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D.L. CA 625 - 2001
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Editorial
7
Dos fragmentos de La costumbre de vivir José Manuel Caballero Bonald
1 /
© & • •
dictorio. El recuerdo es la otra cara del olvido, pertenece a un mismo man (Sobre
dato de selección, de igual forma que las palabras deben asumirse como la poesía de
Bonald)
poema "Renuevo de un ciclo alejandrino", perteneciente a Pliegos de cordel:
Luis
García
"Gestión de simulacros
Montero
es la verdad vivida: breve
como la fraudulenta desnudez
de la carne, centellea en la sombra
el tálamo de Itaca, ya lejos
la taciturna orilla de Aznalcóllar"
(pág.94)
La escritura es, como afirma unos versos más adelante, "un pérfido
rastro de sustituciones", que recrea, trabaja, manipula, descifra y convierte
en conocimiento lírico las anécdotas de la "verdad vivida". Por eso la poe
sía se impone como una tarea de elaboración, "de sustituciones", y por eso
hay que tener cuatro ojos cuando se cita a Caballero Bonald, porque uno de
los signos más claros de su escritura obsesiva, de su lucha con el lenguaje,
es el cambio, el regreso al telar de los poemas. Antes decía que "Renuevo
de un ciclo alejandrino" pertenece a Pliegos de cordel, pero esto sólo es váli
do si acudimos a la ordenación de la antología Doble vida (1989). El poema
no está en la primera edición del libro (Colliure, Barcelona, 1963), aparece
en Vivir para contarlo (Seix-Barral, Barcelona, 1969) dentro de un capítulo
final titulado "Nuevas situaciones", adelanto claro de Descrédito del héroe (El
Bardo, Barcelona, 1977), en cuya primera edición se incluye. Allí sigue en
Selección natural (1983), y allí se lo volverá a encontrar el lector en la reedi
ción de Descrédito del héroe y Laberinto de Fortuna (Visor, Madrid, 1993).
En Doble vida se añaden, además, algunas correcciones, que acom
pañan después al poema en su regreso al libro original. Por ejemplo, el
verso "pérfido rastro de sustituciones" apareció primero como "délfico
rastro de sustituciones". El poeta prefiere desplazar el eco visionario del
adjetivo original con una alusión más matizada a la complejidad del len
guaje, a la batalla personal que pone en marcha y a la lógica contradicto
ria de la sustitución, raíz misma de las posibles iluminaciones del poema.
La escritura es un laboreo irrefrenable, un ejercicio de esgrima que salta
de las primeras versiones de los libros a las posteriores entregas. Según
ha estudiado minuciosamente María José Flores en La obra poética de
Caballero Bonald y sus variantes, las antologías de este poeta "no se limita
rán a ser meras recopilaciones de textos, ya que cada una de ellas, ade
más de numerosísimas variantes textuales (que testimonian graduales
elecciones estilísticas, pero, sobre todo, sucesivos modos de componer y
diversos estados de conciencia), incluye otros importantes cambios que
afectarán a los títulos y a la datación de los poemas, así como a la estruc
tura interna de cada uno de los poemarios"4 .
La apuesta por el artificio surge de la diferenciación radical que
existe y debe existir entre la biografía y el poema. Los poemas son "ras
tro de sustituciones", simulacros. De ahí que el realismo de primeros tér
minos le parezca a Caballero Bonald un empeño más periodístico que
literario. En un poema de Descrédito del héroe, "Temor a la impotencia", en
el que se mantiene la alianza del tiempo y la palabra, hay una llamada a
ese tipo de tregua
óxido de la vida. Hay un poema en Descrédito del héroe, "Doble vida", lema la poesía de
que después sirvió para titular la citada antología de su obra, que afirma lo Caballero
Bonald)
siguiente:
Luis
García
"Entre dos luces, entre dos
Montero
historias, entre
dos filos permanezco,
también entre dos únicas
equivalencias con la vida.
Mi memoria proviene de un espacio
donde no estuve nunca:
ya no me queda sitio sino tiempo"6
6 En la edición de la antología Doble vida, de la que tomo la cita (p. 114), este poema pasa también con varias
correcciones a Pliegos de cordel.
y este sentimiento de culpa nos conduce "al voraz simulacro de la vida"
(p.37) o a una memoria que, suspensa del engaño, "confunde sus fronteras
/ entre las turbias órdenes del tiempo" (p.38). Las ambigüedades y las cer
tezas del escritor son las ambigüedades y las certezas de la memoria, la
dinámica de sus contradicciones. Por eso resulta necesario escribir con el
acero de la inteligencia, un desdén degradador que sirve, dialécticamente,
para mantener el camuflado rescoldo del entusiasmo. Saberse sin sitio,
pero con tiempo, asegura una impertinente necesidad de futuro. Al afirmar
en Laberinto de Fortuna (1984) que "La botella vacía se parece a mi alma",
Caballero Bonald abre el camino a la toma de conciencia y a sus posibles
estrategias: "otra vez soy el tiempo que me queda" (p.156). Así, los avisos
agonizantes del deseo acaban siempre por ser penúltimos, y las meditacio
nes del poeta, los juegos de la ficción y de la realidad en las incertidumbres
de la memoria, pueden adquirir incluso el destello de la venganza. Cuando
presenta su Poesía amatoria, compuesta también por las piezas de una escri
tura que no olvida "el prurito de perpetrar falsos autorretratos", el autor se
siente con derecho a plantear así las cosas: "Aunque ya se sabe que la poe
sía no tiene por qué responder a una transposición verídica de los episo
dios vividos, en este caso sí puede haber algo de eso, no importa que afec
tado por algún otro reajuste propio de la ficción. Ya se trate de experiencias
reales o inventadas, las recapitulaciones amatorias, en su más lato sentido,
tienden a adjudicarse cada vez más el papel de imágenes vindicativas. No
es que esta actitud se estabilice como una norma o sea algo distinto a un
recurso, pero en el fondo sí hace las veces de subrepticia venganza de la
sensualidad frente a las injurias del tiempo"7.
Junto a la degradación y la culpa, el instinto de resistencia ha sido
otra de las claves de la obra de Caballero Bonald. En un poema de Pliegos
de cordel titulado "Supervivencia", el poeta toca a ciegas la luz, desde el
centro del sueño, para saltar "por fin al borde de la vida" (p. 94). De
nuevo estamos en las inmediaciones, en el borde del lenguaje o de la
experiencia moral. La ambigüedad y la voluntad de estilo son un equi
paje imprescindible para alguien que vive la literatura con instinto de
resistencia, buscando la alianza de la lucidez negadora como perpetuo
cuartel de invierno. Este proceso ideológico es, en mi opinión, el eje o la
raíz de Diario de Argónida (1997), el último libro de Caballero Bonald, en
Bonald)
una reflexión moral que impone siempre su geografía de distancias. La
Luis
lejanía, la íntima lejanía, es el tono de voz que ha adoptado alguien que
García
no está dispuesto a apurar los últimos abismos de la renuncia. La derro
Montero
ta activa flota como leño de salvación, como una manera de seguir exis
tiendo.
La escritura de Caballero Bonald es la hazaña del poeta que se con
cibe baudelerianamente como héroe moderno, pero desacreditándose de
inmediato a sí mismo en el fuego seco de la lucidez. En "Sobre el imposible
oficio de escribir", otro de los poemas de Descrédito del héroe que regresaron
al pasado de Pliegos de cordel, la voz del poeta se confiesa y se interroga:
H oy
Soy esto
-dice o casi relincha, desafiante, mi cuerpo-
y nada más que esto:
cuadrumano o solípedo
y poca cosa más: sedentario, nocturno.
Y ya es bastante.
N ada grave
¿Desciendo o vuelo?
No lo sé.
Recibo
el golpe de rigor, y me incorporo.
Nada grave.
Surgió en el Las consideraciones en
torno a la realidad histórica y
aire limpio su reflejo en la sociedad, en un
primer momento, y, más ade
El tema lante, los vistosos artificios for
males que han recubierto su
del amor en obra poética, han estorbado una
justa consideración de Ángel
la poesía de
González en algunos aspectos
Ángel de su obra relacionados con la
mirada introspectiva. Uno de
González ellos es, justamente, el que se
vincula con la temática amoro
sa, nada desdeñable en el con
junto de su poética y que Paco
Ignacio Taibo supo poner de
relieve en una antología dedica
da al tema1 . En términos gene
rales, puede decirse, sin embar
go, que es ésta una faceta del
autor todavía insuficientemente
valorada.
