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Resumen

Albajari, V. (2007) La
entrevista en el proceso
psicodiagnóstico
Escrito por resumenes-psicologia-2017 el 22-04-2017 en HerrClí.Comentarios (0)

Capítulo 1. La Entrevista

Desde un punto de vista semántico la entrevista es un encuentro, reunión o cita de dos o más
personas en un lugar determinado, para tratar de resolver algún asunto o negocio. Entendemos a
la entrevista como una técnica, un instrumento clínico, que servirá en el contexto de un
psicodiagnóstico para revelar datos acerca de consultante.

Ocampo, Arzeno y Grassano diferencian dentro del proceso psicodiagnóstico las siguientes
etapas: primer contacto, en forma personal o por teléfono y la entrevista inicial con el paciente;
administración de la batería diagnóstica; devolución de la información oral al paciente (y /o
padres); informe escrito al profesional que lo ha derivado.

Duarte afirma que podríamos caracterizar el juicio clínico como los pasos a seguir en la
elaboración de hipótesis clínicas. Descriptivamente un juicio clínico es un proceso de
transformación de datos. El psicólogo en la situación clínica intenta llegar con la ayuda de sus
recursos técnicos a la comprensión de otra persona, por lo general un paciente, comprensión
que lo lleva a atribuir un sentido a la conducta de esta persona. Para ello selecciona, jerarquiza,
ordena, compara, relaciona, busca recurrencias, integra, intenta en definitiva que su hipótesis
esté sustentada por la reiteración de datos similares que la refuercen o por la convergencia de
datos que le den coherencia. Nos guiamos por la presencia de recurrencias (la repetición de un
mismo indicador dentro de una misma técnica o en varias) y convergencias (la repetición de
indicadores disímiles que apuntan a una misma secuencia dinámica).
La entrevista entendida como una técnica forma parte del proceso psicodiagnóstico, y su
objetivo es el estudio del comportamiento total del sujeto en el transcurso de la relación
establecida. Por lo tanto, si hablamos de la entrevista como una técnica es necesario incluir dos
aspectos fundamentales: los fundamentos teóricos, y las reglas que la sustentan.

Podemos diferenciar entrevistas de investigación de entrevistas clínicas o de intervención. La


entrevista de investigación se trata de recoger información con fines investigativos cuyos
resultados pueden estar al servicio de los sujetos entrevistados. Las entrevistas clínicas o de
intervención producen repercusiones en el entrevistado, pudiendo diferenciarlas en “entrevista
diagnósticas”, “entrevistas terapéuticas” y “entrevistas de consejo u orientación”. Las
“entrevistas diagnósticas o de evaluación” tienen como objetivo obtener información acerca del
entrevistado para planificar estrategias de acción. Sus características variarán según el contexto
en el que se inserten (clínica, selección de personal, pericia psicológica, educacional, etc). Las
“entrevistas terapéuticas” tienen como objetivo producir cambios en la conducta del sujeto. Las
“entrevistas de consejo u orientación” ponen énfasis en las necesidades del cliente, predomina
el objetivo de ayudar al entrevistado.

La noción de campo es tomada de los conceptos formulados por Kurt Lewin, quien lo define
como: “la totalidad de hechos coexistentes concebidos como mutuamente interdependientes”.
Al mencionar a la entrevista como campo debemos incluir el concepto de encuadre que significa
transformar una cierta cantidad de variables en constantes; ésta estandarización permite lograr
una estabilización de la situación. Si bien ciertas variables son transformadas en constantes,
esto no significa que no puedan realizarse modificaciones. Por el contrario, en caso de
introducirlas, deben observarse los efectos que estas producen. Los factores que intervienen en
el encuadre son: el tiempo, el lugar y el rol de profesional. Las distorsiones que se produzcan en
estos espacios constituirán material de información para obtener hipótesis acerca del malestar
del entrevistado. El tiempo, el lugar, los roles, la actitud técnica, y el objetivo de la entrevista
deben estar establecidos con anterioridad ya que de lo contrario no contaremos con un marco de
referencia desde el cual poder entender la conducta del entrevistado.

