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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR

INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO

EXTENSIÓN ACADÉMICA VARGAS

ASIGNATURA: LITERATURA INFANTIL

DOSSIER

Profesor: Integrantes:

Keyla Gonzánlez María Malavé 15.882.315

Lee Flores 11.063.511

VIII Semestre Educ Integral

La Guaira, Febrero del 2020


CUENTO FANTASTICOS
EL CUMPLEAÑOS DEL SEÑOR GRILLO

En este viejo roble viven los personajes de este cuento.

Hoy es el cumpleaños del señor Grillo y esta noche quiere celebrar una fiesta, invitara a
todos sus amigos: a la señorita Mariposa que es muy hermosa, al señor Escarabajo del piso
de abajo, a la señora Hormiga del piso de arriba, a la señora Mariquita que esta rellenita, al
señor Mosquito que esta delgadito, pero todos se quieren tal como son.

A llegado una nueva vecina la señora Luciérnaga que se a instalado en el piso de al lado, el
señor Grillo todavía no la conoce pero también quiere invitarla a su fiesta.

Está a punto de salir de su casa cuando recuerda que ayer olvido regar las plantas de su
ventana y al abrirla, ¡Oh no! faltan hojas y una de ellas está llena de agujeros y es justo la
más cercana a la ventana de su nueva vecina, así que muy enfadado se dirige hacia la puerta
de la señora Luciérnaga y llama muy fuerte:

Toc-toc- ella abre y le dice:- buenos días señor Grillo- sin contestarle el saludo el señor
Grillo le pregunta: -¿ a sido usted quien se ha comido mi planta? - y ella responde: - es que
llegue ayer muy tarde y no tenía nada para comer, al abrir la ventana olí una planta muy
tierna así que me comí un poco pero no sabía que era suya.

Entonces el señor Grillo dijo enfadado: - ¡quería invitarla a mi fiesta de cumpleaños esta
noche, pero ya veo que usted no merece ser mi amiga! - y se marchó.

La señora Luciérnaga no tuvo ni tiempo para pedirle perdón y se quedo muy triste. El
todavía enfadado volvió a su casa y llamó a todos sus amigos para contarles lo sucedido,
todos estuvieron de acuerdo en que la señora Luciérnaga había obrado mal y no merecía su
amistad.

Ella arrepentida y triste decidió buscar otra casa lejos del roble. Así que empezó a andar y
andar y poco a poco iba oscureciendo.
Al poco rato era de noche y en el jardín del viejo roble todo estaba preparado para la fiesta,
iban llegando los invitados, había pasteles, luces de colores, todo era perfecto, el señor
Grillo vivía un momento feliz hasta que, flash! se fue la luz - ¡Oh no ¡- dijeron todos a coro,
la fiesta tendría que suspenderse, estaba todo demasiado oscuro, pero cuando iban a
marcharse muy tristes, vieron una luz que brillaba a lo lejos, una luz que iba acercándose
mas y mas y todos se preguntaron:

-¿Qué será esa misteriosa luz?- hasta que la tuvieron tan cerca que vieron que era la señora
Luciérnaga que había vuelto! - ¿pero qué hace usted aquí?- le pregunto el señor Grillo y
ella le contestó: - las farolas de la calle se apagaron, me acordé de su fiesta y he vuelto para
pedirle perdón con mi luz.

Así que gracias a la señora Luciérnaga la fiesta pudo continuar. El señor Grillo la perdonó y
a partir de entonces nada pudo romper la amistad entre ellos.

Autor: Berta Gómez.


PERRIPILÍN

Al duende Perripiplín le gustaba molestar a las pequeñas hadas del bosque. Cuando veía una de
ellas, corría tras ella, le agarraba de las alas y no las dejaba marchar, hasta que ellas estuvieran
llenas de lágrimas. Se reía de ellas y las asustaba. Las pobrecitas ya no iban a pasear por las
tardes, por el miedo a encontrarse con el travieso Perripiplín.

Un buen día, las hadas decidieron reunirse y poner fin a este calvario. Acudieron a la reina de las
flores, que siempre actuaba justamente con aquellos que la rodeaban. La reina de las flores
decidió hacerle una visita al duende Perripiplín.

