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FACULTAD DE HUMANIDADES

CARRERA DE PSICOLOGÍA

Informe:

Trastornos de la eliminación en la etapa de la niñez y la infancia (enuresis y


encopresis)

Autores:

- Alarcón Espinoza, Rosa Ángela


- Angeles Quijano, Keyla Maritza
- Marreros Arellano, Esteban David
- Sedano Tueros, Joel Marino
- Tellez Boado, Marcelo Augusto
Profesor:

Jesús Bustamante

Curso:

Psicología del Desarrollo

2019 - II

1
Introducción

En el presente informe nos enfocaremos en dar a conocer la importancia del trastorno de la


enuresis y encopresis.
A lo largo de nuestro tema conoceremos más a profundidad sobre el origen, argumento, causa y
efecto de estos trastornos desde la perspectiva psicológica.
En la actualidad es muy común que se den trastornos de enuresis y encopresis debido a los
problemas físicos, psicológicos, hereditarios, sociales a los que están propensos los niños e
infantes.
Nuestro trabajo de investigación proporcionará información sobre la definición de enuresis, que
es la emisión no voluntaria de orina por el día o por la noche a una edad en la que se espera que
haya control al respecto, la encopresis, que es el paso voluntario o involuntario de heces en un
niño de más de cuatro años, lo cual causa el manchado o suciedad de sus ropas. Los diferentes
factores que generan dichos padecimientos, consecuencias que se manifiestan en síntomas físicos
y psicológicos, exámenes que se realizan para hacer una evaluación, y procedimientos para
realizar un tratamiento adecuado según sea la problemática.

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Definiciones

ENURESIS:

Según Carmen Bragado (2009) en su libro de la Enuresis Nocturna, se define como: “emisión
involuntaria y persistente de orina durante el día, la noche o en ambos momentos, después de una
edad en la que el niño ya debería haber aprendido a controlar la micción (normalmente entre los
cuatro y los cinco años) y no existen indicios de patología orgánica”.

La Organización Mundial de la Salud, se refirió a la enuresis como la acción de orinarse en


repetidas ocasiones en la ropa, o en la cama, y esto abarca tanto si el vaciado es involuntario como
intencionado. Para ser considerado un problema como tal esta conducta debe de ocurrir como
mínimo 2 veces por semana, durante 3 meses, y a su vez, tiene que alterar el funcionamiento
social o académico del niño.

ENCOPRESIS:

Cada día a la par de avances tecnológicos también avanzan las enfermedades como tal es el caso
de la encopresis según Alexander von Gontar: También conocida como incontinencia fecal es un
raro trastorno que afecta a infantes alrededor del mundo. Incluso llegando a ser más concurrido
que la enuresis también conocida como incontinencia urinaria la cual se asimila ya que está ligada
a niveles elevados de sufrimiento tanto en infantes como en sus padres. Del mismo modo la tasa
de trastorno emocionales comórbidos es superior a la media, afectando entre 30 – 50 %aprox de
todos los infantes con encopresis. (Von Gontard 2011).

Se pueden contrastar dos tipos relevantes de encopresis: encopresis con y sin estreñimiento. La
distinción específica entre estos dos subtipos es de máxima relevancia e puntualidad porque se
diferencian en función de la fisiopatología, los rasgos clínicos y, además cabe mencionar, que el
tratamiento el segundo no responde al tratamiento con laxantes mientras que en el primero son
esenciales en el tratamiento. (Nieves Hermosín Carpio 2011)

La encopresis por su parte, es definida como el repetido patrón de evacuar las heces en lugares
inapropiados, y así como en la enuresis, abarca tanto si es involuntario como intencionado. Los
requisitos que se deben cumplir para que se considere un mal es que esta conducta esté presente
por lo menos durante 3 meses, y la edad cronológica del niño debe de ser de al menos 4 años.
(Organización Mundial de la Salud, 2008).

Por ese motivo se definen como trastornos de la eliminación que se caracterizan por la expulsión
de heces o de orina en lugares inadecuados por un infante, donde con la edad cronológica que
lleva, ya debería ejercer cierto control sobre estos. Es preciso que se desarrolle gradualmente el
control sobre el intestino y la vejiga. Desde el punto de vista psicológico, estos problemas afectan
significativamente al individuo, en los que ahondaremos más adelante.

¿Cuáles son los criterios de diagnóstico de la enuresis?

Los criterios diagnósticos del DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales), son los siguientes:

A – Emisión repetida de orina en la cama o en la ropa, sea involuntaria o intencionada.


B – El comportamiento en cuestión es clínicamente significativo, manifestándose por una
frecuencia mínima de 2 episodios semanales durante por lo menos 3 meses consecutivos o por la
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presencia de malestar clínicamente significativo o deterioro social, académico-laboral o de otras
áreas importantes de la actividad del individuo.
C – La edad cronológica es de por lo menos 5 años (o el nivel de desarrollo equivalente).
D – El comportamiento no se debe exclusivamente al efecto fisiológico directo de una sustancia
(por ejemplo, un diurético) ni a una enfermedad médica (por ejemplo, diabetes, espina bífida,
trastorno convulsivo).

¿Cuáles son los criterios de diagnóstico de la encopresis?

Los criterios diagnósticos del DSM-IV son los siguientes:


A – Evacuación repetida de heces en lugares inadecuados (por ejemplo, vestidos y suelos), sea
involuntaria o intencionada.
B – Por lo menos un episodio al mes durante un mínimo de 3 meses.
C – La edad cronológica es por lo menos de 4 años (o un nivel de desarrollo equivalente).
D – El comportamiento no se debe exclusivamente a los efectos fisiológicos directos de una
sustancia (por ejemplo, laxantes) ni a una P médica, excepto a través de un mecanismo que
implique estreñimiento.
Hay que especificar si es con estreñimiento e incontinencia por rebosamiento o sin estreñimiento
ni incontinencia por rebosamiento.

