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Las ruinas del Chilam Balam

Por: Laura Plazas Ruiz


"Padre, los grandes cachorros que se beben a los hermanos esclavos de la tierra.
Marchita está la vida y muerto el corazón de sus ores, y los que meten su jícara hasta el
fondo, los que estiran todo hasta romperlo, dañan y chupan las ores de los otros.
Falsos son sus Reyes, tiranos en sus tronos, avarientos de sus ores. De gente nueva es
su lengua, nuevas sus sillas, sus jícaras, sus sombreros; ¡golpeadores de día,
afrentadores de noche, magulladores del mundo! Torcida es su garganta, entrecerrados
sus ojos; oja es la boca del Rey de su tierra, Padre, el que ahora ya se hace sentir.
No hay verdad en las palabras de los extranjeros. Los hijos de las grandes casas
desiertas, los hijos de los grandes hombres de las casas despobladas, dirán que es
cierto que vinieron ellos aquí, Padre. ¿Qué Profeta, qué Sacerdote será el que
rectamente interprete las palabras de estas Escrituras?”
Cultura Maya, Chilam Balam de Chumayel

El ser humano ha buscado el sentido de su existencia, su principio y su final desde tiempos


remotos: algunos se han aferrado a unas respuestas, otros han continuado esa pesquisa y
han llegado a remontarse a culturas ancestrales con la esperanza de encontrar las certezas
que la modernidad parece haber perdido. Así pues, se le han adjudicado a personajes
como Nostradamus profecías relacionadas con Napoleón o Hitler, intentando encontrar
el destino humano o un patrón en la historia que permita predecir nuestro final.

La civilización maya se caracterizó por ser una de las más avanzadas de América
científica y artísticamente. Poseía una escritura jeroglífica altamente evolucionada, una
arquitectura imponente, importantes avances en los campos de la astronomía y las
matemáticas, un arte destacado y una cosmogonía riquísima. No obstante, para muchos
países de occidente esta cultura precolombina se da a conocer masivamente ya en la
contemporaneidad por la divulgación de una profecía que anunciaba el final de los
tiempos el 21 de diciembre del año 2012. Un vaticinio calculado por el autor
estadounidense Frank Waters de la corriente del new age. Los aportes matemáticos
mayas, fundamentales para la ciencia moderna, pasaban a un segundo plano ante la
inminente venida del apocalipsis.

“Bajan hojas del cielo, bajan del cielo arcos floridos. Celestial es su perfume.
Suenan las músicas, suenan las sonajas del Once Ahau. Entra al atardecer y cubre
muy alegre con su palio al sol, al sol que hay en Sulim cham, al sol que hay en
Chikinputún. Se comerán árboles, se comerán piedras, se perderá todo sustento
dentro del Once Ahau Katún”. (Anónimo, 1986)
Los Chilam Balam son recopilaciones escritas en lengua maya de la mitología, folclor e
historia de esta civilización, uno de los más destacados es el de Chumayel, llamado así
por la población en donde fue escrito. Se remonta al siglo XVI, época en la que los
españoles ya se habían asentado en América y la situación de los mayas era bastante
crítica. Es posible que se haya realizado con el fin de dejar constancia de su por la tierra
y no permitir que su cultura fuera borrada totalmente. Sin embargo hay que tener en
cuenta que el Chilam Balam es un intento de plasmar en forma escrita la tradición oral y
las historias representadas en la arquitectura y el arte. Sumado a esto las traducciones a
otras lenguas resultan una interpretación de otra interpretación, con unos textos que son
altamente metafóricos y simbólicos, errores de transcripción, páginas perdidas y
renovaciones. Además la lengua maya está compuesta de términos polisémicos, ni
siquiera las palabras ‘chilam balam’ tienen una traducción directa: puede ser desde de
boca de brujo hasta sacerdote del dios jaguar. Y finalmente la cosmovisión de occidente
y la de los mayas es muy distinta, incluso en la forma de medir y percibir el tiempo, así
que no es descabellado deducir que pasamos por alto muchísimas creencias perdidas al
leer esta recopilación.
Las profecías apocalípticas tan difundidas en las pesadillas de occidente tienen su origen
en la interpretación de Waters de varias inscripciones mayas en piedra, el Chilam Balam
de Chumayel y, aunque parezca mentira, una mezcla de las creencias de otras culturas
como la azteca con su Mito de los Cinco Soles.

