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La Biblia es palabra humana y Palabra de Dios. Por ello, en toda hermenéutica que aspire a
ser interpretación de la Sagrada Escritura es necesario no olvidar estos dos aspectos inseparables:
“Dios habla en la Sagrada Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano” (DV 12). La
relación que encontramos entre estos dos aspectos importantes sigue la lógica de la Encarnación, es
decir, Dios se comunica al hombre adaptándose a su realidad histórica, ontológica y cultural. “La
Palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la
Palabra del eterno Padre, asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los
hombres” (DV 13). Por ello, para la redacción de los libros sagrados, Dios escogió a hombres que
con sus facultades y medios escribieron lo que Él mismo les inspiró (cfr. DV 11. 13).
Por tanto, podemos afirmar que la Sagrada Escritura es una realidad divina y humana al
mismo tiempo lo que nos hace no poder separar ni prescindir, bajo ningún concepto, la mediación
humana, sin la cual nos llevaría a un fundamentalismo basado en una lectura literal y
descontextualizada, y la autoría de Dios, que nos llevaría a estudiar el texto bíblico bajo un simple
aspecto cultural.
El primero sería la intención del autor, pues es hay que conocer los condicionamientos y la
situación del autor para conocer lo que Dios quiere decir en la Escritura. El segundo criterio sería el
contexto sociocultural, histórico y geográfico en el que se redacta puesto que fueron escritos para
unas determinadas comunidades. En tercer lugar, podemos hablar de un criterio basándonos en los
aspectos redaccionales como puede ser el uso de un determinado género literario o una estructura
literaria determinada. Por ello, se hacen necesarios para una correcta interpretación de la Escritura el
uso de métodos como el análisis de géneros literarios, la crítica literaria y textual, los métodos
filológicos y lingüísticos, los métodos histórico-críticos. Finalmente, para interpretar la Escritura se
nos hace necesario el uso de las ciencias humanas que nos puedan ayudar a descubrir la
antropología cultural, la psicología, la sociología, la economía…
Por otro lado, podemos hablar de los criterios que se derivan del hecho de que la Sagrada
Escritura está bajo la inspiración divina. De hecho, no hay que olvidar que la Sagrada Escritura se
debe interpretar en el mismo Espíritu en el que ésta fue escrita, pues es este mismo Espíritu el que
nos ha dado a conocer toda la Revelación de Dios para con el hombre manifestada en hechos y
palabras (cfr. DV 2). Por tanto, podemos hablar de criterios de interpretación de la Escritura
derivados de la inspiración del contenido y unidad de toda la Escritura. La Sagrada Escritura se
interpreta y se comprende a la misma luz de sí misma en el sentido de que los pasajes más
complicados son explicados por otras perícopas del mismo texto sagrado, pues todos ellos conforman
una única historia de Salvación, cuya plenitud de Revelación es Cristo. De hecho, es el mismo
Espíritu el que anima y dirige toda la historia de la Salvación.
Un segundo criterio de interpretación es la tradición viva de toda la Iglesia. La Sagrada
Escritura nació en el seno de las comunidades cristianas y se ha transmitido hasta hacerse normativa
en el seno de éstas. Por ello, hemos de interpretar la Sagrada Escritura en el seno de la tradición
apostólica y eclesial, atendiendo a la tradición viva de la Iglesia teniendo en cuenta el magisterio de
la Iglesia, auténtico y verdadero intérprete de la Sagrada Escritura.
Finalmente, el tercer criterio derivado de la Sagrada Escritura por el hecho de que ésta está
inspirada por el Espíritu Santo, sería la analogía de la fe, que consiste en interpretar la Sagrada
Escritura en el contexto total de la historia de la Salvación o de la Revelación conformada por el
Antiguo y el Nuevo Testamento, de forma que el Antiguo Testamento es la preparación para la
Nueva Alianza que prepara al pueblo de Israel para la recepción del Mesías y que sigue teniendo
vigencia para nuestras vidas particulares y el Nuevo Testamento que es el cumplimiento de todo lo
anunciado en el Antiguo Testamento, y el sello de la Nueva Alianza frente a la sellada en el Sinaí en
el Antiguo Testamento. De esta forma, los misterios anunciados descritos en la Sagrada Escritura son
celebrados, vividos y proclamados en la Iglesia, capaz de encontrar nuevas perspectivas del único
misterio de Cristo, que es inagotable.
