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JANET D.

FODOR

SEMÁNTICA:
TEORÍAS DEL SIGNIFICADO
EN LA GRAMÁTICA GENERA TIVA
Después de más de una década de in-
vestigación en semántica por parte de
los lingüistas generativos, esta es la pri-
mera obra que recapitula las principa-
les teorías y evalúa sus hallazgos.
Como dijo Noam Chomsky: «Este li-
bro resultará de gran valor para aque-
llos interesados en el estudio de la se-
mántica de los lenguajes naturales, así
como para los que se dedican activa-
mente a la investigación de los desa-
fiantes problemas quesucgen en este
campo.»
Semántica: Teorías del significado
en la gramática generativa
Janet D. Fodor

Semántica:
Teorías del significado
en la gramática generativa

Traducci6n de Francisco Aliaga Garcia

CATEDRA
UNGÜIsnU
Titulo original de la obra:
Semantics: Theories o[ Meaning in Generative Gramar

© 1977 Thomas Crowell Co., Ine.


Ediciones Cátedra, S. A., 1985
Don Ram6n de la Cruz, 67. 2800l-Madrid
Depósito legal: M. 30.970-1985
ISBN: 8+376-0543-1
P,inted in Spliin
Impreso en Lavel
Los llanos, nave 6. Humanes (Madrid)
Índice

PRÓLOGO ...........................................•............................................... 9
1. SEMÁNTICA y GRAMÁTICA GENERATIVA ...........................•............. 13
2. TEORíAS ACERCA DEL SIGNIFICADO ............................................................. 23
2.1. ¿Qué es el significado? ........................................................... 23
2.2. El significado y la referencia, las ideas y la conducta . ........... 28
2.3. Significado y uso ..................... ,. ........ ..... .......... ..................... 36
2.4. Significado y verdad .............................................................. 47
2.5. Significado y necesidad ................................. ,........................ 57
2.6. Significado y analiticidad ..................... ...... ......... .......... .... .... 67
2.7. El significado de las oraciones no-declaraúvas ...................... 77
2.8. Propuestas filosóficas y lingüísticas acerca del significado .... 88
3. TEORíAS LlNGufSTICAS DEL SIGNIFICADO ...................................... 95
3.1. La teoría de Katz ................................................................... 96
3.2. La semántica generativa ........................................................ 104
3.3. La teoría estándar ampliada .................................................. 119
3.4. Fillmore y Gruber ........ .......................................................... 131
3.5. Cuestiones metodológicas ...................................................... 140
4. LA RELACIÓN DE PROYECCIÓN ENTRE ESTRUCTURAS SINTÁCTICAS Y
ESTRUCTURAS SEMÁNTICAS .........•.........................•.•...•.•...•............ 155
4.1. La ((Direccióm) de las derivaciones ........................................ 155
4.2. Las propiedades de las reglas de proyección ......................... 168
4.3. El nivel de estructura profunda .................... ..... .......... .... ...... 178
4.4. Derivaciones amalgamadoras frente a derivaciones no amal-
gamadoras ............................................................................. 193
5. LAS REPRESENTACIONES SEMÁNTICAS ........................................... 207
5.1. Los primitivos semánticos ..................................................... 209
5.2. La organización del diccionario ............................................. 223
5.3. La estructura de los significados racionales ... ........................ 230
5.4. Las teorías semánticas de Katz y de la semántica generativa 237
5.5. La teoría semántica de Jackendoff ............ ".......................... 256
5.6. ¿Son necesarias las representaciones semánticas? .................. 275
6. OTRAS TENDENCIAS ....................... ... .... ................. .... ........ ....... ..... 283
BIBLIOGRAFíA .................................................................................... 307
Prólogo
El prólogo es el lugar donde uno se excusa por no haber escrito
el libro que le hubiera gustado escribir. En este caso, podría poner
como pretexto que la investigación en semántica no se haya deteni-
do mientras escribía sobre ella. Evidentemente, este libro no es, real-
mente no podía serlo, un informe enteramente puesto al día en el
que se recoja todo lo que entre 1963 y 1975 se ha discutido sobre
semántica en las numerosas revistas especializadas. En el último ca-
pitulo se exponen, en efecto, algunas de las ideas entonces emergen-
tes, pero el cuerpo general de la obra está dedicado a revisar los de-
bates y las conclusiones desarrollados durante este periodo de tiem-
po, 1963-75, cuando el estudio del significado fue abordado por pri-
mera vez por los lingüistas generativistas. Algunos de los resultados
obtenidos parecen tener un valor duradero. Otras propuestas se han
incluido en el libro porque están ahí. A pesar de que sus puntos dé-
biles se han puesto sobradamente de manifiesto, son una herencia co-
mún de los lingüistas que están actualmente trabajando en semánti-
ca. Además, creo que el tener en cuenta los errores de planteamien-
tos anteriores nos ayudará en buena medida a la hora de plantear-
nos cómo tratar los problemas de forma adecuada la próxima vez.
Mi intención, pues, ha sido escribir un manual; un libro que ex-
ponga los principales problemas existentes en este campo, que indi-
que por qué han sido estos los problemas principales, y que delimite
las conclusiones teóricas a las que se ha llegado y los argumentos so-
bre los que se basan. De hecho, este libro está concebido como un
texto básico para graduados y para estudiantes de cursos superiores
de lingüistica, personas que ya tienen cierta formación en sintaxis ge-
nerativa y en teoría lingüística.
Espero que el examen de las teorías semánticas que aquí se pre-
senta sea una guía útil para los estudiantes que se inician en el es-
tudio de la semántica, los cuales se ven obligados a entresacar de las
discusiones que se encuentran en la bibliografia, a veces contradic-
torias y a menudo acaloradas, no sólo conclusiones sobre lo que se
ha dicho, sino también alguna idea de lo que pueda haber de verdad
en ello. Puede que este libro sea también una fuente útil de material
complementario para los estudiantes más avanzados que estén ya
analizando las últimas investigaciones, incluso, contribuyendo a su
desarrollo. Por último, aunque la obra se escribió pensando en los
lingüistas, quizá resulte también de interés para aquellos que, desde
otras disciplinas, deseen saber si el tipo de cosas que los lingüistas
han tenido que decir sobre el significado son relevantes para sus 'pro-
pios objetivos.
Debo recalcar que éste es un libro sobre teorias. Otro tipo de li-
bro de utilidad para los estudiantes de lingüística, habría sido uno
donde se recopilara un buen número de fenómenos semánticos, así
como los detallados y, a veces, sumamente elegantes, estudios des-
criptivos dedicados a los significados de palabras específicas, las
complejas interrelaciones de los cuantificadores y de la negación, las
misteriosas propiedades de las construcciones opacas, los diferentes
tipos de presuposición, etc. En cierto modo, los hechos de los que
se ocupa la semántica son fácilmente recopilables. No obstante, al-
gunos de estos hechos son más significativos que otros, y determinar
cuáles de ellos revelan los principios subyacentes de la estructura-
ción del significado es una tarea muy importante. Mas, para bien o
para mal, los hechos abordados en los primeros trabajos teóricos so-
bre semántica suelen ser muy específicos. El énfasis se puso en las
necesidades de desarrollar un tratamiento formal para ciertos hechos
significativos, bastante obvios y elementales por lo demás. Sólo en
época relativamente reciente se ha prestado atención a la ampliación
del campo de los fenómenos semánticos; cuando distinciones semán-
ticas mucho más sutiles se han incorporado a la cuestión de cómo
han de evaluarse las teorías en litigio.
El hecho es que existan grandes divergencias acerca de cuál es el
tratamiento más adecuado del significado dentro de la gramática ge-
nerativa ha hecho de este un área de estudio difícil. Nos ha pareci-
do, tanto a mi como a mis alumnos, que existe la acuciante necesi-
dad de reunir las diferentes teorias a las que los lingüistas han de-
dicado sus esfuerzos para examinarlos en profundidad y mostrar las
relaciones que poseen entre sí. A pesar de las evidentes dificultades
que esto implica, puede que éste sea un buen momento para llevar
a cabo dicho proyecto. La gramática generativa posee una vida muy
corta, vida que no se caracteriza precisamente por el predominio de
los periodos de estabilidad. Aprovechémonos, sin embargo, del he-
cho de tener hoy las ideas más claras y dispongámonos a afrontar
el reto que supone que nuevas y radicales innovaciones comiencen
a reclamar para sí el lugar ocupado por otras concepciones desde
antaño.

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Aunque no son examinadas con detalle, algunas de las razones
de estas innovaciones son expuestas en los capitulos que siguen. Jus-
tificamos así, en parte, lo que parecería, de otro modo, una excen-
tricidad en un manual de lingüística: le dedicamos un largo capltulo
a cuestiones sobre el significado que, hasta hace poco tiempo, sólo
se discutían en la bibliografía filosófica. Este es uno de esos capítu-
los que crecen alarmantemente mientras se están escribiendo. Du-
rante los meses que duró su redacción (más de los que hubiera de-
seado), se ponía de relieve cada vez más que estos temas están muy
lejos de tener un interés meramente académico, y sólo para los lin-
güistas con inclinaciones interdisciplinarias. Son, de hecho, una fuen-
te importante de nuevas interrogantes y de nuevas exigencias sobre
las teorías lingüísticas.
Finalmente, debo decir algo acerca de mis propósitos de impar-
cialidad respecto de las diferentes controversias existentes sobre qué
es una teoría semlmtica: mis opiniones personales se traslucen, evi-
dentemente, en algunos lugares. Pero no me manifiesto a favor de
una teoría y en contra de las restantes. He tratado de ceñirme a cri-
terios igualitarios, tanto en la exposición como en la crítica de éstas.
El que los partidarios de las diferentes teorías traten de imponer sus
afirmaciones, es algo natural, y deseable, ya que el enfrentamiento
entre teorías opuestas aviva a menudo el progreso científico. Pero
si lingüistas tan respetados como Chomsky, Katz o Lakoff pueden
disentir sinceramente en sus puntos de vista, se hace imprescindible
exponer a los estudiantes que empiezan a interesarse por estas cues-
tiones todos los aspectos del debate y estimularlos para que formen
su propio criterio. Así se hallarán en una mejor posición para ayu-
damos a resolver nuestras propias desavenencias. Y aunque un in-
digesto resumen de afirmaciones contradictorias no tendría mucho
sentido, he tratado de restringir mis comentarios críticos a puntos
muy específicos, sin poner en tela de juicio las principales cuestiones
en litigio.
Algunos de los lingüistas cuyas opiniones se presentan aquí pue-
den, sin embargo, juzgar que les he criticado injustamente; pero he
expuesto las mías tal como son. Si no me he extendido en la rela-
ción de los méritos de sus teorías tan apasionadamente como ellos
lo habrían hecho, las lógicas limitaciones de espacio pueden servir-
me de disculpa por ello. Pero para los errores de interpretación no
existe ninguna excusa, y no puedo hacer más, pues, que pedir per-
dón por cualquier posible error de esta índole que contenga este
libro.
Noam Chomsky, Jerry Fodor, JerroldKatz, RayJackendoff,Jac-
queline Schachter, Richmond Thomason, Katherine Watson y algu-
nos lectores an6nimos han conocido el libro o parte de él durante

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su redacci6n, y debo agradecerles su generosidad y provechosos co-
mentarios. Si me hubiera sido posible incluir mayor número de sus
sugerencias tendria que dar menos excusas. Mary Ellen Elwell e Ire-
ne Cretella mecanografiaron por dos veces el libro, y rectificaron mis
correcciones con tan buena voluntad que el solo agradecimiento se-
ria del todo injusto.

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1. Semántica y gramática generativa
La semántica ha sido reclamada en diferentes épocas por gran va-
riedad de disciplinas, entre otras, por la antropologia, por la psico-
logia, por la fllosofia y por la lingüística.' Se la ha considerado inú-
til, inservible, inviable, trivial, la salvaci6n de la humanidad o un en-
tretenimiento inofensivo. Este libro considera la semántica como un
área de estudio seria y dificil, cuyo objetivo es la construcci6n de
una teoría del significado y los fen6menos relacionados con éste en
las lenguas naturales. Esta teoría debe especificar las características
generales de una descripci6n formal, explicita, de las propiedades sig-
nificativas de las expresiones que puedan darse en cualquier lengua
natural; descripci6n que se incluirá como parte de otra descripci6n
formal más completa; como parte de la gramática de esa lengua, en
definitiva. La Semántica, tal y como la concebimos, es, pues, una
parcela de la lingüística y, como tal, su elaboraci6n persigue el do-
ble objetivo que caracteriza a toda investigaci6n lingOfstica: poner
al descubierto las propiedades de las lenguas naturales con objeto de
poder llegar a conocer de algún modo la naturaleza del lenguaje hu-
mano en general, y, además, desarrollar una teoría general que nos
permita sistematizar y explicar las propiedades de dichas lenguas.
Aunque se han desarrollado muy düerentes teorías acerca del len-
guaje, la aproximaci6n denominada gramática generativa transfor-
macional puede l!onsiderarse, y con motivo, hasta hoy, la que con
más éxito se ha acercado a la consecuci6n de tales metas. Nosotros
nos ceñiremos aquí al estudio de la semántica dentro de este marco
te6rico. Sin embargo, debemos recordar que la lingüistica transfor-
macional, a pesar de sus éxitos, s610 cuenta con veinte años de exis-
tencia, y que, de entre todas sus disciplinas, la semántica es, con mu-
cho, la más joven. Estructuras Sintácticas de Chomsky se public6
en 1957, pero fue en 1963 cuando se plante6 la cuesti6n, con Katz y
J. A. Fodor, de c6mo podían tratarse en una gramática transforma-
cional los fen6menos semánticos. Incluso entonces, la semántica in-
teres6 a muy pocos lingüistas y recibi6 mucha menor atenci6n que
la sintaxis o la fonología.

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Esta situación ha variado en los últimos afios. El estudio de la
semántica se ha desarrollado tanto y se ha tomado tan en-serio como
el estudio de estas últimas disciplinas. Y esto puede deberse, en par-
te, a qúe, cuando menos, los fundamentos de la estructura sintáctica
y fonológica se consideran lo suficientemente comprendidos como
para poder dirigir la atención hacia otros campos. Con todo, ni si-
quiera el lingüista más optimista podría mantener que sabemos todo
lo que hay que saber acerca de la fonología y la sintaxis, por lo que
el creciente interés por.la semlmtica puede atribuirse igualmente al
hecho de que los sucesivos progresos en la teoría sintáctica exigen
un cierto conocimiento de la semántica. El que los fenómenos se-
mánticos y sintácticos puedan o no distinguirse claramente y descri-
birse por separado es un tema muy debatido recientemente, y de él
nos ocuparemos detenidamente más adelante. Pero, incluso si se lle-
gara a la conclusión de que una gramática debe tener un componen-
te semántico y un componente sintáctico bien diferenciados, la eva-
luación de las hipótesis acerca del componente sintáctico tendrá que
incluir necesariamente alguna propuesta sobre el lugar que éste ocu-
pa en la totalidad de la gramática y, por tanto, sobre el tipo de in-
terrelación que mantiene con los demás componentes de ésta.
Así pues, muchas cuestiones relevantes resp~cto a la estructura
sintáctica presuponen necesariamente una teoría adecuada sobre la
estructura semántica.
De ser el «pariente pobre» de la sintaxis, la semántica se ha con-
vertido en tema de interés prioritario. También ha acercado la lin-
güística a la mosof{a, disciplina que ha estado desde hace tiempo in-
teresada en las cuestiones relativas a la naturaleza del significado.
Pero, a pesar de toda la atención que se le depara y de la gran ayu-
da que la lingüística recibe de otras disciplinas, los problemas plan-
teados son enormes y el progreso lento. Algunas teorías, de las cua-
les hablaremos en capitulo s posteriores, han sido ya formuladas con
un cierto grado de precisión; pero otras, especialmente significativas
y reveladoras para la comprensión de los fenómenos semánticos, han
sido tan sólo esbozadas, o sólo muy parcialmente desarrolladas. En
muchos aspectos, todavía estamos en el estadio en el que el solo he-
cho de poder determinar cuáles son los problemas y cuáles son las
preguntas más productivas a las que hay que responder, puede con-
siderarse como un logro. No contamos con una descripción ultima-
da y comprehensiva de las propiedades semánticas de las lenguas na-
turales. Y a pesar de que dignificamos nuestras sugerencias llamán-
dolas teorías, todavía estamos mucho más lejos de contar con una
EXPLICACIÓN de por qué son éstas y no otras las propiedades de las
lenguas naturales.
A pesar de todo, hemos conseguido algo, y este libro intenta mos-

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trar qué es ello. Asi pues, empezaré por indicar algunos de los re-
quisitos minimos que debe satisfacer toda teoría lingüistica del sig-
nificado, de modo que sirva de esquema preliminar del cómo debe
integrarse dentro de una gramática formal la descripción semántica
de una lengua natural.
Una oración de una l~mgua natural, ya sea hablada, escrita o emi-
tida en Morse, tiene una forma fisica específica y posee también una
función comunicativa o expresiva determinada. Se utiliza para ha-
cer una afirmación, una pregunta, dar una orden, comentar, excla-
mar, saludar, etc. La relación existente entre la forma de la oración
y su función expresiva o contenido, no responde, obviamente, al
azar. Exceptuando los casos en que las correlaciones se alteran de-
liberadamente (como cuando se utiliza un código determinado), una
oración como What is the time? ("¿qué hora es?'') no se utiliza para
hacer una afirmación, y una oración del tipo de It is chilly today
("Hoy hace frio") se utiliza para hacer una afirmación, pero no, por
ejemplo, para hacer la afirmación de que las ecuaciones simultáneas
son difíciles. En su acepción más amplia, el objetivo de la descrip-
ción lingüística de una lengua es poner en relación, con arreglo a cier-
tos principios sólidamente motivados y establecidos con precisión,
las formas físicas de las expresiones de una lengua natural con sus
contenidos, esto es, con sus significados.
Deben destacarse dos características generales de esta correla-
ción. Una de ellas es que, puesto que no existe un límite establecido
para el número de oraciones en una lengua natural, el mecanismo
que determine la correlación forma-significado debe ser lo suficien-
temente general y lo suficientemente explicito como para poner en
relación la forma y el significado de una clase infinita de oraciones.
Este argumento es exactamente igual que el conocido argumento de-
mostrativo del carácter recursivo de las reglas sintácticas. Tal y como
ocurre con la asignación de estructuras sintácticas a las oraciones,
la asignación de significados a estas no pude ser llevada a cabo por
medio de una simple lista, de correspondencias, puesto que, incluso
admitiendo que una lista de este tipo fuera suficientemente ilustra-
tiva, que no lo es, no podria nunca ser completa.
La segunda característica es, obvio es decirlo, que el establecer
directamente la correlación forma-significado es extremadamente di-
fícil. Tal vez puedan establecerse numerosas generalizaciones, y por
lo tanto, los principios que expresen la correlaci6n podrían ser más
simples, si esta correlación se establece con arreglo a un cierto. nú-
mero de estadios separados. En general, la forma fonética de una ora-
ción puede determinarse sin hacer referencia a su significado; puede
predecirse a partir únicamente de las propiedades fonol6gicas de los
morfemas de la oraci6n y de cierta información sobre la configura-

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ci6n sintllctica en la que dichos morfemas aparecen. Asi pues, las re-
glas fonol6gicas que asignan a las oraciones sus propiedades fonéti-
cas pueden constituir un componente independiente de la gramática,
un componente cuyas entradas son las salidas de las reglas sintécti-
cas, pero que, salvo esto, no posee ninguna otra conexi6n, ni con
las reglas sintácticas, ni con las reglas semánticas de la gramlltica.
Una vez, pues, se ha separado este componente, la tarea que nos que-
da por hacer en semántica es la de establecer las correlaciones exis-
tentes entre el significado de las oraciones y las estructuras sintácti-
cas que son las entradas del componente fonol6gico; podemos igno-
rar, pues, las correlaciones existentes entre las entradas de ese com-
ponente y sus salidas correspondientes.
Lo que no podemos ignorar al asignar sus significados a las ora-
ciones son los morfemas que contienen, y el modo en que estos mor-
femas se hallan combinados sintácticamente. Es evidente que ora-
ciones que contienen los mismos morfemas pero con figuraciones sin-
tácticas diferentes pueden diferir en sus significados. Compllrense las
oraciones (1), (2) Y (3), por ejemplo.

(1) The hunter trapped a wounded bear


("El cazador atrap6 a un oso herido'')
(2) The wounded hunter trapped a bear
("El cazador herido atrap6 a un oso")
(3) The hunter wounded a trapped bear
("El cazador hiri6 a un oso atrapado")

Es todavia más evidente que oraciones estructuralmente semejantes


pero que contienen morfemas diferentes tienen diferente significado;
compárense (4) y (5).

(4) The cat sat on the mat


("El gato se sent6 en la alfombra")
(5) The boy stoodon the deck
("El niño se subi6 en la mesa")

Este es un punto sobre el que volveremos una y otra vez, el sig-


nificado de una oración es, pues, una funci6n de los morfemas que
contiene y del modo en que estos morfemas se combinan sintáctica-
mente. Por consiguiente, el significado de las oraciones deberá ser
puesto en relaci6n, por medio de ciertas reglas de la gramática, con
sus estructuras sintácticas y los contenidos de sus piezas léxicas. Pero
esta tarea puede también desglosarse en etapas. De hecho, el logro
fundamental de la gramática generativa ha sido demostrar que el in-
tentar dar una descripci6n directa y en un solo nivel de las propie-

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dades sintácticas de las oraciones está abocado al fracaso, pues, exis-
ten generalizaciones sobre la estructura sintáctica de las oraciones
que, o bien se omiten totalmente, o bien s6lo pueden describirse de
un modo totalmente antiecon6mico en las tradicionales gramáticas
'taxon6micas' o de 'constituyentes inmediató's', las cuales asignan una
única estructura sintáctica a cada oraci6n. Este tipo de gramáticas
s6lo puede dar cuenta, por ejemplo, del hecho de que si un sintagma
nominal que consta de un articulo y un nombre, puede aparecer en
un contexto determinado, entonces otros sintagmas nominales que
posean diferentes estructuras internas, podrán también aparecer en
dicho contexto; es común a todas ellas el dar caracterizaciones in-
dependientes de los contextos en los que los sintagmas nominales
aparecen y de las estructuras internas de todos los sintagmas nomi-
nales posibles de una lengua. Pero existen otros tipos de generaliza-
ciones de las que una gramática taxon6mica no podria dar cuenta;
por ejemplo, del hecho de que si en inglés existe una oraci6n gra-
matical con la estructura SNl V SNl SN3, también ha de existir una
oraci6n gramatical del tipo SNl V SN3 Prep SNl que contenga el mis-
mo verbo y sintagmas nominales que aquella.
Harris (1952) estableci6 estas equivalencias entre tipos de oracio-
nes simplemente como tales equivalencias; pero Chomsky observ6
que dentro de un conjunto de estructuras sintácticas relacionadas oe
este modo, algunas son mlts 'bltsicas' que otras, es decir, que algunas
de ellas pueden describirse de un modo mlts simple, y contienen mlts
informaci6n que las restantes. Por ejemplo: la segunda de las dos es-
tructuras expuestas en el párrafo anterior, la que contiene la prepo-
sici6n, es, en este sentido, mlts bltsica que la otra. Las construccio-
nes preposicionales de (6) y (7) contienen cierta información inexis-
tente en (8) y (9), puesto que muestran el contraste entre lo ("a'') y
for ("para j.

(6) Mary gave some reprint to him


("Maria le dio algunos grabados [a él]'')
(7) My mother baked a fruitcake for me
("Mi madre prepar6 un pastel de frutas para mi'')

Este contraste no se manifiesta de un modo explícito, en cambio, en


las construcciones relacionadas con éstas en las que no aparecen las
construcciones preposicionales.

(8) Mary gave him some reprints


("Maria le dio algunos grabados'')
(9) My mother baked me a fruitcake
("Mi madre me prepar6 un pastel de frutasj

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Cabe pensar que estas construccÍones preposicionales pueden gene-
rarse por medio de reglas como las necesitadas por la gramlltica para
dar cuenta de oraciones como (10) y (11), a pesar de que éstas no
tengan construcciones paralelas del tipo SN- V-SN-SN.

(lO) 1 put three ashtrays on the table


("Pongo tres ceniceros sobre la mesaj
(11) Joe wrapped a bandage around his knee
("Joe puso una venda en su rodilla'')

Pues, de lo contrario, generar directamente las construcciones con


doble sintagma nominal del tipo de (8) y (9) exigiría incluir en la gra-
mática una regla de estructura sintagmática especifica que se utili-
zaría únicamente en este tipo de oraciones. Esta es la razón por la
que parece más simple y revelador que se generen directamente sólo
las oraciones con construcciones preposicionales, derivándose des-
pués de éstas las construcciones con doble sintagma nominal por me-
dio de una regla, una TRANSFORMACIÓN, que intercambia los dos
sintagmas nominales y elide la preposición.
A una oración como (8) deben, por tanto, asignársele al menos
dos estructuras sintácticas: una ESTRUCTURA PROFUNDA, con la for-
ma SN-Prep-SN, y otra, una ESTRUCTURA SUPERFICIAL, con la for-
ma SN- V-SN-SN. De hecho, para la generación de (8) también han
de aplicarse otras transformacÍones -una transformación que haga
concordar el verbo con el sujeto, una transformación que asigne los
casos apropiados a cada sintagma nominal, etc. Así pues, (8), como
la mayoría de las oraciones, consta, de hecho, de varias etapas de-
rivativas, que acontecen entre el nivel de estructura profunda y el ni-
vel de estructura superficial.
La estructura superficial de las oraciones es la que determina su
pronunciación, y, por ello, ésta constituye la entrada del componen-
te fonológico. (Aunque así se ha aceptado durante muchos afios, esta
afirmación ha sido en ocasiones puesta en duda. [Véase Bres-
nan 1971.] A pesar de todo, y para nuestros propósitos, esto es una
simplificación de las cosas conveniente.) A la luz de todo esto, nues-
tro objetivo en semántica puede identificarse, ahora de un modo más
exacto, con la caracterización de las correlaciones existentes entre
las estructuras superficiales de las oraciones y los significados de és-
tas. Sin embargo, parte de esta tarea es realizada por las transfor-
maciones sintácticas, que especifican las correlaciones entre las es-
tructurales superficiales y las profundas. N os encontraremos así con
que en muchos casos, si no en todos, las oraciones que tienen es-
tructuras profundas iguales tienen también el mismo significado. Ya
hemos visto, por ejemplo, que las oraciones (6) y (8) tienen la misma

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estructura profunda y, que se diferencian únicamente por la aplica-
ción de una transformación (la transformación de Dativo). Las ora-
ciones de pasiva que presentamos a continuación tienen también la
misma estructura profunda que (6) y (8).

(12) Sorne reprints were given to him by Maria


(" Algunos grabados fueron dados a él por Maria j
(13) He was given some reprints by Mary
("Le fueron dados algunos grabados por Mariaj
(lit.: "Él fue dado algunos grabados por Mariaj

Estas oraciones difieren respectivamente de (6) y de (8) sólo en que


se ha aplicado la transformación de Pasiva. Así pues, estas cuatro
oraciones, que significan lo mismo, poseen todas la misma estructu-
ra sintáctica profunda. Entonces, en lugar, de formular toda una se-
rie de principios que relacionen de forma independiente cada una de
las cuatro estructuras superficiales con un mismo significado, pode-
mos definir una única correlación entre dicho significado, común
para las cuatro, y una única estructura profunda, también compar-
tida. Las transformaCiones sintácticas serán las encargadas de corre-
lacionar la estructura profunda con las cuatro estructuras superfi-
ciales. De este modo, hemos subdividido la relación entre forma y
significado en tres subrelaciones; podemos ignorar la relación entre
la estructura fonética y la estructura sintáctica de superficie y cen-
trar nuestra atención en la relación existente entre la estructura pro-
funda y el significado.
Este es el programa que sirvió inicialmente de guía a casi todas
las investigaciones lingüísticas sobre semántica dentro de la teoría
de la gramática generativa, y será también el que nos sirva ahora
como punto de partida para las discusiones posteriores. A pesar de
ello, debo resaltar que esta concepción acerca del lugar que ocupa
la semántica dentro de la gramática ha sido recientemente puesta en
duda de muy diversas maneras. Hay lingüistas que no aceptan, res-
pecto de los fenómenos ilustrados por los ejemplos (6), (8), (12) Y
(13), que las oraciones con la misma estructura profunda tengan
SIEMPRE idéntico significado, y que, por tanto, las reglas semánticas
puedan ignorar totalmente los cambios producidos por las transfor-
maciones sintácticas. Hay también lingüistas que mantienen que el
componente semántico de una gramática, tal y como aquí se ha ca-
racterizado, es algo vacío, y que son las propias estructuras profun-
das de las oraciones las que constituyen por sí mismas las represen-
taciones adecuadas del significado; con lo que la relación que exis-
tiría entre estructura profunda y significado sería, simplemente, de
identidad.

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Estas y otras posturas serán examinadas con más detalle en ca-
pítulos posteriores, pero cuanto hemos desarrollado hasta aquf es su-
ficiente para hacernos una idea de qué es lo que deberíamos exigir
a una teoría semántica. Ésta debe incluir algún mecanismo para la
representación explícita de los significados, tanto de los elementos
léxicos como de los sintagmas y de las oraciones (al igual que los
marcadores de frase sintácticos son el mecanismo utilizado para asig-
nar una representación explicita de la estructura sintáctica). Debe
también establecer la naturaleza de las reglas que relacionarán las re-
presentaciones de los significados de los sintagmas y las oraciones,
con las representaciones de los significados de los elementos léxicos
que éstas contienen y de las configuraciones sintllcticas en las que
éstos aparecen (del mismo modo, por ejemplo, que la teoría sintác-
tica establece, al menos idealmente, las propiedades de las transfor-
maciones sintácticas). Por último, también esperaríamos que apor-
tara determinadas definiciones formales de las propiedades depen-
dientes del significado de algunas expresiones (por ejemplo, de las
anomalías, de la contradicción, etc.), asf como de las relaciones sig-
nificativas contraídas por las expresiones (por ejemplo, de las rela-
ciones de parMrasis, de implicaci6n, de la relaci6n entre una pre-
gunta y sus posibles respuestas, etc.). Por supuesto, la valoración de
una teoría así será mayor cuanto más ajustadamente constriña las
representaciones semllnticas y sus reglas, puesto que esto implicará
una caracterizaci6n más detallada y precisa de la naturaleza del len-
guaje humano. Una teoría semántica no se diferencia en esto de las
restantes áreas de investigaci6n de la teorla lingüistica.
Ninguno de estos objetivos es de fácil consecuci6n. Para empe-
zar, nos enfrentamos con un serio problema relativo a los datos. Al
estudiar el significado tenemos que enfrentarnos con el hecho de que
éste está todavía mucho más indirectamente relacionado con las pro-
piedades físicas observables de las emisiones de lo que lo están las
estructuras fonológica y sintáctica. Tenemos, pues, que apoyarnos
todavfa más en las intuiciones, las cuales son, en este caso, mucho
menos seguras y más resbaladizas. Además, a la hora de formalizar
dichas intuiciones, nos encontramos no sólo con la dificultad de en-
contrar un sistema de representación para muchos de los aspectos
del significado, sino también con la de elegir, en otros muchos ca-
sos, entre un elevado número de posibilidades, aparentemente muy
distintas. Decidir cuáles son las opciones adecuadas y descubrir ra-
zones teóricas válidas para elegir entre éstas, son tareas muy impor-
tantes. Si nos contentllramos con elegir una representación CUAL-
QUIERA para un fenómeno semántico dado, y con adoptar un prin-
cipio descriptivo o teórico nuevo cada vez que nos enfrentamos a UQ
fenómeno que todavía no hemos -descrito, desarrollaríamos una teo-

20
ría tan ecléctica y amorfa, que, aunque técnicamente pudiera cum-
plir los objetivos anteriormente señalados, no habrfa ni fundamen-
tos suficientes para aceptar que fuera la adecuada, ni posibilidad de
falsaria.
Debemos también resaltar que existe una estrecha conexión en-
tre el objetivo de fundamentar y restringir la teoría semántica y el
de desarrollar una teorla que pueda contribuir a la predicción y ex-
plicación de los hechos psicológicos que determinen el modo en que
las personas aprenden y utilizan su lengua. Pero hasta ahora conta-
mos con muy pocos datos de este campo verdaderamente relevantes
acerca del significado, y los que existen han sido escasamente utili-
zados por los lingüistas, a pesar de que en toda investigación lin-
güística subyace la cuestión general de cómo se relacionan entre sí
los procesos gramaticales y psicológicos.
El estudio del significado cuenta con una larga historia. Lo ori-
ginal de las recientes aproximaciones lingüísticas es el hecho de au-
nar la descripción formal con la preocupación por determinar las pe-
culiaridades específicas de las lenguas naturales. Como hemos visto,
esto permite la formulación de ciertos objetivos de investigación muy
específicos. Como veremos en los capítulos siguientes, la forma en
que se podrán conseguir tales objetivos no está todavía ni mucho me-
nos clara; más de una teoría semántica ha sido desarrollada dentro
del marco de la gramática generativa, y todavía queda mucho por
hacer en este sentido. En este libro revisaremos las afirmaciones en-
contradas de mayor interés, las compararemos y, en cierta medida,
las evaluaremos con respecto a cierto número de temas. Esto entra-
ñará, al menos, una consideración rápida de determinados fenóme-
nos semánticos. Sin embargo, antes de adentrarnos en todo esto, de-
beríamos dar un paso atrás, alejarnos de la lingüística contemporá-
nea y retomar algunas de las cuestiones más antiguas y fundamen-
tales surgidas en torno a la pregunta de qué es la semántica -las
cuestiones acerca de la naturaleza del significado.

21
2. Teorías acerca del significado

2.1. ¿Qué es el significado?

La semántica es el estudio del significado; pero, ¿qué es el signi-


ficado? Esta pregunta se ha repetido de forma reiterada a lo largo
de la historia de la filosona y disciplinas afines, y ha sido contestada
de diversas maneras. Junto a los problemas acerca del libre albe-
drío, la naturaleza del tiempo, y otros, éste ha sido uno de los últi-
mos enigmas de la metafísica. Por otra parte, la. aparente carencia
de una respuesta satisfactoria para esta pregunta ha hecho que mu-
cha gente se muestre escéptica a la hora de considerar la semántica
como un campo de estudio legitimo. Puesto que este es un libro so-
bre semántica, debe, obviamente, rechazar este escepticismo. Con
todo, no pretendo aquí poder refutar las posiciones escépticas dan-
do una respuesta definitiva a la pregunta sobre qué es el significado,
o probando, incluso, que dicha pregunta sí puede contestarse. En
esta sección me ocuparé de los diversos modos en que esta cuestión
ha sido planteada y de las distintas respuestas que ha recibido. En
las siguientes secciones de este capítulo examinaremos algunas de es-
tas respuestas.
Las teorías generales acerca del significado han sido desarrolla-
das por filósofos y no por lingüistas, por lo que a menudo surge la
duda de si éstas poseen o no algún valor para la lingüística. Desde
luego, queda por hacer mucho trabajo descriptivo básico y, segura-
mente, este no depende de las respuestas que se den a cuestiones más
fundamentales; Después de todo, tengamos en cuenta que la lexico-
grafía no se ha visto nunca dificultada porque no existiera una teo-
ría acerca de la naturaleza del significado.
Pero esgrimir el ejemplo de la lexicografía constituía una exce-
siva simplificación del problema. Incluso la afirmación más pura-
mente descriptiva en torno al significado presupone, inevitablemen-
te, alguna idea acerca de lo que es y no es el significado. Suponga-
mos, por ejemplo, que se mantiene que el significado de una deter-

23
minada palabra varió en algún aspecto durante el siglo XVI. Esta afu-
mación será injustificada si los datos en los que se basa son falsos
y si de los datos no se infiere realmente que haya ocurrido cambio
alguno; pero también lo será si lo que ha variado en la palabra no
ha sido su significado sino, por ejemplo, su frecuencia de uso o su
paradigma flexivo. Así pues, si la pregunta «¿Qué es el significado?»
se plantea como una cuestión acerca de qué es lo que constituye un
fenómeno semántico, dificilmente podremos considerarlo como irre-
levante para la lingüistica.
Esto es fácilmente observable, porque, en la práctica, estamos
bastante seguros acerca de lo que debe y no debe incluirse al dar
cuenta del significado de una determinada expresión. Simplemente
di por sabido, segura de que estaba en lo cierto, que una observa-
ción acerca de la frecuencia o del modelo flexivo no es una obser-
vación sobre el significado; los cambios ocurridos en estos casos po-
drán asociarse con un cambio en el significado pero, desde luego, no
constituyen por si mismos un cambio de significado. Sin embargo,
¿cómo puede uno justificar afirmaciones como éstas, cuando falta
una teorla general del significado?
Katz (1972) ha enumerado una serie de fenómenos que, de acuer-
do con nuestra 'intuición pre-teórica', son semánticos. Se incluyen
en ella, entre otros, los de sinonimia, antonimia, significatividad, ca-
rencia de significado o anomalia semántica, redundancia, ambigüe-
dad semántica, etc. Cualquier dato acerca de una expresión que sea
relevante para la descripción de estos fenómenos tendrá derecho pri-
ma facie a ser considerado como un dato acerca del significado de
esa expresión. Y cualquier teorla que no integre todos o, al menos,
muchos de estos fenómenos (e idealmente, defina con claridad por
qué no ha incluido los otros) plantearla grandes dudas como tal teo-
rla del significado. Desde luego, no tenemos garantia alguna de que
nuestra lista de fenómenos semánticos, construida de forma intuiti-
va, sea totalmente adecuada; pero, si no lo es, esperamos poder des-
cubrirlo a lo largo de nuestro trabajo, pues cualquier intento de cons-
truir una teorla unificada a partir de un grupo de fenómenos funda-
mentalmente dispares, está abocado al fracaso. Así pues, y según
esto, parece que, de tener que hacerlo, podemos empezar nuestra in-
vestigación sin tener que esperar a la elaboración de una teorla acer-
ca de la naturaleza del significado.
Katz ha argumentado, incluso, que la construcción de una teorla
sobre el significado serla la meta de la investigación semántica y no
un requisito previo; que una teorla sobre el significado es justamen-
te una teorla acerca de los diferentes fenómenos semánticos: «(una
teorla acerca de los principios subyacentes que interrelacionarán y,
por tanto, organizarán los hechos empíricos dentro del dominio de

24
la semántica» (Katz, 1971, capitulo 1). Katz mantiene que la pregun-
ta «¿qué es el significado?» se ha malinterpretado demasiado a me-
nudo exigiéndose una contestación sencilla y directa (por ejemplo:
((el significado de una expresión es aquello a lo que se refiere))) cuan-
do, realmente, lo que se pide es UD sistema altamente articulado para
describir, generalizar y predecir un amplio espectro de observacio-
nes semánticas especificas. Y afirma que una respuesta del tipo ((el
significado es esto o aquellO) sólo tendrla sentido como expresión
condensora de una teorla de este tipo totalmente desarrollada, al
igual que la respuesta (da electricidad es la propiedad que poseen los
electrones y protones por medio de la cual traspasan la fuerza de
unos a otros además de su atracción gravitatoria», es simplemente
la expresión condensada de una teoria altamente desarrollada acer-
ca de los fenómenos eléctricos.
, Este punto de vista convierte la teorla del significado en algo muy
semejante a una teorla sobre la gramaticalidad. Los lingüistas DO es-
tán interesados por la pregunta ((¿qué es la gramaticalidad?» en abs-
tracto. Al contrario; nos hemos centrado en la elaboración de gra-
máticas de lenguas particulares que distingan expresiones gramati-
cales y agramaticales, y a partir de aqui, hemos formulado genera-
lizaciones acerca del vocabulario y la forma más apropiados para
una gramática como ésta. Una vez hecho esto, podemos decir que
la gramaticalidad es la propiedad de ser generado por la gramática
de una lengua. Pero esta respuesta es, de por si, poco esclarecedora.
Lo que si es revelador son las gramáticas y la teorla general de las
gramáticas que han sido construidas; y esto es lo que da su conte-
nido a la definición de gramaticalidad.
Pero esta analogia con la gramaticalidad es tamb~én la que nos
hace ver claro que, aunque resulte insuficiente una definición no ela-
borada, es del todo inútil construir una definición de la que pueda
demostrarse que es falsa en términos generales. La gramaticalidad
solla atribuirse, de hecho, a todas y sólo a aquellas expresiones real-
mente emitidas por los miembros de una comunidad lingüistica. Re-
parando en el carácter infinito de una lengua natural, podemos ver
que esto es incorrecto: la gramaticalidad debe explicarse a partir de
reglas generales que el hablante 'conoce' y que, en principio, podrla
emplear en la producción y comprensión de un repertorio infinito
de expresiones, la mayorla de las cuales, de hecho, ni emitirá ni es-
cucharánunca. Y esta conclusión ha tenido en las teorlas actuales
sobre el lenguaje la misma influencia que hayan podido tener las ob-
servaciones específicas relativas a los tipos de mecanismos sintácti-
cos que emplean las lenguas naturales.
Lo mismo cabe esperarse en semántica. No hay reglas fijas que
gobiernen el orden de las investigaciones ni razón alguna por la que

25
no podamos aproximamos a una teoría adecuada del significado de-
sarrollando algunos rasgos generales acerca de lo que pueden y no
pueden ser los significados, o describiendo y sistematizando obser-
vaciones semánticas específicas. Por ejemplo: una hipótesis general
acerca de la naturaleza del significado debería deparamos unos prin-
cipios básicos para determinar qué fenómenos son semánticos; y a
pesar de que podríamos llegar al mismo resultado a través de un pro-
ceso de ensayo y error en nuestro trabajo teórico, éste sería, sin em-
bargo, un camino innecesariamente trabajoso, sobre todo si la res-
puesta puede derivarse del tipo de consideraciones generales que los
fil6sofos del lenguaje han mantenido.
En realidad, y a pesar de no haber sido el único y ni siquiera el
objetivo principal de las teorías filos6ficas acerca del significado, las
predicciones que se han hecho sobre algunos de los fenómenos se-
mánticos que interesan al lingüista sí provienen directamente de es-
tas teorías. Si, por ejemplo, se dice que el significado de una expre-
si6n es aquello a lo que dicha expresi6n se refiere, de esto se des-
prende que una expresión tendrá significado sólo en el caso de que
se refiera a algo, y que dos expresiones tendrán el mismo significado
(serán sin6nimas) sólo en el caso de que se refieran a lo mismo. Pero,
además, se desprenden otras implicaciones, relativas, por ejemplo, a
los universales del lenguaje. Así, la teoría de que los significados son
respuestas a estimulos verbales implica que deberíamos formular y
tratar de explicar las semejanzas semfmticas entre las diferentes len-
guas en términos de principios universales que relacionen los esti-
mulos y las respuestas. La teoría de que los significados son ideas
implicaría, a su vez, que la capacidad para componer significados de-
bería explicarse en términos de la capacidad para componer ideas,
etcétera.
Por tanto, y sin distorsionar mucho las cosas, podemos conside-
rar que las teorías filosóficas del significado persiguen, al menos par-
cialmente, el mismo objetivo que las teorías semánticas en lingüísti-
ca. De hecho, algunas discusiones filosóficas recientes acerca del sig-
nificado recalcan la necesidad de fórmular reglas recursivas que asig-
nen significados a las expresiones, así como la necesidad de integrar
dichas reglas dentro de lo que se sabe acerca de la estructura sintác-
tica de las oraciones, y lo hacen de una forma que resulta muy fa-
miliar a los lingüistas (ver, por ejemplo, Davidson, 1967). Pero to-
davía debemos destacar al menos otras dos cuestiones sobre las que
se han centrado tradicionalmente las teorías fllos6ficas del sig-
nificado.
A la primera de ellas ya hemos aludido. Resulta obvio para al-
gunos (y, al contrario, obviamente falso a otros) el que una teoría
del significado que fuera simplemente una sistematización de datos

26
semánticos dejaria sin contestar la pregunta de qué ES REALMENTE
el significado. Esto es semejante a lo que ocurre en Matemáticas. La
Matemática es una disciplina más avanzada que la lingüística y ha
logrado objetivos cuyas consecuencias estamos sólo empezando a co-
nocer. Ya se cuenta con un procedimiento recursivo para especificar
los números naturales y se conocen gran cantidad de teoremas acer-
ca de las relaciones numéricas. Pero a pesar de la existencia de esta
teoria altamente estructurada, todavfa resulta confusa la respuesta a
«¿Qué es el número?». No nay acuerdo en si la pregunta es o no co-
herente, y mucho menos, si se puede hablar así, en cómo seria ni tan
siquiera el esbozo general de su respuesta. Nótese que la respuesta
no está determinada únicamente por los axiomas de la teorla numé-
rica. Pero una teorla ontológica de los números INCLUIRíA, obvia-
mente, la teorla numérica, puesto que los axiomas de ésta deben ex-
presar proposiciones verdaderas acerca de los números, sin importar
lo que éstos sean. Igualmente, si se pudiera decir algo coherente acer-
ca de lo que es realmente el significado, se esperarla que ello con-
testara muchas de las cuestiones teóricas planteadas acerca de los fe-
nómenos semánticos, universales semánticos y demás.
La otra cuestión siempre presente es el problema de cómo se re-
lacionan los significados con los hablantes y con el mundo. Decimos
que la palabra inglesa bachelor ("soltero'') significa «hombre 'que no
está casado')), pero, ¿cuál es la naturaleza de la conexión entre la pa-
labra y los hombres que no están casados? El análisis de esta cone-
xión es inevitable. Es cierto que la onomatopeya existe pero su ex-
tensión es muy limitada; el hecho más desconcertante es que las di-
ferentes lenguas utilizan palabras distintas para expresar los mismos
significados. Debemos asumir el principio de la 'arbitrariedad del sig-
no'. Es natural, pues, que busquemos en el USUARIO de la lengua la
conexión entre una expresión y aquello a lo que se aplica. Según
esto, pues, puede deducirse que la palabra bachelor significa lo que
significa porque los hablantes están condicionados a emitirla cuan-
do ven a un hombre que no está casado, o porque se asocia en sus
mentes con la idea de un hombre que no est! casado, o porque han
interiorizado las convenciones para usarlas en varios contextos ora-
cionales para hacer afirmaciones, promesas, predicciones, etc., acer-
ca de los hombres que no están casados.
Aceptemos o no estas respuestas especificas, ellas son, a pesar de
todo, respuestas a una cuestión inteligible e importante; una cues-
tión que sólo ser! parcialmente contestada por una teorla lingüística
sobre el significado y que constrifie la construcción de ésta. Plan-
teándolo en términos actuales, diremos que una de las exigencias que
debe cumplir una teorla sobre la competencia lingüística es que ofrez-
ca una teorla adecuada acerca de la actuación lingüística; una sim-

27
pIe relaci6n de lo que son los significados o de las propiedades que
estos poseen no puede ser adecuada a menos que sea compatible con
una descripci6n del modo en que los significados de las expresiones
hacen posible que un hablante utilice su lengua para hablar del
mundo.
Estos tres problemas, íntimamente imbricados, deben tenerse en
cuenta cuando examinemos las teorlas del significado que han sido
desarrolladas para contestarlos. Dejando totalmente al margen las
sutilezas, pueden resumirse como sigue: alguien que quiera saber qué
es el significado, a) elaborarla una descripci6n extremadamente mi-
nuciosa de propiedades y relaciones semánticas especificas; b) bus-
cará la 'esencia' del significado que subyace en estas manifestaciones
particulares; o e) centrará su interes en c6mo los significados hacen
posible que las personas comuniquen información acerca de los he-
chos y objetos que les rodean.

2.2. El significado y la referencia, las ideas y la conducta

En este apartado examinaremos tres teorlas del significado: la re-


ferencial, la conceptual y la conductista. Estas teorlas son inadecua-
das o quizá incluso totalmente falsas; pero la gente se ha sentido
atraida hacia ellas durante siglos y por ello es importante compren-
der por qué no nos son de utilidad. Si no podemos determinar qué
es el significado, sí podemos, al menos, establecer algunas de las co-
sas que no es.
N o contamos aquí con espacio suficiente como para hacer un
análisis histórico detallado del modo en que estas teorlas han sido
defendidas en las diferentes épocas, pero una caracterizaci6n general
de ellas será suficiente para lo que nos proponemos. No obstante, y
en relaci6n con los diferentes aspectos que sobre el significado he-
mos apuntado en la secci6n anterior, debemos considerar ahora un
sentido fuerte y otro débil de cada una de tales teorlas. Empecemos
por el sentido fuerte, de acuerdo con el cual estas teorías son teorlas
acerca de la IDENTIDAD. El significado de una expresi6n es aquello
a lo que la expresi6n se refiere, o la idea a la que ésta se asocia en
la mente de la persona, o el estimulo que permite la emisi6n de tales
expresiones ylo las respuestas que provoca dicha expresi6n. En este
sentido, estas teorlas se conciben como respuestas a la segunda cues-
tión planteada, esto es, a la cuesti6n acerca de qué es realmente el
significado. Se contesta a ella identificando el significado con algo
más. El deseo de plantear esto así puede entenderse coO: facilidad,
especialmente si tenemos presente que aquello con lo que identifica-

28
mos el significado es algo relativamente familiar y poco pro-
blemático.
El significado de una expresi6n, por ejemplo, el de la palabra
apple ("manzanaj se ha considerado a veces como algo abstracto,
oscuro y misterioso. Pero si resulta que el significado de una pala-
bra puede identificarse con aquello a lo que la palabra se refiere, el
significado de apple no será ya más misterioso ni oscuro de lo que
puedan serlo las propias manzanas. Una desmitificación semejante
del significado tendria lugar asimismo tras su identificaci6n con to-
dos los estimulos y respuestas observables y mensurables. Incluso si
los significados se identifican con las ideas avanzamos en esta direc-
ci6n, puesto que, a pesar de que las ideas son ellas mismas entidades
oscuras, al menos, son, algo que los psic610gos, tratan de describir;
con esto, el problema de qué sea significado se reduce a otro que
nos resulta más familiar.
Pero, a pesar de lo tentador de esto, tales identificaciones no pue-
den mantenerse. Los significados no son manzanas. Las manzanas
pueden comerse; los significados no; los significados pueden apren-
derse y las manzanas no; el significado de apple core ("coraz6n de
manzana'') contiene, en cierto sentido al menos, el significado de ap-
pie ("manzana''), pero los corazones de manzana no .contienen man-
zanas. Por otra parte, los significados no son ni estímulos ni res-
puestas. La emisi6n de la expresi6n Helpl ("¡Auxilio!j está normal-
mente provocada por algún peligro de cualquier tipo, y la respuesta
tipica a ésta, o, al menos, la más caritativa, sería la de correr en ayu-
da del hablante. Pero el significado de Helpl ("¡Auxilio!'') no es el
de peligro, o el de estar en peligro o el de misi6n de rescate. El pe-
ligro puede ser leve o grave, el rescate de alguien en peligro puede
hacerse de buena o mala gana, pero los significados no pueden ser
nada de esto. Igualmente, el significado de una palabra no puede ser
una idea (al menos en la acepci6n familiar de idea), puesto que las
ideas pueden ser agradables o viles, inteligentes o tontas, estables o
volubles, mientras que el significado de una palabra no tiene estas
propiedades.
Así pues, estas teorias no dan una respuesta correcta a la pre-
gunta de qué es el significado. No obstante podrían, a pesar de todo,
especificar las condiciones que determinan los significados; esto es,
decirnos cuándo el significado de dos expresiones es idéntico y cuán-
do diferente. De este modo, darlan una respuesta parcial al primer
tipo de preguntas que nos hemos planteado acerca del significado,
contribuyendo así a la descripción de las propiedades semánticas de
las expresiones y de las relaciones significativas que éstas pueden con-
traer. Pero, sin duda, no lograrlamos demasiado con ello, ya que,
tras afirmar, por ejemplo, que las ideas determinan las condiciones

29
de identidad de los significados, sin SER éstas realmente significa-
dos, tendríamos todavía que preguntarnos qué son éstos y por qué
se correlacionan de este modo con las ideas. Y aunque la identidad
es una relaci6n demasiado fuerte como para postularla entre ideas
y significados, postular una mera correlaci6n accidental de aquéllas
con éstos sería bastante irrelevante. Con todo, podría, quizá. esta-
blecerse indirectamente una conexi6n básica; podríamos decir, por
ejemplo, que el hecho de conocer el significado de una palabra im-
plica el de tener determinada idea asociada a ella, o, según la teoría
conductista, que conocer el significado de una palabra es estar con-
dicionado a responder de una cierta forma cuando ésta es emitida.
Consideradas así, estas teorías estarían en cierto modo conectadas
con nuestra tercera pregunta, esto es, con la cuesti6n acerca de c6mo
los significados se relacionan con los hablantes y con el mundo.
Pero estas tres teorías son inadecuadas, incluso en esta forma
más débil. Es de todos conocida la refutaci6n que Frege hace de la
teoría referencial (cfr. Frege, 1892). Los sintagmas the morning star
("la estrella matutinaj y the evening star ("la estrella vespertinaj,
se refieren ambos a la misma cosa: el planeta Venus. Pero no signi-
fican lo mismo. Si fuera así, la oraci6n the morning star is the eve-
ning slar ("la estrella matutina es la estrella vespertina j significarla
lo mismo que the morning star is the morning star ("la estrella ma-
tutina es la estrella matutina) ... y, sin embargo, esta última es una
oraci6n analítica y nada informativa, mientras que la primera ex-
presa una verdad empirica no evidente, acerca del universo. Así pues,
dos expresiones con el mismo referente no tienen necesariamente que
poseer el mismo significado; la identidad de referentes no es, pues,
una condici6n suficiente para que se dé la identidad de significados.
Ni tampoco es ésta una condici6n necesaria. Una expresi6n como
this book ("este libro") puede utilizarse en diferentes ocasiones para
referirse a diferentes objetos, pero es evidente que Ihis book no po-
see un gran número de significados distintos; y esto es así, aunque
s6lo sea porque lo contrario implicarla que el que yo pudiera enten-
der una oraci6n que contuviera este sintagma usado para referirse a
un libro determinado, no sería una raz6n suficiente para asumir que
yo pueda entender esta misma oraci6n, utilizada en otro momento
y referida a otro libro. Y es claro que no aprendemos (es dificil ima-
ginar c6mo podríamos hacerlo) el significado de un sintagma como
this book de nuevo cada vez que se utiliza para referirse a un libro
diferente.
The morning slar y this book son, al menos, expresiones ·del tipo
de las que pueden utilizarse para referirse a algo, a pesar de que sus
referentes no varian simultmeamente con sus significados. Pero exis-
te una amplia gama de expresiones lingüísticas que poseen un signi-

30
ficado perfectamente identificable de las que no puede decirse que
se refieran a nada en concreto. Incluso un sustantivo como book ("li-
broj presenta problemas. This book puede utilizarse para referirse
a un libro determinado, pero book, por si solo, no puede utilizarse
para esto. En relaci6n con la referencia, diremos que éste puede com-
binarse con otro tipo de elementos para formar un sintagma nomi-
nal, que si puede tener referentes; pero esto no es lo mismo que de-
cir que book ha de tener, por si mismo, un referente. Así pues, in-
cluso nombres comunes como book parecen exigir un debilitamien-
to significativo del aserto básico de esta teoría, es decir, del aserto
de que una expresi6n tiene un significado si, y s610 si, tiene un
referente.
Una respuesta general a este problema ha sido afirmar que el re-
ferente (o la EXTENSIÓN) del nombre común book es el conjunto o
clase de TODOS los libros. Si aceptamos esta posibilidad, habrá que
formular principios adicionales que expliquen por qué no es el con-
junto de todos los libros aquello a lo que nos referimos cuando uti-
lizamos sintagmas nominales como this book. your books ("tus li-
brosj, o few books ("pocos libros'l Estos principios necesitarían,
además, una descripci6n de los significados de palabras como this
("este'), your ("tus') y few ("pocos') en tales sintagmas; y no está
nada claro que el significado de ESTAS palabras pueda explicarse re-
mitiéndose a sus referentes. Todavia hace falta una ingenuidad ma-
yor para incluir dentro de este mismo molde referencial a los ver-
bos, adverbios, preposiciones, conjunciones y formas de este tipo.
Los verbos podrían nominalizarse implicitamente; podríamos decir,
por ejemplo, que el significado de knit ("tejer') es la acci6n, o el con-
junto de todas las acciones de tejer. ¿Pero qué podríamos decir acer-
ca de although ("aunque'), o under ("debajo'), o not ("no')? Cual-
quiera de los candidatos a referentes de estas palabras que se pro-
ponga será al menos tan evanescente como los propios significados.
Tal y como ha sido observado a menudo, los ejemplos paradig-
máticos de una teoría referencial del significado son los nombres pro-
pios, que, sin excepci6n alguna, son palabras que pueden funcionar
solas como sintagmas nominales; y los sintagmas nominales si tie-
nen referentes. Todo lo que cabe decir o puede decirse de un nom-
bre como Rome ("Roma') es que es el nombre de cierta ciudad. El
objetivo de una teoría asi es, pues, reducir todas las palabras y ex-
presiones a nombres como Rome; pero éste no deja de ser un obje-
tivo muy curioso, puesto que lo característico de los nombres pro-
pios es, precisamente, que no tienen significado. (Algunos nombres
como, por ejemplo, London Bridge ["El Puente de Londres'1, sí se
crean a partir de expresiones con un significado pleno, pero cuanto
más se usan como nombres propios, menos relevantes son sus signi-

31
ficados; el Puente de Londres no cambió de nombre cuando fue tras-
ladado a Arizona.) Una teorla del significado basada en expresiones
que no tienen significado acabarla muy pronto, si se desarrollara con
éxito, con todos los problemas en tomo al significado; pero es dificil
creer que esto ocurra. (Versiones más sofisticadas de la teorla refe-
rencial son examinadas en los apartados 2.4 y 2.S, y al final del ca-
pitulo sexto.)
Veamos ahora si las ideas pueden proporcionamos las condicio-
nes idóneas de identificación de los significados. Lo que sugiere esta
teorla es algo semejante a lo que sigue. Yo tengo un pensamiento o
una idea. Formulo una oración, la dirijo a un oyente, y cuando éste
la escucha, adquiere el mismo pensamiento que yo. Ésta puede que
sea una visión muy cruda de cómo se utiliza la lengua, pero no es
en modo alguno errónea. Formulada como teorla del significado, es-
tablecerá que una expresión tiene significado si, y solamente si, ésta
se asocia (¿universalmente?, ¿con carácter general?) con una idea, y
que dós expresiones tienen el mismo significado si, y sólo si, están
asociadas ambas a una misma idea. Nótese que asi se evitan los de-
fectos de la teorla referencial señalados por Frege, pues ahora se da
el caso de que, aunque la expresión the morning star posea el mis-
mo referente' que la expresión the evening star, la primera puede po-
seer una IDEA asociada a ella diferente de la IDEA que se asocie a
esta última.
La adecuación de una teorla conceptual depende inevitablemen-
te de lo que se considere que son las ideas y de cómo se defina la
relación asociativa existente entre las expresiones y aquellas. Pero
las teorlas conceptuales sobre el significado se han combinado tra-
dicionalmente con una concepción demasiado simplista de las ideas
como pinturas o imflgenes mentales de lo real (asi, por ejemplo, en
Locke, 1689). Concebidas asi, resultan inadecuadas. Las imágenes
mentales son variables y arbitrarias y difieren de unas personas a
otras y de una ocasión a otra, tanto en su extensión como en su cla-
se. Un dia, la palabra tablecloth ("mantel") me recuerda la depri-
mente tarea de la colada por hacer; otro, me recordará a una vieja
tía mia que me envia siempre el mismo regalo de Navidad; otra per-
sona puede que asocie tablecloth con cualquier juego de sociedad, y
una tercera puede, incluso, que no tenga imagen alguna asociada a
esta palabra. Lo cierto es, sencillamente, que no existe una correla-
ción estable entre la imagen y el significado de las expresiones oidas
o emitidas. Y probablemente no existe imagen alguna que pudiera
explicar el significado de palabras del tipo de how ("como''), despite
("a pesar de"), o to ("para").
Para que una teoria conceptual fuese plausible tendria, pues, que
integrarse dentro de una concepción, mucho más sofisticada, de las

32
ideas; unas ideas que pudieran aplicarse a todo tipo de expresiones
y que no estuvieran a merced de las vaguedades de la imagen men-
tal. Pero, a medida que se va desarrollando la teoría en esta direc-
ci6n, resulta cada vez más dudoso el que tan siquiera nos encontre-
mos ante una teoría. En efecto, n6tese que, puesto que no existe pin-
tura o imagen mental que pueda asociarse de modo general a la pa-
labra how. habremos de proponer otro tipo de idea, más abstracta,
que sea susceptible de ser asociada a ella; pero, ¿c6mo podemos iden-
tificar esta idea? ¿Existe realmente alguna otra manera de especifi-
carla que no sea en términos de la propia idea presente en la mente
de toda persona que entienda o utilice con todo su sentido la pala-
bra how?
En el peor de los casos, esta especificaci6n estaría vacía, si ocu-
rriera que no hay nada a lo que pueda atribuirse esta descripci6n;
en el mejor, sería circular, puesto que define las ideas en términos
de su comprensi6n, y, por tanto, del significado asociado a aquellas.
Podemos tratar de dar cuenta de los modos en que se combinan
las ideas para formar ideas complejas de una forma más sofisticada
que la que ofrecían las teorías empiristas tradicionales. Entonces,
quizá pueda decirse que how tiene significado, no porque pueda aso-
ciarse a una idea concreta, sino por su contribuci6n a formar ideas
complejas, asociadas a las expresiones en las que aparece esta pala-
bra. Dicho esto, sin embargo, de nuevo nos encontraremos ante la
imposibilidad de caracterizar estas ideas complejas y de determinar
la contribuci6n de how en la formaci6n de las mismas. Y otra vez
nos surgirá la duda acerca de si nuestra incapacidad para identificar
las ideas que explicarán los significados es s610 debida a su inacce-
sibilidad, o a la falta de una teoría psicol6gica adecuada, o, acerca
de si no provendrá, además, de la necesidad que se tiene de referirse
a las condiciones de identidad de los significados de las expresiones
lingüísticas, una vez dadas las condiciones de identidad de las ideas.
Si esto es así, los significados servirían para identificar ideas, pero
las ideas nunca podrían identificar significados.
Puede observarse, en relación con esto, que la teoría del compo-
nente semántico de una gramática generativa propuesta por Katz (la
cual discutiremos detalladamente más adelante) asigna CONCEPTOS
a las expresiones como medio para especificar sus significados; pero
la suya no pretende ser una explicaci6n de este tipo del significado.
Katz identifica abiertamente los conceptos con los significados, y
acepta, por tanto, que las condiciones de identidad para los unos no
son menos oscuras que para los otros. (Ver Katz, 1972, capítulo 2.)
A este respecto (aunque no respecto de las representaciones estruc-
turales y de los procesos computacionales realizados por los usua-
rios de la lengua), hemos de señalar que el mentalismo de que hace

33
gala gran parte de la investigación lingüística actual sobre semántica
no es una parte operativa de la teoría sino, simplemente, el reflejo
de la convicci6n anti-conductista de que EXISTEN ideas, de que éstas
desempeñan realmente un papel importante dentro de las activida-
des humanas y en la utilización de la lengua, y de que cuando final-
mente se obtenga una teoría adecuada sobre el significado, resultará
que los significados y las ideas están estrechamente relacionados.
Consideremos, finalmente, las teorías conductistas sobre el sig-
nificado. Puesto que las ideas parecen ser tan inexcrutables como
los propios significados, muchos fLlósofos y psicólogos (y, hasta hace
poco; muchos lingüistas, por ejemplo, Bloomfleld), han evitado ha-
blar de ideas y de procesos mentales, prefiriendo hablar de estímu-
los físicos y de respuestas a ellos. Se dice que el significado de una
expresión es la situación-de-estímulo que provoca su emisión y/o la
respuesta que dicha emisión provoca en el oyente. Esto no nos per-
mitirá determinar cuáles expresiones TIENEN significado y cuáles no,
ya que una palabra sin sentido puede ser evocada por un estímulo
y producir una respuesta, del mismo modo que lo haría una expre-
sión plenamente significativa. Pero sí permite establecer que dos ex-
presiones significan lo mismo si, y sólo si, son evocadas por el mis-
mo estimulo y/o si provocan las DÚsmas respuestas.
Con todo, esta teoría parece seguir los mismos pasos que la teo-
ría conceptual: o se acepta que es empíricamente inadecuada o, de
lo contrario, tendrá que desarrollarse de tal modo para dar cuenta
de los datos que perderá todo su contenido empírico original. En
efecto: si interpretamos «situación-de-estímulo» y «respuesta» de un
modo natural y directo, resulta que lo que las personas dicen en cir-
cunstancias diferentes y lo que hacen en respuesta a las cosas que
dicen otras personas no constituye una base demasiado s6lida sobre
la que asentar la pretendida identidad de aquellos conceptos Con el
significado. Yo puedo emitir Whal a nice parly! ("¡Qué fiesta tan
agradable!j en una situación que consista realmente en una fiesta
agradable, pero también no emitirla en esa misma situaci6n; la iden-
tidad de la situaci6n-de-estímulo no garantiza la identidad del com-
portamiento lingüístico. Puedo también decir What a nice party! en
una situación que consista en una fiesta aburrida dada por mi jefe;
las diferencias entre las situaciones-de-estimulo no se relacionan,
pues, invariablemente, con diferencias en el comportamiento lingüís-
tico. Puedo incluso decir What a nice party! mirándome los dedos
de los pies, en el baño, a pesar de que no exista una situación-de-
estímulo relacionada con fiesta alguna (exceptuando, desde luego,
mis pensamientos, que son datos inadmisibles para un conductista
ortodoxo).
Con las respuestas ocurre lo mismo que con las situaciones-de-

34
estímulo. Se puede responder a mi comentario sobre la fiesta dán-
dome la mano, haciendo una mueca, cambiando de tema o no di-
ciendo o haciendo nada en absoluto. Y cada una de estas respuestas
podría ser, a su vez, una respuesta a otro enunciado cualquiera que
yo hubiera dicho. Así pues, no hay posibilidad de determinar QU~
respuesta evocará una expresión dada: si tratáramos de explicar el
significado en términos de un REPERTORIO de posibles respuestas,
tendríamos que enfrentarnos con la práctica infinitud del mismo y
la gran cantidad de similitudes que existirá entre los repertorios de
las distintas expresiones.
Un problema insalvable para cualquier teoría conductista lo cons-
tituye el hecho de que, aparte de los casos de conducta verbal real-
mente condicionada, como es la emisión de Ouch! (¡"Ay!j cuando
te hieres, cualquier persona, si así lo desea, pueda ignorar todo lo
establecido acerca de los estímulos y las respuestas asociadas con
una expresión, limitándose, sencillamente, a responder a ella en si-
tuaciones y formas que no estén predichas por la teoría. Para evitar
esto, la teoría debe estructurarse en tomo a conceptos tales como
los de comportamiento 'normal' o 'apropiado', o, como a menudo
se ha propuesto, en términos de DISPOSICIONES DE CONDUCTA. La
respuesta real a mi enunciado What a nice party! ("¡Qué fiesta tan
agradable!'') podría ser cualquiera o ninguna, pero, si se quiere ser
educado conmigo se respondería con un We are delighted you could
come! ("Estamos encantados de que haya podido venir''); si aquella
persona a la que me dirijo fuera una persona tímida, quizá simple-
mente sonreiría; si no le gustara en absoluto la fiesta, arquearía las
cejas, y si quisiera rebatir una teoría sobre el significado entonaría
Three blind mice ("Tres ratones ciegos''). Aunque las respuestas rea-
les dadas no se correlacionen de forma única y uniforme con el sig-
nificado de las expresiones, se pensó que las disposiciones para res-
ponder de una determinada manera DEPENDIENTES DE OTROS AS-
PECTOS DE LAS SITUACIONES Y el significado de aquellas si se co-
rresponderían de esta forma.
El problema que plantea una sofisticación tal de la teoría es que
cada expresión de la lengua tendría que ser asociada con una clase
de proposiciones, más o menos infinita, del tipo «si se da una situa-
ción asi, el hablante hará esto)), pudiéndose establecer tan sólo esta
asociación en virtud de algún tipo de propiedad de una expresión
de la que pueda derivarse todo este amplio repertorio de prediccio-
nes, por medio de principios generales; y es muy probable que la pro-
piedad de las expresiones en cuestión resultara ser su propio signi-
ficado. Si esto fuera asi, dificilmente podríamos mantener que la con-
ducta verbal constituye la puerta de acceso para el estudio del sig-
nificado. No hay duda de que existe cierta relación entre la conduc-

35
ta y el significado de las expresiones, al igual que existe cierta rela-
ción entre las ideas y el significado de éstas; pero estas relaciones
son muy complejas e indirectas, y, además, una teorla sobre ellas pre-
cisarla, con toda seguridad, de una caracterización del significado to-
talmente independiente.

2.3. Significado y uso

Nos ocuparemos ahora de otras teorías más sofisticadas sobre el


significado, las cuales caracterizan el significado de una expresión
en relación con su uso. Como todo el mundo sabe, fue Wittgenstein
quien dijo que «el significado de una palabra es su uso en la lengua»
(Philosophicallnvestigations, 1953). También dijo: «No preguntéis
por el significado, preguntad por el uso», lo que, pudiendo interpre-
tarse como una advertencia para que no se hable para nada del sig-
nificado, se ha tomado habitualmente como una receta para deter-
minar los significados de las expresiones.
Lo que es común a ambas interpretaciones es el tildar de error
grave y vanal el hecho de considerar los significados como ENTIDA-
DES que mantienen una relación determinada con las expresiones.
Este es el error que subyace en la identificación de los significados
con los referentes o con las ideas, lo que ha sido criticado ya en el
apartado anterior. El significado de una expresión se considera algo
así como el padre de un amigo: determinar el significado estriba en
identificar una cosa (sea concreta o abstracta) y decir cómo es ella.
Pero, de hecho, el significado de una expresión es algo más parecido
al peso que pueda tener una mesa: determinar el significado es de-
terminar el «valon) de una expresión (por usar un término Saussu-
riano) dentro del sistema del que forma parte.
Wittgenstein no sólo resaltó el papel de las expresiones dentro
de este, sino también el papel del lenguaje dentro de la vida huma-
na. El lenguaje se inserta íntimamente dentro de nuestra conducta y
de nuestra interacción con los demás. Lo UTILIZAMOS para dar ór-
denes, para contestar preguntas, para saludar, para discutir, etc. El
lenguaje no deberla, pues, considerarse como un clllculo abstracto
sino como una herramienta, como un martillo o un abrelatas; una
caracterización apropiada de una expresión lingüística deberá dar
cuenta de cómo y para qué es utilizada.
Un abrelatas puede utilizarse como señal en un libro, e, igual-
mente, se dan también usos asistemáticos de expresiones lingüísti-
cas, como puede ser el gritar una palabra fuera de contexto, sólo
para asustar a alguien. Para excluir estos casos y poder dar cuenta
de los usos CARACTERfsTlCOS de las diferentes expresiones, la teorla

36
del significado como uso suele concebirse como un conjunto de re-
glas que determinan el uso general o convencional de las expresio-
nes. Al contrario de lo que ocurre con las teorias del significado que
hemos discutido en la última sección, ésta tiene aspectos que resul-
tan familiares para un generativista. Una gramática consiste en re-
glas que determinan la pronunciación de expresiones, la combina-
ción de expresiones para formar otras más complejas, las realizacio-
nes superficiales de las relaciones gramaticales básicas, etc. Por ello,
el estudio del significado a partir de las reglas-de-uso parece inte-
grarse de un modo natural dentro de la descripción del lenguaje que
intenta construir este lingüista.
Otra ventaja inmediata de la teoría del lISO es que no excluye nin-
gún tipo de expresiones con significado pleno. Palabras como if
("si''),for ("para'') y Ihe no tienen referentes ni evocan imagen men-
tal alguna, y tampoco provocan ciertas respuestas, pero si tienen una
utilización determinada. La noción de «usO) es suficientemente am-
plia como para incluir, por ejemplo, el uso de the en la formación
de sintagmas nominales como the braun cow ("la vaca marrón j,
para referirse a una vaca en particular, el uso de este en The brown
cow is sick ("la vaca marrón está enferma''), si queremos informar
sobre el estado de cosas en la granja, etc. De hecho, el defecto de
esta teoria está en que es demasiado general para que resulte útil.
Si tiene que servir de fundamento a una teoria del significado, la no-
ción de uso debe restringirse de algún modo. Al aludir a lo que co-
men los ingleses debemos decir fish and chips ("pescado con patatas
fritas''), roastbeefy Yorkshire pudding ("pudding de Yorkshire''), y
no chips and flSh ("patatas fritas con pescado ''), Yorkshire pudding
y roast beef Se da aquí una regla determinante del uso de las pala-
bras que no atañe para nada a su significado, puesto que, evidente-
mente,fish and chips ("pescado y patatas fritas'') significa lo mismo
que chips andfish ("patatas fritas y pescado''). Y también es posible
descubrir reglas sociales (por ejemplo, no decir tacos delante de tu
suegra), ciertas prácticas (no utilizar palabras de catorce letras con
los niños), y reglas estilisticas (no decir continuamente 'y entonces').
Además, ciertas reglas claramente gramaticales, como puede ser la
concordancia, no parecen tener conexión alguna con el significado.
Así pues, si queremos caracterizar el significado a partir de reglas
de uso, hemos de especificar más exactamente qué tipos de normas
de uso vamos a tener en cuenta.

Significado y verificación
Determinar el significado de una oración equivale a establecer
las reglas con arreglo a las cuales la oración se utiliza, y esto es

37
lo mismo que determinar el modo en que ésta puede ser verificada.
El significado de una proposición es su método de verificación (Sch-
lick, 1936). La teoria verificacionista del significado se ocupa del sig-
nificado de oraciones completas; los significados de otras expresio-
nes se caracterizan indirectamente con arreglo a su contribución en
el establecimiento del significado de las oraciones en las que estas
aparecen. Concretamente, esta teoria se limita al significado de las
oraciones declarativas, puesto que relaciona el significado de una
oración con su utilización para decir algo verdadero o falso acerca
del mundo.
Sin embargo, la identificación del significado con los métodos de
verificación lleva a conclusiones absurdas. El significado de Jt is rai-
ning ("llueve''), no radica en el hecho de sacar la mano por la ven-
tana o en el de llamar al Instituto Meteorológico para confirmar o
negar esto. El significado de una oración en futuro no estriba, como
sugería Schlick, en esperar a que ocurra el acontecimiento 'que se des-
cribe en ella. El verificacionismo resulta inadecuado, incluso como
descripción de las condiciones de identidad de los significados. El sig-
nificado de la oración this solution is acidic ("esta solución es áci-
da'') no varió después de inventarse el papel de tornasol, ni cambia-
rá si alguien inventa cualquier otro método de verificación. Igual-
mente, las oraciones This swimming pool is 25 yards long ("esta pis-
cina tiene 25 yardas'') y If Ihis swimming pool were five yards longer
il would be 30 yards long ("si esta piscina tuviera cinco yardas más,
tendria treinta yardas''), no tienen el mismo significado aunque am-
bas puedan verificarse midiendo la piscina en cuestión y compro-
bando que mide 25 yardas.
A pesar de todo, sí existe claramente una relación esencial entre
las oraciones declarativas y el hecho de hacer afirmaciones acerca de
algo, y entre el hacer afirmaciones y las nociones de verdadero o fal-
so. Pero se equivoca el verificacionismo al forzar las posteriores re-
laciones entre los conceptos de verdadero y falso y los métodos par-
ticulares mediante los cuales se establecen éstos. Ninguna enumera-
ción de posibles métodos de verificación actuales serviría para espe-
cificar el significado de una oración, puesto que la lista de tales méto-
dos variará con el avance de la ciencia y la tecnología, pudiendo
ocurrir que haya oraciones plenamente significativas para las que to-
davfa no conocemos ningún método de verificación, ni teórico ni
práctico. Para que un «método de verificación» pueda llegar a ex-
plicar el significado habrá, pues, de establecerse una relación mucho
más abstracta entre las oraciones y el mundo. Para ello, lo más apro-
piado seria una especificación general de aquellas condiciones bajo
las cuales la oración seria verdadera y aquellas bajo las cuales seria
falsa. Si planteamos esto desde un punto de vista epistemológico, en

38
términos relativos a cómo podemos CONOCER si una aftrnlación es
verdadera o no, podríamos optar por una especificación de las con-
diciones de verdad dentro de un cuerpo de principios cientificos que
nos permitiera determinar qué consecuencias de una afirmaci6n dada
podrían comprobarse empíricamente y cómo podría esto hacerse. En
este caso, serían las condiciones de verdad y no los métodos prácti-
cos de verificaci6n, lo revelador para la determinaci6n del sig-
nificado.
El verificacionismo fue el producto, por no decir la principal he-
rramienta, del positivismo lógico, cuyo objetivo era liberar a la cien-
cia de la metafísica por la vía de la demostración, simplemente, de
que las afirmaciones metafísicas carecen de significado; según este
s610 se considerarían dotadas de sentido aquellas afirmaciones que
pudieran ser verificadas o refutadas empíricamente. (Las afirmacio-
nes lógicamente verdaderas o falsas pueden incluirse entre estas si
las analizamos como afirmaciones acerca de expresiones lingüísti-
cas.) En este enfoque persisten, sin embargo, ciertos problemas, pues-
to que, como ya hemos visto, habrá que hacer una distinción básica
entre aquellas afirmaciones que no pueden ser verificadas por razo-
nes puramente científicas, y aquellas que no pueden verificarse por-
que no poseen ningún significado; después de todo esta aproxima-
ción tiene un interés marginal para la lingüística, ya que su concepto
de significaci6n plena queda condicionado por una intencionalidad
muy especifica. Puede que la oraci6n God is good ("Dios es buenoj
no tenga cabida en una teoría científica, y puede también que I have
a yellow afterimage ("tengo una postimagen amarilla") tuviera que
ser desechada por medio de algún tipo de análisis corrector; sin em-
bargo, éstas son oraciones perfectamente aceptables en inglés y TIE-
NEN un significado pleno, en el sentido relevante de este término
para una descripción empírica de una lengua natural.

Significado y actos de habla


Incluso si el verificacionismo tuviera éxito en su análisis de las
oraciones declarativas, no tendría nada que decir acerca de las im-
perativas e interrogativas, o de oraciones como I swear I won 't touch
it ("Juro que no 10 tocaréj o I warn you /'1//eave ("Te advierto que
me voy''). La teoría de los actos de habla, originalmente desarrolla-
da por Austin (1962), se centra especificamente en oraciones de este
tipo. El objetivo de Austin era caracterizar las clases de actos que
pueden llevarse a cabo al emitir ciertas oraciones; y suele argumen-
tarse desde entonces que especificar los actos verbales realizados por
medio de una determinada oración equivaldría a especificar el sig-
nificado de esa oración.

39
Pero, ¿qué es un acto de habla? Austin distinguió tres tipos: el
ACTO LOCUTIVO, que serla el acto de emitir una oración con un sen-
tido determinado y con referentes también determinados para todos
los términos que contiene; es el acto DE decir algo. El ACTO INLO-
CUTIVO, es el acto de hacer una pregunta, una advertencia, predic-
ciones, etc; es el acto que se realiza EN el momento de decir algo. El
ACTO PERLOCunVO, es aquél por el que se induce a alguien a que
haga algo, por el que se le molesta, por el que se le hace razo-
nar, etc.; es el acto que se realiza AL decir algo. Austin ilustró estas
definiciones informales con un ejemplo.

Locución:
Me dijo: Shoot her! (<<Dispárale)) (a ella», queriendo decir por «dis-
parar» disparar y refiriéndose con «le)) a ella.

Imocución:
Me inst6 (o avis6, orden6, etc.) a que le disparara.

perlocución:
Me convenci6 de que le disparara.

La caracterización que hace Austin de las locuciones implica que


dos oraciones sólo pueden utilizarse para realizar el mismo acto lo-
cutivo si tienen el mismo significado (sentido). Podemos invertir esto,
y concluir que dos oraciones tienen el mismo significado si ambas
pueden utilizarse para realizar el mismo acto locutivo l. Pero, a pe-
sar de la conexión existente entre unos y otros, ni Austin ni ningún
otro ha presentado los actos locutivos como explicación de los sig-
nificados; y no ha sido as! por la sencilla razón de que, si los actos
locutivos se definieran en ténninos de los significados, la teorla se
convertirla en algo circular. Ocupémonos, pues, de las ilocuciones y
perlocuciones.
Las perlocuciones tampoco constituyen una base tentadora para
caracterizar los significados; y, en este caso, esto es así porque las
perlocuciones implican otros muchos aspectos además del significa-
do, por lo que no se mantienen las correlacio.nes necesarias. Por
ejemplo, -siguiendo con el ejemplo utilizado por Austin-, puede
que alguien consiguiera el efecto perlocutivo de convencerme para
disparar a alguien gritándome Shoot her! ("¡Dispárale! [a ella]j:
pero puede que también ocurriera as! gritandome q you don 't shoot

I Nótese que, con arreglo a esto, ignorarlamos algunos casos de similitud de sig-
nificados. Aparentemente, Austin sosterua que las oraciones que contienen palabras
diferentes no pueden emplearse para nevar a cabo UD mismo acto locutivo, aunque,
por supuesto, puedan ser sinónimas.

40
her, she7/ spill the beans ("¡Si no le disparas, estropeará todas las
judiaslj o Shooting her wou/d p/ease Mother ("¡Si le disparas mamá
se alegrará!',). Y, sin embargo, estas oraciones no significan lo mis-
mo. Además, puede que el hablante no logre convencerme para que
dispare con ninguna de estas oraciones.
Existe, sin embargo, una teoría del significado que, a pesar de
que no encaja exactamente dentro de lo establecido por Austin, si
que pudiera considerarse, en cierto modo, como una teoría perlocu-
tiva. Grice (1957, 1968) ha sostenido que afirmar que un hablante
A, QUERíA DECIR algo al emitir una expresión X, equivale a afIrmar
que: A pretendfa que la emisión de X produjera algún efecto (gene-
ralmente, una creencia, una convicción o la intención de actuar de
un modo determinado) en su auditorio. Decir Qut es lo que A que-
da decir, equivaldrá, pues, a especificar el efecto pretendido. Una
condición importante, estipulada para excluir ciertos tipos de inte-
racción que por sí mismos no comportan intuitivamente significado,
es que el efecto producido en el oyente debe poder, al menos par-
cialmente, hacerse corresponder, al menos parcialmente, con el re-
conocimiento de éste de que la intención del hablante es producir di-
cho efecto. De hecho, esta teoría ha sido considerablemente desa-
rrollada desde su primer esbozo para conseguir una diferenciación
más precisa entre los actos propiamente significativos y casos super-
fIcialmente semejantes pero irrelevantes; las versiones más recientes
de esta teoría se refIeren a convicciones, intenciones órdenes de un
superior, etc. posiblemente ad infinitum-; por ejemplo: a que el ha-
blante pretende que el oyente crea que el hablante pretendfa que la
convicción (principal) del oyente se basara en el reconocimiento de
la intención que el hablante tenia al inducir en él esa convicción.
No podemos aquf hacer justicia a la complejidad de esta teoría,
pero resulta interesante observar cómo evita los defectos de la teoría
perlocutiva que rechazamos anteriormente. En primer lugar, sólo
ciertos efectos en el oyente se consideran relevantes; por ejemplo: en
versiones posteriores, el efecto primario característicamente asocia-
do a una oración declarativa se reduce simplemente al de que el oyen-
te crea que el hablante cree que lo que él mismo dice es verdadero.
Las perlocuciones austinianas son mucho más exigentes, y, respecto
de este caso, por ejemplo, el acto perlucutivo sería convencer al oyen-
te de la verdad de lo que dice el hablante. En segundo lugar, y más
importante, el éxito en la consecución de estos efectos no queda pre-
supuesto, pues Grice basa su análisis en las intenciones con las que
el hablante emite las oraciones.
Como ya he esbozado, la teoría de Grice es una teoría del 'sig-
nificado del emisor', de lo que significa para alguien expresar algo
mediante un enunciado. Como tal, ha de responder la tercera pre-

41
gunta general acerca del significado que exponiamos en el apartado
2.1. Esta teoría contribuye a dar cuenta de en qué consiste utilizar
una oración para hacer una aserción, dar una orden, etc. Se preo-
cupa por el papel que el significado desempeña en el uso de la len-
gua, en el acto de comunicación. De hecho, Grice ha basado en ello
toda una teoría detallada del por qué tenemos éxito tan a menudo,
cuando "decimos" más de lo que realmente decimos. Ha esbozado
ciertas máximas conversatorias, principios de cooperación a los que
nos atenemos y a los que esperamos que otros se atengan con el fin
de facilitar la comunicación. La violación de una de estas máximas
puede dar lugar a una ((implicatura», una inferencia por parte del
oyente acerca de las opiniones o intenciones del hablante, que es ne-
cesario hacer para entender por qué dijo lo que dijo o el modo en
que lo dijo. Uno de los ejemplos más clarbs de Grice sobre esto se
refiere a la máxima de relevancia «((be relevant»). Ésta queda viola-
da por alguien que responde a una pregunta casual acerca de un ami-
go, al decir que éste todavía no ha ido a la cárcel. La implicación es
que dicho amigo es, potencialmente, deshonesto, a pesar de que, des-
de luego, el hablante no dijo eso explícitamente y de que lo que dijo
podria ser perfectamente cierto aun cuando no lo fuera lo que im-
plicaba. (La largamente esperada obra de Grice, Logic and Conver-
sation, será la obra para aquellos que estén interesados en profun-
dizar en estos aspectos. Grice [1975] es un extracto de esta obra más
amplia.)
Sin embargo, para nuestros propósitos, la cuestión más impor-
tante es saber si la teoría de Grice acerca del ((significado del emi-
son) ofrece algún tipo de explicación de lo que supone para una ora-
ción o para cualquier otra expresión lingüistica el tener un signifi-
cado. Grice ha propuesto una descripción derivativa del significado
de las oraciones: el significado de una expresión lingüística X de-
pende de los efectos que el hablante pretende obtener en el oyente
al emitir X. Sin embargo, la idea general es que es precisamente aquí
donde la teoría tiene menos éxito; la objeción principal es que no
aporta luz alguna sobre los aspectos convencionales o compositivos
del significado. El significado de una expresión depende de las con-
venciones establecidas por una comunidad lingüistica y no están,
pues, determinadas por las intenciones particulares de un hablante
al emitir ésta -a pesar de todo lo relavantes que puedan haber sido
las intenciones de éste, para determinar qué deseaba que entendié-
ramos en particular con la emisión de ésta. Posiblemente, esta con-
vención lingüística podría incluirse dentro de la teoría apelando a al-
gún tipo de contrato social entre los hablantes de una lengua, que
garantizaría un acuerdo básico en el acto de relacionar ciertas ora-
ciones y determinada intención comunicativa al emitir estas. Pero to-.

