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Módulo 07 Profesora: Maria Die Trill

ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES


MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
Contenido
1 INTRODUCCIÓN...................................................................................................................4
2 CIRUGIA................................................................................................................................5
2.1 INTRODUCCIÓN........................................................................................................... 5

2.2 TIPOS Y OBJETIVOS DE LA CIRUGIA ONCOLOGICA .............................................. 8

2.3 REACCIONES PSICOLÓGICAS Y PSIQUIÁTRICAS MÁS FRECUENTES ANTES,


DURANTE Y DESPUÉS DE LA CIRUGÍA ONCOLÓGICA....................................................... 9

2.3.1 a. Periodo Preoperatorio ......................................................................................... 10

2.3.2 b. Periodo Intra-Operatorio...................................................................................... 13

2.3.3 c. Periodo Post-Operatorio ...................................................................................... 14

2.4 TRATAMIENTO PSICOLÓGICO DEL PACIENTE QUIRÚRGICO EN ONCOLOGÍA 18

3 QUIMOTERAPIA .................................................................................................................19
3.1 INTRODUCCIÓN......................................................................................................... 19

3.2 IMPACTO EMOCIONAL DE LA QUIMOTERAPIA Y DE SU TOXICIDAD ................. 20

3.2.1 Alopecia ................................................................................................................... 21

3.2.2 Náuseas y Vómitos.................................................................................................. 22

3.2.3 Cansancio................................................................................................................ 26

3.2.4 Alteraciones Cognoscitivas o Chemo Brain ............................................................ 27

3.2.5 Otros Efectos Secundarios de la Quimioterapia ..................................................... 28

4 RADIOTERAPIA..................................................................................................................28
4.1 INTRODUCCIÓN......................................................................................................... 29

4.2 APLICACIONES Y TIPOS DE RADIOTERAPIA EN ONCOLOGIA............................ 29

4.3 REACCIONES PSICOLOGICAS A LA ADMINISTRACION DE RADIOTERAPIA ..... 32

4.4 TRATAMIENTO PSICOLÓGICO DEL ENFERMO RECIBIENDO RADIOTERAPIA.. 35

5 TRASPLANTE DE CÉLULAS HEMATOPOYÉTICAS ........................................................37


5.1 DEFINICIÓN, PROCEDIMIENTO Y TIPOS DE TRASPLANTE ................................. 37

5.2 ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y PSIQUIÁTRICOS DEL TMO Y DEL TRASPLANTE


DE CÉLULAS HEMATOPOIÉTICAS....................................................................................... 40

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5.3 EL EQUIPO MÉDICO.................................................................................................. 46

5.4 EL DONANTE.............................................................................................................. 47

6 TERAPIAS DIRIGIDAS .......................................................................................................48


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7 CONCLUSIONES................................................................................................................49
8 BIBLIOGRAFIA....................................................................................................................50

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MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

Profesor: Maria Die Trill

1 INTRODUCCIÓN

Durante la fase de tratamiento el enfermo oncológico generalmente ha de realizar cambios


importantes en su vida diaria. Quizás, aunque no necesariamente, se vea obligado a interrumpir
su actividad profesional o sus responsabilidades domésticas. En algunos casos, los efectos
secundarios de la quimio y la radioterapia y las visitas frecuentes al hospital alteran las relaciones
con la familia y con los amigos. Por todo ello, la depresión y la tristeza son reacciones comunes
en esta etapa. La misma pérdida de la salud es uno de los principales motivos por los que un
enfermo se puede deprimir. A esto se añade el malestar físico generado no sólo por el cáncer
sino también por sus tratamientos. El cansancio y la astenia; la sensación de malestar general,
y la necesidad de someterse a revisiones médicas frecuentes durante la administración del
tratamiento médico, pueden ser causa de síntomas depresivos.

La persona recibiendo tratamiento para un cáncer se puede sentir hostil, irritada y enfadada. En
realidad, tiene muchos motivos para estarlo: no poder llevar una vida como la que llevaba antes
del diagnóstico, sentirse físicamente mal, o tener que depender del hospital y los profesionales
sanitarios son sólo algunos. Aunque el enfado tiende a dirigirse contra el personal sanitario,
contra la familia, o contra Dios, la causa real del enfado suele ser el hecho de estar enfermo y
de tener que soportar tratamientos altamente agresivos, o la impotencia que genera la situación.
La hostilidad tiende a ocultar una profunda tristeza que suele ser difícil de expresar para muchos.
A veces uno se siente culpable por considerarse una carga para los demás, por su incapacidad
para poder llevar a cabo las tareas domésticas o profesionales sencillas, o por no poder controlar
sus sentimientos. Los sentimientos de impotencia surgen de una percepción de falta de control
sobre la condición médica y sobre la situación personal. La incertidumbre y las preocupaciones
acerca de la eficacia terapéutica suelen asaltarles a menudo, generando angustia de niveles en
ocasiones, elevados. Lo que una persona siente durante el tratamiento varía mucho de un
enfermo a otro. Un aspecto que influye en la aceptación y adaptación emocional al tratamiento
médico en oncología es el significado que el paciente le atribuye. En nuestra actividad asistencial
nos encontramos con muchos pacientes que consideran la quimioterapia como “veneno”. Estos
pacientes parecen aceptar con más dificultad la administración de agentes quimioterápicos que
aquellos que consideran que la quimioterapia les va a curar.

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Las relaciones familiares pueden también verse afectadas por el cáncer durante la etapa de
tratamiento. Una de las alteraciones que se puede producir en la familia es el cambio de roles.
Si por ejemplo, la afectada es la madre de la familia, probablemente su cónyuge y sus hijos
tendrán que asumir las tareas domésticas que ella solía realizar, durante el tiempo que dure la
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administración de los tratamientos. La falta de comunicación, la dificultad o alteraciones en las


relaciones sexuales, la tristeza y los sentimientos de impotencia en el cónyuge sano pueden
afectar la relación de pareja. La flexibilidad y la cohesión familiar, junto a una comunicación
abierta y sincera, facilitarán enormemente el proceso de adaptación de la familia.

En este módulo se describe el impacto emocional que tienen las diferentes modalidades
terapéuticas en oncología: Cirugía, quimioterapia, radioterapia, trasplante de células
hematopoyéticas, y terapias dirigidas.

2 CIRUGIA

2.1 INTRODUCCIÓN
La cirugía es la forma más antigua de tratamiento del cáncer. Algunos hallazgos en los hombres
de Neanderthal, en las momias egipcias, y en los incas precolombinos que padecían melanomas
y tumores óseos, muestran cómo la cirugía oncológica es anterior a la palabra escrita, según
describe Die Goyanes (1) en su definición del concepto, historia, tipos y contenidos de esta
especialidad quirúrgica. Menciona el autor el primer escrito de un tratamiento quirúrgico de un
cáncer en el Papiro de Ebers (1400 a.C.); las cauterizaciones de tumores de cuello practicadas
por Hipócrates y sus sugerencias de no operar el cáncer de mama por considerar que se
aceleraba su progresión; las extirpaciones de tumores mamarios realizadas por Celso (30 a.C.)
en las que conservaban los músculos pectorales; el uso de sondas para dilatar cánceres
esofágicos en el año 1162 d.C.; el empleo, por Guy de Chauliac de escalpelo y pastas cáusticas
para operar cánceres mamarios; y las primeras extirpaciones sistemáticas de ganglios axilares
en el cáncer de mama por Marcus Aurelios Severinus en el año 1650. Sin embargo, el papel
curativo de la cirugía en el cáncer empezó hace aproximadamente cien años (1). La introducción
de la anestesia con éter en 1846 y de la antisepsia en 1867 facilitó la extirpación quirúrgica de
tumores y redujo la frecuencia de muertes e infecciones postoperatorias (2). Es desde entonces,
que el desarrollo de la cirugía oncológica ha sido espectacular, pasando de una fase de
oscuridad, que abarca la prehistoria, edad antigua y edad media, a una fase de desarrollo en la
edad moderna, y de ahí a una fase de radicalidad hasta aproximadamente 1950. A esta etapa le
sigue una fase de experimentación clínica y ulteriormente una fase biológica que se identifica
como el futuro: los avances en biología tumoral conducirán a una mejor aplicación de técnicas
quirúrgicas, a unos resultados mejores, y a una menor agresión anatómica y funcional (1).

La cirugía es, para la mayoría de las personas, una de las experiencias más temidas en la vida.
Incluso las intervenciones quirúrgicas consideradas menores por los especialistas pueden

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evocar fuertes reacciones psicológicas. Sería fácil pensar que pueden existir numerosas barreras
entre paciente y cirujano. Una de ellas podría ser la mencionada diferencia en la valoración de
gravedad de la intervención. Además, los cirujanos han de poder distanciarse y defenderse
emocionalmente de la dificultad que supone realizar intervenciones quirúrgicas con el fin de

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poder llevarlas a cabo. Otro aspecto a considerar es el lenguaje diferente que frecuentemente
emplean cirujano y paciente. Términos quirúrgicos o técnicos de uso frecuente por el
especialista, por ejemplo, demolición, operación comando o disección radical del cuello, pueden
causar enorme ansiedad en el enfermo sin alterar sin embargo, al cirujano acostumbrado a
emplearlas. Expresiones del tipo “la cicatriz es preciosa...tiene un aspecto estupendo” por parte
del especialista pueden llamar la atención del enfermo que observa una raja en su cuerpo, cosida
con un hilo negro o con grapas, y de la cual salen unos tubos de drenaje que contribuyen a formar
en el paciente una imagen dantesca acerca de la agresión que ha sufrido su cuerpo. A pesar de
todo ello, la mayor parte de las veces los cirujanos son conscientes de las necesidades
psicológicas de los enfermos como resultado de su interacción con ellos, y debido a la naturaleza
de esta interacción, suelen producirse fuertes sentimientos de transferencia (3). El cirujano
puede suscitar en el enfermo fuertes sentimientos de afecto y admiración y una gran confianza
ya que al fin y al cabo, pone su vida y su curación en manos de este especialista (4).

CASO 1: El señor C era un hombre de aproximadamente 65 años con un condrosarcoma


al que se practicó una amputación inter-escapulotorácica del brazo izquierdo. El Sr. C
tenía una personalidad narcisista que con frecuencia había interferido en el desarrollo
de relaciones sociales satisfactorias. Una de las situaciones que había siempre evitado
en el pasado había sido encontrarse y relacionarse con personas deformadas, pues su
aspecto le parecía “grotesco”. Acudió a la consulta de psico-oncología debido a fuertes
sentimientos depresivos tras la amputación sufrida. Uno de los temas en los que
centraron sus sesiones de psicoterapia fue la enorme hostilidad y rabia que expresaba
hacia su cirujano, al que consideraba un “incompetente” (a pesar de su fama mundial y
de sus numerosos éxitos profesionales) por producir un aspecto tan deforme en sus
enfermos.

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CASO 2: WL era una joven que tuvo que someterse a numerosas intervenciones
quirúrgicas durante el curso de diez años y hasta su fallecimiento a los 20. El objeto de
su primera cirugía fue la extirpación de un tumor óseo en un hombro a la edad de nueve
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años, que fue seguida de un intento de reconstrucción con una prótesis que tuvo que
ser posteriormente retirada por rechazo y por complicaciones post-quirúrgicas.
Durante los años siguientes, WL tuvo que ser intervenida en múltiples ocasiones para
la resección de numerosos tumores primarios que se le diagnosticaban en la cara,
incluyendo una exenteración de un ojo. WL solamente quería ser operada por su
cirujano, a quien describía como “un padre para mi” (los padres de la paciente estaban
separados y su padre vivía en otro país). Durante una sesión de psicoterapia, la enferma
describió cómo en varias ocasiones había decidido aceptar la cirugía - a pesar de lo
deformante que iba a ser - por no defraudar a su cirujano y para agradecer sus intentos
por mantenerla con vida

No es de extrañar que aquellas personas que van a entrar en un quirófano tengan dificultad para
mantener el equilibrio emocional pues se ven enfrentadas - en ocasiones de un modo repentino
e inesperado - a los temores a la anestesia y al procedimiento quirúrgico en sí mismo, además
de preocuparse por el periodo postoperatorio, sus posibles complicaciones y las limitaciones,
deformidades y secuelas que puedan resultar de la intervención. Frecuentemente las fantasías
evocadas en anticipación al procedimiento quirúrgico son peores que la realidad. Puede
equipararse la anestesia con la muerte, y la cirugía puede suscitar sentimientos y ansiedad
acerca de una posible castración o mutilación. En el caso del cáncer, a estos temores hay que
añadir los propios de un enfermo oncológico, en cuyo caso la cirugía puede ser además
diagnóstica de una enfermedad potencialmente mortal, o puede servir para determinar la
extensión y la agresividad del tumor. En ocasiones, los pacientes oncológicos se someten a
procedimientos quirúrgicos en los que no se ha podido resecar el tumor totalmente debido bien
a su localización o a su extensión. Es fácil comprender pues, cómo la cirugía oncológica
constituye uno de los eventos más importantes en la vida de una persona enferma, si no el más
importante.

Las complicaciones psiquiátricas de la cirugía fueron inicialmente descritas por Dupuytren en


1834 (5). El interés moderno por los aspectos psicológicos de la cirugía se remonta a Menninger
(6) y a su descripción del adicto poliquirúrgico. Menninger describió pacientes que mientras
aparentaban normalidad, parecían impulsados a retar la muerte sometiéndose a múltiples
intervenciones quirúrgicas.

Con la expansión en los años recientes de los horizontes de la cirugía oncológica y el desarrollo
de avanzadas técnicas quirúrgicas, el paciente con cáncer se ve enfrentado ahora a nuevos retos
emocionales. Cirugías excesivamente mutilantes que deterioran significativamente la imagen

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corporal del enfermo o aquéllas que resultan en déficits funcionales irreversibles pueden alterar
o deteriorar significativamente la calidad de vida de un enfermo con cáncer. El impacto
psicológico de estas técnicas se ve paliado en ocasiones por las cirugías reconstructoras,
también resultado de los avances quirúrgicos, y que permiten la recuperación parcial o total de

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determinadas funciones o de un aspecto físico aceptable.

Debido a la gran variedad de factores que influyen en la reacción a una intervención quirúrgica,
es fundamental evaluar el significado que tiene ésta para el enfermo, esto es, conocer cómo vive
la intervención para poder comprender lo que siente. Como ya se ha mencionado previamente,
existen diferencias notables entre el sentir de un paciente para quien la cirugía signifique curación
total o alivio del dolor sin pérdida funcional o alteración estética alguna, que el de uno a quien la
cirugía le haya obligado a cambiar radicalmente su estilo de vida (por ejemplo, en el caso de un
deportista o de una bailarina que se tengan que someter a la amputación de algún miembro).

Muchas situaciones a las que se enfrenta el enfermo quirúrgico con cáncer pueden requerir la
colaboración del cirujano con un psico-oncólogo. Algunas de estas situaciones incluyen:
incapacidad para dar consentimiento, ansiedad preoperatoria severa, negación a someterse a
una intervención quirúrgica mayor, exacerbación de problemas psiquiátricos premórbidos,
delirium postoperatorio (esto requiere tratamiento médico/psiquiátrico pero el psico-oncólogo
debe saber detectarlo y diferenciarlo de reacciones emocionales a la cirugía), problemas de
relación entre el paciente y el cirujano u otros miembros del equipo médico, y falta de adhesión
a la rehabilitación.

2.2 TIPOS Y OBJETIVOS DE LA CIRUGIA ONCOLOGICA

Entre los objetivos de la cirugía oncológica se han definido: “primum non nocere”; curar el cáncer;
preservar la función al máximo sin arriesgar la curación, procurar la paliación, y mantener la
estética cuando sea posible. Las aplicaciones de la cirugía oncológica varían desde una mínima
actuación (por ejemplo, en el caso de una punción, una biopsia o una pequeña intervención con
anestesia local) hasta la máxima mutilación que puede hacerse a un cuerpo humano: la
hemicorporectomía (1). A continuación se presenta la clasificación de procedimientos quirúrgicos
en oncología descritos por Die Goyanes (1):

CIRUGíA DIAGNOSTICA: Sirve para obtener una muestra del tejido tumoral y poder tener un
diagnóstico cierto (por ejemplo, punción aspiración o toracotomía diagnóstica).

