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COMENTARIOS DE TEXTOS 2º BACHILLERATO (PROFES.

NET)

Censura de libros y escritos procedentes de Francia

Jorge González Y José Manuel Martínez

“Con motivo de haber dado noticia a la vía reservada de Hacienda los


Administradores de las aduanas de Sevilla, Cádiz y Ágreda de haber
llegado a ellas varias remesas de libros Franceses, preguntando lo que
deberían ejecutar, se examinó este punto en mi Consejo de Estado; y
hecho cargo de lo prevenido y dispuesto en las anteriores órdenes y
cédulas; y considerando que de la traída, detención y retorno de los
libros que fueren corrientes, y no hubieren venido a Madrid se
originarían al comercio y a los interesados muchos embarazos y
perjuicios; he resuelto …]:
1.- Que todas las brochuras o papeles impresos o manuscritos que traten
de las revoluciones y nueva constitución de la Francia desde su principio
hasta ahora, luego que lleguen a las Aduanas, se remitan por los
Administradores de ellas directamente al ministerio de Estado, que es a
quien corresponden los asuntos relativos a Naciones extranjeras.
2.- Que los abanicos, caxas, cintas y otras maniobras que tengan alusión
a los mismos asuntos, se remitan al Ministerio de Hacienda, que
dispondrá se les quiten las tales alusiones, antes de entregarlas a sus
dueños.
3.- Que todos los libros en lengua Francesa, que lleguen a las aduanas de
las fronteras y puertos con destino a Madrid, se remitan por los
Administradores de ellas, cerrados y sellados, a los Directores Generales
de Rentas; los quales avisen su llegada al Gobernador del Consejo, para
que haciéndolos reconocer, se dé el pase a los que fueren corrientes,
deteniendo los sediciosos, y que traten de las revoluciones de Francia,
que se deberán remitir por dichos Directores al Ministerio de Estado.
…]”

Observancia de las anteriores prohibiciones con nuevas declaraciones para


evitar la introducción de libros prohibidos. Real Orden de 15 de julio y Cédula
del Consejo de 22 de agosto de 1792 (en VV.AA., Textos y documentos…, op. Cit.,
pp.91-92.

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 La España de Carlos IV e impacto de la Revolución Francesa:
gobiernos de Floridablanca y Aranda.
 Godoy, secretario de Estado: alianza con la Convención francesa y
El Directorio. Dificultades interiores.
 Las ideas revolucionarias en España.

1.-Clasificación del texto

Estamos ante una fuente histórica primaria de naturaleza política, ya que se


trata de una Real Orden de 15 de julio y de una Cédula del Consejo de 22 de
agosto de 1792 que confirman anteriores resoluciones sobre la prohibición de
introducir en España libros, abanicos,… que contribuyeran a difundir las ideas
revolucionarias. Dichos impedimentos expresaban la preocupación de
Floridablanca, principal ministro de Carlos IV, ante los acontecimientos
franceses, quien al dejar el poder en febrero de 1792 declaró: “Vivimos al lado
de una hoguera que lo puede incendiar todo, destruir la religión y la autoridad
soberana del rey, así como la existencia de la misma monarquía y de las clases
que la componen”.

Para evitar que las ideas revolucionarias penetraran en España, Floridablanca


estableció un cordón sanitario en las fronteras y tomo las siguientes medidas:
prohibió hablar de lo que pasaba en Francia; ordenó el cierre de un club
gaditano frecuentado por hombres de negocios franceses, que habían
manifestado un excesivo entusiasmo ante los sucesos revolucionarios parisinos;
se censó a los extranjeros, sobre todo a los de origen galo, algunos de los cuales
fueron expulsados; Se inició una vigilancia sobre cuantos viajeros y emigrantes
atravesaron nuestras fronteras desde el verano de 1789 y finalmente, se
encargó a la Inquisición que combatiera la propaganda subversiva que
penetraba bajo formas, cuando menos, variadas y pintorescas: libros, folletos,
periódicos introducidos de contrabando, relojes, tabaqueras, gorros frigios o
chalecos adornados con inscripciones (Liberté et Égalite),etc. Este es el sentido
de las disposiciones expuestas en el presente comentario de texto.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

La idea principal de texto es la preocupación que supone a las autoridades la


llegada a las aduanas de Sevilla, Cádiz y Ágreda de unas remesas de libros
procedentes de Francia, que pudieran contener ideas revolucionarias y cuyo
contagio, según lo ya dispuesto en anteriores órdenes y cédulas, se debe evitar.

A continuación se especifican una serie de medidas que afectan a papeles


impresos, manuscritos, libros u otros objetos que pudieran difundir las ideas
revolucionarias. (Se dispone que deben ser enviados al Ministerio de Estado
todos los papeles impresos o manuscritos llegados a nuestras aduanas y
sospechosos de contener información sobre los hechos revolucionarios
acontecidos en el país vecino o sobre la constitución gala de 1791. Asimismo se
ordena que se eliminen de objetos como abanicos, cintas o cualquier alusión que
pudiera hacerse a los acontecimientos ocurridos en el país vecino. Finalmente se
ordena que todos aquellos libros escritos en francés que llegasen a nuestros
puertos y fronteras con destino a Madrid, se remitan a la autoridad pertinente a
fin de proceder a la eliminación de cuantos contuvieran ideas sediciosas).

3.-Cuestiones

 La España de Carlos IV e impacto de la Revolución Francesa:


gobiernos de Floridablanca y Aranda.

Carlos IV comenzó su reinado en el año 1788. La confirmación en el


cargo del último secretario de Estado de su padre, el conde de
Floridablanca, manifestaba la clara intención de realizar una política de
continuidad respecto al reinado de Carlos III. Sin embargo, el
surgimiento en diversos puntos de la Península de motines de
subsistencia, provocados por las malas cosechas y la subida del pan,
generó un clima de desasosiego e incertidumbre, aumentado aún más por
el paulatino conocimiento en la Corte de Madrid de de los
acontecimientos revolucionarios parisinos. El temor a que el fuego
revolucionario prendiera en territorio español obligó al secretario de
Estado a abandonar la política reformista e impulsó a Floridablanca a fijar
un “cordón sanitario”, una vigilancia fronteriza intensa a cargo del
Ejército y de la Inquisición. Se pretendía aislar así a la monarquía
española del posible contagio de ideas revolucionarias.

Esta política de radical oposición a Francia forjó en España un duro


régimen policial y de censura que, además de perjudicar el comercio
exterior, hacía sentirse molesto al gobierno revolucionario francés, que,
quejoso de la continua desconfianza española, amenazaba con romper la
tradicional amistad franco-española que los oponía a Gran Bretaña. Es
más, este escenario se reveló contraproducente con el principal deseo de
Carlos IV en la: socorrer a Luis XVI.

Así pues, el monarca español optó por cesar a Floridablanca,


sustituyéndolo por el más conciliador conde de Aranda, quien buscó
mantener la amistad con Francia. Esperaba contener la revolución y
salvar la monarquía de Luis XVI, pero su política de distensión y de
neutralidad varió cuando, en agosto de 1792, el monarca francés fue
encarcelado cuando intentaba huir del país. Tras proclamarse la
República en Francia en septiembre de dicho año, Aranda consideró
inevitable la guerra contra los franceses. Los preparativos bélicos fueron
interrumpidos a raíz de la sustitución de Aranda por un nuevo secretario
de Estado: Manuel de Godoy.

El nuevo ministro reunía las características deseadas por el monarca.


Estaba desvinculado de las dos facciones enfrentadas en la corte y era un
hombre nuevo, libre de los inconvenientes históricos de unos y otros.
Godoy entró en el gobierno con el específico encargo de salvar al rey de
Francia. El desesperado intento del rey y su ministro fue en vano: la
guillotina acabó con Luis XVI. La ejecución del monarca francés rompió
los lazos que habían vinculado a Francia y España durante noventa años y
supuso la declaración de guerra a los revolucionarios franceses, en
alianza con Inglaterra, Austria y Prusia. Así, en 1793, Godoy lanzaba a
España a una guerra para la que no estaba preparada ni económica ni
militarmente, pero que, por razones ideológicas gozó de gran
popularidad. El impacto de la muerte de un rey y la de esta lucha como
cruzada frente a la irreligiosidad francesa, imagen difundida por la
Iglesia, movilizó tanto a la nobleza como a la masa popular.

 Godoy, secretario de Estado: alianza con la Convención francesa y


El Directorio. Dificultades interiores.

La ejecución de Luis XVI motivó la expulsión del embajador francés en


1793 y la consiguiente ruptura de relaciones con Francia. A pesar de los
Consejos de Aranda, se rompió la tradición secular de alianza de los
“pactos de familia” y la Convención francesa declaró la guerra a España.

El ejército español avanzó sobre el Rosellón, pero las victorias iniciales


del general Ricardos pronto se deshicieron en derrotas, fácilmente
explicables por la pésima preparación técnica, el penoso abastecimiento y
la escasa moral de la tropa frente a los enardecidos revolucionarios. Los
ejércitos franceses recuperaron el Rosellón, dominaron el País Vasco,
penetraron hasta Miranda de Ebro, tomaron Figueras y ocuparon buena
parte de Cataluña. Mientras tanto, Inglaterra, supuesta aliada de España,
aprovechaba la guerra en Europa para consolidar sus posiciones en el
mercado colonial y se hacía fuerte en el Caribe. La presión de los ejércitos
franceses, la sangría de los campos de batalla, la competencia mercantil
inglesa y el creciente descontento interior llevaron a Godoy a buscar la
paz al margen de sus aliados. La Paz de Basilea en julio de 1795 fue el
reconocimiento de la derrota, aunque Godoy recibiera el título de
“Príncipe de la Paz”.

Las consecuencias de esta guerra fueron calamitosas: pérdida de la isla


de Santo Domingo, ruina de la Hacienda, riesgo claro de pérdida de
Cataluña y anexión por la Convención, aumento de presión de la América
española acompañada de un control mayor del tráfico oceánico.
Finalmente, la Paz de Basilea comprometió a España en una nueva
alianza estrecha con Francia, y se perdió cualquier posibilidad de
neutralidad, con lo que automáticamente Inglaterra pasó a ser el enemigo
principal.

Así, en agosto de 1796, se firmó el primer tratado de San Ildefonso con


Francia, que concretó una alianza ofensivo-defensiva entre ambas
naciones. La alianza con Francia significó la inmediata ruptura de
hostilidades con Gran Bretaña, que derrotó a la flota española en el cabo
de San Vicente. Además, los británicos se apoderaron de la isla de
Trinidad, interrumpiendo las comunicaciones entre España y sus colonias.

Godoy se vio obligado a firmar por separado la paz con los ingleses. Poco
después fue cesado en su puesto, ante las presiones de Francia; la
impopularidad tras la derrota y el consiguiente malestar por la subida de
precios ocasionada por la movilización y el esfuerzo bélico.

La situación interna no era buena. Desde 1792 las malas cosechas se


sucedieron provocando carestías, alzas en los precios y movimientos
sociales. El estado de las finanzas públicas se agravó. En 1781, con el fin
de reunir los fondos necesarios para la guerra contra Inglaterra, el estado
se había endeudado considerablemente al emitir vales, que eran a la vez
papel moneda y bonos del tesoro. Tenían un interés del 4 por 100 y eran
reembolsables en veinte años. La depreciación de los vales fue tanto más
rápida cuanto que se produjeron nuevas emisiones en 1782, 1785 y 1788.
Se volvieron a emitir vales en 1794 e incluso en 1799. La inflación se
reactivó. Para rellenar las arcas del estado se recurrió a los habituales
expedientes y a una medida de muy distinta índole: la venta de una parte
de los bienes del clero, los que no concernían a la cura de almas, es decir,
inmuebles y tierras pertenecientes a hospicios, ermitas, cofradías y obras
pías.

Entre 1788 y 1808, alrededor de una sexta parte de los bienes del clero
fue puesta a la venta de este modo, con el acuerdo del papado y a pesar
de las protestas de los obispos. Los compradores podían pagar con vales
que eran aceptados por su valor nominal. Algunos pequeños labradores se
aprovecharon de ello para redondear sus posesiones, pero los grandes
beneficiarios fueron los grandes propietarios. Así pues, la medida no
resolvió la cuestión agraria; incluso la agravó. También tuvo
consecuencias políticas. El clero tenía el sentimiento de haber sido
expoliado y responsabilizó de ello a Godoy. Un sector de la nobleza no le
perdonó su rápido ascenso, su altanería y su autoritarismo, llamado en la
época despotismo ministerial. La elite ilustrada se sentía decepcionada
cuando no perseguida. Las capas populares manifestaron una hostilidad
sin atenuantes contra el favorito. La corte no pudo ignorar el aumento y la
violencia del descontento y sacrificó a Godoy.

Las ideas revolucionarias en España.

Las ideas revolucionarias penetraron en los ámbitos ilustrados españoles,


especialmente tras la paz de Basilea. Ilustrados como Jovellanos, en carta
escrita en 1796, llegan a defender la división de poder del Estado. Uno de los
autores ilustrados españoles cuyos escritos muestran con claridad la asimilación
del pensamiento revolucionario galo es el conde de Cabarrús. La admiración del
aristócrata queda bien patente en una de las muchas cartas que escribió a
Jovellanos, en la que se manifiesta admirador de la obra de la Asamblea
francesa, llegando a considerar a dicha institución revolucionaria uno de los
acontecimientos más extraordinarios acaecidos en el mundo. Cabarrús se
interesó por asuntos como la libertad de opinión y sus límites, y por temas de
indudable interés social, planteándose un esbozo de reforma social tendente a
poner punto final a la desigual distribución de la riqueza.

Pero no sólo las elites se hicieron eco de las ideas revolucionarias, sino que éstas
también fueron tema frecuente de discusión y debate entre las clases populares.
No debemos olvidar que la Revolución francesa dio lugar a una gran cantidad de
folletos y escritos en los que se manifestaba sobre asuntos tan distintos como los
derechos del hombre, la constitución política de los estados, la libertad, la
igualdad de las clases y la monarquía de derecho divino.

La influencia de las ideas revolucionarias se manifiesta en incluso en la obra de


Goya, quien en Los Caprichos pretende desterrar de la mente humana los
monstruos de la ignorancia y la superstición.

El Tratado de Fontainebleau

Jorge González Y José Manuel Martínez

“Art. 1º. La provincia de Entre-Duero y Miño con la ciudad de Oporto se


dará en toda propiedad y soberanía de S.M. el rey de Etruria con el título
de Rey de la Lusitania Septentrional.
Art.2º. La provincia de Alentejo y el reino de los Algarbes, se darán en
toda propiedad y soberanía al Príncipe de la Paz, para que las disfrute
con el título de Príncipe de los Algarbes.
…] Art. 11º. S.M. el emperador de los franceses sale garante a S.M. el rey
de España de la posesión de sus estados del continente de Europa
situados a mediodía de los Pirineos.

Convención secreta anexa

Art. I. Un cuerpo de tropas imperiales francesas de veinte y cinco mil


hombres de infantería, y de tres mil hombres de caballería entrará en
España y marchará en derechura a Lisboa: se reunirá a este cuerpo otro
de ocho mil hombres de infantería y de tres mil de caballería de tropas
españolas con treinta piezas de artillería.
Art. II. Al mismo tiempo una división de tropas españolas de diez mil
hombres tomará posesión de la provincia de Entre Miño y Duero y de la
ciudad de Oporto; y otra división de seis mil hombres, compuesta
igualmente de tropas españolas tomará posesión de la provincia de
Alentejo y del reino de los Algarbes.
Art.III. Las tropas francesas serán alimentadas y mantenidas por la
España, y sus sueldos pagados por la Francia durante todo el tiempo de
su tránsito por España.
…] Art. VI. Un nuevo cuerpo de cuarenta mil hombres de tropas
francesas se reunirán en Bayona, a más tardar el 20 de noviembre
próximo …]. Este nuevo cuerpo no entrará sin embargo en España, hasta
que las dos Altas Potencias contratantes se hayan puesto de acuerdo a
este efecto.

…] Hecho de Fontainebleau, a 27de octubre de 1807. Duroc-Izquierdo”

Análisis del texto y cuestiones


1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor
2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 La privanza de Godoy.
 Godoy y Napoleón. La política exterior española entre 1799 y 1808.
 Trafalgar: el inicio del fin del imperio colonial español.

1.-Clasificación del texto

Estamos ante una fuente histórica primaria de naturaleza jurídico-política,


ya que el texto nos ofrece unos fragmentos de un tratado internacional que
establece una alianza político-militar entre el imperio napoleónico y la
monarquía española. El tratado de Fontainebleau fue acordado el 27 de octubre
de 1807, entre la Francia de Napoleón y la España de Carlos IV, con el objeto
de repartirse los territorios de Portugal y hacer así efectivo el bloqueo
continental contra Gran Bretaña. Los respectivos plenipotenciarios firmantes
fueron el general francés Géraud Duroc y el diplomático español Eugenio
Martín Izquierdo. Como consecuencia de este tratado, entraron en la
Península 100.000 soldados franceses, que se instalaron en las plazas fuertes de
San Sebastián, Pamplona y Barcelona, y, en camino hacia Portugal, en Valladolid,
lo que provocó en toda España un sentimiento antifrancés y en contra de Godoy.
A principios de 1808 no era difícil vislumbrar el plan de Napoleón: ocupar los
tres puertos más importantes de la Península (Barcelona, Cádiz y Lisboa). Ante
las intenciones francesas, Godoy propuso el traslado de la familia real a
Andalucía, desde donde sería fácil dirigirse a los territorios americanos.

2.-Análisis de las ideas primarias y secundarias

La idea principal del texto es la división que en virtud de este tratado franco-
español se hace del territorio portugués. Los artículos 1º, 2º y 11º de dicho
pacto acuerdan la formación de un Reino de a Lusitania Septentrional formado
por las provincias de Entre-Duero y Miño, con la ciudad de Oporto, que sería
entregado al rey de Etruria (art. 1º); la entrega en propiedad a Godoy de la
provincia portuguesa del Alentejo y el reino de los Algarbes con el título de
Príncipe de los Algarbes (art. 2º); asimismo Napoleón garantiza a Carlos IV la
posesión de todos sus estados del continente europeo situados a mediodía de los
Pirineos (art. 11º).

En artículos incluidos dentro de una convención secreta, anexa a dicho pacto, se


marca la conformación de las tropas (nacionalidad, número, proporción de
infantería, artillería y caballería) que se dirigen a Lisboa (art. I) y de las
divisiones que conquistarán y ocuparán la provincia de Entre Miño y Duero, con
la ciudad de Oporto, y la provincia de Alentejo y el reino de los Algarbes (art. II).
El artículo III establece que las tropas francesas, aunque pagadas por el
emperador, durante su tránsito por España serán alimentadas y mantenidas por
la monarquía hispana. El artículo VI establece el posicionamiento de un cuerpo
de cuarenta mil hombres en la ciudad francesa de Bayona, que, previo acuerdo
de las potencias firmantes, entrará en territorio peninsular si fuera preciso.

3.-Cuestiones

 La privanza de Godoy.

