino que enseñaría los principios preventivos de la medicina.

SE INAUGURA UN CENTRO MÉDICO ADVENTISTA


El 5 de septiembre de 1866 se inició el Western Health Reform Institute (Instituto Occidental de Reforma Pro-salud). A cargo
de los doctores George Lay y Proebe Lamson. Es interesante señalar que para ese entonces el niño John Harvey Kellog de doce años,
se había interesado tanto en los principios de la medicina preventiva, que unos años más tarde los esposos Whites lo ayudaron a
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matricularse en una escuela de medicina. Al terminar sus estudisos en 1876 Kellogg se dirigió a Bettle Creek y se hizo cargo de una
institución médica que pronto se llamaría ―The Battle Creek Sanitariun‖ (―Sanatorio de Battle Creek‖).

ELENA ERA EXELENTE ORADORA


Ahora el instituto había demostrado los principios enseñados por Elena, ella se convirtió en una oradora cada vez en demanda.
Sin embrago, al hablar de los principios de temperancia, ella reunía las mayores multitudes de la década de los 60 y 80. Una reunión
típica de éstas fue la que se realizó en Groveland, Massachussets, donde sin ayuda de amplificación electrónica, ella habló a más de
20,000 personas. Su articulación era clara y fuerte, su nivel de lengua, aunque sencillo, siempre era elocuente y elegante, los que la
escuchaban no daban señal de impaciencia y cansancio. Y llegó a difundir los principios de temperancia por todo los Estados Unidos.

VISION SOBRE LA EXPANSIÓN DEL MENSAJE


Para 1874 atacó una epidemia de influenza en el país, que se sintió también en Bettle Creek. Elena fue amenazada de muerte
tanto por esta enfermedad como por la memoria, entonces Jaime pidió que orasen para que el Señor la sanara, pues Dios no le fallaría.
Se postraron a orar Jaime, Elena, William C. White, además Urias Smith y J. H. Wagoger, entonces Elena después de haber
pronunciado dos o tres proposiciones entró en visión, para cuando terminó la revelación estaba completamente sana.

Así fue como el 3 de enero de de 1875 Elena vio la expansión del evangelio, dijo que le fueron mostradas imprentas que
funcionaban en tierras extranjeras pero que no escuchó los nombres de los lugares excepto Australia. Para entonces la imprenta sólo
tenía una casa editora y contemplaba la posibilidad de establecer otra en California.

MUERTE DE JAIME WHITE


Aunque se entusiasmó con la visión de su esposa acerca del futuro de la obra de publicaciones, Jaime no llegó a verlo, ya que
enfermó y lo internaron en el sanatorio, donde falleció al lado de su esposa el sábado 6 de agosto de 1881 a las cinco de la tarde.

Jaime se dedicó enteramente a la administración y establecimiento de planteles educacionales y casas editoras, como resultado
directo de sus esfuerzos, se fundaron las casas editoras llamadas ―Review and Herald Publisching Association‖, además de ―Battle
Creek College‖, y fue precursor de ―Andrews University‖ de Berreen Spring, Michigan.

La tragedia repentina aplastó a Elena, tuvo inmediatamente una recaída, pero ya a las dos semanas emprendió viaje hacia el
oeste, para seguir su obra en California, donde decidió que debía continuar la obra que su esposo había dejado inconclusa.

ELENA APORTA PARA QUE SE EXTIENDA LA OBRA MISIONERA


Sin tardanzas no descansó, ella insistió en el establecimiento de programas misioneros internacionales, la obra de publicaciones
en ultramar, el establecimiento de un colegio en costa estadounidense del pacífico y más esfuerzos determinados por la creciente
Iglesia Adventista para relacionar a la gente con el cumplimiento de las profecías.

En 1885 viajó a Europa con su hijo menor, William C. White, quien Dios le había preparado para que fuese su compañero
misionero en ausencia de su esposo. Hasta 1887 Elena estuvo en contacto con los europeos, visitó algunos lugares históricos, los que
trajeron vívidamente su pensamiento a varias escenas que les habían sido mostradas en visión. En Basilea y en Noruega vieron los
edificios de las impresoras que Elena había visto en visión para organizar la imprenta adventista. Desde Basilea, Suiza donde la
imprenta y la oficina adventista Elena viajaba a predicar a Germania, Francia, Inglaterra, Italia y Escandinava.

CONCLUSIÓN DE LA OBRA DE ELENA


Elena de White murió el 16 de julio de 1915. Por 70 años presentó fielmente los mensajes que Dios le dio para su pueblo.
Nunca fue elegida para ocupar un cargo en la iglesia, aunque los líderes de la iglesia siempre buscaban su consejo. Asistió a la escuela
sólo hasta los 9 años, pero sus mensajes pusieron en marcha las fuerzas que dieron a luz el sistema educativo mundial de la Iglesia
Adventista, desde guarderías hasta universidades. Aunque no tenía ningún entrenamiento médico, el fruto de su ministerio puede verse
en la red de hospitales, clínicas y dispensarios adventistas que se encuentran alrededor del mundo. Y aunque no fue formalmente
ordenada como ministro del evangelio, provocó un impacto espiritual casi sin paralelo en las vidas de millones.

Capítulo III
Elena G. de White en la Vida Cotidiana
Las diversas facetas de la vida de Elena G. de White impresionaron de diversas maneras a sus amigos y conocidos.

COMO AMA DE CASA


Ella era recordada tiernamente por sus familiares y por quienes trabajaban para ella. Su nieta Grace White Jaques, hija de
Willie White dice que cuando los nietos llegaban a la sala donde su abuela escribía ella dejaba de hacer lo que estuviera haciendo y le
ponía atención y se reía con ellos…Ella, según Grace, tenía la maravillosa habilidad que a su lado la gente se sintiese cómoda.

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En cartas enviadas por ella a amigos y allegados y otras escritas por quienes la conocieron internamente, emergen recuerdo que
la pintan como una mujer sencilla que a veces se entristecía, experimentaba desaliento y padecía como todos, pero era una mujer de
firme convicciones. Además sentía amor profundo por las flores, los animales y una preocupación suprema por la gente. Elena reía
ante ocurrencias humorísticas. Siempre capaz de disfrutar de las cosas alegres de la vida.

En sus últimos años había seguido una rutina de viajes, conferencias, actividades literarias y descanso. A menudo si no la
despertaba el recuerdo de una visión nocturna, lo hacía su intenso deseo de compartir algún incidente con otros. Grace White Jaques,
su nieta, habló de estA cuando se refirIó a aquellos años al hablar con Judy Howard, autora del artículo del ―Youth Instructor‖ titulado
―Mi Abuela especial‖, recuerda ella:

―Hacia el final de su vida, mi abuela empezaba a trabajar muy temprano por la mañana. Se acostaba a las siete o a las ocho de
la noche. A menudo, cuando recibía una visión en la noche se levantaba a cualquier hora que fuese y empezaba a trabajar. A veces un
ángel la despertaba en las primeras horas de la mañana para que escribiera cartas o para que trabajara en sus libros‖.

