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FINANCIERIZACION

El concepto puede referirse a un incremento desproporcionado del sistema financiero o


bancario, a un aumento desmedido del ingreso del rentista financiero e incluso a una nueva
etapa del capitalismo, que modifica en forma definitiva sus instituciones para imponer la
supremacía o, McKinnon (1973) y Shaw (1973) fueron pioneros en esbozar la hipótesis de que
la fijación de la tasa de interés mediante el libre juego de la oferta y la demanda permite
generar señales correctas de precios a los inversionistas, de manera que un sistema financiero
sin regulación permite —bajo el supuesto subyacente de que el ahorro es sensible a la tasa de
interés— una asignación eficiente del capital que se traduce en crecimiento y desarrollo. De las
finanzas Sobre la base de esta contribución inicial, se realizaron numerosos estudios teóricos y
empíricos acerca de la “represión financiera” y el papel de la tasa de interés en el crecimiento.

Con el argumento de que un sistema financiero ampliamente desarrollado —que solo se


obtiene con la concurrencia de mercados libres— constituye un factor esencial para promover
el desarrollo.

Campbell y Mankiw (1990) y Ostry y Reinhart (1992) cuestionaron algunos de los supuestos
implícitos de McKinnon y Shaw, al plantear que no todos los hogares tienen libre acceso a los
mercados de crédito y que la sensibilidad del ahorro a las tasas de interés reales está
condicionada por el ingreso permanente y el consumo de subsistencia. Los autores relativizan
la idea de McKinnon (1973) y Shaw (1973) de que el incremento de las tasas de interés reales
estimula un aumento generalizado del ahorro, al plantear que la capacidad de moderar el
consumo a lo largo del tiempo se hace más manifiesta en los hogares con menores
restricciones de liquidez, cuyo consumo no se limita a la subsistencia.

Por otra parte, las crisis de la balanza de pagos registradas en la década de 1990 en los países
que liberalizaron financieramente sus economías dieron lugar a una literatura crítica dentro de
la corriente de pensamiento mayoritaria, basada en el reconocimiento de fallas endógenas
dentro del sistema financiero. Una parte de la literatura se sintetizó en los denominados
modelos de primera generación (Krugman, 1979; Flood y Garber, 1984), que atribuyen las
crisis a los esfuerzos de un banco central para mantener fija una determinada paridad
cambiaria, usando su dotación de reservas internacionales en un contexto de monetización
recurrente de déficits públicos cada vez mayores.

Los modelos de segunda generación (Obstfeld, 1986; Eichengreen y otros, 1995) explican las
crisis basándose en el supuesto de que en toda economía existe una interacción entre las
expectativas de los agentes y las decisiones del Gobierno. El ataque especulativo y la
consiguiente devaluación de la moneda sobrevienen conforme aumentan las expectativas de
devaluación de los agentes privados.

Los modelos de tercera generación (McKinnon y Pill, 1999; Corsetti y otros, 1999) retoman
elementos de las dos vertientes anteriores pero hacen hincapié en la relación entre los
problemas del sistema bancario y las difcultades de la balanza de pagos. Los problemas de
información asimétrica conforman la base de estos modelos para explicar la interacción entre
el sector público y privado
Inspirado en Keynes, Minsky (1992) avanzó en el estudio del papel de las relaciones
financieras en los procesos de estabilidad e inestabilidad de las economías capitalistas y
formuló la hipótesis de la inestabilidad financiera. Con ella postula que la propia evolución de
la estructura y los mecanismos financieros convierte una economía financieramente sana en
un sistema inestable, transformando un largo período de bonanza económica en un escenario
fuertemente especulativo. Según Minsky (1992), las transformaciones del sector financiero
surgen en respuesta a la lógica búsqueda de mayor rentabilidad por parte del empresariado,
mediante la innovación en productos y servicios, y a la búsqueda de mayores beneficios por
parte de las entidades financieras, mediante la financiación de la actividad económica y de
otros intermediarios financieros. De esa manera, la economía pasa de un escenario en que las
unidades económicas pueden cubrir sus compromisos financieros (financiación cubierta) a otro
en el cual deben renegociar sus compromisos (financiación especulativa), para luego tener que
recurrir a un mayor endeudamiento para cubrir la deuda ya contraída (financiación Ponzi).

Por medio de sus aportes, el autor se convirtió en uno de los precursores de los análisis más
recientes del sector financiero. Estas y otras críticas de las corrientes heterodoxas a la
creciente influencia de las finanzas en la economía real se condensaron posteriormente en el
concepto de financierización. El origen del término se remonta a mediados del siglo pasado,
pero no fue hasta los años noventa que ganó notoriedad. Si bien su popularización generó una
multiplicidad de estudios de diversa procedencia teórica, no existe una definición
comúnmente aceptada del término (Epstein, 2005b; Mateo, 2015). Según el criterio de
clasificación de Stockhammer (2004), es posible abordar el concepto de financierización
conforme tres grandes vertientes. La primera se centra en el análisis de las fuentes de
financiamiento de la inversión. En este debate se omite el uso del término “financierización” y
se hace hincapié en las ventajas y desventajas relativas de los sistemas financieros basados en
los bancos con respecto a aquellos basados en el mercado, como sistemas óptimos para
asegurar el crecimiento (Stockhammer, 2004). La visión basada en la banca se centra en las
virtudes de los bancos para identificar buenos proyectos de inversión, movilizar capital y
gestionar el riesgo y en su mayor eficacia para promover el desarrollo industrial
(Gerschenkron, 1962; Stiglitz, 1985; Aoki y Patrick, 1994). Quienes defienden el financiamiento
de mercado destacan la reducción de los costos de información, el mayor control corporativo,
la asignación más eficiente del capital (mediante señales correctas de precios) y el mayor
estímulo al crecimiento.

De acuerdo con una tercera postura, más reciente, no se trata de sistemas mutuamente
excluyentes, por lo que se debe crear un marco institucional o jurídico que garantice que tanto
los bancos como los mercados financieros puedan operar eficazmente a fin de garantizar el
crecimiento. La segunda vertiente se aboca, con una mirada crítica, al estudio microeconómico
de la estrategia empresarial y las relaciones laborales dentro de las corporaciones no
financieras. En este marco, el fenómeno de la financierización se define como el incremento
del poder de los accionistas sobre la dirección y, en consecuencia, la reconfiguración de los
objetivos de las corporaciones no financieras para favorecer sus intereses. La maximización del
valor de los activos de la empresa se convierte en el principal objetivo en los procesos de
financierización, no solo de los accionistas sino también de la gobernanza empresarial. El
tercer enfoque se orienta al estudio de los cambios en la dinámica macroeconómica a partir de
la década de 1970, bajo el predominio de los mercados financieros. El concepto de
financierización se basa en una puja entre el capital productivo y el capital financiero y en la
imposición de este último en la mayoría de los ámbitos de la actividad y las relaciones
económicas. En esta línea, Epstein (2005b) sostiene que el concepto de financierización se
refiere a la creciente importancia de los intereses financieros, los mercados financieros y los
agentes e instituciones financieras en el funcionamiento de las economías nacionales e
internacionales se refiere a la financierización como un régimen de crecimiento encabezado
por las finanzas, en el que el papel central del sector financiero y la imposición de sus propias
normas tiene su correlato en la regulación del mercado laboral, los salarios y la actividad
económica. Lapavitsas (2010), por su parte, pone el énfasis en la expansión del sector bancario
en los mercados financieros, así como en el mayor otorgamiento de préstamos a los hogares y
su participación cada vez mayor en el ámbito de las fnanzas como deudores o tenedores de
activos. Por último, Chesnais (1994) caracteriza el mayor predominio del capital fnanciero
como “una dictadura de los acreedores”. De acuerdo con esta visión, el poderío creciente de
las fnanzas logra que las medidas de política económica se tomen cada vez más de acuerdo
con sus intereses, que muchas veces son totalmente contrarios a los del capital productivo
(Mateo, 2015).

