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1.

Definición de Mito

Del griego mythos que se traduce como relato o cuento, referente a hechos
maravillosos cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales (dioses,
monstruos) o extraordinarios (héroes). Los mitos forman parte del sistema
religioso de una cultura primigenia, ya que buscan explicar el origen de las
deidades, el universo, los hombres, las cosas, el mal, las ciudades e incluso el
final de los días.

Los mitos se clasifican de acuerdo con su contenido narrativo en: Teogónicos,


cosmogónicos, antropogónicos, etiológicos, morales, fundacionales y
escatológicos.

2. Mitos acerca del origen, vida y obra de las deidades

En las primeras civilizaciones los dioses formaban parte de la vida cotidiana


de las personas, pues cada dios representaba un ámbito de la vida social (el
amor, la muerte, la caza, la música, la feminidad, la medicina…) y tenía una
historia particular.

Para explicar el origen de esos dioses, sus atributos y la forma cómo


participaban en los asuntos humanos existían los mitos teogónicos. Cada
civilización tenía los suyos, pero los que más han trascendido son los mitos
griegos gracias a la Teogonía, una sistematización literaria de esas
narraciones hecha por Hesíodo hacia el siglo VIII a.C.

2.1. Mitología Hindú: El origen de Ganesh

El dios Ganesh nació de la unión de dos deidades, el dios Shiva (dios de la destrucción)
y la diosa Parvati (diosa de la fertilidad y el amor). El mito de su nacimiento estuvo
enmarcado en circunstancias que originaron la ausencia de su padre ya que se
encontraba en la guerra enfrentado al grupo de los asuras y otros demonios.
Con la ausencia de su padre, el reino estaba a cargo de la diosa Parvati quien delegó la
responsabilidad sobre el dios Ganesh mientras ella se daba un baño. Cuentan que el dios
Shiva regresó a casa justo en ese momento y al verse ambos después de tanto tiempo, se
desconocieron por lo que el joven dios le impidió el paso a su padre sin saber cuál era su
identidad.
Este hecho lleno de ira al dios Shiva, quien en respuesta, le cortó la cabeza a su hijo,
desconociendo la verdadera identidad de aquella persona. La diosa Parvati llega a la
escena pero ya era demasiado tarde. Es allí donde Shiva cae en cuenta de quién era aquel
joven, su propio hijo, por lo que para calmar el llanto de su esposa, le hizo la promesa de
reponerle la cabeza a su hijo al encontrase con el primer ser en su llegada del cielo a la
tierra.
Y así lo hizo, cuando llego el dios Shiva a la tierra, con el primer ser que se encontró,
fue a un elefante, razón por la cual, en su representación física, el dios Ganesh tiene
cuerpo de humano, pero cabeza de elefante.

2.2. Mitología Escandinava: El matrimonio de Thor con el Rey de los


Gigantes

Un día al despertar, Thor se dio cuenta de que su martillo había sido robado,
rápidamente pensó que Loki tenía algo que ver y tras interrogarle, éste le sugirió que
fuera donde estan los gigantes, que ellos seguramente sabrían lo ocurrido con su arma.
De este modo pidió prestado el traje de plumas a Freya y disfrazado partió volando al
reino de los gigantes, donde lo encontró, ya que había sido robado por Thrym, rey de los
gigantes, que pedía como rescate la mano de la diosa Freya.
Loki, astuto y suspicaz como siempre ideó un plan, este consistía en disfrazar a Thor con
la ropa y el collar de Freya, además de cubrirse la cara con un velo.
Una vez en la tierra de los gigantes, Thrym ofreció un banquete en honor a su boda, y al
sellar el matrimonio con el martillo, Thor se desprendió de su disfraz y tomó el martillo
rápidamente, Thrym suplico piedad, pero ya era muy tarde, el salón se inundó de truenos
y relámpago y con su martillo dio muerte a Thrym y a todos los gigantes.

2.3. Los dioses se metamorfosean: El caso de Zeus en la mitología griega

El más poderoso del Panteón griego se transformaba en diferentes animales para


conseguir conquistar a sus amoríos, en parte lo hacía porqué su espora Hera, se ponía
celosa y así evitaba ser descubierto y evitar los ataques de ira de su esposa.
Zeus se metamorfoseó en lluvia de oro para fecundar a Danae, en nube para fecundar a
Io, en Aguila para raptar al joven Ganimedes y hacerlo copero real del Olimpo, en Toro
para raptar a Europa y como no en cisne para fecundar a Leda.
Leda, era una hija de Testio y esposa de Tindáreo de Esparta, era otra de las amantes
humanas de Zeus. Cuando caminaba junto al río Eurotas, fue fecundada por Zeus,
transformado en cisne y quien busco su abrigo fingiendo ser perseguido por un águila.
Esa misma noche Leda yació con Tindáreo. Como consecuencia, puso dos huevos de los
cuales nacieron cuatro hijos: Helena de Troya, Pólux (inmortales, presumidos hijos de
Zeus) y Clitemnestra y Cástor (mortales, supuestos hijos de Tindáreo).

Sin embargo, se considera a Pólux y a Castor gemelos, conocidos como los Dioscuros.
Cástor era famoso por su habilidad para domar caballos y cabalgarlos, y Pólux, por su
destreza en la lucha cuerpo a cuerpo. Cuando Teseo y Pirítoo secuestraron a su hermana
Helena y la llevaron a Afidna, los Dioscuros la rescataron, y también raptaron, en
venganza, a la madre de Teseo, Etra.
Cástor y Pólux raptaron a las hijas de Leucipo: Hilaira y Febe, y se casaron con ellas.
Por esto, Idas y Linceo, sobrinos de Leucipo, mataron a Cástor. Pólux, que había
recibido el don de la inmortalidad de Zeus, convenció a su padre para que se lo
concediera también a Cástor. Así, ambos se alternaban como dioses en el Olimpo y
como mortales fallecidos en el Hades.

2.4. Las deidades de la muerte: Anubis en el panteón egipcio

Se sabe que Neftis, la venus egipcia, aunque era hermana y esposa del terrible Tifón,
prefería a su hermano Osiris, de quien tuvo un hijo llamado Anubis, al cual los egipcios
representaron con una cabeza de chacal o de perro.
El nacimiento de Anubis tuvo lugar un día antes del señalado, y por ello su madre lo
abandonó en la espesura de un bosque. Sin embargo, Isis corrió en su busca,
apoderándose de él y prodigándole los mismos cuidados que si hubiera sido hijo suyo.
Ya mayor Anubis acompañó a su padre en la expedición que Osiris realizo para efectuar
la conquista pacífica del mundo Igualmente sirvió de fiel compañero a su madrina y
protectora Isis, a la que ayudó a encontrar los restos mortajes de su esposo los cuales
embalsamó con gran fervor y piedad al punto de que, tras esta ceremonia, quedó
consagrado cómo guardián de las momias y preservador de los sepulcros.

2.5. Guerra entre deidades, un ejemplo en la mitología china

Zhu Rong es el dios del fuego y del hemisferio sur del cielo. Gong Gong, el dios del
agua, envidiaba a Zhu Rong, ya que éste tenía la adoración y seguimiento de muchas
personas, por lo que decidió enviar hacía él cuatro lagos y cuatro mares, para de esta
forma apagar el fuego sagrado; dejando así al mundo en total oscuridad.
A raíz de esto Zhu Rong y Gong Gong comenzaron una batalla en el cielo, la cual
culminó cuando Zhu Rong derrotó al dios del agua, éste al sentirse tan avergonzado por
su derrota intentó suicidarse, lanzándose contra el monte Buzhou, el cual era uno de los
pilares de la tierra, por ello se desprendió la parte superior de la montaña; abriéndose la
tierra, el agua se extendió por las grietas, originando así una gran inundación que acabó
con muchos seres de la tierra.

3. Mitos Cosmogónicos

El gran reto de todas las creencias religiosas ha sido siempre explicar el


origen del mundo. Los mitos cosmogónicos son las narraciones mitológicas
que intentan dar respuesta al misterio de la transición entre el caos y el
mundo, mostrándonos el origen del mundo.

3.1. El comienzo de todo: Mito Egipcio.

Hubo un tiempo, hace miles y miles de años, en que no existían la Tierra ni el Cielo. El
mundo carecía de árboles y montañas, de animales y personas, pues todo estaba ocupado
por una masa de bullentes aguas negras que no tenía principio ni fin, y que se hallaba
bajo el dominio de un espíritu. Un buen día, aquel espíritu decidió darse un nombre a sí
mismo:
—Jepri —dijo, con una resonante voz de trueno.
Y, justo en aquel instante, se convirtió en un dios extraordinariamente poderoso. La
palabra «Jepri» significa ‘Aquel que se convierte en luz y vida de todas las cosas’, y eso
es lo que Jepri se dispuso a hacer: convertirse en un dios creador. Primero dio forma a un
gran huevo resplandeciente que se sacudía y temblequeaba sobre la superficie del mar.
Del huevo salió Ra, un dios solar que tiene cabeza de halcón y que es más poderoso aún
que el propio Jepri.
Nada más nacer, Ra ordenó al Cielo y a la Tierra que salieran de las aguas.
—Tú te llamarás Geb —le dijo a la Tierra—. Y tú te llamarás Nut —le dijo al Cielo.
Para separarlos, Ra creó a Shu, el Aire, y a continuación dio vida a Tefnut, la Humedad.
Luego, la diosa Nut plantó sus pies en el este y las manos en el oeste, y formó así, con su
gigantesco cuerpo, un arco sobre la Tierra. Su cuerpo, arqueado y boca abajo, se cubrió
de un sinfín de gemas brillantes: las estrellas.
Todas las mañanas, Ra montaba en su barca para surcar el Cielo. Desde allí arriba,
miraba la Tierra con su ojo, al que llamamos «sol». El ojo de Ra, fuente de toda luz, era
tan grande y brillante que veía cuanto pasaba en la Tierra, y el dios se sentía muy
orgulloso de él.
Un día, al regresar de su larga travesía por el Cielo, Ra se llevó una desagradable
sorpresa. ¡Su padre Jepri tenía otro ojo! Brillaba mucho menos que el sol, pero, aun así,
Ra se puso hecho una furia.
—¡Con mi ojo es suficiente para ver la Tierra! —le gritó Ra a su padre—. No
necesitamos ningún otro ojo. Jepri se indignó.
—¿Cómo te atreves a hablarme en ese tono? —dijo—. Eres demasiado orgulloso, así
que, para que aprendas a ser más humilde, desde hoy mismo este otro ojo alumbrará el
Cielo por la noche.
A aquel sol nocturno, al que nosotros llamamos «luna», Jepri le dio el nombre de Thot y
le asignó el título de «Medidor del tiempo», pues la luna iba a servir para calcular la
duración de los meses. Pero Jepri no se conformó con crear un segundo ojo celeste:
engendró además seis nuevos dioses, cada uno destinado a una misión concreta, y
también y a los hombres y a las mujeres, a los que puso en la Tierra para que lo
adorasen. Hizo que crecieran todo tipo de árboles y plantas, creó a los animales que
caminan por la tierra y a las aves que surcan los cielos, a los reptiles que se arrastran por
el desierto y a los peces que habitan en las aguas, y, cuando acabó de hacer todo eso, se
sintió tan agotado que se retiró a descansar a los Campos de la Paz, que se encuentran
más allá del Cielo.
Y así fue como, según los egipcios, comenzó todo.

