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ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA

El derecho a la información es una de las disciplinas del derecho occidental más recientes,
pero al mismo tiempo es una preocupación inmanente de la humanidad.

El ejercicio de la libertad de expresión encontrado en el arte de las cuevas de Lascaux o en


las miles de pinturas rupestres que se encuentran en todas las latitudes del planeta, nos
hablan de las milenarias inquietudes del ser humano por comunicar, expresarse y enviar
información a otros de su especie.

Más allá de la idea occidental de este derecho, la preocupación por la transmisión de la


información, el ejercicio natural de la libertad de expresión y, por lo tanto, de la libertad
creativa del ser humano han dejado testimonio de esta vocación natural de ejercer la
naturaleza humana. El dato, la información, cuando se significa por medio del símbolo se
transforma en cultura, por ello cuando hablamos del derecho a la información, no sólo
hablamos de la transmisión del dato frío, sino también de una noble y generosa dimensión
humana que lo proyecta como creador de obras y cultura.

La protección jurídica de sus innatas habilidades para crear y emitir información, si bien
son producto de un reconocimiento y tutela jurídica contemporánea, jamás han dejado de
ser la materia de la evolución social de esta formidable obra llamada ser humano. El
desarrollo de la civilización en su conjunto es producto de la más diversa y extraordinaria
diversidad informativa y cultural jamás vista en la larga historia del planeta. Cada época en
cada parte de la tierra, la humanidad fue concebida bajo el signo del diálogo comunicativo,
informativo, intercultural y creativo, evolucionando por épocas y construyendo
civilizaciones extraordinarias; y con ello diseñando sistemas jurídicos, sociales y culturales
que se protegieron y promovieron por formas de un derecho en evolución hasta nuestro
actual mundo jurídico, llamado derecho a la información.

En nuestros días, el derecho a la información es un derecho fundamental consagrado en la


Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece en sus artículos 18 y 19 lo
siguiente:
“Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la
libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público
como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este
derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio
de expresión.”

De este articulado se desprende, bajo la perspectiva de innumerables analistas de


Iberoamérica, incluidos Jorge Carpizo y Ernesto Villanueva, que “el derecho a la
información es garantía a atraerse información, a informar y ser informado. De la
definición apuntada se desprenden los tres aspectos más importantes que comprenden dicha
garantía fundamental:

-El derecho a atraerse información.

-El derecho a informar.

-El derecho a ser informado

Carpizo y Villanueva concluyen que estos derechos contemplan las siguientes


características:

“El derecho a atraerse información incluye las facultades de: a) acceso a los archivos, registros
y documentos públicos, y b) la decisión de qué medio se lee, se escucha o se contempla.

El derecho a informar incluye: a) las libertades de expresión y de imprenta, y b) el de


constitución de sociedades y empresas informativas.

El derecho a ser informado incluye las facultades de : a) recibir información objetiva y


oportuna, b) la cual debe ser completa, es decir, el derecho a enterarse de todas las noticias, y
c) con carácter universal, o sea, que la información sea para todas las personas sin exclusión
alguna.”
El acceso a la información pública constituye un derecho fundamental a solicitar y recibir
información que posee o reproduce cualquiera de las entidades estatales, salvo los datos que
se encuentran exceptuados por la ley. Ahora bien, es importante resaltar que toda
información que posea el Estado se considera pública, con excepción de Los rubros
contemplados en la ley. Además, según lo establecido en el artículo 10° de la Ley N°
27806, información pública será todo tipo de documentación financiada por el presupuesto
público que sirva de base a una decisión de naturaleza administrativa y también las actas de
reuniones oficiales[1]. El Tribunal Constitucional se ha manifestado al respecto de la
siguiente manera: “Lo realmente trascendental, a efectos de que pueda considerarse como
“información pública”, no es su financiación, sino la posesión y el uso que le imponen los
órganos públicos en la adopción de decisiones administrativas, salvo, claro está que la
información haya sido declarada por ley y como sujeta a reserva.[2]”

El derecho de acceso a la información pública en el ordenamiento nacional e internacional


