Sie sind auf Seite 1von 4

CEREBRO: pesa aproximadamente 1k1/2, pero consume diez veces más energía por

peso que por el resto del cuerpo.


Es el órgano que más tarda en madurar: sigue creciendo hasta pasado los 20 años.
Cuanto más se le exige al cerebro, más se rinde.
Para ganar musculatura en el aprendizaje de algo nuevo, hay que practicar todos los
días.
El cerebro hace lo que creemos que puede hacer. La primera limitación: nuestras
creencias.
El aprendizaje cambia el cerebro.

NEUROCIENCIAS: el descubrimiento más novedoso para la educación.


Es el conjunto de ciencias cuyo sujeto de investigación es el Sistema Nervioso con
particular interés en como el cerebro se relaciona con la conducta y el Aprendizaje.
La llegada de las tecnologías de imágenes no invasivas ha permitido a los
investigadores observar directamente los procesos del aprendizaje humano.
Algunos descubrimientos de la neurociencia sobre el aprendizaje humanista:
1. El aprendizaje cambia la estructura física del cerebro
2. El aprendizaje organiza y reorganiza el cerebro
3. Diferentes partes del cerebro pueden estar listas para aprender en tiempos
diferentes
4. El cerebro es un órgano dinámico, moldeado en gran parte por la experiencia
5. El desarrollo no es solamente un proceso biológico, sino que es un proceso
activo que obtiene información de la experiencia.
Los aportes de la neurociencia y neuroeducación actuales demuestran que la memoria
está íntimamente relacionada a aspectos emocionales es por esto, que ante
condiciones ambientales de amenaza, ansiedad o estrés hay una pérdida de
focalización en el proceso de aprendizaje.
NEUROCIENCIA Y EDUCACIÓN. Qué es importante para el aprendizaje.
La educación, como se sabe, involucra dos acciones fundamentales: la de enseñar y
la de aprender. Las investigaciones científicas sobre la conducta humana y el
funcionamiento cerebral brindan información valiosa sobre como los seres humanos
enseñamos y aprendemos que puede ser útil para las teorías y prácticas educativas.
Las neurociencias pueden realizar importantes contribuciones al conocimiento para
facilitar la comprensión de procesos cognitivos claves para la enseñanza-aprendizaje,
tales como la memoria, la atención, el lenguaje, la lectoescritura, las funciones
ejecutivas, la toma de decisiones, la creatividad y la emoción, entre otros.
Desde el momento en que nacemos, nos la pasamos aprendiendo. Así, procesamos
información y construimos (esquemas mentales) del mundo para poder reflexionar,
tomar decisiones y actuar. El aprendizaje es tan importante y tan central en la vida
que por eso se vuelve primordial tratar de comprender qué es, cómo se produce
y cómo se pueden mejorar los procesos, en lo individual y en lo social. Gracias al
avance de la ciencia, hoy sabemos que, en su desarrollo, nuestro cerebro se va
esculpiendo, es decir, va cambiando tanto su estructura como su funcionamiento.
Así las conexiones neuronales se van modificando a lo largo de la vida como producto
del aprendizaje y la interacción con el ambiente que nos rodea. Esta capacidad del
cerebro, denominada “plasticidad cerebral”, da cuenta de que los conocimientos y
habilidades que adquirimos no son estáticos, sino que están en constante cambio. En
pocas palabras: aprender es bueno para el cerebro.