3.2. El origen del Universo: Fragmento del Popol Vuh.

Ésta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo
inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un
animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni
bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su
extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni
hiciera ruido en el cielo.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y
tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el
Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad.
Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz, De grandes
sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también
el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la
noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y
meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía
aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los
bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las
tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.
El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxa-
Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.
Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la
claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el
alimento y el sustento.
–¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe [el espacio],
que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y
en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que
exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.
Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la
tierra: –¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha.
Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron
del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente, por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas
y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.
Y así se llenó de alegría Gucumatz, diciendo:
–¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxa-
Caculhá!
–Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.
Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes del
agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron
separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón
de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba
en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.
De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar
sobre su feliz terminación.

3.3. Los Orígenes del Universo en la Mitología Nórdica

Oscuridad, sólo eso hubo en un tiempo en el que el vacío no se llamaba así. En realidad,
nada tenía nombre, puesto que nadie habitaba la penumbra. No había mundo ni
Universo, sólo un enorme campo negro. Justo en el norte de esta inmensa y eterna
oscuridad, tuvo lugar un fenómeno un tanto inusual: surgió una nube y algunas sombras
que no se distinguían por su negro color. Estas se mezclaron creando una masa inmensa
y se hizo llamar Niflheim. Ante semejante fenómeno, en el sur nació, como contestación
no intencional, una tierra calurosa contraria a la del norte. En este lado, el fuego
brindaba calefacción a la nada y al mismo tiempo, alumbró ese espacio. Se llamó
Muspellsheim.
Cada sitio derivó en doce ríos que llevaban agua helada y lava, respectivamente. Era
inevitable que, en algún momento, estas vertientes se unieran en la inmensidad. Mientras
que los ríos helados comenzaban a congelarse y estancarse, la lava llegó a cubrirlos y a
deshacer el hielo. En el contraste surgió la primera criatura viviente: Ymir, un gigante
de hielo. Pasó un tiempo y los ríos volvieron a mezclarse hasta que nació otro ser más,
Audumla; esta ocasión no fue un gigante, sino una imponente vaca que comenzó a dar
leche en forma de ríos, casi tan vastos como los de Niflheim y los de Muspellsheim.
Ambas criaturas se contemplaron por un tiempo, hasta que Ymir, sediento, bebió
desesperadamente de uno de los manantiales lácteos de Audumla. De este modo, se
volvieron un poco más unidos. No obstante, el tiempo era un castigo y decidieron tener
hijos cada quien a su manera. Ymir que pasaba la mayor parte del tiempo en el fuego,
sudaba mucho, así que de ahí nacieron sus pequeños. En el caso de Audumla, sus hijos
llegaron al mundo a través de las lamidas que su madre daba al hielo para tratar de
deshacerlo.
El tiempo no existía, por ello, los hijos de ambos se desarrollaron y fueron haciendo sus
vidas en un vacío oscuro y eterno. La convivencia entre todos dio origen al primer
sentimiento genuino: el amor. Éste se dio entre Bestla, hija del gigante Ymir y Bor,
nieto de la vaca. Ambos decidieron unirse y dar origen a más seres que habitaran la
oscuridad; así nacieron tres dioses: Odín, Vili y Va quienes comenzaron a tener sus
propias ideas y terminaron por exterminar a los gigantes por considerar que no
aportaban nada. Dos de ellos lograron escapar para mantener su legado vivo.
Estas revueltas provocaron que el fuego comenzara a apagar al hielo, por lo que los tres
dioses que ahora gobernaban en el mundo crearon la primer morada o lugar de vida y le
llamaron Midgard. El gigante Ymir murió en batalla, había ventaja sobre él ya que
jamás se había enfrentado a algo similar. Sin embargo, trataron de rendirle culto por
haber sido el primer habitante del mundo. Así, con sus huesos crearon las montañas y de
su sangre nacieron los océanos. Su cuerpo se convirtió en tierra y su cabello mutó a
árboles. Su esqueleto fue transformado en cielo y le salpicaron algunos chispazos de
fuego que tomaron de Muspellsheim, que sólo pueden verse en la noche, es decir, las
estrellas.
De este modo, el cuerpo de Ynir echó raíz y de pronto nació Yggdrasill, un gran y
enorme fresno que creció en cuestión de horas hasta el cielo, separando éste de la tierra
y haciendo de su tronco el eje del Universo. De pronto, Odín y sus hermanos
descubrieron que el árbol tenía tres raíces, las cuales se mantienen muy profundas, nadie
sabe hasta dónde llegan realmente. Para mantenerlo seguro, pusieron a su cuidado cuatro
ciervos que muerden a todo aquel que pretende ultrajarlo. No obstante, también están
encargados de que no eche más raíces y por ello, los tres dioses han puesto a sus
mascotas a cuidarlo, siendo la serpiente de Nidhogg aquella que roe fuerte y
agresivamente sus raíces, todo para evitar que haya más seres nacientes; pareciera que
sólo quieren que los humanos vivan y tal vez, sea la mejor opción.

3.4. Los orígenes del Universo para la mitología China

En su origen, Pangu era un gigante que dormía en el interior de un huevo caótico. Al


despertarse y enderezarse, partió en dos el huevo, dando origen al cielo y la tierra y fue
entonces, quizá tras dieciocho años intentando que no se cerrara de nuevo el huevo
cósmico, cuando murió y de él nació toda la naturaleza primordial:
Estando Pan Gu —el primero en nacer— a un punto de la muerte, se le metamorfoseó
todo el cuerpo: el hálito se transformó en el viento y en las nubes; la voz en el estampido
de los truenos; el ojo izquierdo en el sol y el ojo derecho en la luna; las cuatro
extremidades y los cinco miembros en los cuatro puntos cardinales y en las Cinco
Cumbres; la sangre en los ríos Azul y Amarillo; los tendones y las venas en las
principales vías de comunicación en la tierra; los músculos y la carne en las terrazas de
sembrado; el cabello y los demás pelos del cuerpo en los astros y los planetas; la piel y
el vello en los prados y los bosques; los dientes y los huesos en los minerales y las
piedras; el esperma y la médula en las perlas y los jades; la transpiración y el sudor en la
lluvia y en los pantanos, y, en fin, los ácaros que en su cuerpo hubiera se transformaron,
como despertados por el contacto con el viento, en los hombres y en los pueblos”.

3.5. El origen del Universo para los indígenas Gagudju de Australia

Al principio la Tierra era un espacio vacío y llano, en cuyo interior descansaba la


Serpiente Arco Iris que permaneció en un profundo sueño durante muchísimo tiempo.
Repentinamente la Gran Madre Serpiente se despertó y reptó por el interior de la
Tierra hasta llegar a la desierta superficie. Comenzó a recorrer la Tierra y, a medida que
avanzaba, tal era su poder, que provocó una gran lluvia, formándose lagos, ríos y pozos
de agua. Cada sitio que visitó lo nutrió con la leche de sus pechos rebosantes, haciéndolo
fértil y una frondosa vegetación creció en la Tierra antes yerma. Grandes árboles con
frutos de muchos colores y formas brotaron de la tierra.
La diosa arco iris introdujo su nariz en el suelo, levantando cadenas montañosas y
abriendo profundos valles, mientras que otras partes las dejó lisas y desiertas.
La Madre Serpiente regresó entonces a la Tierra y despertó a los animales, a los reptiles
y a los pájaros que poblaron por vez primera la Tierra, y finalmente creó a los peces. Por
último, según cuenta la leyenda, la diosa arco iris extrajo de las entrañas de la propia
Tierra a la última de las criaturas, el ser humano.
De la Madre Serpiente Arco Iris los seres humanos aprendieron a vivir en paz y
armonía con todas las criaturas de la creación, ya que eran sus primos espirituales.
Además, la diosa enseñó al hombre la vida en comunidad como tribus, a compartir y
tomar de la Tierra solamente aquellos bienes que necesitasen, respetando y honrando a la
Naturaleza.

3.6. La Creación de la Tierra: Mito Siux

En los tiempos antiguos, el Gran Espíritu se despertó de un largo sueño y, encontrándose


solo, tomó un pedazo de su cuerpo, cerca del corazón, y un puñado de tierra, y de esta
combinación formó un maní tto, un espíritu.
Muy complacido con su creación, hizo tres manittos más, en la misma forma. Estos son
los espíritus de los cuatro vientos: Este, Oeste, Norte y Sur.
Después de hablar con ellos un rato, creó un manitto hembra, el cual es la Tierra. Al
principio ésta se hallaba desnuda, sin hierba y sin árboles.
Al notar esto, el Gran Espíritu creó los árboles junto a una gran variedad de hierbas.
Pero resultó que la Tierra no andaba bien. El Gran Espíritu formó entonces cuatro
bestias y cuatro serpientes, y las colocó en la Tierra para ayudarla a sostenerse. Esto
puso furioso a los cuatro vientos que soplaron sobre ella con tanta violencia que empezó
a moverse por el espacio muy rápidamente.
Entonces el Gran Espíritu creó al búfalo, y lo puso sobre ella, y de este modo la Tierra se
movió en forma suave y conveniente, tal como lo sigue haciendo en nuestros días.

3.7. Cosmogonía de la tribu Pipile en El Salvador

La Tierra rodaba en el espacio, zumbando en el silencio, dice. La noche se agrandaba en


los contornos de las cosas.
Todo es negro: negra la Tierra y negro el cielo. El frío se extendía en las frías cavernas
de la Nada.
Es el vacío. La muerte está echada sobre el mundo. Nada vuela, nada flota, nada
calienta. Ni ríos, ni valles ni montañas. Sólo está el mar.
Un día Teotl frotó dos varitas de achiote y produjo el fuego. Con las manos regaba
puñados de chispas que se esparcían por el vacío formando las estrellas. El misterio se
poblaba de puntos de luz.
De pronto, en lo más alto del cielo, surgió Teopantli, el Reformador, que rige el
universo. Surgió sonriente, envuelto en una cascada de luz.
Teotl lanzó el último puñado de fuego, que allá abajo se condensó en un témpano de luz:
ése fue Tonal, el buen padre Sol.
Pero entre el ruido de los capullos de la vida que reventaban, de los mundos que se
engolfaban en sus órbitas, de las explosiones de la luz, Teopantli lloró.
Y su lágrima rodó, hasta quedarse suspendida. Se hizo blanca y giró. Ésa fue Metzti, la
buena madre Luna. Por eso es triste. Proyectó su luz sobre la Tierra y ya no estaba vacía.
Los mares se rompían contra las costas. Había montañas y había barrancos. Sobre las
cumbres peladas rugían las fieras. Su luz pálida iluminó un combate de leones. En las
charcas y entre las lianas corrían las lagartijas. Los ríos se retorcían como culebras
blancas. La vida cantaba.
Explica después cómo fue creado el hombre, nacido del coágulo de un nopal, que se
enfangó dando origen a una casta de hombres malos, que indignaron al Creador. Se
desató sobre ellos una furiosa lluvia, y el huracán silbaba quebrando las montañas.
Todos murieron, a excepción de Coscotágat y Tlacatixitl, nuestros padres.
Después de ese desastre la humanidad ha venido perfeccionándose poco a poco.