Efectos económicos tradicionales

Los efectos del proceso de fnancierización en diferentes aspectos del sistema económico se
han abordado ampliamente en la literatura especializada. En esta sección se ordena parte de
esta discusión en cuatro canales macroeconómicos comúnmente aceptados: la estabilidad
fnanciera, el consumo, la distribución del ingreso y la inversión. 1. El canal de la estabilidad-
inestabilidad fnanciera “Con la separación entre la propiedad y la dirección que priva hoy, y
con el desarrollo de mercados de inversión organizados, ha entrado en juego un nuevo factor
de gran importancia, que algunas veces facilita la inversión, pero también contribuye a veces a
aumentar mucho la inestabilidad del sistema. Cuando faltan los mercados de valores no tiene
objeto intentar revaluar con frecuencia una inversión en la cual nos hemos comprometido.
Pero la bolsa revalúa muchas inversiones todos los días y estas revaluaciones dan frecuentes
oportunidades a los individuos (aunque no a la comunidad en conjunto) para revisar sus
compromisos” (Keynes, 1965, pág. 138). Así, Keynes explica la manera en que el sistema
económico capitalista crea instituciones que permiten a los agentes tomar decisiones de
asignación de recursos en el marco de un futuro incierto y de la búsqueda de una
revalorización constante de sus activos. En última instancia, esto puede desencadenar
burbujas especulativas. Como se señaló previamente, Minsky (1992) también examinó este
efecto y formuló su hipótesis de la inestabilidad fnanciera: conforme un sistema estable
avanza en el tiempo, las condiciones fnancieras que operan en las sombras comienzan a
incrementar el riesgo de inestabilidad. El colapso del sistema obedece a una inestabilidad
endógena, derivada de la dinámica interna propia del sistema fnanciero. En la misma línea,
pero desde una visión marxista, Chesnais (2008) atribuye la inestabilidad a la formación de
activos fnancieros a gran escal Estudios sobre fnancierización en América Latina 101 la oferta
de préstamos a los consumidores4 . Si bien esto tiene un efecto económico expansivo a corto
plazo debido al aumento del consumo, a la mayor utilización de la capacidad instalada y al
incremento de la tasa de acumulación del capital, el mayor endeudamiento de los
consumidores tiene un efecto ambiguo a largo plazo, pues redistribuye los ingresos hacia los
sectores más ricos, que tienen una mayor propensión a ahorrar. Según Dutt, los efectos en el
crecimiento y la distribución del ingreso serán negativos si el producto de la tasa de ahorro de
los ricos por la tasa de interés supera la tasa de acumulación del capital. En esta línea, Palley
(1994 y 1996) es aún más pesimista y llega a la conclusión de que a largo plazo sobreviene la
contracción de la demanda agregada, pues se produce una transferencia de poder adquisitivo
desde los hogares con bajos niveles de ingreso y mayor propensión marginal a consumir hacia
los hogares con altos niveles de ingreso y baja propensión marginal a consumir. Con un modelo
alternativo, Boyer (2000) habla de la existencia de un doble juego: en un esquema de
revalorización permanente de los activos aumenta la incertidumbre con respecto al nivel
salarial, que los accionistas toman como variable de ajuste, según la discrepancia que exista
entre los rendimientos reales y esperados5 . Por otra parte, crece el efecto riqueza de los
hogares debido a su mayor acceso a ganancias fnancieras, ya sea en forma directa —mediante
la tenencia de activos— o indirecta, mediante los fondos de pensión. Boyer asegura que, si
bien el ingreso procedente del empleo es más incierto, el efecto riqueza es el que determina
en última instancia las decisiones de consumo y ahorro de los hogares. En esta línea, sobre la
base de un estudio empírico, Davis y Palumbo (2001) concluyen que el excepcional crecimiento
del mercado de valores estadounidense a partir de la década de 1990 se traduce en el apoyo a
largo plazo de un efecto riqueza, cuya expansión va en consonancia con la del gasto en
consumo de los hogares6 . 3. El canal distributivo En las últimas décadas proliferaron los
estudios teóricos y empíricos que muestran la creciente desigualdad de ingresos que se
registra a partir de la década de 1970. Los trabajos de Power, Epstein y Abrena (2003) y Palley
(2007) evidencian un marcado sesgo en la distribución del ingreso, tanto en 4 Con
innovaciones financieras, el autor hace referencia a cambios institucionales en el sector
financiero, incluidos el mayor acceso a préstamos con garantía hipotecaria, la titulización y los
cambios tecnológicos en los informes de crédito. 5 En algunos estudios empíricos se examina
el retroceso salarial observado en países desarrollados a partir de la década de 1980. Véanse
Stockhammer, Onaran y Ederer (2009) y Álvarez y Luengo (2011) para el caso de Europa y
Álvarez y Buendía (2009) para el de los Estados Unidos. 6 Los autores señalan que la
acumulación de riqueza puede aumentar por dos canales: i) la utilización por parte de los
hogares del ingreso disponible para invertir en activos (ya sean tangibles o financieros) en
lugar de consumir o ii) activos que ya son prioridad de los hogares (adquiridos mediante
inversiones previas). 102 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) los
Estados Unidos como en otros países miembros de la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos (OCDE). Siguiendo la misma línea, Hein (2013b) concluye que la
fnancierización ha contribuido, desde la década de 1980, a una reducción en la participación
del ingreso laboral en el producto y a una redistribución regresiva del ingreso mediante tres
canales: i) el cambio en la composición sectorial de la economía, ii) los incrementos salariales
de la dirección y la mayor demanda de benefcios por parte de los accionistas y iii) el
debilitamiento del poder sindical. En este sentido, Gordon y Dew-Becker (2007) incorporan
otros dos canales para explicar el crecimiento de la desigualdad: iv) la tendencia decreciente
del salario real y v) los requisitos más rigurosos con respecto a la califcación del personal en
respuesta al cambio tecnológico constante. Por otra parte, Levy y Temin (2007) sostienen que,
desde hace cuatro décadas, los incrementos de la productividad no se derraman sobre el
ingreso promedio de los trabajadores estadounidenses, que paradójicamente ha registrado un
lento crecimiento7 . Los autores subrayan el papel de las instituciones como respuesta al
aumento de la desigualdad, al sostener que el mayor predominio de las fnanzas conllevó un
cambio en la esfera política, que se tradujo en el colapso de las bases institucionales del estado
de bienestar. 4. El canal de la inversión Este canal invita a pensar la fnancierización como un
cambio en el régimen de acumulación. Su impacto negativo en la inversión en activos reales se
ha expresado dentro de las corporaciones no fnancieras a través de dos grandes canales: el
fujo de fondos que dichas corporaciones obtienen debido a su inversión en activos fnancieros
y la cantidad cada vez mayor de recursos destinados a los mercados fnancieros mediante el
pago de intereses y dividendos y la recompra de activos. En este apartado se describen dos
grandes vías por las cuales la fnancierización infuye en la predisposición de las empresas
productivas a invertir: a) el acortamiento de los plazos requeridos de retorno y b) las formas de
fnanciamiento de la inversión. a) Acortamiento de los plazos Como antecedente importante,
Keynes (1965) señala que la creciente expansión del mercado de capitales estimula la escisión
entre propiedad y control dentro de la empresa, modifcando los tiempos en los que se realiza
una inversión productiva. El “espíritu animal” (animal spirits), según lo denomina Keynes, de
los inversionistas (basada en la búsqueda de benefcios 7 Los autores muestran que la
compensación media de los trabajadores de tiempo completo (o índice de poder de
negociación) pasó de 0,6 en 1980 a 0,53 en 1990 y a 0,43 en 2005. Estudios sobre
fnancierización en América Latina 103 a largo plazo) es reemplazada por una inversión de tipo
especulativo, a fn de obtener una mayor rentabilidad a corto plazo. Más recientemente, la
cuestión del cortoplacismo ha sido abordada por numerosos autores, que proponen la
hipótesis de que las transformaciones institucionales que han tenido lugar, como la
liberalización de las tasas de interés, la menor sindicalización del trabajo y el aumento de los
rendimientos de las inversiones fnancieras, estimularon un incremento exponencial del
ingreso de los rentistas (Patnaik, 2003; Crotty y Epstein, 1996; Stiglitz, 2002)8 . El mayor poder
económico que estos adquirieron les permitió aumentar su capacidad de presión en las
decisiones de política —tanto a nivel nacional como internacional— para favorecer sus
intereses personales. Así, la desregulación fnanciera se ha intensifcado en respuesta a las
necesidades de los rentistas de acortar los plazos para maximizar sus benefcios (Epstein y
Jayadev, 2005; Epstein y Power, 2003). En este sentido, Demir (2009) sostiene que la ola de
liberalización fnanciera sesgó las decisiones de cartera de las empresas privadas del sector no
fnanciero. El contexto de mayor riesgo e incertidumbre, la rigidez de los mercados nacionales y
el aumento de las tasas de rendimiento en los mercados fnancieros alentaron el
desplazamiento de los proyectos de inversión de capital fjo, canalizando los ahorros del sector
real hacia inversiones fnancieras a corto plazo. Medialdea (2010) comparte el enfoque de la
cartera de inversiones y postula que la pulsión por reducir el plazo en el cual se obtienen los
benefcios conlleva la realización de colocaciones cada vez más líquidas. A su vez, la mayor
liquidez de los mercados fomenta una mayor especulación mediante el arbitraje entre
distintos activos fnancieros. Así, según la autora, la lógica fnancierizada estimula la función
especulativa (fnanciera) del ahorro, impulsando la rotación cada vez mayor de activos
fnancieros y acortando el tiempo en que los propietarios mantienen las acciones en sus
carteras. b) El efecto de la estructura fnanciera en la inversión de las corporaciones no
fnancieras El teorema de Modigliani y Miller (1958) da lugar a una discusión teórica
interesante acerca de los efectos de la estructura fnanciera de las empresas en las decisiones
de inversión. Según ese teorema, el valor de mercado de una empresa no se verá alterado,
cualquiera sea la forma de fnanciamiento elegida (fondos propios o emisión de bonos o
acciones). Jorgenson (1971) avanzó en el estudio empírico de este tipo de modelos y se
concentró en la búsqueda de simultaneidades entre la determinación de la inversión real, el
costo del capital y los planes de fnanciación de las empresas. Su estudio concluye que tanto las
variables de fujo de efectivo 8 Conforme Epstein y Power (2003), se define al rentista como
aquella persona que obtiene la mayoría de sus ingresos a partir de la tenencia de activos
financieros, en lugar de obtener una remuneración a cambio de su trabajo o por ser
propietaria de activos físicos. 104 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
como las de benefcios no son signifcativas para explicar el comportamiento de la inversión
empresarial, proporcionando así soporte empírico a la teoría inicial de Modigliani y Miller. Las
críticas posteriores al teorema debido a sus supuestos restrictivos llevaron a Modigliani y
Miller (1963) a reformularlo considerando la existencia de impuestos9 . De acuerdo con esta
segunda versión, en un mundo con impuestos, el valor de mercado de la empresa es mayor
cuanto más apalancada se encuentre, pues la inclusión de los gastos fnancieros en el estado de
resultados determina una menor carga impositiva para la empresa. Este segundo trabajo
contradice sus primeras conclusiones, al dejar en evidencia que las decisiones de inversión sí
dependen de las formas de fnanciamiento elegidas. Sin embargo, Coen (1971) y Klein y
Taubman (1971) encuentran una relación inversa a la anterior, que muestra que la inversión
depende positivamente del fujo de fondos generados en forma interna. En la misma línea,
Tempel (2011) y Sajid, Tahir y Sabir (2015) presentan estudios empíricos de empresas danesas
y pakistaníes, respectivamente, y concluyen que el apalancamiento y la inversión se mueven
en sentido contrario, pues a mayores razones de deuda las empresas deben soportar mayores
costos fnancieros, con el consecuente riesgo de impago. Otra serie de críticas al teorema
original de Modigliani y Miller (1958) se basa en la teoría del principal y el agente, planteada
por Jensen y Meckling (1976). Esta supone que pueden existir problemas de agencia entre
accionistas con distinto grado de propiedad o entre los accionistas y la dirección de las
empresas. Según este enfoque, la dirección puede intentar quedarse, por ejemplo, con parte
de las ganancias de la empresa o utilizar el capital de la empresa en su propio benefcio y en
perjuicio de los accionistas. Dichos confictos afectan la elección de la estructura de capital (el
ejemplo más claro son los costos de supervisión en los que podría incurrirse cuando se acude
al fnanciamiento externo mediante acciones ordinarias). En este sentido, Jensen (1986) y Stultz
(1990) muestran que, en el caso de las empresas que carecen de buenas oportunidades de
inversión, el fnanciamiento con deuda permite reducir los costos de supervisión ocasionados
por ciertas decisiones arbitrarias de la gerencia. Por el contrario, Jung, Kim y Stulz (1996)
sostienen que, cuando las empresas poseen buenas oportunidades de inversión y la dirección
persigue objetivos claros de crecimiento, la fnanciación con acciones es la forma más
conveniente. En otros enfoques el financiamiento mediante fuentes externas (especialmente
endeudamiento) se aborda en un contexto de asimetría de información. En estos casos, la
dirección tiene más conocimientos que los accionistas con respecto a los riesgos y benefcios de
las oportunidades de 9 El teorema inicialmente suponía la ausencia de impuestos, costos de
quiebra y asimetrías de información. Estudios sobre fnancierización en América Latina 105
crédito e inversión, lo cual impide evaluar con claridad la calidad de los proyectos (Stiglitz y
Weiss, 1981). Esto generó incertidumbre sobre los costos de fnanciamiento y planteó la
necesidad de costos de supervisión. En esta línea, Myers (1984) postula que las empresas se
deben fnanciar de acuerdo con un determinado orden jerárquico, a fn de minimizar los costos
causados por las asimetrías de información. Para ello se deben fnanciar en primera instancia
con fondos generados internamente y, en una etapa posterior, recurrir al fnanciamiento
externo. En este último caso, deben hacerlo en primer lugar mediante deuda y luego mediante
la emisión de acciones. En este contexto, se espera que las empresas más rentables hagan
menor uso de la fnanciación externa en comparación con las menos rentables, debido a la
mayor disponibilidad de recursos propios generados internamente. La disponibilidad de
efectivo, activos líquidos y capacidad de endeudamiento permite a la empresa aprovechar
oportunidades de inversión con valor presente positivo sin recurrir a la fnanciación externa.
Así, la jerarquía en el uso de las fuentes de fnanciación tiene lugar en presencia de una mayor
holgura fnanciera (Myers y Majluf, 1984). La contracara de esto es que los inversionistas
demandarán una mayor tasa de rentabilidad frente al fnanciamiento con recursos propios, al
ser esta una fuente más riesgosa que la toma de deuda (Ferrer y Tresierra, 2009). C. Los
efectos de la fnancierización en el cambio tecnológico Schumpeter (1957 y 1996) destaca la
competencia entre empresas por la creación de nuevos productos y métodos como el principal
impulso en la producción capitalista. El autor describe la esencia de este proceso como
“destrucción creadora” y la caracteriza como un “proceso de mutación industrial… que
revoluciona incesantemente la estructura económica desde dentro, destruyendo
ininterrumpidamente lo antiguo y creando continuamente elementos nuevos” (Schumpeter,
1996, pág. 121). Desde esta perspectiva, la verdadera palanca para incrementar la producción
y rebajar los precios es la competencia por las innovaciones y no la tradicional competencia
por precios desarrollada en un contexto en que los métodos de producción y las formas de
organización industrial se suponen estáticas. Según su planteo, para comprender y evaluar
correctamente el proceso de cambio tecnológico hay que tener en cuenta dos elementos. En
primer lugar, sus efectos no se pueden medir correctamente a corto plazo, sino que se
perciben después de décadas. En segundo lugar, no se lo debe enfocar en forma fragmentada
o individual (a nivel de cada empresa), sino que debe comprenderse en un contexto dinámico,
caracterizado por “el vendaval perenne de la destrucción creadora” (Schumpeter, 1996, pág.
121). 106 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) En este contexto, el
empresario cumple la función especial de revolucionar el sistema con nuevas combinaciones
productivas para reemplazar los antiguos métodos, incorporar productos alternativos y
explorar nuevas fuentes de provisión de insumos o mercados. Esto es lo que distingue al
empresario del buen gerente, que hace funcionar negocios establecidos en forma efciente
utilizando el mejor método de producción entre aquellos probados empíricamente, y también
de los capitalistas, que son los propietarios del dinero, los medios de producción o ambos y
buscan ganar dinero asumiendo riesgos. “El riesgo recae siempre indudablemente sobre el
propietario de los medios de producción o del capital dinero que se pagó por ellos … nunca
sobre el empresario como tal … los accionistas no son nunca empresarios per se, sino
meramente capitalistas, que participan en las ganancias por exponerse a pérdidas
determinadas” (Schumpeter, 1957, pág. 85). En este sentido, el autor observa que el
empresario encuentra fuertes resistencias externas para desarrollar su función, primero en los
grupos amenazados por la innovación y luego en las instituciones de crédito encargadas del
fnanciamiento10. De esta forma destaca que el desarrollo capitalista amenaza la función del
empresario, y con ello la de toda la burguesía, mediante un proceso de evolución del progreso
técnico que tiende a despersonalizarse, automatizarse y burocratizarse en grandes
corporaciones, donde el trabajo de ofcina tiende a reemplazar la acción empresaria. “Si la
evolución capitalista —el “progreso”— deja de existir o se automatiza por completo, la base
económica de la burguesía industrial se reducirá en defnitiva a salarios análogos a los que se
pagan por el trabajo administrativo corriente, a excepción de los residuos de cuasi-rentas y
ganancias monopoloides, que es de esperar que se prolonguen, si bien decreciendo, durante
algún tiempo. Como la empresa capitalista tiende, en virtud de sus propias prestaciones, a
automatizar el progreso, concluimos de ello que tiende a hacerse a sí misma superfua, a saltar
en pedazos bajo la presión de su propio éxito. La unidad industrial gigante, perfectamente
burocratizada, no solamente desaloja a la empresa pequeña y de volumen medio y “expropia”
a sus propietarios, sino que termina también por desalojar al empresario y por expropiar a la
burguesía como clase, que en este proceso está en peligro de perder no sólo su renta, sino
también, lo que es infinitamente más importante, su función.” (Schumpeter, 1996, pág. 184).
10 Los grupos amenazados serían aquellos que perderían mercado o cuyo capital se
depreciaría a raíz de la innovación. Estudios sobre fnancierización en América Latina 107 Sin
embargo, y a diferencia de Keynes (1965), para Schumpeter puede que dicho proceso de
“expropiación” no tenga consecuencias negativas en la evolución del progreso técnico global,
si este queda en manos de “grupos de especialistas capacitados que producen lo que se les
pide y cuyos métodos les permiten prever los resultados prácticos de sus investigaciones”
(Schumpeter, 1996, pág. 182). Esta afrmación supone aceptar, de manera acrítica, que pueden
calcularse con exactitud los rendimientos futuros de las innovaciones y que dichas
innovaciones se dirigen (piden) a través de un mecanismo desconocido11. En otras palabras,
no está claro cuál sería el origen de las innovaciones si desaparece la intuición empresaria.
Keynes (1965) realiza una advertencia similar con respecto a este proceso de expropiación del
empresario, pero en el marco de un proceso de fnancierización, al destacar que la separación