¿Qué tipos de enuresis hay según la aparición del trastorno?

Basándonos en las definiciones presentadas por la Sociedad Internacional de la Continencia en


Niños (ICCS), existen 2 tipos de enuresis:

Enuresis primaria: Si el niño nunca ha podido controlar la micción, se llama enuresis primaria.

Enuresis secundaria: Si alguna vez ha habido una etapa donde haya controlado el esfínter, y
vuelve a aparecer la incontinencia, se denomina enuresis secundaria. Es imprescindible resaltar
esta distinción cuando se realiza el diagnóstico de este trastorno.

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¿Qué tipos de encopresis hay según la aparición del trastorno?

En este trastorno existe la encopresis primaria o continua, que es la ausencia de control por al
menos 6 meses, mientras que la secundaria o discontinua, es cuando el niño tuvo control
anteriormente, pero volvió a dicha incontinencia.

Factores que pueden causar estos trastornos:

Enuresis: Aquí intervienen numerosos factores, entre ellos factores biológicos y psicológicos,
sobre un trasfondo genético individual.

Anormalidades anatómicas:

Durante largo tiempo la anatomía, tanto de la vejiga y del tracto urinario han estado como tema
de debate, buscando una relación con la enuresis. Pese a ello, no se han descubierto diferencias
significativas en las capacidades de la vejiga entre los niños que tienen enuresis primaria nocturna,
con los del grupo de control y pacientes que tenóan antiguos casos de enuresis. Las
investigaciones más actuals sugieren de que, a no ser que existan anormalidades específicas, los
procedimientos quirúrgicos no son una salida efectiva ni adecuada. A su vez, no se ha demostrado
que la enuresis se deba a una inmadurez en el desarrollo del niño.

Aspectos psicológicos:

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Mientras tanto, en el aspecto psicológico, sí que se ha podido establecer una relación entre la
enuresis y las dificultades psicológicas en un individuo. Se le ha intentado asociar esto a los
trastornos de comportamiento, pero se ha visto que así como los grupos de niños enuréticos tienen
dificultades de comportamiento que los que están en el grupo de control, ambos poseen
puntuaciones significativamente más bajas en el CBI (Child Behavioral Inventory) que la
población clínica realizada al azar. También se ha analizado la relación de la enuresis con el
trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
La comorbidad de ambos trastornos es de un 30%. Se concluyó que el 32% de los niños con
TDAH también cumplía los criterios para la enuresis y que ese porcentaje era mucho más alto de
lo que se esperaba. De todas formas, no se encontraron diferencias en cuento a alguna difucultad
psicopatológica entre un TDAH enurético y otro caso de TDAH sin enuresis, lo que dejaba en
evidencia que la presencia de la enuresis no aumentaba el riesgo de psicopatología, sin embargo,
lo que sí había, era un mayor riesgo en lo que respecta a la discapacidad que podría presentar para
el aprendizaje, malas habilidades y actuaciones deterioradas en estos niños que tenían el trastorno
enurético, con respecto a los otros que no tenían.
Otra cosa que se demostró es que la trasmision de padres a hijos de la enuresis era independiente
de la trasmisión del TDAH.
Se procedió a estudiar una relación de este trastorno con el mutismo selectivo, en lo que resultó
que los niños con este trastorno, padecían encopresis y enuresis con mucha más frecuencia que
los niños del grupo de control. El patrón que podemos deducir es que los trastornos de
comportamiento están más relacionados con la enuresis secundaria que con la primaria.
Se comprobó que entre los factores de riesgo para desarrollar enuresis secundaria, está el de haber
estado expuesto a cuatro o más experiencias vitales estresantes, pero durante un año. Esto
concluye que los estresantes psicológicos y la vulnerabilidad fisiológica pueden haber sido la
causa de la enuresis secundaria en varios niños.
En concolusión, sí existe cierta relación; la inmensa mayoría de niños no padecen otro trastorno
psiquiátrico, aunque éstos son más frecuentes en niños enuréticos que en no enuréticos, pero son
la minoría.

Trastornos del sueño:

Se concluyó que cada episodio enurético ocurre en cada una de las fases del sueño, es una cifra
que depende de qué tanto tiempo el niño pase en cada una de ellas. Si tomamos en cuenta esto, se
han encontrado tres tipos de enuresis:

Tipo 1: Representan el 60% de los casos; el niño se orina sin llegar a tener conciencia de ello,
supuestamente por un trastorno del despertar de grado leve.

Tipo 2a: En el 10% de los sujetos, de modo un poco más comprometido, la información de la
distensión cortical no alcanza el córtex y por consiguiente no se activa el despertar.

Tipo 2b: en el 30% de los casos hay un trastorno de vejiga que podría tener que ver con una
inmadurez funcional, al aparecer unas contracciones vesicales continuas no inhibidas sin
traducción en el EEG, en las etapas profundas de sueño.

Influencias genéticas:

El peligro de un niño de sufrir enuresis se multiplica por 7,1 si su papá la sufrió también o por 5,2
si fue la mamá la afectada. El episodio de enuresis nocturna en monocigóticos es doble que en los
dicigóticos. Sin embargo, la genética no puede manifestar todos los casos de enuresis. Los
estudios sugieren que si se puede percibir una historia multigeneracional de enuresis en la familia
del niño enurético, entonces es que existe una contribución genética significativa a la
perturbación. Sin embargo, parece existir heterogeneidad con los cromosomas involucrados.
Vieron que únicamente el 39.3% de las familias se ajustan al perfil de traspaso multigeneracional.

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Lo que evidentemente se sabe es que una historia familiar positiva es un factor de pronóstico
positivo.

