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¿Alguna vez quisiste leer Vida y mentiras de Albus Dumbledore?

¿Te has
preguntado qué barbaridades contaría Rita Skeeter del famoso director?
¡Ésta es tu fic!

Los especialistas dictaminan que comentar no es causa de muerte.

La grandísima mayoría de los personajes y escenarios pertenecen


a J. K. Rowling, así como el noveno capítulo íntegro,
parte del quinto y la base de trabajo del
prólogo, obtenidos de Harry Potter
y las Reliquias de la Muerte.
VIDA Y MENTIRAS DE
ALBUS DUMBLEDORE

por Rita Skeeter, autora del superventas Armando Dippet: ¿genio o tarado?
Ya está aquí, ya ha llegado, el libro más esperado del año: Vida y mentiras
de Albus Dumbledore, la asombrosa historia del imperfecto genio,
considerado por muchos el mago más grande de su generación. Rita
Skeeter, eminente reportera del diario El Profeta, echa por tierra la popular
imagen del sabio sereno de barba plateada y revela la problemática
infancia, la descontrolada juventud, las eternas enemistades y los
vergonzosos secretos que Dumbledore se llevó a la tumba.

¿Por qué un hombre destinado a ser ministro de Magia se contentó


con dirigir un colegio? ¿Cuál era el verdadero propósito de la organización
secreta conocida como Orden del Fénix? ¿Cómo murió realmente
Dumbledore? Éstas y muchas otras preguntas se investigan en la explosiva
biografía Vida y mentiras de Albus Dumbledore, a lo largo de novecientas
páginas -no menos-, de la mano de la encantadora y talentosa periodista
Rita Skeeter.

«Otro hechizante y fascinante triunfo de la reina de la pluma.»

Diario El Profeta.

«En persona, Rita Skeeter es más dulce y afectuosa de lo que sugieren


sus famosas y despiadadas semblanzas.»

Betty Braithwaite, famosa periodista y experta entrevistadora.


«Todos los secretos que quedaban por desvelar de la familia más famosa
de la actualidad. Todo volverá a estar en su lugar.»

Ivor Dillonsby, magizoólogo especializado en dragones.

«Perfecta para leer en calma y en silencio, en una tarde tranquila, quizá


en el jardín, disfrutando de las alegres cancioncillas de nuestros amigos
los pajaritos, y con la mente despejada y preparada para asimilar toda,
todita la información que podamos recoger, con la ilusión de que,
cuando la luna se asome lentamente entre las brillantes estrellitas que
velan por nosotros durante la noche, habremos aprendido algo nuevo e
interesante.»

Maggie Bloxam, tataranieta de la famosa escritora de cuentos


infantiles Beatrix Bloxam y presidenta de la asociación
Nuestros Puros Angelitos.

«Me quedé boquiabierto.»

Cornelius Fudge, exministro de Magia.

«El excelente trabajo de Rita Skeeter es el resultado del arduo esfuerzo


de recoger información de todos los rincones y recovecos posibles,
reuniendo meros datos sin importancia que en solitario parecen inútiles
y transformándolos en el relato más emocionante y escalofriante con el
que nos ha sorprendido jamás, en el que se revela de una vez por todas
el secreto mejor guardado del mago más grandioso de nuestros
tiempos.»

Barnabas Cuffe, editor jefe del diario El Profeta.

«La obra más visionaria de nuestros días. Su legado permanecerá


durante generaciones, página a página, se lo aseguro. Un libro sin
mentiras es un libro digno de alabanza; me horroriza pensar en todos
esos embustes que han rodeado siempre a la familia Dumbledore.»

Dolores Umbridge, subsecretaria del ministro y jefa de la Comisión


de Registro de Hijos de Muggles, de reciente creación.

«Vaya, vaya. Me sorprende la de cosas que escondía ese tal Dumbledore.


No sé si me hubiera gustado conocerlo.»