Manuel de Godoy y Álvarez de Faria ingresó en el cuerpo de Guardias de


Coros en 1784 y pronto consiguió la protección de Carlos IV y de la Reina
María Luisa. Nombrado duque de Alcudia y consejero de Estado desplazó
al conde de Aranda como primer ministro en 1792; desde esta fecha
dirigió la política española. Su nombramiento como primer ministro en
sustitución de Aranda estuvo determinado por la necesidad de contar con
una persona desvinculada de la administración anterior y capaz de iniciar
una política hostil con Francia, sobre todo después de la ejecución de
Luis XVI en enero de 1793. Tras dos años de guerra, Godoy firmó la Paz
de Basilea con Francia (julio de 1795), por la que recibió el título de
Príncipe de la Paz. Desplazado del poder entre 1798 y 1800, estableció
una alianza con Napoleón y dirigió la Guerra de las Naranjas (1801).
Siguiendo las pautas marcadas por Napoleón, firmó el Tratado de
Amiens (marzo de 1802), por el que España obtuvo de Gran Bretaña la
confirmación del control sobre la isla de Menoría a cambio de Trinidad. La
oposición favorable al príncipe Fernando preparó una conspiración
antigodoista (Proceso de El Escorial de 1807), aunque la definitiva
caída del favorito se produjo a raíz del Motín de Aranjuez, el 18 de
marzo de 1808. Después acompañó a los reyes en su exilio y murió en
1851 en París.

 Godoy y Napoleón. La política exterior española entre 1799 y 1808.

A partir de la llegada al poder de Napoleón Bonaparte, en 1799, la corte


de Madrid se convirtió en una mera comparsa de la política expansionista
francesa. El intervencionismo francés en la política hispana obligó a
Godoy a dirigir la invasión de Portugal en 1801 –guerra de las Naranjas-
con el objetivo de cerrar los puertos lusos al comercio inglés. En 1802,
Francia e Inglaterra firmaron la paz de Amiens; pero la reanudación de
hostilidades entre ambas potencias arrastró a la España de Carlos IV a
una guerra no deseada y de trágicas consecuencias. En efecto, las
derrotas navales hispano-francesas de Finisterre y Trafalgar (1805) ante
la escuadra de Nelson, supusieron la destrucción de la mayor parte de la
armada y la incomunicación con nuestras posesiones americanas, que hizo
imparable el hundimiento económico del país.

Los desastres bélicos, el arrinconamiento político de la alta nobleza y el


disgusto del clero a causa de las medidas desamortizadoras unieron a la
oposición en torno al príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, quien
no congeniaba con Godoy.

Tanto el favorito de Carlos IV como el príncipe Fernando habían tratado


de ganarse la amistad de Napoleón, que estaba entonces ocupado
intentando asfixiar la economía británica. El emperador había decretado
el establecimiento de un bloqueo comercial que interrumpiese los
contactos ingleses con el continente. El cumplimiento de dicho proyecto
no era posible sino se contrarrestaba el contrabando y la violación de
dicho bloqueo continental que se realizaba desde las costas portuguesas y
que permitía el aprovisionamiento de Gran Bretaña. Para ello era
necesario atacar y ocupar Portugal.

Por el Tratado de Fointanebleau (27 de octubre de 1807), España


consentía permitir el paso de tropas francesas por territorio español con
destino a Portugal, cuyo territorio sería repartido en tres partes
independientes, una de las cuales se le asignaba al propio Príncipe de la
Paz. Atento a la ocupación clandestina de la Península por los ejércitos
napoleónicos, Godoy tramó la huida de la familia real a Andalucía o a
América, pero su intención se vio frustrada por el motín de Aranjuez (19
de marzo de 1808), que provocó la caída de Godoy y la abdicación de
Carlos IV en favor de Fernando VII. Sin embargo, Napoleón no reconoció
a Fernando, y Carlos IV pronto se arrepintió de su abdicación, en tanto las
tropas francesas, al mando del general Murat entraban en Madrid.

Así pues, en 1808, Napoleón era el verdadero árbitro de la situación


política española. El destronado Carlos IV y el nuevo rey Fernando VII
esperaban contar con su apoyo. Sin embargo, Napoleón obligó a una
sucesión de abdicaciones y eligió a su hermano José Bonaparte como rey
de España.

Trafalgar: el inicio del fin del imperio colonial español

Como consecuencia de los reiterados pactos firmados entre Carlos IV y la


Francia de Napoleón, la monarquía española se convirtió en aliada de una
política exterior francesa que contemplaba como uno de sus objetivos la invasión
de Gran Bretaña. En 1805, el emperador galo diseñó una estrategia que
pretendía lograr ese fin: la flota hispanofrancesa debía atraer a la británica
hacia las costas americanas para luego, tras despistar a la escuadra de Nelson,
retornar al Canal de la Mancha para apoyar y cubrir el desembarco de tropas
francesas en suelo inglés. Pero el almirante Nelson descubrió la maniobra,
apareciendo a la altura del cabo Finisterre, donde entabló combate (22 de julio
de 1805), con el resultado de seis buques de la flota coaligada hundidos. La
escuadra francoespañola, al mando del vicealmirante francés Pierre Charles de
Villenueve, se reagrupó en Ferrol. Posteriormente, en agosto de 1805, se
refugió en el puerto de Cádiz. No obstante, desoyendo las recomendaciones de
los marinos españoles, el vicealmirante francés ordenó salir a mar abierto y
presentar batalla a las fuerzas navales de Nelson. El 21 de octubre, ambas
escuadras se enfrentaron cerca del cabo de Trafalgar. La fuerza formada por
buques franceses y españoles sumaba un total de 33 navíos. Frente a ellos se
alineaban 27 buques británicos con mayor potencia artillera. Los navíos
hispanofranceses maniobraron para presentar una línea, según táctica habitual
de la época, pero el despliegue se realizó de manera defectuosa y de hecho la
línea quedó dividida en dos. Nelson dispuso sus barcos en dos columnas
paralelas y atacó con el objetivo de romper la formación aliada. Así logró aislar
las unidades españolas y las francesas y aprovechar la superioridad de sus
cañones. La derrota de la armada comandada por Villenueve supuso, no sólo la
pérdida de nuestros mejores barcos y marinos, Federico Carlos Gravina, Cosme
Damián Churruca y Dionisio Alcalá Galiano; sino la reanudación del comerció
inglés a través de Portugal y la pérdida del ya precario control marítimo español
en sus colonias americanas. Después de Trafalgar declina definitivamente la
capacidad naval del país, necesaria para garantizar su imperio colonial.

Abdicación de Carlos IV el 19 de marzo de 1808

Jorge González y José Manuel Martínez

“ El Rey nuestro Señor, acompañado de sus amados hermanos, tío y


sobrinos, se trasladó ayer 24 del corriente desde el real sitio de Aranjuez
al palacio de esta villa, donde permanecen S.M, y A.A. sin novedad en su
importante salud. El júbilo y regocijo de los leales habitantes de Madrid
ha sido qual correspondía a las extraordinarias circunstancias actuales, y
los aplausos, vivas y demás expresiones de fidelidad y ternura del
inmenso concurso que había acudido a solemnizar la primera entrada de
nuestro joven Monarca, han manifestado bien a las claras los afectos de
todos los corazones, y la veneración de sus pueblos, que llenos de amor a
su real Persona, y de las esperanzas que promete un reinado que
empieza baxo tan felices auspicios, se dan la enhorabuena de vivir baxo
su a gusto imperio.
El Sr. Rey D. Carlos Quarto se sirvió expedir el real decreto siguiente:
“Como los achaques de que adolezco no me permiten soportar por más
tiempo el grave peso del gobierno de mis reinos, y me sea preciso para
reparar mi salud gozar en clima más templado de la tranquilidad de la
vida privada; he determinado, después de la mas seria deliberación,
abdicar mi corona en mi heredero y mi mui caro hijo el Príncipe de
Asturias. Por tanto es mi real voluntad que sea reconocido y obedecido
como Rei y Señor natural de todos mis reinos y dominios. Y para que este
mi real decreto de libre y espontánea abdicación tenga su exacto y
debido cumplimiento, lo comunicaréis al consejo y demás a quienes
corresponda. Dado en Aranjuez, a 19 de marzo de 1808.-Yo, el Rey.- A don
Pedro Cevallos”.

Gaceta de Madrid, 25 de marzo de 1808.

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 Aspectos internos del reinado de Carlos IV
 Aclara en qué consistió la revolución de Aranjuez
 Las abdicaciones de Bayona.
1.-Clasificación del texto

El texto es una fuente histórica primaria de naturaleza política. Se trata de un


manifiesto que tiene como destinatario a todos los súbditos de Carlos IV, y que
comunica la elevación al trono del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII,
previa abdicación paterna por causas de salud.

El vehículo para dar a conocer tal acontecimiento es la Gaceta de Madrid del


día 25 de marzo de 1808. En 1661 apareció en Madrid con el nombre de
Relación o gaceta de algunos particulares así políticos como militares. Pronto se
convirtió en un órgano de información de carácter oficioso y en 1697 cambió su
nombre por el de Gaceta de Madrid. Esta publicación desde su salida fue
periódica. En 1762, por una Real Orden pasó a editarse con cargo al Estado dos
veces por semana, y a ser el órgano oficial de Gobierno. A partir de 1884 fue una
publicación diaria, cambiando en 1936 su nombre para llamarse Boletín Oficial
del Estado.

La abdicación de Carlos IV, producida el 19 de marzo de 1808 es fruto de una


conjura aristocrática antigodoista manifestada en hechos violentos que tuvieron
lugar desde la noche del 17 al 19 de marzo de 1808 en el Real Sitio de Aranjuez
(Motín de Aranjuez).

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

La idea principal del texto gira en torno a la entrada en Madrid del nuevo rey,
Fernando VII, acompañado por la corte. El pueblo de Madrid (representación de
todo el pueblo español) asiste con gozo y jubilo a dicha entrada del nuevo rey. El
documento refleja como de pasada “las circunstancias especiales” en que se ha
producido el relevo en la corona y pretende ocultar a través de expresiones
como “aplausos, vivas y demás expresiones de fidelidad y ternura”, o “llenos de
amor hacia su Real Persona y de las esperanzas que promete un reinado que
empieza baxo tan felices auspicios” la abdicación forzosa impuesta a Carlos IV
por los conjurados de Aranjuez; el destronamiento de un rey por su propio hijo.

En el segundo párrafo Carlos IV informa a los españoles que se ha producido su


abdicación de buen grado, por motivos de salud -“y me sea preciso para reparar
mi salud”- en la persona del Príncipe de Asturias, Fernando. En una última orden
regia manda “que sea reconocido y obedecido como Rei y Señor natural de todos
mis reinos y dominios”. Estamos ante unas manifestaciones de un Carlos IV cuya
voluntad esta secuestrada y al que se le impone la firma de dicho documento
para restar credibilidad a cuantas murmuraciones se hacían eco de una
impuesta y no voluntaria abdicación del legítimo rey.

3.-Cuestiones

 Aspectos internos del reinado de Carlos IV

Desde el punto de vista económico los años del reinado de Carlos IV


fueron años de crisis, inflación y fuertes déficit en la Hacienda Estatal.
Esta situación fue producida tanto por el rápido incremento de los gastos
militares ocasionados por las guerras contra Francia y Gran Bretaña,
como por la insuficiencia de los ingresos en las arcas reales.
Las exenciones fiscales que disfrutaban los estamentos privilegiados
mermaban unos ingresos estatales, ya de por si muy disminuidos por la
dificultad en la llegada de los metales preciosos de América. Dicha
dificultad estaba motivada por las agresiones británicas en el mar. Por
ello, la Corona recurrió para conseguir dinero a soluciones como la
emisión de deuda pública (“los vales reales”) o a la promulgación de las
leyes desamortizadoras de 1798, impulsadas por el favorito Manuel de
Godoy. Esta medida legislativa no solventó el problema del déficit, pero sí
provocó el aumento de la animosidad del clero contra Godoy y su política
de reformas.

Además en la Corte se producían continuas intrigas de la alta nobleza y el


clero tanto contra Carlos IV como contra su favorito y hombre de
confianza, Godoy. El mismo hijo del soberano, el príncipe Fernando, en
complicidad con miembros de la alta aristocracia, intrigaba contra Carlos
IV para destronarlo. Así, en 1807 tuvo lugar el llamado Proceso del
Escorial, al ser descubierto un complot del propio Fernando, que
preparaba un golpe de mano para arrebatar la corona a su padre. El
Príncipe de Asturias fue arrestado y confesó, para obtener el perdón
paterno los nombres de sus cómplices, que fueron puestos bajo arresto.
Finalmente, Fernando logró su propósito en marzo de 1808, tras el Motín
de Aranjuez, urdido por personajes de la alta nobleza y apoyado por
gentes del pueblo bajo que asaltaron la Casa de Godoy.

 Aclara en qué consistió la revolución de Aranjuez

Conocemos como Motín de Aranjuez o “revolución de Aranjuez” la conjura


aristocrática manifestada en forma de movimiento popular, que tuvo lugar
desde la noche del 17 al 19 de marzo de 1808, en el Real Sitio de
Aranjuez. La consecuencia fue la caída de Godoy la forzada abdicación de
Carlos IV.

Amparados en la situación internacional, en el clima de inquietud


provocado por la invasión francesa y alentados por rumores que aludían a
la marcha de la corte a Andalucía o quizás a las Indias, los conjurados, la
noche del 17 de marzo de 1808, alentaron a una multitud que se agolpó y
amotinó ante las puertas del Palacio Real de Aranjuez, donde se
encontraban los reyes con el favorito, Godoy. El pueblo comenzó
solicitando la destitución del ministro, quien nunca había gozado de las
simpatías de la población española. Carlos IV accedió, pero los revoltosos
elevaron el tono de sus protestas y reclamaron la abdicación del propio
monarca, quien abandonado y temeroso, decidió entregar la corona a su
hijo Fernando VII. Los acontecimientos de marzo de 1808 pueden ser
definidos como “golpe de estado”, ya que provocaron la abdicación de
Carlos IV debido a una conspiración palaciega en la que el propio príncipe
heredero estaba implicado.

Las abdicaciones de Bayona.

En 1808 Napoleón era el verdadero árbitro de la situación política española. El


destronado Carlos IV y el nuevo rey, Fernando VII, esperaban contar con su
apoyo. Napoleón supo sacar partido de esta situación: convenció tanto a Carlos
como a Fernando para que se reuniera con él en Bayona (Francia), a fin de
mantener conversaciones y una vez allí, consiguió de ambos la renuncia al trono
a su favor y que permaneciesen en Francia.

Después de conseguir la abdicación de los herederos legítimos a la Corona


española, Napoleón impuso la sustitución dinástica entregando la Corona a su
hermano José Bonaparte (José I) el 10 de mayo de 1808. A su vez,
pretendiendo otorgar a la monarquía un nuevo carácter reformista, la dotó de
una ley fundamental: la Constitución de Bayona de 1808. En realidad, se
trataba de una Carta Otorgada, dado que su elaboración partía de la voluntad
del monarca, ignorando el concepto de la Soberanía Nacional. Esta Constitución
no llegó a tener vigencia, salvo en territorio ocupado por los franceses, por el
inicio de la Guerra de la Independencia

Declaraciones de un afrancesado (carta particular de J. A. Llorente, 4 de


junio de 1808)

Jorge González y José Manuel Martínez

“No apareciendo en Navarra un hombre que, perteneciendo a las clases de


títulos, de mayorazgos o de riqueza, tuviese alguna nombradía y prestigio para
levantar bandera de reunión (y ¡cosa rara y notable en todo el tiempo que duró
la guerra!, no se presentó en aquellos campos ningún individuo que
perteneciese a las altas y privilegiadas familias), …] formáronse algunos grupos
pequeños de patriotas para causar todo el mal posible a los franceses. …] El que
aprehendía un caballo lo montaba y desde aquel momento era ya soldado de
caballería; el que se apoderaba de una lanza y quería servír en esta arma era
lancero y, por este orden, tenía mejor fusil, mejor bayoneta, mejor sable aquel
que se lo proporcionaba del enemigo …] Y que más podía pedirse en aquellos
primeros tiempos a unos hombres que la mayor parte no conocíamos más
manejos que el de la laya, el azadón y la podadera, ni más negocio que el de
recoger el producto que nuestras pequeñas posesiones nos rendían. …] Dos
solos cartuchos repartí por plaza, verdad es que las municiones me escaseaban a
lo sumo, pero de intento, porque en toda acción y principalmente siendo de
sorpresa, según mi táctica, conviene para vencer, y vencer pronto con poca
pérdida, gastar poca munición el golpe primero que aturda y la bayoneta
enseguida. …] Mis voluntarios, perdido el contacto, pudieron sustraerse de caer
en manos de los franceses conservándose en parajes de difícil acceso y
experimentando grandes privaciones.

ESPOZ Y MINA, Memorias, 1810

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 Segunda fase de la Guerra de la independencia
 Principales consecuencias de la invasión y de la guerra
 La guerra de guerrillas.
1.-Clasificación del texto: naturaleza, autor y circunstancias en las que
fue escrito

El texto es una fuente histórica secundaria, porque aunque Espoz y Mina, su


autor, nos esté refiriendo hechos acaecidos en el año 1810, el documento está
extractado de las Memorias que el célebre guerrillero, luego general liberal,
dejó escritas tras su muerte en diciembre de 1836 y que fueron publicadas
póstumamente por su viuda, Juana María de la Vega, quien como condesa de
Espoz y Mina, fue asistente personal de la reina Isabel II, durante la regencia
de Espartero.

El autor refiere en el texto su experiencia como líder guerrillero durante la


guerra de la independencia. Nos está refiriendo el surgimiento de una nueva
forma de hacer la guerra, que constituye una respuesta a la exitosa expedición
napoleónica de 1809. Las tropas españolas estaban totalmente desorganizadas y
apenas quedaban 100.000 soldados en pie de combate. Es en este momento
cuando aparece de forma generalizada un conjunto de bandas armadas. Éstas,
rehuyendo la batalla a campo abierto, realizaban pequeñas operaciones
dispersas que hacían intolerable la vida a las fuerzas de ocupación. Los
franceses comenzaron a llamar a esa forma de combatir la petite guerre de
donde, al parecer, vino la palabra española “guerrilla”. En enero de 1809
suenan ya los nombres del cura Merino y del carbonero Juan Martín “el
Empecinado”; en febrero de Mariano Renovales y en marzo el nombre del
autor de nuestro texto, Francisco Espoz y Mina.

Al tratarse de unas memorias el destinatario es colectivo y la intención de Espoz


y Mina bien pudo ser presentar a los lectores una imagen de hombre entregado
a España y a la causa liberal. El general fue sin duda, uno de los protagonistas
de las tres primeras décadas de la Historia de España del siglo XIX, ya que
participó activamente en la Guerra de la Independencia y en los conflictos
que se sucedieron tras la restauración de Fernando VII, entre los partidarios de
mantener el Antiguo Régimen y de instaurar en España un régimen Liberal.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

La idea principal es el surgimiento de las partidas guerrilleras en Navarra. Se


principia el texto negando la presencia de individuos procedentes de la
aristocracia entre quienes lideraban esos grupos guerrilleros, surgidos con el
objetivo “de causar todo el mal posible a los franceses”. Seguidamente, refiere
como se conforman y abastecen estas unidades irregulares, que viven sobre el
terreno y se ocultan entre una población amiga; sin olvidar el equipamiento,
procedente de la rapiña a los franceses y las tácticas utilizadas por la guerrilla.
Generalmente, se buscan las pequeñas escaramuzas, los amagos y las
emboscadas, aprovechando el perfecto conocimiento del terreno y la carencia de
problemas logísticos de abastecimiento y comunicaciones.

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3.-Cuestiones

 Segunda fase de la Guerra de la independencia

Napoleón se trasladó a España para dirigir personalmente las


operaciones al frente de 250.000 soldados, La Grand Armée,
acostumbrados a vivir sobre el país y desplazarse rápidamente. Esta
contraofensiva napoleónica concluyó con varias victorias y con la
recuperación de Madrid.