―Cuando la señorita Mc-enferter se levantaba, mi abuela generalmente ya había escrito varias páginas. A veces sus ayudantes le
preguntaban cómo es que se había levantado tan temprano. Ella solía responder que un ángel la había tocado. A eso de las once de la
mañana ya había completado un día de trabajo‖.

SENTIDO DEL HUMOR


La señora Bertha Apear Boger relató un incidente que ocurrió mientras Elena predicaba en Greenville, Tennessee. ―El pastor
William C. White estaba, como de costumbre, en la plataforma con su madre… no cabe duda de que él se había levantado muy
temprano y estaba muy cansado. Después de haber cumplido con su parte del programa, se quedó dormido. Al notarlo su madre se
detuvo para disculparse de esta manera: - Mientras William era bebé, yo solía llevarlo al púlpito y dejarlo junto a mí en su cesto para
que durmiera y el nunca pudo vencer el hábito-. Luego, con la benevolencia de la consagración, continuó como si no se hubieran
interrumpido los pensamientos‖.

AMIGABLE Y SERVICIAL
Elena G. de White, en sus últimos años intensificó su preocupación por la gente y al ver acortárseles sus días, se asía
tenazmente hacia la vida, puesto que en primer lugar era mujer y madre y en segundo lugar, profetiza, tenía un instinto innato de
cuidar a los demás. Es por ellos que desde que se había mudado a Elmshaven, su casa de Santa Elena, sus paseos ocasionados por la
mañana se habían convertido en recorridos regulares. Cuando descubría la necesidad de amor y de una palabra amistosa que tenían
algunas personas, ella consideraba su deber verlas, conversar con ellas y hablar con sus hijos del amor de Cristo.

Probablemente muchas de las personas que se detenían a mirarla no la conocían por nombre. Para algunos era ―La ancianita de
cabello claro, que hablaba bondadosamente a cerca de Jesús‖.

AYUDABA A LOS NECESITADOS


Parte de sus actividades ―extras‖ consistían en distribuir ropa, visitar alguna familia que tuviera un hijo enfermo, o ir a dejar a
alguien un cesto de alimentos. Ella pensaba que sus vecinos la necesitaban y esa convicción se intensificaba al recordar los detalles
terribles que se le habían mostrados acerca del juicio final de la humanidad.

ACTITUD DE ELENA HACIA LOS PRINCIPIOS DE LA REFORMA PROSALUD


Elena había sido muy comedora de carne durante muchos años y poco le interesaban otros alimentos. Contra la mayoría de sus
contemporáneos ella pensaba que la ingestión de la carne era imprescindible para su salud. A partir de la visión del 6 de julio de 1866
la actitud de Elena hacia la alimentación tuvo que cambiar, se le mostró que hay muchas ventajas en seguir el régimen alimenticio
vegetariano y sin estimulante.

Aunque eran muy pocos comunes esos consejos en su tiempo, ella los aceptó plenamente y comenzó a aplicarlos. Pronto dijo a
su cocinera esta orden: ―De hoy en adelante no cocine más carne‖.

Un poco más tarde, cuando la familia se reunió para el desayuno, encontró que nada se había servido de carne. Elena miró la
mesa y dio vuelta diciendo: ―No tengo hambre‖. Cuando regresó para el almuerzo, encontró la misma comida y no comió hasta la hora
de la cena. Entonces ella sólo almorzaba cuando tenía apetito suficiente hasta que le gustarán los alimentos sencillos.

Aunque se adhirió a estos principios hasta su muerte a la edad de 87 años y se benefició con ellos, a menudo mientras viajaba y
las condiciones lo requerían, ella hacía alguna excepción.

ELENA COMO ANFITRIONA DE ALIMENTOS


Su diario revela que a veces tenía hasta treinta y cinco invitados y a todos les servía comida vegetariana. Y nadie salía con
hambre. Elena escribió en 1870: ―Tengo una mesa bien puesta en todas las ocasiones‖.

IMPORTANCIA DE SUS CONSEJOS


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Sus consejos fueron vitales para el crecimiento religioso del movimiento y pronto, con la guía de sus visiones, por todo el
mundo comenzaron a sugerir casas editoras, hospitales, escuelas y estaciones misioneras.

Muchos de los consejos de Elena de White han sido corroborados por la ciencia en temas como por ejemplo: contaminación
ambiental, efectos benéficos de la luz solar, la relación entre un régimen deficiente y la pobreza intelectual, el efecto del café, el té y
ciertas enfermedades inexplicables, las grasas y las enfermedades cardiovasculares, el azúcar y la enfermedad, el ejercicio y la
circulación sanguínea, el uso de la sal, el cáncer y sus causas, el tabaco, el cáncer de pulmón y otras enfermedades mortales, el
alcohol, el cerebro y la vida, las drogas y los defectos congénitos, la actividad física para enfermos y convalecientes, la relación entre
la mente y el cuerpo, corrientes eléctricas del cerebro y el sistema nervioso, influencia prenatal, los primeros años de la vida del niño,
la forma correcta de comer para vivir más.