“No había ya buenos sacerdotes que nos enseñaran. Ese es el


origen del asiento del segundo tiempo, del reinado del segundo tiempo. Y es
también la causa de nuestra muerte. No teníamos buenos sacerdotes, no teníamos
sabiduría, y al fin se perdió el valor y la vergüenza. Y todos fueron iguales.
No había Alto Conocimiento, no había Sagrado Lenguaje, no había Divina
Enseñanza en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí. ¡Castrar al Sol! Eso
vinieron a hacer aquí los extranjeros. Y he aquí que quedaron los hijos de sus hijos
en medio de las gentes, que sólo reciben su miseria.” (Anónimo, 1986)

¿Cómo equiparar las profundas diferencias entre la percepción de la realidad entre el


mundo que moría para los mayas y la civilización que nacía con la imposición española?
El ejemplo de la interpretación de sus libros buscando el Armagedón ya es de por sí una
prueba de la brecha tan grande que existe entre ambas. El tiempo para los mayas era
cíclico, lo que representa sin duda un problema epistemológico para que la cultura
occidental pueda comprender mínimamente los textos de esta mitología. Las creencias
que imperan en este lado del mundo son monoteístas, con una clara concepción del bien
y el mal en la cual el voluble ser humano no termina de alcanzar su completa
identificación, con una modernidad que llegó junto con la conquista española pero
encontró su foco en un progreso accesorio cegado ante otros puntos de vista y una
evolución tecnológica más veloz que el pensamiento y la reflexión; pero sobre todo con
un culto al ‘yo’ que se agudiza con el paso de las décadas y nos hace vivir en un estado
de temor constante a la muerte, al punto que hemos pasado por un montón de “finales del
mundo” sin darnos cuenta que estábamos propiciando nuestra propia destrucción
mientras conspirábamos con teorías extraterrestres y buscábamos nuestro lugar en el
universo hasta en el fondo de una taza de café.
Esa es la sociedad en la que la mayoría de sus individuos leen al Chilam Balam, no como
un intento de comprensión de la cosmovisión maya, ni en la búsqueda de la empatía con
un pueblo perdido o la reflexión humanística de una cultura; si no como un esfuerzo
egoísta de verse a sí mismos reflejados en sus letras. Por eso, tristemente, la cultura maya
se vuelve un tópico de conversación en el auge del new age entre la década de 1960 y
1970, época de cultos apocalípticos, psicodelia y el rescate de costumbres ancestrales de
todas las latitudes como moda para muchos, y un intento autodescubrimiento para otros.
Frank Waters investiga un poco, mezcla creencias precolombinas y calcula el tiempo de
los mayas, tan desconocido para él, llegando a una fecha que sólo osa describir como el
fin de los tiempos, como en una línea que termina, no un círculo que vuelve a empezar.

“Esta es la palabra de Nuestro Padre: Arderá la tierra. Aparecerán círculos


blancos en el cielo, en el día que ha de llegar. Viene de la boca de Dios, no es
palabra mentirosa. ¡Ay, pesada es la servidumbre que llega dentro del
cristianismo! ¡Ya está viniendo! ¡Serán esclavas las palabras, esclavos los
árboles, esclavas las piedras, esclavos los hombres, cuando venga! Llegará... y lo
veréis. Sus Halach uiniques son los del trono del segundo tiempo, los de la estera
del segundo tiempo, dentro de los días del uayeyab, los días maléficos.
Con esto
acaba la palabra de Dios. Once justas son sus jícaras. Ceñudo es el aspecto de la
cara de su dios. Todo lo que enseña, todo lo que habla, es: «¡Vais a morir!» ¡Vais
a vivir, vosotros, los que entendáis las palabras de estas
escrituras de vida, hijos de Mayapán!.” (Anónimo, 1986)