En su primer libro, por
ejemplo, el tema del amor ocu
paba un lugar destacado, sobre
todo en el grupo ordenado en
torno al título "Acariciado
mundo", donde la presencia de
la mujer en un espacio natural -
ajeno, por lo tanto a la sociedad
y sus convencionalismos- refleja
un lado amable -y en cierta
medida irreal- en la experiencia
del sujeto.
2 Las indicaciones de página en el cuerpo del texto corresponden, salvo indicación en contra, a la siguiente edi
ción: GONZÁLEZ, Ángel: Palabra sobre palabra. Ed. Seix Barral, Barcelona,1994.
mucho más a exaltarlo como algo ajeno a la carnalidad. Podría decirse,
incluso, que es éste uno de los primeros tabúes que su poesía descarta. En
un poema donde describe su cuerpo -la materia de la que está formado- y El tema del
desde donde manifiesta una cierta toma de postura existencialista, expone amor en
González
La poesía amorosa de González parece polarizarse en torno a dos
María
conceptos básicos: la imposibilidad de un amor absoluto y la eminencia del
Payeras
amor carnal. Poemas como "Me he quedado sin pulso y sin aliento" y
"Geografía humana", por ejemplo, inciden en la dimensión física del amor.
No es que sienta tu ausencia el sentimiento, es que la siente el cuerpo (p.38), dice
el primero, mientras que "Geografía humana" -una especie de divertimen-
to en forma de soneto- constituye una burlesca descripción de la belleza
femenina. Se trata de un canto jubiloso e hiperbólico a la belleza de la
amada, lo que no es obstáculo para que la imaginería -básicamente de ori
gen geográfico, como su título indica- resulte chocante: Lúbrica polinesia de
lunares...pulida mar de tu cadera... a punto de deshielo, los glaciares, etc. El talan
te lúdico parece el más efectivo motor de estos versos que, por otra parte,
decantan hacia el terreno erótico la representación de la mujer. Todo lo lle
vas con tu cuerpo (p. 32), dice en otro poema de Áspero mundo, y esa insis
tencia en la expresión del deseo, tan contradictoria en relación al discurso
lírico dominante, demuestra ya, en sí mismo, un posicionamiento ideoló
gico. En la peripatética lección de urbanismo y ciudadanía que representa
Tratado de urbanismo, el recorrido se abre, justamente, con un "Inventario de
lugares propicios al amor" (p. 187) cuyas primeras palabras se dedican a
desarticular el tópico -La primavera está muy prestigiada, pero es mejor el vera
no- y a desplazar el tema del espacio sentimental al físico: El invierno elimi
na muchos sitios:/ quicios de puertas orientadas al norte, etc. Trocando su papel
de riguroso observador por el de humorístico voyeur, el hablante de "Jardín
público con piernas particulares"(pp. 188-189) entretiene su ocio contem
plando las piernas de las transeúntes e imaginando situaciones/ más útiles al
hombre/ que las mira. Muy ilustrativo es también "Soneto para cantar una
ausencia"(p. 219), cuyo título anuncia un tema clásico de la poesía amoro
sa. El tema se ofrece en este caso relativizado en la medida en que parece
dar cuenta de una ausencia coyuntural. Es significativo, sin embargo, que
el hablante cifre el apoyo que recibe de su pareja en expresiones paradóji
cas - Me atengo sólo a ti, que no te tienes; endeble muro; hendido dique, etc.-reve-
lando con ello la fragilidad de la mujer, pero, simultáneamente, descri
biendo su relación mediante imágenes evocadoras del coito: Me inclino
sobre ti, endeble muro/de mis lamentaciones: roto, abierto,/hendido dique en el que
me contienes. Es el deseo lo que, en la poesía de González, define el amor.
Incluso en un poema de ascendencia barroca como "Cumpleaños de amor",
destinado a glosar la constancia del amor más allá de la vida, predomina
una perspectiva materialista del tema: Seguramente,/ mis sucesivos cuerpos/ -
prolongándome, vivo, hacia la muerte-/ se pasarán de mano en mano,/ de corazón
a corazón/ de carne a carne,/ el elemento misterioso/ que determina mi tristeza/
cuando te vas,/que me impulsa a buscarte ciegamente,/ que me lleva a tu lado/ sin
remedio:/ lo que la gente llama amor, en suma (p. 92).
El tratamiento irónico asociado a los poemas que rinden su tributo a
Eros -patente en algunos textos ya mencionados como "Geografía humana"
y "Jardín público con piernas particulares"- conforma una tendencia arrai
gada desde antiguo en la obra de Ángel González. Un poema de su obra
temprana -"Danae" (p. 40)- explora el tema de la sensualidad, abordándo
lo desde un motivo mitológico revisitado a través de la obra pictórica de
Tiziano. Como es sabido, según la tradición clásica, Dánae fue visitada por
Zeus en forma de lluvia de oro, engendrando en ese encuentro a su hijo
Perseo. En el poema, la escena aparece enteramente despojada de solem
nidad, conformando un conjunto cotidiano teñido de amable humor: Oro
de sol entra por la ventana// y Danae, indiferente y ojerosa,/ siente el alma transi
da de desgana/ y se deja, pensando en otra cosa. La escena enlaza, asimismo,
ligándose a su representación plástica, con el tema de la prostitución, tam
bién abordado en un poema de Tratado de urbanismo cuyo título nos pone al
corriente de que "Los sábados, las prostitutas madrugan mucho para estar
dispuestas"( pp. 195-196). En él, se relata un episodio donde una prostitu
ta se arregla para recibir a sus clientes más madrugadores mientras la mar
cha triunfal de Aída suena en la radio que escucha, nota discordante que
desvía la amable ironía de otros poemas hacia el sarcasmo, al tiempo que
cuela de rondón en la escena un motivo ligado al triunfalismo de los ven
cedores de la postguerra civil, a semejanza de lo que sucede, por ejemplo,
en "Años triunfales" de Jaime Gil de Biedma3 .
El tema erótico se muestra, pues, desde una fecha temprana, como
terreno abonado para la inclinación irónica y burlesca del autor. Es, sin
3 GIL DE BIEDMA, Jaime: "Años triunfales" en Las personas del verbo. Editorial Seix Barral, Barcelona,1982, p. 117.
embargo, en una fase avanzada de su trayectoria poética y, principalmen
te, en Prosemas o menos, donde la proyección burlesca del tema erótico des
taca de forma especial. Ejemplos notables en esta dirección serían poemas El tema del
como "Colegiala" (p. 379) y "Canción, glosa y cuestiones" (p. 380). En este amor en
Ángel
acuerdo con lo anunciado en este, pero a partir de un tema poéticamente
González
poco convencional: el caso de una mujer promiscua. El poema se desarro
María
lla en tono jocoso, reforzado el efecto por ser el texto la glosa de una cono
Payeras
cida canción, aunque su sentido sea totalmente opuesto. Este tratamiento
desenfadado deriva ocasionalmente hacia una perspectiva autoirónica en
consonancia con el desarrollo que sufre el sujeto poético en la obra de este
autor: Siempre alguna mujer me llevó de la nariz/ (para no hacer mención de otros
apéndices) (p. 394). Estos poemas, acordes con el sentido lúdico que mani
fiesta el tramo de su obra en el que Prosemas o menos se incluye, desarrollan,
de cualquier modo, una vena larvada en su poesía inicial, siendo su carác
ter jocoso uno de los procedimientos desarrollados por el autor para frenar
el desbordamiento sentimental, al que su poética se muestra refractaria.
Necesariamente ligada al conocimiento empírico en virtud de sus
postulados racionalistas, la poesía de Angel González explora la realidad
bajo la convicción de que ésta no es aprehensible fuera de la subjetividad
individual. Este es probablemente el motivo de que Ángel González no
escriba desde la perspectiva del "nosotros" ni siquiera su poesía amorosa,
definida ante todo por el encuentro ocasional de dos subjetividades que
buscan construirse recíprocamente.
Considero éste un aspecto fundamental de algunos poemas amoro
sos, sometidos, como el resto de su obra, a una cuidadosa determinación
del punto de vista que, en la poética de este autor, supedita la representa
ción de la realidad a una tesis gnoseológica atenta a subrayar tanto las limi
taciones del conocimiento humano como los posibles espejismos de la apa
riencia. Salvando las distancias, ya que expresan, en ambos casos, el de
sencuentro amoroso -inserto en una representación de la realidad ordena
da con vocación objetivadora- hay dos poemas que revelan la importancia
concedida por González a la perspectiva desde la que cualquier tema se
aborda. Uno de ellos es "Historia apenas entrevista", perteneciente a Aspero
mundo. El poema narra el reencuentro fortuito de dos personajes, hombre
y mujer, que acaba trágicamente con el fallecimiento de él a causa del
impacto emocional, y la declaración postuma de amor por parte de ella. El
melodramatismo de la situación se salva por el hecho de que se realiza una
precisa distinción, desde el primer verso, entre el personaje de la historia y
la voz que la relata: Con tristeza,/ el caminante/ -alguien que no era yo, porque
lo estaba/ viendo desde mi casa-, etc. La diferencia establecida entre narrador
y personaje tiene, así, la función de distanciar la anécdota del sentimenta
lismo más obvio, al mismo tiempo que recalca la limitación del punto de
vista narrativo.