cada vez mayor entre la propiedad de la empresa y su dirección, generada por el desarrollo
creciente del mercado de capitales, fomenta el predominio de la inversión especulativa
(basada en la previsión de la psicología del mercado para ganar dinero a corto plazo) sobre el
“espíritu de empresa” (concentrado en estimar los rendimientos de una inversión productiva a
largo plazo). Esto tiene como consecuencia un proceso de acumulación de capital inestable y
defciente. De esta forma, Keynes adelanta los efectos negativos de lo que hoy se denomina
fnancierización, al señalar que el crecimiento de los mercados de capitales conduce a que la
mayoría de las inversiones se rijan por “el promedio de las expectativas de quienes trafcan en
la bolsa de valores, tal como se manifesta en el precio de las acciones, más bien que por las
expectativas genuinas del empresario profesional” (Keynes, 1965, pág. 138). Esto trae como
consecuencia una distorsión económica tan grande que: “Finalmente es el inversionista a largo
plazo, aquel que más promueve el interés público, quien en la práctica levanta contra sí mayor
crítica, dondequiera que los fondos de inversión sean manejados por comités, o consejos, o
bancos; porque la esencia de esta conducta es la de que deba ser excéntrica, sin
convencionalismos y temeraria a los ojos de la opinión media. Si tiene éxito, eso únicamente
confrmará la creencia general en su temeridad; y si fracasa en corto plazo, lo que es muy
probable, no habrá mucha compasión para la víctima” (Keynes, 1965, págs. 143-144). Como se
puede observar, Keynes presenta una diferencia fundamental con respecto a Schumpeter,
pues no cree que un cálculo preciso de técnicos profesionales pueda reemplazar “el espíritu
animal” que empuja a los empresarios a invertir en innovaciones. Esto se debe a que, para este
autor, las 11 Sobre la posibilidad de calcular con exactitud los rendimientos futuros de las
innovaciones, al referirse a la función empresarial, el autor afirma que “cuanto mayor sea la
perfección con que puedan calcularse las cosas, con tiempo y racionalización progresiva, y en
forma rápida y segura, tanto más decrece la importancia de dicha función” (Schumpeter, 1957,
pág. 95). 108 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) decisiones
económicas se toman en un escenario de incertidumbre respecto del futuro, caracterizado por
la inexistencia de bases objetivas para realizar dichos cálculos matemáticos. “De este modo, si
la fogosidad se enfría y el optimismo espontáneo vacila, dejando como única base de
sustentación la previsión matemática, la “empresa” se marchita y muere” (Keynes, 1963, pág.
147). Por lo tanto, en este contexto incierto descrito por Keynes, la mayoría de los
inversionistas “profesionales” no se dedica a realizar previsiones del rendimiento probable de
una inversión a largo plazo, sino que, por el contrario, pone sus energías en prever
anticipadamente los posibles cambios en las bases convencionales de evaluación de los activos
fnancieros a corto plazo. El análisis de los trabajos de ambos referentes en la temática revela
que existe un punto de acuerdo entre ellos, con respecto a que el desarrollo del capitalismo
amenaza la función empresarial al reemplazarla por la labor de técnicos profesionales. Sin
embargo, al pensar en el “desarrollo del capitalista”, el primero hace hincapié en su tendencia
a la concentración en grandes empresas y el segundo en su fnancierización. En este aspecto
existe una diferencia fundamental entre ambos: mientras Schumpeter es optimista y considera
que dicha “expropiación” no afectará de manera signifcativa la dinámica del cambio
tecnológico, para Keynes esto tiene un efecto determinante en la inversión a largo plazo en la
economía real (incluida la innovación), debido a que dicho proceso distorsiona las decisiones
de inversión. En este trabajo se entiende que, como se verá más adelante, esta diferencia
esconde dos concepciones antagónicas respecto del futuro: como riesgo en el primer caso y
como incertidumbre en el segundo. 1. La innovación y el crédito “El crédito es esencialmente
la creación de poder de compra con el propósito de transferirlo al empresario, pero no
simplemente la transferencia del poder de compra existente. La creación del poder de compra
caracteriza, en principio, el método por el cual se realiza el desenvolvimiento en un sistema de
propiedad privada y división del trabajo. Por el crédito los empresarios obtienen acceso a la
corriente social de bienes, antes de adquirir sus derechos normales a dicha corriente”
(Schumpeter, 1957, pág. 115). La defnición precedente destaca que, en el esquema de
Schumpeter, el crédito es esencial para la innovación y, por lo tanto, el empresario es deudor
por naturaleza. Esto se debe a que, a diferencia de aquellos que participan regularmente en el
fujo circular de la renta, el poder de compra necesario para llevar adelante una innovación no
proviene de los ingresos por concepto de ventas generados en el período anterior12. Para el
empresario, su 12 De no ser así, no se debe a la función de empresario sino a la de productor.
Estudios sobre fnancierización en América Latina 109 transformación en deudor surge
necesariamente del caso, y no es anormal, ni un accidente que deba ser explicado por
circunstancias particulares. “Lo que precisa primeramente es crédito. Requiere poder
adquisitivo antes de necesitar cualquier clase de bienes. Es el deudor típico en la sociedad
capitalista” (Schumpeter, 1957, pág. 111). El resto de los agentes económicos no está obligado
a contraer deudas para consumir o producir regularmente, ni para mantener un negocio en
funcionamiento. En estos casos se trata de agentes que participan regularmente en el fujo
circular de la renta y, por lo tanto, tienen derecho al fujo de ingresos generados en el pasado.
Esto no signifca que en la corriente circular de la renta no se concedan créditos regularmente,
sino que el proceso puede representarse en forma global, como si se fnanciara con ingresos de
períodos anteriores. En este aspecto, la concepción de Schumpeter coincide con la mirada
tradicional sobre la conveniencia de dejar de lado el crédito para analizar mejor el proceso
económico de la corriente circular de la renta, donde se cumple la ley de Say13. Sin embargo,
para el autor, el proceso de desarrollo de las innovaciones es la excepción al cumplimiento de
la ley de Say. En este caso, el empresario no participa en los derechos que genera el fujo
circular de la renta y, por lo tanto, es el prestamista quien debe cubrir las demandas de poder
adquisitivo del empresario innovador, que solo a través del crédito puede impulsar el cambio
tecnológico en el contexto del fujo circular de la renta. En este sentido, tanto Schumpeter
como Keynes sostienen que el sistema fnanciero es más proclive a fnanciar el crédito corriente
(al consumo y a la producción) que el crédito a la innovación. En el primer caso, porque
conlleva menos riesgos y, en el segundo, porque la innovación supone, por su propia defnición,
romper la convención tradicional de los mercados fnancieros de asumir que la situación
económica actual continuará por tiempo indefnido hasta que surjan razones concretas para
esperar su modifcación. En resumen, hay al menos dos fenómenos, señalados por ambos
autores, que desaceleran el cambio tecnológico y se potencian en períodos de fnancierización
de la economía. Por una parte, la extinción del espíritu empresarial, de la mano de los
accionistas y los gerentes de las grandes corporaciones14. Por otra, la tendencia a destinar el
crédito al fujo circular de la renta en desmedro de la innovación. Por último, conforme la
defnición de capital de Schumpeter como “la suma de medios de pago disponibles en cualquier
momento para transferencia a los empresarios” (Schumpeter, 1957, pág. 129), el crédito a la
innovación es 13 En el sentido de que quien compra lo hace porque vendió previamente
bienes de igual valor y, además, siempre se producen los mismos bienes. 14 Aunque, como ya
se mencionó, en el caso de Schumpeter este podría ser reemplazado por
técnicos especializados. 110 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) un
aspecto esencial en la acumulación de capital necesaria para el desarrollo económico. Sin
embargo, este no tiene sentido en la corriente circular de la renta, que es su principal destino
en el proceso de fnancierización de la economía. En la sección siguiente se profundiza el
análisis de los efectos de la aplicación del método fnanciero de evaluación económica (como
valor presente de un fujo de ingresos netos futuros ajustados por riesgo) a los procesos de
innovación productiva. 2. Del crédito a la fnancierización: ¿riesgo o incertidumbre? Es probable
que la diferencia fundamental entre el concepto ortodoxo de liberalización fnanciera y el
concepto heterodoxo de fnancierización se deba a que cada uno de ellos responde a dos
premisas contextuales irreconciliables entre sí: el riesgo y la incertidumbre. En una primera
aproximación, Lavoie (2014) defne el riesgo como un escenario en el que cada opción presenta
un conjunto de resultados posibles, cuyos valores son conocidos y que pueden asociarse a una
probabilidad matemática. Los escenarios de incertidumbre, por el contrario, se caracterizan
porque las opciones posibles son desconocidas, así como sus resultados y probabilidades de
ocurrencia. Según dicho autor, el cambio tecnológico puede considerarse un caso
paradigmático de contexto de incertidumbre ya que es imposible saber cuáles serán las
novedades, cuando surgirán y qué nivel de impacto tendrán en la sociedad (Lavoie, 2014, pág.
74). La teoría económica neoclásica comenzó por negar la incertidumbre, al diseñar modelos
de decisión de mercado con previsión perfecta, en los que la opción óptima (racional) deriva
del proceso de maximización de la utilidad o los benefcios. Luego surgieron posturas más
fexibles, como el escenario de riesgo, al aceptar como verdad universal la existencia de una
realidad predeterminada que puede describirse completamente mediante funciones de
probabilidad condicionales, objetivas e inmutables (Davidson, 1996, pág. 479). En otras
palabras, un escenario de decisión donde el futuro puede pronosticarse a partir de datos del
presente y del pasado. En este contexto, se propuso adaptar el cálculo de probabilidades a
escenarios de incertidumbre mediante el principio de la razón insufciente, que consiste en
imputar probabilidades iguales a todos los estados posibles. Sin embargo, Knight (1921)
rechaza esta opción y subraya la importancia de distinguir el riesgo de la incertidumbre15. Al
respecto el autor señala que: en el primer caso (riesgo), la distribución de los resultados en un
grupo de instancias es conocida (ya sea a través del cálculo a priori o sobre la base de
estadísticas de experiencias pasadas), mientras que en el caso de la 15 Keynes (1965) también
la rechaza por llegar a resultados absurdos. Estudios sobre fnancierización en América Latina
111 incertidumbre esto no es cierto. La razón es que por lo general es imposible formar un
grupo de opciones, porque la situación es en gran medida única (Knight, 1921, pág. 233). En
ese sentido, Keynes fue categórico al señalar que “las decisiones humanas que afectan el
futuro, ya sean personales, políticas o económicas, no pueden depender de la expectativa
matemática estricta, desde el momento que las bases para realizar semejante cálculo no
existen” (Keynes, 1965, pág. 148). En otro intento por incorporar la incertidumbre, algunos
autores de la corriente de pensamiento mayoritaria propusieron modelizarla como un choque
exógeno imprevisible, representado mediante un término de error no correlacionado (Bianchi,
1990)16. La ventaja de dicha modifcación es que no afecta fundamentalmente el proceso
tradicional de búsqueda de la opción óptima, a través de la maximización característica de esta
corriente de pensamiento. Sin embargo, la opción de reducir la incertidumbre a un caso
particular en un contexto de riesgo también fue rechazada por Keynes (1965) y sus seguidores
poskeynesianos, que la consideraron incompleta. Para esta corriente de pensamiento
heterodoxo, ambos contextos son totalmente distintos y, por lo tanto, llevan a lógicas de
comportamiento diferentes e irreconciliables. Por ejemplo, mientras que los escenarios de
riesgo gobiernan las expectativas de producción y consumo a corto plazo, la incertidumbre rige
las expectativas de inversión a largo plazo (Fontana y Gerrard, 2004). En el caso particular de
las inversiones en innovación, en este trabajo se considera que el signifcado que Davidson
(1996) atribuye a la incertidumbre, sobre la base de Keynes, es probablemente el más
adecuado. Dicho autor clasifca la forma de entender la realidad económica en dos grandes
paradigmas teóricos: según el primero, esta es predeterminada, inmutable y ergódica
(riesgosa) y, de acuerdo con el segundo, es desconocida, transmutable y no ergódica (incierta).
Aquí, el criterio de ergodicidad (o riesgo) se refere a la presunción de un sistema
preprogramado estable y conservador, donde las realidades pasada, presente y futura están
predeterminadas, ya sea el sistema estocástico o no (Davidson, 1996, págs. 480-481). Por
consiguiente, los datos pasados pueden tratarse como si fueran una muestra tomada del
futuro (Davidson, 1996, pág. 481). En este contexto, la sociedad no tiene la libertad de
modifcar su futuro económico a largo plazo, que está determinado de manera inmutable por
los elementos fundamentales estructurales del sistema. Por lo tanto, no hay lugar para la
creatividad del emprendedor schumpeteriano. Sin embargo, el requisito de no estacionariedad
de las series es, por sí solo, condición sufciente para la no ergodicidad del contexto
(incertidumbre). Con esta nueva realidad, menos restrictiva en términos de axiomas, el futuro
16 Véanse más detalles en Lavoie (2014) y Davidson (1996). 112 Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL) es una construcción que resultará de las decisiones que los
hombres libres tomarán para crearlo o transformarlo, algo imposible de anticipar conforme
series de tiempo del pasado. De esta forma, se ingresa a un mundo incierto, transmutable y
creativo (Davidson, 1996). El futuro incierto de Keynes supone una realidad económica
creativa, en el sentido de que la naturaleza y la sustancia del futuro pueden ser
permanentemente cambiadas por la acción de individuos, grupos (por ejemplo sindicatos y
carteles) y gobiernos, a menudo de forma no completamente previsible por los creadores del
cambio (Davidson, 1996, pág. 482). En esta realidad no ergódica, en que el futuro debe
construirse, el emprendedor schumpeteriano tiene el papel fundamental de generar una gran
destrucción de capital en el presente, para provocar una revolución tecnológica capaz de
cambiar las formas productivas del futuro. Así se llega a la pregunta central de la siguiente
sección: ¿cómo incide el criterio de evaluación fnanciera, característico de la fnancierización y
propio del análisis en contextos ergódicos, en los procesos de innovación por
destrucción creadora? 3. La relación entre el criterio del valor fnanciero y la innovación El
cambio más importante en el pasaje del riesgo a la incertidumbre se relaciona con las
modifcaciones en las reglas de comportamiento de los agentes económicos. Como se señaló
anteriormente, la regla del homo economicus en escenarios de certidumbre o riesgo es la
optimización por maximización, mientras que en contextos de incertidumbre esta se
reemplaza por otras convenciones, que luego se establecen como reglas y rutinas. Este hecho
fue rápidamente identifcado por Keynes (1965), quien observa que las expectativas a largo
plazo, en función de las cuales se toman las decisiones de inversión (e innovación), dependen
del mejor pronóstico que se pueda realizar sobre el futuro y de la confanza subjetiva que se
tenga en dicho pronóstico. En este sentido, destaca como concepto fundamental “la
importancia de los argumentos”, que deriva de la valoración del peso relativo de la
información disponible con respecto al de aquella que se ignora a la hora de tomar la decisión
(Keynes, 1921; Runde, 1990). Como se puede apreciar, la situación de incertidumbre no
supone ignorancia total con respecto al futuro, sino la carencia, porque no existe, de
información esencial sobre este (Dequech, 1999). Para Keynes, el proceso de formación de
expectativas en estos escenarios inciertos se basa en una regla general, simple y racional: “Al
planear nuestras expectativas sería torpe atribuir gran infuencia a motivos que sean muy
inciertos. Por tanto, es razonable dejarse guiar principalmente por los hechos que nos inspiren
cierta confanza, aunque Estudios sobre fnancierización en América Latina 113 tengan una
importancia menos decisiva para nuestros fnes, que por otros poco y vagamente conocidos.
Por este motivo, los hechos propios de la situación presente entran, desproporcionadamente
en cierto sentido, en la formación de nuestras expectativas a largo plazo, siendo nuestra
costumbre fjarnos en la situación actual para proyectarla en el futuro, modifcándola
únicamente según los motivos más o menos defnidos que tengamos para esperar una
variación” (Keynes, 1965, págs. 135-136). De este principio general deriva luego la principal
convención que se aplica a los valores fnancieros, que consiste en suponer que la evaluación
actual de los activos fnancieros es correcta (sobre la base de la información disponible) y que
la situación de negocios actual se mantendrá estable por tiempo indefnido, excepto cuando
surjan argumentos de peso (confables) para esperar una modifcación. En términos prácticos,
este comportamiento convencional transforma un escenario de incertidumbre en uno de
riesgo. “Porque si existen mercados organizados para la inversión y si podemos confar en que
la convención no variará, un inversionista puede legítimamente animarse con la idea de que el
único riesgo que corre es el de un cambio real en las condiciones del futuro inmediato...no
necesita perder el sueño por el simple hecho de no tener idea de lo que podrá valer diez años
más tarde. Así la inversión se vuelve razonablemente “segura” para el inversionista individual
en períodos cortos, y, en consecuencia, en una sucesión de los mismos, no importa cuántos, si
puede confar razonablemente en que no se quebrantará la convención...” (Keynes, 1965, págs.
139-140). Con el desarrollo de estos conceptos es posible contestar a la pregunta sobre el
efecto de los procesos de fnancierización de la economía en el cambio tecnológico de tipo
schumpeteriano (destrucción creadora). La respuesta contempla tres premisas propias de las
reglas de construcción del valor fnanciero, proceso que luego la fnancierización potencia y
extiende a toda la economía. En primer lugar, la forma convencional “keynesiana” de formarse
expectativas a largo plazo hace que sucesos del presente (y del pasado), a menudo de poca
relevancia, entren en forma “desproporcionada” en nuestras expectativas de ingresos futuros.
Esto es particularmente perjudicial para un proceso de innovación que se propone destruir
(dejar obsoleto) una buena parte de las reservas de capital presentes, en función de un
proceso creativo (innovador) que apuesta a un cambio estructural respecto del pasado con
resultados inciertos. A esto se agrega que la regla de evaluación del capital, como un fujo de
fondos futuro descontado por una tasa de interés compuesta (que suma a una tasa de certeza
una prima de riesgo), supone un proceso humano de pronóstico de eventos desconocidos e
inciertos que se anticipan bajo la infuencia desproporcionada del presente (Fisher, 1930).
Dicho ejercicio en contextos no ergódicos o, como señala O’Donnell (1991), de dominio
indeterminado tiene un alto grado de discrecionalidad y arbitrariedad por los motivos ya
señalados. Por último, como bien señaló Schumpeter, el proceso innovador se desarrolla fuera
del fujo circular de la renta y, como condición necesaria, requiere del crédito para concretarse.
Sin embargo, si los potenciales prestamistas de fondos para este tipo de inversiones
(accionistas, acreedores privados y públicos o ambos) aplican las herramientas del cálculo del
valor fnanciero tradicional —propio de la fnancierización— a este tipo de proceso creador de
valor, el resultado puede ser un freno a la innovación schumpeteriana por falta de
fnanciamiento17. A continuación se aborda empíricamente esta hipótesis de una relación
negativa entre el grado de financierización y el cambio tecnológico schumpeteriano.

