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Información de Religión

N.T
El Nuevo Testamento, según lo aceptan las Iglesias cristianas, se compone de veintisiete libros
diferentes atribuidos a ocho autores diferentes, seis de los cuales se cuentan entre los
apóstoles (Mateo, Juan, Pablo, Santiago, Pedro, Judas) y dos entre sus discípulos inmediatos
(Marcos, Lucas). Si consideramos sólo el contenido y forma literaria de estos escritos, pueden ser
divididos en libros históricos (Evangelios y Hechos), libros didácticos (epístolas) y
libro profético (Apocalipsis).

El Nuevo Testamento es la parte de la Biblia compuesta por un conjunto canónico (autorizado) de


libros escritos después del nacimiento de Jesús de Nazaret. Se le designa así desde Tertuliano en la
Iglesia cristiana. Al contrario del Tanáj o Antiguo Testamento, los cristianos no tienen esta parte de la
Biblia en común con los judíos.

Tertuliano: Escritor eclesiástico de los siglos II y III. Nació probablemente hacia el 160 en Cartago, y
era hijo de un centurión en el servicio proconsular.

Tanáj: Biblia hebrea o Biblia hebraica es un término genérico para referirse a los libros de la Biblia
escritos originalmente en hebreo y arameo antiguos. Se ajusta muy estrechamente al concepto judío
Tanaj y al cristiano Antiguo Testamento

Importancia
En el Nuevo Testamento se completa la Revelación de Dios. Los cuatro evangelios de Mateo,
Marcos, Lucas y Juan son el corazón de la Sagrada Escritura y el tesoro más preciado de la Iglesia.
En ellos se muestra el Hijo de Dios tal como es y nos sale al encuentro. En los Hechos de los Apóstoles
aprendemos acerca de los inicios de la Iglesia y de la acción del Espíritu Santo. En las cartas
apostólicas se pone la vida de los hombres en todos sus aspectos ante la luz de Cristo. En el
Apocalipsis vemos anticipadamente el fin de los tiempos.

La Importancia y la actualidad del Nuevo Testamento


El origen del hecho cristiano
El NT nos hace asistir al origen de la fe de los primeiros discípulos y de las primeras
comunidades cristianas en Jesús de Nazaret. Estos orígenes están inseparablemente vinculados a
un determinado contexto cultural e histórico, que para la tradición cristiana forma parte de la
“encarnación”, es decir, de la verdadera humanidad de Jesús no solo biológicamente, sino que
también, histórica, social y culturalmente. ¡El cristianismo no es, en primer lugar, un conjunto de
simbolismos religiosos y/o de máxima sabiduría universal y supra-temporal, sino un evento situado en
la historia y “cómplice” de ella! Por eso, los escritos fundamentales del NT (y de la tradición cristiana)
son relatos de la actuación y la predicación de Jesús de Nazaret, cada uno a su modo. En realidad,
narran la llegada al mundo de un nuevo paradigma que podemos llamar “hecho cristiano”. Una nueva
forma mental y práctica de considerar el mundo y vivir y organizarse en él, abiertos a una
trascendencia en la que se ve en Jesús la revelación indicativa: “Yo soy el camino” (Jo 14,6).
La persona y el mensaje de Jesús de Nazaret
Según el NT, sobre todo en el segundo de los cuatro evangelios canónicos [7], la actuación de
Jesús de Nazaret consistió fundamentalmente en anunciar la llegada del Reino de Dios (Mc 1,14-15
parr.), es decir, de una nueva realidad, ya no más dominada por los intereses religiosos y políticos
vigentes, sino por el proyecto de amor de Dios para con todos los seres humanos (cf. Mt 5,45-48),
realizando la esperanza de la paz y la fraternidad del tiempo final (=>escatología). En su expresión
concreta de palabras y gestos, este mensaje desentonó, por un lado, con las estructuras establecidas,
y también, por otro lado, de ciertas expectativas mesiánicas inadecuadas que reinaban en el pueblo
(cf. Mc 8,27-33). Por eso, Jesús tuvo que enfrentar una previsible oposición, al punto de ser
condenado por la propia lideranza del pueblo, en confabulación con la potencia imperial de Roma,
que dominaba la tierra de Israel en aquellos días. Después de su muerte, sin embargo, Jesús apareció,
resucitado y vivo frente a sus seguidores, quienes organizándose en comunidades, se empeñaron en
guardar y llevar adelante su mensaje y su modo de vivir.
Las comunidades conservaron también testimonios del modo en que asumieron el camino de
Jesús de Nazaret. Este testimonio nos fue legado en forma de relato por Lucas, en el libro de los Actos
(cf. la comunidad como “el camino”, At 9,2; 19,5; 22,4; 24,14.22), pero también en forma de
instrucciones, en las cartas de Pablo y de los otros maestros de las comunidades, inclusive, en el
Apocalipsis de Juan, que comienza con una evaluación crítica de las siete iglesias de la región de
Éfeso (Ap 1-3).
Este “camino” no se estancó cuando las primeras comunidades dejaron de existir, y el próprio
hecho de que ellas hayan transmitido los testimonios de aquellos momentos iniciales prueba que el
“camino”, o el “hecho cristiano”, continúa hasta hoy. Sin embargo, él pasa por contínuas
reconfiguraciones y, en función de esto, por contínuas relecturas de los textos fundadores,
enriquecidos no solo por la sucesión temporal, sino también por la pluralidad simultánea de diversas
interpretaciones.
Este dinamismo hizo con que el NT no pudiera ser considerado como testimonio de un pasado
muerto, sino que se presenta como la inspiración de un camino vivo y continuamente reinventado, sin
perder su identidad, como el mar que es siempre diferente y siempre el mismo.
Es por eso que para el Cristiano creyente, el NT no es apenas un documento arqueológico de
los orígenes de su tradición religiosa, sino la referencia permanente y siempre nuevamente inspiradora
de su existencia y praxis histórica. Ser fiel significa: hacer suceder, siempre de nuevo y en nuevas
constelaciones históricas, el “evento Jesús” del cual el NT da un testimonio único e insustituible.