Factores fisiológicos:

Se intentó analizar si los niveles endogenosos de vasopresina (AVP) podían diferenciar a un niño
enurético del que no lo es, asimismo, como su contestación a la desmopresina (DDAVP). Los
resultados no fueron del todo concluyentes, ya que no se hallaron diferencias en los niveles de
vasopresina en los niños que responden a la desmopresina de los que no lo hacen. Se ha intendado
relacionar la poca gravedad específica de la orina que se presenta a primera hora de la mañana en
niños enuréticos con el episodio en cuestión. Sin embargo, los resultados obtenidos no fueron del
todo significativos. Lo que se descubrió es que los niños con enuresis tienen un ritmo diurno algo
anormal en lo que respecta a la excreción de potasio y sodio, y esto puede estar relacionado con
los mecanismos tubulares renales. Las últimas investigaciones se realizaron y estuvieron
enfocadas en este sentido. Se supo que la imipramina puede producir una disminución en la
excreción del sodio y potasio, lo que contribuiría a descender la producción de orina.

Encopresis:

No existe un perfil psicológico como base, pero, ciertamente, los rasgos de personalidad
patológica parecen más precisos que en la enuresis.

Se han descrito:

- Niños ansiosos, pasivos que manifiestan su agresividad de forma inmadura.

- Niños con rasgos obsesivos, negativistas en los que la encopresis viene a ser el rechazo a
someterse a la norma social.

-La encopresis se inscribe en el marco de una conducta con una dimensión perversa dominante:
regresión o fijación en un modo de satisfacción arcaica, centrada a la vez en la retención y
posteriormente en la erotización secundaria de la conducta desviada.

-La encopresis tiene una causa funcional, pero una serie de factores ambientales, pero una serie
de factores promueven su causa y perpetuación. Ahondando en los factores, tenemos:

 Estreñimiento y encopresis:

Nuestro organismo posee mecanismos de control que evitan la salida involuntaria de heces, orina
y gases. De forma inconsciente, desde el nacimiento existe una regulación en la defecación.
Aproximadamente a los 2 años y medio puede alcanzarse el control voluntario de la defecación.
La continencia fecal vendría siendo la capacidad del organismo para saber el momento en que
está llena la ampolla rectal y para retener el contenido de esta, hasta que sea conveniente su
expulsión. Las estructuras principales que dirigen la continencia y la defecación son: el esfínter
anal externo, el músculo puborrectal, el esfínter anal interno y el recto. La materia fecal puede ser
detenida de forma voluntaria, evitando así que salgan las heces, mediante la contracción del
esfínter externo y del músculo puborrectal.

En la expulsión de la materia fecal debemos distinguir las siguientes etapas:

1) Mediante acciones voluntarias se provoca un aumento de la presión intraabdominal: la


glotis se cierra y el diafragma queda fijo.

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2) Se contraen los músculos puborrectales.

3) La contracción sincronizada del esfínter interno del ano y de la relajación del esfínter
externo del ano.
4) La contracción del recto.

Cualquier lesión que provoque un daño en las estructuras que mencionamos puede provocar
retención de heces, o una inposibilidad de retención. Varios estímulos de la esfera emocional
pueden producir una descarga de los neurotransmisores de tipo noradrenérgico, que tienen la
capacidad para dar estimulo a la musculatura estriada implicada en el proceso de la defecación, y
provocar respuestas en la emisión o retención de la materia fecal. Un 85% de los niños con
encopresis tienen estreñimiento funcional crónico. Prácticamente existe una clara relación. El
estreñimiento es casi el 5% de cada consulta ambulatoria realizada al pediatra. El estreñimiento
define por su misma naturaleza, cuanto duran las deposiciones, el dolor asociado a la misma, y a
la falta de una evacuación completa del colon inferior, lo que más adelante podrá desencadenar
problemas. También puede ocurrir que un niño haga tres defecaciones por día, y aún así, no haber
evacuado el colon, y sin embargo, puede haber otro caso donde un niño retenga dos deposiciones
abundantes de heces blandas a la semana, y no estar estreñido. Esta retención de heces es la
consecuencia de que durante días no se las haya expulsado. El estreñimiento crónico por lo
general surge después de un problema agudo que no ha sido debidamente tratado en su momento.
En los lactantes y preescolares el episodio de estreñimiento agudo puede aparecer con un cambio
en la dieta, o un cambio en las rutinas diarias, una deshidratación, algún episodio estresante, una
experiencia terrorífica, un incidente que haya producida alguna defecación dolorosa, entre otras.
El estreñimiento funcional crónico no solo se puede explicar por un único mecanismo. Hay cierta
probabilidad que incidan factores constitucionales y hereditarios. La expulsión de heces
formadas, cuando hay estreñimmiento, se vuelve dolorosa y el niño comienza a retenerlas para
evitar este dolor, pero como esta retención fecal se va haciendo cada vez mayor, se termina
produciendo un círculo vicioso, en el que cada día solo estará empeorando su situación.

El recorrido por el recto de esas heces que han sido retenidas, secas, cada vez más duras y con
menos volumen provocarán una defecación extremadamente dolorosa, y no sería para nada raro
que esta vaya acompañada de escenas dramáticas como: ataques de nervios, e incluso gritos, la
efectuación de maniobras extrañas para detener la progresión de la deposición, o la realización de
movimientos con las piernas y el cuerpo para no eliminar las heces; también irá acompañado con
el rechazo de sentarse en el retrete.

Saldrán al exterior heces líquidas o extremadamente blandas, que no vaciarán en lo absoluto ni el


recto ni el colon, porque son una parte que escurren alrededor del verdadero problema de las heces
endurecidas y acumuladas que tienen en el interior. Con el transcurrir del tiempo, si el
estreñimiento no se resulve, la masa de heces distiende el recto y puede llegar a palparse esta
masa que puede llegar hasta el ombligo. La encopresis está siempre presente en los casos de
estreñimmiento crónico grave, y es muy frecuente que venga incluida la incontinencia urinaria.
Los dolores abdominales son demasiado frecuentes, e incluso puede estar incluida la anorexia a
la suma de problemas del niño.

