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LA ORACIÓN
2.0. I n t r o d u c c ió n
tal como anotan Bursill y Hall (1971, p. 327), no tanto en la oración misma
como en las «partes de la oración», concepto que en la práctica se asimila
al de «clases de palabras». El estructuralismo (especialmente el europeo)
no variará sustancialmente las cosas. Doctrina anclada en el signo (cf. Saus-
sure, 1916), tiene como centro de interés prioritario, según afirma el propio
Martinet (1961, p. 219), el «análisis de enunciados —de hecho, de oracio
nes— en una sucesión de “morfemas” [más] que la síntesis de los elementos
así delimitados en unidades más amplias». Saussure no ve en la oración sino
una pluralidad de combinaciones difícilmente reducibles a unos esquemas
regulares: lo único que éstas tendrían en común es precisamente el hecho
de haber sido confeccionadas con signos. Por lo demás, «lo que domina es
la diversidad» (cf. Saussure, 1916, p. 183).
Con la GGT se invierten radicalmente estos planteamientos. La oración
no se define por vía inductiva, a partir de unidades de nivel inferior como
la palabra, sino que, por el contrario, representa el punto de partida de la
descripción gramatical. Oración constituye el símbolo inicial del sistema de
reglas de que consta la gramática y su status teórico es semejante al de un
axioma (cf. Chomsky y Miller, 1963). El contenido que a éste deba asignár
sele, esto es, lo que aparezca a la derecha de la regla O —» ..., se formula
como una hipótesis cuyo grado de adecuación dependerá lógicamente de la
eficacia que posea tanto para dar cuenta de la estructura de una amplia
gama de enunciados «dados», como para predecir la de un número no me
nos extenso de enunciados «potenciales». Por consiguiente, su validez se ha
lla sometida a contrastación empírica. De hecho, un repaso cuidadoso a los
casi treinta años de historia de la GGT permite constatar que el contenido
asignado a O ha sido objeto de frecuentes revisiones.
2 .1 . O r a c ió n y e n u n c ia d o
2.2. L a s d e f in ic io n e s n o c io n a l e s d e o r a c ió n :
EL PROBLEMA DEL «SENTIDO COMPLETO»
3. La oración (6d), como es sabido, se atribuye al mensajero que llevó a los atenienses
la noticia de la victoria griega sobre el ejército persa en la batalla de Maratón.
4. Rigau (1981. p. 95) define la anáfora en general «como la relación existente entre un
fragmento ce la estructura superficial del discurso, nulo o no, y otro fragmento de la estructura
superficial no nu'.o Entendida de esta forma, la anáfora recubre ciertos casos de elipsis (aná
fora cero Por otra rarte. cuando la anáfora se halla controlada pragmáticamente, como en
(6), se habla Je deíxis cf. Hankamer y Sag, 1976, p. 391). Obviamente, dichos ejemplos po
drían igualmente ilustrar un caso de anáfora propiamente dicha, esto es, controlada sintáctica
mente. si aparecieran momios en un contexto lingüístico:
(i) a. Vull cantar No ho facisl ('Quiero cantar. ¡No lo hagas!’)
b. If the omcom -ere a possible animal, it would certainly be a herbivore (ej. de
Hankamer > Sag 1 'Si el unicornio fuera un animal posible, seguro que sería
herbívoro’).
LA ORACIÓN 53
extralingüístico, que es el que fija la lectura concreta que recibirán en cada caso los
citados ejemplos. ¿En dónde reside entonces el «sentido completo» de (6)? ¿Son
equiparables en el plano semántico (6) y (7)? En tanto no haya respuestas claras a
estas y otras preguntas similares, resulta aventurado defender la viabilidad de una
definición nocional de oración. #
Por último, queda la cuestión de las relaciones que contraen entre sí las
oraciones en el seno del texto. Considérese a título ilustrativo el siguiente
párrafo:
(10) a. Je veux (j’exige) que vous sortiez (‘Quiero [exijo] que salga’).
b. Vous devez sortir (‘Tiene usted que salir’).
c. Sortez! (‘¡Salga!’)
d. Á la pone! (‘A la calle’)
e. Guste! (‘¡Fuera!’) •
5. El término fragnentos aquí empleado coincide exactamente con lo que Alcina y Blecua
(1975, pp. S**~-v—v frases. Si hemos renunciado a esta segunda denominación, ha
sido con el or e:: de e es imprecisiones que provocaría el uso sumamente varia
do que de frase hacen las gnaád cas (puede recubrir desde «enunciados» hasta «sintagmas»).