El psicólogo en las entrevistas es un observador participante, el entrevistador forma parte del


campo, es decir que en cierta medida condiciona los fenómenos que él mismo va a registrar. No
hay observación pura en ningún sentido. Toda observación implica siempre una interpretación
del hecho observado… No hay observador totalmente objetivo en ninguna disciplina científica y
la máxima objetividad se alcanza incluyendo al observador como una de las variables que
condiciona el fenómeno que se está observando.

Edgardo Rolla considera la entrevista clínica como “uno de los pasos técnicos a dar en la toma
de contacto con una persona que dice desear ser ayudada (por iniciativa propia o por instancia
de otros), que es llevada a cabo por un psiquiatra o un psicólogo con la finalidad de arribar a un
diagnóstico de síntesis, al pronóstico y a la orientación terapéutica”. Dos períodos en la
entrevista que distingue Rolla: el primero comienza con el llamado telefónico para solicitar ser
atendido, se debe tener en cuenta quién llama, de qué manera se presenta, qué impresión
provoca en el profesional, etc. En el llamado período de instrucciones toda indicación del
entrevistador debe ser explícita y dar lugar a un margen mínimo de duda; el mensaje con el cual
se explicitan las instrucciones puede ser verbal o no verbal. El dar la mano o no es discutido,
pero depende de las habilidades sociales de cada lugar.

Luego de obtener los datos filiatorios de la persona, se establecen las “reglas de juego”, se le
informa cuánto tiempo demorará aproximadamente la entrevista, el costo de la misma, etc., para
poder comenzar con el trabajo propiamente dicho. El segundo período es el proceso de la
dinámica, que incluye los movimientos transferenciales y contratransferenciales, y la
concordancia o no entre comunicación verbal y no verbal.

Ulloa introduce el concepto de entrevista operativa, es decir la entrevista que procura resolver
una situación en los dos sentidos que suele tener comúnmente la palabra: en primer lugar
resolver en cuanto esto implica una solución favorable de un problema. El segundo alcance del
término resolver, es el de “yo resuelvo”, “yo decido” y equivale a que el sujeto recobre la
autonomía perdida y se decida a emprender los cambios necesarios en su conducta, a fin de
lograr un objetivo.

Para Bingham y Moore la naturaleza de la entrevista varía con el propósito perseguido o el uso al
cual se la destina. Esos usos son diversos, pero en rigor, pueden reducirse a tres: recoger
hechos, informar, y motivar o influir. En otros términos se utiliza la entrevista sea para averiguar
algo de un sujeto, para enseñarle algo, o bien para influir en sus sentimientos o
comportamientos.

Capítulo 2. Elementos de la entrevista

Los elementos a tener en cuenta en el estudio de la entrevista son la transferencia, la


contratransferencia, la disociación instrumental, las ansiedades, el proceso de comunicación, las
intervenciones del entrevistador.

Freud define transferencia en “Fragmento de análisis de un caso de histeria” (el caso Dora) como
las “reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el análisis avanza
no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes; pero lo característico de todo el
género es la sustitución de una persona anterior por la persona del médico”. Para Bleger es “la
actualización en la entrevista de sentimientos, actitudes y conductas inconscientes, por parte del
entrevistado, que corresponden a pautas que éste ha establecido en el curso del desarrollo,
especialmente en la relación interpersonal con su medio familiar. Integran la parte irracional e
inconsciente de la conducta y constituyen aspectos de la misma no controlados por el paciente.
La observación de estos fenómenos nos pone en contacto con aspectos de la conducta y de la
personalidad del entrevistado que no entran entre los elementos que él puede referir o aportar
voluntaria o conscientemente, pero que agregan una dimensión importante al conocimiento de la
estructura de su personalidad y el carácter de sus conflictos”. En relación con la
contratransferencia, incluimos los fenómenos que aparecen en el entrevistador, que deben ser
entendidos como emergentes del campo, del aquí y ahora, de la situación presente. Son las
respuestas o los efectos que producen las manifestaciones del entrevistado. Tanto los
fenómenos de la transferencia como de la contratransferencia forman parte de toda relación
interpersonal. La diferencia radica en que dentro del marco de la entrevista psicológica son
utilizados como herramientas técnicas de observación y comprensión.