Contexto socio-histórico y cultural


El tiempo al que se refiere el NT comprende menos de un siglo: desde el nacimiento de Jesús
hasta el fin del siglo I. Pero es un tiempo de grandes cambios. Palestina, como era llamada la tierra
de Jesús desde Alejandro Magno (330 a.C.), después de la relativa autonomía bajo el dominio de los
asmoneos (164-63 a.C.), que había sido incorporada al Imperio Romano, que nombró como autoridad
local, primero a Antípater, y después al “rey” Herodes Magno. Éste fue sucedido en el siglo 4 a.C. por
sus hijos, los “tetrarcas”, Herodes Felipe (Golán), Arquelao (Judea e Samaria) y Herodes Antipas
(Galilea y Perea). En el siglo 6 d.C., Arquelao fue substituído por un gobernador romano. Durante la
vida pública de Jesús, alrededor del siglo 30 d.C., Galilea era gobernada por el “rey” Herodes Antipas
y Judea por el gobernador romano Poncio Pilatos. Más tarde aparecerán como autoridades locales
los “reyes” Agrupa I y II, también del clan de Herodes.
El espacio del NT es en primer lugar la tierra de Jesús, Palestina (Judea, Samaria, Galilea). Después
de Jesús, el escenario se trasladará a las regiones en la cuenca oriental del mar Mediterráneo, como
se puede ver en los Actos de los Apóstoles.
El escenario socio-político está determinado por el Imperio Romano, omnipresente a través de su
administración y su ejército. La política se hacía en base al clientelismo y el favoritismo: los herodianos
en Palestina eran “clientes” del Emperador (el “César”) de Roma, el único que podía usar el título de
rey (los herodianos tenían este título por concesión, ésta fue la causa por la cual los romanos
ejecutaron a Jesús al ser acusado de haber sido proclamado rey). Las autoridades locales debían
recoger los pesados impuestos que el Imperio exigía. Cierto poder en la vida cotidiana y en la
comunidad religiosa (que también era política) era atribuído a las autoridades de la comunidad judaica,
los sumos sacerdotes y el Sanedrín. La economía, tradicionalmente rural, será cada vez más urbana
y mercantil, mientras que los pequeños propietarios muchas veces no conseguían entregar los
elevados impuestos y se volvían arrendatarios o, inclusive, esclavos rurales. Es importante conocer
la situación urbana en la “diáspora” fuera de Palestina en la época posterior a Jesús, donde los judíos
(y por lo tanto los primeros cristianos) vivían en guetos sin derecho a la ciudadanía (Pablo era una
excepción: At 16,37-38; 22,25-28). Contrariamente a las costumbres greco-romanas, los cristianos
acogían a los esclavos en sus comunidades.
Con respecto a la cultura, se debe distinguir entre el ambiente judío tradicional que reinaba en
Jerusalén y en la Baja Galilea (Cafarnaúm), y la cultura helenizada “global”, presente en los países
vecinos y, también, en gran parte de Palestina (Samaria, Decápolis e inclusive Jerusalén). En el
ambiente judaico, el culto era celebrado en hebraico y la lengua cotidiana eran los dialectos arameo-
hebraicos. En los ambientes helenizados (ejército, comercio) se hablaba griego (inclusive en ciertos
ambientes dentro de Jerusalén; cf. Hch 6,9 – la sinagoga de los Libertos – y 21,37). La lengua
administrativa era el latín (cf. Jo 19,20). Para leer el NT es preciso tener conciencia del pluralismo
cultural en las inmediaciones de Jesús (la mujer samaritana, la sirio-fenicia, Jesús en la Decápolis, el
centurión de Cafarnaúm etc.).