- ¡Perripiplín, Perripiplín!. ¿Qué está pasando?¿Por qué molestas a tus compañeras las hadas?-

Perripiplín soltó una gran carcajada. -Yo soy más grande, y puedo hacer con ellas lo que quiera.-

-Ah! ¿si? ¿de veras crees que por ser más grande puedes hacer lo que quieras?- Añadió la reina
de las flores. -

El viento empezó a soplar y los pétalos de las flores comenzaron a bailar alrededor de Perripiplín,
mientras la reina formulaba uno de sus hechizos.

-¡Pétalos y pistilos,

flores de colores,

haced que perripiplín

no se ate los cordones!-

En aquel momento, los cordones de sus zapatos se desataron. Perripiplín se rió. -¿Eso es todo lo
que va a suceder?-
Pero, para ese entonces, la reina de las flores ya había desaparecido.

El travieso duendecillo vio un hada volando sobre él. En su rostro se dibujaba una sonrisa
maliciosa.- ah! Ya vas a ver, hadita, lo que voy a hacer!-

Perripiplín comenzó a correr tras ella, pero, ¡oh! ¡Amiguitos!, el duende cayó de bruces contra el
suelo! Cataplof!!!! Sus cordones desatados le habían hecho tropezar.

El hada, no podía creer lo que estaba viendo. Por primera vez, su travieso compañero no iba a
poder salirse con la suya!

Desde aquel momento, cada vez que intentaba molestar a los demás, tropezaba y caía al suelo por
causa de sus cordones, imposibles de atar. Las hadas le perdieron el miedo, saltaban sobre su
cabeza y se reían de él.

Entonces, Perripiplín comprendió qué se sentía cuando los demás se burlaban de uno mismo, y
comenzó a llorar arrepentido por todo el mal que había causado.

-Lo siento. Lo siento. Snif, snif.- balbuceaba el travieso duende.

La reina de las flores se apareció ante él. - Espero que hayas aprendido la lección.-

-Sí , ahora lo entiendo. Snif.- contestó Perripiplín enjugándose las lágrimas. -Todos somos iguales,
y merecemos el mismo respeto. Perdonadme compañeras hadas. Me gustaría tanto ser vuestro
amigo.- Añadió.

Y la reina contestó: - Estoy segura de que las haditas estarán encantadas de ser tus amigas. Pero,
recuerda que la amistad hay que cuidarla. No te olvides nunca de respetar a los demás.-

Desde entonces, Perripiplín fue un ejemplo de buen amigo. Ayudó siempre a sus amiguitas las
hadas y en vez de reírse de ellas, empezó a reírse con ellas.

Y colorín colorado, este cuento, se ha terminado. FIN

Autor: Laura Manterola.


CULTURA O
FOLKLORES
EL ARCA DE NOE

Como a Santi le encantaban los animales, un día su


abuela decidió contarle la historia del Arca de Noé.
Prepararon chocolate caliente con galletas y se
sentaron delante de la chimenea. La abuela comenzó
entonces a narrar la historia bajo la atenta mirada
del niño.

Hace miles de años, mucho después de que Adán y


Eva llegasen a la Tierra, los hombres y mujeres se
habían vuelto malas y egoístas. Decían mentiras y
robaban. Dios, al ver esto, decidió limpiar el planeta
de toda aquella maldad para que la vida volviese a
comenzar.

De entre todas las personas, solo vio a un hombre justo y bueno. Era Noé y una noche Dios
le habló en sueños. Le dijo que iba a mandar un diluvio a la Tierra para borrar toda señal de
vida pero que él y tu familia podrían salvarse. Para ello, le pidió que construyera un arca
enorme para meter a una pareja de cada animal que existía en la Tierra. Estando en la barca,
en esa arca que Noé tuvo que construir con sus propias manos, podrían sobrevivir cuando
llegase el diluvio.

Cuando Noé empezó a construir el arca, con ayuda de sus hijos, la gente se burlaba de ellos
y les decían que no hacía falta porque llevaban años sin lluvia. Él les decía que se acercaba
un diluvio inmenso, pero nadie le creía, pensaban que estaba loco. El día previsto, Noé
abrió las puertas de su arca de par en par. De todos los rincones del mundo, empezaron a
llegar animales, tanto machos como hembras. De todos los tamaños y colores.