LA ORACIÓN 55
Las ventajas de tipo intuitivo que supone tratar como oraciones tanto
los enunciados fragmentarios como los que disponen de una forma verbal
tienen como contrapartida fundamental la enorme diversidad estructural
existente entre unos y otros, que llevaría a concebir como símbolo inicial
de la gramática una unidad cuyas propiedades no serían formulables en tér
minos sintácticos. Tal solución resulta, obviamente, inaceptable, tanto por
razones metodológicas como empíricas. Algunos lingüistas, conscientes de
esta dificultad, se ven obligados a distinguir entre enunciados que son ora
ciones por la «forma» y enunciados que lo son por el «sentido», lo que en
definitiva equivale a trabajar con dos definiciones de oración y no una,
como es de rigor. Así, Alonso y H. Ureña (1938, I, p. 29) afirman lo si
guiente:
Los problemas a que nos estamos refiriendo podrían a primera vista re
solverse si se optara por una definición de oración como la de Bloomfield,
basada en las propiedades distribucionales6 de las secuencias y no en su es
tructura interna. De acuerdo con Bloomfield (1933, § 11.1), «cada oración
es una forma lingüística independiente, que no está incluida, en virtud de
ninguna construcción gramatical, en ninguna forma lingüística mayor». En
toda emisión de habla una forma lingüística aparece, bien como constitu
yente de una forma más amplia, como John en la emisión John ran away,
bien como una forma independiente no incluida en una forma lingüística
más compleja. En el primer caso se hablará de forma en posición incluida
(PI); en el segundo, de forma en posición absoluta (PA) y, más concreta
mente, de oración. Dicha unidad, así entendida, es esencialmente relativa;
se define por su distribución, esto es, por factores externos a los elementos
que la integran. Para ilustrarlo, basta con tomar los ejemplos de que se vale
el lingüista norteamericano:
6. Para una exposición detallada del sentido y alcance del concepto de distribución, cf. 1.5.
56 LA SINTAXIS
Las formas John, Poor John y Poor John ran away son oraciones en
(17a), (17b) y (17c) respectivamente, pero no en los contextos en que apa
recen subrayadas, pues sólo en el primer caso se hallan en PA.
El atractivo fundamental de la propuesta de Bloomfield reside en llevar
más allá del marco de la enunciación las similitudes entre fragmentos y
enunciados con verbo flexionado: ambos tipos de secuencias serían caracte
rizables en términos de su independencia sintáctica con respecto a unidades
más complejas. En este sentido, representa un intento muy simple y elegan
te de configurar estructuralmente la propiedad más sobresaliente que com
parten las emisiones resultantes del acto de la enunciación: la de aparecer
en PA. No obstante, tal propiedad constituye un requisito sintáctico excesi
vamente «débil» como para hacer de él la nota más relevante de la defini
ción de oración. Un análisis cuidadoso demuestra, en efecto, que no todos
los enunciados en PA exhiben el mismo comportamiento cuando figuran en
ciertas posiciones incluidas. Supóngase que intentamos convertir en subor
dinadas las secuencias de (18):
(18) a. ¡Juan!
b. Juan salió.
2.4. La e s t r u c t u r a d e l a o r a c ió n
Los elementos materiales que figuran en ambos ejemplos son los mis
mos, sólo que dispuestos de forma diferente: en (20a) aparecen estructura
dos de acuerdo con unas pautas o reglas que cualquier hablante del español
es capaz de manejar; en (20b), por el contrario, dichas pautas son violadas,
con el consiguiente caos que ello provoca. La primera aproximación al con
cepto de oración consiste, pues, en afirmar que ésta es un conjunto de pa
labras que se ajusta a determinadas reglas sintácticas.