Frente a la ansiedad que aparece en la entrevista no se debe recurrir a ningún mecanismo que la
anule o suprima sino que debe ser tenida en cuenta (al igual que la transferencia y
contratransferencia), para establecer cuáles son los factores que la producen y poder operar
sobre ellos. Por el lado del psicólogo encontramos situaciones que provocan ansiedad: la
presencia de sujetos resistentes, poco colaboradores, desvalorizantes, con intentos de romper el
encuadre establecido. Por lo expuesto es evidente que el psicólogo debe entender que el
comportamiento que el consultante muestra es análogo a otras situaciones por fuera del marco
de la entrevista de psicodiagnóstico y no por fallas o errores en su rol profesional. Este aspecto
está íntimamente relacionado con el concepto de disociación instrumental. Edgardo Rolla
diferencia distintos tipos de ansiedades, en el comienzo de la entrevista prevalece un particular
tipo de ansiedad que denomina “ansiedad de abordaje o ansiedad de descubrimiento” de
predominio paranoide o persecutorio y se refiere a la necesidad del entrevistado de descubrir
quién es y cómo es su entrevistador. En una segunda etapa, aparece la denominada “ansiedad
de mantenimiento”; el consultante pasará a mostrar un predominio de ansiedad depresiva, que
se relaciona con el mantenimiento del vínculo establecido por temor a la pérdida de dicha
relación y por ende la necesidad de cuidar el objeto y el vínculo. Al final de la entrevista
estaremos en presencia de la denominada “ansiedad de separación”, con un predominio de
ansiedad ligeramente confusional.

Con respecto a la disociación instrumental Bleger sostiene que “el entrevistador debe operar
disociado: en parte actuando con una identificación proyectiva con el entrevistado y en parte
permaneciendo fuera de esta identificación, observando y controlando lo que ocurre, de manera
de graduar así el impacto emocional y la desorganización ansiosa”. El entrevistador tiene que
jugar los roles que en él son promovidos por el entrevistado, pero sin asumirlos en su totalidad.
Una mala disociación puede producir en el profesional el desarrollo de conductas fóbicas, de
huida frente al entrevistado o la realización de entrevistas demasiado pautadas, estereotipadas,
en las cuales todo del acontecer esta ordenado, reglado de antemano o la incorporación excesiva
de técnicas para evitar el acercamiento. Además de estas conductas, puede aparecer la rigidez
(observar siempre lo mismo) o la proyección (volcar los propios conflictos en el consultante)
como mecanismos defensivos.

La Teoría Comunicacional entiende al síntoma como mensaje de comunicación, por lo tanto el


motivo que lleva a consultar a una persona tiene valor comunicativo. Para esta escuela, la
comunicación es una forma de transmisión de información. El primer contacto con la persona
tiene como objetivo establecer medios y canales de comunicación. Existen seis elementos
básicos que se encuentran presentes en toda comunicación: el transmisor (el que realiza una
conducta desencadenante o estímulo), el receptor (destinatario de dicha conducta), la conducta
(entendida como un mensaje), el contexto (el lugar en el cual se realiza dicha comunicación), el
canal (la vía por donde circulan los mensajes, desde las conductas gestuales, mímicas,
pantomímicas y los silencios). Además existen dos elementos básicos en el proceso de
comunicación: la codificación (que consiste en la transformación de un sistema de hechos a
otro) y la decodificación (que permite transformar en significados que guardan relación con los
datos reales, a las series auditivas y no auditivas, lingüísticas y no lingüísticas). Siguiendo a
Jakobson, todo mensaje cumple con alguna de las siguientes funciones, pudiendo llegar a
cumplir más de una: emotiva, referencial, conativa, metalingüística, pática y poética.