 Factores parentales:

El hecho de enseñar al niño el control de los esfínteres debe de ser cuando este ha alcanzado un
desarrollo motor adecuado, y por este motivo, nunca debe empezarse antes de que el niño ande
solo y de que esté listo para sentarse en un orinal adecuado. En términos generales, no antes de
los 18 a 24 meses de edad. No es muy raro encontrar niños con encopresis que comenzaron el
adiestramiento en los primeros meses de vida. La actitud que muestran los padres durante la etapa
que se entrena al niño debe de ser flexible, mostrándose pacientes y comprensivos. Las actitudes

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excesivamente punitivas y rígidas se consideran perjudiciales para un correcto desarrollo y
aprendizaje.

 Factores personales:

Un niño con un retraso en la maduración puede también desarrollar un retraso en el aprendizaje


de la defecación. La falta de control de las heces, puede ser utilizada por el niño como medida de
control para controlar a sus padres. Algunos niños en edad preescolar pueden desarrollar fantasías
sobre las heces y/o sobre la taza del inodoro que les provoque retener las deposiciones. Un niño
demasiado ansioso o hiperactivo puede “no encontrar momento” para ir a defecar, provocánse
una retención peligrosa de heces que ponga en marcha todo el trastorno. Los procesos explicados
en nuestro apartado anterior, que provoquen un dolor al defecar, hay que preguntarlos, porque eso
nos permitirá entender los orígenes del cuadro tratado. Las diferentes enfermedades médicas,
malformaciones y trastornos psiquiátricos van asociados o pueden tener relación con la encopresis
como síntoma. Los sucesos estresantes como el miedo intenso, divorcio, enfermedad física, etc,
en un niño que lleva apenas poco tiempo aprendiendo a controlar la defecación, pueden provocar
un retroceso al aprendizaje, y escapársele los excrementos, lo que podría desencadenar dicho
trastorno.

 Factores familiares:

En muchas familias, podemos encontrar un ambiente tenso, e incluso peligroso. A su vez, una
deficiente comunicación entre sus miembros. Es muy frecuente que el niño con encopresis sea la
oveja negra, el que malogra todo. En otras familias, puede haber entre cada miembro, una pelea
constante por la obtención del poder, siente ese el estilo de interacción, y el niño utilizaría el
propio control de la defecación como arma frente a los conflictos familiares. Las familias
extremadamente desorganizadas o caóticas, suelen ser incapaces de estableces rutinas de
adiestramiento a sus hijos.

¿Qué características están asociadas a la familia del niño encoprético?

Por lo general, es muy relevante la relación madre-hijo. El papá acostumbra a ser tímido y
reservado, y poco relevante al intervenir escasamente en dicha relación madre-hijo. En cuento a
las mamás, parece que poseen algunos rasgos distintivos. A menudo suelen ser muy emotivas,
ansiosas y sobreprotectoras. Ocultan su ansiedad tras la conducta excesivamente rígida con
respecto a la educación de esfínteres o tras una excesiva preocupación por las “evacuaciones” del
niño. Las disociaciones familiares: inicio del trabajo de la madre, el inicio de la escuela del niño,
el nacimiento del hermano; son a menudo, factores que desencadenan la encopresis.

Evaluación clínica de los trastornos:

Enuresis:

Es sumamente esencial una historia familiar, y personal completa, a su vez, como un examen
físico para descartar una enuresis a nivel orgánico. Los niños que se orinan a casi cualquier hora
del día tienen más probabilidades de que tengan alteraciones en el tracto urinario que los que solo
tienen enuresis nocturna. Para saberlo, se recomienda realizar ultrasonografías del tracto urinario,
una urinoflujometría y análisis de orina rutinarios, con el fin de llevar un control. Los mecanismos
invasivos no pueden utilizarse si no es estrictamente necesario. Siempre se debe descartar la
presencia de otros problemas que justifiquen el cuadro clínico. Como por ejemplo, en los casos
donde se hallan otras patologías:

- Patología genitourinaria, estructural, neurológica o infecciosa.

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- Otros trastornos orgánicos que generan poliura y enuresis, como la diabetes mellitus e insípida,
la anemia de células falciformes y la insuficiencia renal.
- Trastornos de la conciencia: epilepsia, intoxicaciones.
- Efectos secundarios farmacológicos: antipsicóticos, especialmente tioridacina.

Encopresis:

La correcta evaluación permitirá diferenciar los diversos tipos de encopresis, así como detectar
las circunstancias ambientales, emocionales y conductuales relevantes en cada caso.

1. Anamnesis: Se debe de hacer una buena recogida de los síntomas. Cuando apareció dicho
estreñimiento, y si es ocasional o no. Las circunstancias que podamos considerar
desencadenantes, el tipo de alimentación, los tratamientos prescritos, etc. Antecedentes
personales: malformaciones congénitas intervenidas, etc. Un estreñimiento que comenzó
precozmente con la manifestación en el periodo neonatal, que sugiera una causa orgánica
subyacente. El aspecto de las heces, y si hay o no un abombamiento abdominal. La
existencia o no de molestias urinarias, o la presencia de trastornos miccionales. De igual
forma, la incidencia familiar, donde cosas como la fibrosis quística, la pseudoobstrucción,
etc, pudieron estar presentes.

2. Aspectos psicológicos: Tenemos que saber cómo y a qué edad se ha iniciado el


entrenamiento esfinteriano. Puede que exista algún desencadenante físico (experiencia
dolorosa) o emocional. Cómo la familia interpreta el problema del niño con respecto a la
defecación, y cómo se encaja que el niño ensucie la ropa o rechace hacer deposición; si
hay castigo o puestas en ridículo para que se estimule y haga un vago intento de cambio,
o que crea que lo hace para estar por encima de todos, enfocarlo como un problema
madurativo, etc. Debemos evaluar si tiene, aparte, otros retrasos en el desarrollo. Cómo
vive el niño con el problema, si es que se averguenza, o es rechazado por los amigos, se
porta mal, si está mal adaptado en la familia o en el colegio, si es agresivo o si tiene
alguna dificultad en el aprendizaje, etc.