La buena formación de (20a) y de toda oración en general descansa en
la de ordenamientos más pequeños de palabras denominados constituyentes.
En (20a) pueden aislarse, entre otros, los siguientes: los estructuralistas, ad
miran las ideas de Chomsky, las ideas de Chomsky, de Chomsky, etc. Di
chos constituyentes, frente a agrupaciones aberrantes como *estructuralistas
admiran las, *ideas de, etc., se ajustan a esquemas estructurales constantes
susceptibles de ser identificados en otras oraciones. Así, por ejemplo, Det
+ N es una combinación posible de palabras en español, pero no lo es N
+ Det (*estructuralistas los). En función de sus características internas y de
sus propiedades distribucionales los constituyentes pueden agruparse en ca
tegorías sintácticas distintas: «los estructuralistas» es un SN porque consta
58 LA SINTAXIS
(23) a. b.
O O
SN V SN SP SN V SN
(24)
(26) O -» SN SV
7. Cabría argüir que (25) es sustituible simplemente por el SV trabajan. Sin embargo,
dicha secuencia sigue siendo una oración y no meramente un SV, ya que en ella se materiali
zan. por medio de la flexión verbal, las marcas de concordancia con el SN sujeto. El que éste
pueda ser fonéticamente nulo en español (y otras lenguas) no significa, pues, que no sea recu
perable sintácticamente (cf. 2.4.2 y cap. 4).
S. En rigor ci análisis en CCII podría proseguir hasta aislar los morfemas (cf. Hockett,
195S No obstante, en términos estrictamente sintácticos, resulta innecesario llevar la segmen
tación hasta ese extreme, por lo que es práctica habitual detenerse en el nivel de la palabra.
El estudio : : '.os fenómenos de derivación y flexión deberá ser abordado por un componente
aparte, el morfológico, muy poco explorado, por no decir inexistente, hasta etapas muy recien
tes de '.a GGT cf ;ar 1 En cualquier caso, los rasgos de flexión, dada su relevancia más
allá del ámbito de la palabra, deben relacionarse con la sintaxis de forma más directa que los
de tipo derivativo En que respecta a los morfemas de flexión verbal, cf. 2.4.2.
LA ORACIÓN 61
(28) O SN flex SV
# La realización material de flex suele ir ligada a los morfemas flexivos del verbo.
No obstante, es importante precisar que con la introducción de este constituyente lo
que se pretende es configurar sintácticamente una compleja gama de fenómenos que
las lenguas pueden concretar de formas muy diversas. En griego clásico, por ejem
plo, los morfemas flexivos que marcan el modo optativo no disponen de un correlato
exacto ni en español ni en otras lenguas románicas, que deben recurrir a determina
das piezas léxicas (frecuentemente llamadas verbos «modales») para cubrir parte del
campo abarcado por el citado modo. Otro caso bien ilustrativo al respecto nos lo
proporcionan las dos fórmulas de que dispone el catalán para expresar el pretérito
indefinido del español: la de tipo flexivo (cuntí, cantares, canta) y la perifrástica (vaig
cantar, vas cantar, va cantar). Por otra parte, es bien sabido que en inglés, cuando
una oración va en forma negativa o interrogativa (y carece de un verbo auxiliar), se
usa la forma verbal do, desprovista en estos casos de un valor semántico preciso. Por
último, también en español puede ocurrir que determinadas marcas verbales se rea
licen por medio de piezas léxicas independientes y no a través de la flexión: haber
en las formas compuestas del verbo, ser en la pasiva, etcétera. #
La razón de ser de los pronombres expletivos il / it hay que buscarla, sin embar
go, no ya en el marco estricto de las oraciones impersonales, sino en fenómenos de
índole más general. Las oraciones de (32) hallan un correlato significativo, en efec-
to, en las de (33), que a su vez contrastan con las de (34)
(35) a. Cantará,
b. Canta.
5 . — HHRNANZ
66 LA SINTAXIS
EJERCICIOS
N V
Pedro estudia
B ib l io g r a f ía