La Junta Central, tras la tremenda derrota española en Ocaña (1809),


debe abandonar la Meseta para buscar refugio en Sevilla y luego en
Cádiz. El emperador retornó a Francia en 1809 y durante los años
siguientes el ejército francés consiguió imponer su superioridad militar y
fue conquistando territorios con un elevado coste en pérdidas humanas.
Así en 1810, los franceses ya habían ocupado Aragón, Cataluña y casi toda
Andalucía, excepto algunas zonas de Huelva y la ciudad de Cádiz, que
permaneció sitiada. Sin embargo, el ejército inglés, aliado ya con los
españoles; impidió que los franceses recuperasen Portugal. Dada su
inferioridad militar ante el ejército invasor, los españoles adoptaron una
novedosa forma de combate, la guerrilla, formada por antiguos soldados
del ejército español, voluntarios civiles e incluso bandoleros, que
atacaban por sorpresa al enemigo en acciones rápidas, valiéndose de su
conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. Algunos
alcanzaron gran prestigio, como “el Empecinado” o “el Tempranillo”.

 Principales consecuencias de la invasión y de la guerra

La Guerra de la Independencia fue una “guerra total”, ya que de una


manera u otra, todas las capas de la población y todos los lugares se
vieron afectados. Hubo unas 470 batallas e infinitas escaramuzas o
pequeños encuentros armados, en las que nadie se daba por vencido. Las
consecuencias de la guerra se pueden resumir como sigue:

Elevadas pérdidas humanas, unas 300.000 bajas. A las bajas


producidas en combate hay que añadir las debidas a las epidemias de
tifus, disentería y fiebres pútridas, así como al hambre que asoló extensas
regiones a causa de la falta de cereales, como ocurrió con la terrible
hambruna de Madrid de 1812. Por último, hay también que contar con los
numerosos heridos de guerra, que perpetuaron la memoria del conflicto.

Por lo que se refiere a pérdidas materiales, el daño fue también


considerable. Los asedios dejaron su huella en ciudades completamente
arrasadas (Zaragoza, Gerona o San Sebastián). En otras como Salamanca,
la ocupación ocasionó la destrucción de importantes edificios y
monumentos artísticos a causa de los bombardeos o de las obras de
fortificación. Los franceses también realizaron un importante expolio de
obras de arte.

Entre los perjuicios económicos, destaca el grave deterioro de la


industria textil catalana, que perdió no sólo el ritmo de progresión de los
años de preguerra, sino también numerosas fábricas y lo que es más
grave, el merado colonial, cuyos beneficios cayeron en picado. Fueron los
campesinos quienes soportaron el peso principal de la guerra:
alistamientos masivos, requisas de grano, ruina de cosechas y abandono
de zonas de cultivo dejaron un país agotado en su principal fuente de
riqueza.

Además, la guerra provocó la ruina definitivamente la Hacienda


española, al imponer el doble coste de la financiación de la resistencia y
de las exacciones del enemigo. Paralelamente al vertiginoso aumento de
los gastos, los ingresos cayeron no menos rápidamente, hasta situarse en
1812 en apenas 200 millones de reales.

Se aceleró el desmoronamiento del Imperio español en las Indias,


pues poco después se perderían los territorios americanos al
desencadenarse el proceso de emancipación. Los grupos criollos,
empapados de ideas nacionalistas por influjo de los procesos
revolucionarios norteamericano y francés, aprovecharon el levantamiento
español de 1808 para, imitándole, organizar sus propias Juntas y cabildos.
Pero si en España era una rebelión contra los invasores, en América se
convirtió en una revolución independentista. Los líderes revolucionarios
sustituyeron a las autoridades de la metrópoli y proclamaron la
independencia de sus territorios, en un movimiento espontáneo y casi
siempre desorganizado, que en buena parte sería controlado por las
autoridades españolas al término de la guerra. Sin embargo, la etapa de la
guerra no fue sino el inicio del proceso definitivo de emancipación.

España, que todavía durante el siglo XVIII había sido una gran potencia
mundial, saldría de esta guerra convertida definitivamente en una
potencia de segundo orden en el ámbito europeo.

En el aspecto político interno, la guerra provocó la transición desde la


monarquía absoluta al Estado liberal. Tras la larga guerra, con un país
devastado y con un pueblo que ha adquirido conciencia de su
especificidad como nación, el golpe de Estado promovido por Fernando
VII a su regreso a España, pone punto y final al proceso emprendido en
Cádiz. Toda la obra de las Cortes, desde la Constitución a la legislación
ordinaria, será derogada, y los diputados perseguidos, encarcelados o
forzados al exilio. Sin embargo, el trabajo de los liberales gaditanos no fue
inútil: la monarquía absoluta fracasará en sus intentos por retornar al
Antiguo Régimen, y en la década de 1839 se asentará definitivamente en
España la sociedad burguesa.

El desgaste sufrido por los franceses en España incidió negativa y


decisivamente en el desastre final del ejército napoleónico en Europa.
La guerra española tuvo consecuencias funestas para el Emperador. La
táctica de desgaste y la acción guerrillera le obligarán a inmovilizar gran
número de soldados en la ocupación, al tiempo que minaba el prestigio de
su ejército y la cohesión de sus mandos. Según cálculos aproximados, los
franceses sufrieron unas 350.000 bajas en la guerra de España.

La guerra de guerrillas

La inferioridad técnica y militar ante el ejército napoleónico, obligó a los


españoles a volcarse en la guerra de guerrillas, táctica militar novedosa en la
Europa del siglo XIX y que debilitaría la moral de los mariscales franceses. Las
partidas guerrilleras aparecen en 1808 como unidades de paisanos armados con
el objetivo de mantener en jaque a los franceses. Su generalización se produce a
partir de la campaña de Napoleón, como forma típica de resistencia civil.
Compuestas al principio por unas docenas de hombres, van creciendo
aceleradamente al sumarse a ellas no sólo civiles, sino numerosos delincuentes y
también soldados de unidades del ejército dispersadas por los franceses. Sus
mandos surgen del pueblo, entre quienes demuestran mayor resolución, dotes
de mando y habilidad táctica, pero también hay oficiales del ejército que optan
por organizar sus propias unidades.

La importancia de la guerrilla radica en su peculiar táctica. El guerrillero rehuye


la batalla frontal, en la que se sabe inferior, y opta por golpear repetidamente,
mediante emboscadas, contra fuerzas reducidas del enemigo. Cuando tiene
garantías ataca, cuando no, se esconde. Se vale de su conocimiento del terreno,
sobre el que vive, y de la solidaridad del pueblo y las villas, donde estas partidas
guerrilleras construyen una sólida telaraña de informadores que les permite
conocer los movimientos del enemigo. Sus objetivos son las líneas de
comunicación, la retaguardia, los abastecimientos y los convoyes de armas. Su
efecto sobre el ejército francés es doble: por un lado, mina la moral de los
soldados, que viven en tensión permanente ante lo imprevisible de los ataques
guerrilleros; por otro lado, obliga a mantener un elevado número de hombres
dedicados a misiones de escolta, vigilancia y control de la retaguardia, lo que
merma considerablemente las tropas que participan en campañas de guerra
convencional. Además los guerrilleros colaboran desde 1808 con las unidades de
los ejércitos regulares español e inglés.

Frangmento de las Memorias de Espoz y Mina

Jorge González y José Manuel Martínez

“No apareciendo en Navarra un hombre que, perteneciendo a las clases de


títulos, de mayorazgos o de riqueza, tuviese alguna nombradía y prestigio para
levantar bandera de reunión (y ¡cosa rara y notable en todo el tiempo que duró
la guerra!, no se presentó en aquellos campos ningún individuo que
perteneciese a las altas y privilegiadas familias), …] formáronse algunos grupos
pequeños de patriotas para causar todo el mal posible a los franceses. …] El que
aprehendía un caballo lo montaba y desde aquel momento era ya soldado de
caballería; el que se apoderaba de una lanza y quería servír en esta arma era
lancero y, por este orden, tenía mejor fusil, mejor bayoneta, mejor sable aquel
que se lo proporcionaba del enemigo …] Y que más podía pedirse en aquellos
primeros tiempos a unos hombres que la mayor parte no conocíamos más
manejos que el de la laya, el azadón y la podadera, ni más negocio que el de
recoger el producto que nuestras pequeñas posesiones nos rendían. …] Dos
solos cartuchos repartí por plaza, verdad es que las municiones me escaseaban a
lo sumo, pero de intento, porque en toda acción y principalmente siendo de
sorpresa, según mi táctica, conviene para vencer, y vencer pronto con poca
pérdida, gastar poca munición el golpe primero que aturda y la bayoneta
enseguida. …] Mis voluntarios, perdido el contacto, pudieron sustraerse de caer
en manos de los franceses conservándose en parajes de difícil acceso y
experimentando grandes privaciones.

ESPOZ Y MINA, Memorias, 1810

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 Segunda fase de la Guerra de la independencia
 Principales consecuencias de la invasión y de la guerra
 La guerra de guerrillas.
1.-Clasificación del texto: naturaleza, autor y circunstancias en las que
fue escrito

El texto es una fuente histórica secundaria, porque aunque Espoz y Mina, su


autor, nos esté refiriendo hechos acaecidos en el año 1810, el documento está
extractado de las Memorias que el célebre guerrillero, luego general liberal,
dejó escritas tras su muerte en diciembre de 1836 y que fueron publicadas
póstumamente por su viuda, Juana María de la Vega, quien como condesa de
Espoz y Mina, fue asistente personal de la reina Isabel II, durante la regencia
de Espartero.

El autor refiere en el texto su experiencia como líder guerrillero durante la


guerra de la independencia. Nos está refiriendo el surgimiento de una nueva
forma de hacer la guerra, que constituye una respuesta a la exitosa expedición
napoleónica de 1809. Las tropas españolas estaban totalmente desorganizadas y
apenas quedaban 100.000 soldados en pie de combate. Es en este momento
cuando aparece de forma generalizada un conjunto de bandas armadas. Éstas,
rehuyendo la batalla a campo abierto, realizaban pequeñas operaciones
dispersas que hacían intolerable la vida a las fuerzas de ocupación. Los
franceses comenzaron a llamar a esa forma de combatir la petite guerre de
donde, al parecer, vino la palabra española “guerrilla”. En enero de 1809
suenan ya los nombres del cura Merino y del carbonero Juan Martín “el
Empecinado”; en febrero de Mariano Renovales y en marzo el nombre del
autor de nuestro texto, Francisco Espoz y Mina.

Al tratarse de unas memorias el destinatario es colectivo y la intención de Espoz


y Mina bien pudo ser presentar a los lectores una imagen de hombre entregado
a España y a la causa liberal. El general fue sin duda, uno de los protagonistas
de las tres primeras décadas de la Historia de España del siglo XIX, ya que
participó activamente en la Guerra de la Independencia y en los conflictos
que se sucedieron tras la restauración de Fernando VII, entre los partidarios de
mantener el Antiguo Régimen y de instaurar en España un régimen Liberal.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

La idea principal es el surgimiento de las partidas guerrilleras en Navarra. Se


principia el texto negando la presencia de individuos procedentes de la
aristocracia entre quienes lideraban esos grupos guerrilleros, surgidos con el
objetivo “de causar todo el mal posible a los franceses”. Seguidamente, refiere
como se conforman y abastecen estas unidades irregulares, que viven sobre el
terreno y se ocultan entre una población amiga; sin olvidar el equipamiento,
procedente de la rapiña a los franceses y las tácticas utilizadas por la guerrilla.
Generalmente, se buscan las pequeñas escaramuzas, los amagos y las
emboscadas, aprovechando el perfecto conocimiento del terreno y la carencia de
problemas logísticos de abastecimiento y comunicaciones.

3.-Cuestiones

 Segunda fase de la Guerra de la independencia

Napoleón se trasladó a España para dirigir personalmente las


operaciones al frente de 250.000 soldados, La Grand Armée,
acostumbrados a vivir sobre el país y desplazarse rápidamente. Esta
contraofensiva napoleónica concluyó con varias victorias y con la
recuperación de Madrid.

La Junta Central, tras la tremenda derrota española en Ocaña (1809),


debe abandonar la Meseta para buscar refugio en Sevilla y luego en
Cádiz. El emperador retornó a Francia en 1809 y durante los años
siguientes el ejército francés consiguió imponer su superioridad militar y
fue conquistando territorios con un elevado coste en pérdidas humanas.
Así en 1810, los franceses ya habían ocupado Aragón, Cataluña y casi toda
Andalucía, excepto algunas zonas de Huelva y la ciudad de Cádiz, que
permaneció sitiada. Sin embargo, el ejército inglés, aliado ya con los
españoles; impidió que los franceses recuperasen Portugal. Dada su
inferioridad militar ante el ejército invasor, los españoles adoptaron una
novedosa forma de combate, la guerrilla, formada por antiguos soldados
del ejército español, voluntarios civiles e incluso bandoleros, que
atacaban por sorpresa al enemigo en acciones rápidas, valiéndose de su
conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. Algunos
alcanzaron gran prestigio, como “el Empecinado” o “el Tempranillo”.

 Principales consecuencias de la invasión y de la guerra

La Guerra de la Independencia fue una “guerra total”, ya que de una


manera u otra, todas las capas de la población y todos los lugares se
vieron afectados. Hubo unas 470 batallas e infinitas escaramuzas o
pequeños encuentros armados, en las que nadie se daba por vencido. Las
consecuencias de la guerra se pueden resumir como sigue:

Elevadas pérdidas humanas, unas 300.000 bajas. A las bajas


producidas en combate hay que añadir las debidas a las epidemias de
tifus, disentería y fiebres pútridas, así como al hambre que asoló extensas
regiones a causa de la falta de cereales, como ocurrió con la terrible
hambruna de Madrid de 1812. Por último, hay también que contar con los
numerosos heridos de guerra, que perpetuaron la memoria del conflicto.

Por lo que se refiere a pérdidas materiales, el daño fue también


considerable. Los asedios dejaron su huella en ciudades completamente
arrasadas (Zaragoza, Gerona o San Sebastián). En otras como Salamanca,
la ocupación ocasionó la destrucción de importantes edificios y
monumentos artísticos a causa de los bombardeos o de las obras de
fortificación. Los franceses también realizaron un importante expolio de
obras de arte.

Entre los perjuicios económicos, destaca el grave deterioro de la


industria textil catalana, que perdió no sólo el ritmo de progresión de los
años de preguerra, sino también numerosas fábricas y lo que es más
grave, el merado colonial, cuyos beneficios cayeron en picado. Fueron los
campesinos quienes soportaron el peso principal de la guerra:
alistamientos masivos, requisas de grano, ruina de cosechas y abandono
de zonas de cultivo dejaron un país agotado en su principal fuente de
riqueza.

Además, la guerra provocó la ruina definitivamente la Hacienda


española, al imponer el doble coste de la financiación de la resistencia y
de las exacciones del enemigo. Paralelamente al vertiginoso aumento de
los gastos, los ingresos cayeron no menos rápidamente, hasta situarse en
1812 en apenas 200 millones de reales.

Se aceleró el desmoronamiento del Imperio español en las Indias,


pues poco después se perderían los territorios americanos al
desencadenarse el proceso de emancipación. Los grupos criollos,
empapados de ideas nacionalistas por influjo de los procesos
revolucionarios norteamericano y francés, aprovecharon el levantamiento
español de 1808 para, imitándole, organizar sus propias Juntas y cabildos.
Pero si en España era una rebelión contra los invasores, en América se
convirtió en una revolución independentista. Los líderes revolucionarios
sustituyeron a las autoridades de la metrópoli y proclamaron la
independencia de sus territorios, en un movimiento espontáneo y casi
siempre desorganizado, que en buena parte sería controlado por las
autoridades españolas al término de la guerra. Sin embargo, la etapa de la
guerra no fue sino el inicio del proceso definitivo de emancipación.

España, que todavía durante el siglo XVIII había sido una gran potencia
mundial, saldría de esta guerra convertida definitivamente en una
potencia de segundo orden en el ámbito europeo.

En el aspecto político interno, la guerra provocó la transición desde la


monarquía absoluta al Estado liberal. Tras la larga guerra, con un país
devastado y con un pueblo que ha adquirido conciencia de su
especificidad como nación, el golpe de Estado promovido por Fernando
VII a su regreso a España, pone punto y final al proceso emprendido en
Cádiz. Toda la obra de las Cortes, desde la Constitución a la legislación
ordinaria, será derogada, y los diputados perseguidos, encarcelados o
forzados al exilio. Sin embargo, el trabajo de los liberales gaditanos no fue
inútil: la monarquía absoluta fracasará en sus intentos por retornar al
Antiguo Régimen, y en la década de 1839 se asentará definitivamente en
España la sociedad burguesa.

El desgaste sufrido por los franceses en España incidió negativa y


decisivamente en el desastre final del ejército napoleónico en Europa.
La guerra española tuvo consecuencias funestas para el Emperador. La
táctica de desgaste y la acción guerrillera le obligarán a inmovilizar gran
número de soldados en la ocupación, al tiempo que minaba el prestigio de
su ejército y la cohesión de sus mandos. Según cálculos aproximados, los
franceses sufrieron unas 350.000 bajas en la guerra de España.

La guerra de guerrillas

La inferioridad técnica y militar ante el ejército napoleónico, obligó a los


españoles a volcarse en la guerra de guerrillas, táctica militar novedosa en la
Europa del siglo XIX y que debilitaría la moral de los mariscales franceses. Las
partidas guerrilleras aparecen en 1808 como unidades de paisanos armados con
el objetivo de mantener en jaque a los franceses. Su generalización se produce a
partir de la campaña de Napoleón, como forma típica de resistencia civil.
Compuestas al principio por unas docenas de hombres, van creciendo
aceleradamente al sumarse a ellas no sólo civiles, sino numerosos delincuentes y
también soldados de unidades del ejército dispersadas por los franceses. Sus
mandos surgen del pueblo, entre quienes demuestran mayor resolución, dotes
de mando y habilidad táctica, pero también hay oficiales del ejército que optan
por organizar sus propias unidades.
La importancia de la guerrilla radica en su peculiar táctica. El guerrillero rehuye
la batalla frontal, en la que se sabe inferior, y opta por golpear repetidamente,
mediante emboscadas, contra fuerzas reducidas del enemigo. Cuando tiene
garantías ataca, cuando no, se esconde. Se vale de su conocimiento del terreno,
sobre el que vive, y de la solidaridad del pueblo y las villas, donde estas partidas
guerrilleras construyen una sólida telaraña de informadores que les permite
conocer los movimientos del enemigo. Sus objetivos son las líneas de
comunicación, la retaguardia, los abastecimientos y los convoyes de armas. Su
efecto sobre el ejército francés es doble: por un lado, mina la moral de los
soldados, que viven en tensión permanente ante lo imprevisible de los ataques
guerrilleros; por otro lado, obliga a mantener un elevado número de hombres
dedicados a misiones de escolta, vigilancia y control de la retaguardia, lo que
merma considerablemente las tropas que participan en campañas de guerra
convencional. Además los guerrilleros colaboran desde 1808 con las unidades de
los ejércitos regulares español e inglés.