El acceso a información pública constituye un derecho fundamental que se encuentra
contemplado en nuestro ordenamiento jurídico interno en el artículo 2° inciso 5 que
establece lo siguiente: “Artículo 2°.- Toda persona tiene derecho: (…) 5. A solicitar sin
expresión de causa la información que requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en
el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se exceptúan las informaciones que afectan
la intimidad personal y las que expresamente se excluyan por ley o por razones de seguridad
nacional. (…)” En nuestro ordenamiento también se ha previsto el proceso de Habeas Data
como mecanismo de garantía. Se trata de un proceso constitucional cuya finalidad es la
tutela jurisdiccional del derecho de acceso a la información. De esta manera, Perú cuenta
con un proceso judicial por el cual se puede solicitar que se garantice el derecho de acceso
a la información cuando consideremos que éste se ha visto vulnerado. Este proceso
constitucional se encuentra previsto en el artículo 200° inciso 3 de la Constitución:
“Artículo 200°.- Son garantías constitucionales: (…) 3. La Acción de Hábeas Data, que procede
contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona, que
vulnera o amenaza los derechos a que se refiere el artículo 2°, incisos 5 y 6 de la Constitución.”
Asimismo, este proceso de garantía constitucional se encuentra desarrollado, en sus
aspectos procesales, en título IV del Código Procesal Constitucional (Ley N° 28237).
Por otro lado, en el plano internacional este derecho se encuentra reconocido a través de
diversos instrumentos internacionales de los cuales el Perú es parte. Así podemos encontrar
este derecho plasmado en la Declaración Universal de Derechos Humanos que en su
artículo 19° señala que: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de
expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras,
por cualquier medio de expresión.”

De igual manera, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos indica lo siguiente:


“Artículo 19°.-1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones. 2. Toda persona tiene
derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y
difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea
oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de
su elección. 3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo entraña deberes
y responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones,
que deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para: a)
Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás; b) La protección de la
seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.”

Asimismo, con un contenido muy similar al del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, la Convención Americana de Derecho Humanos contempla este derecho en su
artículo 13: “Artículo 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión 1. Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de
buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras,
ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro
procedimiento de su elección. 2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no
puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar
expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los derechos o a
la reputación de los demás, o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la
salud o la moral públicas. (…)”
Desconocimiento de las normas sobre acceso a la información pública

La realización efectiva del derecho de acceso a la información pública exige que los
distintos funcionarios públicos conozcan los dispositivos de la Ley N° 27806. En esa
medida, la difusión y promoción de los contenidos de la mencionada Ley entre los
funcionarios públicos debió ser una de las primeras medidas a adoptar por los titulares de
las entidades públicas a fin de garantizar el ejercicio del derecho fundamental reconocido
en el artículo 2° inciso 5 de la Constitución. Igual fomento se debían dar a las normas
contenidas en el Decreto Supremo N° 072-2003-PCM, Reglamento de la Ley de
transparencia y acceso a la información pública. El conocimiento de la Ley de transparencia
y acceso a la información pública, pero sobre todo la interiorización por parte de los
funcionarios de los principios de publicidad y transparencia, constituyen la mejor garantía
del derecho de acceso a la información. Con todo, a pesar de lo avanzado en este proceso
de concientización todavía persisten problemas relacionados con el desconocimiento de
dichas normas.
Tal como está previsto en el artículo 3° de la Ley N° 27806 la regla que debe imperar en el
desarrollo de la gestión pública es la publicidad, tanto de las disposiciones como de las
actividades que realizan las entidades públicas. No obstante, existe información cuya
publicidad y accesibilidad debe privilegiarse debido a su directa relación con la gestión de
las entidades, el uso de sus recursos y la normativa que regula su actuación. De esta forma
se facilita el control por parte de la ciudadanía. Dentro de esta lógica se inscribe la
regulación de los portales de transparencia de las entidades públicas y, en concreto, la
regulación de sus contenidos; en concreto, la relación de información prevista por el
artículo 5° de la Ley N° 27806.