3. Examen físico: Cualquier anomalía anatómica en la zona anal, o en el canal neuronal nos
puede hacer pensar que es una causa orgánica. Tenemos que ver si existe un
abombamiento abdominal; la medición del diámetro del abdomen podría ser útil para ver
la eficacia de un posterior tratamiento realizado en el niño y ver su efectividad. La
palpación abdominal puede descartar la presencia de fecalomas. Se debe hacer una
inspección del sacro y región glútea, así para descargar anomalías del raquis. El hecho
de visualizar el ano, permite ver su posición, ver si hay o no algún signo de infección
local, que son frecuentemente en los casos crónicos. Sistemáticamente, hay que hacer
tacto rectal, que nos permitirá ver el tono del esfínter, y si hay o no fecaloma en el recto.
El tacto rectal debe hacerse en la postura más cómoda posible para el niño. Cuando se
hace el tacto rectal, penetrando con el dedo el tracto del niño, notaremos a través del ano
bien contraído, una relajación del conducto rectal, excepto en aquellos casos en que haya
estenosis o zonas aglanglionares como en la enfermedad de Hirschprung. La ampolla
normal está ligeramente dilatada y puede aguantar materia fecal. Una ampolla dilatada
llena de materia fecal dura es característica de la retención funcional. El interrogatorio y
el análisis físico nos permiten resolver si hay que hacer o no pruebas complementarias.
Siempre se debe descartar la presencia de infección urinaria, sobre todo en las niñas y si
hay fecalomas.

4. Pruebas complementarias: Un pediatra, mediante la anamnesis y la exploración física


cuidadosa, puede decidir si hay necesidad de añadir alguna otra prueba como:
hemograma, determinación de electrolitos, hormonars tiroideas y suprarrenales. Los
niños y lactantes, en su mayoría, con estreñimiento funcional, necesitan pocas pruebas.
Una radiagrafía simple del abdomen no se indica en los estreñimientos leves, y lo que

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puede aportarnos sí, es el grado de retención de heces, y si existe un megacolon. Puede
que sea necesario realizarla a los niños que no puedan hacerse un tacto rectal, por resultar
emocionalmente inaceptable para ellos, o si el niño es muy obeso. Esto también permite
descargar anomalías en la columna sacra. El enema de bario solo se debe hacer en
aquellos casos que sosprechemos organicidad. Esto no está indicado en los niños con
clínica de encopresis primaria, ni tampoco en el estreñimiento funcional, que no sea
grave. Una manometría anorrectal solo debe hacerse en los niños que tengan
estreñimiento grave, o con los que tengamos la sospecha de que exista una enfermedad
orgánica, como la enfermedad de Hirschprung, o la pseudoobstrucción o en aquellos
casos de encopresis que no respondan al tratamiento. La biopsia rectal, finalmente,
confirmaría el diagnóstico de dichos procesos. Los casos, en su mayoría, dicen que la
encopresis debe de ser diagnosticada y seguida por el pediatra. Solo será necesaria una
derivación a otro especialista en el caso de que se deba realizar otro estudio, donde
sospechemos que el paciente tenga como origen del problema una causa orgánica, así
como el que tenga alteraciones psicopatológicas asociadas. Un evaluacioón de la
repercusión en el aspecto afectivo y conductual de la encopresis, salvo en los casos
complicados con respecto a otros trastornos psiquiátricos, o cuando haya mucha patología
en el funcionamiento familiar, también serían abordados por el pediatra.

Síntomas de los trastornos:

Enuresis:

Bueno, como el principal síntoma, tenemos a la micción involuntaria, esto durante la noche y con
una frecuencia de por lo menos dos veces al mes.
Pueden desarrollarse complicaciones si se omite la presencia de una causa física de este problema.
De la misma manera, se pueden presentar complicaciones de tipo psicosocial si el problema no
se trata de manera efectiva y en el momento oportuno.

Encopresis:

 Incapacidad para retener las heces (incontinencia intestinal).


 Defecación en lugares inapropiados (por lo general, en la ropa del niño).
 Comportamiento reservado asociado con las defecaciones.
 Estreñimiento y heces duras.
 Evacuación ocasional de heces muy grandes que casi obstruyen el inodoro.

¿Qué tratamientos existen para estos trastornos?

Enuresis: Cabe resaltar que la mayoría de los casos de enuresis desaparecen espontáneamente en
la segunda infancia, lo cual es importante tener en cuenta a la hora de valorar la eficacia de un
tratamiento. Cada tratamiento va dirigido a niños de más de 4 años y medio. Los tratamientos más
eficaces y utilizados son los siguientes:

 Medidas generales: Las medidas generales consisten en la corrección de ciertas medidas


de carácter educativo de los padres, que no hayan sido aplicadas adecuadamente, como
parte de un aprendizaje excesivamente precoz o rígido, o un exceso de precaución
(pañales, hules, cuidados íntimos repetidos, empapadores). Una sobreprotección nunca
es buena. Se debe moderar la ingesta de líquidos por la noche, sin que esto sea
sobrevalorado. A su vez, también es recomendable que el niño más activo practique algún
deporte, ya sea natación. Estas medidas implicarían la colaboración de la familia en un
eventual abandono de sus posturas rígidas que no siempre se acepta de buen grado.

 Motivación al niño: La información acerca del funcionamiento urinario del niño, es


fundamental. La desmitificación del síntoma permitiría al niño hacer que deje de sentirse

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una víctima culpable. Puede ser muy útil realizar algunos dibujos y la explicación del
trayecto de la orina desde la boca al esfínter. Una participación del niño en los resultados,
mediante anotaciones en su cuaderno, puede favorecer la motivación, sin que esto deba
convertirse en una práctica obsesiva. Lo que menos queremos ya, es crear malos hábitos.