Decreto de Fernando VII de 1 de octubre de 1823

Jorge González y José Manuel Martínez

“Bien públicos y notorios fueron a todos mis vasallos los escandalosos


sucesos que precedieron, acompañaron y siguieron al establecimiento de
la democrática Constitución de Cádiz en el mes de marzo de 1820: la
más criminal traición, la más vergonzosa cobardía, el desacato más
horrendo a mi Real Persona, y la violencia más inevitable, fueron los
elementos empleados para variar esencialmente el gobierno paternal de
mis reinos en un código democrático, origen fecundo de desastres y de
desgracias. Mis vasallos acostumbrados a vivir bajo leyes sabias,
moderadas y adaptadas a sus usos y costumbres, y que por tantos siglos
habían hechos felices a sus antepasados, dieron bien pronto pruebas
públicas y universales del desprecio, desafecto y desaprobación del
nuevo régimen constitucional …]

Gobernados tiránicamente, en virtud y a nombre de la Constitución, y


espiados traidoramente hasta en sus mismos aposentos, ni les era
posible reclamar el orden ni la justicia, ni podían conformarse con leyes
establecidas por la cobardía y la traición, sostenidas por la violencia, y
productoras del desorden más espantoso, de la anarquía más desoladora
y de la indigencia universal. El voto general clamó por todas partes
contra la tiránica Constitución; clamó por la cesación de un código nulo
en su origen, ilegal en su formación, injusto en su contenido; clamó
finalmente por el sostenimiento de la Santa Religión de sus mayores, por
la restitución de sus leyes fundamentales, y por la conservación de mis
legítimos derechos que heredé de mis antepasados, que con la prevenida
solemnidad habían jurado mis vasallos.

No fue estéril el grito general de la Nación: por todas las Provincias se


formaban cuerpos armados que lidiaron contra los soldados de la
Constitución …] y prefiriendo mis vasallos la muerte a la pérdida de tan
importantes bienes, hicieron presente a la Europa con su fidelidad y su
constancia, que si la España había dado el ser, y abrigado en su seno a
algunos desnaturalizados hijos de la rebelión universal, la nación entera
era religiosa, monárquica y amante de su legítimo Soberano.

La Europa entera, conociendo profundamente mi cautiverio y el de toda


mi Real Familia, la mísera situación de mis vasallos fieles y leales, y las
máximas perniciosas que profusamente esparcían a toda costa los
agentes Españoles por todas partes, determinaron poner fin a un estado
de cosas que era el escándalo universal, que caminaba a trastornar todos
los Tronos y todas las instituciones antiguas cambiándolas en la
irreligión y en la inmoralidad.

Encargada la Francia de tan santa empresa, en pocos meses ha triunfado


de los esfuerzos de todos los rebeldes del mundo, reunidos por desgracia
de la España en el suelo clásico de la fidelidad y de la lealtad. Mi augusto
y amado primo el Duque de Angulema al frente de un Ejército, vencedor
en todos mis dominios, me ha sacado de la esclavitud en que gemía,
restituyéndome a mis amados vasallos fieles y constantes.

Sentado ya otra vez en el trono de S. Fernando …], deseando proveer de


remedio las más urgentes necesidades de mis pueblos, y manifestar a
todo el mundo mi verdadera voluntad en el primer momento que he
recobrado la libertad; he venido a declarar lo siguiente:

…] Son nulos y de ningún valor todos los actos del gobierno llamado
constitucional (de cualquiera clase y condición que sean) que ha
dominado a mis pueblos desde el día 7 de marzo de 1820 hasta hoy, día 1
de octubre de 1823, declarando, como declaro, que en toda esta época he
carecido de libertad, obligado a sancionar las leyes y a expedir órdenes,
decretos y reglamentos que en contra mi voluntad se meditaban y
expedían por el mismo gobierno. …]”.

Gaceta de Madrid, 7 de octubre de 1823.

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones:
 Las conspiraciones liberales durante el sexenio absolutista.
 El trienio liberal (1820-1823)
 Los Cien Mil Hijos de San Luis

1.-Clasificación del texto

Se trata de un texto publicado en la Gaceta de Madrid, órgano oficial del


Gobierno, el 7 de octubre de 1823, que recoge el decreto del 1 de octubre de
dicho año por el que son declaradas “nulas y sin ningún valor” todas las
actuaciones de los gobiernos del Trienio Liberal. Fernando VII justifica dicha
anulación afirmando que, privado de libertad por los gobiernos constitucionales,
fue obligado a expedir órdenes, decretos y reglamentos contrarios a su regia
voluntad. El monarca nos presenta su restauración como monarca absoluto, no
sólo como consecuencia de una intervención militar extranjera acordada por las
potencias de la Santa Alianza, sino como resultado de un clamor general de sus
vasallos, “acostumbrados a vivir bajo leyes sabias, moderadas y adaptadas a sus
usos y costumbres”.
Este documento es una fuente histórica primaria de carácter político,
imprescindible para comprender el fin del Trienio Liberal y la restauración del
absolutismo en España. El rey nos ofrece su particular visión de los
acontecimientos ocurridos entre el 7 de marzo de 1820 y el 1 de octubre de
1823.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

La idea fundamental es la anulación (Decreto de 1 de octubre de 1923) de toda


la obra legislativa y de todas las actuaciones del periodo constitucional. Dicha
declaración de nulidad se justifica por el supuesto secuestro de la persona y de
la voluntad regia.

Las ideas secundarias son la presentación de la restauración absolutista como


consecuencia del apoyo popular “clamor de los vasallos”, “se formaban cuerpos
armados que lidiaron contra los soldados de la Constitución” y de la ayuda de las
potencias absolutistas europeas.

En efecto, el documento nos presenta la reposición en el trono de Fernando VII


tras la intervención militar de los denominados Cien Mil Hijos de San Luis,
realizada por mandato de las potencias de la Santa Alianza reunidas en el
Congreso de Verona. Pero, según el texto de la Gaceta, la intervención militar
extranjera, fruto del miedo de los monarcas absolutos al contagio de ideas
liberales, no es más que la respuesta a las peticiones de apoyo emanadas de
unos vasallos (partidas absolutistas, Regencia de Urgel), que “dieron pronto
pruebas públicas y universales del desprecio, desafecto y desaprobación del
nuevo régimen constitucional”. Así pues, dicha acción bélica, realizada sin
apenas oposición, venía en apoyo de quienes abogaban por la defensa de la
religión católica, la restitución de las leyes fundamentales del reino y la
restauración de Fernando en la plenitud de“los derechos heredados de sus
antepasados” y contra los partidarios del régimen liberal, de la tiránica
Constitución (código nulo en su origen, ilegal en su formación e injusto en su
contenido), causa de desastres y desgracias.

3.-Cuestiones

 Las conspiraciones liberales durante el sexenio absolutista

A pesar de las persecuciones y del escaso apoyo de la población, los


liberales aspiraban a modificar el sistema político español con la intención
de acabar con el absolutismo monárquico. Creían que esta forma de
gobierno no sólo era injusta e ineficaz, sino que había llevado a continuas
derrotas militares, al desastre económico, a la bancarrota y a la pérdida
de los territorios de América. Así pues, los liberales conspiraron una y
otra vez en la clandestinidad para hacerse con el poder e imponer sus
ideas.

A partir de 1814 se sucedieron levantamientos armados dirigidos por


jóvenes militares liberales ascendidos durante los años de la guerra de
la independencia, como el general Francisco Espoz y Mina, el general
Juan Diez Porlier, el general Luis de Lacy, el general Juan Van Halen
y el coronel Joaquín Vidal.
También las logias masónicas trazaron algunos planes secretos con la
intención de asesinar al rey como el Complot del triángulo, que fue
descubierto por la policía fernandina y los integrantes de la trama fueron
ejecutados públicamente en Madrid.

Nuevamente, en enero de 1820, el teniente coronel Rafael Riego intentó


otro golpe de Estado al frente de un destacamento de tropas (14.000
hombres) que se encontraba acampado en las proximidades de Sevilla y
Cádiz a la espera de ser embarcada hacia América, para combatir a los
independentistas. La tropa, descontenta y desmotivada, ante la amenaza
de tener que surcar el océano en buques con cascos de madera podrida,
comparados por el Gobierno español a Rusia, decidió apoyar a Riego,
quien prometió a los soldados la entrega de una parcela de tierra y de
cierta cantidad de dinero. Militares como el coronel Antonio Quiroga y
civiles como Juan Álvarez Mendizábal, se sumaron a la sublevación
iniciada por Riego.

El movimiento insurreccional se fue extendiendo lentamente en las


semanas siguientes por Galicia, Asturias, Murcia, Aragón, Cataluña y
Navarra. Las tropas leales al Gobierno se mostraron indecisas e incapaces
de reaccionar ante la insurrección de los liberales, quienes asaltaron el
Palacio Real de Madrid para presionar al monarca y obligarle a reconocer
y aceptar el triunfo liberal. Poco después se restableció la Constitución de
1812.

Los españoles contemplaron con indiferencia esta pugna entre liberales y


partidarios del Antiguo Régimen. Ni pelearon para sostener el gobierno
absolutista, ni tampoco apoyaron a los revolucionarios porque tampoco
esperaban nada bueno de ellos.

Hacia 1820 la revolución liberal triunfo en Nápoles, Piamonte y Portugal,


donde tras el triunfo de una sublevación militar en Oporto, se suprimió la
Inquisición y se aprobó una Constitución liberal.

 El trienio liberal (1820-23)

En 1820 triunfó en Andalucía un pronunciamiento liberal de un cuerpo de


ejército que estaba en Cabezas de San Juan a punto de embarcar hacia
América para sofocar el movimiento de independencia.

Ante el apoyo recibido por los insurrectos en otros lugares del país,
Fernando VII se vio obligado a aceptar la Constitución, iniciándose así un
período de gobierno liberal en España que duró tres años (1820-1823).

Tras la aparecerte unión, muy pronto los liberales se dividieron en dos


grupos, los llamados doceañistas y los radicales o exaltados. Los
doceañistas, que habían intervenido en la redacción de la constitución de
1812, postulaban una política moderada, siendo favorables de actuar con
templanza y mesura, evitando los excesos y, temiendo el desorden,
pretendían un acercamiento con el rey, el clero y los nobles de quienes
pretendían su aceptación e integración pacífica en el sistema liberal. Los
doceañistas querían reformar la Constitución para restringir la plena
soberanía del pueblo mediante el sufragio limitado y una cámara alta en
las Cortes.

Los liberales más exaltados o jóvenes, estaban decididos a actuar con más
contundencia, puesto que querían romper por completo con el pasado y a
solicitar el apoyo de los grupos sociales menos favorecidos (especialmente
de los trabajadores asalariados urbanos) para culminar la obra
revolucionaria. Los exaltados defendían el sufragio universal y unas
Cortes de una sola cámara, expresión de la soberanía nacional.

Reinstaurada la Constitución y convocadas las Cortes, estas desarrollaron


una labor legislativa reformista restauradora de lo legislado por las
Cortes de Cádiz. De este modo, la Inquisición quedó abolida, el pago del
diezmo fue reducido a la mitad y se prohibió a la Iglesia la compra de
nuevos bienes inmuebles, los jesuitas fueron disueltos, cerca de 1000
monasterios y conventos de todas las órdenes religiosas fueron cerrados;
los mayorazgos fueron suprimidos, las libertades económicas recuperadas
e incluso se aprobó un proyecto de reforma judicial para implantar los
juicios con tribunales populares integrados por ciudadanos; fueron
reestablecidos los derechos y libertades de imprenta, expresión y opinión;
fue reintroducida la Milicia Nacional, cuerpo armado formado por
ciudadanos civiles voluntarios dispuestos a defender el sistema liberal.
Pero los gobiernos permanecían en el poder poco tiempo y, además, al
mismo tiempo que Fernando VII solicitaba ayuda a las potencias de la
Santa Alianza, surgieron guerrillas realistas defensores del absolutismo.

Durante estos años la burguesía catalana, debilitada por la guerra y por la


pérdida del mercado colonial, se decantó por el liberalismo pensando que
de esta manera vería ampliado su ámbito comercial gracias a la formación
de un mercado español integrado. Así pues, durante el Trienio un gran
entusiasmo liberal recorrió las comarcas de la costa catalana, donde el
comercio y la industria estaban más desarrollados, mientras, en las
comarcas del interior, rurales y no industrializadas, se formaron las
citadas partidas de guerrilleros realistas, también llamados apostólicos.
Estas partidas eran pequeñas, aproximadamente cada una de ellas estaba
integrada por unos 400 voluntarios; y fueron animadas e incluso
encabezadas en ocasiones por algunos clérigos como el ‘Trapense’ o los
curas Gorostidi y Merino, este último líder guerrillero destacado durante
la guerra de la Independencia. El número total de guerrilleros
absolutistas tal vez no sobrepasó los 15.000, pero encontraron muchas
simpatías entre los modestos campesinos del norte peninsular.

En agosto de 1822 se estableció en la Seo de Urgel, bajo la presidencia


del barón de Eroles, antiguo guerrillero contra los franceses, la llamada
Regencia de Urgel, que quiso ejercer el poder en nombre de Fernando
VII, al que consideraban prisionero de las Cortes Constitucionales. Sin
embargo, el acoso de las tropas gubernamentales obligó a los miembros
de la “regencia” a disolverse y traspasar la frontera francesa.

La escalada contrarrevolucionaria radicalizó a los liberales, que en el


verano de 1822 forman un gobierno exaltado, dispuesto, enseguida a
aplastar, con la ayuda del Ejército y la Milicia Nacional, los focos de
rebelión y la ya citada disolución de la Regencia de Urgel.

Fernando VII consiguió la ayuda de los monarcas absolutistas europeos


para restaurar el absolutismo y el rey de Francia Luis XVIII envió a la
Península un ejército, denominado Los Cien Mil Hijos de San Luis.

Ante la llegada de las tropas francesas a Madrid, las Cortes abandonaron


la capital y obligaron al rey a trasladarse primero a Sevilla y después a
Cádiz, donde se vieron obligados a rendirse ante el ejército francés, ya
que esta vez el pueblo español no llevó a cabo ninguna acción contra el
invasor. Tras ser liberado por las tropas del duque de Angulema,
Fernando VII invalidó, el 1 de octubre, toda la legislación del trienio y
puso punto y final a este segundo intento de revolución liberal en España.

Los Cien Mil Hijos de San Luis

En abril de 1823, tropas francesas mandadas por el duque de Angulema, sobrino


de Luis XVIII, atravesaron la frontera española con la intención de derrocar el
régimen liberal y reponer a Fernando VII en su “soberanía absoluta”. La acción
bélica de las tropas galas fue consecuencia de lo acordado por las potencias
absolutistas de la Santa Alianza en el Congreso de Verona (octubre-diciembre de
1822). Sin encontrar apenas resistencia, con masivos apoyos del clero y las
masas realistas, los Cien Mil Hijos de San Luis no encontraron resistencia en
casi ninguna parte de España (el duque de Angulema entró en Madrid en mayo y
llegó a Sevilla el mes siguiente), excepto en Cádiz, donde se había refugiado el
gobierno liberal y se hallaba el monarca. Ocupada también esta ciudad,
restablecieron el absolutismo de Fernando VII. Se retiraron definitivamente de
España en 1827.

La denominación por la que es conocido el contingente de tropas enviado desde


Francia tiene su origen en la exhortación dada en enero de ese año por el rey
Luis XVIII, en la cual invocó al “Dios de San Luis”, así como la disposición
segura de “cien mil franceses” para conservar el absolutismo regio español.

El convenio de Vergara

Jorge González y José Manuel Martínez

“ Convenio celebrado entre el Capitán General de los Ejércitos


Nacionales D. Baldomero Espartero y el Teniente General D. Rafael
Maroto.
Art. 1º. El Capitán General don Baldomero Espartero recomendará con
interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse
formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los
fueros.
Art. 2º. Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los
generales, jefes y oficiales, y demás individuos dependientes del ejército
del mando del teniente general D. Rafael Maroto, quien presentará las
relaciones con expresión de las armas a que pertenecen, quedando en
libertad de continuar sirviendo defendiendo la Constitución de 1837, el
trono de Isabel 2ª y la Regencia de su augusta Madre, o bien de retirarse
a sus casas los que no quieran seguir con las armas de fuego.
…] Art. 4º. Los que prefieran retirarse a sus casas siendo generales y
brigadieres obtendrán su cuartel para donde lo pidan con el sueldo que
por reglamento les corresponda: los jefes y oficiales obtendrán licencia
limitada o su retiro según reglamento.
…] Ratificado este convenio en el cuartel general de Vergara, a 31 de
agosto de 1839. – El Duque de La Victoria. – Rafael Maroto.- Vitoria”.

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones:
 El Pleito Dinástico: Ley Sálica y Pragmática Sanción
 La Primera Guerra Carlista
 La cuestión foral.

1.-Clasificación del texto

El texto nos presenta una serie de fragmentos del Convenio de Vergara,


compromiso suscrito en 1839 por el general Espartero y por el general carlista
Rafael Maroto, que posibilitaba la rendición de las armas por las tropas de don
Carlos bajo ciertas condiciones. En este acuerdo predominó la búsqueda de la
reconciliación entre ambos bandos y el deseo de reintegran a los derrotados
carlistas en el nuevo sistema político creado por los liberales vencedores. El
entendimiento sólo fue posible tras el triunfo de las tesis de los carlistas más
moderados, los generales Gómez, Zaratiegui y Maroto, favorables al pacto con
los isabelinos a cambio del respeto a los fueros. Por su parte los carlistas más
extremistas, creían absolutamente en el establecimiento de un gobierno
absolutista y se negaron a aceptar cualquier salida pacífica al conflicto. Fue el
propio Maroto quien inició las negociaciones sin el consentimiento del
pretendiente al trono, don Carlos, e incluso ordenó la detención y posterior
fusilamiento bajo de varios generales del sector más conservador del carlismo,
como los generales Guergué, Uriz y Carmona, acusándoles de traición.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

La idea fundamental es el acuerdo de paz firmado por ambos contendientes,


liberales y carlistas. Las condiciones para el cese de las actividades bélicas se
concretan en diez artículos, tres de ellos incluidos en el texto, de cuya lectura
podemos deducir un afán abiertamente conciliatorio.

En el artículo 1º se incluía una ambigua promesa de mantenimiento de los


privilegios forales específicos de vascos y navarros. Espartero, al
comprometerse a recomendar …] a proponer a las Cortes la concesión o
modificación de los fueros, actuaba con notable independencia, ya que sabía que
prometía algo que era de la exclusiva competencia de las Cortes soberanas.

El artículo 2º suponía el reconocimiento por parte de los isabelinos de los


empleos, grados y condecoraciones de los oficiales y mandos que habían servido
en el bando carlista, para de este modo facilitar su reinserción en el Ejército
regular español. Así lo hicieron generales como Antonio Urbiztondo, ministro
durante el reinado de Isabel II; o Zaratiegui, nombrado director general de la
Guardia Civil.

Por último, el artículo 4º facilitaba el retiro o la licencia a generales,


brigadieres, jefes y oficiales que hubieran servido en los ejércitos de don Carlos.
3.-Cuestiones

 El Pleito Dinástico: Ley Sálica y Pragmática Sanción

Cuando en octubre de 1830 nació la princesa Isabel, primera hija de


Fernando VII, la sucesión al trono español estaba regulada por la Ley
Sálica, promulgada por Felipe V en 1713. Dicha norma, de origen
francés, explicitaba que la corona sólo podía transmitirse entre varones,
de tal forma que las mujeres quedaban excluidas y únicamente podían
hacer valer sus derechos al trono en caso de faltar heredero varón en
línea directa o colateral. Sin embargo, esta ley fue derogada por Fernando
VII al conocer la noticia del embarazo de su esposa mediante la
aprobación de la Pragmática Sanción, que imposibilitaba el acceso al
trono al infante Carlos María Isidro, que estaba respaldado por los
absolutistas más intransigentes.

