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UNIVERSIDAD DE LA SALLE

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


MAESTRÍA EN DOCENCIA
MODELOS PEDAGÓGICOS

Maestrante: Ana Delia Gómez R.


adgomezro@hotmail.com

Por una Colombia libre

La educación, como factor decisivo de transformación social, tiene una importancia enorme
en cuanto logra permear las distintas esferas políticas, económicas, sociales y culturales.
Sin embargo hoy en día, la sociedad colombiana enfrenta una cruda paradoja: la educación
dejó de interpelar la realidad para acomodarse a ella; abandonó su función de cambio social
para convertirse en perpetuador de hegemonías políticas y culturales1. Ante este panorama
cabe preguntarse, ¿cuáles han sido las causas que han llevado a este anquilosamiento
educativo? Y, ¿cuáles han de ser las bases pedagógicas que respondan a las necesidades y
exigencias de nuestra sociedad actual?

La escuela, como escenario de formación y socialización, es una de las instituciones


fundamentales de cualquier comunidad gracias al rol que desempeña como medio para la
incorporación de los individuos a la sociedad. Uno de los pedagogos que con mayor fuerza
defendió esta idea fue Émile Durkheim (1904), quien afirmó: “la educación es una cosa
eminentemente social. Es social por su fin… pues cada sociedad busca realizar en sus
miembros, por la vía de la educación, un ideal que le es propio”.

Claro está que, además de la escuela, existen otras instituciones como la familia, la iglesia,
los medios de comunicación que funcionan, según Althusser (1988), como Aparatos
Ideológicos del Estado, es decir, adiestran mediante la imposición de una ideología

NOTAS
1Según Gramsci (1978), la hegemonía existe cuando la clase dominante no sólo es capaz de obligar a
una clase social subordinada a que satisfaga sus intereses, renunciando a su identidad y a su cultura
grupal, sino que también la primera ejerce control total en las formas de relación y producción de la
segunda y el resto de la sociedad.
dominante, utilizando secundariamente, y en situaciones límite, una represión muy
atenuada, disimulada, es decir simbólica, mediante sanciones, exclusiones, etc (p.10).

Partiendo de esta visión de la escuela es que se puede vislumbrar cierto fracaso en la


educación colombiana puesto que,
Además de los deficientes resultados en las pruebas PISA, no disminuyen los hechos
violentos, ni las tasas de criminalidad; la lucha política se construye sobre la mentira y el
odio; la corrupción, la ilegalidad y la politiquería tienen escasa sanción social; la injusticia
social y la inequidad siguen siendo un grave problema que parece no tocar a la sociedad
colombiana; muy pocas acciones nos reconcilian como país y como ciudadanos en ejercicio
para una mejor humanidad. La economía del país se construye con mano de obra barata y
escasa calificación, el conocimiento no importa (Revista Dinero, 2019)

Tal vez, sin proponérselo, la presión ejercida por el principal ranking del mundo que mide
la calidad educativa hizo que los docentes estandarizaran sus prácticas educativas,
desplazando lo importante por lo urgente. En últimas, lo que les interesa a la mayoría de
padres de familia, a las instituciones y a los académicos es el resultado de la prueba y la
ubicación del colegio en las clasificaciones de calidad, igual que a los gobiernos. Y la
educación que tiene como propósito fundamental formar seres humanos íntegros, ha
quedado en el olvido.

Esta situación de alguna manera explica el por qué no se ha invertido lo suficiente en


programas o proyectos que potencien la calidad de la educación desde una perspectiva
diferente, por ejemplo, apostarle a una educación que desarrolle el pensamiento crítico,
donde se reflexione y se analice el entorno social y se ejerza el ejercicio de la libertad como
hacedores de la historia tal y como lo propone Paulo Freire (1975).