Tampoco quiero dejar de mencionar el poema "Lecciones de buen
amor" que, llevando la parodia social a una dimensión literaria formalista,
provoca la colisión entre diversos puntos de vista que se corrigen mutua
mente: el punto de vista social y los respectivos puntos de vista particula
res de los dos miembros de la pareja. El texto enfoca el tema de las apa
riencias y su imposible conciliación con un análisis profundo de la realidad.
Subsiste, sin embargo, el hecho de que el poema refleja, enfrentadas, las
subjetividades respectivas de cada uno de los integrantes del matrimonio.
Marginando el enfoque corrosivo y aplicándolo a una pareja en la
que el sujeto poético se representa integrado, es también el reflejo contra
puesto de dos identidades individuales lo que describe la dinámica de su
relación e introduce, solapadamente, una sutil ambigüedad en el reflejo
literario de la plenitud amorosa.
El poema "Muerte en el olvido", por ejemplo, se vale del contraste
para sugerir la muerte espiritual del sujeto caído en desamor: verán viva mi
carne, pero si tú me olvidas/ quedaré muerto sin que nadie/ lo sepa. Lo más inte
resante, sin embargo, es que el texto hace descansar la identidad del
hablante en unas cualidades que parecen depender enteramente de la
mirada ajena. Bajo esa consideración, el individuo no existe como entidad
aislada sino que se define en relación al otro: Soy alto porque tú me crees/alto,
y limpio porque tú me miras/ con buenos ojos,/ con mirada limpia./ Tu pensa
miento me hace/ inteligente, y en tu sencilla/ ternura, yo soy también sencillo/y
bondadoso. El poema especula así acerca del amor concebido como acto
volitivo que crea un objeto sobre el que proyecta determinadas cualidades.
La identidad de ese objeto, por lo tanto, no se representa como estable, sino
como dependiente de una subjetividad ajena.
De un modo más idealista, la interacción de subjetividades en el
seno de la pareja se expone en la poesía más reciente de González en los
términos siguientes: Quise mirar el mundo con tus ojos/ ilusionados, nuevos,/
[...]/ Y fuiste tú la que acabaste viendo/ el fracaso del mundo con los míos4.
La sutil ambigüedad que antes mencionaba se encuentra ligada a El tema del
Aspero mundo, que puede leerse como una encendida declaración de amor, Angel
González
pero que contiene una casi imperceptible corrección implícita de esa lectu
María
ra: Mientras tú existas,/ mientras mi mirada/ te busque más allá de las colinas,/.../
Payeras
seguiré como ahora, amada m ía,/.../ bajo este amor que sigue y nunca acaba. El
poema posee una fuerza expresiva que alcanza su cénit en los versos últi
mos: ...bajo este amor que crece y no se muere,/ bajo este amor que sigue y nunca
acaba. La impresión correctora llega del contraste surgido entre ese amor
que aspira a "no morir", a "nunca acabar", mientras tú existas, o bien mien
tras yo presienta que eres y te llamas/ así. Visto a la luz de este contraste el
poema puede, indistintamente, sugerir la eternidad del amor o proclamar
la percepción de la eternidad que preside el instante fugaz del amor.
Porque, una vez establecida en otro poema la dependencia del objeto amo
roso en relación al sujeto, el olvido podría interpretarse como un modo de
no existencia, ya que la persona que fue objeto de amor habría desapareci
do en la percepción individual del antiguo amante.
Más avanzado en su obra poética -pertenece a Tratado de urbanismo -
y más complejo en su formulación a pesar de su aparente simplicidad, es
el poema titulado "Canción de invierno y de verano "-.Cuando es invierno en
el mar del Norte/ es verano en Valparaíso./ Los barcos hacen sonar sus sirenas al
entrar en el puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo en sus cabos,/ mien
tras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur bellas bañis
tas.// Eso sucede en el mismo tiempo,/ pero jamás en el mismo día./ Porque cuan
do es de día en el mar del Norte/ -brumas y sombras absorbiendo restos/ de sucia
luz-/ es de noche en Valparaíso/ -rutilantes estrellas lanzando agudos dardos/ a las
olas dormidas.// Cómo dudar que nos quisimos,/ que me seguía tu pensamiento/ y
mi voz te buscaba -detrás,/ muy cerca, iba mi boca./ Nos quisimos, es cierto, y yo
sé cuánto:/ primaveras, veranos, soles, lunas.// Pero jamás en el mismo día . Es
posible referir este poema a un antiguo mito recogido en el Banquete de
Platón, según el cual los primitivos seres eran andróginos, formando una
unidad, una esfera que fue condenada por los dioses a dividirse, por lo
4 GONZÁLEZ, Ángel: 101+19=120. (Prólogo de Luis García Montero). Col. Visor de Poesía, Madrid, 2000, p.199.
que, desde entonces, las dos mitades andan solas, buscándose a ciegas en
el mundo, lo que popularmente ha dado en la expresión de la pareja ideal
como la "media naranja". El poema de Ángel González habla también de
una pareja que se busca y se ama pero que está condenada al eterno desen
cuentro precisamente porque habita hemisferios opuestos del planeta. Se
aman, pero jamás en el mismo día, ni en la misma estación, ni en la misma
hora porque las posiciones relativas de cada uno en el mundo impiden la
plenitud del encuentro. La "Canción de invierno y de verano" describe en su
estructura los meandros de un pensamiento que avanza y se corrige a sí
mismo y que llega a contener, implícita, una tesis: el tiempo del amor no es
un tiempo histórico; primaveras, veranos, soles y limas presiden su duración,
que es la del mito. El día, marcando el tiempo cronológico de esa relación,
marca también la fisura que desacompasa el ritmo de los amantes.
El predominio de la actitud escéptica en materia amorosa es visible
en numerosos poemas, en cualquier etapa de su obra. El poema "A qué
mirar..." (p. 22), por ejemplo, es uno de los primeros poemas amorosos que
se recogen en la obra de González y también uno de los primeros en mos
trar sin ambages su actitud escéptica. De hecho, el poema arranca con un
planteamiento genérico que representa el conocimiento de la realidad en
referencia a la imagen del áspero mundo que inaugura el poemario, mani
festando la tentación de evadirse, tentación que se repite varias veces en la
obra de González y que, no obstante, comparada con su permanente inda
gación en la realidad concreta, no pasa de ser una debilidad efímera. En el
mencionado poema, el hablante poético manifiesta un deseo de evasión -
Porque la verdad duele - y, porque reconoce la insuficiencia de la voluntad
individual para modificar los resortes de la realidad cotidiana: todo es así,
seguirá / siendo...Jamás pudo ser de otra forma..., etc. A lo largo del texto, el
planteamiento genérico del mismo parece apuntar hacia la naturaleza del
conocimiento humano y hacia la frustración a que se ve abocada la acción
individual. Sólo en el último verso el tema se concreta en torno al engaño -
o desengaño- amoroso. Al margen de que, como filosofía del conocimien
to, no parece que la obra de González aspire a consolidarse en torno al
autoengaño, sí parece pertinente, en relación al sentimiento amoroso,
advertir que González lo presenta prácticamente desde el principio como
una experiencia fundada en una falsedad, siendo, pues, su postura, predo
minantemente escéptica. Como ocasional refugio contra las adversidades
de la vida cotidiana, el amor no pasa de ser una ilusión, una especie de
autoengaño sobre el que, generalmente, triunfa la lucidez del sujeto poéti
co, inclinado a filtrar subrepticiamente factores que corrigen la perspectiva
idealista. Un poema como "Muerte en el olvido" (p.19), por ejemplo, rela- El tema del
la poesía de
A la inversa, "Carta sin despedida" (pp. 103-104) describe la identidad del
Ángel
objeto amado como mera proyección de los sentimientos del hablante: A
González
veces., .te odio tanto que te veo distinta. Pero cuando los sentimientos se modi
María
fican, también se modifica la percepción del objeto amado: vuelvo a verte,/
Payeras
al fin,/ tal como eras, como sigues/ siendo, como serás ya siempre. Aunque añade,
cautamente, a continuación: mientras te ame. Lo que el adverbio siempre ha
querido significar, realmente, es la percepción de eternidad que el instante
del amor propicia, pero el poeta, para ser honesto con sus propias creen
cias, no puede dejar de hacer la salvedad que las palabras finales del
poema señalan. La poesía de González propende a representar el amor
como un espejismo, una distorsión de la perspectiva que conduce a una
aprehensión defectuosa del objeto y que puede condicionar en bloque la
percepción de lo real, contingencia que explora el poema "Adiós. Hasta
otra vez o nunca"(p. 32).