3.8. Mito Ottawa acerca del origen de la Tierra

La Tierra fue encontrada en las garras y en la boca de una rata almizclera. Después
comenzó a expandirse sobre la superficie del agua y Na-na-bou-jou se sentó, día tras día,
para observar su crecimiento.
Pero la Tierra crecía y crecía y Na-na-bou-jou ya no podía ver su extensión. Entonces
llamó a un lobo y lo mandó a correr alrededor de la Tierra, de manera que se pudiera
saber el tamaño que ésta iba cogiendo.
El lobo así lo hizo, se ausentaba un tiempo y regresaba, trayendo noticias.
Después de unos meses, Na-na-bou-jou envió al lobo otra vez para que corriera hasta
donde llegaba la Tierra en su constante crecimiento.
El lobo estuvo corriendo por dos años y regresó sin que le hubiera encontrado fin.
Entonces Na-na-bou-jou lo mandó de nuevo, a que insistiera con todas sus fuerzas, y el
lobo no regresó jamás.

4. Mitos Etiológicos

La etiología es el estudio de la causa y el origen de las cosas. Ya habrás


adivinado pues que los mitos etiológicos intentan explicar el nacimiento de
varias cosas desde un punto de vista fantástico y real. Normalmente, los
mitos etiológicos se centran en la explicación del origen de fenómenos
naturales o elementos del mundo.

Para la explicación de los terremotos o las tormentas, la respuesta de por qué


hay luna llena o la narración del origen de un animal concreto, se recurría a
los mitos etiológicos para demostrar el poder de los dioses.

4.1. Mito guaraní: El origen de las estrellas.

Dos mujeres salieron a recoger maíz. Como la cosecha era poca, pidieron ayuda a un
joven que pasaba. Éste, aprovechando la ocasión, llenó también su bolsa. Al llegar a su
casa, dio el maíz a la abuela para que le hiciese tortas, que comió alegremente con sus
amigos. Terminado el festín, pensaron que la abuela podría contar a sus madres lo que
acababan de hacer, y decidieron cortarle la lengua.
Realizado esto, aterrados de su acción, se dispusieron a huir. Llamaron un piodudu, al
pájaro picaflor, y le encargaron que subiese una cuerda y la atara al cielo. Lo hizo así el
pájaro y los muchachos empezaron a trepar por ella. De pronto aparecieron las madres y
también comenzaron a subir, en busca de sus hijos. Éstos ya habían llegado al cielo, y el
ladrón de maíz, que iba el último, cortó la soga. Las mujeres cayeron.
En castigo, los muchachos fueron condenados a permanecer para siempre en el cielo,
con los ojos fijos en la Tierra, buscando a las madres. Esas brillantes pupilas son las
estrellas.

4.2. Mito Maya: el Origen de las Langostas


Vivían en un pequeño rancho una madre india y su hijo, solos los dos, pues ella era
viuda... Con muchos afanes había criado al hijo, el cual ya era todo un mozo... Próspero
era el maizal que cultivaban con esmero. Cuando las lluvias caían daba gusto ver la
milpa. Las cosechas siempre eran magníficas, y las trojes se llenaban tanto que jamás
faltaba en todo el año el maíz en ellos. Así también eran las cosechas de las calabazas,
de los frijoles y de las sandías... Todo era abundancia...
Sí, próspero era el campo... pero una aguda espina se hundía en el corazón de la buena
mujer... Era infeliz a pesar de todo y lloraba sin cesar, porque su hijo, al cual amaba
tanto y por el cual tanto se había desvelado, era de tan malos sentimientos que más que
amar a la madre parecía odiarla... ¿Qué le importaba la abundancia a la desventurada si
su hijo la maltrataba continuamente...? Prósperas eran las cosechas, pero esto envanecía
más al hijo, lo tomaba más soberbio, y descargaba sobre su infeliz madre toda la dureza
de sus entrañas.
Hasta en ocasiones el mal hijo la había golpeado... Desde entonces la madre pensó
seriamente en abandonarlo todo, para irse lejos, hasta agotar su vida infortunada. La
ocasión llegó al fin cuando en cierta ocasión el hijo infame trató de decapitar a la madre
con su machete... La mujer fue herida y quedó casi inútil, pero con vida, y pudo huir...
Nunca nadie supo adonde se fue ni nunca nadie volvió a saber de ella... Pero pronto el
hijo criminal comenzó a darse cuenta de su horrible falta.
Primero sintió la soledad, no había quien lo atendiera... Enfermó y no había quien lo
curara... Pero lo más horrible fue que un día al amanecer sintió y vio que sus brazos,
aquellos brazos que había levantado contra la madre, se habían convertido en dos
repugnantes serpientes. En lugar de sus manos estaban las chatas cabezas de los reptiles
que movían ferozmente los ojos y abrían las fauces en busca de alimento... Y,
naturalmente, comenzó el hambre para el hijo infame, porque cuando el desgraciado
tocaba los alimentos para llevarse a la boca, no era con las manos con las cuales los
tocaba, pues ya no existían, sino con las bocas de las serpientes, y éstas devoraban al
punto el alimento...
Fue a su milpa desesperado y su espanto no tuvo límites... Vio una mancha gris
cerniéndose bajo el cielo, tan espesa y enorme que cubría totalmente el Sol... Sintió
miedo profundo... Nunca había visto aquello, no sabía explicárselo... De pronto la
mancha se precipitó sobre la milpa arrollándolo a él mismo. La mancha cubrió todo el
suelo, y cuando se levantó haciendo un gran ruido, todas las siembras estaban
devastadas... El campo ya estaba escueto... Observó que aquella mancha al caer se había
convertido en millones de pequeños animalillos con alas, que saltaban y lo devoraban
todo... Había querido utilizar sus brazos para alejar la invasión, pero había sido inútil...
Sus brazos eran las serpientes que se retorcían al parecer de gusto presenciando la
invasión y dándose cuenta de la angustia del hombre... Corrió éste a su troje y también
lo encontró devastado... Desesperado regresó a su choza, y por el camino fue viendo que
también los árboles habían sufrido la devastación, pues sus ramajes aparecían pelados, y
al llegar a su cabaña halló que la techumbre, que de palmas era, también había sido
devorada... Se encontró entonces en la desolación más absoluta...
Lleno de ansiedad consultó a los h’menes, a los hombres adivinos que también estaban
llenos de doloroso asombro, pues nunca habían visto cosa semejante; éstos hicieron los
ritos, hicieron sacrificios de animales, escrutaron el espacio para ver de qué pliegue
había salido la horrible plaga. Al fin concluyeron por saber que se trataba de una
maldición que la madre había lanzado al hijo al abandonarlo, y que, hasta que apareciese
nuevamente la mujer y lo perdonase, la maldición no pasaría... Se trataba de la terrible
Zaac, la insaciable langosta que por primera vez aparecía sobre la tierra maya.

4.3. Mito Quechua: el origen de los venados

Habitaban la misma casa dos hermanos, uno rico otro pobre, con sus respectivas mujeres
e hijos.
Un día en que el rico, con muchos convidados, festejaba el corta pelo de uno de sus
hijos, se asomó el pobre.
Le ve uno de los invitados, y pregunta:
-¿No es ése tu hermano? ¿Por qué no le haces pasar?
-Ése es un doméstico.
Oyóle el pobre; lleno de aflicción por el desprecio que de él hacía su hermano, decidió
abandonarlo y se fue como de costumbre en busca de chicash, único alimento con el
cual sustentaba a su familia.
Detúvose en la puna a descansar sobre una roca, lamentándose de su mala fortuna,
cuando oyó que ésta le hablaba, consolándole e indicándole siguiera un camino que le
conduciría a una gran cueva y que llamara. Siguió las indicaciones de la peña hasta la
cueva, donde encontró a un anciano venerable que le dio una piedra diciéndole que
regresara, sin desprenderse de ella nunca.
Caminaba deprisa, pero la lóbrega noche le impidió proseguir su marcha. Buscó refugio
en una cueva para pasar la noche, con su piedra a la espalda. Le era imposible conciliar
el sueño por el hambre y el pesar; nuevamente quejábase de su fatal destino, cuando
dormitando escuchó este diálogo entre la peña, la puna y la pampa.
Preguntábale la puna a la peña por qué lloraba ese hombre.
-El pobre llora porque su hermano rico lo ha despreciado.
La pampa interrogaba por su parte:
-¿De qué se queja ese infeliz?
-De su hermano rico, que lo tiene muerto de hambre -respondía la peña.
-Pues entonces, yo le daré mazamorra de maíz blanco.
-Y yo -dice la cueva-, de maíz morado.
-Y yo -dice la peña-, de maíz amarillo.
Despierta sobresaltado y se encuentra con tres ollitas, las que devoró, procurando que
sobrara un poco de cada una para su familia. Y se quedó profundamente dormido.
Al amanecer disponíase a continuar su marcha, pero le fue imposible levantar el atado
por su enorme peso; al desatarlo vio, no sin sorpresa, que la mazamorra de maíz amarillo
se había convertido en oro; la de maíz blanco, en plata, y la de morado, en cobre.
Dejó enterrada una parte y marchóse contento a su casa, donde refirió a su familia lo que
le había acontecido.
El rico, al descubrir que su hermano había enriquecido bruscamente, le acusó de ladrón.
Para probar su inocencia, le contó todo lo que le había sucedido, relato que no hizo sino
despertar su codicia, y esa misma noche se encaminó a la cueva, donde del anciano
recibió la piedra, y quedóse dormido. Le dio cuernos la peña; la pampa, pelos, y la puna,
rabo, con lo que al despertar quedó completamente transformado.
Llegó a su casa, le desconoce su mujer, que le echa a los perros. Desde entonces, trocado
en venado, va huido por las pampas y punas.