CIRUGÍA CLASIFICADORA: Sirve para clasificar la extensión del tumor, esto es, para determinar
el estadio tumoral (por ejemplo, la mediastinoscopia en el cáncer de pulmón).

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CIRUGÍA PREVENTIVA: Su objetivo es la extirpación de lesiones precancerosas que


necesariamente evolucionan hacia un tumor maligno o que tienen el potencial de hacerlo (por
ejemplo, la colectomía total en la poliposis familiar cólica).
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CIRUGÍA DE AYUDA: Este tipo de procedimiento supone, más que una actuación terapéutica
per se, una intervención necesaria para poder aplicar otras terapéuticas (por ejemplo, la cirugía
para aplicar irradiación intraoperatoria, o la requerida para la colocación de un catéter arterial
para administrar quimioterapia).

CIRUGÍA CURATIVA: Es aquélla que se lleva a cabo con la intención de curar el proceso
oncológico. Puede ser radical y mutilante o por el contrario, conservadora y no mutilante,
dependiendo de las necesidades anatómicas y oncológicas (por ejemplo, la resección total o
parcial de un órgano afectado).

CIRUGÍA REDUCTORA, DE COMPROBACIÓN Y DE TUMOR RESIDUAL: Se aplica en casos


en los que se puede extirpar la masa tumoral, comprobar la eficacia de la quimioterapia o resecar
un tumor persistente tras la administración de radioterapia o quimioterapia (por ejemplo, en el
caso de tumores de ovario y germinales). La cirugía de las recidivas puede suponer una
curabilidad adicional en pacientes con reactivación tumoral local en determinados tipos de cáncer
(por ejemplo, mamario).

CIRUGÍA PALIATIVA: Su objeto es paliar un síntoma y mejorar la calidad de vida,


independientemente de si ésta se prolonga o no (por ejemplo, cirugía para una obstrucción
digestiva, urológica o respiratoria en un enfermo terminal).

CIRUGÍA RECONSTRUCTORA: Sirve para recuperar una función o una estética. A la


rehabilitación física, funcional y estética se añaden la psicológica, social y laboral (por ejemplo,
reconstrucción del pabellón auricular tras resección de éste por carcinoma de oreja).
Obviamente, la reacción emocional a la cirugía va a estar determinada en parte, por el tipo de
procedimiento quirúrgico que se lleve a cabo, su objetivo, y sus consecuencias para el paciente.

2.3 REACCIONES PSICOLÓGICAS Y PSIQUIÁTRICAS MÁS FRECUENTES ANTES,


DURANTE Y DESPUÉS DE LA CIRUGÍA ONCOLÓGICA

A pesar de la agresión que supone y de su carácter invasivo, la cirugía es no con poca frecuencia,
una de las formas preferidas por los enfermos para el tratamiento de un cáncer. Una de las
ventajas que presenta es su limitación en el tiempo, esto es, por regla general y en ausencia de
complicaciones postoperatorias graves, no se extiende por periodos prolongados como en el
caso de otras terapias antineoplásicas. Esto implica que el contacto con el personal sanitario y
con el hospital suele ser menor. Uno de los problemas a los que se enfrentan los pacientes con

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cáncer es el recuerdo constante de que están enfermos, recuerdo que se acentúa con las
continuadas y frecuentes visitas al centro sanitario que requieren la administración de
radioterapia y de quimioterapia y que además, suponen una interrupción prolongada de las
actividades cotidianas por su toxicidad. El hecho de que el paciente se vea exento de tener que

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acudir con tal frecuencia al hospital, facilitará necesariamente su recuperación emocional y
acelerará su reinserción laboral, social y familiar.
Otra ventaja que tiene la cirugía sobre otras modalidades terapéuticas en oncología es que
generalmente proporciona un alivio inmediato del dolor y de otros síntomas físicos que pudiera
padecer el enfermo, lo cual resulta en una reducción significativa de su sufrimiento físico y
psicológico. Además, el hecho de que un tumor maligno sea operable significa que la enfermedad
está localizada y por tanto, una vez que se extirpa éste, se elimina la enfermedad. La cirugía
oncológica aporta a veces una sensación de “limpieza” y de “seguridad” con respecto a la
enfermedad maligna. En frecuentes ocasiones los pacientes nos indican que prefieren que se
les opere a recibir un tratamiento sistémico “para que me limpien bien” o “porque así me aseguro
de que me lo quitan todo”. Tal es el caso de mujeres con tumores mamarios en estadios precoces
a las que se les ofrece la alternativa de una mastectomía o una cirugía conservadora con
tratamiento adyuvante y escogen la primera, fundamentalmente por los motivos descritos, a
pesar de la deformidad que resulta de la mastectomía. A esto se debe añadir que la cirugía no
es citotóxica ni produce per se, efectos sistémicos ni inmunosupresores, lo que explica que
muchos prefieran “...pasar por otra cirugía antes de que me administren más quimio”. A pesar de
ello, no se debe desestimar el enorme impacto psicológico de la cirugía oncológica ni el temor
que genera someterse a ella. A continuación se describen las reacciones psicológicas y
psiquiátricas más frecuentes antes, durante y después de la cirugía.

2.3.1 a. Periodo Preoperatorio

La adaptación emocional de los enfermos oncológicos a la cirugía viene determinada por varios
factores. En primer lugar, existen una serie de variables médicas que influirán en la reacción
emocional y entre las cuales se encuentran: la localización, el estadio y la curabilidad del tumor
con cirugía sola o junto a otras formas de tratamiento; los déficits funcionales que resultan de la
intervención, y la rehabilitación disponible. A esto le añadiríamos también el grado y tipo de
alteración que sufra el aspecto físico tras la intervención quirúrgica. Otro grupo de variables que
también influyen están más directamente relacionadas con el paciente y entre ellas están el
significado que éste le atribuye al diagnóstico de cáncer y a la intervención misma; su estabilidad
emocional; su capacidad para tolerar situaciones estresantes, y su relación con el cirujano.
El funcionamiento psicológico premórbido adquiere gran importancia en tanto en cuanto influye
enormemente en la adaptación postoperatoria. Factores como la historia personal con la
enfermedad en cuestión son cruciales. Será diferente la respuesta psicológica de dos mujeres
con cáncer de mama que se van a someter a mastectomías si la madre de una de ellas ha
fallecido tras el diagnóstico y tratamiento quirúrgico de un cáncer mamario y la madre de la otra
fue tratada exitosamente y aceptó la deformidad resultante sin mayor dificultad. A veces los

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enfermos rechazan procedimientos quirúrgicos cuando algún familiar allegado ha fallecido


previamente tras someterse a una cirugía similar. Por todo ello, frecuentemente las explicaciones
a las reacciones de los enfermos ante la cirugía solo se puedan encontrar en su historia personal.
La experiencia clínica indica que el nivel de ansiedad que experimentan los pacientes no guarda
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relación alguna con lo que el cirujano considera que es la gravedad de la condición médica. En
ocasiones la ansiedad guarda más relación con experiencias vividas por el paciente o con hechos
de su vida pasada que con la gravedad de la situación o la extensión de la cirugía.

CASO 3:
MJ era una mujer de 34 años. Una mañana se palpó una tumoración en una mama
mientras se duchaba. Tras acudir al médico, fue citada para una mamografía, y
posteriormente, para una biopsia. Tres días antes de acudir a realizarse la biopsia
mamaria MJ solicitó cambiar la fecha prevista para llevarla a cabo al darse cuenta de
que en la misma fecha dos años antes, había fallecido una hermana de cáncer de mama.

Algunas de las preocupaciones que evoca la cirugía inminente han sido descritas por Strain y
Grossman (7). Incluyen: temores a la pérdida de control y a la muerte mientras se está bajo los
efectos de la anestesia; sensación de amenaza al sentido de invulnerabilidad personal;
separación del entorno familiar y de la misma familia; temor a despertar parcialmente durante la
cirugía; preocupación de que se está confiando la propia vida a un extraño, y miedos al daño
corporal.
El miedo y la ansiedad son por tanto, reacciones comunes y apropiadas ante la inminente cirugía.
El miedo suele consistir en temor al daño corporal, esto es a la mutilación, y a la muerte,
concretamente a no despertar de la anestesia. Un nivel moderado de ansiedad previo a la cirugía
es necesario pues promueve lo que se ha descrito como el “trabajo de preocupación” (work of
worry) necesario para lograr una adaptación emocional postoperatoria adecuada (8).
El temor a la anestesia generalmente surge de equipararla a la muerte y del miedo a la pérdida
total de control que conlleva dejar la propia vida en manos de un desconocido. Además, muchos
pacientes temen revelar todo tipo de secretos mientras estén bajo los efectos de los anestésicos
o durante el despertar. Las visitas del anestesiólogo y del cirujano previas a la intervención deben
servir para identificar las fantasías que pueda tener el paciente y aliviar la angustia que le
generan.
La necesidad de despojarse del atuendo personal para adoptar el hospitalario, la designación
del paciente por un número - generalmente el correspondiente a la habitación que ocupa – o por
un diagnóstico, y la renuncia obligatoria de joyas y otros accesorios personales contribuyen a
una pérdida de la identidad personal. Asimismo, la dignidad de la persona puede verse afectada
por el rasurado de la zona afectada que puede preceder a la cirugía y por la sensación de
invasión que supone la intervención.
Otro aspecto que influye en la actitud del paciente hacia la cirugía es la jerarquía percibida de
las diferentes partes del cuerpo, esto es, la importancia asignada a cada una de ellas por el

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enfermo y que está determinada por factores personales, culturales e idiosincráticos. Es


prácticamente universal la idea de que el corazón y el cerebro ocupan los primeros puestos de
la lista. La cirugía en el cerebro suele parecerle al individuo más dramática que la cirugía en el
hígado, a pesar de que ambos son órganos vitales. Órganos como el páncreas pueden

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permanecer relativamente silentes en la psique del individuo (9). La ansiedad evocada por una
circuncisión puede ser mayor que la que precede a una esplenectomía, aunque esta última sea
más complicada quirúrgicamente. Para algunas mujeres que se han de someter a una
mastectomía, la pérdida de la mama puede ser en ese momento, más difícil de sobrellevar que
el mismo diagnóstico de cáncer. Así pues, es comprensible que también los temores que genera
la cirugía de los diferentes órganos afectados variarán significativamente. Por ejemplo, ante la
resección de un tumor cerebral, el temor expresado con mayor frecuencia suele ser el miedo a
perder la capacidad cognitiva, esto es, a lo que comúnmente se describe como “quedarse como
un vegetal”, mientras que ante intervenciones en otros órganos puede predominar el temor a la
deformidad, a la incapacidad para mantener relaciones sexuales satisfactorias, o a la muerte.
Un factor importante a la hora de proponer a un paciente una intervención quirúrgica es su
capacidad para dar consentimiento informado. Para empezar, los mismos niveles elevados de
ansiedad que suelen generar la consulta médica y la información médica que se está recibiendo
suelen inhibir la capacidad para comprender y asimilar toda la información que transmite el
profesional acerca de la intervención. Además, la capacidad para dar consentimiento para una
cirugía puede en algunas ocasiones, estar comprometida. Quizás la situación más frecuente en
oncología sea la de individuos con historias de alcoholismo que presentan demencias
alcohólicas. Probablemente en estos casos sea necesario identificar a un guardián legal que
decida por el paciente y asuma la responsabilidad de la cirugía, o quizás se tenga que someter
al paciente a una valoración, por parte de un profesional de la salud mental, de su nivel de
competencia para tomar decisiones. Debido a que las leyes varían de un país a otro, es
imprescindible conocerlas para adoptar el camino correcto.
Hay ocasiones en las que se cancela la cirugía prevista bien por alguna complicación médica
que haya podido desarrollar el mismo paciente, bien por necesidades del servicio o departamento
en el que estaba previsto llevarse a cabo la intervención. Si la cancelación ha tenido lugar porque
el enfermo ha desarrollado una infección, se han encontrado anormalidades en alguna de sus
pruebas de laboratorio, etc., puede estar decepcionado pero su entendimiento racional de la
situación puede facilitar su aceptación de ella. Si se cancela la cirugía por necesidad de operar
a otro paciente de urgencias, el enfermo en cuestión tendrá dificultades de aceptar el retraso (9).
En primer lugar, su situación emocional de regresión parcial no le permite empatizar con otros
pacientes, pues esta regresión narcisista hace que se centre exclusivamente en sus problemas
en ese momento. En segundo lugar, surgen sentimientos de hostilidad y rabia hacia el personal
médico, que ha permitido el cambio y que ha considerado a otro paciente más “importante” que
a él mismo. Debido a sus sentimientos de vulnerabilidad, teme expresar y dirigir su ira hacia
personas de las cuales depende su vida. Bajo estas circunstancias, no es poco frecuente que la
dirija contra sí mismo y se deprima. Facilitando y normalizando la expresión afectiva en estos

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momentos, indicándole al enfermo que no sólo es comprensible que se sienta así sino también
esperable, puede causar un alivio inmediato.
La presencia de historia psiquiátrica previa a la intervención requiere identificación temprana
para poder ofrecer el tratamiento adecuado. En estos pacientes a veces la situación puede
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complicarse si sus síntomas se acentúan tras la interrupción de la medicación psicotrópica que


puedan estar tomando previamente a la cirugía y a su posiblemente limitada capacidad para
afrontar situaciones estresantes. Jacobsen y sus colegas (10) ofrecen unas pautas de actuación
para estos casos. En primer lugar, sugieren que siempre y cuando un paciente esté recibiendo
un antidepresivo inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS), un inhibidor de la
monoamino oxidasa (IMAO), litio o un tranquilizante mayor y vaya a someterse a una intervención
quirúrgica, debería tener lugar una reunión entre el anestesista y el psiquiatra con el fin de
coordinar un plan de acción basado en las necesidades del paciente y las medicaciones
implicadas. En segundo lugar, tener en cuenta que las drogas que ofrecen mayor complicación
son los IMAO, dado que su metabolismo altera las aminas simpáticas (serotonina, norepinefrina
y dopamina). Los narcóticos interactúan con los IMAO produciendo una reacción exagerada a la
dosis habitual, resultando en hipotensión y apnea. Tercero, los antidepresivos tricíclicos y los
SSRI pueden interrumpirse el día antes de la intervención siempre y cuando lo sepa el
anestesiólogo; la escopolamina y otros agentes anticolinérgicos interactúan con el tricíclico
aumentando el riesgo de delirium anticolinérgico postoperatorio. Cuarto, el litio puede también
mantenerse hasta el día previo a la cirugía teniendo en cuenta que puede potenciar el efecto de
algunos relajantes musculares (11). Quinto, los tranquilizantes mayores bloquean los receptores
de la dopamina y las drogas de baja potencia (por ejemplo, clorpromacina) producen hipotensión
a través de su acción anticolinérgica central y periférica. También aumentan el riesgo de delirium
postoperatorio cuando se administran con otras medicaciones, tales como la escopolamina (12).
Sexto, los tranquilizantes menores empleados en los trastornos de la ansiedad no deben
interrumpirse bruscamente si se han estado empleando durante más de varias semanas
consecutivas. Con el fin de evitar un síndrome de abstinencia con los benzodiacepinas, pueden
administrarse vía intravenosa. Y, por último, sugieren los autores que todos los fármacos
mencionados pueden volver a administrarse en el momento en el que el paciente ingiera líquidos
oralmente, teniendo en cuenta su necesidad de reanudar la medicación y cualquier
contraindicación que pueda haber resultado de la cirugía.

2.3.2 b. Periodo Intra-Operatorio

Darse cuenta de lo que ocurre durante una cirugía mayor estando bajo anestesia general es
afortunadamente, un hecho poco frecuente pero que se ha dado en alguna ocasión.

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CASO 4:
La Sra. K era una mujer sometiéndose a una intervención quirúrgica por un cáncer de
estómago. La Sra. K despertó durante la cirugía mientras su cuerpo seguía aún

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paralizado por los efectos de algunos de los anestésicos. En la sala de recuperación la
paciente describió con todo detalle las conversaciones que se mantuvieron en el
quirófano así como sus sensaciones físicas y sus sentimientos de total impotencia y
descontrol. Refirió además su preocupación durante la intervención de que “algo debía
estar yendo mal porque de lo contrario, no me habría despertado”. Describió con
elevados niveles de angustia la necesidad que tenía de pedir ayuda y la incapacidad
para hacerlo debido a la parálisis muscular, que le impedía moverse y emitir alguna
señal de que era consciente de lo que ocurría a su alrededor. Su experiencia
postoperatoria fue similar a la de personas que han vivido una situación traumática:
pesadillas persistentes en las que la cirugía era el tema central; ansiedad e irritabilidad
acentuadas; y un temor excesivo a la muerte.