El escepticismo del que hace gala el autor en esta materia radica, al
margen de otras consideraciones, en la convicción de que, como toda expe
riencia humana, también el amor viene a inscribirse en un marco tempo
ral y está sujeto a las leyes de la duración. La condición efímera del senti
miento queda subrayada, por ejemplo, en el soneto que empieza diciendo:
En este instante, breve y duro instante... (p. 37), especialmente enfático en
cuanto a la duración temporal del sentimiento. Desde otra perspectiva,
también, el soneto interpretaría el goce amoroso como un infructuoso
medio -un ilusorio medio, en suma-, de detener el curso temporal. Desde
cualquiera de las dos perspectivas, el tiempo se representa como un activo
agente de disolución. El desamor o el olvido son, correlativamente, el desen
lace más previsible de toda historia amorosa y carecen, por ello, de ribetes trá
gicos: son apenas una consecuencia del inexorable paso del tiempo. Un
poema de irónica afirmación amorosa como "En ti me quedo" (pp. 180-182),
perteneciente a Palabra sobre palabra, establece un juego sofista a partir de la
teoría de la relatividad, en el que apoya una reflexión relativizadora de la
constancia amorosa: Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente la
distancia que separa Tokio de Copenhague,/ pero con más rapidez todavía/ me des
plazo yo a un punto situado a diez centímetros de mí mismo,/ deprisa,/ muy depri-
sa,/ en un abrir y cerrar de ojos,/ en sólo una diezmilésima de segundo,/ lo cual
supone una velocidad media de setenta kilómetros a la hora/ que me permite,/si mis
cálculos son correctos,/ estar en este instante aquí,/ después mucho más lejos,/
mañana en un lugar sito a casi mil millas,/ dentro de una semana en cualquier
parte/ de la esfera terrestre,/ por alejada que os parezca ahora. El poeta afirma su
intención de quedarse, de permanecer voluntariamente junto a su pareja,
pero sin perder, ni por un momento, una perspectiva de interinidad.
Tampoco pierde de vista esta perspectiva un poema como "Ilusos los
ulises" (p. 321), cuyo sentido sobrepasa en alcance la reflexión acerca de la
fidelidad amorosa, pero también la integra. El poema descarta, en suma,
afirmándose en el desgaste que el paso del tiempo provoca, cualquier clase
de fidelidad. Sólo en el terreno de la imaginación -volviendo a la ya men
cionada "Historia apenas entrevista" (p. 101)- y narrada por un observador
ajeno, tiene cabida en su poesía la constancia amorosa.
Rebatiendo el tópico idealista, el poeta establece una especie de diá
logo intertextual de signo irónico en torno a la letra de conocidas canciones
populares. Podría decirse que géneros como el bolero o el tango forman
parte para el autor de una "educación sentimental" que el aprendizaje empí
rico ha tendido notoriamente a contradecir. Algo parecido a un resto de vie
jos planteamientos idealistas se filtra en "Letra para cantar un día domingo"
(p. 222). Pese a la ocasional excepción, puede hablarse de un sostenido
pudor que priva al poeta de declarar abiertamente esta clase de sentimien
tos. Un posible ejemplo es el que ofrece el poema "Eso era amor" (p. 241) que
disfraza, a través de una anécdota absurda en su lectura literal, el reconoci
miento de la extrema generosidad que el amor imprime a algunas relacio
nes, evitando incurrir en una representación patética del hecho.
La imprecisa nostalgia y la proximidad o la conciencia de la propia
vejez son las brechas por las que se introduce en la poesía de Ángel
González un tratamiento menos corrosivo del tema amoroso. Poemas
como "A mano amada" (p. 272) o "¿Sabes que un papel puede?" (p. 385)
inciden en el tema desde el filtro que el tiempo transcurrido impone a la
experiencia. A veces, es una perspectiva elegiaca lo que domina el trata
miento del tema, como en "Todo amor es efímero"(p. 384) que hay que
interpretar, fundamentalmente, como una desolada advertencia acerca de
la brevedad de la vida o "Carta" (p. 386), un hermoso poema que describe
cómo la edad ha atemperado algunos rasgos del individuo y le ha llevado
a concentrarse en lo esencial de la existencia.
Muy notable, en la línea elegiaca, es el poema titulado "Inmortalidad
de la nada" (p. 275). El poema atiende, como es habitual en el autor, a la
naturaleza carnal del amor, y tampoco baja la guardia totalmente en lo que El tema del
la poesía de
amorosa -vinculada a quevedescas reminiscencias del "amor constante más
Ángel
allá de la muerte"- se presenta como un paradójico antídoto contra la ero
González
sión del tiempo.
María
La experiencia amorosa se define y se delimita en la representación
Payeras
del autor, como cualquier otra circunstancia humana, considerando inevi
table el desgaste producido por el tiempo y, también desde la óptica tem
poral, predomina la representación corrosiva del tema, patente en poemas
como "Más fuerte que el amor" (p. 382) y "Madrigal melancólico"(p. 383),
que arrojan un pobre saldo en la consideración del balance sentimental.
De la obra de González se desprende la convicción de que ningún
sentimiento, por elevado que sea, se produce fuera de las limitaciones tem
porales e individuales. Por ello, también, la precariedad del sentimiento
amoroso se relaciona alguna vez con la crisis del hablante, con una situa
ción de inestabilidad que afecta al individuo y que contamina todos los
aspectos de su existencia: cuando no sepas qué hacer vente conmigo/ -pero luego
no digas que no sabes lo que haces.[...]Yo te sostengo asida por los pétalos,/como te
muevas te arrancaré el aroma (p. 239). En ese diálogo hay implícito un suje
to individual que advierte, que se concibe a sí mismo como una amenaza.
El dramatismo de esas advertencias no deriva de un planteamiento más
radical del sentimiento amoroso, sino del desconcierto general de quien
habla, que en este caso, se suma a los habituales límites que lo ciñen.
Es en Palabra sobre palabra donde se encuentra "Me basta así" (pp.176-
177) uno de los más celebrados poemas de Ángel González, y sin duda el
más conocido de sus poemas amorosos. El poema elabora sutilmente la idea
de que el amor es, en esencia, una creación de los propios amantes.
Fantaseando con trascender las capacidades humanas, el hablante poético se
declara, inicialmente, dispuesto a recrear a su compañera -a hacer, literal
mente, un ser exacto a ti- para, posteriormente, reconocerle a ésta la capacidad
de crearse a sí misma y de resucitar -Lázaro alegre- a su amante. La transpo
sición del inicial Si yo fuese Dios al Creo en ti de los últimos versos, no es tanto
una recreación del tópico poético que diviniza a la amada, como el estableci
miento de las dimensiones humanas en que toda relación amorosa se pro
duce y que relativiza sus alcances. En esa dimensión relativa, sin embargo, el
hecho es, en sí mismo, suficiente. El planteamiento aleja la temática amoro
sa tanto del sentimiento trágico como del patetismo que tan a menudo
acompañan al reflejo literario del mismo. La ironía con que utiliza cons
cientemente un cúmulo de tópicos folletinescos en el poema "En ti me
quedo" (pp. 180-182) afirma esa perspectiva, incrementada por la humorís
tica analogía con que describe -refiriéndose a las limitaciones que impone-
la relación amorosa: porque sé que tú eres mi patria,/ amor mío -afirma-, aun
que también reconoce que toda patria, para los que la amamos,/ -de acuerdo con
mi personal experiencia de la patria-/ tiene también bastante de presidio. Este dis-
tanciamiento irónico es dominante en el tratamiento del tema amoroso que
se observa en Palabra sobre palabra. Un ejemplo destacado lo suministra "Las
palabras inútiles", poema en el que ni las palabras parecen necesariamente
desprendidas de los sentimientos del sujeto, ni tampoco los sentimientos de
éste se afirman como estables. En realidad, el poema parece mucho más
orientado hacia la descripción de varias tentativas por transferir el senti
miento del sujeto a un lenguaje poético, de un modo que tiende a subrayar
la distancia que va de la persona al personaje. En este sentido, el poema
guarda una cierta semejanza con la "Canción desesperada" de Neruda. El
poema de González juega abiertamente a ofrecer distintas alternativas tex
tuales, modificando unos elementos que en ningún momento se asumen
como indispensables, sino como intercambiables. Se trata de una tensión tex
tual por la que dos modos de entender la pasión y la poesía se contradicen o
se complementan, estableciendo, en suma, un juego dialéctico, cuya síntesis,
si existe, queda al margen del poema que es, sobre todo, una propuesta
abierta.