Teoría de desenvolvimiento económico

CAPÍTULO 2. EL FENÓMENO FUNDAMENTAL DEL DESENVOLVIMIENTO ECONÓMICO.

El concepto desenvolvimiento.

Entendemos por desenvolvimiento solamente los cambios en la vida económica que no hayan
sido impuestos a ella desde el exterior, sino que tengan un origen interno. (...) tampoco se
llamará aquí proceso desenvolvimiento el mero crecimiento de la economía, reflejado por el
de la población y la riqueza. Pues no representa fenómenos cualitativamente diferentes, sino
solamente procesos de adaptación, de la misma clase de los cambios de los datos naturales.
(...) todo proceso concreto de desenvolvimiento reposa finalmente sobre el desenvolvimiento
precedente. (...) todo proceso desenvolvimiento crea las condiciones necesarias para el
siguiente. (...) el desenvolvimiento, en nuestro sentido, es un fenómeno característico,
totalmente extraño a lo que puede ser observado en la corriente circular, con la tendencia al
equilibrio. Es un cambio espontáneo discontinuo en los cauces de la corriente, alteraciones del
equilibrio, que desplazan siempre el estado de equilibrio existente con anterioridad. (Página
74-75)

¿En dónde se expresa el desenvolvimiento? ¿Por qué?


