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LENGUA Y LITERATURA
UNIDAD II: EL RELATO DE CIENCIA FICCIÓN
Desde el punto de vista literario se le
puede achacar cualquier cosa, pero desde el mitológico,
la ciencia ficción configuró el imaginario de todo el siglo xx.
Pablo Capanna1
Ya su nombre nos plantea una tensión al combinar dos términos que, a simple vista, parecen remitir a 1
dos polos opuestos: ciencia y ficción, realidad y fantasía, lógica y arte; el mundo racional y concreto de
las investigaciones mensurables frente al ámbito desmedido del ensueño y la creación estética. Tal vez
la propuesta sea disolver, o al menos cuestionar, esta falsa antinomia. ¿Qué puede tomar la literatura
de la ciencia? ¿Sus temas? ¿Su forma de ver el mundo? ¿Su posibilidad de dar respuestas? ¿Será acaso
que la literatura, libre de las ataduras de las demostraciones, puede formular lo que la ciencia aún no
ha probado? Tal vez, lo que la ciencia ficción nos propone sea un viaje de exploración, una exploración
en la que, mediante cierto carácter especulativo, nos permita un alejamiento que no haga sino
traernos de vuelta a nuestra realidad.
Pero entonces, ¿qué es la ciencia ficción? El mismo Capanna ha intentado dar respuesta a este
interrogante que ha despertado numerosos debates. Por un lado, como género surgido de la cultura
de masa, sus detractores lo han considerado un género menor, comercial, sin valor artístico. Por otro
lado, sus defensores han demostrado su carácter más profundo, al tomar distancia con respecto a las
definiciones reduccionistas que limitaban la ciencia ficción a meras historias de extraterrestres. Por
eso, más que lograr definir qué es la ciencia ficción, muchos teóricos han comenzado por delinear
algunas ideas de lo que la ciencia ficción no es. O, al menos, de cuáles no son sus rasgos definitorios.
Revisemos entonces algunas ideas, ya sea refutadas o insuficientes, sobre la ciencia ficción, pero que
sin embargo nos permiten ir acercándonos a una idea sobre algunas recurrencias del género:
Nacida en revistas y folletines, siendo sus lectores, en los comienzos, grupos reducidos de seguidores
de estas publicaciones y sin contar con un aval académico, la ciencia ficción fue (y todavía es) vista
como un mero entretenimiento pasatista. La idea de situar los relatos en otros planetas era criticada
como forma de alejarse de las problemáticas del mundo real. Las invenciones científicas y técnicas
fueron consideradas como delirios o soluciones mágicas, mientras que se acusaba a la ciencia ficción
de crear temores irracionales con visiones apocalípticas. Si bien nadie niega que, dentro del género,
1 Capanna, Pablo, en Manso, Diego, “Qué nos dejó la ciencia ficción (Entrevista a Pablo Capanna)”, en Revista Ñ, Diario Clarín,
sábado 2 de febrero de 2008.
2 Capanna, Pablo, El sentido de la ciencia-ficción, Buenos Aires, Columba, 1966, pág. 17.
existe una enorme variedad de textos y de propuestas, está comprobado que sus textos, muchas veces,
nada tienen que ver con la evasión. Por el contrario, sus temáticas suelen ser excusas para formular
espejos que extrapolan problemáticas sociales, económicas y políticas, y que incluso enfrentan a los
lectores a planteos filosóficos y éticos muy profundos sobre la identidad, la realidad y los alcances de
nuestras acciones.
Esta es, quizás, la definición más popular de ciencia ficción. Sin embargo, la presencia de escenarios o
elementos espaciales no es suficiente para convertirlos en ciencia ficción. Parte de la condena de la
ciencia ficción como pasatiempo se originó en confundirla con la space-opera, relatos de aventuras,
historias amorosas, traslaciones de los westerns del Lejano Oeste o de las historias de capa y espada 2
al mundo intergaláctico, con la presencia de algún ovni, o de algún personaje extraterrestre.
La creencia de que la ciencia ficción se ocupa de describir el futuro no es del todo falsa, pero reduce el
problema, ya que también hay relatos que transcurren en el presente, o en el pasado. Incluso en la
prehistoria. No se puede decir que la ciencia ficción sea literatura “futurista”, y si bien se emplean
nomenclaturas como “literatura de anticipación” o “literatura especulativa”, no son del todo exactas,
aun cuando no deja de ser cierto que la ciencia ficción muchas veces se anticipó a su tiempo (y también
pronosticó otros hechos que no se produjeron, y no por eso deja de ser ciencia ficción). Incluso, la
ciencia ficción ha sido en ocasiones la inspiradora de avances o proyectos científicos. El futuro, tanto
como los mundos extraterrestres o los universos paralelos, es para la ficción un terreno al que trasladar
ciertas observaciones sobre el presente y llevarlas al extremo, experimentar con ellas.