42
davía existe el problema de la imposibilidad de que se acepten, in-
cluso implicitamente, uno por uno los significados de todas las ora-
ciones posibles en una lengua natural. Tiene, pues, que surgir como
resultado de los significados las palabras aisladas y del modo en que
estas se combinan. Por tanto, parece que el dar cuenta del «signifi-
cado del emisof), presupone, en vez de explicarlos, una teoría sobre
los mecanismos compositivos que subyacen en el significado de la
oración. ¿Cuáles son las intenciones por las que utilizo las palabras
shoot ("disparar") y her ("le [a ella]"), y cómo se combinan para ori-
ginar la intención de comunicar mi deseo de que se le dispare a al-
guien? Estas objeciones son, en esencia, semejantes a las que hemos
hecho al criticar las teorías inlocutivas del significado, sobre las cua-
les volvemos ahora.
La tentativa de explicar la naturaleza del significado a través de
los actos del habla que nos resulta más familiar es la que se funda
no en los actos locutivos y perlocutivos sino en los actos inlocutivos,
tales como advertir, preguntar, ordenar o exclamar. ¿Se correspon-
den de forma relevante los significados con los actos inlocutivos?
Desde luego, no se relacionan con ningún acto inlocutivo EN PARTI-
CULAR, puesto que los actos son hechos específicos, localizados en
el tiempo, y para el significado de, por ejemplo, 1m hot ("tengo ca-
lor'') es irrelevante el que dicha oración fuera emitida por J ohn
Smith, a medio día, el tres de enero de 1957. La teoría tiene, pues,
que referirse a los posibles tipos de actos inlocutivos y no a sus rea-
lizaciones. Sin embargo, incluso tales tipos no resultan suficiente-
mente generales. Austin asoció con Shoot her ("¡Displtrale!'') toda
una gama de actos inlocutivos, entre los que se incluyen urgir, ad-
vertir, y ordenar; mientras que Shoot her ("¡Dispáralel'') no presen-
ta, de hecho, esta triple ambigüedad; cuando la escuchamos no pen-
samos que tenga significados múltiples, tal y como lo haríamos con
oraciones del tipo They are.flying planes ("Están pilotando aviones"
o "son aviones en vuelo''), o Every girl kissed one boy ("cada chica
he besado a un chico''). (Podemos admitir que sea un ((acto verbal
ambiguo», pero al hacerlo hemos de admitir que la ambigüedad de
los actos verbales difiere de la ambigüedad relativa al significado de
las oraciones.) Así pues, relacionar cada tipo de acto inlocutivo que
se realice mediante una oración con uno de los significados de esa
oración sería, empíricamente, incorrecto.
De hecho, las condiciones de identidad de los significados están
relacionadas con las condiciones de identidad de toda una clase de
tipos de actos inlocutivos, y no con los actos inlocutivos realizados
o con un tipo determinado de éstos. Shoot that old lady! ("¡Dispara
a esa vieja!") tiene un significado diferente de Shoot her! ("¡Displt-
rale!''). El significado de la primera es más especifico, y esto se re-

43
laciona con el hecho de que puede ser utilizada para expresar una
CLASE de actos inlocutivos más restringida. (Puede utilizarse para or-
denar a alguien que dispare sobre una mujer de ochenta años pero
no para que lo haga sobre una de ocho.) I order you to shoot her
("Te ordeno que le dispares") tiene también un significado más es-
pecifico que Shoot her! ("Dispárale!") ... y, por tanto, también se aso-
cia con una clase más restringida de actos inlocutivo~. (Puede utili-
zarse para ORDENAR a alguien que dispare a Juana, pero nunca para
ADVERTIR o urgir a alguien para que dispare a Maria o a Juana).
Por otra parte, Shoot! ("¡Dispara!") posee un significado menos es-
pecifico que Shoot her! ("¡Dispárale!'') y puede ser asociado a una
clase más extensa de actos inlocutivos (por ejemplo, ordenar a al-
guien que dispare a Juan). The moon isfull ("Hay luna llena'') tiene
un significado totalmente desconectado del de Shoot her! ("¡Dispá-
rale!"), por lo que las clases de actos inlocutivos para las que pue-
den utilizarse estas oraciones no coinciden. Hit her with bullet from
a gun ("¡Pégale un tiro!"), significa (más o menos) lo mismo que
Shoot her! ("¡Dispárale!"), y esto se corresponde con que las clases
de actos ilocutivos con las cuales se asocian estas oraciones sean
(más o menos) idénticas. Así pues, la relación entre los significados
de dos expresiones parece ser paralela a la relaci6n existente entre
las clases de actos inlocutivos realizables mediante ambas ex-
presiones.
La teoría que pretende caracterizar el significado de una oraci6n
en términos de la clase de actos inlocutivos a los que normalmente
se asocia esta (es decir, en términos de su ACTO INLOCUTIVO POTEN-
CIAL, según AIston, 1968), no ha resultado ser totalmente estéril.
Austin, y posteriormente otros, han catalogado y definido los llama-
dos «verbos realizativos», esto es aquellos verbos que pueden utili-
zarse (en la primera persona del presente de indicativo, y a veces jun-
to a "según esto", "por esto", etc.) al principio de la oraci6n para
hacer explicita su fuerza inlocutiva -verbos del tipo de prometer,
advertir, avisar, suplicar, proponer, denunciar, etc. También se ha
comenzado a especificar las condiciones según las cuales sería ((apro-
piad&) la emisi6n de una oración que contuviera estos elementos, es
decir, aquellas condiciones que nos dirían cuándo lo dicho es un au-
téntico acto de prometer, advertir, avisar, etc. (ver, por ejemplo,
Searle, 1965, 1969). Aunque todavía queda por hacer mucho trabajo
descriptivo, una teoría de este tipo RESULTARfA SER una teoría de
los significados de los verbos realizativos y, por tanto, de un aspecto
relevante de los significados de las oraciones que los contengan. Des-
de luego, no todos los usos de un verbo como prometer son usos rea-
lizativos; pero también estos usos no realizativos quedan indirecta-
mente esclarecidos por este análisis de los actos verbales. La oraci6n

44
1 Ihink John will promise 10 leave ("creo que Juan prometerá mar-
charsej se utiliza, no para prometer algo, sino para expresar una
opini6n acerca de una posible promesa; mas una descripci6n de su
significado deberá, sin duda, incluir una descripci6n de lo que va a
prometerse: tendremos que señalar qué es lo que el hablante dice
que piensa que hará o dirá Juan, qué creencias o intenciones se es-
pera que surjan de la actuaci6n o declaraci6n hecha por Juan, a qué
se compromete el propio Juan, etc.
Sin embargo, una teoría de los significados de los verbos reali-
zativos, aun cuando incluya los usos no realizativos, no es una teo-
ría general del significado. La noci6n de fuerza ilocutiva esclarece el
contraste semántico existente entre 1 promise lo leave ("Te prometo
que me marcharé'') y 1 warn you lo leave ("Te aviso de que te mar-
chesj, y, además, indirectamente, la diferencia entre Ilhink John
will promise lo leave ("Creo que Juan prometerá marcharse'') y
1 Ihink John will warn you lo leave ("Creo que Juan te advertirá
que te marches''). Pero no nos dice nada acerca de la diferencia se-
mántica existente entre 1 promise lo leave ("Te prometo marchar-
mej y 1 promise lo slay ("Te prometo quedarmej. Estas dos ora-
ciones presentan la misma FUERZA INLOCUTIV A, en el sentido más
amplio, es decir, se utilizan ambas para hacer promesas. La diferen-
cia entre ellas reside en lo que se promete. Por tanto, para espe-
cificar plenamente el significado de estas oraciones, necesitaremos
un modo de diferenciar los actos inlocutivos, no s610 en virtud de
su fuerza inlocutiva sino también, y junto con ello, en virtud de su
CONTENIDO PROPOSICIONAL. Debemos poder distinguir toda una se-
rie infinita de posibles diferentes promesas y poder asociar cada una
de ellas con la oraci6n u oraciones que pueden utilizarse para rea-
lizarlas. Y debemos hacer esto sin recurrir para nada a la noci6n de
significado, ya que, de hacerlo, la teoría inlocutiva, al igual que la
teoría locutiva, resultaría circular. Y es aquí donde esta teoría
fracasa.
Como mínimo, la teoría debe proporcionar algún medio para po-
der decidir cuáles de conjunto infinito de oraciones de una lengua
pueden utilizarse para realizar el mismo acto inlocutivo. Considere-
mos el acto de "prometer irse", que puede realizarse emitiendo (en
circunstancias apropiadas) la oraci6n 1 promise lo leave ("Prometo
marcharmej. ¿Qué otras oraciones pueden usarse para esto? 1 pro-
mise lo go ("Prometo irme'') podría usarse, pero nunca 1 promise lo
slay ("Prometo quedarme j. Como hablantes del inglés esto lo sa-
bemos intuitivamente, pero, ¿c6mo puede determinarlo una teoría
formal acerca de las inlocuciones? La única posibilidad que podría
existir sería estableciendo primero que 1 promise lo go ("Prometo
irj significa lo mismo que 1 promise lo leave ("Prometo marchar-

45
me''), mientras que no es asi en I prom;se to stay ("Prometo que-
darmej. Las condiciones de identidad de las inIocuciones pueden es-
tablecerse recurriendo a las condiciones de identidad de los signifi-
cados; sin embargo, nadie ha hecho todavía una descripción de ellas
independiente del significado.
Con el fin de poder determinar el conjunto infinito de los distin-
tos actos inIocutivos potenciales que pudieran asignarse a ciertas ora-
ciones, podría proponerse que la teoría incluyera un mecanismo re-
cursivo semejante al que esbozábamos en el capitulo 1; un cuerpo de
reglas que tuvieran como entrada la estructura sintáctica y las uni-
dades léxicas de las oraciones, y que generara recursivamente las re-
presentaciones de sus actos iolocutivos potenciales. Mas si este me-
canismo tiene que dar cuenta del uso correcto de las nociones iolo-
cutivas para poder explicar el significado, entonces, el significado de
las unidades léxicas que las expresan, deberá también explicarse en
términos de actos inlocutivos. Como hemos visto, el significado de
gran cantidad de palabras, tales como prometer y advertir, puede de-
terminarse en términos de la propia naturaleza de lo que se promete
o advierte. Pero los verbos no realizativos, como marcharse y que-
darse, no poseen un valor inlocutivo especial; y tampoco lo poseen
los nombres, las preposiciones, etc. Todas estas palabras, que cons-
tituyen la mayor parte del vocabulario de una lengua, se utilizan tan-
to al hacer promesas, como al dar órdenes, en exclamaciones, ex-
hortaciones; en la realización, en fin, de todo tipo de actos in-
locutivos.
No obstante, no deberíamos darnos por vencidos todavía con res-
pecto a la cuestión que nos ocupa. Dado que no hay nada en común
entre "prometer", "advertir" o "exclamar", todas las apariciones del
verbo marcharse podrían analizarse en términos de actos inlocutivos
de referir, predicar, etc., que formarían parte, igualmente, de los ac-
tos de prometer, advertir, exclamar y de todos los demás actos inlo-
cutivos de naturaleza oracional. En este nivel de análisis, el signifi-
cado del verbo marcharse podría quizá caracterizarse UNIFORME~
MENTE como la predicación de un acto determinado (con relación a
un sujeto). Sin embargo, esta posibilidad también falla. El conside-
rar la predicaci6n como un acto analizable de este modo presenta
algunos problemas (yo no puedo levantarme y predicar algo sin más);
pero, de todas formas: las condiciones de identificación de actos ta-
les como las predicaciones son tan dificiles de especificar sin hacer
referencia alguna al significado como lo son las condiciones de iden-
tificación de los actos de "prometer" y "advertir". ¿Qué verbos tie-
nen en inglés el mismo uso predicativo que marcharse? Irse lo tiene;
quedarse no. Sin embargo, no sabemos cómo se podría establecer
este tipo de equivalencias a partir de la clase infinita de los predica-

46
dos de una lengua natural, sin basarnos en alguna definición de la
noción de igualdad de significado.
Alston (1968), afirma: (da realización de un acto inlocutivo im-
plica el relacionarse de varias formas uno mismo con ciertas condi-
ciones y situaciones extralingüfsticas». El MODO EN QUE un hablante
se relaciona él mismo con una situación puede que sea, en parte,
una función de LA FUERZA INLOCUTIV A POTENCIAL de la oración
que está utilizando; más, como hemos visto, la teoría de los actos
verbales no trata para nada esta relación y sus conexiones con la for-
ma y el contenido oracional. La situación con la que el hablante se
relaciona puede que sea, en parte, una función del CONTENIDO PRO-
POSICIONAL de la oración que está utilizando, y sobre esto la teorfa
de los actos verbales no puede decirnos nada. Al contrario: se nece-
sita una teoría del significado que relacione los significados de las
oraciones con las situaciones para completar la teorfa de los actos
verbales. La teorfa del significado que examinaremos a continuación
es de este tipo (aunque no fue desarrollada dentro de este contexto).
Con todo, se observará que las nociones relevantes de esta teoría
son nociones tales como verdad e implicación y no nociones inlocu-
tivas. Trataremos de unificar de nuevo estos dos tipos de nociones
en la sección 2.7.

2.4. Significado y verdad

Para hacer explicito lo que significa una oración debemos espe-


cificar su fuerza inlocutiva potencial y su contenido proposicional;
sin embargo, todavfa no sabemos cómo caracterizar este último. De-
mos, por el momento, un paso atrás y consideremos únicamente las
oraciones declarativas y, en particular, sólo aquellas oraciones de-
clarativas que se utilizan generalmente para hacer afirmaciones.·
¿Cómo podrfamos especificar el contenido proposicional de una ora-
ción declarativa asertiva del tipo JI is raining ("Está lloviendo'')?
De acuerdo con la teorfa del significado de los actos verbales,
cabe esperar que el significado de esta oración no pueda explicarse
sin hacer referencia a su utilización para hacer afirmaciones. Y, aun-
que rechacemos la teoría verificacionista del significado, habremos
de admitir que esta oración pertenece al tipo de afirmaciones que
pueden ser verdaderas o falsas. HACER una afirmación supone asu-
mir uno mismo la verdad de una proposición, sostener que es ver-
dadera, mantener que tiene lugar efectivamente cierto estado de co-
sas (se crea o no que es asf). ENTENDER una afirmación consiste en
saber que el hablante está asumiendo algo como verdadero y saber
qué es lo que está asumiendo como tal; y conocer esto es, tal vez,

47
saber cómo seria el mundo si esto fuera verdad, así como bajo qué
condiciones no lo seria. En resumen, no es un accidente que la di-
ferencia de significado entre dos oraciones declarativas, tales como
I1 is raining ("Está lloviendo") y I1 is snow;ng ("Está nevando"), se
relacione con la diferencia entre las condiciones bajo las cuales cada
una de ellas seria verdadera.
Consideraciones de este tipo nos indican que el contenido pro-
posicional de las oraciones declarativas puede determinarse y carac-
terizarse en virtud de las condiciones de verdad de las afirmaciones
para cuya expresión generalmente se utilizan estas 2 • Si esto es así,
nuestro propósito de caracterizar recursivamente los significados de
las oraciones de una lengua se convierte en el de caracterizar recur-
sivamente las condiciones de verdad de sus oraciones. Y este es un
proyecto del que ya sabemos bastante, puesto que ha sido durante
muchos años el tema principal de lógicos y filósofos (para una pre-
sentación clásica de esta investigación, ver Tarski, 1944). La especi-
ficación de las condiciones de verdad de los enunciados de un siste-
ma lógico equivale, de hecho, a lo que los lógicos llaman «establecer
el modelo semántico del sistema>~. Si un sistema se define dando úni-
camente sus reglas de formación (las cuales determinan las fórmulas
bien formadas), sus axiomas y sus reglas de inferencia (las cuales de-
terminan las relaciones derivacionales entre las fórmulas), entonces
queda reducido a un puro cálculo no interpretado. Con independen-
cia del interés que puedan tener sus propiedades formales, el sistema
no podrá utilizarse para decir o probar nada ACERCA de ALGO hasta
que no se asigne una interpretación a sus fórmulas, es decir, hasta
que éstas no se relacionen con objetos y situaciones del mundo me-
diante la especificación de sus condiciones de verdad.
Las fórmulas de un sistema lógico constituyen un lenguaje arti-
ficial, y en un lenguaje de este tipo las condiciones de verdad pueden
establecerse fácilmente. El lógico tiene la libertad de interpretar este
lenguaje del modo que le resulte más interesante para sus propósitos
(pudiendo estar interesado por las propiedades de todas sus posibles
interpretaciones). Para una lengua natural, como, por ejemplo, el in-
glés, la caracterización del concepto de verdad debe responder a he-

2 De aqul en adelante hablaremos de valores de verdad, de condiciones de verdad


y de entrafiamiento entre oraciones. Esto es, en cierto sentido, inexacto, puesto que
las oraciones pueden ser ambiguas o contener expresiones cuyos referentes no han
sido determinados. Lo que posee un valor de verdad no es la oraci6n 1 am a bache/or
(soy so/tero), sino la proposici6n por eUa expresada, es decir, la afirmaci6n hecha
con eUa por un hablante particular en un momento determinado. Dado que los lin-
güistas se ocupan primordialmente de las oraciones, omitiremos toda alusi6n a esta
distinci6n para hacer menos gravosa nuestra exposici6n; con eUo, por supuesto, no
pretendemos en modo alguno minimizar su relevancia.

48
chos dados de antemano. La oración Snow is white ("la nieve es
blanca j es verdadera sólo en caso de que la nieve sea blanca y no,
por ejemplo, sólo en caso de que la luna esté hecha de, queso; una
teoria que dijera otra cosa seria falsa. A pesar de todo, los tipos de
mecanismos técnicos que se han desarrollado para ESTABLECER la
semántica de los lenguajes artificiales pueden ser adaptados con bas-
tante facilidad para DESCRIBIR la semántica de las lenguas natura-
les. (Esto no quiere decir que toda construcción de toda lengua na-
tural tenga una 'traducción' a algún sistema lógico al que ya se le
haya asignado una semántica. Respecto de cierto tipo de construc-
ciones, todavia es una pregunta sin contestar el cómo, o quizá in-
cluso, el si, los principios existentes pueden utilizarse para explicar
su significado. Volveremos pronto sobre este punto.)
El mejor modo de explicar la naturaleza de las reglas semánticas
que se establecen para un lenguaje artificial es con ejemplos, asi que
comenzaremos por un caso muy simple: el de la semántica del cál-
culo proposicional estándar (es decir, de una de sus muchas, pero
equivalentes, formulaciones). El vocabulario de este lenguaje contie-
ne variables proposicionales (p, q, ...), un operador para la nega-
ción (-); y tres conectivas proposicionales (1\, v y => que se corres-
ponden aproximadamente con las formas and [y], or [o], y if. .. then
[si... entonces], respectivamente). Se emplean también paréntesis
para indicar la estructura interna de fórmulas complejas. Las reglas
de formación del sistema constituyen su sintaxis y determinan cómo
se obtiene lo que se considera una fórmula bien formada (fbf); asi,
dadas las reglas de formación de (2-1) del sistema:
(2-1) (i) Cada variable oracional es una fbf.
(ii) Si A es una fbf, entonces '" A es una fbf.
(iii) Si A es una fbf y B es una fbf, entonces (A 1\ B) es una
fbf, (A v B) es una fbf y (A => B) es una fbf.

el conjunto de fbr de este contendrá las expresiones que presenta-


mos a continuación a la izquierda, pero no las de la derecha.
p (p
(p vq) (p 1\ V q)
((p 1\ q) =>-r)=>p

Las condiciones de verdad de las fórmulas simples de este len-


guaje, aquéllas que consisten en una sola variable oracional, tendrán
simplemente que ser enumeradas. De acuerdo con esto, se estable-
cerá que p es verdadera si, y solamente si, la nieve es blanca, que q

49
es verdadera si, y solamente si, la luna esté hecha de queso, etc. 3 La
verdadera función de las reglas semánticas de este lenguaje es mos-
trar cómo se construyen las condiciones de verdad de sus fórmulas
complejas infinitas a partir de sus fórmulas simples finitas. Este pro-
ceso es como sigue:

(2-2) (a) Si una fórmula A puede analizarse como"" B, entonces


A es verdadera si, y sólo si, B es falsa (no verdadera).
(b) Si una f6rmula A puede analizarse como (B 1\ e), en-
tonces A es verdadera si, y solamente si, B es verdadera
y e es verdadera.
(e) Si una f6rmula A puede analizarse como (B ve), en-
tonces A es verdadera si, y s610 si, B es verdadera o e
es verdadera.
(d) Si una fórmula A puede analizarse como (B :::> e), en-
tonces A es verdadera si, y sólo si, B es falsa o e es
verdadera.

Muchos lectores estarán, quizá, más familiarizados con estos


principios expresados en forma de tablas de verdad, las cuales espe-
cifican las dependencias entre los valores de verdad de los constitu-
yentes de una fórmula (V = verdadero; F = falso).

(2-3) [ ] B C BI\C B C BvC B C B:::JC


V F V V V V V V V V V
F V V F F V F V V F F
F V F F V V F V V
F F F F F F F F V

Los principios (a) - (d) son bastante sencillos y evidentes, y con


ellos podemos asignar las condiciones de verdad a todas las fórmu-
las bien formadas de dicho lenguaje. Pero este lenguaje es un len-
guaje muy simple, mucho mis simple, desde el punto de vista sin-
táctico, que cualquier lengua natural. Las oraciones de una lengua
natural pueden traducirse a éste sólo si estamos dispuestos a ignorar
gran parte de su estructura semánticamente significativa. En él, la ne-
gación sí se trata, pero no asf otros operadores oracionales, tales
como probably ("probablementej, unfotunately ("infortunadamen-

l p. q. etc., son consideradas, pues, CONSTANTES oracionales, si bien la distinci6n


entre constantes y variables no es realmente significativa en esta clase de lenguajes.

50
tej, apparently ("aparentemente''), etc. Las cláusulas encabezadas
por si son analizadas, pero no lo son las cláusulas introducidas por
aunque, puesto que, después que, etc. Además, resulta muy dudoso
que los principios (a) - (d) para'" , 1\ , V Y - hagan justicia a la pro-
pia semántica de la negaci6n, la conjunci6n, la disyunci6n y la con-
dici6n de las lenguas naturales. El principio (d) es, quizil, el que re-
sulta más "sospechoso". Si lo aplicamos a las constrllcciones del in-
glés if .. then ("si... entonces''), predecirla que una oraci6n del tipo
If Smith was at the meeting, nothing was accomplished ("Si Smith
estuvo en la reuni6n, no se resolvi6 nadaj, serla verdadera s610 si
Smith no estuvo en la reuni6n. Y esto, ciertamente, no concuerda
con el criterio de la mayorla de los hablantes del del inglés: Así pues,
para las oraciones condicionales del inglés, la condici6n (d) debe
reemplazarse o ampliarse con alguna otra condici6n; y parece muy
probable que esa condici6n resulte ser mucho más compleja que cual-
quiera de las que se han expuesto anteriormente.
Otra limitaci6n de los principios semánticos tan simples que se
han dado aquí es que, de acuerdo con ellos, se considera la oraci6n
como la unidad mínima de análisis. Una oraci6n simple como Snow
is white ("La nieve es blanca''), debe ser considerada como una uni-
dad, como una única variable oracional; no se dice nada acerca de
c6mo sus condiciones de verdad dependen de las palabras de las que
está compuesta y del modo en que éstas se combinan. Ya sugerimos
al hablar de la teorla verificacionista, en la secci6n 2.3, que el signi-
ficado de las palabras deberla considerarse con relaci6n a su contri-
buci6n a la formaci6n de los significados de las oraciones en las que
aparecen. Seremos ahora más explícitos sobre esto. Es decir, si pre-
tendemos elaborar el constructo de los significados de la oraci6n en
términos de condiciones de verdad y pretendemos, a la vez, ser rea-
listas tanto lingüistica como psicol6gicamente, deberemos determi-
nar claramente c6mo pueden construirse las condiciones de verdad
de una oraci6n con arreglo a su estructura léxica y sintáctica.
Esto es, precisamente, lo que se hizo en el caso de y. no, etc. El
principio (b), por ejemplo, explicita la contribuci6n que la palabra y
hace a las condiciones de verdad de las oraciones en las que aparece.
Ahora bien, cuando nos referimos a palabras como la, nieve, es y
blanca vemos que la naturaleza del problema ha variado. Ya no es
cuesti6n de construir las condiciones de verdad a partir de otras con-
diciones de verdad, puesto que nombres, verbos, adjetivos y demás
constituyentes no oracionales no son de ese tipo de cosas que PO-
SEEN condiciones verdad (ya que no son" cosas que puedan ser ver-
daderas o falsas). Por el contrario, debemos distinguir en estos cons-
tituyentes algún otro tipo de propiedades relevantes y mostrar c6mo,
a partir de éstas, pueden determinarse las condiciones de verdad.

51
Tal Y como ocurría en el caso anterior, la maquinaria para rea-
lizar esto también ha sido desarrollada ya por los 16gicos, en cone-
xi6n, ahora, con el cálculo de predicados (l6gica de segundo orden).
No intentaré hacer aqui una presentaci6n formal completa de la sin-
taxis y la semántica de este sistema. Esta puede encontrarse en los
libros de 16gica más usuales (por ejemplo, Thomason, 1970); si se-
fialaré, sin embargo, algunas ideas fundamentales, como las si-
guientes.
Consideremos la oraci6n Nelson D. Roekefeller is rieh ("Nelson
D. Rockefeller es rico'1. Obviamente la definici6n de verdad para el
inglés deberia especificar que esta oraci6n es cierta s610 en el caso
de que Nelson D. Rockefeller sea rico, y deberia especificar de acuer-
do con ciertas propiedades de los constituyentes Nelson D. Roeke-
feller, is y rieh. Nelson D. Roekefeller es un nombre propio, y el he-
cho relevante para determinar la verdad de esta oraci6n, y de otras
en las que aparezca, es precisamente que es el nombre de Nelson
D. Rockefeller. Lo que debemos, pues, hacer con los nombres pro-
pios es asociar cada uno de ellos con el individuo al que se refiere,
es decir, asignar a cada nombre su extensi6n.
Por otra parte, lo relevante en cuanto a rieh ("rico'1, es el hecho
de que expresa" una cierta propiedad. Una postura muy generalizada
(cuya validez discutiremos pronto) es la de definir las propiedades
extensivamente, es decir, caracterizarlas refiriéndolas al conjunto de
individuos que poseen dicha propiedad. As! pues, lo que debemos
hacer con un adjetivo como rieh es asociarlo con el conjunto de to-
dos los individuos, Y s610 aquellos, que son ricos. De nuevo, lo que
asignamos a la expresi6n como su valor semántico no es sino su ex-
tensi6n, en las expresiones predicativas la extensi6n no será un úni-
co individuo sino un conjunto.
Finalmente, podemos considerar que la funci6n del verbo copu-
lativo es es indicar que el referente del sintagma nominal sujeto tie-
ne la propiedad expresada por el adjetivo atributo, es decir, que el
individuo que constituye la extensi6n del sintagma nominal atributo
se incluye .dentro del conjunto de individuos que constituyen la ex-
tensi6n del adjetivo atributo. As!, la oraci6n en cuesti6n seria ver-
dadera s610 en el caso de que Nelson D. Rockefeller sea uno de los
miembros de la clase de objetos que tienen la propiedad de ser ricos.
Los demás tipos de oraciones puede abordarse básicamente del
mismo modo. A una expresi6n relativa como richer Ihan ("más rico
quej en Ne/son Rockefeller is rieher than Howard Hughes ("Nelson
Rockefeller es más rico que Howard Hughesj, también puede atri-
buirsele una extensi6n, tomando por tal una clase de pares de indi-
viduos ordenados de tal modo que el primer miembro del par es más
rico que el segundo. Esta oraci6n seria verdadera s610 en caso de

52
que el par ordenado constituido por Nelson D. Rockefeller y Howard
Hughes sea un miembro de dicha clase. Una oraci6n del tipo So-
meone is rieh ("Alguien es rico''), que contiene un sintagma nominal
cuantificado, se especificará como verdadera s6lo en el caso de que
la clase de individuos que constituye la extensi6n del predicado rieh
tenga, al menos, un miembro; es decir, s6lo en el caso de que aque-
lla no sea un conjunto vacío. Everyone is rieh ("Todos son ricosj
se especificará como verdadera s6lo en el caso de que todo indivi-
duo (estrictamente hablando, toda persona -el dominio del cuanti-
ficador- debe estar correctamente restringida), sea miembro de la
clase de individuos que constituye la extensi6n del predicado; es de-
cir, s6lo en el caso de que esta clase sea el conjunto universal.
Las construcciones Nombre-Adjetivo pueden ser analizadas en
términos de intersecci6n de clases. Así, Jean- Pau/ Be/mondo is a
Freneh actor ("Jean-Paul Belmondo es un actor francés'') es verda-
dera s6lo en caso de que Jean-Paul Belmondo sea miembro de la cla-
se formada por la intersecci6n de las extensiones de francés y de ac-
tor. Igualmente, Someone is rieh and happy ("Alguien es rico y fe-
lizj es verdadera s6lo en caso de que la intersecci6n de las exten-
siones de rieh y happy no sea un conjunto vacío. (N6tese que esta
oraci6n no posee las mismas condiciones de verdad que la oraci6n
Someone is rieh and someone is happy ["Alguien es rico y alguien
es felizj, por lo que no puede asignársele sus condiciones de verdad
a partir del principio [b] anteriormente citado, referido a y s6lo cuan-
do aparece entre dos oraciones.)
Estos ejemplos muestran que una semántica basada en la asig-
naci6n de extensiones a constituyentes menores que la oraci6n, pue-
de especificar de un modo satisfactorio, las condiciones de verdad
de una gran variedad de oraciones. A pesar de todo, existen otras
construcciones en las lenguas naturales que plantean problemas de
varios tipos y de diferentes grados de dificultad. Dentro de éstas se
incluyen otros cuantificadores, tales como most ("la mayoría''); sin-
tagmas nominales con valor genérico, como Shipowners en Shipow-
ners are rieh ("Los propietarios de barcos son ricosj; adjetivos como
large ("grande''), en Large fleas are smaller than small e/ephants
("Las moscas grandes son más pequeñas que los elefantes peque-
ños',); nombres de materia como snow ("nieve'') (¿es su extensi6n un
elemento?, ¿un conjunto de estos?, ¿parte de uno?) También surgen
problemas cuando intentamos aplicar estos planteamientos al trata-
miento de las construcciones complementarias, los adverbios, las
condiciones irreales y otros fen6menos de las lenguas naturales.
Aunque (en relaci6n con muchas áreas), esta aproximaci6n no es
más que un conjunto de principios programáticos, algunos lingüis-
tas se han interesado últimamente por ella lo suficiente como para

53
adoptar, en los aspectos en que resultan más provechosos, los me-
canismos semlmticos desarrollados por los lógicos; intentando, ade-
más, colaborar en la tarea de pulirlos y hacerlos aptos para el aná-
lisis de otros tipos de oraciones. Los trasvases no son siempre ajus-
tados, puesto que estos principios semánticos tienen, a veces, que
ser modificados para no violentar las propiedades sintácticas espe-
cíficas de las lenguas naturales. (Por ejemplo: ciertas referencias tem-
porales se apoyan en los tiempos verbales, y otras, en los adverbios
temporales. La Lógica puede pasar por alto esta distinción, que es,
probablemente, relevante para la lingüística.) A pesar de todo, el he-
cho de que se dé esta apropiación de métodos por parte de los lin-
güistas puede indicar que éstos aceptan, al menos en la práctica, que
el estudio del significado en las lenguas naturales PUEDE reducirse
al estudio de las condiciones de verdad y de la referencia, tal y como
indicábamos anteriormente.
Lo cierto, no obstante es que, actualmente, la mayoría de los lin-
güistas creen que el significado de una oración no es identificable
con sus condiciones de verdad, y, a pesar de que se está mucho más
dispuesto que antes a aceptar que estos aspectos constituyen una par-
te necesaria de la semántica, todavía no se consideran suficientes.
Una vez visto, al menos superficialmente, cómo seria una espe-
cificación formal de las condiciones de verdad de las expresiones de
una lengua natural volvamos ahora a la cuestión principal, a saber,
la de hasta qué punto esto seria una especificación del significado.
Para simplificar la discusión, nos limitaremos a considerar el sig-
nificado de oraciones completas. Estamos analizando la hipótesis de
que el significado de las oraciones (declarativas) puede definirse en
términos de condiciones de verdad. Y podemos interpretar que esto
equivale a decir que, de cualquier caracterización correcta de las con-
diciones de verdad de una oración del tipo «La oración S es verda-
dera si, y sólo si, p», es posible derivar una caracterización correcta
de su significado del tipo: «La oración S significa que p».
Pero, enseguida, surgen problemas. El «si, y solamente sÍ¡) de las
condiciones de verdad de este tipo de fórmulas, generalmente expre-
sa la EQUIVALENCIA MATERIAL, y un enunciado ,es verdadero sólo
en el caso de que las oraciones relacionadas por el «si, y solamente
si» tengan el mismo valor de verdad. Así, dado el hecho (sutilezas
aparte) de que la nieve es blanca, y por tanto, de que la oración
Snow is white ("La nieve es blanca'') es verdadera, entonces, las con-
diciones de 'verdad para esta oración pueden expresarse correcta-
mente con el enunciado «La oración Snow is white es verdadera si,
y solamente si la nieve es blanca». Pero dado el hecho de que la hier-
ba es verde (las mismas sutilezas aparte), las condiciones de verdad
de Snow is white se expresarían también correctamente con el enun-

54
ciado: «La oración Snow is white es verdadera si, y solamente si, la
hierba es verde)). Ahora bien, esto, como parte de una teoría de la
verdad; es aceptable, mas resulta problemático cuando intentamos
formular la teoría de la verdad como una teoría del significado, pues-
to que, en estos casos deberíamos admitir por tal no s610 la verdad
de que Snow is white significa que la nieve es blanca, sino también
la falsedad de que la nieve es blanca significa que la hierba es v~rde.
Es evidente que el problema no se limita a este único ejemplo.
Pues es claro que, a TODAS las oraciones verdaderas podrían asig-
nárseles, en principio, las mismas condiciones de verdad (por ejem-
plo, que lo sean si la hierba es verde), y que a todas las oraciones
falsas podría, igualmente, asignárseles asimismo las mismas condi-
ciones de verdad (por ejemplo, que la hierba es rosa). Pero no todas
las oraciones verdaderas SIGNIFICAN lo mismo, al igual que ocurre
con las oraciones falsas. El hecho es que una teoría de la verdad
para las oraciones del inglés que diferenciara sólo dos condiciones
de verdad no sería, por esa razón, una teoria de la verdad incorrec-
ta; pero una teoria del significado de las oraciones del inglés que pro-
ponga la existencia de sólo dos significados diferentes, seria, ipso lac-
to, una teoría incorrecta del significado.
La conclusión de todo esto es que, incluso si los significados pu-
dieran identificarse con ALGUNAS condiciones de verdad, estos no
pueden simplemente identificarse con CUALQUIER condición de ver-
dad. Existe una enorme gama de de significados; mas, hasta ahora,
nuestra concepción de qué es una condición de verdad ha sido tan
amplia, que las condiciones de verdad pueden hacerse corresponder
con los VALORES de verdad; y sólo existen dos valores. Este proble-
ma es muy semejante al que plantea la identificación de los signifi-
cados de los sintagmas nominales con sus referentes. Dicha teoria es
incorrecta, porque los significados de los sintagmas nominales no
mantienen una correspondencia biunívoca con sus referentes; los sin-
tagmas the morning star ("El lucero de la mañana") y the evening
star ("El lucero de la tarde) tienen el mismo referente pero diferentes
significados (véase sección 2.2).
Frege distinguió explicitarnente estas dos cuestiones asignando
referentes a las oraciones, y considerando que estos referentes son
las condiciones de verdad de dichas oraciones (la Verdad o la Fal-
sedad)4. Tanto respecto de los sintagmas nominales como respecto

4 Considerar los valores de verdad objetos a los cuales hacen referencia las ora-
ciones puede parecer extraño, pero Frege pretendla desarrollar una teorla recursiva
tanto de la referencia, como del significado. Y como las oraciones poseen determina-
das analoglas con los sintagmas nominales, tlpicas expresiones poseedoras de referen-
te pienso que su propuesta permitla dar cuenta de esto.

55
de las oraciones, pues, el problema es que sus significados no pue-
den especificarse totalmente en términos de sus referentes (extensio-
nes). y esto mismo ocurre también con las expresiones predicativas:
si todos y sólo aquellos individuos que son ricos son felices, enton-
ces la extensión de rico y feliz sería idéntica. Pero es evidente que
de esto no se deduce que rico y feliz sean sinónimos.
Por estas razones, la semántica que ha sido elaborada para el cál-
culo de predicados estándar será inapropiada como teoría de los sig-
nificados de las oraciones correspondientes del inglés y de las res-
tantes lenguas naturales. Como hemos visto, los valores que se asig-
nan a las palabras y a los sintagmas de acuerdo con los principios
de ésta son sus extensiones, y las diferencias relativas a sus exten-
siones nos deparan una clasificación de las expresiones demasiado
tosca como para permitirnos captar todas las diferencias de sig-
nificado.
Cuando Frege rechazó la teoría de que el significado de una ex-
presión equivale a su referente, la reemplazó por la teoría de que el
significado de una expresión es «el modo en que ésta designa a su
referente». Esta teorfa parece permitir, obviamente, una discrimina-
ción más sutil de los significados. Debemos entender, as!, que los sin-
tagmas the morning star ("la estrella de la mañana'') y the evening
star ("La estrella de la tarde'') señalan de manera diferente a su re-
ferente común, y que otro tanto ocurre con las oraciones' Snow is

El referente de un sintagma nominal complejo es determinado con arreglo al refe-


rente de las expresiones más simples que est~n contenidas en ~l. Asl, el referente del
sintagma nominal the slster 01 Jim 's teacher (la hermana del TnlJestro de J.), por ejem-
plo, no podrá determinarse hasta que no hallamos determinado el de Jim:S teacher
(el maestro de J.) el cual, a su vez, no podrá determinarse hasta no haber determi-
nado el referente de Jim. Ocurre tambi~n que, al sustituir parte del sintagmll nominal
complejo por una expresión düerente pero que posea el mismo referente, el referente
de todo el sintagma nominal seguirá siendo el que era. Asl, si fuera el caso, por ejem-
plo, que el maestro de Jim es el marido de Martba, el sintagma the slst.er of Martha:S
husband tendrá el mismo referente que el sintagma the slsrer 01 Jim:S teacher.
Al igual que los sintagmas nominales complejos, las oraciones tambi~n pueden
contener expresiones referido ras, siendo los referentes de estas expresiones relevantes
para determinar el VALOR DE VERDAD de las oraciones que las contienen, pues no es
posible decidir qu~ valor de verdad posee la oración Jim's teacher Islat (el maestro
de J. es gordo) hasta que no sepamos cuál es el referente de Jim:S teacher. Además,
la sustitución de un sintagma nominal de una oración por otro con el mismo refe-
rente que aquel no altera el VALOR DE VERDAD de dicha oración: si Jim:S teacher is
fat fuera una oración verdadera, entonces la oración Martha:S husband Is lat seria
tambi~n verdadera, siempre y cuando, claro está, el marido de Martha y el maestro
de Jim sean el mismo individuo.
Por todo ello, la sugerencia de Frege de que los valores de verdad de las oraciones
son de hecho sus referentes harla posible la aplicación a ~tas de los principios com-
posicionales que gobiernan la determinación de los referentes de los sintagmas nomi-
nales complejos, principios ~stos, es claro, independientemente motivados.

56
white ("La nieve es blanca', y Grass is green ("La hierba es verdejo
En las siguientes secciones de este capítulo, examinaremos algunas
propuestas más elaboradas de la teoria de las condiciones de verdad
acerca del significado que sugieren cómo puede darse contenido sus-
tantivo a esta noción, en cierto sentido metafórica, de ((modo de
designar».

2.5. Significado y necesidad

Snow is white significa que la nieve es blanca y no que la hierba


es verde. Así pues, si, como concluimos en el apartado 2.4, los sig-
nificados deben identificarse con las condiciones de verdad, no nos
valdrá una condición de verdad cualquiera. Debemos encontrar el
modo de seleccionar, de entre todas las posibles especificaciones de
condiciones de verdad, algún conjunto privilegiado de estas que in-
cluya «La nieve es blanca es verdadera si, y solamente si, la nieve es
blanca», pero que, sin embargo, excluya «La nieve es blanca es ver-
dadera si, y solamente si, la hierba es verde)). Un intento de aproxi-
mación a esta cuestión es el que exponemos a continuación.
El hecho de que la nieve es blanca sea verdadera si, y sólo si, la
hierba es verde depende de dos tipos de consideraciones bien dife-
renciadas: de consideraciones acerca del significado y de considera-
ciones acerca del modo en que las cosas están en el mundo. Este he-
cho depende del significado puesto que si la nieve es blanca signifi-
cara que las hormigas pueden hablar, no seria verdadera si, y sólo
si, la hierba es verde. Y depende del mundo, ya que, si la nieve fuera
morada o si la hierba fuera rosa, de nuevo, la nieve es blanca no se-
ria verdadera si, y solamente si, la hierba es verde. Queda ahora cla-
ro que, para una teoría del significado, sólo será relevante el primer
tipo de consideraciones. Esto parece sugerir que el modo de selec-
cionar esa especial subclase de especificaciones de las condiciones de
verdad, apropiadas como especificaciones del significado, consistirá
en exigirles que sean independientes del modo de ser del mundo. (Ex-
ceptuándose desde luego, el caso en que ello incluya el propio modo
de ser de la lengua.) En otras palabras: las condiciones de verdad
que deseamos son aquéllas que resulten correctas SEA CUAL SEA la
estructuración del mundo, es decir, aquellas cuya propiedad estuvie-
ra GARANTIZADA de forma independiente.
De dos oraciones que tienen el mismo valor de verdad se dice
que son materialmente equivalentes, que se implican materialmente
la una a la otra. De dos oraciones que tienen NECESARIAMENTE el
mismo valor de verdad, es decir, que tienen el mismo valor de ver-
dad sea cual sea la estructuración del mundo, se dice, desde un pun-

57
to de vista lógico, que se implican mutuamente; que son lógicamen-
te equivalentes. En la sección 2.4 mostramos que la noción de im-
plicación MATERIAL es una noción demasiado amplia como para ser
apropiada para una caracterización adecuada del significado, puesto
que, desafortunadamente, nos permitirla decir que todas las oracio-
nes con el mismo valor de verdad tienen el mismo significado. La
propuesta que vamos a considerar en esta sección es que la noción,
mlls restringida, de implicación LÓGICA permite una descripción ade-
cuada del significado. Según esto, todas, y sólo aquellas oraciones
que poseen NECESARIAMENTE el mismo valor de verdad, tienen el
mismo significado: una oración O significa que p sólo en caso de
que NECESARIAMENTE O sea verdad si, y solamente si, p'. (Para los
constituyentes menores que la oración, la propuesta es que dos ex-
presiones tienen el mismo significado sólo en el caso de que tengan
NECESARIAMENTE la misma extensión.)
Esta teorla predice correctamente" que Snow is white ("la nieve
es blancaj y Grass is green ("La hierba es verde"), y the moming
star ("La estrella de la mañana''), y the evening star ("la estrella de
la tarde''), así como otros pares de expresiones extensionalmente
equivalentes, no son sin6nimas. Puesto que estos, aunque RESULTEN
tener un referente común, si consideramos el mundo tal como es, PO-
ORlAN, en otro estado de cosas, referirse a objetos diferentes. Así
pues, esta teorfa se acerca mucho mlls que la teorla primera, no tan
restringida, a nuestras intuiciones bllsicas acerca de la igualdad y la
diferencia de significados. Pero como veremos en breve, no se acer-
ca lo suficiente, ya que existen otras expresiones no sin6nimas que
no permite distinguir. Ademlls, esta teorla ha sido criticada, no sólo
por su falta de adecuación empírica. No debe olvidarse que nuestro
objetivo último es determinar qué es el significado. Y ha sido argu-
mentado por algunos que la sustitución de "es verdadero" por "ne-
cesariamente verdadero" como base para la caracterización del sig-
nificado es la sustitución de una noción independiente y clara por
una noción tan oscura y necesitada de análisis como pueda serlo el
concepto de significado mismo.
Aquellos fúósofos escépticos en relación con el concepto de "ne-
cesidad", dudan de que exista una línea divisoria esencial entre la ver-
dad necesaria y la simple verdad contingente. Quine, por ejemplo,
ha mantenido que no existe verdad necesaria alguna: que no existen
enunciados que deban considerarse como verdaderos no importa
, Respecto a esto, es preciso tener cierto cuidado: lo que queremos decir realmen-
te es que, siendo la lengua inglesa como es, es necesario que la oración Snow is white
sea verdera si, y sólo si, la nieve es efectivamente blanca. Por consiguiente, NO que-
remos decir que es necesario que la lengua inglesa sea tal que la oración Snow is whl-
le será verdadera si, y s6lo si, la nieve es blanca.

56
cual sea la realidad del mundo. En lugar de establecer una simple
dicotomía entre enunciados que son necesariamente verdaderos o fal-
sos y aquéllos que son contingentes, Quine propone que se establez-
ca un campo complejo o red de interrelaciones entre enunciados. Al-
gunos de éstos estarán en la periferia del sistema; y a la luz de nuevos
descubrimientos acerca del mundo podríamos muy bien revisar nues-
tra opinión acerca de sus valores de verdad. Otros, en cambio, apa-
recerán en el centro; la revisión de éstos es menos probable, no re-
sultaría una cuestión local, sino que, al contrario, tendría repercu-
siones en otras partes del sistema. Pero, en principio, incluso estos
últimos enunciados podrían revisarse, y serían, de hecho, revisados
si con ello se facilitara la simplicidad general del sistema. Esto se
mantiene incluso para las leyes lógicas, que se consideran enuncia-
dos de la misma naturaleza que los demás que, simplemente ocupan
lugares más centrales en dicha red.
Si prescindimos de la noción de necesidad, entonces, o bien la
teoría de los significados como condiciones de verdad debe olvidar-
se en su totalidad o bien debemos encontrar algún sustituto de la ne-
cesidad como medio de restringir la clase de las condiciones de ver-
dad a aquéllas que capten correctamente los significados. Davidson
(1967) ha propuesto un principio epistemológico para dar cuenta de
esto. Mantiene que el emparejar la oración Snow is white ("La nieve
es blanca") con la condición de verdad de que la hierba es verde,

... es aceptable, si lo es, porque, estamos seguros de forma inde-


pendiente de que 'la nieve es blanca' y 'la hierba es verde'; pero
en los casos en que no estamos seguros de la verdad de una ora-
ci6n, s6lo podemos confiar en su caracterizaci6n como verdadera
si esta se basa en su relaci6n con otra acerca de la cual tengamos
buenas razones para considerarla equivalente a aquella. Serla una
imprudencia el que alguien que tuviera dudas acerca del color de
la nieve o de la hierba aceptara una teorla que presentara relacio-
nadas este par de oraciones, incluso si sus dudas fueran del mismo
grado en ambos casos; a no ser que considerara que el color de la
una estaba ligado al color de la otra.

Esta propuesta presenta cierta semejanza con aquella con la que


dio comienzo a esta sección, es decir, con la de que aunque no TODA
descripción correcta de las condiciones de verdad de una lengua se-
ría una descripción correcta del significado, al menos lo sería toda
descripción aceptable de las condiciones de verdad, esto es, toda des-
cripción que se garantice como correcta incluso si cambiara el mun-
do. Existe en ella cierta confianza en la distinción entre lo que TIENE
que ser el hecho en el mundo y lo que puede o no puede ser, y esto
puede interpretarse como una dependencia de la noción de necesi-

59
dad 16gica. Por otra parte, Davidson trata de resolver esto con una
distinci6n entre las cosas de las que estamos seguros y de las que po-
demos tener dudas, y con alguna noci6n acerca de hechos interrela-
cionados. Pero ello no resultará adecuado.
y no lo resultará porque todavía se considera Snow is white
("La nieve es blancaj relacionada con Grass is green ("La hierba es
verde''), y con todas las demás oraciones de las que ESTA·MOS segu-
ros de su verdad. De hecho, cuantos más factores descubramos acer-
ca del mundo, más cerca estaremos de la situaci6n en la que existan
s610 dos conjuntos diferenciables de condiciones de verdad y, por
tanto, s610 dos significados diferenciables. Las distinciones de signi-
ficados desaparecerían, pues, conforme la ciencia fuera progre-
sand0 6 •
Esta propuesta también hace predicciones incorrectas en relaci6n
con algunos casos en los que ignoramos los valores de verdad de
una expresi6n. Supongamos que yo sé (no importa c6mo) que Juan
tiene, o bien el pelo rojo y los ojos verdes, o bien el pelo gris y los
ojos marrones, aunque no sepa exactamente cuál es el caso. Tengo,
entonces, una «buena razóm) para creer que la oraci6n John ~ eyes
are green ("Los ojos de Juan son verdesj es verdadera si, y sola-
mente si, la oraci6n John's hair ;s red ("El pelo de Juan es rojo'') es
verdadera. Ciertamente, estas dos oraciones no significan lo mismo,
pero la propuesta de Davidson no explica por qué esto es as1. N6-
tese que el problema persiste incluso si suponemos que los valores-
de verdad de las dos oraciones estlm <<ligados» entre si por una ley
natural que relacione los ojos verdes con el pelo rojo; lo que demues-
tra que no toda relaci6n entre los valores de verdad de las oraciones
implica que estas son sin6nimas. Y para poder distinguir las que lo
son de aquéllas que no lo son, parece que deberíamos recurrir a la
noci6n de verdad necesaria. El principio epistemol6gico propuesto
por Davidson no s610 no sustituye, pues, la noci6n de necesidad sino
que tiene, además que recurrir a ella para resultar adecuado.
Examinemos ahora un tratamiento distinto del problema. Supon-
gamos que pudiera demostrarse que la teoría de la verdad que asig-
nara a Snow is white ("la nieve es blanca j como condici6n Grass is
green ("la hierba es verde''), pudiera proceder a asignar a aquella
como tal Snow is white; y apelar a la equivalencia material de estas
dos condiciones. Si esto fuera así, entonces, desarrollando la mils

6 Davidson no se preocupa por esta curiosa consc:cuencia. Sostiene ~te lo siguien-


te: «la omnisciencia puede, sin duda, deparamos teorlas del significado más 'comple-
tas' que la ignorancia; pero la omnisciencia precisa menos de la comunic:aci6D». No
obstante, incluso a Dios le gustarla ser capaz de decidir si, al musitarle a si mismo
la oraci6n Snow is white. lo que se ha dicho es que la nieve es blanca o que la hierba
es verde.

60
simple y parca teoría de la verdad para las oraciones del inglés, ca-
bría obtener una teoría que asignara SOLAMENTE como condición
en estos casos Snow is white; una teoría por tanto, que resultara ser
una teoría semé.ntica apropiada.
Aunque pueda resultar sorprendente, se PUEDE saCar alguna con-
clusión de todo esto. Cuando la oración Snow is white ("La nieve
es blanca j aparece como constituyente de una oración más comple-
ja, su contribución en el establecimiento de las condiciones de ver-
dad de ésta última es diferente de la contribución que hará una ora-
ción materialmente equivalente a aquella como puede ser Grass is
green ("La hierba es verde''). Consideremos la oración Artie animals
tend lo be Iighl in color beeause snow is white ("Los animales po-
lares tienden a ser de colores claros porque la nieve es blanca''), y
admitamos que dicha oración es verdadera. Evidentemente, la ora-
ción Artie animals lend lo be Iight in color beeause grQSS is green
("Los animales polares tienden a ser de colores claros porque la hier-
ba es verde'') no es verdadera. Puesto que estas oraciones tienen va-
lores de verdad diferentes, tendrán también que tener diferentes CON-
DICIONES de verdad. Y, puesto que la única diferencia entre ellas re-
side en la sustitución de Snow is white ("La nieve es blanca j por
Grass is green ("La hierba es verdej, la diferencia de condiciones
de verdad debe, aparentemente, atribuirse a estas cláusulas. Asi pues,
hemos establecido que estas dos oraciones, Snow is white ("La nieve
es blanca'') y Grass is green ("La hierba es verde''), que no son sin6-
nimas, contribuyen de modo diferente al establecimiento de las con-
diciones de verdad de las oraciones complejas en las que aparecen.
Y esto nos lleva a la conclusión que deseábamos, es decir, a que a
estas dos oraciones deben asignárseles diferentes condiciones de ver-
dad. Como se sugirió anteriormente, se podría recurrir a un cierto
principio de economía para asegurarse de que cualquiera que sean
las condiciones de verdad necesarias para distinguir las dos oracio-
nes cuando aparezcan como constituyentes de oraciones complejas,
serán también las que se les asignen cuando aparezcan solas, como
oraciones independientes.
Asumiendo que esta argumentación puede aplicarse a todos los
pares de expresiones que no son sinónimas, parece que desapare-
cen los problemas derivados de apoyarse en una noción de necesi-
dad lógica que todavia no está explicada; las consideraciones de mera
adecuación descriptiva y de simplicidad asegurarían la asignación de
condiciones de verdad semánticamente correctas a las oraciones de
una lengua natural, siempre que ésta tuviera alguna oración com-
puesta como la anterior que cumpliera el papel de construcción-ex-
plicativa. La propiedad básica de esta construcción es que su valor
de verdad podría variar cuando una oración (cláusula) dentro de ella

61
se sustituyera por otra oración con el mismo valor de verdad (o, en
general, cuando cualquiera de sus expresiones fuera sustituida por
otra con la misma extensión).
N o todas las construcciones son como ésta. Por ejemplo, en una
coordinación, la sustitución de una oración por otra con el mismo
valor de verdad preserva la verdad de aquélla; si John Iikes apples
and snow is white ("A Juan le gustan las manzanas y la nieve e$ blan-
ca'') es verdadera, entonces John Iikes apples and grass is green ("A
Juan le gustan las manzanas y la hierba es verde'') también será ver-
dadera. Los contextos en los que dicha sustitución no es licita son
llamados CONTEXTOS FUNCIONALES NO VERDADEROS o CONTEXTOS
OPACOS. Al igual que ocurre con las construcciones explicativas que
discutíamos anteriormente, son éstas construcciones complejas con
verbos «psicológicos» del tipo de believe [creer], hope [esperar], re-
gret [lamentar], etc. en las cuales tampoco cabe sustituir libremente
la oración por complemento de estos por otra equivalente; así, por
ejemplo: dada la verdad de John believes that snow is white ("Juan
cree que la nieve es blanca''), no podemos sustituir su subordinada
sin más por Grass is green ("La hierba es verde''), e inferir que Juan
cree que la hierba es verde.
También se incluyen entre las construcciones opacas aquellas ora-
ciones con la forma Necessarily ... ("Necesariamente ... j y It is neces-
sary that ... ("Es necesario que ... ''). La oración It is necessary that
snow is white if snow is white ("Es necesario que la nieve es blanca
si la nieve es blanca'') es verdadera, pero la sustitución de la condi-
cional produciría It is necessary that snow is white if grass is green
("Es necesario que la nieve sea blanca si la hierba es verde''), que es
falsa. Nótese, sin embargo, que esto no es más que otro modo de
dar cuenta de la observación con la que comenzamos este apartado,
esto es, que las oraciones Snow is white ("La nieve es blanca'') y
Grass is green ("La hierba es verde''), aunque materialmente equi-
valentes, no son lógicamente equivalentes. Fue esta misma observa-
ción la que condujo a la idea de considerar los significados como con-
diciones de verdad necesaria. Los problemas implicados en la expli-
cación de las condiciones de verdad necesaria nos condujeron des-
pués a la propuesta actual, a saber: que podemos limitarnos a esta-
blecer condiciones de verdad contingente, en tanto en cuanto lo ha-
gamos para oraciones que contengan operadores opacos del tipo de
necessarily (necesariamente). Pero debe quedar claro que, con esto,
no queda ningún modo zanjado realmente el problema acerca de la
necesidad, puesto que si no podemos decir qué es la necesidad, no
podemos asignar condiciones de verdad para las oraciones que con-
tengan necessarily (necesariamente).
Así, pues, parece que acabamos donde empezamos. Para poder

62
especificar la naturaleza del significado tendremos, aparentemente,
que detenninar la naturaleza de la necesidad, o, al menos, de alguno
de los otros conceptos en cuestión como el de creencia, esperan-
za, etc. Más adelante, en esta misma sección, nos cuestionaremos si la
necesidad, incluso en el caso de que pudiera definirse, resulta real-
mente adecuada para la caracterización del significado. Y en la pró-
xima sección consideraremo5 aquellos otros conceptos que pueden
triunfar donde fracasa el de necesidad. Pero primero será convenien-
te examinar cómo deberían elaborarse los principios semánticos for-
males esbozados en la sección 2.4. para que proporcionen las con-
diciones de verdad necesarias para las oraciones. Para esto podemos
volver a los sistemas de la lógica modal, es decir, de la lógica que se
ocupa de las oraciones que contienen operadores como necessarily
("necesariamente") y possibly (''posiblemente'j.
Estos sistemas semánticos están basados en una reconstrucci6n
formal del constructo de Leibnitz sobre la verdad necesaria como
verdad en todos los mundos posibles. Esto no resuelve los proble-
mas fundamentales, sino que, sustituye los relacionados con la ne-
cesidad por los relacionados con la posibilidad: una verdad necesa-
ria es verdadera en todos los mundos posibles. ¿Y qué es un mundo
posible? Cualquier mundo en el que todas las verdades necesarias
sean verdaderas. A pesar de todo, los logros técnicos de esta propues-
ta ('modelo te6rico') en tanto que explicación del concepto de nece-
sidad son considerables.
La semántica de las 16gicas no-modales que considerábamos en
la secci6n anterior asignaba a un sintagma nominal el objeto al que
hace referencia. En una 16gica modal esto es insuficiente; veamos por
qué, con la ayuda de un ejemplo famoso tomado de Quine (1953b).
Comienza éste señalando que, parece plausible admitir que el sin-
tagma the number ofplanets ("El número de los planetas'') ha de te-
ner el mismo referente que la palabra nine ("nueve''), es decir, el nú-
mero nueve. Pero la oraci6n Necessarily, nine is greater than seven
("Necesariamente, nueve es mayor que siete") es verdadera, mientras
que la oraci6n Necessarily the number of planets is greater than se-
ven ("Necesariamente el número de los planetas es mayor que sietej
es falsa (puesto que podría también haber seis planetas). Así pues,
a nine ("nuevej y a the number of planets ("El número de los pla-
netas''), aunque tengan el mismo referente, no podrá asignárseles el
mismo significado; de los contrario, la teória haría predicciones fal-
sas acerca de las condiciones de verdad de las expresiones.
Un argumento semejante puede presentarse contra el hecho de
asignar a los predicados sus extensiones como referentes. Aparente-
mente, el predicado has a heart ("tiene un corazón'') es co-extensivo
con el predicado has kidneys ("tiene riñones''); es un hecho acerca

63
del mundo que las criaturas que tienen coraz6n tienen riñones y vi-
ceversa. Pero estos predicados no contribuyen de la misma manera
a las condiciones de verdad de las oraciones en las que aparecen. Ne-
cessarily anything which has a heart has a heart ("Necesariamen-
te cualquier cosa que tenga coraz6n tiene coraz6n") es forzosa-
mente verdadera, pero Necessarily anything that has a /teart has
kidneys ("Necesariamente cualquier cosa que tenga coraz6n tiene
riñonesj es presumiblemente falsa (si a lo que nos referimos es a la
necesidad 16gica). Así pues, no s610 no result,ar' apropiado el hecho
de asignar el mismo valor a estos dos predicados, sino que tampoco
lo ser' que tal valor se determine de acuerdo con sus respectivas ex-
tensiones.
¿Qué otra cosa podría asignarse a las expresiones sino sus ex-
tensiones? N6tese que hasta ahora hemos considerado que la exten-
si6n de una expresi6n es aquello a lo que ésta se refiere en el mundo
real. La extensi6n del sintagma the number 01 planets ("El número
de los planetasj es nueve porque resulta que hay nueve planetas en el
mundo real. Pero si la verdad necesaria es verdad en todos los
mundos posibles, los valores asignados a las expresiones tendrln que
indicar no s610 sus extensiones en el mundo real sino también sus
extensiones en todos los demú mundos posibles. Si es posible que
hubiera diez planetas, o solamente ocho, o siete, etc., en-
tonces, por defInici6n, existen posibles mundos en los que HAY diez
planetas, ocho planetas, etc., es decir, mundos en los que la ex-
tensi6n del sintagma the number 01 planeta ("el número de los
planetasj es diez, ocho, etc.; por lo que todos estos números tendrm
que ser considerados valores sembticos de este sintagma; sien-
do preciso ademú indicar de alguna manera en cdl de estos
posibles mundos sería cada uno de ellos la extensi6n de dicho sin-
tagma.
Otra manera de expresar esto, que nos lleva a los mismos resul-
tados en términos técnicos pero que parece mú ilustrativa de la po-
sibilidad de considerar estas asignaciones como asignaciones de SIG-
NIFICADO, sería decir que a una expresi6n se le asigna una FUNCIÓN.
En el caso de un sintagma que posee propiedades referenciales, éstas
serían funci6n de los posibles mundos en los individuos; dada una
caracterizaci6n de un mundo posible, dicha funci6n seleccionaría
aquel individuo que fuera la extensi6n del sintagma en ese universo.
En otras palabras: si. se sabe el significado de un sintagma que posee
propiedades referenciales y se conoce c6mo es el mundo (es decir,
en qué posible mundo se está) entonces, se podr' decir a qué es a lo
que se refiere este sintagma. El significado y los hechos acerca del
mundo se interrelacionan para determinar la referencia.
A estas funciones que determinan las extensiones se las ha lla-

64
mado INTENSIONES 7. Como vimos, la intensión de un sintagma con
propiedades referenciales es una función de los universos posibles en
los individuos. La intensión de una oración que sea una expresión
cuya extensión es un valor de verdad, será una función de los posi-
bles universos en los valores de verdad. Y la intensión de un predi-
cado que sea una expresión cuya extensión sea un conjunto de in-
dividuos (o conjunto de pares ordenados de individuos, etc.) será
una función de los universos posibles en dichos conjuntos 8 •
Estamos ya en posición de poder decir algo acerca de las condi-
ciones de verdad de una oración que contenga un operador modal,
como Necessarily the number 01 planets is greater than seven ("Ne-
cesariamente el número de los planetas es mayor que siete''). Prime-
ro, queremos señalar que esta oración será verdadera (es decir, ver-
dadera en el mundo real) sólo en caso de que la oración The num-
ber 01 planets is greater than seven ("El número de los planetas es
mayor que siete'') sea verdadera en todos los mundos posibles. En
cada mundo posible, esta última oración sería verdadera sólo en caso
de que la extensión de the number 01 planets ("el número de los pla-
netasj en ese mundo se incluya dentro de la extensión del predica-
do is greater than seven ("es mayor que siete'') en ese mismo mundo.
En otras palabras, una oración como Necessarily ... ("Necesariamen-
te ... '') será verdadera sólo en caso de que en cada mundo la exten-
sión determinada por la intensión del sintagma sujeto esté incluida
en la extensión determinada por la intensión del sintagma predica-
tivo. (Dado que existe un posible mundo en el que sólo hay seis pla-
netas, y que en ese posible mundo, como en todos los mundos po-
sibles, es falso que seis sea mayor que siete, entonces, la oración se-
ría, de hecho, falsa.)
Para oraciones más complejas, se necesitan nuevos principios.
y se han formulado ya, como también se han formulado lógicas
intensionales que trabajan con cuantificadores, adverbios, construc-
ciones complementarias, etc. En esta línea, resultan particularmente
interesantes los estudios de Montague y sus colaboradores, pues-

7 Las palabras intensión y significado se consideran a menudo sinónimas. Noso-


tros emplearemos la palabra intensión a lo largo de todo el libro con el sentido de
«extensión de una expresión en todos los mundos posibles)). De acuerdo con esto, es
del todo licito plantear la pregunta de si las intensiones y los significados son una
misma cosa. Sobre eIJo volveremos más adelante.
8 Opcionalmente, la intensión de un predicado puede considerarse como una fun-
ción de la intensión de un sintagma nominal referidor en la intensión de una oración,
ya que la unión de un predicado con un sintagma referidor constituye precisamente
una oración. La intensión de un predicado seria, entonces, una función de las fun-
ciones de mundos posibles en individuos en las funciones de mundos posibles en va-
lores de verdad. (Cfr. Lewis, 1972.) Caben también otras opciones, pero no las dis-
cutiremos aqul.

65
to que aportan mecanismos semánticos que pueden aplicarse a lenguas
naturales y no sólo a lenguajes artificiales (cuya sintaxis es a me-
nudo más simple y cualitativamente diferente de las lenguas natura-
les). (Para una exposición más detallada de esto, ver Montague,
1974, y Partee, 1975).
Los lingüistas que pretenden hacer una descripción de las len-
guas naturales, encuentran, a veces, problemática esta obra porque,
habitualmente, no ofrece especificaciones completas de las intensio-
nes de cada unidad léxica en particular y, por tanto, de hecho, no
permite caracterizar los significados de absolutamente ninguna ora-
ci6n. Puede decirse, por ejemplo, que las intensiones de algunos ad-
jetivos (de los «(00 atributivos») son funciones de las intensiones de
los nombres comunes en las extensiones de nombres comunes. Esto
distinguirla, por ejemplo, las intensiones de los adjetivos de las in-
tensiones de los verbos, sin embargo, no dice nada acerca de la di-
ferencia entre la intensión de happy ("feliz'') y la intensi6n de sad
("triste") y, por tanto, no dice nada de la diferencia de significado
entre John is happy ("Juan es feliz'') y John is sad ("Juan está tris-
te''). Para llegar a saber esto, tendremos que saber QUÉ clase de fun-
ci6n es la intensi6n de happy ("contexto '') y cuál es la intensión de
sad ("triste''). Pero lo único que se nos dice es el TIPO de función de
que se trata, y que es el mismo para estas dos unidades léxicas y
para otras muchas.
Así pues, la atenci6n (al igual que en la 16gica extensional, más
simple, que considerábamos anteriormente) recae sobre el"mecanis-
mo composicional que utiliza la lengua para construir el significado
de los constituyentes complejos a partir de los significados de los
más simples. El especificar los significados de los constituyentes más
simples, el vocabulario original de la lengua es, obviamente, una ta-
rea de naturaleza muy distinta. En los sistemas extensionales es re-
lativamente sencillo, pero en los sistemas modales se plantea un cam-
bio fundamental en la naturaleza de dicha empresa. Si existe un nú-
mero infinito, incluso s610 un número muy amplio, de posibles uni-
versos distintos, no será ni posible ni realizable ENUMERAR la exten-
si6n de un sintagma en cada uno de estos mundos. Al contrario, será
necesario hacer una caracterización finita de una función que tenga,
sin embargo, un dominio infinito; una caracterización finita, por
ejemplo, de una funci6n de cualquiera de los infinitos posibles uni-
versos en las cosas que son felices en ese mundo. (Algunas de las so-
luciones dadas a este problema se examinarán en la sección 5.1 yen
el capitulo 6.)
Volvemos ahora a la cuestión de si el concepto de intensi6n, ba-
sado, como apuntábamos anteriormente, en el concepto de necesi-
dad, puede tener éxito como reconstrucci6n te6rica del concepto de

66
significado. Y aunque aceptemos que las intensiones son preferibles
a las extensiones, la respuesta tendrá que ser que no son, a pesar de
todo, suficientemente satisfactorias, puesto que, si debemos creer en
nuestras intuiciones acerca del significado, hemos de señalar que
existen diferencias de significado que no se asocian con ninguna di-
ferencia de intensión.
La intensión de una oración es una función de los universos po-
sibles en sus valores de verdad. Si se especifican las funciones en tér-
minos de las relaciones entre sus argumentos y los valores que éstas
determinan (por sus «características de entrada y de salida» [input-
output]), entonces, dos oraciones cualesquiera, que tengan los mis-
mos valores de verdad en cada uno de los mundos posibles, tendrlm
que tener también la misma intensión. Sabemos que una verdad ne-
cesaria, por definición, tiene el valor de verdadera en todos los mun-
dos posibles: que, entonces, todas las verdades necesarias tienen el
mismo valor de verdad en cada mundo posible, y que, por tanto, to-
das las verdades necesarias tienen la misam intensión; de esto se de-
riva que las oraciones: Two plus two equalsfour ("dos y dos son cua-
tro"); three plus three equals six ("tres y tres son seisj; If God exists
then God exists ("si Dios existe, entonces Dios existe"); Anyone who
isn 't either French of German isn 't French and isn 't German ("Cual-
quiera que no sea ni francés ni alemán no es francés y no es ale-
mán''), tienen todas la misma intensión. Pero, sin embargo, no tie-
nen el mismo significado.
Es verdad que siempre que los significados de las expresiones
sean idénticos, sus intensiones resultarán también idénticas; mas aca-
bamos de demostrar que la situación inversa no puede mantenerse,
y es aqui donde falla la teoría. A pesar de que la caracterización de
las oraciones basada en la identidad de las intensiones, es mucho
más depurada que la basada en la identidad de las extensiones, to-
davía resulta sin embargo, demasiado burda como para hacer justi-
cia al concepto intuitivo de significado. En la sección 2.4 determi-
namos que el significado tal y como lo consideramos informalmen-
te, no puede explicarse en términos de simple verdad. En esta sec-
ción hemos visto que tampoco puede explicarse en términos de ver-
dad necesaria. Aparentemente, lo que parece necesitarse es alguna
otra noción de verdad, todavía más restringida, la cual es común-
mente conocida como VERDAD ANALíTICA o ANALITICIDAD; y de
ésta nos ocuparemos en la próxima sección.

2.6. Significado y analiticidad


La de analiticidad es una noción más restringida que la de nece-
sidad, que es, a su vez, más restringida que la de verdad. De todas

67
las oraciones verdaderas, sólo algunas son necesariamente verdade-
ras, y de estas últimas sólo algunas son analíticamente verdaderas
(analíticas). Snow is white ("La nieve es blancaj es una oración ver-
dadera, pero no es necesariamente verdadera ni analítica. Every man
is either fiveleet tall or notfiveleet tall ("Todos los hombres miden
cinco pies o no miden cinco pies'1 es verdadera y necesariamente ver-
dadera, puesto que así lo garantiza una ley lógica, mas no es consi-
derada normalmente analítica. Bachelors are unmarried ("Los solte-
ros no estiln casados") no sólo es verdadera y necesariamente esto,
sino que ademfts es un ejemplo clásico de oración analítica, es decir,
de oración que es verdadera únicamente en función de su propio
significado.
Una jerarquización semejante se da también en la implicación.
N o todos los pares de oraciones en los que la primera implica ma-
terialmente a la segunda son tales que la primera implique lógica-
mente (entrañe) a la segunda; y no ocurre en todos estos casos que
la primera implique analiticamente (o semánticamente) a la segun-
da. Snow is white - Grass is green ("La Dieve es blanca - La hier-
ba es verde'1 es un ejemplo de implicación material. Every man is
five leet tall - No man is not five leet tall ("Todo hombre mide cin-
co pies - Ningún hombre no mide cinco pies"), es un ejemplo de im-
plicación lógica. y this man is a bachelor - this man is unma"ied
("Este hombre es soltero - Este hombre no es casado'') es un ejem-
plo típico de implicación analítica.
Kant (1781) caracterizó una oración analítica como aquélla en la
que el significado del predicado es parte del significado del sujeto
(para una ampliación de esta definición a clases de oraciones mfts
amplias, véase Katz, 1966, capitulo 5, y 1972, capítulo 4). Del mis-
mo modo, una relación de implicación analítica tiene lugar entre dos
oraciones si el significado de la oración implicada forma parte del
significado de la oración que la implica. Dada esta definición de ana-
liticidad, la definición de significado (o, al menos, de sinonimia, es
decir, de la igualdad de significados) resulta evidente: dos oraciones
significan lo mismo sólo en el caso de que cada una implique ana-
líticamente a la otra. (Dos expresiones menores que la oración sig-
nifican lo mismo si pueden sustituirse una por otra en los contextos
oracionales apropiados sin alterar su analiticidad.)
Tal y como a menudo se ha señalado, en especial por parte de
Quine, el problema que presenta esta definición de significado es que
es circular, y esto se percibe inmediatamente: la analiticidad se de-
fine en términos de significados y el significado en términos de ana-
liticidad. De ahí que, a no ser que se dé otra caracterización de ana-
liticidad independiente del significado, no podrá recurrirse licitamen-
te a la analiticidad para explicar el significado. El objetivo que he-

68
mos estado persiguiendo es el de reducir el significado a otra enti-
dad más elemental y más comprensible. Sin embargo, la analiticidad
está también demasiado íntimamente relacionada con el significado
cOMo para poder facilitarnos dicha reducción. De hecho, tal y como
todo el mundo sabe, no EXISTE ninguna forma que sea independien-
te del significado para caracterizar tanto la analiticidad como el
significado.
El fracaso de todas las tentativas que han tratado de reducir el
significado a otra cosa nos lleva a la conclusión (al menos, provi-
sional), de que el significado no puede ser reducido a nada más, de
que es algo su; gener;s. A pesar de las advertencias de Wittgenstein,
puede que no haya otra opción que considerar los significados como
entidades, como entidades abstractas que poseen ciertas propieda-
des y mantienen ciertas relaciones con otras entidades abstractas, ta-
les ·como la verdad, etc. Después de todo, no deberíamos extrañar-
nos de esto; la reducción de un tipo de cosas a otro puede que sea
muy esclarecedora, pero no existe garantia alguna de que dicha re-
ducción sea posible para cualquier tipo de cosa existente. Con todo,
junto a los lingüistas y filósofos que están dispuestos a aceptar sim-
plemente que el significado no es reducible, y a continuar con la ta-
rea de caracterizar sus manifestaciones, están también los que, debi-
do a este estado de cosas, son escépticos acerca del significado, los
que dudan de que EXISTA algo como el significado (como algo di-
ferente de las condiciones de verdad, etc.), o, al menos, dudan de
que semejante cosa deba ser considerada a la hora de decir todo lo
que merece la pena decirse acerca de la lengua.
Quizá no exista nada que pueda convencer a aquéllos que tienen
estas dudas de que sus dudas son infundadas, pero existe un argu-
mento parcial contra este escepticismo.
Apuntábamos antes que podíamos conseguir el efecto de asignar
las condiciones de verdad necesarias a la oración O, asignando las
condiciones de verdad a la oración Necessarily + O ("Necesariamen-
te + O''). Observábamos que en el caso de contextos opacos, como
Necessarily ... ("Necesariamente .. .''), donde la sustitución de expre-
siones co-extensivas no siempre preserva la verdad, las condiciones
de verdad pueden determinarse correctamente sólo si lo que consi-
deramos como el valor semántico de una expresión es algo más dis-
criminador que su propia extensión. Se vio que las intensiones eran
adecuadas para predecir las condiciones de verdad de oraciones con
operadores modales, pero que eran demasiado débiles como para po-
der discriminar entre TODAS las expresiones que difieren en su sig-
nificado. Sin embargo, existen otras construcciones opacas que apa-
rentemente presentan todavía más restricciones a la hora de realizar
sustituciones válidas y, por tanto, exigen una discriminación todavía

69
mucho más sutil entre las expresiones de la lengua. Y, se ha mante-
nido que ESTAS discriminaciones, corresponden exactamente con di-
ferencias intuitivas de significado.
Las construcCiones opacas en cuesti6n son las que se presentan
con verbos «psicoI6gicos» como believe ("creer''). Estos verbos se
consideran a menudo como «verbos de actitud proposicional», y esta
nomenclatura refleja la opini6n de que los objetos de estos verbos
son proposiciones, es decir (a grandes rasgos), significados de ora-
ciones. La situaci6n es, pues, que respecto de cualquier lengua que
contenga este tipo de verbos, el relativamente modesto objetivo de
dar una definición de verdad para las oraciones de esta lengua, exi-
giría dar cuenta del significado de estas. Y, si esto es así, puede con-
cluirse que el concepto de significado no solo no es irrelevante, sino
que, además, es necesario.
La raz6n de que esto s610 sea una defensa parcial contra el es-
cepticismo es que, en principio, el escéptico puede responder (s610
en el caso de los operadores modales), que las oraciones que contie-
nen verbos de actitud proporcional están desprovistas de significado
y, por tanto, no POSEEN ninguna condiCi6n de verdad definida. Sin
embargo, esta postura tiene menos defensa en relación con las acti-
tudes proposicionales que en relaci6n con las modalidades, puesto
que, incluso como Quine ha admitido, a pesar de que uno pueda qui-
zá negarse a sí mismo el hablar acerca de la necesidad, es mucho me-
nos factible y más improbable el renunCiar a hablar de creencias, de-
seos, etc. En consecuenCia, y a pesar de las generales preferenCias
por la idea contraria, el concepto de significado puede tener una base
mucho más firme que el de necesidad.
La clase de los contextos opacos es muy heterogénea, y algunos
de los contextos opacos resultan claramente inadecuados para la ta-
rea de individualizar significados. Los contextos en los que aparece
necessarily ("necesariamente''), tal y corno hemos visto, son dema-
siado débiles. Otros son demasiado fuertes. Por ejemplo, en un con-
texto de estilo directo como John said: «... » ("Juan dijo: «... »'') no
podernos sustituir de un modo válido, ni siquiera, unmarried man
("hombre que no está casad.oj por bache/or ("soltero''), puesto que
del hecho de que Juan diga: «yo soy un hombre que no está casado»
no se sigue que dijo: «yo soy soltero». Para que pueda haber una sus-
tituci6n en estos contextos es preciso preservar la identidad de FOR-
MA. Y, para evitar llegar a la conclusi6n de que dos expresiones di-
ferentes no serán nunca sin6nimas, los contextos de estilo directo de-
berán excluirse del tipo de contextos en los que la sustituci6n se
toma corno criterio para caracterizar la sinonimia.
Existen otros autores que han perfilado esta clasificaci6n toda-
via más. Según Chomsky (1970b), deben excluirse incluso algunos

70
tipos de verbos psicológicos, como, por ejemplo; realize ("com-
prender''):
Así, ¿sería posible que alguien reconociera que es considerado
competente por todos sin reconocer que todos consideran compe-
tente a Juan, o que reconociera que Pepe vio a Juan pero no que
Juan fue visto por Pepe? .. O, consideremos una oración del tipo
everyone agrees that if John realizes that p. then he realizes that
("Todos estAn de acuerdo en que si Juan comprende que p. en-
tonces comprende que'), donde el espacio en blanco se rellenaría
bien con el propio p o con una expresión q. distinta pero sinóni-
ma de p. No hay duda de que el valor de verdad puede variar si
q reemplaza a p. lo que indicará que cualquier diferencia de for-
ma en una oración incrustada puede, al menos en ciertos casos,
ser significativa a la hora de establecer las condiciones de verdad,
y, por tanto, es posible que también lo sea al determinar el
significado.

Lo que habría que determinar es si existen realmente contextos


que no sean ni demasiado permisivos (como, por ejemplo, Necessa-
rily ... ["Necesariamente... '1), ni demasiado restrictivos (como, por
ejemplo, San realizes thaL. ["Sam reconoce que ... ]), o que no estén
relacionados, de un modo circular, con el concepto de significado
(como, por ejemplo, It is ana/y tic that ... ; o, ... means that ... ["Es ana-
lítico que ... ; ... significa que .. .'1). En Katz (1972, capítulo 6) se man-
tiene que los verbos como want ("querer'') y believe ("creer'') for-
man precisamente contextos del tipo deseado. Exactamente, la teo-
ría de Katz es que una expresión puede sustituirse por otra en estos
contextos si el significado de la primera se contiene en el significado
de la segunda. Nos encontramos así con una implicación analítica
que se define mediante la referencia a la opacidad; la sinonimia sería
entonces la vinculación analítica mutua.
No resulta inmediatamente obvio el que la teoría de Katz sea co-
rrecta. ¿Podría yo creer que Juan es soltero sin creer que Juan no
está casado? Resulta que sí podría, si no supiera lo que singifica un-
married man ("soltero''), o si, efectivamente, sí sé lo que significa,
pero, simplemente, soy demasiado tonto como para darme cuenta
de que John is unmarried ("Juan no está casado'') se sigue de John
is a bache/or ("Juan es soltero''). La defensa frente a esta objeción,
radica en sostener que el creer que Juan es soltero ES precisamente
creer que no está casado (que es adulto, varón, etc.), y, que por tan-
to, aunque alguien pretendiera creer la primera, pero no la segunda,
su pretensión no podría ser real. Aun cuando se aceptara esta de-
fensa, todavía existe otro tipo de contraejemplo, más sofisticado,
con el que hay que enfrentarse (aportado por Mates, 1952; ver tam-

71
bién la cita de Chomsky hecha anteriormente). En efecto, parece ra-
zonable suponer que nadie duda de que cualquiera que crea que Juan
es soltero cree también que Juan es soltero. Pero, con seguridad, se-
ría falso suponer que nadie duda de que cualquiera que crea que
Juan es soltero cree que Juan no es casado. Y, después de todo, ésta
es la misma duda que expresábamos nosotros anteriormente. Así, la
incrustación de contextos opacos dentro de otros contextos opacos
crea aparentemente contextos en los que la sustitución no está per-
mitida ni siquiera en el caso de relaciones de inclusi6n-de-significa-
do. Si se consideran estos contextos como criterios para establecer
el significado, llegaremos a la conclusión, bastante contraria a la in-
tuici6n, de que no existen dos expresiones que tengan en algún mo-
mento el mismo significado. Pero, por otra parte, si no se conside-
ran tales contextos como criterios válidos, ¿c6mo explicaríamos por
qué no lo hacemos?
Es evidente que estas cuestiones no pueden resolverse en un mo-
mento, a pesar de que, hasta que no se haga, la posibilidad de ex-
plicar el significado a partir de la opacidad seguirá incierta. Pero,
debemos abandonar aquí esta cuesti6n y pasar de los problemas de
justificaci6n al problema práctico de c6mo pueden ser tratados, la
analiticidad y el significado, dentro de un sistema semántico formal.
Sabemos que el sistema debe asignar valores diferentes a expresio-
nes que son s610 16gicamente equivalentes y no sin6nimas; pero re-
sulta muy difícil ver QU~ valores diferentes podrían asignárseles. Ha-
biendo pasado ya de extensiones en el mundo real a extensiones en
todos los mundos posibles, parece que no puede irse más lejos en
esa direcci6n (aunque haya habido algunos intentos: Creswell, 1973,
extiende el modelo de los mundos posibles al de los universos
posibles).
Consideremos dos oraciones 16gicamente equivalentes pero no si-
n6nimas, del tipo de Two plus two equals four ("Dos y dos son cua-
tro'') y Three plus three equals six ("Tres y tres son seis''). Intuitiva-
mente, lo que hace que estas oraciones no sean sin6nimas es el he-
cho de que a su intensi6n común se llega a través de la combinaci6n
de intenciones diferentes de sus constituyentes. Las funciones que
constituyen sus intensiones respectivas pueden ser idénticas en cuan-
to a los argumentos y valores (valores de los mundos y de verdad)
a los que se asocian, pero estas funciones poseen una estructura in-
terna dada y es respecto de ésta en lo que se diferencian.
Carnap (1947) definió una relaci6n de ISOMORFISMO INTENSIO-
NAL entre expresiones, tal que dos expresiones son intensionalmente
isomórficas s610 en el caso de que ambas tengan la misma estructu-
ra interna, y de que todos los constituyentes de ambas expresiones
que se corresponden entre si tengan la misma extensi6n. Carnap su-

72
girió que esta relación de isomorfismo intensional podría aportar
una reconstrucci6n adecuada de la noci6n intuitiva de sinonimia (que
permitirla establecer las distinciones adecuadas en contextos de
creencias, etc.). La esencia de esta propuesta es que el significado no
puede explicarse a partir de una mera alusi6n a la referencia, ni in-
cluso a la referencia en todos los universos posibles, sino que ha de
explicarse en términos de las propiedades composicionales de la ex-
presi6n a través de la cual se determina la referencia. Se acerca asi
a la teorla de Frege (ver anteriormente, secci6n 2.4), donde el signi-
ficado de una expresi6n es el modo en que ésta designa a su refe-
rente. Las oraciones Two plus two equals four ("Dos y dos son cua-
tro'') y Three plus three equals six ("Tres y tres son seisj designan
ambas algo verdadero en todos los mundos posibles, pero, al tener
una composici6n interna diferente, llegan a hacerlo, por así decirlo,
por diferentes caminos.
Si aplicamos esto a las oraciones superficiales de una lengua na-
tural, la identificaci6n de la sinonimia con el isomorfismo intensio-
nal tiene algunas consecuencias curiosas. Un problema derivado de
ello es que nunca podría existir sinonimia entre una palabra y un sin-
tagma, por ejemplo, entre bachelor ("solteroj y unmarried man
("hombre no casado''), ya que estas expresiones no presentan una es-
tructura paralela: una es simple y la otra compuesta. Además CUAL-
QUIER diferencia sintáctica entre construcciones complejas imposibi-
litaría, aparentemente, que fueran sin6nimas; por ejemplo, la dife-
rencia entre my father's father y the father of my father ("mi abue-
lo" y "el padre de mi padre''). Con todo, el propio Carnap consider6
que ciertas diferencias sintácticas entre las expresiones eran irrele-
vantes para su teoría del isomorfismo intensional. Este escribi6
(1947, capítulo 1):

Parece ahora aconsejable emplear el concepto de isomorfismo


intensional en un sentido más amplio para que también se aplique
en expresiones como «2 + 5)) Y «Sumar (11, V»)), dado que la utili-
zación, en la segunda expresión, de un functor precediendo a los
dos signos, en lugar de aparecer entre ellos, o la utilización de un
paréntesis o una coma puede considerarse como un mecanismo sin-
táctico no esencial.

Evidentemente, las diferencias sintácticas «(00 esenciales) debe-


rán distinguirse formalmente de las esenciales. Un modo de conse-
guir esto sería determinando qué es una FORMA NORMAL de una ex-
presi6n. Las expresiones de la lengua que estamos estudiando (len-
guaje objeto) podrían traducirse a otra lengua diferente (metalengua-
je) que tenga la propiedad de especificar s610 las diferencias sintác-

73
ticas esenciales (por ejemplo, las correlacionadas con el significado)
existentes en la lengua-objeto como diferencias sintácticas propias.
A las expresiones matemáticas 2 + 5 Y sum (11, V) ("sumar [11, V]''),
podría asignárseles así una misma traducci6n, lo mismo que a las ex-
presiones inglesas my father's father y the father of my fahter. etc.
En general, todas y solamente las expresiones sin6nimas se re-
presentarían de modo idéntico en el metalenguaje. Y por ello, si las
intensiones se asignaran a las expresiones DESPU~S de haber sido tra-
ducidas al metalenguaje, se conseguiría, tal y como se desea, que to-
das y s610 las expresiones sin6nimas fueran intensionalmente iso-
m6rficas.
Ahora bien, las gramáticas transformacionales de las lenguas na-
turales asignan a menudo estructuras profundas idénticas a expre-
siones que difieren en su forma sintáctica superficial. Se ha propues-
to, por ejemplo, que los sintagmas my father'sfather y thefather of
my father poseen idéntica estructura profunda; e igualmente ocurre
gran número de pares de oraciones entre los que se incluyen: that
it 's ra;n;ng ;s obv;us ("Que llueve es obvio '') y It ;s obv;us that ir 's
ra;ning ("Es obvio que lluevej; John is easy to p/ease ("Juan es fácil
de complacer'') y It ;s easy to p/ease John ("Es fácil complacer a
Juan''); the car hit the truck ("El coche golpe6 al cami6n''); The truck
was hit by the car ("El cami6n fue golpeado por el coche''). Esto nos
sugiere que el <denguaje» de las estructuras sintácticas profundas po-
dría ser en realidad el que se necesita para la normalizaci6n de las
expresiones de una lengua natural (estructura superficial) es decir,
que es en el nivel de la estructura profunda donde isomorfismo in-
tensional y sinOnimia se correlacionan (para una propuesta similar,
ver Lewis, 1972).
El que esto sea o no así, depende esencialmente del nivel de es-
tructura profunda que se postule, y los lingüistas no se muestran en
modo alguno de acuerdo respecto de esto. Las diferencias entre las
diversas hipótesis propuestas se tratarán con algún detalle en capí-
tulos posteriores; pero podemos aquí apuntar ya que existe una teo-
ría lingüística (la semántica generativa) cuyas estructuras profundas
han de mostrar la identidad de hecho, de todas, y solamente éstas,
las expresiones sinónimas; y que hay otras teorías (la teoría estándar
y la teoría estándar ampliada) cuyas estructuras profundas resultan
insuficientes para dar cuenta de ello por distintas razones; de acuer-
do con estas a my father's father y the father of my father ("el padre
de mi padre'') pueden asignárseles la misma estructura profunda,
pero no así a bache/or ("soltero'') y a unmarr;ed man ("hombre no
casado''), como tampoco a las oraciones John opened the door w;th
a key ("Juan abri6 la puerta con una llave'') y John used a key to
open the door ("Juan utiliz6 una llave para abrir la puerta"), o a It

74
may rain ("Puede que llueva'') y 1I is possible Ihal il will rain ("Es
posible que llueva''), etc. Sin embargo, ambas teorías admiten, como
ampliación del nivel, de estructura profunda, un nivel diferente, el
de LA REPRESENTACIÓN SEMÁNTICA, en el que las expresiones sinó-
nimas reciben, de hecho, representaciones idénticas. En otras pala-
bras, todas las teorías lingüísticas generativas actuales ofrecen algún
tipo de mecanismo de representación mediante el cual se predice la
correspondencia entre identidad y diferencia de FORMAe identidad
y diferencia de SIGNIFICADO.
Debería destacarse que este intento de reconstrucción formal del
significado y de las relaciones entre significados no constituye una
JUSTIFICACIÓN del concepto de significado o de su reducción a otros
conceptos más familiares. Se daría esa reducción si resultara que la
sinonimia se corresponde con isomorfismo intensional en algún ni-
vel de la representación sintáctica, y fuera así INDEPENDIENTEMEN-
TE de toda consideración semántica. Pero resulta muy dudoso que
éste sea el caso. El nivel de representación semántica propuesto por
las teorías lingüísticas actuales NO está, aparentemente, del todo mo-
tivado por consideraciones sintácticas; en realidad, parece especial-
mente diseñado para codificar juicios intuitivos acerca de las rela-
ciones significativas.
El concepto de isomorfismo intensional, pues, no explica direc-
tamente el significado, pero sí nos depara algunas consideraciones
importantes acerca de su naturaleza. Sin rechazar la relación exis-
tente entre el significado y la referencia incorporada a la noción de
intensión, da cuenta de manera apropiada de nuestra intuición de
que los significados son más complejos y están más sutilmente per-
filados de lo que parece dar a entender una teoría basada en el con-
cepto de extensión. Su interés por la estructura interna de los signi-
ficados ofrece una sólida base para la caracterización de la implica-
ción analítica en términos de inclusión de significados, puesto que,
para que esto tenga sentido, los significados tendrán que ser del tipo
de cosas que pueden incluirse unas dentro de otras. Además, subra-
ya también la importancia de las reglas semánticas recursivas que
los lingüistas y lógicos han intentado formular en estos últimos años.
Por esto deben considerarse no como simples mecanismos para ASIG-
NAR significados a oraciones sino, en cierto sentido, como PARTE de
esos significados. Las representaciones semánticas de las gramáticas
generativas, que revelan cómo se estructuran los significados de los
constituyentes dentro del significado total de la oración, respetan la
idea de que es básico para determinar el significado el cómo llegan
a ser lo que son las condiciones de verdad de una oración.
Finalmente, la idea de que el significado de una expresión posee
una estructura a menudo diferente de la estructura sintáctica super-

75
ficial podría sugerir una explicaci6n de POR QU~ el significado y la
analiticidad (aparentemente) mantienen una relaci6n especial en el
caso de las oraciones con verbos de creencia y de actitud proposi-
cional. Si podemos suponer que existe internamente un 'lenguaje del
pensamiento', podríamos aventurar la hip6tesis de que éste es el len-
guaje normalizador del isomorfismo intensional; un lenguaje en el
cual todas y solamente las expresiones sin6nimas de una lengua na-
tural tendrían idénticas traducciones. La sinonimia de dos expresio-
nes lingüísticas de este tipo consistiría, pues, en la indiferenciaci6n
de sus funciones para defmir los posibles objetos de los verbos de
actitud proposicional. La posibilidad de sustituir una construcci6n
por otra sin6nima de ésta en oraciones con verbos de actitud pro-
posicional residiría, entonces, en el hecho de que cualquier persona
en un estado mental que correspondiera a la creencia en la propo-
sici6n expresada por una oraci6n, 0 1, estuviera ipso Jacto en el es-
tado mental correspondiente a la creencia en la proposici6n expre-
sada por una oraci6n sin6nima de ella, ()2. La imposibilidad de sus-
tituir a una oraci6n que no fuese sin6nima de ésta, ()3 (incluso si
ésta es material o 16gicamente equivalente a 0 1 y ()2) se debería al
hecho de que la proposici6n expresada por ()3 tiene una representa-
ci6n mental diferente y, por tanto, a que creer esta proposici6n im-
plica situarse en un estado mental distinto. Incluso si estos dos di-
ferentes estados mentales tendieran a darse conjuntamente, esto se-
ría ulla cuesti6n de hecho y, por ello, no serviría como base sobre
la que establecer una inferencia 16gica entre uno y otro.
Puesto que algunas actitudes proposicionales (por ejemplo, las re-
lacionadas con darse cuenta, comprender) no parecen sujetarse a
esto, este estado de cosas aquí esbozado puede considerarse el es-
quema de una teoría que ha de desarrollarse mucho más ampliamen-
te. Pero parte de esta linea de pensamiento aparece, al menos implí-
citamente, en muchas de las actuales investigaciones lingüísticas y
psicol6gicas sobre semántica (con todo, los fil6sofos tienden a ser
más cautelosos; ver J. A. Fodor, 1975). Al mostrar la relaci6n entre
significado y opacidad, este análisis depara un modo de integrar la
aproximaci6n al significado basada en los conceptos de verdad y re-
ferencia con los aspectos válidos de la teoría conceptual que recha-
zamos, sin profundizar mucho en ella, en la secci6n 2.2. La opaci-
dad de las lenguas naturales va más allá del hecho contingente de
que el inglés, el alemán, el swahili, etc., CONTENGAN ORACIONES
ACERCA de creencias y deseos; oraciones en las que expresiones que
se refieren al mismo objeto o estado de cosas no pueden ser susti-
tuidas unas por otras de forma válida. Si estas oraciones no existie-
ran, la distinci6n entre significado y referencia sería mucho más di-
ficil de representar; pero, a pesar de todo, seguiría estando ahí, ya

76
que la lengua se utiliza para EXPRESAR creencias acerca de los ob-
jetos y estados de las cosas, y estos tienen que representar de algún
modo y de acuerdo con ciertas descripciones.