Resumen de cada uno de los Libros del N.T


LOS EVANGELIOS
Evangelio significa "Buena Noticia". Son la "Buena Noticia" sobre Jesucristo.
Nacieron en diversas comunidades cristianas con el fin de mantener la enseñanza de quienes fueron
testigos de los acontecimientos cuando estos empezaron a faltar y las comunidades cristianas se
extendían y multiplicaban.
Aparecieron sin título y sin nombre de autor. Más tarde, ya en el S.II, (Siglo II) se atribuyeron a dos
apóstoles: Mateo y Juan, y a dos discípulos de apóstoles: Marcos y Lucas.
MARCOS
En orden cronológico fue el primer evangelio que apareció. Se data comúnmente antes del año 70,
pero sin precisar el año. Como lugar de aparición, Roma, aunque otros señalan otros lugares, p.e.
el sur de Siria.
Por aquellos años 60-70 Palestina y Roma atravesaban una situación de crisis y han ido
desapareciendo los testigos de los hechos. Ambas cosas obligan a los cristianos a recordar sus
orígenes para hacer frente a la crisis.
Marcos, que no pretende escribir una crónica de la vida de Jesús, ofrece una visión de su ministerio
tal como lo veían él y su comunidad. Recoge las tradiciones de la comunidad en que vivía y con la
que compartía alegrías, sufrimientos y esperanzas.
Se afirma que este primer evangelio sirvió de fuente para la redacción de los de Mateo y Lucas,
aunque estos tuvieran también sus propias fuentes.

MATEO
Parece que su autor fue un judeo-cristiano. Hoy nadie lo atribuye al apóstol Mateo. En cuanto a la
fecha, la mayoría se inclina por los años 80-85, y como lugar de origen, Siria.
El autor presenta una comunidad viva a la que él pertenece y de la que al parecer es su animador.
Su libro es una catequesis dirigida a iglesias judeo-cristianas que revisan su trayectoria a la luz de
la vida y enseñanzas de Jesús, por la necesidad de hacer frente al judaísmo oficial. Marca una
continuidad con el judaísmo, pero al mismo tiempo, su ruptura.
Según él, Jesús es el nuevo Moisés que trae una nueva revelación de parte de Dios. Lo presenta
en contraste con los escribas, maestros del judaísmo.

LUCAS
La opinión tradicional es que este evangelio fue escrito por Lucas, médico griego, que formó parte
del grupo de San Pablo. Hoy se admite generalmente, que su autor es un cristiano de origen
pagano, que no tuvo contacto con los hechos que conoció a través de quienes fueron testigos
oculares y servidores de la palabra. Pertenece a la segunda o tercera generación cristiana.
Su composición se fecha alrededor del año 80, pero no se sabe con certeza donde tuvo lugar,
aunque algunos lo sitúan en Grecia.
Lucas muestra predilección por las minorías, los grupos marginados, los humildes y los pobres.
Su evangelio se ha llamado por esto "evangelio de la misericordia". El perdón que Jesús predica
alcanza a todos los hombres, por lo cual se ha llamado también "evangelio de la salvación
universal".
Este evangelio, con el de Mateo, tiene unos primeros capítulos sobre el origen e infancia de Jesús
(lo que se ha llamado “evangelio de la infancia”), pero ambos difieren en sus relatos, sólo coinciden
en que Jesús nació en Belén y que su concepción fue virginal.