Mas que permanecer en un estado de alerta durante la cirugía, la angustia en estos casos parece
surgir fundamentalmente de considerar que ha habido un error en cómo se está llevando a cabo
el procedimiento, pues así lo demuestran los pacientes que se someten a cirugías bajo anestesia
local o epidural, que permanecen conscientes, pero para quienes la experiencia no resulta tan
traumática. En estos casos es importante que el personal sanitario mantenga conversaciones
con el paciente durante la intervención y no se relacione con él como si estuviera bajo anestesia
general, a pesar de estar sedado.

2.3.3 c. Periodo Post-Operatorio

Con frecuencia, el personal sanitario considera que, estando aún bajo los efectos de la anestesia,
inmediatamente después de la cirugía, el paciente no es consciente de lo que ocurre a su
alrededor. Sin embargo, se ha observado lo contrario. Enfermos que aparentemente no están en
contacto con la realidad inmediatamente después de la cirugía pueden ser fácilmente
despertados y muestran actitudes diferentes según quien se acerque a ellos. Cuando es un
extraño quien lo hace, pueden exhibir un estado de consciencia claro pero una actitud de
desinterés, aparentemente manifestación de la negación. Sin embargo, si son visitados por su
cirujano pueden presentar una actitud radicalmente diferente, mostrándose interesados en
conocer los resultados de la cirugía y ansiosos por recibir algo de aliento (13). Es frecuente que
pregunten en este momento si el tumor extirpado era o no maligno.
En ocasiones en las que la cirugía ha sido compleja o se hayan desarrollado complicaciones, el
paciente será enviado a una unidad de cuidados intensivos (UVI), experiencia que
probablemente recordará siempre con horror. Estas unidades generan fuertes sentimientos de

14
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

ambivalencia en el enfermo. Por una parte, considera que si permanece en una de ellas es por
estar grave, lo cual produce enorme temor y tristeza. El traslado a una planta hospitalaria
indicaría una mejoría en su condición. Sin embargo, en la habitación no recibirá los cuidados
especializados ni los cuidados de soporte que recibe en la UVI, lo cual genera a veces muy
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

elevados niveles de ansiedad.


Las unidades de cuidados intensivos son lugares muy extraños para los enfermos. Parece que
están tomadas de la ciencia ficción. El enfermo se encuentra solo, en un lugar desconocido,
rodeado de aparatos que emiten sonidos y luces intermitentes, inmovilizados e intubados por
todos o casi todos los orificios del cuerpo, sin poder expresar sus necesidades o sus temores en
ningún momento. Es comprensible pues, que se generen sentimientos importantes de miedo,
ansiedad y de impotencia. Estar a expensas de los cuidados del personal sanitario, que
administra procedimientos médicos invasivos y exige realizar actividades la mayor parte de las
veces molestas o dolorosas para el paciente (por ejemplo, succiones traqueales, levantarse de
la cama), también genera rabia y hostilidad que no se pueden descargar fácilmente.
La adaptación psicológica del paciente durante el periodo post-operatorio depende en gran parte
de su recuperación física viéndose dificultada, por tanto, por dolor mal controlado u
hospitalizaciones prolongadas debido a complicaciones post-quirúrgicas. La capacidad del
paciente de participar en su cuidado y en programas de rehabilitación tiene un papel fundamental
en su bienestar psicológico tras la intervención. Otros factores que afectan el estado anímico del
paciente después de la cirugía son sus resultados y las alteraciones funcionales y cosméticas
que se hayan podido producir. Obviamente, los resultados de la cirugía oncológica van a
repercutir en el estado de ánimo del enfermo. Si se ha podido extirpar el tumor satisfactoriamente,
la adaptación emocional será buena y el paciente pronto comenzará a experimentar deseos de
volver a su casa y reanudar las actividades de su vida diaria. Si los resultados no han sido los
esperados o no han sido tan optimistas (por ejemplo, no se ha podido extirpar la totalidad del
tumor, la enfermedad está muy extendida y será por tanto necesario administrar tratamientos
adicionales, etc.), es normal que el paciente se muestre deprimido, en ocasiones queriendo
rechazar futuras terapias como resultado de una actitud negativista. En estas situaciones son
frecuentes comentarios del tipo: “Me he sometido a una cirugía devastadora que no ha servido
para nada...Ya no tiene sentido seguir luchando”, o “Si esto no ha servido, tampoco servirán otros
tratamientos”.
En cuanto a las deficiencias funcionales o cosméticas que hayan podido resultar de la
intervención, aunque el paciente hubiera estado informado pre-quirúrgicamente de ellas, lo
frecuente es que tenga dificultad en aceptarlas y adaptarse a ellas. Esto lo corroboran
comentarios por parte de los enfermos, del tipo de: “Esto es peor de lo que me imaginaba”, o “No
sabía que me iba a costar tanto tragar” (a pesar de haber sido repetidamente informado de ello),
que en ocasiones van acompañados por la expresión de ideación autolítica. Comportamientos
tales como el retraso en mirarse al espejo en enfermos operados de tumores de cabeza y cuello
o de tumores mamarios son también muestra de dicha dificultad. En muchos de estos casos, la
amenaza tan grande que supone someterse a este tipo de cirugías facilita que el paciente

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desarrolle una negación total de las posibles secuelas. Esta negación es la que les permite
someterse a las intervenciones, pero la mayor parte de las veces es imposible de mantener por
mucho tiempo post-quirúrgicamente debido al inevitable choque con la realidad.

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CASO 5:
LP era una mujer de 64 años mastectomizada casi seis años antes de acudir por primera
vez a consulta por sentirse deprimida. LP vivía con su marido con quien llevaba según
ella, felizmente casada durante de 35 años. Eran padres de una hija que tenía su propia
familia.
En la entrevista inicial LP reveló que desde que sufrió la mastectomía, no se había
mostrado desnuda ante su marido ni una sola noche. Evitaba desde la cirugía, que su
esposo la viera desnuda bajo ninguna circunstancia. Se cambiaba de ropa con extremo
cuidado de que no estuviera él presente, y tapándose mientras se desnudaba para evitar
que la viera en el caso de que entrara en la habitación inesperadamente mientras ella
se mudaba de ropa. Mantenían relaciones sexuales satisfactorias según la paciente,
durante las cuales ella se tapaba la cicatriz con el camisón. No permitía que su marido
tocara la cicatriz, la acariciara, ni pusiera crema sobre ella. Según LP, ambos habían
aceptado la situación y referían no tener dificultad alguna con actuar de esta manera.

El significado atribuido al órgano sobre el que hay que intervenir afecta también a la respuesta
emocional post-quirúrgica. La cirugía para el cáncer de mama evocará fuertes sentimientos y
dudas relacionadas con la maternidad, la femineidad y el atractivo sexual. Las colostomías y
urostomías para el tratamiento del cáncer colo-rectal y del cáncer de vejiga respectivamente
generan con frecuencia sentimientos de suciedad, vergüenza y asco, al menos en las etapas
post-quirúrgicas iniciales. Las cirugías practicadas en el tratamiento de tumores de cabeza y
cuello pueden ser enormemente deformantes e incapacitantes. Dificultades para respirar, tragar,
masticar y hablar interfieren notablemente en la calidad de vida del enfermo que, además, se ve
enfrentado a un aspecto físico alterado que favorece su aislamiento y el rechazo social que sufren
muchos de ellos. La adaptación emocional a una amputación estará determinada en parte, por
el significado atribuido al miembro amputado, y en parte, por las limitaciones físicas y secuelas
que resulten de ella. Para un pintor o un deportista profesional puede ser devastadora. También
entrarán en juego otros factores como por ejemplo, la posibilidad de reconstrucción y de
rehabilitación y la capacidad del paciente para elaborar el duelo por la pérdida del miembro y de
sus funciones.

La creciente práctica de cirugías ambulatorias y la reducción, en muchos países, del tiempo de


ingreso hospitalario tras un procedimiento quirúrgico mayor, añade enorme tensión al paciente y
a su familia. Es ahora éste junto a sus cuidadores, quienes han de asumir la responsabilidad de
los cuidados postoperatorios en una situación a veces complicada de la que aún no se
encuentran física ni psicológicamente recuperados. Tal es el caso de algunas cirugías en niños

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MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

con tumores cerebrales que reciben el alta hospitalaria pocos días después de la extirpación del
tumor, con elevados niveles de angustia fundamentalmente por parte de sus padres, que, aunque
reciben instrucciones específicas sobre los cuidados que han de administrar, sienten que no
están preparados para proporcionarlos y experimentan gran temor a que se desarrolle alguna
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

complicación médica en ausencia de un equipo especializado.

Los estados confusionales postoperatorios agudos son frecuentes en la fase postoperatoria,


apareciendo generalmente, tres o cuatro días después de haberse practicado la cirugía. La
identificación inmediata de sus síntomas, que inicialmente pueden ser sutiles (por ejemplo, leve
pérdida de la memoria, desorientación, cambios comportamentales, irritabilidad, percepciones
ilusorias o alucinaciones), es fundamental. Si no se detecta precozmente, el delirium empeora,
pudiéndose producir gran agitación en el paciente, que se puede volver combativo y violento e
intentar liberarse de las sondas y drenajes. La primera intervención después de cerciorarnos de
la seguridad del enfermo, consistirá en identificar la posible causa del estado confusional. Entre
las etiologías posibles se encuentran alteraciones en el estado metabólico o electrolítico,
administración de determinados fármacos que puedan estar contribuyendo a su desarrollo,
abstinencia por dependencia alcohólica (por ejemplo, delirium tremens), o complicaciones del
sistema nervioso central (por ejemplo, hipoxia o infección). Además de corregir la alteración
orgánica subyacente, la manipulación del entorno puede aliviar al paciente enormemente. Esto
incluiría:
 Mantener la habitación bien iluminada de día
 Emplear una pequeña luz de noche para evitar percepciones ilusorias
 Introducir un calendario y un reloj en la habitación para mantener orientado al paciente
 Intentar mantener el entorno lo más estable posible, p.e., mismas enfermeras y familiares
en la habitación con el paciente
 Asegurar al enfermo de que se corregirá su condición
 Proporcionarle explicaciones detalladas acerca de todos los procedimientos médicos y
de enfermería a los que se le haya de someter
 Explicar a la familia el carácter orgánico del comportamiento del paciente
 El uso de medicación (generalmente neurolépticos) para controlar estas reacciones está
igualmente indicado.

Por todo lo anterior y por la posible presencia de dolor u otros síntomas físicos pobremente
controlados, reacciones ansiosas y depresivas son comunes durante el postoperatorio. Cuando
las demás condiciones son favorables (por ejemplo, rehabilitación disponible, funcionamiento
psicológico premórbido adecuado, apoyo familiar y social disponible, relación satisfactoria con el
cirujano, etc.), estas reacciones tienden a desaparecer por sí mismas. Sin embargo, persisten
en algunos pacientes que se beneficiarán entonces de ayuda psico-oncológica y quizás de la
administración de algún psicofármaco.

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2.4 TRATAMIENTO PSICOLÓGICO DEL PACIENTE QUIRÚRGICO EN ONCOLOGÍA

Muchos enfermos son reacios a hablar de sus miedos ante la intervención, con el cirujano, por
temer que éste los interprete como una falta de confianza en sus habilidades técnicas. Es

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importante pues, que éste se mantenga disponible para escuchar y facilitar la expresión afectiva
del paciente antes y después de la cirugía pues, entre otras cosas, el cirujano puede ser el mejor
psicólogo para el paciente debido a la relación transferencial que se desarrolla entre ambos. El
cirujano, sin embargo, también ha de protegerse emocionalmente de la carga afectiva tan
inmensa que supone en muchas ocasiones, llevar a cabo grandes cirugías, como ocurre
especialmente en el campo de la oncología. Es por ello importante que sepa mantener un
equilibrio entre su capacidad de escucha empática y su capacidad para poner límites a relaciones
que en ocasiones pueden ser enormemente absorbentes afectivamente. De ahí que la labor de
un psico-oncólogo sea necesaria para complementar a la de este especialista.

Un primer nivel de intervención psicológica es el cognitivo. El transmitir información preoperatoria


sencilla, clara y comprensible para el paciente, acerca del procedimiento quirúrgico es
fundamental. Esta información debe incluir tanto una descripción del procedimiento en sí mismo
(por ejemplo, cómo se va a llevar a cabo, en qué consiste, cuáles son sus objetivos), como de
las sensaciones que pueda experimentar el paciente una vez se le haya intervenido. Es muy
reconfortante saber que lo que se siente al despertar de la intervención es lo “normal” y esperado
y no es un indicador de que las cosas no siguen el proceso esperado. De lo contrario, el no saber
si el dolor, la tirantez, las náuseas después de la anestesia, etc. son “normales”, puede generar
incertidumbre y ansiedad que se pueden evitar fácilmente. A la hora de transmitir información,
es importante tener en cuenta que los pacientes generalmente desconocen en qué consiste una
cirugía para poder proporcionar la información necesaria. Pueden por ejemplo asustarse si no
pueden hablar adecuadamente después de haberles sido practicada una traqueostomía. Pero
pueden sentir enorme alivio al saber que lo podrán hacer en el futuro pues el procedimiento es
reversible. Además, frecuentemente es necesario repetir la información: debido a los niveles de
ansiedad del paciente, a su desconocimiento del mundo médico y a otros factores, la información
administrada puede no ser asimilada en un primer encuentro. Una manera fácil de evitar que
persistan lagunas de información en el enfermo es pidiéndole que la repita después de haberla
recibido y preguntándole si tiene alguna duda antes de finalizar la consulta, además de
proporcionarle la información por escrito.

Además de la información, es importante tener en cuenta que la situación quirúrgica puede


evocar conflictos psicológicos premórbidos en el paciente, generalmente asociados a relaciones
significativas u otras situaciones personales. Si la cirugía produce una reacción por parte del
paciente que parece exagerada o desproporcionada a la situación, uno debe considerar que el
significado que el enfermo está atribuyendo al procedimiento quirúrgico es de enorme
importancia para él, aunque pueda resultarle trivial a cualquier observador. Es entonces cuando
se ha de explorar dicho significado, en un intento por identificar las causas de la sobrerreacción
del paciente con el fin de poder aliviarla.

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MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

El control del dolor post-quirúrgico es fundamental para una buena recuperación física y
psicológica. La combinación de fármacos analgésicos y técnicas psicológicas adyuvantes para
el control del dolor (por ejemplo, hipnosis, relajación, distracción cognitiva, etc.) adquiere gran
importancia en situaciones en las que el dolor parece ser refractario a la medicación.
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Las complicaciones post-quirúrgicas menores del tipo de infecciones en la cicatriz, son


frecuentes. En muchas ocasiones, los pacientes se deprimen o proyectan su ira hacia el personal
sanitario o la dirigen directamente contra el cirujano cuando sufren estas complicaciones, pues
la realidad choca con las fantasías que tenían de que su especialista era omnipotente y podría
evitar todo tipo de problemas. Por otra parte, son conscientes de la ausencia de responsables
en situaciones de este tipo. Es importante aquí reconocer la tristeza, preocupación o ira del
paciente, evitando interpretarlos personalmente. Un simple comentario aludiendo al hecho de
que uno puede entender cómo bajo estas circunstancias es natural estar resentido por lo ocurrido
dado que una infección no era lo esperado, tiene un gran valor terapéutico.

Cuando se estime que el postoperatorio pueda prolongarse por lo compleja que haya sido la
cirugía, se puede sugerir al paciente que tenga un calendario y un reloj en su habitación con el
fin de permanecer siempre orientado. Además, la colocación en la habitación hospitalaria de
algunos objetos personales (por ejemplo, fotografías familiares, dibujos de sus hijos o nietos,
algún poster u otro objeto personal) puede contribuir a que ésta no parezca tan fría e impersonal
y se pueda crear un entorno más cálido para el enfermo que se está intentando recuperar.