4.4. Mito Griego: El origen del Fuego

Hace muchos años, según cuentan las historias de la gente de la antigua Grecia, vivían
dos hermanos que no eran como otros hombres, o como los dioses y diosas del Monte
Olimpo. Ellos eran los hijos de uno de los Titanes que había luchado contra Zeus y había
sido encadenado y enviado a prisión en el mundo inferior.
El nombre del mayor de estos hermanos era Prometeo (que significa previsor). Prometeo
siempre estaba pensando en el futuro y alistando las cosas para lo que pudiera pasar
mañana, o la semana siguiente, o el año siguiente, e inclusive en cien años. El hermano
menor se llamaba Epimeteo (que significa quien actúa y luego piensa). Epimeteo
siempre estaba ocupado pensando en el ayer, o en el año anterior, o cien años atrás, y
nunca se preocupaba por lo que pasaría en el futuro.
Prometeo no deseaba vivir entre las nubes del Monte Olimpo. Estaba demasiado
ocupado para hacerlo. Mientras que los dioses pasaban sus vidas en inactividad,
bebiendo el néctar y comiendo ambrosía, él planeaba como hacer el mundo más sabio y
mejor de lo que nunca antes había sido.
Así que en lugar de vivir en Olimpo, Prometeo salió y se mezcló con los hombres para
vivir con ellos y ayudarles y pronto notó que estos ya no eran felices como lo habían
sido durante los días de gloria cuando Crono, el titán, era rey. Los encontró viviendo en
cuevas y en agujeros en la tierra, temblando de frío porque no había fuego, muriendo de
hambre, perseguidos por las bestias salvajes y también persiguiéndose entre ellos—las
más miserables de todas las creaturas vivientes.
“Si sólo tuvieran fuego", se dijo Prometeo, "al menos podrían calentarse y cocinar su
comida, y después podrían aprender a hacer herramientas y construir sus propias casas.
Sin fuego, son peores que las bestias".
Prometeo fue con valentía a ver a Zeus y le rogó que les diera fuego a los hombres, para
que pudieran tener un poco de comodidad durante los largos y sombríos meses de
invierno.
"¡No lo haré!" dijo Zeus, "¡No compartiré ni una chispa con ellos! Porque si los hombres
tuvieran fuego podrían volverse fuertes y sabios como nosotros y después nos sacarían
del reino. Además, el fuego es una herramienta poderosa y ellos son demasiado pobres e
ignorantes para confiárselo. Es mejor que nosotros en el Monte Olimpo gobernemos el
mundo sin amenazas para que todos seamos felices".
Prometeo no respondió, pero en su corazón estaba el ayudar a la humanidad y por lo
tanto no se rindió. Cuando caminaba por la orilla del mar encontró un largo tallo de
hinojo. Lo partió y luego vio que su centro hueco estaba lleno de una sustancia seca y
suave que quemaría lentamente y permanecería ardiendo por un largo tiempo. Se llevó el
tallo mientras comenzaba un largo viaje a la cima del Monte Olimpo.
“La humanidad debe tener fuego, sin importar lo que haya decidido Zeus", se dijo a sí
mismo. Y con ese pensamiento se escabulló silenciosamente en el dominio de Zeus y
robó una chispa de su relámpago. Prometeo tocó el extremo del largo tallo con la chispa
y la sustancia seca dentro de él prendió fuego y ardió lentamente. Prometeo se apresuró
a su propia tierra, cargando con él la preciosa chispa escondida en el centro hueco de la
planta.
Cuando llegó a casa, llamó a algunos de los hombres temblorosos para que salieran de
sus cuevas e hizo una fogata para ellos, y les mostró como usarlo para calentarse y para
cocinar sus alimentos. Hombres y mujeres se reunieron alrededor del fuego, ya no tenían
frío y estaban felices y agradecidos con Prometeo por el maravilloso regalo que les había
traído.
Una fría mañana de invierno, Zeus miró hacia abajo desde el Monte Olimpo y notó
fogatas que ardían alegremente en los hogares de hombres y mujeres en cada villa a lo
largo de las tierras. No le tomó mucho tiempo comprender que Prometeo lo había
desobedecido y le había dado el fuego a los hombres.
Zeus estaba muy enojado y ordenó encadenar a Prometeo a una montaña para que
sufriera allí por toda la eternidad.

4.5. Mito Egipcio: El origen del Nilo

Todo se remonta a Osiris, rey mítico de Egipto, hijo de la Tierra y el Cielo, enseña a los
egipcios la agricultura y la vida en sociedad entre otras muchas cosas, pero es engañado,
traicionado y asesinado por su hermano, Seth. El resultado viene a decirnos que Osiris
acaba desmembrado, en las aguas del Nilo, a las que impregna de su esencia, que hace
tan fértil la tierra una vez que la crecida del Nilo cesa.
Osiris tenía una esposa, Isis, que no iba a quedarse de brazos cruzados. Isis es una diosa
que se identifica con el cielo, ella es la que acoge a las almas de los muertos, que se
convierten en las estrellas que brillan en el cielo. Comienza una historia de venganza,
pues Seth está ahora gobernando en Egipto mientras el cuerpo de Osiris se pudre en las
aguas del Nilo. Isis se propone recuperar el cuerpo de su difunto esposo, repararlo y
resucitarlo.
Isis recupera las partes de Osiris y lo repara con la ayuda de su hermana Neftis, esposa
de Seth, que estaba ayudando a arreglar el desaguisado que había montado su querido
marido, y momifican a Osiris (esto lo hace el bueno de Anubis, pues consistía en el
trabajo sucio del tema), pero desgraciadamente le faltaba una parte del cuerpo, el
miembro reproductor. Aunque incompleto, Isis, en forma de halcón, aletea frente a la
momia de Osiris e introduciéndole aire por la nariz, lo resucita, pero además, queda
milagrosamente preñada. Era primordial tener un descendiente porque Osiris, aunque
vuelve a la vida, no lo hace en el mundo de los vivos y por tanto no puede reinar,
resucita en el de los muertos bien aventurados, lugar del que ahora se convierte en dios.
Seth sigue gobernando, pero ahora Isis y Osiris tienen un heredero legítimo al trono:
Horus, que cuando cumple la mayoría de edad reclama como suyo el trono, se lo
arrebata a Seth, y lo castiga por traidor y asesino, y los egipcios tuvieron un nuevo rey
justo y fueron felices.

4.6. Mito Babilónico acerca del Origen de las Estaciones

Entre las divinidades menores de Babilonia, había un dios joven, hermoso y bondadoso,
el cual vagaba por las verdes campiñas, por los campos cultivados y los bosques
salvajes, complaciéndose en la contemplación de la Naturaleza lozana y tocando
dulcemente la flauta. Se llamaba Tamuz y siempre tenía la sonrisa en los labios; su
misión era la de proteger a los pastores y a sus rebaños, procurar prósperas cosechas y
asegurar la salud y el vigor a todo cuanto vive: hombres, animales y plantas.
Gracias a este jocundo numen, la Naturaleza estaba siempre risueña, las plantas florecían
y los recién nacidos lloriqueaban en los hogares.
No es, pues, de extrañar que un buen día, Ishtar, la diosa del amor, comenzó a suspirar
por el hermoso joven y trató de seguirlo por todas partes; y tanto hizo, que finalmente,
logró casarse con él. No había errado en la elección, ya que también ella protegía la
lozanía de la vida; a ella, se dirigían las madres y los padres para que sus hijos fueran
hermosos y robustos, y los pastores, a fin que los rebaños prosperaran y se
multiplicasen. Ishtar se casó, con Tamuz, y jamás una esposa divina fue más afectuosa y
fiel que ella.
Un día, Tamuz paseaba por un bosque vecino a la ciudad sagrada de Eridu, cuando un
feroz jabalí salió inesperadamente de un matorral y se lanzó sobre él. Tamuz era un dios,
no hay duda, pero no de los de primer orden; hermoso y querido por todos, pero no muy
poderoso, algo semejante a la criatura humana. Por consiguiente, podía ser alcanzado
por la muerte. Gravemente herido por las garras de la fiera, el divino joven vio, cómo se
oscurecía la dulce luz del Sol; se sintió atraído hacia el oscuro reino de las sombras, a las
entrañas de la tierra; un frío súbito le penetró los huesos y le apretó el corazón. En una
palabra: murió cual si hubiese sido un simple mortal.
Una profunda tristeza difundióse en seguida por doquier y un velo gris pareció
amortiguar la luz del día y envolver las cosas. Las plantas se lamentaban, que ya no
daban frutos, como las mieses, que ya no sacaban espigas. Los ríos estaban tristes, al
sentir que menguaban sus caudales, y tristes estaban los lagos y las lagunas, que ya no
sentían nacer más peces en sus entrañas. Y se quejaban los cañaverales y las malezas, y
los jardines, donde las abejas ya no iban a libar en las flores; y las viñas, que ya no
daban vino; los arriates, en que la flor de la mostaza se marchitaba; y en fin, los palacios
de los príncipes y los reyes, donde ya no se oían las canciones y los alegres clamores de
los banquetes, y la vida languidecía, estaban de luto. Así lo cuenta, más o menos, un
antiguo himno babilónico al evocar el triste caso.

4.7. Mito Japones acerca del origen de los Tsunamis

El único responsable de los tsunamis que han asolado la isla durante su historia es
Amemasu. Este ser era lo que comúnmente se conoce como Yokai, un Yokai con forma
de ballena y con unas medidas descomunales. Éste vivía en el entonces lago Mashu,
bloqueando con su cuerpo la entrada de las aguas del Pacífico.

Cuenta la historia que hace miles y miles de años, un precioso y delicado ciervo bebía de
las mansas aguas del entonces lago Mashu. Sin más, el Yokai Amemasu salió a la
superficie con las fauces abiertas para engullir a dicho cervatillo. Tenía tanta ansia por
comérselo que se olvidó de masticarlo, por tanto, el ciervo entró en su estómago vivo.

Al parecer, el cervatillo lloró dentro del animal unas lágrimas tan puras que destrozaron
el estómago de Amemasu. Su poderoso llanto abrió un agujero en la tripa de la ballena
matando a la misma y permitiendo salir al animal cautivo.

Un pájaro que pasaba por allí observó atónito el trágico final de Amemasu. Voló raudo a
las aldeas más cercanas para contar a los habitantes lo que había pasado, y avisándoles
por tanto de que seguramente el bloqueo de las aguas podría terminar inundando todas
sus casas.

De las aldeas que fueron avisadas los único que decidieron refugiarse en las montañas
fueron los Ainu, el resto acudieron para ver el cuerpo del Yokai muerto. Una vez
llegaron al lugar decidieron comerse su cuerpo, sin guardar por tanto ningún respeto a
Amemasu.
Una vez terminaron de comerse a la ballena, las aguas se liberaron y comenzaron a
inundar todas las aldeas matando por tanto a todos sus habitantes.

Según el pueblo Ainu, cada vez que tiene lugar un tsunami en Japón es debido a la ira de
Amemasu. Este ser entra en cólera por los crímenes que los japoneses cometen contra
los seres marítimos y sacude bruscamente el océano lanzando temibles olas para
castigarlos.

4.8. El origen de la Sal: Mito Huichol (México)

Tacutsi Nacahué, madre de los dioses, fue a la orilla del mar, donde se preparó para
morir.
Se sacó los huesos y los molió con una piedra y se convirtieron en sal, revuelta con
tierra. Molió después sus dientes con las mandíbulas y se tomaron en sal pura.
Con ella roció al mar.

4.9. El origen de la lluvia para los aborígenes australianos

Hace miles de millones de años, el dios Atain-Tjina levantó un campamento en una


costa lejana junto con otros jóvenes hacedores de lluvias que lo traicionaron. Como
castigo, los lanzó al mar para que una serpiente gigante de agua se los comiera.
Al cabo de dos días, Atain-Tjina le ordenó a la serpiente que vomitara los cuerpos de los
hombres y los volviera humo, pero uno de ellos logró escapar con una escama blanca
que tomó del cuerpo de la serpiente y la frotó contra una piedra convirtiéndose en una
nube.
Cuando ascendió al cielo, dejó colgar su cabello y la lluvia bañó la tierra y cuando el
espíritu de Atain-Tjina ascendió en forma de arcoíris, juntos se fueron al oeste causando
una gran sequía en lo que hoy se conoce como Australia Central.