2.7. El significado de las oraciones no-declarativas

En las tres últimas secciones hemos tratado de encontrar algún


modo de caracterizar el contenido proposicional de aquellas oracio-
nes declarativas empleadas comúnmente para hacer afirmaciones. Se
sugirió que lo que debe asignársele a tales oraciones es algún tipo
de especificación (aunque, como hemos probado ampliamente, no
cualquier tipo) de las condiciones bajo las cuales la oración sería ver-
dadera. Las condiciones de verdad caracterizarían qué es aquello que
se afIrma al utilizar esa oración.
Las oraciones imperativas, las oraciones interrogativas e incluso
algunas oraciones que son declarativas en su forma superfIcial, no
se utilizan para hacer afirmaciones. Se utilizan para dar órdenes, pe-
dir algo, hacer preguntas, promesas, para hacer advertencias, apues-
tas, etc. Y la mayoría de estos actos inlocutivos parecen tener poco
que ver con el concepto de verdad. Así pues, no estlt del todo claro
que el contenido proposicional de estas oraciones pueda caracteri-
zarse por medio de la referencia a las condiciones de verdad. En este
apartado consideraremos algunos intentos de explicar las propieda-
des semltnticas de estas oraciones.
Para empezar, consideremos hasta dónde nos lleva la teoría de
las condiciones de verdad sin introducir en ella modificación alguna.
En un nivel de análisis inferior al sintagma, las palabras considera-
das individualmente significan lo mismo, tanto en una oración no de-
clarativa como en una oración declarativa, y lo mismo ocurre con
los sintagmas y los constituyentes menores que la oración: los cons-
tituyentes boots ("botas''), wears his boots ("lleva sus botas'') y that
John wears his boots ("que Juan lleva sus botas'') por ejemplo, no
varían su signifIcado en las oraciones Wake sure that John wears his
boots ("Asegúrate que Juan lleva sus botas''), Do you make sure that
John wears his boots ("¿Estlts seguro de que Juan lleva sus botas?'')
y 1 always make sure that John wears his boots ("Siempre me ase-
guro de que Juan lleva sus botas''). Así pues, es un modo de decirlo,
es en el nivel superior del anltlisis del signiflcado, donde el significa-
.do de la oración se forma a partir de los significados de sus partes,
en el que se necesitarltn nuevos principios semltnticos caracterizado-
res del significado de las oraciones no-declarativas.
Sería una tentativa temeraria mantener que no se necesitan nue-
vos principios en absoluto; defender que estas oraciones, a pesar de

77
que en un primer momento pueda parecer lo contrario, sí poseen va-
lores de verdad, y que, por tanto, pueden asignárseles condiciones
de verdad. Otra opción podría consistir en sostener que, aunque es-
tas oraciones no tengan por sí mismas valores de verdad, sus signi-
ficados puedan caracterizarse como una función de los significados
de las oraciones declarativas relacionadas con ellas, que si poseen di-
chos valores. Una tercera posibilidad sería la de ampliar analógica-
mente la teoría de las condiciones de verdad, especificando una pro-
piedad P que sea para las oraciones no-declarativas lo que (la) ver-
dad es para las oraciones declarativas; podríamos analizar así la fuer-
za ilocutiva potencial de una oración n<~-declarativa, en términos de
P, y su contenido proposicional en términos de condiciones-de-P.
Consideremos, en primer lugar, una versión elemental del segun-
do tipo de teorías propuestas, es decir, de la teoría de que el signi-
ficado de las oraciones no-declarativas puede caracterizarse simple-
mente como la suma de su fuerza inlocutiva potencial y su conteni-
do proposicional. El primero se determinaría de acuerdo, bien con
el tipo sintáctico de la oración (por ejemplo, con el hecho de que sea
imperativa o interrogativa), bien con la presencia de una ((cláusula
realizativa» explícita del tipo 1 hereby command... ("Por esto orde-
no ... "), 1 warn you that ... ("Te advierto que ... "), 1 bet you a nickel
that ... ("Te apuesto un duro que ... j, etc., de la cual dependerá ésta.
Su contenido proposicional se considerará idéntico al de las oracio-
nes declarativas que posean la misma estructura sintáctica e idénti-
cos elementos lexicales que esta. Esta identidad estructural tendrá
que determinarse en un nivel sintáctico más abstracto que la estruc-
tura superficial; de lo contrario, no existiría por ejemplo, oración de-
clarativa alguna que correspondiera, a una oración imperativa sin su-
jeto explícito, del tipo de Walk the dog! ("¡Pasea al perro!''). Pero
dejemos a un lado los detalles y asumamos, simplemente, que existe
algún método formal para establecer las clases de oraciones de este
tipo con idéntico contenido proposicional; por ejemplo, la clase que
incluye Walk the dog! ("¡Pasea al perro!''), You will walk the dog!
("¡Pasearás al perro!''), Will you walk the dog? ("¿Querrás pasear al
perro?"), 1 aderse you to walk the dogl ("Te advierto que pasees al
perro''), 1 bet you will walk the dog! ("Apuesto a que pasearás al pe-
rro ''), etc.
Este modelo tan simple no permite explicar un buen número de
las propiedades semánticas de las oraciones no-declarativas. Tal y
como lo concebimos, ni siquiera puede predecir correctamente qué
oraciones tienen un significado coherente y cuáles no. Una oración
puede tener un potencial de fuerza inlocutiva especificable y com-
partir su contenido proposicional con una oración declarativa con
un significado pleno, y, sin embargo, no poseer ella misma, un sig-

78
nificado pleno. Por ejemplo" la oración 1 command Ihal Ihe green
vase broke yeslerday ("Te ordeno que el jarr6n verde se rompió
ayer") es anómala, a pesar de que aparentemente tiene la fuerza de
una orden y comparte su contenido proposicional con el de la ora-
ción declarativa aceptable Ihe green vase broke yeslerday ("El jarrón
verde se rompió ayer'1. Es claro, pues, que existe cierta interacción
entre el potencial de fuerza inlocutiva y el contenido proposicional.
Esta interacci6n se comprueba también en la definici6n de sino-
nimia. No es suficiente decir que dos oraciones tendrán el mismo sig-
nificado s610 en caso de que tengan la misma fuerza inlocutiva po-
tencial e idéntico contenido proposicional, puesto que las oraciones
1 order you nol lo louch the apple pie ("Te ordeno que no toques
la tarta de manzana") y Iforbid you lo louch Ihe applie pie ("Te pro-
híbo que toques la tarta de manzana'') significan lo mismo (o casi
lo mismo), y, sin embargo, difieren aparentemente, tanto en su fuer-
za inlocutiva potencial como en su contenido proposicional. La re-
laci6n entre ellas, resulta intuitivamente bastante clara: forbid ("pro-
hibir") es, en cierto sentido, la forma negativa de order ("ordenar''),
y el contraste polarizado existente. entre ambos verbos performati-
vos anula, de algún modo, el contraste polarizado entre las cláusu-
las que les siguen.
Lo que esto parece sugerir es que existe una relaci6n entre las
dos ((partes)) del significado de las oraciones no-declarativas más su-
til y más profunda que la pura relaci6n de adici6n. Y, de hecho, esta
relaci6n parece poder ser equiparada a la relaci6n existente entre la
cláusula principal y la cláusula complementaria de las oraciones de-
clarativas (piénsese por ejemplo, en una oraci6n de este tipo que se
utilizara para dar cuenta de las clases de actos verbales para los que
se utilizan las oraciones no-declarativas). Así, la oración «(realizati-
Val) 1 command Ihal Ihe green vase broke yesterday ("Te ordeno que
el jarr6n verde se rompi6 ayer") es an6mala por la misma raz6n que
lo es la oraci6n declarativa the teacher commanded that the green
vase broke yeslerday ("El profesor orden6 que el jarr6n verde se rom-
pi6 ayer''). Y la sinonimia de las oraciones ((realizativas)) 1 order yo
nol lo louch the apple pie ("Te ordeno que no toques la tarta de man-
zana'') y 1 forbide you to louch the apple pie ("Te prohíbo que to-
ques la tarta de manzana") es semejante a la sinonimia existente en-
tre las oraciones declarativas Mother ordered Molly nol lo louch
the apple pie ("Mamá orden6 a Molly que no tocara la tarta de man-
zana") y Mother forbade Molly lo louch Ihe apple pie ("Mamá pro-
hibi6 a Molly que tocara la tarta de manzana'').
Estos paralelismos muestran que cuando aparece un verbo como
order ("ordenar") en una cláusula realizativa de una oración no-de-
clarativa, este no es simplemente un indicador ARBITRARIO de la

79
fuerza inlocutiva potencial, sino un representante genuino de ese ver-
bo order ("ordenar'') que aparece también en las oraCiones declara-
tivas. El valor que la teoría semántica le asigne como significado ten-
drá que ser el mismo en ambos tipos de oración, así como los prin-
cipios que combinen su significado con los significados de los demás
constituyentes de su cláusula y con el de su oración complemento.
La única diferencia es que, cuando order ("ordenar'') se utiliza rea-
lizativamente, indica (de un modo que todavía está por explicar) que
la emisión de esta oración constituye en sí el acto de DAR una or-
den, en lugar de una afirmación ACERCA del acto de dar una orden.
Habiendo llegado hasta aquí, parece natural proponer, en inte-
rés de la generalización, que a las oraciones imperativas simples, del
tipo Don '1 touch the apple pie! ("¡No toques la tarta de manzana!'')
se les asignen del mismo modo sus fuerzas potenciales inlocutivas.
Esta oración imperativa simple es aparentemente sinónima de la ora-
ción I order you not lo touch the apple pie ("Te ordeno que no to-
ques la tarta de manzana''), y tiene las mismas propiedades semán-
ticas (por ejemplo, será anómala sólo en el caso de que la oración
lorder... ("Te ordeno ... '') sea anómala). Se podría, pues, considerar
fruto de la elisión de la cláusula realizativa de la oración claramente
prerrealizativa lorder... ("Te ordeno ... ''). Esto resolvería inmediata-
mente, en lo tocante a las oraciones imperativas simples, el proble-
ma de la relación entre sus fuerzas inlocutivas potenciales y sus con-
tenidos proposicionales, puesto que dicha relación sería, una vez
más, idéntica a la existente entre las oraciones principales y comple-
mentarias de las oraciones declarativas ordinarias.
Lo que queda por contestar en este análisis es la cuestión acerca
de qué es lo que diferencia el significado de las oraciones realizati-
vas como I order... ("Te ordeno .. .'') (y las imperativas correspon-
dientes), del de las oraciones declarativas, en particular del de las ora-
ciones declarativas que son similares a estas superficialmente en la
forma y en los elementos lexicales. ¿Cuál es la diferencia de signifi-
cado entre I order you nol lo touch the apple pie ("Te ordeno que
no toques la tarta de manzana''), al usarla para dar una orden, y
I order you not lo louch Ihe apple pie ("Te ordeno que no toques la
tarta de manzana") (o I am ordering you not lo touch the apple pie
["Te estoy ordenando que no toques la tarta de manzana'1), al usar-
la para afirmar que alguien está emitiendo (o suele hacerlo) dicha
orden. Una posible respuesta podría ser (véase Lewis, 1972), que no
existe diferencia alguna; que todas las oraciones realizativas son real-
mente oraciones declarativas, aunque tengan la peculiaridad de que
pueden utilizarse simultáneamente para llevar a cabo el acto verbal
cuya realización están ellas mismas presentando, del.mismo modo
que la oración In hexameler throchaic am I talking ("En hexáme-

80
tros trocaicos estoy hablando'') (aunque no así la oración 1 am tal-
king in throchaic hexameter ["Estoy hablando en hexámetros tro-
caicos'1) puede utilizarse simultáneamente para informar sobre, y
para realizar, el acto de hablar en hexámetros trocaicos.
Obsérvese que esta teoría es como las que se esbozaron anterior-
mente en primer lugar; amplia la teoría de las condiciones de verdad
a las oraciones no-declarativas directamente y sin modificaciones. Si
las oraciones no-declarativas pueden considerarse como oraciones
declarativas, entonces tendrán valores de verdad, y sus contenidos
proposicionales podrán caracterizarse por medio de las condiciones
de verdad. Desde luego, los valores de verdad de estas oraciones no
serán los que estamos acostumbrados a encontrar en contextos con-
versacionales normales, pero esto no demuestra que estas no posean
valores de verdad. (Nótese que, según esta teoría, una oración no-
declarativa sería verdadera sólo en caso de que su emisión fuera
«apropiada». Por ejemplo, 1 order you not to leave your post ["Te
ordeno que no te dejes tu correspondencia'1 será verdadera sólo en
caso de que su emisión constituya un acto de ordenar específico. Así,
es mucho más probable que sea verdadera que falsa. Pero PUEDE
ser falsa, puesto que si las condiciones de 'propiedad' de semejante
acto no se dan, por ejemplo, si el hablante no está en una posición
de autoridad frente al oyente entonces, entonces, la emisión de la ora-
ción NO constituirá un acto de dar una orden, y la afirmación simul-
tánea de que se está dando una orden será falsa.)
Sin duda esta teoría parecerá a algunos lectores contraria a la in-
tuición; y, ciertamente plantea algunos problemas que tendrían que
ser resueltos. Por ejemplo, aunque podamos responder a una emi-
sión inapropiada de la oración 1 order you to finish your hamburger
("Te ordeno que te acabes tu hamburguesa''), diciendo «No está en
posición de hacerlo)), resultaría curioso responder «Eso es falsO).
Pero seria más curioso todavía responder a una emisión de la ora-
ción imperativa Finish your hamburger! ("¡Acaba tu hamburguesa!'')
diciendo «N o estás en posición de hacerlO), a pesar de que la teoría
defiende que esta oración resulta de la elisión de la cláusula princi-
pal de la oración 1 order... ("Te ordeno .. .''), para la que esta misma
contestación sí sería apropiada. Desde luego, esta teoría no ofrece
explicación alguna de por qué el imperativo simple (al contrario que
la construcción claramente realizativa) no puede jamás utilizarse
para dar cuenta de la realización de acto de ordenar. Por estas ra-
zones puede que nos sintamos inclinados a tomar en serio la intui-
ción de que EXISTE, después de todo, una diferencia de significado
entre una oración realizativa y una oración declarativa con una es-
tructura superficial similar a ésta. ¿A qué puede deberse esta
diferencia?

81
Una opinión muy extendida es que el análisis de las clAusulas rea-
lizativas debería, de hecho, ampliarse a las oraciones declarativas.
Una oración como mice eat cheese ("Los ratones comen quesoj se
consideraría, entonces, como la cadena resultante de la elisión de la
cláusula principal de la oración, más explícitamente declarativa, J 0$-
sert that mice eat cheese ("Afirmo que los ratones comen quesoj.
Ross (1970) ha presentado algunos argumentos sintácticos para jus-
tificar este análisis de las oraciones declarativas, argumentos que fue-
ron pronto muy criticados (ver Anderson, 1970, y Fraser, 1971). Sin
embargo, la falta de pruebas en apoyo de este en tanto que análisis
sintáctico no lo descalifica necesariamente como contribución a la
teoría semántica. Si lo consideramos desde esta perspectiva, habrá
que mantener que oraciones como Jt is raining ("Está lloviendoj y
J assert that it is raining ("Afirmo que está 1l0viendo'1 poseen el mis-
mo significado y la misma funci6n in lo cut iv a, y además, que la se-
gunda de estas oraciones es más reveladora que la primera para de-
terminar por qué esa funci6n es lo que es. La oraci6n J assert ...
(" Afirmo ... j contiene una indicación explícita de su potencial de
fuerza inlocutiva, y es, pues, el PARADIGMA con arreglo al cual se
realiza el acto verbal de afirmar que está lloviendo. Esta idea puede
cuestionarse, pero aceptémosla por el momento y consideremos qué
tipo de descripci6n de los significados de las oraciones no-declara-
tivas entraña.
La explicaci6n de las oraciones declarativas en estos términos co-
mienza atribuyendo una determinada estructura semántica a ambos
tipos de oraciones, y a partir de ahí establece ciertas predicciones
acerca de la semejanza y diferencia de los significados. Pero una des-
cripci6n completa del significado de las oraciones deberá también es-
pecificar c6mo debe interpretarse esa estructura, puesto que puede
ser asumida por varias y muy diferentes teorías. Puede incorporarse,
por ejemplo, a una teoría, como la de Lewis, sin que se altere la su-
posici6n básica de que todas las oraciones son, realmente, declara-
tivas y poseen condiciones de verdad. (En ese caso, no s610 se ana-
lizaría it is raining ["Está 1l0viendo'1 como J assert that it is raining
["Afirmo que está 1l0viendo'1, sino que Eat your hamburger! ["¡C6-
mete tu hamburguesa!'1 se analizaría como una construcci6n con
dos cláusulas superiores a ésta del tipo J assert that J order you to
eat you hamburger ["Afirmo que te ordeno que te comas tu ham-
burguesa'l) Por el contrario, el análisis en términos de cláusulas per-
formativas de las oraciones declarativas, podría considerarse la base
de una teoría en la que no se atribuyera ningún estatus especial a la
aserci6n respecto de los otros actos inlocutivos. Entonces, el análisis
de una oraci6n declarativa del tipo it is raining ("Está 1l0viendo'1
sería el de J assert that it is raining ("Afirmo que está lloviendo"),

82
pero el análisis de la oración imperativa como Eal your hamburger
("¡Cómete tu hamburguesa!j seguiría siendo, simplemente, el de
1 order you lo eal your hamburger ("Te ordeno que te comas tu ham-
burguesa j. En otras palabras, de acuerdo con este análisis, las di-
ferencias inlocutivas entre ambas clases de oraciones se harían ex-
plícitas con la ayuda del verbo performativo que aparecerá en la cláu-
sula superior de la estructura semántica que se asigne a cada ora-
ción. Las oraciones que se utilizan para dar órdenes tendrían como
tallorder ("Te ordenoj; las oraciones utilizadas para hacer adver-
tencias 1 advise ("Te adviertoj; las oraciones usadas para hacer
apuestas, 1 bel ("Te apuesto''), y, del mismo modo, las oraciones uti-
lizadas para hacer aseveraciones tendrían 1 assert ("Afirmo", j.
Esta especial interpretación del análisis de las cláusulas perfor-
mativas nos depara, pues, una teoría como las del tercer tipo ante-
riormente reseñadas, es decir, una teoría que propone tratamientos
PARALELOS para las oraciones declarativas y no-declarativas, en lu-
gar de la reducción de un tipo de oraciones al otro. Los mismos me-
canismos de composición se utilizarían para construir todo tipo de
significados oracionales, pero estos se caracterizarían en términos de
condiciones de verdad sólo en las oraciones cuyo verbo realizativo
sea asserl (" Afirmar"). En las oraciones con verbos realizativos como
arder ("ordenar''), advise ("advertir''), promise ("prometerj, etc., es-
tos se caracterizarían en términos de condiciones de otros tipos, de
acuerdo con su fuerza inlocutiva.
Por ejemplo: puesto que en la esencia de las oraciones imperati-
vas está (por regla general) el que se utilizan para dar 6rdenes que
se pretende que sean obedecidas, cabría sugerir que para las impe-
rativas, la obediencia desempeñara el papel que la verdad desempe-
ña en la explicación del significado de las oraciones declarativas. La
fuerza inlocutiva potencial de una oración imperativa se explicaría
en términos de obediencia, y el contenido proposicional de las im-
perativas determinaría las condiciones de dicha obediencia. La idea
fundamental de esto es que el contenido proposicional de un par for-
mado por una declarativa y una imperativa gramaticalmente rela-
cionadas concierne al mismo estado de hechos en el mundo, pero
que la relevancia de este estado de cosas respecto del acto verbal rea-
lizado es diferente en cada caso. En las oraciones declarativas, lo re-
levante es el estado de cosas que deben expresar para su caracteri-
zación como verdaderas, y en las imperativas, es el estado de cosas
que debe concurrir en el oyente para que la orden sea obedecida.
Esta tentativa posee muchos aspectos dignos de tenerse en cuen-
ta y nos facilita un modo de distinguir los usos verdaderamente rea-
lizativos de las oraciones de sus usos informativos. Consideremos la
oración 1 arder you lo SIOP ("Te ordeno que pares'') que puede uti-

83
lizarse de ambas formas. Cuando se utiliza para DAR una orden, su
análisis semántico se corresponde simplemente con lo que parece ser
su forma superficial, con I order ("Te ordeno") como cláusula supe-
rior. Esta cláusula superior especifica que el contenido proposicio-
nal de la oración es una condición de obediencia, y la cláusula su-
bordinada a ella, que esta condición es que pares. Cuando se utiliza
para informar acerca de un acto de ordenar, la oración se analizará
como I assert that / order you to stop ("Afirmo que te ordeno que
pares''). Aquí, la cláusula superior, / assert ("Afirmo"), especifica
que el contenido proposicional debe interpretarse como una condi-
ción de verdad, y las cláusulas subordinadas, que esta condición con-
cierne a «te ordeno que pares». U na simple adición a esta teoría dará
cuenta de una observación que hicimos anteriormente; concretamen-
te, de que una imperativa simple como Stop! ("¡Para!'') no pueda
utilizarse para informar, sino solamente para realizar un acto de or-
denar. Todo lo que se necesita es la restricción de que a lo sumo pue-
de elidirse una cláusula de la estructura semántica, la propia cláu-
sula realizativa, en la estructura superficial. Dado que la estructura
semántica correspondiente al uso INFORMATIVO de Stop! ("¡Para!")
tendria que contener DOS cláusulas de este tipo, la generación de
Stop! con dicho valor supondria la violación de tal restricción; de
ahf que ello sea imposible.
Por el momento, esta propuesta es más un programa de investi-
gación que un análisis plenamente desarrollado, puesto que, desde
luego, existen otro tipos de inlocuciones aparte de declarar y orde-
nar. Formas apropiadas análogas a verdad y obediencia deben en-
contrarse para los demás, pero quizá no tengamos que buscar de-
masiado. Apuestas y predicciones parecen ser tipos de declaraciones
y, por tanto, son analizables, al menos parcialmente, en términos de
condiciones de verdad, aunque estas creen verdades en lugar de re-
ferirse verdades dadas de antemano. Por otra parte, debilitando la
obediencia hasta convertirla en conformidad podríamos aplicar este
análisis a peticiones tales como Would you please drive a little slower?
("¿Podrías, por favor, conducir un poco más despacio?''). Y se ha su-
gerido a menudo que las preguntas deberian analizarse corno peti-
ciones de información; por lo que, en principio, cabria también asig-
narles a estas condiciones de conformidad. (Para las preguntas, la
conformidad consistiría en dar la información solicitada; y, así, las
condiciones de conformidad podrian de hecho definir el grupo de
sus «posibles respuestas».)
Como ya he indicado, la mera atribuci6n a las oraciones de cláu-
sulas realizativas «calladas» no permite restringir el poder de una teo-
ría acerca de los significados de esas oraciones. La interpretación
que hemos desarrollado aquí parece muy sugestiva; pero ahora de-

84
bemos plantearnos hasta qué punto un análisis de esta naturaleza
contribuye a ello.
Katz (1972, capitulos 4 y 5) ha propuesto un tratamiento para
varios tipos de oraciones que asigna condiciones de verdad a las de-
clarativas, condiciones de conformidad a las imperativas, etc., pero
que no atribuye ningún tipo de estatuto especial a las oraciones con
cláusulas realizativas explicitas. De hecho, rechaza que cualquier
oración declarativa o imperativa ordinaria reciba su interpretación
en virtud de su relación con una oración que contenga I asserl (" Afir-
mo') o lorder ("Ordenoj, respectivamente. Katz propone, en su lu-
gar, que la estructura sintllctica (y la entonación) de las oraciones
declarativas, imperativas y de los restantes tipos, se interpreta
directamente.
La descripción sintáctica del inglés que defiende Katz atribuye la
estructura superficial caracteristica de una oración imperativa (con
el sujeto elidido y un verbo en forma no personal) a los efectos de
un morfema abstracto Imp. en la estructura sintllctica profunda. La
estructura profunda de Go home! ("Vete a casa''), por ejemplo, serla
Imp. you Pres. will go home,' y esto es lo que debe ser semántica-
mente interpretado. Si ignoramos, por el momento, el elemento Imp.,
el resultado de la interpretación de los restantes elementos de esta
estructura profunda es un conjunto de «condiciones», todavfa indi-
ferenciadas respecto del potencial de fuerza inlocutiva. La función
semllntica de Imp. serll convertir estas condiciones neutras en con-
diciones de conformidad para la oración imperativa. A una oración
que contiene una cláusula realizativa explicita en su estructura su-
perficial (y profunda), como I order you lo go home ("Te ordeno
que te vayas a casa j, también le serán asignadas condiciones de con-
formidad, pero aquí la asignación se hará basándose en propiedades
léxicas y sintácticas diferentes. En este caso, lo que no ocurre en el
caso del imperativo simple, ES la cláusula lorder ("Te ordeno') la
que gobierna las condiciones resultantes de la conversión corres-
pondiente.
En este punto tropezamos con una pregunta constante en la in-
vestigación lingüística: ¿son estas teorlas realmente diferentes, o ha-
cen idénticas afirmaciones a pesar de sus aparentes diferencias? La
teorla de Katz parece ser menos abstracta; la teorla que atribuye una
cláusula realizativa a cada oración parece mlls general. Pero ambas
se asemejan en que sostienen que una oración imperativa simple es
sinónima de una oración del tipo Te ordeno ... Y (dada la especial
manera en que hemos elegido desarrollar la teorla del constituyente
realizativo), coinciden ademlls en defender que los significados de
ambas clases de oraciones deben expresarse en términos de condi-
ciones de conformidad. Sus asertos generales relativos a la natura-

85
leza del significado de estas oraciones son, pues, los mismos. Ambas
teorias difieren sólo en los mecanismos mediante los cuales las con-
diciones de conformidad deben ser asignadas; y la pregunta es: ¿a
qué equivale esta diferencia, si es que lo es?
Si las descripciones lingüísticas deben dar cuenta de cierta reali-
dad psicológica, puede resultar que cualquiera de estas diferencias
TENGA que ser significativa: hablantes y oyentes deben, de hecho, em-
plear unos u otros de los mecanismos propuestos, o, tal vez otros
que quizá todavía no hayamos concebido. Desde luego, en la prác-
tica, estamos aún muy lejos de poder determinar por medio de la ob-
servación o la experimentación psicológica exactamente qué proce-
sos están implicados en la producción y la interpretación de oracio-
nes de cualquier tipo. Ni siquiera contamos con una descripción de-
tallada y fundamentada del cómo ha de ser la relación entre una des-
cripción lingüística formal y una teoria del comportamiento lingüís-
tico (para una mayor discusión de este problema, véase sección 3.5).
Hasta que no se resuelvan estos profundos y complejos proble-
mas, no será fácil elegir entre teorias que se asemejen tanto entre sí
como estas que acabamos de exponer. No obstante, podemos inten-
tar evaluar sus propuestas comunes, las cuales, aunque son acepta-
das de forma general, presentan también ciertos problemas. La raíz
de estos es la afirmación de que cualquier oración claramente «rea-
lizativll) como 1 order you to whistle ("Te ordeno que silbes") posee
un uso realizativo, es decir, que puede ser sinónima de la oración im-
perativa simple Whistle! ("¡Silba!") (además de ser utilizada, a dife-
rencia del imperativo simple, para informar acerca del hecho de dar
la orden de silbar a alguien). Esta afirmación puede que parezca de-
masiado obvia como para ser discutida, pero, al menos respecto de
algunos casos, existen cierto tipo de intuiciones básicas que no pue-
den ser fácilmente caracterizadas asi.
Decimos, por ejemplo, que la oración John lo ves Mary ("Juan
quiere a Maria") implica John loves somebody ("Juan quiere a al-
guien''); si la oración es verdadera, entonces tendrá que darse el caso
de que Juan quiere a alguien. Pero si la oración 1 assert that John
lo ves Mary ("Afirmo que Juan quiere a Maria'') es (en una de sus
interpretaciones), simplemente una paráfrasis más explicita de John
lo ves Mary ("Juan quiere a Maria"), entonces, ¿por qué sentimos tan-
tas reservas a la hora de admitir que 1 assert that John loves Mary
("Afirmo que Juan quiere a Maria'') implica también John lo ves so-
mebody? Seguramente la mera aseveración de que algo ocurre no
nos permite concluir esto (excepto en casos muy especiales). Pode-
mos hacer una puntualización semejante basándonos en el contraste
entre la argumentación válida de (a) y la argumentación imposible
de (b) de (2.4).

86
(2.4) (a) AH men are mortal
("Todos los hombres son mortales'')
Socrates is aman
("S6crates es un hombrej

Socrates is mortal
("S6crates es mortal'')
(b) 1 assert that a11 men are mortal
("Afirmo que todos los hombres son mortales'')
1 assert that Socrates is aman
("Afirmo que S6crates es un hombre'')

1 assert that Socrates is aman


("Afirmo que Sócrates es mortal'')

Por definición, las oraciones sinónimas deben tener idénticas im-


plicaciones. Puesto que las oraciones con Afirmo... parecen no tener
las mismas implicaciones que sus declarativas simples correspondien-
tes, esto parece sugerir que no significan lo mismo. No es usual el
hablar de las implicaciones de las imperativas, interrogativas y de-
más tipos de oraciones no-declarativas (con todo, ver Katz, 1972, ca-
pítulo S), y por tanto, resulta más difícil ofrecer un caso análogo en
contra de la supuesta relación de sinonimia entre oraciones de este
tipo y sus correspondientes construcciones realizativas, pero, al me-
nos, podemos considerar que tampoco aquí se da una verdadera
sinonimia.
Al mantener estas objeciones, desde luego, no pretendemos ne-
gar el hecho de que, alguna vez, una persona que pretende afirmar
que Juan quiere a María puede emitir la oración 1 assert that John
loves Mary ("Afirmo que Juan quiere a Maria''), ni tampoco el que
alguien que escuche su emisi6n pueda decir: It's truth «((Eso es ver-
dad»), queriendo decir que es verdad que Juan quiere a María. Pero
estos no son intercambios conversacionales típicos, y si ocurrieran,
podrían explicarse con arreglo a determinadas condiciones pragmá-
ticas más que estrictamente semánticas. Consideremos, como caso
análogo, la oración Can you reach the sal,? ("¿Puedes acercar la
sal?''). Se ha destacado (ver Searle, 1975), que la emisión de esta ora-
ci6n se lleva a cabo, específicamente, para pedir la sal, a pesar de
que, estrictamente interpretada, expresa una pregunta acerca de la
habilidad del oyente para acercar algo. Para dar cuenta de su uso
más corriente, podemos asumir que el oyente asigna una interpreta-
ción especial a lo que se ha dicho, guiado por su percepción de que
el hablante querría probablemente la sal y de que con toda seguri-
dad, no tiene ningún interés en saber si el oyente puede o no acer-

87
carla. Hacer, pues, esa pregunta es un modo indirecto de pedir la
sal; INCLUYE la petición sin EXPRESARLA realmente.
Del mismo modo, la emisión de 1 assert that John ¡oves Mary
(~'Afirmo que Juan quiere a María") puede que sea únicamente una
forma indirecta de afirmar que Juan quiere a María; de hecho, pue-
de incluir esta afirmación para el oyente, a pesar de que, estricta-
mente hablando, no esté expresada (lo que realmente expresa es sólo
la afirmaci6n de que está siendo. afirmado que Juan quiere a Ma-
ría). Mantener esto es, pues, negar que las oraciones declarativas sim-
ples y las oraciones como 1 assert ... ("Afirmo ... ") tengan el mismo
significado; mientras que se sigue admitiendo el hecho de que pue-
dan usarse a veces con la misma función comunicativa. Si esto es co-
rrecto, tendremos obviamente que rechazar cualquier teoría que con-
sidere la emisi6n de la oración 1 assert ... (" Afmno ... ") como el pro-
totipo paradigmático de hacer afirmaciones. En lugar de considerar
que esta oraci6n presenta la forma 'real' de las declarativas simples,
deberemos considerar que las declarativas simples poseen la forma
que muestran tener y, entonces, explicar, por medio de la referencia
a actos verbales secundarios, el hecho de que la emisión de la ora-
ción Iassert... no difiera, a veces, en nada de la de aquellas (la asig-
nación de condiciones de verdad a las oraciones declarativas no po-
dría, entonces, desencadenarse a partir del verbo assert ("afirmar"),
sino que tendría que hacerse basándose en otros aspectos de su es-
tructura sintáctica, de acuerdo con lo sugerido por Katz).
Este último planteamiento no es muy general, pero nos muestra
que en esta área todavía hay muchas más interrogantes que respues-
tas. Una descripci6n del significado de las oraciones no declarativas
participa de todas las incertidumbres surgidas en tomo a la noción
de analiticidad, de estructura intensional y a los fenómenos relacio-
nados que se han discutido anteriormente en conexión con las ora-
ciones declarativas. Y, además, incluso las cuestiones de cuáles son
los hechos relevantes en este campo y de cómo han de ser descritos
son respondidas de formas muy diversas. El estudio del significado
de las oraciones no-declarativas ha sido un tema relativamente re-
dente tanto para la filosofía como para la la lingüística. Parece cla-
ro que el significado de tales construcciones habrá de ser explicado
en el marco de alguna descripción coherente del significado de las
oraciones en general; pero, por el momento, no hay acuerdo acerca
de CUÁL sea el lugar de ésta explicación en dicha descripci6n.

2.8. Propuestas filosóficas y lingüísticas acerca del significado


Empezamos este largo capítulo preguntándonos qué es el signi-
ficado, para dedicarnos luego a decir mucho acerca de lo que no es.

88
Incluso la relativament~ sofisticada propuesta de que el significado
de una oraci6n puede expresarse por medio de condiciones de ver-
dad (de condiciones de obediencia, etc.) tuvo que hacer suya la ob-
servaci6n de que no todo conjunto de condiciones bajo las cuales
una oraci6n es verdadera caracterizan adecuadamente su significa-
do, y de que, aparentemente al menos no existe una forma indepen-
diente de seleccionar s610 aquellas condiciones que lo harían. Este
hecho sugiri6 la conclusi6n de que los significados son simplemente
entidades abstractas con propiedades especificas determinables en
términos de sus relaciones mutuas y relacionadas con una gran va-
riedad de otros fen6menos entre los que se incluye la referencia, la
verdad, la necesidad, la analiticidad, la opacidad, los actos verbales,
etc. La relaci6n que los significados contraigan con estos debe ser
explicitada, evidentemente. Pero, aunque la tarea puede resultar di-
ficil, no parece imposible; retornando a la analogía de Katz (ver sec-
ción 2.1), creo que estamos en el buen camino para realizar con el
significado lo mismo que los flsicos han hecho y siguen haciendo
con fen6menos flsicos como la electricidad.
Desde luego, nada de esto preserva el concepto de significado de
los escepticismos mencionados, y tenemos que aceptar que puede
que no exista descripci6n alguna del significado que lo consiga. Siem-
pre podrll haber alguien que persista en su escepticismo acerca de
qué es electricidad, no importa lo fundamentada y detallada que es-
tuviera la teorla que propusiéramos. Se podrla negar de plano la exis-
tencia de los fen6menos eléctricos, o negar que tales fen6menos sean
manifestaciones de fuerzas eléctricas; o, de un modo mlls refinado,
destacar simplemente que no podemos DEMOSTRAR que lo sean. Y
el significado estll sin duda en una posici6n mucho peor que la elec-
tricidad, puesto que sus manifestaciones ni tan siquiera son tan ac-
cesibles a la experiencia como lo son las descargas eléctricas, la luz,
el calor, etc. Al contrario, el significado es vulnerable en muchos as-
pectos; es un blanco perfecto para aquellos que recelan de cualquier
o de toda entidad abstracta, entidad teórica o entidad mental. Es
también cierto que cualquier intuición que tengamos actualmente
acerca del significado ha ido forjllndose en el tiempo y todavía pre-
senta muchos puntos oscuros.
El escepticismo existente en torno al significado no ha sido una
obsesión propia de los lingüistas generativos. Una herencia de los pri-
meros trabajos de sintaxis transformacional fue el aserto de que las
intuiciones de los hablantes nativos se consideraran datos bllsicos;
por lo que sus intuiciones acerca del significado se asumieron sin nin-
guna de las restricciones que llevaron a los filósofos a explorar la
posible reducción del significado a algo mlls fllcilmente manipula-
ble. Reconociendo estos problemas, el estudio de la semllntica den-

89
tro del marco te6rico de la lingüística generativa propone la hip6te-
sis de trabajo de que EXISTE algo como el concepto de significado,
y de que una parte importante de su estudio se cimenta en la des-
cripci6n y generalizaci6n de fen6menos semánticos particulares. Si
nos presionan, podrlamos tal vez decir que lo que estamos haciendo
en realidad es simple psicologia elemental, describiendo y generali-
zando ciertas intuiciones con las que se enfrentan los propios usua-
rios de una lengua. Pero resulta que la mayoría de los lingüistas
creen estar haciendo mucho mlls que esto.
Asi, el punto al que finalmente hemos llegado en este capítulo
es, en muchos aspectos, simular a aquel a partir del cual empez6 la
investigaci6n actual del significado. El significado de una expresi6n
se concebia como algo distinto de sus otras propiedades y no redu-
cible a ellas, como algo poseedor de cierta estructura interna, bllsica
para la determinaci6n de la sinonimia y de otras importantes pro-
piedades y relaciones semánticas. Todavía puede escucharse entre los
fil6sofos la vieja cantinela de que las lenguas naturales son dema-
siado vagas e inconsistentes como para darles un tratamiento semán-
tico formal. Sin embargo, los lingüistas, estimulados por los éxitos
en sintaxis, estaban convencidos de que podían conseguirlo, y se pu-
sieron a hacerlo con la ayuda de unos mecanismos formales compa-
tibles con los utilizados en sintaxis, modelados de un modo no de-
masiado diferente.
Sin embargo, existen otras diferencias, mlls profundas, entre los
intentos de explicaci6n del significado de unos y otros y sin enten-
der éstas puede que resulte dificil ver c6mo los sistemas semánticos
desarrollados por los lingüistas se acoplan a los originarios plantea-
mientos filos6ficos expuestos en este capítulo. La lingüistica y la fi-
losofía del lenguaje no eran, en los primeros años de la gramática
generativa, tan afines como lo son hoy, y ciertas observaciones fun-
damentales acerca del significado de aquella s610 han empezado a
influir en los lingüistas en épocas muy recientes.
Quizá como reacci6n contra las aproximaciones reduccionistas
al significado, las cuales intentaron prescindir de este admitiendo úni-
camente entidades extensionales, la relaci6n del significado con la
verdad y la referencia fue originariamente ignorada por los lingüis-
tas. El objetivo era construir un diccionario y un conjunto de reglas
combinatorias, integrados en ese sistema que es una gramática, con
los que especificar representaciones semánticas de las oraciones. Es-
tas representaciones semánticas tendrlan que revelar la estructura in-
terna del significado y permitirnos la predicci6n de las propiedades
y las relaciones semánticas de las oraciones de un modo muy seme-
jante a como lo hacen los diagramas arb6reos sintácticos en lo to-
cante a sus propiedades y relaciones sintácticas. Los sfmbolos con

90
los que se construían las representaciones semánticas se consideraron
como los elementos mínimos del significado, y éstos se identificaron
con ((conceptos)). Pero no se intent6 establecer ningún tipo de corre-
laci6n entre estos conceptos y lo que ellos representaban. A conti-
nuaci6n haré una historia breve (y muy selectiva) de c6mo verdad y
referencia empezaron a ocupar el lugar que hoy tienen en los estu-
dios lingUfsttcos sobre el significado.
Inicialmente, el interés de la semántica lingüística se centr6 en la
determinaci6n de la sinonimia, la anomalía (carencia de significado)
y la ambigüedad; a las oraciones se les asignaba una representaci6n
semántica idéntica si eran sin6nimas; no se les asignaba representa-
ci6n alguna si eran an6malas, y se les asignaban n representaciones
semánticas diferentes si eran n veces ambiguas. Así, las representa-
ciones semánticas tenían una correspondencia biunívoca con los sig-
nificados (ver Katz y Fodor, 1963). Gradualmente se fueron añadien-
do a la lista otras propiedades semánticas. Una particularmente im-
portante es la de la inclusi6n semántica. Ésta se estudi6 muy pronto
para poder explicar la analiticidad (ver Katz, 1964); y más tarde se
emple6 también para dar cuenta de las relaciones de implicaci6n en-
tre las oraciones (Katz, 1972, capítulo 4). La atenci6n se fue cen-
trando cada vez más en la implicaci6n, y (entre complicados debates
acerca de la relaci6n entre sintaxis y semántica en las lenguas natu-
rales) se cay6 en la cuenta de que una representaci6n semántica es
semejante, en su funci6n, a la forma 16gica de una oraci6n (ver, por
ejemplo, J. D. Fodor, 1970; Harman, 1970; McCawley, 1972).
La forma 16gica de oraci6n (o quizá sea mejor decir la represen-
tación de su forma lógica) es una estructura que permite determinar
las implicaciones lógicas de esta. Una fórmula, en un sistema lógico
no es sino la representación de tal estructura; la aplicaci6n de las re-
glas de inferencia del sistema a éste ((generarb la clase de oraciones
que se siguen de ella 9 • Si las relaciones de implicación pudieran de-
finirse de acuerdo con las representaciones semánticas, entonces, és-
tas podrían equipararse a las fórmulas lógicas; y los mecanismos gra-
maticales (de hecho, escasos, pero, en principio, reconocidos) que de-
terminan las relaciones de implicación entre oraciones, a partir de
sus representaciones semánticas podrán equipararse a las reglas ló-
gicas de inferencia. Así pues, una gramática de una lengua natural
será muy semejante a un sistema 16gico, diferenciándose fundamen-
talmente en que aquella ha de contener ciertas reglas fonológicas y
determinadas transformaciones sintácticas para resultar empírica-
mente adecuada, y no necesariamente en el tratamiento que dan al
significado.

9 Eludiremos aqul toda cuestión acerca de la completitud de dicho sistema.

91
La ya familiar identificación de la representación semántica con
la forma lógica debe contestarse de diversas maneras. Los sistemas
tradicionales, los mAs conocidos, de la lógica se preocupan de la im-
plicación material mAs que de la mAs fuerte relación de inclusión o
de la todavía mAs fuerte, relación de inclusión analítica, tomada muy
en serio en la lingüística. Por esto, las formas lógicas específicas que
se asignaron a las oraciones por medio de estos sistemlis, fracasaron
a menudo a la hora de determinar las distinciones semánticas de las
que una descripción lingüistica tiene que dar cuenta. AdemAs, inclu-
so las fórmulas de la, mAs potente, lógica intensional pueden resul-
tar inaceptables como representaciones lingüísticas, ya que no se atie-
nen a las restricciones universales establecidas en los tipos de estruc-
turas formales que utilizan las lenguas naturales. La lógica se ha vis-
to generalmente libre de los compromisos psicológicos que han mar-
cado el desarroUo de la lingüística generativa.
A pesar de todo, este interés por la implicación puede conside-
rarse como el principio para una integración de la referencia y la ver-
dad dentro de las concepciones lingüísticas del significado. La im-
plicación es una relación entre valores de verdad. Una oración 01
implica una oración ()2 si siempre que 01 es verdadera, ()2 es tam-
bién verdadera. Es decir, las condiciones de verdad de ()2 est'n im-
plicadas en las de 01. Ha prevalecido en lingüistica el intento de de-
mostración teórica de la inferencia consistente en explicar la impli-
cación en términos de reglas de inferencia que derivan la represen-
tación sem'ntica de una oración a partir de la de otra oración que
la incluya. Pero existe un creciente interés hacia los sistemas de mode-
los en los que son asignadas a cada oración condiciones de verdad,
y donde toda relación de inclusión entre condiciones de verdad, se
deriva de acuerdo con estas asignaciones.
Si ésto es lo buscado, la lingüística tendr' que incorporar unas
reglas de interpretación para las representaciones semánticas del tipo
de las que se ilustraban anteriormente, en las secciones 2.5 y 2.6 (aun-
que, desde luego, tendrán que ser mucho mAs complejas). Los mo-
delos actuales aplicables a las lenguas naturales son escasos (ver, sin
embargo, Keenan, 1972, y la descripción de la Gramática de Mon-
tague en Partee, 1975), pero todo parece indicar que estamos llegan-
do al final del periodo en el que las representaciones sem'nticas se
consideran un sistema abstracto de imposible interpretación que sólo
puede considerarse una realidad identifica~do sus términos primiti-
vos con cierto tipo de entidades mentales innatas universales.
La lingüística generativa ha contribuido en buena medida al acer-
camiento habido entre los sutiles an'lisis de la (dilosofla dellenguaje
ordinario» y el rigor de la lógica formal; y no hay duda de que también
ella se ha visto beneficiada por el contacto con los desarrollos habi-

92
dos en ló~ca y filosofía. Es alentador el que dos disciplinas, ambas
con sus propios objetivos iniciales, hayan llegado a desarrollar teo-
rlas suficientemente compatibles como para permitir una fructífera
integración. Pero esta integración está todavia en sus principios. En
el caso de las teorlas lingüisticas que se presentan en los capitulos
siguientes esto es más una promesa que una realidad. Las cuestiones
que estas teorlas se han planteado han sido generalmente propias de
la lingüistica. Se incluyó un componente semántico dentro de una
gramática constituida previamente por una sintaxis y una fonología,
y desde entonces comenzó un largo periodo de reajustes continuos de-
bidos a las muy diferentes posiciones adoptadas sobre los límites en-
tre sintaxis y semántica, sobre sus semejanzas y diferencias formales
y sobre cuáles son sus funciones especificas. Son a estas cuestiones
a las que nos dedicamos a continuación.

93
3. Teorías lingüísticas del significado
Del variado número de aproximaciones y propuestas acerca del
significado hechas en el marco de la Gramática Generativa, exami-
naremos aquí tres de las teorías que se han desarrollado con mayor
detalle. Katz ha desarrollado una teoría semántica a la cual nos re-
ferimos, generalmente, con el término SEMÁNTICA INTERPRETATIVA.
Más recientemente, Chomsky y Jackendoff han propuesto una teo-
ría bastante diferente, aunque también «interpretativID), en el seno
de la que ha sido denominada TEORfA ESTÁNDAR AMPLIADA. Ésta
es una modificaci6n (de un tipo que pronto discutiremos) de la TEO-
RíA ESTÁNDAR, es decir, de la teoría que Chomsky esboz6 en As-
pects 01 the Theory 01 Syntax (1965), libro que representa el último
trabajo importante sobre lingüística generativa, antes de que surgie-
ran en su seno las primeras divergencias en torno a qué es la semán-
tica y cuáles son sus relaciones con la sintaxis. La teoría de Katz, a
pesar de que se ha desarrollado en varios sentidos desde la aparic6n
de Aspectos. acepta todavía las premisas fundamentales de la teoría
estándar. Las primeras rupturas significativas con dicha teoría fue-
ron las llevadas a cabo por Gruber y Fillmore, cuyas propuestas es-
tán relacionadas (y son en parte esbozadas en la sección 3.4) con la
teoría de la SEMÁNTICA GENERATIVA, desarrollada por G. Lakoff,
McCawley, Postal, Ross y otros (para mayor brevedad, me referiré
a veces a esta teoría como SG, y a la de Chomsky-Jackendoff como
TEA).
Algo que es preciso resaltar aquí es que las diferencias entre es-
tas teorías conciernen tanto a la sintaxis como a la semántica. Una
teoría lingüística debe, entre otras cosas, especificar c6mo están re-
lacionadas las estructuras sintácticas y semánticas; ha de esperarse,
por tanto, que las diferentes concepciones acerca de la naturaleza de
tales relaciones conlleven diferentes puntos de vista acerca de la na-
turaleza de las estructuras que han de ser relacionadas. Trataremos
los supuestos sintácticos de estas teorías s6lo en la medida en que
se interfieren con temas de semántica, pues las consideraciones ge-

95
nerales acerca del componente sintáctico de una gramática sí son re-
levantes para nuestra discusión. Como se verá en los próximos ca-
pítulos, muchos de los más recientes desacuerdos teóricos en lingüís-
tica conciernen al modo en que ha de organizarse una gramática,
la clase de componentes que contiene, y al cómo se diferencian y se
articulan estos entre sí. En comparación con esto, las diferencias ha-
bidas entre los distintos modelos de representaciones semánticas pro-
puestos son relativamente menores.

3.1. LA teor{a de Katz


La teoria semántica de Katz es la que tiene una historia más lar-
ga. El primer trabajo publicado acerca del tratamiento de la semán-
tica dentro de una gramática generativa fue The Structure o/ a Se-
mantic Theory, del mismo Katz y J. A. Fodor (1963), y, desde en-
tonces la teoria ha sido considerablemente revisada y ampliada. Katz
y Fodor fueron los primeros en destacar las dos cuestiones funda-
mentales que ya hemos tenido ocasión de resaltar. Que la asignación
de representaciones semánticas a las oraciones, al igual que la asig-
nación a estas de las estructuras sintácticas, debe efectuarse median-
te reglas recursivas. Y que el emparejamiento de una oración con un
significado no es un proceso arbitrario, sino que viene determinado
por la estructura sintáctica de esta y el contenido de sus piezas léxi-
cas. Katz y Fodor supusieron la existencia de un componente se-
mántico independiente en la Gramática, que especificaria la estruc-
tura semántica y el contenido de cada oración, y consideraron que
su función era la de (1) especificar el significado de los elementos lé-
xicos, y (2) proporcionar reglas recursivas que operarán sobre las es-
tructuras sintácticas para construir las especificaciones del significa-
do de los sintagmas y las oraciones a partir de las especificaciones
semánticas de sus elementos léxicos.
La reunión de los elementos léxicos con las correspondientes re-
presentaciones de sus significados seria lo que constituirla el DICCIO-
NARIO de la gramática; cada entrada del diccionario tendria una o
más LECTURAS, y cada lectura representaria cada uno de los senti-
dos de las piezas lexicas. Las reglas recursivas que generan las lec-
turas de las expresiones más complejas a partir de las lecturas de sus
constituyentes se llaman REGLAS DE PROYECCIÓN. Las reglas de pro-
yección proyectan las lecturas de los morfemas en las lecturas de los
sintagmas, y en último lugar, las de estos en la de la oración; asi se
explica la habilidad que el hablante nativo tiene de proyectar su co-
nocimiento de los significados del conjunto finito de oraciones con
las que se han tropezado sobre el conjunto infinito de los significa-
dos de las oraciones posibles de su lengua.

96
Los significados, tanto los de los elementos lexicales como los de
los constituyentes mayores que estos, se consideran conceptos ana-
lizables en otros conceptos m6s simples, que se representan por me-
dio de MARCADORES SEMÁNTICOS Y DISTINGUIDO RES. Así pues, los
marcadores semánticos y los distinguidores constituyen el vocabula-
rio de que se componen todas las lecturas. Se afIrma además que un
distinguidor de la lectura de un elemento lexical «debe reflejar lo que
es idiosincr6sico del significado de ese elementm>. Esta idea ha sido
repetidamente revisada. (Nos reservamos la discusión en torno a los
distinguidores para el capítulo S.) Los marcadores semánticos de la
lectura de un elemento lexical, por contra, ((deben reflejar cualquier
relación sistemática que se de entre ese elemento y el resto del vo-
cabulario de la lengua». Los marcadores semánticos y los distingui-
dores son, pues, parientes cercanos de los componentes semánticos
del tradicional análisis componencial (ver sección 5.1).
Una eqtrada de diccionario se caracterizó, originariamente como
un complejo jerárquicamente estructurado de marcadores gramati-
cales, marcadores semánticos, distinguidores y restricciones selecti-
vas. El ejemplo más conocido es la entrada de diccionario que pro-
ponen Katz y Fodor para la palabra inglesa bachelor ("solteroj.

(3-1) bachelor

noun

~
(Human (Animal)

~
(Male) [who has the
\ (Male)
first or

never
A
[who has [youog
knight
lowest aca-
demic degree]
[young fur seal
when without a
married] serving mate during the
under the breeding time]
standard of
another knight]

97
bache/or

(mach~
A
--------
(humano)

~
nombre

(animal)

~hO)
I
[que nunca [joven [que posee el (joven)
se ha ca- caballe- primer o más bajo
sado] ro que sirve
bajo el es-
tandarte de
grado acadl:mico]
I
[foca sin
otro caballe- pareja en la
ro] l:poca de la
reproducción]

Pero esto también ha sido modificado según se ha ido desarro-


llando la teoria (ver sección 5.1). Una entrada de diccionario es aho-
ra un conjunto no estructurado de lecturas; y cada lectura es, a su
vez, simplemente, un conjunto no ordenado de marcadores semán-
ticos, con un posible distinguidor y una restricción selectiva, asocia-
dos con las especificaciones de los rasgos fonológicos y sintácticos
que correspondan. La entrada de diccionario de (3-1) ha sido, pues,
sustituida por (3-2) (omitiremos aquí todo comentario relativo a las
novedades que presentan los marcadores y distinguidores que en ella
aparecen).

(3-2)
D, [+N, ... ], (Humano), (Varón), [que nunca se ha casado]
(Humano), (Varón), [joven caballero que sirve ... ]
(Humano), [que posee el primero o el más ele-
mental ... ]
(Animal), (Macho), [joven foca que ... ]
(Los elementos encerrados entre paréntesis son marcadores semán-
ticos; los elementos entre corchetes son distinguido res; el elemento
desprovisto de paréntesis en (3-1) es un marcador gramatical, susti-
tuido por el elemento [+ N, ... ] en (3-2), el cual es un símbolo com-
plejo que contiene la especificación de los rasgos sintácticos; el ele-
mento D es una matriz de rasgos fonológicos. Las restricciones de
selección no se especifican en esta entrada de diccionario.)

98
Los marcadores semánticos fueron considerados, al menos im-
plicitamente, como unidades inanalizables simples; pero por razo-
nes que se discutirán en la sección 5.4, hoy se admite que dichos mar-
cadores pueden ser entidades complejas. Los marcadores semánticos
complejos contienen dentro de sí otros marcadores semánticos, ade-
más de VARIABLES CATEGORIZADAS, que indican dónde deben in-
sertarse las lecturas de otros constituyentes por medio de las reglas
de proyección durante la formación de las lecturas de los constitu-
yentes mayores. Katz ha propuesto como lectura de la entrada del
diccionario del verbo chase ("perseguir" (3-3).

(3-3)
(Fast) [NP,VP,PredP,S]
«(Activity)«(Physical»«Movement)«Speed) (Following X )))
«Objeet»
[NP,VP,PredP,S] [NP,S]
(Purpose)«To catch X »))) X )
«Object» «Human) v (Animal»

«(Actividad) «(Flsico»
[SN ,SV ,SPred,O]
«Movimiento) «Velocidad)(RApido) (Siguiendo a X )))
«Objeto»
[SN,SV,SPred,O]
(Propósito) ((Capturar X »)))
«Objeto»
[SN,O]
X
«Humano) v (Animal»

La variable categorizada [SN ,0] indica dónde debe insertarse la lec-


X
tura del sujeto de chase ("perseguirj. (Nota: el sujeto de una ora-
ción es aquel SN directamente dominado por O). Y la variable ca-
tegorizada [SN,SV,S Pred., O] indica d6nde debe insertarse la lec-
X
tura de su objeto (el objeto es aquel SN directamente dominado por
~v, que, a su vez, está dominado por S Pred, el cual está dominado
por O). Los marcadores incluidos entre ángulos debajo de estas va-
riables categorizadas especifican las restricciones de selecci6n de las
lecturas que se inserten en esas posiciones. Por ejemplo, la restric-
ción selectiva «Humano) v (Anima/) de debajo de la variable del su-

99
jeto exige que la lectura del sintagma sujeto contenga, bien el mar-
cador (Humano), bien el marcador (Animal). (La función de las res-
tricciones de selección se discutirá más adelante.)
Originalmente, se asumió que son las estructuras sintácticas su-
PERFICIALES las que constituyen las entradas de las reglas de pro-
yección del componente semántico. Pero en Katz y Postal (1964), se
sostendrá, en cambio, que son las estructuras sintácticas PROFUN-
DAS las que deben interpretarse semánticamente. Sostuvieron éstos,
caso por caso, que no existe transformación sintáctica alguna que
cambie el significado de la estructura a la que se aplican; para ser
más exactos, que la misma estructura profunda no puede ser nunca
transformada en dos oraciones que no sean sinónimas. Algunas de
las transformaciones opcionales propuestas por Chomsky en Sintac-
tic Structures sí afectaban al significado; la transformación de Ne-
gación, por ejemplo, daba origen a oraciones negativas a partir de
las mismas estructuras subyacentes que las oraciones afirmativas co-
rrespondientes; y las transformaciones interrogativa e imperativa de-
rivaban oraciones no-declarativas de estructuras subyacentes de ora-
ciones declarativas. Pero estas transformaciones fueron analizadas
de nuevo por Katz y Postal como transformaciones obligatorias, de-
sencadenadas por los elementos Neg, Q e Imp respectivamente que
aparecían en las correspondientes estructuras profundas. La presen-
cia de estos elementos servía para diferenciar las estructuras profun-
das de oraciones que no eran sinónimas, de forma que las diferen-
cias semánticas entre dichas oraciones quedaban expresadas en las
mismas estructuras profundas.
Otras transformaciones que cambiaban el significado de la pri-
mera teoría de Chomsky eran las TRANSFORMACIONES GENERALI-
ZADAS. Éstas combinaban los indicadores sintagmáticos que eran ge-
nerados independientemente por las reglas de estructura sintagmáti-
ca para formar oraciones complejas. Katz y Postal argumentaron
que la única contribución a la interpretación semántica de las ora-
ciones de estas transformaciones era la de determinar qué indicado-
res sintagmáticos deben insertarse en qué posiciones de qué otros in-
dicadores, y cuál era su función (por ejemplo, que se trata de ora-
ciones de relativo, de complementos oracionales, etc.). Y propusie-
ron un modo de representar esta información en la estructura pro-
funda. Pero esta propuesta fue pronto superada por los propios
acontecimientos, puesto que, poco después, Chomsky mantenía en
Aspects que la recursividad de la gramática debía residir en el com-,
ponente de estructura sintagmática y no en el componente transfor-
macional, y, por consiguiente, que las reglas de estructura sintagmá-
tica debían generar INDICADORES SINTAGMÁTICOS GENERALIZADOS
en los que las estructuras sintácticas de todas las oraciones conteni-

100
das en una oración compleja aparecieran ya especificadas. Las trans-
formaciones generalizadas se olvidaron, y la cuestión de su contri-
bución al significado de la oración no volvió a plantearse.
Una vez asumido, tal y como ellos proponfan, que ninguna trans-
formación contribuye al significado de las oraciones, y, consecuen-
temente, que las estructuras profundas PODíAN servir como única en-
trada a las reglas de proyecci6n semántica, Katz y Postal defendie-
ron que las estructuras profundas DEBíAN ser la única entrada para
este tipo de reglas. Las estructuras profundas contienen información
semánticamente relevante, relativa a la estructura de constituyentes
y las relaciones gramaticales, que desaparece en el proceso de deri-
vaci6n de las estructuras superficiales, así como constituyentes que
son elididos por ciertas transformaciones. Por tanto, las estructuras
profundas TIENEN que ser la entrada de las reglas de proyección.
Puesto que, de acuerdo con Katz y Postal, las estructuras superfi-
ciales y las demás estructuras sintlicticas derivadas no contienen nun-
ca información semánticamente relevante que no esté ya presente en
las estructuras profundas, criterios de simplicidad exigen que éstas
NO sirvan de entrada para las reglas de proyección. Según esto, las
estructuras profundas generadas por las reglas de estructura sintag-
mática de la gramática constituirán las entradas de otros dos com-
ponentes de ésta: el componente transformacional, cuyas reglas con-
vertirán aquellas progresivamente en estructuras superficiales; y el
componente semántico, cuyas reglas de proyección irán amalgaman-
do progresivamente las lecturas de sus constituyentes hasta deparar-
nos su interpretación semántica.
Evidentemente, la aplicación de las reglas de proyecci6n a un in-
dicador sintagmático profundo debe ser posterior a la inserci6n de
los elementos léxicos, lo que incluye la inserci6n de sus lecturas. Ori-
ginalmente se propusieron reglas de proyecci6n diferentes para com-
binar (AMALGAMAR) las lecturas de las distintas clases de constitu-
yentes; así, se contaba con una regla para amalgamar las lecturas de
un modificador y su núcleo; con otra para amalgamar las lecturas
de un nombre y un determinante; con otra hacer esto con la de ver-
bo y su objeto; con otra para combinar la de un sintagma verbal y
su sujeto, etc. De este modo se daba cuenta de cÓmo las diferencias
relativas a su estructura sintáctica contribuían a la obtenci6n de los
significados de los sintagmas. Pero el uso de variables categorizadas
nos permite prescindir de tales reglas; s610 se necesitarán ya dos re-
glas de proyección: una para realizar la sustituci6n de una variable
categorizada por la lectura apropiada, y otra simplemente para com-
binar (y así construir el conjunto de) las lecturas que no contienen
variables categorizadas. Posteriormente, Katz ha reunido estas dos
reglas en una (ver Katz, 1972, capítulo 3). Las razones de por qué

101
se ha introducido este cambio en la teorla se discutirán en el apar-
tado 5.3.
Las reglas de proyecci6n se aplican de abajo a arriba, desde la
cadena inferior del indicador sintagmático hasta su nudo más alto;
amalgamando las lecturas de los elementos léxicos antes de llevar a
cabo la amalgama de las lecturas derivadas resultantes para cons-
truir las lecturas de los constituyentes superiores. La salida de cada
regla de proyección es un indicador sintagmático idéntico a su en-
trada, excepto en que se le ha asignado a algún nudo que anterior-
mente no lo tenía un conjunto de lecturas derivadas, formado por
amalgama. El resultado final de la aplicaci6n de las reglas de pro-
yecci6n es un indicador sintagmático de estructura profunda con lec-
turas en cada uno de sus nudos, incluyendo el nudo O más alto. A
este se le denomina INDICADOR SINTAGMÁTICO PROFUNDO SEMÁN-
TICAMENTE INTERPRETADO (de aquí en adelante, ISPSI).
No se ha especificado nunca con detalle cómo deben asociarse
exactamente las lecturas con los nudos en un ISPSI. Probablemente
sea correcto considerar el ISPSI como una estructura arbórea mul-
tidimensional, con una o más lecturas incorporadas a cada uno de
sus nudos, pero con dimensiones diferentes entre uno y otro, y entre
los nudos sintácticos en los que se ramifica cada uno de ellos -es
evidente que la lectura de un sintagma como the man ("el hombre'')
no es un constituyente hermano de el y de hombre en la misma me-
dida en que el y hombre lo son entre si. Esto puede indicarse me-
diante líneas discontinuas, como en (3-4).

(3-4)

SN
~--(g)
Det No. v, SN
r~-(a) I
-'(b) / (c) / ~-(i)
the
[el]
man
[hombre]
bits
[golpea] r. . .
Det
the
(d) ~(b)

[la] Adj N
r--..
colorful
(e) " " - - -(f)
ball
[coloreada/ de [pelota]
color]

102
He simplificado aquí el verdadero ISPSI utilizando (a), (b), etc;, en
lugar de los conjuntos de lecturas correspondientes. Dichos conjun-
tos contienen las lecturas siguientes:

(3-5) (e) (i) (Color), [Abundante en contraste o variedad de co-


lores vivos], «objeto físico) v (actividad socia!)
(ii) (Evaluador), [Que posee carácter distintivo, viveza
o ... ], «Objetivo estético) v (Actividad social»
(f) (i) (Actividad socia!), (grande), (Asamblea), [con la fi-
nalidad de baile social]
(ii) (Objeto fisico), [Que tiene forma esférica]
(iii) (Objeto físico, [proyectil para ser lanzado por una
máquina bélica]
(h) (i) (Actividad socia!), (grande), (Asamblea), (Color),
[[Abundante en contraste o variedad de colores vi-
vos] [con la finalidad de baile social]]
(ii) (Objeto físico), (Color), [[Abundante en contraste
o variedad de colores] [Que tiene forma esférica]]
(iii) (Objeto físico), (Color), [[Abundante en contraste
o variedad de colores vivos] [proyectil para ser lan-
zado por una máquina bélica]]
(iv) (Actividad social), (grande), (Asamblea), (Evalua-
tivo) [[Que posee carácter distintivo, viveza o co-
lorido] [con la finalidad de baile social]]

Este ejemplo está tomado de Katz y Fodor (1963). Y además sir-


ve como ilustración de otro de los aspectos de la teoría, como es la
imposibilidad de ciertas amalgamas por la acción de las restriccio-
nes selectivas. El conjunto de lecturas (h) para c%r/ull ball ("pelota
coloreada") incluye sólo cuatro lecturas. En principio, la regla de
proyección que amalgama las dos lecturas de color/ul ("coloreada'')
y las tres lecturas de ball ("pelota'') para derivar las lecturas de co-
lor/ul ball podría haber dado lugar a seis lecturas derivadas. Pero
dos de estas lecturas violan la restricci6n de selección que aparecen
dentro de los paréntesis angulares en la lectura (ii) de color/u/o La
restricci6n de selección en cuesti6n establece que esta lectura de co-
lor/ul solamente puede combinarse con lecturas que contengan el
marcador (Objeto estético) o el marcador (Actividad social). La lec-
tura correspondiente a «baile» de ball satisface este requisito, pero
no así las otras dos. (Esta restricción de selección se establece para
explicar la intuici6n de que una bala de cañ6n (cannon-ball) y la pe-
lota de goma de un niño, por ejemplo, no pueden ser pintorescas en
el sentido que puede serlo una «fiesta de graduados», a pesar de que

103
ambas puedan ser verdes con rayas doradas.) (Las lecturas deriva-
das que violarían determinadas restricciones de selección no se han
construido.) Este proceso de bloqueo da cuenta además del fenóme-
no de desambiguación de una expresión por su contexto lingüístico;
dos constituyentes que tengan cada uno múltiples 1ecturas puede que
tengan muy pocas lecturas que combinar entre sÍ. Y el caso límite
de desambiguación es aquél en que no puede formarse lectura deri-
vada alguna a partir de las lecturas de los constituyentes (así ocurre,
por ejemplo con deaf hall ("pelota sorda'') o waterproof afterimage
("imagen retrospectiva impermeable'').
La ausencia de lecturas equivale a la caracterización que la teo-
ría hace de la noción de anomalía semántica o (literalmente) caren-
cia de significado.
Esta teoría propone también determinadas definiciones de las
propiedades y de las relaciones semánticas que pueden contraer las
oraciones, así como de las de sus constituyentes; definiciones que se
especifican con arreglo a los correspondientes IPSSI. Por ejemplo:
un constituyente se define como semánticamente ambiguo si el nudo
que lo domina en un ISPSI tiene más de una lectura; y se dirá que
dos oraciones son paráfrasis totales la una de la otra si el nudo O
superior de sus respectivos ISPSI poseen idénticos conjuntos de lec-
turas. El ISPSI de una oración, junto con la especificación de cada
una de sus propiedades semánticas, constituye la INTERPRETACIÓN
SEMÁNTICA de esa oración.

3.2. lA semántica generativa

La teoría de la semántica generativa se desarrolló en los últimos


años de la década de los sesenta en el seno de una teoría sintáctica
que asignaba estructuras profundas cada vez más abstractas a las
oraciones. Los argumentos de esta eran del tipo de los expuestos en
Sintactic Structures y en trabajos posteriores; en especial, argumen-
tos basados en las restricciones de selección y en las relaciones gra-
maticales. Con todo, éstos llevaban a estructuras profundas todavía
((más profundas» y más semánticamente explícitas, lo que exigía a
su vez, hacer cada vez más complejas las transformaciones sintácti-
cas que relacionaban las estructuras profundas con las superficiales,
y una simplificación progresiva de las reglas de interpretación se-
mántica que relacionaban aquellas con las representaciones se-
mánticas.
Una de las primeras propuestas de un análisis sintáctico relati-
vamente abstracto es la desarrollada en Ross (1969), de acuerdo con
la cual los verbos auxiliares son, en la estructura profunda, verbos

104
p¡jncipales que poseen complementos oracionales. La estructura sub-
yacente asignada por dicho análisis a la oraci6n (l) es (3-6).

(1) Rain may be good for the hair


("La lluvia puede ser buena para el pelo"}

(3-6)

o
~
SN Aux SV
~ I I
it O Pres V
~SV
SN may
I
I r:::::--le..
oder
)
rain be good for
[(la) lluvia] the hair
[ser buena
para el pelo]

Esta estructura profunda es bastante düerente de la estructura pro-


funda que la teorla ESTÁNDAR asignarla (1), en la cual el verbo au-
xiliar may ("puede"} aparece entre el sujeto y el verbo principal, tal
y como lo hace en la estructura superficial. De hecho, (3-6) recuerda
muy de cerca la estructura profunda que la teorla estándar propon-
dría para la oraci6n (2), sin6nima de (1), que si contiene una ora-
ci6n subordinada explicita en su estructura superficial.

(2) It is possible that rain is good for the hair


("Es posible que la lluvia sea buena para el pelo'')

En el análisis de Ross, frente a lo que ocurre en el de la teoria es-


tándar, las configuraciones subyacentes de estas dos oraciones sin6-
nimas son idénticas, por lo que el componente semántico interpre-
tativo se simplifica hasta el extremo de que, para asignarles repre-
sentaciones semánticas idénticas, todo lo que ha de hacer es precisar
que may ("puede") y be possible ("ser posible'') son constituyentes
sin6nimos.
Las diferencias entre las estructuras superficiales (1) y (2) han de

105
ser, con todo, explicadas en el análisis de Ross Y puesto que sus es-
tructuras profundas correspondientes son idénticas, estas diferencias
superficiales han de tener origen en la aplicaci6n de ciertas transfor-
maciones sintácticas. No existe, desde luego, una oraci6n como (3),
paralela de (2).

(3) ·It may that rain is good for tbe hair 1


("Puede que la lluvia sea buena para el peloj

Evidentemente, may y be possible no se comportan sintácticamente


de un modo semejante. Una oraci6n que contenga may debe sufrir
la transformaci6n de Elevaci6n del· Sujeto para que su sujeto en la
estructura superficial sea el sintagma nominal sujeto de su oraci6n
subordinada en la estructura profunda. Para explicar esta diferencia
(y otras) entre verbos auxiliares y verbos principales normales, a los
auxiliares se les asigna el rasgo semántico [+Aux], y se asume que
la regla de Elevaci6n del Sujeto es obligatoria para los verbos que
posean este rasgo. Asi, las SEMEJANZAS sintácticas entre verbos de
una y otra clase se explican considerándolos a todos verbos (mar-
cándolos a todos con el rasgo [+ V]), Y haciéndoles aparecer en con-
figuraciones subyacentes del mismo tipo; y sus DIFERENCIAS sintác-
ticas, con arreglo a su comportamiento en relaci6n con ciertas trans-
formaciones sintácticas, sensibles al contraste de los rasgos [±Aux].
Este análisis muestra dos características de la teoria sintáctica a
partir de la cual se desarrolla la semántica generativa. Una es que
una oraci6n simple como (1) se deriva de una estructura profunda
con dos oraciones, en la cual su verbo auxiliar es el verbo principal
de la oraci6n más alta de dicha estructura. Muchos otros constitu-
yentes de ciertas configuraciones superficiales (como, por ejemplo,
los adverbios, los cuantificadores o la negaci6n) aparecen también
como predicados de oraciones a las cuales se subordinan aquellas en
las estructuras profundas propuestas por la semántica generativa.
En G. Lakoff (1965), por ejemplo, se señala que la pregunta (4)
y la oraci6n negativa (5) presuponen ambas que el hecho de que se
pegue a la esposa ha ocurrido, y que estas son sin6nimas de las ora-
ciones con dos cláusulas (6) y (7), respectivamente.

(4) Do you beat your wife enthusiastically?


("¿Pegas a tu mujer con entusiasmo?'')

I Se utiliza un asterisco delante de una expresión para indicar su agramaticalidad.

106
(5) You don't beat your wife enthusiastically
("No pegas a tu mujer con entusiasmoj
(6) Are you enthusiastic in beating your wiíe?
("¿Te entusiasmas al pegar a tu mujer?j
(7) y ou are not enthusiastic in beating your wife
("No te entusiasmas al pegar a tu mujerj

(NOTA: Para muchos hablantes, esto es verdad sólo respecto de


una de las lecturas de (4) y (5). Estas oraciones tienen también otra
lectura, de acuerdo con la cual no se presupone ninguna acción de
golpear a esposas; pero el análisis de Lakoff no pretende dar cuenta
de esta lectura). Lo que se pregunta y se niega en las interpretacio-
nes pertinentes de (4) y (5) es, pues, solamente el adverbio; en este
caso, el dominio de la pregunta y la negación no es, como ocurre
en otras oraciones, la oraci6n o el sintagma verbal completos.
La estructura profunda que la teoría estindar propondría para
la oraci6n (4), por ejemplo, sería (3-7).

(3-7)

Q
~ SN SV
I ~
you V SN Adv
[tú]
I
beat
A
Det N
I
enthusiastically
[con entusiasmo]
[golpeas]
I
your
I
wife
(a) [tu] [mujer]

Pero (3-7) no explica esta especial restricci6n de dominio, ni permite


predecir la relaci6n de paráfrasis existente entre la oraci6n simple
(4) y la oraci6n compleja (6). Estos hechos pueden explicarse si asig-
namos a (4) una estructura profunda con dos oraciones como (3-8).
en donde el adverbio aparece como verbo de la oración principal,
que es la interrogativa.

107
(3-8)

o
~
Q
SN SV
I~
you V SN
[tú]
I
enthusiastic
/\O
it

SN
~SV
I
you
~SN
V

~
[tú]
I
beat Det N
[golpeas]
I
your
I
wife
(a) [tu] [mujer]

Esta estructura profunda con dos oraciones, que es la que subyace


a la oraci6n compleja (6), se propone, así, como estructura subya-
cente de una oraci6n simple. Para generar esta última hace falta una
transformaci6n de Descenso del Adverbio, la cual colocará el verbo
de la oraci6n más alta de (3-8) en la oraci6n subordinada como ad-
verbio, y elidirá los restantes elementos de aquella oraci6n. La es-
tructura profunda y la derivaci6n transformacional de (4) son, pues,
más complejas en este análisis que en la teoría estándar. Pero, en él,
la identidad de significados se corresponde con la identidad de es-
tructuras profundas; en la teoría estándar, la cual asigna estructuras
profundas muy diferentes a (4) y a (3), serían las reglas de interpre-
taci6n semántica las que tendrían que explicar la relaci6n semántica
existente entre ambas.
La otra característica de esta clase de aproximaciones ilustrada
en el análisis de los auxiliares como verbos principales es el énfasis
puesto en lo inadecuado de la distinci6n tradicional entre catego-
rías. Y esta es también una de las características de ciertos análisis

108
de la semántica generativa. Nombres, verbos, adjetivos y preposicio-
nes se solapan todos parcialmente en lo que respecta a su compor-
tamiento sintáctico, del mismo modo que los auxiliares y los verbos
principales. Asumiendo las clasificaciones tradicionales (o las de la
teoría estándar), resulta que una misma transformaci6n sintáctica
debe aplicarse a menudo a unidades de clases sintácticas diferentes.
Se podría,. sin embargo, dar cuenta del becbo de que ciertas trans-
formaciones se apliquen a clases diferentes de constituyentes que, en
realidad, están gramaticalmente emparentadas, proponiendo que di-
cbas transformaciones se apliquen tan s610 a una única clase de ele-
mentos que contenga a todas las anteriores, la cual nos proporcio-
naría toda la informaci6n que precisa mencionar el análisis estruc-
tural de tales transformaciones. Todos los miembros de esta clase
más general aparecerían entonces en la misma posici6n estructural
dentro de los indicadores sintagmáticos. Las diferencias existentes
entre ellos se explicaría entonces asignándoles distintos rasgos sin-
tácticos simplemente. .
Otro ejemplo de esto, es la propuesta hecha en G. Lakoff (1965)
de que los verbos y los adjetivos deberían considerarse miembros de
una cateogría única VERBO, diferenciados solamente por los rasgos
[+ AdJl y [-Adll Entre las justificaciones dadas para esto se encuen-
tra la siguiente. Existen en inglés oraciones sin6nimas que se dife-
rencian solamente por pertenecer sus predicados a categorías dife-
rentes, tal y como ocurre con (8) y (9).

(8) Jobn considers Mary's feeling


("Jobn aprecia los sentimientos de Mary'1
(9) Jobn is considerate of Mary's feelings
("Jobn es considerado con los sentimientos de Mary")

Las relaciones gramaticales entre John y considers ("aprecia") y


entre John y is considerate ("es considerado'1 son intuitivamente
idénticas, como lo son las existentes entre considers y Mary's fee-
Iings ("Los sentimientos de Mary") y entre is considerate of("es con-
siderado con'1 y Mary'sfeelings. Además, las restricciones de selec-
ci6n de los sujetos y los objetos de estos predicados son también se-
mejantes; Monday ("Lunes'1, por ejemplo, no puede ser sujeto de
ninguna de las dos. Para explicar estas semejanzas Lakoff propuso
que se asignaran a los pares de oraciones del tipo de (8) y (9) estruc-
turas profundas idénticas, salvo por lo que respecta a los rasgos
[+ Adj]. Considerate ("considerado"), al igual que consider ("apre-
ciar'1 aparecerán en estos indicadores sintagmático s en una posici6n
en la que, de acuerdo con la teoría estándar, s610 podrían aparecer
verdaderos verbos. La c6pula be ("ser") no estaría presente en ellos,

109
pero se insertaría a lo largo de la derivación de (9) por medio de una
transformación sensible el rasgo [+Ad}]. Las estructuras profundas
en cuestión contendrían la preposición 01; otra transformación, sen-
sible esta vez al rasgo [-Ad}], elidiría esta en el curso de la deriva-
ción de (8). (Se supone que la preposición seguiría tanto a consider
como a considerate en dichas estructuras profundas, puesto que tam-
bién aparece en una nominalización como John:r consideration 01
Mary:r leelings ("La consideración de John para con los sentimien-
tos de Mary). Así pues, las dos oraciones poseen virtualmente la
misma estructura profunda, la cual muestra algunas de las propie-
dades de cada una de las dos oraciones superficiales diferentes. Las
diferencias entre las dos oraciones se consideran diferencias superfi-
ciales, introducidas en el curso de su derivación transformacional y
representadas en el nivel de la estructura profunda por un único
rasgo.
Así mismo, se ha observado (cfr. Bach, 1968) que los predicados
nominales también comparten ciertas propiedades con los verbos y
los adjetivos. En efecto, los pares de oraciones sinónimas como (10)
y (11), Y (12) Y (l.3),

(lO) The attempt was a failure


("La tentativa fue un fracaso)
(11) The attempt failed
("La tentativa fracasó)
(12) Boris is a brute to Jane
("Boris es un bruto con Jane)
(13) Boris is brutal con J ane
("Boris es brutal con Jane)

muestran que los predicados nominales como a lailure ("un fraca-


so) y a.brute ("un bruto'') comparten restricciones de selección y re-
laciones gramaticales con los adjetivos y los verbos: al igual que los
adjetivos, toman una cópula; al igual que los verbos, deben concor-
dar con sus sujetos; por contra, no se anteponen a los nombres des-
pués de la Reducción de la Cláusula Relativa. Puesto que las dife-
rencias pueden considerarse como diferencias en la derivación trans-
formacional de las respectivas oraciones, a los tres tipos de predica-
dos puede asignárseles la misma categoría y posición en la estructu-
ra profunda. Los predicados nominales están representados, de he-
cho, como verbos. En la teoría estándar, las estructuras profundas
son mucho más semejantes a las estructuras superficiales; los predi-
cados nominales y los verbos tienen representaciones muy diferen-
tes. Sus semejanzas tienen, pues, que explicarse en el diccionario y
en el componente semántico. Pero el análisis sintáctico más abstrac-

110
to que propone Bach da cuenta ya de mucho de lo que el compo-
nente semántico interpretativo de la teoría estándar tendría que
explicar.
Tanto las diferencias sistemáticas de significado, como la identi-
dad de estos han sido también explicadas transformaciónalmente por
la semántica generativa. N6tese, por ejemplo, que muchos adjetivos,
así hard ("duro''), thick ("espesoj etc., se hallan emparentados mor-
fol6gicamente con los correspondientes verbos incoativos harden
("endurecersej y thicken ("espesarse''), respectivamente.

(14) The metal is hard


("El metal es duro'')
(15) The metal hardened
("El metal se endureci6',)
(16) Tbe sauce is thick
("La salsa es espesaj
(11) The sauce thickened
("La salsa se espes6j

En (15), harden ("endurecerse'') significa «ponerse duro; llegar a po-


nerse duro»; en (17), thicken ("espesarj significa «ponerse espesa».
G. Lakoff (1965) propuso que los verbos incoativos se derivaran de
sus adjetivos correspondientes en el contexto de become ("llegar a
ser/estar'') (o mejor, de una pro-forma verbal abstracta semejante a
become sintáctica y semánticamente, pero sin realizaci6n fonológi-
ca). Así, la estructura profunda de (17) sería (3-9).

(3-9)

SN Aux SV
~ I
it O Pas V
~ I
for the sauce
to be thick
[para ser la
salsa espesa]
r v
+PRO
+INCOATIVO 1
La transformaci6n de Elevaci6n del sujeto transforma (3-9) en (3-10).

111
(3-10)

SN Aux o
~N I ~
Det Pas v for to be thick
I I I [para ser espesa]
the sauce +V ]
[la] [salsa] +PRO
[ +INCOATIVO

El complementador for y la cópula lo be ("serj se eliden, quedando


únicamente Ihick ("espeso'') bajo el nudo O más bajo. Entonces, se
aplica una Transformación Incoativa, que sustituye thick por el ver-
bo incoativo abstracto que dará origen a un verbo con la forma fo-
nológica de Ihick y el rasgo [+INCOATIVO]. (3-10) se transforma, en-
tonces, en (3-11).

(3-11)

o
SN
.---------r----
Aux SV
~ I I
Det N Past V
I I I
the sauce thick [espesar]
[la] [salsa] [+INCOATIVO]

Una posterior regla ((afijal» incorporará la desinencia -en a thick.


Un.análisis semejante se propuso para los verbos causativos como
thicken ("espesarj en la oración (18).

(18) The chef thickened the sauce


("El cocinero jefe espesó la salsaj

Aqui, el sujeto de Ihicken es un agente, y aquello que se espesa apa-


rece como objeto directo. En (18) se dice algo asi como "el cocinero

112
caus6 que la salsa se espesara", y se le asigna la estructura profunda
(3-12), que explicita esta acepci6n.

(3-12)

o
~
SN Aux SV

Det
A.N I V~SN
Past
II I ~O
the chef [+V ] it ~SV
[el] [chef] +PRO SN Aux I
+CAUSATIVO ~ V I
it O Past I
~[+V+PRO
for the sauce ]
to be thick +INCOATIVO.
[para ser la
salsa espesa]

N6tese que la oraci6n 0 1 en (3-12) es idén.tica a (3-9). Esto es así por-


que el complemento del verbo causativo es la oraci6n incoativa (17)
(the sauce thickened). La derivaci6n se desarrolla como en el caso
de (17), pero en el último ciclo, el recientemente formado verbo in-
coativo thicken es elevado a la oraci6n superior por la traIl$forma-
ci6n Causativa, que lo sustituye por la proforma-verbal causativa
abstracta de la que se deriva el verbo causativo thicken. El resultado
es la reducci6n de la estructura profunda (3-12), con tres oraciones,
para obtener la estructura superficial simple (l8).
De este modo, la morfología derivativa se incorpora al compo-
nente sintáctico de la gramática. La relaci6n entre thick ("espeso'')
y thicken ("espesarse'') es, pues, explicada en términos sintácticos y
no por medio de reglas morfol6gicas especiales especificadas en el
lexic6n, como ocurría en la teoría estándar. Es más: una vez se han
añadido a la gramática las transformaciones necesarias, pueden es-
tablecerse derivaciones semejantes para los verbos causativos e in-
coativos que NO tienen una forma léxica de la que puedan ser deri-
vados morfol6gicamente. Por ejemplo, gain ("alcanzar'') significa
'llegar a tener'. La palabra gain puede, pues, omitirse en el diccio-
nario del inglés y derivarse por medio de la transformaci6n Incoa-
tiva, siempre que estemos dispuestos a proponer un elemento léxico

113
abstracto con la forma fonológica de gain pero con el significado y
la distribución de have ("tener'1. Igualmente, si kili ("matar'') signi-
fica «causar la muerte», entonces, kili podrá derivarse por medio de
la transformación Causativa de un elemento léxico hipotético con la
forma fonológica de kili pero con el significado y la distribución de
die ("morirj (que, a su vez, se derivarla por medio de la transfor-
mación Incoativa de un elemento que signifique 'muerto') ('dead").
La única diferencia entre estas derivaciones y las ~e verbos como thic-
ken es que, puesto que estos verbos hipotéticos no aparecen nunca sin
transformar en la estructura superficial, en ellas las transformaciones
Incoativas y Causativas TIENEN obligatoriamente que ser aplicadas.
Lo más destacable de estos análisis es que éiertos aspectos del
análisis semántico interno de las piezas léxicas se explican siri'tácti-
camente. Para la teoría estándar, una palabra como kili ("matar'')
es una unidad sintáctica única e indivisible; el análisis de su signifi-
cado en conceptos tales como "cause': "become" y "dead" aparecía
únicamente en su entrada de diccionario. Ya hemos visto que estos
análisis sintácticos abstractos especifican, parte de la información
que especificarla un componente semántico interpretativo, pues asig-
nan estructuras profundas idénticas a muchas estructuras supérficia-
les estructuralmente diferentes pero sinónimas. Y ahora resulta cla-
ro que puedan prescindir de un componente de este tipo puesto que
nos permiten también analizar los significados de las palabras en sus
componentes. Las propias estructuras profundas desempeñarán la
función de representaciones semánticas.
Nótese que en esta teoría, los elementos léxicos (incluyendo los
elementos léxicos abstractos e hipotéticos) desempeñan, esencialmen-
te, el mismo papel que los marcadores semánticos en la teoría de
Katz ya que representan los conceptos mínimos a partir de los cua-
les se componen significados más complejos. Pero repárese en que
estos elementos léxicos poseen propiedades fonológicas y son, por
tanto, específicos de una lengua- dada, mientras que los marcadores
semánticos propuestos por Katz no están fonológicamente especifi-
cados y pueden, por tanto, utilizarse para representar el significado
de una palabra en cualquier lengua. De hecho, el paso siguiente de
la semántica generativa consistió en la conversión de las derivacio-
nes aquí comentadas en derivaciones cuyas estructuras profundas
contuvieran, no elementos lexicales, sino elementos semánticos uni-
versales. Tal modificación fue hecha por McCawley (1968a).
A una oración causativa como (19) se le asignarla ahora, pues,
una estructura profunda como (3-13).

(19) We killed dragons


("Matamos dragones'')

114
(3-l3)

o
~SV
SN
I
WE
[NOSOTROSl
CAUSE
V

[CAUSAR]
---------
I
O
_______ ~
SN
,.

SN SV
I

--------
I
O v
I
SN SV BECOME
I I [LLEGAR A ESTAR]
DRAGONS v
[DRAGONES] I
DEAD
[MUERTOS]

Los elementos terminales en este indicador sintagmático se escriben


en mayúsculas para indicar que no se trata de elementos léxicos es-
pecificos de una lengua, sino de primitivos semánticos universales 2 •
Junto a esta nueva clase de estructuras profundas surge un nuevo
tipo de derivación transformacional. Las transformaciones dejan asf
de depender de elementos léxicos especificos, como ocurría en el caso
de las transformaciones causativa e incoativa. Se proponen ahora
transformaciones que tienen el poder de reunir varios primitivos se-

2 Para una mayor claridad en la exposici6n he simplificado el indicador sintag-


mético (3-13) utilizando primitivos sem{u¡ticos que probablemente no sean, en reali-
dad, ni siquiera primitivos; es decir, los conceptos que representan debcrlan quizá ana-
lizarse como complejos, a partir de otros más simples. Por ejemplo, DRAGONS es
improbable que corresponda a un concepto at6mico, y se ha propuesto que DEAD
("muerto") pueda sustituirse por NOT ("no") junto a AL/VE ("vivo"). En algunos ca-
sos puede que ni siquiera sepamos cuál es el anüisis y entonces los simbo los que se
utilicen funcionar{u¡ como indicadores de posici6n temporales, sobreentendiendo que
ser{u¡ reemplazados por representaciones más detalladas según vaya avanzando la in-
vestigaci6n. Esto mismo ocurre con los indicadores sem{u¡ticos en la teorla de la sc-
méntica interpretativa.

