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l otoño ha sido en Asturias extremadamente húmedo, cálido, ventoso

y con menos horas de sol de lo habitual, y en buena medida ha


estado marcado por noviembre, mes que ha batido récords
históricos de precipitaciones del último medio siglo al
haber llovido el triple de lo habitual. Este comportamiento
atípico de las lluvias se ha debido la a la entrada de aires fríos y
húmedos del norte por la formación de una «supervaguada»
en el Cantábrico que favorecía la entrada de borrascas del
Noroeste que no sobrepasaban Francia por la presencia de un
anticiclón en el este de Europa.

En la serie histórica que maneja la Agencia Estatal de Meteorología


(Aemet) nunca había llovido tanto durante un mes de
noviembre de los últimos 38 años en el conjunto de
Asturias, pero ocurre lo mismo con los datos que se conservan
desde 1968 de la estación medidora del aeropuerto, o de la de
Oviedo, que empezó a funcionar en 1972.
Los datos han sido aportados este jueves por el delegado de la Aemet
en Asturias, Ángel Gómez Peláez, que ha hecho un balance del otoño
y ha avanzado la predicción del invierno, que se prevé más cálido de
lo normal, pero en el que no está claro qué comportamiento tendrán
las lluvias ya que hay las mismas posibilidades de que sea seco,
normal o lluvioso. Lo que sí está claro es que el otoño meteorológico
-septiembre, octubre y noviembre- fue casi medio grado más cálido
de lo normal, con una temperatura media de 14,2 grados, y
«extremadamente lluvioso» ya que se recogieron de media 682 litros
por metro cuadrado, el 197 por ciento más de lo habitual. En buena
medida se debió, tras un septiembre normal y un octubre con un 132
por ciento con más lluvias de las habituales, a un mes de noviembre
en el que las precipitaciones fueron el triple (295%) de las habituales,
que tienen como referencia las registradas entre 1981 y 2011.
«Desde 1981 ha sido con diferencia el noviembre que más lluvia ha
acumulado de todos», ha señalado Gómez que ha explicado que este
comportamiento atípico de las lluvias se ha debido la a la entrada de
aires fríos y húmedos del norte por la formación de una
«supervaguada» en el Cantábrico que favorecía la entrada de
borrascas del noroeste que no sobrepasaban Francia por la presencia
de un anticiclón en el este de Europa. En el aeropuerto se recogieron
ese mes 534 litros por metro cuadrado, 36 litros por encima del
anterior récord, que databa del año 1992, mientras que en Oviedo se
alcanzaron los 547 litros, 114 más que el máximo alcanzado en
noviembre de hace 27 años. Los 571,5 litros caídos en Gijón también
superaron en 179 el récord de lluvias para un mes de noviembre en la
ciudad, que hasta este año se mantenía imbatible desde 2001. El
conjunto del año también ha sido «muy húmedo» en todo el
Principado, con precipitaciones muy abundantes en enero, además
de en noviembre, y normales o por encima de las normales en la
mayoría de los meses, salvo marzo, que fue seco y mayo y agosto, que
se quedaron por debajo de la media. El año hidrológico, que va del 1
de octubre de 2018 al mismo día del actual, cerró con un pequeño
déficit de precipitaciones, salvo en la zona central, pero el iniciado
hace menos de tres meses ya presenta un superávit de
precipitaciones de entre el 200 y el 300 por cien.
La depresión aislada en niveles altos (DANA) del 10 de septiembre
dejó precipitaciones de casi cien litros por metro cuadrado en 24
horas en zonas del oriente, aunque también el 19 de octubre y el 14
de noviembre distintas estaciones recogieron más de 60 litros por
metro cuadrado. En cuanto a las horas de sol, los tres meses del
otoño meteorológico registraron un déficit del 7 por ciento, mientras
que sólo en noviembre, fue un 40 por ciento inferior a la normal,
mientras que fue un 50 por ciento más ventoso, especialmente de
componente oeste y noroeste. La racha máxima se alcanzó el 3 de
noviembre en el aeropuerto de Asturias, 130 kilómetros por hora,
mientras que el 26 de noviembre se llegó a los 111 kilómetros en
Leitariegos, donde también se alcanzó la temperatura mínima del
periodo (-4,5 grados) el 19 de noviembre, mientras que la máxima la
arrojo Panizales, en Amieva (30,5 grados) el 20 de septiembre. Para
diciembre, enero y febrero, la Aemet calcula que hay un 50 por
ciento de posibilidades que sean cálidos y un 30 por ciento de que se
mantengan dentro de los valores habituales mientras que sólo ve un
20 por ciento de posibilidades de que se más frío. Sin embargo,
mantiene que hay las mismas posibilidades de que sea húmedo,
normal o seco, por lo que no se sabe qué comportamientos tendrán
las lluvias en estos tres meses. Según Gómez, el cambio climático
hace que aumenten las probabilidades de que se produzcan eventos
como el registrado en noviembre porque al haber mayor temperatura
en el aire, hay más vapor de agua en aire, y por lo tanto, hay una
mayor capacidad de que se produzcan lluvias más intensas.

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