Formalismos que restringen el acceso a la información pública

El procedimiento y reglas previstos en el Ley N° 27806 y su Reglamento tienen por


objetivo promover la transparencia y posibilitar el ejercicio del derecho de acceso a la
información pública. En esa medida, su interpretación y aplicación debe ser en clave de
promoción y realización extensiva del derecho. Al respecto, el artículo 11° de la Ley N°
27806 ha establecido que las solicitudes de acceso a la información pública debe dirigirse al
funcionario responsable designado por la entidad. Tal norma tiene como objetivo que el/la
ciudadano/a obtenga de forma más rápida la información solicitada, pues dicho funcionario
es el obligado a realizar las gestiones necesarias para ello. Así, el artículo 5° del
Reglamento de la Ley N° 27806, precisamente, ha dispuesto que el funcionario responsable
debe cumplir una serie de obligaciones que deben contribuir a que la ciudadanía vea
oportunamente realizado su derecho de acceso a la información pública . En consecuencia,
dirigir las solicitudes de acceso a la información a los funcionarios responsables, más que
una exigencia a cumplir para acceder a la información es una garantía de satisfacción
oportuna del derecho; por ello, el Reglamento de la

Ley de transparencia y acceso a la información pública ha previsto la posibilidad de que las


unidades de recepción documentaria canalicen las solicitudes de información que no hayan
sido dirigidas al funcionario responsable.

De igual modo, los requisitos que debe contener la solicitud de acceso a la información
están destinados a posibilitar la satisfacción del derecho, pues brindan a la entidad
administrativa los datos necesarios para entregar a los/las ciudadanos/as la información que
requieren. De esta forma, tanto los requisitos, como el uso del formulario previsto en el
Reglamento de la Ley N° 27806 constituyen también mecanismos para garantizar la
satisfacción del derecho de acceso a la información pública. Tal condición explica que el
propio Reglamento haya previsto la posibilidad de que el solicitante subsane la falta o
imprecisión de los elementos que debe contener la solicitud. No obstante, respecto a alguno
de estos datos, como por ejemplo los nombres, el domicilio, la firma o huella digital del
solicitante o, la delimitación de la información solicitada, la subsanación por parte de la
persona solicitante será imprescindible para poder dar atención al pedido de información.

Desconocimiento e incumplimiento sistemático de las normas sobre acceso


a la información pública

Esta situación se suele presentar cuando la entidad quejada omite responder los pedidos de
información solicitados por la Defensoría del Pueblo en ejercicio de sus funciones , o
cuando las entidades administrativas se niegan a entregar la información sin aducir
justificación alguna. En esa medida, se trata de un supuesto que contraviene diversos
artículos de la Ley N° 27806, como por ejemplo, el principio de publicidad contenido en su
artículo 3°, las normas de procedimiento previstas en su artículo 11° o, la obligación de
entregar la información establecida en su artículo 10°. Sobre este problema, también es
preciso mencionar que en algunos casos, la omisión de respuesta por parte de las entidades
se da tanto respecto a los requerimientos de los ciudadanos y ciudadanas, como a los
pedidos y recomendaciones de la Defensoría del Pueblo. En esa medida, traduce una
concepción no democrática del Estado y desconocimiento de la posición central de los
derechos fundamentales en el marco de la Constitución.

Deficiencias en el nombramiento de funcionarios responsables de


entregar la información

Otro supuesto de implementación defectuosa de las normas de acceso a la información


pública del que ha tenido conocimiento la Defensoría del Pueblo está referido al
nombramiento de los funcionarios responsables de entregar la información pública. En
concreto, se tratarían de supuestos de incumplimiento de la obligación de las entidades
públicas de nombrar, de acuerdo a los artículos 3° y 8° de la Ley N° 27806, al funcionario
responsable de la entrega de la información. Tal como se ha señalado, la mencionada Ley
tiene por finalidad promover la transparencia y la satisfacción del derecho de acceso a la
información pública; así, sus dispositivos y las normas de su Reglamento, el Decreto
Supremo N° 072-2003-PCM, se orientan al cumplimiento de dichos fines. En ese sentido,
la designación del funcionario responsable de la entrega de la información persigue el
cumplimiento de los mencionados objetivos; pues, acerca la administración a la ciudadanía,
concretando el principio de inmediación y facilitando la realización del acceso a la
información.

http://idehpucp.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/2012/07/comentario-academico.pdf

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