Capítulo IV
Libros de Elena White
Justamente cinco años antes de su muerte en 1915, la señora White recomendó que sus escritos, los cuales contenían la luz
dada por Dios, continuaran "siendo presentados al pueblo", porque ellos contenían información "dada para corregir aparentes errores y
para especificar lo que es verdad" (Carta 117, 1910; citada en Messenger to the Remnant, pág. 82).
En esta lista aparecen los libros que han sido publicados en español, las abreviaturas colocadas al final del nombre del libro
entre paréntesis son las que corresponden a cada libro.
1. A fin de conocerle (AFC)
2. Alza tus ojos (AO)
3. Cada día con Dios (CDD)
4. El camino a Cristo (CC) (otras versiones: Felicidad abundante, Vida abundante). Este libro trata el importante tema
de cómo llegar a ser y permanecer como cristianos, una de las preocupaciones centrales en los voluminosos escritos de Elena de
White. Véase la Guía de estudio.
5. Carta a jóvenes enamorados
6. El colportor evangélico (CE)
7. La conducción del niño (CN)
8. El conflicto de los siglos (CS) (otras versiones: El conflicto inminente o De aquí a la eternidad). Inicia el relato
histórico desde la destrucción de Jerusalem y, en forma abarcante, continúa con los temas importantes del conflicto entre Cristo y
Satanás como se han podido ver en la historia de la iglesia cristiana hasta nuestros días, y aún más allá, basándose en lo que la Biblia
dice que ocurrirá.
9. Conflicto y valor (CV)
10. Consejos para la Iglesia (CI). Presenta una selección general de los consejos extraídos de Testimonies for the Church
[Testimonios para la iglesia], que es una serie de 9 volúmenes. Esta selección se considera de gran utilidad y de ayuda práctica para la
iglesia. Están agrupados en 66 capítulos. Es una compilación preparada por los fideicomisarios del Patrimonio White. Aunque se
presenta el índice completo del libro, están para consulta sólo unos pocos capítulos (del 43 al 45) que responden a inquietudes sobre la
iglesia y su organización.
11. Consejos para los maestros, padres y alumnos (CM)
12. Consejos sobre el régimen alimenticio (CRA)
13. Consejos sobre la obra de la escuela sabática (COES)
14. Consejos sobre mayordomía cristiana (CMC)
15. Consejos sobre la salud (CSa)
16. Cristo en su santuario
17. Cristo triunfante
18. De la ciudad al campo
19. El Deseado de todas las gentes (DTG)(otras versiones: El es la salida). Es el libro clásico de Elena de White sobre la
vida y ministerio de Jesús.
20. Dios nos cuida
21. El discurso maestro de Jesucristo (DMJ). Ofrece un estudio de los versículos claves del sermón de Jesús en el monte.
Están incluídas las biaventuranzas, la oración del Señor, y muchas instrucciones de Jesús para la vida aquí y ahora como un ciudadano
de su reino.
22. La edificación del carácter (ECFP) (Otra versión: Cómo desarrollar la vida y el carácter)
23. La educación (Ed)
24. La educación cristiana (EC)
25. En los lugares celestiales
26. El evangelismo (Ev)
27. Eventos de los últimos días (EUD)
28. Exaltad a Jesús (EJ)
29. La fe por la cual vivo (FV)
30. Fe y obras (FO)
31. Los hechos de los apóstoles (HAp). Presenta la historia de la iglesia cristiana primitiva y continúa con el relato del
resto del Nuevo Testamento.Véase la Guía de estudio (sin respuestas; con respuestas).
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32. Hijas de Dios (HD)
33. Hijos e hijas de Dios (HH)
34. La historia de la redención (HR)
35. El hogar adventista (HAd) (Otra versión: El hogar cristiano o Hogar sin sombras)
36. La iglesia remanente
37. Joyas de los testimonios, 3 vols. (1JT, 2JT, 3JT)
38. Un llamado al evangelismo médico y a la educación sanitaria
39. ¡Maranata: el Señor viene! (Mar)
40. La maravillosa gracia de Dios
41. Meditaciones matinales (MeM)
42. Mensajes para los jóvenes (MJ)
43. Mensajes selectos, 3 vols. (1MS, 2MS, 3MS). Es una recopilación única en su tipo, en el sentido de que procura
reunir y mantener en permanente disponibilidad no sólo valiosos artículos periodísticos y declaraciones de manuscritos, sino también
ciertos antiguos folletos de valor inapreciable que no se imprimen más. Aunque se presenta el índice completo de los tres tomos, están
para consulta sólo unos pocos capítulos de cada uno de los volúmenes que responden a inquietudes sobre la inspiración de los
escritores proféticos y cómo se escribieron los libros de Eelna de White (1MS); el fanatismo y las enseñanzas engañosas, movimientos
erróneos y subversivos (2MS); qué es la iglesia, más principios relativos a la inspiración, la preparación de los libros de Elena de
White y más consejos de cómo hacer frente al fanatismo (3MS).
44. Mente, carácter y personalidad, 2 vols. (1MCP, 2MCP)
45. El ministerio de curación (MC). Provee un vistazo general a los principios del sano vivir, comenzando con el
ministerio de Jesús y extendiéndose a la vida y ministerio de cada cristiano.
46. El ministerio de la bondad (MB)
47. El ministerio de las publicaciones (MP)
48. El ministerio pastoral (MPa)
49. Notas biográficas (NB)
50. Nuestra elevada vocación (NEV)
51. Obreros evangélicos (OE)
52. El otro poder (OP)
53. Palabras de vida del gran Maestro (PVGM)(Otra versión: Lecciones prácticas del gran Maestro). Un volumen que
acompaña a "El Deseado de todas las gentes", que presenta las parábolas de Jesús con una luz renovada, mostrando su aplicación para
la vida cristiana actual.
54. Patriarcas y profetas (PP). Presenta la historia del conflicto entre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás, desde su
inicio, comenzando con el origen del mal, siguiendo luego con la creación del mundo, los patriarcas bíblicos, la esclavitud del pueblo
de Israel en Egipto y el Éxodo, y su establecimiento en Canaán hasta el tiempo de David.
55. Primeros escritos
56. Profetas y reyes (PR). Continúa el relato histórico del libro "Patriarcas y profetas" comenzando el relato desde el
tiempo del rey Salomón y continuando con los siguientes reyes de Israel y Judá y los tiempos de los profetas, incluyendo el tiempo de
la cautividad y restauración de Israel, hasta la venida del Mesías.
57. Promesas para los últimos días (PUD)
58. Recibiréis poder (RP)
59. Reflejemos a Jesús (RJ)
60. Selecciones del conflicto de los siglos
61. Servicio cristiano (SC)
62. La temperancia (Te)
63. Testimonios acerca de la conducta sexual, adulterio y divorcio (TCSAD)
64. Testimonios para los ministros (TM)
65. Testimonios para la iglesia, vol. 2, 5, 7, 9 (2T, 5T, 7T, 9T)
66. La verdad acerca de los ángeles (VAA)
67. Vida de Jesús (VJ)
68. La voz: su educación y su uso correcto

Capítulo V
“Expansión Mundial de la Iglesia”
En apenas un siglo y medio la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha crecido de un puñado de personas, que diligentemente
estudiaron la Biblia en búsqueda de la verdad, para una comunidad mundial de mas de ocho millones de miembros y, otros millones,
que consideran la Iglesia Adventista su hogar espiritual.

Doctrinariamente, los Adventistas del Séptimo Día son herederos del supradenominacional movimiento Milleriano de la
década de 1840. Aunque el nombre ―Adventista del Séptimo Día‖ haya sido escogido en 1860, la denominación no fue oficialmente
organizada hasta el 21 de mayo de 1863, cuando el movimiento incluía cerca de 125 Iglesias y 3.500 miembros.

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Entre 1831 y 1844, Guillermo (William) Miller - un predicador Bautista y ex-capitán de Ejército de la Guerra de 1812 - lanzo
el grande despertar del segundo advenimiento, el cual eventualmente se dispersó a través de la mayoría del mundo cristiano. Basado
en su estudio de la profecía de Daniel 8:14, Miller calculo que Jesús podría retornar a Tierra el 22 de octubre de 1844. Cuando Jesús
no apareció los seguidores de Miller experimentaron lo que se vino a llamar ―El Gran Chasco‖.