Las protestas de don Carlos llevaron a Fernando VII a imponer a finales


de 1832 la marcha del infante a Portugal, por negarse a reconocer a su
sobrina Isabel como legítima heredera del trono, asimismo el monarca
destituyó de sus cargos al frente del Ejército a destacados partidarios del
infante y ordenó una amnistía política para todos los liberales presos o
exiliados fuera del país.

La creciente tensión entre absolutistas y liberales estalló tras la muerte


del rey en septiembre de 1833. Su hermano Carlos reclamó los derechos a
la corona frente a su sobrina la princesa Isabel, que tenía 3 años de edad,
provocando la sublevación contra la regencia de la reina madre de las
facciones favorables al absolutismo. Dio comienzo así una guerra civil que
enfrentó a los partidarios carlistas contra los isabelinos. En palabras de
Blanco White: “El terco orgullo del pueblo español, agrupado en dos
partidos, resueltos ambos a sacrificar cualquier ventaja en aras de su
dignidad ideal, excluye toda probabilidad de compromiso”.

 La primera Guerra Carlista

El conflicto sucesorio ocultaba en realidad un enfrentamiento entre dos


sectores de la sociedad española con intereses ideológicos, políticos y
económicos completamente opuestos. El bando isabelino contaba con el
apoyo mayoritario de las clases medias urbanas y de los empleados
públicos, así como con el de la alta burocracia estatal, mandos del
Ejército, jerarquías eclesiásticas, alta nobleza y grandes burgueses.
También los liberales, herederos de la Ilustración y las reformas de Cádiz,
eligieron la defensa de los derechos dinásticos de la princesa Isabel
confiando en la posibilidad de que una victoria en la guerra pudiera
favorecer su acceso al poder y facilitar el triunfo de sus ideas. El infante
don Carlos, fue respaldado por las partidas realistas, la intransigencia
religiosa del clero y las masas campesinas de Cataluña, el País Vasco,
Navarra, Valencia y Aragón.

Por su parte en torno al carlismo se agrupaban los sectores más


tradicionales de la sociedad, teniendo especial protagonismo en zonas
rurales del norte de España, donde la el peso del clero tradicionalista y un
sentido muy arraigado de la vigencia de los fueros estaba presente.
Podemos afirmar que el programa político carlista era poco concreto y
bastante simple, ya que se podría resumir con su conocido lema “Dios,
Patria, Fueros y Rey”, así, sus valores y principios ideológicos más
característicos eran:
 La defensa del absolutismo regio de origen divino y de la sociedad
estamental.
 El integrismo religioso y la defensa de los intereses de la Iglesia:
oposición a la libertad religiosa, rechazo de las desamortizaciones y
mantenimiento del diezmo.
 El mantenimiento de los fueros vascos y navarros amenazados por
propuestas liberales de contenido igualitario, uniformador y
centralista.
 El inmovilismo y la completa oposición a cualquier reforma, por
considerar a los liberales como enemigos de Dios y del rey.
 La fidelidad a la patria entendida como un conjunto de tradiciones,
normas, costumbres y creencias seculares recibidas de los
antepasados. Los carlistas rechazaban todas las novedades del
mundo moderno y se resistían al avance de la industrialización y del
capitalismo que, según ellos, ponían en peligro de desaparición los
fundamentos de la sociedad tradicional y agraria del pasado.

Desde el punto de vista militar, la guerra civil entre carlistas e isabelinos


tuvo tres etapas:

 Primera etapa (1833-1835)

El general Tomás de Zumalacárregui, al mando de los 35.000


hombres del ejército carlista del norte, empleando con éxito
tácticas guerrilleras, logró controlar grandes espacios rurales en
las provincias vascas y en Navarra, aunque sólo consiguió dominar
territorios discontinuos y no llegó a ocupar ninguna gran ciudad.
Los ataques por sorpresa del general carlista demostraron la
incapacidad del ejército liberal para sepultar la insurrección.

Los planes de Zumalacárregui, que proponía lanzarse sobre Vitoria,


camino de La Rioja y mirando hacia la capital del reino, fueron
rechazados por el pretendiente y sus consejeros, quienes
decidieron tomar Bilbao. Zumalacárregui sabía que el ejército
carlista luchaba contra el tiempo y rechazaba el sitio de la villa
vizcaína, pero la obsesión de los consejeros de don Carlos por la
toma de las capitales del País Vasco prevaleció sobre la experiencia
del general.

El asedio de Bilbao, defendida por las milicias locales, dio un giro


crucial al desarrollo de la guerra ya que terminó en fracaso y
supuso la muerte de Zumalacarregui, el 24 de junio de 1835, tras
ser herido en una pierna, mientras observa la batalla desde Begoña.
Poco después, los ejércitos de don Carlos levantaron el sitio, pero la
villa del Nervión tuvo que resistir una nueva acometida en 1836. En
esta ocasión, las milicias volvieron a defender Bilbao, mientras
esperaban impacientes la llegada del ejército liberal dirigido por
Espartero, quien con la ayuda de la marina británica logró derrotar
a los sitiadores en Luchana y puso fuera de peligro la ciudad.
 Segunda etapa (1836-1837)

Tras su éxito en Bilbao, el general liberal Baldomero Espartero


accedió al mando supremo del ejército isabelino y tuvo que afrontar
una nueva ofensiva carlista. Los ejércitos tradicionalistas
cambiaron su estrategia embarcándose en una serie de incursiones
en territorio enemigo, penetrando en Castilla, Andalucía,
Santander, Asturias y Galicia, con el propósito de extender los
combates a otros territorios, donde suponían la existencia de
partidarios de don Carlos y de atenuar los devastadores efectos de
una guerra ininterrumpida sobre la población de las regiones vasco-
navarras. El general Miguel Gómez llegó hasta Cádiz, el general
Juan Antonio Zaratiegui consiguió hacerse, durante algunos días,
con la ciudad de Segovia y las tropas carlistas llegaron incluso
hasta Arganda y Aravaca, a pocos kilómetros de la capital
madrileña.
 Tercera etapa (1838-1840)

Don Carlos no se atrevió a forzar la entrada en la capital de España


y ordenó la retirada. En octubre de 1937, la expedición de don
Carlos cruza el Ebro. El regreso de un ejército no vencido, pero
tampoco vencedor, a unas provincias ya cansadas y exhaustas
acelera el fin.

La crisis interna del carlismo, con enfrentamientos entre


castellanos y navarros, la desmoralización de la tropa, la fatiga de
los civiles, todo allanó el camino para el final de la guerra. En
efecto, los fracasos militares provocaron un aumento de las
discrepancias, que terminaron por escindir a los dirigentes carlistas
en dos facciones opuestas: por una parte los ultras más duros,
absolutistas, extremistas e integristas católicos, que se negaban a
aceptar cualquier intento de solución pacífica del conflicto; por otro
lado se encontraban los carlistas más moderados, como los ya
mencionados generales Gómez, Zaratiegui y Maroto, que eran
conscientes de la imposibilidad de una victoria miliar y se
mostraban favorables a un pacto con los isabelinos a cambio del
respeto a los fueros. El general Maroto, jefe supremo del ejército
carlista, que inició las negociaciones sin contar con la aprobación
de don Carlos, llegó incluso a detener y fusilar bajo la acusación de
traición a varios generales del sector ultra como Guergué, Uriz y
Carmona. Las conversaciones secretas de Maroto con Espartero
culminaron en el Convenio de Vergara, que preparó el fin de la
contienda. El general liberal se comprometía a interceder en
Madrid por los fueros, mientras que los pactistas de Maroto, con
sus pagas y ascensos asegurados, reconocían a Isabel II como
reina.

La pacificación del País Vasco permitió a los ejércitos liberales


concluir la guerra en 1840 con el sometimiento de Cataluña y el
Maestrazgo, donde el general Ramón Cabrera continuaba
resistiendo y se negaba a cumplir el acuerdo de paz. No obstante la
guerra civil concluyó con la victoria de las tropas liberales tras la
caída de Morella, último fortín de Cabrera y con la huida de don
Carlos a Francia.
La cuestión foral

El Convenio de Vergara incluía una ambigua promesa de mantenimiento de los


privilegios forales específicos de vascos y navarros. Sin embargo, poco después,
en 1841, se aprobaron varias leyes según las cuales Navarra perdía sus
aduanas, sus privilegios fiscales, sus exenciones militares y sus instituciones
propias de autogobierno, como las Cortes. Pero a cambio, los navarros
consiguieron un sistema fiscal muy beneficioso, consistente en el pago de un
cupo contributivo único anual, de reducida cuantía, a la Hacienda estatal.

En 1841, las tres provincias vascas también fueron privadas de privilegios


forales, como las aduanas y las Juntas. Asimismo fue derogado el denominado
“pase foral”, un antiguo derecho de las instituciones jurídicas y municipales de
Álava, Vizcaya y Guipúzcoa a “obedecer pero no cumplir” y “retrasar pero no
suspender” las disposiciones y órdenes del gobierno estatal. No obstante, la
población vasca conservó su exclusión, privilegiada y excepcional, del servicio
militar obligatorio.

Algunos años después, en 1846, se produjo un nuevo recorte de los fueros


vascos con la introducción de los denominados “conciertos económicos”, por
medio de los cuales se calculaba la contribución anual de los ciudadanos vascos
a los gastos generales del Estado. La cantidad total de esta aportación era
fijada, de manera pactada, entre los representantes de las diputaciones forales
de las tres provincias vascas y el gobierno estatal. Este modelo fiscal especial
resultó bastante ventajoso para la población vasca.

Durante el Sexenio Democrático, tras la destitución de Isabel II, se abrió una


nueva posibilidad para los partidarios del carlismo. En 1872, el nieto de Carlos
María Isidro, Carlos VII para sus partidarios, encabezó una nueva sublevación
que afectó, sobre todo, a Cataluña, al País Vasco y a Navarra. El programa
carlista proponía el legitimismo dinástico en la persona de Carlos VII, el
mantenimiento de los fueros, la ley vieja, y la defensa de la religión y la
propiedad.

La guerra duró cuatro años. Don Carlos estableció en Estella un gobierno


estable, emitió moneda y dispuso de fuertes contingentes de artillería y
caballería que le proporcionaron algunas victorias frente al ejército
constitucional, como fueron Montejurra, Abárzuza y Lácar, aunque fracasó en
los intentos de ocupación de grandes ciudades como Bilbao y Pamplona.

Tras la restauración alfonsina, el general Martínez Campos derrotó


nuevamente a los carlistas, provocando la marcha de Carlos VII a Francia. Tras
la derrota carlista se promulgó la ley de 21 de julio de 1876 que abolió aspectos
esenciales de los fueros vasconavarros: aumentó la intervención del Estado en la
administración del País Vasco y Navarra; estableció el servicio militar obligatorio
y la contribución a los gastos de la Hacienda estatal.

La construcción del Estado Liberal ( Julio Arostegui)


Jorge González y José Manuel Martínez

“Si el período 1834-1844 fue el de la creación de las bases jurídicas de


un nuevo Estado y de una transformación social, de la aparición de una
nueva clase dominante por agregación de grupos, mientras se
consolidaban sus instrumentos de acción política, esto es, los partidos,
el que transcurre entre 1844 y 1868 es el de verdadera
institucionalización del régimen liberal sobre una realidad
socioeconómica no transformada suficientemente, mediante la creación
de un aparato político, administrativo, fiscal, al servicio de ese bloque
oligárquico, pactado, que abandona toda veleidad de liberalismo radical.
Los esfuerzos de los estratos burgueses bajos de las capas populares
urbanas, como ocurrió en 1854, o los movimientos rurales de sentido
muy distinto, como los carlistas, en connivencia, en ciertos momentos,
con el radicalismo republicano, por cambiar las coordenadas de un
régimen cada vez más oligárquico, se verán condenadas al fracaso. Pero
la creciente esclerosis del liberalismo moderado va a concitar contra él
el poderoso movimiento que culmina en la revolución de 1868, dando fin
al régimen, a una primera gran etapa del liberalismo en España y
momentáneamente al reinado de los Borbones.”.

Julio AROSTEGUI, Un nuevo sistema político, en VV.AA.., Crisis del


Antiguo Régimen. De Carlos IV a Isabel II, vol. IX de la Historia de
España, Madrid, Historia 16, 1982, p. 60.

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones:
 Regencias de María Cristina y Espartero.
 Década Moderada y gobiernos de la Unión Liberal.
 Bienio progresista (1854-56).

1.-Clasificación del texto

Se trata de un fragmento de la obra historiográfica Un nuevo sistema político,


Crisis del Antiguo Régimen. De Carlos IV a Isabel II, de la Historia de España de
Historia 16, vol IX, del especialista en Historia Contemporánea de España Julio
Arostegui, en esta obra el autor hace una revisión de la implantación del sistema
liberal-conservador durante el reinado de Isabel II.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

El texto es un estudio sobre la primera gran etapa del liberalismo español,


coincidente con el reinado de Isabel II. Arostegui desarrolla esta reflexión en
tres fases:

-Fase I de 1834 a 1844

Periodo en e el que tienen lugar las regencias de María Cristina de Borbón,


madre de Isabel II y del general Baldomero Espartero. Este es un periodo de
tránsito político, en el cual se sientan las bases jurídicas para que España
comenzara a abandonar definitivamente el Absolutismo monárquico, como lo
demuestra la proclamación de Estatuto Real y la Constitución de 1837. Es en
esta época cuando nacen los primeros partidos políticos, Moderado y
Progresista) y la burguesía comienza a ser consciente de su papel como clase
social. Además se intenta sanear la economía a través de los procesos
desamortizadores, ejemplo es la desamortización de Mendizábal.

Fase II de 1844-1868

Período de institucionalización del régimen liberal con el surgimiento de


un aparato político, administrativo, fiscal (Constitución de 1845, Ley de
Ayuntamientos de 1845, reforma del sistema fiscal de Mon y Santillán,
establecimiento de la enseñanza primaria pública gratuita y obligatoria), al
servicio de una oligarquía que ostenta el poder alejada de toda veleidad
de liberalismo radical.

Fase III a partir de 1868

En esta última fase es clara la oposición de muchos sectores al gobierno de los


moderados. Resistencia de la burguesía liberal, de las clases bajas urbanas, del
tradicionalismo carlista y del radicalismo republicano a un régimen cada vez
más oligárquico, impuesto por el liberalismo moderado. La creciente oposición y
el anquilosamiento del liberalismo moderado serán factores determinantes para
comprender el Pacto de Ostende, la Gloriosa y el exilio de Isabel II.

3.-Cuestiones

 Regencias de María Cristina y Espartero

Ante la minoría de edad de Isabel II, la regencia fue ejercida por su


madre, María Cristina de Borbón (1833-1840). Tras la renuncia de la
reina gobernadora y su exilio a Francia, el general Espartero asumió el
cargo de regente. En esta época se configuraron, además los dos partidos
básicos del reinado de Isabel II: el Moderado y el Progresista.

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

En la primavera de 1833 unas Cortes reunidas según el antiguo modelo


proclamaron heredera a la pequeña Isabel. Cuatro meses después moría
Fernando VII, y su hija era proclamada reina como Isabel II (1833-1868),
bajo la regencia de su madre, María Cristina, como deseaba Fernando VII.

Don Carlos no se resignó e invocó la Ley Sálica para reclamar el trono.


Sus partidarios, los tradicionalistas o carlistas, se levantaron en armas en
todo el país, y estalló la guerra civil.

La reina regente se apoyó en los liberados moderados, con lo que logró la


adhesión mayoritaria de las Fuerzas Armadas a la causa isabelina. La
situación de la Regente siempre fue ambigua, ya que en un principio
estaba más cerca del absolutismo y del autoritarismo que del liberalismo,
pero las circunstancias le obligaron a defender el trono de su hija y sólo
cabía la posibilidad de recurrir a los liberales. Mientras, su propia
situación personal tampoco le daba más margen de maniobra, ya que,
nada más enviudar, se quedó embarazada de F. Muñoz, con el que se casó
morganáticamente, situación que evidentemente transgredía la legalidad
porque ya no era la viuda del Rey.

En 1834 se promulgó el Estatuto Real, especie de carta otorgada que


permitía el establecimiento de un régimen parlamentario, aunque con un
cuerpo electoral muy restringido. La finalidad del régimen del Estatuto
Real era congregar en torno a la defensa de Isabel II a los sectores
socioeconómicos más pudientes y dinámicos del país. A cambio la Corona
prometía reformas. El Estatuto Real establecía unas Cortes de carácter
meramente consultivo. Se les concedía el derecho de elevar peticiones,
pero no podían deliberar sobre asuntos que no hubiesen sido sometidos a
su consideración mediante decreto real. Las Cortes fueron divididas en
dos estamentos, el de Próceres y el de Procuradores. El Estamento de
Próceres estaba formado por los grandes de España, que eran miembros
natos del mismo y cuya dignidad se consideraba hereditaria, y por los
miembros designados por la Corona, que desempeñaban su cargo con
carácter vitalicio. Estos últimos incluían a los títulos de Castilla, los altos
cargos de la Iglesia, los más ricos propietarios, fabricantes e industriales
y altas personalidades de la administración, las ciencias y las letras. Para
ambos grupos se requería acreditar un elevado nivel de renta anual, entre
los 60.000 y los 120.000 reales. El Estamento de los Procuradores tenía
carácter electivo y sus miembros debían garantizar la posesión de una
renta anual de 12.000 reales. El sistema de elección era indirecto y
estrictamente censitario: concedía el derecho al voto a poco más de 1.000
personas, en torno al 0,15% de la población.

El gobierno de los moderados no contaba con la adhesión del sector


exaltado del liberalismo, los llamados progresistas. En agosto de 1836, el
motín de unos sargentos en el Palacio de la Granja, donde residía la
reina regente, les permitió hacerse con el poder. Se derogó el Estatuto
Real y en su lugar unas Cortes de mayoría progresista promulgaron una
Constitución de compromiso entre las facciones liberales, que restableció
los derechos individuales, pero mantuvo el derecho de veto de la Corona a
las leyes. Los aspectos más relevantes del contenido de la Constitución
de 1837 eran:

- La síntesis entre los principios de soberanía nacional y de soberanía


compartida, pues se declaraba que la potestad legislativa pertenecía a
“las Cortes con el rey”.

- La introducción del bicameralismo parlamentario. Todas las leyes debían


ser aprobados por las dos cámaras de las Cortes: el Congreso de
Diputados y el Senado. El Congreso de Diputados adquirió una mayor
relevancia porque allí se encontraban los principales dirigentes de los
partidos y los políticos más valiosos, brillantes y famosos. Los miembros
del Senado debían ser designados por el rey a partir de una lista de
candidatos elegidos por los votantes.

- El mantenimiento de importantes atribuciones en manos del rey:


iniciativa legislativa, derecho de veto ilimitado y designación de
senadores. Además, el monarca se encargaba del nombramiento de los
ministros, aunque según el principio de “doble confianza” para que las
Cortes pudieran controlar la labor del gobierno.
- El reconocimiento de los derechos individuales y de la libertad de
imprenta como garantía de la libertad de expresión.

- La afirmación de la libertad religiosa y el compromiso del Estado a


mantener económicamente al clero católico, que había perdido la mayor
parte de sus rentas como consecuencia de la desamortización.

