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MANEJO DEL ESTRÉS POLICIAL

Mg. Daniel Venturini


Lic. Daniel Cebreros

SEGURIDAD CIUDADANA
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
UNIVERSIDAD DEL ACONCAGUA
MENDOZA, 2011.
INTRODUCCIÓN

El trabajo de policía ha sido citado en la literatura como una ocupación


inherentemente estresante (Cooper, Davidson y Robinson, 1982; Kroes, 1985;
Reese, 1986) e incluso algunos investigadores (Axelbred y Valle, 1981) sugieren
que los niveles de estrés experimentados por los policías son comparativamente
superiores a los de la mayoría de las profesiones.
Las tareas de la profesión policial se basan fundamentalmente en
actividades de carácter interpersonal. Goldstein y cols (1979) señalan que un
oficial típico dedica solo entre 10% y 20% de su tiempo a la aprehensión de
criminales. El tiempo mayoritario restante se emplea en una serie de actividades
sociales, no criminales, que incluyen intervenciones en la resolución de disputas
familiares, conflictos sociales, asistencia a personas intoxicadas, rescate de víctima
de accidentes, evitación de intentos de suicidio, auxilio de personas con trastornos
diversos, entre otras.
Las primeras dependen fundamentalmente de la formación en habilidades
castrenses. Las segundas, en cambio, requieren de una serie capacidades
relacionales vinculadas estrechamente al manejo psicológico eficaz. Ambas
actividades resultan, de igual modo, altamente estresantes. Esto implica que la
formación del personal policial debería contar con herramientas adecuadas para
ambas funciones.
Sobre la temática el especialista español en seguridad de la localidad de
Huelva, Juan Damián Delgado Pérez (2009), refiere: "Como es bien sabido, gracias
a las distintas publicaciones, medios de comunicación y artículos de prensa que
podemos leer diariamente, los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad y
en concreto el colectivo de la policía local, son “una de las instituciones sociales
menos estudiadas” (Torrente, 1992), considerándose su profesión,
“inherentemente estresante” (Goiria, J. y otros 2003)."

CONCEPTO DE ESTRÉS
El estrés no constituye un concepto nuevo, según Cofer y Appley (1964) el
mismo surge como una apropiación de un campo previamente compartido por
otros conceptos como ansiedad, conflicto, frustración, trauma, alienación,
alteración emocional y anomía.
Cannon (1932) considero al estrés como una perturbación de la
homeostasis de los organismos ante situaciones de frío, falta de oxígeno, descenso
de la glucemia, etc.
Hans Selye (1936) define al estrés como la respuesta no específica del
organismo a toda demanda que se le haga. Está respuesta consiste en un conjunto
coordinado de reacciones fisiológicas ante cualquier forma de estímulo nocivo,
incluyendo la amenazas psicológicas a las cuales llama Síndrome General de
Adaptación (SGA).
Podemos agregar a esta definición que la mencionada respuesta es de
carácter multidimensional y que abarca tanto aspectos fisiológicos - emocionales,
conductuales, interpersonales y cognitivos, que se dan como resultado de un
proceso adaptativo.
El término estrés se aplica generalmente a las presiones que las personas
tienen en su vida diaria. Se manifiesta como una descarga en nuestro organismo
producto de la forma en que el individuo percibe la realidad y cuya intensidad y
duración variará de una persona a otra y tendrá mayores o menores repercusiones
de acuerdo al estado psicofísico y la historia genética de cada persona.
En este proceso se involucran casi todos los órganos y sistemas del cuerpo.
Por ello, podemos afirmar hoy en día, que el estrés es la raíz común de numerosas
enfermedades y afecciones, tanto físicas como psicológicas, entre ellas las
cardiovasculares, respiratorias, digestivas, neurológicas, inmunológicas,
endocrinas, sexuales, etc., que disminuyen notablemente la calidad de vida y
eficiencia individual y una vez instaladas deterioran el bienestar y salud integral de
la persona.
Sintetizando podríamos decir que el estrés es la respuesta psicológica,
fisiológica y de comportamiento de un sujeto que busca adaptarse y reajustarse a
presiones tanto internas como externas. La misma se da frente a un estímulo que
llamamos agente estresante, al cual podemos definir como un hecho, situación,
persona u objeto percibidos como demandantes que amenazan la seguridad o
integridad del individuo desencadenando la respuesta anteriormente descripta.
Los agentes estresantes pueden ser de diversa naturaleza, tanto física como
psíquica. Entre los primeros podemos mencionar: el ruido, la polución, la
alimentación y los cambios de temperatura. Entre los psicológicos: estímulos de
carácter social, laboral, familiar, de pareja, o de comportamiento, incluyendo la
frustración, la ansiedad y la sobrecarga. Cómo así también, la anticipación y la
imaginación de situaciones potenciales actúan como un potente factor
desencadenante de la reacción de estrés.
Es importante señalar que el estrés constituye un concepto genérico para
referirse a la respuesta global de activación. La misma puede ser favorable a la
adaptación del organismo y sintónica con la percepción de su relación con el
entorno, en este caso, la llamamos eutrés. En cambio, cuando está activación
resulta desfavorable al organismo generándole un estado de malestar llamado
egodistonía, decimos que constituye un estado de distrés.