La mayoría de los millares que se habían juntado al movimiento, salio en profunda desilusión. Unos pocos no en tanto,
regresaron para sus Bíblias para descubrir porque ellos fueron decepcionados. Luego ellos concluyeron que la fecha del 22 de octubre
era correcta, pero que Miller había predicho el evento errado para aquel día. Ellos se convencieron de que la profecía bíblica preveía
no el retorno de Jesús a la Tierra en 1844, pero que El comenzaría en aquella fecha un ministerio especial en el cielo para Sus
seguidores. Así, ellos continuaron a esperar por el breve retorno de Jesús, como hacen los Adventistas del Séptimo Día aun hoy.

De este pequeño grupo que se rehusó a desistir después del gran Chasco, surgieron varios líderes que construyeron la base de lo
que vendría a ser la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Se destacan dentro de estos líderes una pareja joven – Santiago y Elena White
- y un capitán de navío jubilado, Jose Bates.

Este pequeño núcleo de ―adventistas‖ comenzó a crecer - principalmente en los estados de la Nueva Inglaterra en la América
del Norte - adonde el movimiento de Miller había comenzado. Elena White, apenas una adolescente en la época del gran Chasco, se
desenvolvió en una dotada escritora, oradora y administradora, tornandose,y permaneciendo, la consejera espiritual de confianza de la
familia Adventista por mas de 70 años hasta su muerte en 1915. Los primeros adventistas vinieron a creer - como los Adventistas
desde entonces - que ella disfruto de la dirección especial de Dios mientras ella escribía sus consejos para el creciente grupo de
creyentes.

En 1860, en Battle Creek, Michigan, EUA, un puñado de congregaciones de Adventistas escogieron el nombre Adventista del
Séptimo Dia y en 1863 organizaron formalmente el cuerpo de la Iglesia con un número de 3.500 miembros. En el principio, la
actuación fue en gran parte limitada en América del Norte, hasta 1874 cuando el primer misionero de la Iglesia John Nevins Andrews,
fue enviado para Suiza. La obra en África fue iniciada tímidamente en 1879 cuando Dr. H. P. Ribton, un reciente converso en Italia, se
cambio para Egipto y abrió una escuela, pero el proyecto termino cuando tumultos comenzaron a surgir en los barrios. El primer pais
cristiano no protestante en recibir la iglesia fue Rusia, adonde un ministro adventista fue enviado en 1886. Misioneros adventistas
entraron por primera vez en países no cristianos en 1894- Costa Dorada (Gana), oeste de África, y Matalbeleland, África del Sur. En el
mismo año misioneros vinieron a América del Sur, y en 1896 había representantes en Japón. La iglesia hoy tiene actuación establecida
en 209 países.

La publicación y distribución de literaturas fueron los principales factores en el crecimiento del movimiento del Advenimiento.
La ‗Advent Review' y el ‗Sabbath Herald' (hoy ‗Adventist Review'), órgano general de comunicación de la Iglesia, fueron lanzados en
Paris, Maine, en 1850; el ‗Youth's Instructor' en Rochester, Nueva York, en 1852; y el ‗Signs of the Times' en Oakland, Califórnia, en
1874. La primera Casa Publicadora denominacional en Battle Creek, Michigan, comenzó a operar en 1855 y fue debidamente
incorporada en 1861 con el nombre de Asociación de Publicación Adventista del Séptimo Día.

El Instituto de Reforma de la Salud, conocido mas tarde como Sanatorio Battle Creek, abrio sus puertas en 1866, y la obra de la
sociedad misionera fue establecida a nivel estatal en 1872, y 1877 vio la formación de las Asociaciones de las Escuelas Sabáticas en
todo el Estado. En 1903, la sede de la denominación se cambio de Battle Creek, Michigan, para Washington, D.C., y en 1989 para
Silver Spring, Maryland, a donde ella continua a formar el nervio central del trabajo siempre en expansión.

Para complementarse más en este punto, sobre la


expansión mundial de la Iglesia Adventista, repasar el
material de Orientador, que abarca desde aquí 1874 en
adelante hasta la actualidad el milenio.

Capítulo VI
“Las creencias de la iglesia Adventista”
Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su única regla de fe y apoyo seguro de las creencias fundamentales
siendo éstas enseñanzas de las Santas Escrituras. Estas creencia, como se recogen más adelante, constituyen la comprensión de la
enseñanza de la Escritura. La revisión de estas declaraciones pueden ser hechas en el Congreso Mundial de la Asociación General de
la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cada cinco años, cuando la Iglesia es dirigida por el Espíritu Santo a una comprensión más
completa de la verdad bíblica o si encuentra una mejor forma de expresar las enseñanzas de la Santa Palabra de Dios.

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1. Las Santas Escrituras
Las Santas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento, son la Palabra de Dios escrita, dada por inspiración divina por
intermedio de santos hombres de Dios que hablaron y escribieron al ser movidos por el Espíritu Santo. En esta Palabra, Dios ha
transmitido al ser humano el conocimiento necesario para la Salvación. Las Santas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad
divina. Son la norma para el carácter, la prueba de la experiencia, la revelación autorizada de doctrinas, y el registro confiable de la
actuación de Dios en la historia.

2 Pedro 1:20 y 21; 2 Timoteo 3:16 y 17; Salmo 119:105; Proverbios 30:5 y 6; Isaías 8:20; Juan 10:35; Juan 17:17; 1
Tesalonicenses 2:13; Hebreos 4:12.

2. La Trinidad
Hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternas. Dios es inmortal, omnipotente,
omnisciente, por encima de todo (trascendente), y siempre presente. Es infinito y está más allá de la comprensión humana, aunque es
conocido por su revelación de sí mismo. Es eternamente digno de alabanza, adoración y servicio por toda la creación.

Deuteronomio 6:4; Deuteronomio 29:29; Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Efesios 4:4-6; 1 Pedro 1:2; 1 Timoteo 1:17;
Apocalipsis 14:6 y 7.

3. Dios Padre
Dios, el Eterno Padre, es el Creador, el Originador, el Sustentador y el Soberano de toda la creación. Él es justo y santo,
misericordioso y clemente, tardo en airarse, y grande en constante amor y fidelidad. Las cualidades y poderes mostrados en el Hijo y
en el Espíritu Santo son, también, revelaciones del Padre.

Génesis 1:1; Apocalipsis 4:11; 1 Corintios 15:28; Juan 3:16; 1 Juan 4:8; 1 Timoteo 1:17: Éxodo 34:6 y 7; Juan 14:9.

4. Dios Hijo
Dios, el Hijo Eterno, se encarnó en Jesucristo. Por medio de Él todas las cosas fueron creadas, se revela el carácter de Dios, se
consuma la salvación de la humanidad y es juzgado el mundo. Verdadero Dios por siempre, también llegó a ser verdaderamente
hombre, Jesús el Cristo. Fue concebido por el Espíritu Santo, y nació de la virgen María. Vivió y experimentó la tentación como ser
humano, y ejemplificó perfectamente la justicia y el amor de Dios. A través de sus milagros demostró el poder de Dios y fue
atestiguado como el Mesías prometido por Dios. Jesús sufrió y murió voluntariamente en la cruz en nuestro lugar por nuestros
pecados, fue resucitado de entre los muertos y ascendió para ministrar en el santuario celestial en nuestro favor. Vendrá de nuevo en
gloria para la liberación final de Su pueblo y la restauración de todas las cosas.