Gilderoy Lockhart, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa


Contra las
Fuerzas Oscuras, afamado escritor y cinco veces ganador del Premio
a
la Sonrisa más Encantadora de la revista Corazón de Bruja.
★★★★★
Diario El Profeta

★★★★★
Comisión de Regulación y Aprobación de Publicaciones Estrictamente
Fidedignas (Departamento de Seguridad Mágica, Ministerio de Magia)

★★★★★
Revista Corazón de Bruja

★★★★★
Sociedad de Amigos de la Pluma a Vuelapluma

★★★★★
Revista Gran Misterio: la historia que nos ocultan

★★★★★
Librería Flourish y Blotts
capítulos
1. Prólogo
2. Capítulo 1. El desencadenante: ¿culpa de
Dumbledore o culpa de los demás?
3. Capítulo 2. El secreto mejor guardado... desde el
principio
4. Capítulo 3. La llegada de Aberforth y Ariana
5. Capítulo 4. La historia de un hombre loco
6. Capítulo 5. De Mould-on-the-Wold a Godric's
Hollow: un antes y un después
7. Capítulo 6. Albus Dumbledore en Hogwarts:
¿promuggle o antimuggle?
8. Capítulo 7. Albus Dumbledore en Hogwarts:
amistades con fecha de caducidad
9. Capítulo 8. Albus Dumbledore en Hogwarts: los
premios y las falsedades
10. Capítulo 9. Por el bien de todos
11. Capítulo 10. Confinado en Godric's Hollow:
¿amistad o familia?
12. Capítulo 11. Las tribulaciones de Kendra
Dumbledore
13. Capítulo 12. La única amiga
Capítulo 13. El nombre de Albus Dumbledore: de la fama
al olvido
Prólogo

DUMBLEDORE, ¿LA VERDAD, POR FIN?

Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, Caballero de la Orden de Merlín,


de Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos del Wizengamot, Jefe
Supremo de la Confederación Internacional de Magos y probablemente el
director más célebre que Hogwarts haya tenido en su larga historia.

Sí, todo eso suena muy bien, pero quien siga creyendo que
Dumbledore era tan inmaculado como su barba se va a llevar un chasco.
Sin duda, nadie que alguna vez lo haya oído despotricar contra Quien-
ustedes-saben habría podido imaginar que tuvo sus escarceos con las artes
oscuras en su juventud. Nadie que lo haya visto durante los últimos años
de su vida exigiendo tolerancia se habría podido esperar que de joven no
era muy tolerante que digamos. Sí, el pasado de Albus Dumbledore fue
sumamente turbio, por no mencionar al resto de esa sospechosa familia a
la que tanto trabajo le costó mantener a raya.

Pero todos sus secretos serán desvelados en las próximas novecientas


páginas. Todo lo que siempre se ha sabido y lo que nunca se supo de su
hermano -quien, por cierto, por muchos escándalos que haya ocasionado,
sólo es la punta del iceberg-, de su hermana, de su padre, de su madre y de
sus amistades. Cosas mucho peores que un hermano aficionado a jugar con
cabras o que un padre que iba por ahí agrediendo a muggles -ambos
inculpados por el Wizengamot.

Dumbledore es el sueño de todo biógrafo: una vida larga, plena y


heroica colmada de memorables hazañas y hallazgos mágicos
trascendentales, pero no es oro todo lo que reluce. Yo quiero dar la otra
versión del anciano director, la otra cara de la moneda… la cara oscura de
la Luna. Es inimaginable la cantidad de información que puede obtenerse
con una bolsa llena de galeones, con la determinación de no aceptar un no
por respuesta y provista de una buena pluma a vuelapluma. Y, sin embargo,
temiendo adentrarme en un terreno peligroso, esperando amenazas,
rechazos, críticas o el más absoluto de los silencios, no salgo de mi asombro
cuando descubro que no todo el mundo lo consideraba tan maravilloso,
puesto que molestó a más de un personaje importante. La gente hacía cola
para criticar a Dumbledore, quien no debía tener un alma tan pura y
cristalina como su nombre (para los lectores que no lo
sepan, albus significa blanco en latín).

Así pues, me decidí a recoger toda la información interesante que


llegaba a mis oídos para así conformar el libro del gran secreto. Era
consciente de que el mundo mágico estaba pidiendo a gritos la historia
completa, y quería ser la primera en satisfacer esa necesidad, y
transcurridas cuatro semanas desde el fallecimiento de este ya dudoso
gran mago, mi proyecto ha visto la luz. Estoy segura de que mi libro será el
primero de una larga serie.