FASES DE LA RESPUESTA DE ESTRÉS.


El estrés posee tres fases. La primera fase consiste en una reacción de
alarma, en la cual todas la facultades del organismo se encuentran en un estado
de movilización general, pero sin que ningún sistema orgánico en particular se
encuentre implicado.
La segunda se refiere a la persistencia del agente estresor durante un
período suficientemente largo de tiempo que requiera que el organismo se habitúe
al mismo. Podemos llamar a esta fase de adaptación o resistencia. El objetivo
de esta se orienta a suprimir el mencionado agente.
Si el intento fracasara y el estrés se mantiene, el organismo entra en la
tercer fase llamada de agotamiento. Dado que la energía del organismo es
limitada, una vez ultimada, el organismo se desajusta.
FUNCIÓN ADAPTATIVA DEL ESTRÉS
El Dr. Lopéz Rosetti (2005), cardiólogo argentino especialista en estrés,
señala en su libro "Estrés, epidemia del siglo XXI" que: "El estrés es algo
básicamente útil y bueno. Sirve para alertarnos, defendernos, nos prepara para
enfrentar una situación en defensa de nuestra integridad" (pág. 16)
Llevó millones de años de evolución que los organismos desarrollaran un
mecanismo innato que les advirtiera sobre la presencia de alguna potencial
amenaza, es decir de un agente estresor. Esta alarma emocional le permite al
organismo prepararse para enfrentar esta situación ya sea luchando contra ella o
huyendo. En ambos casos el objetivo es el mismo: la supervivencia.
La respuesta estrés se inicia a través de la percepción. Los órganos
perceptivos (oído, vista, gusto, tacto y olfato) tienen por objetivo fundamental el
captar y diferenciar información proveniente del medio, y así, permitirle al
organismo reconocer qué elementos del medio pueden ser útiles o no para su
supervivencia.
No obstante, la percepción sólo cubre la primera parte del problema, dado
que los órganos de los sentidos sólo pueden captar datos o información en bruto y
por este motivo que, el procesamiento, decodificación y clasificación se realiza a
través de otros mecanismos. V.J. Wukmir1 (1967) planteó que tales mecanismos
son las emociones.
Las emociones son impulsos que llevan al individuo a la acción, constituyen
programas de reacción automática dotados por la evolución. Etimológicamente
hablando "la palabra emoción proviene del verbo latino movere (que significa
«moverse») más el prefijo «e», significando algo así como «movimiento hacia» y
sugiriendo, de ese modo, que en toda emoción hay implícita una tendencia a la
acción.” (Goleman, 2000, pág. 24)
La emoción es la respuesta inmediata del organismo que le informa del
grado de favorabilidad de un estímulo o situación. Si la situación le parece
favorecer su supervivencia, experimenta una emoción positiva (alegría,
satisfacción, deseo, paz, etc.) y si no, experimenta una emoción negativa (tristeza,
desilusión, pena, angustia, etc.). De esta forma, los organismos vivos utilizan las
emociones como mecanismo para orientarse en su ambiente, análogo al
funcionamiento de una brújula, buscaran aquellas situaciones que son favorables
para su supervivencia y tomando distancia de aquellas que resulten desfavorables
o negativas.
Las emociones, entre las que encontramos al estrés, esencialmente son
predisposiciones a la acción, que señalan un camino o dirección filogenéticamente