La Constitución de 1837 se completó con una nueva ley electoral que


establecía el voto directo y el sufragio restringido para la elección de
diputados. Este sistema electoral fijaba limitaciones o restricciones de
carácter económico y educativo para conceder e derecho de voto, de
modo que los derechos políticos plenos (derecho a votar y ser elegido)
quedaban reservados exclusivamente a una minoría de hombres (240.000
hombres mayores de 25 años) a quienes se consideraba capacitados
(poseer propiedades agrarias o industriales, sobrepasar determinada
cantidad en pago de impuestos directos o tener un título universitario)
para participar en los asuntos políticos. Este sufragio censitario fue
defendido por la mayoría de los liberales europeos del siglo XIX porque
desconfiaban de las masas (obreros y campesinos indigentes e incultos) y
consideraban que los individuos sin medios económicos y sin estudios
carecían de estudios suficientes para entender e intervenir en los asuntos
políticos.

Mendizábal fue el verdadero artífice de la desamortización eclesiástica a


través de los decretos de 1836. Entre los objetivos que dicha
desamortización perseguía se encontraba el conseguir fondos para
afrontar los gastos del Estado, no sólo porque habían aumentado
notablemente por la guerra carlista, sino por debilitar al sector del clero
que defendía el carlismo. De este modo se pretendía desarrollar una
propiedad libre que permitiese maximizar los beneficios y fuese el soporte
y base social del nuevo régimen liberal, al acabar con los restos del
feudalismo, como obstáculos que se interponían para la libre circulación
del mercado de las propiedades. La venta de los bienes del clero secular
se llevó a cabo durante la Regencia de Espartero, también con
Mendizábal como ministro sustancial en esta labor, con la cual entre 1836
y 1844, antes del comienzo de la luego denominada “Década Moderada”,
se ejecutó la práctica totalidad de la desamortización eclesiástica.

El abrazo de Vergara puso fin a ocho años de guerra y consolidó en el


trono a Isabel II, pero no terminó con el problema carlista, por cuanto
muchos españoles de ideas tradicionalistas siguieron negando su
reconocimiento a la Monarquía liberal.

Al acabar la guerra carlista, los moderados iniciaron una ofensiva política


a gran escala para recuperar las riendas del proceso revolucionario. Para
ello contaban con el apoyo de la Corona. El núcleo de la ofensiva
moderada fue el control de los ayuntamientos, baluartes de progresistas y
radicales. Se elaboró una nueva ley de ayuntamientos que reforzaba la
autoridad del ejecutivo y restringía la participación popular. Junto a ello
se propuso el restablecimiento del diezmo, una nueva ley de imprenta y
electoral, la restauración del antiguo Consejo de Estado y la depuración
de la Milicia.
La Regencia de Espartero

El final de la guerra civil convirtió al general Espartero, nombrado


príncipe de Vergara, en una figura inmensamente popular. Los
progresistas le reconocieron como su líder y el militar aprovechó esta
circunstancia para hacerse primero con la jefatura del Gobierno y luego
con la propia regencia, de la que desplazó a la reina María Cristina en
octubre de 1840. Este gesto despertó fuertes resistencias entre los
moderados y se produjeron algunos inicios de levantamiento. Decidido a
cortarlos de raíz, el general Espartero suspendió la Constitución y
estableció una dictadura. Pero con ello creció el descontento de los
liberales, mientras que sus medidas de política librecambista, alentadas
por el Gobierno británico, le ganaron la antipatía de comerciantes e
industriales, que veían amenazado el desarrollo de la industria nacional.
Cuando los trabajadores de las fábricas textiles de Barcelona organizados
en sus primeros sindicatos, se levantaron contra esta política económica,
el regente ordenó el bombardeo de la ciudad. Siguieron nuevos brotes de
rebelión en Reus, Valencia, Alicante y Sevilla y finalmente, moderados y
progresistas se pusieron de acuerdo para terminar con tan caótica
situación. En julio de 1843 un grupo de generales de ambos partidos,
Serra, Narváez y Prim entre otos, se sublevaron y obligaron al regente a
huir a Inglaterra. Isabel II, que sólo contaba 13 años, fue declarada mayor
de edad y asumió plenamente la jefatura del Estado.

 Década Moderada y gobiernos de la Unión Liberal.

En diez años de regencias, España había conocido 18 Gobiernos, tres


Constituciones y una guerra civil que había dejado al país exhausto. Se
imponía un período estabilizador en el que pudieran consolidarse las
instituciones emanadas de la anterior etapa de revolución liberal y se
produjera la estabilización económica tras medio siglo de guerras internas
y exteriores.

Durante los diez años siguientes, gobernó el partido moderado, al frente


del que se encontraba el general Ramón María Narváez. El Partido
Moderado, como su rival, el Progresista, era un partido poco cohesionado,
que estaba dividido en facciones en torno a personalidades civiles o
militares, denominados notables, por lo que su permanencia en el poder
dependía en gran medida de la capacidad de sus líderes para controlar la
Administración y con ello el aparato electoral, y para evitar que la
oposición pudiera hacer triunfar algún pronunciamiento armado.

Los moderados, apoyados por las clases privilegiadas de la sociedad,


establecieron sólidos elementos de gobierno:

La creación de la Guardia Civil. La Milicia Nacional, un cuerpo militar


integrado por ciudadanos voluntarios que actuaba al servicio del régimen
liberal, fue sustituida por una eficaz policía militarizada, la Guardia Civil,
dirigida por oficiales próximos al partido moderado.

La aprobación de una nueva ley de ayuntamientos, en 1845, para


introducir el nombramiento gubernativo de todos los alcaldes entre
aquellos concejales elegidos previamente por los vecinos de cada
municipio según un restrictivo sistema electoral por sufragio limitado. De
este modo, el gobierno consiguió estrechar el control sobre la vida
municipal con la intención de evitar insurrecciones locales y de manipular
a su antojo el desarrollo de las elecciones.

La reforma del sistema fiscal fue elaborada en 1845 por el ministro


Alejandro Mon y por Ramón Santillán. Con esta reorganización se
pretendía mejorar la eficacia del sistema de impuestos para obtener un
aumento de los ingresos estatales, reducir el déficit y costear la
realización de modernas infraestructuras y de nuevos servicios públicos,
construcción de canales y caminos, de la red telegráfica y de las obras de
canalización de agua para el abastecimiento de las ciudades. Los
impuestos quedaron clasificados en impuestos directos, la contribución
por actividades industriales y comerciales, y la contribución territorial
sobre las propiedades inmobiliarias urbanas y sobre los rendimientos de
las fincas rústicas cultivadas.

La elaboración y aprobación de una Constitución en 1845 para


sustituir el anterior texto constitucional de 1837. En su redacción
intervinieron de manera destacada los políticos extremeños Juan Donoso
Cortés y Juan Bravo Murillo. La Constitución de 1845 fijó los principios
siguientes:

-Estableció una monarquía constitucional conservadora.

-La sustitución de la soberanía nacional por la soberanía conjunta de la


Corona y de las Cortes. Con ello se pretendía robustecer el orden y la
autoridad frente a la ampliación democrática de los principios de libertad
y representación.

-El fortalecimiento de los poderes de la Corona. La reina tenía la


posibilidad de legislar, motivo por el que podía disolver las Cotes y vetar
sus decisiones. El gobierno debía contar con el apoyo conjunto de la reina
y de las Cortes.

-La reserva de la participación política a las grandes fortunas del país


(sufragio censitario). Los miembros del Senado eran designados
libremente por la reina, con carácter vitalicio, entre las altas jerarquías de
la Iglesia, del Ejército y de la nobleza. El Congreso siguió siendo una
cámara electiva, pero sólo podían ser diputados quienes asegurasen 1.000
reales de contribución directa y una renta anual de 12.000 reales.

En el terreno diplomático, se firmó un Concordato con la Iglesia


católica, que hasta entonces se había mostrado bastante reacia a
reconocer el derecho al trono de Isabel II. El gobierno español se
comprometió a paralizar las ventas y subastas de bienes desamortizados,
permitió el regreso a España de varias órdenes religiosas suprimidas
anteriormente, cedió por completo al clero el control de la enseñanza y la
expresó que no se toleraría ninguna otra confesión religiosa. Por su parte
la Santa Sede aceptó como un hecho consumado las ventas de las tierras
desamortizadas realizadas años antes, perdonó a los compradores de
dichas propiedades suspendiendo su excomunión y no puso objeciones
para que la Corona recuperase su tradicional y una antigua prerrogativa
de patronato con derecho a intervenir en la elección de obispos.
La reducción del déficit estatal mediante la conversión de la deuda
efectuada por Bravo Murillo en 1851. Por medio de esta operación
financiera, que fue planteada para encubrir la insolvencia y la bancarrota
económica del Estado, el gobierno rebajó unilateralmente el pago de los
intereses y el valor de los títulos de deuda pública y por tanto rebajó así la
cantidad de dinero a devolver por el Estado en concepto de préstamo.
Esto ocasionó un grave perjuicio a los compradores de títulos de deuda,
que perdieron más de la mitad de su dinero invertido años antes.

El establecimiento de la enseñanza primaria pública gratuita y


obligatoria para todos los niños de 6 a 9 años de edad. El ministro
moderado Claudio Moyano fue el impulsor en 1857 de esta ley
educativa, cuya aplicación quedó frustrada porque el Estado carecía de
recursos y se desentendió de los gastos de su financiación.

La actividad exterior española durante esta etapa estuvo marcada por la


dependencia con respecto a los intereses de Francia y Gran Bretaña y por
la prioridad concedida al mantenimiento de nuestras colonias.

A cambio de estos éxitos, el régimen moderado impuso una dura política


represiva contra sus adversarios, limitando al mínimo las libertades
públicas y cortando cualquier intento de oposición, así como una nueva
sublevación carlista en Cataluña. Narváez estableció una auténtica
dictadura personal, que facilitó la derrota de los intentos revolucionarias
de 1848 que, a diferencia de otros países europeos, apenas tuvieron
incidencia en España.

Diez años de gobierno interrumpido era algo extraño en la España de la


época. Dueños sin oposición del poder, los moderados acabaron
entregados a todo tipo de corrupciones, fomentadas por la camarilla de la
Corte y por financieros poco escrupulosos, como el banquero José de
Salamanca. La corrupción electoral se llevó a cabo a través de la
manipulación de los censos, la presión sobre los electores y, en caso
necesario, el falseamiento de los resultados electores. Estas prácticas
fueron facilitadas por los amplios poderes de los alcaldes y de los jefes
políticos. Los progresistas terminaron por superar sus divisiones y, pese a
la vigilancia a que eran sometidos, en 1854 hicieron un golpe de Estado al
sublevar parte del Ejército y derrocar a las tropas del Gobierno moderado
en Vicálvaro, en las puertas de la capital.

En 1856, bajo la dirección de O´Donnell, se produce un nuevo golpe de


fuerza por el que se paralizan las reformas y se crea un nuevo partido, la
Unión Liberal, que pretende sobre todo el mantenimiento del orden ante
el desarrollo creciente del movimiento obrero y demócrata.

El largo gobierno de la Unión Liberal coincidió con una expansión sin


precedentes que consolidó la evolución de la economía española.
Contribuyeron a ello factores como: la ley de desamortización; la
liberalización del mercado de la propiedad y del subsuelo, a través de la
Ley Hipotecaria (1858) y de la Ley de Minas (1859); la ambiciosa política
estatal de obras públicas, transportes y comunicaciones.

Durante los años siguientes se produjeron avances en la expansión


ferroviaria, expediciones coloniales a Marruecos, reorganización de los
ayuntamientos, etc. Capítulo aparte merece la política exterior de la
Unión Liberal. A mediados de los años cincuenta, los países europeos más
desarrollados habían iniciado ya la carrera por el reparto de África y Asia
que daría lugar al fenómeno llamado imperialismo. Los gobiernos
unionistas intentaron que España participara en la empresa imperial
europea para estabilizar la política interior, ya que el clima ideológico de
la época ligaba la identidad y prosperidad nacionales a la capacidad de
proyección imperial. En este contexto deben analizarse la intervención en
Indochina (1858) apoyando al colonialismo francés, la aceptación de la
reincorporación de Santo Domingo, entre 1861 y 1866 y, sobre todo, la
campaña de Marruecos, iniciada en octubre de 1859. El fervor que
despertó la guerra de Marruecos reportó escasos beneficios reales y costó
más de 10.000 vidas, la mayor parte por deficiencias en el trato de la
tropa. La euforia imperial ya había decaído cuando se produjo la breve
intervención española en México en 1861, junto con Inglaterra y Francia,
que acabó con el establecimiento del pintoresco y trágico reinado
mexicano del archiduque Maximiliano de Austria.

El retorno de Narváez y los moderados al poder supuso un


endurecimiento gubernamental que llevaría a nuevas conspiraciones. A
partir de 1866 el moderantismo está acosado por tres graves problemas:
la demanda social de la participación política, la corrupción y el
descrédito de la Corte de Isabel II, el malestar provocado por una
gravísima crisis económica y financiera.

Así, tras reprimir con fusilamientos la sublevación de los sargentos del


cuartel de San Gil y las manifestaciones de descontento estudiantil por la
expulsión de catedráticos demócratas (Cautelar, Sanz del Río), se produjo
la alianza de sectores progresistas y demócratas (Pacto de Ostende) que
llevaría a la revolución de septiembre de 1868, la Gloriosa, que supuso la
caída de Isabel II y el fin de la dinámica de enfrentamientos entre
moderados y progresistas que había marcado todo su reinado.

El Bienio Progresista

Un alzamiento militar en junio de 1854, dirigido por el general O´Donnell, puso


punto final a la década Moderada y llevó al poder a los progresistas. El general
Espartero regresó del destierro.

Los dos años de régimen progresista, el bienio 1854-1856, destacaron por una
actividad intensa. Recordemos que la desamortización vivió su segundo impulso
con Madoz. Se aprobó una Ley General de Ferrocarriles que contribuyó a la
construcción de la red, con tramos peninsulares que enlazaban Madrid con la
frontera francesa y la costa. Una Ley de Banca favoreció la entrada de capital
extranjero y la aparición de empresas de tamaño adecuado para la época.

Los progresistas no dudaron en suspender la vigencia de la Constitución de


1845 y redactar un texto nuevo. Sería la Constitución de 1856, llamada
“nonnata” porque no llegó a entrar en vigor. A pesar de ello, el texto reflejó el
ideario del partido progresista. Establecía la soberanía nacional, el poder
legislativo compartido por las Cortes y el rey y la tolerancia religiosa; reducía el
cargo de diputado a tres años; reformaba el Senado según los criterios de 1837;
establecía la garantía y amplitud de los derechos individuales, que se habían
conculcado frecuentemente durante el período moderado.

La crisis del gobierno progresista se desencadenó por diversas causas: la


creciente conflictividad social y política; la hostilidad de la Corona y de los
círculos moderados; la heterogeneidad de la coalición gobernante, en la que
pugnaban dos proyectos políticos tan distintos como el de los moderados
sublevados en Vicálvaro y el de los progresistas; la quiebra interna del
progresismo, que se reveló incapaz de convertirse en una alternativa de poder
sólida.

En julio de 1856, la Reina encargó la formación de gobierno a O´Donnell, quien


daría otro golpe de timón hacia posiciones más conservadoras. Era el fin de la
etapa progresista.

Manifiesto de Sandhurst

Jorge González y José Manuel Martínez

He recibido de España un gran número de felicitaciones con motivo de


mi cumpleaños, y algunas de compatriotas nuestros residentes en
Francia. Deseo que con todos sea usted intérprete de mi gratitud y mis
opiniones.
Cuantos me han escrito muestran igual convicción de que sólo el
restablecimiento de la monarquía constitucional puede poner término a
la opresión, a la incertidumbre y a las crueles perturbaciones que
experimenta España. Díceme que así lo reconoce ya la mayoría de
nuestros compatriotas, (...).
(...) Sólo puedo decir que nada omitiré para hacerme digno del difícil
encargo de restablecer en nuestra noble nación, al tiempo que la
concordia, el orden legal y la libertad política, si Dios en sus altos
designios me la confía.
Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre,
tan generosa como infortunada, soy único representante yo del derecho
monárquico en España. Arranca este de una legislación secular,
confirmada por todos los precedentes históricos, y está indudablemente
unida a todas las instituciones representativas, que nunca dejaron de
funcionar legalmente durante los treinta y cinco años transcurridos
desde que comenzó el reinado de mi madre hasta que, niño aún, pisé yo
con todos los míos el suelo extranjero.
Huérfana la nación ahora de todo derecho público e indefinidamente
privada de sus libertades, natural es que vuelva los ojos a su
acostumbrado derecho constitucional y a aquellas libres instituciones
que ni en 1812 le impidieron defender su independencia ni acabar en
1840 otra empeñada guerra civil. Debióles, además, muchos años de
progreso constante, de prosperidad, de crédito y aun de alguna gloria;
años que no es fácil borrar del recuerdo cuando tantos son todavía los
que los han conocido.
(...) lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía
hereditaria y representativa, mirándola como irremplazable garantía de
sus derechos e intereses desde las clases obreras hasta las más elevadas.

En el intretanto, no sólo está hoy por tierra todo lo que en 1868 existía,
sino cuanto se ha pretendido desde entonces crear. Si de hecho se halla
abolida la Constitución de 1845, hállase también abolida la que en 1869
se formó sobre la base inexistente de la monarquía.
(...)
Afortunadamente la monarquía hereditaria y constitucional posee en sus
principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones de acierto
hacen falta para que todos los problemas que traiga su restablecimiento
consigo sean resueltos de conformidad con los votos y la convivencia de
la nación.
No hay que esperar que decida ya nada de plano y arbitrariamente, sin
Cortes no resolvieron los negocios arduos de los príncipes españoles allá
en los antiguos tiempos de la monarquía, y esta justísima regla de
conducta no he de olvidarla yo en mi condición presente, y cuando todos
los españoles estén ya habituados a los procedimientos parlamentarios.
Llegado el caso, fácil será que se entiendan y concierten las cuestiones
por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.
Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de
contribuir poderosamente la dura lección de estos últimos tiempos que,
si para nadie puede ser perdida, todavía lo será menos para las hornadas
y laboriosas clases populares, víctimas de sofismas pérfidos o de
absurdas ilusiones.
(...)
Por mi parte, debo al infortunio estar en contacto con los hombres y las
cosas de la Europa moderna, y si en ella no alcanza España una posición
digna de su historia, y de consuno independiente y simpática, culpa mía
no será ni ahora ni nunca. Sea la que quiera mi propia suerte ni dejaré
de ser buen español ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni,
como hombre del siglo, verdaderamente liberal.

Suyo, afmo., Alfonso de Borbón.


Nork-Town (Sandhurst), 1 de diciembre de 1874

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 Fin del sexenio democrático.
 Comienzo del reinado de Alfonso XII: turnismo.
 Oposición al sistema.

1.-Clasificación del texto

Es un texto de naturaleza política, ya que se trata de un manifiesto; firmado


por el príncipe de Asturias, el futuro Alfonso XII. Casi con total seguridad, se
puede afirmar que fue redactado por Antonio Canovas del Castillo.

Alfonso XII, era hijo de Isabel II y había cumplido el 28 de noviembre de 1874,


17 años. Exiliado tras la “Gloriosa”, estudió en varios países y terminó su
formación en la Academia Militar británica de Sandhurst, lugar donde firmó, el 1
de octubre de 1874, este texto en el que proponía un cambio en España, siendo
clave su presencia.

Canovas del Castillo, había colaborado en la redacción del Manifiesto de


Manzanares (1854) y había ocupado varios cargos con los gobiernos de Unión
Liberal. Durante el Sexenio Democrático (1868-1874), creo el partido
alfonsino, y a partir de 1873 pasó a dirigir una vuelta en toda regla de los
Borbones a España. Cuando el general Martínez Campos proclamó rey a
Alfonso XII, Cánovas rápidamente asumió el ministerio-regencia a la espera del
rey.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

Dos son las ideas principales: Alfonso se reconoce como el legítimo heredero de
la corona española, por efecto de la abdicación de su madre en 1870. Por otro
lado el manifiesto expone un programa político que estabilice el país, basado en
la reconciliación y las Cortes, para normalizar la vida política española, o lo que
es lo mismo, que el monarca quiere establecer en España un nuevo régimen, en
el que se combinen tradición y modernidad.