En este punto, es conveniente aclarar que


“no es la educación la que conforma la sociedad de cierta manera, sino la sociedad la que,
conformándose de cierta manera, constituye la educación de acuerdo con los valores que la
orientan”. Ahora bien, “junto a esa función reproductora, la educación puede ser palanca de
cambio, de transformación, dado que le posibilita, en ocasiones, contar con un repertorio de
competencias que le hace capaz de criticar de forma constructiva la sociedad en la que vive,
de intervenir sobre ella en una línea optimizadora” (Freire,1975).

Ahora bien, considerando que la educación tiene como propósito fundamental formar
personas conscientes de su entorno para poder transformarlo, orientándolas hacia valores
éticos y morales que promuevan, mediante su accionar en la historia, el desarrollo político,
económico, social y cultural, entonces la pedagogía crítica tiene mucho que aportar. Este
nuevo paradigma “fortalece la autonomía y la autogestión con miras a la construcción del
pensamiento propio. Busca dirimir cómo y por qué el poder y el orden, encarnados en el
estado, se manifiestan como patrones de dominio social” (Múnera, 1994). De manera, que
supone un compromiso con la justicia, con la equidad y con la emancipación de las
ideologías dominantes (Ramírez, 2008).

Sin embargo, y a pesar de ello, el sistema educativo colombiano continúa anquilosado en


los planteamientos de la pedagogía tradicional, educación pensada con propósitos
capitalistas que propendan sólo por la formación de mano de obra calificada, donde el
desarrollo de procesos de pensamiento propositivos y críticos no son necesarios, el maestro
es el único poseedor del conocimiento, un agente transmisor de verdades absolutas y
acabadas y el estudiante es sólo un receptor de información.

No todo está dicho, no existen soluciones mágicas, existe la voluntad de poder 2, según
Nietzsche, aspecto fundamental de la historia humana (Ribero, 2014). Por tanto, la mayor
dificultad para nuestra liberación no son las ideologías dominantes, como lo afirmó
Estanislao Zuleta (1980) “la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las
cadenas. Amamos las cadenas, los amos, las seguridades porque nos evitan la angustia de la
razón”. Tal vez este amor a las cadenas es lo que ha dilatado por generaciones y
generaciones el cambio social que con tanta urgencia necesitamos.

2
Aquellos que posean más voluntad serán los vencedores y sojuzgarán a los que poseen menos Ribero
Fuquen, Daniel. (2014) MIMESIS Y VOLUNTAD DE PODER. Universitas Philosophica , 31 (62), 244-
254. Recuperado el 16 de agosto de 2019 de
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-53232014000100011&lng=en&tlng=es.
BIBLIOGRAFÍA

Althusser, L. (1988). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacan. Nueva
Visión, Buenos Aires. Recuperado de
https://perio.unlp.edu.ar/teorias2/textos/m3/althusser.pdf
Durkheim, E. (1976) La educación como fenómeno social. Ensayos y controversias.
Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, Editora Babel. P. 17

Freire, P. (1975). La desmitificación de la conciencia y otros escritos. Editorial América


Latina, Bogotá, p. 88

Múnera, L. (1994). Las dimensiones del estado. Constitución Política y reorganización del
Estado. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Pérez, A. (2019). ¿Por qué la calidad de la educación en Colombia no es buena? Revista


Dinero. Recuperado de https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/por-
que-la-calidad-de-la-educacion-en-colombia-no-es-buena-por-angel-perez-
martinez/268998

Ramírez, R. (2008). La pedagogía crítica. Una manera ética de generar procesos


educativos, pp. 108-119

Ribero, D. (2014) Mimesis y la voluntad de poder. Universitas Philosophica, 31 (62), 244-


254. Recuperado el 16 de agosto de 2019 de
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-
53232014000100011&lng=en&tlng=es.

Vélez, F. y Rojas, C. (2015). Principios sociológicos de la educación, p. 85

Zuleta, E. (1980). Elogio de la dificultad y otros ensayos. Discurso de aceptación del


Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad del Valle.

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