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Colloques | 2007
IVe Journée d'histoire des sensibilités EHESS 6 mars 2007/IVa Jornada de Estudios de Historia de las
Sensibilidades – Coord. Frédérique Langue
R R
Résumés
Español English
La dureza del conflicto armado que caracterizó la Guerra Federal en Venezuela, guerra campesina
contra el latifundio, de liberales contra godos y de pobres contra ricos, es sin lugar a dudas el
momento más intenso de violencia social que acompañó a casi todo nuestro siglo XIX y que
trasformó aquel acontecimiento en una verdadera “fábrique d’emotions”, cuyos efectos en la
mentalidad venezolana ha sido tratada por historiadores positivistas de la talla de Lisandro Alvarado
y Laureano Vallenilla Lanz alrededor de la tesis del igualitarismo social. Además de esta labor
historiográfica que trabaja sobre los efectos políticos de aquel acontecimiento bélico, el estudio del
debate llevado a cabo en 1867 y 1868 entre dos grandes intelectuales de la época, don Cecilio Acosta
y el Dr. Ildefonso Riera Aguinagalde, acerca de la justeza y necesidad de aquella guerra social, puede
darnos pistas acerca del grado de sensibilidad con que aquella sociedad asumió la noción de
revolución puesta a circular en el vocabulario político venezolano como una representación de la
necesidad del cambio social impregnada de una idea de progreso, justicia y libertad que sólo era
posible alcanzar por la vía de la violencia. El propósito de esta comunicación es contextualizar aquel
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13/10/2019 El miedo a la revolución y los “deberes del patriotismo”: el debate Acosta-Riera Aguinagalde frente a la guerra federal en Venezuela, 18…
debate tanto en su entramado social como en el universo simbólico en el que se inserta la
sensibilidad al cambio y su mediación a través del discurso político liberal.
The hardness in the armed struggle that defined the Federal war in Venezuela, country men war
against large landed estate, from liberals against “godos” and poor against rich ones, is doubtless the
hardest moment in social violence that occured almost all XIX century long and transformed that
event in a real “fabrique d’emotions”, whose effects in venezuelan mind has been treated by
positivist historians like Lisandro Alvarado and Laureano Vallenilla Lanz in accordance with social
equality thesis. Besides this historiographic work about the political effects of that warlike event, the
study of the debate made in 1867 and 1868 between these two great thinkers from that time, “Don”
Cecilio Acosta and Dr. Ildefonso Riera Aguinagalde, about the justice and necessity of that social
war, can give us the keys about the sensibility level of that society which assumed the notion of
revolution, appearing in the venezuelan political vocabulary as a representation of the necessity of
social change related to the progress, justice and freedom idea, which was only possible through
violence way. The purpose of this communication is to contextualize that debate, either in its social
element or in the symbolic universe in which the sensibility to change and its mediation through the
liberal political discourse is introduced.
Entrées d’index
Mots clés : Venezuela
Keywords : ideas políticas, Acosta (Cecilio), Riera-Aguinalde, Guerra federal, liberalism
Palabras claves : sensibilidades, siglo XIX, Revolución, liberalismo, federalismo
Texte intégral
un conglomerado social determinado los mismos gestos y actitudes, las mismas emociones
soldadas en una suerte de “individualité supérieur” que los prepara para llevar a cabo la
misma acción.