La hermenéutica pretende franquear la distancia entre el tiempo en el que los autores pusieron
por escrito los textos que hoy conforman la Sagrada Escritura y sus primeros destinatarios de los que
hoy forman sus actuales destinatarios para así poder actualizar correctamente el mensaje de los textos
de forma que nutran la vida cristiana del hombre y de la mujer de hoy.
Una vez hecha esta aclaración, llega el momento de distinguir principalmente entre los
métodos de interpretación de la Biblia que se pueden distinguir, en primer lugar, en dos grandes
bloques. Así pues, podemos hablar de métodos de interpretación diacrónico, que se encarga, a
grandes rasgos, de estudiar el proceso de redacción del texto hasta que conoció su forma definitiva, y
los métodos sincrónicos, que se encargan de analizar e interpretar el texto en su forma final hasta que
entró a formar parte del canon de la Escritura. No obstante, no podemos olvidar que ningún método
es válido por sí mismo y en su unicidad, sino que se hace necesario la complementación o la
interpretación de la Palabra de Dios desde los diversos métodos de interpretación de la Sagrada
Escritura.
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Basado en el documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993) de la Pontificia Comisión Bíblica
- La crítica literaria. Esta etapa está formada por la realización de un análisis lingüístico, que
engloba un análisis morfológico y sintáctico, así como un análisis semántico. Busca, pues,
el comienzo y el final de las unidades literarias, la coherencia, las divergencias.
- Un estudio crítico de las formas, basado en el estudio de los géneros literarios, las corrientes
de tradición donde estos textos surgieron, su ambiente de origen, los rasgos específicos, así
como su evolución.
- Una crítica de la redacción. Estudia las diferentes modificaciones que han sufrido los textos
hasta haber quedado fijados en su estadio final. Esta última etapa, a diferencia de las
anteriores, no se queda en un mero análisis diacrónico, sino que concluye con un análisis
sincrónico, puesto que se explica el mismo texto por las relaciones entre los distintos
elementos.
En algunos casos, puede darse una etapa conocida como crítica histórica pues busca precisar
el alcance histórico de los acontecimientos históricos que se relatan.
Del mismo modo que no todos los métodos son válidos por sí solos, también es necesario
afirmar que todos los métodos de interpretación de la Sagrada Escritura encuentra sus límites como
es, en este caso, el hecho de que la búsqueda del sentido del texto bíblico se reduce a las
circunstancias históricas de su producción y no se interesa por las posibilidades que tiene también en
relación con el curso de las épocas posteriores de revelación bíblica así como de la historia de la
Iglesia.
Como este método no basta para la interpretación del texto bíblico, han ido surgiendo
diferentes métodos o análisis que nos pueden ayudar también a interpretar la Sagrada Escritura.
Podemos hablar entonces de los métodos que conformar los acercamientos desde un punto de
vista literario. Todos los métodos que podemos englobar dentro de este tipo se caracterizan por ser
métodos sincrónicos, puesto que estudian el texto bíblico en su redacción final.
En este sentido, podemos hablar en primer lugar del análisis retórico. Su novedad no radica
en lo que es sino en su aplicación al texto bíblico pues consiste en analizar el texto bíblico desde el
punto de vista de la retórica, desde el arte de componer y dar discursos. Así pues, se pueden
distinguir tres tipos de acercamientos: el basado en la retórica clásica propia de Grecia y Roma; el
basado en los procedimientos semióticos de la composición; el basado en la nueva retórica. Al
mismo tiempo, comporta tres elementos fundamentales el orador, lo que se está diciendo, es decir, el
discurso y el auditorio que es el destinatario de este discurso. Al mismo tiempo, presenta tres factores
de persuasión: la autoridad del orador, la argumentación y las emociones que suscita. Finalmente
dentro de este tipo de método interpretativo podemos distinguir tres géneros de discursos: el género
judicial (tribunal), el género deliberativo (asambleas políticas) y el demostrativo (celebraciones).