La flexibilidad es un atributo indispensable para un psico-oncólogo que trabaje con enfermos


quirúrgicos. Esta flexibilidad se manifiesta, entre otras cosas, en su capacidad creativa para
utilizar diferentes técnicas y orientaciones psicológicas según las necesidades cambiantes del
paciente quirúrgico.

3 QUIMOTERAPIA

3.1 INTRODUCCIÓN

La quimioterapia es un tipo de tratamiento contra el cáncer que emplea fármacos para destruir
las células cancerosas, finalizando o demorando el crecimiento de éstas. Pero también puede
afectar a las células sanas del cuerpo, que crecen y se dividen rápidamente, tales como las
células de las partes húmedas dentro de la boca, las células que recubren los intestinos, las
células que hacen crecer el pelo, etc. Esto hace que el paciente pueda experimentar efectos
secundarios significativos tales como mucositis (llagas en la boca y en esófago); alopecia (caída
del pelo), diarrea y estreñimiento, etc. El avance de los conocimientos médicos ha implicado la
creación de protocolos de tratamiento agresivos y por tanto, tóxicos. Aunque si bien es cierto que
con una frecuencia creciente la oncología se centra en el control de síntomas con el fin de
optimizar el funcionamiento psicológico de los enfermos, todavía éstos experimentan

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

determinadas reacciones al cáncer o a su tratamiento que interfieren con una adaptación óptima
al proceso oncológico.

La quimioterapia puede curar el cáncer (en el caso que destruya tantas células oncológicas que

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no se pueda detectar ninguna); controlar el cáncer (evitar que se extienda o hacer que crezca
más lentamente); o puede mejorar los síntomas del cáncer (en este caso se denomina
quimioterapia paliativa – no se administra con intención curativa, sino de paliar los síntomas
producidos por la enfermedad).

La quimioterapia se puede utilizar igualmente para reducir el tamaño del tumor antes de la cirugía
o radioterapia (quimioterapia neoadyuvante); para destruir las células malignas que podrían
quedar después de la cirugía o radioterapia (quimioterapia adyuvante); para ayudar a mejorar
los resultados de la radioterapia y la terapia biológica; para destruir las células cancerosas de
una recidiva o las de una metástasis.

El tipo y la duración del tratamiento con quimioterapia depende fundamentalmente del tipo de
tumor, del estadio en el que se encuentre éste, de si se ha recibido quimioterapia en el pasado
o no, y de problemas de salud concomitantes (por ejemplo, diabetes, enfermedad coronaria, etc).

Habitualmente la quimioterapia se administra con una inyección en el músculo, en la vena


(intravenosa), en la arteria (intra-arterial), en la cavidad peritoneal o de forma oral (pastillas,
cápsulas, líquido para ingerir). Recientemente los laboratorios farmacéuticos están desarrollando
un número cada vez mayor de fármacos quimioterápicos orales, lo cual facilita enormemente el
tratamiento al enfermo que así, no tiene que acudir al hospital con tanta frecuencia ni durante
visitas tan prolongadas para recibir el tratamiento.

3.2 IMPACTO EMOCIONAL DE LA QUIMOTERAPIA Y DE SU TOXICIDAD

La quimioterapia contra el cáncer suele ser un tratamiento agresivo que los pacientes suelen
experimentar con angustia y desagrado. Ahora que el cáncer se ha cronificado, los enfermos
pueden estar recibiendo esta modalidad terapéutica durante años, con sus toxicidades
correspondientes y sin saber hasta que se han administrado varios ciclos, cuáles son los
resultados que va a producir. La incertidumbre pues, en el contexto de malestar físico, no facilita
la adaptación psicológica global del enfermo, que persiste incluso una vez finalizado el
tratamiento.
A continuación, se describen los efectos secundarios más frecuentes con la quimioterapia y sus
concomitantes psicológicos.

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MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

3.2.1 Alopecia

La alopecia es la pérdida del cabello. Además del cabello el paciente recibiendo quimioterapia
puede perder el vello de otras partes del cuerpo (cejas, pestañas, genitales). Es uno de los
efectos secundarios de la quimioterapia más temidos por muchos pacientes. El pelo es esencial
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

en la identidad de muchas personas (14). Para muchas mujeres, la femineidad, sexualidad,


atractivo y personalidad están asociados simbólicamente al pelo. Sin embargo, la reacción de
los varones, aunque menos estudiada, parece ser similar. La pérdida del cabello puede, por
tanto, afectar significativamente la auto-estima y la imagen corporal del paciente. Se ha descrito
como el efecto secundario que genera mayores niveles de distress en el paciente recibiendo
quimioterapia (15). Parece que la intensidad del distress experimentado por los pacientes en
respuesta a la alopecia no guarda relación directa con la cantidad de pelo perdido. Para los
pacientes la alopecia constituye un recuerdo constante de que “Tengo cáncer”. Así pues, la
alopecia está asociada al auto-concepto, a la pérdida de privacidad (es visible), a cambios en la
sensualidad y sexualidad, a una reducción en la auto-estima, y a un fracaso social (fracaso de
haberse podido mantener con salud). Muchos pacientes ven interrumpida su vida social debido
a la alopecia. Experimentan evitación social o incluso retomar su vida laboral debido al cambio
sufrido en su aspecto físico secundario a la alopecia.

Con frecuencia los problemas con el cabello persisten después de finalizado el tratamiento con
quimioterapia. A veces tarda en volver a crecer, crece rizado, encrespado y canoso a pesar de
haberlo tenido liso y de color antes de la administración del tratamiento, o crece menos poblado.

A esto se une que los pacientes no siempre encuentran la peluca adecuada. El elevado coste de
las pelucas de pelo natural hace que no sean accesibles a muchos pacientes, que encuentran
dificultad en encontrar una peluca de pelo no natural que se adecúe a sus necesidades.
Problemas con las pelucas que añaden malestar a los pacientes incluyen no tener el mismo color
o corte que el pelo natural del paciente; en ocasiones dan mucho calor en verano o no quitan el
frio en invierno; no se sujetan bien; el paciente no sabe colocársela adecuadamente; “Se nota
mucho que llevo peluca”, etc. Hoy en día no es difícil encontrar buenas pelucas por un precio
módico.

Algunas sugerencias para un paciente que va a perder el pelo con la quimioterapia incluyen:

 Anticipar la caída del cabello

 Explicar que el cabello se cae en mechones, cuando uno se pase un peine por la cabeza,
o cuando se levanta de la cama encontrándose con ellos en la almohada, y produciendo
calvas que suelen resultar desagradables para el paciente

 Ir a la peluquería donde uno se vaya a hacer o comprar la peluca antes de que se caiga
el cabello, con el fin de encontrar una peluca lo más parecida al propio pelo posible

 Raparse la cabeza antes de que se caiga el pelo. En la misma tienda de pelucas pueden
hacer esto. Incluso el paciente puede solicitar estar en una cabina sin espejo para no ver
cómo le rapan la cabeza, y verse únicamente con la peluca ya colocada

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 Enseñar diversos usos de pañuelos, gorros, o turbantes que puedan sustituir o


complementar a la peluca

 Fomentar el uso de maquillaje para pintarse cejas etc y arreglarse con el fin de mejorar

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
el aspecto físico

 Se pueden recibir masajes en la cabeza una vez finalizado el tratamiento y con


autorización del oncólogo, con el fin de estimular el crecimiento del pelo

 En el caso de falta de recursos para comprar una peluca, muchas asociaciones


oncológicas tienen pelucas que han sido donadas por otros pacientes

 Ayudar al paciente a aceptar la pérdida del cabello y la nueva auto-imagen

3.2.2 Náuseas y Vómitos

Entre los síntomas que muchos enfermos con cáncer describen como más incapacitantes o
molestos se encuentran las náuseas y los vómitos o emesis. Generalmente, las náuseas y los
vómitos experimentados por los pacientes con cáncer están asociados a la administración de
tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia. Aunque el desarrollo de protocolos de
tratamiento anti-eméticos ha sido significativo durante los últimos años y ha favorecido el control
de las náuseas y de los vómitos inducidos por los tratamientos, aún existe un grupo de pacientes
que los experimentan y que sufren enormemente por ello.

Las náuseas y vómitos inducidos por el tratamiento antineoplásico generan VERGÜENZA Y


ASILAMIENTO SOCIAL. Experimentar estos síntomas tiene un impacto psicológico importante
en muchos enfermos. Pueden sentir vergüenza si vomitan o pueden consideran este síntoma
como algo humillante. Es por ello que los pacientes que experimentan náuseas y vómitos tiendan
a aislarse de la familia y de los amigos, especialmente durante los días posteriores a la
administración del tratamiento, que suele ser cuando más ayuda necesitan de los demás. A esto
se añade la desagradable sensación física que producen las náuseas. Dicho estado de malestar
les impide en muchas ocasiones relacionarse o participar en actividades familiares o sociales
que, en condiciones normales, son de su agrado. A esto se une que generalmente cuando un
paciente comienza a recibir un tratamiento de quimioterapia contra el cáncer, siente grandes
TEMORES acerca de sus efectos secundarios. Estos temores están influidos por la experiencia
que haya tenido el enfermo con otros pacientes oncológicos que hayan recibido tratamientos
semejantes, o por la información que le hayan podido dar familiares, amigos, medios de
comunicación, etc. acerca de los efectos adversos de dichas modalidades terapéuticas. Muchos
se sorprenden de los pocos efectos secundarios que sufren con la administración de por ejemplo,
la primera infusión de quimioterapia, aunque en ocasiones, éstas reacciones secundarias pueden
aumentar en los ciclos sucesivos. En los casos en que se experimenten náuseas y vómitos
intensos con la administración del tratamiento oncológico, el enfermo puede sufrir elevados
niveles de ANSIEDAD previamente a la administración de la terapia. A esta ansiedad se le

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

denomina ansiedad anticipatoria, dado que ocurre en anticipación al tratamiento. En muchas


ocasiones va acompañada por IRRITABILIDAD, INSOMNIO Y PENSAMIENTOS
RECURRENTES acerca del tratamiento y sus efectos secundarios. Estos síntomas pueden
aparecer incluso días antes de acudir al hospital para recibir el tratamiento contra el cáncer.
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

Algunos enfermos manifiestan estar obsesionados por el temor a recibir su siguiente tratamiento
e incluso expresan su preferencia por “someterse a otra operación antes de continuar recibiendo
esta modalidad de tratamiento”. Es importante aquí también averiguar el SIGNIFICADO que
tienen las náuseas y vómitos inducidos por la quimioterapia para cada paciente. Erróneamente,
muchos consideran que si la quimioterapia les hace vomitar, ello significa que “está funcionando”
contra el tumor. De lo contrario, no está teniendo el efecto buscado.

CASO 6:

RT era una niña de 13 años procedente de Jamaica. Llevaba varios años viviendo fuera
de su país con su madre. Unos meses antes RT había sido diagnosticada con un
osteosarcoma para el cual se le comenzó a administrar quimioterapia previamente a la
cirugía a la que se debía someter. Cada vez que acudía a la clínica, tanto RT como su
madre reportaban muchos episodios de vómitos y náuseas significativamente intensas
después de la administración de cada ciclo. A pesar de ello, tanto la madre como la hija
se oponían a que fueran administrados fármacos antieméticos. Dado el impacto que
este efecto secundario tenía sobre la calidad de vida de la paciente (no le permitía salir
ni relacionarse con sus amigas), fue derivada a la Unidad de Psico-Oncología. Durante
la evaluación inicial RT describió que tanto su madre como ella pensaban que con el
vómito expulsaba al exterior “trocitos del tumor” y así “me curo antes si lo echo, y
ademá,s la cirugía que me tengan que hacer será menos agresiva”.

Otra de las consecuencias psicológicas de las náuseas y de los vómitos inducidos por el
tratamiento farmacológico es el fenómeno de las NÁUSEAS Y VÓMITOS ANTICIPATORIOS O
CONDICIONADOS. Aquí las náuseas y la emesis se experimentan antes o durante la
administración de los fármacos. Generalmente los enfermos experimentan estas reacciones el
día ante de recibir el tratamiento, cuando están de camino al hospital o al entrar en él, al percibir
los olores típicos de la clínica, al ver al personal sanitario, o simplemente, con pensar en el
tratamiento, en el hospital, o en la enfermedad.
Las náuseas y los vómitos condicionados a la quimioterapia se han conceptualizado como el
resultado de un proceso de aprendizaje. Estímulos olfatorios, visuales, etc. que se asocian a la
quimioterapia pueden producir respuestas tales como náuseas y emesis en ausencia de
cualquier explicación farmacológica. Así, existen determinados estímulos (por ejemplo, el
perfume de la enfermera que administra el tratamiento, el olor del alcohol que se emplea para
limpiar la piel antes de administrarlo, etc.), que están presentes mientras se administra la
quimioterapia y que originalmente no poseen la capacidad para producir náuseas ni vómitos por
sí mismos. A estos estímulos se les denomina estímulos incondicionados. Tras repetidas

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asociaciones de estos estímulos con la quimioterapia (que sí puede producir como efectos
secundarios náuseas y vómitos), adquieren la capacidad para inducir respuestas similares a las
producidas por ésta. Esto es, producen también náuseas y vómitos. La diferencia entre las
náuseas y los vómitos producidos por la quimioterapia y los producidos por los estímulos

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
incondicionados descritos es que, en el primer caso, ocurren después de la administración de la
quimioterapia mientras que, en el segundo caso, ocurren antes o durante la administración de
ésta. De ahí que en este caso se les denomine náuseas y vómitos anticipatorios o condicionados.
Se puede decir que son el resultado de un proceso de aprendizaje clásico (Pavloviano) en el que
el organismo entra en un estado de alerta cuando aprende que el tratamiento que le van a
administrar le va a hacer sentir mal.

Cualquier estímulo o hecho que señale con exactitud la aparición de las náuseas y
vómitos postquimioterápicos puede convertirse en un estímulo elicitador de náuseas y vómitos
anticipatorios. De ahí su nombre: anticipan la aparición de las náuseas y los vómitos
farmacológicamente inducidos.

Estímulos asociados al desarrollo de náuseas y vómitos anticipatorios:


Estimulación visual o auditiva (por ejemplo, señales de tráfico que contengan el nombre
del hospital o que se encuentren en la carretera que conduce al hospital, la voz del
médico o de la enfermera que administra el tratamiento, y la música de la sala de espera),
pueden producir náuseas y vómitos anticipatorios. Pensamientos e imágenes originados
cognitivamente pueden inducir también náuseas y vómitos en ausencia de cualquier
explicación farmacológica. Así, para algunos pacientes, el simple hecho de pensar en el
tratamiento les hace vomitar. Para otros, conversaciones sobre la enfermedad o su
tratamiento tienen capacidad para producir reacciones eméticas anticipatorias.

Factores de riesgo en el desarrollo de náuseas y vómitos anticipatorios:


Hay algunos factores que están asociados al desarrollo de náuseas y vómitos
anticipatorios y que aumentan la probabilidad de que éstos se desarrollen. Entre ellos
quepa mencionar:
 LA INTENSIDAD DE LAS NÁUSEAS Y VÓMITOS FARMACOLÓGICAMENTE
INDUCIDOS: Evidentemente, si no se experimentan náuseas y vómitos tras la
administración de la quimioterapia, no se desarrollarán náuseas ni vómitos anticipatorios.
En el caso de que el paciente sí experimente náuseas y vómitos post-quimioterápicos,
cuanto más intensos sean éstos, mayor probabilidad habrá de que experimente náuseas
y vómitos anticipatorios
 EL NÚMERO DE INFUSIONES DE QUIMIOTERAPIA RECIBIDOS: A mayor número de
infusiones de quimioterapia recibidas, mayor probabilidad de desarrollar las reacciones
anticipatorias

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

 LA PRESENCIA DE SENSACIONES DE SABOR DURANTE LA ADMINISTRACIÓN


DEL TRATAMIENTO: Algunos enfermos refieren sentir sabores metálicos u otros
sabores desagradables mientras les administran el tratamiento de quimioterapia. La
presencia de estos sabores parece aumentar la probabilidad de experimentar síntomas
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

anticipatorios
 NIVELES ELEVADOS DE ANSIEDAD: La ansiedad está asociada a la aparición de
náuseas y vómitos en multitud de situaciones. Por ejemplo, muchos atletas refieren
experimentar náuseas o vomitar previamente a su participación en una competición
debido a la ansiedad que experimentan. Cuanta mayor sea la intensidad de la ansiedad
que experimenta el enfermo con cáncer que recibe quimioterapia, mayor probabilidad
tendrá de desarrollar náuseas y vómitos anticipatorios
 Una MAYOR SUSCEPTIBILIDAD A EXPERIMENTAR CINETOSIS: Aquellas personas
que tienen una mayor tendencia a marearse por ejemplo cuando viajan en coche, barco,
tren, etc. tienen una mayor susceptibilidad a desarrollar náuseas y vómitos
anticipatorios.

