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La benignidad está estrechamente relacionada con la bondad.* Jehová muestra estas cualidades a todos los
seres humanos, entre ellos “los ingratos e inicuos” (Luc. 6:35). Por ejemplo, Jehová “hace salir su sol sobre
inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos” (Mat. 5:45). Así pues, incluso quienes no reconocen que
Jehová los ha creado se benefician de todo lo que él ha suministrado para la vida y disfrutan de cierto grado de
felicidad.
Veamos el ejemplo sobresaliente que dio Jehová al tratar con Adán y Eva. Poco después de pecar, ellos
“cosieron hojas de higuera” para taparse. Pero Dios sabía que necesitarían ropa adecuada para vivir fuera del
jardín de Edén, pues el suelo estaba maldito y lleno de “espinos y cardos”. Así que tuvo en cuenta sus
necesidades y les hizo “largas prendas de vestir de piel” (Gén. 3:7, 17, 18, 21).
Las prendas de vestir de piel durarían más tiempo, y los protegerían mejor de los espinos
y los cardos y otros objetos dañinos fuera del jardín de Edén.
Los ejemplos que hemos visto dejan claro que la benignidad es una cualidad que se demuestra con
acciones pero también se expresa con palabras que reconforten y animen.
Pensemos de nuevo en las condiciones que existían en el jardín de Edén cuando aún no habían pecado Adán
y Eva. Ante ellos tenían un trabajo ideal, abundante comida, salud perfecta y la oportunidad de vivir para siempre
junto con sus descendientes (Génesis 1:28). Hasta el menor detalle de su existencia demostraba que Dios tenía
Una vez que Adán y Eva perdieron la perfección, ¿cambió la actitud de Jehová hacia la dignidad humana? De
ningún modo. Por ejemplo, él tomó en cuenta que se sentían abochornados de estar desnudos y tuvo la bondad
de vestirlos con “largas prendas [...] de piel”, de modo que dejaron de cubrirse con hojas de higuera cosidas
(Génesis 3:7, 21). En vez de permitir que siguieran avergonzados, Dios los trató con dignidad.
Los hebreos utilizaban expresiones pintorescas e interesantes para indicar el tiempo. Esas
expresiones no solo nos dan una idea del ambiente y las costumbres locales, sino que
también nos revelan algo en cuanto a las circunstancias de la acción.
Por ejemplo, Génesis 3:8 nos dice que fue “hacia la parte airosa del día” cuando Jehová
habló a Adán y Eva el día en que pecaron. Se entiende que eso fue cerca de la puesta del
sol, cuando subían brisas frescas y traían alivio del calor del día. Por lo general el ocaso
del día es tiempo de desocuparse y descansar. Sin embargo, Jehová no dejó que una
cuestión judicial grave quedara para el día siguiente cuando todavía había tiempo para
encargarse de ella.
Los dolores preliminares y propios del parto. Después que la primera mujer, Eva, pecó, Dios
le comunicó las consecuencias que tendría su transgresión a la hora del alumbramiento. Si
hubiera permanecido obediente, la bendición de Dios habría continuado sobre ella y el dar
a luz habría supuesto un gozo completo, ya que “la bendición de Jehová [...] es lo que
enriquece, y él no añade dolor con ella”. (Pr 10:22.) Pero, como consecuencia del pecado,
el funcionamiento imperfecto del cuerpo por lo general ocasionaría dolor en el parto. Por
consiguiente, Dios dijo (atribuyéndose la autoría de lo que Él permite): “Aumentaré en gran
manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos”. (Gé 3:16.)
La relación entre Adán y Eva también se resintió. Jehová advirtió a Eva: “Con dolores de
parto darás a luz hijos, y tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará” (Génesis
3:16). La versión Reina-Valera dice: “Él se enseñoreará de ti”. En vez de ejercer una
autoridad amorosa sobre su esposa, tal como Dios quería, Adán se convirtió en su dueño
y señor.
Después del pecado, Adán trató de culpar a su esposa. En su opinión, lo que ella hizo fue
la causa por la que se les arrojó de un jardín perfecto a una tierra baldía, condenados a
trabajar penosamente en condiciones que distaban mucho de las ideales antes de que
volvieran al polvo (Génesis 3:17-19). Es más que probable que esa fuera una fuente de
discordia entre ambos. Puede que Adán reaccionara de modo exagerado y manifestara que
nunca más escucharía a Eva. Posiblemente se creyera con el derecho de decirle algo así:
“¡A partir de ahora, yo soy el jefe!”.
¿Significa eso que el hombre podía oprimir a su esposa e hijos? De ninguna manera. Es
cierto que Dios le había dicho a Eva, la primera mujer: “Tu deseo vehemente será por tu
esposo, y él te dominará”. (Génesis 3:16.) Pero aquellas palabras solo indicaron cómo les
iría a las mujeres en general, no que esa debiera ser la situación entre los adoradores
verdaderos de Dios. Los esposos temerosos de Dios debían tener presente Su propósito
original. Jehová hizo a la mujer para que fuese una “ayudante como complemento” del
hombre, no su esclava. (Génesis 2:20.) Los hombres piadosos de tiempos bíblicos
reconocían que estaban sujetos a Dios y que eran responsables ante él, y por ello
no abusaban de su autoridad. Lejos de tratar a sus esposas e hijos como meros esclavos,
los patriarcas temerosos de Dios los trataban con amor y cariño verdaderos.