JUAN
Una tradición desde finales del s.II atribuye este evangelio a Juan, el de Zebedeo. En la actualidad,
se atribuye al "discípulo amado" (o a su escuela), que sólo aparece en este evangelio, y que no
hay que identificar con Juan, el apóstol. Predomina el criterio de quienes afirman que no podemos
conocer el nombre de su autor.
En cuanto a la fecha, se admite generalmente, que fue escrito al final del s.I, hacia el año 90:
según algunos en Palestina, aunque refleja situaciones del mundo helenista; otros defienden, con
la tradición, que fue en Éfeso.
Al final del evangelio se dice que fue escrito "para que creáis que Jesús es el Mesías e Hijo de
Dios y creyendo tengáis vida en su nombre" (Jn 20,31). Es un libro escrito para sostener en la fe
a los cristianos sometidos a prueba. Por su tratamiento y su lenguaje es diferente a los sinópticos.
Cristo no es un ser del pasado, sino un viviente que da sentido a la vida de los creyentes y les
permite hacerse hijos de Dios.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Se considera este libro como una segunda parte del evangelio de Lucas y se atribuye al mismo
autor. En la primera (Evangelio) trata de los hechos y enseñanzas de Jesús. En la segunda
(Hechos) de la actividad y enseñanza de sus continuadores, los apóstoles, aunque en realidad
sólo se refiere a Pedro, al principio, y más por extenso a Pablo. Puede decirse que lo que narra
de hecho es la difusión del Evangelio desde Jerusalén hasta Roma, en cumplimiento del mandato
de Cristo (Hch 1,8).
Sobre su autor, véase lo dicho sobre el autor del tercer evangelio.
En cuanto a la fecha, se han propuesto varias, pero muchos se inclinan hoy por el año 80 y parece
la más aceptada.
Da la impresión de que está dirigido a una comunidad nacida en territorio pagano formada por
cristianos provenientes de la gentilidad.
Puede dividirse en tres partes: la Iglesia de Jerusalén (1,1-8,3); expansión de la Iglesia en
Palestina (8,4-12,25); difusión en el mundo greco-romano por la acción de Pablo y sus
compañeros de misión (13,1-28,31).

CARTAS DE SAN PABLO


Estas cartas son verdaderamente cartas, no tratados teológicos, en las que se plantean los
problemas de dichas comunidades y las relaciones entre sus miembros, así como con el apóstol.
Tradicionalmente se atribuían a San Pablo las siguientes cartas: a los Romanos, 1-2 Corintios,
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1-2 Tesalonicenses, 1-2 Timoteo, Tito, Filemón,
Hebreos. Hace ya bastante tiempo dejó de atribuírsele la carta a los Hebreos. De las restantes,
hoy se consideran auténticas: Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses
(probablemente también la 2ª) y Filemón. Todas las cartas auténticas de Pablo fueron escritas
entre el año 50 y el 63, por tanto, antes del primer evangelio.
Las demás son consideradas de la escuela paulina, es decir, de discípulos suyos; se las suele
llamar deutero-paulinas.
ROMANOS
La carta a los Romanos, la más extensa y la más densa, está escrita a una comunidad que él no
ha fundado, ni conoce personalmente; pero sabe que es muy dinámica y fuerte. Con ocasión del
viaje que piensa hacer a España, manifiesta su deseo de visitarla y conocerla, pero quiere también
que conozcan su "evangelio".
Trata el problema de la justificación por la fe en Jesucristo que da una nueva vida. Al final de la
carta se presentan las exigencias de la nueva vida.
Fue escrita en Corinto a principio del año 58, después de su tercer viaje apostólico,