115
mánticos bajo un único nudo. En (3-13), cu,ando estas transforma-
ciones hayan reunido CA USE ("CAUSAR'~, BECOME ("LEGAR
A ESTAR/SERj y DEAD ("MUERTOj bajo un único cons-
tituyente, tales elementos podrán ser ser sustituidos conjuntamente
por el elemento lexical del inglés kili ("matarj. Nótese que, al con-
trario que en la inserción léxica de la teoria estándar, en la cual se
procede a insertar los elementos lexicales en diagramas arbóreos pro-
fundos "vacíos" (o a sustituir por estos ciertos elementos terminales
comodines), la inserción léxica propuesta por la semántica generati-
va consiste en la sustitución de un conjunto de elementos semánti-
cos que representan su significado por un elemento léxico apropiado.
La derivación de la oración (19) (We killed dragons) a partir de
la estructura (3-13) incluye la aplicación a esta de la transformación
de Elevación del Sujeto para elevar DRAGONS a la oración inmedia-
tamente superior. Entonces, una nueva transformación de ((recogi-
da)) llamada Elevación del Predicado, eleva DEAD y lo une al predi-
cado inmediatamente superior BECOME, para constituir el elemento
BECOME DEAD ("LLEGAR A ESTAR MUERTOj. Así, el re-
sultado de todo esto seria la estructura derivada (3-14).

(3-14)
o

WE
SN
I
---------
~~
V SN
SV

[Nosotros] I I
CAUSE O
[CAUSAR] / "-.
SN SV
I I
DRAGONS V
[(los) DRAGONES] /~

BECOME V
[LLEGAR A ESTAR] I
DEAD
[MUERTOS]

Nótese que (3-14) posee sólo dos oraciones, pero que una de ellas
contiene un verbo compuesto. La Elevación del Sujeto vuelve a ele-

116
var DRAGONS a la oración más alta y la Elevación de Predicado ele-
va BECOME DEAD y lo une a CAUSE. Esto produce la estructura
(3-15), en la que sólo hay una oración y donde los tres verbos ori-
ginarios aparecen combinados en un único constituyente.

(3-15)

WE
I
/---------
SN
o

V
SV
____ - - - -SN
[NOSOTROS] ~ I
CAUSE V DRAGONS
[CAUSAR] ~ [(los) DRAGONES]
BECO ME V
[LLEGAR A ESTAR] I
DEAD
[MUERTOS]

Después de que se han aplicado estas transformaciones de recogida,


elementos léxicos apropiados sustituirán estos elementos semánticos,
proceso que, como toda transformación de sustitución, ha de ceñir-
se a la condición de que sólo pueden reemplazarse constituyentes úni-
cos. En (3-15), por ejemplo, Kili ("matar'') podrá sustituir a CAUSE
BECOME DEAD ("causar llegar a estar muerto''). Pero si no se hu-
biera aplicado la Elevación del Predicado en el ciclo más alto (es de-
cir, si la derivación se hubiera parado en el estadio derivativo inme-
diatamente inferior), entonces kill no podría reemplazarlos, puesto
que CAUSE, BECOME y DEAD no formarían un constituyente único.
Así se habría derivado la oración (20), en la que die ha sustituido el
compuesto semántico BECOME DEAD.

(20) We caused dragons to die


("Nosotros causamos que los dragones murieran'')

Si la Elevación del Predicado no se aplicara en ninguno de los ciclos


transformacionales, la estructura a la que se aplicaría la inserción lé-
xica sería (3-13), y cada verbo tendría que ser sustituido indepen-
dientemente, lo que daría origen a la oración (21).

117
(21) We caused dragons to become ded
("Causamos que los dragones llegaran a estar muertosj

Tres oraciones como (19), (20) Y (21), son, pues, derivadas de la mis-
ma estructura subyacente, (3-13), en virtud de las opciones que nos
depara el componente transformacional. La sinonimia de estas ora-
ciones puede, así, predecirse sin recurrir a las reglas de proyección
semántica.
La Elevación del Predicado es una regla muy poderosa, y a veces
su aplicación origina un constituyente que no corresponde a ningún
elemento léxico. Así, por ejemplo, poniendo ANGRY ("enfadado')
en lugar de DEAD ("MUERTO') en (3-13), la Elevación del Predi-
cado ANGR Y daría lugar a BECOME ANGR Y ("LLEGAR A ES-
T AR ENFADADO, ENF ADARSEj y no existe ningún verbo en
inglés con este significado, la estructura no podría lexicalizarse en
ninguna oración inglesa; tendría que ser rechazada. Nótese, sin em-
bargo, que BECOME ANGRY sería una paso intermedio necesario para
la derivación de CAUSE BECOME ANGRY ("CAUSAR QUE
LLEGUE alguien a ESTAR ENFADADO') que subyacería al ver-
bo causativo lo anger ("enfadar'). Por tanto, BECOME ANGRY debe
ser generado por la regla de Elevación del Predicado. Es más, la Ele-
vación del Predicado debe poder ser aplicada libremente; y los cons-
tituyentes a que ello diera lugar que no puedan ser lexicalizados ha-
brán de rechazarse mediante un mecanismo de filtros. La primera
aproximación que empleaba las transformaciones Incoativa y Cau-
sativa filtraba las derivaciones anómalas marcando cada elemento lé-
xico respecto de las varias transformaciones que podía o tenia que
sufrir. Pero la presente aproximación puede utilizar el diccionario
de la lengua para especificar las restricciones relativas a la carencia
de los elementos léxicos correspondientes al conjunto de elementos
semánticos de un indicador sintagmático dado necesarias (por ejem-
plo, a BECOME ANGR y); de este modo, la derivación se bloqueará for-
zosamente en el momento de la sustitución léxica, puesto que no ha-
brá con qué sustituir un conjunto de estas características. De este
modo, el diccionario se convierte en un filtro automático de las
derivaciones.
Una vez que las estructuras sintácticas subyacentes puedan con-
tener elementos semánticos universales como símbolos terminales,
las estructuras sintácticas profundas de las oraciones podrán servir
de representaciones semánticas. Podrá, pues, prescindirse enteramen-
te del componente semántico interpretativo; de ahí el nombre de ((se-
mántica generativa». La derivación de una estructura superficial co-
mienza con la generación de una representación semántica que es si-
multáneamente una estructura sintáctica profunda, la cual será con-

118
vertida en la estructura superficial por medio de la aplicación suce-
siva de ciertas transformaciones sintácticas. N o existe ahora ningún
NIVEL estructural, similar al nivel de la estructura profunda de la teo-
ría estándar, que ponga en relación las representaciones semánticas
con las estructuras superficiales. Las reglas que operan sobre las es-
tructuras que contienen elementos semánticos, se considera que po-
seen exactamente las mismas propiedades generales que las, más co-
munes, transformaciones sintácticas, que se aplican en est~dios pos-
teriores de la derivación. De hecho, muchas de las transformaciones
cíclicas de la teoría estándar, como Pasiva, ESNE, Elevación del Su-
jeto, etc., tienen que aplicarse ANTES de la sustitución léxica; es de-
cir, tienen que aplicarse a indicadores sintagmáticos que contienen
elementos semánticos y no elementos léxicos. (Esto es así porque di-
chas reglas se necesitan como «reglas de recogida» de conjuntos de
elementos semánticos, disponiéndolos para la lexicalización). El mo-
mento de la sutitución léxica se podría haber considerado definidor
de un nivel lingüfstico significativo intermedio entre los niveles se-
mántico y superficial, pero, de hecho, se ha mantenido que la inser-
ción léxica es «escalonada», es decir, que no todos los elementos lé-
xicos se insertan en la misma fase de la derivación. Algunos elemen-
tos léxicos podrán, pues, insertarse antes de la aplicación de una de-
terminada transformación y otros tendrán que ser insertados, des-
pués de ella. (Los términos 'transformación preléxica' y 'transforma-
ción postléxica', empero, se han utilizado informalmente a menudo,
pues no están estrictamente definidos.)
La teoría de la semántica generativa es fruto de la colaboración
de gran número de lingüistas. Lo que aquí se ha presentado es una
visión de conjunto. Los principios centrales son aceptados por todos
ellos, pero, puesto que la teoría está continuamente evolucionando,
el lector encontrará ciertas variaciones en las estructuras profundas
y en las reglas propuestas en algunas publicaciones de semántica ge-
nerativa hechas por diferentes autores y en diferentes fechas.

3.3. La teoria estándar ampliada


Se ha opuesto seria resistencia a esta modificación progresiva del
nivel de la estructura sintáctica profunda que termina por identifi-
carlo con el nivel semántico. Chomsky ha argumentado que ciertas
construcciones a las que se les asignan las mismas estructuras pro-
fundas en la semántica generativa presentan diferencias sintácticas
significativas que no pueden ser explicadas de un modo natural con
arreglo a diferencias en su derivación transformacional y sí, en cam-
bio, apelando a diferencias en la estructura profunda. Puesto que
esto puede concernir a oraciones sinónimas, el nivel de la estructura
profunda debe ser diferente al de la representación semántica, y la

119
gramática deberá incluir por tanto un componente semántico in-
terpretativo.
El primero y más detallado de los argumentos de este tipo apa-
rece en Remarks on Nóminalization (1970b), en donde Chomsky dis-
cutia el aserto común de que. una «estructura nominal derivada»
como (22) debe derivarse transformacionalmente de una estructura
oracional profunda como (23).

(22) John's eagemess to please


("El ansia de John por agradarj
(23) John is eager to please
("John está ansioso por agradar")

A pesar de la semejanza de significados y, hasta cierto punto, de es-


tructuras entre estas dos expresiones, Chomsky ha argumentado que
no están transformacionalmenterelacionadas. Sus objeciones no ata-
ñen a TODAS las derivaciones transformacionales propuestas al res-
pecto; de hecho, muchos de sus argumentos se basan en el contraste
entre las estructuras nominales derivadas del tipo de (22) y las no-
minalizaciones de gerundio como (24) que sí PUEDEN ser generadas
transformacionalmente.

(24) John's being eager to please


("El estar ansioso por agradar de Jobn'')

Una nominalización de gerundio sí presenta una estructura ora-


cional. Por ejemplo, puede poseer adverbios, como en (25). Al con-
trario, una estructura nominal derivada como (26) sólo puede po-
seer adjetivos, como ocurre con cualquier sintagma nominal.

(25) John's obviously being eager to please


("El estar evidentemente ansioso por agradar de John'')
(26) John's obvious eagerness to please (John's obviously eager-
ness to pie ase)
("La evidente ansia de agradar de John" ["La evidentemen-
te ansia de agradar de Johnj)

Una estructura nominal derivada se asemeja a los demás sintagmas


nominales en que selecciona un determinante, en que necesita una
preposición ante el sintagma nominal modificador, yen que el no-
minal se pluraliza.

(27) The proofs of the theorem (·the proofs the theorem)


("Las pruebas del teorema'') (·Ias pruebas el teorema)

120
Pero una nominalización de gerundio, al igual que una oración, po-
see un sujeto en lugar de un determinante, no toma preposiciones
(a no ser que se trate de un verbo con régimen preposicional), y no
puede pluralizarse.

(28) The proving the theorem (cfr., John's proving the theorem)
("El que se pruebe el teorema'') (cfr., "el que se pruebe el teo-
rema por Juan'')
(29) John's cleverly proving of the theorem (cfr., John's cleverly
proving the theorem)
("El que Juan probara inteligentemente del teorema")
("El que Juan probara inteligentemente el teorema'')
(30) John's provings the theorem
("Los aprobares de Juan del teorema")

Estas diferencias entre los nombres derivados y las oraciones PO-


DRíAN quizá ser explicadas transformacionalmente si se impusieran
las suficientes restricciones a las reglas que intervienen en su deriva-
ción (a pesar de que es difícil saber qué oración serviría de forma
subyacente para una estructura nominal derivada en plural como la
de (27). Pero este tratamiento, aunque técnicamente posible, consi-
deraría fortuita la generalización de que todas las DIFERENCIAS en-
tre estructuras nominales derivadas y oraciones se corresponden con
SEMEJANZAS detectables entre aquellas y los sintagmas nominales
habituales. Esta generalización se explica si se postula, como hace
Chomsky, la generación directa en la estructura profunda de las es-
tructuras nominales derivadas como simples sintagmas nominales.
El tratamiento transformacional de éstos es característico de la
semántica generativa, puesto que en ausencia de reglas de interpre-
tación semántica, las semejanzas significativas entre las estructuras
nominales derivadas y las oraciones correspondientes han de expli-
carse asignándoles estructuras profundas semejantes. Con todo, la
consiguiente propuesta de una transformación nominalizad ora para
estos nombres derivados hace difícil explicar el ftecho de que estos
nombres (al contrario que las nominalizaciones de gerundio) se co-
rrespondan únicamente con estructuras oracionales en la estructura
profunda. No existe, por ejemplo, ninguna estructura nominal deri-
vada (31) correspondiente a la configuración oracional (32), DERI-
VADA transformacionalmente.

(31)* J ohn 's easiness to please


("La facilidad de John de agradar)
(32) John is easy to please
('~John es fácil de agradar")

121
La oración (32) se deriva de una estructura profunda del tipo de
(33) por medio de la transformación de Elevación del Objeto, o de
movimiento Psíquico.

(33) To please John is easy


("El agradar a John es fácil")

El que no podamos hacer corresponder (32) con una estructura no-


minal derivada puede explicarse de acuerdo con la hipótesis de
Chomsky de que las estructuras nominales derivadas son simplemen-
te sintagmas nominales ordinarios cuyo núcleo nominal mantiene
cierta relación LÉXICA con algún verbo o adjetivo. En tanto que ele-
mento léxico, el adjetivo easy ("fácil'') no puede preceder a un com-
plemento de infinitivo. (El hecho de que esto ocurra así en la estruc-
tura superficial [32] se debe a que se han aplicado ciertas transfor-
maciones.) Así, si las propiedades léxicas del nombre easiness ("fa-
cilidad'') son idénticas a las del adjetivo easy, entonces este nombre
no podría, evidentemente, aparecer, como prueba (31), ante un com-
plemento de infinitivo; como así ocurre.
Por estas razones, Chomsky rechazó el análisis sintáctico abs-
tracto según el cual las estructuras nominales derivadas poseen es-
tructuras profundas oracionales, y propuso que se generaran direc-
tamente como SSNN. Es cierto que se comportan como oraciones
(y como nominalizaciones de gerundio) en algunos casos, pero tam-
bién lo es que lo hacen de modo diferente a éstas en otros. Al con-
trario que la teoría de la semántica generativa, Chomsky se apoya
en la estructura sintáctica profunda para explicar estas diferencias,
y propone que las semejanzas se expliquen en el lexicón, a~ignando
una misma entrada léxica tanto a easy ("fácil'') como a easiness ("fa-
cilidad ''), eager ("ansioso'') y eagerness ("ansiedad''), prove ("pro-
bar'') y proof ("prueba''), etc. (ver sección 5.2 para una exposición
más detallada. A esto es a lo que se ha llamado el análisis <dexica-
lista» de las estructuras nominales derivadas, y es característico de
la teoría estándar ampliada.
La teoría estándar ampliada coincide con la de Katz en que exis-
te un nivel de estructura sintáctica profundo diferente del nivel se-
mántico, y en que son necesarias las reglas de interpretación semán-
tica. La diferencia fundamental entre ambas radica en las estructu-
ras que sirven de entrada para estas reglas semánticas. En la sección
3.1 observamos que Katz mantenía que sólo las estructuras sintác-
ticas profundas podían servir de entrada al componente semántico,
puesto que éstas contienen toda la información rel~ante para el ade-
cuado funcionamiento de las reglas de proyección semántica. Pero
Chomsky (1970a) ha argumentado que las estructuras superficiales

122
fonológicamente especificadas tienen que ser semánticamente inter-
pretadas junto con las estructuras profundas. Jackendoff (1972) ha
sostenido además que las estructuras postciclicas deben ser también
semánticamente interpretadas (es decir, que ciertas reglas semánti-
cas se han de aplicar a la estructura resultante de la aplicación de
todas las transformaciones sintácticas en el ciclo dado y antes de que
se apliquen las del siguiente).
En apoyo de la interpretación de la estructura superficial,
Chomsky adujo que el foco y la presuposición de una oración están
generalmente relacionados con sus pautas de acentuación, y que, por
ello, deben caracterizarse en términos de constituyentes de estructu-
ra superficial. Consideremos la oración (34), con el acento principal
en la palabra shirt ("camisa").

(34) Was he warned to look out for an ex-convict with a red


SHIRT?
("¿Se le avisó de que buscara a un expresidiario con una CA-
MISA roja?")

Esta oración tiene varias interpretaciones posibles, que difieren de-


pendiendo de qué parte de la oración se pregunte (su foco), y de qué
parte se dé por sabida (se presuponga) al realizar la pregunta. En
una de sus interpretaciones, en (34) se presupone que se le avisó de
que buscara algo, y se pregunta si ese algo era un expresidiario con
una camisa roja. Esta interpretación PODRíA quizá explicarse en una
gramática en la que sólo se interpretaran semánticamente las estruc-
turas profundas, puesto que a (34), cuando recibe interpretaci6n, po-
dría asignársele una estructura profunda del tipo de (35), y la divi-
sión de esta oración en la estructura profunda en sintagma nominal
sujeto y sintagma verbal corresponderla entonces exactamente con
la divisi6n semántica en presuposición y foco.

(35) Wh- What he was warned to look out for was an ex-convict
witha red shirt. )
("Qu- Lo que se le avisó que buscara era un expresidiario
con una camisa roja'')

Sin embargo, no todas las posibles interpretaciones de (34) se pres-


tan tan fácilmente a un análisis de estas características. Por ejemplo,
hay una interpretaci6n en la que (34) presupone que se le advirtió
que buscara a un expresidiario con algo rojo, y se pregunta si ese
algo era la camisa. Aquí el análisis basado en la estructura profunda
fracasa, puesto que no existe ninguna estructura profunda bien for-

123
mada del tipo de (36) de la que se pudiera derivar (34) con esta
interpretaci6n.

(36) Wh- What he was warned to look out for an ex-convict with
red was a shirt.
("Qu- Lo que se le advirti6 que buscara a un expresidiario
con rojo era una camisaj

Una descripci6n como la propuesta del foco y la presuposici6n


planteará problemas siempre que el foco sea un constituyente de la
estructura superficial que no se corresponda con un único constitu-
yente de la estructura profunda. Por ejemplo, en una de las posibles
interpretaciones de (37) el foco es certain to win ("seguro de ganar').
Pero la estructura profunda de (37) es (38), en donde certain ("se-
guro'') y win ("ganarj no están ni siquiera en la misma oraci6n.

(37) Is John believed to be certain to win?


("Se considera que John es seguro que gane'')
(38) Q SN believes [[for John to win] to be certain]
("Q SN piensa [[que John gane] es seguro]")

y no parece haber una forma general de predecir, en este estadio de


la derivaci6n, que el foco incluye solamente certain y win y no a los
demás constituyentes de la oraci6n. Es más, esta estructura profun-
da puede que se hubiera transformado, no en la estructura superfi-
cial (37) sino en la de (39), que no tiene ninguna interpretaci6n de
acuerdo con la cual el foco sea s610 certain y win.

(39) It is believed to be certain that John will win?


("¿Se cree que es seguro que John gane?j

Si oraciones con la misma estructura profunda pero diferentes es-


tructuras superficiales pueden tener focos y presuposiciones diferen-
tes, entonces, no puede ser la estructura profunda el único lugar don-
de se apliquen las reglas de interpretaci6n. La posici6n del acento
principal en una oraci6n contribuye a determinar sus posibles focos;
si se asume que el acento se asigna en el nivel de la estructura su-
perficial, las estructuras superficiales tendrán, pues, que servir de en-
trada a las reglas de interpretaci6n semántica.
Jackendoff (1972, capitulo 4) ha defendido un planteamiento in-
terpretativo para la pronominalizaci6n, opuesto al planteamiento
transformacional, generalmente admitido, y ha observado que las re-
glas de interpretaci6n deben aplicarse a las estructuras postciclicas.
La explicaci6n transformacional deriva la oraci6n (40) (en una de

124
sus interpretaciones) de la estructura profunda (41), por medio de la
elisión y posterior sustitución por un pronombre adecuado del se-
gundo J ohn; (bajo condiciones de identidad, que incluyen los índices
de referencia, con el primer John;).

(40) J ohn wanted Sam to congratulate him


("John quería que Sam le felicitara')
(41) John; wanted [Samj congratulate John;]
("Jo'hn; quería [Samj felicitar John;l')

Pero Jackendoff propone como estructura profunda (42), que ya


contiene el pronombre, y postula una regla interpretativa que mar-
cará el pronombre him ("al, él, le") como correferencial (en una de
sus interpretaciones) con John.

(42) John wanted [Sam congratulate him]


("John quería [Sam felicitar a éll')

Este planteamiento evita lo que se conoce como la paradoja de


Bach y Peters: el hecho de que, de acuerdo con el tratamiento trans-
formacional, una oración como (43) precise una estructura sintácti-
ca infinita como (44) como estructura profunda.

(43) The man who deserves it will get the prize he wants .
. ("El hombre que lo merezca conseguirá el precio que desee'')
(44) The man [who deserves the prize [which the man [who ... ]
wants]] will get the prize [which the man [who deserves the
prize [which ... ] wants]]
("El hombre [que merezca el precio [que el hombre [que ... ]
quiera]] conseguirá el precio [que el hombre [que merezca
el precio [que ... ] quiera]]'') ~

También se amplía de un modo natural a las relaciones de correfe-


rencia con «epítetos pronominales» tales como the poor thing ("el po-
bre bicho"; lit. "la pobre cosa") en (45) que no podría derivarse de
un sintagma nominal repetido por medio de una reducción trans-
formacional.

(45) We took the bird in but the poor thing died that afternoon.
("Recogimos al pájaro pero el pobre bicho murió esa tarde")

125
La teoría interpretativa de los pronombres puede también dar cuen-
ta de los casos de correferencia imposible, como ocurre entre John
y someone else ("algún otro") en (46).

(46) John wanted Mary to marry someone else.


("John quería que Mary se casara con algún otro'')

y una vez que la transformación de pronominalización se abandona


en favor de una regla interpretativa, los argumentos de que la trans-
formación debe ser cíclica (ver Ross, 1967) pueden emplearse como
argumentos de que la regla de interpretación debe aplicarse dentro
del ciclo transformaciona!.
Otro argumento en favor de las reglas de interpretación semán-
tica de estructuras derivadas atañe al dominio de los cuantificadores
y de la negación. Desde Syntactis Structures han existido desacuer-
dos en torno a cuáles son los efectos semánticos provocados por la
reorganización de las transformaciones de oraciones que contienen
cuantificadores. Chomsky (1957) dijo que las dos oraciones (47) y
(48) diferían en su significado, pues en (48) se implica que todos co-
nocen los dos mismos idiomas y en (47) no.

(47) Everyone in the room knows two languages


("Todos los de la habitación conocen dos idiomas")
(48) Two languages are known by everyone in the room.
("Dos idiomas son conocidos por todos los de la ha-
bitación '')

Puesto que se admite que estas dos oraciones están relacionadas por
la transformación de pasiva, de esto se seguirá que la transforma-
ción de pasiva cambia el significado. Otro modo de expresar esto es
que si (47) y (48) poseen la misma estructura profunda pero diferen-
tes significados, no puede ser cierto que las estructuras profundas de-
terminen totalmente los significados de las oraciones.
Katz y Postal (1964), al mantener que las estructuras profundas
determinaban totalmente el significado, defendían que estas dos ora-
ciones SON sinónimas, que ambas son ambiguas, y que la única fun-
ción de la estructura superficial respecto de lo apuntado es determi-
nar qué interpretación es la preferida o la más natural. Esto, al igual
que el preferir una interpretación sobre otra en el caso de una pa-
labra ambigua, es algo que la gramática no tendría por qué explicar.
El debate se complica por el hecho de que las intuiciones de algunos
hablantes, acerca de algunas oraciones, concuerdan con las de

126
Chomsky, mientras que las de otros, lo hacen con las de Katz y
Postal.
Más recientemente, se han presentado otros ejemplos que se con-
sideran como verdaderamente ambiguos. Jackendoff (1972, capitulo
8) mantiene que la oraci6n (49) no es ambigua; en ella se dice que
muchas de las flechas tienen la propiedad de no haber dado en el
blanco.
(49) Many of the arrows didn't hit the target.
("Muchas de las flechas no alcanzaron el blanco'')

Pero, de acuerdo con J ackendoff, (49) no posee una oraci6n pasiva


sinónima. La oración pasiva que está más directamente relacionada
con esta es (SO).

(SO) The target wasn't hit by many of the arrows


("El blanco no fue alcanzado por muchas de las flechas'')

De (SO) se dice que tiene otra interpretación, según la cual no mu-


chas de las flechas tienen la propiedad de haber alcanzado el blanco.
Si esto es asi (y es discutible), la única forma de evitar que la trans-
formación de pasiva entrañe un cambio de significado es la de pre-
venir que pueda derivar (SO) de (49), y esto se haria añadiendo res-
tricciones contextuales relativas a la presencia y posici6n de los cuan-
tificadores. Sin embargo, esto complicarla considerablemente la re-
gla. Jackendoff, pues, defiende que las transformaciones NO preser-
van necesariamente el significado y que las relaciones de alcance en-
tre la negación y los cuantificadores en una oración deben determi-
narse DESPU~S de que la transformación de pasiva se haya aplicado.
La teona estándar ampliada rechaza, pues, directamente el prin-
cipio establecido por Katz y Postal de que las transformaciones no
alteran el significado y de que s610 necesitan interpretarse semánti-
camente las estructuras profundas. No obstante Chomsky y Jacken-
doff no han abandonado totalmente este priJcipio. Al contrario,
mantienen que es cierto, pero s610 por lo que respecta a las relacio-
nes gramaticales; las relaciones gramaticales relevantes para el sig-
nificado son aquellas que se representan en el nivel de la estructura
profunda, siendo los fenómenos como los de foco y presuposición,
correferencia y dominio de los elementos lógicos (que quizá parecen
formar una clase natural, aunque la razón de ello todavia está por
determinar), los que deben ser determinados a partir de la interpre-
tación de estructuras derivadas.
Katz ha rechazado este revisión de la teoria estándar. Mantiene
(1972, capitulo 8) que, por ejemplo, foco y presuposici6n son pro-

127
piedades RETÓRICAS de las oraciones y no verdaderas propiedades
semánticas. Por ello, el hecho de que estén determinadas por estruc-
turas derivadas no invalida el principio postulado por Katz y Postal
puesto que éste se aplica sólo al significado en su sentido estricto.
En cuanto a las relaciones de dominio entre elementos lógicos como
los cuantificadores y la negación, Katz toma la actitud contraria. Ad-
mite que éstas sí son propiedades verdaderamente semánticas, pero
desafía a los datos al defender que dichas relaciones no varían al apli-
carse las reglas transformacionales.
Por otra parte, la semántica generativa ha admitido muchas de
las observaciones sobre las que se basa la teoría estándar ampliada.
G. Lakoff (1971) ha mantenido que las representaciones semánticas
de las oraciones deben incluir especificaciones de su foco y presu-
posición. Éstas y algunas otras especificaciones no son parte inte-
grante de los indicadores sintagmáticos subyacentes sino que están
simplemente asociados a ellos, por lo que una representación semán-
tica, según ésta, tendría la forma (PI, PR, Tem., F, ... ) donde PR es
un conjunto de presuposiciones, Tem es el tema de la oración y F
es su foco;PI es el indicador sintagmático subyacente de la oración.
Es evidente, pues, que todo ello no se identifica con la representa-
ción semántica, a pesar de que todavía sea una parte fundamental
de ella.
La .semántica generativa también coincide con la teoría estándar
en señalar la importancia que tienen para la determinación del sig-
nificado los indicadores sintagmáticos derivados transformacional-
mente. Una gramática, según la semántica generativa, no posee re-
glas de interpretación semántica, y sus representaciones del signifi-
cado consisten fundamentalmente en los indicadores sintagmáticos
de la estructura profunda. ¿Cómo, pues, pueden explicarse los cam-
bios semánticos provocados por componente transformacional? Ar-
gumentos como los planteados por Jackendoff en relación con el al-
cance de los cuantificadores y de la transformación de pasiva pare-
cen sugerir que ello es posible. Estos argumentos buscan demostrar
que las transformaciones que derivaran oraciones desde la estructu-
ra profunda especificando únicamente sus significados serían, o bien
imposibles o, al menos, excesivamente complicadas. Es cierto que
Katz y Postal pudieron establecer derivaciones que preservaban el
significado postulando los constituyentes de la estructura profunda
Neg, Q e Imp (ver sección 3.1), que, simultáneamente, incluían in-
formación acerca del significado y gobernaban la aplicación de las
transformaciones asociadas con dichos significados. Pero esos aná-
lisis concernían sólo a algunas transformaciones. El preservar las
condiciones de la pronominalización y las relaciones de alcance de
los cuantificadores a través de toda la derivación transformacional

128
requería formular restricciones para gran número de reglas de mo-
vimiento y de elisión que interaccionen entre si~e forma muy
compleja.
La solución que da a este problema la semántica generativa se
basa en las RESTRICCIONES GLOBALES sobre las derivaciones trans-
formacionales. Una restricción global, o una regla global, es la que
(al contrario que las transformaciones sinticticas) puede referirse, en
una derivación, a dos o más estructuras diferentes y NO ADY ACEN-
TES. G. Lakoff (1971) ha propuesto restricciones derivacionales glo-
bales que evitan que se apliquen transformaciones que producirían
una estructura derivada cuya interpretación diferiría del significado
conformado por la representación semintica que inicia la deriva-
ción. Las restricciones comparan las estructuras sinticticas deriva-
das (posiblemente estructuras ultimociclicas) con las representacio-
nes seminticas. Entre ambas se dari algún tipo de relaciones mu-
tuas, no permitiéndose la aplicación de cualquier transformación que
destruya estas relaciones. Puesto que ponen en relación representa-
ciones seminticas con estructuras sintácticas derivadas, estas restric-
ciones globales tienen el mismo efecto que las reglas interpretativas
que se aplican a las estructuras sintácticas derivadas. No tienen la
misma forma que estas últimas, pero todavía no esti claro el que
sean una verdadera opción alternativa o únicamente ((meras varian-
tes notacionales» de tales reglas interpretativas (para una mayor dis-
cusión del problema, ver secciones 3.5 y 4.1). Para nuestros propó-
sitos, sin embargo, lo importante es que la postulación de unas res-
tricciones globales simples y generales que gobiernen el conjunto de
la derivación transformacional hace innecesario añadir restricciones
contextuales a cada una de las transformaciones como mecanismo
para explicar su efecto sobre las relaciones semánticas.
En esta primera comparación de las tres teorías, debemos tam-
bién destacar que la concepción de representación semántica de la
teoría estándar ampliada es bastante diferente de la de Katz o de la
propuesta por la semántica generativa. Las repttsentaciones semán-
ticas de Katz son conjuntos de marcadores semánticos asignados a
los nudos de los indicadores sintagmiticos de la estructura profun-
da. Las representaciones semánticas de la SG son indicadores sin-
tagmáticos sintácticos con elementos semánticos como símbolos ter-
minales Gunto a las especificaciones del foco, etc., tal y como se in-
dicaba anteriormente). Pero en la teoría estándar ampliada tiene que
interpretarse semánticamente más de un indicador sintagmático a lo
largo de la derivación sintáctica de una oración, puesto que hay cier-
to tipo de información sintáctica relevante para determinar su signi-
ficado que aparece en las estructuras profundas y otro en las estruc-
turas derivadas. Así pues; o la información semántica correspondien-

129
te a estos indicadores sintagmáticos diferentes se integra de algún
modo en una representación semántica única o, de lo coni'rario, la
representación semántica de una oración estarll formada poi" un cier-
to número de partes independientes entre sÍ.
J ackendoff (1912) ha optado por la última opción. Propone que
la representación semllntica de una oración conste de, al menos, cua-
tro elementos düerentes: una representación de su ESTRUcTuRA FUN-
CIONAL (en la cual se especificará, grosso modo, cullles son los su-
jetos y los objetos de qué predicados); una TABLA DE CORREFEREN-
CIA que indique qué sintagmas nominales deben interpretarse como
referidos a las mismas cosas; una representación del FOCO y la PRE-
SUPOSICIÓN; Y una representación de su ESTRUCTURA MODAL (gros-
so modo, de las relaciones de alcance entre elementos como los cuan-
tificadores, negación y verbos modales). (Para mlls detalles, ver sec-
ción 5.5.)
En un trabajo reciente, Chomsky (1975, capitulo 3) ha defendido
la otra opci6n, es decir, la de las representaciones semllnticas inte-
gradas, tal y como ocurre en las otras teorias. Pero esto es s610 una
parte de la teoria, mlls radical, de que son las estructuras superficia-
les y sólo éstas las que tienen que ser semánticamente interpretadas.
Este planteamiento carece de fundamento si se asumen las estructu-
ras profundas de la teoria estllndar, ya que Katz y Postal estaban
en lo cierto al observar que la informaci6n semllnticamente relevan-
te acerca de las relaciones gramaticales no se encuentra en las es-
tructuras superficiales, pues en ellas los constituyentes o suelen apa-
recer reorganizados o incluso pueden no aparecer, por obra de cier-
tas transformaciones. Pero las estructuras superficiales que ahora
propone Chomsky están complementadas por «huellas» que marcan
los lugares que ocupaban los constituyentes que han sido movidos
por las transformaciones. Las huellas, de hecho, especifican en las
estructuras superficiales información acerca de la configuración de
las estructuras profundas. Las relaciones gramaticales profundas se-
mánticamente relevantes se representan asi simultueamente junto
con las configuraciones superificiales de los constituyentes que de-
terminan las relaciones de alcance (para un planteamiento mlls am-
plio, ver capitulo 6).
Finalmente debe observarse que las tres teorías esbozadas hasta
aqui difieren en su concepci6n de la estructura profunda. Existe una
evidente düerencia entre las estructuras profundas de la teoría es-
tllndar y las estructuras, mlls profundas, mlls abstractas, de la SG
que desempeñan también la funci6n de representaciones semánticas.
La teoría estllndar ampliada se ha alejado de la teoria estándar en
direcci6n opuesta. Sus estructuras profundas son menos abstractas
incluso que las de la teoria estándar; es decir, difieren en menor gra-

130
do de las estructuras superficiales. Esto es debido a que, como he-
mos visto, algunas transformaciones tradicionales, como la prono-
minalización, han sido abandonadas por la teorla estándar amplia-
da y reemplazadas por reglas de interpretación semántica. Las deri-
vaciones sintácticas son, a la vez, más cortas, y las estructuras pro-
fundas de que parten SON menos profundas. Estos düerentes grados
de abstracción de las estructuras profundas que se observan en las
tres teorlas revelan puntos de vista diferentes acerca de cuál es la dis-
tribución más apropiada de funciones entre las reglas sintácticas y
semánticas a la hora de relacionar los significados y las formas de
las oraciones.

3.4. FiIlmore y Gruber

La teorla de FilImore acerca de las relaciones casuales puede que


resulte a muchos lectores más familiar que las teorlas presentadas
hasta aquí, pues ha sido utilizada como esquema conceptual general
tanto por los lingüistas que se dedican a la investigación de campo,
como por lingüistas interesados por la adquisici6n del lenguaje (véa-
se Brown, 1973). Sin embargo, hoy ya no se le presta en lingüística
te6rica toda la atenci6n que se le prestó hace unos años. La razÓn
quizá sea ésta: la teorla define un nivel de estructura profunda más
abstracto y «más semántico)) que el nivel de la estructura profunda
estándar y, por tanto, emplea menor número de reglas semánticas
interpretativas. Aquéllos que podían sentirse atraídos por esta pos-
tura, es decir, los partidarios de la SG de hecho, la han rebasado.
La semántica generativa propone un nivel de estructura profunda
ID~NTICO al nivel semántico; NO PRECISA, por tanto, ningún tipo
de reglas semánticas interpretativas.
FilImore (1968) propuso que la estructura~profunda de cualquier
oración consistiera en un constituyente de MODALIDAD (aproxima-
damente, pero s610 aproximadamente, equivalente al constituyente
Aux de la gramática estándar) y en una PROPOSICIÓN. La proposi-
ci6n consta de un verbo seguido por una secuencia de una o más ca-
tegorlas casuales, cada una de las cuales se desarrolla como un in-
dicador casual (preposici6n, posposici6n o caso af~o) y un sintagma
nominal. Según esto, a la oración (51) se le asignarla una estructura
profunda como (3-16).

(51) John opened the door with a key


("John abri6 la puerta con una llave')

131
(3-16)

M p

I
Pas ~~-----
VO 1 A

oL fA íA (1
[abrir] [C2f)
I I
Det N with
[con] I I
Det N by
[por]
John
[Jobn]

the door a key


[la] [puerta] [una] [llave]

Nota: M = Modalidad, P = Proposición, O = Caso objeto, I = Ca-


so Instrumental, A = Caso agente, K = Marcador de caso.

Uno de los sintagmas nominales en la proposición se elevarla a la


posición de sujeto mediante una transformación. En la oración (SI),
el sintagma de (3-16) elevado es el sintagma agente by John ("por
John;, que pierde, en consecuencia, su preposición.
El hecho de que en la estructura profunda no se especifique re-
lación configuracional alguna entre el sujeto de una oración y sus
otros sintagmas'nominales permite explicar de un modo natural la
semejanza entre oraciones como (SI) y (52-54) en dicho nivel.
(52) The key opened the door
("La llave abrió la puerta;
(53) The door opened with a key
("La puerta se abrió con una llave")
(54) Tbe door opened
("La puerta se abrió;

Las oraciones (52) y' (53) tendrían estructuras profundas idénticas a


la de (3-16) excepto en que no contienen ningún constituyente agen-
te. La estructura de (54) sería como la de (3-16), pero, o bien sin el
constituyente agente, o bien sin el constituyente instrumental. Las di-
ferencias entre estas estructuras profundas se reducen, pues, a la cues-
tión de cuántas y cuáles de entre las categorías casuales que pueden

132
aparecer con open ("abrir") aparecen realmente en cada caso. La en-
trada léxica de open ha de especificar simplemente que éste seleccio-
na obligatoriamente un objeto y, opcionalmente, un agente y un ins-
trumento. Esto contrasta con la solución de la teoría estándar, que
asignaría a (51), (52) y (53) estructuras profundas muy diferentes,
puesto que poseen diferentes sujetos (nótese que esta tendría tam-
bién que especificar de alguna forma que open puede tomar un sin-
tagma instrumental con with ("con'') sólo si su sujeto no se interpre-
ta como instrumental, lo cual se desprende automáticamente del aná-
lisis de FiUmore).
El que incluso un objeto directo pueda tener una marca de caso
en la estructura profunda supone que a un par de oraciones como
las de (55) puede asignárseles una misma estructura subyacente que
contenga tanto for the trouble como on John.

(55) (a) We blamed the trouble on John


("Culpamos del problema a John'')
(b) We blamed John for tbe trouble
("Culpamos a Jobn por el problema'')

Una transformación reorganizará opcionalmente el orden de estos


dos sintagmas, ., cualquiera que sea el que termine alIado del verbo
este será el que pierda su preposición. De nuevo, la teoría estándar
asignaría a (55) (a) y (b) estructuras profundas diferentes, porque tie-
nen objetos directos diferentes y la relación entre ellos no podría ex-
plicarse en el componente sintáctico.
La transformación de dativo, que nos permite relacionar entre sí
oraciones del tipo de las que se incluyen en (56) es, de entre un gran
número de reglas, una de las que deparan ordenaciones opcionales
de las categorías casuales.

(56) (a) 1 gave the books to my brother ~


("Di los libros a mi hermano'')
(b) 1 gave my brother the books
("Di a mi hermano los libros'')

Otro fenómeno de este tipo es la alternancia de los sintagmas con


with. como en (57)-(59).

(57) (a) John sprayed paint on the wall


("John roció pintura en la pared'')
(b) John sprayed the wall with paint
("John roció la pared con pintura'')

133
(58) (a) They loaded hay on the wagon
("Cargaron paja en el carro'')
(b) They loaded the wagon with hay
("Cargaron el carro con paja'')
(59) (a) Bees are swarming in the garden
("Las abejas zumban en el jardín'')
(b) The garden is swarming with bees
("El jardín zumba de [con] abejas'')

La transformaci6n de pasiva puede también incluirse dentro de las


reglas que seleccionan y sitúan el sujeto. Normalmente (es decir, en
oraciones activas), si el constituyente proposicional contiene un sin-
tagma agente, éste debe seleccionarse como sujeto. Pero también
pueden seleccionarse otros sintagmas siempre que así esté registrado
por la inserci6n del auxiliar de pasiva be + En ("ser + [a] DO'').
La teoría de FiIlmore ofrece un modo de relacionar los verbos
causativos con las correspondientes formas no causativas. El verbo
open ('abrir') en (51) es causativo, y en (54) el mismo verbo open es
incoativo no-c~usativo; pero Fillmore los considera como el mismo
verbo, diferenciándolos únicamente por la distinta estructura casual
en que aparecen. De hecho, les asigna la misma representación se-
mántica y explica la diferencia de significado de las dos oraciones
no con relaci6n al verbo sino a la presencia o ausencia de un sin-
tagma agente. Los verbos causativos e incoativos que no están mor-
fol6gicamente relacionados, como kill ("matar'') y die ("morir''), pue-
den explicarse de forma parecida. Se les consideraría como sinóni-
mos pero mientras que kili tomaria obligatoriamente un agente, en
die éste no seria obligatorio. Los pares de verbos simétricos relacio-
nados, como like ("gustar'') y please ("agradar'') en las oraciones (60)
y (61), pueden también considerarse sinónimos y ni siquiera se dife-
renciarían en su estructura casual sino únicamente en relación al caso
que debe ser seleccionado como sujeto.

(60) The audience liked the overture


(Lit.: "El público gustó (de) la obertura'')
("Al público le gustó la oberturaj
(61) The overture pleased the audience
("La obertura agradó al público'')

El tratamiento que da FiIlmore a los verbos simétricos es muy


semejante al de la semántica generativa, el cual se vale de una trans-
formación de movimiento-psicológico para derivar una oración
como (61) de una estructura subyacente semejante a (60) (véase Pos-
tal, 1970 y el ejemplo de la sección 4.4). La posición al principio de

134
oración de los verbos y la indiferenciación de los sujetos en las es-
tructuras profundas, ha convertido también, aunque por otras razo-
nes, en una caracteristica de la semántica generativa (véase McCaw-
ley, 1970). Las semejanzas entre estas dos teorias son evidentes, pero
existen también diferencias significativas que se· ponen de manifiesto
en el tratamiento de los verbos causativos.
Fillmore supuso que el elemento causativo del significado de kili
se introducía al interpretarse el sintagma agente. Por otra parte, la
semántica generativa ha establecido la relación entre agente y causa
dentro de las estructuras profundts de un modo bastante explicito,
representando al sintagma agente como el sujeto de un predicado se-
mántico CAUSA (véase sección 3.2). En otras palabras, una de las ca-
tegorías casuales de Fillmore ha sido identificada, en la semántica
generativa, con un argumento específico (el «sujeto») de un elemen-
to semántico primitivo. La relación SINTÁCTICA entre un sintagma
nominal y un verbo léxico se fundamenta así en una relación más
profunda entre elementos SEMÁNTICOS. Otro ejemplo de esto es la
propuesta de Lakoff (1968) de que los sintagmas instrumentales apa-
recen en las estructuras subyacentes como objetos del verbo use ("uti-
lizar") (o del predicado semántico USE). La oración (SI) (John ope-
ned the door with a key) se derivaría, según esto, de una estructura
como la de (62):

(62) John used a key for [John open the door]


("John utilizó una llave para [John abrir la puerta]'')

(La oración complemento John open the door de [62] recibiría tam-
bién un nuevo análisis, puesto que contiene un verbo causativo.) De
nuevo, también aquí ha sido identificada una cateogria casual de Fill-
more con uno de los argumentos de un predicado semántico que
constituye uno de los componentes del significado del verbo léxico.
Estas observaciones nos llevan a una objet;jón muy generalizada
a la teoría de Fillmore y es que el conjunto de categorías casuales
que se necesitan para realizar una descripción completa de las len-
guas naturales, aunque pueda ser finito, no será, probablemente, pe-
queño. Fillmore ha identificado seis categorías: agente, instrumen-
tal, dativo, factitivo, locativo y objeto, la última de las cuales es un
saco roto, y seguramente tendrá que ser sustituida por otras. El pro-
pio Fillmore considera que es necesario establecer más categorías
(entre las que se han propuesto están las de objetivo, beneficiario y
tema). La amplia gama y el elevado número de categorías casuales
pueden ser justificados si consideramos el nivel subyacente de repre-
sentación propuesto por Fillmore no como un auténtico nivel lin-
güístico sino simplemente como una formulación incompleta del ni-

135
vel semántico. En las estructuras subyacentes propuestas por Fill-
more, los elementos l~xicos aparecen como unidades sin analizar.
S610, en el nivel semántico un verbo, por ejempio, se analiza en sus
componentes seménticos. Pero quizá fuera más revelador considerar
a los sintagmas nominales que se asocian con el verbo LtXICO me-
diante una gran variedad de relaciones casuales como los argumen-
tos de los predicados SEMÁNTICOS primitivos en los que cabe des-
componer ~ste. Estos predicados semánticos poseen, característica-
mente, muy pocos argumentos, quizá tres como máximo; pero exis-
ten gran cantidad de tipos y, por tanto, se podrían diferenciar nu-
merosas ((categorías casuales)). (Entre ellas, las identificadas por Fill-
more resultan ser las que se asocian con los componentes semánti-
cos más frecuentes o más estudiados, tales como CAUSAR, UTILIZAR,
CONVERTIRSE EN etc.)
Esta aproximaci6n a la teoría de los casos, abiertamente semán-
tica, minimiza la gran cantidad de enumeraciones arbitrarias que se
hacen a la hora de describir las lenguas. No sería ya necesario enu-
merar para cada verbo léxico de una lengua las categorías casuales
con que puede aparecer, puesto que esto podría predecirse a partir
de su análisis seméntico interno, el cual tiene que efectuarse, de to-
dos modos, en la gramática. Desde luego, tendrán que especificarse
el número y el tipo de los argumentos asociados a cada predicado
semántico, pero esto también tendría que incluirse de todos modos
en la gramática (o, si se tratara de un universal, en la teoría lingüís-
tica). Asi pues, como contribución a la semántica, parece preferible
considerar el análisis de Fillmore simplemente como un paso inter-
medio en el camino hacia una especificación más completa del sig-
nificado de los verbos. El que existan o no algunas propiedades SIN-
TÁCTICAS de las categorías casuales que se predicen en la teoría de
Fillmore pero que se olvidan en los planteamientos semánticos es
otra cuestión, y ello además, no entra, propiamente, dentro del tema
de este libro. Podemos, sin embargo, al menos, suponer que la se-
mántica generativa se da por satisfecha con que no se pierda ningún
tipo de generalizaciones sintácticas al abandonar las representacio-
nes de estructura de casos en favor de representaciones semánticas
más abstractas.
Pasando ahora a la respuesta que dan las teorías estándar y es-
tándar ampliada a las propuestas de Fillmore, nos encontramos con
que tanto Katz como Jackendoff han identificado explícitamente las
relaciones casuales en términos de elementos semánticos. Katz (1972,
capitulo 3) escribe:
Supongamos que adoptamos las nociones tradicionales de
agente y receptor, respectivamente, como el instigador y actor de

136
la acción expresada por el verbo y como el receptor de esta ac-
ción. Podrlamos formalizar estas nociones aproximadamente
como sigue: una iectura L denota al agente si L sustituye a la va-
riable categorizada con el subfndice i en una lectura de un predi-
cado del tipo (3-85), y una lectura L denota al receptor si L sus-
tituye a la variable señalada con el subfndice J. de donde i =j:
[ ] [ ]
(3.85) «(Actividad), ( ), ... , (... X¡ ... ), ... , ( »X1)
< > < >
La definici6n que hace Katz del receptor es un tanto vaga, y tendria
que reformularse de un modo más riguroso si se desea distinguir esta
categoría casual de otras. Pero, al menos, su f6rmula (3-85) define
claramente al agente como el «sujeto» del primitivo semántico (Ac-
tividad). Dentro de una línea semejante, Jackendoff (1972, capitulo
2) escribe:
Las relaciones temáticas pueden definirse en tl:rminos de ... sub-
funciones semánticas. El agente es el argumento de CAUSAR que
es un individuo; fuente y objetivo son los argumentos básicos ini-
cial y final de CAMBIAR. La localización se definirla en tl:rminos
de una función semántica posterior ESTAR que concierne a un in-
dividuo (el Tema) y a un estado (la Localización).

Si una descripci6n semántica completa puede hacer redundantes


las representaciones casuales de FiUmore, no cabe esperar que la teo-
ría estándar las adoptara. Pero existe además otra raz6n para que
la teoría estándar rechace las propuestas de Fillmore: tal y como el
propio Fillmore apunt6 (1968), sus transformaciones no preservan
el significado. Las oraciones (a) y (b) de (57)-(59) anteriormente ci-
tadas no significan exactamente lo mismo. Por ejemplo, se conside-
ra habitualmente que (57b) implica que John cubri6 (más o menos)
toda la pared con pintura, sin embargo en (57b) se entiende que
John simplemente pint6 un pequeño trozo ~e pared. FiUmore co-
menta al respecto: «... me inclino a aceptar la reintroducci6n, en la
teoría gramatical, de transformaciones con aportaciones semánticas
(de este tipo sumamente restringido»)). Sin embargo, un principio bá-
sico de la teoría estándar (no ampliada) es que las transformaciones
no cambian el significado.
Por otra parte, para la teoría estándar ampliada, que permite la
interpretaci6n semántica de estructuras sintácticas derivadas, no se-
ría algo conflictivo esta propiedad de las reglas propuestas por Fill-
more. Chomsky (1972a), sin embargo, ha rechazado la teoría de los
casos por otros motivos. Este ha destacado que el nivel en el que de-
berían aplicarse las reglas interpretativas para determinar las dife-

137
rencias semánticas entre oraciones como las de (57) (a) y (b) es pre-
cisamente el nivel de la estructura profunda de la teoría estándar. Y
esto es así porque las interpretaciones de los sintagmas nominales de
estas oraciones ESTÁN protegidas de transformaciones sintácticas ES-
TÁNDARES tales como PASIVA y ELEVACIÓN DEL SUJETO.

(63) (a) Paint was sprayed on the wall by Jobn


("La pintura fue rociada sobre la pared por Jobn'')
(quizá s610 sobre parte de la pared, cfr. (57a»
(b) The wall was sprayed with paint by J obn
("La pared fue rociada de pintura por Jobnj
(toda la pared, cfr. (57b»
(64) (a) Bees are certain to be swarming in tbe garden
("Es seguro que habrá abejas zumbando en el jardín'')
(quizá s610 en parte del jardín, cfr. (59a»
(b) Tbe garden is certain to be swarming witb bees
("El jardín es seguro que estará zumbando de abejas'')
(todo el jardín, cfr. (59b»
Una vez que ban sido aplicadas estas transformaciones, sería difícil
identificar los sintagmas nominales que tienen el rasgo semántico de
«en su totalidad», puesto que pueden aparecer en gran variedad de
posiciones dentro del indicador sintagmático derivado. Para que sea
lo más econ6mica y general posible, la regla de interpretaci6n que
asignará dicho rasgo deberá, pues, aplicarse ANTES que estas trans-
formaciones. Sin embargo, la diferencia de significado existente en-
tre pares de oraciones como los de (57) (a)'y (b) muestra que esta
regla de interpretación tiene que aplicarse DESPUÉS de la regla de
Formación de Sujeto propuesta por Fillmore; en otras palabras: ha
de aplicarse en el nivel estándar de la estructura profunda.
Este argumento muestra que la aceptaci6n del nivel de represen-
taci6n casual propuesto por Fillmore no permitiría prescindir del ni-
vel estándar de estructura profunda. En el mejor de los casos, ten-
drían que admitirse AMBOS niveles. Chomsky no demuestra que el
adoptar ambos niveles fuera inadecuado, pero mantiene que una gra-
mática que generara las estructuras de casos de Fillmore y que re-
lacionara éstas mediante reglas apropiadas, con las estructuras pro-
fundas estándares sería simplemente una variante notacional de una
gramática que generara directamente estructuras profundas y que
utilizara reglas semánticas interpretativas para asignarles estructuras
casuales.
La teoría de Gruber es prácticamente contemporánea de la de
Fillmore y semejante a la de éste en algunos aspectos fundamenta-
les. Gruber (1965, 1967) propuso también un nivel de representaci6n

138
«menos profundo>~ que el nivel estándar de estructura profunda, y
se valió así mismo de él para relacionar oraciones con verbos simé-
tricos, oraciones corno (51), (52)-(54), etc. Me he centrado en la ver-
sión que da Fillmore de estas relaciones porque su obra es mucho
más fácilmente asequible y es más leida que la de Gruber, pero las
dos teorías no son, en absoluto, idénticas, debiendo destacarse un as-
pecto significativo de la teoria propuesta por Gruber.
Gruber llamó al nivel de representación que propuso NIVEL PRE-
L1~XICO. Corno su nombre indica, los elementos terminales de las es-
tructuras arbóreas no son, en este nivel, elementos léxicos sino, de
hecho, primitivos semánticos. Las estructuras subyacentes que Fill-
more propone para oraciones como (60) y (61) contienen los dos ele-
mentos léxicos diferentes like ("gustar'') y please ("agradar") y la
transformación de subjetivación es sensible en uno y otro caso a las
diferencias existentes entre ellos. Cuál sea de los dos sintagmas no-
minales el elevado depende de cuál sea el verbo de estas estructuras.
Por contra, las representaciones pre-léxicas de Gruber para estas ora-
ciones son idénticas, conteniendo tan sólo los primitivos semánticos
comunes a ambos verbos. Las transformaciones pueden aplicarse a
estas representaciones ANTES de que se inserten los elementos léxi-
cos. Los elementos léxicos conllevan especificaciones contextuales
que gobiernan el tipo de estructuras en las que pueden ser inserta-
dos. Así, en lugar de decidir qué transformaciones deben aplicarse
basándose en una elección previa de elementos léxicos (como ocurre
en la teoria de Fillmore), Gruber decide qué elementos léxicos de-
ben insertarse basándose en las transformaciones preléxicas que se
han aplicado. .
Evidentemente, esto está muy cerca de las transformaciones pre-
léxicas y de la inserción léxica post-transformacional, propuestas por
la semántica generativa. Las estructuras preléxicas de Gruber eran,
al menos en las primeras versiones de su teoria, menos abstractas y
menos explicitas semánticamente que las estolcturas subyacentes de
la semántica generativa; como Fillmore, Gruber supuso que todavía
se necesitarían algunas reglas de interpretación semántica. Este, al
contrario que la semántica generativa, no acepta que un elemento lé-
xico deba sustituir sólo un único elemento de la estructura prelexi-
cal. Sus derivaciones difieren pues de las derivaciones de la semán-
tica generativa, pero, aunque estas diferencias puedan resultar sig-
nificativas, también son destacables las semejanzas, ya que gran par-
te de la teoría de Gruber ha sido asimilada por la teoria semántica.
El sistema de RELACIONES TEMÁTICAS (que son las que corres-
ponden a las relaciones casuales en la teoria de Fillmore) propuesto
por Gruber ha sido también adoptado por Jackendoff como parte
del sistema de representación semántica de una teoría del significa-

139
do para la teoría estándar ampliada. Con todo, éste no acepta los
principios organizativos de la teoría de Gruber; rechaza el nivel pre-
léxico y deriva, mediante reglas interpretativas, las relaciones temá-
ticas de estructuras profundas estándares (véase Jackendoff, 1972,
capitulo 2, donde también se expone un análisis comparativo de las
teorías de Gruber y Fillmore).
En este libro no me volveré a ocupar ni de la teoría de Fillmore
ni de la de Gruber.

3.5. Cuestiones metodológicas

En este apartado he reunido varios de los problemas metodoló-


gicos que aparecen periódicamente en lingUistica y, especialmente,
en semántica. No espero que los planteamientos aqui adoptados per-
mitan solucionar tales cuestiones, pero, al menos, pondrán de ma-
nifiesto sus características. Para entender buena parte de lo que se
está haciendo en la investigación semántica es necesario tener pre-
sente la dificultad que existe para determinar qué tipos de argumen-
tos son los legitimos y qué consecuencias empiricas puede tener una
determinada teoría semántica.
Comenzaré por comentar el hecho, generalmente (aunque quizá
no universalmente) admitido, 'de que algunos de los argumentos uti-
lizados actualmente en el desarrollo de las teorías lingüísticas no de-
muestran lo que pretendian demostrar. Esto no significa que las con-
clusiones de estos argumentos tengan que ser falsas. Después de todo,
una teoría lingüística que estuviera inspirada en un campo de gira-
soles podría muy bien resultar adecuada y, desde luego, los argu-
mentos que aquf se comentan no son en modo alguno tan irrelevan-
tes como puedan serlo los campos de girasoles. Lo que muestra es
que se necesitan nuevos argumentos que apoyen estas teorías; y qui-
zá podamos llegar a entrever qué podría considerarse un BUEN ar-
gumento, si establecemos dónde nos hemos equivocado antes.
Los argumentos en cuesti6n conciernen a la relación entre sinta-
xis y semántica. Como vimos en la sección 3.3, el lugar que ocupe,
e incluso la existencia, de un nivellingüfstico intermedio entre el ni-
vel de superficie y el nivel semántico es el punto fundamental de las
disputas entre las teorías semánticas actuales. En Syntactic StTUCtures,
Chomsky mantenía el supuesto de que determinadas oraciones
con estructuras superficiales diferentes debian derivarse de la misma
estructura profunda, señalando el hecho de que estas oraciones po-
seen idénticas restricciones de selecci6n. Por ejemplo, todos y sola-
mente los sujetos admisibles por un verbo activo son admisibles
como agentes de ese verbo en forma pasiva, y todos y solamente los

140
objetos admisibles por un verbo en activa son sujetos admisibles en
forma pasiva. (Consideremos los ejemplos: John admires sincerity
["John admira la sinceridad'1; Sincerity is admired by John ["La sin-
ceridad es admirada por John'1: Sincerity admires John ["La since-
ridad admira a John"]; John is admired by sincerity? ["¿John es ad-
mirado por la sinceridad?'1-) El establecer diferentes conjuntos de
restricciones de selecci6n, uno para las oraciones activas y otro para
las pasivas, pasaría por alto el hecho de que uno de estos conjuntos
es simplemente el inverso del otro. Resultaría, pues, más econ6mico
derivar tanto las oraciones activas como las pasivas de una misma
estructura profunda y aplicar un mismo conjunto de restricciones de
selecci6n en su común estructura profunda.
En Aspects, Chomsky desarroll6 más su teoría de la inserción lé-
xica y el modo en el que ésta queda gobernada por las restricciones
de selección. Vn supuesto fundamental era que los elementos léxicos
que violan las restricciones de selecci6n especificadas en éstos no pue-
den insertarse en los indicadores sintagmáticos de la estructura pro-
funda. De ese modo, las combinaciones ilícitas de palabras no po-
drían generarse nunca. Mientras tanto, Katz y Fodor, en The Struc-
ture 01 a Semantic Theory, habían introducido las restricciones de
selección en el componente semántico. Tal y como se esboz6 en la
sección 3.1, estas restricciones gobernaban la aplicaci6n de las reglas
de proyecci6n semántica y bloqueaban la amalgama de lecturas in-
compatibles. Adviértase que esto presupone que indicadores sintag-
máticos profundos que contengan elementos léxicos incompatibles
sf pueden ser generados por la gramática.
Algunas de las restricciones de selecci6n que para Chomsky se
aplicaban a las estructuras sintácticas eran idénticas a las que, en la
teoría de Katz, formaban parte del componente semántico. Así pues,
el tratamiento que se daba a esta cuesti6n resultaba demasiado con-
fuso. Se proponían dos mecanismos formales distintos, pero no es-
taba claro que se tratara de dos fen6menosJliferentes que se corres-
pondieran con éstos; pero, de ser así, ¿qué casos pertenecen a un ám-
bito y cuáles al otro? La oraci6n (65), ¿es una oraci6n semántica-
mente an6mala o sintácticamente mal formada?

(65) Colorless green ideas sleep furiously


("Incoloras ideas verdes duermen furiosamente'')

En 1957 Chomsky afirm6 lo primero, pero su teoría de 1965 parece


implicar lo contrario.
McCawley (1968b) retom61a cuesti6n y argument6 que todas las
restricciones de selecci6n son semánticas. Destac6 que el que un sin-
tagma nominal sea o no un sujeto aceptable para un predicado de-

141
pende de la interacción de todos los constituyentes de dicho sintag-
ma nominal y no sólo de algún rasgo aislado y arbitrario del nom-
bre núcleo. Por ejemplo, si la oración (66) no es aceptable debido a
que corpse ("cad!ver'') no est! capacitado para ser sujeto de admire
("admirar''), entonces, lo mismo ocurrir! con la oración (67):

(66) This corpse admires sincerity


("Este cadáver admira la sinceridadj
(67) This dead man admires sincerity
("Este hombre muerto admira la sinceridad '')

Pero en el caso de (67) la inaceptabilidad no puede achacarse al


nombre man ("hombrej sino que tiene que ser atribuida a las pro-
piedades del adjetivo dead ("muerto''), puesto que man puede, desde
luego, aparecer corno sujeto de admire:

(68) This tall man admires sincerity


("Este hombre alto admira la sinceridad")

Para rechazar por razones sintácticas (67) sería necesario asignar


algún rasgo sintáctico a dead y complicar los rasgos de selección
de admire, haciéndolo sensible a los rasgos de los modificadores de
su SN sujeto además de a los del nombre nuclear. Pero esto pasaría
por alto el hecho principal, ya que estas adiciones en los mecanis-
mos de selección sintáctica duplicarían exactamente la maquinaria
del componente semántico. Una oración corno (69) es tan inacepta-
ble, y por idénticos motivos, como (66) y (67):

(69) This man that 1 proved that John was mistaken in believing
to be alive admires sincerity.
(Lit. "Este hombre que yo demostré a John que estaba con-
fundido en creer que estaba vivo admira la sinceridad j

Sin embargo, el hecho de que el sintagma nominal sujeto de (69) se


refiera a un hombre muerto está determinado por los significados de
prove ("demostrar''), mistaken ("confundido''), believe ("creerj y ali-
ve ("vivo'') y por el modo en que se combinan estas palabras. Es de-
cir, queda determinado por el contenido SEMÁNTICO de todo el sin-
tagma nominal. Pero además, el hecho de que admire conlleve esta
restricción de selección parece deberse a su propio significado: evi-
dentemente, admire no podría significar lo que significa si pudiera
aceptar, sin que se produjera anomalfa alguna, un sintagma nominal
sujeto referido a objetos inanimados.
Deberiamos hacer notar que existe desacuerdo entorno a la ge-

142
neralidad de esta conclusi6n de McCawley. Katz (1972, capítulo 8)
ha argumentado que si existen restricciones de selecci6n ajenas a la
sembtica. Mantiene, por ejemplo, quefootwear ("calzado") signifi-
ca lo mismo que articles of wearing apparel for the feet ("articulos
para atavío de los pies'), por más que el primero seleccione many
("muchos') y three ("tres') pero no seleccione much ("mucho'). Por
otra parte, también addled ("podrido') se ha dicho que significa lo
mismo que spoiled ("estropeado') o rotten ("corrompido'), pero, a
diferencia de estos últimos, s610 se dice de huevos y mentes; si es así,
sus propiedades selectivas no están determinadas por su significado.
Con todo, un buen número de las restricciones de selecci6n es-
tablecidas, incluyendo muchas de las que anteriormente se conside-
raron sintácticas, no son arbitrarias, ni especificas de una lengua o
idiosincrásicas de un elemento léxico en particular. Su origen es, ob-
viamente, el significado de la palabra: CUALQUIER palabra con ese
mismo significado tendrla idénticas restricciones en su distribuci6n
en oraciones inteligibles. Así pues, estas restricciones de selecci6n de-
ben considerarse como constricciones semánticas que brotan de los
significados de los constituyentes que las poseen y que son sensibles
a los significados de los constituyentes con los que aparecen. Sin em-
bargo, de la asunci6n de que las restricciones de selecci6n son cons-
tricciones SINT ACTICAS se han sacado conclusiones muy generales,
y en algunos casos estas conclusiones no han sido abandonadas des-
de su nacimiento.
Katz y Postal, cuando argumentan que las estructuras profundas
contienen toda la informaci6n semánticamente relevante (véase la
secci6n 3.1), lo hacen tras examinar aparentes contrajemplos de esto
y proponer la hip6tesis de que constituyerites abstractos como Neg
("Negaci6n'), Imp ("Mandato') y Q ("Interrogaci6n') aparecen en
la estructura profunda aportando informaci6n semántica especifica
de cada tipo de oración. Ahora bien, a no ser que existan pruebas
INDEPENDIENTES de la presencia de estos elementos en las estructu-
y
ras profundas, las observaciones de Katz Postal no hacen sino
apuntar hacia el no muy sorprendente hecho de que las estructuras
profundas PODRfAN (al menos en estos casos) quedar rellenas de in-
formación suficiente como para determinar el significado. De esto
no se desprenderla que las estructuras profundas DEBEN aportar de
hecho esta información; en otras palabras, que en una gramática óp-
TIMA de una lengua sólo las estructuras profundas hayan de ser in-
terpretadas semánticamente. Mas Katz y Postal si aportaron argu-
mentos para apoyar su análisis y los caracterizaron como «argumen-
tos sintácticos independientes». Sin embargo, estos argumentos se
basaban en su mayor parte en las restricciones de selección.
Se observó, por ejemplo, que determinados adverbios no apare-

143
cian en oraciones interrogativas, aunque si en las declarativas co-
rrespondientes. Según estos, por ejemplo, la interrogativa de (70) no
es aceptable mientras que sí lo es la declarativa de (71).

(70) Probably is he a doctor?


("¿Probablemente es él doctor?j
(71) Probably he is a doctor
("Probablemente él es doctorj

Si las restricciones de selección son sintácticas y constriñen las es-


tructuras sintácticas profundas, entonces deberá existir alguna dife-
rencia en las estructuras profundas de las interrogativas y las decla-
rativas que permita predecir estos hechos; y ésta puede radicar en la
presencia de Q en las primeras y su ausencia en las segundas. Así,
la presencia de Q, o de algún otro elemento semejante, queda apa-
rentemente fundamentada sintácticamente. Si admitimos, por el con-
trario, que los principios que gobiernan la selección de adverbios son
semánticos, no se podrá emitir conclusión alguna acerca de la natu-
raleza de las estructuras sintácticas profundas de estas oraciones. En
lugar de interpretar Q en la estructura profunda, las reglas semán-
ticas podrían interpretar (como muestran todas estas observaciones)
la inversión del sujeto y del auxiliar en las estructuras superficiales
de las interrogativas y utilizar entonces esta información para deter-
minar la aceptabilidad o inaceptabilidad de las mismas. En resumen,
pruebas positivas en apoyo del supuesto de que las estructuras pro-
fundas determinan por entero el significado requieren a su vez prue-
bas positivas de la existencia de Q, o de algún otro marcador de in-
terrogación semejante, en las estructuras profundas. Sin embargo,
los únicos argumentos positivos que se han propuesto dependen de
la aparentemente falsa asunción de que las restricciones de selección
tienen que ser aplicadas en el componente SINT ÁCfICO.
Así pues, dejando aparte los contrajemplos especificos del prin-
cipio de Katz y Postal (véase sección 3.3), los ejemplos que son com-
patibles con él son únicamente eso; no constituyen de por sí una de-
mostración de este. Es posible que la teoría transformacional sea en
el presente lo suficientemente potente como para permitir la cons-
trucción de gramáticas que sí se acomoden a este principio; pero es
de todos conocido que esta es hoy DEMASIADO potente en realidad.
La lingüística generativa ha superado ya el estadio en el que el pro-
blema fundamental era el de desarrollar mecanismos descriptivos lo
suficientemente ricos como para caracterizar todos los fenómenos
que ocurren en las lenguas humanas. Ahora la tarea acuciante es la
de restringir estos mecanismos de un modo tal que ofrezcan alguna
explicación de por qué en un sistema tan rico como una lengua na-

144
tural NO ocurren muchos fenómenos fácilmente imaginables. En este
sentido, pues, las aportaciones que enriquezcan aún más esta teoría
deben analizarse muy detenidamente y poseer bases más sólidas que
las de los morfemas abstractos postulados por Katz y Postal.
Los argumentos en apoyo de las estructuras profundas propues-
tas por la semántica generativa descansan también fundamentalmen-
te (como se destacó en la sección 3.2) en las restricciones de selec-
ción, en las relaciones gramaticales y en el principio de que las trans-
formaciones no deben alterar el significado de las oraciones. Así, los
argumentos que se postulan en apoyo de las transformaciones Cau-
sativa e Incoativa (y de la regla prelexical de elevación del predicado
que las sustituye), encuentran una justificación en que estas permi-
ten economizar restricciones de selecci6n. Si redden ("enrojecer"),
por ejemplo, se deriva de red ("rojo''), la gramática no necesitará,
pues, incluir afirmaciones independientes para explicar el hecho de
que el cielo pueda ser rojo pero no así las ideas; de que el cielo pue-
da enrojecer pero de que no puedan hacerlo las ideas, o de que la
puesta de sol pueda enrojecer el cielo pero que nada pueda enrojecer
las ideas. Sin embargo, si restricciones de selecci6n como éstas son
SEMÁNTICAS, el argumento en apoyo de que redden deriva SINT ÁC-
TICAMENTE de red no puede mantenerse. Estas observaciones po-
drían explicarse de modo igualmente válido con la ayuda de una gra-
mática que no estableciera relaci6n sintáctica alguna entre estos ele-
mentos sino que les asignara simplemente representaciones semánti-
cas imbricadas entre sí.
Otro ejemplo de esto lo constituye el análisis de la negación pro-
puesto por G. Lakoff (1966). Según éste, ni postulando un constitu-
yente Neg en las estructuras profundas, tal y como hicieron Katz y
Postal, pueden las tradicionales transformaciones de ((colocaci6m) de
dicho elemento (como las propuestas en Klima, 1964) preservar el
significado. Las oraciones (72) y (73) poseen significados diferentes
pero se derivarían de la misma estructura profjmda (74). .

(72) Someone cannot lift 200 lbs.


("Alguien no puede elevar 200 libras'')
(73) No one can lift 200 lbs.
("N adie puede elevar 200 libras'')
(74) Neg someone can lift 200 lbs.
("Neg alguien puede elevar 200 libras'')

La diferencia entre las dos oraciones surgiría s610 en la derivaci6n


transformacional, en la cual el elemento Neg, o bien quedaría situa-
do junto al elemento Aux o se combinaría con el sujeto pronominal.
Sin plantearse si una gramática que viola el principio de Katz y Pos-

145
tal debiera o no rechazarse, Lakoff lleg6 a la conclusi6n de que el
análisis de Klima era incorrecto y que a (72) y (73) debía asignárse-
les estructuras profundas diferentes. Éstas incorporarían el elemento
Neg en posiciones diferentes para indicar así su diferente dominio
en cada caso. Desde luego, no debería sorprendernos el hecho de
que las estructuras profundas que se llegaron a postular a partir de
criterios como éste resultaran indiferenciables de las estructuras
semánticas.
Los argumentos en favor de estructuras sintácticas profundas más
abstractas que las estándares también se han basado en las relacio-
nes gramaticales. Muestra de ello son los argumentos de Lakoff en
apoyo de la hip6tesis de que los adjetivos pertenecen a la misma ca-
tegoría que los verbos en la estructura profunda (véase secci6n 3.2).
Puede darse el caso de que dos oraciones con estructuras superficia-
les diferentes posean idénticas relaciones gramaticales entre sus va-
rios constituyentes; esta semejanza se explicaría asignando a ambas
una misma estructura profunda. La pregunta crucial aquí es qué se
considera una relación gramatical, una (<verdadera» relación grama-
tical, en oposición a una relación meramente superficial. Katz (1972,
capítulo 3) ha sugerido que las verdaderas relaciones gramaticales
son aquellas relaciones relevantes para la determinación del signifi-
cado de la oración. Chomsky (1965, capitulo 2) ha apuntado que
existe una verdadera relaci6n gramatical entre dos constituyentes
s610 en el caso de que entre ellos se establezca una restricción de se-
lección. Según esto, resulta que los argumentos concernientes a las
relaciones gramaticales son argumentos que se basan, o bien direc-
tamente en el significado, o bien en restricciones de selección, las cua-
les se hayan íntimamente relacionadas con el significado.
El hecho fundamental es básicamente éste: dado que los argu-
mentos en apoyo de las estructuras profundas se basan en propie-
dades y relaciones significativas, tales argumentos son irrelevantes.
Pueden llevarnos a conclusiones acerca de las representaciones se-
mánticas de las oraciones pero no a conclusiones sobre cómo han
de ser sus estructuras sintácticas profundas. No permiten determinar
la existencia o inexistencia de un nivel de estructura sintáctica pro-
funda diferente del nivel de representación semántica, ni tampoco,
de existir dicho nivel, sostener nada acerca de la naturaleza de sus
representaciones estructurales. De lo cual, evidentemente, resulta que
tampoco' pueden decirnos nada acerca de la relación existente entre
este nivel, si es que existe, y el nivel sem.án.tico. Y éste es un punto
importante. La observación de que las restricciones de selección son
semánticas podría parecer que sustenta la afirmación de la semánti-
ca generativa de que las estructuras sintácticas profundas son, al mis-
mo tiempo, estructuras semánticas. Sin embargo, esto sería así úni-

146
camente si mantenemos la vieja asunción de que las restricciones de
selección se aplican en el nivel de estructura profunda. G. Lakoff
(1968) ha propuesto que, efectivamente, se mantenga esto, ya que el
hecho de hacerlo entraña tener que aceptar aceptar la poderosa hi-
pótesis de que las representaciones de oraciones que se necesitan para
explicar determinadas relaciones semánticas y las representaciones a
las que se aplican las transformaciones sintácticas son idénticas. Los
teóricos de la teorla estándar ampliada han optado (aunque sin de-
masiado entusiasmo) por la otra opción; tienden a evitar los árgu-
mento s relativos a las restricciones de selección de las estructuras sin-
tácticas profundas y a recurrir solamente a argumentos concernien-
tes a la FORMA de las oraciones, en lugar de ocuparse de sus signi-
ficados. Esta limitación es una de las razones de por qué la te orla
estándar ampliada propone, como se observó en la sección 3.3, un
menor número de transformaciones y, en consecuencia, estructuras
profundas más «superficiales» que las de la teorla estándar o la se-
mántica generativa. También esta propuesta puede conducirnos ha-
cia una teorla más poderosa, aunque su poder serla muy distinto del
poder de la semántica generativa. Las transformaciones sintácticas
de la teorla estándar ampliada son menos numerosas y más homo-
géneas, por lo cual resultará posible formular constricciones univer-
sales más potentes sobre las transformaciones sintácticas posibles.
¿Qué podemos hacer en casos como éstos, en que los intereses
teóricos nos llevan por caminos opuestos? Una cosa si está clara: la
relación entre estructuras sintácticas y semánticas es una cuestión
empfrica y no debe establecerse con arreglo a permisiones metodo-
lógicas. Idealmente al menos, se han de determinar de forma inde-
pendiente las propiedades relevantes de las estructuras sintácticas y
semánticas; para considerar, posteriormente, en qué se asemejan, en
qué difieren y qué tipo de mecanismos son necesarios para correla-
cionar unas y otras. Esto es precisamente lo que Katz y Postal pre-
tendieron hacer, por más que, como hemos visto, es dudoso que lo
consiguieran. Cuando formularon su propuesta sabiamos menos so-
bre sintaxis y semántica de lo que hoy sabemos. Y optar por tomar
también en consideración las incertidumbres que atañen a la otra
para desarrollar, así, una mejor teoría integrada que sea consecuen-
te con lo que se conoce de ambas es del todo licito. Sin embargo, a
medida que se han resuelto esas incertidumbres nos vemos oglidos
a reconsiderar la naturaleza de tal integración.
Estos principios son, desde luego, mucho más fáciles de estable-
cer que de mantener. Forma y significado no se diferencian nftida-
mente en las lenguas naturales. Lo más que puede observarse son de-
terminadas restricciones en la distribución de las palabras y de los
sintagmas en las oraciones de una lengua. Algunas de sus combina-

147
ciones son aceptables y otras no lo son: En muchos casos existe una
explicación semántica para estos hechos distribucionales; en otros,
no es claro cuál pueda ser esta. Por ejemplo, en inglés, los verbos
que toman un auxiliar progresivo be-ING (estar + NDO) se refieren tí-
picamente a acciones o cambios de estado, mientras que aquellos ver-
bos que no toman dicha forma progresiva se refieren a estados con-
tinuos (los ejemplos habituales dan learn ("aprender'') -no estativo
y know ("saber'') ---estativo-; por ejemplo, John is learning how to
skate ("John está aprendiendo a patinar") frente a John is knowing
how to skate ("John está sabiendo patinar"). ¿Acaso el auxiliar pro-
gresivo posee un significado que es coherente únicamente con ver-
bos no estativos? Si esto es así, posiblemente la mejor gramática será
aquélla que no contenga ninguna restricción de coaparición sintác-
tica, ya que los significados de estos verbos deben ser descritos, en
cualquier caso, por la gramática, y las restricciones de selección de-
rivarian, sencillamente, de los significados.
En otros casos, el significado de ciertas expresiones parece ser in-
suficiente para explicar su distribución. No nos preocupa que pueda
decirse Ilifted it with the tweezers ("lo levanté con las pinzas"), pero
no I read it with the tweezers ("lo leí con las pinzas''); sin embargo,
puesto que podemos decir I saw it with my own eyes ("lo vi con mis
propios ojos"), ¿por qué no decir I rea/ized it with my own
mind/brain ("lo comprendí con mi propia mente/seso'')? Un ejem-
plo menos superficial lo constituye el que la gran mayoría de los ha-
blantes del inglés consideren gramaticales las oraciones I be/ieve him
to be dishonest ("le creo deshonesto''), I know / imagine / consi-
der/him to be dishonest ("le sé/imagino/considero/deshonesto''),
pero no la oración I think him to be dishonest ("le pienso deshones-
to''). La exclusión de think de esta construcción parece bastante ar-
bitraria, ya que otros verbos de su misma clase semántica si pueden
aparecer en ese contexto. Tampoco existe nada semánticamente anó-
malo en la proposición que (por analogía) se expresará mediante
1 think him to be dishonest. Lo único que ocurre es que no puede ex-
presarse de esa forma. Así pues, este ejemplo parece exigir algún ras-
go sintáctico o léxico que sea arbitrario y que se asigne al verbo
think. Pero aun en estos casos pueden darse diferentes explicaciones
semánticas de tales hechos, entre las cuales habrá que elegir una. Por
un lado, a las palabras que pueden aparecer en las construcciones
sintácticas en cuestión se les puede asignar una especificación arbi-
traria, ad hoc en el diccionario, ignorando su parcial pertenencia a
la misma clase semántica que aquellas que no pueden hacerlo. Por
otro lado, el ser miembro de una clase semántica dada puede con-
siderarse condición suficiente para que una palabra pueda aparecer
en tales construcciones, a pesar de que entonces se deberá asignar a

148
determinadas palabras de esta clase -aquellas que no pueden apa-
recer en ellas- especificaciones léxicas arbitrarias que corrijan este
principio semántico general (para una discusión en torno a las ex-
cepciones léxicas a las reglas, véase G. Lakof(, 1965).
Ejemplos concretos como estos pueden parecer relativamente tri-
viales, y sin embargo si son representativos de un problema muy ge-
neralizado: de que los hechos lingüisticos suelen ayudarnos muy
poco, demasiado a menudo, en la tarea de determinar la descripción
correcta. Con todo, cabe reunir las decisiones a este respecto para
mostrar los puntos de vista básicamente diferentes acerca de la na-
turaleza de las lenguas humanas. Cabe la posibilidad de que lo que
llamamos «sintaxis» y «semántica» sean simplemente los extremos
opuestos de un único sistema; los esquemas sintácticos de una len-
gua reflejan sin duda la estructura semántica subyacente exceptuan-
do situaciones ocasionales. Otra posibilidad es que sintaxis y semán-
tica se consideren sistemas radicalmente distintos, relacionados por
conexiones considerablemente arbitrarias. Es posible que éstos ten-
gan incluso orígenes evolutivos diferentes; entonces, las estructuras
sintácticas obedecerán a su propia lógica, aun cuando hayan sido for-
zadas para servir como medio de expresión de las ideas. Algunos de
los aspectos especifico s de los que las teorías semánticas se han es-
tado ocupando podrán parecer alejados de estas generalizaciones, tal
vez demasiado vagas; pero el objetivo de la lingüistica es, a pesar de
todo, construir una teoría sobre la organización de las lenguas na-
turales, para lo cual es importante determinar cómo afirmaciones
teóricas de carácter muy general se sustentan en descripciones de he-
chos específicos de niveles inferiores.
¿Cómo podemos llegar a decidir cuales descripciones son co-
RRECTAS? La respuesta parece evidente, aunque con ella resurjan
problemas a los que ya nos hemos enfrentado anteriormente en esta
obra y con los que nos tendremos que encarar de nuevo: si la lin-
güística es una ciencia empírica, todas sus afirmaciones deberán ser
corroborables empíricamente. La existencia de teorías científicas en
competencia puede ser beneficiosa y enriquecedora, por más que en
ocasiones lleve años, e incluso siglos, obtener los datos que permi-
tan decidir a favor de unas u otras. Pero la lingüística parece sumir-
se en la más obsoluta incertidumbre en cuanto se trata de determi-
nar, incluso teóricamente, los datos empíricos que podrían confir-
mar o refutar las teorías contendientes. Esto parece sugerir que, des-
pués de todo, la lingüística no es realmente una ciencia; o, por contra,
que es una ciencia sumamente dificil. ¿Pero por qué resulta tan dificil?
Muchos lingüistas coinciden con Chomsky en que la lingillstica
es una rama de la psicología cognitiva; sin embargo, sus métodos no
son los de los laboratorios de psicología. El objeto inmediato de es-

149
tudio no son las personas sino la lengua que utilizan -aunque el es-
tudio del dominio de los objetos que puede manipular un organismo
puede decirnos muchas cosas de las propiedades del organismo que
puede manipularlos. Cuando Chomsky demostró lo inadecuado de
las gramáticas de estructura sintagmática, no inspeccionó dentro de
la cabeza de los hablantes ni midió en el laboratorio tiempos de reac-
ción; se limitó a observar la existencia de determinadas dependen-
cias entre las partes de la oración, dependencias que los hablantes
«conocen», acerca de las cuales muy poco o nada puede decir una
gramática de estructura sintagmática. Aunque indirectamente, esto
es del tipo de operación mental que las personas son capaces de rea-
lizar al aprender a hablar una lengua. El dar una fundamentación
psicológica a una teoría lingüística amplia la gama de hechos empí-
ricos sobre los que se basan tales afirmaciones y, por tanto, dota de
contenido la cuestión de si una teoría es o no adecuada. Así, si las
lenguas se consideran como entidades abstractas meramente, las gra-
máticas que esa teoría permite no tienen más que determinar de al-
guna forma cuáles son las oraciones bien formadas y cuáles sus pro-
piedades semánticas y fonéticas. Cualesquiera teorías que cumplan
este requisito serán igualmente adecuadas. Con todo, si se toma en
serio el hecho de que las lenguas son usadas por personas y se con-
sidera la teorla lingUística como contribución al establecimiento de
los mecanismos psicológicos que subyacen al conocimiento que toda
persona posee de su lengua, entonces las representaciones y las re-
glas que utilicen las gramáticas también deberán someterse a la com-
probación empírica.
Aceptemos, pues, que las teorías lingüísticas son teorías de la
competencia lingüística. (Aunque dicha noción todavía no ha sido
definida al gusto de todos, la COMPETENCIA lingüística de una per-
sona parece ser el conocimiento global que esta persona posee sobre
su lengua, que se manifiesta en la producción lingüística, la percep-
ción y otras habilidades lingüísticas. Esta ha de ser diferenciada de
la ACTUACIÓN, que depende de los mecanismos psicológicos a partir
de los cuales se adquiere este conocimiento y de su utilización en oca-
siones particulares). Esta caracterización de la lingüística puede que
tenga la ventaja de traer a los psicólogos en nuestra ayuda, pero no
resuelve el problema en cuestión. Todavía estamos empeñados en re-
construir una realidad mental extremadamente compleja a partir de
manifestaciones totalmente periféricas -¡un dinosaurio completo a
partir de una tibia! No es, pues, un hecho sorprendente el que las
teorías que tratan sobre esta realidad mental se relacionen con los
datos de que se dispone sólo de formas muy indirectas y el que los
lingUistas deban hacer uso de una considerable ingenuidad a la hora
de forjar estas conexiones.

150
Un problema permanente ha sido el de decidir cuándo verdade-
ramente difieren dos teorías lingüísticas en sus consecuencias empí-
ricas o cuándo utilizan, simplemente, una terminología diferente para
llegar a idénticas afirmaciones sobre los hechos en cuestión, en cuyo
caso son «meras variantes notacionales» la una de la otra. N o resul-
ta nada fácil determinar qué partes de una teoría lingüística DEBEN
estar dotadas de contenido empírico y cuáles son únicamente un me-
dio de expresión de sus afirmaciones empíricas; como tampoco lo es
el cómo interpretar las gramáticas formales como modelos de com-
petencia lingüística. Supongamos, por ejemplo, que una gramática
del inglés utiliza el rasgo sintáctico [+ Adll para marcar una catego-
ría léxica mientras que otra gramática utiliza el símbolo categorial
Adj. No nos resultará dificil imaginarnos estableciendo observacio-
nes psicológicas directas que confirmaran la realidad psicológica de
la categoría léxica; pero, ¿cómo establecer los factores psicológicos
pertinentes para decidirnos por el rasgo o el símbolo categorial? ¿Qué
aporta una gramática sobre la competencia lingüística que no apor-
te la otra?
Un claro ejemplo de variación notacional es el siguiente: sean dos
sistemas lógicos uno en cuyas fórmulas los predicados aparezcan de-
lante de los argumentos a ellos asociados (es decir, que sean como
Rab), y otro cuyas fórmulas posean estas entre sus argumentos (es
decir, que sean como a Rb). Esta diferencia formal no repercute
en modo alguno en la clase de proposiciones que pueden construir-
se en ambos sistemas ni en los teoremas que pueden ser demostra-
dos con ellos. Las fórmulas de uno pueden traducirse precisa y
mecánicamente a las del otro. Pero, además, para justificar estos
sistemas lógicos no se apela a su realidad ·psicológica. N o puede,
pues, hacerse pregunta alguna acerca de cuál de ellos es adecuado
y cuál no. Parecen ser un caso paradigmático de sistemas equiva-
lentes.
Con todo, si estos dos sistemas fueran propuestos como teorías
de la competencia lingüística, resultaría que 'incluirían dos afirma-
ciones incompatibles. Una de ellas, al menos, tendría que ser falsa.
De hecho, McCawley (1970) ha argumentado que, en las estructuras
subyacentes del inglés, el verbo no sigue al sujeto, tal y como apa-
rece en las estructuras superficiales, sino que es el primer elemento
de su cláusula. Desde el momento en que las representaciones asig-
nadas a las oraciones en una gramática se constituyen en hipótesis
sobre las representaciones mentales, la gramática que contenga di-
cha afirmación diferirá probablemente, tanto en su contenido como
en su aparato notacional, de aquella que mantenga que los sintag-
mas nominales sujetos preceden a los verbos en todos los estadios
derivacionales. En otras palabras: resulta dificil imaginarse cÓmo po-

151
dría estructurarse la competencia lingüistica sin que la pregunta ((¿el
verbo, al principio de la oraci6n o tras su sujeto?) no influyera sen-
siblemente en ello. (A menos, desde luego, que la respuesta correcta
sea que los constituyentes de la estructura profunda no están en ab-
soluto ordenados, en cuyo caso ambas teorías serían falsas; y, aún
entonces, seguirían siendo diferentes.)
Los argumentos que presenta McCawley en apoyo de su afirma-
ci6n son argumentos especificamente lingüísticos. Se centran en la
observaci6n de que cierto número de reglas transformacionales po-
drían simplificarse si los verbos ocuparan la posici6n inicial de la cláu-
sula en la estructura profunda. Determinar si argumentos de este
tipo pueden o no ser concluyentes es problemático: no es de por sí
evidente que el hablante nativo haga suya realmente toda simplifi-
caci6n que pueda realizar un lingüista en la descripci6n de una len-
gua (aunque si las generalizaciones lingüísticas de las que dan cuen-
ta las gramáticas NO son atribuibles a la psicología de los usuarios
de esa lengua, ¿c6mo explicarse su existencia?). En realidad, no está
claro si serán suficientes solamente los datos lingüísticos para selec-
cionar una única gramática ((psicoI6gicamente reah) del inglés o de
cualquier otra lengua natural o si deben ser utilizados 3 métodos
experimentales.
Todo esto pretende servir de camino hacia un diagn6stico par-
cial de las causas de las numerosas dificultades existentes a la hora
de elegir entre teorías lingüfsticas rivales. Puede que estemos lodos
de acuerdo en que, cuando dos teorías realizan idénticas prediccio-
nes, estas no son niás que variantes notacionales y que, por lanto,
s610 pueden valorarse con arreglo a su elegancia, comprensibilidad,
etc. Pero, excepto en los casos en los que se da un claro desacuerdo
acerca de cuál sea el significado de una oraci6n o de su gramaticali-
dad, lo habitual es que ignoremos qué teorías realizan una misma
predicción empfrica, y esto tiene una trascendencia especial en lo
que respecta a las relaciones entre sintaxis y semántica. Las descrip-
ciones lingüísticas son como son, en parte debido observaciones em-
píricas relativamente directas. Las combinaciones de palabras que
las personas emplean al hablar son observables. El significado de es-
tas secuencias puede someterse, con arreglo a su especificidad, a in-
vestigación. Sin embargo, las derivaciones que median antre ambas

3 Entiendo aquf la palabra «experimental)) en un sentido muy amplio. Hechos que


pudieran, bajo una interpretaci6n adecuada, reducir las opciones te6ricas podrfan de-
rivarse de áreas como el cambio lingülstico o la adquisici6n del lenguaje. Los lingüis-
tas algunas veces se refieren a la primera pero s610 raramente a la segunda. La prác-
tica habitual de responder únicamente a algunas fuentes de datos. ignorando otras.
pone de manifiesto nuevas cuestiones de principio que no suelen ser tema de discusi6n.