Incidencia de las nauseas y vómitos anticipatorios:


Se ha estimado que aproximadamente una tercera parte de los pacientes que reciben
quimioterapia experimentan náuseas y vómitos anticipatorios en algún momento de su
tratamiento. Sin embargo, es probable que esta incidencia sea menor en la actualidad debido
como ya se ha mencionado antes, al mejor control de las náuseas y de los vómitos inducidos
farmacológicamente por la quimioterapia. Un problema en detectar la incidencia real es que
muchos enfermos prefieren negar que los experimentan, pues consideran que es signo de
debilidad o de “locura” experimentar náuseas y vómitos en ausencia de una explicación
farmacológica o médica definida .

Persistencia de las nauseas y vómitos anticipatorios:


La experiencia clínica nos demuestra que incluso años después de haber finalizado el
tratamiento con quimioterapia, aunque de menor intensidad, siempre asociados a estímulos
relacionados con la enfermedad o el tratamiento recibido. Tal es el caso de pacientes que
experimentan náuseas cuando vuelven al hospital para someterse a sus revisiones médicas
periódicos, aunque éstas no incluyan la administración de tratamiento alguno. Es importante que
el enfermo sea consciente de que ello no es señal de psicopatología sino como se ha
mencionado anteriormente, es el resultado de un proceso de aprendizaje.

Tratamiento psicológico de las náuseas y vómitos anticipatorios:


Debido a que las náuseas y vómitos condicionados o anticipatorios son el resultado de un
proceso psicológico, su tratamiento también ha de ser psicológico. Sin embargo, lo primero que
ha de favorecerse siempre es el control farmacológico de las náuseas y vómitos post-

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

quimioterápicos para así reducir la probabilidad de que se produzcan las reacciones


anticipatorias.

En primer lugar, explicar al enfermo en qué consisten éstas reacciones y por qué se producen

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
es importante. Incluir a la familia del paciente en estas explicaciones es también importante ya
que muchos pacientes apenas reciben apoyo de personas significativas de su entorno que no
entienden el fenómeno y que consideran que el enfermo “lo tiene todo en la cabeza”.

El entrenamiento, por un psico-oncólogo, en técnicas de modificación de conducta tales como


relajación muscular progresiva, desensibilización sistemática o distracción cognitiva, ha
demostrado ser eficaz en el control de estos desagradables síntomas. En general, estas técnicas
o bien intentan inducir en el paciente una respuesta incompatible con la ansiedad asociada a las
náuseas y los vómitos condicionados, o bien intentan distraer al paciente de sus síntomas, de
manera que disminuye así su frecuencia y su intensidad. En otros casos, el objetivo de estas
técnicas psicológicas es ayudar al paciente a “descondicionar” o “desaprender” la reacción
anticipatoria. Por ejemplo, se ha demostrado que el uso de video juegos antes y durante la
administración de quimioterapia reduce significativamente los episodios de emesis anticipatoria
y la intensidad de las náuseas condicionadas. Igualmente, el uso de técnicas de relajación
practicadas via audio-cassette produce resultados similares. En cualquier caso, será importante
intentar cualquier método que le pueda ser de utilidad al paciente, con el fin de aliviar la
sintomatología que no hace más que alterar su vida y sus relaciones personales.

3.2.3 Cansancio

El cansancio es una de las secuelas del tratamiento oncológico más comunes. Suele ser extremo
y no mejora con el descaso. Además del mismo cáncer, puede estar producido por la
quimioterapia. Otros factores que influyen para que se produzca incluyen: dolor, anemia, cambios
en el funcionamiento del organismo, tener que viajar para recibir tratamiento, ansiedad y
depresión, insomnio, algunas medicaciones, no beber el agua necesaria, inactividad física.

El cansancio altera la vida del paciente de una manera significativa. Limita su actividad
enormemente y además produce sentimientos de inutilidad al verse y sentirse incapaz de realizar
actividad alguna, y de depresión y ansiedad.

Algunas pautas para mejorar el cansancio son:


 Entrenar en técnicas de higiene del sueño con el fin de que el paciente pueda dormir
adecuadamente (acostarse y levantarse a la misma hora cada día; evitar la ingesta
de estimulantes – cafeína, etc. después de comer; etc.)

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

 Intentar hacer breves siestas durante el día, lo suficientemente temprano como para
que no interfieran en el sueño nocturno, y alternando periodos de descanso con
periodos de actividad
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

 Hacer ejercicio leve

 Programar actividades durante los momentos del día en los que el paciente siente
más energía

 Mantener el nivel de energía haciendo comidas más frecuentes a lo largo del día

 Ingerir una dieta equilibrada que incluya muchas frutas y verduras

 Participar en actividades con familiares y amigos cercanos

3.2.4 Alteraciones Cognoscitivas o Chemo Brain

Muchos pacientes recibiendo quimioterapia se quejan de alteraciones en su agudeza mental.


Indican tener dificultad para recordar ciertas cosas, así como para finalizar algunas tareas o
aprender habilidades nuevas mientras reciben el tratamiento quimioterápico. Esto es lo que se
ha descrito como CHEMO BRAIN, alteraciones o cambios cognoscitivas que se experimentan
durante y después de la administración de la quimioterapia. Entre dichas alteraciones se
encuentran:
 Olvidar cosas que habitualmente recuerdan sin dificultad (lapsos en la memoria)

 Dificultad de concentración (no se pueden centrar en lo que hacen; se distraen con


facilidad, y tienen una capacidad limitada para mantener la atención.

 Dificultad para realizar más de una tarea a la vez tales como cocinar y hablar por
teléfono simultáneamente

 Dificultad para recordar nombres, fechas y a veces, información de mayor relevancia

 Necesidad de más tiempo para realizar y finalizar tareas (debido al proceso de


pensamiento más lento y desorganizado)

 Dificultad para recordar palabras frecuentemente empleadas, por ejemplo, muestran


dificultad en finalizar una frase por no poder encontrar la palabra que buscan

Para la mayor parte de pacientes los efectos del chemo brain desaparecen gradualmente una
vez finalizado el tratamiento. Sin embargo, para otros pueden persistir en el tiempo o para una
minoría, incluso empeorar. Factores que contribuyen a que se produzcan o se agraven estas
alteraciones en la función mental del paciente con cáncer recibiendo quimioterapia incluyen: el
cáncer mismo; otras medicaciones administradas (analgésicos, esteroides, etc); cirugía y
anestesia; problemas de sueño; cansancio; cambios o tratamientos hormonales; infección;
deficiencias nutricionales; edad; depresión; estrés, ansiedad o preocupaciones.

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Algunas sugerencias para pacientes que sufren los efectos del llamado chemo brain se ofrecen
a continuación:
 Anotar citas y otros en una agenda ordenadamente

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
 Ejercitar el cerebro: haciendo puzzles, sopas de letras, crucigramas, aprendiendo un
idioma nuevo, etc. Los llamados Brain Games disponibles en tiendas o en forma de
aplicaciones para móviles, tabletas, etc pueden ser de gran utilidad.

 Dormir y descansar

 Comer verduras

 Actividad física regular

 Definir rutinas diarias y seguirlas

 Evitar intentar realizar más de una actividad a la vez – es frustrante para el paciente

 Solicitar ayuda cuando lo necesite

 Llevar un diario de problemas/dificultades con la memoria: Anotar cuándo el paciente


observe una dificultad y lo que está ocurriendo en ese momento: medicaciones
ingeridas, momento del día en que ocurre, situación en la que se encuentra el
paciente. Esto puede ayudar a identificar situaciones que acentúen o produzcan las
dificultades en la memoria y puede facilitar la planificación de alguna intervención
para aliviarlo o al menos, predecirlo y poder tomar acción

 Informar a familiares y amigos de las dificultades con el fin de que entiendan a qué
se deben ciertos comportamientos del paciente

3.2.5 Otros Efectos Secundarios de la Quimioterapia


A todo esto se suman otros efectos adversos de la quimioterapia que alteran también la calidad
de vida y el bienestar emocional del paciente. Por ejemplo, saber que la quimioterapia puede
producir neutropenia (bajada de defensas) obligándole a mantener unas medidas de cuidado e
higiene extremas y exponiendo al paciente a infecciones que pueden resultar graves; o tener
diarrea intensa durante varios días que limita al paciente en sus salidas de casa; o desarrollar
neuropatía periférica (sensación de tener agujas en las manos y pies debido al daño producido
en los nervios) que además de producir dolor puede hacer que el paciente tropiece con facilidad,
encuentre dificultad en agarrar objetos, sienta dolor, y sea excesivamente sensible a la
temperatura; tener mucositis que impide tragar, comer o incluso hablar con facilidad; cambios en
las sensaciones de olor y sabor que impiden disfrutar de la comida; y alteraciones en el estado
del ánimo durante la etapa de tratamiento con quimioterapia, no tienen menos importancia que
lo anteriormente descrito.

4 RADIOTERAPIA

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

4.1 INTRODUCCIÓN

El descubrimiento de los rayos-x por Roentgen en 1895 y del radio por el matrimonio Currie en
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

1986 fue rápidamente seguido por el reconocimiento de los efectos biológicos de radiaciones
ionizantes y de sus potenciales aplicaciones clínicas a la medicina. La observación de que
algunas neoplasias incurables habían respondido a los “rayos de Roentgen” junto al primer
informe sobre la curación del primer enfermo tras la administración de radioterapia en 1899
produjo grandes esperanzas acerca de su potencial curativo en oncología (17).

De todas las modalidades terapéuticas empleadas contra el cáncer, la radioterapia es la que ha


recibido menos atención por parte de los profesionales de la salud mental trabajando en
oncología. Sin embargo, los problemas psicológicos asociados a este tratamiento no son pocos.
Ansiedad, depresión, fobias y problemas de adherencia terapéutica durante la administración de
la radioterapia son acompañados de alteraciones significativas en la calidad de vida que resultan
de los efectos secundarios a medio y largo plazo del tratamiento.

En este apartado se describen las aplicaciones de la radioterapia en oncología y las reacciones


psicológicas asociadas a ella. Se ofrecen unas pautas para el tratamiento psicológico de
enfermos con cáncer recibiendo esta forma de terapia antineoplásica.

4.2 APLICACIONES Y TIPOS DE RADIOTERAPIA EN ONCOLOGIA

Los oncólogos radioterapeutas emplean radiación electromagnética de elevada energía o


partículas de alta velocidad para atacar a las células malignas. Uno de los retos a los que se ven
enfrentados estos especialistas es cómo realizar este procedimiento sin afectar al tejido sano.
Para ello hacen uso de una sofisticada tecnología que les permite espaciar la energía y evitar
dañar tanto el tejido sano superficial como el más profundo.

La planificación del tratamiento radioterapéutico ha de tener en cuenta el tamaño y el estadio del


tumor, la proximidad de las estructuras normales, y los tejidos vitales que limitan la dosis como
el hígado, el riñón y la médula espinal. Cada planificación requiere dosimetría computarizada e
individualizada. El procedimiento se simula con una unidad radiográfica que puede delinear el
campo de tratamiento y durante el cual se tatúa al enfermo con el fin de facilitar su mismo
posicionamiento durante cada sesión. Es fundamental que el paciente se mantenga quieto y en
la misma posición tanto durante la simulación como durante la administración del tratamiento per
se. Para ello no sólo se emplean los tatuajes sino también máscaras para la cabeza o moldes
para el cuerpo que se construyen individualmente para cada paciente con el fin de mantenerle
en una postura precisa. Esta máscara que aparece a continuación, facilita la sujeción de la

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

cabeza del paciente a la mesa sobre la que yace con el fin de evitar que se mueva. Se emplea
cuando hay que irradiar la zona de la cabeza/cara, como es el caso de los tumores de cabeza y
cuello. Es fácil imaginar cómo puede generar elevada angustia en un paciente claustrofóbico.

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
MÁSCARA EMPLEADA PARA LA ADMINISTRACIÓN DE RADIOTERAPIA
A LA ZONA DE LA CABEZA
(Imagen tomada de https://www.cancer.gov/about-cancer/treatment/types/radiation-
therapy/radiation-fact-sheet)

Existen diferentes modalidades de tratamiento radioterapéutico. Con la RADIACIÓN EXTERNA,


la dosis total de radiación se fracciona y en general se administra de lunes a viernes durante seis
semanas en el caso de un tratamiento curativo, y durante dos semanas en los tratamientos
paliativos. El objetivo de fraccionar la dosis es el de salvaguardar el tejido sano a la vez que se
elimina el cáncer. Solo en raras ocasiones se administra la radioterapia en una dosis única. El
tratamiento radical se suele administrar con la intención de curar y el tratamiento paliativo se
administra para controlar síntomas, aunque algunas veces se administra radioterapia también
profilácticamente, con el fin de evitar la aparición de algún efecto no deseado del cáncer. Los
enfermos que van a recibir radioterapia externa acuden al hospital para una primera valoración,
para la simulación, y después a diario hasta completar el tratamiento. Los rayos administrados
son similares a los rayos-x pero de mayor energía; no pueden ser vistos o sentidos. La duración
del tratamiento en sí es escasa, apenas llegando a los dos minutos, aunque el posicionamiento
del enfermo previamente a la administración de la radiación suele llevar algo más de tiempo.

La RADIOTERAPIA INTRAOPERATORIA (RIO) es una forma de radiación externa que se


administra durante la cirugía. Esta radioterapia se usa para tratar cánceres localizados que no
se pueden extirpar completamente o que tienen una alta probabilidad de que regresen (recurran)
en tejidos cercanos. Durante la cirugía, después de haberse extirpado el tumor o todo lo que se

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

pueda de él, una dosis elevada de radiación de alta energía se administra directamente al sitio
del tumor (el tejido sano de alrededor se protege con blindajes especiales). El paciente
permanece en el hospital para recuperarse de la cirugía. Se puede usar la radioterapia
intraoperatoria en el tratamiento de los cánceres colorrectal y de glándula tiroides, y cánceres
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

ginecológicos, cáncer de intestino delgado y cáncer de páncreas. También se está investigando


en estudios clínicos (estudios de investigación) para tratar algunos tipos de tumores cerebrales
y sarcomas pélvicos en personas adultas.

La BRAQUITERAPIA es otra modalidad terapéutica para la administración de radioterapia que


consiste en implantar temporalmente la fuente de radiación en el enfermo. Es un ejemplo de
radioterapia interna. Su administración consiste en colocar implantes radioactivos muy cerca del
tumor. Los implantes pueden ser alambres, catéteres, cintas, cápsulas o semillas y se insertan
directamente en el cuerpo. Este procedimiento se lleva a cabo en el quirófano. Puede requerir
que el enfermo permanezca aislado varios días en una habitación hospitalaria hasta alcanzarse
la dosis de radiación deseada. En algunos casos, se le implantan semillas radioactivas de bajo
nivel de energía (permanentes), con las que se le da el alta hospitalaria.

La radioterapia sistémica usa materiales radiactivos como el yodo 131 y el estroncio 89. Los
materiales pueden tomarse por la boca o inyectarse en el cuerpo. Algunas veces se usa la
radioterapia sistémica para tratar el cáncer de glándula tiroides y linfoma no Hodgkin en adultos.

Dada la gran variedad de aplicaciones clínicas de la radioterapia en oncología, no es


sorprendente que más de la mitad de los enfermos tratados por un cáncer reciban alguna forma
de esta modalidad terapéutica como parte de su tratamiento.