Un par de días antes de ultimar algunos detalles de este prólogo, tuve


el siempre grato placer de ser entrevistada por la admirada Betty
Braithwaite, a quien comenté que lo que de verdad me intrigaba era el aura
de misterio que envuelve a la madre y la hermana de Dumbledore, así que
me puse a indagar y no tardé en descubrir un verdadero nido de infamias.
¿Por qué Dumbledore nunca explicó cómo se rompió la nariz? ¿Realmente
fue Dumbledore el legítimo descubridor de los doce usos de la sangre de
dragón, su hallazgo más conocido?

Yo he podido contestar todas esas preguntas y muchas, muchas más,


al tener acceso a una fuente por la que muchos periodistas cambiarían su
varita, alguien que hasta ahora nunca había hablado en público y que
estuvo cerca de Dumbledore durante la etapa más turbulenta e inquietante
de su juventud.

¿Acaso alguien sabe la verdad sobre la supuesta espectacular victoria


de Dumbledore sobre Grindelwald? Aquellos cuyos ojos se humedecen al
recordar la historia deberían prepararse para recibir un bombazo, o quizá
una bomba fétida. ¿Existió tal duelo digno de leyenda o nos veremos
obligados a concluir que Grindelwald se limitó a hacer aparecer un pañuelo
blanco en el extremo de su varita mágica y entregarse sin oponer
resistencia?

Y existe otro asunto abierto a opinión popular. ¿Se sabe toda la verdad
y nada más que la verdad sobre la siempre buena relación entre
Dumbledore y el famoso Harry Potter, el niño que sobrevivió? Un interés
poco natural por parte de Dumbledore que hay gente que lo ha calificado
de morboso, incluso siniestro. Afortunadamente, Potter y yo hemos
desarrollado un fuerte vínculo, una sincera amistad que me ha permitido
en exclusiva descorrer las cortinas que ocultan las verdaderas intenciones
de Dumbledore, ¡a lo largo de un capítulo entero! Seguramente soy una de
las pocas personas con vida que pueden jactarse de conocer al verdadero
Harry Potter.

Para adentrarse en el inmenso mar de secretos y mentiras a través del


cual la familia Dumbledore ha estado navegando durante toda su historia,
¡continúen leyendo!

Rita Skeeter, aclamada reportera del diario El Profeta, distinguida por


su prosa fluida que mezcla a la vez imparcialidad objetiva y
valoraciones connotativas en asombrosa armonía, nos sorprende de
nuevo con una revolucionaria historia sobre el que para muchos fue el
mago más grande de nuestra generación, e incluso del siglo, donde
destapa sin tapujos las telas empapadas de mentiras y misterios que
tapan los sucios baúles en los que se esconde toda la verdad, todo lo que
nunca se supo acerca de los hechos más relevantes de la vida del
distinguido mago, una verdad que se oculta detrás de la sonrisa del
entrañable anciano. Tras su exitosa obra Armando Dippet: ¿genio o
tarado?, con la que ganó prestigiosos premios sólo reservados a los
biógrafos y periodistas más distinguidos del mundo mágico -como el
Premio Pluma a Vuelapluma, el Premio Baltus Brennan a la
Información, el Premio El Periódico Dorado o el Premio a la Mejor
Periodista del Año en 1987, 1990, 1991, 1992 y 1994-, Rita Skeeter se
embarca en la vida de otra de las personas cuyos logros han sido
aclamados y puestos en entredicho a partes iguales. Después de toda
una vida de innumerables artículos, crónicas, reportajes e informes
como los de los juicios de los mortífagos, el Torneo de los Tres Magos y
gran cantidad de testimonios del famoso Harry Potter -y sólo
destacando algunas de la larga lista de sus publicaciones que pasarán
a la historia-, la encantadora periodista no se contenta y pretende
repetir el éxito de su anterior biografía del exdirector de Hogwarts
Armando Dippet, centrándose en su sucesor, el justo y bondadoso Albus
Dumbledore, director del colegio de magia en cuestión hasta su muerte
hace escasas cuatro semanas. La obra ha recibido muy buenas críticas,
alabando sus hechos contrastados, la calidad de la información
recogida y su buena estructura -para haber contado con tan corto plazo
de tiempo-, gracias a los cuales quizá no debamos considerar tan justo
y bondadoso al anciano de barba plateada.
Capítulo 1

El desencadenante: ¿culpa de
Dumbledore o culpa de los demás?