Estas perturbaciones del centro de equilibrio aparecen en la esfera de la vida industrial y
comercial y no en la esfera de las necesidades de los consumidores de productos acabados.
(...) debemos partir, naturalmente, de la satisfacción de las necesidades, dado que son la
finalidad de toda producción, y la situación económica dada en cualquier momento debe ser
entendida desde este aspecto. Sin embargo, por lo general, las innovaciones en el sistema
económico no tienen lugar de tal manera que las nuevas necesidades surjan primero
espontáneamente en los consumidores, adaptándose más tarde el aparato productivo a su
presión. No negamos la presencia de ese nexo. Pero, Por lo general, es el productor quien
inicia el cambio económico, educando incluso a los consumidores si fuera necesario; les
enseña a necesitar nuevas cosas, o cosas que difieran en algún respecto de las ya existentes.
En consecuencia, si bien es permisible y aún necesario que consideremos las necesidades de
los consumidores como independientes, más aún, como la fuerza fundamental en la teoría de
la corriente circular, debemos adoptar una actitud totalmente distinta en cuanto analicemos el
cambio. (Página 75-76)

Elemento # 1: Las Nuevas Combinaciones.

Producir significa combinar materiales y fuerzas que se hallan a nuestro alcance. Producir
otras cosas, o las mismas por métodos distintos, significa combinar en forma diferente dichos
materiales y fuerzas. En tanto que pueda surgir la nueva combinación de la anterior por el
ajuste constante a pasos pequeños, existe indudablemente cambio, y posiblemente
crecimiento, pero no podemos hablar de un fenómeno nuevo, ni de desenvolvimiento en
nuestro sentido. (...) en consecuencia, solamente nos referiremos a este último caso
(desenvolvimiento) cuando hablemos de nuevas combinaciones de medios productivos.
(Página 76)

Este concepto (desenvolvimiento) cubre los cincos casos siguientes: la introducción de un


nuevo bien, la introducción de un nuevo método de producción, la apertura de un nuevo
mercado, la conquista de una nueva fuente de aprovisionamiento de materias primas y la
creación de una nueva organización de cualquier industria. (Página 77)

Aclaraciones.

1. No es esencial que la nueva combinación se realice por las mismas personas que controlan
el proceso productivo o comercial que debe desplazarse por el nuevo -aunque pueda
suceder- . Por el contrario, las nuevas combinaciones suelen tomar cuerpo en nuevas
empresas que 4 generalmente no surgen de las antiguas, sino que comienza a producir a su
lado; (...) [este hecho] explica especialmente en la economía de competencia, en la cual las
nuevas combinaciones suponen la eliminación de las antiguas, de un lado el proceso de la
grandeza y decadencia económica y social de individuos y familias que es peculiar a esa forma
de organización, así como una serie de fenómenos del ciclo económico, del mecanismo de la
formación de fortunas privadas, etcétera. Las nuevas combinaciones coexistirán también a
menudo a lado de las antiguas en una economía no de cambio, como, por ejemplo, una
economía socialista. (Página 77)

2. No debemos asumir que la realización de las combinaciones tienen lugar por el empleo de
medios de producción que no estuvieran utilizados. (...) la desocupación en masa es
solamente consecuencia de hechos no económicos -como, por ejemplo, una guerra mundial- o
precisamente del desenvolvimiento que estamos investigando. (...) la puesta en práctica de
nuevas combinaciones supone, por tanto, simplemente el empleo distinto de las existencias de
medios productivos del sistema económico, lo que podría ser una segunda definición de
desenvolvimiento en el sentido que entendíamos dicho concepto. (Página 78)

Elemento # 2: El Crédito.

Es preciso disponer de medios de producción para efectuar las nuevas combinaciones.


Conseguir los medios de producción es uno de los problemas concretos que han de solucionar
las empresas que operan en la corriente circular. Pues los han conseguido ya, o pueden
conseguirlos corrientemente con la producción previa. (...) en caso contrario -y éste es el
fundamentalmente interesante, así como la regla- el poseedor de riqueza debe recurrir al
crédito, así sea el combinado más poderoso, si desea llevar a la práctica una nueva
combinación que no puede ser financiada por sus rendimientos anteriores, como ocurre con
los negocios establecidos. Proveer este crédito es claramente la función de la categoría de
individuos que denominamos capitalistas. (...) el talento en la vida económica "cabalgar hacia
el éxito sobre el corcel de sus deudas". (...) el crédito es necesario para las nuevas
combinaciones y que arrancado de éstas se abre camino la corriente circular. (Página 79-80)

El sistema capitalista de crédito ha crecido y vivido por el financiamiento de nuevas


combinaciones en todos los países, si bien en forma diferente en cada uno (...) finalmente no
puede ser origen de errores la expresión empleada por nosotros, de recibir crédito en "dinero
o sucedáneos del dinero". No queremos decir con esto, desde luego, que pueda producirse,
con monedas, billetes o saldos bancarios, y no pretendemos negar que las cosas requeridas
fueran los servicios del trabajo, las materias primas y las herramientas. Sólo hablamos de los
métodos precisos para procurarse estos elementos. (Pág. 81)

¿De dónde proceden las sumas necesarias para la compra de los medios necesarios de
producción para la ejecución de las nuevas combinaciones, si no los tiene el individuo
interesado? La respuesta convencional es bien sencilla: del crecimiento anual de los ahorros
sociales y de aquella parte de los recursos que queden libres anualmente (...) la mayor parte
de ellos no proceden de la abstinencia en su sentido estricto, esto es de la abstención del
consumo de parte de los ingresos regulares de cada sujeto económico, sino que consiste en
fondos que son a su vez el resultado de innovaciones hechas con éxito, y en las cuales
reconoceremos más tarde la ganancia del empresario. (Página 82)

A pesar de que la respuesta convencional a nuestro problemas no es absurda, existe, sin


embargo, otro método de obtener dinero para esos propósitos y que exige nuestra atención,
pues presupone como la anterior, la existencia de resultados acumulados (...) éste método de
obtener dinero es la creación de poder de compra por los bancos. Carece de importancia la
forma que pueda adoptar. La emisión de billetes no cubiertos por una garantía metálica al
100%, es un ejemplo 5 obvio. (...) se trata siempre no de transformar el poder de compra que
existía ya en posesión de alguno, sino de la creación de la nada, de nuevo poder de compra -de
la nada, aún si el contrato de crédito por el cual se crea nuevo poder adquisitivo, está
sostenido por valores que no son a su vez medios circulantes- que se añade a la circulación
existente. Y esta es la fuente que sirve para financiar a menudo las nuevas combinaciones, y de
dónde tendría que financiase siempre, sino existieran en cualquier momento el resultado del
desenvolvimiento previo. (...) [El banquero] hace posible la realización de nuevas
combinaciones, y parece como si autorizará a los hombres en nombre de la sociedad a
realizarlas. Es el ephor de la economía de cambio. (Pág. 83-84)

Elemento # 3: Empresa y Empresario.

Llamemos empresa a la realización de nuevas combinaciones, y empresarios a los individuos


encargados de dirigir dicha realización. (Pág. 84)

El Empresario.

Como lo que caracteriza al empresario es precisamente llevar a cabo nuevas combinaciones no


es necesario que tenga conexiones permanentes con un empresa individual: muchos
financieros, promotores, etcétera, no las tienen y, sin embargo, pueden ser empresarios en el
sentido que damos a la palabra. (...) nuestra definición coincide con la usual, por distinguir al
empresario de los capitalistas (...) además la caracterización ordinaria del empresario tipo por
expresiones como iniciativa, autoridad, o previsión, apunta enteramente nuestra dirección.
(Pág. 85)

El empresario de tiempos antiguos no sólo era por lo general capitalista, sino que también era
su propio experto técnico (...) en la medida en que no se necesitara un especialista profesional
para casos especiales. Era también (y es) en muchas ocasiones su propio agente de compras y
ventas, su gerente, y a veces incluso su propio abogado. (...) por lo tanto, la función especial
del empresario debe aparecer mezclada con otras clases de actividad, que por regla general
serán más conspicuas que la esencial. (...) sin embargo, existen tipos (...) que exhiben la
función del empresario con una pureza especial. Sin duda el promotor sólo pertenece a ellos
con ciertas reservas. Pues dejando a un lado las observaciones relativas al status moral y social
de este tipo, se limita con frecuencia a actuar como agente a comisión, que desarrolla la
técnica financiera necesaria para lanzar la nueva empresa. En tal caso no es el creador del
poder impulsivo del proceso. Sin embargo, puede serlo también y, en tal caso, es algo así como
un empresario profesional. (Pág. 87)

Pero cualquiera que sea el tipo, solamente se es empresario cuando se llevan efectivamente
la práctica nuevas combinaciones, y se pierde el carácter en cuanto se ha puesto en marcha el
negocio; cuando se empieza a explotar igual que los demás explotan el suyo. (...) pues ser
empresarios no es una profesión ni, por lo general, una condición perdurable, y los
empresarios no constituyen una clase social en sentido técnico, como por ejemplo, lo hacen
los terratenientes, capitalistas y obreros. Indudablemente que la función llevará al empresario
y a sus familias a una situación de clase favorecida. (Pág. 88)

La realización de nuevas combinaciones es también una función especial, el privilegio de un


tipo de hombres que son mucho menos numerosos que aquellos que disponen de la
posibilidad objetiva de hacerlo. Los empresarios pertenecen, por tanto, a un tipo especial, y
su conducta es el motivo de un número muy significativo de fenómenos. De aquí que pueda
caracterizarse nuestra posición por tres partes correspondientes de oposiciones. Primero la
oposición entre los procesos reales: la corriente circular, con la tendencia al equilibrio, de un
lado, y una alteración de los canales de la rutina económica, o de los datos económicos que
resultan del propio sistema, de otro. En segundo lugar la oposición entre dos aparatos
teóricos: la estática y la dinámica. En tercer lugar la oposición entre dos tipos de conducta que
podemos representar, siguiendo la realidad, por dos tipos de individuos: los simples gerentes y
los empresarios. Y por tanto debe considerarse que 6 el mejor método de producir en sentido
teórico, es el más ventajoso entre los probados empíricamente y que se haya hecho familiar.
Pero no es el mejor de los métodos posibles en el momento. Si no se hace esta distinción, el
concepto pierde todo significado, y quedan sin resolver los problemas a que intentamos dar
una interpretación. (Página 91- 93)

Un empresario típico está más centrado en sí mismo que otros porque confían menos que
ellos en la tradición y en la conexión, y porque su tarea característica consiste expresamente
en la ruptura con la tradición y crear una nueva (...) pero su conducta y sus motivos no son
racionales en ningún otro sentido (...) la experiencia nos muestra que los empresarios típicos
sólo se retiran de la arena cuando se ha agotado su fortaleza y no se sienten a la altura de su
función. (Pág. 101) Podemos mencionar también la voluntad de conquista: el impulso de lucha,
de manifestarse como superior a los demás, de tener éxito por el éxito mismo, y no por sus
frutos. La acción económica se parece al deporte, en este aspecto; existen campeonatos
financieros, mejor dicho, combates de boxeo (...) finalmente existe el gozo creador (...) nuestro
tipo de hombre busca dificultades con objeto de verse obligado a realizar alteraciones;
encuentra su gozo en la aventura. Este grupo de motivos es indudablemente el más anti-
hedonista de los tres. (Pág. 102)

Liderazgo

Todo hombre de estudio habría de ser un gigante mental, si debiera crear por su actividad
personal todo lo que conoce y usa. (Pág. 93)