Los efectos secundarios de la radioterapia pueden ser múltiples. Incluyen fundamentalmente


malestar general, nauseas, debilidad y depresión. En algunos casos, ciertos síntomas como, por
ejemplo, las náuseas, pueden persistir hasta meses después de la finalización del tratamiento.
Otros efectos secundarios incluyen alteraciones sanguíneas que requieren un seguimiento
regular; dolor y sequedad en la cavidad oral; alteraciones en la sensación de sabor; pérdida de
peso y apetito; cambios en la voz; alopecia; dificultades para tragar; fatiga; diarrea; dolor al orinar;
cansancio; reacciones dermatológicas; e irritación y quemazón en la zona irradiada. La
irradiación administrada a los ovarios causa menopausia. La vagina se puede estrechar cuando
recibe radioterapia, produciendo dolor durante el coito. En ocasiones se pueden experimentar
reducciones de la libido. Además, la irradiación a los ovarios o testículos puede producir
esterilidad temporal o permanente.

Varios factores contribuyen al desarrollo de los efectos secundarios de la radioterapia: dependen


fundamentalmente de la zona irradiada y de la dosis de radiación administrada. Algunas zonas
del cuerpo parecen ser especialmente sensibles al tratamiento mientras que otras, por ejemplo,

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

las extremidades son relativamente resistentes. También el número de sesiones, el tiempo en el


cual se fraccionan los tratamientos, y la condición física general del enfermo determinaran la
aparición de efectos secundarios.

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
4.3 REACCIONES PSICOLOGICAS A LA ADMINISTRACION DE RADIOTERAPIA

Cuando acude un paciente por vez primera a un servicio de oncología radioterápica,


generalmente ya ha pasado previamente por el trauma de procedimientos diagnósticos
invasivos. Sin embargo, la suspicacia y el temor a un nuevo diagnóstico oncológico o a la
información sobre su pronóstico persisten. La mayor parte de las veces cuenta con información
inadecuada acerca de la función, la naturaleza, y las toxicidades del tratamiento radioterápico lo
cual no hace sino acentuar sus miedos. A este temor se añaden la incertidumbre y la ansiedad
generados por el desconocimiento acerca de un tratamiento que suele poseer connotaciones
sociales, personales y médicas negativas. La radioterapia tiende a asociarse a múltiples formas
de radioactividad, energía nuclear y tragedias como Hiroshima y el desastre nuclear de
Chernobyl. Incluso los medios de comunicación y las publicaciones sobre el cáncer dirigidas al
público general tienden a subrayar los peligros de la radioterapia señalando que todas las formas
de radiación son intrínsicamente peligrosas, que dañan a las células normales, y que deprimen
significativamente el sistema inmunológico.

Reacciones psicológicas alteradas a la radioterapia surgen cuando se le atribuye un significado


especial a esta modalidad terapéutica. Por ejemplo, algunos temores aparecen al equiparar la
necesidad de recibir radioterapia con inoperabilidad o incurabilidad. En ocasiones se remite al
enfermo a radioterapia porque “Su tumor no es operable”, lo cual genera enormes fantasías
acerca de su pronóstico. Además, la radioterapia se solía emplear fundamentalmente con fines
paliativos en enfermos terminales, como última solución, y con efectos secundarios significativos
en gran parte de los enfermos. De ahí que muchos consideren que la administración de este
tratamiento implique que no se les puede ofrecer ninguna otra alternativa terapéutica. Algunos
saben también que la dosis de tratamiento que pueden recibir está limitada por su toxicidad. Ello
genera enorme angustia ante la perspectiva de que o bien su tumor no responda
terapéuticamente al tratamiento administrado o bien tengan una recidiva y ya no haya
alternativas disponibles para ellos.

A esto se añade que el enfermo ha de aprender a conocer y someterse a una variedad de


maquinaria compleja que suele impresionar y asustar. Los temores a quedar atrapados bajo la
máquina durante la administración del tratamiento suelen estar presentes en muchos enfermos,
y no suelen ser expresados por éste al personal sanitario, generando elevados niveles de
ansiedad. Muchos enfermos describen la desagradable sensación que se origina cuando se les
posiciona y se les deja a la merced de estas enormes máquinas, en salas oscuras que son
cerradas herméticamente mientras el personal corre a protegerse tras enormes paredes de

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

hormigón. Generalmente las preocupaciones acerca de las quemaduras, las alteraciones físicas,
la incapacidad para mantener o controlar sus funciones corporales, la esterilidad y la pérdida de
sexualidad son significativas. No es sorprendente pues, que sean múltiples las reacciones
emocionales ante el tratamiento con radioterapia para controlar una enfermedad maligna.
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

Las siguientes imágenes muestran en qué consiste el posicionamiento del paciente y la


administración de tratamiento radioterápico:

Imagen tomada de:


http://www.oncologiaricardopalma.com/manual-de-radioterapia/

Imagen tomada de:


https://politica.elpais.com/politica/2017/01/06/actualidad/1483720079_207265.html

Imagen tomada de:


https://itaccancer.es/es/noticias/4-falsos-mitos-sobre-la-radioterapiaç

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

Problemas de adherencia terapéutica no son poco frecuentes. Durante la administración de la


radioterapia la continuidad de las sesiones es crucial: interrupciones excesivas del tratamiento
se asocian a una mayor regeneración tumoral y a menor control del tumor. En algunos estudios

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
se ha asociado la falta de adhesión terapéutica a grupos étnicos concretos (18). Las expectativas
que tiene el enfermo acerca de la radioterapia juegan un importante papel en su grado de
adhesión terapéutica y en su aceptación y adaptación al tratamiento. De ahí la importancia en
proporcionar una información detallada acerca de él: en qué consiste, por qué y cómo se
administra, la necesidad de continuidad en su administración, la importancia de la adhesión
terapéutica, etc. La información sobre el tratamiento tiende a producir un impacto positivo sobre
el enfermo. La información escrita proporcionada durante la primera visita hospitalaria puede
reducir considerablemente los temores del paciente y facilitar su confianza en la eficacia
terapéutica del tratamiento.

Además de la falta de información médica, la falta de adhesión al tratamiento puede estar


acentuada en enfermos cuyas historias psiquiátricas previas contribuyan a impedir su
colaboración. Tal sería el caso de enfermos con tumores de cabeza y cuello con historias de
abuso de alcohol y/o depresión. El temor a veces exagerado a los efectos secundarios y al
procedimiento de administración del tratamiento en sí mismo también dificultan la administración
adecuada del tratamiento.

En casos de historias psiquiátricas previas de agorafobia severa, ataques de pánico, trastornos


de personalidad paranoicos, o esquizofrenia, el enlace con un psicooncólogo adquiere gran
importancia y facilita la administración del tratamiento médico. Los trastornos de la ansiedad se
dan con frecuencia, siendo los ataques de pánico y las reacciones claustrofóbicas muchas veces
de tal intensidad que incapacitan al enfermo para recibir el tratamiento. Estas reacciones muchas
veces generan gran estrés entre los miembros del personal técnico sanitario administrando la
radioterapia. No siempre saben cómo ayudar al enfermo a disminuir su ansiedad y, por otra parte,
éstas reacciones en los enfermos suponen una interrupción en su ritmo de trabajo generalmente
acelerado por la enorme carga laboral que suelen tener.

Las reacciones depresivas son también comunes durante el tratamiento, especialmente en


aquellos enfermos que no reciben radioterapia por primera vez, pues ello significa que están
siendo tratados por enfermedad más avanzada. En estos casos, siempre se encuentra el temor
ya descrito a que, si este segundo tratamiento no es eficaz, no podrán recibir más en caso de
nuevas recidivas del tumor por haber alcanzado ya la dosis máxima de radiación que pueden
recibir. Se han definido prevalencias de ansiedad y depresión en enfermos que han recibido
radioterapia más elevadas después de su administración que antes, lo cual sugiere que el
tratamiento es en sí mismo fuente de estas reacciones.

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

Las alteraciones sexuales son frecuentes tras la administración de radioterapia a los genitales.
Por ejemplo, se reportan reducciones en el funcionamiento sexual en enfermos con cáncer de
próstata tras haber finalizado el tratamiento con radioterapia externa, aunque muchos estudios
cuentan con numerosas limitaciones metodológicas que incluyen deficiencias en los sistemas de
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

medición del comportamiento sexual. Algunos han sugerido que la radioterapia es la causa de
trastornos cognitivos en enfermos con tumores cerebrales. La radioterapia se puede administrar
terapéuticamente para tratar enfermedades malignas del sistema nervioso central (SNC) o
profilácticamente para prevenir la aparición de metástasis en el SNC. En ambos casos, se ha
considerado que constituía un factor de riesgo en el desarrollo de alteraciones neurocognitivas
en niños con leucemias y tumores cerebrales. No muchos estudios han documentado
sistemáticamente el impacto neuropsicológico del tratamiento radioterapéutico, aunque las
alteraciones neurológicas han sido descritas en detalle.

Las creencias y reacciones de los familiares pueden o bien reflejar o guiar a las del enfermo. Una
de estas creencias más frecuentes es que el enfermo se contamina con el tratamiento y se
convierte en un elemento radioactivo contaminante. Esto puede producir reacciones de
abandono o alejamiento por parte de la familia o amigos que no hacen más que aislar más aún
al enfermo, acentuando los sentimientos de soledad que haya podido generar el diagnóstico.

Enfermos con dolor oncológico de gran intensidad pueden ver alterada su capacidad para
mantenerse quietos durante la administración del tratamiento, lo cual requerirá una atención
especial para poder facilitar la colocación y postura del enfermo evitando aumentar la sensación
dolorosa. En ocasiones, se deberá hacer uso de sedación o incluso anestesia en casos extremos
para administrar la terapia. Los pacientes infantiles pueden tener también dificultad para
permanecer tumbados y quietos durante el tiempo que dure el tratamiento. Sus miedos a
permanecer solos en la sala de tratamiento sin sus padres pueden necesitar atención psicológica
antes de comenzar el tratamiento.

No es difícil pues entender que se pueden producir alteraciones significativas en la calidad de


vida de enfermos que reciben o han recibido tratamiento radioterápico contra un cáncer. Es por
ello que, desde hace escasos años, investigadores y clínicos hayan tomado un interés creciente
en introducir medidas de calidad de vida en los ensayos clínicos. Ya en 1991 el Radiation
Oncology Therapy Group estableció un subcomité de calidad de vida para llevar a cabo esta
tarea con el propósito de valorar la afectación que produce esta modalidad terapéutica en
diferentes áreas de la vida del enfermo.

4.4 TRATAMIENTO PSICOLÓGICO DEL ENFERMO RECIBIENDO RADIOTERAPIA

El tratamiento psicológico del enfermo recibiendo radioterapia ha de implicar necesariamente al


equipo sanitario. Frecuentemente, el enfermo acude a su primera consulta en un estado de
ansiedad y temor que le hace sentir enormemente vulnerable. El especialista muchas veces

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

desestima el poder que tiene para aliviar este malestar a través del establecimiento de una
relación empática basada en la confianza. Además, como ya se ha descrito previamente, la
provisión de información sencilla y clara al enfermo a la vez que responde a sus preguntas y
angustia es imprescindible. Tal información debe incluir datos acerca de lo que es el tratamiento;

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
los motivos por los que se administra la radioterapia; cómo se hace; los posibles efectos
secundarios y los modos de aliviarlos, controlarlos, o prevenirlos; la importancia de la continuidad
y de la adhesión a la terapia; las consecuencias de no recibirla (especialmente en los casos en
los que el enfermo se niegue a ello), etc. Con frecuencia ocurre que la información que posee el
paciente en esta etapa es confusa. A veces porque ha recibido información contradictoria de los
diferentes profesionales a los que ha visitado antes de llegar al radioterapeuta, y en otras
ocasiones porque no ha podido asimilar aún toda la información recibida hasta el momento. El
profesional deberá convertirse en un aliado para el enfermo, alguien en quien éste pueda
depender y confiar, pues la relación con el médico podría aumentar la posibilidad de adhesión al
tratamiento especialmente en enfermos con elevado riesgo de interrumpirlo.

El papel del personal de enfermería y de los técnicos sanitarios es también importante puesto
que, en ocasiones, su figura resulta menos amenazante para el paciente que la del especialista.
Además de poder proporcionar información acerca del control o alivio de muchos efectos
secundarios del tratamiento, estos miembros del personal son una fuente importante de apoyo.
A eso se añade que son la primera línea de profesionales al que tiene acceso el enfermo. Es por
ello que han de estar preparados para responder a preguntas que a veces tienen difícil respuesta,
y para enfrentarse a situaciones estresantes tales como sus propios temores a la exposición a la
radiación, a pesar de estar controlados. Además, han de atender a un elevado número de
pacientes la mayor parte de las veces en escaso tiempo y han de apoyarles cuando éstos lo
requieran, sin tener formación para ello. Se espera de ellos que manejen adecuadamente a los
enfermos difíciles, esto es, aquellos que no se adhieren al tratamiento recomendado. En este
sentido, programas de formación al personal sanitario en los que se impartan conocimientos y
habilidades en técnicas eficaces de comunicación y apoyo, y en los que se describan los
principios básicos de la psico-oncología serían de gran utilidad tanto para el enfermo que recibe
el tratamiento como para el profesional que lo administra.

El psico-oncólogo deberá poder implementar programas conductuales que faciliten la


administración del tratamiento a enfermos ansiosos y fóbicos (aplicaciones prácticas de estas
técnicas se describen en el capítulo 33 de este manual). Además, deberá poseer los
conocimientos necesarios para facilitar la adherencia terapéutica en enfermos con alto riesgo de
interrumpir su tratamiento. Probablemente la identificación temprana de estos pacientes facilite
su seguimiento psicológico durante la administración del tratamiento e impida que lo rehúsen.

Debido a las secuelas a largo plazo de la radioterapia y a los niveles de depresión que pueden
acentuarse tras la finalización del tratamiento, el apoyo psicológico después de su administración

36
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

puede ser imperativo. Programas de rehabilitación sexual, psicoterapias de apoyo, y programas


de rehabilitación psicosocial en general jugarán un importante papel en la reincorporación del
enfermo a las actividades de su vida diaria.
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

Reuniones familiares en las que se proporcione información médica y se comparta la experiencia


de la enfermedad y del tratamiento pueden ayudar a la familia a entender el proceso médico y
psicológico por el cual está pasando el enfermo, además de ayudar a esclarecer sus propios
sentimientos al respecto.

5 TRASPLANTE DE CÉLULAS HEMATOPOYÉTICAS

5.1 DEFINICIÓN, PROCEDIMIENTO Y TIPOS DE TRASPLANTE

La médula ósea es el material blanco, esponjoso, que se encuentra en el interior de los huesos.
Contiene células inmaduras llamadas células madre hematopoyéticas (CMH) o formadoras de
sangre (son diferentes a las células madre embrionarias que se pueden convertir en cualquier
tipo de célula del cuerpo). Las CMH o bien se dividen para formar más células madre que forman
la sangre, o maduran para convertirse en glóbulos blancos (combaten infecciones), glóbulos
rojos (transportan oxígeno) o plaquetas (facilitan la coagulación de la sangre). La mayoría de las
CMH se encuentran en la médula ósea, pero algunas (las células madre de sangre periférica) se
encuentran en el torrente sanguíneo. El TRASPLANTE DE MÉDULA ÓSEA y el TRASPLANTE
DE CÉLULAS MADRE DE SANGRE PERIFÉRICA son procedimientos que restauran las células
madre que se destruyeron por efectos de las elevadas dosis de quimioterapia y radioterapia
administrados previamente.

Generalmente se emplea este tipo de tratamiento para las enfermedades onco-hematológicas,


leucemias y linfomas principalmente, aunque en la actualidad se emplea para otros tipos de
cáncer. Están indicados tanto en el tratamiento de enfermedades malignas como no malignas,
en anomalías genéticas y en tumores sólidos quimiosensibles. Son más eficaces cuando la
enfermedad está en remisión, esto es, cuando los signos y los síntomas del cáncer han
desaparecido (19).
Existen varios tipos de trasplante: TRASPLANTES AUTÓLOGOS (el paciente recibe sus propias
células madre); TRASPLANTES ALOGÉNICOS (el paciente recibe células de un pariente lo más
parecido genéticamente al paciente, o de un donante no emparentado); TRASPLANES
SINGÉNICOS (el donante es un gemelo idéntico).

PROCEDIMIENTO:

Las células madre que se usan en los trasplantes de médula ósea (TMO) provienen de la médula.
En general, para obtener médula, el donante recibe anestesia general o regional tras la cual se

37
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

insertan unas agujas en el hueso pélvico o esternón hasta llegar a la médula ósea para extraerla
del hueso. La médula que se obtiene se procesa para separar la sangre y los fragmentos de
hueso y se puede congelar para mantener las células madre vivas hasta que se necesiten
(crioconservación).