Los españoles se apropiaron de las tierras de los indígenas que habitaban Centroamérica
y Suramérica, así como de sus cabezas, de su fe. Por eso cuando los mayas fueron
perdiendo a sus ‘sacerdotes’, como son llamados en varias traducciones del Chilam
Balam, su mitología perdió la fuerza y los descendientes que sobrevivieron no tenían
balam que les enseñara cómo era el tiempo, cómo tratar las plantas, qué rituales existían
y cómo se debían leer las estrellas. Ya para cuando llegó el convulsionado siglo XX su
rastro era casi imperceptible para la gente que habitaba sus territorios, el Balam Chilam
fue cambiando de manos y reescrito una y otra vez, hasta que en 1955 Íñigo de Martino,
un director de cine mexicano, decidió plasmar en una película su punto de vista sobre este
libro. Este filme es quizá la prueba más clara de la importancia que tenían para el pueblo
latinoamericano la nueva república y las ideas de nación (un dios, una lengua, una
bandera, una tierra), tan similares a las europeas. La búsqueda de su identidad ancestral
parecía totalmente extinta. En el filme no hay un ápice de la cosmovisión del libro, los
intentos por usar palabras mayas se quedan en mera enunciación restándole aún más
contenido. El director transforma una recopilación mitológica en una historia
melodramática, con actuaciones y escenografías notoriamente teatrales, usando la derrota
de los mayas frente a los españoles como pretexto para alabar el mestizaje y la “nueva
raza de hombres” que componen el pueblo mexicano. La fotografía y dirección tampoco
son destacables y el “homenaje” termina pareciendo una ofensa. Vale la pena mencionar
una anécdota del rodaje como el único punto rescatable de la película: los indígenas
mayas que actuaban en la película se rehusaban a hacerse los muertos en ciertas escenas
y seguían luchando contra los actores blancos.

“Cinco días será mordido el Sol y será visto. Esta es la representación del Trece
Ahau . Señal que da Dios es que sucederá que muera el Rey de esta tierra. Así
también que vendrán los antiguos Reyes a pelear unos contra otros, cuando vayan
a entrar los cristianos a esta tierra. Así dará señal Nuestro Padre Dios de que
vendrán, porque no hay concordia, porque ha pasado mucho la miseria a los hijos
de los hijos. Nos cristianizaron, pero nos hacen pasar de unos a otros como
animales. Y Dios está ofendido de los Chupadores..” (Anónimo, 1986)
Ese dolor de los mayas por la lucha perdida y su religión prohibida por tanto tiempo es
muy evidente a lo largo del libro, al comienzo con la descripción de su quebranto y al
final con la furia de sus profecías. El símbolo del sol es un elemento fuerte en sus
metáforas, esa castración de lo más importante, ese apagón de lo que los ilumina el
camino y los mantiene vivos. Las mordidas al sol como símbolo divino: los eclipses, esa
constante mirada al cielo y su lectura constante de los astros. No es de extrañar que sean
símbolos tan fuerte, los mayas poseían varios calendarios y tenían un enorme
conocimiento astronómico que fue totalmente subestimado por sus invasores.

“Arderá la tierra y habrá círculos blancos en el cielo. Chorreará la amargura,


mientras la abundancia se sume. Arderá la tierra y arderá la guerra de opresión.
La época se hundirá entre graves trabajos.
Cómo será, ya será visto. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria. Es lo
que está por venir.” (Anónimo, 1986)

México actualmente es un país con un racismo preocupante, un fenómeno que ha mutado


al clasismo y que también está presente en Guatemala y otras naciones con territorios
mayas. A pesar de los muchos académicos que intentan estudiar con empatía y disciplina
las culturas precolombinas, con la ida de los españoles poco cambió en nuestras
repúblicas, la herida sigue abierta y el sol apagado: canales de televisión siguen hablando
de extraterrestres construyendo pirámides mayas y aztecas subestimando el conocimiento
de nuestros antepasados, continúan creando programas sensacionalistas sobre profecías
vistas con ópticas banales y las películas de entretenimiento enseñando a los mayas como
caníbales y violentos. ¿Cuándo vendrán los eclipses como señal de la llegada los Antiguos
Reyes a ordenar esta parte del mundo que perdió la polisemia y el tiempo que se muerde
la cola?.
Bibliografía

• Anónimo. (1986). Los libros de Chilam Balam de Chumayel. Madrid: Historial 6..

• Martino, Í. d. (Dirección). (1955). Chilam Balam [Película].


• Ledesma, X. R. (2000). Estudios sobre las Culturas 
Contemporáneas (Vol. V).


Colima, México : Universidad de Colima.

• Ponce, M. F. (2011) La modernidad como objeto de indagación filosófica en


Jürgen Habermas. A parte rei.

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