Todo paso fuera de los límites de la rutina tiene dificultades y contiene un elemento que
constituye el fenómeno de liderazgo. (...) en primer lugar, el individuo carece, fuera de esos
canales acostumbrados, de los datos necesarios para adoptar sus decisiones y de las normas
de conducta que conoce con gran exactitud dentro de ellos. Debe naturalmente prever y
estimar basándose en su experiencia. Pero muchas cosas deben permanecer en la
incertidumbre, y otra son previsibles dentro de ciertos límites, mientras que otras sólo pueden
quizá ser adivinadas (...) lo nuevo es solamente el resultado de nuestra imaginación. Llevar a
cabo un nuevo plan, y actuar conforme a la costumbre son cosas tan diferentes como hacer
un camino recorrerlo. (...) el éxito de todo depende de la intuición, de la capacidad de ver las
cosas en forma que se compruebe posteriormente ser cierta, a pesar de que no puede
comprobarse en el momento, y de hacerse cargo de los hechos esenciales (...) sin embargo,
cuanto más exactamente lleguemos a conocer el mundo natural y social, tanto más perfecto
será nuestro control de los hechos; y cuanto mayor sea la perfección con que puedan
calcularse las cosas. (Pág. 94-95)

Así como el primer punto reside en la tarea, depende el segundo de la psiquis del hombre de
negocios. No es sólo objetivamente más difícil realizar algo nuevo que lo habitual y lo que ha
sido probado por la experiencia, sino que el individuo siente repugnancia por ello, y la sentiría
aun si no existieran las dificultades objetivas. (...) el pensamiento vuelve una y otra vez a sus
caminos trillados, a pesar de que se hayan revelado como ineptos, y aún cuando la innovación
más adecuada no presenta dificultades particulares. (Pág. 95- 96)

El tercer punto consiste en la relación del medio social contra aquel que desea hacer algo
nuevo. Esta reacción puede manifestarse primeramente en la existencia de impedimentos
legales o políticos. (...) la oposición es más importante en estadios primitivos de cultura, pero
existe siempre. (...) Vencer esa oposición es siempre una clase especial de tarea que no existe
en la vida diaria, tarea que requiere también una clase especial de conducta. (Pág. 96)

El liderazgo existe solamente por estas razones; liderazgo, esto es, una clase especial de
función, en contraste con una mera diferencia de rango, existiría en cualquier cuerpo social,
grande o pequeño, y aparece generalmente en combinación con dicha diferencia. (...) se
plantea el problema específico 7 de liderazgo, surge el tipo del líder, solamente allí donde se
presentan nuevas posibilidades (Pág. 97)

Debemos, por tanto, distinguir el liderazgo económico de la invención. Las invenciones


carecen de importancia económica en tanto que no sean puestas en práctica. Y la aplicación
de cualquier mejora es una tarea completamente diferente de su invención, y que requiere
actitudes distintas. Si bien los empresarios pueden ser inventores, como pueden ser
capitalistas, lo son por coincidencia y no por naturaleza, y viceversa. Además, las innovaciones
que llevarán a la práctica los empresarios, no precisan ser invenciones en forma alguna. Por lo
tanto, no es aconsejable conceder demasiada importancia a las invenciones, tal como lo hacen
muchos tratadistas. (...) el liderazgo del empresario (...) conduce los medios de producción a
nuevos caminos. Pero no lo hace convenciendo a los hombres de la deseabilidad de llevar a la
práctica sus planes, y por la creación de confianza en su liderazgo a la manera jefe político,
sino comprándolos a ellos o sus servicios para utilizarlos en la forma que juzgue. (Página 98)

8 CAPÍTULO 3. CRÉDITO Y CAPITAL.

Naturaleza y función del crédito

Se ha establecido ya que el empresario, necesita crédito, en el sentido de una transferencia


temporal en su beneficio de poder adquisitivo, si es que a de producir, para poder llevar a
cabo, nuevas combinaciones. Sólo puede transformarse en empresario adquiriendo
primeramente el carácter de deudor. (Pág. 110-111) no es posible en principio el
desenvolvimiento sin el crédito allí no donde dispongan directamente los líderes de los medios
de producción. (Pág. 114)

Aclaración:

Los "créditos consuntivo- productivos" - créditos al consumo y al sostenimiento de negocios


perturbados- no son parte de la naturaleza de un proceso económico, en el sentido de que su
estudio sea fundamental para comprender la vida del organismo económico. Por otra parte, el
crédito otorgado en la corriente circular, por ejemplo un productor que quiera empezar
producir antes de haber obtenido los ingresos por la venta de sus productos, termina
acaparando a los banqueros por suponer menores riesgos. Sin embargo, este crédito también
puede ser eliminado de nuestro tratamiento, pues solamente representa un expediente
técnico del cambio que no tiene efectos posteriores sobre el proceso económico. (Pág. 112)
La función esencial del crédito nuestro sentido consiste en permitir al empresario la retirada
de los bienes de producción que precise de sus empleos anteriores, dirigiendo una demanda
sobre ellos y forzando al sistema económico por nuevos canales. Dicho crédito, siempre que
no provenga del desenvolvimiento anterior será creado ad hoc que no podrá estar respaldado
por dinero en sentido estricto, ni por productos ya existentes. (Pág. 114)

El corazón del fenómeno del crédito: el crédito es esencialmente la creación de poder de


compra con el propósito de transferirlo al empresario, pero no simplemente la transferencia
del poder de compra existente. Esta creación, caracteriza el método por el cual se realiza el
desenvolvimiento en un sistema de propiedad privada y división del trabajo. La concesión del
crédito opera como una orden al sistema económico de acomodarse a las exigencias del
empresario y como pedido sobre los bienes que precisa; significa dejar a su cuidado fuerzas
productivas. Solamente así puede surgir el desenvolvimiento económico de la simple corriente
circular, en situación de equilibrio perfecto. El crédito cubre la hendidura que separa los
productos de los medios de producción. Es ésta la función del prestamista. (Pág. 115)

La creación del poder de compra, produce una demanda nueva, provoca un alza de los precios
de los servicios productivos, y una retirada de bienes de sus usos anteriores. Esto pueda
denominarse inflación de crédito. Esta se diferencia de la inflación del crédito hecha con
propósito de consumo. En este último caso, se agrega nuevo poder de compra al antiguo,
suben los precios, los beneficiarios del crédito, o aquellos a quienes pagan éstos con las sumas
obtenidas en préstamos adquieran los bienes. Pero ahí se rompe el proceso: los bienes
retirados se consume, permanecen en la circulación los medios de pago creados, hay que
renovar constantemente el crédito, y los precios han subido permanentemente. La inflación
del crédito provocada para financiar una nueva combinación, enriquece la corriente social
con bienes cuyo precio total es superior al crédito recibido, y al precio total de los bienes
empleados directa o indirectamente. De aquí que se restaure más que suficientemente la
equivalencia entre las corrientes de dinero y de mercancías, eliminándose más que con creces
la inflación del crédito. (Pág. 118)

El crédito estará limitado por la elevación de los precios y el incremento en el valor del oro,
conduciendo a una disminución de la cantidad de oro en circulación. Y para no poner en
peligro la solvencia del sistema bancario en este sentido, los bancos sólo pueden conceder
crédito en tal forma que sea temporal. Pero sólo puede ser temporal si el cumplimiento en
mercancías del nuevo poder 9 de compra llega al mercado en el momento debido, o si el
banquero interviene con poder de compra obtenido de la corriente circular. De aquí la
necesidad de mantener una reserva que actúe como un freno sobre el banco central sobre los
otros bancos. La existencia de límites, no excluye la posibilidad de creación del poder
adquisitivo ni su significación. (Pág. 121)

Si consideramos un patrón papel, el límite estaba dado por la condición de que la inflación de
crédito no debe ser sino temporal. El empresario deberá producir mercancías con un valor al
menos igual, el crédito otorgado más el interés. De otra manera, el banco no habrá hecho un
buen negocio. (Pág. 122).
1 El punto de vista de la corriente de pensamiento dominante

La teoría económica [...] no encuentra necesidad de incluir su historia como parte de la


formación profesional”. Desde las décadas de Gordon (1965, p. 126) se declaró este punto de
vista, el cual se ha mantenido como elemento de la corriente de pensamiento neoclásica
dominante. Sin embargo, esta corriente ya era dominante treinta años antes, en la década de
1930, cuando los economistas de la tradición Marshalliana tales como John Hicks y Dennis
Robertson, argumentaron que no tenía sentido perder el tiempo leyendo los economistas
clásicos.3 (Más tarde, después de la Revolución Sraffiana y en oposición a ella, Hicks comenzó
a referirse a los economistas clásicos en sus escritos, pero algunas referencias erróneas
parecen confirmar su actitud distante respecto a esos economistas)

6 La asimilación de la HPE como la economía heterodoxa ha sido lamentable. Por ejemplo, sostiene
Weintraub (2002, p.6): “si la mayoría de los economistas entienden la historia de la economía como
un ataque a la economía dominante, serán hostiles igualmente a la subdisciplina y a sus reclamos, los
cuales son los recursos comunes de docentes y estudiantes” […]. Estoy de acuerdo, en principio, que tal
asimilación está mal: cada punto de vista, dentro de la economía, como en cualquier otra ciencia
social, tiene el derecho de existir, y de hecho tiene la necesidad de reflexionar sobre sus propias raíces
y sobre las diferencias con otros puntos de vista; por otra parte, este tipo de investigación ayuda a la
confrontación abierta entre puntos de vista opuestos. Sea cual sea su punto de vista, los historiadores
del pensamiento deberían compartir los requisitos filológicos comunes de fidelidad al texto con
interpretación y en atención al contexto, y esto debería ayudar en el debate inter-observador (como
ejemplo, siempre he disfrutado y aprendí en mis conversaciones con Samuel Hollander)”. De esta
forma, Weintraub marca la diferencia en relación con la actitud (fundamentalista Talibán) de la
mayoría de los economistas de la corriente dominante hacia la minoría heterodoxa, y en este sentido
muy poco se puede decir, aparte del hecho de que tal actitud debería ser rechazada por cualquier
mente liberal, sea cual sea el punto de vista adoptado en la investigación económica.

El papel decreciente de la HPE dentro de los Planes de Estudios de Economía de pregrado y


posgrado se ha señalado y discutido en una secuencia de trabajos.5 Con toda probabilidad,
esta tendencia tiene razones tanto políticas como culturales. Tentativamente -aunque el tema
merecería un análisis específico en profundidad- podríamos sugerir dos aspectos distintos pero
posiblemente interrelacionados. Por un lado, tenemos la axiomatización de la economía: un
método que considera hipotéticamente reales los supuestos de la teoría, ya que éstos son
adoptados por razones lógicas y, una vez adoptados, no requieren discusión de sus raíces
históricas. Por otro lado, se tienen las repercusiones de la confrontación entre los pensadores
comunistas y aquellos del sistema capitalista occidental -un acalorado debate con sabor a
Guerra Fría-, la cual se asimiló a una pelea (en gran parte errónea) entre la economía clásica y
la economía marxista, donde la HPE fue percibida como el Caballo de Troya que permitió
infiltrar la cultura occidental con las ideas anticapitalistas

Según Gordon, la HPE no es del todo inútil, ya que puede ayudar a los estudiantes a escalar
gradualmente en la profundización de la teoría económica,7 pero esto sigue siendo un desvío
en comparación con la lectura directa de la teoría económica contemporánea. Desde este
punto de vista, podemos añadir que la utilidad pedagógica de la HPE se reduce cada vez que se
desconoce alguna discontinuidad en la construcción del análisis económico (la caja de
herramientas), o cuando se desconocen los cambios en la visión del mundo subyacente, como
de hecho fue el caso de la publicación de los Fundamentos de Samuelson (1947), después de la
Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, esto no significa que los historiadores del pensamiento económico están
impedidos para hacer la HPE. En efecto, así como se estudia la cultura porque en ella vivimos,
nosotros “estudiamos la historia porque ella existe” (Gordon, ibid). Encontramos aquí una
justificación sutil para insertar la HPE en los Planes de Estudio de Economía de posgrado. Se
trata de una justificación que con frecuencia se ignora, ya que la HPE rara vez consigue una
mirada en los posgrados. Esta idea puede encontrarse precisamente en uno de los principales
líderes de la corriente de pensamiento dominante y erudito en este campo: Jacob Viner.