 Tratamiento conductual: Un tratamiento conductual muy eficaz es el utilizado por un


mecanismo de condicionamiento que es el llamado “bell-and-pad”. Es un mecacnismo
que hace sonar un timbre o parecido cuando el niño comienza a orinarse, despertándolo.
El grado general de éxito es del 75% de todos los casos. Los factores de pronóstico
negativo son el nerviosismo familiar y el trastorno del comportamiento del niño. Es
sabido que la recaída tras un éxito inicial es más proble que ocurriera en niños con
enuresis secundaria. Existen dos tipos de respuesta a este tratamiento. Por una parte, los
niños que, tras el tratamiento, consigan levantarse de manera espontánea para ir al baño,
y por otro lado, los que también tras el tratamiento duermen durante toda la noche, pero
sin mojarse. Se descubrió que después del “bell-and-pad” la capacidad de la vejiga había
aumentado tanto en los niños que dejaron de mojarse como en los que no. Hoy en día, se
ha añadido un elemento nuevo al mecanismo: un monitor ultrasónico pegado a un
cinturón elástico abdominal, lo que provocaría que suena una alarma cuando la capacidad
de la vejiga llegue a un predeterminado umbral. A veces se ha reemplazado el original,
por un reloj alarma que sonaría cuando se supone que la vejiga ha llegado a la máxima
capacidad, o después de 2 o 3 horas de sueño. Los resultados son tabién buenos para niños
resistentes al “bell-and-pad”. Otro tratamiento cuando hay reticencia es combinar el “bell-
and-pad” con la desmopresina. Aquí es donde entramos a la parte farmacológica.

 Tratamiento farmacológico: Era algo inevitable, pero también como en todo


tratamiento, existe el ámbito farmacológico.

 Antidepresivos tricíclicos:
La imipramina ha sido el fármaco principal de tratamiento para la enuresis. A pesar que su
mecanismo de acción nunca se ha demostrado concluyentemente, es mucho más eficaz que
cualquier otro agente anticolinérgico. Actualmente parece que este está relacionado con los
cambios en el nivel tubular renal. A su vez, se ha intentado saber si su éxito dependía de sus
propiedades antidepresivas. Se vio que la imipramina era en gran parte, mucho más efectiva
que la miaserina, que es un depresivo cuadricíclico que no tiene efectos anticolinérgicos
significantes.

 Desmopresina (DDAVP):
Por su parte, la desmopresina aparece en la última década como una forma predominante de
tratamiento en casos de reticencia del tratamiento anterior. Se ha observado que la ennuresis
reaparecía en el momento que se suspendía el tratamiento. Los factores de pronóstico positivo
fueron la edad mayor de 9 años y una menor frecuencia de episodios enuréticos. También se
probó en niños que eran reticentes al “bell and pad”. En el 55% de los casos cesó la enuresis,
el 19% tuvo una respuesta parcial, y el 28% no respondieron. En los casos de enuresis
primaria que fueron tratados con desmopresina se encontró que el 61% de los niños
encontraron criterios para al menos la reducción del 50% en la frecuencia de os episodios
enuréticos. Los niños de mayor edad, tuvieron una mejor respuesta frente al tratamiento. Con
una administración intranasal se bajaron las dosis pertenecientes a la administración oral.

Otras formas de tratamiento:

-Acupuntura.

-Hipnosis.

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-Fármacos del tipo prostaglandin, la mesterolona andrógena sintética oral y los antagonistas
cálcicos anticolinérgicos.

-Oxibutinin hidroclorídico que puede ser efectiva los niños reticentes a la imipramina y que tienen
disfunciones en el almacenaje de la vejiga, ejerciendo efectos espasmódicos sobre el músculo
relajado. Se ha utilizado con pacientes con contracciones de la vejiga involuntarias debido a
factores orgánicos.

- Psicoterapia: Si bien es cierto, no hay investigaciones que demuestren si es efectiva o no, pero
puede estar bien indicada para las secuelas psicosociales que deja la enuresis. También son más
efectivas para los niños con enuresis secundaria que poseen una historia clara de nerviosismo y/o
trauma antecesor a la enuresis. Esto no se ha comprobado.

En conclusión, entre los tres tratamientos más utilizados (bell and pad, imipramina y
desmopresina), y después de 6 meses de investigación, se comprobó que los mejores resultados
los dio el tratamiento de condicionamiento. Hay más recaídas tras el cese de la medicación que al
dejar el tratamiento del “bell and pad”.

Encopresis:

Lo más recomendable es la asociación de medidas físicas y psicológicas, todo esto con el fin de
evitar el estreñimiento y las complicaciones posteriores, así como estimular hábitos de defecación
regular.

 Educación:

Debemos explicar que al niño se le escapan las heces, no porque tenga algún problema de carácter
psiquiátrica ni psicológica, ni tampoco porque los padres tengan la culpa de ello. La expulsión de
las heces es involuntaria, y ocurre sin que el niño se percate de ello, es algo que está fuera de su
control. Se debe explicar a los padres y al propio niño mediante dibujos sencillos lo que ocurre
cuando el recto está lleno a rebosar de heces y porque entonces el ano no informa correctamente
sobre si tenemos que retener o empujar, será de gran utilidad. Si los papás entienden bien las
explicaciones, poddrían colaborar de una forma eficaz con el tratamiento que en general es
duradero y plagado de retrocesos y parones, sobre todo en los casos graves o moderados. Una vez
que esta relación se ha establecido con el pediatra (aceptación y confianza), se debe pasar a un
tratamiento a largo plazo, cuyo objetivo será: el desvanecimiento del dolor al defecar, hacer
defecación todos los días, finalmente que las heces no se escapen sin previo aviso.