NEUROCIENCIAS Y APRENDIZAJE
La Neurociencia educativa (o Neuroeducación) es un campo científico emergente el cual
junta diferentes disciplinas para explorar las interacciones entre los procesos biológicos
y la educación.
Para conseguir el anclaje de un aprendizaje en nuestra memoria es necesario algo
fundamental: que esté asociado a una emoción. Pero todos estamos mediatizados por
nuestra cultura y por nuestra educación. A pesar de que nuestro cerebro está
programado para aprender desde que nacemos hasta que morimos, lo hará en mayor o
en menor medida en función de las relaciones con base en emociones positivas que se
establezcan entre cuerpo, cerebro, mente y medio ambiente.
La parte de nuestro cerebro que se encarga de procesar las emociones se construye
antes que la responsable de los procesos cognitivos. Es por ello, que somos capaces
de recordar y grabar en la memoria cualquier acontecimiento o cualquier aprendizaje
asociado a una emoción, ya sea negativa o positiva. Por ejemplo, recordaremos la
frustración de no poder hacer mejor un examen ante el que nos poníamos nerviosos a
pesar de haber estudiado. Y recordaremos también con satisfacción aquella vez que
ayudamos a un compañero a entender una idea o concepto a través del ejemplo que le
pusimos.
La investigación demuestra que tanto las emociones como los sentimientos, pueden
fomentar el aprendizaje al intensificar la actividad de las redes neuronales y reforzar
las conexiones entre ellas. Algo que es capaz de emocionarnos, activará nuestra
atención. Y es esa atención, la que elegirá qué informaciones se archivan en los circuitos
neuronales y, por tanto, se aprenden.
LA ATENCIÓN:
“El recurso más precioso NO es la memoria si no, la ATENCIÓN”.
Podría definirse como la capacidad de generar, seleccionar, dirigir y mantener un nivel
de activación adecuada para procesar la información relevante.
La atención puede verse interrumpida por las distracciones:

 Las sensoriales: cuánta más inferencias sufrimos, menos atención prestamos.


 Las emocionales: cuanto más distraídos estamos, menos relaciones podemos
hacer.
¿Cómo se puede estimular la atención y la memoria?

 aprender con entusiasmo


 prestar atención consciente
 practicar actividades variadas
 otras.

¿Cómo puede el docente captar la atención de su alumnado?


Fundamentalmente, ofreciendo al alumno un objetivo significativo, un valor al
conocimiento que pretendemos transferirle en la medida que va a resolver una
necesidad suya. Para ello, debemos conocer qué les interesan a nuestros alumnos,
cuáles son sus inquietudes, qué situaciones cotidianas se encuentran en su entorno
social más inmediato. Cuando ese objetivo responde a algo que al alumno le emociona
de manera especial, la adquisición del aprendizaje será más rápido porque estará
motivado.
Si antes decíamos que fijábamos en nuestra memoria tanto las emociones negativas
como las positivas, también los alumnos recordarán cómo les hicimos sentir. En primer
lugar, por si hemos sido capaces desde nuestro liderazgo, de establecer un buen
ambiente afectivo en el aula. Desde nosotros como docentes hacia cada alumno en
particular mediante el reconocimiento de sus logros, como entre todos los alumnos en
general. Si procuramos esa conexión social en el grupo de clase, se sentirán más
motivados a colaborar en grupo y estaremos asentando las bases para convertir aquella
información en algo útil y, a largo plazo, en un recuerdo accesible y facilitador de nuevas
construcciones de conocimiento.
Y en segundo lugar, porque el docente es en sí mismo un generador de emociones.
Todos recordamos a aquel docente que afrontaba la clase desde la apatía, como una
mera obligación que cumplir, frente al docente apasionado que sonreía y que transmitía
curiosidad y mostraba la utilidad de lo que explicaba.
Tener en consideración las emociones significa ser consciente del impacto que generan
en las personas. Cualquier emoción tiene una influencia y repercusión en el modo de
pensar, sentir y actuar de quien nos escucha. Por eso, la eficiencia de la comunicación
es proporcional a la capacidad que tengamos de despertar la emoción en el alumno.
Pero aparte de lo que podemos hacer como docentes para enseñar mejor, el
aprendizaje en la escuela, debe ir acompañado de ambientes motivadores.
El cerebro tiene una particular manera de entender el espacio.
La neurociencia aplicada al aprendizaje permite que el docente conozca el sistema
nervioso y cómo funciona el cerebro y, a la vez, relacione este conocimiento con el
comportamiento de sus alumnos, su propuesta de enseñanza-aprendizaje, su actitud y
el ambiente del aula.

ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE

Das könnte Ihnen auch gefallen