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Filosofía
Metafísica
6 de abril de 2019
La entidad y el compuesto.
Introducción.
Estos dos temas son abordados por Aristóteles recurrentemente en sus escritos filosóficos;
particularmente, en el libro VII de su Metafísica realiza una argumentación en donde
establece la manera en que se describen y definen estos dos conceptos, y reflexiona la
manera en que están relacionados y cómo se deben entender de manera aislada y en
relación.
La dificultad en observar la relación entre entidad y compuesto radica en que, si bien el Ser
se dice de distintas maneras, éste se podría clasificar en una dicotomía general: lo simple y
lo compuesto. Dado que el Ser se da en estos dos ámbitos generales, existen muchos casos
en que, observados sin el debido cuidado, confundimos lo compuesto con lo simple, dado
que confundimos alguna de las distintas maneras del Ser con el Ser en sí. Del otro lado, Las
distintas ciencias han avanzado mucho en cuanto a la exploración y descubrimiento de sus
elementos más simples, por lo que muchos de los objetos que anteriormente consideramos
simples, han pasado a ser compuestos, modificándose la manera como aplicamos nuestros
principios filosóficos en la realidad sensible y material. Entonces, se hace necesario clarificar
nuestro entendimiento del Ser en cuanto a entidad, entender qué es lo que define el ser de
las sustancias más simples, y hasta qué punto un compuesto puede o no poseer una cierta
identidad, y de qué manera es ésta independiente o supeditada a otros sustratos o
afecciones.
Definiciones.
Aristóteles define la entidad en dos sentidos principales. En primer lugar, son entidad las
cosas que no se predican de un sujeto; de hecho, son las cosas que únicamente son sujeto
de predicamentos. En segundo lugar, “lo que es causa inmanente del ser de aquellas cosas
que no se predican de un sujeto…”1 El primer sentido nos explica cómo nos expresamos
acerca de la entidad en una construcción lógica, el segundo sentido se refiere al ser en sí de
las cosas que consideramos entidades.
1
Aristóteles, Metafísica, libro V. Traducción de Tomás Calvo. Editorial Gredos. Madrid, 1994. 1017b, 15.
2
Tomás de Aquino, Comentario al libro V de la Metafísica de Aristóteles. Prólogo, traducción y edición de
Jorge Morán. Navarra, 1999. P. 91.
Primera dificultad.
La primera aporía que señala Aristóteles aparece al tratar de entender la entidad en cuanto
esencia. El estagirita establece que “la esencia de cada cosa es lo que de cada cosa se dice
[que es] por sí misma.”3 Y también “…el enunciado de la esencia de cada cosa es aquel
enunciado que expresa la cosa misma sin que ella misma esté incluida en él.”4 Si tomamos
el enunciado Hombre blanco, tenemos que su esencia es Hombre, pues el hombre no
necesita ser blanco para ser hombre, mientras que lo blanco, como accidente que es,
necesita del objeto “hombre” (o algún otro objeto en general) para ser.
Para entender la esencia del enunciado anterior, tuvimos que realizar un análisis mediante
la sustracción de uno de los términos empleados para dar con la esencia. En esta búsqueda
de lo simple, de manera natural identificamos dos conceptos como la entidad y la esencia.
Pero ¿es lo mismo entidad y esencia en todos los casos? Tomemos ahora el enunciado
Hombre racional. Si realizamos el mismo ejercicio que en el caso anterior, separaremos e
identificaremos nuevamente a Hombre como entidad. Pero el elemento racional no puede
considerarse un accidente convencional, puesto que sólo puede predicarse de Hombre.
Más aún, lo racional tenido por entidad, es igual a Hombre. Ambos elementos del
enunciado se contienen respectivamente; entonces ¿pueden ambos considerarse parte de
una sola esencia? ¿existen compuestos que tienen una única esencia?
3
Aristóteles, Metafísica, libro VII. Traducción de Tomás Calvo. Editorial Gredos. Madrid, 1994. 1029b, 10.
4
Íbid. 1029b, 20.
Así pues, Aristóteles establece que la esencia está contenida en la entidad, pero no es la
entidad. La esencia, en cambio, sí puede ser entendida como la definición; entonces la
relación entre entidad y esencia toma una multiplicidad de sentidos, que permiten salvar
las aporías de este tipo que se generen en la investigación metafísica.
Aristóteles, en esta argumentación, aprovecha para reflexionar sobre las Ideas platónicas,
que bien pueden ser entendidas como esencias. Si el pastel de chocolate existe como una
esencia – idea, anterior (ontológicamente) a su ser sensible, esta idea debe considerarse
como una unidad, para que pueda constituirse como esencia. Al excluir la separación de
elementos (pues la idea en sí es unidad) caemos en el absurdo antes señalado. Más aún, si
las ideas platónicas existen separadas de las entidades sensibles, se da una multiplicidad
de entidades cuya observación puede llevarnos a una cadena causal indefinida. Por estas
razones, Aristóteles considera que, si las ideas platónicas existen, deben existir en el
sentido de una esencia en plena identidad con su entidad, y no independiente una de la
otra.
Materia y generación.
Después de considerar la entidad en cuanto el ser en sí, Aristóteles investiga sobre ella en
cuanto a la materia. Todo lo generado en la naturaleza precisa de materia y de forma, esta
última debe ser considerada como su esencia. La generación se da de distintas maneras:
de manera natural (es decir sin la acción del hombre), y a través del arte (la acción humana),
lo cual debe entenderse como producción. En ambos casos, la generación nunca sucede de
la nada; su acto se da con las condiciones preexistentes de materia y forma.
Así pues, dado que lo generado requiere de una condición preexistente a partir de la cual
es, Aristóteles señala el riesgo de caer en una cadena causal infinita respecto de lo
generado, lo cual es negado como principio. Para evitar esto, señala que la forma, por
lógica, no puede ser objeto de generación: si la forma se genera, lo hace a partir de otra
forma, y esta a partir de otra y así sucesivamente; dado que está establecida la negación
de la cadena causal infinita, se asume que la forma no se genera. Al llevar este
razonamiento al ámbito de la discusión sobre entidad y compuestos, podemos concluir que
los compuestos resultan de la generación, mientras que las entidades no lo hacen.
Conclusión.