152
cuestiones deben inferirse, y habitualmente debe hacerse mediante
una larga cadena de inferencias cuyos pasos no pueden comprobar-
se directamente. No es, pues, sorprendente que, en lingüistica, los
mayores desacuerdos, y quiz~ los mú dificiles de solucionar, se re-
fieran a los estadios intermedios de las derivaciones que es donde la
sintaxis y la semMtica se encuentran.
Valga un último comentario en torno a la evaluación de las teo-
rias. Las teorias semánticas habituales no son, ni intentan ser, com-
pletas ni definitivas. No hacen simples afirmaciones aisladas acerca
de cada uno de los fenómenos sem~nticos, y muchas de sus afinna-
ciones pueden ser modificadas o abandonadas sin que se pierdan con
ello las características (aparentemente) distintivas de la teoría. Esto
ha ocurrido frecuentemente. Las teorias de las que nos ocupamos
no han sido desarrolladas aisladamente unas de otras; según se han
ido haciendo determinadas observaciones por parte de los defenso-
res de una teoria, éstas (si no han sido rechazadas) se han ido in-
corporando a las teorías restantes. Veamos un solo ejemplo: cuando
Chomsky llam6 la atenci6n sobre los fenómenos del foco y la pre-
suposici6n (véase la secci6n 3.3), las representaciones de estas pro-
piedades se introdujeron en las representaciones semánticas de la se-
mántica generativa. Esto exigi6 una revisi6n de las afirmaciones
mantenidas por esta concernientes a que las representaciones semán-
ticas poseen exactamente la misma forma que los indicadores
sintagmáticos sintácticos. Y, junto a otras observaciones acerca
de la correlaci6n del significado con las estructuras sintácticas deri-
vadas, exigi6 también la introducción de reglas globales en sus aná-
lisis gramaticales. NO condujo a un colapso de la teoria semántica
generativa. .
No podemos regular la posibilidad de que alguna teoria se de-
muestre como absolutamente inútil a la luz de los datos, pero no es
realista pensar en esto como un hecho paradigmático. El progreso
podría muy bien consistir, no en la falsaci61) definitiva de todas las
teorías en competencia a excepci6n de una de ellas, sino, mú bien,
en su convergencia gradual. El único signo de que una teoria es fun-
damentalmente inadecuada podria ser el que se hiciera mú y mú
barroca a medida que intentara acomodarse a las nuevas observa-
ciones empíricas -observaciones que se incluyen, naturalmente, den-
tro de los principios existentes en otras teorías. Según se van reali-
zando los ajustes pertinentes con arreglo a los datos observados, las
diferencias entre las teorías podrán, al menos en principio, diluirse
hasta un punto en el que s610 se mantuvieran las diferencias nota-
cionales. Esta posibilidad supone qué el llegar a determinar qué cons-
tituye una mera diferencia notacional se convierte en algo todavía
mú importante. Exige ademú que, cuando se comparen dos teorias

153
generalmente aceptadas, deban tenerse en cuenta las siguientes pre-
guntas: ¿en qué aspectos difieren verdaderamente?; respecto de los
aspectos en que difieren, ¿culll es la adecuada? ¿C6mo podria corre-
girse la inadecuada? Y, más tarde, cuando las correcciones hayan
sido hechas, la pregunta de si existe una verdadera diferencia entre
ellas surgirá de nuevo.

154
4. La relación de proyección entre estructuras
sintácticas y estructuras semánticas
En el capítulo anterior hemos presentado las teorías acerca del
significado con que contamos en estos momentos. En éste y en el pró-
ximo, dichas teorías serán analizadas comparativamente respecto de
los tipos de derivaciones que postulan y de las representaciones se-
mánticas de las oraciones que proponen.
Parece estar fuera de toda duda que las oraciones poseen deter-
minadas estructuras sintácticas y ciertas interpretaciones, y que unas
y otras se hallan interrelacionadas en virtud de ciertos principios ge-
nerales. Como ya hemos señalado antes, las teorías lingüísticas di-
fieren entre sí, más por las particulares concepciones que poseen de
tales principios que por sus concepciones de qué es el significado y
de cómo debe representarse éste. De acuerdo con nuestros propósi-
tos en este capítulo, admitiremos que todos los lingüistas están de
acuerdo en lo referente a qué son las estructuras superficiales y las
representaciones semánticas de las oraciones. Tendremos, así, que
dar respuesta a gran cantidad de preguntas sobre el número de es-
tructuras intermedias de las derivaciones, sobre las propiedades de
estas estructuras y sobre las propiedades de las reglas que permiten
relacionarlas.

4.1. La«Dirección» de las derivaciones

La noción de DIRECCiÓN de una derivación ha sido fuente de con-


fusiones y de enfrentamientos desde los primeros días de la gramá-
tica generativa. Erróneamente, ésta ha sido a menudo concebida
como una teoría de la producción lingüistica; y ello se debe, entre
otras cosas, a que una gramática transforrnacional nos dice, en pri-
mer lugar, cuál es la estructura profunda de una oración, a conti-
nuación, cuál es su estructura superficial y, por último, cómo debe
pronunciarse. Pero Chomsky ha sostenido siempre explicitamente

155
(cfr., por ejemplo, Chomsky, 1965, capítulo 1) que las reglas de una
gramática no deben ser tenidas por reconstrucciones de los procesos
computacionales psicológicos que tienen lugar en la mente o en el
cerebro del usuario de una lengua cuando éste emite (o interpreta)
oraciones. De hecho, estas reglas expresan, de un modo enteramen-
te neutral con relación a la producción de enunciados o a su per-
cepción, aquella información que todo hablante debe conocer y em-
plear de alguna manera, tanto cuando habla, como cuando percibe
su propia lengua.
La construcción de modelos del cómo utilizamos la gramática a
la hora de hablar y comprender lo dicho es el quehacer esencial de
la psicolingüística. Suponer que las reglas de la gramática son utili-
zadas directamente, y en el orden en que ésta especifica, como ((re-
cetas)) para la construcción e interpretación de oraciones es, simple-
mente, absurdo. El usuario de una lengua no se ve, evidentemente,
en el trance de tener que decidirse por emitir un sintagma nominal
antes de haber decidido qué elementos léxicos constituirán dicho sin-
tagma; esto es, antes de saber de qué va a hablar. Del mismo modo,
resulta claro que para comprender una oración no se precisa recons-
truir su estructura profunda antes que nada, y, sólo luego, tomar en
consideraciÓn muy diversos aspectos de su estructura superficial.
Trastocar la gramática con objeto de invertir el orden de las etapas
de que consta una derivación, o invertir la dirección aparentemente
seguida por los procesos psicológicos, invocando afirmaciones ruti-
narias acerca del "análisis por síntesis" han resultado ser opciones
carentes de interés para el estudio de los hechos conocidos relacio-
nados con los procesos psicológicos que intervienen en el uso del len-
guaje. A no pocos lingüistas y psicólogos esto les ha hecho poner en
tela de juicio lo apropiado del aserto de que la clase de gramática
desarrollada para dar respuesta a nuestras observaciones lingüísticas
reproduce determinando componente de los mecanismos psicológi-
cos relacionados con el uso del lenguaje. Otros, en cambio, sostie-
nen que una gramática DEBE ser real desde el punto de vista psico-
lógico en este sentido, pues, de no ser así, la existencia de las gene-
ralizaciones lingüísticas que aquélla formula resultaría inexplicable;
de ahí que se afanen por establecer una relación diferente y mucho
más sutil entre reglas lingüísticas y procesos psicoló~cos (cfr. J. A.
Fodor, Bever y Garret, 1974, cap. 6. 2 ). Son éstas, sin duda, cuestio-
nes importantes y sugerentes, pero debemos dejarlas a un lado y cen-
trar nuestra exposición en los fundamentos que pueda tener el con-
cepto de direccionalidad, así como en el significado de éste para la
gramática, prescindiendo de todo lo relativo a 108 procedimientos
por medio de los cuales se "actualiza" una gramática en el hablar.
Aunque las poco afortunadas concepciones de la gramática que

156
acabamos de mencionar han caido prácticamente en el olvido, la
cuestión de la dirección seguida por las derivaciones se plantea de
nuevo con el desarrollo de la semántica generativa como opción ri-
val de una teoría semántica interpretativa. De acuerdo con aquella,
la estructura inicial de la derivación de una oración es su estructura
semántica, la cual es posteriormente transformada de manera pro-
gresiva en una estructura superficial. De acuerdo con la teoría es-
tandar, en cambio, dicha estructura inicial es la estructura sintáctica
profunda de la oración, la cual será convertida de forma similar en
una estructura superficial, y puesta en relación con la estructura se-
mántica correspondiente por medio de determinadas reglas interpre-
tativas; reglas que poseen como entrada la propia estructura profun-
da. Prescindiendo de toda alusión a que puedan existir reglas semán-
ticas interpretativas que se asignen a estructuras sintácticas deriva-
das, nos encontramos, pues, ante un estado de cosas como el ilus-
trado en (4-1), donde las flechas que ponen en relación las estructu-
ras sintácticas y las estructuras semánticas apuntan en direcciones
opuestas.

(4-1)

Semántica Generativa Teoría Estándar

ESTRUCTURA SEMÁNTICA ESTRUcruRA SEMÁNTICA


t
j ESTRUCTURA SINTÁCTICA
PROFUNDA
~
ESTRUcruRA SUPERFICIAL ESTRUCTURA SUPERFICIAL

La diferencia entre la Semántica Generativa y la Teoría Están-


dar respecto de esto es realmente llamativa; hasta el punto que re-
sulta tentadora la idea de fundamentar la elección de una de las dos
en ello, ignorando aquellas otras diferencias que puedan existir en-
tre ambas. Quiero destacar, sin embargo, que, de acuerdo con lo que
ambas teorías sostienen de hecho, la Semántica Interpretativa y la
Semántica Generativa se diferencian en sus asertos acerca de la na-
turaleza de las representaciones semánticas, acerca de las propieda-
des que poseen las reglas que relacionan éstas con las estructuras se-
mánticas, en sus posiciones referentes a la cuestión de si existe o no
un nivel lingüístico intermedio entre los niveles correspondientes a
la estructura semántica y la estructura superficial, y en sus afirma-
ciones acerca de un buen número de temas más especificos.

157
Algunas de estas diferencias, no obstante, están estrechamente re-
lacionadas con sus diferentes propuestas en relación con la cuestión
de cuál ha de ser la «dirección» que sigan las derivaciones. Nosotros
creemos que seria posible separar dicha cuestión de las restantes,
para su estudio particular, mediante el examen comparativo de dos
gramáticas imaginarias, G1 y G2 , que son idénticas en todo, salvo
que las reglas de G1 son exactamente las reglas contrarias de las re-
glas de G2 (o lo que es lo mismo, que cada regla de G1 posee como
entrada aquellas estructuras que son la salida de la de la regla co-
rrespondiente de G2 , y viceversa), y en que el orden de acuerdo con
el cual se aplican las reglas de G1 es, así mismo, el contrario del or-
den en que se aplican las reglas de G2 que se corresponden con aqué-
llas. El conjunto de representaciones estructurales que constituyen
la derivación de una oración será, por tanto, el mismo para ambas
gramáticas, pero tales representaciones se generarán en un orden in-
verso. Téngase presente que, allí donde G1 aplique una regla de eli-
sión, G2 aplicará una regla de inserción; donde G1 aplique una regla
de movimiento de un constituyente hacia la izquierda de un indica-
dor sintagmático, G2 aplicará una regla que moverá dicho constitu-
yente hacia la derecha de tal indicador, etc., como queda ilustrado
en (4-2).

(4-2)

Derivación

estadio 1: d es colocada abcd estadio 2: d es colocada


a la izquierda a la derecha
de be adbc de be
estadio 2: a es elidida estadio 1: a es insertada
delante de d 1dbc delante de d

La diferencia entre G1 y G2 relativa a la «direccióm) que siguen las


derivaciones en una y otra se corresponde, pues, inevitablemente,
con una diferencia entre ambas referente a los procesos que sus res-
pectivas reglas especifican.
En el apartado 4.2, tomaremos en consideración la posibilidad
de constreñir las reglas de una gramática de tal forma que éstas sólo
puedan especificar determinadas clases de procesos. Tal vez poda-
mos determinar cuál de nuestras dos gramáticas es más adecuada
fundamentando nuestra decisión en las implicaciones que esto tenga
para una y otra. Pero permítasenos por el momento dejar a un lado
este tema; y admitamos que tanto las reglas de G1 como las reglas

158
de G2 satisfacen la definición de regla posible de la gramática. ¿Exis-
tiría, a pesar de esto, alguna razón para preferir una gramática a
otra? La opinión compartida al respecto, incluso por aquellos que
no comparten opinión alguna, es que no debería haber diferencias
significativas entre dos gramáticas como éstas una vez que hemos
desterrado la vieja confusión consistente en considerar las gramáti-
cas como modelos psicológicos de la producción y percepción lin-
güísticas (cfr. Chomsky, 1970b; G. Lakoff,1971, y Postal, 1972. La
opinión contraria puede hallarse en Zwiky, 1972). No obstante, re-
sulta dificil conciliar dicha postura con el hecho de que la dirección
que, según la teoría estándar, siguen las proyecciones de las estruc-
turas sintácticas profundas en estructuras superficiales y la que si-
guen las de las representaciones morfofonémicas en representacio-
nes fonéticas nunca halla sido cuestionada. Presumiblemente, existe
alguna razón para proponer que las derivaciones sintácticas y fono-
lógicas sigan una determinada dirección. Y si es así, cabe pensar que
ha de existir alguna consideración similar para proponer una direc-
ción específica para las reglas encargadas de poner en relación las
representaciones sintácticas y las representaciones semánticas.
La derivación sintáctica estándar de una oración como (1) con-
tiene, entre otras, las estructuras (2) y (3):

(1) Who do you expect to murder Jemina?


("¿Quién esperas que mate a J.?'')
(2) Q You Pres expect (O WH + pro murder Jemina)
(3) Q WH + pro you Pres expect (O murder Jemina)

La estructura (3) se obtiene a partir de (2) mediante la aplicación


de la transformación de anteposición del elemento WH. Si la direc-
ción que ha de seguir una derivación fuera irrelevante para la teoría
gramatical, no debería existir, entonces, justificación alguna para
preferir una derivación como ésta a su contraria, esto es, a una de-
rivación en la que nuestras transformaciones, con sus respectivas des-
cripciones estructurales y cambios estructurales intercambiados, se
aplicaran en orden inverso, y generar así las estructuras profundas
a partir de las estructuras superficiales. De esta forma, (2) podría de-
rivarse a partir de (3) mediante la aplicación a ésta de una transfor-
mación de «vuelta a su lugar» del elemento WH. Pero, ¿sería dicha
transformación tan adecuada como la transformación de anteposi-
ción de WH?
En las interrogativas parciales directas [-y esto es así también
en las interrogativas parciales indirectas-], la transformación de an-
teposición del elemento WH coloca el SN que contiene dicho ele-
mento en la posición inicial de la oración a que se aplica ésta. En la

159
derivación de (3) a partir de (2), la transformación en cuestión mue-
ve a dicha posición el SN sujeto de murder ("asesinar"), mientras
que en la derivación de una oración como (4) el SN movido a este
lugar es el SN complemento directo de este mismo verbo.

(4) Who do you expect to murder?


("¿A quién esperas asesinar?")

La regla de anteposición del elemento WH «conoce», es una forma


de decirlo, qué SN debe mover -aquel que contiene a WH-, y a
qué lugar de una configuración dada debe moverlo. (Nótese que
siempre es posible determinar cuál es la posición inicial de una ora-
ción.) La transformación de «vuelta a su lugan) del elemento WH,
en cambio, ha de tomar el SN situado al principio de una oración
que contiene tal elemento y devolverlo a aquella posición de la mis-
ma que le es especifica a la posición de sujeto de una oración su-
bordinada sustantiva de complemento directo en (2), y a la de com-
plemento directo de una oración de este mismo tipo en (4). Dicha
transformación «sabe» qué SN debe mover; ahora bien, ¿puede lle-
gar a «saben) realmente a qué lugar debe moverlo? ¿Cómo indicar
que al final de (4) existe una posición vacía en la cual deberá inser-
tarse el pronombre interrogativo, pero que esto no es así en el caso
de (3)? Una posición vacía es, a la postre, algo indeterminado. Aho-
ra, resultarán contiguas dos palabras que anteriormente no lo eran.
La información que nos permite determinar dónde existe una po-
sición vacía, así como en qué posición de este tipo debe ser inserta-
do el constituyente movido por la transformación de «vuelta a su lu-
gan) del elemento WH, no es otra que la información contenida en
las estructuras profundas de las oraciones en cuestión, y aquella re-
lativa a la cuestión de qué otras transformaciones pueden, y cuáles
no, ser aplicadas para la conversión de tales estructuras profundas
en estructuras superficiales apropiadas. Dicha información está cons-
tituida por los hechos e inferencias siguientes:

(4-3) (a) murder debe poseer un sujeto en estructura profunda.


(murder no posee sujeto ni en [3] ni en [4]; por consi-
guiente, concluiremos que en ambas oraciones existe,
delante de murder, una posición vacía).
(b) murder ha de tener únicamente un complemento direc-
to (esto es, un SN sin preposición) en estructura pro-
funda. (Murder posee un complemento directo en [3]
pero no en [4]; por tanto, existirá una posición vacía
tras éste en [4], pero no en [3].)
(c) expect (esperar) debe tener sujeto en la estructura pro-

160
funda, pero no puede seleccionar a un tiempo un com-
plemento directo nominal y un complemento directo
oracional. (Expect posee un sujeto tanto en [3] como
en [4]; por consiguiente, ni una ni otra oraci6n podrá
contener una posici6n vacía delante de expect. Dado
que éste no ha seleccionado un objeto nominal, estas
oraciones tampoco podrán contener una posici6n vacia
tras él en sus respectivas oraciones constituyentes. Así,
pues, las únicas posiciones vacias con que contaremos
se hallarán delante de murder en [3], y delante y tras
murder en [4].)
(d) La transformaci6n contraria de la transformaci6n de
ESNE podrá asignar a murder un sujeto estructural y re-
ferencialmente idéntico al sujeto de expect [por tanto,
las posiciones vacias delante de murder en (3) y (4) po-
drían Ser «llenadas», tanto por la transformaci6n de
«vuelta a su lugar» del elemento WH, como por la trans-
formaci6n contraria de ESNE. Pero, puesto que (3) no
contiene otra posici6n vacía que pueda ser llenada por
la primera de ambas transformaciones, ésta deberá lle-
nar la posici6n vacia delante de murder en dicha estruc-
tura. De esta forma queda resuelto este problema por
lo que respecta a (3), pero no por lo que respecta a (4).]
(e) Tan s610 la transformaci6n de «vuelta a su lugar» del
elemento WH podría asignar un complemento directo
a murder en (4) (en otras palabras, la transformaci6n
contraria de la transformaci6n de Elisi6n de Objeto de
la teoría estándar no puede aplicarse a murder, ni tam-
poco la transformaci6n contraria de la transformaci6n
de la teoría estándar de Movimiento Psicol6gico, etc.)
[Por consiguiente, la posici6n vacía tras murder en (4)
únicamente podrá ser llenada por la transformaci6n de
«vuelta a su lugan~ del elemento WH, mientras que la
posici6n vacía de delante de murder será llenada por la
transformaci6n contraria de ESNE.]

Todo esto prueba que, para que la transformaci6n de «vuelta a


su lugar» del elemento WH sea aplicada adecuadamente, ésta preci-
sa «conocer» la informaci6n referente a las estructuras intermedias
de la derivaci6n de una oración que son, sin embargo, más «profun-
das» que aquélla a la que se aplica dicha transformaci6n; esto es, in-
formaci6n referente a estructuras que s610 podrán ser generadas una
vez que se haya aplicado ésta. Por contra, la regla de la teoría es-
tándar de anteposición del elemento WH es «auto suficiente», ya que

161
puede aplicarse con entera libertad con respecto de cualquier tipo de
información relativa a estadios posteriores a su aplicación. La razón
de esta diferencia es que la transformación de anteposición del ele-
mento WH especifica un proceso paralelo al flujo de información
gramatical entre estructuras como (2) y (3). Antes de que la antepo-
sición del elemento WH se aplique, podemos determinar la función
sintáctica y semántica del pronombre interrogativo en la oración de
que forma parte, en virtud del lugar que éste ocupa en ella. Pero,
esta información es mucho menor cuando todos los pronombres in-
terrogativos han sido movidos hacia la misma posición al principio
de la oración. Así, (2) posee, en ese sentido, más información que
(3); (2) contiene, de hecho, información suficiente para predecir cómo
será (3); esta última, por contra, no contiene la información necesa-
ria para poder predecir cómo sería (2). La aplicación de otras trans-
formaciones, como, por ejemplo, la transformación de pasiva o la
transformación de movimiento de partícula no acarrea la pérdida de
información relevante en las estructuras a las que se aplican y, por
consiguiente, podrían ser aplicadas en órdenes inversos. Esta asime-
tría referente a la información contenida en dos representaciones es-
tructurales contiguas en una derivación es lo que dota de cierto con-
tenido a la noción de dirección en la aplicación de las reglas.
No obstante estas observaciones, de·ellas no cabe concluir que
las derivaciones sintácticas propuestas por la teorla estándar sean
adecuadas y que no puedan ser reemplazadas por sus contrarias. En
realidad, ni tan siquiera prueban que la gramática del inglés deba
contener una regla como la transformación de anteposición del ele-
mento WH en lugar de una transformación como la de «vuelta a su
lugar» del elemento W H. y la razón de esto es la siguiente: si bien
es cierto que esta última transformación no puede aplicarse de for-
ma adecuada sin tener en cuenta cierta información referente a es-
tadios derivativos posteriores al de su aplicación, el objetivo perse-
guido con este recurrir a este tipo de información puede lograrse, así
mismo, con la ayuda de ciertos mecanismos de FILTRADO. Esto es:
podríamos sostener que la transformación de «vuelta a su lugar¡> del
elemento WH se aplicara libremente, situando pronombres interro-
gativos en posiciones inadecuadas en ciertas derivaciones y en posi-
ciones adecuadas en otras; y más tarde, nos podrlamos valer de otras
reglas, como, por ejemplo, las reglas de estructura sintagmática que
dan origen a estructuras profundas bien formadas, como fUtros que
desechen las estructuras agramaticales así obtenidas. Así, si la trans-
formación de «vuelta a su lugar» del elemento WH colocara, por
ejemplo, el pronombre interrogativo de (3) en la posición inmedia-
tamente detrás de Jemina. la derivación en cuestión serla marcada
como agramatical con la ayuda de las reglas que especifican cuáles

162
son estructuras profundas bien formadas y cuáles no (puesto que, de
acuerdo con esta derivación, resultarla que murder tiene dos objetos
en estructura profunda y carece de sujeto).
Un mecanismo de filtrado es, pues, una herramienta con la que
podemos resolver el conflicto que se plantea cuando la dirección que
sigue la aplicación de las reglas en una derivación y la dirección que
sigue el flujo de infórmación contenida en las estructuras contiguas
de dicha derivación son direcciones opuestas. Con ayuda de esta cla-
se de mecanismos, es posible rechazar toda derivación en la que se
haya aplicado incorrectamente una determinada regla en un estadio
derivativo dado, cuando aquella información que sea relevante para
su correcta aplicación no haya sido especificada. Intuitivamente al
menos, cabe pensar que una gramática cuyas reglas son suficientes
para definir las oraciones bien formadas de una lengua natural, sin
necesidad de recurrir a mecanismos de filtrado, es preferible a una
gramática que contenga estos mecanismos. Pero, esta intuición pue-
de muy bien no ser otra cosa que un prejuicio ligado a una muy par-
ticular interpretación de la palabra «generar», y, por extensión, del
adjetivo «generativa» en la expresión «gramática generativa».
Técnicamente hablando, lo que hace que una gramática genera-
tiva sea eso, generativa, es que ésta permita enumerar recursivamen-
te el conjunto infinito de oraciones bien formadas de una lengua na-
tural. (<<Generan> contrasta aquí con una acepción más tradicional
de «definin>, según la cual especificar las condiciones suficientes y ne-
cesarias para determinar el concepto de miembro de un conjunto es
definir dicho conjunto. Una condición necesaria y suficiente para
que algo pertenezca al conjunto de los teoremas matemáticos es que
ese algo pueda considerarse una fórmula matemática bien formada
y verdadera; pero dicho conjunto no puede ser enumerado re-
cursivamente. )
Pero, nosotros solemos hablar también de generar ORACIONES,
o las derivaciones de éstas. Generar algo es, en este sentido, equipa-
rable a construir algo. Emplear un procedimiento de filtrado para
desechar el conjunto de todas las cadenas agramaticales no podrla
equivaler, en este caso, al hecho de generar las oraciones gramatica-
les. (Multiplicar cada número entero por dos permitirla generar el
conjunto de los números pares, pero dividir cada uno por dos y de-
sechar a todos aquellos cuyo cociente no sea un número entero no
puede tenerse por generar algo -en este caso, el conjunto de los nú-
meros pares.) Las gramáticas generativas lo han sido en ambos sen-
tidos, pero no existen razones a priori de por qué deban serlo l.

I La terminologla al uso induce a la confusión. Nótese que «generativ8» en este


especial sentido de «constructiv8» no se contrapone a (!interpretativa». Asl como las

163
Repárese en que la distinci6n entre reglas ((de construcci6m» y me-
canismos de filtrado concierne tanto a las transformaciones sintác-
ticas como a las reglas semánticas concebidas como reglas de pro-
yecci6n. Un mecanismo de esta clase podría invertir el orden en que
se aplican las reglas de una derivaci6n en un punto determinado de
ésta, tanto si la direcci6n seguida por dichas reglas es de las estruc-
turas sintácticas a las representaciones semánticas como si es la con-
traria. Con respecto a un conjunto de reglas que deriven las repre-
sentaciones semánticas de estructuras sintácticas profundas, un fil-
tro podría determinar la gramaticalidad de tales estructuras profun-
das retroactivamente, en términos de ciertas propiedades de las re-
presentaciones semánticas obtenidas a partir de tales estructuras; y,
respecto de un conjunto de reglas que derivaran las estructuras sin-
tácticas de representaciones semánticas, un filtro podría, asimismo,
determinar la buena formaci6n de tales representaciones de forma
retroactiva con arreglo a algunas de las propiedades de las estructu-
ras sintácticas obtenidas a partir de aquéllas. Dado que, tanto la teo-
ría estándar como la semántica generativa emplean filtros, podemos
decir que las diferencias que atañen a las direcciones con un (dinal
semántico»» de sus respectivas derivaciones son muy diversas.
Los mecanismos de filtrado fueron introducidos en una etapa
muy temprana. En Aspecls (1965), Chomsky propuso qqe la identi-
dad del SN antecedente de una oraci6n de relativo y del SN perte-
neciente a esta última que debe convertirse en un pronombre relati-

reglas de estructura sintagmática y las transformaciones sintácticas lo hacen, las re-


glas semánticas interpretativas pueden contribuir a la construcci6n de derivaciones
bien formadas y no sólo a la descalificaci6n de las mal formadas. Cuando «genera-
tiVIl)) se contrapone a «interpretativD (como en la expresi6n «semántica generativll))
frente a «semántica interpretativa))), sucede que las reglas generativas de una gramá-
tica -o su componente generativo-, derivan un conjunto infinito de estructuras a
partir de un conjunto finito de entradas. En las gramáticas transformacionales, la re-
cursividad de la gramática recae en las reglas del componente de base; se dice, por
tanto, que dicho componente es un componente generativo. Por contra, las transfor-
maciones sintácticas, las reglas fonol6gicas, y las reglas semánticas del tipo de las re-
glas de proyecci6n son, todas ellas, interpretativas, pues se limitan simplemente a pro-
yectar el conjunto infinito de determinadas representaciones en otro conjunto infinito
de representaciones. Es en este sentido en el que la semántica generativa es «genera-
tivll)) de forma distinta -el componente recursivo de la gramática es el conjunto de
reglas que definen las estructuras SEMÁNTICAS de las oraciones. En la teorla estándar
el componenle semántico es interpretativo porque son las estructuras sintácticas y no
las estructuras semfmticas las generadas por la regla de estructura sintagmática.
. Para aumentar aún más la confusi6n, existe otra acepci6n de «interpretativD:
aquella en la que interpretar una estructura se considera equivalente a traducir dicha
estructura a algún otro vocabulario -por ejemplo, al vocabulario de los rasgos fo-
nol6gicos distintivos, o al de los semánticos primitivos. De acuerdo con esta acep-
ci6n, es claro que la semántica generativa y la teorla estándar interpretan las estruc-
turas sintácticas.

164
vo fuese formulada como un mtro. Las reglas de reescritura del com-
ponente de base y los procesos de inserción léxica se aplicaban de
forma tan irrestricta que podían generar, no sólo estructuras pro-
fundas bien formadas como (5), sino también estructuras profundas
como (6), las cuales no se corresponden con ninguna oración bien
formada:
(5) 1 saw (SN the policeman (O Bert had kicked WH + a
policeman»
["Yo vi a (SN el policía (O B. habia pateado a QU + un
policía»1
(6) 1 saw (SN the policeman (O Bert had kicked WH + a
professor»
["Yo vi a (SN el policía (O B. habia pateado a QU+ un
profesor»1
Consecuentemente con lo dicho antes, la regla de formación de
las oraciones de relativo se aplicarll a (5) pero no a (6). Y la deriva-
ción que· contiene (6), serll desechada por mal formada. Desde en-
tonces se han propuesto otro muchos filtros (cfr., por ejemplo, Perl-
mutter, 1971, y Postal, 1972), algunos de los cuales pueden ser reem-
plazados por reglas «de construccióm). Por ejemplo: en lugar del m-
tro de Chomsky anteriormente señalado, podría proponerse que los
pronombres relativos fuesen generados en la estructura profunda y
que, posteriormente, fuesen interpretados del modo adecuado por
una regla interpretativa; de acuerdo con esto, (5) podría obtenerse
de esta forma a partir de una estructura profunda como (7), y (6)
nunca seria generada por la gramlltica.
(7) 1 saw (SN the policeman (O Bert had kicked WH + pro»
["Yo vi a (SN el policía (O B. habia pateado QU+ pro»)j
Pero es dudoso que las cosas sean asi en el caso de otros fIltros
(por ejemplo, en el de los filtros de superficie de Perlmutter). Y, ade-
mAs, tal y como indicllbamos, no estll claro que, aunque ello pudie-
ra hacerse, deba hacerse.
Nuestro objetivo primordial es restringir (aún mAs) nuestra ca-
racterización de las gramllticas de las lenguas humanas posibles.
Pero, por el momento, éste es un objetivo demasiado pretencioso,
ya que, en muchos casos, nos vemos aún en el trance de tener que
elegir entre proponer una regla generativa y proponer un filtro, y no
sabemos cómo llevar a cabo esta elección (ni siquiera sabemos, de
hecho, hasta qué punto es una elección genuina). El rechazo de cual-
quier clase de filtro podria ser un modo de zanjar esto, pero puede

165
no ser el modo apropiado. Sin embargo, incluso aunque no estemos
seguros de cómo debe representarse formalmente la direccionalidad
de los procesos gramaticales, cabría preguntarse acerca de los mis-
mos si poseen o no una direccionalidad inherente, y de poseerla, cuál
es ésta. Si la respuesta fuese la misma para todos los casos, podría-
mos interrogarnos entonces acerca de si existe alguna propiedad co-
mún a todos aquellos que poseen una determinada direccionalidad,
o de si existen algunos principios universales rectores de la direccio-
nalidad misma (sería presumiblemente significativo el hecho de que
resultara, _por ejemplo, que las gramáticas han de estar organizadas
de forma que los únicos filtros requeridos fuesen las reglas de es-
tructura sintagmática, independientemente fundamentadas, o que los
filtros debieran ser ordenados todos tras las reglas ((de cons-
trucción»).
He ilustrado estas cuestiones con la ayuda de reglas a las que se
considera habitualmente reglas sintácticas. Esto se debe a que, por
el momento, conocemos tan poco acerca de las estructuras que cons-
tituyen ese ((final semánticQ)~ de las derivaciones, que nos resulta di-
fícil decir algo digno de tenerse en cuenta acerca de la dirección que
deben seguir los procesos que interrelacionan éstas. Pero el mismo
tipo de preguntas que nos hemos formulado en relación con las re-
gias sintácticas cabe formularse en relación con las reglas semánticas.
Los principiantes asumen a menudo que el motivo básico de con-
frontación entre la semántica interpretativa y la semántica generati-
va se reduce a que ésta considera que es el significado de una ora-
ción lo que determina su forma, mientras que aquélla sostiene que
es su forma lo que determina su significado -fundamento central
de la diferencia entre una gramática basada en el significado y otra
basada en la forma. Los partidarios de estas teorías se resisten a es-
tas caracterizaciones tan simplificadoras, pero es cierto que hay algo
de verdad en ello. Si pudiéramos determinar las clases de relaciones
que pueden mediar entre las estructuras semánticas y las estructuras
sintácticas de las oraciones y se diera el caso de que algunas de estas
relaciones poseen una dirección inherente del tipo de las aquí esta-
blecidas, es evidente que las preguntas acerca de qué cosa, el signi-
ficado o la forma, determina a la otra no serian ya preguntas caren-
tes de sentido. Pero hemos de tener en cuenta lo siguiente: en primer
lugar, que no hay pruebas de que exista una única dirección para
las relaciones entre sintaxis y semántica; muy diferentes aspectos de
la relación de proyección entre una y otra (por ejemplo, la descom-
posición léxica y las relaciones de dominio), pueden exhibir asime-
trias muy diferentes de información, y otras en cambio no mostrar
asimetría alguna. Y en segundo lugar, -que, como hemos ya señala-
do, respecto del punto de que tanto una teoría interpretativa como

166
una teoria generativa utilizan filtros, los 6rdenes diferentes en que
se generan las estructuras de sus respectivas derivaciones no pueden
constituir afirmaciones empíricas diferentes acerca de la cuesti6n de
qué estructuras determinan qué otras.
Pero, incluso en el estado actual de nuestros conocimientos, re-
sulta fácil constatar que los significados de las oraciones no contie-
nen una informaci6n tal que nos permita determinar sus estructuras
sintácticas a partir de dichos significados. Esto explicaria por qué
los modelos gramaticales de la semántica generativa precisan conte-
ner, aparentemente, un mayor número de filtros de muy diferentes
clases que los modelos gramaticales elaborados de acuerdo con la
teoria estándar. (Cfr. el final del apartado 4.3.) Pero, ante la caren-
cia de una teoria adecuada acerca del estatuto de los mecanismos de
filtrado con respecto al de las reglas de «construcci6m), esto no pue-
de considerarse un defecto. De hecho, en Postal (1972) se sostiene
que es una virtud. Tal vez no sea ni una cosa ni otra. Presumible-
mente, la diferencia entre estos dos tipos de mecanismos formales se
nos revele como una mera diferencia notacional, desdibujándose al
encarar descubrimientos empíricos relativos a la direccionalidad real-
mente significativos.
Por último, debemos sefialar que la incorporaci6n a una gramá-
tica de reglas GLOBALES o filtros que sean sensibles simultáneamen-
te a más de una estructura de una derivaci6n (cfr. G. Lakoff, 1970
y 1971), complica enormemente el estado de cosas descrito anterior-
mente, puesto que ello implicaría asumir que las derivaciones no son
lineales. La cuesti6n esencial que se nos plantea ahora es, pues, la
de determinar cuáles estructuras son ADYACENTES a cuáles otras en
una derivaci6n, en el sentido de que están directamente relacionadas
por una regla gramatical y no en el de que sean puestas en relaci6n
por medio de una secuencia de estructuras intermedias entre ambas.
N 6tese que ésta es una cuesti6n independiente de la cuesti6n refe-
rente a la direcci6n de las derivaciones, por cuanto que, resuelta esta
última, podemos seguir preguntándonos cuál de dos estructuras ad-
yacentes dadas se deriva a partir de la otra. Como ya hemos sefia-
lado (cfr. apartados 3.1 y 3.3), Katz sostiene que no existe relaci6n
directa alguna entre las estructuras sintácticas derivadas y las repre-
sentaciones semánticas -la única relaci6n que se establece entre ellas
es a través de las estructuras profundas. Tanto la teoría estándar am-
pliada como la semántica generativa niegan que esto sea así, propo-
niendo conexiones inmediatas entre ciertas estructuras sintácticas de-
rivadas y las representaciones semánticas; conexiones que se estable-
cerían por medio de determinadas reglas interpretativas y ciertas
constricciones globales, respectivamente. La diferencia existente en-
tre las reglas semánticas que interpretan estructuras sintácticas deri-

167
vadas y las constricciones globales que especifican qué tipo de rela-
ciones pueden darse entre estructuras semánticas y estructuras deri-
vadas, pudiera ser, asi mismo, una mera düerencia notacional. Am-
bos mecanismos permiten determinar relaciones de adyacencia entre
representaciones semánticas y estructuras sintácticas derivadas. Pero
la düerencia que existe entre lo sustentado por la teoria estándar am-
pliada y la semántica generativa y la afirmaci6n de Katz de que no
existen tales relaciones de adyacencia es innegable. La asunci6n de
que podemos encontrar pruebas empiricas independientes de la exis-
tencia de las estructuras que constituyen una derivaci6n nos coloca
ante la ineludible cuesti6n empírica de determinar cuáles de estas es-
tructuras se encuentran más estrechamente relacionadas entre sí.

4.2. lAs propiedades de las reglas de proyección

Hemos señalado en el apartado 4.1 que cuando dos gramáticas


asignan la misma derivaci6n a una oraci6n determinada, salvo por
lo que respecta al orden en que son generadas las estructuras que
constituyen dicha derivaci6n, ha de existir inevitablemente entre las
reglas de ambas gramáticas una relaci6n de contrarios. Así, a una
regla de elisi6n de una de estas dos gramáticas le corresponderá una
regla de inserci6n en la otra, etc. Esto puede constituir una base s6-
lida sobre la que fundamentar la valoraci6n de gramáticas alterna-
tivas, si se dispusiera de una teoria adecuada acerca del tipo de re-
glas gramaticales que una gramática puede contener, pues, de esta
forma, quedaría demostrado que una regla dada de una gramática
es de una clase apropiada cuando la regla correspondiente a ésta en
una gramática alternativa a aquélla es una regla ((Ímposiblell.
En la década anterior se ha hecho un esfuerzo considerable por
desarrollar una teoria de este tipo para las transformaciones sintác-
ticas. Se ha propuesto, por ejemplo, que una transformaci6n que
mueve un constituyente hacia la derecha de un indicador sintagmá-
tico no podrá sacar éste fuera de la cláusula a la que pertenece (cfr.
Ross, 1967). Se ha sostenido, asi mismo, que ninguna transforma-
ci6n puede mover un constituyente de una oraci6n a otra más baja
que ésta (cfr. Chomsky, 1965, cap. 3). Pero, n6tese que tales formu-
laciones son ambiguas, puesto que lo que podemos querer decir con
ellas es, o bien que las gramáticas no pueden contener transforma-
ciones cuya aplicaci6n suponga la violaci6n de tales constricciones,
o bien que las gramáticas pueden contener reglas de esta clase pero
que s610 pueden aplicarse en aquellos contextos en que no las vio-
len. Esta última posici6n es presumiblemente la correcta; para nues-
tros prop6sitos, sin embargo, es suficiente que tengamos en cuenta

168
Gue, de una u otra forma, las constricciones tienen por objeto pro-
hibir determinadas operaciones llevadas a cabo por transformaci6n.
¿Podrían aplicarse estas constricciones sobre las transformacio-
nes sintllcticas (aun cuando posiblemente deban ser revisadas) al pro-
ceso de proyecci6n entre estructuras semánticas y sintllcticas de ma-
nera que nos permitieran seleccionar una frente al resto de las teo-
rías acerca de las reglas que llevan a cabo dicho proceso? ¿Existe al-
guna raz6n para creer que estas reglas deben ser gobernadas por las
mismas constricciones que gobiernan las transformaciones sintllcti-
cas? La semántica generativa ha sostenido que tales razones existen,
que las reglas que se aplican a las estructuras que contienen elemen-
tos semánticos antes de la sustituci6n léxica de los mismos son exac-
tamente de la misma clase que las transformaciones que se aplican
más tarde en las derivaciones a indicadores sintagmáticos provistos
de piezas léxicas. Este supuesto no es una consecuencia NECESARIA
de la direcci6n que, según la semántica generativa, deben seguir las
derivaciones, pues no hay raz6n 16gica alguna que establezca que las
reglas que se aplican en primer lugar en éstas no puedan ser dife-
rentes de las que se aplican en estadios derivativos posteriores; pero
es un supuesto coherente con la idea de dotar de una continuidad ho-
mogénea a unas derivaciones que parten de las representaciones se-
mánticas para llegar a las estructuras superficiales de las oraciones.
Es claro que resultaría imposible sostener que las reglas que se apli-
can a estructuras que contienen primitivos semánticos son de natu-
raleza diferente de aquéllas que se aplican a estructuras que contie-
nen piezas léxicas si, como suele afIrmarse, éstas no son insertadas
en bloque en el mismo estadio de las derivaciones, puesto que en-
tonces, habría ciertas reglas que se aplicarían a estructuras con ele-
mentos terminales de estos dos tipos. Los semántico-generativistas
se han mostrado deseosos de probar que los procesos que ponen en
relaci6n estructuras sintácticas y estructuras semánticas se hallan su-
jetos a las mismas constricciones a que están sujetas las transforma-
ciones sintácticas de la teoría estándar.
McCawley (cfr. McCawley, 1973) ha aflrmado que no podría
existir la palabra thork con el signiflcado de «dar al do de uno Yll»,
esto es, que no podria darse el caso de que una oraci6n como (8)
recibiera la misma interpretaci6n que (9).

(8) John thorked Harry 5000 yen


("J. thorked a H. 5.000 yens'')
(9) John gave to his uncle and Harry 5000 yen. (O, John gave
5000 yen to his uncle and Harry)
("J. dio a su tio y a H. 5.000 yens. [O, J. dio 5.000 yens a su
tío y a H.]j

169
He sostenido, así mismo (cfr. McCawley, 1971b), que no podría exis-
tir una palabraj7imp con el significado de «besar a una chica que es
alérgica a», esto es, que no se daría el caso de que una oración de
la forma de (lO) recibiera la interpretación de una oración como (11).

(10) Bert flimped coconuts


("D. j7imped los cacahuetesj
(11) Bert kissed a girl who is allergic to coconuts.
("D. besó a una muchacha que es alérgica a los cocos")

Si estas suposiciones con correctas, los hechos en que se basan se-


rían explicados por la hipótesis de que las transformaciones que reú-
nen elementos semánticos de estructuras complejas para su sustitu-
ción por una pieza léxica apropiada están gobernadas por las cons-
tricciones que gobiernan las transformaciones sintácticas. Dada la
existencia de una constricción (constricción de las estructuras coor-
dinadas -cfr. Ross, 1967) que prohibe a las transformaciones ex-
traer cualquier constituyente de una estructura coordinada, y la exis-
tencia de constricciones (la condición sobre la rama izquierda y
la condición del sintagma nominal complejo formuladas por el pro-
pio Ross) que prohiben que las transformaciones muevan o bien
el sintagma nominal antecedente o cualquier otro constituyente de
la oración complemento de dicho SN fuera de la configura-
ción SN . La primera de estas constricciones prohibiría

SN~O
la extracción de los componentes semánticos ONE'S Ul'lCLE ANO de
la coordinación ONE'S UNCLE ANO HARRY Y que puedan, por tanto,
unirse a los elementos.GIVE T02. De este modo, sería imposible que
el complejo semántico GIVE TO ONE'S UNCLE AND apareciera domi-
nado por un único nudo; ninguna pieza léxica podría, por tanto, sus-
tituir esta combinación de elementos semánticos y, consecuentemen-
te con esto, no podrá existir la palabra thork con dicho significado.
Las otras constricciones prohibirían que una regla separase A GIRL
WHO IS ALLERGIC TO COCONUTS y la uniese a KISS. De este modo
KISS A GIRL WHO IS ALLERGIC TO nunca podría ser generado como
un único constituyente que pudiera ser reemplazado por la palabra
j7imp. De acuerdo pues con esto, las constricciones sintácticas pre-
decirían, aparentemente, qué aspectos del significado de una oración
pueden ser asignados a piezas léxicas y cuáles no.
2 Los elementos a los que se ,aplican las reglas de movimiento aparecen en letras
mayúsculas para indicar que son elementos semánticos y no piezas lhicas. Como es
lógico, no asumiré que los significados de las palabras une/e, kiss, coconut, etc., se
hayan analizado correctamente.

170
Es éste, evidentemente, un argumento ingenioso, y la posibilidad
de distinguir entre palabras posibles e imposibles en una lengua dada
podría convertirse en una rica fuente de datos para la valoraci6n de
teorías semánticas rivales. Pero existen al menos dos problemas en
relaci6n con esto. El primero estriba en que ello exigiría intuiciones
extremadamente sutiles para distinguir entre el hecho de que una pa-
labra sea imposible en una determinada lengua por resultar que en
dicha lengua no existe regla alguna que permita reunir los elementos
semánticos necesarios del hecho de que una palabra sea imposible
en un sentido fuerte, es decir, en el sentido de que la gramática NO
PUEDE CONTENER ninguna regla de este tipo porque tales reglas vio-
lan las constricciones generales que determinan cuáles son las reglas
posibles de una gramática. Únicamente los casos relacionados con
esto último podrían esgrimirse como datos en los que desarrollar ar-
gumentos como el de McCawley.
El segundo problema lo constituye el hecho de que muchas pa-
labras, reales o hipotéticas, puedan ser parafraseadas en más de una
manera. Esto quiere decir que existe más de un candidato plausible
para convertirse en representaciones semánticas de tales palabras.
Así, si kill ("matar') significa «hacer morif), también significa «cau-
sar la muerte a». Las constricciones sobre las transformaciones po-
drían presumiblemente prohibir la derivaci6n de una palabra a par-
tir de su representaci6n semántica si ésta posee una determinada for-
ma, no haciéndolo si dicha representaci6n tuviera otra distinta. Por
tanto, no es posible obtener predicciones fiables acerca de las pala-
bras posibles eri una lengua, a no ser que exista algún modo de es-
tablecer con toda precisi6n cuál ha de ser la forma que ha de tener
una representaci6n semántica profunda.
Pero, incluso en el caso de que pudiera responderse esta cuesti6n
de forma satisfactoria, parecen existir ciertos contraejemplos de las
hip6tesis de la semántica generativa. Existen ciertos verbos en inglés
que son parafraseados de forma natural como verbo más el primer
sintagma nominal y preposici6n de una construcci6n como (4-4).

(4-4)

sv
v/ "'-SN
/ ~SPrep
SN / ~
Prep SN

171
Por ejemplo, weigh ("pesar'') en una de sus acepciones significa «de-
terminar el peso de»; locate ("localizar") puede significar «determi-
nar la posici6n de»; solve ("solucionar") significa «encontrar la so-
luci6n u; substitute for ("sustituir") puede significar «ocupar la pla-
za de»; crown en su acepci6n coloquial significa «golpear la cabeza
a». (Y, además, camo ya hemos señalado antes, kili significa «causar
la muerte a».) Si estas paráfrasis constituyesen las estructuras prelé-
xicas a partir de las cuales babrian de derivarse las palabras corres-
pondientes, entonces la transformaci6n que reúne los elementos de
dichas representaciones en un nudo único de un indicador sintagmá-
tico violarla una de las constricciones sobre las transformaciones: la
condici6n de la rama izquierda, la cual prohíbe la extracci6n de un
sintagma nominal de la rama izquierda de una construcci6n de la for-
ma SN . Dicha constricci6n se aplica a las transforma-

SN /'\. ...
ciones sintácticas para evitar la derivaci6n de oraciones como (12)
y (13).

(12) ·The weight, 1 determined oí the box (but de size 1 didn't)


["El peso, determiné de la caja (pero no (determiné) su
volumen»j
(13) ·The weigbt oí, 1 determined the box (but tbe size of I didn't)
[lit.: "El peso de, determiné la caja (pero no (determiné) el
volumen»j

Por contra, las oraciones como (14) y (15) son gramaticales dado
que lo extraído en (14) es un SN de la rama derecha de una cons-
trucci6n como ésta y todo el sintagma nominal complejo en (15).

(14) The box, I determined tbe weight oí (but tbe barrel, 1 didn't)
[lit.: "La caja, determiné el peso (pero el barril, no lo hice)'']
(15) The weigbt of the box, I determined (but the size of the lid,
I didn't)
[(lit.: "El peso de la caja, determiné (pero el tamaño de la
tapadera, no lo hice)j

Lo que hemos pretendido demostrar es que existe al menos un caso


en el que las constricciones sobre palabras posibles no se correspon-
den con las constricciones sobre las transformaciones sintácticas. Si
nuestra argumentaci6n es correcta, ésta descalifica la afirmaci6n de
la semántica generativa de que la derivaci6n de una oraci6n es lle-
vada a cabo por medio de reglas de una misma clase formal.
Otro argumento demostrativo de que las reglas propuestas por

172
la semántica generativa no satisfacen la definici6n de transformaci6n
posible en una lengua natural es expuesto en Chomsky (1972a). Se-
gún la semántica generativa, los cuantificadores deben representarse
en las estructuras subyacentes como predicados de las cláusulas más
altas de tales estructuras (al igual que los verbos auxiliares y los ad-
verbios; cfr. apartado 3.2). La gramática deberá, por tanto, contener
una transformaci6n de descenso de cuantificador, la cual colocará
los cuantificadores de las estructuras profundas en las posiciones en
que aparecen en las estructuras superficiales. Esta transformaci6n
convertirla una estructura subyacente de la forma (4-5) en la estruc-
tura derivada (4-6).

(4-5)

SN SV
~ L
SN O are many

I~
[son muchas]
NP
girls SV
I ~
[muchachas]
girls V SN
[muchachas] I I
like John
[lit: gustan (de)] [Juan]

(4-6)
O

SN SV
~N
Det V
~
SN

I
many
I
girls
I
like John
I
[muchas] [muchachas] [gustan (de)] [Juan]

Chomsky ha señalado que dicha transformaci6n viola la constric-


ci6n general de que las transformaciones no pueden extraer consti-

173
tuyentes de una oración dada e insertarlos en otra oración más pro-
fundamente incrustada que aquella en un indicador sintagmático. La
absoluta prohibición de reglas de descenso parece ser excesivamente
rigurosa (cfr. Chomsky, 1973); pero, incluso en su versión más dé-
bil, dicha constricción parece excluir las reglas de descenso del cuan-
tificador, descenso del adverbio, y otras reglas postuladas en los aná-
lisis de la semántica generativa.
La conclusión de que tales reglas han de ser de un tipo distinto
del de las transformaciones sintácticas de la teoria estándar no es
por supuesto más sólida que el fundamento empírico de la constric-
ción sintáctica sobre las transformaciones de descenso que a la pos-
tre depende de otras cuestiones de la teoria sintáctica. Pero éste es
un modo interesante de argumentar. Muchas de las constricciones
sobre las transformaciones parecen ser simétricas; por regla general,
si ninguna transformación puede extraer constituyente alguno de
ciertas configuraciones, entonces tampoco podrá ninguna transfor-
mación mover un constituyente a ellas. De esto se sigue que si cierta
regla violara una de estas constricciones, la regla contraria corres-
pondiente a ésta de una gramática cuyas derivaciones se desarrollan
en el orden inverso violaría también dicha constricción. Pero no ocu-
rre esto en el caso de las reglas de descenso, ya que la regla contra-
ria a una de este tipo es una regla de elevación, y las transformacio-
nes que elevan constituyentes (por ejemplo, la regla de elevación del
sujeto o la regla de anteposición del elemento WH) son asumidas, y
por muy poderosas razones, por las teorias gramaticales actuales.
Proponer un cambio en el orden en que se desarrollan las deriva-
ciones entrañaria, así, reemplazar una regla prohibida por una regla
aceptada.
Existe otra razón para que nos mostremos suspicaces hacia las
reglas de descenso que propone la semántica generativa para descri-
bir las relaciones de dominio. Un argumento poderoso en apoyo de
la existencia de una transformación determinada consiste en obser-
var que una estructura superficial dada contiene una cláusula incom-
pleta, como por ejemplo, una cláusula con verbo pero sin sujeto, una
cláusula con un verbo transitivo pero sin complemento directo, o
una cláusula que contenga una secuencia de sintagmas nominales sin
verbo que los relacione.

(16) John wants 10 sleep (sin sujeto)


("J. quiere dormir'')
(17) The man 1 slugged was charming (sin complemento directo)
(lit.: "El hombre yo golpeé era encantadorj
(18) John likes apples and Mary bananas (sin verbo)
(lit.: "J. gusta las manzanas y M. los plátanos'')

174
Postular ciertas transformaciones que elidan determinados constitu-
yentes o los muevan de sus posiciones originales explica la existen-
cia de tales cláusulas incompletas. Pero no existen pruebas de este
tipo de la existencia de reglas como la regla de descenso del cuan-
tificador o la regla de descenso del adverbio. N o existen marcas en
las estructuras superficiales como (19) Y (20) de las cl{lusulas de las
que hipotéticamente han sido derivados el cuantificador y el adver-
bio que aparecen en éstas respectivamente.

(19) Many people hate spinach


("Mucha gente odia las espinacas')
(20) Obviously he was drunk
("Evidentemente él estaba borrachoj

Podemos dar cuenta de esto de varias formas. Tal vez ocurra que
las reglas de descenso deban estar sujetas a una constricción especial
que determine que tales reglas no pueden dejar tras su aplicación res-
to alguno de ella (pero, ¿cómo probar la existencia de una constric-
ción así?). O puede que simplemente ocurra que la inexistencia de
restos de las cláusulas en cuestión se deba a la simplicidad estructu-
ral de las mismas en el estadio de la derivación en que las reglas de
descenso se aplican; así por ejemplo si se diera el caso de que la có-
pula de las cláusulas que contienen el cuantificador many, o el ad-
jetivo obvious no estuviera presente en dichas cláusulas en el mo-
mento en que se aplican las reglas pertinentes, es claro que tras la
aplicación de éstas no quedarla vestigio alguno de tales cláusulas
(cfr. apartado 3.2). Pero puede ocurrir también que no exista vesti-
gio alguno de las cláusulas a las que se aplica esta clase de reglas
porque en realidad no existan tales reglas. Si el alcance de los cuan-
tificadores y adverbios fuera especificado, por contra, por medio de
reglas interpretativas, podrlamos dar cuenta de por qué, aunque pue-
dan las estructuras superficiales contener cláusulas incompletas de-
bido a la aplicación de determinadas transformaciones sintácticas,
no ocurre que existan cláusulas incompletas como resultado de la
aplicación de aquellas reglas que establecen el dominio de un adver-
bio o de un cuantificador.
Hemos tomado en consideración tanto argumentos a favor como
argumentos en contra de la afirmación, defendida en el seno de la
semántica generativa, de que las reglas que proyectan estructuras se-
mánticas en estructuras sintácticas menos abstractas que éstas, son
de la misma naturaleza que las transformaciones sintácticas. Con in-
dependencia de que tal aserto sea correcto o no, lo cierto es que se
ha llevado a cabo; la naturaleza de dichas reglas de proyección ha
sido especificada. Es cosa mucho menos clara que cualquier cons-

175
tricción sobre la forma de las reglas interpretativas semánticas pue-
da ser deducida a partir de las teorías semánticas interpretativas al
uso. Las reglas de proyección desarrolladas por Katz, por ejemplo,
son" parte de un componente sintáctico, y, por consiguiente, no pa-
rece existir razón alguna de que éstas deban considerarse similares
a las transformaciones sintácticas. Estas se diferencian, efectivamen-
te, en un buen número de aspectos de las transformaciones sintác-
ticas; y esto mismo cabe decir de las reglas interpretativas de la teo-
ría de Jackendoff. Nótese, por ejemplo, que las reglas que se aplican
a estructuras derivadas y poseen como salida una tabla de correfe-
rencia no se ajustan a la definición estándar de transformación sin-
táctica en tanto que reglas que proyectan indicadores sintagmáticos
e indicadores semánticos.
No obstante, algunas de las reglas postuladas recientemente para
interpretar estructuras derivadas parecen obedecer en apariencia a
las mismas constricciones que las transformaciones sintácticas. Así,
por ejemplo, en Fiengo y Lasnik (1973) se ha examinado las cons-
tricciones sobre las reglas interpretativas que determinan el antece-
dente del constituyente each other en oraciones como (21) y (22).

(21) Tbe men wanted each other to hit Mary


("Los hombres quisieron unos y otros golpear a M.")
(22) The men shouted that each other had hit Mary
("Los hombres gritaron que unos y otros habían golpeado
a M.")

El antecedente de each other puede ser el SN the men en (21),


pero no en (22). (Puesto que each other no puede tener otro ante-
cedente distinto en la oración [22], la sentencia es agramatical.) La
generalización que éstas establecen es que el antecedente de each
other no puede encontrarse en una oración diferente de la que lo con-
tiene. Si (i) each other es el sujeto de la oración, y (ii) si esta oración
contiene un elemento subordinante (tal como that en [22]). Dicha
constricción es análoga a la constricción sobre las transformaciones
de movimiento, la cual estipula que el sujeto de una oración subor-
dinada que consta de un elemento subordinante no puede ser extraí-
do de la misma ((a través)) del complementador. Por ejemplo, la trans-
formación de anteposición del elemento WH puede extraer el sujeto
de la cláusula subordinada de (23), que posee una estructura como
(21); pero no puede hacer tal cosa con el sujeto de la oración com-
plemento de (24), que posee una estructura como (22).

(23) Who did the men want to hit Mary?


(lit.: "¿Quién deseaban los hombres golpear [a] M.")

176
(24) Who did the men shout that had hit Mary?
("¿Quién gritaron los hombres que habia golpeado a M. '')

Dado que ni la transformaci6n de movimiento ni la regla de in-


terpretaci6n semántica referida pueden aplicarse «saltando» el subor-
dinante, ¿qué puede significar ello? Se podría afIrmar que lo que ello
indica es que resulta equivocado aprehender la relaci6n entre each
othe, y su antecedente por medio de una regla de interpretaci6n se-
mántica; esto es, se podria sostener que, puesto que dicha relaci6n
se ha constreñido en el mismo modo que lo están las transformacio-
nes sintácticas, podría ser descrita por medio de un~ transformaci6n
sintáctica). Estos significaría que el hecho de que una regla interpre-
tativa semántica obedezca a constricciones relativas a transforma-
ciones sintácticas se interpreta como que dicha regla es, de hecho,
una transformaci6n sintáctica. ,
No concluiremos, sin embargo, que no existe una distinci6n for-
mal entre reglas sintácticas y fonol6gicas por el hecho de que ambas
clases de reglas se apliquen ciclicamente. De forma análoga, podría
interpretarse el hecho que aqui nos ocupa como prueba de que las
constricciones se aplican por igual a las transformaciones sintácticas
y, al menos, a CIERTAS reglas de interpretaci6n semánticas. Para fun-
damentar esta propuesta, sería necesario establecer alguna distinci6n
de principio entre las reglas semánticas en cuesti6n y aquellas que
no se hallan sujetas a tales constricciones. En Chomsky (1975, capi-
tulo 3) se ofrece una sugerencia al respecto, pero su consistencia aún
no ha sido corroborada.
La posibilidad de que las reglas semánticas puedan no constituir
una clase natural homogénea se acrecienta cuando se compara las
reglas semánticas. Pero las reglas interpretativas semánticas parecen
hoy pertenecer a clases muy diferentes. Por ejemplo, las reglas de des-
censo de la semántica generativa' se propusieron primeramente para
dar cuenta de las relaciones de dominio, mientras que las reglas que
amalgaman elementos semánticos en constituyentes complejos que
han de ser sustituidos por una pieza léxica apropiada tienden a su-
bir constituyentes a oraciones más altas. La teoria estándar distin-
gue también, aunque en términos diferentes, entre los fen6menos re-
lativos al dominio y el análisis semántico intrinseco de los elementos

3 La transformaci6n sintéctica en cuesti6n deberé ser una regla de pronominali-


zaci6n. la cual sustituiré un sintagma nODÚnallbicamente especificado como the men
por la construcción pronominal each other en aquellas construcciones en las que aqu~1
posee un antecedente apropiado, Pero podria ser tambi~n una transformaci6n de mo-
vimiento que derivara una oraci6n como (21) a partir de una estructura de la forma
de &ch man wanted tire other 10 hil Mary, tal y como se propone en Dougherty
(1970),

177
léxicos (cfr. apartado 3.3). Si tal distinción fuese corroborada por
nuevas pruebas, entonces podrlamos decir que habíamos colocado
una pieza de este endemoniado rompecabezas en su lugar. Resulta-
ría especialmente interesante que dicha distinción pudiera ser rela-
cionada o bien con el hecho de obedecer las constricciones sobre las
transformaciones sintácticas, o bien con alguna otra propiedad de
las reglas, tal como la dirección que siguen éstas en la derivación.
Estaría entonces claro que existen dos clases distintas de reglas se-
mánticas, las cuales estarían fuertemente constreñidas aunque de ma-
nera distinta.

4.3. El nivel de estructura profunda

Las distintas ordenaciones que las teorías lingüísticas aquí pre-


sentadas imponen de los procesos de proyección entre las estructu-
ras sintácticas y semánticas se encuentran en parte lógicamente co-
nectadas con las muy diferentes afirmaciones que tales teorlas esta-
blecen acerca del nivel estructural de la estructura profunda. Una
gramática que posea un componente semántico interpretativo DEBE
reconocer la existencia de un nivel estructural relevante entre los ni-
veles semántico y estructura superficial, pues el «orden» que se sigue
en las derivaciones se vuelve en el «mediO)) (y esto es así tanto si las
reglas interpretativas se aplican sólo a la estructura profunda como
si se aplica a las estructuras derivadas). Una semántica generativa,
cuyas derivaciones son unidireccionales, de la estructura semántica
a las estructuras superficiales, no precisa (aunque podría hacerlo)
postular un nivel de análisis intermedio. Como hemos señalado en
la sección 3.2, los semántico-generativistas han sostenido, de hecho,
que tal nivel no existe.
Existen dos medios de caracterizar esta diferencia entre estas teo-
rías. Por cuál de las dos optemos carece de importancia, pues se tra-
ta de una cuestión notacional simplemente. Pero cada una de ellas
sirve para recalcar un aspecto diferente de la disputa teórica. Un
modo de establecer la diferencia entre teorlas consiste en afirmar que
la teoría estándar, pero no la semántica generativa, requiere que las
gramáticas definan un nivel de estructura profunda. Esta aproxima-
ción hace que las estructuras profundas sean definidas con arreglo
a sus propiedades específicas, es decir, a que sus elementos termina-
les sean morfemas y no primitivos semánticos. Los semántico-gene-
rativistas no reconocen un nivel de estructura profunda definido en
estos términos. Otro modo de caracterizar esta diferencia, es decir,
que ambas teorías reconocen un nivel de estructura profunda, pero
que la semántica generativa identifica dicho nivel con el semántico,

178
mientras que la teoría estándar no lo hace. Al plantear este enfren-
tamiento en estos términos se hace hincapié en que la propiedad esen-
cial de las estructuras profundas es servir de entrada a los compo-
nentes transformacionales, en que son dichas estructuras profundas
las "más directamente"generadas (por reglas de estructura sintagmá-
tica), en lugar de ser derivadas por medio de transformaciones a par-
tir de otras estructuras. La semántica generativa reconoce la existen-
cia de un nivel de estructura profunda en este sentido. Por tanto,
puesto que las reglas transformacionales deben siempre transformar
algo en algo, cualquier gramática transformacional debe contener un
nivel similar.
Las cuestiones relativas a las dos definiciones de estructura pro-
funda que acabamos de presentar tienen numerosos puntos en co-
mún, pero las separaremos en la medida en que ello sea posible. Para
decidir cuál de las dos definiciones dadas en primer lugar al concep-
to de estructura profunda es la adecuada, la propuesta por la teoría
estándar o la propuesta por la semántica generativa, debe determi-
narse antes si existe algún fundamento empírico para proponer la
existencia de un nivel intermedio entre la estructura semántica y la
estructura superficial, o si, por el contrario, la inclusión de dicho ni-
vel en la gramática supondría el dejar pasar por alto generalizacio-
nes significantes acerca de la naturaleza de las lenguas naturales.
Para optar por una de las dos últimas definiciones es preciso deter-
minar cuál de las dos, las representaciones semánticas o las estruc-
turas sintácticas profundas definidas por la teoría estándar, son es-
tructuras del tipo de las que pueden ser generadas directamente, sin
transformaciones. En Estructuras sintácticas, Chomsky mostró que
existen determinadas configuraciones que no pueden ser derivadas
de forma natural por las reglas de estructura sintagmática, pero que
sí pueden serlo con la ayuda de ciertas transformaciones a partir de
otras estructuras así derivadas. Este fue el argumento más poderoso
presentado en apoyo de la gramática tran~formacional frente a las
gramáticas que contenían tan sólo reglas de estructura sintagmática.
Dado que es algo bien sentado que las configuraciones que, según
la teoría estándar, constituyen las estructuras profundas de las ora-
ciones pueden ser generadas por las reglas de estructura sintagmáti-
ca 4, la pregunta que hemos de formularnos es si las estructuras se-
mánticas pueden ser generadas también directamente por reglas aná-
logas o por el contrario, no.
Permítasenos abordar la primera de estas dos preguntas en pri-
mer lugar. Determinados hechos de las oraciones son descritos en

4 Esto es, una simplificaci6n de las cosas, dado que los flltros transformacionales
son necesarios.

179
las e.structuras profundas sintáCticas correspondientes de una gramá-
tica estructural. En la semántica generativa, estas propiedades pue-
den ser descritas con ayuda de otros mecanismos. Las relaciones fun-
damentales entre constituyentes (el hecho de que una oración com-
pleja está constituida por oraciones simples y que una oración sim-
ple contiene un verbo y cierto número de SSNN) son aprehendidas
de forma apropiada por medio de indicadores sintagmáticos provis-
tos de símbolos categoriales, aun cuando tales indicadores se em-
pleen asimismo para representar el significado. Las estructuras pro-
fundas de la semántica generativa son, sin embargo, menos riguro-
samente articuladas que la de la teoria estándar en algunos aspectos;
así, éstas no contienen preposiciones; los adjetivos y los pronombres
que pueden funcionar como predicados poseen la misma distribu-
ción que los verbos; los verbos auxiliares no se diferencian estructu-
ralmente de los verbos principales, etc. Como ya hemos señalado
(cfr. apartado 3.2), algunas diferencias estructurales son descritas con
ayuda de determinadas transformaciones; así, por ejemplo, la trans-
formación que introduce un verbo copulativo delante de adjetivos y
nombres predicativos, pero no delante de verbos principales. Otra in-
formación gramatical expresada por medio de la estructura profun-
da es aprehendida en semántica generativa por medio de las restric-
ciones selectivas. Por ejemplo, el orden «propiQ) de las formas au-
xiliares del verbo en inglés viene especificada en la teoría estándar
por una regla de rescritura como la siguiente.

(25) Aux .Tense (Modal) (have + EN) (be + I~G)


[AU~a} .Tiempo (Modal (haber +{~lDO) (es-
tar +t e NDO)]
De acuerdo con la semántica generativa, según la cual los verbos
auxiliares son verbos principales de la oración matriz de la que es
constitutiva, la cadena de elementos auxiliares debe ser descrita con
ayuda de restricciones selectivas entre el verbo de una oración dada
y el verbo de la oración incrustada en la primera (cfr. McCawley,
1971). .
Constituiría un sólido apoyo para la teoria estándar la demos-
tración de la existencia de nuevas generalizaciones concernientes a
la estructura de las oraciones las cuales sólo pudieran ser expresadas
mediante estructuras profundas como las que podemos formuiar de
acuerdo con dicha teoría. Las observaciones de Chomsky referentes
a los sintagmas nominales derivados del igglés (véase apartado 3.3),
suelen tenerse por una demostración de esta clase. En efecto, nótese
que aun cuando tales sintagmas nominales y las correspondientes
oraciones que supuestamente subyacen a éstos poseen claras simili-

180
tudes estructurales y comparten numerosas propiedades semánticas,
no son menos significativas las diferencias formales entre unos y
otras. La hip6tesis de Chomsky es que dichas diferencias únicamen-
te pueden establecerse en un nivel de análisis menos abstracto que
el nivel semántico, en un nivel en el que puedan representarse las pro-
piedades formales de las construcciones, incluso, si ello fuera preci-
so, a expensas de sus propiedades semánticas.
¿Qué réplica podria darse a este ar..gumento en contra de la se-
mántica generativa? La cuesti6n crucial que aquí se debate es la de
si debe admitirse o no la existencia de un determinado nivel en las
derivaciones de estos sintagmas nominales en que se especifiquen sus
propiedades sintllcticas y morfol6gicas. ¿No es posible especificar és-
tas-de forma gradual a lo largo del proceso por el cual convertimos
las representaciones semánticas con forma de oraciones que subya-
cen a dichos sintagmas nominales en tales? Una gramática construi-
da de acuerdo con las .propuestas de la semántica generativa no es-
tablecerá distinci6n alguna entre nombres y verbos en las estructu-
ras subyacentes de las oraciones, por lo cual tendría que contar con
ciertas transformaciones que convirtieran determinados verbos (o de-
terminados miembros de la inespecificada categoría de los «predica-
dos))), en nombres en algún estadio derivativo de las oraciones co--
rrespondientes. Si dichas transformaciones fueran así mismo las en-
cargadas de generar los nominales derivados, entonces se daría la cir-
cunstancia de que las transformaciones que posteriormente pudie-
ran aplicarse a dichas construcciones nominales tratarían a éstas tal
y como tratan a los sintagmas nominales no derivados; y de esta for-
ma explicaríamos por qué las constricciones nominales derivadas se
diferencian de las oraciones del mismo modo en que se diferencian
de éstas los sintagmas nominales ordinarios.
Con un ordenamiento adecuado de las transformaciones que in-
tervendrían en su derivaci6n, podría, incluso, invertirse esta situa-
ci6n convirtiéndose en soluci6n preferible a ésta última. Repárese en
que si las transformaciones de nominalizaci6n se aplicaran antes que
la transformaci6n de inserci6n léxica, las observaciones de Chomsky
acerca de las diferencias semánticas existentes entre los nombres de-
rivados y sus verbos correspondientes podrían ser explicadas. En
efecto, aunque existe una evidente relaci6n significativa entre pala-
bras como destroy ("destruir") y destruction ("destrucci6n'1, ésta no
es del mismo tipo de la existente entre prove ("demostrar'1 y proof
("prueba"), ni tampoco exactamente idéntica a la que existe entre
do ("hacer'1 y deed ("hecho'1, laugh ("reír'1 y laughter ("risa''), o
transform ("transformar'') y trasformation ("transformaci6n''), por
ejemplo. Tal diversidad de relaciones exigiría que un nombre y un
verbo dados sustituyeran en una representaci6n semántica conjun-

161
tos de elementos semánticos parcialmente diferentes, y esto s610 se-
ría posible en el caso en que los nombres y los verbos lé:xicos fueran
insertados una vez que se estableciera la distinci6n semántica entre
nombre y verbo. (Por contra, la relaci6n semántica que se da entre
gerundios nominales y sus correspondientes verbos es uniforme. Por
consiguiente, la transformaci6n que daría origen a los primeros de-
berá aplicarse TRAS la aplicaci6n de la inserci6n léxica.) Pero si las
transformaciones de nominalizaci6n se aplicaran tras transformacio-
nes tales como pasiva y ESNE, daríamos cuenta del hecho de que di-
chas transformaciones se apliquen tanto en las construcciones nomi-
nales derivadas como en las oraciones. Si la aplicaci6n de las trans-
formaciones nominalizadoras tuviera lugar antes de la de reglas
como la transformaci6n de Elevaci6n de Sujeto, explicaríamos por
qué dicha transformaci6n únicamente se aplica a oraciones.
Los argumentos de Chomsky en apoyo de un nivel de análisis
como la estructura profunda de la teoría estándar no han sido pues-
tos sin embargo en entredicho con lo que acabamos de decir. Tal
vez no sea posible determinar un orden en la aplicaci6n de las trans-
formaciones tal que satisfaga los requisitos aquí expuestos. Pero la
teoría estándar tampoco proporciona una explicaci6n convincente
de por qué ciertas transformaciones pueden aplicarse indistintamen-
te a SSNN y a oraciones, y otras no. De acuerdo con la teoría es-
tándar y la teorfa estándar ampliada, cada transformaci6n debe ser
formulada de forma que expresemos específicamente si su dominio
de aplicaci6n lo constituyen nudos oracionales, o si lo constituyen
nudos oracionales y nudos SN. La teoría estándar ampliada vería re-
forzada su afirmaci6n al respecto si pudiera establecerse alguna dis-
tinci6n entre ambas clases de transformaciones apelando a princi-
pios generales acerca de las condiciones de aplicaci6n de las trans-
formaciones.
Otra clase de argumento en defensa de las estructuras profundas
propuestas por la teoría estándar es el expuesto en J ackendoff (1969)
(argumento examinado en Chomsky, 1972). Sostiene éste que si asu-
mimos que las derivaciones de las oraciones parten de sus represen-
taciones semánticas, pasaríamos por alto generalizaciones importan-
tes acerca de la naturaleza de la estructura oracional. Efectivamente,
toda oraci6n consta de un sintagma nominal sujeto y de un sintag-
ma verbal predicado; en principio, y prescindiendo de cualquier con-
sideraci6n relativa a la estructura interna de los SSNN (por ejem-
plo, de si éstos contienen o no un determinante, un complemento,
etc.), cabe afirmar que un sintagma nominal cualquiera puede com-
binarse con un sintagma verbal cualquiera, prescindiendo, asimismo,
de toda consideración referente a la estructura interna de éstos (es
decir, de si poseen o no una forma auxiliar, ciertos .complementos,

182
etc.). Pero, es claro que las interpretaciones que podemos asignar a
las diferentes combinaciones entre unos y otros difieren notablemen-
te unas de otras. Jackendoff señala que el sintagma nominal sujeto
de una oración como (26) posee una interpretación genérica, mien-
tras que los SSNN sujetos de oraciones como (27) y (28) s610 pue-
den poseer una interpretación especifica.

(26) A beaver builds dams


("Un castor construye presasj
(27) That beaver builds dams
("Ese castor construye presasj
(28) A beaver is building a dam
("Un castor está construyendo una presa'')

Si estas oraciones fuesen derivadas partiendo de sus representacio-


nes semánticas respectivas, no cabe duda de que deberían serlo par-
tiendo de estructuras profundas diferentes y, en muchos aspectos,
sustancialmente distintas. Deberíamos considerar entonces como una
simple coincidencia el hecho de que dichas derivaciones las convir-
tieran en estructuras superficiales tan similares. Las estructuras pro-
fundas de la teoría estándar, que especifican poderosas constriccio-
nes estructurales acerca de las oraciones con independencia de sus
significados, permiten dar cuenta de las regularidades sintácticas que
de forma sistemática presentan determinadas oraciones aunque di-
fieran considerablemente entre sí por lo que respecta a sus significa-
dos. Estas estructuras profundas constituyen una especie de «corpi-
ño muy ceñido» en el punto medio de las derivaciones, en contraste,
claramente, con la mayor diversidad de las estructuras superficiales
y las representaciones semánticas.
También se han elaborado, sin embargo, argumentos EN CONTRA
de un nivel de análisis como la estructura profunda de la teoría es-
tándar. Todos ellos han sido comparados al argumento de Halle (en
Halle, 1959; examinado en Chomsky, 1964) en contra de la necesi-
dad de postular un nivel fonémico taxonómico. Parte dicho argu-
mento del hecho de que los fonemas obstruyentes del ruso se sono-
ricen en ciertos contextos, dándose el caso de que dicha sonoriza-
ción es contrastiva (fonológica en el sentido taxonómico del térmi-
no) para ciertos fonemas de esta clase, pero no para otros. Por esta
razón, la sonorizaci6n de tales fonemas no puede establecerse por
medio de una regla general única, ya que las derivaciones fonológi-
cas deben respetar el nivel fonémico taxonómico. Es preciso, por
contra, formular dos reglas diferentes: una que se aplicaría en la de-
rivación de las representaciones fonéticas a partir de las representa-
ciones fonémicas de corte taxon6mico, y otra que se aplicaría a la

183
derivación de estas últimas a partir de las representaciones morfo-
fonológicas. La conclusión de Halle es que, prescindiendo del nivel
de representación fonológico de corte taxonómico, lo expresado por
medio de estas dos reglas puede decirse por medio de una sola regla
de carActer más general. Con ello simplificaríamos las descripciones
gramaticales, simplificación que reflejaría, según Halle, que ha sido
aprehendida una generalización lingüfstica genuina.
En Bach (1968) se sostiene que la existencia de un nivel de aná-
lisis como la estructura profunda de la teoría estándar dificultaría el
establecimiento de generalizaciones de este tipo acerca de los con-
textos opacos. En el apartado 2.6 examinábamos dichos contextos
en relación con la neutralización que sufren en ellos el principio de
sustituibilidad de las expresiones con idéntica referencia. Pero otra
propiedad llamativa de este tipo de contextos es que permiten asig-
nar una interpretación no referencial, o INESPECfFICA a lQs sintag-
mas nOqÜnales indefinidos. Así, por ejemplo, el sintagma.nominal
indefinido de una oración como (29) puede recibir una interpreta-
ción inespecffica y la oración seguir siendo verdadera aun cuando
no exista un borrador PARTICULAR del cual se dice que María está
buscándolo.

(29) Mary is looking for eraser


("María está buscando un borrador'')

(De hecho, como ocurre en todos los casos de contextos opacos, [29]
es una oración ambigua, pues dicha oración puede interpretarse tam-
biénen el sentido de que EXISTE un borrador particular al cual bus-
ca María.)
Los sintagmas nominales indefinidos inespecificos aparecen ha-
bitualmente en el seno de cláusulas complemento, como ocurre en
(30) y (31).

(30) Mary hopes that she brought an eraser


("María espera que ella trajera un borrador'')
(31) It was obvious that Mary had brought an eraser
("Era evidente que María había traído un borrador")

Pero pueden aparecer también en oraciones simples que contienen


adverbios de modo y determinados tipos de adverbios.

(32) Obviously Mary has brought an eraser


("Evidentemente, María ha traído un borrador'')
(33) Mary may have brought an eraser.
("María puede haber traído un borrador'')

184
Desempeña un relevante papel en el argumento de Bach el hecho de
que oraciones como (32) y (33) posean como estructuras subyacen-
tes construcciones subordinadas con funci6n de complemento, tal y
como propone la semántica generativa. Los sintagmas nominales in-
definidos inespecíficos NO PUEDEN aparecer normalmente en oracio-
nes simples como (34) y (35).

(34) Mary brought an eraser


("Maria trajo un borrador")
(35) Mary found an eraser
("Maria encontr6 un borrador'')

(Si se diera el caso de que María ha traído o encontrado un borra-


dor, es evidente que el borrador en cuesti6n es un borrador particu-
lar. Cabe la posibilidad de buscar un borrador inespecífico pero no
encontrar un borrador de este tipo.) El verbo look lor presenta un
comportamiento poco habitual a este respecto, pues, tal y como prue-
ba la primera de las interpretaciones reseñadas aquí de (29), éste de-
termina un contexto opaco aun cuando la oraci6n que lo contiene
sea una oraci6n simple.
Dicho verbo, pues, constituye una aparente excepci6n respecto
de lo que parece ser una posible generalizaci6n acerca de las propie-
dades sintácticas de los contextos opacos, a saber: todas y s610 aque-
llas oraciones que poseen una cláusula complemento (en estructura
profunda) reciben las interpretaciones propias de los contextos opa-
cos. Pero este supuesto carácter excepcional de (29) desaparecerá si
dicha oraci6n fuera derivada de una cláusula complemento subya-
cente. Esto es, precisamente, lo que propone Bach, quien por razo-
nes que resultan evidentes sostiene que la estructura subyacente de
(29) ha de ser la misma que la de (36).

(36) Mary is trying to find an eraser


("María está tratando de encontrar un borrador'')

La oraci6n que contiene el verbo look lor se derivará transforma-


cionalmente a partir de esta estructura mediante la conversi6n de
una cadena de piezas léxicas en otra, o, para ser fieles con las pro-
puestas de la semántica generativa, mediante la conversi6n del con-
junto de elementos semánticos que representan el significado de las
palabras try y find en look lor, una vez que la transformaci6n de
subida del predicado ha reunido dichos elementos semánticos bajo
un mismo nudo en un indicador sintagmático. En ambos casos, la

185
derivación de look lor a partir de una construcción complemento vio-
la todo lo establecido por la teoría estándar en relación con la es-
tructura profunda, en particular la hipótesis de que la integridad de
las piezas léxicas no puede alterarse a lo largo de una derivación.
(N ótese que si obviously se deriva de il is obvious Ihal, como Bach
sostiene, estaríamos forzando aún más las cosas, aun cuando en este
caso exista una relación morfológica clara entre obviously y ob-
vious.)
La conclusión de Bach es que, para poder preservar el poder ex-
plicativo de la mencionada generalización acerca de la distribución
de los sintagmas nominales indefinidos inespecíficos, es preciso aban-
donar la hipótesis de que existe un nivel como el de la estructura pro-
funda de la teoría estándar. Pero su argumento posee varios puntos
débiles. En primer lugar, hemos de señalar que tal generalización
podría ser compatible con un nivel como éste si propusiéramos
que look lor se derivase, no a partir de Iry lo find, sino a partir de
look (for) lo find o look (for) lo have. Una derivación como ésta
entrañaría tan sólo la ELISIÓN de ciertos elementos léxicos, no la
sustitución de unas piezas léxicas por otras o, en su caso, de unos
elementos semánticos por cierta palabra. En apoyo de una solu-
ción como ésta podemos decir que el verbo look puede aparecer
con complementos, al menos en la lengua de otras épocas, como
muestra (37).

(37) He is looking to cause trouble


("Está buscando causar problemas")

y que la elisión a la que acabamos de aludir puede considerarse


como un caso particular de un fenómeno mucho más general, el cual
permite poner en relación oraciones como las que constituyen los pa-
res (38) y (39).

(38) (a) Mary wants an icecream


("M. quiere un helado'')
(b) Mary wants to have an icecream
("M. quiere tomar un helado'')
(39) (a) Mary is hoping for a new briefcase for Christmas
("M. está esperando una cartera nueva por Navidadj
(b) Mary is hoping to get a new briefcase for Christmas
("M. está esperando conseguir una cartera nueva por
Navidadj

186
Pero lo realmente importante es que, en realidad, no existe pa-
ralelo alguno entre los hechos examinados por Bach y el argumento
de Halle a propósito de la sonorización de los fonemas obstruyentes
en ruso. Es cierto que, a menos que admitamos que look jor se de-
riva a partir de una oración con dos cláusulas, precisarfamos dos
principios diferentes para predecir la distribución de los sintagmas
nominales indefinidos inespecífico s -un principio general concer-
niente a las construcciones complemento y un principio específico
para los casos del mismo tipo que el de lookjor. Pero si con su pro-
puesta Bach simplifica las cosas, por lo que respecta a la interpreta-
ción semántica de estos constituyentes también se ve forzado a in-
troducir una nueva regla sintáctica para la derivación de look jor a
partir de una oración con dos cláusulas, con lo cual la simplicidad
antes lograda queda reducida a nada. Una gramática que contuviera
un nivel de representación fonológico taxonómico necesitarla dos re-
glas para dar cuenta de la sonorización de los fonemas obstruyentes;
prescindiendo de dicho nivel, necesitaríamos solamente una. Por el
contrario, una gramática deberá contener dos reglas para determi-
nar la distribución de los sintagmas nominales inespecíficos, conten-
ga o no un nivel de representación como la estructura profunda de
la teoría estándar. (Argumentos similares a los de Bach aunque cons-
truidos sobre datos diferentes pueden encontrarse en McCawley,
1968b y G. Lakoff, 1968; dichos argumentos son examinados en
Chomsky, 1970b.)
Permítasenos ahora dedicar nuestra atención a la segunda cues-
tión que planteamos al principio de este apartado, si por estructuras
profundas entendemos aquellas estructuras generadas directamente
que sirven como entrada al componente transformacional, hemos de
decir que tanto una teoría semántica interpretativa como la semán-
tica generativa admiten la existencia de tales configuraciones. La
cuestión primordial para la semántica generativa estriba en la deter-
minación de si las estructuras semánticas pueden ser derivadas asi-
mismo directamente. Esta cuestión rara vez ha sido planteada de for-
ma explícita, pero existen indicios de que debe ser respondida
negativamente.
En las estructuras subyacentes de la semántica generativa los
cuantificadores aparecen como los predicados de cláusulas más altas
que aquéllas en las que aparecen en la estructura superficial, y el do-
minio de éstos se determina precisamente en virtud de la posición
que ocupen en ellas (cfr. G. Lakoff, 1975). La oración (40) es ambi-
gua respecto del alcance de los cuantificadores que contiene.

(40) Some boys love many girls


("Algunos chicos aman a muchas chicasj

187
En una de sus interpretaciones el cuantificador some posee dentro
de su dominio al cuantificador many; en este caso la oración se in-
terpreta de la siguiente manera: existen algunos muchachos tales que
para cada uno de éstos existen muchas chicas, a las cuales aman (pu-
diendo darse el caso de que cada una de estas muchachas sea amada
por uno y solo un muchacho). Para esta interpretación asignaría-
mos a (40) la estructura semántica subyacente (4-7). .

(4-7)

SN SV

SN
~O V
I
BOYS
/ SN SV
I
SOME
~ [ALGUNOS]
[CHICOS]

SN O
I
V

GIRLS
/~
SN SV
I
MANY

~SN
[CHICAS] [MUCHAS]
I
BOYS V
[CHICOS]
I
LOVE
I
GIRLS
[AMAR] [CHICAS]

De acuerdo con la otra lectura de (40), es el cuantificador many el


que posee el dominio más amplio. En este caso la oración significa
algo asf como «existen muchas muchachas tales que·cada una de
ellas son amadas por algunos muchachos ••. (En este caso, pues, cada
una de las muchachas debe ser amada por más de un muchacho.)
La estructura semántica correspondiente a dicha lectura sería (4-8).

188
(4-8)

SN SV

~o
SN
I
v
I
GIRLS SN SV MANY
I
[CHICAS~ [MUCHAS]

SN O V
I
BOYS
I SN
~SV SOME
I
[CHICOS] I ~ [ALGUNOS]
BOYS
[CHICOS]
V
I I
SN

LOVE GIRLS
[AMAR] [CHICAS]

La posici6n de un cuantificador en un indicador sintagmático


profundo determina pues su dominio. Repárese, no obstante, en que
con objeto de poder mostrar la capacidad de variaci6n de dichos
cuantificadores con respecto a su dominio, ~stos aparecen en tales
indicadores separados de aquellos sintagmas nominales de los que
forman parte en la estructura superficial. Las palabras sorne y boys,
o rnany y gir/s, no forman parte de un único constituyente en las es-
tructuras profundas (4-7) y (4-8). La separaci6n de los cuantificado-
res de los nombres a los que modifican dificulta enormemente la ex-
presión de ciertas generalizaciones acerca de las estructuras se-
mánticas s.

, Un an6lisis alternativo podría consistir en extraer los sintagmas nominales de


la oración en que aparece y ordenarlos de manera que se especifique el dominio re-
lativb de cada uno de ellos. Pero esta propuesta suscitarla un problema comparable
al aqul examinado, aunque distinto de ~ste. .

189
Una de estas generalizaciones es que cada nombre debe poseer
un único cuantificador o determinante en el nivel semántico. Una re-
presentación como (4-9) que contiene un único cuantificador, pero
dos nombres, debe considerarse mal formada, pues no es una repre-
sentación semántica coherente .

. (4-9)

SN SV

~O SN
~ V

I
GIRLS
/~SV
SN MANY
I
/~SN
[CHICAS] [MUCHAS]
I
BOYS V
[C H ICOS]
I
LOVE
I
GIRLS
[AMAR] [CHICAS]

Afirmar esto no implica negar que un nombre pueda aparecer


sin determinante alguno en la ESTRUCTURA SUPERFICIAL; tal es el
caso de boys en la oración (41).