3 El mejor medio de controlar o reprimir una emoción es llevándola a determinar con
precisión los motivos que la desencadenan o el objeto de su acción. En ese sentido, se trata
de pasar de la actividad emocional a la actividad racional, porque son opuestas. Ahora
bien, ¿cómo reconstituir esa vida afectiva del pasado? Una vía puede ser el estudio del
vocabulario, dice Febvre, en la medida en que se trata de aprehender más los sentimientos
que las cosas. Otra, la iconografía artística contrastada con la sentimentalité religieuse. Y
como fuentes, tres tipos de documentos: documentos morales, documentos artísticos y
documentos literarios. La invitación del gran historiador es a abrir una vasta encuesta
colectiva, un verdadero programa de investigación acerca de los sentimientos
fundamentales de los hombres y sus modalidades, destacando el rol que las actividades
emocionales han jugado en la historia de la Humanidad, comparándola con el papel de la
actividad intelectual, que ha sido realmente el factor dominante de estudio, quedando las
emociones al margen, en la periferia, desempeñando un papel entre secundario y
despreciable en los procesos histórico-sociales. Es, en esta dimensión de lo afectivo, donde
debemos ubicar ese rol de la sensibilidad en la historia, pasando a construir una historia
de las sensibilidades como objeto de estudio, ambición a la que responde, en el tiempo, el
Proyecto de Investigación del CNRS sobre Historia de las Sensibilidades, coordinado por
Frédérique Langue y Sandra Pasavento (http ://cerma.ehess.fr) y las presentes Jornadas
anuales sobre la Historia de las Sensibilidades que se realizan en los ambientes de la
EHESS.2 Para una de sus promotoras actuales en Francia, Frédérique Langue, se trata de
abordar “ces objets encore mal perçus que son pour l’historien les affects et passions, les
syncrétismes fondateurs d’identités, les conflits de mémoires et la construction de
catégories historiographiques, et enfin, cette fabrique d’émotions pour le temps présent
que constitue le diptyque violence et guerre lorsqu’il est l’objet de remémorations et de
souffrances.” 3
4 En nuestro caso, para la presente comunicación, hemos tomado un periodo histórico
muy sensible a los cambios, que se inaugura en lo político general con la ruptura del
dominio colonial español en 1811, la guerra de independencia 1812-1821, la creación, crisis
y disolución de la República de Colombia 1821-1830 y la construcción del estado nacional
venezolano a partir de 1830, todo ello en el contexto de una profunda crisis social y un
estado casi permanente de guerra civil que acompaña la conformación de un nuevo
sistema de dominación política liberal después de la practica eliminación física de la
anterior clase dominante interna de los llamados blancos criollos, situación de
inestabilidad que puso en el orden del día la acción de guerra como mecanismo de cambio
social y el caudillismo como sistema de autoridad en una sociedad disgregada y
empobrecida en cuyo vocabulario la palabra revolución cobra un significado muy diverso y
muy distante a lo que en el siglo XX proclamarán los ideólogos del marxismo criollo,
fundadores de dos de los cuatro principales partidos modernos del país: el partido Acción
Democrática y el Partido Comunista de Venezuela. ¿Hasta dónde el término revolución
tiene diferentes significados para la Venezuela rural del siglo XIX y para la Venezuela
petrolera del siglo XX?, es una interrogante que nos plateamos en un tiempo de larga
duración. Este estudio puede dar algunas pistas a ese respecto ya que se trata de abordar, a
través del debate entre don Cecilio Acosta y el Dr. Ildefonso Riera Aguinagalde llevado a
cabo en 1867 y 1868, el grado de sensibilidad con que aquella sociedad asumió la noción
de revolución puesta a circular en el vocabulario político venezolano como una
representación de la necesidad del cambio social impregnada de una idea de progreso,
justicia y libertad que sólo era posible alcanzar por la vía de la violencia. La coyuntura la
ofrecen las elección presidenciales de 1868 y el telón de fondo la interpretación de la
Guerra Federal que se desarrolló entre 1859-1863, sobre cuyo triunfo se levanta el nuevo
sistema político federal que defiende Riera Aguinagalde como un hecho político progresivo
y que Acosta cuestiona como vía civilizada y necesaria para promover el cambio social en
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8 La polémica la inicia Cecilio Acosta (Jullius) en artículo aparecido en El Federalista, el
16 de diciembre de 1867 el cual es comentado críticamente por Riera Aguinagalde
(Clodius).En ese primer articulo Acosta expone su teoría social y su caracterización de la
guerra federal. El contexto lo dan las elecciones de 1868 “época eleccionaria, que da el
blanco de todas las esperanzas y la fórmula de todos los derechos…”9 El planteamiento
central es que en Venezuela, “aún no hemos querido entrar en las practicas republicanas,
en la discusión pacífica del derecho, en los usos respetables de asociación, en la prensa
como luz, en la representación como reclamo…para después ocurrir a la guerra como
único remedio y crear una nueva situación política…”10 (Subrayado nuestro)