1 y 2 CORINTIOS
Estas cartas permiten conocer la vida de una de las más antiguas comunidades cristianas
urbanas, que estaba compuesta de convertidos judíos, de prosélitos y paganos. Fueron escritas
en Éfeso hacia el año 54.
Su contenido responde a los informes que había enviado a Pablo una cristiana de Corintio, de
nombre Cloe, acerca de la situación moral de la comunidad. Es también respuesta a las preguntas
que le hicieron los dirigentes de la misma sobre el matrimonio, las carnes sacrificadas a los ídolos,
la asamblea cristiana y la resurrección.
En la primera carta se encuentra el testimonio más antiguo sobre la Eucaristía, así como la llamada
"Carta magna de la caridad" (I Cor 13).
GÁLATAS
La de los Gálatas (Galacia estaba situada en el centro de la actual Turquía) está dirigida
probablemente a las comunidades de Antioquía de Pisidia, lconio, Listra y Derbe, fundadas en su
primer viaje, pues no se sabe que visitara la Galacia auténtica, la del Norte.
Fue escrita hacia los años 54-57 al principio del tercer viaje, estando Pablo en Éfeso. El motivo
fue prevenir ante ciertos convertidos judíos (Judaizantes) que pretendían imponer, a los
convertidos paganos la Ley mosaica y la circuncisión sin las cuales, según decían, no había
salvación. Atacaban también personalmente a Pablo, por lo que éste reaccionó de forma
inmediata y apresurada defendiendo la autenticidad de su apostolado.

EFESIOS
Al parecer, esta carta fue escrita por un discípulo de Pablo a fines del siglo I. En ella expone el
plan divino de la Salvación por Cristo y el misterio de la Iglesia. En su parte moral, exhorta a vivir
de acuerdo con la vocación cristiana.

FILIPENSES
Filipos fue la primera comunidad fundada por Pablo en Europa, durante su segundo viaje.
La carta a esta comunidad fue escrita en Éfeso hacia el año 56-57.
Agradece Pablo la ayuda recibida de los filipenses y les da instrucciones para vivir dignamente y
ser luz para los demás. Ataca a los judaizantes, al tiempo que expone su conocida doctrina de la
justificación por la fe en Jesucristo.
COLOSENSES
En Colosas (Asia Menor) había un comunidad cristiana fundada por Epafras, un convertido por
Pablo. Estaba compuesta por gentiles.
Esta carta fue escrita, al parecer, en Éfeso por un discípulo de Pablo, hacía el año 63. Su contenido
es contrarrestar la influencia judía y pagana que sufría esta joven comunidad.

1 TESALONICENSES
Tesalónica fue la segunda ciudad evangelizada por Pablo en Europa después de Filipos.
Esta carta fue escrita en Corinto en el año 51, veintiún años después de la muerte de Cristo. Es
el primer escrito del Nuevo Testamento.
La fe y conducta de los tesalonicenses eran ejemplo no sólo para Macedonia, donde se encuentra
Tesalónica, sino para Acaya (sur de Grecia). A causa de su fe sufrieron persecución: Pablo les
exhorta a perseverar en la fe recibida.

2 TESALONICENSES
Esta carta fue escrita poco después de la anterior, también en Corintio, en otoño del 51. Insiste en
los temas de la primera, sobre todo en el retorno de Cristo que algunos creían inminente.
CARTAS PASTORALES
Con este nombre se designan, por su contenido, las cartas 1-2 a TIMOTEO y a TITO

1-2 TIMOTEO Y TITO


Estas tres cartas supuestamente las dirigió Pablo a sus discípulos Timoteo y Tito. En ellas les da
consejos sobre su ministerio. Son de inspiración paulina y tal vez su autor sea un discípulo de
Pablo. Mas por presentar un desarrollo y organización de la Iglesia muy posterior, son fechadas
entre los años 100 y 140.

FILEMÓN
Billete de Pablo a este cristiano notable de Colosas, intercediendo por Onésimo, su esclavo que
le había abandonado y fue convertido por él mientras estaba preso, al parecer, en Roma.
CARTAS CATÓLICAS
Se denominan así porque no están dirigidas a una comunidad determinada. Son
las cartas de Santiago, las 1-2 de Pedro, las 1-2-3 de Juan y la de Judas. Por lo
general, estas cartas suelen fecharse hacia el final del siglo I.
SANTIAGO
Autor desconocido, que usó el nombre de Santiago por el prestigio que tenía como "hermano del
Señor". Tiene forma de carta, pero en realidad es una colección homelética de consejos prácticos
de tipo sapiencial.
Su finalidad es promover la santidad entre los cristianos. Como los antiguos profetas, denuncia
los abusos de los poderosos, que empezaban a darse en las jóvenes comunidades.

