La concepción cartesiana del lenguaje: Acero, Juan José

El lenguaje, “espejo” de la mente

Desde la concepción cartesiana el lenguaje es un “espejo” de la mente, además, mediante este

podemos dar conocer nuestros pensamientos, es un vehículo que permite hacer público aquello
que se encuentra en nuestras mentes, es decir, el un, medio de expresión del pensamiento.
Además, las capacidades lingüísticas de los hablantes son ecos de complejas capacidades
mentales.
Lo esencial de esta concepción cartesiana de la mente es que esta es un sistema que trabaja con
representaciones: un conjunto de principios (o reglas) que se aplican a elementos con
significado, dichas representaciones son llamadas ideas. Éstas tienen un carácter
representacional: son cosas que se encuentran en el entendimiento. Según descartes “son en
mí como imágenes o cuadros, que pueden ser con facilidad copas defectuosas de las cosas, pero
que en ningún caso pueden contener nada mayo o más perfecto que éstas”.
En segundo lugar, las ideas son lo único a lo que la mente o el entendimiento tienen acceso
directo en sentido estricto. El conocimiento de las cosas de nuestro entorno y de nosotros
mismos que posee casa persona es antes que nada una relación con las ideas que nos hemos
forjado de esas cosas y de nosotros mismos, una relación en la que no hay intermediarios.
Otra propuesta importante de esta concepción, consistió en entender lamente como algo
constituido por distintos módulo. El entendimiento: somete a las ideas a diversas operaciones,
la memoria; la memoria, le proporciona materiales para esas operaciones trayendo a conciencia
ideas antes almacenadas; los sistemas perceptivos, generan ideas que son efectos de los
vínculos causales que conectan a los sentidos del individuo con su medio físico externo o interno;
la imaginación, representaciones inéditas a partir de representaciones ya poseídas.

La concepción antropológica del lenguaje

Wittgenstein, el lenguaje y las formas de vida

Desde esta perspectiva el lenguaje es visto desde una perspectiva muy distinta.
Lo que llamamos lenguaje pone a nuestra disposición un conjunto de recursos que desempeñan
funciones que diferirían ampliamente unas de las otras.
Wittgenstein llamó formas de vida a las circunstancias de la historia natural y de las formas
culturales de vida que constituyen en medio en el que el lenguaje crece y se utiliza.
“El lenguaje (…) remite a un modo de vida” “El lenguaje es un fenómeno de la vida misma”.
Aquellas formas de vida constituyen el trasfondo en el que emerge la actividad lingüística, en el
que surgen y se asientan las múltiples herramientas lingüísticas y sus modos de usos.
Wittgenstein al referirse al lenguaje utiliza el término “juegos de lenguaje” esto es una forma
vida y se hace inteligible al comprender ésta. El autor refiere este término para dar cuenta que
el lenguaje no tiene una esencia. No existe una característica que comparten todos los juegos
sino que son variados y lo que puede hacerse es solamente describirlos.
Otra de los argumentos del autor mencionado es el error de pensar que a cada palabra le
corresponde un significado. A juicio de Wittgenstein la palabras devienen herramientas de la
comunicación humana porque los hombres concuerdan previamente en sus formas de vida, en
sus costumbres y pautas.
Nuestro lenguaje contiene expresiones que crean la ilusión de que los conceptos y pensamientos
que tenemos son réplicas exactas de cosas, situaciones o estados de hechos. Que son figuras de
unas y otros, representaciones mejores o peores de aquello en lugar de lo cual están.
Wittgenstein sostiene que no hay conceptos correctos sin más.

La estructura de la situación y su relación con el sistema semántico.

CONCLUSION: La conclusión a la que arribamos como grupo al realizar el informe de lectura es

que, ante la diversidad, implicaciones, y alcances de cada teoría sobre el estudio del lenguaje,
para hacer referencia a conceptos relacionados a dicho estudio, siempre debemos
posicionarnos y adoptar una o varias teorías (si deseamos trabajar diversas perspectivas) para
respaldar nuestra postura y tener fundamento sobre ella.