9 En la conformación de esta conducta social Acosta destaca la importancia del factor
subjetivo porque está en el orden de los sentimientos, de las emociones. Dice el autor: “Lo
que ha enfermado siempre a los pueblos americanos de la raza latina, y puede ser por
algún tiempo su cáncer futuro, es el odio político: confunden de ordinario la idea con la
persona, la doctrina con la parcialidad; se oyen a si solos, se niegan a la cooperación de
la labor común, y vienen, como resultas, la esterilidad en los esfuerzos de la
administración, la impotencia en los trabajos de la paz y la pendiente que va a dar a los
abusos de la guerra.” Si nos seguimos por Emilio Mira y López en su obra Cuatro
gigantes del alma, nos encontramos que uno de estas manifestaciones es la ira,
clasificada, junto al miedo y al amor, como una de las tres emociones primarias “… en las
que se inscribe toda gama de reflejos y desflejos de huida, agresión y fusión posesiva…”11
10 Partidario del “progreso sin saltos”, cuando Acosta habla de raza latina se refiere a
costumbres. Dice: “…el mal no es, de la raza; es de la falta de costumbres; y es menester
fundarlas en el ejemplo y difundirlas con la enseñanza.”12 En ese sentido, como “...las
revoluciones nuestras no se hacen como en otras partes, acaudilladas por los grandes
intereses, que están en las ciudades populosas, en los bancos, en las bolsas en los ricos
gremios” , sino que nacen en el campo, en los despoblados, la fórmula es entonces: “…o
poder para todos, o revolución para los excluidos”. Por tanto, son revoluciones “preñadas
de desastres” donde el país se barbariza. Su conclusión es muy clara: condenar “toda
revolución que tenga por objeto conseguir por ella lo que se puede en paz por las
elecciones venideras.”13 En una segunda entrega, de fecha 8 de enero de 1868, después de
caracterizar la doctrina republicana que profesa, insiste en señalar que el origen de
nuestras revoluciones está en la carencia de prácticas republicanas, situación que describe
con esta metáfora:
“Estas Repúblicas padecen de hidrocefalia o de plétora; toda su vida está arriba, y abajo hay poco o
nada animado. Como consecuencia de esto, se nota un fenómeno que se repite: que las
manifestaciones son de servidumbre o epilepsia: que callamos o peleamos, que pasamos de la
mordaza al fusil y que no sabemos hacer uso de este término medio que reparte el calor en todo el
cuerpo, del derecho escrito, de la palabra simpática, de la reclamación digna, de la ciudadanía
respetable.”14
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presente en la Guerra Federal, odio contra el godo, del odio político más asociado a la
lucha individual por el poder político entre los integrantes de la clase dominante, tema que
hemos tratado en otro artículo dedicado al estudio del surgimiento del Partido Liberal
venezolano en 1840 y los efectos sociales de su discurso político.25 Veamos cómo se
desarrolla esta contradicción en el debate que hemos venido citando.
16 Para Acosta, el odio político es el motor que desencadena la violencia que Riera
Aguinagalde califica de revolución, lo cual define como un problema de costumbre
arraigado en la personalidad de la raza latina. Esa es su tesis. Para Reira Aguinagalde, la
revolución, es un fenómeno más complejo que consta de dos fases: una violenta, que
destruye el orden establecido y la otra pacifica, que construye un nuevo orden. En todo
caso, se trata de una fatalidad necesarias que resumen con estas palabras:
“Todo esta subordinado a una ciencia infinita, a una ciencia suprema, a la mano paternal de la
Providencia. Y todo esto es bueno y ha sido siempre así, y continuará invariable en sucesión de las
edades. La guerra, porque destruye, no merece maldiciones; y si la inteligencia edifica es porque
anticipadamente se le prepararon las vías. Seremos más justos, si dando a cada uno lo que le
pertenece no exaltamos uno de los elementos deprimiendo su antagonista.”26
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19 En relación a la dureza y crueldad del conquistador frente al indígena que califica y trata
como su enemigo, Blanco Bombona señala que ambas conductas son el resultado del
sentido fatalista de la vida que el español del siglo XVI maneja como principio, según el
cual, sólo sucede lo que debe suceder, lo cual genera desconfianza frente a la eficacia del
esfuerzo. Esto va unido a un catolicismo sui generis que imagina que se puede ser
bandolero y, a la vez, alcanzar la salvación del alma si se tiene fe en Dios. Dice al respecto,
este autor: “Los bandidos andaluces se encomiendan, antes del dar el golpe, a la Virgen
de La Macarena; y con más universalidad, si no con más fe, invocan los bandoleros de
México a la Virgen de la Guadalupe. Después de la imploración, ya se puede cometer la
fechoría, contando con el favor divino.”28 Esta dureza y crueldad tuvo campo abierto en la
conquista americana, frente a la cual, como su contrapeso, surgió ese sentido humanista y
humanitario expresado en aquellos hombres que como Montesinos y Las Casas
promovieron la idea protectora que trataron de implantar a través de las Leyes de Indias,
lo cual generó esa temprana contradicción que entre nosotros convive entre la realidad y la
ley.