Podemos considerar que la fama de Albus Dumbledore también se debe a


sus razonamientos filosóficos y frases características aplicables a
situaciones cotidianas, que muchos de sus admiradores han tomado como
refranes incuestionables -dejando a un lado, por supuesto, su fama por sus
importantes descubrimientos mágicos que, como leerán en capítulos
posteriores, quizá no fueran descubrimientos enteramente «suyos»-. Sus
teorías filosóficas y su longeva demostración de una envidiable altura
moral hacen pensar que el bueno de Dumbledore predicaba con el ejemplo,
pero no era así. Él no se aplicaba su propia doctrina, todo era un cuento
chino.

Todo el mundo tiene un pasado, y muchos se avergüenzan de algunos


actos cometidos en él, quizá unos más que otros, pero el arrepentimiento
hace que al menos nos pensemos perdonarlos. Lejos de sincerarse sobre
su oscuro pasado, Dumbledore presentó una cara al público, pura,
intelectual, contemplativa y bondadosa, pero detrás de ella se escondía una
vida dedicada al fervor por las artes oscuras, a la vergüenza por su familia,
a unas amistades bastante controvertidas y a determinados actos que
harían que el mismísimo Merlín se llevara las manos a la cabeza. Habrá
admiradores que intenten justificar la estela de delincuencia que persiguió
al engañoso anciano durante toda su vida -robos, asesinatos, peleas,
conspiraciones-, alegando que las personas con éxito son las primeras
personas perseguidas, convenciéndose de que las injusticias cometidas por
gente de su cercanía tiñeron inmerecidamente de negro el futuro del que
fuera el mago más prometedor desde Merlín, seguros de que las opiniones
premeditadas son las culpables de la mala fama de Dumbledore, una mala
fama que siempre ha quedado entre las sombras y que ahora sale
íntegramente a la luz -gracias a mí.

Debo decir a esos admiradores que no podrían estar más


equivocados. ¿Dumbledore fue perjudicado por los arrebatos delictivos de
sujetos de su entorno? ¿O en cambio era él quien cometía tales actos, no
muy bien vistos a ojos de la justicia, y culpaba de ellos a las personas más
cercanas? Mucha gente asegura -y me incluyo entre ellos- que Dumbledore
podía llegar a ser bastante persuasivo. ¿Quién dice que no fuera capaz de
usar su capacidad de persuasión para lograr sus propios fines, para dejar
que otros cargasen con la culpa que a él le correspondía, para amenazar
con desvelar algún que otro asunto peliagudo de sus más cercanas
amistades y así conseguir lo que se propusiera, para sembrar el terror
entre su círculo de manipulados compañeros?

El siniestro rastro de oscuridad misteriosa en cuestión persiguió a


Dumbledore desde sus orígenes, una oscuridad nacida en el seno de su
propia familia, y que la mantuvo unida entre esas sombras por un tiempo.
Sin embargo, dicha familia se desmoronó en mil pedazos cuando la luz de
la sospecha se posó sobre Percival Dumbledore, el padre de Albus,
iluminando todo un arsenal de secretos y mentiras.

«El problema que Percival tuvo con el Wizengamot se difundió como


la pólvora por todo Mould-on-the-Wold, e incluso fuera de él, y siguió
persiguiendo a la familia por dondequiera que pasara -me cuenta Mary
Airmouth, una vecina del pueblo natal de Dumbledore-. Durante años no
se habló de otra cosa. Era el único tema de conversación en la taberna, en
la plaza, entre las familias. Estoy convencida de que a Albus le causó una
especie de trauma el hecho de tener un padre públicamente declarado
antimuggle.»