(41) Boys love many girls


("Los muchachos aman a muchas chicasj

Incluso una oración como ésta debe poseer una representación se-
mántica que contenga un cuantificador para el nombre boys y ha de
ser así porque (41) es ambigua exactamente en el mismo sentido que
lo es (40). Y no debemos olvidar que esta clase de ambigüedades de-
ben ser explicitadas con arreglo a las posiciones que ocupen los cuan-
tificadores en la representación semántica de dichas oraciones. (Este
tratamiento es asumido prácticamente por todas las teorías semán-
ticas, incluso por aquellas que rechazan el análisis de Luoff de los
cuantificadores como verbos de las cláusulas más altas.)
Lo que hemos querido probar es que (4-9) no es una representa-

190
ció n semántica adecuada para oración alguna; en particular, que no
es la representación semántica apropiada de (41). Si una representa-
ción como ésta pudiera ser generada por una gramática, nos resulta
difícil comprender cómo las transformaciones evitarían convertirla
en (41). Pero nos resulta igualmente dificil llegar a saber cómo es po-
sible evitar que dicha gramática genere una representación semánti-
ca como (4-9) si las representaciones de este estilo constituyen las es-
tructuras profundas de las oraciones y éstas son, a su vez, generadas
por medio de reglas de estructura sintagmática. El hecho es que es-
tas últimas no pueden imponer constricción alguna a constituyentes
tan separados entre sí como los nombres y sus correspondientes
cuantificadores de las representaciones semánticas de la semántica
generativa. (4-9) necesitaría contener un cuantificador más, puesto
que contiene DOS nombres. Establecer las dependencias entre nom-
bres y cuantificadores, cuando unos y otros pertenecen a cláusulas
distintas, precisarla el recurso a mecanismos dependientes del con-
texto extremadamente poderosos, mecanismos totalmente innecesa-
rios para la generación de las estructuras profundas de la teoría es-
tándar. Las condiciones de buena formación que deben satisfacer las
estructuras profundas de la semántica generativa, las cuales especi-
fican el significado de las oraciones, parecen ser, pues, mucho más
complejas que aquéllas que deben satisfacer la estructura profunda
de la teoría estándar, las cuales no especifican el significado de las
oraciones.
La complejidad de las primeras condiciones de buena formación
mencionadas resulta del todo evidente cuando comparamos los aná-
lisis aquí expuestos con los tratamientos dados por la teoría están-
dar a los mismos hechos. De acuerdo con ésta, nombres y cuantifi-
cadores aparecen en las estructuras profundas como miembros de
un único constituyente, lo que permite explicitar la relación de de-
pendencia entre unos y otros de una forma extremadamente simple.
La regla de estructura sintagmática que da cuenta de dicha relación
es la siguiente:

(42) SN --+Q + N
(SN se rescribe como Cuantificador más Nombre)

Por supuesto, las estructuras generadas por un componente de base


que contiene dicha regla no pueden emplearse como representacio-
nes semánticas, pues los fenómenos de ambigüedad como los aquí
reseñados no podrían ser explicados por cuanto que las dos inter-
pretaciones de una oración como (40), por ejemplo, poseerían una
misma representación, en la cual los cuantificadores aparecerían de-
lante de los nombres a los que modifican. Pero las estructuras pro-

191
fundas de este tipo podrían ser puestas en relación con determina-
das representaciones semánticas por medio de ciertas reglas inter-
pretativas. Presumiblemente, pero no necesariamente, estas repre-
sentaciones semánticas deberían ser como las propuestas por LaIcoff.
Lo realmente interesante es que las condiciones de buena formación
que han de satisfacer aquellas representaciones semánticas que se va-
len de las posiciones de los cuantificadores para determinar sus res-
pectivos dominios PUEDEN establecerse en una gramática estándar
que genera este tipo de representaciones DE MANERA INDlREcrA con
la ayuda de ciertos mecanismos sintácticos. Unas reglas interpreta-
tivas apropiadas nos permitirían derivar las representaciones semán-
ticas (4-7) y (4-8) a partir de la estructura subyacente de (40). Así,
y respecto de la interpretaci6n genérica del sintagma nominal boys
de la oraci6n (41), tales reglas podrían suponer la existencia de un
cuantificador en el nivel de representaci6n semántica, y una repre-
sentaci6n mal formada como (4-9) nunca podría ser generada, ya
que las reglas de estructura sintagmática no permiten generar una es-
tructura profunda de la cual pudiera derivarse ésta.
Resumiendo: un conjunto de reglas de estructura sintagmática
(especialmente reglas sintagmáticas independientes del contexto) de-
fine un conjunto poderosamente restringido de estructuras lingillsti-
caso Es una premisa fundamental de la gramática transformacional
que el conjunto de las estructuras superficiales de las oraciones de
una lengua natural no es un conjunto de esta clase. Después de lo
dicho aquí parece claro que el conjunto de las representaciones se-
mánticas de dichas oraciones tampoco es un conjunto de este tipo.
Al igual que las estructuras superficiales, sin embargo, las estructu-
ras semánticas han de derivarse A PARTIR DE estructuras que satis-
fagan las condiciones de las estructuras sintagmáticas, por medio de
reglas que puedan alterar las configuraciones de constituyentes. Es-
tas reglas, las reglas interpretativas semánticas de la teoría estándar
o de la teoría estándar ampliada, deben ser formuladas, por supues-
to, de manera totalmente explicita (cfr. Kroch, 1974); las reglas in-
terpretativas propuestas por éste se aplican a estructuras derivadas
y no a las estructuras profundas como, por simplificar las cosas, he-
mos sostenido en la discusión de más arriba). Es claro que pueden
surgir nuevos problemas en el curso de la investigaci6n de tales re-
glas, incluso podríamos equivocarnos completamente respecto de
cuál sea el modo apropiado de explicar las relaciones de dominio en-
tre cuantificadores; las observaciones hechas aquí no son inmunes a
los resultados que puedan deparamos nuevas investigaciones, pero
en principio, parecen probar la existencia de un nivel de representa-
ci6n sintáctica profundo distinto y menos profundo que el nivel de
representaci6n semántica.

192
No obstante, y como ocurre a menudo en lingUistica, es posible
invertir los términos de este argumento de acuerdo con lo expuesto
en el apartado 4.1 acerca del carácter intercambiable de filtros y re-
glas. La semlmtica generativa considera que el estadio inicial de una
derivación ha de ser la representación sem{mtica de una oración y
nuestro argumento no excluye esta posibilidad. Lo que demuestra es
que las reglas de estructura sintagmática que generan representacio-
nes semánticas bien formadas pueden, asimismo, a no ser que sean
constrefiidas de alguna manera -manera que resultaría extremada-
mente compleja-, generar representaciones sem{mticas mal forma-
das que no deben ser transformadas en estructuras superficiales. Sin
embargo, tales estructuras semánticas no tienen por qué ser dese-
chadas en el nivel de representación semántico; aquellas derivacio-
nes que partan de estructuras como éstas, podrían ser rechazadas en
estadios posteriores -presumiblemente, una vez que los cuantifica-
dores han sido colocados junto a los nombres que modifican, puesto
que es en este estadio donde la relación de dependencia entre cuan-
tificadores y nombres puede establecerse de forma más simple. El es-
tadio inicial de las derivaciones de la semántica generativa podrian
seguir siendo las estructuras semánticas de las oraciones aun cuando
algunas de las condiciones de buena formación que deben satisfacer
dichas estructuras se aplicasen en un estadio derivativo posterior, es-
tadio que en algunos aspectos se asemeja de forma significativa al
nivel de representación de estructura profunda de la teoría estándar.
Si esto equivaliera a admitir la realidad de la estructura profunda
estlmdar, ello dependería del hecho de que éstos y otros mtros pre-
cisados por la semántica generativa vengan a aplicarse en un mismo
estadio de las derivaciones, estadio que cabría calificar de nivellin-
güistico genuino. Dicha cuestión es relevante en extremo en relación
con la elección entre semántica generativa y teoria estándar. Reco-
nocer su relevancia es, en si mismo, un hecho importante; encontrar
una respuesta apropiada es una tarea extremadamente ardua.

4.4. Derivaciones amalgamadoras frente a derivaciones


no amalgamadoras

Hemos hecho especial hincapié en ciertas diferencias existentes


entre las derivaciones propuestas por teorlas distintas, con objeto de
extraer de su análisis para su falsación las predicciones que éstas per-
miten. Pero algunas de estas diferencias no parecen tener, al menos
en apariencia, consideraciones empiricas. Tal es el caso de las dife-
rencias relativas al carácter amalgamador de las derivaciones de la
semántica generativa.

193
Una derivación semántica, según Katz, posee como entrada pri-
mera un indicador sintagmático profundo dotado de un número de-
terminado de lecturas léxicas: una por cada una de las piezas léxicas
que aparecen en dicho indicador. Y su salida última no es sino un
indicador sintagmático profundo semánticamente interpretado (ISP-
SI en adelante). Este último es el mismo indicador sintagmático pro-
fundo sólo que posee determinadas lecturas asociadas a sus nudos.
Un ISPSI (como ya señalamos en 3.1) es una estructura arbórea plu-
ridimensional; un nudo, 0, domina, a la vez, una secuencia de nu-
dos sintácticos, lo cual representa su estructura sintáctica, y un con-
junto de lecturas, que constituye su interpretación semántica. La fun-
ción de las reglas de proyección es, pues, especificar, a partir de las
lecturas asignadas a las piezas léxicas de que consta un indicador sin-
tagmático profundo, las lecturas semánticas que han de ser asigna-
das a los nudos superiores de dicho indicador; de ahí que tales re-
glas sean tan diferentes de las transformaciones sintácticas, y que los
ISPSI difieran considerablemente de las estructuras arbóreas bidi-
mensionales propuestas por la semántica generativa como represen-
taciones semánticas de las oraciones.
No obstante, Katz (cfr. Katz, 1972, cap. 8) ha sostenido que las
derivaciones prelexicales de la semántica generativa (en el caso de
que el concepto prelexical fuera adecuadamente definido) no son otra
cosa que las derivaciones contrarias a las derivaciones semánticas es-
pecificadas por las reglas de proyección por él propuestas. Pero al
comparar entre si unas y otras, Katz compara las representaciones
de la semántica generativa con sus LECTURAS ORACIONALES, no con
sus ISPSI. En 5.4 examinaremos detalladamente las relaciones que
puedan existir entre éstos, las lecturas oracionales y las representa-
ciones semánticas de la Semántica Generativa; aquí nos limitaremos
a analizar las düerencias entre las reglas de proyección de Katz y las
transformaciones propuestas por la Semántica Generativa para ex-
plicitar aquellos estadios derivativos.
Con objeto de ilustrar el amalgamador de las derivaciones se-
mánticas de Katz, permítasenos tomar en consideración la deriva-
ción que, según éste, poseerá una oración como (43):
(43) Harry reminds me of Fred Astaire
("H. me recuerda a Fred Astaire'')
De acuerdo con la teoría estándar, el indicador sintagmático pro-
fundo de dicha oración, una vez efectuada la inserción léxica, seria
el siguiente 6:

6 El análisis semántico del verbo remind de (4-10) es el propuesto en Postal (1970),


análisis que Katz ha retomado traducibdolo a la notación de BU propia teoría de

194
(4-10)

·0

~
SNSPred

I
D,C, (H) ------------o
Aux Sv

I
Tiempo v SN SPrep
I
Pres
I
D,C, (1) Prep
~
SN

D,C, (X Perceives (Z Similar W» I


of
I
D,C,(F)
[(X Percibe (Z (es) similar (a) W»]
[de]

Las piezas léxicas han de ser representadas como conjuntos de ras-


gos fonológicos, sintácticos y semánticos; pero, por no ser de interés
para nuestra exposición, hemos optado por sustituir por D y e las
matrices dC! rasgos fonológicos y sintácticos respectivamente de tales
piezas. Por idéntica razón representamos como (H), (1) Y(F) las re-
presentaciones semánticas correspondientes a Harry, me y Fred As-
taire. La representación semántica correspondiente a reminds es es-
pecificada en su totalidad, y aparece, como es lógico, dominada por
el nudo V; es éste un marcador semántico complejo que consta de
las variables categorizadas X, Z y W, las cuales indican las posicio-
nes en las que las reglas de proyección insertarán las lecturas del com-
plemento directo, del sujeto y del objeto término de preposición res-
pectivamente (cfr. apartado 3.1).
Las reglas de proyección se aplican a un indicador sintagmático
profundo de «abajo hacia arriba)). Por lo que respecta a (4-10), pues,
ésta sustituirá X y W por (1) y (F) en la lectura correspondiente al
verbo y asignarán la lecturá obtenida al nudo SV, de lo que resul-
tará una configuración como (4-11).

acuerdo con su prop6sito de comparar las derivaciones por él propuestas con las de
la semintica generativa. Ello es conveniente, pues, si ambas teorlas estin de acuerdo
en qué significa la palabra, las diferencias existentes entre los mecanismos formales
desarrollados por una y otra para dar cuenta de dicho significado se nos revelarlm
entonces con mayor claridad. Pero en realidad, Katz no asume el tratamiento que da
Postal al significado de remind; lo utiliza simplemente a titulo ilustrativo.

195
(4-11)

o
~
SN SPred
I ~
D,C, (H) AU x sv ___ «1) Perceives (Z Similar (F»)
1 «1) percibe (Z (es) similar (a) (F»))]
Tiempo
I SPrep
Pres
~
D,C, (X Perceives (Z Similar W» Prep SN
[(X percibe (Z (es) similar (a) W»] I I
of D,C, (F)
[de]

Si prescindimos de todo comentario respecto del constituyente Tiem-


po, el paso siguiente, y último, estriba en la sustitución de la lectura
correspondiente al sujeto de la oración (H), por la variable Z de la
lectura de SV; as! obtendremos la lectura correspondiente al nudo
0, la cual será una estructura como (4-12).

(4-12)

o
~- - - - - «1) Perceives «H) Similar (F»)
SN SPred [«1) percibe «H) (es) similar (a) (F»))]

I ~
---«1)
D,C, (H) Aux
I SV __ Perceives (Z Similar (F»)
~Z (es) similar (a) (F)))]
Tiempo V SN SPrep

I
Pres
I
D,C, (1) Prep
A SN

D,C, (X Perceives (Z Similar W»)


I
of
I
D,C, (F)
[D,C, (X percibe (Z (es) similar (a) W»] [de]

196
Decimos que estas derivaciones son derivaciones amalgamado-
ras porque la estructura de salida de cada regla de proyección queda
incorporada a la estructura de entrada de cada una de estas reglas.
Comparemos las derivaciones de este tipo con las derivaciones del
tipo de la ilustrada en (4-13), aparentemente equivalentes a las pri-
meras, aun cuando no se trata de derivaciones amalgamadoras. En
este caso, la lectura derivada de un constituyente, originada por la
aplicaci6n de una regla de proyecci6n, REEMPLAZA a la estructura
que el nudo en cuesti6n dominaba previamente a la aplicación de di-
cha regla; el resultado final de todo esto ya no es ISPSI, sino, sim-
plemente, una lectura oracional.
Tal vez podríamos encontrar cierto sentido a la diferencia seña-
lada entre estos dos tipos de derivaciones semánticas si reparamos
en que una derivaci6n amalgamadora como la ilustrada en (4-10),
(4-11) Y (4-12) sería de hecho muy similar a una derivaci6n sintác-
tica en la cual, las estructuras de salida de las transformaciones no
reemplazasen las estructuras de entrada de éstas, sino que se combi-
nasen con dichas estructuras de entrada dando origen a un indica-
dor sintagmático pluridimensional. Tal cosa ocurriría si una trans-.
formaci6n como la transformaci6n de pasiva, por ejemplo, convir-
tiera la estructura (4-14) (a) en estructura como (4-14) (b).
(4-13) (a) como en (4-10)
(b)
o

SN SPred

I
D,C, (H) Aux
~SV
I
Tiempo
I
«1) Perceives (Z Similar (F»)
[«1) percibe (Z (es) similar (a) (F»)))
I
Pres

(e)
o
I
«1) Perceives «H) Similar (F»)
[«1) percibe «H) (es) similar (a) (F»))]

197
(4-14) (a)
o

SN
~SV
Sam
I ~SN
V

I
despises
I
[(a)] loe
[des precia]

(b)
o
~ -.....,,-------- ~-

-SN ------- --SV


...........

,,-
-............
SN SV
........
I ~ ,.. ","" ' ..... ....
Sam V SN loe V SPrep

I I /
/
A
,,
despises [(a)] loe is despised Prep SN
[desprecia] [es despreciado]

by Sam
[por]

Cada nueva transformaci6n que se aplique a dicha estructura aña-


dirá una nueva dimensi6n a ésta, y el resultado que finalmente ob-
tendremos será «una estructura superficial)) que contenga toda la in-
formaci6n sintáctica de su propia derivación. Las transformaciones
sintácticas no han sido concebidas para obrar de este modo 7. Si los
estadios de una derivaci6n correspondiente a la representaci6n se-
mántica de la oraci6n lo constituyesen estructuras de esta clase, di-
chos estadios serian muy diferentes de aquellos que corresponden a
las representaciones sintácticas de estas mismas derivaciones. Permi-
tasenos indagar en este sentido para comprObar si existe alguna jus-
tificaci6n de esto.

1 V~II8C, sin embargo, nuestros c:omentarios a la «teorla de la huella» del c:a-


pltulo 6.

198
Tengamos en cuenta, en primer lugar, que podría argüirse en apo-
yo de las derivaciones amalgamadoras que la adición de lecturas de-
rivadas a un indicador sintagmático para así obtener un ISPSI es el
modo natural de dar cuenta de que el componente semántico es un
componente interpretativo, en el sentido de que sus reglas asignan
una determinada interpretación a lo ya existente en un indicador sin-
tagmático. En el apartado 4.1 (véase nota 1) distinguíamos algunos
sentidos de la palabra «interpretan). Así, se dice que las reglas de pro-
yecci6n son interpretativas (como lo son las transformaciones sin-
tácticas) porque éstas no generan un conjunto infinito de estructuras
a partir de aquéllas que constituyen su entrada, sino que se limitan
a proyectar estructuras de un conjunto infinito de éstas en estructu-
ras de otro conjunto infinito. En este-ientido, el carácter interpreta-
tivo de las reglas de proyección no puede esgrimirse como justifica-
ci6n de las derivaciones amalgamadoras, a no ser que estemos dis-
puestos a sostener que, dado el carácter interpretativo de las trans-
formaciones sintácticas, son necesarias derivaciones SINTÁCTICAS
amalgamadoras. En un sentido más habitual de «interpretar)), dire-
mos que las reglas de proyección son interpretativas porque dotan
de interpretaciones (significados) a las oraciones. Pero, de acuerdo
con esto, tampoco son necesarias en principio las derivaciones amal-
gamadoras, ya que los significados pueden asignarse a las oraciones
poniendo en correspondencia sus estructuras profundas con deter-
minadas lecturas oracionales, o bien asignando dichas lecturas a es-
tas estructuras profundas.
Una defensa diferente de los ISPSI podría estribar en demostrar
que son necesarios por cuanto que ciertas propiedades y relaciones
semánticas no pueden ser especificados en las lecturas oracionales,
ya 'que requieren la referencia a los indicadores sintagmáticos pro-
fundos también. Esta cuestión será examinada con mayor detalle en
el apartado 5.4. Por ahora nos limitaremos a señalar que, incluso en
el caso de que esto fuese así, no se trata de algo concluyente. Ciertas
propiedades sintácticas de las oraciones se definen tomando en con-
sideración, tanto las estructuras profundas sintácticas, como las es-
tructuras superficiales (e incluso determinadas estructuras interme-
dias), y no por ello consideramos necesarias las derivaciones sintác-
ticas amalgamadoras. En una derivación no amalgamadora no se
PIERDE ninguna informaci6n, siempre que las definiciones de las pro-
piedades sintácticas y semánticas especificadas en ella se reflejen en
cada uno de los estadios de ésta y no solamente en su estadio final.
La misma observación cabe hacer respecto de la asignación de lec-
turas a los constituyentes de la oración. Un ISPSI contiene, eviden-
temente, lecturas de constituyentes y una determinada lectura ora-
cional; pero esto no hace preferibles las derivaciones amalgamado-

199
ras a las no amalgamadoras, pues si bien es cierto que una deriva-
ci6n no amalgamadora como (14-13) no presenta informaci6n algu-
na en su estadio final acerca de los significados de los constituyentes
de la oraci6n, si lo hace en el estadio intermedio (b).
Nuestros argumentos de más arriba, no prueban que las deriva-
ciones amalgamadoras sean inadecuadas. En realidad, lo que hacen
es sugerir que éstas son meras variantes notacionales de las deriva-
ciones no amalgamadoras en las que las definiciones de las propie-
dades semánticas de una oraci6n puedan recurrir a las estructuras
intermedias de su derivaci6n. No obstante, existe una diferencia sus-
tantiva entre ambas clases de derivaciones, diferencia que habla en
favor de las derivaciones no amalgamadoras.
Una teorla semántica que permite únicamente derivaciones de
este tipo ha incorporado la restricci6n de que la operaci6n llevada
a cabo por cada regla está condicionada, exclusivamente, por la sa-
lida de la regla inmediatamente anterior, y no por estructuras ante-
riores de la derivaci6n. Las reglas de proyecci6n de Katz no emplean
informaci6n proviniente de estructuras anteriores de la representa-
ci6n semántica; por ejemplo, informaci6n acerca de aquellos consti-
tuyentes cuyas lecturas han sido previamente amalgamadas para for-
mar lecturas derivadas que se asignan a constituyentes de mayor je-
rarquia. (Este es el porqué de que sea posible convertir la derivaci6n
amalgamadora de (4-10)-(4-12) en la derivaci6n no amalgamadora
de (4-13), en la <;uallos constituyentes son elididos a medida que sus
lecturas son amalgamadas.) Por ello, insistir en las derivaciones no
amalgamadoras convertirla esta simple verdad acerca de las deriva-
ciones de Katz en una restricci6n explicita, tal y como ocurre en
el caso de las derivaciones sintácticas. Y ello podrla constituir una
nueva contribuci6n al objetivo general de una caracterizaci6n ex-
plicita de los limites de las gramáticas posibles para las lenguas na-
turales.
Las reglas globales, formuladas en el seno de la semántica gene-
rativa, no se hallan constreñidas en esta forma; pueden emplear in-
formaci6n proviniente de estructuras muy diferentes de la deriva-
ci6n. Pero la teorla de Katz rechaza explicitamente las reglas globa-
les, y para que esta constricci6n tenga algún significado, su teorla
deberá rechazar, evidentemente, cualquier cosa equiparable a dichas
reglas. Así, desechará las derivaciones amalgamadoras en las que
cada regla pueda tener acceso a la informaci6n proveniente de es-
tructuras más tempranas de la derivaci6n. (Si nuevas investigaciones
mostraran que las reglas globales SON esenciales para una descrip-
ci6n adecuada de las lenguas naturales, tal posici6n deberla recha-
zarse evidentemente. Como siempre, se aprende mucho más de una
teorla fuertemente restrictiva que de una teorla enormemente permi-

200
s.va, incluso si se pudiera probar eventualmente que aquélla es
inadecuada. )
Si rechazásemos por estas razones las derivaciones amalgamado-
ras de Katz (y, por consiguiente sus ISPSIS), las similitudes con las
derivaciones de la semántica generativa serían más evidentes. La de-
rivación propuesta en Postal (1970) para una oración como Harry
reminds me 01 Fred Astaire ("Harry me recuerda a Fred Astairej
es (4-15). (Los sintagmas nominales de las estructuras de [4-15] no
han sido (<traducidos)) en elementos semánticos, porque la estructura
semántica interna de los mismos carece de interés para nuestra dis-
cusión.) En esta derivación, la estructura subyacente (a) es transfor-
mada en la estructura (b) por la transformaci6n de elevación de sin-
tagma nominal; (b) es transformada en (c) por la transformación de
elevación del predicado; (c) en (d) por la transformaci6n de movi-
miento psíquico, la cual intercambia el sujeto y el objeto de una ora-
ción de modo similar a como lo hace la transformación pasiva; (d)
es transformada en (e) por la transformación de elevaci6n del suje-
to. Por último, la cadena STRIKE SIMILAR ("descubrir similarj
será sustituida por remind por la aplicación de la transformación
de inserción léxica.
Las analogias entre ésta y la derivación propuesta por Katz son
evidentes. Pero resultan aún más claras si sustituimos los paréntesis
de las lecturas de Katz por una estructura arbórea (lo que puede ha-
cerse con la ayuda del algoritmo examinado en el apartado 5.4). La
derivación de Katz de (4-10)-(4-12) adoptaría asi la forma de la de-
rivación de (4-16).

(4-15) (a)

Pred SN SN

I
STRIKE
I
x(me)
I
O

~
[DESCUBRIR]

SN
Pred SN

I
SIMILAR
I
y(Harry)
I
z(Fred Astaire)
[SIMILAR]

201
(b )
o
/~
--
Pred
SN
-SN
SN
\ \ \
STRIKE x (me) \
y<.HarrY) O
[DESCUBIl

~N
IR)

\
SIMILAR \
z(fred Astai
[SI~tlLAR) re)

(e)
o
/~
Pred SN SN SN

~
STIlIKE
\
x (me)
\
y(HartY)
\
z( fr ed Astai
Pred re)
(DESCUBIl
IR) \
SIMILAR
(SIMILAR)

(d )
o
/ z::::::::::
Pred
~
SN SN
SN
STRIK E Pred \ \
x(rne)
\
z( fr ed Astai
(DESCUBR y(H re)
anY)
IR) \
SIMILA
[SIMILARR]

202
(e)
o

SN
--------------
I
y(Hany) ----- Pred
o
~----------
SN SN
~ I I
STRIKE Pred x(me) z(Fred Astaire)
[DESCUBRIR]
SIMILAR
I
[SIMILAR]
(4-16) (a)
o
~
SN SPred
I ________
D,C, (H) Aux SV
I /~----
Tense V SN SPrep
I
Pres D,C //
I "
..... .....
..........
I
D,C, (1) Prep
/'....
SN
/ Perccivcs ' ....
/ [Percibe] ....... t ... , I I
X ........ " . . ! ..... of D,C, (F)
Z Similar W [de]
[Similar]
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SN
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' ......... "

. . ... -
/
Tense (1) Perccivcs ----_
I~,"_
I [Percibe]
I
, , , ............
Prcs Z Similar (F)
[Similar]

203
(c)
o
.... "'f' .......
"... I .... ....
.......... I ......... ,
(1) Perceives .........
[Percibe]

'"
(H)
,,"
'" /~\ \........ .... , ..........
\
Similar
[Similar]
-
(F)

No queremos sostener con ello que una derivaci6n como (4-16)


sea exactamente idéntica a una derivaci6n como (4-15); incuestiona-
blemente, existen diferencias entre ambas. U na de ellas, y muy evi-
dente, estriba en la direcci6n de tales derivaciones. Al igual que las
transformaciones de la Semántica Generativa, las reglas de proyec-
ci6n de Katz determinan ciertos cambios estructurales; pero, a dife-
rencia de aquéllas, los cambios provocados por dichas reglas de pro-
yección se hallan implicitamente formulados en las lecturas de los
verbos. Así, por ejemplo, el intercambio de las lecturas correspon-
dientes a Harry y I están determinadas por las variables categoriza-
das de la lectura de remind. De acuerdo con la direcci6n seguida
por sus derivaciones, la Semántica Generativa ha de permitir que las
reglas que provocan cambios estructurales se apliquen libremente, y
que, consecuentemente, la elecci6n de las piezas léxicas dependa del
cambio estructural que tenga lugar cuando éstas se apliquen. Por
contra, dado que las derivaciones de Katz siguen la dirección opues-
ta, éste ha de asumir que los cambios estructurales en cuestión de-
penden de las piezas léxicas: el cambio apropiado en cada momento
será determinado por el verbo de la oración, cuya lectura especifica
el cambio que ha de producirse por medio de las variables catego-
rizadas contenidas en ella. (Cfr. nuestro análisis comparativo de las
teorlas de Fillmore y Gruber del apartado 3.4.) ¿Hasta qué punto es
significativa esta diferencia para la valoración de ambas clases de de-
rivaciones? Esta pregunta no ha sido aún respondida; pero, en prin-
cipio, parece como si existiera un menor grado de libertad en el tra-
tamiento dado por la semántica generativa a las relaciones entre los
significados de las palabras y los significados de las oraciones, lo
cual haria más fácil su caracterizaci6n por medio de determinadas
reglas generales.
Otras diferencias entre ambos tipos de derivaciones, concreta-
mente, aquéllas que conciernen a su forma misma, serán examina-
das en el apartado 5.4. Nuestra intención en este apartado ha sido

204
mostrar y comparar entre si los procesos definidos por las reglas que
ponen en relación las representaciones' sintácticas con las represen-
taciones semánticas de una y otra te orla. Hemos visto que las dos
clases de reglas propuestas por éstas pueden ser formalmente cons-
treñidas de distintas maneras (cfr. apartado 4.2), y que las direccio-
nes seguidas por sus derivaciones son, al menos en apariencia, dife-
rentes. No obstante, ambas clases de reglas poseen esencialmente la
misma ftmción; dándose el caso, además, de que estas dos teorlas re-
conocen que la estructuración que poseen los elementos contenidos
en la representación semántica de una oración puede diferir sustan-
cialmente de la estructuración que posean las piezas léxicas de dicha
oración (en el apartado 5.3 se exponen los argumentos en apoyo de
esto). En la primera versión de la teoria de Katz, cuando ésta no con-
taba con marcadores semánticos complejos dotados de variables ca-
tegorizadas, las reglas de proyección se limitaban a asignar lecturas
semánticas a los constituyentes oracionales. Pero, posteriormente; di-
chas reglas, al igual que las transformaciones correspondientes de la
semántica generativa, alteran las posiciones de tales constituyentes.
Una vez examinadas las derivaciones propuestas por Katz como de-
rivaciones no amalgamadoras, comprobamos, asimismo, que estos
dos tipos de reglas permiten definir representaciones semánticas bas-
tante similares.

205
5. Las representaciones semánticas
Acabamos de examinar comparativamente las teorías semánticas
de que nos hemos ocupado hasta aqul en relaci6n con el modo en
que, según éstas, deben aplicarse las reglas que ponen en relación las
representaciones semánticas con otros tipos de representaciones es-
tructurales en las derivaciones de las oraciones, y con la forma de
dichas reglas. Examinaremos ahora las propiedades de las represen-
taciones semánticas mismas. Pero permítasenos antes exponer bre-
vemente las conexiones existentes entre los temas abordados en el
capitulo anterior y aquellos a los que vamos a dedicar nuestra aten-
ción en éste.
A primera vista, parece claro que haya de existir cierto grado de
interdependencia entre las afirmaciones relativas a la naturaleza de
las representaciones semánticas y las concernientes al modo en que
la gramática está organizada, especialmente en lo que respecta a las
relaciones entre sintaxis y semántica. Un caso ilustrativo de esto, ana-
lizado en el apartado 4.3, lo constituye el hecho de que aquello que
descubrimos acerca de las propiedades estructurales de las represen-
taciones semánticas pueda ser determinante a la hora de dar una res-
puesta a la cuestión de si tales representaciones pueden, o no, ser ge-
neradas por medio de reglas de estructura sintagmática; otro lo cons-
tituyen las afirmaciones de la semántica generativa de que no existe
un nivel sintáctico profundo diferenciado del nivel semántico y que
las ((reglas semánticas» de la gramática son, de hecho, transforma-
ciones sintácticas. Esto requiere que las representaciones semánticas
deban tener la forma de indicadores sintagmáticos. Pero, a pesar de
todo, tal relación de interdependencia nos da cierto margen de liber-
tad. Así, por ejemplo, aun cuando resultara cierto que dichas repre-
sentaciones han de tener la forma de indicadores sintagmáticos, esto
no nos obliga a sacar como conclusión que el componente semánti-
co debe ser el componente generativo de la gramática. En realidad,
no hay nada, en principio, que prohíba que una gramática pueda es-
pecificar representaciones semánticas de este tipo por medio de re-

207
glas interpretativas apropiadas como las que se aplican a las estruc-
turas profundas de la teoría estándar.
Por lo que respecta a las reglas en particular, debo decir que la
relación entre reglas y estructuras es muy estrecha. Las reglas gra-
maticales son reglas dependientes de estructuras, por cuanto que la
cuestión de si es posible o no aplicar una regla dada a una repre-
sentación gramatical determinada y, de tener ésta una respuesta afir-
mativa, la de cómo debe aplicarse dicha regla, sólo puede contestar-
se tomando en consideración ciertas propiedades estructurales inter-
nas de la representación en cuestión. Las hipótesis concernientes a
la naturaleza de las representaciones semánticas, y las hipótesis re-
lativas a la forma de las reglas que generan éstas y las ponen en re-
lación con otras estructuras en una derivación se hallan, pues, ínti-
mamente vinculadas unas con otras. Cuando construimos una gra-
mática, tenemos, por consiguiente, que plantearnos ambas clases de
hipótesis a la vez.
Comúnmente, lo primero que obtenemos con nuestra investiga-
ción son pruebas acerca de determinadas representaciones gramati-
cales, las cuales son construidas a partir de ciertas propiedades de
los enunciados. A continuación procedemos a formular las reglas
que permitan poner en relación tales representaciones con aquellas
otras en las que se especifican propiedades diferentes de esos mis-
mos enunciados. Es muy posible, y esto ocurre a menudo, que las
reglas se simplifiquen si procedemos a definir una determinada rela-
ción entre dos niveles de representación diferentes como una secuen-
cia de pasos sucesivos, cada uno de los cuales es resultado de la apli-
cación de una única regla. Las reglas de este tipo especifican una re-
presentación intermedia en la derivación de una oración.
Las representaciones semánticas no pueden considerarse estruc-
turas intermedias; estas representaciones ocupan uno de los termi-
nales de las derivaciones, y constituyen por ello uno de los niveles
que la gramática puede poner en correspondencia de forma más ín-
tima con ciertas observaciones empíricas acerca del lenguaje huma-
no. Por tanto, cuanto más lleguemos a conocer acerca de los signi-
ficados de las expresiones y acerca del modo en que deben ser for-
malmente representados, más fácil nos resultará constreñir esa os-
cura parcela central de las derivaciones sobre la que existen tantas
posiciones encontradas.
En este capítulo nos dedicaremos primordialmente a desarrollar
aquellos requisitos mínimos que debe satisfacer todo sistema ade-
cuado de representación del significado, basándonos para ello en
ciertas observaciones muy generales acerca de cullles han de ser los
tipos de hechos que han de aparecer especificados en una represen-
tación semántica. Entre las preguntas que intentaremos responder

208
aquí se hallan las siguientes: ¿cuáles son los elementos mínimos del
significado y en qué clases de combinaciones pueden presentarse?
¿Cómo se relacionan los significados de las palabras entre sí? ¿De
qué forma contribuyen los significados de las palabras de una ora-
ción a determinar el significado de ésta? Posteriormente, nos ocupa-
remos de algunos de los problemas que plantea la valoración de di-
ferentes sistemas de representación del significado que satisfacen los
requisitos mínimos a que hicimos referencia anteriormente.

5.1. Los primitivos semánticos

El significado de una oración no puede considerarse un todo mo-


nolítico. Sólo si concebimos dicho significado como un todo cons-
truido a partir de los significados de los constituyentes de la ora-
ción, podrán caracterizarse de algún modo los significados del con-
junto potencialmente infinito de oraciones no sinónimas de una
lengua natural. Y ha de ser así, aunque una lengua natural cuente
únicamente con un repertorio finito de morfemas, y el significado de
éstos pueda ser, por esto, representado como una entidad inanaliza-
ble. Las teorías semánticas actuales, e incluso algunas teorías semán-
ticas tradicionales, sostienen que los significados de ciertos consti-
tuyentes son analizables en elementos significativos «menores», y que
los significados de las piezas léxicas deben representarse como con-
juntos finitos de elementos significativos primitivos. (Algunos ejem-
plos ilustrativos de cómo resuelven las cuestiones derivadas de am-
bas hipótesis la semántica generativa y la semántica interpretativa se
han expuesto en el capítulo tercero de este libro.)
El fundamento de un análisis composicional de los significados
de las unidades léxicas es el siguiente: si el significado de una pieza
léxica cualquiera, el significado defather ("padre"), por ejemplo, no
fuera analizado en un determinado número de elementos constituti-
vos, la gramática no podría hacer otra cosa que confeccionar las lis-
tas donde se especificaran las propiedades semánticas de las pala-
bras y las relaciones que puedan contraer entre sí éstas, tratándolas,
de esta forma, como hechos independientes. Según esto, que father
sea sinónimo de male parent ("progenitor macho''); que sea además
antónimo de mother ("madre ''); que male father ("padre macho") sea
una construcción redundante; que la construcción deciduous father
("padre temporal") sea una construcción semánticamente anómala;
que female father ("padre hembra'') sea una construcción semánti-
camente contradictoria, etc., serían hechos accidentales, sin relación
alguna con el significado de father. Una aproximación de este tipo
no se caracterizará, evidentemente, por su simplicidad; además, y

209
esto es lo realmente importante, no darla cuenta de que tales hechos
NO son independientes del hecho de que father posea el significado
que posee. En efecto, nótese que podria darse el caso de que no exis-
tiera una palabra sinónima de elephant ("elefante', un antónimo de
raspberry ("frambuesa j, una palabra que, con oxidized ("oxidado j,
constituyera una construcción redundante, una que, junto con sad
("tristej, diera lugar a una construcción contradictoria, o una que
entrañe la interpretación asignada a archeological ("arqueológicoj.
Pues bien, un anlllisis componencial del significado permite dar una
explicación a todo esto, pues, de acuerdo con él, todas las propie-
dades semánticas de una palabra dada se determinan a partir de un
único conjunto finito de elementos significativos. Reconocer que
"masculinidad" (maleness) y "paternidad" (parenthood) son compo-
nentes del significado de father hace posible la explicación DE FOR-
MA SIMULTÁNEA -dado un análisis componencial apropiado del sig-
nificado de las palabras-, del carácter contradictorio de female
father, de la relación de antonimia entrefather y mother, etc. El aná-
lisis componencial del significado de una pieza léxica particular es
siempre idiosincrásico, como es lógico, pero un análisis de este tipo
permite determinar las propiedades significativas de ésta con arreglo
a ciertos principios generales, no precisando incorporarlas a lista
alguna.
La pregunta de cuántos componentes semánticos deben extraer-
se de los significados de las palabras causa, sin embargo, desazón en
los lingüistas. ¿Debe extraerse únicamente aquellos -(:omo, por
ejemplo, animateness ("condición de animado"), maleness ("mascu-
linidadj, abstractness ("condición de abstracto''), causation ("cau-
salidadj, etc.-, que pueden encontrarse reiteradamente en el léxico
de una lengua, y ser considerados por ello presumiblemente univer-
sales? Responder afirmativamente dicha pregunta, ¿no equivale a
sostener que nuestro análisis ha de terminar en el momento en que
hayamos asignado a todas las palabras no sinónimas de una lengua
un análisis componencial distinto? Y, si así fuera, ¿cómo podriamos
especificar esos elementos residuales, idiosincrásicos, del significado
de las palabras que sirven precisamente para diferenciar entre sí las
palabras que no son sinónimas? Si procediéramos a analizar éstos
en componentes semánticos menores también, ¿no correriámos el
riesgo de establecer un número mayor de componentes significativos
que el de palabras existentes en una lengua?
Estas son probablemente las preguntas que subyacen a la distin-
ción entre marcadores semánticos y distinguidores establecida por la
teoría semántica de Katz, ya en sus inicios. En Katz y Fodor (1963)
se afirma lo siguiente:

210
Los marcadores semÚlticos son aqueUos objetos que utiliza-
mos en una tcorla para expresar las relaciones semÚlticas .... Los
marcadores semÚlticos asignados a la entrada del diccionario de
una pieza l~xica pretenden reflejar cuantas relaciones semÚlticas
sistemiticas existan entre dicha pieza l~xica y el resto del vocabu-
lario de una lengua. Por otra parte, los diferenciadores de una pie-
za l~xica es~ifican lo que hay de idiosincrúico en el significado
de ~ta.

Un ejemplo ilustrativo de tal distinci6n lo constituye la entrada


de diccionario propuesta por ambos para bache/oro

(5-1)
bachelor
I

~
-
(Human)
noun

(Animal)

~
(Male) (Male)

I
[young Cur seal when
without a mate during
the breed~ time]
[who has never [young knight serving under
married] the standard oC another knigbt]

[aro la versión española de la misma de la página 98.]

Los elementos que aparecen entre paréntesis son marcadores se-


mánticos, y los que aparecen entre corchetes, distinguidores. N6tese
que los únicos componentes especificados como tales marcadores son
los conceptos de "macho" (male), "humano" (human) y "animal"
(animal), los cuales son componentes, asimismo, de otras muchas pa-
labras inglesas, y de múltiples palabras de otras tantas lenguas. Pero,
con s6lo la ayuda de dichos marcadores semánticos, no podriamos
distinguir los cuatro significados de bachelor.
La caracterizaci6n de los distinguidores que proponen Katz y Fo-
dar implica (i) que cada uno de ellos s610 puede aparecer una vez
en el diccionario de una lengua, en otras palabras: que cada uno for-
ma parte de un único significado de una sola palabra. y (ii) que las
restricciones de selección -las cuales especifican qué relaciones se-

211
mánticas pueden eontraer los distintos constituyentes de una ora-
ci6n-, únicamente pueden hacer referencia a los marcadores semán-
ticos de las piezas léxicas, y no a sus distinguidores.
Ambas afirmaciones han sido muy criticadas. Repllrese, por
ejemplo, en que la conclusi6n (i) será insostenible si se comprueba
que existen en una lengua dos palabras sin6nimas cuyas representa-
ciones semánticas respectivas debieran contener un determinado dis-
tinguidor, puesto que, en estos casos, es claro que el distinguidor en
cuesti6n deberá aparecer dos veces en el diccionario. Además, la exis-
tencia en inglés de la palabra spinster ("solteronaj nos obliga a con-
siderar el distinguidor (who has never married) de bache/or, de he-
cho, como un marcador semántico. E, incluso un concepto tan cla-
ramente idiosincrásico y asistemático como el de <cindividuo sin pa-
reja durante la época de celO) tendria que representarse como un
marcador semántico, si se diera el caso de que en inglés existiera
-o se creara- una palabra que significara algo así como «joven co-
nejo macho sin pareja durante la época de celo».
La conclusi6n (ii) nos obliga, asimismo, a tener que considerar
marcadores semánticos muchos de los elementos significativos ca-
racterizados en un principio como distinguidores. Katz y Fodor pre-
sentan un hecho que podría corroborar esto. Supongamos que en
una oraci6n como the o/d bache/or finally died. los angloparlantes
asignan a bache/or como significado relevante el de «persona no ca-
sada», ignorando el de «joven caballero». Si fuese así, la informa-
ci6n de que un caballero soltero ha de ser necesariamente joven de-
beria ser caracterizada como marcador semántico y no como un dis-
tinguidor, dado que dicha informaci6n puede ser pertinente para ex-
plicar la ambigüedad de la oración en cuesti6n. En Katz y Postal
(1964), young ("jovenj es considerado un marcador semántico. Y
en Bolinger (1965), se señala que, haciendo trabajar un poco nuestra
imaginación, es posible demostrar que prácticamente todos los as-
pectos del significado de una palabra son relevantes para determinar
el porqué de la ambigüedad de una oraci6n o el porqué de su ca-
rácter an6malo; lo cual nos lleva a concluir que todos ellos deben
ser caracterizados como marcadores semánticos.
Es evidente que si un análisis componencial tiene por meta la de-
terminaci6n tanto de todas las propiedades semánticas de una pieza
léxica, como de las relaciones significativas que ésta pueda contraer
con las restantes piezas léxicas del diccionario, la descomposici6n en
elementos significativos menores del contenido de una palabra ha de
ser un proceso extremadamente sutil (N o tendremos aquf en cuenta
la objeci6n de que el resultado final de un análisis de esta clase nos
pueda deparar un nú.mero mayor de componentes semánticos que el
número de piezas léxicas de una lengua determinada, por cuanto que

212
no creemos que esto deba ser considerado un ((defecto»; el objetivo
que se persigue con el establecimiento de los componentes significa-
tivos mínimos del significado es poner al descubierto la naturaleza
de éste, no reducir las clases de elementos del vocabulario de una len-
gua. Así, un análisis fonológico de este tipo no será tenido por ina-
decuado por el simple hecho de descubrirnos que una lengua: posee
más rasgos distintivos que fonemas.) No obstante, conforme un aná-
lisis componencial del significado se hace más sutil y refinado, el pa-
pel que desempeiiarían en una teoría semántica los distinguidores de
Katz y Fodor sería cada vez menor, y, con toda seguridad, llegaría
un momento en que resultarían del todo innecesarios..
En Katz (1972, capítulo 3. 0 ) se nos da una definición de distin-
guidor parcialmente diferente y más elaborada, en un intento de sal-
vaguardar la relevancia de dicho concepto para la teona semántica.
Dicha definición es la siguiente:
'.
Cabe sostener, pues, que los distinguidores proporcionan la dis-
tinción puramente denotativa con arreglo a la cual es posible di~
ferenciar dos piezas léxicas entre si que, de 'otro modo, senan ple-
namente sinónimas. Frente a los marcadores semánt~cos, que re-
presentan componentes conceptuales de los sentidos de las piezas
léxicas y de las expresiones, los distinguidores expresan las dife-
rencias perceptivas existentes entre los referentes de serttidos con-
ceptualmente idénticos.

La caracterización de los significados de las palabras de entida-


des sensoriales, tales como los adjetivos que indican color, resulta
enormemente problemática. Por regla general, los usuarios de una
lengua aprenden lo que significan estos adjetivos por ostensión, y no
recurriendo a sus definiciones respectivas del diccionario, en otras
palabras: terminamos por saber cuándo puede decirse que una cosa
es roja o verde y después que se nos han mostrado objetos rojos y
objetos verdes y se nos ha dicho de eUos que son rojos y verdes. Red
("rojo'') y green ("verde'') son palabras con diferente extensión; es de-
cir, palabras que se aplican a objetos de clases distintas. La exten-
sión de red incluye tanto los tomates como las caras sofocadas o aver-
gonzadas; la extensión de green, tanto el césped sano como las caras
biliosas. No obstante esto, no parece existir diferencia CONCEPTUAL
alguna entre ambas palabras a la cual poder achacar sus diferentes
extensiones. Son estas diferencias relativas a la extensión, o denota-
ción, de las palabras, que no se correlacionan con diferencias con-
ceptuales entre éstas, las que Katz representa ahora por medio de
los distintos distinguidores.
De acuerdo con esta nueva caracterización de los distinguidores,
la hipótesis de que éstos y los marcadores semánticos son entidades

213
te6ricas diferentes no puede justificarse invocando el muy distinto
papel que unos y otros desempeñan en la gramática. Repárese en pri-
mer lugar que, de acuerdo con dicha caracterizaci6n, distinguidores
y marcadores podrían aparecer en más de una entrada léxica del dic-
cionario. (Como el propio Katz observa, el hecho de que los objetos
escarlatas sean rojos es una verdad analítica; lo que no quiere decir
sino que el concepto «escarlatll)~ implica el concepto «ser rojo~~. Para
poder dar cuenta de esto, podemos proponer que la entrada de dic-
cionario de escarlet ["escarlata''] incluya la entrada correspondiente
a red ["rojo j; ambas entradas contendrán, por consiguiente, el mis-
mo distinguidor.) N6tese, además, que las restricciones selectivas de-
berían ahora ser establecidas de forma que puedan tener en cuenta
tanto distinguidores como marcadores semánticos. (El adjetivo,/ltl-
ming, por ejemplo, puede modificar tan s610 a aquellas palabras de
color del espectro rojo-naranja-amarillo, pues la construcci6n the,/ltl-
ming blue 01 her eyes ["el flameante azul de sus ojosj es an6mala.
Por tanto, las restricciones selectivas han de poder concernir a las
diferencias existentes entre diferentes palabras de color, diferencias
que son especificadas como distinguidores.)
Si una teoría semántica asume, pues, que es preciso establecer al-
guna distinci6n formal entre marcadores y distinguidores, podrá fun-
damentar dicha distinci6n en el hecho de que determinadas diferen-
cias entre significados son de índole preceptiva, mientras que otras
son conceptuales, o en la existencia de diferencias puramente deno-
tativas. Quizá la clasificaci6n de los significados en preceptivos y con-
ceptuales sea del todo innecesaria, pero nada indica, en principio,
que ocurra tal cosa. En cualquier caso, la oposici6n conceptual-per-
ceptivo no parece ser una base s61ida en la que asentar la propuesta
de que una representaci6n semántica deba incluir objetos tales como
los distinguidores. Es ésta, indudablemente, una cuesti6n dificil de
resolver. (Katz considera, por ejemplo, que la propiedad de «ser rojo»
es una propiedad perceptiva mientras que la propiedad de «ser re-
dondo» es conceptual, por ser esta última una propiedad que puede
ser determinada con arreglo a experiencias no estrictamente senso-
riales.) Es evidente, sin embargo, que las diferencias denotativas que
se corresponden con diferencias significativas precisan un tratamien-
to especifico, habida cuenta que la hip6tesis general comúnmente
asumida acerca de las relaciones entre denotaci6n y significado es
que el significado de una palabra DETERMINA su denotaci6n.
Podría argUirse que este problema es de índole mucho más ge-
neral, que no concierne s610 a las palabras que dcsipan propieda-
des a las que hemos optado por llamar perceptivas. Una vez que he-
mos establecido un componente semántico al que podemos repre-
sentar por medio del marcador «pintado de rojo», no parece que

214
deba decirse nada más acerca del SIGNIFICADO de red. aun cuando
tengamos la obligaci6n de diferenciar su denotaci6n de la de pala-
bras como green y purple. En este sentido, una vez especificados los
significados, parecerla que no cabe decir nada más acerca del SIGNI-
FICADO de cow ("vacaj. L6gicamente, las vacas se diferencian de
los caballos, de los perros o de los camellos en numerosos aspectos,
los cuales nos son bastante familiares; pero no forma parte del sig-
nificado de vaca el que ésta muja y dé leche, y cosas por el estilo.
Tales cosas no son verdades NECESARIAS acerca de las vacas, pues
una vaca que no muja no deja de ser una vaca por ello, pudiéndose
dar el caso, también, de que una vaca no dé leche, tenga la pelambre
de color púrpura o posea un cierto parecido con un caballo, eviden-
temente. Otro ejemplo ilustrativo de esto lo constituye la palabra
chair ("silla''), para la cual Katz propone una entrada de diccionario
como (1):

(1) (Object), (Physical), (Non-living), (Artifact), (Fumiture),


(Portable), (Something with legs), (Something with a back),
(Something with a seat), (Seat for one)
["(Objeto), (Físico), (Inanimado), (Artefacto), (Mueble),
(Portátil), (Algo con patas), (Algo con respaldo), (Algo con
asiento), (Asiento para una sola persona)j

Pero existen sillas modernas que pueden no poseer todas las propie-
dades de Katz adscribe a las mismas, y están ligadas al concepto de
silla. Mas, si NO forma parte del significado de chair el que las sillas
tengan respaldo, sean portátiles, etc., ¿c6mo diferenciamos la deno-
taci6n de chair de la de couch. slool. bench y otras palabras rela-
cionadas semánticamente con aquélla?
Estos ejemplos muestran que, incluso sin ser uno escéptico, es po-
sible poner en tela de juicio que muchas de las relaciones entre con-
ceptos generalmente consideradas relaciones analíticas sean tales.
Esto constituye un serio problema para los análisis componenciales
del significado. Si el significado de cow. por ejemplo, tan s610 puede
ser relacionado analíticamente con los conceptos «ser un animal» y
«ser mamífero», entonces, no existen apenas relaciones analíticas en-
tre el significado de cow y otros conceptos las cuales nos permitan
una descomposici6n completa del significado de cow en un conjunto
de primitivos semánticos. Si, a pesar de todo, persistimos en nuestro
intento de obtener un análisis componencial de los significados de
las palabras, la única forma de diferenciar cow de horse ("caballo''),
de dog ("perro''), etc., consistirla en adoptar ciertos constructos te6-
ricos (a los que, tal vez, quisiéramos llamar distinguidores) tales

215
como [Bovino], [Equino], [Canino], cuya única (unción es recordar-
nos que las palabras en cuestión tienen extensiones düerentes.
De esto se desprende que el signüicado de una palabra es, en oca-
siones, archisabido, pero que (contrariamente a lo generalmente
aceptado) ello no permite determinar la extensión de esta palabra.
Si esto es asi, entonces la especüicación del significado de una ora-
ci6n no deparar' siempre una especüicaci6n completa de sus valores
de verdad. Puesto que estas conclusiones son importantes para la
concepci6n de qué es el signüicado, permitasenos analizar la estruc-
tura del argumento. Primeramente estm los hechos (ciertas intuicio-
nes acerca de la analiticidad) que desaconsejan las descomposiciones
excesivamente «sutiles •• de los significados de ciertas palabras; mu-
chas de las propiedades que nosotros asociamos con las vacas, mu-
chas de las que los diccionarios al uso asocian con ellas, y, tal vez,
no pocas de las que usamos para identüicar ciertos animales como
vacas en casos muy típicos no se encuentran relacionadas analltica-
mente con la propiedad «ser una vaca.•. Por tanto, tales propiedades
no pueden ser usadas para distinguir «ser una vaca.. de la propiedad
«ser un caballm., etc. De hecho, la propiedad «ser una vaca.. no po-
dría ser analizada sem'nticamente; debería ser uno de los elementos
primitivos del sistema sembtico. La conclusi6n sería, pues, que los
elementos primitivos de dicho sistema son a menudo bastante com-
plejos, como lo son las palabras.
Si ponemos fin en este punto al argumento, y aun siendo lo di-
cho importante, no creemos que ello sea una amenaza para las con-
cepciones tradicionales acerca del signüicado y la referencia. Siem-
pre cabría aceptar sin mú que uno de los conceptos primitivos es
la «bovinidad ••. Al igual que otros, dicho concepto determina una ex-
tensi6n. Existida, por supuesto, el problema de tener que dar cuenta
de c6mo lo hace, pero a este respecto, «bovinidad •• no es mú pro-
blem'tico que conceptos mú transparentes tales como el de «ser un
objetm., «ser animadm., etc. Sin embargo, la nueva defmici6n de dis-
tinguidor de Katz s610 sugiere que existen entre las palabras düeren-
cias estrictamente denotativas, y que son solamente éstas las que nos
permiten decir que cow ("vaca'') y horse ("caballo''), o red ("rojo'')
y green ("verde'') no son sin6nimos; en otras palabras: que tales pa-
labras düieren s610 denotativamente.
Retomaremos esta cuesti6n en el capitulo 6. Ahora desearíamos
dedicar nuestra atenci6n a otro problema muy düerente de éste, que
también atañe al an"isis éomponencial del significado de la pala-
bra. Dicho problema concierne a la conclusi6n de que los conceptos
mínimos son mucho mú numerosos de lo que en un principio se su-
pone que son. Una asunci6n implicita de esta clase de aproximacio-
nes parece ser la de que el signüicado de una palabra puede ser seg-

216
mentado en un determinado número de partes independientes, y que
todas las propiedades y relaciones semánticas del mismo pueden ca-
racterizarse con arreglo a estos elementos primitivos independientes
y el modo en que éstos se combinan. Este particular aserto implica
que, en el supuesto de que sea un concepto anaHtico el que. todas
las cosas rojas sean cosas coloreadas ("con colorj, entonces el con-
cepto «ser coloreado)) es uno de los componentes del concepto «ser
rojo)). Se trata tan sólo de UNO de sus componentes, pues decir que
algo es rojo es decir algo más que el que ese algo esté coloreado.
Por consiguiente, deberemos identificar al menos un componente
más del significado de red. Permitasenos asumir, por pura conve-
niencia, que s610 posee un componente; esto es, que éste no puede
descomponerse mediante nuevos análisis. Para que dicho componen-
te fuese, de hecho, independiente del de «ser de un colon), deberla
ser algo asi como el concepto de «rojo pero no necesariamente po-
seedor de colon); pero es claro que un concepto como éste no existe:
no existe una propiedad R que no contenga a su vez la propiedad
(ctener color)), tal que «ser rojo =ser de color + RI).
El verdadero significado de todo esto, dejando a un lado cual-
quier consideración acerca de los errores concernientes a las distin-
ciones entre perceptivo y conceptual o significado y referencia, es
que la descomposición léxica no permite establecer TODAS las rela-
ciones semánticas que puedan contraer las palabras entre si. Puesto
que no cabe admitir la existencia de componentes internamente in-
coherentes, nos es imposible dar cuenta del hecho de que «ser rojOl)
implica necesariamente «ser de colon) mediante el análisis del con-
cepto «ser rojOl) en dos constituyentes: «ser de color)) y alguna otra
cosa más. (Repárese en lo similar que resulta esto con ciertos fen6-
menos morfol6gicos: eranbe"y ["arándanoj posee evidentemente el
morfema berry, pero especificarlo como tal nos obligarla a admitir
que eran es, asf mismo, un morfema.)
Representar el significado de red por medio del marcador semán-
tico (coloreado) más un distinguidor, resulta factible s6lo si no nos
preguntamos cuál es la propiedad especificada por el distinguidor.
Debemos enfrentarnos con el hecho de que los componentes últimos
del significado son componentes atómicos en el sentido de que no
pueden ser analizados a su vez en componentes más pequeños, sien-
do, no obstante, internamente complejos, pues pueden CONTENER
otros componentes más pequeños. Aunque el concepto de «ser de co-
lon) no puede ser sustraído de forma inteligible del concepto de «ser
rojo)), dicho concepto no puede estar contenido en este último, lo
que debe tenerse siempre bien presente. Esta es la raz6n por la que
la descomposici6n del significado se detiene antes de que puedan es-
pecificarse todas las relaciones significativas relevantes. Asf pues, al

217
menos determinadas relaciones entre conceptos deberán describirse
de modo diferente.
Nos surge aquí de nuevo la cuestión, impHcitamente reconocida
por la teoría de Katz, de que existen cierta clase de relaciones entre
los elementos semánticos. Estas pueden ser especificadas por medio
de REGLAS DE REDUNDANCIA (o «reglas de inclusión categorial»). Ta-
les reglas son introducidas en Katz y Postal (1964) para explicitar
ciertas dependencias regulares entre marcadores semánticos de las
lecturas léxicas. Por ejemplo: cualquier lectura que contenga el mar-
cador (Humano) ha de contener, así mismo, el de (Objeto Físico).
Esto equivale a señalar que el hecho de que los seres humanos sean
objetos físicos es un hecho analítico, que el concepto de «ser un ob-
jeto físicO) se halla contenido en el concepto de «ser humano».
En las versiones posteriores de la teoría de Katz, tales reglas de
redundancia no aparecen. Las entradas del diccionario se hallaban,
en principio, jerárquicamente estructuradas. Para expresar, pues, las
relaciones de dependencia entre, por ejemplo, estos marcadores se-
mánticos, se hacía aparecer al marcador (Humano) en un nivel je-
rárquico inferior al de (Objeto Ffsico); lo cual indicaba a su vez que
(Humano) sólo podía aplicarse con propiedad a aquellas cosas que
poseen el rasgo (Objeto Físico). Más tarde, estas jerarquías entre ras-
gos se abandonan, por razones similares a las expuestas en Chomsky
(1965, capítulo 2) para rechazar un tratamiento jerárquico de los ras-
gossintácticos, y en favor de un sistema de clasificación cruzada.
Tomemos en consideración las distinciones macho/hembra y hu-
mano/no humano; ambas dividen en cuatro esferas el dominio de
las cosas vivientes (o de los animales, según lo que establezcamos
acerca de las plantas, etc.). Y lo hacen de formas diferentes; pero no
puede decirse que ninguna de tales divisiones deba considerarse «an-
terion) o «superior» a las otras. De hecho, lo común es que una pre-
sente ciertas propiedades pertenecientes a cada una de las otras; con
arreglo a estas dos oposiciones pueden establecerse, pues, cuatro ca-
tegorías: la de los seres humanos machos, la de los seres humanos
hembras, la de los seres no humanos machos y la de los seres no hu-
manos hembras. En la entrada de diccionario de Katz y Fodor que
recogemos al principio de este apartado (Humano), aparece inme-
diatamente encima de (Macho). Dicha entrada no encontrarla, sin
embargo, una justificación mayor que la entrada de (5-2), en la que
se ha invertido esta relación. En (5-1), el marcador (Macho) ha de
aparecer dos veces; en (5-2), es el marcador (Humano) el que ha de
aparecer dos veces. Estas duplicaciones no hacen sino reflejar que
existe una clasificación cruzada de las piezas léxicas por medio de
marcadores que, en estructuras jerárquicas como ~tas no son repre-
sentados de forma apropiada.

218
(5-2)

bachelor

noun
I
(Mate) (Human)

~
(Human) (Animal)
I
[who has the first or
lowest ... ]
I
A
[who has never
married]
[young
knight ...]
[young fur
seal ...]

Esta es la razón por la que las lecturas de Katz consisten ahora


en conjuntos inordenados de marcadores semánticos, distinguidores
y restricciones de selecci6n. Se admite no obstante la existencia de
ciertas dependencias entre determinados marcadores, como por
ejemplo, entre (Humano) y (Objeto Fisico). Pero, dado que una je-
rarquizaci6n completa de éstos es imposible, dichas dependencias son
expresadas como simples listas por medio de reglas de redundancia
como las de (2).
(2) (a) (Humano) _ (Objeto fisico)
(b) (Mueble) --(Artefacto) .

Estas reglas son reglas de redundancia porque nos permiten elimi-


nar de las entradas de diccionario aquellos marcadores semánticos
cuya presencia es contextualmente determinable en todos los casos.
Pero su verdadero papel no consiste en simplificar las entradas del
diccionario de manera apropiada, sino en expresar las relaciones
-concretamente las relaciones de contenimiento-, las relaciones
existentes entre los elementos primitivos del sistema. De acuerdo con
esto, diremos que el concepto de ser un objeto fisico se halla INCLUI-
DO en el concepto ser humano. (O lo que es lo mismo, que humano
entraña ser objeto Frsico.)
Una teoria que utiliza reglas semánticas de redundancia asume
impUcitamente que un análisis componencial del significado no per-
mite determinar TODAS las relaciones entre significados. Así, la re-

219
lación entre (Humano) y (Objeto Fis;co) no es especificada en virtud
de la descomposición del concepto de «ser humano)) en los constitu-
yentes «ser un objeto fisico» y otros conceptos. Podemos comprobar
que las cosas son así observando que si el concepto «ser humano))
FUERA considerado una entidad a su vez analizable, entonces la teo-
ría no encontraría razones para emplear el marcador (Humano) o
una regla de redundancia. En lugar de este marcador, dicha teoría
podría emplear el marcador (Objeto F(s;co) y otros marcadores adi-
cionales que especificaran los componentes del concepto de ser
humano.
Todo parece indicar, pues, que las reglas de redundancia son me-
canismos aptos para resolver los problemas planteados por los sig-
nificados de palabras como red; problemas que los distinguidores no
nos podían resolver. Nuestra intención es demostrar que una parte
del significado de dicha palabra se corresponde con el concepto de
«ser coloreadQ)), sin que ello nos obligue en principio a demostrar
la existencia de cualquier otro componente del significado de ésta.
Asumido esto, podemos proceder a asignar a red el marcador (Rojo)
(Red) simplemente y valemos de una regla de redundancia para in-
dicar que el concepto representado por este marcador está incluido
en el concepto «dotado (ser) de coloo).

(3) (Red)------(Dotado [ser) de color)

Además de permitirnos expresar relaciones entre elementos se-


mánticos universales en lugar de relaciones entre piezas léxicas par-
ticulares de una lengua natural dada, las reglas de redundancia po-
drían emplearse como los postulados de significación de Camap. La
flecha de una regla de redundancia puede considerarse como un ele-
mento indicador de una implicación analítica. En este sentido, estas
reglas serían reglas de inferencia; expresarían relaciones de implica-
ción analítica entre palabl'as SIN necesidad de traducir las palabras
a fórmulas que especifiquen LA TOTAL DESCOMPOSICIÓN DE SUS SIG-
NIFICADOS. Los postulados de significación son como las demás re-
glas de inferencia de un sistema lógico, con la salvedad de que se apli-
can tan sólo a predicados particulares. (Y es posible asignarles un
estatuto especial, si resuhara necesario diferenciar implicaciones 16-
gicas y entrañamientos analíticos.)
En Katz y Nagel (l974).se rechazan los postulados de significa-
ción, sin reparar en que la teoría del propio Katz contiene· mecanis-
mos descriptivos muy similares. Su argumentación es que los postu-
lados de significación determinan tan sólo qué es la descomposición
léxica, no siendo adecuados para determinar los modos en que ésta
deba hacerse. Sin embargo, ya hemos señalado aquí algunas de las

220
cosas que pueden ser hechas por los postulados de significación, pero
no por la descomposición l~xica, como es que los primeros permiten
expresar relaciones de un solo sentido entre conceptos. La descom-
posición del significado de una palabra exige que se especifiquen las
condiciones necesarias y suficientes para determinar que una pala-
bra es verdadera con respecto de algo. Los componentes obtenidos
de dicha descomposición deben sumarse al significado total de la pal-
bra, de forma que no solamente resulte que la palabra incluya cada
componente sino que, además, los componentes incluyan la palabra.
Las descomposiciones l~xicas pueden, por tanto, considerarse un tipo
especial de postulados de significación; del tipo de postulados que
permiten agotar el análisis de los significados de las palabras. Pero,
dado que la descomposición léxica únicamente permite establecer re-
laciones de dos direcciones entre elementos significativos, resultan
menos poderosas que los postulados de significación. Algunos he-
chos parecen imponernos la necesidad de recurrir a mecanismos des-
criptivos más poderosos; mas como cualquier propuesta en apoyo
del incremento del poder descriptivo de una teorla lingüística debe
ser analizada con sumo detenimiento, la cuestión de si debemos o
no emplear postulados de significación tardará aún en plantearse.
Dado que los hechos relacionados con oposiciones como red/ co-
lored parecen exigimos la utilización de postulados de significación
para su descripción, cabria sostener que fueran éstos los únicos me-
canismos empleados por la gramática para dar cuenta de las rela-
ciones entre significados. De acuerdo con esto, incluso palabras
como kili, cuyo significado es, en principio, analizable en los con-
ceptos de «causar)) y «morim, tendrlan entradas de diccionario cons-
tituidas tan sólo por postulados de significación. La única diferencia
entre palabras como red y kili estribarla en que, para las palabras
como esta última, los postulados de significación especificarlan una
relación de implicación bidireccional. No es necesario seftalar que si
pudiera comprobarse que tal postura es adecuada, ello afectarla pro-
fundamente a nuestra concepción de las representaciones semánticas.
La descomposición se nos muestra como un proceso de TRADUC-
CIÓN. Las oraciones de una lengua natural como el inglés pueden
ser traducidas a un <denguaje)) de un determinado sistema de repre-
sentación, cuyo vocabulario contiene únicamente los componentes
últimos e inanalizables de los significados. Este es el origen de la con-
cepción de las representaciones semánticas como un ANÁLISIS, una
disposición explicita de conceptos atómicos, que son como los silla-
res sobre los que se construye el significado así representado. Por
contra, los postulados de significación no nos proporcionan algo so-
bre lo que llevar a cabo una traducción de este tipo. En efecto, he-
mos presentado aquf el postulado de significación (Red) - (Colo-

221
red) para dar cuenta de las relaciones entre los conceptos represen-
tados por estos marcadores semánticos; pero es evidente que la pa-
labra inglesa red no puede ser TRADUCIDA por el marcador (Colo-
red) sin perder parte de su significado. Lo mis que podemos admitir
es la traducción de red por (Red). De esto se desprende que, si bien
las palabras de una lengua determinada pueden ser representadas
por símbolos semánticos universales de un metalenguaje como ~ste,
su traducción a tales símbolos no puede ser mis detallada o expli-
cita que la propia expresión que ~stos representan. (De acuerdo con
una interpretación psicológica de las gramáticas, las diferencias en-
tre ambas aproximaciones tal vez resulten significativas; cfr. J. D.
Fodor, J. A. Fodor y Garrett, 1975.)
Un análisis de esta clase, muy alejado de la concepción tradicio-
nal de la representación semántica, podría parecemos menos pode-
roso desde un punto de vista descriptivo, puesto que las relaciones
de inclusión entre significados de palabras no podría ser establecida
en dicho nivel. Lo que hemos apuntado, sin embargo, es que dichas
relaciones no requieren necesariamente representaciones tan abstrac-
tas como las aquí examinadas. Podrían ser formuladas por medio
de representaciones mucho menos abstractas obtenidas por la apli-
cación de determinados postulados de significación. No obstante,
queda por demostrar que las demis relaciones entre significados, ta-
les como la ambigüedad, la redundancia, la anomalla, etc., puedan
ser descritas de forma adecuada por un sistema de representación
desprovisto de mecanismos de descomposición léxica.
En Lakoff (1970) se sostiene que los postulados de significación
son necesarios, y que el sistema de representación del significado
debe ser un sistema mixto. Este estará dotado de ciertos mecanis-
mos de descomposición léxica para dar cuenta de ciertos hechos, ta-
les como el que la oración John killed BiII implique que John cau-
sed somelhing. Dicha oración sería derivada a partir de una estruc-
tura subyacente en la cual JOHN es el sujeto de CAUSE. El hecho
de que ésta implique asimismo que BiII died (es decir, que lo causa-
do ha tenido lugar), será especificado por medio de un postulado de
significación como (4).
(4) CAUSE (x, O) - O
[CAUSAR (x, O) ---O]

De forma similar, la palabra convince en una oración como Sam con-


vinced Tom Ihal he's neurolic ("Sam convenció a Tom de que es un
neurótico''), será analizada en CA USE TO BELIEVE ("HACER
CREER j. Pero el que la oración Som required Tom lO leave (lite-
ralmente: "Sam pidió a T. irsej, implique que Sam permitió a Tom

222
que se fuera debe establecerse por medio de un postulado de signi-
ficación como (S).

(S) REQUlRE (x, y, O) -PERMIT (x, y, O)


[PEDIR (x, y, O) ---- PERMITIR (x, y, O)]

Lakoff elabora un conjunto de criterios para decidir cuál de los


dos mecanismos formales ha de emplearse en un caso determinado.
Él sostiene, por ejemplo, que alli donde la relación entre una expre-
si6n y su significado es gobernada por constricciones como las que
gobiernan las transformaciones sintácticas (véase apartado 4.2), esta
relaci6n debe ser indicada por un análisis componencial. En otras pa-
labras, deberá ser especificada en el proceso de derivaci6n de la ex-
presi6n en cuesti6n y no por medio de postulados de significaci6n,
que son reglas de inferencia que operan sobre estructuras de salida
de la gramática. Sostiene, pues, Lakoff que las reglas de inferencia
no están sujetas a constricciones sintácticas, y además, que los pos-
tulados de significaci6n s610 pueden aplicarse a elementos semánti-
cos y no a piezas léxicas de una lengua particular.
No llevaré a cabo aquí un examen de la totalidad de los argu-
mentos de Lakoff. No es un hecho claro que las fronteras entre las
reglas de descomposici6n léxica y los postulados de significaci6n
deba establecerse donde él afirma, pero la línea de investigaci6n
abierta por él es sin duda importante. Una vez que se ha reconocido
que los postulados de significaci6n son necesarios en la descripci6n
lingüística, deberemos proceder a determinar con toda precisi6n cuál
es su dominio específico.

5.2. La organización del diccionario

La gramática de una lengua debe contener un diccionario donde


se recojan los conjuntos de propiedades fonológicas, sintácticas y se-
mánticas de las piezas léxicas de dicha lengua. La forma de las en-
tradas léxicas de los diccionarios depende del tipo de proceso de in-
serci6n léxica, de c6mo las piezas léxicas son introducidas en las in-
dicadores sintagmáticos. Asímismo, y dado que los significados ora-
cionales están constituidos por los significados de las palabras, las
propiedades de las especificaciones semánticas de las entradas del
diccionario dependen de las propiedades que posean las representa-
ciones semánticas de las oraciones. Muchos de los temas de discu-
si6n que pueden plantearse en relaci6n con las entradas del diccio-
nario han sido ya abordados en otras partes de este libro. N os limi-
taremos por tanto aqui a presentar algunos ejemplos de las entradas

223
de diccionario propuestas por las teorlas semánticas actuales y exa-
minaremos tan sólo las cuestiones relativas a la organización de las
mismas.
De acuerdo con la semántica generativa, las piezas léxicas reem-
plazan constituyentes de un indicador sintagmático cuyos elementos
terminales son primitivos semánticos. Según esto, pues, una entrada
de diccionario deberá asociar a la pieza léxica correspondiente una
matriz de rasgos fonológicos y un conjunto de rasgos sintácticos idio-
sincrásicos con un indicador sintagmático parcial de este tipo que re-
presentará su significado. Para kili por ejemplo, dicho indicador sin-
tagmlltico será como (5-3).

(5-3)
v
~
CAUSE V
[CAUSAR] ~

BECO ME V
[LLEGAR A ESTAR] ~

NOT V
[NO] ~
ALIVE
[VIVO]

Una entrada de diccionario como la que acabamos de definir exige


una transformación de sustitución. La descripción estructural de esta
transformación la constituirán estructuras como (5-3), junto con al-
gunas especificaciones conceptuales de la pieza léxica que se habrá
de insertar; limitándonos a nuestro ejemplo, tales especificaciones in-
cluirán que kili selecciona un complemento directo, que no puede po-
seer una clllusula complemento, etc. Estas estructuras serán reem-
plazadas con las representaciones fonológicas de las piezas léxicas
que se inserten en cada caso (de kili en nuestro ejemplo) junto con
aquellos rasgos sintácticos suyos idiosincrásicos que son precisos
para determinar el comportamiento de éstas con respecto de las
transformaciones postlexicales (cfr. McCawley, 1968a).
Ya hemos presentado anteriormente ejemplos de las entradas de
diccionario propuestas por Katz, pero. repetiremos aqul la entrada
asignada por éste al verbo chase ("perseguirj.

224
(5-4)
(Fast) [NP, VP,PredP,S)
«(ActivitYX«Physical)X(MovementX(Speed) (Following X »X(Purpose)
((Object»
[NP,VP,PredP,S) [NP,S)
«To catch X »))) X )
«Object» «Human) v (Animal)

[véase página 99]


Esta, junto con las especificaciones de sus rasgos sintácticos y fono-
16gicos sería insertada en un indicador sintagmático profundo de la
clase de los propuestos por la teoría estándar por una transforma-
ci6n de inserción léxica como la definida por Chomsky en Aspects,
es decir, reemplazando un elemento terminal dado de dicho indica-
dor sintagmático por el conjunto de rasgos fonol6gicos, sintácticos
y semánticos que constituyen la entrada de diccionario de este verbo.
En Jackendoff (1972, cap. 2) se propone (5-5) como entrada de
diccionario del verbo open ("abrir") en su acepci6n causativa.

(5-5)

Open

+V

+[NPI - - - NP2]

CAUSE (NPI, CHANGE] (N~2. NOT OPEN, OPEN»


[CAUSAR] [ physical [NO] [ABIERTO] [ABIER-
TO]
[CAMBIO]l
[ J
[fisico]

La linea inferior de esta representaci6n indica el significado del ver-


bo. Los SSNN con índices numéricos de esta misma linea hacen re-
ferencia a los SSNN correspondientes de la línea superior, linea que
especifica el contexto sintáctico en el que puede insertarse dicho ver-
bo en estructura profunda. Desempeñan, pues, la misma funci6n que
las variables categorizadas de las representaciones de Katz: indicar
qué constituyentes sintácticos con sus correspondientes lecturas pue-

225
den ser insertados en determinadas posiciones de la lectura del ver-
bo y cuáles son éstas. Los elementos semánticos CAUSE y CHANGE
son elementos relacionables y sus argumentos aparecen especifica-
dos (tras ellos). [ CHANGE]
h· 1 posee tres argumentos: SN2, NOT OPEN
P ySlca
y OPEN. El primer argumento indica aquello que se ve afectado por
el cambio y los otros dos los estadios inicial y final respectivamente
de dicho cambio. CAUSE posee dos argumentos, que se correspon-
den con el agente y el evento causado; éstos son, respectivamente:
CHANGEl
SN.' y la cadena [ physical (SN2, NOT OPEN, OPEN). Junto con esta
representación de la estructura FUNCIONAL, las entradas de diccio-
nario de Jackendoff de ciertas palabras contienen, además, un mar-
cador semántico denominado OPERADOR MODAL junto con una es-
pecificación del dominio de éste. Una y otra permiten determinar el
conjunto de estructuras modales asignadas a aquellas oraciones en
las que aparecen estas palabras. (Cfr. apartado 5.5, más adelante.)
Además de las evidentes diferencias existentes entre estas entra-
das aquí ilustradas, existen divergencias muy profundas entre las pro-
puestas elaboradas por estos autqres acerca de la determinación de
las piezas léxicas, y, por consiguiente, acerca de la determinación de
las entradas del diccionario, McCawley ( 1969b) sostiene que una pa-
labra polisémica debe ser considerada como dos o más piezas léxi-
cas distintas, cada una con su propia entrada de diccionario. De
acuerdo con esta propuesta qué sea una pieza será determinado por
las propiedades semánticas, fonológicas y sintácticas que se puedan
asociar a ésta. Por contra, Katz sostiene que una palabra polisémica
como bache/or constituye una sola pieza léxica con una sola entrada
del diccionario, aunque ésta pueda contener dos o más lecturas. De
acuerdo con la propuesta de Katz, determinaremos qué es una pieza
léxica con arreglo a la forma de las palabras y no con arreglo a su
significado. Una tercera posibilidad sería, por ejemplo, determinar
las piezas léxicas con arreglo, exclusivamente, al significado de .las
palabras. Así, palabras como rack y stone poseerían una única en-
trada de diccionario en la que se pongan en relación las formas fo-
nológicas correspondientes a cada una con una representación se-
mántica de su significado común; entrada de diccionario que sería
diferente de las entradas correspondientes a cada uno de los restan-
tes sentidos de rock y stone. La cuestión, pues, que hemos de deter-
minar es si estas diferentes propuestas conllevan consecuencias
empíricas.
Primero de todo, permítase nos abordar dos puntos que pueden
parecer relevantes con respecto a la elección de una de estas pro-
puestas, pero que de hecho no son tales. U na explicación plausible

226
de por qué Katz concibe las entradas de diccionario como lo hace,
radicaría en su peculiar concepción del diccionario como repertorio
de lecturas de piezas léxicas cuyas propiedades fonológicas y sintác-
ticas quedan especificadas en los indicadores sintagmáticos. El pri-
mer paso de la interpretación semántica de un indicador sintagmá-
tico consiste en asociar a cada pieza léxica contenida en dicho indi-
cador el conjunto de lecturas asignadas a éstas en el diccionario. Pue-
de parecer que el proceso de búsqueda de tales lecturas en el diccio-
nario se vería facilitado si las piezas léxicas fueran agrupadas en éste
de acuerdo con sus propiedades fonológicas y sintácticas. Por con-
tra, en una derivación del tipo de las propuestas por la semántica
generativa, las propiedades fonológicas y sintácticas de las piezas lé-
xicas sustituyen las representaciones de sus propios significados; un
agrupamiento de las piezas léxicas en el diccionario con arreglo a
sus significados resultará, pues, natural.
Resulta dudoso que el criterio de simplicidad sobre el que se ba-
san estos argumentos sea un criterio que contribuya a incrementar
el valor descriptivo de una gramática. En un modelo de la ACTUA-
CIÓN no precisamos especificar cómo tenemos acceso a las piezas lé-
xicas apropiadas. Pero una gramática no es un modelo de la actua-
ción; y las reglas GRAMATICALES que insertan o bien lecturas semán-
ticas o bien matrices fonológicas en los indicadores sintagmáticos,
debieran ser esencialmente idénticas, con independencia de cómo esté
organizado el diccionario y de la dificultad que encuentren dichas re-
glas a la hora de (<localizan> las entidades apropiadas para su
inserción.
En segundo lugar, parece claro que las diferencias existentes en-
tre las propuestas de Katz y de la semántica generativa acerca de las
entradas del diccionario presentan una estricta conexión con sus di-
ferentes propuestas para la descripción de la ambigüedad oracional.
Según Katz, a las piezas léxicas de un indicador sintagmático se les
asigna simultáneamente TODAS sus posibles lecturas, y las reglas de
proyección derivarán un indicador sintagmático semánticamente in-
terpretado único, en el cual aparecerán representados de forma si-
multánea TODOS los posibles significados de la oración. La semán-
tica generativa da cuenta de la ambigüedad de una oración estable-
ciendo que las oraciones ambiguas poseen tantas derivaciones dife-
rentes a partir de tantos indicadores sintagmáticos subyacentes como
significados tengan éstas; de acuerdo con esto, pues, cada lectura ora-
cional posible se asocia con un nudo O. Estas peculiaridades de am-
bas teorías se hallan lógicamente relacionadas con sus particulares
concepciones de la organización del diccionario. Un conjunto de lec-
turas podría asignarse a una pieza léxica de un indicador sintagmá-
tico, incluso si tales lecturas no aparecieran todas reunidas en una

227
misma entrada de diccionario. Y seria asimismo posible asignar una
sola lectura cada vez a las piezas léxicas de los indicadores sintag-
máticos aun cuando las entradas del diccionario correspondiente
contuvieran más de una lectura. Pero, además, dista mucho de ser
un hecho claro el que las diferencias relativas al modo en que ambas
teorías dan cuenta de la ambigüedad oracional tenga algún tipo de
consecuencia empírica (cfr. apartado 5.4).
En Weinreich (1966), se asigna un fundamento empírico al agru-
pamiento en el diccionario de los diferentes sentidos de una pieza lé-
xica. Sugiere éste que tal agrupamiento se utilice para establecer ca-
sos de polisemia interesantes desde el punto de vista lexicológico,
como es el caso, por ejemplo, de land cuando significa country
("país'') y real estate ("bienes inmuebles"). Estos casos deben ser con-
trastados con aquellos de «homonimia fortuita», como ocurre con
los dos sentidos de rock (mass 01 slone y rocking mol ion) a los que
habría que asignar dos entradas de diccionario distintas. Podría ser
éste, es cierto, un modo natural de dar cuenta formalmente de una
distinción de este género, pero en la actualidad no existe acuerdo so-
bre si una distinción así existe realmente o si por el contrario se tra-
ta simplemente de aspectos de diferente grado de una relación par-
cial entre piezas léxicas. Directamente conectadas con esta cuestión
nos encontramos con una serie de preguntas acerca de cómo deter-
minar qué sea el significado de una palabra (como por ejemplo, cuan-
do el significado ha sido ampliado metafóricamente o cuando una
palabra determinada adquiere un nuevo significado), a las que han
deparado muy poca atención los generativistas.
En un área al menos, sin embargo, la pregunta es apremiante.
Una gramática formulada de acuerdo con lo establecido por la se-
mántica generativa, debe explicar las relaciones semánticas existen-
tes entre piezas léxicas morfológicamente emparentadas (por ejem-
plo, entre verbos causativos e incoativos), derivando unos de otros
transformacionalmente. La teoría estándar, que propone la existen-
cia de un nivel de representación como el de la estructura profunda,
no puede especificar estas relaciones a lo largo de las derivaciones,
y por tanto, las especifica en el diccionario. Que las piezas léxicas
de esta clase deben ser puestas en relación de alguna forma es claro,
pues el hecho de que un par de palabras como destroy ("destruir'')
y deslruclion ("destrucción") compartan determinadas propiedades
semánticas no es, con toda seguridad, accidental, ni tan siquiera des-
de un punto de vista sincrónico. Estas interrelaciones entre piezas lé-
xicas contribuyen presumiblemente a la simplificación de la gramá-
tica; una lengua que posea las palabras antes mencionadas es, en cier-
to sentido, más simple que otra en la que el nombre correspondiente
a destroy sea glog.

2is
En Chomsky (1970b) se sugiere que esta clase de relaciones entre
palabras de este tipo pueden ser descritas asignándoles una única en-
trada de diccionario, neutra con respecto a su carácter de nombre y
de verbo respectivamente. De este modo, las propiedades fonol6gi-
cas, sintácticas y semánticas de una y otra serian especificadas en el
diccionario una sola vez. Obsérvese, sin embargo, que determinadas
propiedades semánticas idiosincrásicas de éstas se corresponden con
sus estatutos gramaticales de nombre y verbo. El nombre y el verbo
no significan lo mismo; y, como el propio Chomsky ha señalado, la
diferencia entre sus significados no puede ser predicha totalmente
con ar.eglo a sus categorias sintácticas (cfr. apartado 4.3).
En Jackendoff (1975) se propone que el verbo y el nombre deben
recibir entradas de diccionario separadas y que el solapamiento
de sus propiedades semánticas y sintácticas sea expresado por
medio de reglas de redundancia que pongan en relaci6n ambas en-
tradas. (N6tese que estas reglas de redundancia serían muy diferen-
tes de las examinadas en el apartado 5.1, las cuales ponian en rela-
ci6n marcadores semánticos con marcadores semánticos.) Hasta
qué punto estas propuestas deben ser desarrolladas con mayor deta-
lle, así como cuáles son méritos de una y otra, y de ambas en rela-
ci6n con la aproximaci6n de la semántica generativa está todavia
por ver.
Se ha mostrado cierto escepticismo a la hora de juzgar la capa-
cidad de la semántica generativa para describir adecuadamente sig-
nificados léxicos de cierta complejidad. El recurso a una regla léxica
que sustituya CA USE DIE ("HACER MORIR') por kili puede ser
puesto en entredicho ante la idea de la colecci6n de transformacio-
nes necesarias para reunir los elementos semánticos adecuados en
una estructura compleja única como CA USE DIE BY UNLA WFUL
MEANS AND WITH MALICE AFORETHOUGHT ("HACER
MORIR [a alguien] POR MEDIOS ILlCITOS y CON PREME-
DITACIÓN MALICIOSA') que pueda ser reemplazado por mur-
der (el ejemplo está tomado de Chomsky [1970a]). No obstante, las
dificultades de la semántica generativa no determinan sin más un
apoyo para las teorías semánticas interpretativas. La teoría estándar
y la teoría estándar ampliada han de asignar también una represen-
taci6n semántica al significado de murder. Y el relevante papel que
desempeña el diccionario en la teoria estándar nos indica que éste
ha de ser mucho más complejo, tanto por lo que respecta a sus en-
tradas como por lo que respecta a las reglas de redundancia, que el
diccionario de la semántica generativa. S610 últimamente se comien-
za a prestar atenci6n a los muy diferentes detalles de los tratamien-
tos lexicalistas en morfología derivativa y en el estudio de otras cla-
ses de relaciones sistemáticas entre palabras.

229
5.3. La estructura de los significados oracionales

Aunque son pocos los puntos de acuerdo existentes acerca del


modo en que deben ser estructuradas las representaciones semánti-
cas, se admite sin discusión, eso sí, que tales representaciones DEBEN
POSEER una estructura interna. Hablar de estructuras SINTÁCTICAS
es algo en extremo habitual; la misma palabra «sintaxis» nos remite
a las ideas de disp'osición o configuración de elementos. Pero, mien-
tras todo hace pensar que una oración debe poseer una estructura
determinada, no resulta tan evidente, en cambio, que el SIGNIFICA-
DO de estas haya de poseer, así mismo, una estructura. En el apar-
tado 2.6 mostramos cómo el concepto de estructura intensional de
Carnap es un instrumento eficaz para diferenciar unos de otros los
significados de las oraciones lógicamente equivalentes, los cuales, por
otra parte, no pueden ser' diferenciados en virtud de los supuestos
de una teoría de los significados como condiciones de verdad nece-
saria. Las teorías semánticas propiamente lingüísticas se han ocupa-
do mucho menos de qué son realmente los significados, que de de-
sarrollar mecanismos descriptivos adecuados en el seno de las gra-
máticas formales. Pero puede encontrarse en todas ellas ideas simi-
lares respecto de lo que aquí nos ocupa: parten del supuesto de que
las representaciones semánticas son inestructuradas para terminar
afirmando que éstas han de poseer cierta estructuración. Es ésta una
cuestión de sumo interés, por lo cual expondremos a continuación
con detalle las razones que les han llevado a tal toma de posición.
Esperemos que a lo largo de nuestra exposición se pongan en claro
algunos de los aspectos del porqué teorías lingüísticas diferentes han
desarrollado porpuestas alternativas para, esencialmente, el mismo
problema.
Nótese, en primer lugar, que afirmar que el significado de una
oración se halla estructurado de determinada manera no implica ne-
cesariamente sostener que éste ha de ser representado por medio de
diagramas de algún tipo y no de forma discursiva, por ejemplo; im-
plica tan sólo adoptar cierta posición acerca de la clase de informa-
ción'que deberá especificarse, sea cual fuere el modo de representa-
ción que adoptemos. La información especificada por un indicador
sintagmático, una fórmula lógica, un diagrama de la estructura mo-
lecular, etc., puede ser también especificada discursivamente. Así, en
lugar de representar la estructura sintáctica de una oración por me-
dio de un indicador sintagmático podemos decir algo como lo si-
guiente: esta oración consta de un SN inmediatamente seguido por
un Sv, constituyentes que a su vez constan de un elemento nuclear,
N y V respectivamente ... , etc. Tanto si empleamos un indicador sin-
tagmático como si nos valemos de fórmulas como la anterior, lo que

230
hacemos es identificar ciertos agrupamientos de elementos significa-
tivos de la oración, agrupamientos que resultan relevantes para la
predicción de una amplia gama de propiedades de la oración de que
forman parte y de sus relaciones con otras oraciones de la misma len-
gua. La especificación de los significados, sea cual sea la notación
que empleemos, debe también estar estructurada en este sentido. Ya
hemos señalado que los significados oracionales pueden ser conce-
bidos corno entidades constituidas a partir de elementos significati-
vos más pequeños (los cQllceptos atómicos, o primitivos). Ahora
mostraremos que la determinación de qué elementos significativos
deben tornarse como la base sobre la que construir el significado de
una oración no basta; es necesario, además, establecer el modo en
que estos elementos son puestos en relación, y la cIase de relaciones
que contraen.
En Weinreich (1969) se señala, en el marco de un examen crítico
de las ideas desarrolladas en Katz y Fodor (1963), que si las repre-
sentaciones de los significados consistieran en conjuntos no ordena-
dos, no estructurados en definitiva, de marcadores semánticos, po-
dría ocurrir que nuestra teoría estableciera la existencia de relacio-
nes de sinonimia donde, de hecho, no se dan; tal sería el caso, por
ejemplo, de oraciones como las de (6) y (7), las cuales recibirian idén-
ticas representaciones semánticas, puesto que lo significados de una
y otra constarían de idénticos conceptos atómicos.