 Desimpactación o evacuación completa:

No hay nigún plan terapéutico exitoso si pimero no se logra una evacuación completa. Si mediante
el tacto rectal se logra detectar una impactación de materia fecal dura, sería necesario efectuar
enemass durante 2-5 días. Puede emplearse un enema de vaselina líquida, que se vende en
farmacias, según el peso del niño, para ablandar la masa fecal y lubricar la mucosa. A los 30
minutos se adminisraría otro enema, según la dosis recomendada. Durante la desimpactación es
más que probable que se frecuenten los dolores abdominales, que a de por sí, pueden llegar a ser
muy intensos, y también puede llegarse al vómito.
Se debe también lubricar el ano con vaselina para proteger la mucosa anal. Pasados los cinco días
no deben utilizarse los enemas de desimpactación, porque podría producirse en gran medida,
desequilibrios electrolíticos graves en el ninño. Los niños con megarecto o megacolon, que no
responden a los enemas de fosfato, se utilizarán enemas de parafina. Los enemas de suero salino
isotónico no son efectivos y pueden originar una intoxicación hídrica. Si no se logra una correcta
desimpactación, debe ser derivado inmediantamente al hospital, para el uso de catárticos mediante
una sonda oral, o hacer una extracción del fecaloma mediante cirugía.Los supositorios de glicerina
no son para nada eficaces una vez que hay dilatación rectal, por ello, es extremadamente raro que

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sirvan para los niños mayores de 6 meses. Los supositorios de bisacodilo son más útiles para el
estreñmiento sin impactación fecal, al ponerlos e queda adentro de la masa fecal y nunca se
disuelven ni alcanzarían la mucosa.

 Prevención de la acumulación de heces:

Una vez lograda la evacuación rectal, el objetivo que sigue es el de mantener el recto vacío. Se
logra mediante el hábito de defecación regular, la utilización de sustancias que ablandarían la
ateria fecal, y laxantes que estimulen la motilidad, de manera que todos los días se logre una
defecación completa. Su objetivo es que el colon distendido recobre su tono y calibres comunes.
Cuando esto se logra, la encopresis retentiva desaparecería. En los niños que tengan los factores
psicosociales, son muy determinantes, porque habrá que tener esto en cuenta tanto para aplicar
las técnicas de desimpactación como para evitar alguna recaída. Siempre es necesario añadir
descondicionamiento y apoyo psicológico. En los niños con 2 años, las heces se ablandan con
lactulosa en la dosis correcta. Una alternativa para los niños mayores de seis meses a dos años y
mayores es la de dar parafina líquida, según la dosis correcta. No debemos olvidar la dieta, que
en los niños mayores es extremadamente fundamental la ingesta de alimentos ricos en fibra, sin
olvidar que tomen abundantes líquidos. En casos de estreñimiento moderado suele ser más
necesario el uso diario de los laxantes que se darían de acuerdo a su edad. Es importante que el
tratamiento se continúe durante tres meses con el fin de que el colon recupere por completo un
tono normal. Más adelante se irán retirando los laxantes de manera aulatina. En ocasiones el hecho
de retirarla precozmente puede ser la causa de las recaídas. No existen pruebas de que la
utilización prolongada en estos pacientes reduzca la eficacia y produzca lesiones en el intestino.

 Instaurar un hábito de defecación en el niño:

No es correcto empezar el tratamiento hasta que el niño no tenga las deposiciones blandas, y
tampoco antes de que el niño tenga dos años de edad. A los niños que sean mayores, se les pondrá
en el inodoro después de la comida o cena, así se aprovecharía la acción dinámica del reflejo
gastrocólico, durante diez minnutos, y esto impactaría con ellos un sistema de recompensas
pequeñas, que servirán como un refuerzo positivo.

 Descondicionamiento mediante técnicas de biorretroalimentación:

En varios niños con casos de estreñimiento grave, y también en los que tengan incontinencia fecal,
mediante los estudios de manometría se observan las anomalías en la dinámica de la defecación,
como por ejemplo: una contracción anormal del esfínter anal externo o de los músculos del suelo
pélvico, en otras ocasiones se encuentra una debilidad de los esfínteres del ano, entre otras
anomalías. Como el esfínter anal externo y los músculos del suelo pélvico son músculos estriados
sujetos al control voluntario, puede hacerse un entrenamiento mediante retroalimentación de los
estímulos y las respuestas que permitan un buen adiestramiento, con el fin de relajar los músculos
durante la defecación y contraerlos así, para evitar la incontinencia.
Estos métodos se utilizan mucho en unidades especializadas, atendidas por los profesionales
experimentados. Estas técnicas estarían indicadas en determinados tipos de incontinencia y
asimismo en algunos casos de encopresis refractarias.

Evolución y pronóstico de la encopresis:

Por lo general, el tratamiento de la encopresis requiere mucha paciencia por parte de la famila, el
propio médico y la familia. Se debe explicar, en distintos momentos y a lo largo del tiempo que
transcurre, el porqué de las recaídas que pueda sufrir; sabiendo que a veces se debe volver a
encarar el problema tanto con el paciente como con los padres, como si se empezase desde cero,
lo cual no debe ser para nada desalentador o una desmotivación en el tratamiento. En las mejores
circunstancias que pueden ocurrir, serán necesarios varios meses de seguir con el tratamiento, y

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en los casos más difíciles o crónicos, una frecuencia de años de tratamiento. Las tasas de
recurrencia a medio plazo son más del 50%. Por lo común, el 90% mejorará durante el primer año
de tratamiento rápidamente. Casi es un hecho que la encopresis desaparece en la adolescencia y
aunque se describan algunos adultos con encopresis, esto sigue siendo extremadamente raro. En
los niños que tengan formas agresivas, la encopresis desaparece, pero pueden continuarse otros
problemas de su conducta.

Glosario:

1. Comorbidad: La comorbilidad es un término médico, acuñado por AR Fenstein en 1970,


y que se refiere a dos conceptos: La presencia de uno o más trastornos (o enfermedades)
además de la enfermedad o trastorno primario.

2. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH): Trastorno crónico


caracterizado por la dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad.