Las diferentes intervenciones posibles del profesional son: la técnica de “counseling” (que
consiste en la estimulación para obtener más datos, como repetir las últimas palabras del
entrevistado en tono interrogatorio), el señalamiento (es la verbalización o explicitación de
mensajes, que sin ser inconscientes, no aparecen verbalizados en el discurso), la interpretación
(verbalización o explicitación de la comprensión del cuándo y el cómo, el cuándo y por qué, el
sobre qué, el para qué, el con qué, el dónde, latentes (inconscientes) de los emergentes o
conductas del entrevistado).

Brammer y Shostrom proponen distintas técnicas de intervención que las denominan


“continuum interpretativo” (que alude a ciertos grados de profundidad en las intervenciones).
Cada una puede ser utilizada en diferentes momentos del proceso, según lo crea oportuno el
entrevistador. Los autores sostienen que el continuum abarca las siguientes técnicas de
intervención por parte de profesional: reflejo (en la misma se intenta expresar con palabras
nuevas no tanto el contenido expresado por el paciente sino las actitudes esenciales),
clarificación (es el más aproximado a la técnica del señalamiento, se incluye en ella la
explicitación de lo que está implícito en el mensaje, sin aludir a los contenidos inconscientes,
defensas o ansiedades), reflexión (que es la posibilidad de expresar con palabras lo que es
implícito e inconsciente; implica que el entrevistado pueda conectar actitud de latentes, motivos,
conductas y afectos por parte del entrevistador), confrontación (se apunta a lo implícito o
inconsciente, incluyendo la relación de la conducta actual con los datos del pasado, señalando
similitudes, diferencias y contradicciones entre los datos del pasado, los del presente,
igualmente contenidos en el relato), interpretación (es el quinto nivel de profundidad, implica
para Brammer y Shostrom la verbalización de los contenidos inconscientes, pero incluye además
la mención de las defensas, las resistencias a reconocer como propios tales contenidos y aquel
que se supone es el origen del conflicto).
Toda entrevista según Fernando Ulloa se puede entender como un proceso que abarca cinco
momentos diferentes: preentrevista, apertura, acontecer propiamente dicho, cierre,
posentrevista. La preentrevista se inicia con el pedido de consulta y finaliza con la apertura de la
entrevista inicial, en ella evaluamos la existencia o no de derivante, el tipo derivante, quién
realiza el pedido, la calidad del pedido, el grado de consistencia entre la vía elegida para la
consulta y el nivel socioeconómico del sujeto, los datos provenientes de nuestra impresión. La
apertura es el momento del encuentro entre las dos personas y por ser una situación novedosa
para ambos, se produce un incremento de ansiedad acompañada de su correlato corporal. El
acontecer propiamente dicho debe ajustarse a las motivaciones y fines de la entrevista, a los
objetivos específicos de la misma. El cierre está condicionado a cómo se haya logrado el
objetivo propuesto, se trata de producir situaciones abiertas, en las que se instalen
esclarecimientos prospectivamente operantes. La posentrevista es el momento de elaboración
del material obtenido durante la entrevista, prestando atención no sólo al registro escrito sino al
registro emocional de la experiencia con el entrevistado. Sullivan considera cuatro etapas de una
entrevista: comienzo formal (que incluye la recepción formal de la persona y el establecimiento
de rapport), reconocimiento (que procura la obtención de datos acerca de la historia social del
consultante: edad, lugar de nacimiento, datos escolares, familiares, ocupacionales),
investigación o interrogatorio (que depende exclusivamente del propósito de la entrevista, de sus
objetivos), y la terminación (que es el momento de la culminación de la entrevista, en el que se
observa de qué manera el entrevistado se despide de profesional, como se produce la
separación entre ambos).