1
Wukmir, V.J. (1967). Emoción y Sufrimiento. Endoantropología elemental. Ed. Labor. Barcelona.
configurado que le va a permitir al organismo adaptarse a su entorno, pero que
será matizado y modulado por el pensamiento.

EVOLUCIÓN BIOLÓGICA DE LA RESPUESTA DE ESTRÉS.


Según afirman los biólogos evolucionistas, el estrés como reacción
automática, termino por inscribirse en el sistema nervioso porque sirvió para
garantizar la vida durante un periodo largo y decisivo de la historia humana.
La forma en que evolucionó el cerebro humano permite entender la función
del estrés en la adaptación del organismo.
Para comenzar podemos señalar que las diferentes investigaciones sobre la
evolución del cerebro, han demostrado que a lo largo de millones de años de
evolución el sistema nervioso fue creciendo de abajo hacia arriba, concluyendo que
los centros superiores constituyen derivaciones de los centros inferiores más
antiguos.
La región más primitiva e inferior del cerebro humano es el tallo encefálico,
regula las funciones vitales básicas: respiración, metabolismo, reacciones y
movimientos automáticos. No es susceptible de ser modificada y no está
supeditada a la razón, se trata de un conjunto de reguladores programados para
mantener el funcionamiento del cuerpo y asegurar la supervivencia del individuo.
A medida que la historia evolutiva continúa, unos millones de años más
tarde, emergen los centros emocionales radicados en el sistema límbico, que
sentarían la base para el desarrollo del neocórtex (cerebro pensante). Estos
estratos rodearon al tallo encefálico en forma de rosca, a esta parte del cerebro se
le denominó sistema «límbico», término derivado del latín «limbus», que significa
«anillo». Este nuevo centro neurológico agregó respuestas emocionales al
repertorio cerebral.
Luego, la evolución del sistema límbico puso a punto dos poderosas
herramientas: el aprendizaje y la memoria. Estas nuevas herramientas permitieron
superar las reacciones automáticas predeterminadas, adaptando las respuestas del
organismo a las exigencias del medio, lo que favoreció el logro de decisiones más
precisas y adecuadas para la supervivencia.
Recién al final de este trayecto, aproximadamente hace unos cien millones
de años, se produce el último gran salto evolutivo del cerebro, lo que supuso un
extraordinario avance en el desarrollo del intelecto. Sobre el delgado córtex se
asentaron nuevos estratos de células cerebrales, lo que determinó el nacimiento
del “neocórtex”, región encargada de la planificación, la compresión de los
sentimientos y la coordinación de los movimientos.
El neocórtex de los seres humanos, es la estructura donde se localiza el
pensamiento racional y los centros que integran y procesan los datos registrados
por los sentidos. La supervivencia de nuestra especie debe mucho al talento del
neocórtex para la estrategia, la planificación a largo plazo y otras estrategias
mentales, y de él proceden los exponentes más relevantes de nuestro mundo: el
arte, la civilización y la cultura.
Este nuevo estrato cerebral permitió comenzar a matizar la vida emocional,
permitiendo la modulación de las descargas del sistema límbico, un aumento de la
sutileza y la complejidad de la vida emocional como, por ejemplo, tener
sentimientos sobre nuestros sentimientos. Esto se debe a que el número de
interconexiones existentes entre el sistema límbico y el neocórtex es infinitamente
superior en los seres humanos, en comparación con el resto de la especies; lo que
explica por qué el ser humano es capaz de desplegar un abanico tan amplio de
reacciones —y de matices— ante las emociones.
A modo de conclusión, esta región emocional es el sustrato que permitió el
crecimiento y el desarrollo del cerebro pensante. Está estrechamente vinculada con
él por miles de circuitos neuronales y, su mayor poder radica en la capacidad de
influir en el funcionamiento global del sistema nervioso.

NEOCORTEX

DATOS
SISTEMA LIMBICO
5
SENTIDOS
TALLO CEREBRAL
CIRCUITO DEL ESTRÉS
El estrés se desencadena como una reacción ante la posibilidad de peligro,
real o imaginario, por lo tanto, la reacción se produce cuando los sentidos perciben
o el sujeto cree que ha percibido un peligro — un ruido imprevisto, una imagen de
miedo, una sensación desagradable o una idea fugaz —. Como señala el Dr. López
Rosetti: “…la mente trabaja con percepciones. Una percepción es una idea,
representación, sensación o conocimiento que tenemos de las cosas. Esa
percepción puede surgir de un acontecimiento que vemos con nuestros ojos en el
mundo material, o puede nacer en lo más profundo de nuestra mente, o bien ser
una mezcla de ambos. Si es real o no, en verdad no tiene importancia: si lo
percibimos como real, lo es para nuestra mente. De hecho, la realidad es lo más
difícil de percibir. Aquí se aplica aquello de que "las cosas son según el color del
cristal con que se mira"…” (2005, pág. 31)
Este punto es fundamental para comprender la psicología de la respuesta de
estrés. Si a partir de la interpretación y evaluación de los acontecimientos, el
sujeto concluye que algo o alguien representa una amenaza para sus intereses, la
mente emocional (amígdala) no se detendrá a reparar sobre ello, el creerlo así es
suficiente como para considerarlo un peligro y desencadenar toda la secuencia de
la respuesta de estrés, caracterizado por la lucha o huída. Dicha información puede
tomar dos caminos diferentes a través del cerebro:

a. Circuito Corto:
El cerebro activa automáticamente un dispositivo de emergencia, la
amígdala. Una vez activada, ésta envía el equivalente a un mensaje que alerta a
todas las otras estructuras cerebrales. El resultado es la reacción de estrés
propiamente dicha: sudoración en las manos, taquicardia, aumento de la presión
sanguínea y una descarga de adrenalina y noradrenalina . Este proceso se produce
en ausencia de conciencia. Antes de que el sujeto sepa que está estresado,
primero lo experimenta.
b. Circuito Largo:
Algunas informaciones sensoriales, en vez de viajar directamente hacia la
amígdala, toman un camino más circular, deteniéndose primero en el tálamo -el
centro que elabora los síntomas sensoriales- y después en la corteza -la capa
externa de las células cerebrales-. La corteza analiza los datos tal como entran a
través de los sentidos y decide si requieren una respuesta de estrés. Si es así, la
corteza envía una señal a la amígdala y el cuerpo es alertado.
En la reacción somática ante la alarma, todos los órganos y sistemas de
nuestro cuerpo se ponen en guardia para enfrentar la situación. Por lo tanto, la
amígdala alerta al cerebro, principalmente al hipotálamo, que es la parte del
cerebro —encéfalo— que comunica y dirige numerosas funciones de nuestro
cuerpo, algo así como el punto de unión entre la mente y el cuerpo. Esta región
cerebral recibe órdenes o instrucciones provenientes del sistema límbico (sobre
todo de la amígdala) y del neocórtex— y las cuales producen una serie de cambios
marcados en diferentes regiones del cuerpo. Estos cambios se producen a través
del Sistema Nervioso Autónomo (SNA).

ESTRES Y SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO


El sistema nervioso autónomo o sistema neurovegetativo, posee la
característica distintiva de ser un sistema que no se halla sometido a la voluntad
de los procesos conscientes, sino que, es independiente del control del sujeto. Está
dividido en dos porciones: el sistema simpático y el parasimpático.
El sistema simpático alcanza, a través de numerosos nervios, a todos los
órganos, cuando este sistema se activa, produce un estímulo sobre los órganos y
sus funciones. Éste es el sistema que se activa en la respuesta de estrés y permite
la liberación de energía y que prepara al sujeto para emitir la respuesta de
lucha/ataque o huída/fuga.
Los órganos implicados en la respuesta de ataque o fuga son los siguientes:
• Sistema Cardiovascular: Cuando el corazón es estimulado por el
sistema simpático, aumenta la frecuencia cardiaca (taquicardia). Este hecho se
produce con el objetivo de oxigenar los órganos implicados en la respuesta
eventual de ataque o la fuga. Asimismo, se eleva la presión arterial, porque la
estimulación simpática produce vasoconstricción y esto genera el aumento de la
presión arterial. Por otro lado, disminuye la circulación sanguínea en la piel,
originando palidez y permitiendo que esa sangre sea derivada y utilizada en
aquellos órganos que la necesitan más ante una alarma o estrés, como los
músculos, el corazón o el cerebro. Asimismo, si durante una lucha resultásemos
lastimados, sangraríamos menos, ya que la piel contendría relativamente poca
sangre.
• Musculatura: Los músculos se tensionan para contraerse con mayor
fuerza y aumentan la resistencia de nuestro cuerpo ante los traumatismos.
• Pulmones: Se produce una broncodilatación, lo que permite un
aumento del ingreso de oxígeno a los pulmones en cada inspiración, acrecentando
el nivel oxígeno en sangre.
• Hígado: El estímulo de los nervios simpáticos actúa sobre el hígado,
que produce y libera glucosa (azúcar) en la sangre, lo que es necesario para la
contracción muscular y el funcionamiento del cerebro.
• Ojos: Se produce la dilatación de las pupilas (midriasis), lo que
permite mayor entrada de luz, agudizando la visión.
• Glándulas sudoríparas: Provoca un estímulo de las glándulas
sudoríparas, aumentando la transpiración de la piel, particularmente de las axilas y
de las manos.
• Sistema Digestivo: Produce una disminución de su actividad. Lo que
conduce a un ahorro de la sangre y de la energía, lo que será utilizada por
aquellos órganos que van a actuar en la respuesta de ataque o fuga.
• Riñones: Asimismo, el sistema simpático estimula a la médula de las
glándulas suprarrenales, que se encuentran sobre ambos riñones. La estimulación
de la parte medular o central de estas glándulas libera adrenalina y noradrenalina
al torrente sanguíneo. Esta hormona produce estimulación al llegar a todos los
órganos, reforzando así el efecto del sistema simpático sobre el corazón, los
pulmones o el hígado, por ejemplo.
Por el otro lado, el sistema parasimpático envía nervios o cables a todos los
órganos alcanzados por el simpático, pero tiene un efecto inverso, es decir, inhibe
convirtiéndose en un ahorrador de energía. De ese modo disminuye la frecuencia
cardíaca —bradicardia—, relajará los músculos en general y producirá contracción
de los bronquios, entre otras acciones.

EL ESTRES

▪ Es una predisposición de respuesta innata y automática.


▪ Determina una serie de cambios tanto fisiológicos como psicológicos.
▪ Surge como intento adaptativo del comportamiento tendiente a la supervivencia.
▪ La estructura cerebral que lo sustenta es la amígdala (sistema límbico), la cual gatilla los
cambios fisiológicos característicos.
▪ La estructura cerebral que lo contrarresta y modula es el lóbulo prefrontal izquierdo, que
corresponde a las funciones cognitivas de facilitación y/o inhibición del sistema emocional.
▪ La emoción puede activarse por dos vías o circuitos: circuito corto o circuito largo.

AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS


Richard Lazarus, psicólogo estadounidense, en su modelo cognitivo del
estrés planteo en 1966 en su libro Phychological Stress and Coping Process, que
no todas las personas son alarmables por igual, ya que lo estímulos se cargan de
valor simbólico para suscitar respuestas fisiológicas específicas. Esta función se
asienta en el neocortex, estructura cerebral del SNC, encargada de dotar de valor
simbólico a los estímulos o situaciones experimentadas por el individuo.
Este modelo cognitivo se centra en tres clases de procesos: de evaluación,
procesos automáticos y procesos de esfuerzo.
Los procesos de evaluación se refieren a la percepción de la persona acerca
del grado de dificultad de la amenaza, de sus recursos para enfrentarla y de la
comparación entre ambas. Por lo tanto, operan con información que procede del
exterior -ambiente- como de sí mismo.
Los procesos automáticos dependen del estilo cognitivo, es decir, de la
forma particular de cada individuo para procesar la información y de las conductas
automatizadas por los aprendizajes.
Los procesos de esfuerzo se refieren a la participación activa del individuo
con el objetivo de superar los desafíos y obstáculos que le impiden la adaptación.
Este modelo, ya que constituye un marco explicativo, cognitivo, porque se
refiere a una serie de procesos evaluativos que determinan las interacciones entre
el individuo y su entorno. Estas relaciones van a implicar la forma en que el
individuo maneje las demandas del ambiente en función de que las evalúe como
estresantes y las emociones que ellas generen.
La consideración de estresante a la situación dependerá de que la persona
evalúe que las demandas del ambiente superen sus recursos.

AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS


El conjunto de esfuerzos tanto cognitivos (pensamientos, ideas,
razonamientos y creencias) como conductuales (acciones y comportamientos), que
utiliza el individuo para enfrentar los desafíos del entorno se denominan
estrategias de afrontamiento. Las cuales, a su vez, se pueden subdividir en activas
o pasivas según se orienten al foco del problema o alejen del mismo,
respectivamente.
Lazarus identifica combinando estas variables un total de ocho estrategias a
saber:

El análisis lógico consiste en la búsqueda de las causas y posibles soluciones


de la situación amenazante.
La reevaluación positiva consiste en la búsqueda de los aspectos favorables
en relación con la situación a enfrentar.
La evitación cognitiva se refiere a la tendencia a no pensar en forma realista
la situación problemática.
La aceptación resignada se basa una actitud pasiva o de rendición frente a
la situación sin intento alguno de cambio.
La solución de problemas consiste en una acción directa de erradicar la
situación amenazante.
En el caso de que la persona no posea la capacidad para resolver la
situación por sí mismo y trate de encontrar estos recursos en el entorno, se
denomina a esta estrategia como búsqueda de apoyo.
Cuando la persona utiliza emociones negativas (reacciones de ira, llanto,
tristeza) para disminuir la tensión del desafío que lo aqueja, se denomina a esta
estrategia como descarga emocional.
La gratificación alternativa se refiere a la búsqueda de una fuente de placer
o satisfacción ajena a la situación amenazante, como una forma paliativa enfrentar
el problema.
Si bien todas las estrategias pueden resultar en ocasiones adaptativas, en
general tienden a ser las de carácter activo más eficaces, independientemente de
que sean cognitivas o conductuales. Ya que dada su orientación a la fuente que
origina el problema e intentar su eliminación o desaparición permiten que la
solución sea definitiva o mucho más estable. Esto es lo que se conoce como
reacción de lucha.
En cambio las de carácter pasivo son conocidas como reacción de huida, ya
que al evitar la situación o paralizarse frente a ella impiden superar la situación
amenazante. Por lo tanto, tienden a ser un alivio emocional paliativo de transitoria
duración.

ANALOGÍA DEL BALANCÍN

A: Un buen equilibrio entre las demandas y los recursos implica


ausencia de estrés o una cantidad modesta del mismo

B: Un desequilibrio entre las demandas y los recursos, en donde los


últimos son mayores implica ausencia de desafío.
C: Un desequilibrio entre las demandas y los recursos, en donde las
demandas son mayores implica un alto nivel de estrés.

VARIABLES SITUACIONALES ESTRESANTES


El Dr. Roberto Kertesz especialista argentino, en su libro el "Manejo del
Estrés" (1982), identifica una serie de variables a los que de acuerdo a su
presencia o ausencia, mayor o menor duración o intensidad, los ubica en dos
categorías denominadas como normativa y catastrófica. Las mismas se
aproximarían a los criterios de eustrés o distrés respectivamente.
Estas variables nos permiten analizar de manera detallada las características
de la situación estresante y su impacto sobre el individuo.

CARACTERISTICAS NORMATIVOS CATASTROFICOS


1. Tiempo para prepararse Suficiente Escaso o nulo
2. Experiencia Previa Considerable Ninguna
3. Fuentes de Información Abundantes Escasas a nulas
4. Experiencia por otros Universal Poco frecuente
5. Duración de la situación Escasa o breve Prolongada
6. Capacidad de control Alta Baja
7. Desvalimiento Bajo Alto
8. Sentimiento de pérdida Moderado Elevado
9. Sentimiento de destrucción Moderado o nulo Elevado
10. Peligrosidad Leve o inexistente Elevada
11. Daño emocional Leve o moderado Severo
12. Daño físico Nulo o leve Severo
ENFERMEDADES PROVOCADAS POR EL DISTRES
Como hemos mencionado, el distrés constituye un fenómeno multifactorial
que funciona como una respuesta de adaptación del organismo para hacer frente a
demandas del medio para las cuales la persona tiene o cree tener recursos
limitados. Cuando estas repuestas ante las situaciones estresantes son muy
intensas, frecuentes o duraderas, el distrés puede traer complicaciones en la salud,
ya sea desencadenando la aparición de un trastorno, complejizando su cuadro
clínico o perpetuando su sintomatología. En esta línea, diversos autores han
realizado numerosos estudios que han relacionado el distrés con una serie de
enfermedades. Al respecto, las investigaciones2 señalan que los principales
trastornos de salud para los que hay evidencia científica suficiente de su relación
con el estrés laboral son aquellos que afectarían los siguientes sistemas del
organismo:
A. SISTEMA CARDIOVASCULAR: infarto agudo de miocardio, hipertensión,
arritmias.
B. SISTEMA RESPIRATORIO: hiper-reactividad bronquial y asma.
C. SISTEMA INMUNOLÓGICO: disminución de la defensa humoral y celular
D. SISTEMA GASTROINTESTINAL: dispepsia, úlcera péptica, síndrome del
colon irritable, enfermedad de Crhon y colitis ulcerosa.
E. SISTEMA DERMATOLÓGICO: psoriasis y neurodermitis.
F. SISTEMA ENDOCRINOLÓGICO: hipercolesterolemia, alteración de los
ciclos hormonales: disminución de la producción de testosterona y
estrógeno.
G. SISTEMA MUSCULOESQUELÉTICO: fatiga, tensión muscular,
contracturas y mialgias.
H. SISTEMA PSICOLÓGICO: trastornos de ansiedad generalizada, fobias,
cuadros de estrés postraumático, trastorno explosivo intermitente,
síndromes depresivos.
I. SISTEMA SEXUAL: deseo sexual disminuido, disfunción eréctil,
anorgasmia.

INTERVENCIONES DE MANEJO DE ESTRÉS


Hemos visto el sustrato fisiológico del estrés y sus implicancias para el
organismo cuando no se puede afrontar de manera efectiva su fuente. Resulta, por
lo tanto, fundamental la prevención de esta situación en el personal policial, el cual
ya hemos visto resulta por la naturaleza de su rol altamente vulnerable.

2
Torres Álvarez, E. & cols. (2002). Autopercepción de estrés laboral y distrés: un estudio empírico
en la policía municipal. Psicothema. Vol. 14, nº 2, pp. 215-220.
Nuestra propuesta consiste básicamente en dos estrategias: una de
prevención y otra resolución activa del problema.
La de prevención, siguiendo los lineamientos del psicólogo canadiense,
Donald Meichenbaum (1987)3 denominada Inoculación de Estrés, basada en una
analogía de la vacuna. Consiste en activar el sistema defensivo del organismo, en
este caso psicológico, introduciendo una dosis atenuada del agente patógeno con
el objetivo de que sea identificado y combatido. Consta de tres fases:

1. Fase educativa.
2. Fase de ensayo.
3. Fase de verificación.

La primera consiste en un "bombardeo" de información específica y


pertinente a la situación a enfrentar, los modos posibles de solución y los pasos
convenientes a seguir. Es carácter netamente teórico.
La segunda fase se trata de un ensayo de conducta que reproduzca de
manera realista la situación a enfrentar, en la cual de manera simulada se pongan
a prueba a través de la acción, las estrategias informadas en la fase anterior. Esta
instancia radica en un simulacro que permita exponerse a la situación estresante,
habituarse a ella y desarrollar inmunidad y las habilidades requeridas.
La tercera y última fase es la puesta a prueba en la situación laboral policial
real y la evaluación de resultados.

En cuanto a la segunda propuesta, Goldstein y cols. (1979) recomiendan


una estrategia activa de solución de problemas para intervenir en situaciones de
crisis policial.
El primer paso de esta preparación hace hincapié en la importancia de que
el agente policial se prepare mentalmente para enfrentar la situación, imaginando
la escena que podría llegar a encontrarse y formulando un plan de acción tentativo
que le permita anticiparse a la situación disminuyendo el grado de estrés y los
riesgos potenciales.
El segundo paso se asienta en hacer contacto psicológico. Se trata de
reducir las tensiones y calmar la situación estableciendo una comunicación
disuasoria con las personas en conflicto basada en la comprensión, la distracción y
el humor.

3
Meichenbaum, D.; Jarenko, M. (1987). Prevención y reducción del estrés. Decleé de Brouwer. Barcelona.
En el tercer paso debemos examinar las dimensiones de la situación frente a
la cual nos encontramos y evaluar de manera rápida y eficaz la gravedad del
problema a través de la observación.
En el cuarto paso nos encontramos, en función del anterior, frente a un
momento clave en el cual es imprescindible explorar las alternativas disponibles
para hallar la mejor solución posible. Lo cual nos lleva al siguiente paso que
asienta en la medidas de acción a tomar. Para ello es fundamental considerar
factores como: grado de control sobre la situación y compromiso de daño o
mortalidad.
Finalmente, como cierre de este proceso, es necesario realizar un
seguimiento periódico durante un tiempo prudencial del lugar o zona del conflicto y
los actores involucrados.
CONCLUSIONES
Por la información anteriormente expuesta podemos observar el impacto del
estrés sobre el accionar policial, es decir la efectividad de sus intervenciones y su
salud. Estos datos son corroborados por los altos índices de parte médico y
psicológico que constan en Sanidad Policial. Por razones confidenciales los mismos
no pueden ser divulgados y nos muestran la importancia fundamental de preparar
y entrenar a las Fuerzas de Seguridad, no sólo en materias específicas como
defensa personal, manejo de armas, conducción vehicular, comunicaciones, etc.,
sino también en manejo de estrés propio y ajeno.
No nos pasa desapercibido que la mayoría de los marcos, estrategias e
intervenciones propuestas no fueron desarrolladas para nuestra idiosincrasia
sociocultural, por lo tanto, será necesario adaptarlas a nuestras características.
Estas propuestas deben servir como un mapa, que si bien no representa al
territorio siempre ayuda a orientarse.
BIBLIOGRAFÍA

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