En efecto, Viner considera que si bien la investigación teórica ha crecido, la HPE puede
contribuir a la formación de investigadores. Según Viner (1991, p. 385 y 390) : “la búsqueda del
conocimiento amplio y exacto de la historia del funcionamiento de la mente humana como se
revela en los documentos escritos”, llamada ‘escolaridad’, implica “un compromiso con la
búsqueda del conocimiento y el entendimiento […] una vez que el gusto por ella se ha
despertado, las más pequeñas preguntas dan una sensación de amplitud, y las más pequeñas
respuestas dan una sensación de saciedad [...], un sentimiento que no puede de ninguna otra
manera alcanzarse”. De esta manera, la HPE es importante para la formación de investigadores
en economía, incluso si no es necesaria para su enseñanza. Para muchos de los economistas
que no están dispuestos a reconocer esto, Viner, con su inclinación aristocrática, podría haber
respondido parafraseando a John Stuart Mill (1863, p 281.): “Es mejor ser un ser humano
insatisfecho que un cerdo satisfecho, mejor ser un Sócrates insatisfecho que un tonto
satisfecho. Y si el tonto o el cerdo tiene una opinión diferente, es porque sólo conocen su
propio lado de la pregunta”.

Muchos mensajes similares a los propuestos por Viner (es decir aquellas frases que tienen en
cuenta la HPE como una actividad inferior a la teorización, útil pero no necesaria estrictamente
para la formación de los economistas), se encuentran en otro destacado historiador del
pensamiento económico del siglo XX: Joseph Schumpeter. Según éste economista, el estudio
de los economistas del pasado es pedagógicamente útil, porque puede inducir a nuevas ideas y
ofrece material útil en los métodos de la investigación científica en economía. “Antes de
construir algo en madera, sacamos provecho de una visita al depósito de maderas, con tal que
no nos quedamos allí por mucho tiempo” (Schumpeter, 1954, p. 4, donde el título de su libro
suena auto-irónico, teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que Schumpeter pasó en ‘el
depósito de madera’). En otras palabras, el economista contemporáneo de la investigación
teórica y aplicada no debería gastar demasiado tiempo estudiando los logros de los
economistas anteriores. Sin embargo, la HPE puede ser útil por razones similares a las de
Viner: se “evitará una sensación de falta de dirección y significado a la hora de difundir la
teoría entre los estudiantes” (Schumpeter, 1954, p. 4; cursiva en el original).

En otras palabras, incluso en el contexto de un único paradigma en economía, la HPE puede


ayudar en la comprensión de las teorías económicas agregando los contextos sociales, políticos
y culturales de los orígenes de esas teorías y su procesos de difusión, preguntándose sobre
cuáles son los problemas que ellas pretenden resolver o cuáles son las ideas que tienen el
propósito de apoyar o rechazar.
2. Los supuestos ocultos de la corriente de pensamiento dominante

Schumpeter señaló implícitamente otras razones, que consideraremos más adelante, para
atribuir a que la HPE tenga un papel importante en la formación básica de los economistas. Sin
embargo, como lo veremos, tales razones adquieren vital importancia sólo cuando se rechaza
una actitud común que prevalece entre los economistas de la corriente de pensamiento
dominante. Dentro de esta corriente, ya sea de manera explícita o implícitamente (y nótese
que no necesariamente), existe una especie de actitud positivista, a saber: el conocimiento
económico crece con el tiempo, a través de la acumulación de nuevas teorías y nuevos
conocimientos empíricos; pero las personalidades de los economistas que construyen esas
teorías, sus valores éticos o su visión básica del mundo (su Weltanschauung), son aspectos
externos al campo de la ciencia económica y debería ser estudiados como pertenecientes al
campo de la historia cultural, junto con la historia de las matemáticas o la física.

De esta manera, la idea según la cual la HPE pertenece al campo general de la historia de la
cultura (o de la historia de las ciencias) y no al amplio campo de la economía, es una actitud
adoptada por algunos historiadores contemporáneos del pensamiento económico.8 Este
punto de vista fue llevado a sus máximas consecuencias en el intento (por cierto sin éxito) de
eliminar la HPE de las clasificaciones de investigación económica, por primera vez en Australia
(por la Oficina de Estadística de Australia en 2007) y luego en la Unión Europea (el Consejo
Europeo de Investigación en 2011).9 Mi opinión es que la HPE pertenece a los dos campos: un
buen practicante de la HPE debería tener conocimiento tanto en la teoría económica como en
la historia de la cultura.10 Dado que el presente artículo se refiere a la función de la HPE en los
Planes de Estudio de Economía, es muy natural que sea la teoría económica el campo que
domine sobre el campo de la historia de la cultura. En cuanto a las vocaciones académicas de
los economistas, una apertura a la HPE se debe permitir en ambos campos, en función de los
intereses particulares de cada investigador (o profesor), como es el caso de muchas otras
disciplinas que funcionan como un “puente” entre diferentes campos científicos.

Detrás de la opinión de la corriente de pensamiento dominante según la cual existe una


limitada utilidad de la HPE, es posible identificar claramente un supuesto (aunque nunca dicho
explícitamente), a saber: solo existe un único enfoque teórico correcto de la economía. Esto es
cierto si entendemos que se trata de una “visión acumulativa”: la teoría económica cambia
con el tiempo, pero existe un progreso constante en la comprensión de la realidad económica,
acumulándose nuevas teorías y nuevos hechos reales. Como se mencionó anteriormente, la
caja de herramientas de la teoría economía puede cambiar (por ejemplo, el análisis de las
curvas de costo Marshallianas en forma de U fueron reemplazadas por los axiomas de la teoría
del equilibrio general de Arrow-Debreu), pero el pilar subyacente, es decir la noción de
equilibrio de mercado entre la oferta y la demanda, sigue siendo el mismo. Desde este punto
de vista, la teoría económica contemporánea incorpora todas las contribuciones anteriores en
una forma mejorada.

La “visión acumulativa” tiene una metodología de fondo (a menudo implícita e inconsciente)


que se adhiere a una visión positivista de la ciencia: aquellas teorías económicas basadas en
los principios fundamentales (la escasez de recursos, las preferencias de los agentes o el
equilibrio entre la demanda y oferta) son lógicamente consistentes y por lo tanto ciertas, o
lógicamente contradictorias y por lo tanto falsas. Las proposiciones factuales están
empíricamente ya confirmadas o desmentidas. La ciencia avanza a medida que las teorías y el
conocimiento de los hechos se acumulan.

Este punto de vista ha sido apoyado por los historiadores del pensamiento económico de la
corriente dominante (desde Jacob Hollander, 1904, 1910, a Samuel Hollander, 1973, 1979), a
través de una interpretación de los economistas clásicos, quienes a pesar de ser seguidores del
enfoque teórico que acepta el equilibrio entre la oferta y la demanda, fueron percibidos como
precursores defectuosos de lasteorías económicas que llegarían después. Es aquí donde
recobra importancia la reinterpretación de Ricardo -y todos los economistas clásicos- llevada a
cabo por Piero Sraffa (1951), permitiendo así la conformación de un paradigma clásico
alternativo, el cual puede expresarse sucintamente como la “imagen del sistema de
producción y consumo como un proceso circular” (Sraffa, 1960, p. 93). De hecho, en los años
1960 y 1970 el debate entre los paradigmas en conflicto produjo dos debates paralelos: por un
lado, las “controversias de Cambridge” en la teoría del capital y la distribución (como se
ilustra, por ejemplo, en Harcourt, 1972) y, por otro lado, los debates dentro de la HPE, por
ejemplo, el debate en torno al papel de la oferta y la demanda en la teoría clásica del valor y la
distribución (en particular en las teorías de Smith y Ricardo)

3. El papel de la HPE cuando se reconoce la existencia de Distintos Enfoques en Economía

Tan pronto como reconocemos la existencia de diferentes paradigmas alternativos, 11 la HPE


adquiere un nuevo y mucho más relevante papel. Es aquí donde la distinción de Schumpeter
entre las diferentes etapas en la teorización económica resulta ser relevante.

En las primeras páginas de la Historia del Análisis Económico, Schumpeter (1954, p. 41-42)
presenta su conocida distinción entre las diferentes etapas de la investigación económica:

i) el “acto pre-analítico cognitivo” o “visión”, que significa tener una vaga opinión del tema a
investigar y algunas hipótesis tentativas en cuanto a la dirección de la investigación;

ii) la conceptualización, es decir, “verbalizar la visión o conceptualizarla de tal manera que


los elementos tomen sus lugares, debidamente identificados para que se facilite el
reconocimiento y la manipulación, es un esquema o imagen más o menos ordenada”;

iii) la construcción de modelos y, por último,

iv) la aplicación de dichos modelos para la interpretación de la realidad económica. Lo que


nos importa aquí es la segunda etapa, aunque es a menudo pasada por alto, el propio
Schumpeter le atribuye una gran importancia.

La conceptualización es un aspecto esencial en la labor del economista. Ella es importante


cuando la visión que el investigador está tratando de desarrollar difiere de las visiones
adoptadas o desarrolladas por otros investigadores. En esta etapa el teórico puede aclarar el
carácter distinto de su propia representación del mundo: no se trata solamente de mostrar la
importancia relativa atribuida a los diferentes aspectos del mundo real, sino también de
mostrar la perspectiva desde la cual cada aspecto es visto. La conceptualización es una
actividad compleja donde, por ejemplo, la exigencia de coherencia (la cual, por supuesto, se
mantiene) adquiere un significado diferente. En efecto, la coherencia es más amplia en
comparación con la coherencia formal requerida en las teorías económicas matematizadas. En
cualquier caso, la conceptualización representa la base (explícita o implícita) para establecer
la conexión entre esas teorías económicas matematizadas y el mundo real. Por ejemplo, un
modelo formal de la distribución funcional del ingreso se basa en un tipo particular de
representación de la sociedad; el análisis de los incentivos a los gerentes financieros se basa en
la conceptualización de una economía empresarial (las grandes corporaciones), y no en una
economía basada en pequeñas empresas competitivas.

En los economistas de la corriente de pensamiento dominante es usual pasar por alto el papel
de esta etapa de la investigación económica. Esto se explica por el hecho de que, para ellos, los
fundamentos de la teoría económica son los mismos (aunque con diferentes matices) y los
únicos posibles. La oferta y la demanda constituyen el razonamiento más importante, y las
diferencias entre los diferentes enfoques dentro de la corriente de pensamiento dominante, se
refieren sólo al marco de su aplicación. Por ejemplo, se tendrán enfoques diferentes dentro
del análisis de oferta y demanda si se consideran formas de mercado distintas a la
competencia perfecta, o si se introduce la información imperfecta y asimétrica. Por lo tanto, es
este método el que se considera a la hora de ilustrar los fundamentos conceptuales en la
construcción de modelos económicos.

Así mismo existen profundas diferencias en los fundamentos de las visiones de la economía
clásica, keynesiana y neoclásica-marginalista. Para entender estos fundamentos es necesario
recurrir a la HPE: sólo cuando se busca a través de la HPE un conocimiento directo de las
visiones del mundo de un Smith, de un Ricardo, de un Keynes, de un Jevons o de un Walras, es
cuando podemos percibir las diferencias y el verdadero contenido de los distintos conceptos
contenidos en los análisis formales de la economía.

Voy a ser claro. Todo esto no significa que la HPE es sólo útil para las corrientes no
dominantes. Una mejor comprensión del significado de los conceptos utilizados en la
teorización económica es esencial, cualquiera que sea el enfoque preferido por quien
construye la teoría. Esto es también esencial (pero este es un elemento adicional y diferente)
para que exista un debate serio entre los enfoques en conflicto. 12 La HPE no pertenece a las
corrientes de pensamiento heterodoxas: pertenece a todas y cada una de las corrientes. Ella es
útil, o mejor dicho necesaria, para los economistas de todas las tendencias. La confrontación
con puntos de vista alternativos es, de hecho, esencial para los economistas de la corriente
dominante ya que permite una mejor comprensión de sus propios fundamentos conceptuales.