Quizá el mejor resumen del manifiesto se da al final (como buen texto hecho por
un experto): " (…) ni dejaré de ser buen español, ni como todos mis antepasados,
buen católico, ni, como hombre de siglo, verdaderamente liberal.".
3.-Cuestiones

 Fin del Sexenio Democrático.

El sexenio, finalizó a finales de 1874 debido a diversas causas que no


pudieron solucionar ninguno de los sistemas políticos establecidos. El
cantonalismo, expresión de la radicalización del federalismo y del
movimiento obrero; la tercera guerra carlista, conspiraciones
alfonsinas y la guerra de los diez años contra los independentistas
cubanos, son algunos ejemplos de la inestabilidad vivida.

En este clima el general Pavía disuelve las Cortes, que pretendían buscar
un sustituto a Emilio Castelar. El 4 de enero de 1874 el general Serrano
instaura una República autoritaria, que se mantuvo nominalmente pero
que en realidad significaba el punto final de la experiencia republicana,
Cánovas del Castillo acelera la Restauración y Martínez Campos da un
golpe de estado el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto y proclama a
Alfonso XII como nuevo rey de España. El 31 de diciembre se constituía el
Ministerio-Regencia, presidido por Cánovas y con este acontecimiento se
pone punto y final al el primer intento de instaurar un sistema liberal
democrático en España y se inicia la Restauración, que no sólo significa
una vuelta de los Borbones, sino también un dominio del liberalismo
dogmático y la preponderancia de la oligarquía.

 Comienzo del reinado de Alfonso XII: turnismo

El 29 de diciembre de 1874, Martínez Campos proclama en Sagunto a


Alfonso XII como rey de España, anteriormente Isabel II había abdicado
en su hijo y Canovas del Castillo se había convertido en su principal
valedor político.

Días antes, el 1 de diciembre, Alfonso XII había firmado el Manifiesto de


Sandhurst, programa de la monarquía, garantizando el sistema político
liberal.

La mayor parte de militares apoya al monarca, Serrano dimite y parte al


exilio, del que retornará como alfonsino. Culminaba así un proceso que se
había iniciado casi desde el comienzo mismo del exilio de Isabel II. Este
pronunciamiento suponía el fin de un periodo de gran inestabilidad y la
restauración de los borbones en España; no obstante, se recurrió a
métodos que no agradaron al auténtico artífice del proyecto restaurador,
Canovas del Castillo, ya que su intención no era una restauración
establecida por los militares, sino formar una amplia opinión pública
favorable a la vuelta del joven príncipe y poco a poco entrar en el poder
de una manera pacífica.

A pesar de todo, cuando se produjo el pronunciamiento Cánovas se hizo


cargo inmediatamente de la situación y se ocupó de organizar la
transición de la forma más legal posible. Los meses que siguieron fueron
decisivos en la consolidación de un nuevo régimen, puesto que Cánovas
consiguió una larga etapa de estabilidad política basada en un sistema
político regido por los valores conservadores de orden, propiedad y
monarquía, combinados con aspectos e instituciones liberales. El sistema
político se basó en el turno de partidos pactado en el Pardo, el 24
noviembre de 1885. Con este sistema se alternaban en el poder dos
partidos, el liberal-fusionista de Sagasta que se alternaba con el
liberal-conservador de Cánovas. Había otros partidos, pero había un
falseamiento sistemático de las elecciones, por lo que nunca hubo
posibilidad de que otros partidos ocuparan el poder. A lo único que podían
aspirar era a ocupar algún escaño en las Cortes, ya que los caciques
aseguraban la alternancia política.

Oposición al sistema

La Restauración tuvo como opositores movimientos de todo tipo, como el


republicano federal, los carlistas o los partidos y sindicatos obreros.

La Restauración es el momento de consolidación de los regionalismos


periféricos, que en muchos casos derivan hacia posturas nacionalistas. España
es un país con un centralismo legal, pero con un localismo real, que se hizo
especialmente evidente en Cataluña y en el País Vasco, precisamente las dos
regiones con mayor independencia económica; y en menor medida en Galicia y
Valencia.

El partido Carlista, tardó bastante en organizarse, ya que éstos fueron


derrotados en 1876 y no concurrieron a unas elecciones hasta 1890. Dirigidos
por <B<>, a pesar de sus divisiones, que originaron el nacimiento del partido
Tradicionalista dirigido por Ramón Nocedal; tuvo siempre cierta fuerza en las
provincias de Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya

El movimiento obrero cobró cada vez más importancia, sobre todo los sindicatos
anarquistas, aunque también el Socialismo tuvo gran difusión, tras la
fundación del PSOE en 1879 por Pablo Iglesias.

Constitución de 1876

Jorge González y José Manuel Martínez

Art. 11º. La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado. La


Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros. Nadie será
molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el
ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral
cristiana. No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni
manifestaciones públicas que las de la religión del Estado.(...)
Art. 13º. Todo español tiene derecho: De emitir libremente sus ideas y
opiniones, ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la imprenta o de
otro procedimiento semejante, sin sujeción a la censura previa. De
reunirse pacíficamente. De asociarse para los fines de la vida humana.
De dirigir peticiones individual o colectivamente al Rey, a las Cortes y a
las autoridades. El derecho de petición no podrá ejercerse por ninguna
clase de fuerza armada.
Art. 18º. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 19º. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales
en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 28º. Los Diputados se elegirán y podrán ser elegidos
indefinidamente por el método que determine la ley. (...)
Art. 50º. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y su
autoridad se extiende a todo cuanto conduce a la conservación del orden
público en el interior y a la seguridad del Estado en la exterior, conforme
a la Constitución y a las leyes.
Art. 51º. El Rey sanciona y promulga las leyes. (...)
Art. 75º. Unos mismos Códigos regirán en toda la Monarquía, sin
perjuicio de las variaciones que por particulares circunstancias
determinen las leyes. En ellos no se establecerá más que un solo fuero
para todos los españoles en los juicios civiles y criminales (...) "
Art. 76. A los Tribunales y Juzgados pertenece exclusivamente la
potestad de aplicar las leyes en los juicios civiles y criminales, sin que
puedan ejercer otras funciones que las de juzgar y hacer que se ejecute
lo juzgado.

Madrid, 30 de junio de 1876.

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 La Constitución de 1876 comparada con su antecesora, la de 1869.
 Llegada de Alfonso XII al poder.
 Características básicas del sistema de la Restauración.

1.-Clasificación del texto: naturaleza, fecha y contexto

Nos encontramos con un texto de naturaleza política, ya que es un se trata de


una selección de artículo de la constitución de 1876. Esta constitución fue
redactada poco después de la restauración en el trono español de los Borbones.
El nuevo monarca, Alfonso XII, hijo de Isabel II, fue proclamado rey de España
tras el golpe de Estado del general Martínez Campos, el 29 de diciembre de
1874. Los intentos sucesivos de estabilizar el país durante el Sexenio
Revolucionario (Monarquía, República y República autoritaria), tras la
Revolución de 1868, no habían tenido éxito, por lo que es necesario iniciar una
nueva etapa política, bautizada como Restauración.
2.-Análisis de las ideas principales y secundarias

En los artículos escogidos de la Constitución, como no podía ser de otra manera,


aparece reflejado el ideario del principal impulsor de la Restauración, Antonio
Cánovas del Castillo.

Temática de los distintos artículos:

En el artículo 11 se especifica que la religión católica es la oficial del Estado,


aunque se tolera la práctica de otras manifestaciones religiosas en privado.

En el artículo 13 se cita los derechos de los españoles: expresión, reunión,


asociación.

Los artículos 18, 19, 28, 50, 51 y 76, versan sobre los poderes del Estado, el
legislativo fundamentado en las Cortes (Senado y Congreso) y el Rey, por lo que
se establece un sistema en el que la Soberanía es compartida; el ejecutivo
encabezado por el Rey y por último el judicial basado en la autoridad de los
jueces y tribunales. En esta constitución no se especifica el tipo de sistema
electoral que se va a utilizar, ya que se deja para leyes posteriores, aunque en la
práctica se mantuvo el sufragio censitario, hasta 1890, cuando se aprueba el
sufragio universal masculino.

El artículo 75 determina un solo fuero para toda España, concepción


centralista y unitaria del Estado, al establecer unos mismos códigos, elimina los
fueros, causa de nuevos conflictos con los carlistas.

3.-Cuestiones

 La Constitución de 1876 comparada con su antecesora, la de 1869

La Constitución de 1876 se mantuvo vigente hasta 1931. La anterior tuvo


una vigencia mucho menor desde 1869 hasta 1874.

Las características básicas de la Constitución de la Restauración es


pueden resumir en:

• Soberanía compartida.

• Amplias atribuciones del monarca.

• Sistema bicameral.

• Sufragio no definido (primero censatario y luego universal).

• Amplia declaración de derechos, aunque permitía que éstos fueran


regulados por la legislación ordinaria (así los conservadores restringían y
los liberales ampliaban).

• Tolerancia religiosa en el ámbito privado.

• Centralismo (eliminación de los fueros).


Las características de la Constitución del Sexenio fueron:

• Soberanía Nacional.

• Separación de poderes (“El Rey reina pero no gobierna”).

• Sistema bicameral.

• Sufragio Universal Masculino.

• Declaración amplia de derechos (sin sujeción a otras leyes posteriores).

• Libertad de culto con la excepción de los ministros.

• Centralismo pero sin eliminación de fueros.

 Llegada de Alfonso XII al poder

La época anterior al reinado de Alfonso XII se conoce como el Sexenio


Democrático o Revolucionario, marcado por sublevaciones populares,
los enfrentamientos con los carlistas, las conspiraciones alfonsinas, el
cantonalismo y la guerra contra los independentistas cubanos, que
comenzó en 1868.

Este clima de inestabilidad política hace que el general Pavía disuelva las
Cortes, pretendiendo buscar un sustituto a Emilio Castelar (último
presidente de la I República), el 4 de enero de 1874. El general Serrano
instaura una República autoritaria que se mantuvo nominalmente pero
que en realidad significaba el punto final de la experiencia republicana,
Martínez Campos da un golpe de estado el 29 de diciembre de 1874 en
Sagunto y proclama a Alfonso XII como nuevo rey de España.

El 31 de diciembre se constituyó el Ministerio-Regencia, presidido por


Cánovas del Castillo. Comienza la Restauración, que no sólo significa una
vuelta de los borbones, sino también un dominio del liberalismo
dogmático y la preponderancia de la oligarquía y el caciquismo. Dos
semanas después de los acontecimientos narrados, hacía su entrada el
joven rey Alfonso XII, el pacificador.

Características básicas del sistema de la Restauración

Las características básicas del sistema restaurador son:

• Sistema ideado por Cánovas del Castillo, fue el primer jefe de gobierno de la
Restauración y durante años se turnó en el poder con Sagasti, gracias al Pacto
del Pardo de 1885.

• Constitución de 1876.

• Oligarquía y caciquismo. Los turnos a la hora de ejercer el gobierno por parte


de conservadores y liberales, determinan que sean las oligarquías y los caciques
sean los que controlen el proceso electoral, para asegurar la alternancia política.

• Con la muerte de Cánovas en 1897 y de Sagasta en 1903, comienza la


descomposición del sistema de la Restauración, ya que sus respectivos
sucesores no pudieron controlar los diferentes movimientos, como el
regeneracionismo, el republicanismo o el nacionalismo; que surgieron en contra
de este sistema.

• Acontecimientos como Crisis del 98, la Semana Trágica, la Crisis de 1917


o la dictadura de Primo de Rivera, favorecen aun más la descomposición del
sistema canovista.

• El fin de la Restauración está marcado por la proclamación de la Primera


República y la expulsión del Alfonso XIII.

Proclama de los generales sublevados en Cádiz en 1868

Jorge González y José Manuel Martínez

" Españoles: La ciudad de Cádiz puesta en armas con toda su provincia,


con la Armada anclada en su puerto (...) niega su obediencia al gobierno
que reside en Madrid, segura de que es leal intérprete de los ciudadanos
(...) y resuelta a no deponer las armas hasta que la Nación recobre su
soberanía, manifieste su voluntad y se cumpla. (...) Hollada la ley
fundamental (...), corrompido el sufragio por la amenaza y el soborno,
(...) muerto el Municipio; pasto la Administración y la Hacienda de la
inmoralidad; tiranizada la enseñanza; muda la prensa (...). Tal es la
España de hoy. Españoles, ¿quién la aborrece tanto que no se atreva a
exclamar: "Así ha de ser siempre"? (...) Queremos que una legalidad
común por todos creada tenga implícito y constante el respeto de todos.
(...) Queremos que un Gobierno provisional que represente todas las
fuerzas vivas del país asegure el orden, en tanto que el sufragio
universal echa los cimientos de nuestra regeneración social y política.
Contamos para realizar nuestro inquebrantable propósito con el
concurso de todos los liberales, unánimes y compactos ante el común
peligro; con el apoyo de las clases acomodadas, que no querrán que el
fruto de sus sudores siga enriqueciendo la interminable serie de
agiotistas (especuladores) y favoritos; con los amantes del orden, si
quieren ver lo establecido sobre las firmísimas bases de la moralidad y
del derecho; con los ardientes partidarios de las libertades individuales,
cuyas aspiraciones pondremos bajo el amparo de la ley; con el apoyo de
los ministros del altar, interesados antes que nadie en cegar en su origen
las fuentes del vicio y del ejemplo; con el pueblo todo y con la
aprobación, en fin, de la Europa entera, pues no es posible que en el
consejo de las naciones se haya decretado ni decrete que España ha de
vivir envilecida. (...) Españoles: acudid todos a las armas, único medio de
economizar la efusión de sangre (...),no con el impulso del encono,
siempre funesto, no con la furia de la ira, sino con la solemne y poderosa
serenidad con que la justicia empuña su espada. ¡Viva España con honra!

Cádiz, 19 de septiembre de 1868.- Duque de la Torre, Juan Prim,


Domingo Dulce, Francisco Serrano Bedoya, Ramón Nouvillas, Rafael
Primo de Rivera, Antonio Caballero de Rodas, Juan Topete".

Análisis del texto y cuestiones


1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor
2. Análisis del texto
3. Cuestiones
 Explique la crisis del reinado de Isabel II y las principales etapas
del sexenio.
 ¿Qué es un "Pronunciamiento"?. Señale y explique los principales
movimientos de este tipo que se producen en el siglo XIX.
 ¿Qué sistema se establece al finalizar el "Sexenio Democrático"?.
Explique sus características políticas.

1.-Clasificación del texto

Se trata de un texto de naturaleza política, una proclama con la intención


decimonónica de los pronunciamientos. Antecede al golpe que inicia la
Revolución de 1868, conocida como “La Gloriosa”, que dará fin al reinado de
Isabel II en España. Será conocido el texto como ¡Viva España con honra!

El lugar y la fecha nos vienen indicados en el texto: Cádiz, 19 de septiembre de


1868, así como los autores del mismo (el colectivo de generales pronunciados),
si bien es verdad que el verdadero autor es el civil Adelardo López de Ayala,
celebre dramaturgo liberal, que ocupó el Ministerio de Ultramar con Serrano,
en el primer gabinete de Amadeo I (1871) y en mayo 1872. Durante el período
conocido como Restauración, también ocupó este ministerio. Además, fue
presidente del Congreso y académico de la Lengua. Entre los militares firmantes
de la proclama nos encontramos con el general Prim, con Serrano y el almirante
Topete, todos ellos destacados protagonistas de la “Gloriosa”.

2.-Análisis del texto

La idea fundamental es derrocar a la reina Isabel II, explícitamente marcado


en el texto: “(...) niega su obediencia al gobierno que reside en Madrid (...)”.
Ideas secundarias, serían las que explican la fundamental, es decir, la violación
de la Constitución de 1845, el no cumplimiento del sistema electoral, la falta
de autonomía de los municipios, la corrupción administrativa, la falta de
libertades, la tiranía en la enseñanza, la inmoralidad de la corte. Tras esta
exposición se muestran los objetivos de la sublevación, para acabar con la
corruptela a través de un gobierno provisional democrático.

3.-Cuestiones

 Explique la crisis del reinado de Isabel II y las principales etapas


del sexenio.

Los últimos años del reinado de Isabel II se viven en un clima de varias


crisis que, finalmente provocan la caída de la monarquía.

• Crisis económica.

Los años sesenta europeos son críticos (1866, crisis generalizada), pero
en España se añade la secular tradición agraria, que frenaba el cambio.
Una serie de malas cosechas obligaron a reducir las exportaciones y
originaron la carestía de los alimentos y la hambruna. A esta crisis de
subsistencia se unió la crisis en la industria textil, por la falta de algodón
originada por la Guerra de Secesión de Estados Unidos; y en los
ferrocarriles, que derivó en quiebras de sociedades y la crisis en el sector
financiero, que repercutiría en una mala situación de la Hacienda Pública,
que como solución parcial, incrementaría la presión fiscal. Todo ello acabó
generando un profundo malestar general, que lleva a una crisis social en
todos los estamentos.

• Crisis política.

Basada en un régimen isabelino anclado en la Constitución de 1845, que


no extendía la participación política ni la representatividad nacional; se
añadía el apoyo de la reina a los moderados, carentes ya de una política
positiva y moderna. Esta actitud de la reina provocó el enfrentamiento de
gran parte de los partidos políticos de la oposición (progresistas y
demócratas), que ante la imposibilidad de llegar al poder de manera
democrática, en agosto del año 1866, firman un pacto frente a la
monarquía borbónica en la localidad belga de Ostende.

A estas causas se unieron otras como la desaparición de las principales


figuras de los políticos moderados y unionistas, O'Donnell y Narváez,
que habían apoyado a la reina; la crisis moral y ética de los dirigentes
políticos isabelinos y el surgimiento de nuevos fundamentos ideológicos
de los intelectuales. En este sentido, sería esencial el krausismo como
doctrina idealista, que asumieron los denominados demócratas de
cátedra, como Sanz del Río, Salmerón o Cautelar. Por último, habría
que seguir considerando esa mentalidad romántica, todavía vigente en
España, que pensaba en soluciones revolucionarias de la conquista del
poder por la fuerza

Con este caldo de cultivo, en septiembre de 1868 se sublevan en Cádiz los


firmantes en Ostende e inician el periodo denominado Sexenio
Democrático o Revolucionario, que culminó con la caída de Isabel II y
con el gobierno provisional de Prim y Serrano, que tras valorar distintos
candidatos eligieron como monarca a Amadeo de Saboya, el cual apenas
pudo mantenerse dos años en el poder. De este modo, tras la muerte de
Prim, Amadeo de Saboya renunció al trono y fue proclamada la Primera
República, circunstancia que no solucionó la crisis española y que obligó a
Serrano a tomar la determinación de asumir plenos poderes, iniciándose
el periodo conocido como la República Autoritaria, que concluyó con el
golpe de Estado del General Martínez Campos, que junto a Antonio
Cánovas del Castillo entroniza a Alfonso XII.

 ¿Qué es un "Pronunciamiento"?. Señale y explique los principales


movimientos de este tipo que se producen en el siglo XIX.

