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Artículo de opinión sobre los Golpes de Estados en América

latina

Durante las décadas de 1960 y 1970 del siglo XX, América Latina vivió, de
manera sistemática y estratégica, un proceso de militarización, el cual utilizó
como acto político de expresión, como puesta en escena, la forma del golpe
de Estado. Si bien la literatura política acuñó este término para describir la
irrupción de gobiernos de facto asociados a un tipo específico de
autoritarismo, en el curso de este proceso el término golpe de Estado adquirió
la particularidad de expresar la captura del Estado por instituciones militares
a partir de un acto material y simbólico. Material, en la medida en que fueron
golpes que utilizaron infraestructura propia de una situación de guerra,
movilizando sofisticados recursos para la conquista efectiva de instituciones
organizadas exclusivamente desde el poder civil. Simbólico, debido a que
dichas instituciones no sólo representaban los puntos más significativos del
campo político (llámese casa de gobierno, ministerios, medios de
comunicación, universidades), sino que, además, sobre ellas se desplegó un
conjunto de códigos altamente jerarquizados destinados a inundar el ámbito
público de un principio de excepcionalidad, hasta entonces, propio de
situaciones catastró Ahora bien, en este contexto específico de
militarización, el golpe al Estado representa el último acto contra el Estado
latinoamericano físicas o Digamos que el Estado no sólo es tomado por
fuerzas político-militares hasta entonces reincidentes en el ejercicio
autoritario del poder, sino que, además, dichas fuerzas tienen por objeto
destruirlo (el caso chileno es literal) al punto de diluir el contenido de las
relaciones políticas entre Estado y sociedad civil. No se trata, esta vez, de
que los golpes sean expresión de la precariedad estructural de las
instituciones políticas latinoamericanas, es decir, de su "incapacidad de
encauzar y absorber el conflicto político al interior de un marco de
estabilidad”. De agresión externa. Por el contrario, se trata de un fenómeno
que rompe la estructura misma a través de la cual el campo político y el
Estado regulaban el conflicto social, administrando el desarrollo económico
en torno a proyectos políticos nació. Este proceso de militarización que viven
el Estado y la sociedad civil tuvo la particularidad de ser epocal, describiendo
con ello no sólo un fenómeno de coincidencias geográficas, sino, sobre todo,
un estado de época que encontró su originalidad en los golpes "cívico
militares" que irrumpieron cronológica y sintomáticamente en la primera
mitad de la década de 1970 —Bolivia, en 1971; Chile y Uruguay, en 1973;
Argentina, en 1976. También habría que tomar en consideración el hecho de
que las dictaduras de Paraguay (desde 1954) y Brasil (1964), conducen, en
los comienzos de la década de 1970, un cambio doctrinal del perfil represivo
que hasta entonces habían exhibido. El "golpe dentro del golpe", en Brasil,
1968, y la
Artículo de opinión sobre los golpes de estado en el Perú

En este artículo nos proponemos analizar cómo y en qué medida el diario


cordobés los principios apoyaron el golpe de 1955 en Argentina, el cual tuvo
como epicentro la ciudad de Córdoba. La ciudad "produjo a lo largo del siglo
XX tres grandes hechos históricos que tuvieron una amplia y profunda
repercusión en el resto del país y dejaron marcas imborrables: la Reforma
Universitaria de 1918, la revolución cívico-militar de septiembre de 1955 y el
Cordobazo en 1969" (Cabelludo, 2005: 7).

Lo destacable del golpe de 1955 es la gran participación civil y estudiantil, sin


la cual la intervención militar no hubiera podido sostenerse. A mediados de
1955 Córdoba pasó a convenirse en el símbolo de la "resistencia peronista" y
fue declarada "Capital provisional" de la República.

La llamada Revolución Libertadora ha tenido diferentes interpretaciones que


dieron un lugar privilegiado a determinados actores en detrimento de otros y
que otorgaron un valor específico a los factores económicos, políticos y
religiosos, educativos y partidarios.