4.10. El origen del ave chajá: Un mito guaraní

Yací, la Luna, al bajar a la Tierra, suele tomar la forma de una mujer. Lo hace para poder
observar de cerca la actuación de los seres humanos, y así saber cuál es el bueno y cuál
es el malo. Luego le informa al dios Tupá lo que ha visto, y lo que se merecen el uno y
el otro.
En una calurosa tarde, Yací, acompañada por un gracioso niño, descendió al mundo de
los hombres. Largo rato, caminaron por la selva; pero la sed los torturaba, sobre todo al
niño. Ya se sabe que cuando la Luna o cualquier divinidad adquiere la forma humana,
sienten las mismas necesidades que los seres humanos.
Siguieron caminando, y Yací descubrió a dos muchachas lavando en un arroyo. Se les
acercó y les pidió agua, pero ellas se la negaron. La Luna se alejó, aunque el niño lloraba
por la sed.
No anduvo mucho Yací, porque las dos muchachas la llamaron para darles el agua: se la
brindaban en una calabaza. La Luna, Yací, se aproximó, probó, pero no la pudo beber,
porque las jóvenes para burlarse le daban agua enjabonada.
Yací, muda de espanto, levantó los ojos al cielo: pedía el castigo de Tupá para las dos
muchachas. De pronto, apareció un ayurú, que era el mensajero celestial.
El ayurú habló a la Luna:
-Allí hay un manantial -y señaló una fuente que acababa de brotar entre los árboles.
Bebió primero el niño; mientras el ayurú increpaba a las azoradas jóvenes:
-Y para ustedes, malvadas, he aquí el castigo de Tupá -y diciendo esto, las jóvenes
fueron perdiendo la forma humana hasta convertirse en aves. Una de ellas intentó hablar;
pero sólo alcanzó a decir: -¡Cha-já!
De esta manera se alejaron chillando.

4.11. El Origen del Salto del Tequendama, un relato chibcha

En época de los Chibchas, durante días y noches llovió tanto que se arruinaron los
cultivos; las casas se vinieron al suelo, y se mojaron tanto que lo mismo servía tener
techo de palma o no.
Los chibchas buscaron la ayuda del sabio Bochica, dicen que era alto y de piel colorada,
con ojos claros, barba blanca y muy larga que le llegaba hasta la cintura. Vestía una
túnica también larga, sandalias, y usaba un bastón para apoyarse.
Él les había enseñado a sembrar y cultivar en las tierras bajas que quedaban próximas a
la sabana y a orar. Cuando se iniciaron las lluvias, Bochica estaba visitando el poblado
de Sugamuxi (hoy Sogamoso), en donde había un templo dedicado al Sol.
Los chibchas decidieron llamarlo, porque pensaron que Bochica era un hombre bueno
que podría ayudarlos, o todo el imperio se acabaría a causa de la gigantesca inundación.
El anciano dialogó con dificultad con los caciques, pues no dominaba su lengua, pero se
hacía entender y le comprendían bastante. Se retiró a un rincón del bohío que tenía por
habitación, rezó a su dios, que decía era uno solo. Luego salió y señaló hacia el
suroccidente de la sabana.
Cuentan, además que cientos de indios organizaron una especie de peregrinación con él.
Se detuvieron después de varios días en el sitio exacto en donde la sabana terminaba,
pero las aguas se agolpaban furiosas ante un cerco de rocas. Los árboles enormes y la
vegetación selvática frenaban la furia del agua.
Bochica, con su bastón, miró al cielo y tocó con el palo las imponentes rocas. Ante la
sorpresa y admiración de unos y la incredulidad de todos, las rocas se abrieron como si
fueran de harina.
El agua se volcó por las paredes, formando un hermoso salto de abundante espuma, con
rugidos bestiales y dando origen a una catarata de más de 150 metros de altura. La
sabana, poco a poco, volvió a su estado normal. Y allí quedó el “Salto del Tequendama”.
Dicen que Bochica, tiempo después, desapareció silenciosamente como había venido.

5. Mitos acerca del origen de los seres humanos

Después de explicar el origen de los dioses y la creación del mundo, la gran


tarea de las mitologías era dar una respuesta a cómo se creó el hombre,
existen muchas otras narraciones fantásticas para explicar el origen del
hombre.

Una vez más, aunque los mitos antropogónicos tienen versiones muy
diferentes en función de cada lugar, hay un nexo en común: el hombre es
una creación divina.

5.1. Los primeros seres humanos de acuerdo con la mitología China

Cuando recién se creó el planeta la diosa Nuwa a pesar de haber quedado encantada del
universo, se sintió profundamente sola y triste, ya que ella quería que existiesen
personas que pensaran, actuaran y sintieran como ella podía hacerlo.
Cuentan que, a raíz de su soledad, Nuwa, se dirigió al río Amarillo y de allí sacó
puñados de barro, los cuales comenzó a moldear, haciéndoles cabeza, brazos y piernas.
Luego sopló y las figuras que había creado tomaron vida. Después de crear suficientes
humanos, exigió el matrimonio entre ellos, así podrían reproducirse sin intervención
alguna de su parte.

5.2. La creación del hombre para los nativos americanos pienegro

Un viejo vino del sur y fue hacia el norte, haciendo animales y pájaros mientras pasaba.
Hizo primero las montañas, las praderas, los árboles del monte y del bosque. Así pasó,
viajando hacia el norte, creando cosas mientras pasaba: poniendo ríos aquí y allá; y
cascadas, y poniendo pintura roja en el suelo aquí y allá, y compuso el mundo como lo
vemos hoy. Hizo el Río de Leche, lo cruzó, y como estaba cansado, subió por una colina
y se acostó a descansar. Cuando yacía de espaldas, estirado en el suelo y con los brazos
extendidos, marcó con piedras el contorno de su cuerpo, de su cabeza, de sus brazos, de
sus piernas y de todo. Allí pueden verse todavía esas rocas. Después que hubo
descansado fue hacia el norte, tropezó con un montecillo y cayó sobre sus rodillas.
Entonces dijo: «Es fácil tropezar contigo». De manera que allí levantó dos grandes topes
y los llamó «Rodillas», y así se llaman hasta el día de hoy. Siguió hacia el norte y con
algunas de las rocas que llevaba con él construyó las Colinas del Pasto Dulce...
Un día el viejo determinó hacer una mujer y un niño; así pues, formó con barro a una
mujer y a un niño, su hijo. Después de haberle dado al barro forma humana, le dijo:
«Debéis ser gente». Entonces lo cubrió, lo dejó y se fue. A la mañana siguiente fue al
mismo lugar y quitó la cubierta y vio que las formas del barro habían cambiado un poco.
A la segunda mañana habían cambiado más y a la tercera más. A la cuarta mañana fue al
lugar, quitó la cubierta, miró las imágenes, les dijo que se levantaran y caminaran, y
ellas así lo hicieron. Caminaron hacia el río con su hacedor y él les dijo que su nombre
era Na’ pi, el Viejo.
Cuando estaban parados cerca del río, la mujer le dijo:
-¿Cómo es esto? ¿Viviremos siempre y esto no tendrá final?
Él dijo: Nunca he pensado en eso, tendremos que decidirlo. Voy a tomar una astilla del
hueso de un búfalo y la tiraré al río. Si flota, cuando la gente muera ha de resucitar en
cuatro días. Pero si se hunde, el hombre tendrá fin.
Tiró la astilla en el río y la astilla flotó. La mujer se volvió, levantó una piedra y dijo:Yo
voy a tirar esta piedra en el río; si flota viviremos siempre, si se hunde la gente deberá
morir y siempre han de sentir compasión los unos por los otros.
La mujer tiró la piedra al agua y se hundió.
Muy bien -dijo el Viejo-, has escogido. Todos habrán de perecer.

5.3. El origen de la humanidad para los indígenas quechuas del Perú

En tiempos remotos, el actual valle de Jauja, o del Mantara, estaba cubierto por las aguas
de un gran lago, en cuyo centro sobresalía un peñón llamado Huanca, sitio de reposo del
amaru, monstruo horrible con cabeza de llama, dos pequeñas alas y cuerpo de batracio
que terminaba en una gran cola de serpiente. Más tarde, el tulunmaya (arco iris)
engendró en el lago otro amaru para compañero del primero y de color más oscuro. Este
último nunca llegó a alcanzar el tamaño del primero, que por su madurez había
adquirido un color blancuzco. Los dos monstruos se disputaban el dominio del lago,
cuyo peñón, aunque de grandes dimensiones, no alcanzaba ya a dar cabida para su
reposo a los dos juntos. En estas frecuentes luchas, por cuya violencia se elevaba a
grandes alturas en el espacio sobre trombas de agua, agitando el lago, el amaru grande
perdió un gran pedazo de su cola al atacar furiosamente al menor.
Irritado el dios Tikse, descargó sobre ellos una tempestad cuyos rayos mataron a ambos,
que cayeron deshechos con diluvial lluvia sobre el ya agitado lago, aumentando su
volumen hasta romper sus bordes y vaciarse por el sur.
Cuando así húbose formado el valle, salieron lanzados del Huari- na o Huari-puquio, los
dos primeros seres humanos llamados «Mama» y «Taita», que hasta entonces habían
permanecido por mucho tiempo bajo tierra por temor a los amaras. Los descendientes de
esta pareja construyeron después el templo de Huarihuilca.