Juan 1:1-3 y14; Colosenses 1:15-19; Juan 10:30; Juan 14:9; Romanos 5:18; Romanos 6:23; 2 Corintios 5:17-19; Juan 5:22;
Lucas 1:35; Filipenses 2:5-11; Hebreos 2:9-18; 1 Corintios 15:3 y 4; Hebreos 4:15; Hebreos 7:25; Hebreos 8:1 y 2; Hebreos 9:28;
Juan 14:1-3; 1 Pedro 2:21; Apocalipsis 22:20.

5. Dios Espíritu Santo


Dios, el Espíritu Santo, desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la Creación, encarnación y redención. Inspiró a
los escritores de las Escrituras. Llenó la vida de Cristo con poder. Llama y convence a los seres humanos; y a aquellos que le
responden, les renueva y transforma a la imagen de Dios. Enviado por el Padre y por el Hijo para permanecer para siempre con sus
hijos, concede dones espirituales a la Iglesia, la capacita para dar testimonio de Cristo, y en armonía con las Escrituras, la guía a toda
verdad.

Génesis 1:1 y 2; Lucas 1:35; Lucas 4:18; Hechos 10:38; 2 Pedro 1:21; 2 Corintios 3:18; Efesios 4:11 y 12; Hechos 1:8; Juan
14:16-18 y 26; Juan 15:26 y 27; Juan 16:7-13.

6. La Creación
Dios es el Creador de todas las cosas, y ha revelado en las Escrituras el auténtico relato de Su actividad creadora. En seis días el
Señor hizo ―el cielo y la Tierra‖ y todo lo que tiene vida sobre la Tierra, y descansó el séptimo día de esa primera semana. De este
modo estableció el Sábado como un memorial permanente de su trabajo creativo completo. El primer hombre y la primera mujer
fueron creados a la imagen de Dios como coronación de la Creación, se les dio dominio sobre el mundo y se les dio la responsabilidad
de cuidarlo. Cuando el mundo fue terminado, era ―muy bueno‖, anunciando así la gloria de Dios.

Génesis 1 y 2; Éxodo 20:8-11; Salmo 19:1-6; Salmo 33:6 y 9; Salmo 104; Hebreos 11:3; Juan 1:1-3; Colosenses 1:16 y 17.

7. La Naturaleza del Hombre


El hombre y la mujer fueron formados a imagen de Dios con individualidad, con el poder y la libertad de pensar y actuar.
Aunque fueron creados como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y espíritu, dependientes de Dios para la
vida, el aliento y todo lo demás. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de Él y cayeron de
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su elevada posición bajo Dios. La imagen de Dios en ellos fue desfigurada, pasando a estar sujetos a la muerte. Sus descendientes
comparten esa naturaleza caída y sus consecuencias. Nacen con las debilidades y tendencias al mal. Pero Dios en Cristo reconcilió
consigo al mundo y a través de su Santo Espíritu restaura en los mortales penitentes la imagen de su Hacedor. Creados para la gloria
de Dios, son llamados a amarle y amarse los unos a los otros, y cuidar del medio ambiente.

Génesis 1:26-28; Génesis 2:7; Salmo 8:4-8; Hechos 17:24-28; Génesis 3; Salmo 51:5; Romanos 5:12-17; 2 Corintios 5:19 y 20;
Salmo 51:10; 1 Juan 4:7-8, 11, 20; Génesis 2:15.

8. El Gran Conflicto
Toda la humanidad está involucrada en un gran conflicto entre Cristo y Satanás, en cuanto al carácter de Dios, su Ley y su
soberanía sobre el Universo. Ese conflicto se originó en el Cielo, cuando un ser creado, dotado de libertad de elección, por exaltación
propia se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y guió a la rebelión a una parte de los ángeles. Él introdujo el espíritu de rebelión
en este mundo cunado indujo a Adán y Eva a pecar. El pecado de la humanidad distorsionó la imagen de Dios en el ser humano, el
desorden en el mundo creado y su eventual devastación en el momento del diluvio mundial. Observado por toda la Creación, este
mundo se convirtió en el escenario del conflicto universal, del cual será finalmente reivindicado el Dios de amor. Para asistir a su
pueblo en esta controversia, Cristo envía su Santo Espíritu y ángeles leales para guiar, proteger, y sostenerlos en el camino de la
Salvación.

Apocalipsis 12:4-9; Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:12-18; Génesis 3; Romanos 1:19-32; Romanos 5:19-21; Romanos 8:19-22;
Génesis 6-8; 2 Pedro 3:6; 1 Corintios 4:9; Hebreos 1:14.

9. Vida, Muerte y Resurrección


En la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, en su sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proveyó el
único medio de expiación del pecado humano, de modo que los que aceptan por fe esa expiación, puedan tener vida eterna, y toda la
Creación comprenda mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta perfecta expiación vindica la justicia de la ley de Dios y la gracia
de su carácter; ya que a la misma vez, condena nuestros pecados, y hace provisión para nuestro perdón. La muerte de Cristo es
sustitutoria y expiatoria, reconciliando y transformando. La resurrección de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las fuerzas del
mal, y para aquellos que aceptan la expiación les asegura la victoria final sobre el pecado y la muerte. Declara el señorío de Jesucristo,
ante quien se doblará toda rodilla en el cielo y en la Tierra.

Juan 3:16; Isaías 53; 1 Pedro 2:21-22; 1 Corintios 15:3-4, 20-22; 2 Corintios 5:14-15, 19-21; Romanos 1:4; Romanos 3:25;
Romanos 4:25; Romanos 8:3-4; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10; Colosenses 2:15; Filipenses 2:6-11.
10. La Experiencia de la Salvación

En infinito amor y misericordia, Dios permitió que Cristo, quien no conoció pecado, se convirtiese en pecado por nosotros,
para que en Él fuésemos hechos justicia de Dios. Guiados por el Espíritu Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra
pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras transgresiones y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como Sustituto y Ejemplo.
Esta fe que recibe la salvación, viene a través del poder de la Palabra y es el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos
justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y libertados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu, nacemos de nuevo y
somos justificados.; el Espíritu renueva nuestra mente, escribe la ley de amor de Dios en nuestro corazón y se nos da el poder de vivir
una vida santa. Permaneciendo en Él, llegamos a ser participantes de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación, ahora
y en el Juicio.

2 Corintios 5:17-21; Juan 3:16; Gálatas 1:4; Gálatas 4:4-7; Tito 3:3-7; Juan 16:8; Gálatas 3:13-14; 1 Pedro 2:21-22; Romanos
10:17; Lucas 17:5; Marcos 9:23-24; Efesios 2:5-10; Romanos 3:21-26; Colosenses 1:13-14; Romanos 8:14-17; Gálatas 3:26; Juan 3:3-
8; 1 Pedro 1:23; Romanos 12:2; Hebreos 8:7-12; Ezequiel 36:25-27; 2 Pedro 1:3-4; Romanos 8:1-4; Romanos 5:6-10.