La razón por la que la HPE parece estar más fuertemente conectada con la corriente de
pensamiento heterodoxa es precisamente porque dicha corriente es minoritaria. En efecto,
para los heterodoxos es vital la confrontación, ya que constituye un medio para ser
reconocidos por la opinión general de los economistas. La HPE es vital para esta confrontación
pues permite aclarar la visión particular del mundo adoptada tanto por la corriente dominante
como por la corriente heterodoxa. Un debate serio entre los enfoques en conflicto debería ser
el “postre” de una seria actividad investigativa: la regla de las mayorías no debería adoptarse
como criterio para condenar opiniones disidentes (como John Stuart Mill nos enseñó en el
campo de la política en general). Desde un contexto ligeramente diferente, permítanme
recordar el hermoso elogio de la obra de historia económica de Kula (1958, p. 234): “Entender
a los demás: es el objetivo del historiador. No es fácil tener una tarea más difícil. Es difícil tener
una más interesante”.

2La confrontación entre los enfoques en conflicto es útil para la comunidad científica a todos los
niveles, desde la comunidad internacional en general hasta el nivel individual de una facultad de
Economía. A este último nivel, la confrontación se justifica por tres razones: por los estímulos que
reciben los investigadores cuando muestran que el enfoque teórico adoptado en sus investigaciones se
enmarca dentro de un espíritu científico progresivo; porque la confrontación ofrece un contexto que le
da mayor claridad a la presentación de resultados de la investigación; y porque es una fuente esencial
de crítica para un proceso científico de conjeturar y refutar. Las facultades de Economía en las cuales
coexisten diferentes enfoques teóricos están más vivas que las facultades donde reina una sola
doctrina. Las facultades vivas atraen a estudiantes brillantes y van conformando así el insumo básico
para una formación profesional orientada hacia la investigación. Por supuesto, estos resultados
exitosos exigen a los investigadores unos fuertes sentimientos morales y una mayor apertura
científica.

4. Un ejemplo: Las conceptualizaciones de la economía clásica y marginalista

A modo de ilustración consideremos brevemente las principales diferencias entre las


conceptualizaciones tanto de la economía clásica como de la economía
marginalista/neoclásica. Por un lado, los economistas clásicos vieron que una economía se
caracterizaba por la división del trabajo. No es sólo en el sentido de una separación de tareas
dentro de cada proceso de producción, sino también en el sentido de una especialización de
las distintas unidades productivas, resultando así un conjunto de productos diferentes. Por lo
tanto, al final de cada proceso productivo, cada unidad productiva (y cada conjunto de
unidades productivas que utilizan a su vez procesos de producción similares y producen bienes
similares) necesita recuperar sus medios de producción a cambio de al menos una parte de sus
propios productos. Esto da lugar a una red de intercambios que son necesarios para que una
economía subsista. De esta forma, el principal objetivo del enfoque clásico es analizar las
condiciones necesarias para la vitalidad y el buen funcionamiento de una economía de
mercado basada en la división del trabajo. Así, según los economistas clásicos, en una
economía de mercado la relación de intercambio entre productos debe ser tal que le permita a
cada sector recuperar los costos de producción y obtener unos beneficios físicos que
constituyen un incentivo suficiente para continuar la actividad. Teniendo en cuenta la
tecnología dominante y una tasa de beneficio uniforme (que corresponde a la asunción de la
libre competencia o ausencia de obstáculos a la circulación de capitales de un sector a otro),
los economistas clásicos se propusieron determinar los precios de producción, es decir
aquellos precios que son compatibles con la continuación regular de la actividad económica.
Dentro de su enfoque, la distribución del ingreso entre los beneficios y los salarios no se
determina unívocamente por los datos técnicos ofrecidos, y es comúnmente tratado como un
tema (económico, pero también socio-político) abierto.

Por otro lado, de acuerdo con el enfoque marginalista neoclásico, los agentes económicos
tienen a su disposición las cantidades dadas de recursos escasos (o las dotaciones iniciales), las
cuales se utilizan para satisfacer sus necesidades y deseos (directamente a través del
intercambio y el consumo e indirectamente a través de los procesos de producción que
permiten transformar los recursos productivos en bienes y servicios de consumo). De esta
forma, el objetivo principal del enfoque marginalista es analizar las condiciones a través de
las cuales los recursos se asignen de manera óptima a la satisfacción de las necesidades y
deseos humanos. El mercado aquí es un punto en el tiempo y en el espacio, en el cual la
demanda y la oferta se encuentran: El ejemplo tradicional de donde proviene la idea es de un
mercado justo, y en tiempos más recientes, esto equivaldría a tener la llamada bolsa de
valores o, más precisamente, las anticuadas bolsas de valores continentales que se basaban en
el mecanismo de “call market”. Incluso en las bolsas de valores anglosajonas ese mecanismo
constituye aún la norma. Hemos dicho que en el enfoque clásico el mercado es una red de
flujos de mercancías recurrente período tras periodo, la cual vincula a todos los sectores de
una economía. Como consecuencia de este punto de vista, cuando los marginalistas se acercan
a la idea de los precios, se refieren a éstos como indicadores de la escasez relativa de los
bienes y servicios disponibles en cada momento dado del tiempo, con el propósito de
satisfacer las necesidades y deseos de los agentes económicos. Esto implica que se conoce a
priori la intensidad relativa de las necesidades y deseos de los agentes a través de los datos
iniciales para abordar el problema. En el enfoque clásico, por el contrario, los precios son
indicadores de la dificultad relativa de la producción,1cuyo problema es cómo expresarlos en
términos de valor (en términos de una sola magnitud), es decir teniendo en cuenta todos los
diferentes costos físicos y respetando al mismo tiempo las reglas distributivas de una
economía capitalista. Las decisiones de consumo se analizan a través de una referencia a los
hábitos (sociales) que evolucionan con el tiempo. Otras diferencias similares entre los
enfoques en conflicto pueden ser ilustradas a través del concepto de clases sociales o a través
del análisis de la distribución del ingreso, o la noción de competencia o a través del análisis de
las formas de mercado, entre otros casos.

Esta parte de la presentación sobre las diferencias entre los enfoques en conflicto (basada en
Roncaglia, 2010) pasa por alto importantes diferencias internas en cada enfoque. También dejamos
de lado una idea básica puesta en relieve por el enfoque keynesiano, a saber: la noción de
incertidumbre (sobre las diferencias en la noción de incertidumbre entre los keynesianos y los
Knightianos, cf. Roncaglia (2009). Es la noción de los Knightianos la que ha sido incorporada en el
marco conceptual de la corriente dominante). Para una ilustración más completa de los diferentes
puntos de vista, cf. Roncaglia (2005)

La palabra “relativa” se refiere a la comparación entre los diferentes procesos de producción. Por el
contrario, la palabra “relativa” en análisis marginalista se refiere a la comparación entre oferta y
demanda que, en un enfoque de equilibrio general, se refiere simultáneamente a todos los bienes y
servicios de una economía.

5. El papel de la HPE en los Planes de Estudio de Economía en pregrado y posgrado

Concluyamos con un resumen sobre las implicaciones que tienen los argumentos ilustrados
anteriormente, en el rol que juega la HPE en los programas de pregrado y posgrado de
Economía.

Para el caso de los programa de pregrado, la alusión sistemática a la historia de nuestra


disciplina es una forma de presentarle a los estudiantes de pregrado los diferentes enfoques
teóricos que han existido en el tiempo (a menudo simultáneamente), así como sus ascensos y
caídas (aprovecho este momento para recodarles a los economistas de la corriente dominante
que deben sentirse orgullosos de no ser los únicos, quienes pro tempore son los ganadores de
un debate que lleva siglos).

Una práctica execrable en la elaboración de los Planes de Estudio de pregrado es incluir sólo el
estudio del enfoque dominante en sus diversos componentes. La excusa habitual para esto es
que la presentación de una única verdad y evitar la controversia, simplifica la vida de los
estudiantes, bajo el supuesto oculto de que sólo existe un enfoque único “verdadero” en la
teoría económica. Esta actitud autoritaria es como si a los 18 años de edad se pudiera tener
derecho a votar en las elecciones políticas, pero se siguiera suponiendo que un joven a esa
edad es tan ingenuo como para lograr confundirse cuando se enfrenta a las diferentes
opciones de candidatos y partidos políticos. Esa actitud autoritaria desconoce que existen
diferentes y, a menudo, puntos de vista contradictorios sobre todos los aspectos de la vida,
incluyendo el funcionamiento de una economía de mercado. Por el contrario, e incluso si los
estudiantes fueran incapaces de tomar sus propias decisiones acerca del contenido de los
enfoques económicos y mantener una mente abierta, es de suma importancia que ellos sean
educados para entender el significado del pluralismo, ya sea en el aprendizaje de la economía
como en el aprendizaje de cualquier otra materia. Así, en la educación de pregrado, la HPE
tiene un papel democrático fundamental al permitirles a los estudiantes confrontarse con los
diferentes enfoques teóricos, y ofrecerles las bases conceptuales de estos enfoques, es decir,
los antecedentes a partir de los cuales dichos enfoques emergieron y su evolución en
respuesta tanto al debate teórico como a los acontecimientos históricos. La HPE ayuda a una
mejor comprensión y evaluación de las teorías/modelos formalizados, lo que constituye un
requisito previo para un estudio serio de la teoría económica.

Para el caso de los Planes de Estudio de Economía al nivel de posgrado, se asume que están
diseñados para preparar a los economistas que eligieron una vida profesional orientada hacia
la investigación, y se asume que esos planes de estudios admiten el estudio de diferentes
enfoques teóricos, heredados desde la educación de pregrado. En este caso, la HPE tiene un
papel formativo doble. Por un lado, la HPE educa a los estudiantes en lo relativo a evaluar el
contenido de los conceptos y su relación con el estudio de la historia económica (otra
subdisciplina menospreciada, pero componente igualmente necesario de los planes de
estudios en Economía). El contenido de los conceptos está sometido a cambios a lo largo del
tiempo, en parte como respuesta a los desarrollos teóricos y en parte en respuesta a los
cambios en la realidad económica o, en otras palabras, el contenido de los conceptos está
sometido a la historia. Es así como se adquiere el método retórico de confrontación. Por otro
lado, la HPE educa para un método -el método filológico de la fidelidad al texto y al contexto- ,
el cual es un método diferente respecto al método utilizado en la teorización o en la
investigación aplicada. El método filológico es más útil para comprender el mundo al que nos
enfrentamos, donde la cultura y las ideas son un componente importante del entorno
económico.15 Ese método también es importante por su carácter formativo en la ética de la
investigación, la cual involucra aspectos como: la atención a los detalles, la apertura a la
confrontación con diferentes puntos de vista y la aceptación de que no hay verdades
definitivas, pero manteniendo presente que existen diferentes grados de calidad en el análisis
(grados superiores e inferiores).
El papel cada vez menor de la HPE o su ausencia dentro de los Planes de Estudios de Economía
de pregrado y posgrado no es tanto un problema para la cofradía de economistas que hacen
HPE. En efecto, pueden haber problemas en la contratación laboral de nuestros estudiantes
(futuros egresados), pero para un historiador del pensamiento económico que ya está
ejerciendo su carrera, es fácil trasladarse hacia la historia de la cultura o hacia la historia de la
ciencia. En este sentido, el mayor problema es para la Economía en general. De hecho, la
Economía interpretada sin historia queda limitada a la construcción de modelos y a la
aplicación de ejercicios econométricos, perdiendo así cada vez más terreno frente a los
programas académicos de las escuelas de negocios, las facultades de ciencias políticas y
sociales y, sobre todo, frente a la sociología, la cual hace un siglo era una subdisciplina de la
Economía. La Economía sin la HPE es un cuerpo sin alma

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