Sólo en la poesía última, en el poema que cierra Deixis en fantasma -"Ya
nada ahora"- hay una representación sublimada del tema amoroso que, sin
ser ajeno a la consideración temporal -de hecho, contiene explícitas alusiones
a la brevedad de la vida y a la contingencia del ser humano- parece albergar
la ilusión de un sentimiento puro, alejado de toda contingencia.
Aunque coincidente con la actitud desmitificadora general de su
obra y con la de varios poetas de su generación, no puede decirse que
Ángel González trate este tema -uno de los más frecuentados por la poe
sía lírica de todos los tiempos- de forma convencional. En "La pala-
bra"(pp. 171-173) el poeta filtra algunas reflexiones acerca del modo en
que su propia poesía amorosa se integra en la tradición. Es consciente de
tomar un relevo pero también de que su personal experiencia le imprime
un sello nuevo que le permite, parafraseando sus palabras, "empañar" el
tema con su aliento para lanzarlo, otra vez, al exterior, como un eslabón
más en la cadena donde él mismo se inserta. Ángel González resuelve la El tema del
cuestión amorosa como todos los grandes temas de su vida, con una mez amor en
González
ciones más íntimas en los datos suministrados por la experiencia directa.
María
Uno de los poemas donde esta cuestión se trasluce de forma más abier
Payeras
ta es "Palabras casi olvidadas" (pp. 174-175), de Palabra sobre palabra. El
poema maneja en un tono irónico atenuado por un amago de nostalgia
algunos de los grandes conceptos sobre los que alguna vez, quizás, se
pudieron depositar anhelos individuales y los hace girar en torno al sen
timiento amoroso -otro imposible absoluto, según se deduce del conjun
to de su obra-, manejando un pensamiento contradictorio que se expresa,
justamente, en toda su complejidad, acerca de esas viejas palabras -"felici
dad", "misterio"...-/ que hoy vuelven a mis manos/ ¿desde cuándo?-/ y que
ahora escribo/-..."alma"...-,/sin vergüenza,/para ti, porque tuyo/es todo lo que
pienso/ -..."infinito"...-/ y lo será por siempre/ hasta los límites donde mi fe
alcanza. Este es seguramente el poema donde se hace más explícita la per
manente tensión entre fe y escepticismo que la poesía de González reve
la. Desde todos los ángulos, su obra acecha la utopía, afirmada en cual
quier caso como proyección quimérica; pero es en los límites de la reali
dad empírica y en un marco racionalista donde consolida el autor sus con
vicciones. Por eso, empañada con su aliento, la palabra amor vuelve al aire
del que surgió cercada de anhelo y de duda, sometida a las limitaciones
humanas y a la tiranía del tiempo, pero convertida en vehemente reflejo
del difícil tránsito del deseo cercado por los confines de la realidad.
Francisco Brines í
2 Además de José Olivio Jiménez, el tema ha sido señalado por Antonio Colmas, "Equilibrio de Francisco
Brines", Cuadernos hispanoamericanos, 302 (1975), pp.479-81; Dionisio Cañas, "Palabras preliminares para un
homenaje", Peña Labra, 57 (1986),pp.ll-12, o Agustín Pérez Leal, "Desde el soneto", Poesía en el campus, 10
(1990),pp. 9-12.
3G.W.F. Hegel, Estética, 2 vols, versión de Raúl Gabás (Península, Barcelona, 1985), II, pp.93-103
lo en palabras de Hegel, entre el espíritu o la idea y el ámbito a la que ésta Clasicismo y
nos remite de lo material, lo corpóreo o lo sensible4. Una visión inmanen culturalismo
te y terrenal, por tanto, del existir humano. en la poesía de
4 Estética, pp.11-20.
5 Véase L. A. de Villena, "Prólogo" a Fin de siglo. Antología (el sesgo clásico en la última poesía española) (Visor,
Madrid, 1992)
El mundo clásico en la poesía de Brines
6Cito por la edición de Franciasco Brines, Poesía completa (Tusquets, Barcelona, 1997).
propio pensamiento poético y su propia visión de la existencia. Veamos Clasicismo y
algunos ejemplos. culturalismo
representa a una joven despidiéndose de sus seres más queridos antes de Brines
José
partir hacia el tenebroso país del Hades. Aparte del referente escultórico en
Andújar
sí, conviene recordar la tendencia también a reproducir ese tipo de escenas
Almansa
en los poetas de la Antología palatina7. El suceso es descrito por Brines den
tro de un clima de sereno estoicismo:
7Véanse, por ejemplo, los epigramas 34 y 364 de Ánite y Simias, respectivamente, sobre la muerte y despedida
de una muchacha de sus progenitores en la Antología Palatina, edición de Manuel Fernández Galiano (Gredos,
Madrid, 1978), pp. 51 y 196.
templa todavía desde el engaño "activo" del vivir, parece decirnos Brines
mediante la figura de aquel impreciso espectador ("Mira la estela silencio
so el hombre") que, desde la otra orilla de la realidad y el tiempo, resulta
mudo testigo del suceso.
Es sintomático cómo un mismo término, el de "engaño", aparece en
numerosos momentos de la obra brineana cuando se hace alusión a aque
lla equivocada creencia de inmortalidad:
Las citas podrían ser numerosas por la identidad semántica que esta
blece Brines entre "eternidad" y "engaño". Así, al referirse a "aquel antiguo
engaño de lo eterno", en Aún no; también en el Otoño de las rosas: "Aquí en
este lugar, supo mi infancia/ que era eterna la vida, y el engaño/ da a mis
ojos amor"; o bien en La última costa: "Son eternos/ y tiemblan sus fanales
en lo oscuro. Son el feliz engaño/ del mundo que no ha sido".
El pesimismo ante la muerte que supone el seguro extinguirse de
todo en la nada, pero también la lucidez con que la conciencia se enfrenta
a su propio vacío, determina ese particular sentimiento de lo clásico del
que Brines se sirve para expresarnos los conflictos de un materialismo
desolado. En "Alocución pagana" leemos:
8Véase mi artículo "Hacia una ética de lo trágico en la poesia de Francisco Brines", España contemporánea, XII, 2
(1999), pp. 39-66.
Teócrito, Meleagro), dan muestra de ese decidido cumplirse en la vida y el
placer como compromiso ético con el mundo. El texto del poeta español
transcribe un supuesto y anónimo epitafio, que supone una invitación de
inequívoco sabor horaciano, dirigida, como suele ser habitual en estos
casos, a un ocasional extranjero o caminante:
Cercanía o amenaza del fin que hace más exaltador el placer, más
irreales y dudosos nuestros actos. Está presente Ausonio, pero también
Anacreonte, Epicuro, Horacio, Lucrecio, manifiestos de un vitalismo intra
ducibie para la ideología cristiana. No se trata de un hedonismo mecani-
cista, por así decirlo, ni se cuestiona la mera incitación al disfrute sin nin Clasicismo y
gún tipo de resonancia moral, pues aquí el gozo es el simple desafío trági culturalismo
co a las leyes del tiempo. El tratamiento de un tema decididamente paga en la poesía de
no como el carpe diem define el indudable carácter clásico de este discurso, Francisco
en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida. Brines
José
(P.C., 367)
Andújar
Almansa
Idéntico eco percibimos en "Entre las olas canas el oro adolescente":
9Luis A. de Villena "El poema emblema la poesía", Peña Labra, cit., p.20
Extraviado para siempre el don del equilibrio, existe un evidente contraste
entre la luminosidad con que son cantados los instantes de amorosa dicha
junto al mar Adriático, bajo el cielo de Corinto, Florencia o Agrigento, y la
obsesiva fijeza que por ciertos escenarios sórdidos (ejemplo claro es el
poema "Onor") o ambientes nocturnos ("Los signos de la madrugada")
muestra el protagonista poemático al hacernos testigos de un erotismo que
se complace en la desangelada posesión de los cuerpos o la mercenaria
compañía. El fondo de estas composiciones, urdidas en el "sombrío ardor"
y en la desgarrada geografía de las ciudades, queda muy lejos de ese ante
rior sentimiento totalizador y de cualquier reminiscencia de lo clásico.