20 Este es, pues, un primer escalón, donde aparece la obra destructiva de los
conquistadores que genera una manera de comportarse frente al otro y una norma que se
acata pero no se cumple. En un segundo escalón, encontramos la “guerra a muerte”,
desatada en plena lucha emancipadora contra España, capitulo al que también le dedicó
Blanco Fombona un denso estudio, como parte de su obra escrita sobre la personalidad de
Bolívar. Para este autor, la guerra a muerte no es más que la continuación de la guerra
desatada por los españoles en la conquista. La única diferencia, es que ahora, “peleaban
los españoles con sus hijos”.29 Si para Monteverde, los patriotas son súbditos rebeldes que
debían someterse con la ley de conquista, Bolívar es un fanático que le obsesiona la idea
fija de obtener la independencia de América por todos los medios posibles. En el fondo,
había el odio larvado de “castas y colores”. Bolívar, frente a aquella epidemia de crímenes
en que se desolaba el país entre 1813 y 1814, con su famosa proclama, no hizo más que
formalizar un enfrentamiento, aceptar una realidad y, lo más importante quizá, darle
sentido político a aquella carnicería humana.
21 En cuanto a la Guerra Federal, la situación de violencia no fue menor. Ha sido Lisandro
Alvarado, entre los más destacados historiadores de aquel acontecimiento el que mayor
información nos arroja en este aspecto en su obra Historia de la Revolución Federal de
Venezuela.30 Pero también nos dejó importantes anotaciones que desde la perspectiva de
la medicina aportan ideas al respecto, como su articulo sobre la “Neurosis de hombres
celebres de Venezuela”, donde por cierto dedica un perfil a cada uno de nuestro autores:
Ildefonso Riera Aguinagalde y Cecilio Acosta. Del primero nos dice lo siguiente: “De
estatura mediana y cabeza voluminosa, fue atacando de una afección cerebral –
reblandecimiento, según parece -. La enfermedad tuvo su curso bastante largo,
manifestándose desde temprano la locura de las ideas. Su fallecimiento tuvo lugar en
Paris el 24 de marzo de 1882”31 De Acosta nos refiere, en cambio: “Su carácter era casi
incalificable; constante en algunas cosas, inconstante en otras; de un corazón sensible e
incapaz de odio; su único y grande amor fue el de su buena y virtuosa madre…”32 ¿Qué
decir de la relación que nos plantean estos retratos patológicos y sus efectos en la vida
social e intelectual de nuestros dos autores analizados? Es un capitulo más de la historia
de las sensibilidades que está por escribirse, donde la escritura no puede quedar al margen
de la vida afectiva del sujeto que construye realidades y las divulga con su verbo oral y
escrito. Pero tiene también don Lisandro Alvarado un interesante estudio sobre “Los
delitos políticos en la Historia de Venezuela” donde analiza, a partir de algunos casos de
nuestra historia, el delito político. Allí es donde aparece, en toda su extensión y
profundidad, la fuerza de las emociones de venganza que en cierto momento se confunden
con la actuación política, más como ánimo de revancha y odio, que como decisión tomada
por razones ideológicas generales. La “guerra a muerte”, el asalto al Congreso en 24 de
marzo de 1848 y la Guerra Federal son tomadas como casos de estudio, como escenarios
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Notes
1 Febvre, Lucien. Combats pour l’histoire. Paris : Armand Collin. 1992. p. 224.
2 Las diferentes comunicaciones a este Jornada están publicadas en la revista electrónica Nuevo
Mundo Mundos Nuevos http://nuevomundo.revues.org y una edición especial dedicada al tema de
L’Amérique latine et l’histoire des sensibilités en la revista Caravelle. Cahiers du Monde Hispanique
et Luso-Bresilien. Toulouse: IPEALT. Presses Universitaires du Mirail. No. 86. 2006.
3 Langue, Frédérique. Présentation.. Caravelle. No. 86. 2006. p. 8.
4 Vallenilla Lanz, Laureano. Obras Completas. Caracas: Centro de Investigaciones Históricas de la
Universidad Santa María. 1983. T. I. p. 216.
5 Al respecto se puede consular en estudio que sobre este tema hacemos en: Rojas, Reinaldo.
Historiografía y Políticas sobre el tema bolivariano. Barquisimeto; Ateneo de Barquisimeto-Fondo
Editorial Buría. 1999. pp. 71-86.