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
Las células madre de sangre periférica que se usan en los trasplantes provienen del torrente
sanguíneo y se obtienen a través de un procedimiento llamado aféresis. Unos días antes de la
aféresis se puede administrar una medicación para aumentar el número de células madre que
entran en el torrente sanguíneo. Durante la aféresis se extrae sangre por una vena principal del
brazo o por un catéter venoso central. La sangre pasa por una máquina que va separando las
células madre del resto de productos de la sangre. La sangre que “sobra” se devuelve al donante
guardándose las células que se hayan podido obtener, que se congelan hasta poder
transfundirlas al receptor.

Las células madre pueden obtenerse también a través del cordón umbilical. Para ello, antes de
nacer un bebé, su madre debe contactar con un banco d sangre para realizar el procedimiento.
Hay bancos de sangre públicos (aceptan donaciones de sangre de cordón umbilical que pueden
ofrecer a otra persona compatible) o comerciales (almacenan la sangre del cordón para la familia
en caso de que se necesite en el futuro para el niño o un familiar). Tras producirse el nacimiento
y con el consentimiento de la madre, se recoge la sangre del cordón umbilical, lo cual no supone
riesgo alguno ni para la madre ni para el niño.

Donar por regla general, no supone riesgo para el donante más que el asociado al uso de
anestesia durante el procedimiento. Es posible que la zona de donde se extrajo la médula o las
células quede algo dolorida o entumecida durante unos días, y que el donante se sienta cansado,
pero en pocas semanas su cuerpo reemplaza la médula ósea o células donadas y gradualmente
va recuperándose. De la misma manera, la aféresis casi siempre causa muy poca molestia.
Durante el procedimiento, la persona puede sentir mareos, escalofríos. Entumecimiento en los
labios o calambres en las manos. Este procedimiento no requiere anestesia.

Una vez obtenidas las células o la médula, el paciente las recibe por vía intravenosa, como si
fuera una trasfusión, después de haberle sido administradas altas dosis de quimioterapia con o
sin radiación.

Las células madre que se emplean para el trasplante autólogo deben estar relativamente libres
de células cancerosas. Ocasionalmente, para eliminar células malignas, las células recolectadas
se tratan también en un proceso de purgación antes de ser trasplantadas. Este proceso puede
eliminar algunas de las células cancerosas que se encuentran entre las células recolectadas y
minimiza la probabilidad de que el cáncer vuelva a reaparecer. Ya que la purgación puede dañar

38
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

algunas células madre sanas, se obtienen más células del paciente antes del trasplante para
tener una cantidad suficiente de células madre sanas después de la purgación.

Una vez en el torrente sanguíneo del paciente, las células madre viajan hasta la médula ósea
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

donde empiezan a producir nuevos glóbulos blancos, rojos y plaquetas en un proceso que se
denomina de PRENDIMIENTO. Esto ocurre aproximadamente entre dos y cuatro semanas
después del trasplante mismo. Sin embargo, la recuperación de la función inmunitaria lleva más
tiempo: hasta varios meses para los receptores de un trasplante autólogo y de uno a dos años
para los receptores de un trasplante alogénico o singénico. Durante este tiempo los médicos
valoran de forma continuada los resultados para confirmar que se están produciendo células
sanguíneas nuevas y para asegurarse de que el cáncer sigue sigue remitiendo. Para ello el
paciente se tiene que someter a pruebas de sangre y a aspiraciones de médula ósea de forma
continuada.

Los trasplantes alogénicos pueden producir la llamada ENFERMEDAD DEL INJERTO CONTRA
EL HUÉSPED: los glóbulos blancos del donante (injerto) identifican las células en el cuerpo del
paciente (huésped) como extrañas y las atacan, afectando a la piel, el hígado y los intestinos
gravemente en muchos casos. Esta complicación puede surgir de forma AGUDA, cuando
aparece en las primeras semanas después de haberse realizado el trasplante, o CRÓNICO, si
aparece mucho más tarde. Para evitarlo, el paciente puede recibir medicamentos que suprimen
el sistema inmunitario. La Enfermedad del Injerto contra el Huésped (EICH) puede constituir un
problema de gran gravedad y se trata con esteroides o con otras sustancias inmunosupresoras.
Las complicaciones que pueden surgir del EICH tras un trasplante alogénico pueden producir la
muerte del paciente (https://www.cancer.gov/espanol/cancer/tratamiento/tipos/trasplante-de-
celulas-madre/hoja-informativa-medula-osea-trasplante#q2).

El alta hospitalaria tendrá lugar cuando los contadores celulares de los enfermos hayan
alcanzado un cierto nivel, las infecciones hayan sido controladas y la condición física general sea
buena. Por norma general, estas condiciones son reunidas entre las dos y las ocho semanas
después del trasplante. Una vez que el enfermo ya no esté hospitalizado serán necesarias
numerosas visitas al médico para llevar un control de su condición física potencialmente
inestable.

Debido a la depresión del sistema inmune, el enfermo necesita ser aislado durante el trasplante,
un período de 2 a 10 semanas, para lo cual es confinado en un área pequeña debiendo llevar
máscara y guantes de latex cuando está fuera de su habitación (sólo para la administración de
la radioterapia o en casos extremos). Del mismo modo, el personal sanitario y las visitas también
deben seguir normas y medidas higiénicas específicas cuando acceden a la habitación con el fin
de proteger al enfermo de posibles infecciones.

39
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

Además del EICH, el enfermo trasplantado sufre:


 Una marcada DEPRESIÓN DEL SISTEMA INMUNOLÓGICO como resultado del
condicionamiento preparatorio (quimioterapia asociada o no a radioterapia),
considerada como una de las consecuencias más serias del tratamiento;

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
 INFECCIONES (durante varias semanas post-trasplante el enfermo se encuentra en
una posición de elevado riesgo de cara a contraer diferentes infecciones debidas a
bacterias u hongos)
 DETERIORO DE LA FUNCIÓN DE ÓRGANOS DIVERSOS (por ejemplo, los ojos
pueden presentar cataratas, retinopatías, complicaciones en el fondo del ojo,
neuropatías ópticas, hemorragias intrarretinales, úlceras y perforaciones de la córnea.
El sistema nervioso central puede verse igualmente afectado, pudiendo desarrollarse
leucoencefalopatías, atrofias cerebrales, etc. Los dientes pueden desarrollarse de forma
anormal o bien no desarrollarse produciéndose una agénesis dental. También aparece
una mayor predisposición para las caries. En los pulmones se pueden producir cambios
pulmonares restrictivos y obstructivos, trastornos de la difusión de gases, trastornos de
la ventilación obstructiva, fibrosis pulmonar crónica. En el corazón pueden producirse
pericarditis, disminución de la masa ventricular y cardiotoxicidad. En los riñones pueden
aparecer trastornos de la función tubular o glomerular, fallos renales agudos y crónicos,
y otros . El hígado puede verse igualmente afectado. Las funciones endocrinas están
especialmente alteradas después del trasplante alogénico, produciéndose en ocasiones
hipotiroidismo, trastornos hipotalámicos o de la hormona pituitaria, trastornos del
crecimiento y desarrollo, etc. El trasplante puede inducir una menopausia prematura así
como alopecia; náuseas severas; mucositis (pudiendo hacer necesaria la alimentación
vía parenteral); pérdida de apetito; una ligera disminución de los parámetros
nutricionales permaneciendo bajos en el tiempo a pesar de la toma correcta de calorías,
y diarrea.
 Una de las secuelas a largo plazo más importantes del trasplante es el RIESGO
INCREMENTADO DE SEGUNDAS NEOPLASIAS Esta incidencia incrementada puede
resultar de la quimioterapia y radiación empleadas en el tratamiento de la primera
enfermedad y del régimen de condicionamiento pretrasplante. También pueden ser el
resultado de la enfermedad del injerto contra el huésped y de la inmunosupresión.

https://www.cancer.net/navigating-cancer-care/how-cancer-treated/bone-marrowstem-cell-
transplantation/side-effects-stem-cell-transplant-bone-marrow-transplant

5.2 ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y PSIQUIÁTRICOS DEL TMO Y DEL TRASPLANTE DE


CÉLULAS HEMATOPOIÉTICAS
El período de aislamiento es uno especialmente duro para el enfermo. Durante él, un número
considerable de pacientes pueden requerir tratamiento psiquiátrico o psicológico debido a la
aparición de síntomas como irritación, agitación, ansiedad severa, estado de ánimo deprimido,

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

insomnio, percepciones ilusorias, alucinaciones, confusión, y en los casos más graves, ideación
suicida severa o un comportamiento inadecuado (por ejemplo, conductas agresivas o abandono
de la unidad de aislamiento sin protección y en contra de la recomendación médica).
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

CASO 7:
ER era un varón de 56 años, veterano de la guerra del Vietnam, que estaba en
aislamiento por el TMO al que se le estaba sometiendo. Durante la hospitalización, ER
comenzó a exhibir síntomas de un trastorno de estrés post-traumático. Durante la
evaluación psico-oncológica del enfermo, éste refirió estar recordando su experiencia
como prisionero de guerra durante la cual había permanecido en una celda sin contacto
alguno con el exterior. Esta experiencia fue revivida durante el aislamiento por el TMO.
La administración de ansiolíticos, el entrenamiento en técnicas de relajación, la
negociación con el personal médico para que permitieran salidas nocturnas de la
habitación (cuando no había visitas en el hospital), y la psicoterapia, se combinaron en
un paquete terapéutico que permitió que ER pudiera finalizar su tratamiento con un
alivio considerable de su sintomatología psiquiátrica.

Ansiedad y depresión son dos reacciones psicológicas y psiquiátricas asociadas con frecuencia
al trasplante y surgen habitualmente, del temor a las complicaciones del trasplante y a la
complejidad médica del mismo, al aislamiento y a la falta de contacto con el exterior y con os
seres queridos, que sólo pueden entrar de uno en uno en la habitación; al malestar físico que
aparece una vez iniciado el proceso médico, y a las secuelas del mismo. Añadidos a estos
efectos psicológicos no con poca frecuencia se desarrollan durante la hospitalización
alteraciones en el nivel de conciencia o alteraciones del sensorio, concentración mermada,
memoria deteriorada y labilidad afectiva. Debido a la complejidad del proceso terapéutico en sí
mismo, a la enorme cantidad de medicaciones administradas y a sus interacciones, y a las
posibles complicaciones médicas que se pueden desarrollar, es imperativo que toda evaluación
psicosocial descarte causas orgánicas siempre que se produzcan comportamientos identificados
como “anormales” o “patológicos” antes de identificarlos como funcionales. Sólo la correcta
identificación de estas causas permitirá administrar el tratamiento adecuado. Alteraciones del
sueño, crisis de ansiedad y periodos de desánimo y desesperanza son frecuentes,
especialmente si el periodo de hospitalización se prolonga por complicaciones, y han de recibir
la atención que merecen. En muchas ocasiones estas reacciones pasan desapercibidas debido
a que los miembros del personal sanitario erróneamente consideran que son “normales” ante el
aislamiento y la agresión que supone el tratamiento médico, lo cual conduce a que no reciban
tratamiento o atención alguna.

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MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

La conducta regresiva se produce también con cierta frecuencia y es reforzada por la necesidad
que tiene el enfermo debido a su deteriorado estado físico, de recibir cuidados y atención.

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
CASO 8:
AL era una mujer de 15 años que se estaba sometiendo a un trasplante de células
hematopoyéticas. Durante el curso de su tratamiento, mientras estaba en aislamiento,
AL desarrolló enuresis nocturna. La implantación de un programa conductual junto con
psicoterapia de apoyo encaminada a favorecer su autonomía y a recuperar su
percepción de control sobre su situación facilitaron la adaptación de AL al TMO y la
desaparición de la enuresis.

Los trastornos psiquiátricos observados con mayor frecuencia durante este periodo son los
trastornos adaptativos, los trastornos neuropsiquiátricos, los episodios depresivos mayores, la
agitación psicomotora y la akatisia secundaria a la administración de anti-eméticos u otros
fármacos, los trastornos del sueño y los trastornos de ansiedad.

El apoyo continuado al paciente antes, durante y después del proceso de trasplante es


fundamental. El tratamiento psico-oncológico se debe presentar en estos casos, como parte del
tratamiento médico integral. Además, el uso de técnicas psicológicas como adyuvantes al
tratamiento médico pueden contribuir a aliviar síntomas físicos en muchos pacientes.

La atención psicológica a la familia durante este periodo es igualmente importante. Generalmente


los acompañantes y los cuidadores principales sufren un cansancio físico y emocional intensos
por las exigencias del cuidado y el deterioro físico y emocional del enfermo. Además, se
enfrentan a fuertes sentimientos de impotencia ante la imposibilidad percibida en muchas
ocasiones, de aliviar el sufrimiento y malestar de su ser querido. Unido a ello se encuentra la
incertidumbre acerca de los resultados del trasplante. Aunque los familiares intentan mantener
intactas sus esperanzas de que el desenlace sea favorable, igual que en los enfermos, estas
esperanzas pueden disiparse en momentos en los que la recuperación es lenta y el curso del
TMO ha sido complicado. En esta situación de caos y enorme estrés, tienden a acentuarse los
problemas familiares, siendo frecuentes las colisiones entre los diferentes miembros de la familia.

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

CASO 9:
TJ era una mujer de 36 años con leucemia. TJ estaba casada desde hacía apenas dos
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

años y era madre de una niña de año y medio. Los problemas entre su marido y su
madre se acentuaron durante su ingreso en la unidad de trasplantes. Previamente al
ingreso hospitalario de TJ, su madre acudió al hospital para hablar con los médicos y
planificar el tratamiento médico de su hija, sin haber notificado antes a ésta ni a su
marido de su intención. Durante el ingreso hospitalario de TJ, su madre asumía la
responsabilidad de su cuidado, impidiendo la participación del cónyuge. Esta situación
generó enorme tensión en la pareja. Mientras que TJ refería sentirse “demasiado
debilitada como para enfrentarme a este problema familiar”, su marido se sentía
constantemente desplazado por su suegra e impotente ante su incapacidad para asumir
las riendas de la situación, a la vez que sentía rabia hacia la enferma por no apoyarle.

El tratamiento psicológico durante el trasplante es pues, fundamental. Por un lado, el


asesoramiento psicológico contribuirá a aliviar la sintomatología emocional del enfermo y de su
familia y, por otro, la intervención psicoeducativa contribuirá a una reducción de los miedos y
ansiedades durante el periodo de hospitalización.

El proceso de reincorporación tras el trasplante es altamente complejo. Para que los enfermos
reciban el alta hospitalaria han de reunir unas condiciones determinadas que incluyen: un
adecuado funcionamiento de su sistema inmune, el cual viene indicado por los contadores de
células blancas; un manejo apropiado de cualquier enfermedad del injerto contra el huésped
aguda; una alimentación regular; y la ausencia de problemas médicos graves.

Cuando el enfermo recibe el alta hospitalaria se encuentra en una condición física inestable,
siendo importante su alojamiento temporal en un sitio no muy lejano al hospital donde poder
recibir ayuda médica rápidamente en caso de precisarla. Cuando su vivienda se halla lejos del
centro hospitalario se recomienda a los enfermos que se alojen en lugares cercanos al mismo
durante los primeros 70-100 días, facilitando de este modo el seguimiento médico frecuente. Una
vez superados estos días, si no existen complicaciones médicas incontroladas, al enfermo se le
permite regresar a su casa para iniciar la recuperación y reintegración en su vida gradualmente.

Son varias las dificultades que se pueden desarrollar a lo largo de este proceso. En primer lugar,
se observa que el enfermo puede presentar sentimientos ambivalentes en el momento del alta
hospitalaria. Si bien es un momento esperado, deseado y anticipado que hace que el enfermo
se sienta alegre y contento, también puede hacer que experimente miedo y ansiedad al tomar

43
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

conciencia de que ya no dispondrá de la constante vigilancia por parte del equipo médico,
temiendo que surjan complicaciones cuando éste no esté fácilmente disponible.