Culturalismo y temporalidad
10Antonio Mari, "El espíritu clásico y el retorno al Mediterráneo", La voluntad expresiva (Versal, Barcelona, 1988), p.73.
nGabriele Morelli, "Motivo italiano en la lírica de Brines: Muros de Arezzo", Peña Labra, cit., pp. 22-23.
observa se transforma, cobrando un descifrado sentido de plenitud y
belleza. Extraviado rastro que sólo la perfección de un mundo fuera del
tiempo logrará restituir en su origen. A ese presente estático y descarnado,
destemporalizado por el arte, opone Brines otro presente, existencial y con
creto, donde la sensación de doloroso fluir del tiempo se hace tan preemi
nente como la misma percepción metafísica de ese fluir.
Son apreciables, aunque no lo haya hecho notar Morelli, las seme
janzas de actitud y tema que este poema y otro del mismo ciclo de Palabras
a la oscuridad, "Museo de la Academia", mantienen con la célebre "Oda a
una urna griega" de Keats. Los tres textos se articulan en torno a esa ten
sión existencialista, ya dicha, entre el vivir humano y la nostalgia de un
mundo ajeno a los desórdenes del tiempo y la historia. La vida, como
movimiento de "inextinguible hoguera", deja paso a ese otro espacio del
arte donde impera sólo el reflejo, la "imagen de nuestra carne serenada".
Consistencia y quietud cifran en todo momento la idealidad de las diver
sas escenas representadas en los dos poemas de Brines y en el cié Keats. Así
en "Oda a una urna griega":
12Cito por la traducción de Ángel Rupérez, Lírica inglesa del siglo XIX (Trieste, Madrid, 1987), pp. 195-99.
logrando un orden nuevo que serena: Clasicismo y
feliz, sin libertad, vive aquí el hombre. culturalismo
(P.C., 211) en la poesía de
Francisco
Un ensueño para no ser turbado por el pulso de la vida: sin fuego de Brines
José
alegría y sin tristeza, mas sin pasión también:
Andújar
Almansa
todo aquí respira muy por encima de la pasión humana
que deja al corazón dolido y hastiado,
la frente enfebrecida y la lengua abrasada
(Oda)
mas sabemos
que el bien y el mal aquí no son pasiones
(Muros)
O "Amor en Agrigento":
Claudio
And death shall have no dominión
Rodríguez Dylan Thom as
hecho canto/ y luz que abre los brazos recién crucificada/ bajo este cielo Claudio
- Así es. Debéis tener en cuenta que los españoles daban mucha más
importancia a la publicación y a la cultura que la que se le daba en el Sur.
Tetuán era en esa época la capital cultural de Marruecos. Un buen número
de las revistas que aparecían en el país lo hacían aquí. Se publicaban las
revistas Al-Anis, Al-Anwar, Al-Mutamid, Ketama, Hadiqa, y numerosos
periódicos, algunos también subvencionados por el representante de la
autoridad real en el Protectorado español... Tengo un recuerdo especial de
la poetisa española Trina Mercader.. Fue ella la primera que pensó en una
revista especializada en poesía y la publicó en la ciudad de Larache.
Publicaba allí la revista Al-Mutamid, cuya primera parte estaba dedicada a
la poesía árabe y la segunda a la española. La poesía árabe era traducida al
español y la española al árabe. Era algo innovador y yo diría que incluso a
nivel de todo el mundo árabe. Se publicó durante varios años. Después de
la Independencia ella volvió a España, dejando en Marruecos una gran
huella. Sintiéndolo mucho, la señora Trina Mercader ya ha desaparecido.
- En mis primeros años, tenía influencias del egipcio Salah Abd al-
Sabur, por ejemplo, de Yibran Jalil Yibran o del egipcio Ali Mahmud Taha.
Pienso que he recibido influencias de todos ellos. Sin embargo, bien pron
to me embarqué en una auténtica búsqueda personal, y creo que sus
influencias han ido poco a poco mermando, hasta alcanzar una impronta
personal en mi poesía. Creo que he creado mis propias señas de identidad,
mi propio mundo poético. Una voz reconocible...
Arte Poética
A poesia nào está ñas olheiras imorais de Ofelia / nem no jardim dos lilases. / A poesia está
na vida. / Ñas artérias imensas cheias de gente em todos os sentidos, / nos ascensores constantes,
/ na bicha de automóveis rápidos, de todos os feitios e de todas as cores, / ñas máquinas da fábri
ca / e nos operários da fábrica / e no fumo da fábrica. / A poesia está no grito do rapaz apregoan-
do jornais, / no vai-vem de milhoes de pessoas ou talando ou praguejando ou rindo. / Está no riso
da loira da tabacaria, / vendendo um maço de tabaco e urna caixa de fósforos. / Está nos pulmoes
de aço cortando o espaço e o mar. / A poesia está na doca, / nos braços negros dos carregadores de
carváo, / no beijo que se trocou no minuto entre o trabalho e o jantar / -e só durou esse minuto. /
A poesia está em tudo quanto vive, em todo o movimento, / ñas rodas dos comboios a caminho, a
caminho, a caminho / de térras sempre mais longe, / ñas máos sem luvas que se estendem para
seios sem véus, / na angústia da vida. / / A poesia está na luta dos homens, / está nos olhos rasga
dos abertos para amanhá. (De Poemas ) (3)
Un adiós portugués
U m adeus portugués
Nos teus olhos altamente perigosos / vigora aínda o mais rigoroso amor / a luz de puros
ombros e a sombra / de urna angústia já purificada / / Nao tu nao podías ficar presa comigo / à roda
em que apodreço / apodrecemos / a esta pata ensanguentada que vacila / quase medita / e avança
mugindo pelo túnel / de urna velha dor / / Nào podias ficar nesta cadeira / onde passo o dia buro
crático / o dia-a-dia da miseria / que sobe aos olhos vem as máos / aos sorrisos / ao amor mal sole
trado / à estupidez ao desespero sem boca / ao medo perfilado / à alegria sonámbula à vírgula
maniaca / do modo funcionário de viver / / Nao podias ficar nesta cama comigo / em tránsito mor
tal até ao dia sórdido / canino/ policial / até ao dia que nào vem da promessa / purissima da madru
gada / mas da miséria de urna noite gerada / por um dia igual / / Nào podias ficar presa comigo / à
pequeña dor que cada um de nós / traz docemente pela máo / a esta pequeña dor à portuguesa / táo
mansa quase vegetal / / Nào tu nao mereces esta cidade nào mereces / esta roda de náusea em que
giramos / até à idiotia / esta pequeña morte / e o seu minucioso e porco ritual / esta nossa razáo
absurda de ser / / Nào tu és da cidade aventureira / da cidade onde o amor encontra as suas rusa /
e o cemitério ardente / da sua morte / tu és da cidade onde vives por um fio / de puro acaso / onde
morres ou vives nào de asfixia / mas as máos de urna aventura de um comércio puro / sem a moeda
falsa do bem e do mal / / Nesta curva táo terna e lancinante / que vai ser que já é o teu desapareci-
mento / digo-te adeus / e como um adolescente / tropeço de ternura / por ti. (12)
NOTAS
1) Hay edición de los diez libros en un solo volumen: Novo Cancioneiro . Prefácio, Organizaçào e
Notas de Alexandre Pinheiro Torres. Lisboa, Caminho, 1989.
2) Contamos con una edición facsímil compacta: Lisboa, Contexto editora, 1993, 3 vols.
3) Novo Cancioneiro , ed. cit., págs. 148-149.
4) Ibid. , pág. 115.
5) Ibid. , pág. 173.
6) Vid., al respecto, Fernando J. B. Martinho: Pessoa e a moderna poesia portuguesa-de "Orpheu" a 1960.
Lisboa, Instituto de Cultura e Língua Portuguesa, 1983.
7) Fernando J. B. Martinho: ""La poesía portuguesa de la década de los 50", en La Página , 23, págs.
47-48. Del mismo autor es el hasta ahora más importante y completo estudio sobre la poesía de este
período: Tendencias Dominantes da Poesia Portuguesa da Década de 50 . Lisboa, Colibrí, 1996.
8) Mário Cesariny: A Intervençào Surrealista . Lisboa, Ulisseia, 1966, págs. 155-156 [Hay una 2a en
Assírio & Alvim, Lisboa, 1997]
9) Vid., por ej.: Perfecto E. Cuadrado: You Are Welcome to Elsinore. Santiago de Compostela,
Laiovento, 1996 (Reed. revista y ampliada: A Única Real Tradiçào Viva . Lisboa, Assírio & Alvim,
1998); Ma Jesús Ávila/Perfecto E. Cuadrado: Surrealismo em Portugal 1934-1952. Badajoz/Lisboa:
MEIAC-Junta de Extremadura/ Museu do Chiado-IPM, 2001 [Catálogo]
10) In Pena C apital. 2a ed., Lisboa, Assírio & Alvim, 1999, págs. 35-36.