6 Bolívar, Simón. Obras Completas Ministerio de Educación de los Estados Unidos de Venezuela.
s/f. Vol. I. p. 444.
7 Cf. Palacio Fajardo, Manuel. Bosquejo de la Revolución en la América Española. Caracas:
Publicaciones de la Secretaría General de la X° Conferencia Interamericana. 1953. La primera
edición de 1817 se hizo en inglés y francés y la de 1818 en alemán.
8 Roscio, Juan Germán. El triunfo de la libertad sobre el despotismo. Caracas: Monte Ávila editores.
1983. p. 165 y ss.
9 Acosta, Cecilio. Doctrina. Caracas: Ediciones del Ministerio de Educación Nacional. 1950. p. 17
10 Ibid. p. 18.
11 Mira y López, Emilio. Cuatro gigantes del alma. Buenos Aires: Librería “El Ateneo” Editorial.
1965. p. 10.
12 Acosta, Cecilio. Op. Cit. 1950. p. 19.
13 Ibid. p. 22.
14 Ibid. p. 29.
15 Ibid. p. 30
16 Ibid. p. 38.
17 Ibid. p. 40.
18 Ibid. p. 44.
19 Cf. Baczko, Bronislaw. Los imaginarios sociales. Buenos Aires: Nueva Visión. 1999. p. 8.
20 Cf. Wunemburger, Jean-Jacques. Imaginaires du politiques. Paris: Ellipses. 2001. p. 10 y ss.
21 Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. México: FCE. Colección Popular. 1987. p. 44.
22 La palabra chusma, por ejemplo, como término para referirse al pueblo como gente ordinaria,
ignorante, vulgar, soez y bárbara, es uno de los calificativos más usados para descalificar la
participación popular en la acción pública, ayer y hoy, y generar su exclusión política.
23 Anderson, Benedit. Comunidades imaginadas. México: FCE. 1997. p. 23.
24 “Etnificación ficticia” la denomina Etienne Balibar en su articulo “La forma nación: historia e
ideología”. En: Balibar, Etienne e Inmanuel Wallerstein. Raza, nación y clase. Madrid. IEPALA.
1991. p. 155.
25 Cf. Rojas, Reinaldo. “La noción de ciudadanía en el discurso del Partido Liberal venezolano.
(1840 - 1848). Ponencia presentada en el 52° Congreso de Americanistas, Sevilla, España, 17 al 21
de julio de 2006.
26 Ibid. p. 44 y 45.
27 Blanco Fombona, Rufino. Ensayos históricos. Caracas: Biblioteca Ayacucho. 1981. p. 8.
28 Ibid. p. 39.
29 Blanco Fombona, Rufino. Obras selectas. Caracas-Madrid: Ediciones EDIME. 1958. p. 366.
30 Alvarado, Lisandro. Obras Completas. Caracas: La Casa de Bello. 1989. T. II. Pp. 535-1149.
31 Ibid. p. 1.192.
32 Ibid. p. 1.194.
33 Ibid.p. 1.236.
34 Arráez, Antonio. Los días de la ira. Valencia: Vadell Hermanos. 1991. p. 35.
35 Stambouli, Andrés. Crisis política. Venezuela 1945-1958. Caracas: Editorial Ateneo de Caracas.
1980. p. 48 y ss.
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36 Al respecto pueden consultarse: Garrido, Alberto. Documentos de la Revolución Bolivariana.
Mérida: Ediciones del autor. 2004. Bonilla-Molina, Luis y Haiman El Troudi. Historia de la
Revolución Bolivariana. Caracas: Ministerio de Comunicación e Información. 2004.
37 Los dos momentos de crisis más acentuados son el golpe de estado del 11 de abril de 2002 y la
huelga petrolera de octubre 2002-enero 2003. Sobre el primero acontecimiento se puede consultar
nuestro ensayo: “De lo contemporáneo a lo inmediato: los problemas de la temporalidad en la era de
la globalización.” Revista de Ciencias Sociales de la región centroccidental. Barquisimeto
(Venezuela): Publicación de la Fundación Buria y el Centro de Investigaciones Históricas de
América Latina y el Caribe. No. 10, enero-diciembre de 2005. pp. 55-91. También en:
www.reinaldorojas.cjb.net
38 Lefebvre, George, Le Grande Peur. Paris: Cedes. 1932.
Auteur
Reinaldo Rojas
Droits d’auteur
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