Buscando siempre la verdad acerca de los escandalosos actos de la


familia Dumbledore, me propuse investigar la relación entre los delitos de
Percival y los problemas que Albus tan abiertamente ocasionó en su
juventud, pero que tan celosamente guardó en su adultez. La descarada
insinuación de Mary Airmouth sobre que la causa de la turbulenta vida de
Dumbledore estaba en los horrores cometidos por su padre me
sorprendió, y me llevó a reflexionar sobre si dicho camino entre el bien -de
cara al público- y el mal -el resto del tiempo- por el que transcurrió el
eminente mago tuvo un desencadenante importante. Para ello entrevisté a
Fonta Thickey, hija del famoso sanador Janus Thickey, experta en
problemas de la mente.

El legado de Janus Thickey nos ha llegado intacto en múltiples libros


y experimentos reveladores sobre cómo funciona la mente de los magos,
un talento heredado por su hija Fonta, quien sustituyó a su padre en el
Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas cuando éste se
vio obligado a abandonar su trabajo. Janus sufrió una grave depresión que
lo mantiene interno en una sala de observación en el mismo hospital, sin
ningún tipo de contacto con el exterior, tras ser dejado de lado por su
propia familia cuando simuló haber sido devorado por un lethifold, y todo
para escapar en una aventura romántica y adúltera con la propietaria de El
Dragón Verde. Al margen de tan desafortunado incidente, se sigue
considerando a Thickey uno de los más emblemáticos sanadores del
campo de la mente y con más aportaciones a la medimagia de la historia de
San Mungo, y es uno de los pocos afortunados que en vida han sido
homenajeados con una sala con su nombre (la sala Thickey se encuentra
en la cuarta planta del hospital).

«Mi… padre… Snif, snif… ¡Ay, mi padre…! Snif, snif… Él… él… él… Snif,
snif… Era un sanador tan brillante… Siempre decía… que todos nuestros
problemas y sus soluciones están… en nuestra mente… -explica Fonta, que
a duras penas logra articular palabra entre las lágrimas y sollozos al
recordar a su padre-. ¡Conocía tan bien la mente…! ¡Mi padre…! ¡¿Por qué?!
Snif, snif… Y sin embargo… eligió prescindir de su familia… ¡Nos despachó
tan rápido…! ¡Ay!»

Como no puede contestar entre las convulsiones del llanto, y como


mis preguntas apenas se oyen a causa de los sonoros sollozos por más y
más que grito -una reacción exagerada considerando que la desgracia
ocurrió hace más de veinte años-, decido invitarla a una buena jarra de
hidromiel en El Caldero Chorreante y esperar a que se tranquilice. Cuando
se desahoga, me desvela todos los misterios sobre el funcionamiento de
nuestro cerebro a los que había logrado dar explicación su padre, mientras
damos un agradable paseo entre las tiendas y el gentío del callejón Diagon:

«Todo depende de cómo viviera Dumbledore lo que pasó con su


padre. Dependiendo de la persona, una situación puede resultar
traumática para unos pero fortalecedora para otros. No hay que poner en
duda que Dumbledore era fuerte, pero convivir constantemente con una
persona antimuggle acusada de agredir a varios de ellos puede resultar
devastador, ¡y sin saber los comentarios que saldrían de la boca de su
padre en casa!»

Le hago notar que debemos situarnos en el contexto histórico,


cultural, social y político de finales del siglo XIX, cuando la tendencia
promuggle aún estaba en pañales y muchas personas consideraban a los
no-mágicos de segunda clase e indignos de confianza.

«Pero Dumbledore era de ideas distintas -me contesta Fonta-. Él no


era como su padre.»

Vaya, Fonta, si estás leyendo esto -y si ya has dejado a un lado la


botella de whisky de fuego que nunca falta en tu mano- quizá ahora no
pienses de ese modo. Una revisión de la juventud de Dumbledore -a la que
podemos asignar numerosos adjetivos, pero no promuggle, precisamente-
demostrará que sí que siguió los pasos de su padre.

¿Será verdad, como seguro intentarán justificar así sus admiradores


la conducta de su«heroico» Dumbledore, que el mago caracterizado
siempre por defender los derechos de los muggles tomó a su padre como
ejemplo a no seguir, que las calumnias antimuggles le fortalecieron y le
ayudaron a enfrentarse a aquellos que creen que la raza mágica es
superior? ¿O, por el contrario, sufrió tal trauma que sin saber lo que hacía
empezó a imitar la conducta de su padre, o, lo que es peor, lo hizo pero
siendo muy consciente de lo que hacía? ¿Se pueden justificar así los
fantasmas de la vida secreta de Albus Dumbledore, con un misterioso
trauma de máxima potencia causado por el acoso psicológico que recibía
de su padre y que le incitaba a despreciar a los muggles?