Descendiente de Set; hijo de Matusalén y padre de Noé. (Gé 5:25, 28, 29; 1Cr 1:1-4.) La
vida de este Lamec también se traslapó con la de Adán. Lamec tenía fe en Dios, y después
de dar a su hijo el nombre Noé (que probablemente significa “Descanso; Consuelo”)
pronunció las siguientes palabras: “Este nos traerá consuelo aliviándonos de nuestro
trabajo y del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido”. (Gé
5:29.) Estas palabras se cumplieron cuando terminó la maldición sobre el suelo durante la
vida de Noé. (Gé 8:21.)
Nuestros antepasados, Adán y Eva, tenían la responsabilidad de cuidar ese jardín o
parque y de extenderlo hasta que toda la Tierra llegara a ser un paraíso.—Gén.
1:28; 2:15.
Pero las primeras criaturas humanas se rebelaron y fueron expulsadas del paraíso
original. Dios le dijo al hombre: “Maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su
producto todos los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti . . . Con el sudor
de tu rostro comerás pan.”—Gén. 3:17-19.
¿Se realizó esa maldición? Ciertamente que sí. Siglos después Lamec hasta habló de
cuánto necesitaban alivio “del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová
ha maldecido.” (Gén. 5:29) Lamec profetizó que en los días de Noé vendría alivio de esa
maldición, y así sucedió. Por medio de un diluvio, Dios exterminó a los inicuos. Después
de eso, Jehová Dios indicó que también había levantado la maldición de la Tierra.—Gén.
8:21.
A causa de eso, se podía decir más tarde que partes de la Tierra eran como “de regadía
por todas partes . . . como un paraíso del Señor.” (Gén. 13:10, Herder) Y la Tierra
Prometida fue abundantemente fructífera, verdaderamente ‘manaba leche y miel.’ (Núm.
13:23-27;Deu. 8:7-9; 11:10-17) ¿No confirma la exactitud de esta descripción bíblica la
declaración que hizo el agrónomo Lowdermilk de que gran parte de esa zona ‘fue en un
tiempo un paraíso pastoral’? Además, ¿no conoce usted personalmente zonas de la
Tierra que ahora mismo son semejantes a paraíso por ser tan hermosas y fructíferas?*
12 Los querubines. Estos ángeles fueron de los primeros seres espirituales que el hombre
pudo ver. Su ejemplo nos enseña a aguantar si tenemos una asignación difícil. La Biblia
dice que, al este del jardín de Edén, Jehová puso a “los querubines y la hoja llameante de
una espada que continuamente daba vueltas para guardar el camino al árbol de la vida”
(Gén. 3:24).[2] Los querubines no fueron creados para eso. Al fin y al cabo, Jehová nunca
tuvo la intención de que la humanidad pecara y se rebelara. Sin embargo, la Biblia no dice
en ningún lugar que estos ángeles de alto rango se quejaran y dijeran que eran
demasiado importantes para ese trabajo. No se aburrieron ni abandonaron su puesto.
Obedecieron y aguantaron allí hasta que terminó su asignación, seguramente cuando
llegó el Diluvio unos mil seiscientos años después.
Buenas tardes
Buenas tardes
Nos alegra encontrarte. Hemos notado que muchas personas quieren conocer mejor a
Dios. Cuando conocemos a alguien, lo primero que hacemos en general es
preguntarle cómo se llama. Y Dios, ¿tiene nombre? ¿Qué opinas?
Yo sólo le digo Dios
Mucha gente también
¡Qué bueno que la Biblia nos dice cuál es el nombre de Dios! Ruth, ¿podrías leer
el Salmo 83 versículo 18, por favor?
Claro. Dice: “Que la gente sepa que tu nombre es Jehová, que solo tú eres el Altísimo
sobre toda la tierra”
Gracias. De acuerdo al texto, ¿cómo se llama Dios?
Ahí dice… Jehová
Exacto. ¿Ya habías visto ese nombre en la Biblia?
No, nunca
La Biblia también nos dice que, de todas las cualidades de Jehová, hay una que
sobresale por encima de las demás. Si te parece podemos hablar de eso otro día
Sí, está bien
Por cierto, me llamo Raúl y ella es mi esposa Ruth
Yo soy Lis
¿Estarás aquí mañana a esta hora, Lis?
Un último aspecto, esta sencillez que presentan estos tratados se combina con un
esquema lineal, de forma que nos permite y nos facilita establecer conversaciones
con las personas. Si de por si, nos cuesta hablar en público o expresarnos con
personas que no conocemos, estos tratados nos permite, con poca palabras, seguir
un guión establecido para: abrir una conversación, mantenerla y conservarla para
una próxima ocasión.