1-2 PEDRO
Tradicionalmente se atribuyen al apóstol Pedro. Desde el siglo XIX se dice que pertenece a un
cristiano que utilizó el nombre de Pedro.
El tema de la carta Primera es una exposición de la vida cristiana iniciada en el bautismo. Alienta
a los cristianos que viven en un ambiente hostil. Aconseja la firmeza, la paciencia, la sumisión. La
fe y la esperanza deben caracterizar a los cristianos.
El tema de la carta Segunda es la escatología. Algunos, al no verse cumplida la vuelta del Señor,
empiezan a dudar. El autor dice que mil años para el Señor es como un día para nosotros. El
Señor vendrá como ladrón.

1-2 y 3 JUAN
Tres cartas atribuidas tradicionalmente al apóstol Juan, como se le atribuye el 4° evangelio y el
libro de la Apocalipsis.

Sin embargo, su autor o autores nos son desconocidos, La Primera carece de nombre de autor y
de destinatario; el autor de la Segunda es "el Anciano” y el destinatario, la "Señora Elegida"; el
autor de la Tercera es también "el Anciano" y su destinatario "Gayo".
Estas cartas nos hacen conocer los problemas de una comunidad cristiana no-paulina, así como
la fe que proclamaba y vivía.

El propósito de la Primera es confirmar a los cristianos en la doctrina que han recibido y prevenirles
contra los falsos profetas. Tema fundamental es el amor de Dios y del prójimo. En ella se dice que
"quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor".
Las cartas Segunda y Tercera son muy cortas; en ellas se insiste en el precepto del amor
(Segunda) y sobre la hospitalidad (Tercera).
JUDAS
Es un escrito breve que se presenta como carta y suele fecharse hacia fin del S.I. (Siglo I) Su
autor dice ser "Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Santiago", pero un conjunto de datos,
sobre todo que no se haga referencia a Jesús, siendo su pariente, hacen que la mayoría nieguen
que sea su autor.
Por su encabezamiento no puede identificarse a qué comunidad o comunidades está dirigida,
aunque parece ser de origen pagano, por los pecados que denuncia.
Exhorta a sus destinatarios a luchar por la fe, puesta en peligro por "algunos impíos que se han
introducido en la comunidad". Termina con una doxología.
Doxología: esta palabra significa un verso corto que alaba a Dios y que por regla general comienza
con la palabra griega Doxa. La costumbre de terminar un rito o un himno con esa fórmula proviene
de la sinagoga.
CARTA A LOS HEBREOS
Desde los primeros tiempos se dudó que esta carta perteneciera a Pablo. Parece ser que tanto su
autor como sus lectores pertenecen a la segunda o tercera generación cristiana.
Se suele fechar después del año 70, entre los años 80-90; su autor es desconocido. Parece ser
que fue escrita en Italia, tal vez en Roma. Está dirigida a una comunidad con graves dificultades,
amenazada por el desánimo. Estos cristianos necesitan ser fortalecidos en su fe y el único que
puede alentarles es Jesucristo, Hijo de Dios, Mediador y Redentor, que vive para interceder por
nosotros, ofreció a Dios el sacrificio perfecto, muy superior a los sacrificios de la antigua alianza.
APOCALIPSIS
Como en todos los escritos apocalípticos, su mensaje se contiene en visiones y tiene la finalidad
de consolar y transmitir esperanza a una comunidad que sufre.
El autor del Apocalipsis usa los elementos propios de este género y los enlaza con la fe de la
comunidad en el Señor crucificado, resucitado y exaltado, que ha de volver al fin de los tiempos,
en el que el mal será vencido definitivamente.
Se ha atribuido tradicionalmente al apóstol Juan, el de Zebedeo. El autor se presenta como Juan,
Siervo de Dios. En realidad, se desconoce su autor.
Se pone la aparición de este escrito al final del siglo I, entre los años 95-100. Su finalidad parece
ser consolar a las comunidades cristianas de Asia Menor en medio de las persecuciones. Dado
su contenido, pasó un cierto tiempo hasta que fue admitida como libro canónico.

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