Un Pronunciamiento es un golpe militar, dirigido generalmente por un


general de prestigio, que se proclama portavoz de la voluntad del pueblo
para hacerse cargo del poder. Los pronunciamientos suelen ir
acompañados de un manifiesto, el cual explica las intenciones de los
sublevados. Se suele considerar como primer pronunciamiento el llevado
a cabo por el general Rafael del Riego en contra de Fernando VII, en
1820.

Algunos de los pronunciamientos más importantes son:


• El que se produjo durante la regencia de María Cristina en 1836,
conocido como la “sublevación de los sargentos de La Granja” por el
cual se obliga a firmar a la regente la Constitución de Cádiz de 1812.

• En 1843, el general Narváez se levantó contra Espartero, regente de


Isabel II, y proclamó a la reina mayor de edad.

• En junio de 1854, el general O'Donnell se pronuncia en Vicálvaro


contra los moderados, a través del Manifiesto de Manzanares,
redactado por Cánovas del Castillo, dando comienzo el Bienio Progresista.

• Pronunciamiento, es también el tratado en el texto, septiembre de 1868,


ya que llevó al exilio a Isabel II.

En 1874 se producen dos, en enero el general Pavía disuelve las Cortes


republicanas y en diciembre, el general Martínez Campos proclamó en
Sagunto rey de España a Alfonso XII.

¿Qué sistema se establece al finalizar el "Sexenio Democrático"?.


Explique sus características políticas.

Tras los distintos intentos del sexenio por normalizar la situación española sin
conseguirlo, Martínez Campos y Canovas del Castillo (con algo de controversia
entre los dos, por el método utilizado) dan inicio a una nueva etapa histórica en
España, la Restauración (1874-1931).

Los personajes políticos que instaurarán durante el último tercio del siglo XIX el
nuevo sistema serán, Antonio Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasti.
Los pilares de dicho sistema serán:

La Constitución de 1876 (flexible para abarcar las distintas tendencias del


liberalismo, con una soberanía compartida; amplias atribuciones del monarca;
sistema bicameral; sufragio no definido; declaración de derechos amplia, aunque
permitía que éstos fueran regulados por nuevas leyes; tolerancia privada a otros
cultos, ...), uno de los temas más controvertidos de la ley fundamental fue la
abolición los fueros del País Vasco, estableciendo la igualdad fiscal y de
prestación de servicio militar para todos.

La alternancia política es el segundo pilar de la Restauración, significa que los


dos partidos mayoritarios, liberal-conservador y liberal-fusionista, se alternan de
manera sincronizada en el gobierno, plasmado de manera clara en el Pacto del
Pardo, pocas horas antes de la muerte de Alfonso XII (24 de noviembre de
1885). Los intereses de la oligarquía conservadora, basada en esta alternancia
de los dos grandes partidos, mantenían un control férreo de las instituciones,
haciendo imposible la entrada de otros, el pucherazo, el fraude fue el pan
nuestro de cada día en estos años, es decir el caciquismo de una España que
quería la estabilidad no encontrada durante años.

Hasta el asesinato de Canovas (1897) y la muerte de Sagasta (1903), el turnismo


no tuvo ninguna fisura, pero desde ese momento, surgen movimientos
opositores, cada vez con mayor presencia, y los dos partidos caciquiles ya no
tienen un líder estable. Políticos como Maura, Silvela, Dato, y Canalejas, no
consiguen dar al país la misma estabilidad que sus antecesores, circunstancia
que provoca la llegada al poder de Primo de Rivera, que contó con el apoyo de
Alfonso XIII, monarca que en 1931 se vio obligado a salir de España, tras la
proclamarse de la Segunda República.

Manifiesto Fundacional del PSOE

Jorge González y José Manuel Martínez

Considerando que esta sociedad es injusta, porque divide a sus


miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una, la burguesía, que,
poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra, el
proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase
dominada.
Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la
esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento
intelectual y la dependencia política.
Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el Poder
Político, del cual se vale para dominar al proletariado.
Considerando que la necesidad, la razón y la justicia, exigen que la
desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan,
reformando o destruyendo el estado social que tiene sumidos en la más
espantosa miseria a los que emplean toda su vida en producir la riqueza
que poseen los que muy poco o nada son útiles a la sociedad; (...)
El Partido Socialista tiene por aspiración:
Primero.- La posesión del poder político por la clase trabajadora
Segundo.- La transformación de la propiedad individual o corporativa de
los instrumentos de trabajo( la tierra, las minas, los transportes, las
fábricas, etc.) en propiedad común de la sociedad entera.
(...)
En suma el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la
clase trabajadora. Es decir, la abolición de todas las clases sociales y su
conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e
inteligentes (...)

Manifiesto fundacional del Partido Socialista Obrero Español (20 de julio


de 1879)

Análisis del texto y cuestiones


1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor
2. Análisis
3. Cuestiones
 Problemas de la época que explican la organización del movimiento
obrero.
 Diferencias entre socialismo y anarquismo.
 Situación del Socialismo durante la Restauración.

1.-Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor

El texto es de naturaleza política, puesto que se trata del manifiesto fundacional


del PSOE, uno de los partidos básicos para entender la historia contemporánea
de España. Su fecha se encuadra en el periodo de la Restauración, 1879, poco
tiempo después de la llegada al trono de Alfonso XII.

Este manifiesto fue redactado el 2 de mayo de 1879, durante una comida


celebrada en Madrid, a la que asistieron veinticinco personas, entre las que se
encontraban Pablo Iglesias, García Quejido, Victoriano Calderón, Jaime
Vera, Francisco Mora y Tomás Robledo. Todos ellos decidieron fundar un
partido político que representara los intereses del proletariado y por ello el 20
de julio de ese mismo año procedieron a la firmar el texto.

2.-Análisis del texto

La idea principal del texto gira en torno a la ideología y propósitos de los


fundadores del PSOE. Para ellos la sociedad es injusta, puesto que la burguesía
obtiene todas las ventajas, mientras la clase trabajadora no tiene apenas
derechos, sobre todo porque no existe ningún poder político que se ocupe de sus
necesidades. Reformar o destrozar el estado social es por tanto uno de sus
principales objetivos.

Además de hacerse cargo de representar a los obreros, el nuevo partido


pretende transformar la propiedad individual y conseguir la completa
emancipación de la clase trabajadora. Por tanto, es evidente la necesidad de
sensibilizar a la clase obrera para que luche para acabar con las desigualdades
que existían en España a finales del XIX. La necesidad de que los obreros tomen
conciencia de sus posibilidades, está relacionado con la obra desarrollada
durante la I Internacional, que ya había sido disuelta; y sobre todo con las
ideas de Marx, que falleció en 1883.

3.-Cuestiones

 Problemas de la época que explican la organización del


movimiento obrero

El movimiento obrero español tiene sus orígenes en la segunda parte del


reinado de Isabel II, aunque no comienza a tener cierta importancia
hasta el denominado Sexenio Democrático. Tas el fracaso de la Primera
República, la mayor parte de los obreros, que tradicionalmente habían
apoyado al partido progresista y al republicano, comienzan a interesarse
por las soluciones que aporta el Anarquismo y el Socialismo. Las causas
que motivaron este cambio en la clase obrera española fueron, al igual
que en toda Europa, consecuencia directa de la crisis económica de
finales del XIX, que provocó un aumento de la marginación, de la pobreza
y un endurecimiento de las condiciones de trabajo, ya que los salarios
descendieron de forma drástica.

Con la llegada de la Restauración, las organizaciones obreras conocen


una dura represión y ante la negativa del derecho de asociación, tienen
que refugiarse en la clandestinidad. Con el ascenso de Sagasta al poder,
esta represión se relaja y con la promulgación de la ley de asociaciones
en 1887 pueden salir a la luz numerosas organizaciones.

Con el paso de los años y ante la falta de mejoras sustanciales, el


movimiento obrero español se fue radicalizando, sobre todo los seguidores
del anarquismo.

 Diferencias entre Socialismo y Anarquismo

Ambas ideologías tienen en común la crítica al capitalismo y la


necesidad de destruir el sistema e implantar una sociedad sin clases. La
gran diferencia es el método para la consecución de estos objetivos, los
socialistas piensan que hay que hacer una revolución, pero antes de
implantar la sociedad sin clases habría que implantar una dictadura del
proletariado, un Estado, una democracia obrera porque la burguesía no se
iba a quedar parada; después se extinguiría y surgiría el comunismo.

Los anarquistas no creen necesario el Estado, se pueden administrar ellos


solos, la dictadura del proletariado es otra forma de Estado que no
aceptan. Los anarquistas rechazan los partidos políticos, de hecho nunca
se organizaran como tal, sino como sindicatos, como la CNT. Por su parte,
los socialistas sí que organizan partidos políticos, el PSOE es un ejemplo
de ello.

El anarquismo en su lado radical ha defendido el terrorismo, atentando a


personas representativas como a Cánovas del Castillo o Alfonso XIII.
El socialismo no defiende los atentados, ya que son ineficaces, porque
siempre existen sucesores y posteriormente los obreros sufren una dura
represión; para ellos lo ideal es que el pueblo se revolucione en conjunto,
ya que en esas condiciones sería imparable.

En el Socialismo surgen 2 organizaciones básicas, el Partido Socialista


Obrero Español (PSOE) y el sindicato Unión General de Trabajadores
(UGT). Ambos basaron su programa en la necesidad de que los
trabajadores tuvieran la posesión del poder político, en que se produjera
la extinción de la propiedad privada, ya que de este modo se abolirían las
clases sociales y todos los hombres serían “libres, iguales, honrados e
inteligentes”. Para los socialistas todas las medidas políticas y económicas
que debían adoptarse debían tender a que acabara la esclavitud de los
obreros, que debían tener libertad de asociación, derecho a voto, jornada
de 8 horas, etc.

La primera gran organización anarquista legal fue la Federación de


Trabajadores de la Región Española (FTRE), fundada en 1881. Las
diferentes asociaciones fueron ilegalizadas frecuentemente y cambiaban
de nombre. De 1890 a 1897 practicó atentados, sobre todo en Barcelona
como la bomba en el Liceo de la Opera. La respuesta del gobierno fue la
represión. La respuesta anarquista fue un atentado más importante, ya
que en 1897 asesinan a Cánovas del Castillo, provocando represión aún
más dura.

Mientras que los anarquistas perdían fuerza en Europa, en España


ganaba influencia por la situación de miseria. Siguiendo el lema de la
tierra para el que la trabaja, creyendo en una revolución inmediata, a
pesar de todo a finales de siglo entró en declive y hubo una reforma
doctrinal y práctica, el anarcosindicalismo, por la que se dejaba de lado
la acción revolucionaria para aceptar una acción colectiva sin violencia, a
pesar de todo no dejarán los actos terroristas definitivamente, ejemplos
claros son los dos intentos de atentado sobre Alfonso XIII y el asesinato en
1912 de Canalejas. De especial importancia es el sindicato CNT, fundado
en 1910.

Situación del Socialismo durante la Restauración


• El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue fundado el 2 de mayo de
1879, por tipógrafos en la madrileña calle de Tetuán, definiéndose como un
partido marxista y revolucionario. Sus principales dirigentes fueron: Jaime Vera
y Pablo Iglesias, inspirados por José Mesa, un exiliado en Francia que les
transmitió las ideas socialistas.

• El sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) fue fundado el 12 de agosto


de 1888, en el salón del Círculo Socialista ubicado en la calle Tallers de
Barcelona.

• Ambas organizaciones estuvieron muy vinculadas desde sus comienzos, ya que


compartieron directiva y todo afiliado del PSOE debía estar afiliado a UGT.

• UGT y PSOE tuvieron durante la Restauración influencia en tres zonas:


Madrid, Asturias y Vizcaya.

• Pablo Iglesias fue el primer diputado socialista que ocupó un escaño en el


Congreso, en el año 1910. Entre sus principios programáticos estaban: la
abolición de la propiedad privada, la lucha contra el capitalismo y la
desaparición de las clases sociales, tras la denominada dictadura del
proletariado. Por tanto, era partidario de que se aprobaran medidas políticas y
económicas encaminadas a acabar con la esclavitud de los obreros; tenían
especial prioridad el derecho a asociarse libremente, la libertad de presa, el
sufragio universal, la jornada de 8 horas.

• En un principio el PSOE no tuvo muchos seguidores. No obstante, desde la


fundación en 1886 del periódico El Socialista y del sindicato UGT sus ideas
comenzaron a llegar con mucha facilidad a los trabajadores.

• Desde 1890 comienza a celebrarse el 1º de mayo con manifestaciones y


huelgas. La posición de los socialistas ante la Guerra de Cuba, afianza más su
posición, ya que se oponen al sistema de reclutamiento y a la guerra en general.

• En 1921 un grupo de militantes escindidos del PSOE fundaron el Partido


Comunista Español (PCE), partidario del modelo revolucionario ruso. La
escisión fue motivada por la controversia en torno a la inclusión o no en la III
Internacional Comunista. El PCE no tuvo mucha importancia hasta la Guerra
Civil, aunque su aparición consolidó la división de los obreros en 3 grupos:
anarquistas, socialistas y comunistas.

• Durante la II República, los socialistas desarrollaron un papel muy importante


en la política española, ya que algunos de sus dirigentes, como Largo Caballero
o Indalecio Prieto, formaron parte del gobierno. Además, destaca su papel en
la revolución de 1934.

Joaquín Costa: 'Reconstitución y europeización de España'

Jorge González y José Manuel Martínez

“ (...) Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase


directora o gobernante, distribuida o encasillada en "partidos". Pero
aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de
la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un cuerpo
extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por
la fuerza de los Ministerios, Capitanías, telégrafos, ferrocarriles,
baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos.

(...) Contener el movimiento de retroceso y africanización absoluta y


relativa que nos arrastra cada vez más lejos, fuera de la órbita en que
gira y se desenvuelve la civilización europea; llevar a cabo una total
refundición del Estado español sobre el patrón europeo, que nos ha dado
la historia y a cuyo empuje hemos sucumbido(...) o, dicho de otro modo,
fundar improvisadamente en la Península una España nueva, es decir,
una España rica y que coma, una España culta y que piense, una España
libre y que gobierne."

Joaquín Costa, 1900

Análisis del texto y cuestiones

1. Clasificación del texto: naturaleza, fecha y autor


2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones
 Movimiento regeneracionista.
 Repercusiones de la crisis de 1898.
 Oligarquía y caciquismo.

1.-Clasificación del texto: autor y circunstancias en las que fue escrito

El autor del texto es Joaquín Costa (1846-1911), principal representante del


regeneracionismo, movimiento ideológico que se impuso en España a raíz de la
crisis del 98. Nacido en Monzón (Huesca), fue político, economista, jurista e
Historiador, además de un experto en cuestiones relacionadas con la agricultura.
Vinculado al grupo krausista y la Institución Libre de Enseñanza,
continuamente arremetió contra el sistema de la Restauración del turno de
partidos, al tiempo que se convertía en el representante de las reivindicaciones
campesinas, así fue autor del libro El colectivismo agrario y Oligarquía y
Caciquismo (1901).

Miembro de Unión Republicana, dirigido por Nicolás Salmerón, obtuvo un


escaño en el congreso como representante de este partido A lo largo de toda su
obra criticó la situación de decadencia y falta de modernización de España y
propuso como alternativa el desarrollo económico y cultural para salir de esta
situación, su famosa frase "despensa, escuela y cien llaves al sepulcro de Cid"
sintetiza su pensamiento. Su obra va a tener una gran repercusión en España,
en 1905 se retira para instalarse en Graus, donde murió el 8 de febrero de 1911.

Este texto fue escrito en plena crisis de 1898, crisis que supuso para España la
pérdida definitiva de las colonias y marcó el fin del sistema político ideado por
Cánovas, conocido con el nombre de Restauración. Fue precisamente la crisis
en la que se sumió el país, la que propició la aparición del movimiento
regeneracionista, que tuvo en Joaquín Costa uno de sus máximos
representantes.

2.-Análisis de las ideas principales y secundarias


El texto tiene como idea principal la necesidad que existe de cambiar España,
ya que necesita un golpe de timón que facilite su salida de la crisis.

En la segunda parte Costa da las pautas para europeizar España, ya que opina
que es absolutamente necesario acercarse a Europa, ya que si se acerca se
conseguirá “una España rica y que coma, una España culta y que piense, una
España libre y que gobierne."

3.-Cuestiones

 Movimiento regeneracionista

El movimiento regeneracionista: es una línea ideológica que se dio en


España a partir de la crisis del 98. Expresa la situación de atraso y
decadencia española. Llena sus tintas en culpar al sistema imperante, la
Restauración. El regeneracionismo cultural, en parte también político,
tiene su líder en Joaquín Costa, que influyó fuertemente sobre la
generación del 98. En lo político influyó en Maura y Canalejas (partido
conservador y liberal respectivamente), que siguieron lo que se llamó la
“vía dinástica”; otros tomaron la “vía republicana”; un tercer grupo
fueron los nacionalistas, proponiendo una estructura federal para España;
y por último la “vía militar”, el “cirujano de hierro” según los textos de
Costa, Miguel Primo de Rivera con su dictadura cumplió esta última
opción regeneracionista.

 Repercusiones de la crisis de 1898.

Con la firma del Tratado de París, España perdía sus últimas posesiones
de lo que fue un gran imperio “donde no se ponía el sol”. De este modo,
pasa definitivamente a ser una potencia de segundo o de tercer orden.
España intenta compensar estas pérdidas con la explotación de
Marruecos, otro fracaso más.

Movimiento antimilitarista, la mayor parte de los españoles se


mostraron contrarios a la guerra de Cuba, sobre todo porque eran los
menos favorecidos los que estaban obligados a acudir a ella, dado que las
personas que contaban con recursos económicos podían “librarse” del
reclutamiento. La oposición a la guerra de Cuba, fue causa directa de la
denominada Semana Trágica de 1909.

La crisis del 98 afectó también de forma importante al sector textil


catalán y a la importación de materias primas baratas, circunstancia que
repercutió en la balanza de pagos que comenzó a ser deficitaria. La
solución elegida para mejorar la situación de la balanza de pagos, fue la
aplicación de medidas proteccionistas, que no siempre fueron eficaces. A
pesar de todo, un aspecto positivo fue la repatriación de capitales, que
contribuyeron a mejorar un tanto la economía.

Por último, se considera como repercusión más importante, el clima de


depresión y catastrofismo que se instaló en España, que llevó a considerar
la crisis como un “desastre”. Es evidente, que el país estaba atrasado, era
pobre, se encontraba dominado políticamente por los oligarcas y
caciques; y por si esto fuera poco se habían perdido las colonias. Por
tanto, el regeneracionismo surge con la idea de remodelar España, desde
arriba, a través de la acción de los políticos e intelectuales, como los
pertenecientes a la generación del 98.

Oligarquía y caciquismo

El primer término significa literalmente “gobierno de unos pocos”. Durante el s.


XIX España vivió su mayor parte gobernada por este sistema, dominado por las
clases poderosas. Moderados o conservadores fueron sus primeros
protagonistas, hasta la Restauración que se instaló el bipartidismo, con los
liberales-fusionistas. El cambio pacífico de gobierno, conservadores – liberales,
se aseguró a través del caciquismo, el cacique era la persona que tenía un poder
fuera de la legalidad para ejercer fuerza, física o no, sobre el electorado.
Controlaba las elecciones de una manera u otra, encubierta, a través del
encasillado o de forma fraudulenta a través del pucherazo.

Este sistema de control a través de los caciques, a pesar de que fue duramente
criticado por muchos intelectuales como Joaquín Costa, se mantuvo hasta la
proclamación de la Segunda República.

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