En segundo lugar, los enfermos suelen presentar determinados síntomas como el cansancio y

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
la debilidad que persisten de 6 a 12 meses tras el trasplante y que pueden imponer limitaciones
funcionales que limitarán la reincorporación al estilo de vida premórbido. Si bien muchas de las
limitaciones son anticipadas y toleradas, pueden persistir en el tiempo provocando sentimientos
de frustración, ira y depresión en los enfermos. Esta situación puede acentuarse cuando el
enfermo siente presión familiar y social por recuperarse prontamente.

En tercer lugar, se pueden observar ocasionalmente problemas en la adherencia a las conductas


de autocuidado (por ejemplo, cuidado de la boca y del catéter, buena higiene, etc.) y a las
restricciones conductuales dirigidas a reducir el riesgo de infecciones y a promover la
recuperación funcional (por ejemplo, administración de fármacos, ejercicio físico, evitación de
multitudes y de personas enfermas, etc.). Estas dificultades pueden deberse al déficit de
conocimientos o de habilidades, a la falta de motivación, a la necesidad de apartarse del rol de
enfermos una vez que han recibido el alta, y a sus deseos de comprobar hasta qué punto son
necesarias ciertas restricciones que les han sido impuestas. El manejo de la falta de adherencia
a las recomendaciones médicas requiere educación y el entrenamiento en habilidades tanto en
el enfermo como en la familia. Trabajar las percepciones que tiene el enfermo sobre los costos
y beneficios de la adhesión y la flexibilidad por parte del equipo médico son igualmente
importantes.

Los trastornos psiquiátricos observados con mayor frecuencia en enfermos trasplantados un año
post-tratamiento incluyen trastornos depresivos mayores y trastornos de adaptación. A la hora
de diagnosticar trastornos psiquiátricos en el enfermo en cualquier fase del proceso de un
trasplante, es imperativo tener en cuenta que muchos de los síntomas que puede presentar se
pueden deber al mismo proceso de enfermedad o al tratamiento. Por ejemplo, los síntomas
físicos de la depresión (tales como el insomnio o hipersomnio, la fatiga, la reducción en la
capacidad de concentración, la agitación o el retardo psicomotor, etc.) pueden ser el resultado
de complicaciones médicas del trasplante o de determinadas medicaciones administradas, en
lugar de ser síntomas de la depresión. La exactitud con la que se haga un diagnóstico diferencial
adecuado determinará en gran parte, la eficacia del tratamiento.

Otras condiciones que se observan en pacientes trasplantados incluyen:

 DETERIORO EN EL AJUSTE SEXUAL pudiéndose producir disfunciones sexuales


(dispaurenia, dolor o impotencia); reducción del deseo; alteraciones de la imagen
corporal; e insatisfacción sexual

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

 DETERIORO COGNITIVO que puede no emerger hasta bastantes años después de que
el enfermo se haya sometido a trasplante
 INCAPACIDAD LABORAL TRANSITORIA O PERMANENTE que altera
significativamente los planes y la calidad de vida del enfermo
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

 ANGUSTIA EMOCIONAL PERSISTENTE


 BAJA AUTOESTIMA
 DISMINUCIÓN DE LA COMPETENCIA SOCIAL: Esto puede ser consecuencia del
aislamiento social al que se ha visto forzado el enfermo durante y después del trasplante,
y a la gradual evitación de éste por parte de compañeros y amigos por ser el proceso de
enfermedad y tratamiento excesivamente prolongado en el tiempo
 ALTERACIONES EN LOS PATRONES DE SUEÑO

A pesar de los efectos psicológicos y psiquiátricos descritos, algunos autores han observado
cambios positivos en las vidas de estos individuos tras el TMO. Así, Curbow et al. (20)
encontraron que un 61% de los cambios manifestados por los enfermos eran positivos y 37,1%
negativos, predominando los cambios positivos sobre los negativos en las relaciones sociales y
en el dominio psicológico-existencial, y predominando los cambios negativos en el aspecto físico.
La proporción de cambios positivos y negativos era similar en el dominio de los planes y de las
actividades que realizaba el enfermo. Años más tarde, se encontró que los enfermos
experimentaban pocos cambios negativos considerando que volvían a una situación de
normalidad en las áreas de funcionamiento que apenas implicaban esfuerzo físico (socialización,
apariencia personal y habilidades cognitivas). En aquellas en las que la actividad física era
necesaria (por ejemplo, para trabajar fuera de casa, mantener una relación sexual, practicar
algún deporte), los cambios negativos eran mayores, indicando los enfermos que no habían
retornado a la normalidad en estas esferas de su vida (21).

Los factores que pueden considerarse predictores del ajuste emocional a largo plazo se podrían
dividir en tres categorías: los relacionados con la enfermedad y el tratamiento, (por ejemplo, la
actitud que tiene el enfermo hacia su enfermedad y al tratamiento recibido, y la cronicidad de su
condición médica); las relacionadas con la situación personal y social del enfermo (por ejemplo,
el apoyo social); y la situación psicológica subjetiva (por ejemplo, la autoestima, la
autopercepción de control, el optimismo, el nivel de angustia emocional, y la importancia o el
significado que otorgue el enfermo a los cambios experimentados en su vida (22).

Añadidos a estos factores, se han visto relevantes para el ajuste psicológico post-trasplante por
un lado, el número de cambios negativos vivenciados por el sujeto, y por otro, la interacción entre
las consecuencias del trasplante y las expectativas que el sujeto tenía antes de que este se
llevara a cabo, ya que la discordancia entre las expectativas y los resultados está asociado a una
notable angustia psicológica. De este modo, la promoción de expectativas realistas sobre las

45
MÁSTER EN PSICOONCOLOGIA Y ASPECTOS PSICOLOGICOS EN CUIDADOS PALIATIVOS

consecuencias post-TMO se convierte en un punto importante sobre el que dedicar esfuerzos


para lograr una mejor adaptación y ajuste posteriores.

Gracias a los progresos médicos de los últimos años, la supervivencia libre de enfermedad

MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA
después de trasplante es cada vez mayor y por tanto, aspectos relacionados con la calidad de
vida adquieren también mayor importancia. Si bien la posibilidad del desarrollo de efectos
secundarios y de toxicidades tardías sigue estando presente de forma frecuente pudiendo
deteriorar dicha calidad de vida, el diagnóstico temprano de tales alteraciones tendrá
consecuencias terapéuticas en la mayoría de los casos y ayudará a reducir la morbilidad física y
emocional durante la supervivencia.

5.3 EL EQUIPO MÉDICO

Aunque existen numerosas investigaciones sobre el estrés experimentado por los equipos
médicos en el marco de la oncología general, es mucho menor el número de estudios acerca del
impacto que el trasplante de células hematopoiéticas tiene sobre los miembros de una unidad de
trasplante. Sin embargo el personal sanitario de estas unidades está sometido a elevados niveles
de estrés que pueden afectar no sólo a su actividad profesional sino también a la social, personal
y familiar. Debido al gran número de fuentes de estrés presentes durante el trasplante, el
personal sanitario puede desarrollar un síndrome de burnout fácilmente.

Entre los estresores principales observados tanto en médicos como en enfermeras de unidades
de trasplante se encuentran:
- La elevada mortalidad entre los pacientes trasplantados
- Problemas éticos y morales generados por la toma de decisiones médicas complejas, la
administración de protocolos de tratamiento altamente agresivos y experimentales
- El manejo de cuidados intensivos y de situaciones de emergencia
- Conflictos interpersonales en el equipo multidisciplinar
- Responsabilidad excesiva
- Excesivas demandas procedentes del enfermo y de la familia
- Avances rápidos en la tecnología del trasplante
- Turnos de trabajo largos y guardias intensas
- Sobrecarga de actividades y una excesiva carga laboral debido a la escasez de recursos
humanos y materiales
- Un reconocimiento inadecuado de las competencias, falta de reconocimiento del propio
trabajo y posibilidades de promoción
- Remuneración inadecuada
- Falta de formación

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MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES
MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

- El desarrollo de fuertes lazos emocionales con los enfermos y sus familias, facilitado por
la larga estancia en el hospital del enfermo y por el contacto continuado entre el equipo
sanitario, el enfermo, y la familia
- La presión de mantener las esperanzas realistas del enfermo y de sus familias aun
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

cuando los obstáculos sean abrumadores


- El temor a las infecciones, y
- La presión para el desarrollo profesional

Existen dos aspectos en la dinámica que se establece en la relación médico-enfermo


trasplantado que son claves en el desarrollo de burnout. En primer lugar, los sanitarios pueden
experimentar sentimientos de culpa al ser los que pautan y llevan a cabo un tratamiento que a
menudo produce sufrimiento y ocasionalmente, muerte. Esto adquiere especial importancia en
la situación de trasplante puesto que el tratamiento se aplica a individuos en remisión y con un
estado de salud estable a quienes se ve deteriorar y en algunos casos morir, debido al
tratamiento administrado. En segundo lugar, la fuerte relación desarrollada entre el equipo y los
enfermos, que puede dar lugar a un intenso dolor en los casos en los que el paciente fallezca, y
a situaciones de gran angustia y ansiedad en los miembros del personal en los momentos de
deterioro y complicaciones médicas. A esto se añade el poco tiempo del que dispone el equipo
sanitario para elaborar las pérdidas, ya que, a pesar de su dolor, los profesionales son
inmediatamente requeridos para reinvertir su energía en el cuidado de un nuevo enfermo.

5.4 EL DONANTE

Como se ha mencionado previamente, los riesgos físicos implicados en el trasplante de médula


ósea para el donante son mínimos (la anestesia es el mayor riesgo), y su recuperación es rápida.
Por ello suelen recibir el alta hospitalaria el mismo día de la donación, y únicamente necesitan
ingerir un suplemento de hierro oral durante 4-6 semana. A pesar de ello, existe una falta de
donantes. Esto puede ser debido a variables emocionales y a las reacciones ambivalentes que
las donaciones provocan. El donante potencial de médula ósea es por definición joven. Suele
tener un nivel de educación alto, y suele haber una ligera mayoría de mujeres (excepto en las
donaciones que tiene lugar cuando enferma un amigo o un compañero de trabajo, predominando
en este caso los donantes varones). Existe también una alta probabilidad de que también sea
donante de sangre y en su mayoría, de mantener una actitud positiva ante la donación de otros
órganos (23).

Si bien para la mayoría de los donantes la donación es un simple gesto de solidaridad, para otros
supone una mayor implicación en su relación con el enfermo receptor de la médula. Sanner
estudió los factores que podían favorecer o no la donación (23). Las reacciones de inquietud
respecto a la donación no favorecían que ésta se llevara a cabo, y estaban basadas en la
ansiedad ante la muerte, el miedo al daño físico, y el miedo al caos. Los factores que favorecían
la donación eran el altruismo y las reflexiones basadas en hechos como que la donación ayuda

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a la gente a vivir, que las autopsias ayudan en el desarrollo del conocimiento de las
enfermedades, etc. La actitud que tome el potencial donante dependerá del peso que tenga cada
uno de estos factores. Si las reacciones de inquietud son muy grandes, el altruismo disminuirá
en importancia siendo menor la probabilidad de donar. Sin embargo, si los obstáculos que se

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perciben son pequeños en importancia, el altruismo se convertirá en un punto decisivo de cara
a la donación. En la decisión que se tome también va a influir la percepción que la persona tenga
de sí mismo como posible donante. Algunas características que se han descrito en los donantes
de médula ósea incluyen (23):

- El donante en potencia generalmente presta atención a la necesidad de ayuda


- Tiende a empatizar con los que necesitan ayuda o sufren presion social
- Es capaz de llevar a cabo la donación
- Está motivado, y
- Su nivel de motivación es mayor que los obstáculos con los que se encuentra.

La evaluación psico-oncológica del donante, previamente a la donación, es tan importante como


la del enfermo en cuestión. En ella se han de explorar la historia psiquiátrica del donante, la
capacidad de compromiso para adherirse a la donación, el significado atribuido a la donación y
al trasplante, y los conocimientos que tiene acerca del proceso de donación y de trasplante. El
profesional deberá valorar además la responsabilidad que siente el donante por “salvar” la vida
del enfermo, asegurándose de que éste entiende que el resultado del trasplante puede no ser el
deseado sin que por ello el donante sea responsable. Las fantasías acerca de la donación no
suelen verbalizarse a no ser que se exploren directamente.

CASO 10:
TD era una niña de 13 años que había sido seleccionada entre los miembros de su
familia para donar médula ósea para su pequeña hermana diagnosticada con leucemia.
Durante la evaluación, TD mostraba señales de angustia y ansiedad que resultaron ser
consecuencia de su fantasía de que, para donar médula, le tenían que “abrir todos los
huesos para sacarme la médula”. Sus preocupaciones giraban en torno a la angustia
que le generaba la idea de tener “todo el cuerpo abierto y rajado” y de no saber “cómo
me van a cerrar los huesos después, porque los huesos no se pueden coser”. A pesar
de que a TD se le había explicado anteriormente el proceso de donación, mantuvo sus
fantasías hasta que encontró a una profesional que pudo explorar sus miedos y
aliviarlos.

6 TERAPIAS DIRIGIDAS

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MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

Las TERAPIAS DIRIGIDAS son fármacos u otras sustancias que bloquean el crecimiento y la
diseminación del cáncer al interferir en las moléculas específicas que participan en el
crecimiento, avance y diseminación del cáncer. Son una forma de medicina que utiliza
información genética y de las proteínas de una persona para prevenir, diagnosticar, tratar
MÓDULO 7: ASPECTOS PSICOLÓGICOS ASOCIADOS A LAS DIFERENTES MODALIDADES DE TRATAMIENTO MÉDICO EN ONCOLOGÍA

enfermedades. Entre las terapias dirigidas se encuentran las terapias hormonales (reducen la
velocidad o detienen el crecimiento de los tumores sensibles a las hormonas, los cuales
requieren ciertas hormonas para crecer); los inhibidores de la angiogénesis (bloquean el
crecimiento de vasos sanguíneos nuevos para los tumores – un suministro de sangre es
necesario para que los tumores crezcan cierto tamaño porque la sangre proporciona el oxígeno
y los nutrientes que necesitan los tumores para crecer), y las inmunoterapias (impulsan al
sistema inmunitario para que destruya las células cancerosas), entre otros. Pueden producir
toxicidades significativas como problemas de piel (acné, piel reseca, cambios en las uñas o
decoloración del pelo); problemas con la coagulación de la sangre; presión arterial elevada, y
perforación gastrointestinal entre otros (24).

Una de las limitaciones de las terapias dirigidas es que las células malignas pueden volverse
resistentes a ellas. Es por ello que pueden funcionar mejor en combinación con otras terapias.
Entre sus toxicidades se encuentran diarrea y problemas hepáticos, problemas de la piel, de la
coagulación de la sangre, elevada presión arterial y perforación gastrointestinal.

La reacción emocional a las terapias dirigidas es similar a la que el paciente tiene cuando recibe
quimioterapia. De especial interés es la labilidad afectiva en el caso de recibir tratamientos
hormonales, y la incertidumbre acerca de los efectos que producirá el tratamiento, así como el
enfrentamiento y gestión adecuada de los efectos secundarios que producen, y el impacto y
alteraciones que producen en a calidad de vida del paciente.

7 CONCLUSIONES

El enfermo oncológico, además de enfrentarse al cáncer y a su impacto en su funcionamiento


diario, debe afrontar las toxicidades que producen las diferentes modalidades terapéuticas que
recibe. El periodo de tratamiento de un cáncer es pues, una etapa compleja en la que interactúan
las secuelas físicas de la enfermedad y sus tratamientos, con el impacto emocional, laboral,
familiar y social que tienen éstos sobre la vida del paciente. Es pues, un periodo en el que el
apoyo y la intervención psicooncológica especializada adquiere una especial importancia. Los
efectos adversos de los diversos tratamientos oncológicos persisten además, en el tiempo,
incluso una vez finalizada la administración del tratamiento. Es por ello fundamental que el
tratamiento psico-oncológico se mantenga igualmente, en el tiempo.

Incluir a la familia en la intervención psicológica adquiere gran importancia debido a que son
ellos, los cuidadores, quienes deben poder entender la causa de los cambios en el

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comportamiento del paciente que generan los diferentes tratamientos. Es muy difícil para ellos
entender que un paciente puede tener buen aspecto físico y sentirse agotado, o que un paciente
haya finalizado su tratamiento contra el cáncer y no pueda incorporarse a su ritmo de vida
habitual enseguida. Es por ello que el cuidado óptimo del paciente debe tenerlos en cuenta.

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