11. Creciendo en Cristo


Por su muerte en la cruz Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. Aquél que subyugó los espíritus demoníacos durante su
ministerio terrenal ha quebrantado su poder y aseguró su destino final. La victoria de Jesús nos da victoria sobre las fuerzas del mal
que aún buscan controlarnos, mientras caminamos con él en paz, gozo y la seguridad de su amor. Ahora el Espíritu Santo mora en
nosotros y nos da fortaleza. Continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos liberados de las cargas
de nuestros actos pasados. Ya no moramos más en la oscuridad, miedo de los poderes malignos, ignorancia y el sinsentido de nuestra
anterior forma de vivir. En esta nueva libertad en Jesús, somos llamados a crecer en la semejanza de su carácter, comunicándonos cada
día con Él en oración, alimentándonos de su Palabra, meditando en ella y en su providencia, cantando alabanzas, reuniéndonos para
adorar, y participando en la misión de la Iglesia. Mientras nos damos a nosotros mismos en amoroso servicio hacia los que nos rodean
y testimoniando acerca de su Salvación, su presencia constante con nosotros a través del Espíritu transforma cada momento y cada
tarea en una experiencia espiritual.

Salmo 1:1-2; Salmo 23:4; Salmo 77:11-12; Colosenses 1:13-14; Colosenses 2:6, 14, 15; Lucas 10:17-20; Efesios 5:19-20;
Efesios 6:12-18; 1 Tesalonicenses 5:23; 2 Pedro 2:9; 2 Pedro 3:18; 2 Corintios 3:17-18; Filipenses 3:7-14; 1 Tesalonicenses 5:16-18;
Mateo 20:25-28; Juan 20:21; Gálatas 5:22-25; Romanos 8:38-39; 1 Juan 4:4; Hebreos 10:25.
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12. La Iglesia

La Iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. En continuidad con el pueblo de
Dios en los tiempos del Antiguo Testamento, somos llamados a salir del mundo; y nos unimos unimos para adorar, en fraternidad,
para instrucción en la Palabra, para celebrar la Cena del Señor, para servir a toda la humanidad y para la proclamación mundial del
Evangelio. La autoridad de la Iglesia deriva de Cristo, quien es la Palabra encarnada, y de las Escrituras, que son la Palabra escrita. La
Iglesia es la familia de Dios, adoptados por Él como sus hijos e hijas. Sus miembros viven fundamentados en el nuevo pacto. La
Iglesia es el cuerpo de Cristo, una comunidad de fe de quien Cristo mismo es la cabeza. La iglesia es la esposa por la que Cristo murió
para poder santificarla y limpiarla. En su regreso triunfante, se la presentará a sí mismo como una iglesia gloriosa, la fiel de todas las
épocas, la compra de su sangre, sin mancha ni arruga, sino santa y sin tacha.

Génesis 12:3; Hechos 7:38; Efesios 4:11-15; Efesios 3:8-11; Mateo 28:19-20; Mateo 16:13-20; Mateo 18:18; Efesios 2:19-22;
Efesios 1:22-23; Efesios 5:23-27; Colosenses 1:17-18.

13. El Remanente y su Misión

La Iglesia universal se compone de todos los que verdaderamente creen en Cristo; pero, en los últimos días, en tiempo de
extendida apostasía, ha sido llamado un remanente a fin de guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia
la llegada de la hora del Juicio, proclama la salvación por medio de Cristo y anuncia la proximidad de Su segundo advenimiento. Esta
proclamación está simbolizada por los tres ángeles de Apocalipsis 14; coincide con la obra de juicio en el cielo, y trae como resultado
el arrepentimiento y reforma sobre la Tierra. Cada creyente es llamado a tener una parte en esta testificación mundial.

Apocalipsis 12:17; Apocalipsis 14:6-12; Apocalipsis 18:1-4; 2 Corintios 5:10; Judas 1:3, 14; 1 Pedro 1:16-19; 2 Pedro 3:10-14;
Apocalipsis 21:1-14.

14. Unidad en el Cuerpo de Cristo

La Iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de toda nación, tribu, lengua y pueblo. En Cristo somos una nueva
creación; las diferencias de raza, cultura, educación, y nacionalidad, y las diferencias entre clases, ricos y pobres, hombre y mujer, no
deben ser divisorias entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo., quien a través de un Espíritu nos ha unido en una fraternidad con
Él y los unos con los otros; tenemos que servir y ser servidos imparcialmente y sin reservas. Mediante la revelación de Jesucristo en
las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza y extendemos un solo testimonio para todos. Esta unidad encuentra su fuente en
la unidad del Dios trino y uno, que nos adoptó como Sus hijos.

Romanos 12:4-5; 1 Corintios 12:12-14; Mateo 28:19-20; Salmo 133:1; 2 Corintios 5:16-17; Hechos 17:26-27; Gálatas 3:27-29;
Colosenses 3:10-15; Efesios 4:14-16; Efesios 4:1-6; Juan 17:20-23.

15. El Bautismo
Por el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y en la resurrección de Jesucristo y testimoniamos nuestra muerte al pecado
y nuestro propósito de andar en novedad de vida. De este modo aceptamos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, llegamos a
pertenecer a su pueblo, y somos aceptados como miembros por Su Iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con Cristo, el
perdón de nuestros pecados y nuestra recepción del Espíritu Santo. Es por inmersión en agua y es contingente sobre una afirmación de
fe en Jesús y evidencia de arrepentimiento del pecado. Tiene lugar tras la instrucción en las Santas Escrituras y la aceptación de sus
enseñanzas.

Romanos 6:1-6; Colosenses 2:12-13; Hechos 16:30-33; Hechos 22:16; Hechos 2:38; Mateo 28:19-20.

16. La Cena del Señor

La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y de la sangre de Jesús, como expresión de fe en Él,
nuestro Señor y Salvador. En esta experiencia de comunión Cristo está presente para fortalecer su pueblo. Al participar, gozosamente
proclamamos la muerte del Señor hasta que regrese de nuevo. La preparación para la Cena incluye el examen de conciencia,
arrepentimiento y confesión. El Maestro instituyó la ceremonia del lavamiento de pies para representar una limpieza renovada, para
expresar la disposición de servir unos a otros en humildad semejante a la de Cristo, y para unir nuestros corazones en amor. El servicio
de Comunión o Santa Cena está abierto a todos los cristianos creyentes.