Podemos diferenciar tres tipos fundamentales de entrevista: abierta o libre, cerrada o dirigida,
semidirigida. En la entrevista abierta el entrevistador asume un rol poco participativo, en la cual
la consigna consiste en el que en entrevistado exprese lo que quiera, que tenga la libertad de
hablar de lo que desee (se visualiza como origen de esta modalidad el método de asociación libre
de Sigmund Freud). En entrevista cerrada las preguntas han sido establecidas con anterioridad,
así como el orden y la manera de plantearlas. El rol del entrevistador, a diferencia de la
modalidad anterior, es directivo, guiando a través de preguntas al entrevistado para obtener
datos sobre su historia. La entrevista semidirigida, como su nombre lo indica, es la modalidad en
la que se alternan secuencias no directivas que permiten que el entrevistado se exprese
libremente y secuencias directivas en las que las intervenciones tienen como finalidad esclarecer
algunos puntos que han quedado confusos o que no fueron referidos por el entrevistado (este
tipo de técnica se utiliza en la entrevista inicial de todo proceso psicodiagnóstico).

Capítulo 3. La entrevista inicial

La “entrevista inicial”, también denominada “primera entrevista” no necesariamente es una sola,


y debe realizarse al comienzo del proceso evaluativo. Ocampo, Arzeno y Grassano consideran
que el entrevistador interviene con el fin de: señalar algunos vectores cuando el entrevistado no
sabe cómo empezar o como continuar (estas preguntas se hacen de la manera más amplia
posible), señalar situaciones de bloqueo o paralización por aumento de angustia para asegurar el
cumplimiento de los objetivos de la entrevista, inquirir acerca de aspectos de la conducta del
entrevistado a los que éste no se ha referido espontáneamente. Estas autoras proponen
comenzar con una técnica directiva en el primer momento de la entrevista correspondiente a la
presentación mutua y a la aclaración del encuadre por parte del psicólogo, y luego operar con
entrevista libre, para que el paciente tenga la oportunidad de expresar libremente el motivo de la
consulta. Finalmente, en el último momento de esta primera entrevista debemos forzosamente
adoptar una técnica directiva para poder rellenar nuestras lagunas. Este orden recomendado
opera como guía y cada psicólogo debe aprender cuál es en cada caso el momento oportuno en
que debe permanecer en la actitud adoptada o cambiarla, para hablar o callar y escuchar.

Podríamos distinguir diferentes caras del síntoma, citando a Arzeno: aspecto fenomenológico (se
refiere a su descripción), aspecto dinámico (el síntoma muestra y puede ocultar a la vez un deseo
o fantasía inconscientes), beneficio secundario (alude al beneficio que se obtiene a través del
síntoma, que se perdería al abandonarlo), expresión a nivel familiar (exploración del síntoma en
relación con el contexto familiar), ruptura del equilibrio (el síntoma quiebra de alguna manera la
homeostasis del grupo familiar y puede provocar un desequilibrio en su sistema de
funcionamiento).

Algunos de los puntos más importantes al tener en cuenta en entrevista son los planteados por
Ocampo, Arzeno y Grassano: observar si la primera impresión se mantiene o no hasta el cierre
de la entrevista; percibir qué, cómo, cuándo, y a qué ritmo realiza las verbalizaciones,
cotejándolo con la impresión obtenida al solicitar la consulta; establecer el grado de coherencia
o discrepancia entre lo verbalizado y lo captado a través de su lenguaje no verbal; establecer un
buen rapport con el paciente para crear un clima propicio para la administración de las diferentes
técnicas y la obtención del material necesario; tener en cuenta qué aspectos de su vida elige
para comenzar a hablar, en cuáles hace hincapié, cuáles le provocan mayor ansiedad, bloqueo;
planificar la batería diagnóstica más adecuada, eligiendo las técnicas a utilizar, su secuencia y el
ritmo; captar aquello que el paciente nos transfiere y lo que es todo su cita en nosotros;
distinguir entre el motivo de consulta manifiesto y el motivo de consulta latente.

Lunazzi de Jubany propone distinguir al síntoma con valor de mensaje del que no lo tiene:
cuando tiene valor de mensaje es la expresión metafórica de un conflicto, cuando el síntoma no
aparece como consecuencia de componentes conflictuales no tiene valor de mensaje (por
ejemplo el fracaso escolar como resultado de una dislexia). Debemos observar si el paciente
puede tomar conciencia a lo largo de la entrevista del motivo de consulta más profundo;
determinar si la problemática planteada se debe a una alteración en alguna etapa de desarrollo o
a perturbaciones producidas por situaciones de crisis evolutivas; indagar acerca de las fantasías
de salud y enfermedad que tiene el paciente acerca de si mismo; poder determinar con la mayor
precisión posible el estado mental del paciente evaluando los siguientes aspectos y procesos:
apariencia y comportamiento, actitudes hacia el entrevistador, actividad psicomotriz, estado
anímico, pensamiento y lenguaje, posibles distorsiones preceptivas, atención y capacidad para la
concentración, memoria, tipo y nivel de inteligencia, juicio de realidad, capacidad de insight.