(6) Cats chase mice


("Los gatos persiguen a los ratones'')
(7) Mice chase cats
("Ratones persiguen a los gatos'')

La teoría semántica de Katz y Fodor, sin embargo, no se ve afecta-


da por estas observaciones, ya que las lecturas que estos gramáticos
proponen consisten en conjuntos ordenados linealmente de marca-
dores y distinguidores semánticos. Así, puesto que las lecturas de (6)
y (7) constarían de idénticos conceptos de esta clase pero ordenados
de forma diferente, ambas oraciones recibirán interpretaciones dife-
rentes, tal y corno se requiere. No obstante, la idea general latente
en el espíritu de las criticas de Weinreich es correcta, pues las lectu-
ras propuestas por Katz y Fodor no poseen una estructuración in-
terna distinta que el ordenamiento lineal de sus elementos, y, corno
veremos a continuación, dicho orden lineal no es suficiente para dar
cuenta de todas las posibles diferencias semánticas entre oraciones.
La lectura de la oración (8), por ejemplo, sería, según Katz y Fo-
dor, como (9):

231
(8) The man hits the colodul ball
("El hombre golpea la pelota de colores vivos')
(9) [Some contextually definite] -(Physical.Object) -(Hu-
man) -(Adult) -(Male) _(Action) -(Instancy) -(In-
tensity) - [Collides with an impact] - [Some contextually
definite] --+ (Physical Object) - (Color) --+ [[Abounding in
contrast or variety of bright colors] [Having globular shape))
[Algo contextualmente definido] -(objeto fisico) -(huma-
no) - (adulto) - (macho) --+ (acci6n) --+ (acto) -(intensi-
dad) -[choca con impacto] -+[algo contextualmente defi-
nido] -(objeto fisico) -(color) - [[rico en contrastes o va-
riedad de colores vivos] [de forma esférica]]

Observemos que, del examen de (9), es materialmente imposible


determinar qué elementos de dicha lectura se corresponden con cada
uno de los constituyentes de (8). No es posible determinar, por ejem-
plo, d6nde acaba la representaci6n semántica que corresponde al SN
sujeto de la oraci6n y d6nde comienza la correspondiente al S V pre-
dicado. En ciertos casos pueden encontrarse indicios de los límites
entre representaciones: (Macho) y (Acción) son, presumiblemente,
marcadores semánticos incompatibles, por lo cual, parece plausible
suponer que ambos no pueden ser componentes del significado de
una misma pieza léxica o del significado de una combinación de
nombre y adjetivo. Pero no existe razón alguna para sostener que
cualquier lectura contendrá los indicios de este tipo suficientes como
para poder delimitar los ((emparejamientos» de que conste ésta. Y el
concepto de ((emparejamiento» es esencial. N6tese, por ejemplo, que
si la lectura semántica del SN sujeto de una oraci6n no puede dis-
tinguirse formalmente en la representaci6n semántica de ésta de la
representaci6n del S V predicado, entonces un par de oraciones como
(10) y (11) recibirán idénticas lecturas.

(10) John's being in Cuba went on record


("La estancia de J. en Cuba se convirtió en un récord')
(11) John's having gane to Cuba is on record
("El haber ido J. a Cuba es un récordj

y esto sería inadecuado, puesto que ambas oraciones no son sin6-


nimas. (Repárese en que el concepto de ((cambio de estado» forma
parte del significado del predicado en [10], y del significado de la
claúsula de sujeto en [11].) .
Otra deficiencia de las lecturas propuestas por Katz y Fodor ra-
dica en el dominio del articulo determinado. La lectura correspon-

232
d.ente a the es algo así como [algo contextua/mente definido], lec-
tura con la cual, presumiblemente, se quiere constatar que un SN de-
finido singular debe tener un referente único. Pero, a partir de una
lectura como (9) no podemos decir si lo que ha de ser contextual-
mente determinado es un «(Objeto físicQ), un «objeto fisico humanQ),
un «objeto fisico humano macho y adulto», o, incluso (de existir se-
mejante objeto), «un objeto físico, humano, adulto y macho y una
acción». El dominio de la lectura del primer articulo definido de la
oración en cuestión lo constituirán precisamente los marcadores se-
mánticos correspondientes a man, aun cuando esto no está formal-
mente especificado en (9), dado que tales marcadores semánticos no
aparecen diferenciados del resto de marcadores que constituyen la
lectura de la oración.
Esta cuestión es importante en extremo, ya que las representa-
ciones que no contienen esta clase de información no permiten pre-
decir correctamente las condiciones de verdad de sus correspondien-
tes oraciones. Cuando una oración contiene un SN definido singular
se dice que éste PRESUPONE la existencia de un referente único para
dicho SN. Utilizando un caso conocido de todos, diremos que la ora-
ción (12) presupone la existencia de un individuo y sólo uno que es
rey de Francia en la actualidad.

(12) The present king of France is bald


("El actual rey de Francia es calvoj

Si la presuposición es satisfecha, es decir, si se diera el caso de que


existe dicho individuo rey de Francia, entonces la oracióQ podrá ser
verdadera o falsa, dependiendo esto de que dicho individuo sea o no
sea calvo. Si la presuposición, por el contrario, no es satisfecha, en-
tonces la oración no será ni verdadera ni falsa, esto es, no poseerá
valor de verdad alguno l. Una representación semántica de una ora-
ción en la que no se especifique el dominio de los artículos determi-
nados no podrá dar cuenta de cuál sea la presuposición de la ora-
ción en cuestión, y, por consiguiente, no nos permitirá determinar
bajo qué condiciones dicha oración podrá recibir un valor de verdad
o no.

I Debe aceptarse que existe un alto grado de desacuerdo entre fIl6sofos y lingüis-
tas en tomo a la cuesti6n de si el concepto de presuposici6n posee o no una justifi-
caci6n emplric&, o acerca de si el concepto de implicaci6n es o no suficiente para dar
cuenta de todos estos hechos. La bibliografla sobre la presuposici6n es enorme. Pero
en Kempson (1975) puede encontrarse la mayor parte de los tltulos relevantes sobre
este tema.

233
Las diferenciaciones entre constituyentes que debe reseñarse en
las representaciones semánticas son en cierto modo análogas a aque-
llas que se especifican en los indicadores sintagmáticos (por ejem-
plo, la distinci6n entre SSNN y SSVV). Es, por tanto, tentadora la
idea de emplear indicadores sintagmáticos para estructurar las re-
presentaciones semánticas. Con arreglo a la teoría de Katz, las lec-
turas semánticas son asignadas a los indicadores sintácticos profun-
dos con la forma de indicadores sintagmáticos profundos semánti-
camente interpretados (ISPSls). Weinreich lamenta que las reglas de
proyecci6n de Katz y Fodor, en realidad, «destruyan las estructuras
semánticas», por cuanto que poseen como entradas, indicadores sin-
tácticos enormemente estructurados, y como salidas, simplemente
lecturas, desprovistas virtualmente de toda estructuraci6n. Sin em-
bargo, si sostuviésemos que tales salidas son de hecho los ISPSIs y
no dichas lecturas, es claro que la escasa estructuraci6n de las lec-
turas dejaría de plantear problemas, ya que éstas recibirían la es-
tructuraci6n necesaria por el hecho aparecer adjuntadas a un indi-
cador sintagmático dado. Así, mientras que carecía de sentido pre-
guntarnos, por ejemplo, cuáles marcadores representan el significa-
do del sintagma nominal sujeto de una oración en relación con la
lectura oracional correspondiente a ésta, ahora podría obtenerse se-
mejante información por el simple procedimiento de determinar qué
lectura ha sido asignada a dicho sintagma nominal en el ISPSI co-
rrespondiente a su oración.
¿Puede ser falsado este procedimiento de asignar una estructu-
raci6n a las representaciones semánticas? Al hablar de emplear in-
dicadores sintagmáticos subyacentes para asignar una estructura a
las representaciones semánticas nos viene a la cabeza la semántica
generativa. De acuerdo con ésta, el diagrama arbóreo que represen-
ta la estructura sintáctica profunda de una oración especifica simul-
táneamente la estructura semántica de ésta. No obstante, un análisis
de esta naturaleza s610 es compatible con aquellas teorías que pos-
tulan indicadores sintagmáticos profundos para las oraciones extre-
madamente abstractos, tales como los propuestos por la semántica
generativa; y esto no es compatible con una hip6tesis como la de la
teoría estándar acerca de la estructura profunda. La razón de ello
es que, de acuerdo con la teoría estándar, en las lenguas naturales
encontramos oraciones que son estructuralmente muy diferentes en
su nivel profundo pero que son sinónimas. Puesto que los indicado-
res sintagmáticos subyacentes correspondientes serían muy diferen-
tes, 16gicamente sus interpretaciones semánticas también lo serian.
En la medida en que la relación de sinonimia entre oraciones sea es-
pecificada en términos de representaciones semánticas idénticas para
éstas, las representaciones semánticas de dicha teona no podrán ser

234
equiparables a los ISPSIs, ya que, de serlo, no podrían explicitar
que (13) y (14), Y (lS) y (16) sean sinónimas.

(13) Bachelors are jolly


("Los solteros son joviales'')
(14) Unmarried men are jolIy
("Los hombres no casados son joviales'')
(1 S) The speeches preceded a buffet luncheon
("Los discursos precedieron a una comida fría'')
(16) A buffet luncheon followed the speeches
("Una comida fría siguió a los discursos'')

Permítasenos resumir nuestras observaciones anteriores. Las re-


presentaciones semánticas inestructuradas son inadecuadas, por
cuanto que tales representaciones no nos permiten diferenciar ora-
ciones como (6) y (7) o (10) Y (11), cuyas representaciones respecti-
vas contendrían idénticos elementos semánticos. Las representacio-
nes semánticas estructuradas con arreglo a lo especificado por los in-
dicadores sintácticos subyacentes que propone la teoría estándar
tampoco resultan adecuadas por resultar éstas demasiado estructu-
radas; estas representaciones establecen que a cada diferenciación
sintáctica le corresponde una diferenciación semántica, y observe-
mos que constituyentes como bache/or y Unmarried man son sinó-
nimos a pesar de que el primero es un N y el segundo una construc-
ción N + Adjetivo.
La semántica generativa ha optado por emplear los indicadores
sintagmático s profundos de las oraciones para asignar una estructu-
ra a las representaciones semánticas de éstas, y puede hacerlo por-
que postula para las mismas indicadores sintácticos subyacentes
enormemente abstractos, en los cuales no se expresan buena parte
de las diferencias entre constituyentes que especifican las estructuras
profundas oracionales de la teoría estándar. (Ejemplos de esto se re-
cogen en el apartado 5.2.)
En Weinreich (1966), se propone una aproximación diferente, ba-
sada en una reelaboración de las reglas de proyección de Katz y Fo-
doro Estos sostienen que existe una regla de proyección diferente para
cada uno de los modos en que pueden combinarse sintácticamente
los constituyentes de una oración. No obstante, las cuatro reglas de
proyección que éstos formularon, son, curiosamente, similares. Di-
chas reglas se diferencian unas de otras sólo en el modo en que se
valen de los distinguidores y de las restricciones de selección; pero,
todas ellas, son reglas amalgamadoras de lecturas, pues con su apli-
cación obtenemos conjuntos ordenados de lecturas de constituyen-
tes integrados a su vez por los conjuntos ordenados de los marca-

235
dores semánticos de las lecturas de tales constituyentes, dispuestos
uno tras otro. La posibilidad de disponer de lecturas estructuradas
de forma muy diferente viene determinada por la posibilidad de asig-
nar a las construcciones sintflcticas otras estructuraciones que las ha-
bitualmente propuestas por la gramfltica generativa. En esta línea de
pensamiento, Weinreich 'propuso enriquecer la teoría semántica de
forma que nos permitiera construir conjuntos no ordenados de mar-
cadores semflnticos (<<clusters»), conjuntos ordenados de estos «(con-
figuraciones») y ciertas clases de agrupamientos (<<agrupamientos es-
púreos»). Con todo, no resulta claro que esto haga posible la distin-
ción de las lecturas de todas las oraciones no sinónimas de una len-
gua natural.
Una tercera solución es la adoptada últimamente por Katz; de
acuerdo con la cual, la estructuración de las lecturas oracionales se
consigue a partir de las lecturas del diccionario de determinadas pie-
zas léxicas (de los verbos, por regla general). El «esqueleto» de la es-
tructura correspondiente a una lectura oracional dada lo constituirfl
la lectura asignada al verbo principal de la oración, la cual conten-
drfl un número determinado de variables categorizadas. Todo lo que
tendrfln que hacer ahora las reglas de proyección es insertar las lec-
turas de ciertos constituyentes en aquellas posiciones de la lectura
del verbo principal ocupadas por dichas variables. De este modo, es
posible asignar lecturas idénticas a oraciones sinónimas pero sintflc-
ticamente muy diferentes como (15) y (16): bastarfl con asignar a los
verbos precede y follow lecturas idénticas en el lexicón, con la sal-
vedad de que alli donde una de estas lecturas contenga una variable
categorizada a la que se le insertará la lectura correspondiente al SN
sujeto de la oración, la otra contendrfl una variable a la que se le
insertará la correspondiente al SN complemento directo, y vicever-
sa. Gobernadas por esta clase de variables, las reglas de proyección
«transformarán» las estructuras subyacentes de (15) y (16) en repre-
sentaciones semánticas idénticas.
La teoría de Katz incluye además otros mecanismos formales
para una articulación más sutil de las lecturas oracionales. Estos in-
cluyen el uso de PAR~NTESIS GRUESOS que enmarcan las lecturas de
los sintagmas nominales referenciales, especificándose así las presu-
posiciones de una oración, y PAR~NTESIS DOBLES, que enmarcan
aquella parte de la lectura de una oración en que se especifica la fuer-
za inlocutiva potencial de ésta. (Cfr. Katz, 1972, cap. 4.)
Todo esto no hace sino demostrarnos que existen diferentes mo-
dos de determinar la naturaleza de las estructuras de las representa-
ciones semánticas. En los apartados que siguen, examinaremos com-
parativamente estos modos e intentaremos precisar hasta qué punto
son realmente diferentes unos de otros y cuál de ellos es empírica-

236
mente el más adecuado. Con lo dicho hasta ahora, queda claro que
cualquier teoría semántica que asuma que las representaciones se-
mánticas no poseen estructuración alguna ha de ser desechada por
razones empíricas. En el apartado 5.1 se ha sugerido que las repre-
sentaciones de los significados de las palabras tal vez puedan ser mu-
cho más simples de lo'que se ha supuesto hasta ahora; con todo, las
múltiples formas en que los significados de las palabras parecen po-
der combinarse nos muestran la necesidad de crear sistemas de re-
presentación enormemente ricos. La complejidad que poseen las re-
presentaciones semánticas ideadas hasta el momento por los lingüis-
tas, aunque pueda parecernos formidable, no es en modo alguno una
complejidad gratuita. (Cfr., no obstante, el apartado 5.6.)

5.4. Las teorias semánticas de Katz y de la semántica generativa

Nos hemos ocupado hasta aquí de algunos de los tipos de infor-


mación que han de aparecer en una representación semántica. Pero,
evidentemente, los hasta ahora expuestos no son los únicos que han
de ser especificados en ellas. Las teorías semánticas han tenido en
cuenta también fenómenos tales como las relaciones de dominio en-
tre cuantificadores, la función semántica de los adverbios, y otros
muchos aspectos del significado de las oraciones. Cada fenómeno se-
mántico nuevo que analizamos incrementa el número de requisitos
empíricos que ha de cumplir un sistema de representación del signi-
ficado adecuado. En el apartado anterior, vimos cómo teorías dife-
rentes han abordado esta cuestión de formas también diferentes. Sin
embargo, puesto que los hechos semánticos de los que éstas se ocu-
pan son esencialmente los mismos en todos los casos, cabría esperar
que los distintos modos de especificar las representaciones semánti-
cas propuestos por estas teorías entrañen afirmaciones empíricas dis-
tintas acerca del lenguaje humano; pero, lo que realmente hacen, es
presentar de formas diferentes idénticas afirmaciones sobre la natu-
raleza del significado.
Esta última sugerencia nuestra chocará con grandes reticencias.
Una de las cuestiones que mayores controversias ha suscitado es la
de si las representaciones de la semántica generativa y de la teoría
de Katz son o no son simples variantes notacionales. Katz ha seña-
lado que, en ciertos aspectos, lo son, y que en aquellos en que no lo
son, sus representaciones propuestas por él son más adecuadas. (Esta
posición suya es consecuencia de su afirmación de carácter más ge-
neral de que las derivaciones prelexicales de la semántica generativa
son las derivaciones contrarias de aquellas que se obtienen mediante
la aplicación de las reglas de proyección de su teoría. Cfr. el apatta-

237
do 4.4.) Los semántico-generativistas, por su parte, han señalado que
sus representaciones semánticas son objetos formales de la misma
clase que los indicadores sintagmáticos, lo que no puede decirse de
las representaciones semánticas de Katz, y que, consecuentemente,
las estructuras de dichas representaciones para unos y otros son sig-
nificativamente diferentes.
No intentaremos aquí examinar todos los argumentos en apoyo
o en contra de tales afirmaciones. (Los lectores interesados pueden
consultar Katz, 1970, 1971; McCawley, 1971, y Katz, 1973.) La ex-
tremada complejidad del debate se debe en gran medida al hecho de
que no está claro qué clase de constructos de la teoría de Katz de-
ben ser comparados con los indicadores sintagmático s profundos de
la semántica generativa. La teoría de Katz emplea lecturas semánti-
cas e indicadores sintagmáticos profundos semánticamente interpre-
tados (ISPSI). Las lecturas son conjuntos de marcadores semánti-
cos, algunos de los cuales pueden tener una estructuración interna,
esto es, pueden constar de cadenas de marcadores semánticos entre
paréntesis. Los ISPSI son indicadores sintácticos profundos tal y
como los concibe la teoria estándar con ciertas lecturas semánticas
asociadas a sus nudos. Katz ha aludido en varias ocasiones tanto a
las lecturas como a los ISPSI en términos de «representaciones se-
mánticas», comparando a unas y otras con las estructuras subyacen-
tes de la semántica generativa respecto de diferentes aspectos.
Entre las estructuras propuestas por teorías lingüísticas diferen-
tes pueden establecerse dos tipos de comparaciones. La primera con-
sistiría en la comparación de sus FUNCIONES, es decir, en la compro-
bación de si los dos tipos de estructuras expresan el mismo tipo de
hechos con respecto de las oraciones. La otra consistiría en una com-
paración de su FORMA, es decir, la comprobación de si las dos es-
tructuras expresan tales hechos de la misma manera.
Una diferencia respecto de su FUNCIÚN entre las representacio-
nes de la semántica generativa y, o bien las lecturas oracionales, o
bien los ISPSI de la teoría de Katz, consiste en que las primeras con-
tienen a su vez representaciones del foco, la presuposición, etc., que
Katz, por considerarlos fenómenos no estrictamente semánticos, ex-
cluye de sus representaciones (cfr. apartado 3.3). Renunciar a toda
comparación funcional entre las estructuras semánticas de las dos es-
tructuras apoyándose en que esta diferencia exista, puede ser una
cuestión táctica, pudiendo, igualmente, prescindir de toda conside-
ración a dicha, diferencia y limitar nuestra comparación al examen
de los indicadores sintagmáticos profundos de la teoría estándar. Las
propiedades semánticas que éstos permiten representar son, precisa-
mente, aquéllas que según Katz deben ser representadas.
Los ISPSI de Katz se asemejan funcionalmente a los indicadores

238
sintagmáticos subyacentes de la semántica generativa en un impor-
tante aspecto: Ambos contienen tanto informaci6n semántica como
informaci6n sintáctica acerca de la oraci6n a la que subyacen. (Por
contra, las lecturas oracionales de Katz contienen tan s6lo informa-
ci6n semlmtica.) Pero, incluso en esto, podemos detectar diferencias
entre unos y otros. En una representaci6n semántica como las que
propone la semántica generativa, una y la misma configuraci6n ar-
b6rea sirve para representar simultáneamente la estructura sintácti-
ca y la estructura semántica de la oraci6n. Como señalamos en el
apartado 5.3, las estructuras profundas de la teoría estándar son ta-
les que Katz no puede identificar la estructura semántica de la ora-
ci6n con su estructura sintáctica, y por consiguiente, los nudos de los
ISPSI deben dominar con figuraciones sintácticas y con figuracio-
nes semánticas DIFERENCIADAS.
Katz ha dado a entender que combinar estructuras sintácticas y
estructuras semánticas del modo en que lo hace la semántica gene-
rativa, no es más que una artimaña notacional, pues es claro que po-
dríamos separar ambas estructuras y elaborar así una versi6n modi-
ficada de las representaciones de la semántica generativa, las cuales
resultarían ser entonces muy semejantes a los ISPSI. Nos vamos a
tomar la libertad de hacer esto con la representaci6n que Postal pro-
pone para la oraci6n Harry reminds me 01 Fred Astaire. que ya exa-
minamos en el apartado 4.4, y que reproducimos a continuaci6n
como (5-6).

(5-6)

Pred SN SN

I
STRIKE
I
x(me)
I
O

-----'---------
Pred SN SN

I
SIMILAR
I
y(Harry)
I
z(Fred Astaire)

[véase págs. 194-5]

239
La versi6n modificada de (5-6) podría ser como (5-7)

(5-7)

Pred SN SN

I
SIMILAR
I
y(Harry)
I
z(Fred Astaire)

Ningún semántico-generativista ha propuesto nunca una representa-


ci6n como (5-7), y es difícil imaginarse c6mo podría tener lugar la
derivaci6n transformacional de una oraci6n a partir de estructuras
de esta índole. Además, y esto es lo realmente importante, las repre-
sentaciones de este tipo no satisfacen el principio esencial de la se-
mántica generativa de que las estructuras sintácticas y semánticas
han de ser siempre una y la misma. Una representación como (5-7)
deja abierta la posibilidad de que las configuraciones sintácticas y se-
mánticas puedan diferir unas de otras, frente a lo que ocurre con re-
presentaciones como (5-6), que cumplen el requisito especificado por
dicho principio general. Podemos, por tanto, decir que no nos en-
contramos ante una mera artimaña notacional o cuando menos, que
se trata de una artimaña s610 practicable por una teoría que asuma
el principio general antes mencionado, y no una teoría como la de
Katz. De acuerdo con una correcta caracterizaci6n del concepto de
variaci6n notacional, cabe sostener que lo que acabamos de decir
muestra que los ISPSls y los indicadores sintagmáticos. profundos
de la semántica generativa no son meras variantes notacionales.
Existe otra importante diferencia entre los ISPSI y las represen-
taciones subyacentes de la semántica generativa, y es la siguiente: las
oraciones sin6nimas poseen idénticas representaciones subyacentes,
según la semántica generativa; pero si se diera el caso de que dichas
oraciones tuvieran estructuras profundas de la clase de las de la teo-
ria estándar diferentes, éstas deberán poseer necesariamente ISPSI
también diferentes, como es 16gico. Por la misma raz6n, una ora-

240
ci6n ambigua semánticamente con n interpretaciones distintas, ten-
drá, según la semántica generativa, n indicadores sintagmáticos pro-
fundos distintos, pero, de acuerdo con la teoría estándar, un único
ISPSI (cfr. apartado 5.2). En otras palabras, las estructuras subya-
centes de la semántica generativa se corresponden con los SIGNIFI-
CADOS de las oraciones, mientras que los ISPSI se corresponden con
las ORACIONES, las cuales son consideradas como una entidad única
solamente con arreglo a sus propiedades sintácticas y léxicas, según
la teoría estándar.
En realidad, son las lecturas oracionales de Katz las que más se
asemejan funcionalmente más a los indicadores sintagmáticos sub-
yacentes de la semántica generativa respecto de lo que acabamos de
decir de estos últimos, dado que cada lectura oracional representa
tan s610 un único significado oracional. De acuerdo con esto, la idea
que parece imponerse es que la parte sintáctica de un ISPSI es me-
ramente el esqueleto sobre el que se construyen las lecturas de la ora-
ción, que son las verdaderas representaciones semánticas de ésta.
En el apartado 4.4 sugerimos que los ISPSI podrían ser exclui-
dos de la teoría de Katz, juntamente con las derivaciones semánticas
amalgamadoras que los generan. ¿Perderíamos algo importante con
ello? En Katz y Postal (1964, cap. 2) se justifica la creación de los
ISPSI del siguiente modo:
... , la interpretación semántica de una oración ha de obedecer
el requisito empírico de caracterizar el significado de TODOS y
CADA UNO de los constituyentes de la oración que en el indicador
sintagmático correspondiente a esta sean nudos provistos de lec-
turas semánticas, pero no el de cualquier cadena de elementos de
dicha oración que sea un constituyente. Si una teorla semántica
no pudiera caracterizar el significado de algunos de los constitu-
yentes de una oración, entonces, y dado que el hablante de una
lengua es capaz de determinar tanto los significados de las oracio-
nes de su lengua como los de sus constituyentes, dicha teorla de-
berla considerarse incompleta. La interpretación semántica de la
oración

(9) The man hit the ball


("El hombre golpeó la pelotaj

por ejemplo, debe especificar el significado de los constituyentes


de ésta, es decir, de the, man, hit, the, ball, the man, hit the ball
y the man hit the ball; pero no deberá asignar significado alguno
a cadenas tales como the man hit o hit the.

Un modo natural de satisfacer este requisito podría consistir en ela-


borar representaciones semánticas que estuvieran constituidas por

241
un indicador sintagmático, que definirá los constituyentes de la ora-
ción, con una lectura asignada a cada nudo que domina un consti-
tuyente, en otras palabras: en concebir las representaciones semán-
ticas en términos de ISPSls.
Este es, sin embargo, un argumento muy endeble. Los ISPSI con-
tienen indicadores sintagmáticos subyacentes; por consiguiente, los
constituyentes de la oración a los cuales se les asignan las lecturas
semánticas son constituyentes oracionales PROFUNDOS. Repárese,
sin embargo, en que el argumento de Katz y Postal es asimismo vá-
lido en lo que se refiere a la asignación de representaciones semán-
ticas a constituyentes DERIVADOS transformacionalmente. Un ha-
blante de inglés está capacitado para hacer preguntas o responderlas
~n relación con los significados de sintagmas tales corno was hit by
the man ("fue golpeada por el hombre''), o seemed to hit the ball
("pareció golpear la pelota''), o corno hit the ball. Los dos primeros
son constituyentes derivados transformacionalmente, no constitu-
yentes profundos, y por lo tanto los ISPSls no podrán contener sus
lecturas correspondientes.
Podemos, pues, concluir que, aun cuando el requisito en cues-
tión sea apropiado, no lo es el modo en que, de acuerdo con éstos,
debe ser satisfecho por la gramática. Es necesaria una manera me-
nos directa de representar los significados de los constituyentes de
una oración. Dado un determinado tratamiento del significado ora-
cional, los significados de los sintagmas pueden concebirse corno
aquéllo con lo que éstos contribuyen a la interpretación de las ora-
ciones de las cuales forman parte; así, el significado de hit the ball,
por ejemplo, podría ser especificado determinando lo que poseen en
común las lecturas de las oraciones de (S-S).

(S-S){ The man }


John
1 hit the ball
No one
etc.

("El hombre / J ohn / Yo / ninguno / ... , golpeó la pelota")

Pero este enfoque no toma en consideración únicamente constitu-


yentes profundos, ni, por consiguiente, se circunscribe a una teoría
que emplee ISPSls.
Este argumento en apoyo de dichos objetos teóricos resulta ex-
tremadamente débil. No obstante, antes de optar por renunciar en-
teramente a ellos examinaremos un nuevo argumento en su favor.
Katz y Postal asumen que los ISPSls constituyen el dominio de las

242
definiciones de las propiedades semánticas de las oraciones y de las
relaciones significativas entre ellas. Tales definiciones hacen referen-
cia, tanto a las lecturas contenidas en estos ISPSIs como a sus par-
tes sintácticas. Repárese en que, si se demostrara que esto último es
necesario, ello supondría que la información semántica requerida
para determinar el significado de una oración NO se reduce a aquélla
que aparece en las lecturas asignadas a sus constituyentes, ya que par-
te de dicha información ha de obtenerse del indicador sintagmático
subyacente de la oración, esto es, del componente sintáctico de su
ISPSI.
En el apartado 4.4, hemos probado que esto no es motivo para
que una teoría semántica haya de poseer mecanismos como los ISP-
SIso Incluso en el caso de que demostremos que existen propiedades
semánticas de las oraciones y relaciones significativas entre ellas de
esta clase, éstas pueden ser definidas exactamente igual prescindien-
do de tales mecanismos y de derivaciones amalgamadoras, con la
condición de que sus definiciones respectivas puedan hacer referen-
cia a estadios intermedios de las derivaciones de las lecturas oracio-
nales. Ahora bien, puede ocurrir que esta cuestión no sea otra cosa
que una mera cuestión académica, ya que, aunque Katz sostenga que
la definición de cualquier propiedad semántica deba hacer referen-
cia a los ISPSls, lo cierto es que habitualmente se tiende a estable-
cer dichas definiciones con arreglo a lo especificado en las lecturas
de los constituyentes de una oración. En su primera definición de
analiticidad, por ejemplo, Katz (cfr. Katz, 1964a), sostiene que una
oración es analítica si el significado (la lectura) de su predicado se
halla incluido en el de su sujeto, siendo sujeto y predicado entidades
definidas en la estructura subyacente de ésta. Dicha definición ha
sido posteriormente sustituida por la de que una oración es analítica
cuando lo que en ella se asevera está incluido en lo que presupone
(cfr. Katz, 1972, cap. 4), siendo lo aseverado y lo presupuesto por
una oración entidades determinadas a partir de su lectura exclusi-
vamente. (Por supuesto, éstas son sólo versiones informales de las
definiciones de Katz.)
Esta tendencia podría justificarse invocando supuestos muy ge-
nerales, pues resulta relativamente simple demostrar qué propieda-
des y relaciones semánticas DEBEN ser definidas con arreglo a las lec-
turas oracionales. En efecto, una propiedad semántica determinada
de una oración es, presumiblemente por definición, algo que dicha
oración posee en virtud de su significado. Por consiguiente, oracio-
nes con significados idénticos tendrán idénticas propiedades semán-
ticas. Dado que las oraciones con idénticos significados poseerán las
mismas lecturas oracionales, y habida cuenta que tales lecturas con-
tendrán la información necesaria para predecir adecuadamente otros

243
casos de sinonimia y casos de no sinonimia, es lógico suponer que
éstas han de contener, asimismo, información suficiente para la pre-
dicción de otras propiedades semánticas de las oraciones de este tipo
y de las restantes relaciones significativas que puedan estas oracio-
nes contraer con otras. Recurrir al componente sintáctico de los ISP-
SIs de todas ellas nos parece, pues, en estos casos, del todo
innecesario 2.
(Podría argüirse en contra de esto que ciertas propiedades y re-
laciones significativas tal vez puedan definirse de un modo mlls sim-
ple a partir de los ISPSIs que a partir de las lecturas de las oracio-
nes exclusivamente. Pero, puesto que los ISPSIs de las oraciones si-
nónimas pueden diferir entre sí radicalmente, no parece probable
que esto sea así.)
Todas estas consideraciones apuntan hacia la conclusión de que
los ISPSIs no desempeñan en realidad un papel esencial en la teoría
de Katz. Al contrario, resultan meras reliquias de una versión, hoy
carente de justificación, de dicha teoría. La historia, muy sintetiza-
da, que nos ha llevado a esto es la siguiente. Como hemos señalado
en el apartado 5.3, las representaciones de los significados oraciona-
les deben poseer una estructura interna determinada. En la primera
versión de la teoría de Katz, las LECTURAS oracionales catecían prác-
ticamente de estructuración alguna. Los ISPSls, obtenidos a partir
de objetos altamente estructurados, como son los indicadores sin-
tácticos subyacentes de la teoría estándar, se nos presentan así como
los mecanismos idóneos para establecer las distinciones estructura-
les requeridas en una representación apropiada de los significados

2 Este argumento debe ser puntualizado. Las lecturas no determinarán en su to-


talidad aquellas propiedades de una oración que dependen tanto de su significado
como de otros factores. Un ejemplo de esto lo constituye el concepto de redundancia
significativa de Katz, que hace referencia, en realidad, a cierto tipo de relación entre
el significado de una oración y su estructura léxica y sintáctica. Un sintagma como
male boys ("muchachos machos") se considera redundante por el hecho de que el ad-
jetivo y el nombre aportan el marcador semántico (macho) a la lectura del sintagma.
Pero una de estas dos apariciones de (macho) se elide en el curso del proceso de amal-
gama de las lecturas de estos dos constituyentes, de manera que resulta que a male
boys se le asigna la misma lectura derivada que al sintagma no redundante boys (por
lo cual, hemos de considerar ambos sintagmas sinónimos). De estos dos sintagmas,
uno puede ser redundante y el otro no. El hecho de que pueda ser preferible una con-
cepción de redundancia diferente a ésta, es un hecho que puede debatirse, pero por
lo que respecta a la concepción de Katz, hemos de señalar que, de acuerdo con ella,
la redundancia no puede ser considerada una propiedad ESTRICTAMENTE semántica.
Tal vez debiera ser definida con arreglo a determinada combinación de representa-
ciones sintácticas y semánticas. Con todo, esto no contradirla la afirmación de que
toda la información relevante concerniente al significado y a las propiedades signifi-
cativas de una oración aparece especificada en la lectura correspondiente a ésta.

244
de las oraciones. Cuando hemos comprendido que la estructura in-
terna de las representaciones de los significados no se corresponden
con las configuraciones sintácticas de las estructuras subyacentes de
la teoría estándar, entonces se hacen necesarias LECTURAS de verbos
y oraciones muy estructuradas, y se incorporan a la teoría. Pero, por
alguna razón, los ISPSls permanecen en ella.
El rechazo de éstos aclara considerablemente la situación cuan-
do se comparan las lecturas oracionales de Katz con las representa-
ciones semánticas profundas de la semántica generativa. Son aqué-
llas las que han de considerarse como las auténticas representacio-
nes semánticas de la teoria de Katz. Ya hemos señalado aquí que és-
tas se diferencian de las representaciones de la semántica generativa
en que no contienen información sintáctica alguna concerniente a la
oración. Ambas clases de representaciones parecen desempeñar, sin
embargo, las mismas funciones, lo que las convierte, en principio,
en representaciones descriptivamente equivalentes. Unas y otras nos
deparan una completa especificación del significado -de los signi-
ficados, en el caso de que éstas sean ambiguas-, de las oraciones.
Podemos, por tanto, preguntarnos de nuevo si las dos teorías des-
criben los significados de las oraciones del mismo modo.
Examinadas de forma superficial, las representaciones semánti-
cas propuestas por las dos teorías no parecen diferir demasiado. Las
estructuras subyacentes de la semántica generativa poseen general-
mente la fonna de diagramas arbóreos, como los indicadores sintag-
máticos. Y las lecturas oracionales que propone Katz poseen la for-
ma de cadenas de marcadores semánticos entre corchetes. Pero, tal
y como hemos señalado anteriormente, sabemos que las cadenas de
elementos entre corchetes y los diagramas arbóreos pueden ser me-
canismos descriptivos equivalentes, es decir, meras variantes nota-
cionales. Así, una cadena como (17) puede ser transformada en un
diagrama arbóreo convirtiendo de forma progresiva los paréntesis
en nudos de determinado nivel, el cual dominará los elementos con-
tenidos entre los paréntesis en cuestión, y los símbolos de dichos pa-
réntesis en símbolos del correspondiente nudo, tal y como mostra-
mos a continuación:

(17) [ [ [a] [b] ] [d] ]


E C A B O

(5-9) (i) A B o
I I l
[ [ a b d
E C

245
(ii) e
~
A B D

[
I
a b
I I
d ]
E

(iii) E

A B D
I I I
a b d

y un diagrama arbóreo puede ser transformado a su vez en una ca-


dena de elementos entre corchetes mediante el proceso inverso
Puesto que los diagramas arbóreos parecen más «didácticos», re-
presentaremos a partir de ahora las lecturas oracionales de Katz
como diagramas arb6reos, renunciando a representar los indicado-
res sintagmáticos de la semántica generativa como cadenas de ele-
mentos entrecorchetados. De acuerdo, pues, con cuanto acabamos
de decir, cabe sostener que la lectura oracional propuesta en Katz
(1972, cap. 8) para la oraci6n Harry reminds me 01 Fred Astaire ten-
dría la forma de (5-10)3; comparémosla con el indicador sintagmá-

l La cadena de elementos entre paréntesis correspondiente a (5-10) propuesta por


Katz es «1) Perceives «H) Similar (F))). Repárese en que los paréntesis que limitan
los marcadores semánticos primitivos en una cadena como ésta no se convierten en
nudos en el diagrama arbóreo correspondiente. La razón de esto es que dichos pa-
réntesis no son empleados para especificar estructura alguna. Su función es, simple-
mente, distinguir marcadores semánticos de distinguidores, rasgos sintácticos y otras
entidades teóricas. Los paréntesis de un marcador como (macho), por ejemplo, no de-
sempeñan una función tal que no pueda ser desempeñada por otra convenci6n nota-
cional, como puede ser escribir macho con tinta roja o en letras mayúsculas, como
suele hacer la semántica generativa. Solamente los paréntesis de los marcadores se-
mánticos COMPLEJOS, que especifican determinadas combinaciones de elementos se-
mánticos, se corresponden con nudos de un diagrama arbóreo. (Cuestiones de con-
sistencia notacional parecen exigir la presencia de paréntesis en tomo a Perceives y
Similar en [5-10]. Pero no quiero apartarme demasiado de las convenciones de Katz.)

246
tico subyacente (5-6), que constituirla, según Postal, la representa-
ción semántico-sintáctica profunda de dicha oración:

(5-6)

Pred SN SN
I I 1
STRIKE x(rne) O
/":::::
Pred
I
SN
I
- SN
I
SIMILAR y(Harry) z(Fred Astaire)

. (5-10)

(F)

(1), (H) Y (F) están en lugar de las lecturas de los constituyentes me,
Harry y Fred Astaire, respectivamente.

Ambos expresan que el significado del verbo remind debe ser ana-
lizado en dos predicados semánticos. Uno serla predicado de «ser se-
mejante a», que permite relacionar de cierta manera a Harry y a
Fred Astaire; el otro predicado sería el de «percibir algo por parte
de alguien», que permite especificar cierta clase de relación entre el
hablante, me, y lo percibido: la semejanza entre Harry y Fred As-
taire (cfr. nota 6, pág. 135).
Una vez reducidas las representaciones de ambas teorías a un for-
mato que permite con mayor facilidad su examen comparativo, pro-
cedamos a analizar las diferencias y semejanzas que puedan existir
entre unas y otras representaciones. Una diferencia entre éstas, abor-
dada con gran suerte de detalles en la amplísima bibliografía dedi-
cada a las cuestiones que aquí nos ocupan, es la concerniente a la
asignación de simbolos apropiados a los nudos de estos diagramas

247
arbóreos. Los nudos de las representaciones semánticas de la semán-
tica generativa, como los de cualquier indicador sintagmático, están
ocupados por símbolos categoriales; dado que los paréntesis de las
representaciones de Katz se hallan desprovistos de cualquier clase
de símbolos, los nudos de los indicadores sintagmáticos correspon-
dientes a dichas representaciones serán nudos desprovistos de sím-
bolos de cualquier especie.
Debemos señalar, no obstante, que el propio Katz ha hecho la
interpretación de sus lecturas, y ha argumentado que éstas se corres-
ponden con diagramas arbóreos provistos de símbolos, por lo que
deben considerarse cadenas de elementos entrecorchetados CATEGO-
RIZADAS. Así, en Katz (1972, cap. 3) se propone para el verbo chase
("perseguir'1 una lectura como (18); y en Katz y Nagel (1974), como
lectura de este mismo verbo se propone el diagrama arbóreo (5-11).

(18) «(Activity)«(Physical»«Movement)«Speed)(FU')(Following Y»)

«Purpose)«To catch Y»)))) X)


[véase pág. 99]

(5-11)
(Activity of X)

(Movement)

(Nature)

I
(Physical)
/\
(Rate) (Direction)
(Purpose)

I
(To catch Y)

I
(Fast)
I
(Following Y)

Entre estas dos representaciones existen algunas diferencias muy pro-


fundas, tales como la ausencia en (18) de los marcadores (Naturale-
za) y (Dirección), y otras triviales, como, por ejemplo, la relativa a
la sustitución de (Speed) por (Rote) en (5-11). Por eUo, el diagrama
arbóreo correspondiente a (18) no seria como (5-11), sino de la for-
ma de (5-12).

248
(5-12)

(Activity) x
_____---~ -r--
-
(Physical)
I
(Movement) (Purpose)

~
(Speed) (Following Y)
I
(To catch Y)

I
(Fast)

Nótese, sin embargo, que el algoritmo de conversión anteriormente


expuesto sólo determinará la equivalencia de (18) y (5-12) en el caso
de que los marcadores (Actividad), (Movimiento) y (Propósito) sean
considerados como rótulos de los par~ntesis que los siguen, y el mar-
cador (Velocidad), como rótulo de (Rápidamente). En (18) no hay
nada que nos indique que determinados marcadores semánticos han
de poseer esta función, pero la idea de Katz, aparentemente, es ~sta;
una notación como la empleada en (19), que no es sino la cadena
de elementos entre par~ntesis correspondiente al diagrama arbóreo
(5-11) de Katz y Nagel.

(19) [ [ [(Physical)] [ [(Fast)] [Following y)ll [(To catch y)ll X]

~
I

[ [ [(física)] [ (Rápidamente)] [(Siguiendo a Y)ll


...,~
/
[ (cazar a Y)]] Xl

249
Con ciertos retoques, pues, las lecturas con forma de cadenas de
elemento~ (encorchetados) y la lectura con forma de diagrama arb6-
reo pueden ser considerados equivalentes. Este último posee efecti-
vamente nudos etiquetados, como ocurre con todo indicador sintag-
mático. No obstante, lo que acabamos de decir no implica que ha-
yamos de considerar que las lecturas de Katz sean objetos formales
comparables a los indicadores sintagmáticos. Y esto es así porque
las categorías y relaciones especificadas en un diagrama arb6reo
como (5-11) o (5-12) son de naturaleza muy diferente de la de aqué-
llas representadas por medio de un indicador sintagmático tal como
(5-13).

(5-13)

SN SV

/""
Det N
~SN
v
I
this
I
man
I
hates N
I
[este] [hombre] [odia]
I
dogs
[(los) perros]

Los diagramas arb6reos sintácticos especifican relaciones consti-


tutivas entre elementos, esto es, lo que Chomsky (cfr. Chomsky,
1965) denomina relaciones «... es un ... ». El indicador sintagmático
(5-13) nos dice que la palabra this «es um> determinante, que man
«es um> nombre, que dicho determinante y dicho nombre constitu-
yen un sintagma nominal, que un sintagma nominal y un sintagma
verbal constituyen una oraci6n, etc. Una lectura como (5-11), sin em-
bargo, no puede ser interpretada consistentemente en términos simi-
lares. Ante todo, tengamos presente una cuesti6n técnica. Una re-
laci6n del tipo «... es un ... » explicita una relaci6n de pertenencia de
un elemento a un conjunto; por ejemplo, que man es un miembro
del conjunto de los nombres. Pero un marcador semántico designa
supuestamente un concepto; de ahí que interpretar las relaciones de

250
dominio de (5-11) como relaciones « ••• es un ... » pueda llevarnos a
afirmar cosas tan incoherentes como que el concepto de ser un ente
físico es miembro del concepto (maturab). Un concepto es una enti-
dad única, no un conjunto, y, por consiguiente no puede poseer
miembros. Incluso en el caso de que esta observación debiera dese-
charse respecto de algunos conceptos (así como por ejemplo, tal vez
fuera más apropiado sostener que un marcador semántico como (na-
ture) designa CONJUNTOS de conceptos), nos encontraríamos ante
otras dificultades. (5-11) establece que el concepto «x caza y» está
constituido por los conceptos de «naturab), «movimientQ» y «propó-
sitQ» -aunque no se especifique de quién es el movimiento y el
propósito. Esto podría hacerse si interpretáramos (5-11) con arreglo
a una paráfrasis de la siguiente forma: «x contrae una actividad con-
sistente en un determinado movimiento y con un determinado pro-
pósitQ». Pero esto no tiene nada que ver con las relaciones «... es
un ... »; de hecho parece referirse a que los marcadores (Activity),
(Movement) y (Purpose), así como (Physical), (Fast), etc. deben ser
considerados elementos terminales del análisis en lugar de rótulos
de nudos no terminales. De manera similar cabe decir que para que
<eX cace a y» es preciso que «X» se ponga en movimiento de un de-
terminado modo y en una determinada dirección. N o obstante (5-11),
donde (Movement) aparece como un rótulo de un nudo en lugar de
un símbolo terminal, establece por contra que los conceptos de modo
y dirección (¿en este orden?) constituyen el concepto de movimiento.
y esto es más que dudoso. Así, y aun cuando los CONCEPTOS DE
(18) sean los adecuados para análisis semánticos del verbo chase, las
relaciones entre tales conceptos resultarían poco plausibles si nos em-
peñáramos en considerar dicha cadena equivalente a un diagrama ar-
bóreo con nudos rotulados que se interprete en los mismos términos
en que se interpretan los indicadores sintagmáticos.
Dado que la conversión de las lecturas de Katz como cadenas de
elementos encorchetados en indicadores sintagmáticos no resulta
adecuada para hacer explícita toda la información semántica que las
prímeras comportan, es preciso tomar en consideración otras posi-
bles interpretaciones alternativas. Volvamos de nuevo a (18), y no
asignemos ningún estatuto especial a los marcadores semánticos (Ac-
tivity), (Movement), (Purpose) y (Speed). En lugar de considerarlos
rótulos de nudos no terminales de un diagrama arbóreo consideré-
moslos simplemente miembros de la lectura de que forman parte, de
la misma naturaleza que (Physical), (Fast), etc. De acuerdo con esto,
(18) se corresponderá a un diagrama arbóreo no rotulado como
(5-14).

251
(5-14)

(Activity)

(To catch Y)

Este, salvo por lo que respecta al rotulado de los nudos, es mucho


más semejante a un indicador sintagmático -y por lo tanto a una
representación semántica del tipo de las propuestas por la semántica
generativa-, que (5-12). Los marcadores semánticos, que represen-
tan conceptos primitivos, son simbolos terminales de dicho indica-
dor; y su agrupamiento de unos con otros de determinada forma
constituyen la representación estructural del concepto complejo del
acto de cazar. Además, curiosamente, (5-14) contiene determinadas
configuraciones que pueden ser funcionalmente equivalentes a los ró-
tulos de los nudos.
Obsérvese que en (5-14) aparecen ciertos marcadores semánticos
que no dependen de ningún nudo inmediatamente superior; tal es el
caso de (Physical) y (To calch Y). Estos (que se corresponden con
los pares suplementarios del paréntesis de (18) deben ser explicados.
Presumiblemente la idea es que dichos elementos habrían de expre-
sar MODIFICACIÓN. El marcador (To calch Y) podría construirse
como un modificador del marcador (Purpose). Esta parte del árbol
representa lo que podriamos parafrasear en inglés como ((with a pur-
pose, which is to catch y», o ((with the purpose of catching y» «((con
un propósito, que es el de cazar y», o ((con el propósito de cazar a
y»). Los paréntesis -o nudos- suplementarios de la lectura de Katz
tendrían, así, la función que poseen los rótulos de nudos como SPrep
o Adj en los indicadores sintagmáticos.
En otras palabras: es posible una interpretación de las lecturas
de Katz de acuerdo con la cual éstas no contendrían rótulos de nu-

252
dos algunos, pero sí ciertas configuraciones especiales que expresa-
rian determinada información, muy similar a la expresada por me-
dio de estos rótulos. Ademfls de estos paréntesis que expresan mo-
dificaciones, sus lecturas contienen paréntesis gruesos y paréntesis
dobles (véase el apartado 5.3). No resulta fácil determinar el modo
en que estos recursos nofacionales podrian trasladarse a indicadores
arbóreos, pero si es claro que un sistema de representación que em-
plea marcadores arbóreos no rotulados no es necesariamente menos
expresivo que uno que emplee marcadores rotulados 4 •
Sinteticemos las conclusiones a que nos llevan nuestras observa-
ciones anteriores (conclusiones con las que presumiblemente ni Katz
ni los semánticos generativistas estarían de acuerdo). Los ISPSls de
Katz parecen ser del todo inadecuados; sus lecturas oracionales son
especificaciones completas del significado de una oración. Dichas re-
presentaciones son estructuras formales que o bien poseen rótulos,
o bien poseen la forma de indicadores sintagmáticos no rotulados.
De acuerdo con lo primero éstas no nos permiten especificar las dis-
tinciones estructurales expresadas por medio de cadenas como (18)
y ademfls no podrian en ningún caso interpretarse tal y como son
interpretados los indicadores rotulados. Estas observaciones no im-
plican que las representaciones semánticas de Katz y de las semán-
tica generativa sean funcionalmente equivalentes en todo. Lo que he
intentado mostrar es (i) que la comparación de unas y otras entraña
mfls dificultades de las que parece mostrar la bibliografía al respec-
to, y (ii) que, a pesar de sus superficiales diferencias, muy evidentes,

• De hecho, no debemos considerar ni a las estructuras arbóreas rotuladas meca-


nismos de representación especialmente adecuados. Buena parte de la información ex-
presada en el indicador sintagm6tico (i) puede ser, asl mismo, expresada por una fór-
mula lógica como (ti)
(i)
o

o and o
[y]
~ ~
v SN v SN SN
I I I I I
f a a b

(ti) Fa& Rab

(ti) Dos no contiene ni ramas y rótulos de nudos; utiliza el contraste entre letras
mayúsculas y minúsculas, y se encuentra sujeta a ciertas convenciones de dominio,
que determinan las combinaciones entre sus slmbolos.

253
las dos clases de representaciones semánticas permiten expresar los
mismos hechos acerca de la estructura interna de los significados.
Existen, no obstante, ciertas diferencias entre unas y otras. Por
ejemplo: en la representación (5-6) de niás arriba, los predicados pre-
ceden a sus argumentos, mientras que en (5-10) los predicados apa-
recen en segundo lugar en sus cláusulas respectivas. En el apartado
3.5 sugerimos que este tipo de diferencias son meramente notacio-
nales. No atañen a la naturaleza de los significados que pueden re-
presentarse por medio de uno y otro sistemas de representación, pero
tal vez pueda sacarse algún partido de ellas si se las considera pre-
dicciones psicológicas diferentes acerca de la forma que poseen las
representaciones mentales de los significados. Además, tanto Katz
como los semánticos generativistas han sostenido que sus represen-
taciones son superiores a las del rival, alegando que sus posturas res-
pectivas son las más sólidamente fundamentadas.
Katz ha sostenido que es inadecuado afirmar que los rótulos de
los nudos de las representaciones semánticas deban ser símbolos SIN-
TÁCTICOS, puesto que esta afirmación presupone implícitamente la
de que los miembros de cada categoría sintáctica comparten propie-
dades semánticas significativas, lo que es falso. ¿Pero es realmente
falso esto? Es cierto que los intentos tradicionales de relacionar cla-
ses sintácticas y funciones semánticas nunca tuvieron demasiado éxi-
to. La identificación por ejemplo, de un nombre como el nombre de
una persona, lugar o cosa, es evidentemente demasiado tosca. Estas
caracterizaciones tradicionales, sin embargo, conciernen tan sólo a
lo que hoy denominaríamos la ESTRUCTURA SUPERFICIAL de las ca-
tegorías sintácticas, y solamente de forma muy indirecta éstas se re-
lacionan con las categorías sintácticas profundas de la semántica ge-
nerativa. El nombre procrastination no es el nombre de una perso-
na, lugar o cosa, evidentemente, pero repárese en que, de acuerdo
con la semántica generativa, dicho nombre no aparecería dominado
por un nudo N en estructura profunda. Cabe pensar por tanto que
las limitaciones de las definiciones tradicionales no pueden conside-
rarse como prueba en contra de la posible adecuación de las defini-
ciones propuestas por la semántica generativa.
En McCawley se propone la caracterización del contenido se-
mántico de los símbolos categoriales O, SN y V (los únicos que es-
tán presentes en los indicadores sintagmáticos subyacentes) de for-
ma muy indirecta, relacionándolos con los conceptos de la lógica de
predicados. Sostiene éste que: O se corresponde con el uso de «ora-
ci6n» en las construcciones «oración cerrada>. (:«proposicióm.) y
«oraci6n abierta>. (:«funci6n proposicionah.), V con el de «Predica-
do» (tomado en la acepci6n en que incluye el concepto de «opera-
don.), y SN con el de «argumentm•.

254
Un cálculo de predicados modal estándar comprende una clase
de cuantificadores (constituida grosso modo por las formas del in-
glés all ("todo / todos '') y some ("algún/ algunos ''), una clase de co-
nectivas oracionales (informalmente hablando, las que se correspon-
den con las conjunciones inglesas and, or, if-then -y, o y si-en ton-
ces-), y una clase de operadores oracionales (not, necesarily, pos-
sibly) -no, necesariamente y posiblemente-. Todas estas clases se
distinguen formalmente de la clase de los predicados (los cuales se
corresponden ordinariamente con verbos y adjetivos tales como wal-
ked, pretty, kili, etc.) -andado, bonito y matar-o Los semánticos
generativistas clasifican a todos estos elementos en una misma clase
rotulándolos como V. Que esta clasificación sea adecuada para la
descripción de las lenguas naturales es algo que puede discutirse. No
obstante, no parece existir nada en principio en contra de la identi-
ficación de un tipo tan general como la propuesta por McCawley;
es decir, de una identificación semántica de las categorías sintácticas
con arreglo al papel que desempeñan los miembros de una determi-
nada categoría en la determinación de las condiciones de verdad o
de otras propiedades semánticas de las oraciones.
Para justificar la inclusión de rótulos de nudos sintácticos en las
representaciones semánticas es preciso demostrar que tales rótulos
facilitan la labor de las reglas de incidencia y las definiciones de ano-
malía, analiticidad, etc. Puede sostenerse que esto no es así. Por
ejemplo, el símbolo SN puede resultar redundante si se prueba que
cada nudo SN, y no otro, domina únicamente una variable referen-
cial, como se sostiene en McCawley (1972). Pero tanto si se acepta
como si se rechaza, esta cuestión está en la base misma del debate.
Un argumento habitual en apoyo de la superioridad de las repre-
sentaciones de la semántica generativa en relación con las lecturas
propuestas por Katz es un argumento concerniente a las relaciones
de interdependencia existentes entre representaciones estructurales y
las reglas de la gramática. La representación semántica de una ora-
ción es, según la semántica generativa un indicador sintagmático, y
como tal formalmente similar con las estructuras sintácticas super-
ficiales con las que será puesto en relación tras la aplicación de las
reglas de la gramática para la derivación de la oración. Cabe pensar
que estas reglas habían de ser más simples y homogéneas que las pre-
cisadas por la teoría de Katz. Esto se trata por extenso en Postal
(1972). Es una cuestión importante y no exenta de dificultad que co-
necta evidentemente con los temas discutidos en el capítulo 4.
Deseamos descubrir qué son las reglas semánticas. Una técnica
natural de investigación sería compararlas con las reglas sintácticas
de las que en la actualidad conocemos mucho más. Si descubriéra-
mos similitudes muy estrechas entre unas y otras podríamos propo-

255
ner la hipótesis general de que ambas clases de reglas son IDÉNTI-
CAS. Cualquier predicción específica acerca de la naturaleza de las
reglas sem{mticas se obtendría inmediatamente a partir de su iden-
tificación con las sintácticas, ya que éstas deberían satisfacer así TO-
DAS las condiciones formales que han de satisfacer las reglas sintác-
ticas. Sin embargo, una gramática homogénea es adecuada cuando
los hechos que describe lo son. Si no es así, si las reglas y represen-
taciones semánticas han de diferir en aspectos formales generales de
las reglas y representaciones sintácticas, entonces la teoría que nece-
sitamos es una teoría que nos permita especificar tales diferencias (y
en última instancia explicarlas). En tanto que teoría de la estructura
semántica este último tipo de teoría podría ser menos específica que
una teoría homogénea y poseer cierto carácter de herramienta de ex-
ploración; las diferencias señaladas entre reglas semánticas y reglas
sintácticas que originalmente nos llevan a la conclusión de que éstas
se diferencian entre sí en lo esencial podría muy bien no tenerse en
cuenta a la hora de adoptar una determinada posición acerca de qué
sean las reglas semánticas. Nuevas investigaciones se precisarían en-
tonces para completar nuestra concepción. Sin embargo, del hecho
de que una teoría sea metodológicamente inconveniente no se des-
prende el que ésta sea inadecuada.
Si los semánticos generativistas se equivocan al asumir la homo-
geneidad de representaciones sintácticas y semánticas, entonces su in-
vocación a una proyección más simple entre las estructuras de am-
bas clases podría presumiblemente rechazarse a la luz de un nuevo
examen; aunque estructuras con rótulos de nudos sintácticos no tu-
vieran que ser proyectadas en estructuras sin' tales rótulos, como ocu-
rre en la teoría de Katz, surgirían otras complicaciones. Podría ocu-
rrir, por ejemplo, que se precisaran derivaciones mucho más largas
y complicadas con objeto de garantizar que las representaciones se-
mánticas son lo suficientemente abstractas como para poder deter-
minar una función semántica única para cada rótulo sintáctico. Por
otra parte, si la semántica generativa tiene razón, lo lógico es espe-
rar la tesis de que la estructuración del significado es esencialmente
idéntica a la estructuración sintáctica para ofrecer soluciones a mu-
chos fenómenos semánticos específicos, soluciones que no podría
darnos la teoría estándar.

5.5. lA teorÚl semántica de Jackendoff

En J ackendoff (1972), se sostiene que las representaciones semán-


ticas constan de cuatro estructuras diferentes, a saber: de una ES-
TRUCTURA FUNCIONAL, consistente en una cadena de primitivos se-

256
mánticos entre corchetes no rotulados, en la cual se representa aque-
llas relaciones que contraen los constituyentes de la oraci6n deter-
minadas por el verbo de éstas; dicha estructura contendrá pues con-
ceptos tales como agency. motion y direction ("agentividad, movi-
miento y direcci6n''). Constarán, asimismo, de una ESTRUCTURA MO-
DAL, que tendrá también la forma de una cadena de primitivos se-
mánticos entre corchetes no rotulados, en la cual se especificarán los
diferentes dominios de determinados elementos de la oraci6n; de una
TABLA DE CORREFERENCIA, en la cual aparecerán emparejados los
constituyentes referidores de la oraci6n y se especificará, para cada
par de tales constituyentes, si sus miembros son o no son correfe-
renciales; y, por último, de una estructura en la que se representen
EL FOCO Y LA PRESUPOSICIÓN de la oraci6n, la cual tiene por objeto
especificar qué parte de la informaci6n asociada a una oraci6n debe
considerarse informaci6n nueva y cuál informaci6n conseguida.
No analizaremos aquí las propiedades estructurales de la repre-
sentaci6n del foco y la presuposici6n; prescindamos por tanto de
toda consideraci6n relativa a ello y n6tese que, consideradas con-
juntamente, las tres restantes cumplen la misma funci6n que los in-
dicadores sintagmáticos profundos de la semántica generativa y las
lecturas oracionales de la teoria de Katz. No obstante, aquéllas pa-
recen diferir considerablemente de las representaciones semánticas
propuestas por estas dos teorias en lo que respecta a sus propieda-
des formales. Jackendoff (cfr. Jackendoff, 1972, cap. 7), presenta
tres argumentos -y esboza un cuarto- en contra con la propuesta
de que toda la informaci6n semántica de una oraci6n ha de ser es-
pecificada en una única representaci6n estructural. Pero antes de
examinar dichos argumentos, permítase nos ocuparnos de las razo-
nes que llevan a la teoría estándar ampliada a preferir representa-
ciones semánticas no cualificadas.
Frente a la teoria de Katz, la teoría estándar ampliada sostiene
que son más de una de las estructuras sintácticas de la derivaci6n
de una oraci6n que contribuyen a la interpretaci6n semántica de ésta.
Y, en contra de lo que propone la semántica generativa como res-
puesta a esta observaci6n, postula que tal interpretaci6n se obtiene
mediante la aplicaci6n de determinadas reglas interpretativas a las
estructuras sintácticas apropiadas. Según dichas teorías las diferen-
tes propiedades semánticas de un constituyente han de ser determi-
nadas por reglas de interpretaci6n también diferentes; así las cosas,
la situaci6n más simple que puede concebirse en relaci6n con la apli-
caci6n de dichas reglas consideradas de una en una es aquella en la
que cada una de éstas generaría una representaci6n autocontenida
de alguna de las propiedades semánticas de dicho constituyente. Es
evidente que la gramática seria así mucho más compleja si además

257
tuviera que integrar la salida de estas reglas interpretativas en una
sola estructura semántica.
Consideremos la oraci6n (20).

(20) A friend of mine told Joe that 1 hated him


("Un amigo mío le dijo a J. que yo lo odiaba'1

La representaci6n semántica de esta oraci6n contendrá, de acuerdo


con Jackendoff (1972), cierta estructura funcional, en la cual se es-
pecificará que el origen del acto de decir es aquello designado por
a friend of mine, que el objeto de dicho acto es el objeto que desig-
namos mediante Joe, etc. Esta estructura funcional será generada de
acuerdo con determinadas propiedades de las piezas léxicas conte-
nidas en (20) y con su estructura sintáctica PROFUNDA. Las relacio-
nes de correferencialidad que puedan establecerse entre los SSNN
de dicha oraci6n deberá ser determinada con la ayuda de otras re-
glas de interpretaci6n, las cuales se aplican a determinadas estructu-
ras DERIVADAS de entre aquellas que constituyen la derivaci6n de
ésta. Dichas reglas habrán de hacer explicito que los SSNN afriend
of mine y Joe no son correferenciales, o que Joe y him pueden serlo
o no serlo, por ejemplo. Presumiblemente tales reglas serían mucho
más simples si fuese esto todo lo que tienen que hacer que si además
les asignamos la tarea de identificar las representaciones de los SSNN
de la estructura funcional con objeto de asignarles alguna marca dis-
tintiva, como por ejemplo índices de referencia para expresar así la
informaci6n concerniente a las relaciones de correferencialidad que
puedan éstos contraer.
Además de este argumento, y tan importante como él es el hecho
de que las reglas interpretativas que generan representaciones semán-
ticas oracionales únicas hayan de ser reglas GLOBALES, es decir, re-
glas cuya entrada constaría de dos o más estructuras de una deriva-
ci6n. La entrada de las reglas de correferencia, por ejemplo, debería
estar constituida tanto por las estructuras sintácticas derivadas que
determinan relaciones de correferencia posibles como por las estruc-
turas funcionales a las que se suma la informaci6n a este respecto.
Las reglas globales del tipo de las propuestas por la semántica ge-
nerativa han sido criticadas por la teoría estándar ampliada por con-
siderarlas mecanismos te6ricos extremadamente poderosos. (Entre
otras cosas, tales reglas hacen innecesarias las reglas semánticas in-
terpretativas auspiciadas por la teoría estándar ampliada -véase
apartado 3.3-.) Pero esta crítica carecería de toda justificaci6n si
se diera el caso de que las reglas interpretativas de la teoría estándar
ampliada fueran ellas mismas reglas globales. Si fuera así, la única
justificaci6n de la teoría estándar ampliada sería el que las reglas glo-

258
bales que ella permite se hallan mucho más constreñidas que las de
la semántica generativa y que por tanto son, en este sentido, menos
objecionables.
No es pues un accidente que las cuatro interpretaciones semán-
ticas parciales propuestas por J ackendoff se correspondan muy ín-
timamente con cada uno de los diferentes estadios derivativos en los
que dichas reglas se aplican. Las estructuras funcionales constituyen
la salida de las reglas que interpretan las estructuras sintácticas pro-
fundas. La representación del foco y de la presuposición se obtiene
al interpretar las estructuras superficiales. La tabla de correferencia
de una oración se obtiene tras interpretar estructuras postcíclicas
(esto es, médlante la aplicación de las reglas interpretativas corres-
pondientes a la estructura sintáctica resultante de la aplicación de to-
das las transformaciones sintácticas en un determinado ciclo. Las es-
tructuras modales se obtienen a partir de la interpretación de las es-
tructuras profunda y superficial, y tal vez de las estructuras post-
cíclicas.
Únicamente los dos últimos casos presuponen cierto procedi-
miento para reunir información semántica proviniente de dos o más
estructuras sintácticas en una única estructura semántica. (Así, en el
caso de una oración compleja que contenga más de una cláusula, las
reglas interpretativas postcíclicas serán aplicadas a más de un indi-
cador sintagmático a lo largo de la derivación sintáctica de dicha ora-
ción.) Por lo que respecta a la tabla de correferencialidad, el proce-
dimiento en cuestión probablemente sea trivial en extremo; dicha ta-
bla es simplemente una lista, y, por consiguiente, siempre podrán in-
corporarse a ella nuevas entradas sin que ello implique alteración al-
guna de la información especificada previamente en ésta. Pero, por
lo que respecta a la estructura modal, que es una configuración com-
pleja de elementos semánticos, dicho mecanismo de adición puede
acarrear algunos problemas. Por ejemplo: la posición de un cuanti-
ficador en la estructura modal expresa su dominio respecto de otros
elementos de una oración dada. Su posición respecto del VERBO (o
de los VERBOS) de esta oración es determinada por las reglas que in-
terpretan la ESTRUCTURA PROFUNDA de la misma; pero la posición
de dicho cuantificador respecto de otros cuantificadores que pueda
ésta contener lo será por aquellas reglas que interpretan su ESTRUC-
TURA SUPERFICIAL (o sus estructuras postcíclicas). (Hechos ilustra-
tivos de todo esto se expondrán más adelante, en este mismo apar-
tado.) El modo en que la información obtenida a partir de estas dos
estructuras debe interrelacionarse para determinar cuál ha de ser la
posición de un cuantificador en una estructura modal cualquiera es
una cuestión no abordada por J ackendoff, pero nuestros argumen-
tos de más arriba indican que las reglas interpretativas que precisa-

259
ríamos para ello habrían de ser muy complejas, y de un estatuto teó-
rico análogo al de las reglas globales. Tal vez sea posible constreñir
la forma y el poder de tales reglas; pero de no ser así, es fácil adi-
vinar lo que ocurrirá: es fácil adivinar que se produciría un nuevo
desmoronamiento de las representaciones semánticas -la estructura
modal de tales oraciones tendría, pues, que ser reemplazada por un
determinado número de estructuras modales parciales, correspon-
dientes cada una de ellas a un determinado indicador sintagmático
de los que constituyen las derivaciones de éstas.
Una vez expuestas las razones del porqué de las preferencias de
la teoría estándar ampliada por esta clase de representaciones se-
mánticas, permítasenos pasar a discutir si tales representaciones son
factibles. Así, nótese que las cuatro estructuras que integran una re-
presentación semántica de este tipo no pueden ser del todo indepen-
dientes unas de otras, pues es relativamente fácil demostrar que la
identificación en cada una de ellas de ciertos constituyentes por me-
dio de determinadas reglas interpretativas es un hecho esencial. En
efecto, repárese en que la tabla de correferencialidad correspondien-
te a una de las interpretaciones de (20) -aquella en la que him y a
Iriend 01 mine se refieren a la misma persona-, sería, grosso modo,
como (5-15):

(5-15) alriend 01 mine -corref loe


a Iriend 01 mine -corref 1
a Iriend 01 mine +corref him
loe -corref him
1 -corref loe
1 -corref him

Pero es claro que la tabla de correferencialidad de una oración como


(21) no podría ser simplemente como (5-16):

(21) A friend of mine told a friend of mine that 1 hated him


("Un amigo mío dijo a un amigo mío que yo lo odiaba")

(5-16) alriend 01 mine -corref a Iriend 01 mine


a Iriend 01 mine -corref 1
a Iriend 01 mine +corref him
1 -corref him

La tabla (5-16) podría descartar aquella interpretación de (21) en la


que el pronombre him se refiriera a alguien no mencionado en la ora-
ción, pero no nos permite distinguir aquella interpretación en la que

260
him se refiere a la persona que dice tal cosa de aquella en la que este
pronombre se refiere a la persona a la cual se le dice.
Evidentemente, la tabla de correferencialidad deberá indicar cuál
de los dos sintagmas nominales afriend ofmine de la estructura fun-
cional correspondiente a (21) ha de considerarse antecedente del pro-
nombre him. Repárese en que, para dar cuenta de esto, no basta
con determinar que el SN en cuesti6n habrá de ser el que aparece
en primer o segundo lugar, respectivamente, en la oraci6n, pues el
orden de tales constituyentes en la estructura derivada a la que se
aplican las reglas de correferencialidad puede ser diferente del que
poseen en la ,,,structura profunda, que es la estructura a la que se apli-
can las reglas interpretativas por medio de las cuales obtenemos la
estructura funcional de la oraci6n. En (21) el orden de tales SSNN
es el mismo en ambas estructuras, pero en (22), han sido invertidos:

(22) A friend of mine was told by a friend of mine that 1 hated


him
(" A un amigo mio le ha sido dicho por un amigo mío que
yo lo odiaba'')

Un procedimiento general para la identificaci6n de un mismo sin-


tagma nominal a través de diferentes estadios derivativos no puede
fundamentarse en las relaciones gramaticales que éste pueda con-
traer, ya que tales relaciones pueden alterarse a lo largo de la deri-
vaci6n. N6tese, por ejemplo, que en la estructura derivada corres-
pondiente a (23), el que habla es identificado, no con el sujeto de
tell ("decir''), sino con el sujeto de appear ("parecer'').

(23) A friend of mine appears to have told a friend of mine that


1 hated him
("Un amigo mio parece haber oido a un amigo mío que lo
odiabaj

En efecto, NO existe otro modo viable de identificar un mismo cons-


tituyente en dos estadios derivativos distintos más que seguir sus hue-
llas a lo largo de toda la derivaci6n.
En Jackendoff (1972, cap. 6) se propone que cada nudo sintag-
mático profundo debe recibir un fNDICE DE IDENTIFICACIÓN del que
no podrá desprenderse en la derivaci6n s. La introducci6n de estos

~ NÓtese que este Indicc de identificaciÓn no es id6ntico a un Indicc referencial.


Los verbos y otros constituyentes carentes de referencia pueden poseer fndiccs de iden-
tificaciÓn, pudiendo darse el caso de que dos sintagmas nominales posean distintos
Indiccs de identificación, aun cuando se interpreten como corrcferenciales.

261
índices convierte las derivaciones en procesos amalgamadores, en
cierto sentido, pues, estos especifican las relaciones que hayan podi-
do contraer los constituyentes en los primeros estadios derivativos.
Pero ello permite a las reglas de interpretación semánticas localizar
constituyentes en estadios de la derivación muy diferentes con sólo
hacer referencia a sus índices.
Una vez que hemos introducido semejantes índices para poder de-
terminar las distintas apariciones de un mismo constituyente en una
derivación SINTÁCTICA, es posible ampliar su uso a las representa-
ciones semánticas que resultan de la aplicación de las reglas inter-
pretativas a las estructuras sintácticas. Estos indicarán entonces a
qué constituyentes sintácticos se les ha asignado una determinada
propiedad semántica y cuál ha sido ésta, pudiendo emplearse asi-
mismo para poner en relación las cuatro representaciones parciales
que constituyen la representación semántica de una oración. Gracias
a esto, resultará del todo innecesario integrar estas cuatro represen-
taciones en una única representación homogénea. Así, por ejemplo,
a la oración (21) podría serIe asignada una estructura funcional pro-
vista de índices como (24) y una tabla de correferencia también pro-
vista de índices com<l (5-17).

(24) TELL (FRIEND OF MINE¡, FRIEND OF MINE, (HATE (I k , HIM I)))

(5-17) alriend 01 mine; +corref him¡


a lriend 01 mine} -corref him¡
a lriend 01 mine; -corref a Iriend 01 mine}
Ik -corref him,
-corref a Iriend 01 mine}
lk
-corref a Iriend 01 minej

Ambas nos depararían la misma información que nos permite ex-


presar una representación homogénea usual dotada de índices de RE-
FERENCIA como (25).

(25) TELL (FRIEND OF MINE., FRIEND OF MINE b, (HATE (le' HIM.)))

La asignación cruzada de índices a representaciones semánticas par-


ciales requiere un mecanismo extremadamente poderoso, pues, aun-
que ello no haya sido investigado con atención, resulta poco menos
que impensable que cualquier propiedad semántica de una oración
que pueda ser representada en una representación semántica unifi-
cada no pueda serIo así mismo en representaciones semánticas par-
ciales separadas dotadas de índices identificadores cruzados.
Cabe poner en duda por consiguiente que este modo de repre-

262
sentar las propiedades semánticas de las oraciones resulte realmente
ECONÓMICO. Las tablas de correferencialidad propuestas por Jac-
kendoff contienen las representaciones de sintagmas nominales que
aparecen asimismo representados en las estructuras funcionales; y
sus estructuras modales contienen casi la totalidad de los elementos
representados en la estructura funcional, aunque dispuestos en con-
figuraciones diferentes 6 • Pero este solapamiento parcial de unas re-
presentaciones con otras tal vez pudiera ser evitado. Así, por ejem-
plo, las tablas de correferencialidad podrían ser formuladas de ma-
nera que contuvieran tan sólo índices de identificación y SSNN, pres-
cindiendo de.Joda información relativa al significado de estos SSNN.
La sospechá de que el sistema de lepresentación propuesto por Jac-
kendoff complicaría la regla de inferencia y otras reglas que se apli-
can a las representaciones semánticas para determinar las propieda-
des semánticas de las oraciones y las relaciones significativas que pue-
dan contraer éstas, parece por tanto ser infundada. Las definiciones
de sinonimia, ambigüedad, redundancia, entrañamiento, etc., pare-
cen ser más simples si se reformulan tomando en consideración re-
presentaciones semánticas separadas.
Si esto es así, el sistema de representación semántica de J acken-
doff puede ser ensartado por el otro cuerno del inevitable dilema en
lingüística. Si dichas representaciones semánticas expresan el mismo
tipo de información acerca del significado de las oraciones que las
representaciones semánticas unificadas de sus teorías rivales, ¿cons-
tituyen aquéllas un avance teórico real? ¿Son éstas algo más que va-
riantes notacionales de otras formas de representación? Jackendoff
sostiene que existen diferencias reales entre unas y otras, y que estas
diferencias hablan en favor de las suyas. Sus argumentos toman la
forma de críticas del formalismo de la lógica cuantificacional están-
dar, y por consiguiente, al de varias aplicaciones de este formalismo
que había sido incorporado a las representaciones semánticas por
los lingüistas. (Véase nuestro examen del tratamiento propuesto por
Lakoff para los cuantificadores en el apartado 4.3.) Estos formalis-
mos han resultado inadecuados para la tarea de representar los sig-
nificados de las oraciones de las lenguas naturales.
Es característico del sistema de representación de los cuantifica-
dores estándar, y habitualmente considerado uno de sus valores, el
que una sola fórmula permita representar simultáneamente la aso-
ciación de predicados con sus argumentos (la estructura funcional),

6 Se asume que el vocabulario de estas representaciones es un vocabulario de ele-


mentos semánticos universales y no de piezas léxicas especificas de una determinada
lengua, aunque las estructuras modales de Jackendoff nunca han sido formuladas en
estos términos.

263
el dominio de los operadores (la estructura modal), y las relaciones
de correferencia entre sistemas nominales. Así, a la oración (26), en
una de sus posibles acepciones, se le asignaría una representación de
la forma de (27).

(26) One boy wrote his name on each page


("Un muchacho escribió su nombre en cada página")
(27) (3x) ('v'y) (boyx wrote x's name on pagey )
(Un muchacho x escribió sUx nombre en la páginay )

La representación correspondiente al sintagma nominal one boyen


(26) contiene dos elementos, un cuantificador y una variable. La po-
sición del cuantificador indica el dominio de dicho sintagma nomi-
nal; en esta lectura, one boy contiene dentro de su dominio a each
page, por lo cual será el mismo muchacho el que haya escrito su nom-
bre en cada página. La posición de la variable en relación con el ver-
bo wrote indica la función del sintagma nominal; one boy designa
al agente del acto de escribir. El hecho de que la variable correspon-
diente a boy sea la misma que le corresponde a la expresión x:S name
indica a su vez la correferencialidad entre one boy y his. Lo real-
mente interesante de una representación de este tipo es que el cuan-
tificador y la variable que le corresponden a un sintagma nominal
pueden variar su posición independientemente (siempre que se cum-
pla la condición de que el cuantificador debe aparecer a la izquierda
de la variable ligada a él). En (27), el primer cuantificador parece li-
garse a la variable que constituye el primer argumento del verbo.
Pero el sistema puede acomodarse también para dar cuenta de la in-
terpretación en que las relaciones de dominio y las relaciones fun-
cionales no se correspondan unas con otras. La oración (26), por
ejemplo, posee otra interpretación que la aquí dada, según la cual
es posible que un muchacho diferente cada vez haya sido quien haya
escrito su nombre en cada página; esta interpretación puede repre-
sentarse por medio de (28) en la cual es el cuantificador que aparece
en segundo lugar el que liga al primer argumento del verbo.

(28) (3y) ('v'x) (boyx wrote x's name on pagey )

Jackendoff asume uno de los supuestos de tales representacio-


nes, como es el que fas ambigüedades relacionadas con los cuantifi-
cadores deben representarse como ambigüedades relativas al domi-
nio de los mismos. Es decir, que un cuantificador puede tener dos
interpretaciones diferentes únicamente cuando aparece junto con
otro cuantificador (o junto con otro elemento modal tal como la ne-
gación o un verbo opaco). El cuantificador no es ambiguo conside-

264
r,ldo en si mismo, sino cuando se le considera en relación con otros
constituyentes de la oración. En este sentido es completamente dife-
rente de piezas léxicas ambiguas tales como bank ("banco''). La pa-
labra bank es ambigua en cualquier contexto ---excepto claro está
en aquellos que son especificamente desambiguadores (por ejemplo,
en My Bank pays 7 per cent on savings accounts ["Mi banco me
paga el 7 por 100 por la cuenta de ahorroj). Pero un sintagma no-
minal cuantificado como one boy no es ambiguo en una oración sim-
ple como (29), la cual no contiene ningún otro cuantificador, ni una
negación, ni un verbo opaco, etc.; en una oraci6n como (26), posee
dos interpretaciones; y en una oraci6n como (30), que contiene tres
cuantificadores, posee seis interpretaciones.

(29) One boy wrote his name


("Un muchacho escribi6 su nombre'')
(26) One boy wrote his name on each page
("Un muchacho escribi6 su nombre en cada páginaj
(30) One boy wrote many names on each page
("Un muchacho escribi6 muchos nombres en cada páginaj

Para una oraci6n con cuatro cuantificadores existen veinticuatro di-


ferentes interpretaciones relativas al dominio de éstos, aunque pre-
sumiblemente las intuiciones de buena parte de los hablantes de una
lengua natural no se aperciban de todas ellas. Estos hechos concer-
nientes a la ambigüedad de los cuantificadores no pueden ser des-
critos en términos de rangos semánticos, como ocurre en el caso de
bank. La ambigüedad de un cuantificador s610 puede ser explicada
de forma adecuada si se admite su carácter inherentemente relacio-
nal. Y esto es precisamente lo que se puede expresar por medio de
f6rmulas 16gicas estándares, en las cuales los cuantificadores deben
presentar un determinado ordenamiento unos respecto de otros.
Existe una sola manera de ordenar un cuantificador único, dos for-
mas de ordenar dos cuantificadores, seis formas de ordenar tres, vein-
ticuatro formas de ordenar cuatro, etc.
Jackendoff emplea un mecanismo de representaci6n similar en
sus estructuras modales. Prescindiendo de cualquier alusión a su foco
y a su presuposici6n, la oraci6n (31), en una de sus interpretaciones,
poseería, de acuerdo con lo propuesto por éste, las tres representa-
ciones semánticas parciales de (32).

(31) John wants to catch a fish


("J. quiere pescar un pez'')
(32) (a) estructura funcional: WANT (JOHN, (CATCH
(JOHN, FISH»)

265
(b) estructura modal: John, a fish, want (catch)
(e) tabla de correferencia: John -corref aflSh

La oración (31) es ambigua puesto que contiene un sintagma nomi-


nal cuantificado, a fish, y un verbo opaco, wants. La interpretación
representada por medio de (32) es aquélla en la que el pez que Juan
quiere pescar es un pez particular determinado, es decir, aquella en
la que a fish es un sintagma nominal específico. Cuando dicho sin-
tagma recibe una interpretación inespecffica, (31) recibe una repre-
sentación semántica como (33), que es exactamente igual que (32),
excepto en que el sintagma nominal cuantificado afish aparece aho-
ra en la estructura modal a la derecha del verbo opaco, y, por con-
siguiente, dentro de su dominio. (La distinción especifico / inespecí-
fico es examinada en el apartado 4.3.)

(33) (a) estructura funcional: WANT (JOHN, (CATCH


(JOHN, FISH»)
(b) estructura modal: J ohn, want (catch, a fish)
(c) tabla de correferencia: John -corref afish

Repárese en que en lugar de representar las diferentes propiedades


semánticas de aflSh valiéndose de dos elementos distintos, un cuan-
tificador y una variable, en una misma fórmula, Jackendoff da cuen-
ta de lo mismo colocando a fish en posiciones diferentes en la es-
tructura funcional y en la estructura modal. En la estructura funcio-
nal su posición indica que es el complemento directo del verbo catch,
y en la estructura modal su dominio.
Una de las objeciones hechas por Jackendoff en contra de los sis-
temas de representación de cuantificadores estándares es que éstos
predicen incorrectamente ciertas interpretaciones en el caso de de-
terminadas oraciones. Así, el verbo try, por ejemplo, es un verbo opa-
co; por consiguiente, una oración como (34) ha de ser ambigua, pues
el SN indefinido de su oración complemento recibirá una interpre-
tación específica y una interpretación inespecífica.

(34) BilI is trying to find a pretty girl


("B. está intentando encontrar a una chica bonita')

Las representaciones por medio de cuantificadores correspondientes


a una y otra interpretación serían como (35) y (36), respectivamente.

(35) (3x) (BilI is trying [BilI find a pretty girl",,»


(interpretación especifica)

266
(36) Bill is trying (3x) (Bill find a pretty girlx )
(interpretaci6n inespecífica)

Al leer el cuantificador existencial como «existe algo tal que ... », Jac-
kendoff señala que la representaci6n de (36) predice que esta ora-
ci6n es sin6nima, en su interpretaci6n inespecffica, con una oraci6n
como (37).

(37) Bill is trying


fOr there to be} .
a pretty g¡rl such
{ that he finds her
to cause t here t o be

para existir } una bonita mu-


(lit.: "B. está tratando chacha tal que él
{
para causar que exista la encuentrej

Pero éste sostiene que una oraci6n como (37) entraña el hecho de
que Bill está intentado hacer que exista una muchacha bonita, en-
trañamiento que (34) evidentemente no posee. Si la observaci6n de
J ackendoff es correcta, la representaci6n (36) debe ser evidentemen-
te rechazada. Dado que la representaci6n semántica que él mismo
propondrla para una oraci6n como (34) no contendrla ningún cuan-
tificador existencial, ésta se verá libre de tal limitaci6n.
Esta objeci6n no es sin embargo concluyente, pues existen algu-
nos modos de soslayarla. Asi, al caracterizar nuestro sistema de re-
presentaci6n podemos ESTIPULAR cuál ha de ser la interpretaci6n
del cuantificador existencial; y no hay nada que nos obligue a iden-
tificar ésta con algo como «existe algo tal que ... ». De hecho nada
que nos exija poner en correlaci6n dicha interpretaci6n con una ex-
presi6n cualquiera de una lengua natural; basta con que especifique-
mos el papel desempeñado por ésta en la determinaci6n de las con-
diciones de verdad, de la sinonimia, anomalia, etc., y con que dote-
mos a las reglas gramaticales que relacionan las oraciones de una len-
gua con representaciones que contengan cuantificadores. Pero de to-
dos modos, existen interpretaciones naturales de este cuantificador
a las que no atañe la objeci6n de Jackendoff. Si lo interpretamos
como «algo es tal que ... », la lectura inespecifica de (34) podrla ana-
lizarse como «Bill está intentado que algo sea a la vez tal que una
muchacha bonita y tal que algo que él busca». Esta no es una pará-
frasis excesivamente elegante de (34); sin embargo, como análisis se-
mántico de ésta posee la ventaja, frente a (36), de no implicar el que
Bill esté intentando llevar a la existencia a una muchacha bonita.
(Pues pudiera ocurrir que Bill esté intentado que algo que es una mu-

26'
chacha bonita sea a la vez algo tal que es una muchacha bonita y
algo tal que él encuentra.)
Otra forma de solucionar el problema consistiría en negar que
sea el cuantificador EXISTENCIAL el que se ve implicado en la de-
sambiguación de construcciones opacas como (34). Son las propie-
dades estructurales del cuantificador las que nos permiten determi-
nar las distinciones relativas a su dominio relevantes para tal desam-
biguación, no el hecho de que éste sea un cuantificador existencial.
De acuerdo con esto, pues, podríamos proponer que el cuantifica-
dor existencial fuera empleado para representar el significado de
construcciones claramente existenciales como (38) únicamente, y que
en la representación de la distinción especificidad/inespecificidad se
emplease otro cuantificador.

(38) Bill hopes that there is a pretty girl in his section


("B. espera que haya una muchacha bonita en su sección'')

Y, en última instancia, podríamos enfrentarnos con ejemplos


como (34) aceptando que (37) es una paráfrasis natural de éste. Si
hacemos esto precisaremos encontrar algún modo de eliminar de la
inferencia de (37) la conclusión de que Bill está intentando hacer que
algo exista. Esto es, deberemos explicar por qué la supresión de una
construcción como such Ihal he finds her no produce una inferencia
válida para una oración como (37), cuando esto es posible en otros
casos, como por ejemplo, el ilustrado en (39) y (40).

(39) There are pretty girls that Bill hasn't met


("Hay muchachas bonitas a las que B. no ha encontradoj
(40) There are pretty girls
("Hay muchachas bonitas'')

La explicación de esto no es difícil de encontrar. A diferencia de (39)


y (40), (37) es una cOnstrucción opaca. Una propiedad definidora de
esta clas«; de construcciones es precisamente el que éstas no permi-
tan ciertas inferencias que son posibles en los contextos transparen-
tes. Lo expuesto en el apartado 2.6 en relación con la sustituibilidad
salva verilate constituye un ejemplo de este fenómeno general. La
presencia en ellas de sintagmas nominales indefmidos inespecíficos
es otra, pues en éstas es imposible establecer lo que se conoce como
((generalización existencial». Los sintagmas nominales indefinidos en
los contextos transparentes permiten este tipo de generalización; así,
una oración como (41) implica (42).

268
(41) John caught a fish
("J. pesc6 un pez j
(42) There is (was) a fish that John caught
("Hay [hubo] un pez al cual J. pesc6j

Pero en una construcci6n opaca como (43) no es posible una gene-


ralizaci6n existencial; (43) no implica (44), dado que el sintagma no-
minal a flSh de la primera puede ser inespecífico.

(43) John wants to catch 11 fish


("J. quiere pescar un pez'')
(44) There is a fish that John wants to catch
("Hay un pez al cual J. quiere pescarj

Ahora vemos que la elisi6n de una construcci6n modificadora se ha-


lla restringida a contextos transparentes. Es posible en el caso de
(39), pero no en el caso de (37), y en general, en ninguna construc-
ci6n opaca; (45) por ejemplo, no entraña a (46).

(45) Bill would hate there to be any pretty girls that he hasn't meto
("B. odiarla que existieran muchachas bonitas a las que nun-
ca hubiera visto'')
(46) Bill would hate there to be any pretty girls
("B. odiarla que hubiera muchachas bonitasj

Las construcciones opacas son de una gran complejidad semán-


tica y todavía hoy estamos muy lejos de comprender completamente
la compeljidad. (Cfr. J. D. Fodor, 1970, para una disposici6n deta-
llada.) E, incluso existiendo un acuerdo general acerca de cuáles son
los hechos que hemos de explicar, existen, sin embargo, profundas
discrepancias en torno a cuál ha de ser su análisis más apropiado.
Se precisa una especificación exhaustiva de todas las pautas de in-
ferencia que se bloquean en las construcciones opacas, y en última
instancia alguna explicaci6n unitaria de por qué ocurre esto. En el
presente "como hemos visto" contamos con algunos análisis diferen-
tes que deben ser explorados.
Otra de las objeciones hechas por Jackendoff al uso de f6rmulas
16gicas con cuantificadores y variables es que algunas oraciones que
contienen tan s6lo dos cuantificadores pueden poseer más de dos in-
terpretaciones distintas. En un sistema cuantificacional como el que
hemos utilizado aquí, el dominio de los cuantificadores es determi-
nado formalmente con arreglo al ordenamiento que éstos presentan
entre sí (o con arreglo a su «altura» en las representaciones SOIDÚ-
ticas generativas; cfr., anteriormente, el apartado 4.3). Dado que .610
existen dos formas de ordenar dos cuantificadores aparentemente
s610 cabe especificar dos interpretaciones distintas para una oraci6n
como (47), la cual contiene los cuantificadores Three y many.