Sabido es que, en el país, pero particularmente en Córdoba, el


enfrentamiento entre católicos y peronistas puede entenderse como un
proceso que va desde una participación en el poder pasando por modalidades
de oposición leal y semileal, hasta alcanzar finalmente una oposición desleal
(Linz, en Tacha, 1991: 228). Esta última fue principalmente acelerada por el
empeño gubernamental de afirmar su identidad con independencia de los
criterios eclesiásticos, como prerrequisito para construir su propia
hegemonía. Así, cabe recordar que Córdoba fue la primera provincia en
implementar la enseñanza del justicialismo como materia obligatoria, y una
progresiva "mundanización" del estilo político, que llevó al gobierno a alejarse
y paulatinamente enfrentarse con la Iglesia.

En relación con el campo estudiantil específicamente, la Revolución


Libertadora representaba una oportunidad imperdible para movilizar las
fuerzas reformistas reprimidas por el gobierno peronista y una revalorización
de la libertad.

El peronismo propició una representación de baja intensidad en la


Universidad; si bien los estudiantes formaban parte de los consejos
directivos, tenían voz pero no voto. Además, en cuanto a la autonomía
universitaria, ésta fue prácticamente vedada. En octubre de 1947 se sancionó
la Ley Universitaria 13.013, que básicamente estuvo orientada a suprimir
"gran parte de lo adquirido por la Reforma" (Sigal, 2002: 37).

Ahora bien, la Libertadora, construida bajo el signo antiperonista encontró


variaciones dentro del movimiento estudiantil cordobés. Con una posición no
menos crítica, pero sí distinta en el propio reformismo, la Agrupación de
Estudiantes Reformistas de Derecho (ADER) tenía una posición que en
principio no estaba de acuerdo con el golpe. La preocupación de este grupo
pasaba, por un lado, por el peligro que implicaba unirse a cualquier tipo de

imperialismo, sea este occidental o norteamericano, por lo que advirtieron el


riesgo de pensar el problema del país en términos antagónicos; y por el otro,
la preocupación central estaba ligada a la posibilidad del regreso de un
sistema oligárquico y reaccionario encubierto detrás del "golpe democrático".

En este contexto de enfrentamientos múltiples es que pretendemos introducir


el debate que tuvo lugar durante el mes de septiembre en el diario Los
principios, atendiendo a tres editoriales en particular, un anterior y dos
posteriores a los sucesos ocurridos entre el 16 y el 20 de septiembre de 1955,
que llevaron a la "renuncia" de Perón y a la presidencia provisional del general
Lonardi.

La elección de las notas editoriales responde al criterio de mostrar cómo y en


qué medida este medio apoyaba el golpe, incluso antes del levantamiento del
16, así como cuál fue su reacción inmediatamente posterior. Para esto último
tomaremos como referencia el editorial del 30 de septiembre titulado Los
estudiantes, el día de publicación que coincide con las primeras declaraciones
y adhesiones de algunas de las agrupaciones estudiantiles cordobesas, según
registra el matutino.

En estas circunstancias, cuando los materiales leídos exponen clausuras


propias de la situación histórica, el análisis contrastivo clásico se convierte en
una herramienta productiva a la hora de reforzar y actualizar algunas
hipótesis que provienen de otros campos de análisis. Entender y desandar
cuáles son las marcas diferenciadas que se revelan en los textos escogidos,
creemos que nos permite profundizar en algunas hipótesis explicativas en
parte de lo ocurrido después del hecho puntual del golpe.

A partir de una primera lectura exploratoria de los textos podemos reconocer


diferencias en el tratamiento de "ejército", "pueblo" y "estudiantes".
Seleccionamos los enunciados de los textos donde aparecían estas unidades
léxicas, los normalizamos y contrastamos con los predicados.

Así, del análisis diferenciado que reciben las unidades léxicas en cada uno de
los segmentos textuales seleccionados pudimos avanzar en la hipótesis de
que el golpe de 1955 recibió un claro apoyo por parte del matutino.

Por último, la lucha por la hegemonía se deja ver en cada párrafo. Más aún,
podemos establecer que ésta se centró particularmente en la conquista del
dominio de los espacios en la instrucción, desde los primeros hasta los últimos
niveles.

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