Algunos de los datos y áreas a investigar a lo largo de la primera entrevista son: filiación
(nombre completo, fecha y lugar de nacimiento, residencia actual del paciente), edad, estudios,
ocupación, familia nuclear actual, familia nuclear de origen, datos sobre la infancia, situaciones
traumáticas, pareja actual, sexualidad, amistades, tiempo libre, actividad religiosa y/ o política,
intervenciones quirúrgicas, enfermedades.

No sólo es importante la selección de los instrumentos a utilizar, sino también la secuencia en


las que se los va a aplicar, su orden de administración. Esta secuencia debe establecerse en
relación con dos factores centrales: naturaleza de la técnica (existen instrumentos que son
ansiógenos por su propia constitución, por lo que se recomienda su inclusión como primero o
último test), y la naturaleza del problema (no deben administrarse los instrumentos que movilizan
una conducta en relación con la sintomatología planteada). Por lo tanto hay que incluir diferentes
tipos de instrumentos (psicométricos y proyectivos) que movilicen el mismo tipo de conducta
para comparar entre sí los resultados obtenidos.

Capítulo 6. La Entrevista en diferentes ámbitos

Laboral: Las entrevistas en el área laboral tienen como objetivo principal conocer y evaluar las
cualidades, capacidades e intereses de los postulantes para poder acceder a un determinado
puesto de trabajo. Se intenta evaluar si las características de la personalidad del entrevistado se
adecuan a la vacante a cubrir. Estas entrevistas se caracterizan por ser ansiógenas ya que son
vividas como una situación de prueba y de cuyo resultado dependerá el acceso a un puesto de
trabajo. Por este motivo, el postulante trata de mostrar sus aspectos positivos, tratando de
ocultar los negativos, los que menos lo favorecen para poder lograr así su inserción en la
empresa o institución. La entrevista más adecuada en el área laboral es la entrevista semidirigida
ya que si bien el campo de la misma está controlado por el entrevistador, es el entrevistado el
encargado de estructurarlo en función de sus variables y parámetros. Las diferentes áreas a
evaluar son: nivel de instrucción, historia laboral y experiencia, situación familiar, disponibilidad,
apariencia y estado físico, forma de contacto social, situación económica, intereses,
motivaciones, preferencias, habilidades, competencias conductuales y carencias o necesidades
de formación y desarrollo. Estos datos pasarán al informe para que el gerente de recursos
humanos o el jefe de personal de la empresa decidan cuál es el postulante a incorporar en la
misma.

Forense: En el área forense el sujeto a ser evaluado no se presenta de manera espontánea a la


misma; son citados por la autoridad judicial. El psicólogo actúa en el ámbito judicial como
auxiliar de la Justicia, asesora elevando informes conforme con las pautas o cuestionarios
suministrados, los cuales deben ser confeccionados con un lenguaje claro y entendible para el
magistrado o abogados involucrados en el caso (habida cuenta del carácter de legos en la
materia).

El psicólogo que se desempeña en el área forense puede insertarse de diferentes maneras:


Perito oficial: es el psicólogo que forma parte del Cuerpo Orgánico Administrativo del Poder
Judicial. Recibe el pedido de pericia de los jueces de los distintos fueros o del juez con el que
directamente trabaja. Generalmente, los informes son elevados por el perito psicólogo al médico
psiquiatra, quien a su vez remite las conclusiones al Magistrado peticionante. De esta forma el
psicólogo actúa como perito auxiliar.