5.4. La creación del hombre por el coyote, un relato nativo norteamericano

Después que el coyote hubo creado el mundo y los seres inferiores, quiso crear al
hombre, para lo cual convocó un consejo de animales. Escogieron para reunirse un lugar
despejado en el bosque, donde se sentaron formando un gran círculo.
El león presidía. A su derecha se sentó el oso pardo y próximo a éste, el oso castaño. Así,
de esta manera, se fueron unos tras otros, hasta colocarse el último el ratoncillo, que se
sentó a la izquierda del león.
Éste fue el primero en hablar y declaró que deseaba un hombre con una potente voz,
semejante a la suya, con la que asustaría a todos los animales; además debería estar
cubierto de piel, tener largos colmillos y fuertes garras. Respecto al color, opinaba que
debía ser de un tostado semejante al suyo.
Entonces lo interrumpió el oso pardo:
-Esto es ridículo. ¿Por qué debe tener el hombre una voz como la vuestra? Opino que el
hombre debe ser de gran fuerza y moverse rápido y en silencio, sin hacer el menor ruido.
El ciervo aseguró que él no estaba de acuerdo con aquello. El hombre, según su manera
de pensar, debería tener buenas astas sobre la cabeza, semejantes a las suyas, para poder
luchar. También daba mucha importancia a los ojos y oídos, que deberían tener la
sutileza de los suyos.
-Nada de eso -protestó la oveja-. El hombre necesita unos cuernos como los míos, con
los cuales pueda topar contra su presa, y no las complicadas astas del ciervo, que se le
engancharían en todos los matorrales.
A continuación, tomó la palabra el coyote y declaró que en la vida había oído decir
tantas tonterías. Él era, sin duda, superior a todos los animales allí congregados, y, por lo
tanto, le correspondía hacer el hombre a su semejanza, pero más perfecto aún que él
mismo. Tendría cuatro patas, cinco dedos y una cabeza con ojos, oídos y nariz. No le
parecía mal que tuviese una voz como la del león; pero no sería necesario que rugiese.
Entonces el león ordenó al coyote, que paseaba nervioso, que se sentase en su sitio y
cesase de hablar.
El oso pardo prosiguió: Encuentro que el coyote ha hablado acertadamente en lo que se
refiere a la forma de los pies, pues esto le permitiría permanecer derecho fácilmente; por
lo tanto, los pies del hombre deberían ser, poco más o menos, como los del oso.
El coyote subrayó después la ventaja que tenían los osos al no tener rabo. Él sabía por
experiencia que no servía más que de refugio a las pulgas. También habló de las ventajas
que tenían los ojos y oídos de los ciervos, quizá mejores que los suyos, y de las que tenía
el pez, a quien siempre había envidiado por la desnudez de su cuerpo. El pelo de los
animales era una pesada carga, y, por lo tanto, él deseaba ver al hombre libre de pelo,
con poderosas uñas, tan largas como las de las águilas.
Por último, reconoció que no había en la reunión, a excepción de él, un animal capaz,
por su ingenio, de hacer al hombre. Y al decir estas palabras, levantó su hocico y miró a
los reunidos con un aire importante.
El castor se levantó para dar su opinión: El hombre debe tener una ancha y gruesa cola,
con la cual deba arrastrar fango y arena.
-Todos los animales habéis perdido el sentido -dijo la lechuza, gruñona-. Ninguno de
vosotros desea ver al hombre con alas, y yo no comprendo qué podría hacer sobre la
Tierra un hombre que no las tuviera.
El topo aseguró que estaban todos locos. El pensar en un hombre con alas era el mayor
disparate, porque estrellaría su cabeza contra el cielo; además, sus ojos se quemarían con
la proximidad del Sol. Sin ojos, en cambio, podría horadar la tierra y ser tan feliz como
él.
Finalmente, el ratoncillo levantó su chillona voz: Yo haría al hombre con ojos, de
manera que pudiera ver el alimento que lleva a la boca; pero nunca debería arañar la
tierra.
Todos los animales discrepaban entre sí. El Consejo estaba sumido en el mayor
desorden; nadie ocupaba su puesto, y, al fin, empezaron a luchar unos con otros. El
coyote intentó huir; pero en ese momento la lechuza se abalanzaba sobre él, mientras el
castor le arañaba la quijada. El león y el oso pardo luchaban como fieras.
Pasado un largo rato, cuando comenzaban a desfallecer, agotados por la lucha, cada
animal se sentó y empezó a trabajar, para hacer al hombre de acuerdo con sus propias
ideas. Tomaron un terrón de tierra y comenzaron a moldearlo. Pero el coyote lo hacía
según lo había descrito en el Consejo.
Era muy tarde cuando se habían puesto a trabajar, y así, la noche llegó antes de que
hubiesen terminado su modelo. Empezaron a bostezar, y pronto todos los animales se
retiraron a descansar. Uno sólo continuaba laborando afanosamente: el coyote, que
permaneció así sobre su modelo durante toda la noche. Muy temprano, y antes de que
los restantes animales despertasen, el coyote terminó su obra y le dio vida. Al levantarse
los demás, vieron con sorpresa que el hombre había sido hecho por el coyote.

5.5. La creación de la mujer, un mito esquimal

Un niño se despertó. Estaba sentado solo, en un pequeñísimo trozo de corazón, que


flotaba en el aire. El niño se hizo pequeño y el trozo de corazón se hizo más y más
pequeño a su alrededor. Quería alargar sus brazos y coger bayas, comerlas y hacerse
mayor.
Y el corazón creció y se hizo grande, grande al mismo tiempo que el niño. Cuando el
niño empezó a andar, el corazón se hizo tan grande que podía cazar en una gran
extensión sin alcanzar sus orillas. Así vivió muy feliz: tenía el Sol que brillaba, la carne
de caribú para comer y el agua fresca para beber.
Pero conforme se hacía mayor, se encontraba cada vez más solo. Algunas veces se
encontraba tan solo que no sentía ni siquiera deseos de cazar. No pensaba en comer o
beber. Únicamente deseaba no hallarse tan solo en el gran mundo.
Por eso, rogó al Gran Espíritu: «Hazme una merced. Dame un compañero que se parezca
a mí, con el cual pueda hablar, con el que ya no me encuentre tan solitario».
Un día, el jovencito se despertó y vio a alguien descansando a su lado. El joven miró a
su alrededor: el Gran Espíritu había escuchado su ruego y le había enviado un
compañero. En adelante ya no se encontraría tan solo. Su corazón latió deprisa, pues el
compañero que le había enviado el Gran Espíritu para que el hombre fuese feliz era
distinto al hombre y yacía dormido e inmóvil.
El hombre estuvo un rato esperando que se despertase tan bella persona, pero no se
despertaba. El hombre acarició suave y dulcemente su piel y estrujó sus largos cabellos.
Tocó con sus dedos los párpados de la mujer, y ésta, abriendo sus ojos, le miró.
Entonces, ella se levantó y empezó a preparar la comida para los dos.
Ellos viven todavía.

5.6. La creación del primer hombre y la primera mujer de acuerdo con la


mitología nórdica

Un dia en que los hijos de Bor (Odin, Hoener y Loder) se paseaban a la orilla del mar,
encontraron dos árboles y de ellos formaron la primera pareja humana (hombre y mujer).
Odin les dio vida y espíritu, Hoener razonamiento y movimiento, y Loder sangre, oído,
vista y una bella tez. Llamaron al hombre Ask y a la mujer Embla. La pareja recién
creada recibió de los dioses a Midgard como morada; y de Ask y Embla ha descendido
toda la familia humana.

5.7. El origen de los hombres en la mitología Maya – Quiche

Después crearon los animales pequeños y grandes: pájaros, aves, serpientes, jaguares,
coyotes, culebras, víboras, leones, venados y muchos otros más y dijeron: «Tú, venado:
dormirás en las orillas de los ríos, en los barrancos y caminarás a cuatro patas. Vosotros,
pájaros: habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os
multiplicaréis».
A cada animal correspondía un hábitat específico.
Los dioses querían ser venerados, por eso dijeron a los animales: «¡Hablad, gritad,
gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno,
invocad a vuestros creadores, adoradnos!» Pero los animales solo chillaban, cacareaban
y bramaban: «¡No saben decir nuestros nombres! Como castigo, de ahora en adelante, se
matarán y se comerán entre ellos».
Luego quisieron probar suerte nuevamente porque querían crear, antes del amanecer, un
ser capaz de adorarlos «¡Hagamos el hombre de barro!» Pero estos hombres se
deshacían, estaban blandos, no tenían movimiento, no tenían fuerza, se caían, estaban
aguados, no movían la cabeza. Al principio hablaban, pero no tenían entendimiento. Los
dioses decidieron ahogarlos.
Entonces los dioses pensaron en hacer un hombre más fuerte: el hombre de madera.
«Creamos el hombre de madera, que será más fuerte y resistente» dijeron los dioses.
Estos hombres hablaban y se multiplicaban, pero no tenían alma, ni memoria, no
pensaban, no rezaban.
«¡Tampoco estos hombres saben adorarnos, enviamos otro diluvio para ahogarlos!»
El diluvio mató a casi todos los hombres de madera, los que sobrevivieron se
transformaron en monos.
Casi salía el sol cuando cuatro animales, el zorro, el coyote, el loro y el corvo se
presentaron a los dioses y los acompañaron a un lugar en donde crecía mucho maíz
amarillo y blanco. Los dioses empezaron a modelar este alimento que se convirtió en la
sangre y la carne de los seres humanos. Fueron así creados cuatros hombres: Balam
Quitzé, Balam Acab, Manucutah e Iqui Balam. Eran bellos, fuertes, inteligentes, veían y
sabían todo. Eran muy sabios, tanto que los dioses empezaron a molestarse: «¡Ven
demasiado, oyen demasiado, conocen el mundo como nosotros! ¡Parecen dioses».
Entonces los dioses pusieron un velo sobre los ojos de los hombres, soplando nubes que
les empañaron la vista y el oído. Durante la noche crearon a las mujeres y los hombres
fueron muy felices y se multiplicaron poblando la tierra. Por fin, todos veneraban y
adoraban a los dioses.

5.8. El origen de las castas humanas según el hinduismo

Según el Rig Veda que es el texto más antiguo de la India los dioses sacrificaron al
hombre primordial llamado Manú y de ahí salieron todas las criaturas incluido el
hombre, de la boca se dio origen a la casta divina que son los Brahmanes, de los brazos
salió el príncipe guerrero, de las piernas el hombre común, y de sus pies el siervo
común, dicen a su vez que la Luna proviene de la mente de Manú, el sol es un ojo; y el
viento es el aliento del hombre primordial. Otro texto sostiene una teoría que difiere un
poco de esta, pero en esencia es parecida en la cual Brahma el Dios creador afirma que
todas las cosas tomaron la forma de Manú y a su vez de Manu fueron creados los otros
seres divididos en dos partes: hombre y mujer los cuales procrearon al resto de la
humanidad.

5.9. La creación del primer hombre, un mito del río Zambeze en Africa

Una vez que Mulukú hubo creado el mundo y todo lo que contiene: el dios decidió que
sería bueno para su creación que hubiese una especie que la disfrutase y cuidase. Para
dar nacimiento a la nueva especie Mulukú excavó dos hoyos en el suelo, de uno salió el
hombre y del otro la mujer, pero aún estaban incompletos, ya que carecían del
conocimiento y sabiduría necesarios para sobrevivir sin la ayuda divina.
Debido al amor que les tenía el propio Mulukú, al que también se venera como dios de
la agricultura, les enseñó el arte de la siembre y así los humanos pudieron ser
independientes y alimentarse por sí solos. Les proporcionó todas las herramientas
necesarias para la tarea de cultivar y les dio semillas de mijo para que las plantasen,
luego les dejó para que viviesen sus vidas.

No pasó mucho tiempo hasta que la primera pareja dejó de seguir los consejos de
Mulukú, y para su mayor decepción también abandonaron las tierras que él les había
legado. Estas tierras pronto se marchitaron por la falta de cuidados, y al poco se
transformaron en yermos y desiertos.

Mulukú, ofendido y enfadado con la pareja, decidió arrancar la cola a los monos para
ponérsela a los humanos, y ambos quedaron convertidos en monos.

Al mismo tiempo los monos, ya sin rabo y que hasta entonces habitaban como animales,
bajaron de los árboles para tomar el puesto de los humanos. Nosotros, los humanos
modernos, somos aquellos monos que ocuparon el puesto de los primeros hombres.

6. Mitos Morales

Además del origen del mundo y del hombre, y del nacimiento de los dioses,
los mitos pueden explicar también los sentimientos, los valores, los
comportamientos humanos y las normas de conducta de una comunidad.
Son los mitos morales.

En este caso, los mitos son elaboradas narraciones en las que se describe de
una forma simple y metafórica una pequeña trama que permite sacar una
moraleja o extraer la alegoría de la actuación de sus protagonistas.