Respecto a los límites, podemos aducir que si el interés es meramente descriptivo se convierte en un
análisis puramente estilístico.
En segundo lugar, podemos hablar del análisis narrativo, como otro método sincrónico que
se engloba dentro del análisis literario. Esté análisis “propone un método de comprensión y de
comunicación real del mensaje bíblico que corresponde a las formas de relato y de testimonio,
modalidades fundamentales de comunicación entre personas humanas, características también de la
Sagrada Escritura”. Cabe llamar la atención ante la necesidad de distinguir entre métodos de análisis,
que pueden ser numerosos (intriga, personajes, punto de vista del narrador, autor real e implícito,
lector real e implícito…) y la reflexión teológica que considera las consecuencias que comporta, para
la adhesión a la fe, la naturaleza de relato de la Sagrada Escritura y deduce de allí una hermenéutica
pastoral y práctica. El análisis narrativo subraya que el texto funciona como un espejo, en el sentido
de presentar una cierta imagen de mundo que ejerce su influjo sobre los modos de ver del lector y lo
lleva a adoptar ciertos valores más bien que otros. Este método puede contribuir a facilitar el paso,
frecuentemente difícil, del sentido del texto en su contexto histórico al alcance para el lector de hoy.
No obstante, este análisis puede correr el peligro de excluir toda elaboración doctrinal de los datos
que contiene en la Biblia y considerar como un criterio suficiente de la verdad de su comprensión la
eficacia existencial subjetiva de la Palabra de Dios.
Dentro de los métodos sincrónicos y del acercamiento literario, podemos distinguir, en tercer
lugar, el análisis semiótico. Éste método se apoya en tres principios fundamentales: cada texto forma
un sistema de significación sin recurrir a datos exteriores; estructura del sentido y es que el sentido
existe en la relación y por ésta; la gramática del texto pues cada unidad textual tiene su gramática
propia. Por otro lado, podemos afirmar que este método se da en tres niveles: el nivel narrativo que
permite la evolución del texto hasta su forma final; el nivel discursivo con tres operaciones:
identificación y clasificación delas figuras, el establecimiento de itinerarios de cómo el texto se
utiliza y la búsqueda de valores temáticos; el nivel lógico-semántico que se basa en que las formas
lógicas y significativas subyacen a las organizaciones narrativas y discursivas de tal discurso.
Finalmente, respecto a este método de interpretación bíblica cabe destacar que su límite principal no
es otro sino el peligro de dejar a fuera el mensaje del texto por centrar todo su interés en la
profundización del texto literario bíblico.
Por otro lado, nos encontramos también con distintos métodos de acercamiento y de
interpretación de la Sagrada Escritura que podemos englobar dentro del grupo de acercamientos que
están basados en la Tradición, podemos hablar entonces del acercamiento canónico. Éste
“interpreta cada texto bíblico a la luz del Canon de las Escrituras, es decir, de la Biblia en cuanto
recibida como norma de fe por una comunidad de creyentes. Procura situar cada texto en el interior
del único designio divino, con la finalidad de llegar a una actualización de la Escritura para nuestro
tiempo”. Este aspecto se basa en que la Escritura inspirada es la Escritura tal y como la Iglesia la ha
reconocido como regla de fe y, al mismo tiempo, es la comunidad el lugar adecuado para la
interpretación de los textos canónicos, cuya interpretación debe ser siempre fiel a la Tradición, y
cuya vigilancia corresponde a la autoridad eclesial (cfr. DV 10).