Si bien esta idea parece acercarse bastante a la ciencia ficción, es necesario relativizar la demanda de
cientificismo que muchas veces recae (y se termina convirtiendo en crítica destructiva) sobre estos
textos. La ciencia ficción no es “literatura científica”, ni su función es la de divulgación de los saberes
comprobados en el campo científico. Por el contrario, por ser creación y por ser ficción, es una
literatura que va más allá de lo que la ciencia de la época puede afirmar, incursionando en lo hipotético,
en lo supuesto, en los interrogantes todavía irresueltos. “Cuando la ciencia ficción tiene tema científico
utiliza los datos de la ciencia y a la vez la ‘crea’”3.
Sin embargo, aun cuando no esté atado a temáticas meramente científicas, este género parece
caracterizarse por “cierta actitud metódica y cierta lógica consecuente, propias del ámbito científico,
para tratar aun las hipótesis más descabelladas o agotar las posibilidades implícitas en una situación
dada”4.
Es esta visión científica lo que nos permite aclarar otras confusiones frecuentes en el público lector en
general, que en ocasiones parece entender por ciencia ficción todo aquello que incluya fantasía. Es
común escuchar que se atribuye la categoría de ciencia ficción a textos fantásticos, maravillosos o de
fantasy. Es cierto que muchos escritores oscilan entre estos géneros, así como muchos lectores gustan
de todos ellos. También es cierto que en ocasiones las fronteras son difusas. Esto no quita que marcar
Es esta diferencia en la forma de construir la visión sobre lo que se cuenta lo que lleva a Pablo Capana 3
a proponer la ciencia ficción como un medio de comprensión y de simbolización de los conflictos
surgidos de la época industrial, a la manera de una mitología construida en una época en la que el
punto de vista científico no puede quedar fuera de cualquier intento de entender la existencia. Esta
mitología intentaría colmar ese abismo que existe entre la cultura científica y la humanística, sería una
forma experimental de indagar en la búsqueda de lo absoluto del hombre.
Este nombre tan polémico, de ciencia ficción, se popularizó a partir de 1926, cuando el editor Hugo
Gernsback utilizó el término Science-Fiction en la tapa de la revista Amazing Stories para caracterizar
los textos que allí se publicaban. El hecho permitió a muchos escritores (y lectores) agruparse bajo una
denominación. Frente al éxito de esta publicación, otros editores de revistas siguieron los mismos
pasos.
¿Esto significa que antes de 1926 no existía la ciencia ficción? Por supuesto que
podemos rastrear numerosos antecedentes y precursores antes de esta
fecha, aun cuando no se los clasificara con esta terminología. Un hito
importante es, en plena Revolución Industrial, la publicación de
Frankenstein. Según opinan algunos especialistas, el relato de ciencia ficción
nació en la primera mitad del siglo XIX con esa novela de la escritora inglesa
Mary Shelley (1797 – 1857). Un científico da vida en su laboratorio a un ser
monstruoso con restos de cadáveres humanos. Aunque la autora no le
puso nombre al monstruo creado por Víctor Frankenstein, con el tiempo,
los lectores o los espectadores de las diferentes versiones teatrales y
cinematográficas llamaron a la criatura con el nombre de su creador.
En la segunda mitad del siglo XIX, el escritor escocés Robert Louis Stevenson
(1850 – 1894) concibió su novela El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que
aportó al imaginario de la literatura otro científico. El respetado Henry Jekyll se
convertía en su doble, el siniestro Mr. Hyde, gracias a una droga que él mismo
preparaba en su gabinete.
5 Ejemplo propuesto por Capanna, Pablo (op. cit.) y profundizado por Ábalos, Adriana en “Un fenómeno denominado Ciencia
Ficción”, en Revista Borradores, Universidad Nacional de Río Cuarto, vol. X/XI, año 2009-2010.
fundamental de lo que más tarde se llamará ciencia ficción: son relatos en los que los acontecimientos
insólitos, inquietantes o sobrenaturales se explican racionalmente con la ayuda de sorprendentes
hallazgos producidos en el campo científico.
La plenitud de la ciencia ficción llegó en el siglo XX. En Estados Unidos, el género se renovó,
tomó su nombre por primera vez y definió sus características, con autores como Ray Bradbury.