11) Sobre el "Abyeccionismo" dije una vez y reitero ahora que más que de Surrealismo debería hablar
se de una síntesis entre la denuncia neorrealista (un Neorrealismo que nos mostrara su faz anti-heroica sin
pretenderlo o desearlo), la angustia de una interrogación casi existencialista sobre el sentido y el poder de la
literatura (Sartre, sí, pero también, y mucho antes, la pregunta de Holderlin) y lo que denominaremos "exhi
bicionismo miserabilista" (una especie de "narcisismo negativo" que podríamos rastrear quizás en la literatu
ra de Henry Miller, y que podría remontarnos al punto en el que el primer expresionismo alemán se transfor
mó en la gritería de un cierto dadaísmo o en la más próxima visión deformante del "esperpento" hispánico,
cuando no proyectarnos a algunos autores norteamericanos actuales de escandalosa fam a universal) (Perfecto
E. Cuadrado: "Poesía contemporánea (de la Segunda Guerra Mundial a la Revolución de los
Claveles", in José Luis Gavilanes y Antonio Apolinário, eds.: Historia de la Literatura Portuguesa .
Madrid, Cátedra, 2000, pág. 606)
12) In Poesías Completas . Lisboa, Assírio & Alvim, págs. 52-53.
13) Con frecuencia, las revistas se publicaban como "hojas de poesía", "cuadernos", "fascículos" o
"colecciones", por ser más fácil sortear el lápiz azul de la censura apareciendo como publicaciones
"no periódicas".
14) Alberto de Serpa: Poetas... Poetas... Diario do I Congresso de Poesia em Ségovia . Porto, Ediçòes
Saber, 1952, pág. 12. Alberto de Serpa fue colaborador (y secretario) de presença y de Revista de
P ortugal.
Los libros m em orables y el olvido
Los libros memorables no siempre son los mejores libros. Yo, por
ejemplo, nunca podré olvidar, por mucho que viva, aquel libro de versos
que me dio a leer, siendo yo adolescente, un poeta municipal y desgarra
do. (Sus versos iniciales eran los siguientes: "Oh Dios, oh Dios, / ¿por qué
los demás hombres no sufren como yo?") Sin embargo, no logro recordar
cuál era el color exacto de ese cielo que describe Albert Samain en un
poema no diría yo que estrictamente memorable, pero sí bastante más
memorable que el brotado del demiurgo pasional de mi paisano.
Poco hay que reseñar de los dos días que tardamos en hacer todo
aquello. Digamos que, de haber podido elegir, hubiésemos preferido
dedicar ese tiempo a levantar un tablado en una plaza o a apuntalar un
balcón en peligro de ruina. Trabajos sencillos, que admitían lentitud y
pausas dedicadas a satisfacer la curiosidad del público, rodeados de esa
aquiescencia general que suscitan las obras públicas de poca monta y
manifiesta buena intención. El del cine, en cambio, era un trabajo sucio y
monótono, sin posibilidad de espectadores y sin otra pausa que la media
hora reglamentaria del desayuno.
Hice un gesto a uno de los vecinos y conseguí que sus ojos se diri
gieran al belén. No tuve tiempo de ver sus reacciones. Sentí que el estó
mago se me volvía súbitamente del revés. Pude llegar al lavabo y vomi
té, o creí vomitar, algo muy parecido a los polvos de caramelo que había
tomado en la última sesión infantil de aquel cine, veinticinco años atrás.
simpa
de y el artista rida
es fruto de la colaboración
Jiménez) en un libro que gravita en torno Qué lejos siempre entonces ya de todo,
a la imagen del otoño, cifra y paisaje de incluso de mí mismo;
un alma consciente de la inminencia del qué solo y qué perdido yo,
final. aquí o allí.
Más allá de la belleza de los poemas,
destaca en Otoños... la construcción del A continuación se abren dos aparta
conjunto en cuatro partes que diseñan dos que bien podrían significar, en el cen
una peripecia con sentido. En primer tro del libro, la iluminación del sentido
lugar, los siete textos del apartado profundo de la vida (y en esto la estructu
"Otoños" establecen el punto de partida ra del poemario guarda afinidad con el
del sujeto poético, que vuelve a ser (como Cuaderno de Nueva York de José Hierro): de
en su primera etapa) claramente autorial: una parte, la pasión amorosa, condensada
una percepción del declive vital ("ha en los diez poemas de "La luz a ti debi
pasado/ un ángel/ que se llamaba luz, o da"; de otra parte, la amistad constante
fuego, o vida./ Y lo perdimos para siem más allá de la muerte, simbolizada en las
pre"); una sensación de confuso naufra cinco "Glosas en homenaje a C.R." -
gio en un tiempo circular que le viene de Claudio Rodríguez-, "La luz a ti debida"
lejos ("Con un escalofrío repentino,/ y enriquece la poesía amorosa de Angel
temor, y nostalgia,/ evocamos entonces/ González con una historia (real o inventa
la verdad fría y desnuda de un invierno/ da, lo mismo da) que ilumina (con su
no sé si ya pasado o por venir"); un esta juego, su ternura, su arrebato, su dolor, su
melancolía) el significado del deseo de un mático más allá, sino a la que emana del
hombre mayor por una adolescente: mundo:
Quise mirar el mundo con tus ojos Enigmática luz, tan clara y pura
ilusionados, nuevos, que tan sólo se ve en lo que desvela.
verdes en su fondo ¿De dónde viene ese esplendor creciente?
como la primavera. No es aún la luz la que ilumina al mundo;
(...) el mundo iluminado es quien la enciende.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías. "Viejo tapiz" trae la memoria de la
infancia "que corría/ tal vez hacia el espa
Tras este esfuerzo por retener las últi cio luminoso/ que urdían incansables/
mas luces del deseo en un afán de lustra- las obstinadas manos amorosas" en un
ción ("mientras aún es posible,/ mírame tiempo donde la tristeza estaba entreteji
mirarte;/ mete todo tu asombro/ en mi da con la esperanza. "Aquel tiempo" dia
mirada"), el homenaje a Claudio loga con el poema anterior introduciendo
Rodríguez es un hondo perfil de quien un matiz de culpa y autodesprecio: a cam
para González significa también la peren bio "del más puro/ amor forjado/ en el
ne capacidad de asombro ante la maravi dolor y la desesperanza", lo que hay hoy
lla del mundo, el afán de alentar en todo es un "envoltorio de bisutería", una ale
lo bello, luminoso, libre y puro. Y, aunque gría degradada, pagada con "las más
ese afán estuviese condenado a la despo sucias monedas: la traición, el olvido".
sesión, queda incólume en la palabra poé "Versos amebeos", como su título insinúa,
tica, "salvadora y salvada". De algún es una secuencia dialéctica: en versículos
modo, toda la aventura de la poesía espa amargos y violentos que evocan los de
ñola del siglo XX se resume en este libro Hijos de la ira, el sujeto poético cuenta pri
que se abre con acentos simbolistas mero los insomnios y pesadillas del
("Otoños"), sigue con un homenaje al 27 a remordimiento y el miedo que huyen de
través de Pedro Salinas ("La luz a ti debi la luz, pero en la segunda parte se desdi
da") y aterriza en la propia generación del ce para celebrar, con acentos de oración
50 (puente con la última poesía de la mariana, la luz del día:
experiencia) a propósito de Claudio
Rodríguez. Hágase hoy en mí tu transparencia,
El libro se cierra con una cuarta sec sea yo tu claridad.
ción, "Otras luces", que enlaza con la Y todo vuelva a ser igual que entonces,
primera (premonición de la muerte) cuando tu llegada
pero transmutada por la segunda y la no era el final del sueño,
tercera (memoria viva del amor), de sino su deslumbrante epifanía.
manera que lo que en ella se afianza es
una apuesta por la esperanza en un pai Finalmente, el poeta que tanto había
saje presidido por el amanecer: "Alba en glosado a Heráclito descubre una pers
Cazorla" es un canto a la luz después de pectiva radicalmente diferente en "Dos
la noche, pero no a la luz de un proble veces la misma melodía":
Tranquilo, corazón, en tus dominios po se conquista el tiempo (la más alta virtud
-así como lo oyes-, de la poesía).
lo que fue sigue siendo y será siempre.