En primer lugar, podemos hablar del acercamiento sociológico. Para el estudio crítico de la
Biblia es necesaria una comprensión de los comportamientos sociales que caracterizan los medios en
los cuales las tradiciones bíblicas se han formado. “El conocimiento de los datos sociológicos que
contribuyen a hacer comprender el funcionamiento económico, cultural, y religioso del mundo
bíblico, es indispensable a la crítica histórica. La tarea que incumbe a la exégesis de comprender bien
el testimonio de la fe de la Iglesia apostólica, no puede ser llevada a buen término de modo riguroso
sin una investigación científica que estudie las estrechas relaciones de los textos del Nuevo
Testamento con la vida social de la Iglesia primitiva”. Por ello, puede encontrar como la mayor
dificultad la aplicación de métodos actuales a medios históricos muy alejados en el tiempo, así como
la falta de documentación suficiente en la Biblia para dar una visión de conjunto o conceder a los
aspectos económicos e institucionales más atención que a las dimensiones personales y religiosas.
Podemos continuar con el acercamiento por la antropología cultural que es otro método de
interpretación sincrónico que se engloba dentro de los acercamientos desde las ciencias humanas.
“Se interesa por un vasto conjunto de otros aspectos que se reflejan en el lenguaje, el arte, y la
religión, pero también en los vestidos, ornamentos, fiestas, danzas y todo lo que concierne a la
etnografía”. Procura definir las características de las personas en el medio social con todo lo que
implica de conocer el medio rural o urbano así como a los valores reconocidos por la sociedad. Su
aspecto más positivo es el hecho de que facilita la distinción entre los elementos permanentes del
mensaje bíblico con fundamento en la naturaleza humana de las determinaciones contingentes. No
obstante, tiene el peligro de que se crea en condiciones de dar cuenta de la contribución específica de
la Revelación.
Por otro lado, podemos hablar también del acercamiento feminista, cuya finalidad principal
es la liberación de la mujer y la conquista de derechos iguales a los del varón. Podemos hablar de que
tiene tres formas: la forma radical que rechaza la autoridad de la Biblia porque ha sido producida por
varones para justificar la superioridad de éstos; la forma neo-ortodoxa que acepta la Biblia como
profética y capaz de servir para su finalidad porque toma partido por los débiles y por las mujeres; la
forma crítica, utiliza una metodología sutil para descubrir la posición de la mujer en la predicación
de Jesús y en las iglesias paulinas. Se sirve de los métodos propios de la exégesis, especialmente de
método histórico-crítico, agregando dos criterios principales: el criterio feminista de liberación de la
mujer en la línea de la teología de la liberación; sociológico apoyándose en el estudio de las
sociedades. Su objetivo principal no es otro que el redescubrimiento del olvidado papel de la mujer
en la Iglesia de los orígenes, teniendo en cuenta que el Dios de la Biblia no es la proyección de una
mentalidad patriarcal, sino el Padre que es el Dios de la ternura y del amor maternal. El mayor límite
que tiene este acercamiento es caer en la trampa de lo mismo que denuncia así como perder de vista
la enseñanza evangélica sobre el valor del servicio.
Tras un breve recorrido por los métodos de interpretación de la Biblia cabe comentar algunos
aspectos también fundamentales. En primer lugar, podemos hablar de los sentidos de la Escritura,
de los que podemos afirmar tres. En primer lugar, el sentido literal, que consiste en conocer lo que
el texto dice en sí mismo, que no hay que confundirlo con una lectura literalista, es comprender el
texto según las convicciones literarias de su tiempo. “El sentido literal de la Escritura es aquél que ha
sido expresado directamente por los autores humanos inspirados. Siendo el fruto de la inspiración,
este sentido es también querido por Dios autor principal” y esta es una de las tareas del exegeta.
En segundo lugar, podemos hablar del sentido espiritual que se puede definir, según la fe
cristiana, “como el sentido expresado por los textos bíblicos, cuando se los lee bajo la influencia del
Espíritu Santo en el contexto del misterio pascual de Cristo y de la vida nueva que proviene de Él”.