La ciencia ficción ubica los hechos que narra en un tiempo futuro y construye mundos posibles
a partir de los avances de la ciencia y de la tecnología. El relato quiere anticiparse a lo que podría 4
suceder, haciendo conjeturas. Así, el autor de ciencia ficción imagina la historia a partir de datos
provenientes de la realidad, de su época y narra hechos que son pensados como posibles en el futuro.
Con frecuencia, el relato de ciencia ficción plantea diversas hipótesis acerca del futuro,
abordando los siguientes temas:
Estos relatos se basan en la atmósfera que ha creado el avance científico y tecnológico. Por
eso, es frecuente que la intención de sus autores sea advertir sobre el peligro de sus efectos. Entonces
encontraremos dos tipos de relatos de ciencia ficción:
Es optimista. Es pesimista.
Plantea una visión favorable del futuro como Plantea un futuro deshumanizado, un mundo
un lugar de progreso, en el que se abren dominado por las máquinas en el que el ser
múltiples posibilidades para la raza humana. humano se cosifica, pasando a ser un eslabón
más del engranaje tecnológico del que no se
puede escapar. Se pierde el valor de las
relaciones humanas.
El Peatón
Ray Bradbury
FIN
TEXTO LITERARIO
Marionetas S.A.
Ray Bradbury
FIN
TEXTO LITERARIO
UNA MUERTE
Héctor Germán Oesterheld
"- Los chicos que cuidan pájaros... Tienes razón... Los chicos no pueden recordar la
infancia... - hizo una pausa, se quedó mirando largamente a la cotorra, que seguía quietecita
en su mano; y de pronto agregó: - Los chicos que cuidan pájaros están recordando, reviviendo,
sin saberlo, los días perdidos, la infancia de la especie...
"Volvió a callar, siguió mirando a Manolita. Y mirando, también, vaya uno a saber qué
imágenes de otros tiempos, de otros lugares.
" - ¿Quiere agua?¿Está realmente cómodo?
"No me contestó.
"Afuera se acababa la tarde igual que ahora.
"Pensé que alguno podría venir, la sorpresa que se llevaría al verlo allí.
"Manolita se alborotó de pronto, aleteó, se me vino hasta el hombro.
"La mano verde seguía igual, apoyada sobre la mesa.
"No tuve que tocarlo para saber que ya estaba muerto.
"Cavé una fosa en el albardón, lo enterré en el mismo lugar donde entierro a los pájaros
que se me mueren.
"Y allí está ahora. Pensé ponerle una cruz, pero no... ¿Qué mejor cruz para él que la
misma de los pájaros, el sol de cada día?" Me levanté. Ya sabía todo lo que quería sobre la
muerte del Jon.
- Gracias - le devolví el jarrito enlozado.
El Jon, después de todo, había tenido una muerte buena.
El pajarero se levantó también.
- ¿Eran muy amigos?
- Mucho.
Me tendió la mano.
Vacilé un momento, le tendí la mía.
Sonrió al sentir la presión de los siete dedos. Me dio
una palmada en el hombro, me acompañó hasta la puerta.
Bajé los escalones, me fui por el juncal. 17
Ya había estrellas. Pero no, el Gelo no se veía.
Demasiado distante.
Aunque no está tan lejos, pensándolo bien.
Un pájaro nocturno pasó volando bajo, en vuelo
silencioso.
¿Un pájaro o un sicalo?
FIN
Vocabulario:
Exilio
Héctor Germán Oesterheld
Nunca se vio en Gelo algo tan cómico. Salió de entre el roto metal con paso vacilante,
movió la boca, desde el principio nos hizo reír con esas piernas tan largas, esos dos ojos
depupilas tan increíblemente redondas. 18
Le dimos grubas, y linas, y kialas.
Pero no quiso recibirlas, fíjate, ni siquiera aceptó las kialas, fue tan cómico verlo
rechazar todo que las risas de la multitud se oyeron hasta el valle vecino.
Pronto se corrió la voz de que estaba entre nosotros, de todas partes vinieron a verlo,
él parecía cada vez más ridículo, siempre rechazando las kialas. La risa de cuantos lo miraban
eran tan vasta como una tempestad en el mar.
Pasaron los días, de las antípodas trajeron margas, lo mismo, no quiso ni verlas, fue
para torcerse de la risa.
Pero lo mejor de todo fue el final: se acostó en la colina, de cara a las estrellas, se quedó
quieto, la respiración se le fue debilitando, cuando dejó de respirar tenía los ojos llenos de
agua.
Sí, no querrás creerlo pero los ojos se le llenaron de agua, d-e-a-g-u-a, como lo oyes.
Nunca, nunca se vio en Gelo nada tan cómico.