1 Corintios 10:16-17; 1 Corintios 11:23-30; Mateo 26:17-30; Apocalipsis 3:20; Juan 6:48-63; Juan 13:1-17.

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17. Dones y Ministerios Espirituales

Dios confiere a todos los miembros de su Iglesia, en todas las épocas, dones espirituales que cada miembro debe emplear en
amante ministerio por el bien común de la Iglesia y de la humanidad. Siendo otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual
distribuye a cada miembro como quiere, los dones proveen todas las aptitudes y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus
funciones divinamente ordenadas. De acuerdo con las Escrituras incluye tales ministerios como la fe, sanación, profecía,
proclamación, enseñanza, administración, reconciliación, compasión, servicio abnegado, caridad para ayudar, y exhortación y aliento a
las personas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para funciones reconocidas por la Iglesia en
ministerios pastorales, evangélicos, apostólicos y de enseñanza. particularmente necesarios para capacitar a los miembros para el
servicio, edificar a la iglesia para una madurez espiritual y fomentar la unidad de fe y el conocimiento de Dios. Cuando los miembros
emplean esos dones espirituales como fieles mayordomos de la variada gracia de Dios, la iglesia es protegida de la destructiva
influencia de la falsa doctrina, tiene un crecimiento que proviene de Dios y es edificada con fe y amor.

Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:9-11, 27-28; Efesios 4:8, 11-16; Hechos 6:1-7; 1 Timoteo 3:1-13; 1 Pedro 4:10-11.

18. El Don de Profecía

Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una característica distintiva de la Iglesia remanente y fue
manifestado en el ministerio de Ellen G. White. Como mensajera del Señor, sus escritos son una continua y autorizada fuente de
verdad y proporcionan consuelo, guía, instrucción y corrección a la Iglesia. Sus escritos también dejan claro que la Biblia es la regla
por la que debe ser probada toda enseñanza y experiencia.

Joel 2:28-29; Hechos 2:14-21; Hebreos 1:1-3; Apocalipsis 12:17; Apocalipsis 19:10.

19. La Ley de Dios

Los grandes principios de la Ley de Dios están incluidos en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo.
Expresan el amor, la voluntad y los propósitos de Dios respecto la conducta y relaciones humanas, y son vinculantes a todas las
personas de todas las épocas. Esos preceptos constituyen la base del pacto de Dios con su pueblo y la norma en el juicio de Dios. A
través de la intervención del Espíritu Santo, los Mandamientos señalan el pecado y despiertan el sentido de necesidad de un Salvador.
La Salvación es completamente por gracia y no por obras, pero el fruto de ella es la obediencia a los Mandamientos. Esta obediencia
desarrolla el carácter cristiano y resulta en un sentido de bienestar. Es una evidencia de nuestro amor por el Señor y de nuestra
preocupación por el prójimo. La obediencia de fe demuestra el poder de Cristo para transformar vidas, y por lo tanto fortalece el
testimonio cristiano.

Éxodo 20:1-17; Salmo 40:7-8; Mateo 22:36-40; Deuteronomio 28:1-14; Mateo 5:17-20; Hebreos 8:8-19; Juan 15:7-10; Efesios
2:8-10; 1 Juan 5:3; Romanos 8:3-4; Salmo 19:7-14.

20. El Sábado

El bondadoso Creador, después de los seis días de la Creación, descansó el séptimo día e instituyó el Sábado para todo el
mundo como recordativo de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios requiere la observancia de este séptimo
día sábado como día de descanso, adoración y ministerio en armonía con las enseñanzas y prácticas de Jesús, el Señor del Sábado. El
sábado es un día de agradable comunión con Dios y unos con otros. También es un símbolo de nuestra redención en Cristo, una señal
de nuestra santificación, una demostración de nuestra lealtad, y un anticipo de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El sábado es
una señal perpetua de su pacto eterno entre Él y su pueblo. La observancia gozosa de este santo tiempo de puesta de sol a puesta de sol
o de tarde a tarde, es una celebración de los actos creativo y redentor de Dios.

Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; Lucas 4:16; Isaías 56:5-6; Isaías 58:13-14; Mateo 12:1-12; Marcos 2:27-28; Éxodo 31:13-17;
Ezequiel 20:12, 20; Deuteronomio 5:12-15; Hebreos 4:1-11; Levítico 23:32; Marcos 1:32.

21. La Mayordomía
Somos mayordomos de Dios, quien nos ha encomendado el tiempo y las oportunidades, capacidades y posesiones, y las
bendiciones de la Tierra y sus recursos. Reconocemos la propiedad divina por medio del fiel servicio a Él y a nuestros semejantes, y
devolviendo diezmos y dando ofrendas para la proclamación de su Evangelio y para la manutención y el crecimiento de su iglesia. La
mayordomía es un privilegio que nos ha dado Dios para crecer en amor y en victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo se
regocija en las bendiciones que sobrevienen a los demás como resultado de su fidelidad.

Génesis 1:26-28; Génesis 2:15; 1 Crónicas 29:14; Hageo 1:3-11; Malaquías 3:8-12; 1 Corintios 9:9-14; Mateo 23:23; 2
Corintios 8:1-15; Romanos 15:26-27.

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22. Conducta Cristiana

Somos llamados para ser un pueblo piadoso, que piensa, siente y actúa de acuerdo con los principios del Cielo. Para que el
Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos involucramos sólo en aquellas cosas que producirán en nuestra vida
pureza, salud y alegría semejantes a las de Cristo. Esto quiere decir que nuestra diversión y entretenimiento deberían cumplir la más
alta norma del gusto y belleza cristianos. A la vez que reconocemos las diferencias culturales, nuestro vestido tiene que ser sencillo,
modesto y pulcro, adecuándose aquellos cuya auténtica belleza no consiste en adorno externo sino en el incorruptible adorno de un
espíritu tranquilo y afable. También significa que, dado que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlo de forma
inteligente. Con ejercicio y descanso adecuados, debemos adoptar la dieta más saludable posible y abstenernos de alimentos inmundos
identificados en las Escrituras. Dado que el uso del bebidas alcohólicas, el tabaco, y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son
dañinos para nuestra salud, debemos de abstenernos de ellos. En su lugar, debemos participar en cualquier cosa que eleve nuestros
pensamientos y cuerpos a la disciplina de Cristo, quien desea nuestra salud completa, gozo y bienestar.

Romanos 12:1-2; 1 Juan 2:6; Efesios 5:1-21; Filipenses 4:8; 2 Corintios 10:5; 2 Corintios 6:14-7:1; 1 Pedro 3:1-4; 1 Corintios
6:19-20; 1 Corintios 10:31; Levítico 11:1-47; 3 Juan 1:2.