Cuando estuvieron todos en el barco, Noé subió también a su familia. Al momento empezó
a llover. El diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches. El agua cubrió ciudades, pueblos
y montañas. Cuando el diluvio terminó, Noé soltó una paloma blanca para que explorase el
lugar al que habían llegado. Las aguas bajaron y la paloma volvió con una rama de laurel en
su pico. Era una señal de que se podían bajar del arca con seguridad. Los animales salieron
en tropel y repoblaron la Tierra. Noé y su familia encendieron una hoguera para dar las
gracias y al momento, como agradecimiento, apareció un arco iris en el cielo.

Autor: Silvia García.


LAS CINCO AGUILAS BLANCAS

Según la tradición de los Mirripuyes de los Andes venezolanos, fue Caribay la primera
mujer. Era hija del ardiente Zuhé (el Sol) y la pálida Chía (la Luna). Vivía en armonía con
la naturaleza, considerada la protectora del bosque. Imitaba el canto de los pájaros y jugaba
con las flores y los árboles.

Una vez Caribay vio volar por el cielo cinco águilas blancas y se enamoró de sus hermosas
plumas. Fue entonces tras ellas, atravesando valles y montañas, siguiendo siempre las
sombras que las aves dibujaban en el suelo. Llegó al fin a la cima de un risco desde el cual
vio como las águilas se perdían en las alturas. Caribay se entristeció e invocó a Chía y al
poco tiempo pudo ver otra vez a las cinco hermosas águilas. Mientras las águilas
descendían a las sierras, Caribay cantaba dulcemente.

Cada una de estas aves descendió sobre un risco, y se quedaron las cinco inmóviles.
Caribay quería adornarse con esas plumas tan raras y espléndidas y corrió hacia ellas para
arrancárselas, pero un frío glacial entumeció sus manos, las águilas estaban congeladas,
convertidas en cinco masas enormes de hielo. Entonces Caribay huyó aterrorizada. Poco
después la Luna se oscureció y las cinco águilas despertaron furiosas y sacudieron sus alas
y la montaña toda se engalanó con su plumaje blanco.

Éste es el origen de las sierras nevadas de Mérida, los cinco elevados riscos siempre
cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas son el furioso despertar de las
águilas, y el silbido del viento es todo lo que quedó del canto triste y dulce de la joven
Caribay.
Autor: Anónimo.
MITOS Y LEYENDAS
MARIA LIONZA

(LEYENDA)

Cuenta la leyenda que Yara, la hija de un Cacique, nació con unos bellos ojos verde agua.
El shamán de la tribu predijo que ella debía ser sacrificada a la gran anaconda o si no traería
la perdición al pueblo.

Su padre fue incapaz de hacerlo y la escondió en una cueva, custodiada por guardianes, de
la cual no podía salir y mucho menos mirarse reflejada en el agua.

Un día una misteriosa fuerza adormeció a los guardianes y la niña salió. Se acercó al lago y
vio su reflejo quedando encantada. El dios del agua Anaconda salió y se enamoró de la
doncella, tomándola para sí.

Su padre intentó separarlos, pero la anaconda se enojó y causó una gran inundación que
acabó con la aldea. Desde entonces se convirtió en la protectora de las aguas, la naturaleza
y el amor.

Con la llegada de los españoles, Yara fue convertida al catolicismo bajo el nombre de
María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, o sea María Lionza.

Autor:
JUAN HILARIO

(LEYENDA)

“No vayas para la fiesta te dijeron, Juan Hilario”. Así comienza la popular copla que
narra la historia de este personaje que solía acudir a las fiestas para cortejar mujeres y beber
hasta amanecer.

Juan Hilario se dirigía al pueblo cercano una noche oscura, cuando se encontró con un
amigo que le advirtió de la peligrosidad de la noche debido a la aparición de relámpagos y
lluvia y quién le recordó la posible aparición del «silbón».

Pero Juan Hilario se burló de su amigo y se marchó. Por el camino comenzó a escuchar el
famoso silbido: “Compadre, váyase para su casa, que yo me voy para la fiesta, a mí no me
va a meter miedo”.

Y de pronto comenzó a ser golpeado. Para defenderse, golpeó fuertemente al aire, y


exhausto cayó al piso e inconsciente cuando sus amigos al escucharlo fueron y lo
socorrieron.

Fue así como Juan Hilario describió al individuo fantasmal que lo había atacado, y cuando
su amigo le advirtió, quedando en la leyenda la frase: “Te lo dije Juan Hilario, esos no son
juegos…”

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