6.1. Mito Winnebago (Sioux): Las maldades del diablo

Cuando el Gran Espíritu estaba trabajando, el diablo dormía. Cuando el diablo despertó
y vio todo lo mucho y bueno que había hecho el Gran Espíritu, comenzó también a
trabajar, seguro de que él también podría hacer un trabajo muy bueno.
Intentó crear un indio. Pero, por un error en los ingredientes, fabricó un negro. Quiso
entonces crear un oso negro y el resultado fue un feo oso gris. Hizo entonces varias
serpientes, pero le salieron venenosas. Comenzó a trabajar con los vegetales y su
creación consistió en las malas hierbas; fabricó también unos feos árboles distorsionados
y numerosos cardos llenos de espinas. Para completar sus maldades, hizo caer en sus
trampas a algunos indios, que robaron, mintieron y mataron.
Vendrá un tiempo en que el Gran Espíritu y el diablo sostendrán una gran batalla.
Cuando esta batalla ocurra no habrá luz durante cuatro días, la Tierra se estremecerá con
muchos rayos y truenos, y los malos se irán con el diablo.
Por esos días la Tierra será destruida por grandes inundaciones; pero el Gran Espíritu la
restaurará.
6.2. El origen del mal para la mitología griega

Zeus enfurecido con Prometeo, ordenó la creación de una mujer que fue hecha, por
diferentes dioses, llena de virtudes. Hefesto la moldeó de arcilla y le dio forma; Atenea
le dio su ceñidor y la engalanó. Las Gracias y la Persuasión le dieron collares, las Horas
le pusieron una corona de flores y Hermes puso en su pecho mentiras, palabras
seductoras y un carácter voluble.
Prometeo como esperaba un castigo de Zeus por haberle robado el fuego, prohibió a su
hermano Epimeteo, que recibiera regalos del dios, pero cuando Zeus le muestra a
Pandora como presente, Epimeteo se enamora de ella y la hace su esposa.
Zeus, para llevar a cabo su castigo, regaló a Pandora un ánfora que contenía todos los
males y las desgracias humanas (la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la
pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen, etcétera), advirtiéndole que no la
abriera.
Hasta entonces, la humanidad había vivido una vida totalmente armoniosa en el mundo,
pero Pandora abrió el ánfora que contenía todos los males (la expresión «caja de
Pandora» en lugar de jarra o ánfora es una deformación renacentista) liberando a todas
las desgracias humanas. Pandora cerró el ánfora justo antes de que la Esperanza también
saliera.
Y corrió hacia los hombres a decirles que no estaba todo perdido que aún les quedaba la
esperanza.
Zeus envió un gran diluvio para destruir a la humanidad, pero la hija de Epimeteo y
Pandora, y su esposo, fueron las dos únicas personas que sobrevivieron.

6.3. Los dioses contra el mal: el caso de Krishna en la mitología hindú

Krishna era el hijo de Vasudeva y Devaki. Su tío, el malvado rey Kamsa de Mathura,
escuchó una profecía de que sería asesinado por el octavo hijo de su hermana Devaki.
Como resultado, Kamsa prometió matar al niño. Sin embargo, cuando Devaki dio a luz a
este dios hindú, su octavo hijo, el dios Vishnu le ayudó a cambiarlo por el hijo recién
nacido de un vaquero y su esposa. Esta pareja crió a Krishna como su propio hijo.

Desde su nacimiento, exhibió grandes poderes. Una vez, cuando su padre lo llevaba en
brazos, el bebé sumergió su pie en las aguas de un río enfurecido, las olas se separaron,
permitiendo que cruzara. Después de que el malvado Kamsa descubrió que estaba vivo,
envió demonios para destruir al niño, logró vencerlos a todos.

Puso fin a la agresión chupándole la vida e hizo que un carro aplastara al monstruoso
demonio volador llamado Saktasura. También destruyó Trinavarta, un demonio
torbellino, golpeándolo contra una roca. A medida que crecía, a menudo se divertía
haciendo bromas a la gente. También le gustaba burlarse de las hijas de los vaqueros y
tenía muchas aventuras románticas.

Cuando alcanzó la edad adulta, Kamsa lo atrajo a él y a su


hermano Balarama a Mathura a un concurso de lucha libre. Cuando los hermanos
entraron en la ciudad, Kamsa soltó un elefante salvaje para pisotearlos. Krishna mató a
la bestia. Después Kamsa envió a sus luchadores campeones a luchar contra los
hermanos, pero ambos los derrotaron a todos.

Finalmente, Kamsa ordenó a sus demonios que mataran a los verdaderos padres de
Krishna, Vasudeva y Devaki. Antes de que esto pudiera suceder, sin embargo, Krishna
mató a Kamsa, cumpliendo así la profecía hecha años antes. Después de matar a
Kamsa, llevó a su clan, los Yadavas, a la ciudad fortaleza de Dvaraka. Se instaló allí y se
casó con una hermosa princesa llamada Rukmini.

6.4. Mitología Egipcia: el mal surge de la envidia

Geb, la tierra, y Nut, el cielo, estaban separados por su padre Shu, el aire. Y esto ocurre
durante 360 días.
Gracias a un juego, el dios Thot, consigue ganar cinco días, durante los cuales Geb y
Nut logran unirse, engendrar y dar a luz cuatro hijos: Osiris, Seth, Isis y Neftis, que
nacieron por este mismo orden.
Osiris, que se casó con Isis, desde el comienzo de su reinado se preocupó de apartar a
los egipcios de la vida salvaje, haciéndoles conocer los frutos de la tierra, dándoles leyes
y enseñándoles a respetar a los dioses. Más tarde, viajó por toda la tierra llevando la
civilización. En su ausencia, Seth, no se atrevió a modificar nada pues Isis mantenía una
estricta vigilancia y conservaba todos los asuntos de su marido en buen orden. Pero al
regreso de Osiris, Seth junto a sus cómplices, le tendió una emboscada: tomó en secreto
el largo del cuerpo de este y mandó construir un espléndido sarcófago que mandó que
llevase a la fiesta que en honor a Osiris se iba a celebrar. A la vista del sarcófago todos
los invitados quedaron atónitos y Seth prometió que se lo regalaría al que allí se acostase
y le viniese justo. Los invitados entonces lo probaron uno a uno, pero ninguno lo
encontró apropiado a su medida. Finalmente, se metió Osiris y los encontró justo a su
talla.
En este mismo instante, Seth y sus cómplices, se abalanzaron sobre el sarcófago para
ponerle la tapa y, mientras unos aseguraban los clavos, otros se ocuparon de sellarlo con
plomo derretido.
Terminada la operación, llevaron el sarcófago hasta el río y lo lanzaron. Éste fue
arrastrado por la corriente y salió al mar por el brazo tanítico.
Todo esto ocurrió el día 17 del mes Hat-hor, en el año 28 del reinado de Osiris.
La diosa Isis, deambuló por todas partes, presa de una gran angustia, y a quien hallaba le
preguntaba si había visto el sarcófago. Encontró a unos niños que le indicaron el brazo
del río por el que los amigos de Seth habían hecho llegar el féretro hasta el mar.

6.5. El mal quiere capturar el mundo, un relato de la mitología eslava

Originado en tiempos antiguos, el malvado dios Chernobog; el señor de las tinieblas,


tenía su mente abrumada por la injusticia y el pensamiento sombrío. Sucumbió a las
tentaciones del mundo y planeó someterlo, así que se convirtió en la Serpiente Negra y
salió de su guarida.
Svarog era el dios que mantenía un ojo en el mundo, ya que sentía que algo andaba mal
no fue a su forja y acarició su poderoso martillo contra la forja ardiente para crearse más
dioses que le ayudarán.
El primero que nació del fuego de la forja fue Dazhbog, luego Horse, Stribog y Simargl.
Mientras se creaban nuevos dioses, la Serpiente Negra se arrastró sobre la tierra para
corromperla y a los hombres que vivían en ella. Svarog envió a Dazhbog y Simargl a ver
lo que está sucediendo en la tierra de los hombres, y al ver que tenían algo que ver,
muchos ya han sido corrompidos por Chernobog y una guerra estaba a punto de
comenzar.
Volviendo al Nav Svarog fue informado por sus hijos que una guerra entre el bien y el
mal comenzará. Svarog los escuchó y comenzó a golpear su forja celestial para armar a
su ejército, porque para derrotar a Chernobog tuvo que luchar con intensidad luminosa.
Chernobog corrompió tanto a los hombres que él y sus fuerzas malvadas del mundo
lucharon finalmente su camino en el palacio celestial en la cima del árbol del mundo, en
su locura comenzaron a invadir el mundo de Svarogs forjarse a sí mismo.
Rápidamente Svarog creó un cofre mágico y tan pronto como Chernobog apareció en la
puerta de la forja, Svarog pidió la ayuda de los dioses de sus hijos y juntos vencieron a
la serpiente.
Finalmente capturando Chernobog en el pecho, el dios negro maldito fue derrotado, y en
su miseria le pidió a Svarog que perdonara a su descendencia malvada, los hombres de
este mundo. Svarog decidió perdonar a los hombres en su justicia y porque al final él
mismo creó a los hombres defectuosos como son.
Sin embargo, había una condición para evitarlos, dijo a Chernobog que nunca más el
mundo podría ser controlado por la oscuridad en su totalidad, y Chernobog tuvo que
estar de acuerdo.
El mundo de los hombres fue restaurado y la mitad del mundo de nuevo fue cubierto por
la luz del día que brillaba desde la ardiente fragua de Svarog, mientras que la otra mitad
permaneció en la oscuridad, así es como el ciclo de la noche y el día llegó al mundo de
los hombres.
7. Mitos Fundacionales

Los mitos fundacionales intentaban explicar el origen de las ciudades como


creaciones de los dioses, y en muchos casos estas narraciones son
entretenidas historias que suelen guardar relación con el nombre o los
símbolos de la ciudad.

7.1. Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España

Estando de esta manera los mexicanos rodeados de innumerables gentes, donde nadie les
mostraba buena voluntad; aguardando su infortunio; en este tiempo, la hechicera que
dejaron desamparada, que se llamaba hermana de su dios, tenía ya un hijo
llamado Copil, de edad madura, a quien la madre había contado el agravio
que Huitzilopochtli le había hecho, de lo cual recibió gran pena y enojo Copil, y
prometió a la madre vengar en cuanto pudiese el mal término que con ella se había
usado. Y, así, teniendo noticia Copil que el ejército mexicano estaba en el cerro de
Chapultepec, comenzó a discurrir por todas aquellas naciones mexicana publicándolos
por hombres perniciosos, belicosos, tiranos y de malas y perversas costumbres, que él
los conocía muy bien. Con esta relación toda aquella gente estaba muy temerosa, e
indignada contra los mexicanos, por lo cual se determinaron de matarlos y destruirlos a
todos. Teniendo ya establecido Copil su intento, subió a un cerrillo que está junto a la
laguna de México, donde están unas fuentes de agua caliente que hoy en el día llaman
los españoles el Peñol. Estando allí Copil atalayando el suceso de su venganza y
pretensión, el Huitzilopuchtli, muy enojado del caso, llamó a sus sacerdotes y dijo que
fuesen todos a aquel peñol, donde hallarían al traidor del Copil, puesto por centinela de
su destrucción, y que lo matasen y trajesen el corazón. Ellos lo pusieron por obra y
hallándolo descuidado, le mataron y sacaron el corazón, y presentándolo a su dios,
mandó [éste] que uno de sus ayos entrase por la laguna, y lo arrojasen en medio de un
cañaveral que allí estaba. Y así fue hecho, del cual corazón fingen que nació el tunal
donde después se edificó la ciudad de México. También dicen que luego que fue
muerto Copil en aquel Peñol, en el mismo lugar nacieron aquellas fuentes de agua
caliente que allí manan, y así las llaman Acopilco, que quiere decir “Lugar de las aguas
de Copil”. […]