Finalmente, podemos hablar del sentido pleno que se define “como un sentido profundo del
texto, querido por Dios, pero no claramente expresado por el autor humano. Se descubre la existencia
de este sentido en un texto bíblico, cuando se lo estudia a la luz de otros textos bíblicos que lo
utilizan, o en su relación con el desarrollo interno de la Revelación”. Su fundamento radica en el
hecho de que el Espíritu Santo es el autor principal de la Escritura de forma que guía al autor
humano en sus expresiones hasta el punto de que no percibe toda la profundidad que éstas esconden
en su mensaje.
Finalmente, podemos hablar del agente que ha de interpretar la Sagrada Escritura, en relación
con la tradición de la Iglesia. En primer lugar, podemos hablar de que todos los miembros de la
Iglesia tienen su lugar, para que así arda su corazón en el estudio y en la oración en el contexto de su
vida personal. No obstante, podemos destacar el papel de los obispos, que como sucesores de los
apóstoles son testigos y garantes de la Tradición y, en cuanto que son colaboradores suyos, los
sacerdotes, cuya primera obligación es la predicación de la Palabra de Dios y están dotados de un
carisma particular para aplicar la Palabra de Dios a las circunstancias concretas de la vida.
Finalmente, podemos destacar el papel y la misión del exegeta que pone todo su saber al servicio de
la Iglesia, mediante la búsqueda de los sentidos de la Escritura, la aplicación de los métodos de
interpretación, estudiando y explicando la Sagrada Escritura para poner sus riquezas a la disposición
de los pastores y los fieles. Por ello, deben tener en cuenta el carácter histórico dela revelación
bíblica, actualizar el mensaje bíblico, el alcance cristológico que Ésta tiene y la relación entre la
Biblia y la Iglesia.
No obstante, no hay que olvidar que “el oficio de interpretar auténticamente la palabra de
Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya
autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo” (DV 10). Por eso, en último término es el magisterio
quien tiene la misión de garantizar la auténtica interpretación y de indicar si alguna interpretación
particular es incompatible con el auténtico evangelio.
Por otro lado, la inculturación hace referencia al enraizamiento del mensaje bíblico en los
diversos terrenos. Su fundamento teológico es la convicción de que la Palabra de Dios transciende
las culturas en las que se expresa pudiendo llegar a todas las culturas independientemente de la del
destinatario.
En tercer lugar, y en cierto sentido, la parte más amplia dentro de este apartado es la Palabra
de Dios en la vida de la Iglesia (nn. 72 – 89). En este apartado hace una relación de la Palabra de
Dios con las diferentes realidades de la vida eclesial y de la vida de los creyentes que ha de iluminar
y estar presente. En este sentido podemos hablar de la relación entre la Biblia y la teología con dos
modelos básicos a lo largo de la historia. El modelo patrístico y medieval antiguo (VD 31)
caracterizado por la exégesis literal, alegórica (referencia profunda a Cristo y a la Iglesia), moral o
tropológica y anagógica (escatología). Posteriormente en el siglo XIII, surgió el modelo escolástico
que conllevó la sistematización de la teología, la Biblia era el apoyo autorizado de las afirmaciones
dogmáticas. También hay que hacer referencia al hecho de que aunque a lo largo de la historia no
siempre ha habido esta vinculación entre la teología y la Biblia, especialmente en la época de la
Contrarreforma, tras el Concilio Vaticano II se reafirmó está vinculación intrínseca como podemos
observar en DV 24 y OT 16, entre otros.
También aquí podemos hablar del apostolado bíblico cuyo objetivo no es otro que conocer la
Biblia como Palabra de Dios y fuente de vida. Es por esto que se favorecen las traducciones y la
difusión de la Sagrada Escritura, repetido por numerosos documentos del Magisterio de la Iglesia
como por ejemplo Dei Verbum o Verbum Domini, entre otros. En este sentido han ido surgiendo en
la Iglesia numerosos grupos y movimientos que han puesto en un primer plano la lectura de la Biblia
en una perspectiva de fe y de compromiso cristiano con un triple objetivo: conocer la Biblia,
construir la comunidad y servir al pueblo.
BIBLIOGRAFÍA: