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La fibromialgia se define como una enfermedad de condición dolorosa (no articular) que involucra
la musculatura. Es la causa más común de un dolor muscular crónico y generalizado. Durante
muchos años las personas con fibromialgia han sufrido mucho porque se creía que los dolores
descritos no eran reales y no se había encontrado ninguna explicación a la sintomatología que
describían los enfermos. La OMS reconoció la fibromialgia como enfermedad en 1993. El
tratamiento de la fibromialgia como tal es, por lo tanto, muy nuevo y se desconoce todavía mucho
sobre la enfermedad. Por esta razón, el abordaje con la alimentación elaborado por un dietista –
nutricionista es de gran valor y puede mejorar mucho el día a día de la persona que sufre de
fibromialgia.
Se calcula que la fibromialgia afecta el 2% de la población adulta pero es entre un 73 – 88% más
frecuente en mujeres que en hombres. La edad media de inicio de la enfermedad se sitúa entre los
34 y los 57 años.
Para diagnosticar la fibromialgia se utilizan los criterios del Colegio Americano de Reumatología.
Según estos debe existir dolor cuando se realiza una presión con los dedos en, aproximadamente,
11 de los 18 puntos situados de forma específica en el cuerpo tal y como muestra el dibujo.
Alteraciones en el ritmo del sueño: Entre un 56 – 72% de los enfermos los sufren. Durante el sueño
no se llega a estados de sueño profundo. Esto implica que no haya un sueño reparador que conlleva
que la sensación de sueño y cansancio esté presente durante todo el día.
Alteraciones psicológicas: Es frecuente, entre un 30 – 70%, que las personas que sufren de
fibromialgia tengan niveles altos de ansiedad, depresión y estrés.
Disminución de la fuerza y trastornos en la relajación muscular. Aunque es importante remarcar que
no existe inflamación en la musculatura.
Dolor en el aparato locomotor: Este dolor empeora con temperaturas frías, climas desfavorables, el
estrés y la actividad física. Y mejora con la aplicación de calor de manera localizada, el reposo,
masajes y ejercicios de estiramiento.
Rigidez del aparato locomotor: Normalmente la sufren un 76% de los pacientes y tiene una duración
de 90 minutos o más.
Sensación subjetiva de inflamación en las articulaciones y de hormigueos o adormecimiento difusos
o en las extremidades.
Fatiga, cansancio extremo: Entre el 80 – 90% de los pacientes sufren fatiga sobre todo por las
mañanas.
Sequedad bucal: Aproximadamente un 10% de las personas con fibromialgia padecen este síntoma.
Obesidad o sobrepeso: Es común debido a la baja actividad física que pueden realizar las personas
con fibromialgia (el reposo mejora la sintomatología).
Trastornos gastrointestinales: Los más frecuentes son la pirosis (acidez de estómago), la disfagia
(dificultad para tragar los alimentos), la aerofagia (gases), la distensión abdominal, la diarrea o el
estreñimiento y el síndrome del intestino irritable.
Tratamiento de la fibromialgia
La fibromialgia es una enfermedad crónica y por lo tanto no tiene cura. El tratamiento debe ir
enfocado a mejorar los síntomas que sufre la persona y a mejorar su calidad de vida. Lo más
recomendable es realizar una actuación multidisciplinar donde intervengan diversos tratamientos:
farmacológico (analgésicos, antiinflamatorios, antidepresivos, …), fisioterapia, psicoterapia,
deportivo y nutricional.
Alimentación en la fibromialgia
Las características que debe tener la alimentación para las personas con fibromialgia distan en
muchos aspectos de la alimentación de la persona sana, esto es debido a que las necesidades de
muchos nutrientes se encuentran aumentadas.
Por lo general, en el organismo de las personas con fibromialgia se produce una pérdida crónica de
calcio y magnesio. Esta bajada de minerales genera contracturas espasmódicas en los puntos
dolorosos de la musculatura descritos anteriormente. Además, también es frecuente encontrar un
déficit de Selenio, Zinc, Iodo, Hierro y Vitamina D.
Proteínas: Deben aportar un 15% de la energía que se consume a lo largo del día. Del consumo
total de proteínas sólo un 40% debe ser de origen animal y un 60% de origen vegetal. Los
principales alimentos de este grupo a consumir deben ser el pescado, las legumbres y los huevos.
Hidratos de carbono: Los azúcares deben representar entre un 45 – 50% de la energía que se
consume a lo largo del día. De estos un 40% deben ser hidratos de carbono complejos o de
absorción lenta y menos de un 10% a través de azúcares sencillos. Los alimentos de este grupo a
consumir de manera mayoritaria deben ser las legumbres, los tubérculos, la verdura, la fruta y en
menor cantidad los cereales.
Lípidos: Las grasas tienen que representar el 35% de la energía que se consume a lo largo del día.
De estas menos de un 7% deben ser ácidos grasos saturados, un 20% ácidos grasos
monoinsaturados, entre un 5 – 7,5% ácidos grasos poliinsaturados y menos de un 1% acidos grasos
trans. Además es importante consumir ácidos grasos omega-3 (2 gr. de linolénico) y ácidos grasos
omega-6 (un 6%). En cuanto al colesterol un máximo de 300 mg. al día. La fuente de alimentación
de todas estas grasas debe ser el pescado azul, el aceite de oliva virgen, los frutos secos y las
semillas.
Las necesidades de micronutrientes (vitaminas y minerales) también se ven modificadas. En cuanto
a minerales cabe destacar las cantidades de calcio (mínimo 1.500 mg/día), magnesio (entre 400 –
1.000 mg/día), zinc (10 mg/día) y selenio (70 µg/día). Las necesidades de vitaminas también se
encuentran aumentadas, vitamina A (mínimo 1.000 µg/día), vitamina C (entre 80 – 300 mg/día),
vitamina E (mínimo 10 mg/día), vitamina B6 (mínimo 1,5 mg/día) y ácido fólico (mínimo 400
µg/día).
Para desarrollar una dieta adaptada a la persona que sufre fibromialgia hay que verificar primero si
existe alguna alergia o intolerancia alimentaria. El 7% de las personas que tienen fibromialgia
también tienen alguna alergia o intolerancia (en la población en general sólo entre un 2-5%). La
más frecuente es la intolerancia a la lactosa, seguida por la alergia a la piña, a las fresas, a la soja
y a las frutas cítricas.
Uno de los principales objetivos nutricionales para tratar las enfermedades autoinmunes como la
fibromialgia es potenciar el sistema inmunitario a través de un buen consumo de vitaminas,
minerales y proteínas.
1. Realizar una alimentación basificante, es decir, rica en minerales como el magnesio, el calcio
y el potasio, y pobre en sodio (sal).
2. Hacer un buen aporte de antioxidantes: vitamina C, A, E, Selenio, Zinc y fitoquímicos como
los flavonoides o la quercetina.
3. Hacer una ingesta correcta de vitamina D para asegurar la absorción del calcio a nivel
intestinal.
4. Consumir Omega-3 por su efecto antiinflamatorio y mejora de los estados de depresión.
5. Mejorar la absorción intestinal de nutrientes a través de una flora sana y el aporte de fibra.
6. Consumir alimentos ricos en Beta-carotenos para garantizar un buen estado de las mucosas
internas y mejorar su hidratación.
7. Consumir vegetales crudos en las comidas principales para aumentar el aporte de vitaminas
antioxidantes.
8. Ingerir frutos secos a diario por su aporte en minerales basificantes y en ácidos grasos
saludables.
9. Para asegurar un buen aporte de energía y nutrientes se recomienda fraccionar bien la
comida en 5 tomas al día.
10. Todo esto teniendo en cuenta que se tiene que poder llevar a cabo de manera fácil y sin
mucho esfuerzo. ¿Cómo? Es necesario realizar una planificación semanal de las comidas
para organizar bien la compra. Elegir recetas de fácil preparación y digestión para evitar
provocar más cansancio a la persona.
Además de realizar una buena dieta, en muchos casos también será necesario suplementar para
conseguir llegar a todos los nutrientes descritos y aumentar la eficacia del abordaje nutricional. Para
ello la mejor elección es acudir a la consulta de un dietista – nutricionista para que realice una pauta
personalizada a cada caso.
Deporte y fibromialgia: ¿Qué beneficios puede obtener un paciente de FM con la práctica del
ejercicio?
Estudios publicados y recogidos en la Cochrane 2002, 2007 y guías de práctica clínica del Grupo de
Otawa, 2008 resaltan como beneficios de la unión de deporte y fibromialgia:
Estos beneficios podrían atribuirse a una mejora de la oxigenación de tejidos, aumento de los niveles
de fosfatos, incremento de la liberación de endorfinas endógenas y aumento de la resistencia
muscular
La práctica de ejercicio regular con ejercicios de baja intensidad se han demostrado adecuados para
disminuir el impacto de la fibromialgia en la calidad de vida influyendo en el estado físico y
psicológico y aumentando la adherencia al tratamiento evitando así la exacerbación de los síntomas.
Antes de comenzar un programa de ejercicios de deporte y fibromialgia hay que descartar cualquier
patología que contraindique la práctica del ejercicio. También habría que tener en cuenta el
tratamiento farmacológico que están tomando. En casos de afectación moderada o severa precisará
una instauración gradual del programa de ejercicios.
1.- Ejercicios aeróbicos. Entre ellos se incluyen: ejercicios de carga como caminar, danza, etcétera,
y en descarga: bicicleta, natación en agua caliente… entre otros. Este tipo de ejercicios utilizan
grandes grupos musculares con aumento de la frecuencia cardiaca.
2.- Ejercicios de fortalecimiento muscular. Utilizando pesas, bandas elásticas o el propio peso del
paciente, este tipo de ejercicios mejoran la fuerza, la resistencia y la potencia muscular a través de
contracciones musculares.
3.- Ejercicios de estiramiento o flexibilidad cuyo objetivo será lograr mejorar la flexibilidad muscular
y de los tejidos blandos
Los estudios publicados sobre la evidencia de los efectos del ejercicio en el tratamiento de pacientes
con fibromialgia demuestran sus efectos en la sensación global de bienestar, función física y,
probablemente, el dolor y la hiperalgesia. Estos beneficios se obtendrían tras un ejercicio
continuado de al menos 12 semanas.
Aun así, las terapias de ejercicio físico con bajo impacto mecánico como yoga, Tai Chi, caminar,
aeróbico de bajo impacto, o programas de ejercicio en suelo o en piscina caliente son habitualmente
recomendados como tratamientos coadyuvantes para paliar los síntomas de esta patología.