De esta suerte y con este estilo se fue metiendo poco a poco su ídolo al sitio en que
pretendía se edificase su gran ciudad, que ya de este lugar estaba muy cerca. Sucedió
que estando ellos aquí comenzaron a buscar y mirar si había por aquella parte de la
laguna algún sitio acomodado para poblar y fundar su ciudad, porque ya en la tierra no
había remedio por estar todo poblado de sus enemigos. Discurriendo y andando a unas
partes y a otras entre los carrizales y espadañas, hallaron un ojo de agua hermosísimo
donde vieron cosas maravillosas y de grande admiración, las cuales habían antes
pronosticado sus sacerdotes, diciéndolo al pueblo por mandado de su ídolo. Lo primero
que hallaron en aquel manantial fue una sabina blanca muy hermosa al pie de la cual
manaba aquella fuente; luego, vieron que todos los sauces que alrededor de sí tenía
aquella fuente, eran todos blancos, sin tener una sola hoja verde, y todas las cañas y
espadañas de aquel lugar eran blancas, y estando mirando esto con grande atención,
comenzaron a salir del agua ranas todas blancas y muy vistosas. Salía esta agua de entre
dos peñas tan clara y tan linda que daba gran contento.
Los sacerdotes, acordándose de lo que su dios les había dicho, comenzaron a llorar de
gozo y alegría, y hacer grandes extremos de placer, diciendo: –“ya hemos hallado el
lugar que nos ha sido prometido; ya hemos visto el consuelo y descanso de este cansado
pueblo mexicano; ya no hay más que desear; consolaos, hijos y hermanos, que lo que
nos prometió nuestro dios hemos ya hallado; pero callemos, no digamos nada, sino
volvamos al lugar donde ahora estamos, donde aguardemos lo que nos mandare nuestro
señor Huitzilopochtli”. Vueltos al lugar donde salieron, luego aquella noche siguiente
apareció Huitzilopochtli en sueños a uno de sus ayos, y díjo: –“ya estaréis satisfechos.
Cómo yo no os he dicho cosa que no haya salido verdadera, [ya] habéis visto y conocido
las cosas que os prometí vería en este lugar, donde yo os he traído. Pues esperad, que
aun más os falta por ver. Ya os acordáis cómo os mandé matar a Copil, hijo de la
hechicera que se decía mi hermana, y os mandé que le sacase el corazón y arrojase entre
los carrizales y espadañas de esta laguna, lo cual hicisteis; sabed, pues, que ese corazón
cayó sobre una piedra, y de él salió un tunal, y está tan grande y hermoso que una águila
habita en él, y allí encima se mantiene y come de los mejores y más galanos pájaros que
hay, y allí extiende sus hermosas y grandes alas, y recibe el calor del sol y la frescura de
la mañana. Id allá a la mañana, que hallaréis la hermosa águila sobre el tunal y alrededor
de él veréis mucha cantidad de plumas verdes, azules, coloradas, amarillas y blancas de
los galanos pájaros con que esta águila se sustenta, y a este lugar donde hallaréis el tunal
con el águila encima, le pongo por nombre Tenuchtitlan”. Este nombre tiene hasta hoy
esta ciudad de México, la cual en cuanto fue poblada de los mexicanos se llamó México,
que quiere decir “Lugar de los mexicanos”; y en cuanto a la disposición del sitio se
llama Tenuchtitlan porque tetl es la “piedra” y nochtli es “tunal”, y de estos dos nombres
componen tenochtli que significa “el tunal y la piedra” en que estaba, y añadiéndole esta
partícula tlan, que significa “lugar”, dicen Tenuchtitlan, que quiere decir “Lugar del
tunal en la piedra”.

7.2. La fundación de Roma

Tras varias generaciones de reyes, nacieron Numitor y Amulio. Ambos optaban al trono,
pero Amulio decidió apartar a su hermano. También se deshizo de la hija de éste, Rea
Silvia, obligándola a ingresar como sacerdotisa vestal, que adoraban a la diosa Vesta, de
manera que se mantuviera virgen y no tuviese nunca hijos que le reclamasen el trono.
Pero un día, Rea Silvia fue a pasear junto al río y se quedó dormida en la orilla.
Casualmente pasó por allí el dios Marte y se enamoró de ella.
De ese amor nacieron dos hijos.
Amulio mandó matar a los niños. Por ello, Rea Silvia decidió meterles en una cesta
y lanzarlos al río Tíber. La cesta quedó varada en la orilla de la desembocadura del río.
Allí les encontró una loba que les amamantó en su guarida del monte Palatino hasta que
un pastor les encontró. Éste decidió cuidarles como si fueran sus propios hijos y
los llamó Rómulo y Remo.
Cuando crecieron y supieron su origen, decidieron destronar al usurpador, Amulio, y le
devolvieron el trono a su abuelo, Numitor. Ambos se propusieron fundar una ciudad en
la zona donde habían sido criados por la loba. Sin embargo, no se ponían de acuerdo en
la localización exacta, por lo que decidieron preguntarles a los dioses. Rómulo fue al
monte Palatino y Remo al monte Avenino, dos de las siete colinas que había en el lugar.
Remo vio seis buitres, pero Rómulo vio doce, por lo que él decidió el lugar donde se
asentaría la ciudad.
Rómulo trazó en el suelo el dibujo de dónde irían las murallas y las puertas de la ciudad,
y afirmó que mataría a quien las traspasase. Remo no creyó que la amenaza fuera real o
que a él no le iba a afectar, así que se atrevió a atravesar uno de los trazos realizados por
Rómulo. Éste cumplió su promesa y mató a su propio hermano. En su honor, decidió
llamar a la ciudad Roma.

8. Mitos Escatológicos

Los mitos escatológicos explican el fin del mundo o la muerte del hombre.
De hecho, hay dos clases de mitos escatológicos: los que señalan el fin del
mundo y la civilización, y los que explican la muerte del hombre y lo que
hay más allá.

8.1. El apocalipsis nórdico

El denominado Ragnarök (destino de los dioses). Una cruel batalla que enfrentará a los
dioses y que tendrá como fin la destrucción del mundo actual. Todos los seres entrarán
en guerra, todos los dioses vestirán sus atuendos bélicos y levantarán sus armas para
luchas los unos contra otros. Los Aesir, guiados por Odín y los jotuns liderados por
Loki.

Toda criatura mitológica estallará en furia ante su enemigo y oponente, como las tres
más malvadas que ha visto el mundo, hijos de Loki y Angrboda. Jörmundgander el
implacable monstruo marino, Fenrir, el temible lobo con enormes fauces y Hel, diosa de
los infiernos.
Lo más peculiar de esta batalla es quizá el hecho de que nadie puede evitar el desenlace,
ni los propios dioses. Todos se vuelven mortales ante la gran batalla y el destino de sus
vidas queda tejido totalmente por la profecía que habla de la destrucción del árbol del
mundo, Yggdrasil. Todos conocen el final de cada batalla y enfrentamiento, las víctimas
y los verdugos, la muerte y las manos que ejecutarán los actos. Y a pesar de todo deben
enfrentarse sin miedo, esperando que el caprichoso destino les muestre su ya escrito
final.

No obstante, la profecía también habla de que unos cuantos dioses lograrán sobrevivir a
esta cruel batalla. Al igual que un hombre y una mujer. Ellos serán los encargados de
repoblar un mundo que poco a poco verá la luz tras los desafortunados acontecimientos.
A pesar de que todo quede destruido emergerá del mar una pequeña tierra, la cual será
totalmente apta para el cultivo. El sol reaparecerá, a pesar de que Sköll se lo tragara,
debido a que antes de morir engendró una hija totalmente igual a él. Una hija que
alumbrará estos primeros pasos de repoblación del nuevo mundo.

Lif y Lifthrasir serán los seres humanos que se salvarán de toda esta tragedia, y vivirán
refugiados en el rocío de la mañana mientras se encargan de repoblar el mundo. Estos
venerarán a los nuevos dioses, que serán liderados por Baldr (el cuál surgirá del infierno
y sucederá a su padre Odín). Un final esperanzador que se irá perfilando poco a poco
tras la terrible desolación que acechará cada rincón de la tierra.

8.2. El origen de la muerte de acuerdo con la mitología japonesa

En el origen de los tiempos, los primeros dioses japoneses, crearon a dos seres
divinos. Un hombre llamado Izanigi y una mujer, Izanami. Estos dioses ancestrales les
encomendaron la misión de crear una tierra tan maravillosa que no tuviese comparación
con ninguna otra.
Las divinidades vivían dichosas junto a sus numerosos hijos hasta que un día, Izanami
engendró a Kagutsuchi, dios del fuego. Tras un parto muy complicado, la madre de la
creación, pasó un tiempo muy enferma hasta que finalmente, murió.
El sufrimiento por la muerte de la divinidad fue tan devastador que Izanigi no se
conformó y después de sepultar su cuerpo en la montaña, en el mítico monte Hiba, cerca
de Izumo, decidió ir en busca de su amada hasta el reino de Yomi, nombre que recibe la
tierra de los muertos.
Izanigi emprendió el camino hasta llegar al territorio de las tinieblas y comenzó la
búsqueda de su amada esposa. Todos los demonios con los que se encontraba le
advirtieron que Izanami jamás podría acompañarle, que era imposible regresar a la tierra
de los vivos cuando se ha probado el fruto Yomi.
Tras muchos meses de penuria y sufrimiento, Izanigi al fin encontró a su esposa en un
lugar en el que reinaba la oscuridad. Ella le dijo que no podía regresar con él porque era
demasiado tarde, ya que había comido el alimento del inframundo. Sin embargo, iba a
intentar convencer a los dirigentes del Yomi para que la dejaran marchar y pidió a su
esposo que no entrara durante ese momento.
La única condición para conseguir la aprobación de los dioses era que Izanagi no mirara
a su esposa cuando volviera a entrar en palacio, pero la divinidad, al igual que en el mito
de Orfeo, no resistió la tentación y encendió una pequeña llama con uno de los dientes
de su peineta y entró en el palacio. Con la luz, Izanigi violó la ley al perturbar la armonía
de las tinieblas y contempló el cuerpo de su esposa transformado en un cadáver
putrefacto, rebosante de gusanos; de su cabeza y de su pecho emergían las divinidades
de trueno y el relámpago.
De esta forma, el dios huyó aterrorizado mientras su cónyuge lo acusó de cubrirla de
vergüenza y le persiguió por todo el reino Yomi para matarlo. Tras un hostigamiento
incesante, Izanami atravesó el cuerpo de su esposo con una lanza, dejándolo malherido.
El padre de la creación corrió sin descanso hasta sentir la brisa del exterior, pese a estar
herido pudo llegar al reino de los vivos y con la escasa fuerza restante, selló con una
gran roca la fina grieta que separaba ambos mundos.
Desde el interior de la cueva, Izanami gritó a su esposo que la dejase entrar en el reino
de los vivos, pero este aterrorizado por todo lo que había vivido, se negó rotundamente.
Entonces la diosa amenazó a su cónyuge con matar a 1000 humanos cada día, a lo que
Izanagi respondió «entonces yo daré vida a otros 1500 seres cada día».
Así es como comenzó a extenderse la muerte por la tierra

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