3. Encefalograma (EEG): La electroencefalografía es una exploración neurofisiológica que


se basa en el registro de la actividad bioeléctrica cerebral en condiciones basales de
reposo, en vigilia o sueño, y durante diversas activaciones mediante un equipo de
electroencefalografia.

4. Vasopresina: Hormona del lóbulo posterior de la hipófisis, que aumenta la tonicidad de


los vasos y disminuye el volumen de la orina.

5. Desmopresina: La desmopresina es un medicamento sintético que tiene un efecto similar


a la hormona antidiurética o vasopresina, la cual es producida de forma natural por el
hipotálamo y tiene como acción principal disminuir la eliminación de agua a través del
riñón.

6. Fecalomas: La impactación fecal, o fecaloma, consiste en una acumulación de heces


endurecidas en el recto y/o en el colon que el paciente no puede expulsar
espontáneamente.

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7. Imipramina: La imipramina es un fármaco antidepresivo tricíclico perteneciente al grupo
químico farmacológico de las dibenzazepinas, cuyo uso se hace en casos clínicos de
enuresis, depresión mayor, y su uso se evalúa en los casos de desórdenes y/o crisis de
pánico.

8. Megarrecto: Compresión de las vías urinarias.

9. Enemas: Enema, lavado, lavativa o clisma (término antiguo), es el procedimiento de


introducir líquidos en el recto y el colon a través del ano. Los enemas pueden llevarse a
cabo por razones médicas o de higiene, con fines diagnósticos, o como parte de terapias
alternativas o tradicionales.

10. Enfermedad de Hichsprung (megacolon): Es una obstrucción del intestino grueso. Ocurre
debido al movimiento muscular deficiente en el intestino. Es un trastorno congénito, es
decir, que está presente al nacer.

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Discusiones

-La enuresis en sí, lejos de ser un mal que va por su cuenta, parece compartir su origen con muchos
otros males psicológicos que originaron que el niño tenga el problema en cuestión. El hecho de
mojarse en la cama parece tener una causa más situacional que orgánica. Muy a pesar de los
numerosos estudios que han tratado de encontrarle esa explicación, no se ha podido demostrar.
Los fármacos pueden ayudar a conseguir una solución, pero el problema parece pertenecer más a
un factor psicológico. Se ha podido establecer una relación con el TDAH y los trastornos de
sueño, lo que deja en evidencia una comorbidad en la mayoría de los casos. Entonces, ¿el
problema se encuentra con el ambiente en el que convive en el día a día el niño? Esto parece
sugerir que sí. Si bien es cierto, genéticamente se trató de buscar una relación, analizando a los
padres que presentaron episodios enuréticos y se halló cierto porcentaje positivo de traspaso, esto
fácilmente podría atribuírsele a que el ritmo de vida que ellos han llevado se haya traspasado al
niño, y que a su vez, hayan hecho que el problema se repita inconscientemente.
-La encopresis por su parte, parece llevar un problema mucho más fisiológico, aunque también
tenga un origen psicológico, pero he aquí la diferencia. La encopresis parece haber sido
“inculcada” o provocada, por decirlo de algún modo, debido a una incorrecta enseñanza, o incluso
por la misma preocupación de los padres para que el niño controle sus esfínteres. Esto solo
agravaría más las cosas, y es preciso estar informado del tema para evitar esta causa. Y por el lado
fisiológico tenemos algo mucho más serio como anormalidades biológicas como la enfermedad
de Hischprung.
-Estos trastornos tanto la Enuresis como la Encopresis suelen afectar de manera considerable en
el crecimiento del infante y es muy importante conocer el origen de cada caso en particular para
poder lograr la recuperación del mismo.
-Es muy importante saber que la Enuresis también se puede asociar como algo que ocurre si el
infante pasa por eventos traumáticos, como el pasar por emociones fuertes, el infante debe ser
apoyado en todo momento más que regañado, ya que es algo involuntario, eso ayudará en su
recuperación.
-Por otro lado la Encopresis igualmente debe ser manejado de forma delicada en el ámbito
familiar, y evitar hacer recaer la culpa en los infantes, ellos mayormente pasan por burlas y críticas
en la familia. Esto puede ser muy perjudicial a la larga para el desarrollo del niño.
-Se discute el caso sobre la enuresis y encopresis de manera crónica y como hallazgo principal,
las causas de estrés psicosociales derivadas de estas condiciones, así como depresión mayor. El
tratamiento aplicado confirma la comorbilidad entre estas patologías y su superposición.
-Cabe destacar que dado la profunda investigación en todos los informes analizados es relevante
afirmar que todo ello siempre se observa que se repite el mismo patrón de conducta padre – hijo
dándonos a entender que el detonante de dicho trastorno es la salud emocional en el hogar del
infante dando como una posible explicación la necesidad del infante a llamar la atención de sus
padres inconscientemente generándoles estrés con tan castrante trastorno.

16
Conclusiones

-La enuresis tiene una causa mucho más psicológica que biológica, teniendo muchos más índices
o porcentajes de comorbidad con otros males.
-Se afirma que la encopresis puede ser causada tanto psicológicamente, como también, tener un
origen biológico, como lo es en el caso de la enfermedad de Hischprung.
-La enuresis se trata netamente de un trastorno que hace que el infante se orine involuntariamente.
-La encopresis es la defecación involuntaria de un infante o niño de más de 3 años que no tiene
causas patológicas.
- La Enuresis es la emisión no voluntaria de orina por el día o por la noche, a una edad en la que
se espera que haya control al respecto, es decir, más allá de los 3-4 años.
-Ambas enfermedades de no ser tratadas repercuten en la vida adulta del infante siendo
posiblemente el punto de déficit de una estabilidad mental emocional convirtiéndose en gran
generador de otros trastornos ligados a las carencias y subsidios generados en su niñez. (Dr.
Ramon Acevedo)

17
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19
ANEXOS

20
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https://www.youtube.com/watch?v=4n1f_5kLY6k

https://www.youtube.com/watch?v=D1Zl6kn0NQc

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