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Después de la muerte de Iósif Stalin, asumiría como presidente del consejo de ministros
el Ab. Nikita S. Khrushchev, en septiembre de 1953, este líder soviético centraría sus
bases políticas en la desestalinización y el surgimiento de una nueva potencia industrial,
económica, ideológica y sobre todo, militar. Puesto que una de las principales políticas
exteriores de la Unión Soviética era el de mostrar a los países occidentales la fuerza
militar, debido a esto se creó en mayo de 1955, las fuerzas militares conjuntas del Pacto
de Varsovia, una agrupación de las fuerzas militares de la U.R.S.S. y de sus aliados
anticapitalistas en el bloque del este, la cual en un principio seria un método bélico para
hacer frente a las fuerzas de la OTAN lideradas por Estados Unidos. De este modo, se
frenaría de una manera tenue la influencia de occidente en la Europa del este, y se
reforzaría el telón de acero por parte de las dos superpotencias inmiscuidas como
protagonistas de la guerra fría. Evaluando la importancia de este líder (Khrushchev) se
hace mención a que la creación del Pacto de Varsovia en 1955 fue determinante y un
punto a favor de la U.R.S.S. no solo porque le haría frente a la OTAN, sino que también
le pondría una barrera al imperialismo y la ideología norteamericana, por lo tanto se lo
considera un punto fuerte en cuanto a política exterior soviética se refiere.
Ya en 1956, 3 años después de asumir como presidente del politburó del partido
comunista de la unión soviética la espontaneidad de la revolución húngara, en pro de la
libertad política y de expresión, de octubre de 1956 hizo que Khrushchev apostara por el
aplastamiento de las fuerzas revolucionaras conducidas por civiles y ciertos miembros
del ejército húngaro, lo que terminaría con una Hungría devastada por los tanques de
guerra soviéticos y su líder principal, Imre Nagy sentenciado a pena de muerte por
desacato a las políticas ordenadas desde el Kremlin y el impulso al desorden y la
desunión del pueblo húngaro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dando
como resultado un fortalecimiento álgido en las relaciones comunistas del bloque del
este, al igual que el descontento de los marxistas-leninistas de occidente. En lo que
respecta a la evaluación de este hecho, se tiene que Khrushchev demostraría una
posición autoritaria y muy poco expresionista ante sus aliados del bloque del este, el
aplastamiento de la revolución húngara significó una especie de imperialismo y
colonialismo soviético, tal y como lo expresaba su acérrima aliada, la República Popular
China de Mao Tse-Tung, al igual que el revisionismo que se implementó con el inicio
de la desestalinización, el aplastamiento de la revolución húngara sería un punto
disconforme en la importancia de Nikita Khrushchev dentro del marco de la guerra fría,
una política fuerte pero de débil alcance exterior.
En 1957 la U.R.S.S. se encargaría de ser el primero de todos los países del mundo en
conquistar el espacio exterior, ya que en octubre de ese año, enviaron a la órbita
terrestre el Sputnik I, el primer satélite artificial en el espacio exterior, así los estados
unidos, en una apresurada forma de acabar con el monopolio soviético y la conquista
roja del espacio, creó la NASA, sin embargo, la URSS estaba muy por delante del
imperio capitalista norteamericano, puesto que lanzaría, en noviembre del mismo año, el
Sputnik II, esta vez estaría tripulado por un ser vivo, en este caso, se trataría de la perrita
Laica, no obstante, EEUU, se propuso a lanzar también un satélite artificial, lo que lo
llevó a enviar, después de varios intentos fallidos, el Explorer I, el primer satélite
artificial norteamericano en el espacio. Al evaluar este hecho tan trepidante de la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas, se tiene, sin más que fue un punto fuerte y en pro
de las políticas soviéticas de supremacía que había predicho Khrushchev al asumir
como líder del imperio rojo, ya que este país se pondría delante no solamente en la
recién surgida carrera espacial sino también ideológica y propagandísticamente,
reforzando así la política exterior del imperio de los trabajadores.
El derribo de un avión U-2 en territorio soviético marcaría una de las más álgidas
tenciones entre el imperio comunista de la U.R.S.S. y el capitalismo estadounidense. Al
reciente triunfo de la revolución cubana guiada por Fidel Castro y las continuas
represalias económicas y militares a la nación caribeña hizo que el comandante Castro,
en un intento de rescatar la economía de su país que había sido paralizada debido la
eliminación de la cuota azucarera por el gobierno de Eisenhower, buscó ayuda en
Khrushchev y el pueblo soviético, lo que recibió a cambió fue ayuda económica al igual
que ayuda militar y, aunque clandestinamente, misiles balísticos de largo y medio
alcance. Esto izo que el reciente gobierno de John F. Kennedy se viera acorralado ante
la presencia de misiles nucleares a tan solo 90 millas del territorio estadounidense, sin
embargo, las tensiones máximas llegarían a su fin con una serie de acciones
diplomáticas por parte de John y Robert Kennedy directamente con el Kremlin de
Moscú y el acuerdo terminaría en retirar los misiles balísticos de cuba por parte de la
Unión Soviética a cambio de que estados unidos retire sus misiles de igual alcance de
Turquía, la crisis de los misiles en cuba había terminado y el mundo volvería a la
normalidad y la etapa de la guerra fría conocida como la Distención, había comenzado.
A modo de evaluación tanto el inicio como el final de la crisis de los misiles
representaron un punto fuerte en la política de amedrentamiento y terror psicológico que
propiciaba el imperio comunista de Nikita Khrushchev, izo que EE.UU. se sintiera
amenazado y acorralado ante esta fuerza destructiva lo que hizo que cediera ante las
peticiones del Kremlin, por lo tanto y por consiguiente, se le atribuye a la URSS, en
gran medida, el triunfo ante la crisis de los misiles en