23. Matrimonio y Familia

El matrimonio fue divinamente establecido en el Edén y confirmado por Jesús como unión vitalicia entre un hombre y una
mujer, en amoroso compañerismo. Para el cristiano, el compromiso matrimonial es con Dios así como con el cónyuge, y solamente
debe ser asumido entre parejas que comparten la misma fe. El amor mutuo, honor, respeto y responsabilidad son los elementos que
edifican esta relación, que tiene que reflejar el amor, santidad, proximidad y permanencia de la relación entre Cristo y su Iglesia.
Respecto al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia del cónyuge, a no ser por causa de fornicación, y se casa con otro,
comete adulterio. A pesar de que algunas relaciones familiares puedan no llegar al ideal, los cónyuges que se comprometen
plenamente el uno al otro en Cristo, deben alcanzar la amorosa unidad con la guía del Espíritu Santo y los cuidados de la Iglesia. Dios
bendice la familia y quiere que sus miembros se ayuden unos a otros hasta alcanzar completa madurez. Los padres deben educar sus
hijos paraa amar al Señor y obedecerle. Por su ejemplo y sus palabras tienen que enseñarles que Cristo disciplina con amor, siempre
tierno y cariñoso, quien desea que se conviertan en miembros de su cuerpo, la familia de Dios. Incrementar la unión familiar es uno de
los cometidos de l mensaje final del Evangelio.

Génesis 2:18-25; Mateo 19:3-9; Juan 2:1-11; 2 Corintios 6:14; Efesios 5:21-33; Mateo 5:31-32; Marcos 10:11-12; Lucas 16:18;
1 Corintios 7:10-11; Éxodo 20:12; Efesios 6:1-4; Deuteronomio 6:5-9; Proverbios 22:6; Malaquías 4:5-6.

24. El ministerio de Cristo en el Santuario Celestial

Hay un santuario en el Cielo, el tabernáculo verdadero que levantó el Señor y no el hombre. En él, Cristo intercede en nuestro
favor, haciendo accesibles a los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido una vez para todos en la cruz. Él es
nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor en ocasión de su ascensión. En 1844, a final del período profético de
los 2.300 días, inició la segunda y última fase de su ministerio expiatorio. Es una labor de juicio investigador que forma parte de la
disposición final de todo pecado, tipificado por la purificación del antiguo santuario hebreo en el día de la Expiación. En aquel
servicio tipo el santuario era purificado con la sangre de sacrificios animales, pero las cosas celestiales son purificadas con el sacrificio
perfecto de la sangre de Jesús. El juicio investigador revela a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos que duermen en
Cristo y por lo tanto, en Él, son juzgados dignos de tener parte en la primera resurrección. También se hace manifiesto quiénes, de
entre los vivos, están morando en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y en Él, por lo tanto, están preparados
para ser trasladados a su reino eterno. Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a aquellos que creen en Jesús. Declara que
aquellos que han permanecido fieles a Dios recibirán su reino. La culminación de este ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo
de gracia para los seres humanos, antes del segundo advenimiento.

Hebreos 8:1-5; Hebreos 4:14-16; Hebreos 9:11-28; Hebreos 10:19-22; Hebreos 1:3; Hebreos 2:16-17; Daniel 7:9-27; Daniel
8:13-14; Daniel 9:24-27; Números 14:34; Ezequiel 4:6; Levítico 16; Apocalipsis 14:6-7; Apocalipsis 20:12; Apocalipsis 14:12;
Apocalipsis 22:12.

25. La Segunda Venida de Cristo

La segunda venida de Cristo es la bendita esperanza de la Iglesia, el gran clímax del Evangelio. La venida del Salvador será
literal, personal, visible y global. Cuando Él regrese, los muertos justos resucitarán, y junto a los vivos justos serán glor ificados y
tomados a los cielos, pero los injustos morirán. El casi completo cumplimiento de la mayoría de profecías, junto con la presente
condición del mundo, indican que la venida de Cristo es inminente. El momento de ese evento no ha sido revelado, y por lo tanto se
nos exhorta a estar preparados en todo momento.

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Tito 2:13; Hebreos 9:28; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; Mateo 24:14; Apocalipsis 1:7; Mateo 24:43-44; 1 Tesalonicenses 4:13-
18; 1 Corintios 15:51-54; 2 Tesalonicenses 1:7-10; 2 Tesalonicenses 2:8; Apocalipsis 14:14-20; Apocalipsis 19:11-21; Mateo 24;
Marcos 13; Lucas 21; 2 Timoteo 3:1-5; 1 Tesalonicenses 5:1-6.

26. Muerte y Resurrección

La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es inmortal, concederá vida eterna a sus redimidos. Hasta aquel día, la
muerte es un estado inconsciente para todas las personas. Cuando Cristo, quien es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los
justos vivos serán glorificados y tomados para encontrarse con su Señor. La segunda resurrección, la resurrección de los injustos,
tendrá lugar mil años después.

Romanos 6:23; 1 Timoteo 6:15-16; Eclesiastés 9:5-6; Salmo 146:3-4; Juan 11:11-14; Colosenses 3:4; 1 Corintios 15:51-54; 1
Tesalonicenses 4:13-17; Juan 5:28-29; Apocalipsis 20:1-10.

27. El Milenio y el Fin del Pecado

El milenio es el reinado de mil años de Cristo con sus santos en el Cielo entre la primera y la segunda resurrección. Durante
este tiempo serán juzgados los impíos muertos; la Tierra estará completamente desolada, sin habitantes humanos vivos, aunque estará
ocupada por Satanás y sus ángeles. Al fin de ese período, Cristo con sus Santos y la Santa Ciudad descenderán del cielo a la Tierra.
Los impíos muertos serán entonces resucitados y, con Satanás y sus ángeles, cercarán la ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y
purificará la Tierra. El Universo será liberado para siempre del pecado y de los pecadores.

Apocalipsis 20; 1 Corintios 6:2-3; 2 Pedro 3:7; Jeremías 4:23-26; Apocalipsis 21:1-5; Malaquías 4:1; Ezequiel 28:18-19.

28. la Nueva Tierra

En la Nueva Tierra, en que habita la justicia, Dios proveerá un hogar eterno para los redimidos y un medio ambiente perfecto
para la vida eterna, amor, gozo y aprendizaje en su presencia. Porque allí mismo morará Dios con su pueblo, y el sufrimiento y la
muerte ya habrán pasado. La gran controversia habrá llegado a su fin, y no habrá más pecado. Todas las cosas, animadas e inanimadas,
declararán que Dios es amor; y Él reinará para siempre. Amén.

2 Pedro 3:13; Isaías 35; Isaías 65:17-25; Mateo 5:5; Apocalipsis 21:1-7; Apocalipsis 22:1-5; Apocalipsis: 11:15.

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Bibliografía

Manual de Conquistadores, Volumen 2.

Informaciones del Internet.

De Olivera, Enoch. La Mano De Dios al Timón.

Creencias de los Adventista del Séptimo Día

Santa Biblia

Aporte Especial desde el capítulo 1 al capítulo 3


GM. Amaury Bueno, Apuntes del Manual de Clase No.1
GM. Yonatan Castro, Investigación desarrollada por ambos en la recopilación de información
GM. Henry Florián de los capítulos 1 al 3 de este material.

Investigación, Recopilación, y Diseño


GM. Francis Gómez

Edición y Diagramación
PLA. Carolin Serrano

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