Perito de oficio: la relación de estos auxiliares con el Poder Judicial se encuentra abarcada por
una relación contractual o de convenio, mediante la cual los psicólogos que se encuentren
inscriptos en los listados son llamados por el juez para intervenir en las pericias requeridas por
las partes del proceso (demandante-demandado).

Perito de parte: cumple las funciones periciales solicitadas por la parte interesada (demandante o
demandado), mediante asesoramiento con la confección de informes que luego son presentados
como prueba en el expediente judicial. Los aspectos sobre los cuales el juez requiere
asesoramiento, son los denominados puntos de pericia y el psicólogo los abordará a través de
entrevistas libres o semipautadas y mediante la administración de técnicas que se seleccionarán
según la necesidad de la investigación. Deben destacarse las distintas actitudes de los peritados
en las entrevistas según la problemática planteada en el expediente, ya que en determinadas
circunstancias intentarán ocultar sus estructuras psicopatológicas y en otros exacerbarlas a
efecto de lograr una decisión judicial favorable a sus expectativas, pudiendo mencionarse como
ejemplos los conflictos familiares, y los accidentes de tránsito o laborales. La devolución de la
información a los individuos que fueron objeto de estudio no se realiza, salvo que haya un
pedido expreso del juez a esos fines.

Clínica: Según Kaplan y Sadock son objetivos de las entrevistas clínicas: obtener una
perspectiva histórica de la vida del paciente, establecer una relación y una alianza terapéuticas,
lograr confianza y seguridad recíprocas, conocer el funcionamiento actual, llegar a un
diagnóstico, establecer un plan de tratamiento. Para esto podemos dividir a la entrevista clínica
en dos partes: la anamnesis y el estudio del estado mental o semiología de las funciones
psíquicas. Dentro de la anamnesis, recabaremos datos acerca de la historia cronológica del
paciente desde el nacimiento hasta la actualidad, incluyendo los datos personales, motivo de
consulta o de internación, antecedentes de la enfermedad actual, informes de familiares o
allegados al paciente (para complementar los datos vertidos por el mismo), antecedentes
hereditarios e historia familiar. Las áreas o comportamientos a evaluar para arribar a un
diagnóstico válido son: aspecto general, actitud durante la entrevista, atención y concentración,
sensopercepción, pensamiento, lenguaje, orientación, inteligencia, memoria, voluntad o
conducta motora, afectividad, juicio, nivel de insight.

En el contexto de la clínica psicoanalítica, Freud planteaba la importancia del periodo de prueba


o ensayo para arribar al diagnóstico, y para evaluar si el sujeto era apto para el psicoanálisis, es
decir si era posible establecer una neurosis de transferencia, ya que no considerada aplicable su
método a la esquizofrenia o parafrenia. Este período, que abarcaba una o dos semanas, ya forma
parte del comienzo mismo del psicoanálisis y por lo tanto obedece a cierta reglas (actualmente
podríamos denominarlo encuadre). Alguna de estas reglas o consejos son: no aceptar como
pacientes a familiares o amigos; no considerar como obstáculo la desconfianza del paciente al
tratamiento ni sobrestimar su confianza al mismo, ya que son las resistencias internas la que
mantienen la neurosis; en relación con el tiempo, se le asignaba cada paciente una determinada
hora que le pertenecía por más que no la utilizara, la frecuencia recomendada era de seis
sesiones semanales y en tratamientos avanzados, tres sesiones a la semana; en relación con el
dinero, fundamentaba el pago de los honorarios en varias razones: es el medio de sustento del
profesional y porque los tratamientos gratuitos incrementan las resistencias del paciente; en
relación con la duración del tratamiento Freud respondía que era imposible predecirlo con
anterioridad ya que unas alteraciones anímicas profundas sólo se consuman con lentitud, ello
sin duda se debe a la atemporalidad de nuestros procesos inconscientes; mantenía en este
periodo de prueba el uso del diván para evitar la mirada del paciente, para mantener la "atención
flotante" (no fijarse en nada en particular, y prestar a todo cuanto se escucha la misma atención
parejamente flotante) y para prevenir la transferencia; formulaba la “asociación libre” como regla
fundamental.

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