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MAESTRIA EN PSICOTERAPIA HUMANISTA

Modulo: Comunicación II

“Análisis de la guía, Autor Gunther”

Dr. Ernesto Martínez Olivares

Presenta:

Rufina Aguirre Sánchez

Oaxaca de Juárez, Abril de 2018


INTRODUCCIÓN

El cuerpo desde nuestros inicios ha sido considerado la máxima creación del hombre, no solo
por lo que representa, para cada cultura, para cada raza o para cada pueblo, sino por su
valiosa representación espiritual que tiene para cada uno de nosotros al ser considerado un
templo.

Para el arte, la música, la pintura, la literatura, la figura humana representa una constante
fuente de inspiración. Sin embargo dentro de sus tantos matices, el cuerpo también ha llegado
a generar, discordia, miedo, enfermedades, frustraciones, deseos incontrolables y por qué no
decirlo, muertes también.

Hablar de toda esta maquinaria que posee el ser humano, es adentrarnos a mundo infinito de
tinieblas y de luz, es responsabilizarnos de todo aquello que muy pocas veces en el “aquí y
ahora” nos atrevemos a disfrutar, a escuchar o a consentir.

El cuerpo normalmente lo objetivamos, como algo que nos pertenece y que existe por sí solo,
negándole el valor espiritual y moral que para muchos de nosotros tiene, sin embargo, su
concepción es un tanto subjetiva, ya que para cada persona, dependiendo de su cultura o
entorno social, este, tiene un significado y valor distinto, mas algo que es permanente y casi
ley, es que “ lo que la boca no dice, indiscutiblemente el cuerpo lo grita” ya sea de manera
consciente o inconsciente, pero durante nuestro paso por este mundo, lo que nuestro cuerpo
transmite es innegable.
DESARROLLO

Si el cuerpo es lo que nos representa, es nuestro templo y la maquinaria que hace cada uno de
nosotros tengamos presencia en esta vida, en este mundo, de verdad, ¿este tiene la capacidad
de expresar aquello que nos conforma a nivel emocional, psicológico y no solo físico?.

El lenguaje que nuestro cuerpo habla y expresa, lo concibo, como una majestuosa danza de
experiencias, que han permanecido en la quietud y en el paso del tiempo.

Como bien sabemos, existe un contexto que influencia enormemente al ser humano,
independientemente, de cada experiencia de vida que tenemos, el ambiente, el contexto, las
carencias o los excesos, determinarán nuestro lenguaje corporal.

Nosotros somos, tiempo, somos espacio, somos energía, como dice Alexander Lowen en su
libro de Bioenergética, “lo que sucede en la mente refleja lo que está sucediendo en el cuerpo y
viceversa”, ahí es donde considero que emerge el lenguaje corporal, con una fuerza infinita y
desgarradora.

Somos demandantes de nuestros espacios, espacios que nos conforman como personas
independientes, en busca de una autonomía emocional que nos reafirme como seres si bien
socialmente activos, también, necesitados de quietud, de nuestras zonas de confort, pero sobre
todo de algo que sepamos que nos pertenece como nuestra propia intimidad. Somos energía,
porque siempre estamos moviéndonos, porque siempre tenemos objetivos, metas, sueños y
porque si no las hubiera, hasta nuestros pensamientos más inertes y poco fructíferos nos
movilizan. Cuando nos convertimos en tiempo, es porque esa danza que nos mueve, tiene
diversos ritmos, desde nuestra respiración, los latidos de nuestro corazón, hasta esa gama de
movimientos estructurados que nos conducen siempre a un lugar.

Hemos mencionado que el cuerpo habla lo que la boca calla, sin embargo es necesario aclarar
también que cuando nos encontramos ante la presencia de la interpretación, el cuerpo puede
ser “real o ficticio” al mismo tiempo, ya que el contexto delimita las expresiones corporales,
brindándole un sentido adaptativo y de sobrevivencia, que a la larga se manifestará en las
conductas.

El lenguaje corporal, es innato, es el cúmulo de experiencias que vivimos a lo largo de nuestras


vidas, este se encuentra enormemente influenciado, por los actos y las palabras de los “otros”
hacia nosotros, sin dejar a un lado lo que genéticamente se nos da. Pero más aún de todo esto,
la magia sucede cuando nos sentimos amados, protegidos, escuchados, aferrados a algo que
se nos dio y que se llama vida, y que solo en medida que sin juicios morales o sin culpas, nos
demos la oportunidad de enfrentarla, solo así nuestro lenguaje corporal se transformara en un
lenguaje transparente, fluido y empoderado.

Cuantas veces una mirada, un gesto, una postura, un movimiento, nos pone en el plano del
otro, cuantas otras, todo esto nos envuelve en un acto de magia que, o bien nos fascina y
envuelve o bien nos lleva a la locura y desesperación, así pues, todos estos elemento son parte
fundamental de nuestras expresiones corporales, en un tiempo y un contexto determinado.

Que interesante la postura de Laban, cuando decía que los gestos son solo una parte de los
movimientos parciales de nuestro cuerpo y que el ademán es un movimiento expresivo del
cuerpo entero, esto me hace pensar que la kinesis transforma nuestro lenguaje, nos proyecta y
pondera en un lugar, para ser considerados, para hacer un sutil acto de presencia en el que a
mí me interesa, saberme a mí mismo pero también, como me pueden ver los demás.

A pesar de que a lo largo de este texto, hemos hablado mucho sobre lo que el cuerpo expresa,
es también importante resaltar, la influencia que tengo de los demás en mi propio autoconcepto
pero sobre todo en mi propia afirmación como ser humano.

Es importante aprender a reconocer las señales que nuestro cuerpo nos envía, solamente en
función de esto, podremos responsabilizarnos de nuestras emociones y prevenir estados que
alteren nuestra salud emocional, considerar nuestro lenguaje corporal como algo inmerso en
nosotros y no como algo ajeno a nuestras propias experiencias, fortalecerá nuestras
posibilidades de tratarnos a tiempo, de procurarnos, con el único fin de permanecer abiertos al
entendimiento del mundo hacia nosotros, evitaremos gran parte de nuestras neurosis, de
nuestras somatizaciones, de todos aquellos fantasmas que nos rodean y que muchas veces
nos limitan en el camino.

Solo en medida de ese conocimiento y esa responsabilidad mía, pero al mismo tiempo
compartida, el lenguaje de nuestro cuerpo nos dotará de grandes posibilidades de abrirme a los
demás sin miedo a ser juzgado, criticado, ridiculizado, solamente ser admirado desde nuestras
virtudes y también defectos.

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