(47) 1 told three of the stories to many of the men


("Conté tres de las historias a muchos hombresj

Pero, como J ackendoff señala, con la acentuaci6n y entonaci6n ade-


cuada dicha oraci6n puede recibir de hecho TRES diferentes inter-
pretaciones: (i) aquella en la que el mismo grupo de muchos hom-
bres escucharon las tres historias; (ii) aquella en la que cada historia
puede haber sido dicha a un grupo diferente de muchos hombres,
es decir, aquella en la que se supone que no existen un único grupo
de muchos hombres al que se le hayan relatado las tres historias, y
(iii) aquella en que cada miembro de un grupo particular de muchos
hombres, escuch6 tres historias, pero en la que no se afirma que to-
dos ellos escucharan las mismas tres historias.
En este caso, la notaci6n de cuantificadores estándar parece re-
sultar inadecuada. De hecho PREDICE incluso que la oraci6n (47) po-
see precisamente estas tres interpretaciones. Queda claro en las pro-
pias paráfrasis de Jackendoff que en (47) hacernos referencia simul-
táneamente tanto a CONJUNTOS (de historias y de hombres) corno,
a miembros de estos conjuntos. Así, y aunque estos no puedan ser
rastreados con claridad en la forma SUPERFICIAL de (47), en la es-
tructura semántica de dicha oraci6n han de aparecer CUATRO cuan-
tificadores: uno para el conjunto de historias, otro para sus miem-
bros; otro para el conjunto de hombres y otro para sus miembros.
Cuatro cuantificadores pueden ser ordenados en principio de vein-
ticuatro formas diferentes. Sin embargo, las condiciones de buena
formaci6n y las reglas de inferencia de la 16gica estándar son tales
que únicamente tres de estos veinticQatro ordenamientos posibles re-
sultan ser f6rmulas a la vez bien formadas y 16gicamente distintas.
y estas tres fofmulas se corresponden precisamente con las repre-
sentaciones de las interpretaciones (i)-(iü), dichas anteriormente. (Las
paráfrasis acordes de estas tres lecturas son: [i] existe un conjunto
de tres historias y un conjunto de muchos hombres tales que yo cuen-
to a cada hombre de este conjunto todas las historias del conjunto
de historias; [ii] existe un conjunto de tres historias tal que para cada
historia de este conjunto hay un conjunto de muchos hombres tal
que yo cuento esta historia a cada hombre de dicho conjunto; [iü]
existe un conjunto de muchos hombres tal que para cada hombre
de este conjunto existe un conjunto de tres historias tal que yo cuen-
to cada historia de este conjunto a este hombre.)
Un tercer argumento en contra de las representaciones 16gicas de

270
este tipo se basa en que existen relaciones de correferencia en las len-
guas naturales que no pueden ser expresadas por medio de dichas
representaciones. En particular, las relaciones de correferencia que
se establecen entre sintagmas nominales y pronombres anaf6ricos;
se dan éstas entre constituyentes de este tipo discursivamente, como
en (48), o se dan dentro del ámbito de una misma oraci6n, como
en (49).

(48) John caught a fish. Sam ate it


("J. pesc6 un pez. S. se lo comió")
(49) John caught a fish and Sam ate it
("J. pesc6 un pez y S. se lo comió')

Valiéndonos de cuantificadores y variables del modo en que es el ha-


bitual, podemos expresar las relaciones de anáfora de (49) por me-
dio de una representaci6n como (50).

(50) (3x) (John caught a fish;c) & (Sam ate x)

La lógica de cuantificadores estándar, sin embargo, no permite es-


tablecer la ligazón de variables y cuantificadores más allá de los lí-
mites de una fórmula; por consiguiente, no podremos asignar una
representación bien formada a una secuencia constituida por dos ora-
ciones independientes como (48). La única candidata natural a ello
sería (51), pero en dicha fórmula la variable de la construcción Sam
ate x no está propiamente ligada al cuantificador existencial, y por
lo tanto no puede decirse que tenga propiamente una interpretación
(o cuando menos que tenga la interpretación deseada).

(51) (3x) (John caught a fish;c) (Sam ate x)

También en esta ocasión existe más de una forma de encarar esta


objeción. Podríamos, por ejemplo, establecer simplemente que en es-
tos casos es posible insertar una conjunción entre las oraciones in-
dependientes, con lo que tendríamos que la fórmula (50) sirve tanto
de representación a (48) como a (49). Estas conjunciones hipotéticas
no parecen siempre, es verdad, en estructura superficial; precisaría-
mos, por tanto, únicamente una transformación que permitiera eli-
dirlas en determinadas circunstancias. Esta solución no parece tener
excesivo fundamento, pero tampoco resulta muy difícil de falsar. La
solución contraria podría estribar en admitir que representaciones
como (51) son representaciones bien formadas, modificando las cons-
tricciones al uso sobre la ligazón de las variables. Esto implicaría evi-
dentemente una revisión de la lógica de cuantificadores, aunque di-

271
cha revisión, aparentemente al menos, no exigiría la asignación de
representaciones semánticas separadas para las diferentes propieda-
des semánticas de una oración, tal y como hace J ackendoff. La co-
rreferencia nos depara muy serios problemas, sin embargo, cuando
se combina con la opacidad. Jackendoff presenta algunos ejemplos
(similares a los discutidos en G. Lakoff, 1970a), que parecen probar
la existencia en las lenguas naturales de modos de ligazón de varia-
bles distintos a los de la lógica estándar.
La oración (52) es ambigua por la misma razón que lo era la ora-
ción (31).

(52) It is possible that John caught a fish


("Es posible que J. pescara un pez'')

Cuando afish recibe una interpretación especifica puede ser seguido


por un pronombre correferencial con él, aun cuando dicho pronom-
bre no esté dentro del dominio del contexto del predicado opaco is
possible.

(53) It is possible that John caught a fish, and certain that he ate it
("Es posible que J. pescara un pez y cierto que se lo comiój

Sin embargo, el pronombre it de (53) NO PUEDE SER correferencial


con el sintagma nominal a fish de la primera oración si éste recibe
una interpretación INESPECfFICA. (A no ser que se haga referencia
a un pez especifico en la primera de estas dos oraciones coordina-
das, no existiría nada a lo que el pronombre de la segunda oración
hiciera referencia.) Como era de esperar, este hecho es expresable
con toda nitidez por medio de las constricciones sobre la ligazón de
las variables de las fórmulas lógicas estándares. La representación co-
rrespondiente a (53) cuando afish recibe una interpretación inespe-
cifica será (54), en la cual el cuantificador se halla dentro del domi-
nio del predicado opaco de la primera de las dos oraciones coordi-
nadas, y, por consiguiente, DENTRO del dominio de la CONJUNCIÓN.
(54) (It is possible that (3x) (John caught a fish x») & (it is cer-
tain (that he ate it)

El cuantificador al que se asocia el sintagma nominal a fish no po-


see, en este caso, dominio alguno en la segunda oración, y por con-
siguiente, no puede haber una variable ligada en ella. El pronombre
it no puede, por ello, ser representado en (54) por medio de la va-
riable x. De esto se sigue que dicho pronombre no puede ser corre-
ferencial con a fish: la inexistencia de una relación de correferencia

272
entre ambos constituyentes en (53) es así predicha de manera auto-
mática con arreglo a las propiedades formales de este sistema de
representación.
El verdadero problema surge cuando convertimos una oración
como (53) en una oración como (55).

(55) lt is certain that John caught a flsh and possible that he ate it
("Es cierto que J. pescó un pez y posible que se lo comiera'')

En dicha oración, al menos aparentemente, estos dos constituyentes


pueden ser correferenciales, INCLUSO cuando el sintagma nominal in-
definido es inespecífico. Esto es, (55) puede ser interpretada como
sigue: «es cierto que J. pescó un pescado cualquiera, y (es) posible
que se lo comiera». Desde un punto de vista estructural, la represen-
tación lógica (55) sería paralela a la de (54). Y en ella, como hemos
señalado, el pronombre il no puede representarse por medio de la
misma variable con que representamos afish. Una teoría semántica
que empleara representaciones semánticas de este tipo no podrá, por
tanto, dar cuenta del hecho de que, como ocurre en (55), un sintag-
ma nominal indefinido inespeclfico y un pronombre puedan ser co-
rreferenciales. Si, por otra parte, procediéramos a reformular las
construcciones sobre la ligazón de variables con objeto de poder ex-
plicar los hechos de esta naturaleza, nos encontraríamos con que no
podríamos, entonces, dar cuenta de que esta relación de correferen-
cialidad no pueda darse en el caso de oraciones como (53).
El contraste entre (53) y (55) prueba que las relaciones de corre-
ferencia dependen, en buena medida, de los significados de los PRE-
DICADOS de una oración, así como de sus estructuras sintácticas. Un
sintagma nominal inespecífico, si se halla en el dominio de certain
se comporta de manera diferente a como lo hace un sintagma no-
minal inespecífico en el dominio de possible. En la lógica estándar
de cuantificadores o en las modificaciones de ésta que emplean los
lingüistas nada se dice al respecto. La tabla de correferencia de Jac-
kendoff, representación distinta y suplementaria de la representación
de la estructura modal, nos ofrece una solución para este problema.
Supongamos, por ejemplo, que abandonamos las constricciones
al uso sobre la ligazón de las variables, de modo que pudiéramos re-
presentar la correferencialidad entre a fish e it en una oración como
(55) por medio de una fórmula lógica como las aquí empleadas. La
representación correspondiente a (53) debería también en este caso
satisfacer todas las condiciones ESTRUCTURALES que determinan la
buena formación de una fórmula. El hecho de que sus variables no
puedan ser, a pesar de todo, idénticas, debido al tipo de relación
que contraen con los predicados de la oración, debería ser especifi-

271
cado de forma separada. Una tabla de correferencia unida a una re-
presentación de esta clase nos permitiría llevar a cabo esto.
Supongamos, alternativamente, que conservamos las constriccio-
nes en cuestión tal como son, y que de acuerdo con esto, rechaza-
mos las representaciones correspondientes de (53) y (55) como mal
formadas. En este caso, la existencia de una lectura para (55) en la
que a fish e it son correferenciales constituiría un fenómeno especial
que precisa explicación. Tal vez ello sea atribuible al hecho de que,
incluso con una interpretación inespecífica de a ]lSh. la oración it is
certain that John caught afish implique (por ser certain un predica-
do factivo) que existe un pez tal al cual J. pescó -y, por lo tanto,
un pez al cual podemos referirnos empleando un pronombre en la
segunda oración de la coordinación. Esta explicación está íntima-
mente ligada al aparato deductivo del sistema (incluidos los postu-
lados de significación correspondientes a certain). Pero si se sigue
considerando necesario que las relaciones de correferencia sean es-
pecificadas explícitamente en las representaciones semánticas, enton-
ces tendremos que admitir que dichas representaciones deben cons-
tar de algo muy parecido a las tablas de correferencia de Jackendoff
para completar las representaciones lógicas de esta clase.
Es preciso reseñar que nuestro conocimiento acerca de tales cues-
tiones es fragmentario e insuficiente. Las propiedades semánticas de
los cuantificadores y de los contextos opacos son, evidentemente,
muy distintas de las propiedades de las estructuras semánticas inter-
nas de las piezas léxicas a las cuales depararon toda su atención los
gramáticos de los primeros tiempos de la gramática generativa. Pero
ahora que hemos comenzado a ocupamos de estas cuestiones junto
con los lógicos, es de suma importancia comprobar hasta qué punto
sus sistemas son apropiados para la descripción de ciertos hechos de
las len~as naturales, tal y como ha hecho Jackendoff. Dado que di-
chos sistemas han sido construidos con objetivos muy diferentes a
los perseguidos por los lingüistas, serán precisas ciertas modificacio-
nes de los mismos en el caso de que probemos que tales sistemas
han de desempeñar un determinado papel dentro de las gramáticas.
Si no para otra cosa, debemos presumiblemente reconstruir las fór-
mulas de la lógica en estructuras de un cierto tipo que podamos pro-
bar que pueden ser manipulados por los mecanismos del lenguaje hu-
mano. El análisis de los cuantificadores como predicados de cláusu-
las superordinadas de Lakoff constituyen un intento de cumplir esto.
Precisar con exactitud hasta qué punto las representaciones de J ac-
kendoff cumplen este requisito es hoy por hoy dificil.
Sean cuales sean las modificaciones que resulten necesarias, es
claro que algo tan sumamente rico como es el aparato de la lógica
estándar relativo a los cuantificadores debe formar parte del sistema

274
de representación semántica de las lenguas naturales. No obstante,
es un hecho que las lógicas estándares no son lo suficientemente ri-
cas, precisaremos dar cabida en nuestras explicaciones a una gran
variedad de cuantificadores (como, por ejemplo, several, most, se-
venteen, etc.) -varios, la mayor parte, diecisiete, etc. y, como aca-
bamos de ver, la explicación de las conexiones existentes entre cuan-
tificadores y contextos opacos nos exigirá la formulación de siste-
mas de representación diferentes de los usualmente empleados. Esto
puede llevarse a cabo de diferentes maneras. En Hintikka (1974) se
ha demostrado que existen oraciones del ingl~s que (aunque parez-
can extremadamente simples oraciones como, por ejemplo, some re-
lative of each vil/ager and some relative of each townsman hate each
other ["algún pariente de cada habitante del pueblo y algún pariente
de cada habitante de la ciudad se odian el uno al otro'1) requieren
para su representación una lógica cuantificacional «(finita y parcial-
mente ordenada))) muy poderosa, una lógica a la cual no se le pue-
den imputar las limitaciones señaladas por Jackendoff respecto de
las lógicas estándares.
Nuestra discusión se ha centrado en el tratamiento que da Jac-
kendoff a los hechos relativos al dominio de los operadores oracio-
nales y la correferencia. Su análisis del foco y de la presuposición,
que no es sino una reelaboración del análisis de Chomsky examina-
do en el apartado 3.3, anteriormente, es expuesto en Jackendoff
(1972, cap. 6); y su análisis de los hechos concernientes a la estruc-
tura funcional de las oraciones, que guarda cierta semejanza con el
análisis semántico de Gruber examinado en el apartado 3.4 se ex-
pone en el capítulo segundo de este mismo libro.

5.6. ¿Son necesarias las representaciones semánticas?

Este apartado es esencialmente especulativo; en él indagaremos


las consecuencias de algunas de las ideas surgidas del examen de las
diferencias más evidentes entre las representaciones sem(mticas pro-
puestas por J ackendoff, las propuestas por Katz y las propuestas por
la semántica generativa.
Según Jackendoff, a cada oración se le asignará un CONJUNTO
de representaciones semánticas, cada una de las cuales especificará
UNA PARTE del significado de la oración. Cualquier implicación (o
cuando menos las implicaciones analíticas) de una oración represen-
ta UNA PARTE DE su significado. Tal vez, las nociones de PARTE y
SIGNIFICADO deban ser explicitadas una en relación con la otra. Por
tanto, las reglas de interpretación semántica de la gramática debe-
rán concebirse como reglas de inferencia generadoras de inclusiones,

275
en lugar de concebirse como reglas derivativas generadoras de re-
presentaciones semánticas.
Se nos ptesenta así un estado de las cosas muy diferentes del que
ha sido habitual hasta ahora. La asunción general, compartida in-
cluso por teorlas que difieren en otros muchos aspectos, es que DEBE
existir un nivel de representación semántica tal que (i) toda oración
de una lengua natural posea una determinada representación en di-
cho nivel, representación que ha de ser puesta en relación, por me-
dio de la derivación, con las representaciones sintácticas, fonológi-
cas y fonéticas de la oración, y (ii) las reglas de inferencia se apli-
quen a esta representación semántica para determinar el conjunto
(presumiblemente infinito) de implicaciones de la oración. Pero la
propuesta de Jackendoff aboga por una radical revisión de esto y pres-
cindiendo de ese estadio intermedio que son las representaciones se-
mánticas por completo. En su lugar, tendremos la derivación sintáctica
de la oración junto con un conjunto determinado de reglas de in-
ferencia que se aplican a uno o más de los indicadores sintagmático s
de que consta la derivación para generar las implicaciones de ésta.
Esta aproximación no da cabida a la mayor parte de los debates
habidos en tomo a las propiedades de las representaciones semánti-
cas y a los tipos de reglas que generan éstas. No resulta claro deter-
minar qué implicaciones puede tener esto para la caracterización de
isomorfismo intensional, para la explicación de constricciones «sin-
tácticas)) sobre las reglas semánticas, para la noción de dirección se-
guidas por las reglas en la derivación, y para toda otra serie de te-
mas de los que se han ocupado las teorías semánticas que hemos exa-
minado anteriormente. Esto, sin embargo, tiene mucho que ver con
el cambio de la descomposición léxica a los postulados de significa-
ción analizado en el apartado 5.1. Como señalábamos allí los pos-
tulados de significación determinan implicaciones sin deparamos re-
presentación alguna que pudiera ser sustituida por una palabra en
una oración como medio de hacer explícito el significado de dicha
palabra. La idea de trabajar sin representaciones semánticas es por
lo general el caso extremo del creciente énfasis puesto en la implica-
ción en la semántica lingüística. Una gramática sin representaciones
semánticas pero dotada de un conjunto apropiado de reglas de in-
ferencia podría aparentemente dar cuenta de todo aquello que tra-
dicionalmente ha constituido el objetivo de una teoría del significa-
do -en la medida en que las propiedades semánticas de una ora-
ción y las relaciones significativas que puedan contraer las oraciones
entre sí pueden ser expresadas haciendo referencia a las implicacio-
nes de las oraciones. Para ilustrar esto discutiré detalladamente un
único caso, la definición de anomalía semántica; definición que se
ha mostrado de creciente interés en el curso de estos últimos años.

276
El componente semántico de la gramática definido por Katz y Fo-
dor contaba con restricciones de selección semántica. Dichas restric-
ciones actuaban como constricciones sobre las reglas de proyección,
impidiendo determinadas amalgamas de significados; de ello resul-
taba que una expresión semánticamente anómala era aquella que no
poseía lectura (representación semántica) alguna. Pero, como sabe-
mos hoy (cfr. McCawley, 1968b, y Jackendoff, 1972, cap. 1), las ex-
presiones de este tipo DEBEN poseer una representación semántica.
La razón de esto es que existen expresiones anómalas que pueden
aparecer como constituyentes de una oración gramatical'; repárese
en que la oración (56) es anómala y en que (57) y (58), por contra,
no lo son.

(56) Colorless green ideas sleep furiously


("Incoloras ideas verdes duermen furiosamente'')
(57) It is nonsense to talk of colorless green ideas sleeping
furiously
("No tiene sentido decir de las ideas incoloras verdes que
duermen furiosamente'')
(58) Max insists that he has proved tbat col orles s green ideas
sleep furiously
("M. insiste en que ba demostrado que las ideas incoloras
verdes duermen furiosamente'')

Por consiguiente, la anomalía semántica no puede ser equiparada,


como ocurre en la teoria de Katz, con la carencia de significado en
su sentido literal. Si fuera así, todas las oraciones semánticamente
anómalas significarian lo mismo, es decir, nada, y por lo tanto, po-
dríamos predecir, de forma enteramente incorrecta, que (58) y (59)
son sinónimas.

(59) Max insists that he has proved that sincerity admires Jobn
("M. insiste en que ha demostrado que la sinceridad admira
a J.'')
Hemos de concluir, pues, que la anomalía semántica no consiste
en la carencia de significado, sino en algún defecto del mismo. Po-
driamos por lo tanto aventurarnos a dar una definición de anomalía
en término de cierta relación de incompatibilidad entre aquellos ele-
mentos semánticos contenidos en la representación semántica de la
oración. En Jackendoff (1972), se proponen determinadas condicio-

7 Todos los convincentes ejemplos de esto muestran que el constituyente anómalo


pertenece a un contexto opaco.

277
nes de buena formación de las representaciones semánticas, con lo
que éste parece tomar una posición de este tipo. Sin embargo, en
McCawley (1971) se sostiene que el tratamiento de la anomalia debe
quedar fuera del componente semántico de la gramática, y que debe
ser abordado por el sistema inferencial asociado con ésta. Sostiene
este gramático que la anomalía consiste esencialmente en la incom-
patibilidad de detenninadas implicaciones o presuposiciones de la
oración.
Considerar la ano malla una cuestión que atafte a las representa-
ciones semánticas o considerarla una cuestión relativa a las relacio-
nes entre oraciones implicadas entre sí, viene a ser lo mismo. Las
dos propuestas no difieren realmente en nada si las oraciones que
comparten una determinada implicación poseen siempre una parte
de sus representaciones semánticas respectivas común. Una condi-
ción de esta naturaleza está implicita en la definición de Katz de im-
plicación analitica como la relación de INCLUSIÓN de la lectura de
la oración implicada en la lectura de la oración implicadora (cfr.
Katz, 1972, cap. 4). Dos oraciones con una implicación común po-
seerán lecturas que incluirán a su vez la lectura correspondiente a la
oración que ambas implican. Las implicaciones de una oración se co-
rresponderán así de forma directa con ciertas partes de la represen-
tación semántica de ésta; y si la anomalía pudiera definirse tomando
en consideración estas implicaciones, resulta claro que otro tanto po-
dría hacerse tomando en consideración su representación semántica.
No obstante, el mismo Katz admite que existen determinados casos
de implicación que no pueden ser aparentemente explicados en tér-
minos de inclusión de una lectura semántica en otra, es decir, que
no puede ser determinada simplemente mediante la inspección de la
lectura en sí misma. Así, por ejemplo, se dice que el marcador (Aest-
hetic Object)/(Objeto Estético) implica (Aesthetic Object) y (Social
Activity)/(Objeto Estético) y (Actividad Social); y que all ("to-
do/ os'') implica sorne ("alguno/ os''), aun cuando no parezca ser po-
sible la DESCOMPOSICIÓN del significado de all en un conjunto de
significados más pequeños que incluyan el significado de sorne. Si
las implicaciones de este tipo pueden ser expresadas tan sólo por me-
dio de reglas de inferencia que se aplican a las representaciones se-
mánticas (y si se da el caso de que las implicaciones de esta clase son
relevantes para la definición de la anomalía semántica), entonces la
anomalía semántica no puede ser definida a partir de las represen-
taciones semánticas. Por el contrario, y tal Y como sostiene McCaw-
ley, deberá definirse a partir de las implicaciones obtenidas de las re-
presentaciones semánticas con la ayuda de las reglas de inferencia
que completa la gramática.
Una nueva motivación para caracterizar la anomalia en estos tér-

278
minos la constituye el hecho de que de esta manera podrían unifi-
carse los dos papeles deparados a las restrícciones de selección por
los tratamientos tradicionales. Dichas restricciones se han empleado
para predecir la anomalía de una oración como (60), la cual contie-
ne una combinación no permitida de elementos significativos; pero
también se han empleado para determinar el significado de oracio-
nes como (61), que es totalmente gramatical.

(60) Sincerity admires John


("La sinceridad admira a J. ")
(61) Tbis one admires John
("Esto admira a J. ")

En oraciones como (61) el sujeto no aparece especificado respecto


de rasgo animado, por consiguiente, éstos no entrarán en conflicto
con la restricción de selección que establece que el verbo admire debe
poseer un sujeto animado -o más precisamente, un sujeto capaz de
desempeñar funciones psicológicas superiores. Pero dicha restricción
de selección nos induce a interpretar el sujeto de (61) como si se tra-
tara de un sintagma nominal animado. En Katz (1972, cap. 3) se es-
tipula un mecanismo especial para dar cuenta de estos casos, meca-
nismo mediante el cual se transfieren los marcadores semánticos de
la restricción de selección a la lectura del sujeto. La lectura oracio-
nal correspondiente a (61) contendrá por tanto el marcador semán-
tico (Animare), aun cuando éste no esté presente en la lectura de nin-
guna de las piezas léxicas de que consta la oración. Pero nótese que
ambas funciones de la restricción de selección no son sino reflejo de
un único principio subyacente más general, si la información que em-
plea dicha selección de restricción se considerara como una implica-
ción de esta oración. Cuando esta implicación entre en conflicto con
otras la oración resultará anómala; cuando no ocurre esto, simple-
mente contribuirá a determinar el significado de la misma.
Un tratamiento de la anomaHa como éste, presenta sin embargo,
ciertos problemas. Uno de éstos es el hecho de que parecen existir
diferentes grados de anomalías (cfr. Drange, 1966). Si asumimos,
como parece razonable, que no existen grados de contradicción, re-
sultará evidente entonces que los fenómenos de anomalía no podrán
achacarse a la contradicción que pueda existir entre dos expresiones
que se incluyen una a la otra, sin más preámbulos, las oraciones se-
mánticamente anómalas tales como The king is axioma tic ("El rey
es axiomático'') debe distinguirse de alguna manera de oraciones con-
tradictorias tales como The king is female ("El reyes hembra''). La
solución de ambos problemas puede guardar cierta conexión con de-
terminada noción de PROFUNDIDAD de una contradicción dentro del

179
significado de la oración -cuanto más «incrustada» resulte la con-
tradicción más anómala resultará la oración. The king es female con-
tiene una contradicción directa, pero la oración anómala de The king
is axioma tic es contradictoria en un sentido diferente; la axiomati-
cidad entraña la abstracción, que a su vez entrafta la inanimación,
siendo esto último lo que resulta directamente inconsistente con el
significado de king.
Puede que sean consideraciones de este tipo las que han llevado
a McCawley a caracterizar la anomalía como una contradicción en-
tre PRESUPOSICIONES y no como una contradicción entre implica-
ciones (cfr. apartado 5.3, y cap. 6). Una oración anómala puede ter-
minar siendo una contradicción sin que de hecho se afIrme en ella
una contradicción. La anomalía, como ocurre con la presuposición
y a diferencia de lo que ocurre con las implicaciones regulares, se con-
serva con la negació'n. La oración (63) posee al menos una interpre-
tación de acuerdo con la cual resulta tan' anómala como (62).

(62) My afterimage is waterproof


("Mi postimagen es impermeable")
(63) My afterimage is not waterproff
("Mi postimagen no es impermeablej

En Tbomason (1972), se sostiene que las oraciones anómalas pue-


den no ser ni verdaderas ni falsas a la vez, al igual que las oraciones
con presuposiciones lógicas no satisfechas 8. Lo contrario, sin em-
bargo, no parece ser cierto. Oraciones como (64) y (65), que poseen
presuposiciones falsas y contradictorias respectivamente, no nos
parecen semánticamente anómalas en el mismo sentido en que lo
es (62).
(64) The present king of France is bald
("El actual rey de Francia es calvoj
(65) My childless brother loves my son more than he does bis
own
("Mi hermano sin hijos ama al mío más que al suyo propio")

Así, una aproximación a la anomalía semántica en relación con la


presuposición deba recabar nuestra atención. Si resultara adecuada,
constituirla una clara ilustración de cómo, al menos con lo que res-
pecta a una propiedad semántica de las oraciones. puede ser defini-

• La teorla de Thomason de la anomalJa es, en la actualidad, una tcorla REFEREN-


CIAL, La oraci6n This tree is lefthanded ("cstc árbol es zurdo") cs an6mala, como tam-
bi~D lo cs la oraci6n This is lefthanded ("tatc es zurdo") cuando cs empicada para
rcferimos a un árbol. En Jackcndoff (1972, cap. 1) se sosticnc tina posici6n similar,

280
da en el seno. de una teoria que no admita representaciones
semánticas.
Otro rechazo de las representaciones semánticas tales y como han
sido tradicionalmente concebidas lo constituye la sugerencia hecha
en McCawley (1968b) de que es inapropiado sostener que las repre-
sentaciones semánticas y los significados se corresponden de forma
unívoca, lo que implica admitir que todas (y solamente éstas) las ora-
ciones sin6nimas poseen la misma representaci6n semántica. En su
discusi6n acerca de las semejanzas formales entre representaciones
semánticas e indicadores sintagmáticos, McCawley se preguntaba si
el ordenamiento de los constituyentes de una representaci6n semán-
tica es significativo, como lo es el ordenamiento de los constituyen-
tes sintácticos de los indicadores sintagmáticos. En ciertos casos no
parece serlo; así, las oraciones (66) y (67) son 16gicamente equiva-
lentes, incluso sin6nimas.

(66) Roses are red and violets are blue


("Las rosas son rojas y las violetas azules'')
(67) Violets are blue and roses are red.
("Las violetas son azules y las rosas son rojas'')

Si asumimos que dos oraciones sin6nimas poseen idénticas repre-


sentaciones semánticas, entonces DEBEREMOS asignar a (66) y (67)
representaciones semánticas iguales, representaciones para las cuales
resulta irrelevante el orden en que aparezcan los miembros de la
coordinaci6n. Otra opci6n consistiría en asignar a cada una de estas
oraciones sendas representaciones semánticas distintas, menos abs-
tractas, en las que dichos conjuntos aparecieran ordenados del mis-
mo modo en que lo están en las respectivas estructuras superficiales
de tales oraciones. A continuaci6n deberiamos estipular de alguna
manera que estas dos representaciones semánticas son 16gicamente
equivalentes. Esto podria lograrse por medio de una regla de impli-
caci6n doble de la forma p and q y q and p. Esta es la opci6n adop-
tada por McCawley.
Lo realmente significativo de esta propuesta es que, de acuerdo
con ella, el significado -incluso la diferencia e identidad de signifi-
cado- no resulta ya caracterizado tan s610 en términos de represen-
taciones semánticas. De hecho, es explicado con arreglo a determi-
nada interacci6n entre representaciones semánticas y ciertos meca-
nismos diferenciales. La sinonimia ya no será, pues, explícitamente
REPRESENTADA en un cierto NIVEL de la gramática; dos oraciones
serán consideradas sin6nimas precisamente en el caso en que éstas
permitan idénticas diferencias.

281
Esta aproximación puede aplicarse a buen número de casos en
los que se han propuesto representaciones semánticas muy alejadas
de las estructuras semánticas de las oraciones con objeto de satisfa-
cer el requisito de que todas las oraciones sinónimas han de poseer
una misma representación semántica. Un ejemplo ilustrativo de esto,
es el presentado a continuación. Habitualmente se ha sostenido que
las oraciones (68) y (69) son sinónimas (lo cual es presumiblemente
falso).

(68) The man who shouted at the meeting was asked to leave
("Al hombre que gritó en la reunión se le conminó a irse")
(69) Aman shouted at the meeting and the man was asked to
leave
("Un hombre gritó en la reunión y se le pidió que se fuera'')

De acuerdo con la asunción de que estas oraciones deben poseer


idénticas representaciones semánticas se ha sostenido que (68) debe
ser representada como una conjunción de oraciones. (Cfr. Thomp-
son, 1971. Dejo al lector la misión de descubrir por qué las conjun-
ciones no pueden ser representadas como oraciones de relativo.) Este
análisis tal vez permita explicitar con mayor detalle el significado de
una oración como (68), pero no cabe duda de que complica en de-
masía las reglas que proyectan las estructuras sintácticas en estruc-
turas semánticas de la gramática. La propuesta de McCawley nos
permite conferir esta tarea a la lógica. De acuerdo con ésta, las re-
glas de la gramática asignarán a (68) y (69) representaciones semán-
ticas distintas, cada una de ellas lo más próximas configuracional-
mente que quepa a las estructuras superficiales correspondientes. A
continuación una regla de inferencia establecerá que una oraciÓn de
relativo implica a ambas cláusulas, junto con la regla de inferencia
estándar que establece que una conjunción implica a las proposicio-
nes coordinadas 9 • Una vez más el presupuesto rebatido es que las
representaciones semánticas deban corresponderse con los significa-
dos de forma unívoca, estamos a un paso de la idea de que las re-
presentaciones semánticas son innecesarias en su totalidad, una vez
que la gramática sea completada con un sistema lógico lo suficien-
temente rico.

9 Si es cierto que (68) y (69) no son sinónimas, entonces la aproximación inferen-


cial resultaria de hecho mis adecuada" puesto que nos permite un mayor grado de
maniobra. Dicha aproximaci6n nos permitirla sostener, por ejemplo, que las oracio-
nes de relativo son· oraciones presupuestas y no oraciones entral\adas.

282
6. Otras tendencias

A los lectores interesados en ahondar en cualquiera de las cues-


tiones expuestas en los capítulos anteriores, les aconsejamos que con-
sulten la bibliografía actualmente existente sobre los mismos. Todo
lo que podemos hacer aquí es esbozar algunas de las direcciones de
investigación de mayor interés. Como veremos en seguida, esto su-
pone de por sí el tratamiento de un buen número de cuestiones nue-
vas. Lo que sigue es, pues, una exposición somera de las más rele-
vantes tendencias actuales de la investigación, exposición en la que
hemos intercalado algún que otro comentario crítico ~e carácter muy
general y numerosas alusiones a las cuestiones ya examinadas. La ra-
zón primordial por la que hemos incluido este capítulo en el libro
es nuestro deseo de mostrar el grado de influencia que los últimos
desarrollos en la investigación del significado pueden tener para in-
vestigaciones futuras.
Chomsky y un nutrido grupo de colaboradores y estudiantes su-
yos han desarrollado la teoría estándar ampliada, poniendo especial
énfasis en el estudio de las constricciones generales que gobiernan
las reglas lingüísticas. (Cfr. Chomsky, 1973; Fiengo, 1974; Wasow,
1972, y las referencias bibliográficas en éstos citadas.) Como
Chomsky ha observado repetidamente, el niño aprende una lengua
natural en un espacio de tiempo muy breve y con poca o ninguna
instrucción. De esto se desprende que el aprendiz de una lengua se-
lecciona sus hipótesis acerca de la estructura de aquella lengua a la
que tiene acceso de entre un conjunto muy pequeño de opciones, to-
das ellas compatibles con su conocimiento innato de qué es el len-
guaje humano. (Si «conocimiento.) nos parece una palabra demasia-
do grandilocuente, cabe imaginarse el cerebro de un niño como una
máquina que, al igual que una máquina de envasar tomates o. un
computador, está determinada por su propia estructura, o al menos
por su programación básica, a desempeñar cierto tipo de operacio-
nes.) Lo innato es presumiblemente universal. Puesto que unas cuan-

283
tas reglas gramaticales son asi mismo universales, lo que debemos
pensar que existe en el cerebro del niño es un conjunto de constric-
ciones definidoras del concepto de regla gramatical posible y del
modo en que éstas se aplican.
Ya hemos señalado anteriormente en qué medida concierne esto
a la investigaci6n del significado. Como señalábamos en el apartado
3.3, algunas de las transformaciones sintácticas del primer modelo
de la gramática generativa, han sido recuperadas por la teoria están-
dar ampliada corno reglas de interpretaci6n semántica. Este tipo de
cambios permite imponer condiciones muy restrictivas a las posibles
transformaciones sintácticas -como, por ejemplo, la de que éstas
no deben mencionar relaciones de comando entre constituyentes
(aunque las reglas semánticas sí puedan hacerlo). A esta forma de
proceder se le ha objetado que, sin una restrictiva caracterizaci6n de
las reglas semánticas paralela a ello, no se consigue de hecho una re-
ducci6n del poder de la gramática, sino que simplemente se trans-
fiere de un componente a otro. También se ha criticado la nueva con-
cepci6n que esto impone acerca de los limites entre sintaxis y se-
mántica. Consideremos la oraci6n (1).

(1) Tbe girl washed himself


("La chica se lava a él mismo")

Si admitirnos que esta oraci6n puede ser generada por las reglas sin-
tácticas de la gramática y que, consecuentemente, su caracterizaci6n
corno oraci6n mal formada correrá a cargo de aquella regla intt:r-
pretativa que selecciona un antecedente apropiado para un pronom-
bre reflexivo, entonces es de esperar que esta oraci6n sea considera-
da por los hablantes de inglés como gramatical desde el punto de vis-
ta de su formaci6n sintáctica aunque semánticamente no interpreta-
ble. Pero lo que en realidad ocurre es que un buen· número de ha-
blantes de inglés considerarian dicha oraci6n como una oraci6n sin-
tácticamente mal formada. Se puede replicar a esto diciendo que las
intuiciones de los hablantes relativas a la aceptabilidad de una ex-
presi6n no dejan traslucir con claridad el origen de dicha inacepta-
bilidad, y que por tanto, tales intuiciones no pueden tomarse en con-
sideraci6n en tales decisiones. La oraci6n (1) podria considerarse,
por ejemplo, como una expresi6n mal formada, pero con el signifi-
cado de The gir! washed herself, o como una expresi6n bien forma-
da de la proposici6n il6gica de que la muchacha lav6 a un ser hu-
mano macho idéntico a sí misma. En relaci6n con los actos de con-
versaci6n ordinarias, por supuesto, cabe admitir que la primera op-
ci6n es la més parecida a un <dapsus linguae)). Pero esto, seguramen-
te, no es algo de lo que deba dar cuenta la gram!tica; tiene que ver

284
con la forma en que la gente está hecha y con el hecho de que en la
vida real los errores al hablar son más comunes que los errores ló-
gicos. La discusión del apartado 5.6 en tomo al concepto de ano-
malía semántica sugiere que la gramática debería generar una estruc-
tura superficial de la forma (1) y asignarle un significado anómalo.
Por otra parte, el uso de (1) con la intención de aseverar que la mu-
chacha se lavó a si misma no debe ser explicado por la gramática,
puesto que esto podría explicarse con la ayuda de algunos princi-
pios complementarios del tipo de los propuestos en Katz (l964b)
para describir las oraciones ((semigramaticales».
Así pues, aunque (l) resulta ser un ejemplo ilustrativo de lo que
es una oración agramatical pero semánticamente impecable, resulta
que es inapropiado que la gramática la caracterice como gramatical,
pero incoherente. ¿Podría llevarnos una actitud como ésta al borde
de una ladera resbaladiza? Ciertamente, determinadas combinacio-
nes de palabras deben ser desechadas sobre bases estrictamente sin-
tácticas por no constituir oraciones; (2) es un claro ejemplo de esto.

(2) After if envelopes paper tearing


(lit.: "Después de si envuelves papel roto'')

Pero, aun así, ¿dónde se encuentra el limite entre ejemplos como éste
y ejemplos como (1)? Se puede sugerir que se identifique la distin-
ción entre sintaxis y semántica con la distinción existente entre com-
binaciones de palabras estructuradas de tal forma que las reglas de
la gramática puedan asignarles una interpretación, aunque chocan-
te, y combinaciones que están tan mal formadas que no puedan re-
cibir interpretación alguna. No obstante, tal y como señalábamos en
el apartado 3.5, la aplicación de esta distinción a los casos particu-
lares no encuentra siempre una fácil justificación. ¿En cuál de estos
dos grupos habría que incluir una oración como (3), en la cual no
existe un antecedente para el pronombre reflexivo?

(3) Themselves are waiting


("Ellos mismos están esperando")

Es claro que resulta dificil imaginar qué interpretación, aunque se


trate de una interpretación anómala, puede recibir (3); lo que impli-
ca que dicha oración debe ser desechada con arreglo a consideracio-
nes sintácticas exclusivamente. Sin embargo, el tratamiento más eco-
nómico de esta clase de hechos para la teoría estándar ampliada es
el de permitir que las reglas sintácticas generen oraciones como (3)
y que sean las reglas de interpretación semántica las que las carac-
tericen como oraciones mal formadas. Esta regla poseería pues una

285
doble función: asignar una interpretación semántica a determinadas
oraciones y desechar otras como mal formadas. En J. La.k:off (1970)
se recoge un buen número de ejemplos de esta clase, sosteniéndose
que sólo la semántica generativa, la cual no establece distinción al-
guna entre los componentes sintácticos y semánticos de la gramáti-
ca, puede explicar con éxito esta doble función de las reglas de este
tipo. Un conocimiento más exacto de la naturaleza de los fUtros y
de su estatuto en relación con las reglas «constructivas» (cfr. apar-
tado 4.1) nos ayudará a poner en claro este debate. Hoy por hoy to-
das las cuestiones relativas al grado en que las sintaxis son autóno-
mas parecen estar estrechamente ligadas con la cuestión de si ciertas
secuencias de palabras han de poseer derivaciones anómalas o por
el contrario ningún tipo de derivación.
En el apartado 3.3 exponíamos de pasada todas aquellas revisio-
nes de la teoria estándar ampliada que atañen a la semántica. En
Chomsky (1973 y 1975) Y Fiengo (1974), se señala que las constric-
ciones sobre las transformaciones de movimiento reflejan las cons-
tricciones sobre la ligazón de las variables por parte de los cuanti-
ficadores. La condición que debe satisfacer toda transformación que
mueva un constituyente de una posición determinada en un indica-
dor sintagmático dado a otra posición de dicho indicador es que si
se hallara un cuantificador en la nueva posición éste ligaría una va-
riable en la posición primitiva. Dicha condición excluye de la gra-
mática de forma automática las transformaciones de descenso (cfr.
apartado 4.2), y muchas clases de reglas de movimiento de constitu-
yentes hacia la derecha de un indicador sintagmático. Nótese que un
cuantificador sólo puede ligar a aquellas variables que aparecen a su
derecha y en un indicador sintagmático no superior al suyo.
Esta constricción es incorporada a la teorla estándar ampliada
por medio de la hipótesis de que las reglas de movimiento dejan tras
sí una HUELLA del constituyente movido en su posición original. La
huella (que se halla presente en la estructura superficial, pero que no
tiene realización fonológica alguna) es considerada como un elemen-
to ligado por el movimiento del constituyente, exactamente igual que
una variable lo es por su cuantificador. Dichas huellas aportan a la
estructura superficial cierta información relativa a estadios previos
de la derivación de la oración -concretamente, información refe-
rente a las relaciones que contraen en la estructura profunda los cons-
tituyentes de la estructura superficial de ésta.
Ya hemos examinado aquí las reglas globales de la semántica ge-
nerativa (cfr. apartado 3.3), la función amalgamadora de las reglas
de proyección de Katz (cfr. apartado 4.4), y el uso por parte de Jac-
kendoff de índices de identificación (cfr. apartado 5.5). Todos estos
mecanismos sirven, aunque de modo diferente, para poner en rela-

286
ción representaciones estructurales correspondientes a estadios deri-
vativos distintos y en ocasiones no adyacentes. En su defensa de las
huellas, Chomsky ha señalado que los mecanismos amalgamadores
no son nada nuevo; las transformaciones sintl1cticas más conocidas
preservan las configuraciones a las que se aplican, asi como los sim-
bolos categoriales de los nudos de un indicador sintagmático en una
derivación. La cuestión, pues, parece ser determinar qué es preciso
preservar. Por lo que respecta a la semántica, el interés de la teoría
de la huella radica en la afirmación de Chomsky de que las estruc-
turas superficiales enriquecidas con dichas huellas, que se encuen-
tran motivadas por ciertas consideraciones acerca de las constriccio-
nes sintácticas, constituyen el tipo de estructuras que se precisa para
la interpretación semántica de las oraciones. Hemos pasado, pues,
de considerar como única estructura relevante para la interpretación
semántica de las oraciones las estructuras profundas de éstas (teoría
de Katz), a considerar como tales sus estructuras superficiales, pa-
sando por la posición de Jackendoff, según la cual dicha interpreta-
ción se realizará a partir de las estructuras profundas y las estructu-
ras superficiales. Determinadas reglas de interpretación semántica si-
guen siendo necesarias; incluso dotadas de huellas, las estructuras su-
perficiales de las oraciones, no nos proporcionan representación al-
guna para las oraciones ambiguas por razones relativas al dominio
de los cuantificadores, como Everyone saw an opossum ("todo el
mundo vio una zarigüeya''), en las cuales ninguna transformación
de movimiento u otras reglas sintácticas permite establecer distin-
ciones correspondiente a las dos interpretaciones. Con todo, las re~
glas de interpretación semántica se limitan a especificar los hechos
relativos a las relaciones de dominio, la anáfora y otros fenómenos
semejantes, por lo que la cuestión de si es necesario un análisis com-
ponencial del significado y de cómo se llevada éste a cabo deben ser
asimismo abordadas.
La semántica generativa se separó progresivamente de las pro-
puestas de la teoría estándar de Katz y Postal (1964) y Chomsky
(1965), aunque lo ha hecho en una dirección diferente de la seguida
por la teoría estándar ampliada. La semántica generativa ha dedica-
do su atención a aquellos fenómenos que parecian exigir que la gra-
mática poseyera mecanismos descriptivos MÁS poderosos. Debemos
decir que, en principio, esto no es necesariamente incompatible con
el objetivo de la teoría estándar ampliada de restringir el poder de
la teoría, aun cuando muchas propuestas de la semántica generativa
hayan sido rechazadas por los teóricos de la teoría estándar amplia-
da. Una teoría puede ser a la vez demasiado poderosa y no lo sufi-
cientemente poderosa. Si tomamos en consideración esta cuestión de
manera aislada, cabe decir que los primeros modelos generativo-

287
transformacionales acumularon el suficiente poder descriptivo como
para poder cumplir sus objetivos, pero que 10 confirieron a las par-
tes de la gramitica menos apropiadas. Trasvasando dicho poder a
otras partes, y teniendo presentes las viejas y las nuevas restricciones
impuestas a ésta, obtendríamos, pues, una teoría mb adecuada.
La semintica generativa admite, como sabemos, la existencia de
reglas globales y de constricciones derivativas. Dentro de este marco
te6rico, lo que nosotros hemos llamado transformaciones pueden
considerarse simplemente como un tipo especial de constricciones de-
rivativas -concretamente, aquellas que podemos considerar cons-
tricciones LOCALES, en el sentido de que determinan las relaciones
permitidas entre dos indicadores sintagmáticos ADYACENTES de una
derivaci6n. Por ello, G. Lakoff (cfr. G. Lakoff, 1974) y otros deja-
ron de considerar la semántica generativa como una variedad de gra-
mática transformacional; una gramática transformacional se consi-
dera una aproximaci6n limitada y preliminar al lenguaje estando con
respecto a la semántica generativa en la misma relaci6n en la que se
encuentra la lingüística taxon6mica con respecto de la lingüística
transformacional.
N o resulta claro determinar cuáles de los desarrollos te6ricos ac-
tuales pueden considerarse contribuciones a la teoría de la semánti-
ca generativa, pero algunas de las propuestas con las que contamos
constituyen todas ellas un todo natural, y tal vez pudieran ser inte-
gradas en una teoría única coherente acerca del lenguaje humano.
Perlmutter y Postal sostienen que una de las primeras restriccio-
nes formuladas por Chomsky como restricciones sobre las transfor-
maciones, la restricci6n de que las restricciones estructurales de és-
tas deben ser expresadas en términos de condiciones booleanas so-
bre la analizabilidad (cfr. Postal, 1974, y Perlmutter y Postal, en pre-
paraci6n), es descriptivamente inadecuada. Según éstos la mayoría
de los procesos sintácticos requieren que se haga referencia á las re-
laciones gramaticales que contraen los constituyentes de una oraci6n
(es decir, que se haga referencia al SUJETO de un verbo en lugar de
al SN que precede inmediatamente a dicho verbo); sostiene, ademb,
que determinadas generalizaciones universales acerca de las posibles
clases de reglas de la gramática únicamente pueden ser expresadas
en estos términos. Dado que las relaciones gramaticales son relevan-
tes para la semántica, su propuesta parece guardar una intima co-
nexi6n con las razones para el rechazo de la distinci6n entre reglas
sintácticas y reglas semánticas llevada a cabo por la semántica
generativa.
J. R. Ross (1972, 1973a, 1973b, 1974, 1975) ha desarrollado un
análisis gramatical basado en el concepto de gramitica no directa,
de acuerdo con el cual deben rechazarse otras suposiciones restric-

288
tivas de la teoria estándar, como por ejemplo, la de que un consti-
tuyente haya de ser miembro de una categoría o no serlo forzosa-
mente. La pertenencia de un elemento a una determinada categoria
es, según Ross, una cuesti6n de grado, por lo que, transformaciones
sintácticas diferentes pueden serlo en virtud del grado de pertenen-
cia. Por ejemplo, las oraciones (4-1) ilustran un grado decreciente de
aceptabilidad.

(4) It's strange that you are so embarras sed


("Es extraño que estés tan desconcertadoj
(5) It's strange for you to be so embarras sed
(lit.: "Es extrafio para tú estar tan desconcertadoj
(6) It's strange your being so embarrassed
(lit.: "Es extraño tu estar tan desconcertado'')
(1) It's strange your embarrassment
("Es extraño tu desconcierto'')

La extraposici6n de un constituyente es aceptable en (4), que con-


tiene lo más parecido a una construcci6n oracional como comple-
mento, y mucho menos aceptable en (7), donde lo extrapuesto es lo
más parecido a un complemento nominal.
De igual forma, aunque con implicaciones relevantes más direc-
tas para la semántica, G. Lakoff (1972) ha aplicado la 16gica de los
«conjuntos borrosos» a la explicaci6n de los hechos lingüisticos. De
acuerdo con esto, en lugar de considerar, por ejemplo, que algo debe
ser o no un pájaro, LaIcoff sostiene que el concepto «ser un pájaro.)
debe ser definido también en términos de grado de pertenencia de
un objeto al conjunto de los pájaros. Los petirrojos (robins) serian
considerados miembros de pleno derecho de dicho conjunto, los po-
lluelos (chickens) y los pingüinos (penguins). miembros de un grado
menor que los anteriores, y las vacas (cows). quedarían excluidas
del mismo. Las oraciones que LaIcoff denomina "acotadores" ~hed­
ges» "demarcan" el significado de tales palabras y especifican direc-
tamente su «borrosidad)). De una oraci6n como (8) se dice que s610
parcialmente es verdadera, y de la oraci6n (lO), también una ora-
ci6n "acotad ora" que es completamente falsa.

(8) A penguin is a bird


("Un pingüino es un pájaro'')
(9) Strictly speaIcing, a penguin is a bird
("Estrictamente hablando, un pingüino es un pájaro'')
(10) A penguin is a bird par excellence
("El pingüino es el pájaro por excelenciaj

289
Esta aproximación ha sido propuesta para dar cuenta de forma
más realista del significado de la palabra que la aproximación más
tradicional, según la cual siempre pueden establecerse las condicio-
nes necesarias y suficientes para determinar la pertenencia a un con-
junto. (Retomaremos este tema más adelante.)
Una actitud muy común en semántica generativa ha sido la de
no hacer demasiado caso de la distinción entre competencia y actua-
ción y mostrar su desacuerdo con el formalismo que destaca promi-
nentemente en los primeros trabajos de gramática generativa. Se ha
lamentado además que, al relegar un buen número de fenómenos al
terreno de la actuación, los lingüistas hayan ignorado éstos y des-
arrollado descripciones formales de los hechos restantes falsamente
elegantes. (Cfr. G. Lakoff, 1974, y R. Lakoff, 1974.) Otros lingüistas
(por ejemplo, Dongherty, 1975; Katz y Bever, 1976) han acusado a
la semántica generativa de ser una aproximación taxonómica y con-
ductista o empiricista.
La demarcación chomskiana primitiva se ha tomado como un
ejemplo de «divide y vencerás». El resultado ha sido una teoría de
la estructura del lenguaje humano poderosamente restringida, que
podrfa ser completada con una teorla del uso del lenguaje, o, tal vez,
con cierto número de teorlas diferentes preocupadas por los proce-
sos de percepción y producción lingüísticas, las preferencias estilís-
ticas, de las condiciones pragmáticas, etc. Los partidarios de la se-
mántica generativa consideran que esta compartimentación de las co-
sas es imposible y que, lejos de servir para simplificar la descripción
gramatical abstrayendo los hechos lingüísticos de estas cuestiones,
puede demostrarse que todo ello constituye un complejo indivisible.
Los hechos relativos al mundo, con el conocimiento o creencias de
los hablantes y oyentes sobre el mundo, acerca de su estatuto social,
etc., deben ser incorporados a una gramática que desee determinar
las relaciones entre forma y significado en el lenguaje humano.
Una argumentación de este tipo se desprende del estudio de La-
koff de los hedges. Lakoff argumenta que no es suficiente para la
gramática especificar los significados de las palabras si éstos son to-
mados para incluir aquellas propiedades justamente que son relevan-
tes para determinar las condiciones de verdad de una oración. El dic-
cionario debe incluir también una especificación de las propiedades
pragmáticas de la palabra, como por ejemplo, de sus connotaciones.
y esto es así porque en las oraciones hedges, las connotaciones de
una palabra pueden tener que ver con las condiciones de verdad de
ésta. Es irrelevante para determinar las condiciones de esta natura-
leza en una oración como (11) el que los solteros, habitualmente, se
comporten con entera libertad, parezcan desaseados o se muestren
joviales.

290
(11) John is a bechelor
("Juan es soltero")

Pero Lakoff sostiene que tales hechos establecen una diferencia en


relación con la verdad de la oración hedges (12), en la que se atri-
buye a John las propiedades típicas, y no las analíticas, de la soltería.

(12) John is a regular bachelor


("Juan es un soltero tipicoj

Lakoff, pues, saca la moraleja de que una teoría semántica no es in-


dependiente de una teoría pragmática.
Por otro lado, hemos de señalar que existen numerosas observa-
ciones tendentes a confirmar este punto de vista que son asimismo
compatibles con una aproximación inspirada en el «divide y vence-
rás». R. Lakoff (l971)l por ejemplo, ha demostrado que dos oracio-
nes coordinadas se pueden considerar aceptables simplemente si cada
una de éstas comparte un mismo tema o posee algún otro tipo de
conexión semántica. Pero, en el caso de una oración como (13), se
precisa hacer gala de una buena dosis de ingenuidad para detectar
que existe un terna común y, por consiguiente, se la considera
anómala.

(13) Boys eat apples and Mary threw a stone at a frog


("Los muchachos comen manzanas y María tiró una piedra
a una rana'')

En relación con una oración como (14), la conexión existente entre


lo referido por las dos oraciones coordinadas de ésta es oscura, y,
por consiguiente, dicha oración será considerada inaceptable para
todo aquel que no sepa que el Peking Duck ("pato a la pekinesa'')
se sirve con salsa Hoisin o, cuando menos, que una cosa y otra son
elementos de la cocina china.

(14) John wants to make Peking Duck, and 1 know that the
A & P is having on sale a Hoisin sauce
("J. quiere cocinar pato a la pequinesa, y yo sé que A & P
tiene a la venta salsa Hoisinj

En una oración corno (15), en cambio, existe una clara conexión tem-
poral~ausal entre sus oraciones miembros, lo cual puede ser apre-
ciado con cierta facilidad por la mayoría de los hablantes contem-
poráneos de inglés.

291
(15) The police carne into the room and everyone swallowed their
cigarrettes
("La policía entró en la habitación y todo el mundo se tragó
su cigarrillo ')

Lo destacable en relación con estos casos es que la inteligibilidad de


una oración compuesta por coordinación copulativa, no sólo depen-
de del conocimiento lingüistico de los oyentes, sino también de su
respectivo conocimiento del mundo.
Los ejemplos de Lakoff no son distintos de algunos utilizados
por Grice para justificar la necesidad de distinguir entre el significa-
do en un sentido estricto de una oración y las correlaciones o impli-
caturas de éstas determinadas pragmáticamente. (Cfr. apartado 2.3.)
Se ha afirmado a menudo que las conectivas de la lógica formal no
nos permiten expresar de forma adecuada los significados que pue-
den poseer las palabras inglesas correspondientes, and ("y''), or ("o'')
e if. .. then ("si ... entoncesj. Grice sostiene precisamente que sí per-
miten hacer esto, y que la mayor riqueza de significados de las pa-
labras inglesas es debida a implicaturas conversatorias. Así, las ora-
ciones (16) Y (17) hacen referencia a secuencias de hechos notoria-
mente distintos, y sin embargo, las formulaciones lógicas que les co-
rresponderían a una u otra no poseerían implicación temporal algu-
na y, por consiguiente, habrían de ser lógicamente equivalentes.

(16) Joe took off his boots and went to bed


("J. se quitó sus botas y se fue a la camaj
(17) J oe went to bed and took off bis boots
("J. se fue a la cama y se quitó sus botasj

Pero, según Grice, no es preciso especificar este tipo de implica-


ciones temporales en la entrada del diccionario correspondiente a
and; ésta puede derivarse de la máxima conversatoria be orderly
("proceda ordenadamentej, la cual exige que el hablante narre los
acontecimientos en el orden en que éstos ocurrieron (so pena de que
existan poderosas razones para lo contrario).
Las implicaciones temporales expresadas por medio de and en
este caso no pueden considerarse como implicaciones lógicas en sen-
tido estricto; así lo prueba el hecho de que, como ocurre en otros
casos en los que existen implicaturas conversatorias, dicha relación
puede ser alterada sin que ello provoque contradicción alguna. Al-
guien podrla emitir un enunciado como (17) y afiadir a continua-
ción, para alivio de la horrorizada dama, ((pero me apresuro a ase-
guraros, señora, que primeramente se quitó las botas». En otros con-
textos, la implicatura no surge, ya que la máxima conversatoria en

292
cuesti6n es puesta en segundo lugar por otras consideraciones. Si
consideramos (17) como respuesta a la pregunta <<<¿qué es lo más im-
portante que ha hecho J. hoy?», el orden que presentan en ella las
oraciones coordinadas copulativas podría interpretarse como ele-
mento indicativo del grado de importancia de lo expresado en ellas
y no como expresi6n de una determinada relaci6n de sucesi6n tem-
poral entre dos hechos. La conclusi6n que extraemos del trabajo de
Grice es que los significados de"las oraciones deben distinguirse de
las significaciones solapadas que les asignamos cuando son emplea-
das en un determinado acto de comunicaci6n.
La presuposici6n constituye otro de los fen6menos de los que he-
mos de decidir si han de ser abordados por la gramática o por el con-
trario se hallan gobernados por determinados principios extragra-
maticales, y por consiguiente debe relevarse a la gramática de la res-
ponsabilidad de explicarlos. Tras algunos años de general confusión,
se ha asumido la distinción entre dos tipos de presuposiciones (cfr.
Keenan, 1971). Las presuposiciones LÓGICAS o semánticas son rele-
vantes para determinar las condiciones de verdad de las oraciones
(estrictamente hablando, de las aseveraciones); si una oraci6n, O, po-
see la presuposición lógica L, y L es falsa, entonces O no es ni ver-
dadera ni falsa, esto es, carece de valores de verdad. Las presuposi-
ciones PRAGMÁTICAS son relevantes para determinar lo apropiado
de un enunciado en relaci6n con un contexto dado; si O posee la pre-
suposici6n pragmática P, y P no se encuentra entre las creencias com-
partidas por el hablante y el oyente de un contexto conversatorio de-
terminado, entonces la emisi6n de O es inapropiada en dicho con-
texto. La oraci6n (18), analizada en el apartado 5.3, que presenta
una laguna en lo que respecta a la referencia de su sintagma nomi-
nal sujeto, proporciona un ejemplo ilustrativo de lo que es una pre-
suposici6n lógica.

(18) The present king of France is bald


("El actual rey de Francia es calvo")

Muchos hablantes sostendrían que no puede decirse estrictamente


que esta oración sea falsa, pues para probar que lo es sería preciso
aceptar que EXISTE un rey de Francia del que es falso afirmar que
sea calvo. Dado que (18) no es ni verdadera ni falsa, diremos que
carece de valores de verdad. Otro ejemplo ilustrativo lo constituye
la oraci6n (19), la cual presupone que Smith ha golpeado a su esposa.

(19) Smith has stopped beating bis wife


("S. ha parado de golpear a su mujerj

293
Un caso de presuposición pragmática lo constituida cualquier ora-
ción del francés que contenga el pronombre personal de segunda per-
sona tú; dicho pronombre sólo se emplearla apropiadamente si se
asume (aunque sea implícitamente) por parte del hablante y del oyen-
te que las relaciones entre ellos permiten un trato de familiaridad.
Otro caso es el ilustrado por una oración como (20).

(20) John isn't here yet


("J. no está todavía aquí'')

La presuposición de que se espera que Juan llegue es considerada


una presuposición pragmática y no una presuposición 16gica. Se afir-
ma que (20) es verdadera en el caso de que John no se halle presente
en el momento de su enunciación, y que en el caso de que éste no
lo esté ni incluso se le espere, dicha oración será juzgada como ex-
traña, pero no como carente de valores de verdad.
La distinci6n que acabamos de señalar, aceptada por un buen nú-
mero de lingüistas recaba nuestra atenci6n sobre la cuesti6n de qué
oraciones poseen qué tipo de presuposiciones, y, lo que es más in-
teresante, sobre si ambas clases de presuposiciones existen de hecho
en las lenguas naturales. La presuposici6n lógica ha sido con mucho
la más criticada. Algunos lingüistas (cfr., por ejemplo, Karttunen,
1973, 1974, Y Kuroda, inédito) rechazan los juicios intuitivos relati-
vos a la carencia de valores de verdad de las oraciones. Los ejem-
plos más significativos de presuposiciones lógicas han sido reduci-
dos a ejemplos de presuposiciones pragmáticas -se dirá, asi, por
ejemplo, que una oración como (18) no es en realidad una oraci6n
falsa sino inapropiada. Ciertamente, la extrañeza que suscitaria (18)
en una conversación normal no impedirla que pudiéramos estable-
cer juicios acerca de sus valores de verdad, y existirlan poderosas ra-
zones en las que basar nuestro rechazo a CONSIDERARLA falsa de en-
tre las que no se excluirla el hecho de que hoy por hoy SEA falsa.
Pero existen defensores de las presuposiciones lógicas (cfr. Katz
y Langendoen, 1976), y la controversia no ha sido todavía zanjada.
Su resultado es relevante para los objetivos de una teorla semántica,
pues las presuposiciones lógicas de una oración han de ser descritas
de acuerdo con lo que establezcamos acerca de sus condiciones de
verdad, y es comúnmente admitido que cualquier cosa que atañe a
las condiciones de verdad debe ser tomada en consideración por la
gramática. Por contra, las presuposiciones pragmáticas, indepen-
dientes de toda consideración acerca de las condiciones de verdad
de una oraci6n, podrlan ser explicadas por un componente extra-
gramatical, o por una teorla especifica que considerara las deriva-
ciones gramaticales como entradas y generarse condiciones de pro-

294
piedad para las oraciones según su contexto como salidas. Complica
este estado de cosas, sin embargo, la distinción introducida por Gri-
ce entre implicaturas conversacionales e implicaturas no conversa-
cionales (recuérdese que las implicaturas conversacionales constitu-
yen un subconjunto del conjunto de estas últimas. Las implicaciones
temporales de la conjunción copulativa and, examinadas anterior-
mente, son determinables a partir de las máximas conversatorias ya
señaladas, juntamente con lo establecido por la lógica estándar acer-
ca de las condiciones de verdad de la conjunción. (En apoyo de esta
propuesta, se suele aducir el hecho de que cualquier otra palabra
con las mismas condiciones de verdad que and poseería las mismas
implicaturas conversatorias.) Si esto es correcto, la entrada del dic-
cionario correspondiente a and habrá de contener simplemente sus
condiciones de verdad, y ningún otro tipo de información. Las im-
plicaturas conversacionales, por otra parte, dependen de la presen-
cia en una oración de determinadas palabras o construcciones. A di-
ferencia de and, la palabra bul acarrea ciertas implicaciones relati-
vas a algo inesperado o a un fuerte contraste -aun cuando, en cier-
to sentido, and y but parezcan significar lo mismo. Así las cosas, un
diccionario de inglés DEBERÁ recoger explícitamente estas connota-
ciones de but.
En G. Lakoff (1969) se señala otra clase de interconexiones entre
presuposiciones y gramática. Observa éste que una oración como
(21) sólo sería aceptable para un hablante de inglés si éste conside-
rara a los gatos animales superiores (es decir, seres humanos).

(21) My cat, who is hungry, is scratching at the larder door


("Mi gato, quien está hambriento, está arañando la puerta
de la despensa'1

El uso de who ("quien, en (21) en lugar de which ("el cual/que'1


sería considerado por otro tipo de hablante como un uso agramati-
cal. Es claro que la distinción who/which es una cuestión gramatical
que debe ser explicada en una gramática adecuada del inglés. Pero
también parece estar relacionada con ciertas consideraciones prag-
máticas. Esta observación de Lakoff ha sido tomada como un argu-
mento en apoyo de la incorporación de determinada información re-
lativa a las creencias de los usuarios de una lengua a los mecanismos
formales de la gramática. Se exige a las gramáticas que predigan la
gramaticalidad de las oraciones, y (21) parece probar que los juicios
de gramaticalidad pueden basarse en creencias personales concer-
nientes al mundo. La gramática sólo podrá emparejar las oraciones
con las especificaciones de sus presuposiciones correspondientes, y
dejaremos que otros principios establezcan que todos y s610 aque-

295
llos hablantes que creen que las presuposiciones son verdaderas pue-
dan juzgar las oraciones aceptables. Surge aqui, de nuevo, la cues-
tión de si la gramática debe generar o no oraciones inaceptables. Di-
remos que nuestras creencias relativas al mundo conciernen a la gra-
mática sólo si asumimos que las oraciones como (21) no son deriva-
das en modo alguno por la gramática de aquellas personas que no
consideran a los gatos seres «humanizados».
En el apartado 2.8 seftalábamos que buena parte de los plantea-
mientos actuales de la sem{mtica lingüistica refleja la influencia de
los desarrollos habidos en filosofía. Un ejemplo relevante de esto es
el creciente interés por la gramática montagueana, brevemente esbo-
zada en el apartado 2.5. Mientras Montague vivió, los lingüistas o
le ignoraron, o se mostraron extremadamente escépticos acerca de
sus contribuciones para el estudio de las lenguas naturales. Un su-
puesto fundamental de esta gramática es que, en las lenguas natura-
les, al igual que ocurre con los lenguajes artificiales construidos por
los lógicos, cada regla sintáctica comporta una información sem{m-
tica específica. Cada una de estas reglas combina entre si determi-
nados constituyentes, y cada regla semántica computa el significado
de las expresiones resultantes mediante la combinación de los signi-
ficados de sus partes. Esta es una reminiscencia de las reglas de pro-
yección propuestas por Katz y Fodor primeramente (aunque éstas
se aplicasen en bloque tras la aplicación de las reglas sintácticas del
componente de base de la gramática). No obstante, la sintaxis mon-
tagueana no posee derivaciones transformacionales, ni un nivel de
estructura profunda diferente del nivel de estructura superficial. El
componente sintáctico de esta gramática consta exclusivamente de
reglas de construcción de diagramas arbóreos (que generan dichos
diagramas de «abajo hacia arriba»), siendo dichas reglas mucho más
poderosas que las reglas de estructura sintagmática que generaban
los indicadores sintagmáticos subyacentes de la gramática generati-
va. (Esta no es, evidentemente, sino una exposición muy somera.
Para mayores detalles, cfr. Montague, 1974 y Partee, 1975, 1976.)
Para muchos lingüistas resulta inadecuada esta clase de gramá-
ticas para la descripción de las lenguas naturales; uno de los puntos
de apoyo esenciales de la revolución en lingüística que supuso la gra-
mática transformacional es, precisamente, el aserto de que una sin-
taxis no transformacional no permite distinguir las oraciones gra-
maticales de las oraciones agramaticales. Para los partidarios de la
teoria estándar, defensores a ultranza del carácter «autónomo» de la
sintaxis, la propuesta de que las reglas sintácticas y las reglas semán-
ticas se hallan interrelacionadas de forma inherente resulta inacep-
table. Con todo, en Cooper y Parsons (1976), se demuestra que, para
un pequeño fragmento de la lengua inglesa, la gramática de Monta-

296
gJe, la teoría estándar y la semántica generativa son descriptivamen-
te equivalentes; lo cual nos hace pensar que las supuestas diferencias
existentes entre ellas han sido exageradas. Concretamente, las reglas
montagueanas que combinan constituyentes pueden reproducir cier-
tos procesos transfonnacionales. En Partee (1975), se ha mostrado
cómo transformaciones tales como las de Reflexivo, Pasiva, o Mo-
vimiento psíquico, pueden ser incorporadas a la gramática de Mon-
tague. Yen Thomason (1974 y 1976) Y Bennett (1976), se ha inves-
tigado hasta qué punto es posible prescindir de la mayor parte de
las transformaciones de la teoría estándar enriqueciendo el compo-
nente semántico de la gramática. Estos trabajos son similares en es-
píritu, aunque no en su motivación, a las propuestas desarrolladas
en el marco de la teorla estándar ampliada. El hecho de que una ora-
ción activa y su pasiva correspondiente sean sinónimas, o el de que
lo sean oraciones como 1 expect to win ("espero ganar'') y 1 expect
myself to win (lit.: "me espero a mí mismo ganar''), han sido esgri-
midos durante muchos años como pruebas de la necesidad de un ni-
vel de representación subyacente distinto del nivel de representación
de la estructura superficial, así como de derivaciones transformacio-
nales que pusieran en relación ambos niveles. Pero en ambos casos
puede argüirse que se han sobrestimado las relaciones SINTÁCTICAS
existentes entre las oraciones de esta clase, y que, en realidad, lo úni-
co que ha de hacer la gramática es asignarles significados idénticos.
y esto puede hacerse con la ayuda de las reglas de inferencia y los
postulados de significación de una lógica intensional adecuada.
La gramática de Montague ha influido especialmente en la lin-
güística generativa introduciendo la maquinaria formal de la lógica
intensional en las descripciones semánticas. La semántica de la gra-
mática montagueana permite traducir las oraciones del inglés a fór-
mulas lógicas muy ricas en las cuales la cuantificación, adjetivos atri-
butivos, la necesidad, las construcciones opacas con verbos psicoló-
gicos, y una gran variedad de otros fenómenos, habituales fuentes
de problemas para la semántica, resultan definibles para un trata-
miento formal de esta clase. Incluso aquellos lingüistas que aún hoy
rechazan la gramática de Montague han reconocido la relevancia
que tiene para la descripción gramatical el análisis del modo en que
se relacionan las oraciones con los estados de los hechos del mundo
llevado a cabo de acuerdo con modelos teóricos de la clase del des-
arrollado por Montague.
Por último, hemos de retomar de nuevo el problema de los sig-
nificados de la palabra expuesto en el apartado 5.1. Nos preguntá-
bamos en dicho apartado si los significados de las palabras podían
ser descompuestos en un conjunto de elementos determinable. La pa-
labra bache/or significa obviamente antes que nada ((hombre no ca-

297
sadQ» y el significado de man ("hombrej tal vez pueda ser analiza-
do en «macho» y «humano». El análisis, sin embargo, debe detener-
se en algún momento, y, por lo tanto, la asignación de significados
a los primitivos seménticos debe llevarse a cabo por otros medios.
Una segunda cuestión tal vez mAs preocupante sea la de si en el mo-
mento en que se detiene el análisis del significado existe otra cosa
que no sea la extensión.
Estas dudas han sido indagadas por los filósofos, especialmente
por Putnam y Kripke (cfr. Putnam, 1970, 1973 y 1975, y Kripke,
1972. Cfr., también, Stampe, 1972 y McCawley, 1975). En relación
con esto, se han planteado importantes e interesantes cuestiones, en
particular acerca del concepto de necesidad lógica, de las cuales no
puedo ocuparme con detalle aquí; pero las ideas generales son éstas.
Una palabra como tiger ("tigre'') es un «término de una clase natu-
ra!». Saber el significado de tiger es simplemente saber algo acerca
de los tigres y que éstos se denominan tigers. El nombre común tiger
se refiere a los tigres en forma muy parecida a como el nombre pro-
pio Noam Chomsky se refiere a Noam Chomsky.
Aprendemos un nombre propio aprendiendo simultáneamente a
qué persona se le asigna. Si dicha persona se halla presente, pode-
mos aprender su nombre simplemente por ostensión: (Noam
Chomsky es el hombre que está allí.» Si la persona en cuestión no
está presente, entonces hemos de proceder a identificarla por medio
de alguna descripción, por ejemplo, «Noam Chomsky es el autor de
Syntactic Structures», o «Noam Chomsky es el profesor titular de lin-
güística». Por supuesto, el nombre propio Noam Chomsky no SIG-
NIFICA (no es sinónimo de) «el profesor titular de lingüistica»; nos
valemos de la descripción únicamente porque debemos indicar de
qué individuo se trata de alguna manera; CUALQUIER descripción
que sirva para este propósito será igualmente adecuada.
De manera similar, aprendemos un nombre común como tiger
aprendiendo al mismo tiempo a asignarlo a cierta clase de animales.
Podemos saber de Qut clase de animales se trata también por os-
tensión -si se da el caso de que hayamos visto un tigre, al cual con-
sideraremos ejemplar de su clase. O con la ayuda de una descrip-
ción, como por ejemplo: «los tigres son felinos grandes y fieros éon
rayas negras y amarillas en su piel». Pero tampoco en estos casos he-
mos de considerar la descripción como una definición de la palabra
tiger; dicha palabra y esta descripción no son por tanto sinónimas.
La descripción sirve tan sólo para indicar la extensión de ésta.
Tanto por lo que respecta a los nombres propios como por lo
que respecta a los nombres comunes, hemos de señalar que el cono-
cimiento de sus posibles referentes puede ser detallado o por el con-
trario muy fragmentario. Puede ocurrir, incluso, que los miembros

298
más experimentados de una comunidad lingüística incurran en erro-
res a la hora de distinguir los tigres de los leopardos, o a Chomsky
de Halle; pudiendo ocurrir asimismo que éstos crean que no se dis-
tinguen en nada en absoluto. Pero incluso aunque yo ignore todo
acerca de los tigres, la palabra tiger seguirá haciendo referencia a los
tigres, pues la he aprendido de alguien que... la había aprendido de. al-
guien que,sabia a qué objetos del mundo debla asignar la palabra Esta
cadena de comunicación (un cierto tipo de cadena causal) nos remon-
ta hasta el momento del «baustismOl) de los tigres con el nombre
tiger.
Lo realmente importante de esta propuesta es que no conduce a
analiticidad alguna. La mayor parte de nosotros posee cierta teoría
acerca de los tigres: sabemos (o al menos creemos que son así) que
los tigres son animales, miembros de la familia de los felinos, carní-
voros, con la piel a rayas, fieros, y que normalmente se les encuen-
tra en la jungla. Pero todo esto no son sino hechos (o creencias) con-
cernientes a los tigres, no a la palabra tiger. Los argumentos en que
se apoya esta afirmación tienen mucho que ver con el juego que los
filósofos desarroUan imaginando qué diríamos si nos viésemos ante
varios descubrimientos grotescos. Si se diera el caso de que aquello
a lo que hemos estado llamando tigres es una cierta clase de jirafa
de cuello corto, o de que, de hecho se trata de robots y no de ani-
males, es claro que nuestra teoría acerca de los tigres habría de ser
profundamente revisada. Se sostiene, sin embargo, que también en
estos casos podríamos llamar a estas cosas tigres, y que el significa-
do de la palabra tiger seguirla siendo el que era.
¿Tiene algún sentido hablar del SINGNIFICADO de la palabra ti-
ger si esta teoría es correcta? La analogía existente entre nombres
propios y nombres comunes sugiere que la respuesta ha de ser no,
dada la afirmación, generalmente compartida, de que los nombres
propios poseen únicamente referencia, pero no significado. No obs-
tante, existe una diferencia importante entre Noam Chomsky y ti-
ger. Conocer el nombre tiger implica saber que éste puede asignarse
por igual a todos los tigres, incluso a aquellos que no hemos visto
nunca o aquellos cuya existencia desconocemos; también a los tigres
que aún no existen. Por tanto, puede haber alguna forma de AM-
PLIAR la extensión de tiger de manera que incluya a todos aquellos
tigres que no se hallaban presentes en el momento de su bautismo,
o a los que no han servido como ejemplo para que un niño aprenda
la palabra. ¿Cómo puede hacerse esto?
Putnam y Kripke coinciden en señalar que, para una palabra
como tiger, la naturaleza lo hace por nosotros; esto es, que la res-
puesta a la pregunta «¿es esto un tigre?», se sigue de la propia natu-
raleza de los animales así bautizados, juntamente con las leyes de la
biología o la física que determinan la clase natural a la que estos ani-
299
males pertenecen. Algo es un tigre cuando ese algo es de la misma
clase de esas cosas a las que (es decir, posee la misma ((esencia que»)
hemos llamado tigres. (Respecto de esto hay algunas cuestiones que
me gustarla señalar. La primera es: ¿qué ocurre cuando los ejemplos
originales son hetereogéneos, es decir, originados por la mezcla de
varias clases naturales. Otra es la de cómo se determina el nivel de
clasificación. Los tigres son representativos de los felinos, animales,
y de los objetos fisicos tanto como de los propios tigres. Wittgens-
tein se preguntaba cómo podíamos describir el color de un vaso, y
buena parte de lo que atañe a esta pregunta concierne, asimismo, a
cómo se determina la ((tigreidad)) de los tigres. Un repertorio de ob-
jetos que no fuesen tigres podría ayudamos a resolver tal cuestión.
Pueden emplearse términos supraordinados en las definiciones os-
tensivas; podríamos así decir ((el azul es el COLOR de este vasal), ((Un
tigre es un ANIMAL como éste)). Y esto nos' plantea una nueva pre-
gunta de interés, a saber, la de si tales definiciones confirman el ca-
rácter analítico de Blue is a color ["el azul es un color'1 y de A tiger
is an animal ["Un tigre es un animalj.)
Esta propuesta acerca de cómo puede ser determinada la exten-
sión potencialmente infinita de tiger es, evidentemente, una propuesta
radical, pues supone que la competencia lingüistica de un hablante
NO interviene para nada en la determinación de la extensión de una
palabra. Aquello que determina la extensión de una palabra no es sino
una determinada conexión causal entre el uso de la palabra y las cosas
a las que ésta se les asigna, junto con ciertas leyes definidoras
de qué otras cosas pertenecen a la misma clase. Como el mismo Putman
puntualiza, el significado no se encuentra en el cerebro, ni determina la
extensión. Evidentemente, yo puedo poseer en mi cerebro un concepto
(o ((estereotipo))) de tigre, pero éste puede guardar una relación muy
pequeña con la clase de los tigres; son los hechos, no mis este-
reotipos ni mis creencias los que determinan lo que es realmente un
tigre. (Repárese en que esto va más allá de la observación común
de que mi conocimiento del significado de tiger no garantiza que sea
capaz de RECONOCER a todos y cada uno de los tigres como tales.)
La teoria causal nos proporciona una explicación casi inmediata
de la observación de que nosotros podemos decidir con mayor fir-
meza acerca de los casos centrales de la extensión de una palabra
que acerca de los casos periféricos. (Cfr. Berlin y Kay, 1969, y Hei-
der, 1971, 1973, para un estudio de la psicología de los términos de
los colores.) El concepto tradicional del significado como aquello
que determina la extensión de una palabra resulta mucho más ade-
cuado cuando las extensiones de los términos poseen límites claros.
Si el significado de una palabra puede definirse como un conjunto
de propiedades, entonces todo aquello que posea tales propiedades

300
formará parte de la extensión de la palabra, y todo aquello que no
las posea no formará parte de dicha extensión. Un tratamiento es-
pecial se precisa para los conceptos borrosos. A estos se les puede
asignar un racimo de criterios de ponderación; algunos de estos cri-
terios, como ocurre en el tratamiento de Lalcoff, pueden ser conti-
nuos -cuanto más posea algo una determinada propiedad, más se
aproximará a los casos representativos de la extensión de una pala-
bra. Este análisis resulta a menudo excesivamente complicado. La
teoría causal nos ofrece una solución más simple. Lo ((borroso.) de
la extensión de una palabra puede reflejar únicamente nuestra igno-
rancia actual (ignorancia que el progreso cientifico puede subsanar)
acerca de cuáles cosas son de la misma clase que aquellos ejemplares
a los que originalmente se les asignó esta palabra cuando fue creada
o cuando se transmitió a nuevos"hablantes en el periodo de su apren-
dizaje lingüístico. La oración A penguin is a bird ("Un pingüino es
un pájaro''), sería así, en principio, verdadera (si los zoólogos actua-
les pueden ser contradichos), incluso aunque algunos hablantes de
inglés no puedan tenerla por cierta. La afirmación de Lakoff de que
dicha oración es tan sólo parcialmente verdadera parece descansar
en la suposición de que la palabra bird se aplica EN EFECTO a todo
aquello que un hablante competente de inglés CREE que debe serie
aplicada, y de que sus criterios acerca de qué sea la ((pajaridad)) pue-
den ser muchos y vagos, los cuales pueden ser satisfechos en mayor
o menor grado.
¿Exageraría la teoría causal las cosas hasta el extremo de afir-
mar que los referentes de los nombres comunes son clases naturales
genuinas? Una visión realista de lo que es una lengua natural nos
obliga a reconocer que la gente normal puede emplear a menudo la
palabra bird sin considerar a los pingüinos como tales, o la palabra
fish ("pez'') para referirse a las ballenas. ¿Hasta qué punto debe im-
portarnos realmente en nuestras conversaciones cotidianas si las pa-
labras que empleamos violan las clasificaciones naturales?
El análisis de las clases naturales ha sido defendido para los nom-
bres que denotan plantas y especies animales, elementos químicos y
compuestos químicos, etc. Y puede ser adoptado para el análisis de
ciertos verbos, de determinados adjetivos y de otras partes de la ora-
ción. [Por ejemplo, cough ("toser"), choke ("ahogar''), sneeze ("es-
tornudar''), hiccup ("tener hipo''); acidic ("ácido''), magnetic ("mag-
nético"), radioactive ("radioactivo''), etc.] En estos casos, la inten-
ción de los hablantes del inglés SERÁ, tal vez, la de distinguir clases
naturales genuinas de objetos o acciones, aún a pesar de nuestro des-
conocimiento acerca de dónde se hallan los limites de estas clases.
En otras palabras: parece una cuestión de hecho que, cuando EXIS-
TE una clase natural a la que podemos referirnos, nuestra intuición

301
implicita es la de que la palabra que utilizamos para referimos a ella
nos permite distinguir dicha clase de las restantes. Es claro que exis-
te cierta tendencia a ajustar el empleo de una palabra como frsh a
los descubrimientos empíricos concernientes a los peces y a las ba-
llenas. En un mundo que depara cada vez mayor atención al cono-
cimiento científico, dicha actitud parece estar enteramente justifica-
da. Pero las lenguas naturales -o tal vez sea mejor decir los miem-
bros de ·una comunidad lingüistica-, poseen cierta libertad al res-
pecto. Incluso cuando existe una clase natural en perspectiva, pode-
mos intentar (como tal vez lo hacemos con relación a bird, en cierto
sentido) distinguir una clase de referentes que contradiga las clasifi-
caciones establecidas por la física o la genética. Y existen muchas pa-
labras de las que no podemos esperar que lleguen a referirse a clases
naturales físicas. La palabra chair ("silla'') no podrá asignarse pre-
sumiblemente nunca a una clase físicamente definible; la FUNCIÓN
de las sillas es mucho más importante que su composición física. In-
cluso para una palabra como telephone ("teléfono'') podemos con-
venir que dos botes de café unidos entre sí por medio de un cordón
nos dice más acerca de lo que es un teléfono que el hecho de que
sea un sistema público de comunicación.
Que la teoría causal permita describir adecuadamente todas y
cada una de las clases de piezas léxicas que existen en las lenguas
naturales, depende de las respuestas que ésta dé a cierto número de
interrogantes. ¿Debe CADA palabra distinguir una clase, esto es, un
conjunto de referentes que poseen una misma esencia? Si la respues-
ta es sí, precisaremos entonces conocer cuántas diferentes clases exis-
ten y qué son éstas. Ya hemos señalado que si solamente hablára-
mos de clases físicas, una gran cantidad de palabras muy usuales de-
berían rechazarse por «defectuosas». Los principios que aúnan las ex-
tensiones de las palabras aluden, entre otras cosas, a la semejanza de
función de éstas (como ocurre, por ejemplo, en el caso de chair), a la
semejanza de efecto estético (como, por ejemplo, ocurre en el caso de
palabras como beautiful ["hermoso"]), a su semejanza de papeles (como,
por ejemplo, ocurre con las palabras como nurse ["niñera'1), etc.
Otra cuestión importante que hemos de resolver es la de si pue-
den existir clases naturales «de limites borrosos». Dejando a un lado
lo dicho acerca de la palabra bird, podemos afirmar que existen pa-
labras que son INHERENTEMENTE «borrosas», como la palabra bald
("calvo''), como muestra la vieja paradoja siguiente: un hombre sin
pelo es un hombre calvo; un hombre con tan s610 un poco más de
pelo que un calvo, es, asimismo, un hombre calvo, por tanto, todos
los hombres son calvos. Aun ciertas palabras que parecen ser térmi-
nos de clases naturales, podrían convertirse en palabras «borrosas»
en cuanto cambiasen nuestros conocimientos actuales. Supongamos

302
que, en contra de nuestras creencias presentes, pudiera existir una
clase intermedia de animales entre la clase de los tigres y la clase de
los leopardos. Ante esta eventualidad, tendríamos que llegar a la con-
clusi6n de que la palabra tiger, estrictamente hablando, no posee ex-
tensi6n alguna. Si fuera así, sobre los estereotipos asociados a las pa-
labras recaería el peso de la explicaci6n del c6mo podemos comuni-
carnos empleando palabras como éstas, cuando esta comunicaci6n
no parece diferenciarse en nada de la comunicaci6n que realizamos
con palabras «(DO defectuosas».
Hasta que no sepamos más acerca de las clases y de las esencias,
las implicaciones que tendría la adopci6n de la teoría causal para la
descripci6n del vocabulario de una lengua natural no resultarán en-
teramente claras. Los lingüistas pueden percibir ciertas afirmaciones
de carácter prescriptivo en dicha teoría, pudiendo encontrar, por tan-
to, demasiado rígido aceptar que existen limites en las intuiciones de
los miembros de una comunidad lingüística a la hora de determinar
éstos las extensiones de las palabras que emplean, o que las intui-
ciones relativas a estas extensiones son falibles. Si fuese así, nos en-
contraríamos con ciertas transigencias ante las aproximaciones más
tradicionales al significado de la palabra. Los ejemplares del mundo
real pueden servirnos para asignar palabras a las cosas, pero éstos
no podrían combinarse con las entradas de diccionario de modo muy
distinto al propuesto por las gramáticas tradicionales en términos de
propiedades. Tal vez algo es un vaso precisamente en el caso de que
sea lo suficientemente parecido a un vaso estándar en la forma, el
tamaño, su funcionalidad, etc. Estas propiedades podrían especifi-
carse en la entrada léxica correspondiente a vase ("vaso"), siendo su
única funci6n la de definir los rasgos generales de semejanza con la
muestra. Dicha muestra nos proporcionaría los puntos de referen-
cia, en términos análogos a como lo hace el diccionario cuando in-
cluye fotografías o dibujos de un ejemplar típico de la clase de ob-
jetos a los que se refieren las palabras para complementar las defi-
niciones lexicográficas. Esta pequeña modificaci6n de la noci6n lin-
güística tradicional de definici6n nos permitiría explicar el Impacto
que poseen definiciones claramente inadecuadas, tales como la defi-
nici6n de chair como «algo con un asiento, patas, un respaldo ... »
(cfr. apartado 5.1). Por cuanto que, aunque dicha definici6n no pue-
de considerarse como una descripción de las propiedades analíticas
de TODAS las sillas, no resulta del todo inapropiada como caracte-
rización verbal de las sillas TíPICAS ( o estereotipadas) l.

I En Putnam (1975), se propone un cambio de formato para las primeras entra-


das de diccionario propuestas por Katz y Fodor. En este nuevo formato, el signifi-
cado de una palabra es representado por medio de uno o dos marcadores semftnticos,

303
Tal vez sea apropiado en este punto de la exposici6n recordar
que las lenguas naturales contienen ciertas palabras (aunque tal vez
no sean demasiadas) como bache/or ("soltero'') o quotient ("cocien-
te"), las cuales se aprenden, no por ostensi6n sino por las definicio-
nes verbales que avalan el análisis componencial del significado. Es-
tas palabras pueden ser enteramente distintas de los términos de cla-
ses naturales; también podemos decir que se encuentran en el extre-
mo opuesto a tiger y otras palabras como ésta, y que existe todo un
amplio repertorio de palabras entre ambos extremos cuyas extensio-
nes están constreñidas por determinadas propiedades analíticas. Esto
puede decirse de palabras como require ("exigir"), y permit ("permi-
tir") (cfr. apartado 5.1) que parecen contraer ciertas conexiones ana-
liticas del tipo de las que podemos expresar por medio de postula-
dos de significaci6n. Además, como muchos. de los ejemplos del ca-
pítulo segundo de este libro ilustran, existe una llamativa diferencia
entre significado y extensi6n por lo que respecta a sintagmas y ora-
ciones, incluso si unos y otras se desdibujan en el nivel correspon-
diente a la palabra en un grado mayor al supuesto. El trabajo de
Stampe suscita la pregunta de c6mo podemos proporcionar repre-
sentaciones semilnticas diferentes a oraciones no sin6nimas (como,
por ejemplo, 1 saw a tiger ["vi un tigre'1 y 1 saw a toenail ["vi una
uña del dedo de un pie'1), si a las palabras que éstas contienen se
les asigna una extensi6n, pero no nada que pueda considerarse un
singificado.
Ante los ataques de los escépticos a los conceptos de significado,
es comprensible que los lingüistas se hayan preocupado de forma es-
pecial en la labor de mostrar que el significado no puede ser igno-
rado en la descripci6n de las lenguas -esto es, de dar cuenta del he-
cho de que existan expresiones sin6nimas, oraciones analíticas, im-
plicaciones semilnticas entre oraciones, etc. A todos estos conceptos
se les ha asignado ahora un lugar en dicha descripci6n. Pero puede
que los hayamos circunscrito demasiado en nuestro deseo de preci-
sar relaciones analíticas para la caracterizaci6n del significado en to-

siendo los distinguidores que la entrada contenga los que proporcionan una descrip-
ci6n detallada del referente de la palabra de que se trate. Como se recordará (véase
apartado 5.1), buena parte de la informaci6n contenida en los primeros distinguido-
res propuestos por Katz ha sido, posteriormente, extralda de los mismos y represen-
tada por medio de marcadores semánticos. Esto se juzg6 necesario porque, según
Katz, las propiedades especificadas en las entradas léxicas deben ser propiedades ana-
llticas de sus correspondientes palabras, y han de ser totalmente explicitadas, de ma-
nera que puedan servir de base para las definiciones de la teoría de sinonimia, ano-
malia, implicaci6n, etc. Para Putnam, en cambio, las propiedades especificadas por
medio de marcadores semánticos y distinguidores no deberían ser anallticas, sino que
deberían definir únicamente los estereotipos asociados a las palabras.

304
dos los niveles, y atribuyendo al significado de las palabras la clase
de estructura interna característica de los sintagmas. Tal vez más ade-
lante, podamos dedicar una mayor atenci6n al análisis de las pro-
piedades especificas de los términos de clases naturales, y podamos
comprobar que dichas propiedades no son tan específicas, después
de todo, sino que se nos revelan en cualquier punto de una lengua
natural.

305
Bibliografía
Se recogen a continuaci6n los libros, monografias y artfculos a los que
se ha hecho referencia a lo largo del texto. Puede completarse la relaci6n
de titulos que sigue consultando Hofmann (1974) y Partee, Sabsay y Soper
(1971), [asf como W. Terrence Gordon (1980). Los análisis desarrollados a
lo largo de este libro pueden ser completados asimismo con la lectura de
F. Dubois-Charlier y M. Galmiche (1972), M. Galmiche (1975), M. Ronat,
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