Ana-Sofía Pérez-Bustamante Mourier
Éste es quizá el clímax de Otoños y
otras luces: un clímax que canta a la per
manencia esencial en un punto en que los
círculos del tiempo (pasado, presente,
futuro) convergen prodigiosamente
Juan de Dios
armonizados. Es ésta una experiencia de Ruiz-Copete
plenitud análoga a la de T. S. Eliot en sus Julio Mariscal:
Cuartetos, a la de Juan Ramón Jiménez en
El poeta y su obra
Espacio, a la del Hierro de Cuaderno de
Nueva York, si bien Ángel González la Diputación de Cádiz, 2000
recrea en términos personales (lejos del
panteísmo egocéntrico de Juan Ramón, de
la cadencia oracular de Eliot, de la crispa-
ción pasional de Hierro), con un tono
acaso epicúreo que atempera la sacrali Allá por noviembre o diciembre de
dad del misterio con un acento humana 1999 vino a ve rme una tarde fría de
mente, modestamente subjetivo. O, como domingo. En aquella sala de hospital,
decía Luis García Montero, con la voz "de aséptica y altísima, me dio el abrazo que
un personaje moral cómplice y tierno". nos damos la gente de Arcos cuando nos
Otoños y otras luces se cierra en "Aquella vemos fuera de nuestro pueblo, se intere
luz" con un retorno a los últimos días del só por mi salud -a eso venía- y me regaló
verano en que se inició esta meditación de una novela de Benjamín Prado.
una manera circular pero abierta: abierta Juan de Dios Ruiz-Copete tiene un
a una esperanza que no es fe, sino huma hablar pausado y algo triste, una voz
na voluntad de sobreponerse al miedo, a lenta y lastimada pero cordial, amable,
la angustia, a la nada, mientras quede una cautivadora y sincera. Se le nota en la voz
posibilidad de luz, de deseo, de vida: que es un hombre que ha mentido muy
poco en su vida. Juan de Dios y yo habla
Aquella luz que iluminaba todo mos y hablamos, sin parar, avaramente,
lo que en nuestro deseo se encendía mientras la tarde se apagaba tan demasia
¿no volverá a brillar? do pronto por culpa de la época del año,
época de postrimerías y amagos de villan
Hermoso libro éste de Ángel cicos y caridades oficiales. Hablamos de
González, tan sobrio y delicado en la Julio Mariscal, lógicamente, y me contó
palabra que desenvuelve con difícil senci ilusionado que ya había terminado el
llez su honda reflexión sobre el tiempo libro sobre su vida y su obra, que ya esta
cuando se acaba el tiempo pero aún fluye ba el texto en Diputación y próximo a
esa voz cálida y cercana que hace verdad salir. Es emocionante ver a un hombre de
de nuevo el verso de Eliot: sólo en el tiem setenta años ilusionado, y yo, aunque no
estaba para muchos trotes, compartí su Mariscal. Yo espero que, como entonces
alegría y me acerqué a él más que en nosotros, algún jovencito acabe engan
todas nuestras anteriores entrevistas. chándose a los versos del poeta más gran
A Juan de Dios le debemos mucho de de Arcos.
porque nadie ha hecho más por Julio Ya tenemos un nuevo motivo de agra
Mariscal después de su muerte. Los que decimiento a Juan de Dios, un hombre
amamos a Julio no podremos pagarle que ha escrito acertadas páginas sobre la
nunca aquella Antología que publicó en poesía andaluza y que una tarde vieja de
1978 en la Universidad de Sevilla, que domingo vino a hacerme compañía y a
anduvo de mano en mano entre los ado compartir conmigo unas horas de hospi
lescentes de la época y que nos acercó tal. Estaba con nosotros mi hija Ángela,
versos que no conocíamos y que se encon estudiante de Derecho, y como él es abo
traban en libros agotados, en bibliotecas gado, se enzarzaron en Códigos y artille
selectas e inaccesibles. rías legislativas. Cuando se fue, mi hija
Ahora tengo en mis manos, por fin, me dijo:
Julio Mariscal. El poeta y su obra, y he reme - Qué hombre más amable, papá.
morado aquella conversación de hospital - Sí, hija. ¿Te has dado cuenta de que no
y aquella ilusión en un señor mayor que habla mal de nadie?
vino a verme vestido exquisitamente, - Es verdad...
amable y educado. He leído el libro, un - Pues eso es rarísimo, hija. Eso, en la abo
recorrido emocionante y emocionado por gacía, es rarísimo. Y en la Literatura, claro
la vida de Julio Mariscal, que es lo mismo está.
que decir por la vida de Arcos de media
dos de siglo, puesto que Julio y Arcos, Pedro Sevilla
Arcos y Julio, son inseparables, indisocia-
bles. Ajeno a las erudiciones y frías disec
ciones, Juan de Dios ha recorrido la bio Sebastián Rubiales
grafía y los versos de Julio con la mirada
nada objetiva del amigo, del compañero Del viento al infinito
de clase, del colega de correrías literarias, Valencia, Pre-Textos, 2000
y ha logrado acceder a la entraña misma,
al núcleo y centro de un hombre raro y
desvalido, de un dandi en el más comple
to sentido de la palabra: muchos se pien
san que un dandi es aquel hombre que
sabe elegir las mejores corbatas y llevarlas
con gracia; dandi es, también y sobre
todo, aquel que quiere ser otro, que huye
de sí mismo y se inventa un ser artificial, No está muy claro si la naturaleza
un yo traidor y artificial. pone lo mejor de sí misma en saltarse a la
Como en aquella Antología de 1978, torera sus propias leyes buscando lo
este nuevo libro de Ruiz-Copete va a acer sobrenatural o si somos sus humildes
carnos, de nuevo, la obra de Julio inquilinos los que andamos continuamen-
te ilusionados mirándola de reojo a la que aún frecuentan tascas y barberías,
espera de que se desencadene con efectos reflexiones de buen tono, de altos vuelos
inesperados y prodigiosos. Sebastián y de interlocutor pasmado, entre las que
Rubiales aprovecha esta circunstancia para me quedo con el método que Isaías
urdir Del viento al infinito y no le hacen falta Reyero plantea en la página 68 para liqui
ajetreos mayores que el viento de Levante, dar los pecados capitales, una exposición
esa locura transitoria de la naturaleza, para que habría hecho las delicias del mismísi
echar a andar una novela en la que los per mo Spinoza pero que al cura que tiene
sonajes se mueven con notable desparpajo que escucharla a punto está de sacarle de
por los terrenos del asombro y la diablura, sus casillas y de hacer que acabe el capí
la intriga y el desafío, en lances que la tulo en reyerta.
buena literatura sabe contar en el idioma Pero como la cordura, para resaltar,
de la naturalidad y la mala sólo logra tra suele hacerse escoltar por el desvarío, la
ducir al abstruso lenguaje del artificio. trama también se salpica con delirios muy
No hay que avanzar demasiadas de agradecer, como los del librero judío
páginas para verificar que en este libro que, tras enfrascarse en "El Tratado del
hay afortunadamente mucho más oficio Templo de la Luz Dudosa", se sorprende a
que artimaña, desde la propia elección, sí mismo hablando con soltura lenguas de
como escenario principal, de una geogra las que hasta la fecha no había tenido
fía tan cercana como es La Florida, elec siquiera noticia.
ción con la que el autor renuncia a ese Seguramente tras leer Del viento al
recurso, muy frecuente entre escritores infinito ya no reconozcamos el mismo pai
desmañados, que consiste en acudir a saje al pasar por La Florida ("ese lugar en
regiones remotas ya mitificadas por otros el que el tiempo se disfraza de presente",
para evitar el esfuerzo de desentrañar la que no es frase de Carpentier, sino de
grandeza oculta en lo vecino. Sebastián Rubiales), porque en este libro
Así, entre altramuces y cabañuelas, el realismo sólo atiende al lado más
desfilan por sus páginas unos cuantos per sugestivo de la existencia y lo mágico
sonajes (bueno, unos desfilan, otros dan consigue que nos atrape antes el encanto
tumbos y otros parecen levitar), desenvol que el engaño.
viendo una historia que permite a
Sebastián Rubiales, entre otros aciertos, Fernando Taboada
esparcir deliciosas conversaciones de
taberna, fugaces flirteos de varia intención
y algún rastreo de vidas y libros inciertos,
para al final trenzarse hábilmente un argu
mento que, con piezas tan valiosas, casi
podría haber sido cualquiera.
A Sebastián Rubiales le gusta filosofar
y lo demuestra en algunos de los frag
mentos más sabrosos de la novela.
Aliviado de toda pedantería, pone en
boca de sus personajes, de esos personajes
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