«Bueno, la verdad es que yo no creo que unos comentarios


antimuggles puntuales de su padre causaran una doble vida dedicada a
conspirar para doblegar a la raza no-mágica -opina otro prestigioso
sanador mental cuyo nombre no ha querido que aparezca en mi libro-. De
hecho, de ser esa la pobre excusa de los admiradores de Dumbledore,
¿cómo explican que después cambiara? Si era un trauma tan potente que
hizo que Dumbledore empezara sin querer con mal pie, ¿por qué pasó de
la idea de gobernar a los muggles a la defensa de ellos en los últimos años
de su vida?»

Este lógico razonamiento desmorona la excusa que los seguidores


del «paladín de los hijos de los muggles» han estado formando
instantáneamente en su cabeza mientras leen este capítulo. Cuando invito
a este destacado sanador anónimo a una botella de hidromiel, la rechaza y
me comenta que no bebe.

«Quizá la juventud de Dumbledore hubiera sido radicalmente distinta


de haberse respaldado en su madre -especula el misterioso sanador-.
Normalmente, en una pareja viene bien que si uno de los miembros es
dominante, la otra persona sea más cercana y sentimental. En el caso de la
familia Dumbledore, tanto el padre como la madre eran dominantes:
Percival pretendía exterminar a los muggles de la zona y Kendra
maltrataba, despreciaba y se avergonzaba de su propia hija.»

Cuando revisé sus hipótesis a la hora de empezar a escribir este libro,


catalogué al sanador anónimo como el mejor especialista de la mente con
el que me haya cruzado jamás. Ciertamente, los Dumbledore eran la peor
familia con la que alguien pudiera encontrarse nunca.

«Bueno, sí, quizá Dumbledore tuviera algo de culpa en todo eso -me
confesó en privado Fonta Thickey, una noche cuya cara me sorprendió en
el fuego de mi chimenea, intentando limpiar su nombre
desesperadamente-. Al margen de la conducta de su padre, la última
elección siempre está en la propia persona. No influye la familia
únicamente.»

Después de concluir que había entrado en razón y que esa vez no se


encontraba bajo los efectos del alcohol, pensé en incluir su aportación en
mi libro. A veces hay que dar segundas oportunidades, mis queridos
lectores, y más aún a aquellas personas que no son dueñas de sí mismas,
sobre todo cuando tienen una habitación entera llena de botellas de whisky
o cuando han internado a su padre en una sala de observación, marcando
un antes y un después en la salud mental de la afectada. Una segunda
oportunidad que Dumbledore debería haber dado a la comunidad no-
mágica antes de prejuzgarla, y, con seguridad, una segunda oportunidad
que muchos le dieron a él y fue desaprovechada, al igual que la tercera, la
cuarta, la quinta y la sexta oportunidad.

Sin duda, la familia Dumbledore se ha ganado a pulso el


adjetivo «macabra», así que lo empezaré a usar a partir de ahora. Un padre
obsesionado con matar muggles, una madre que maltrataba y se
avergonzaba de sus propios hijos, un hermano que se relacionaba sólo con
cabras y, al fin desvelado gracias a mí, un joven Albus Dumbledore que
soñaba con gobernar el mundo y someter a los muggles. La única que me
parece inocente en esa casa de locos es la pobre Ariana, la hermana menor,
que aunque fuera inofensiva, fue la que más sufrió a causa de los macabros
caprichos de los demás, por culpa de un secreto del que la pobre ni siquiera
tenía la culpa. Pero para saber más de la ya bautizada como Macabra
Familia Dumbledore, deben adentrarse entre las páginas de este libro, el
libro del gran secreto.

¿A qué esperan para pasar la página, mis ávidos lectores?

Capítulo 2

El secreto mejor guardado… desde el


principio
Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore nació en la madrugada de un
caluroso cuatro de agosto de 1881 en el pueblo mágico del oeste de
Inglaterra Mould-on-the-Wold. Hijo de padres primerizos, era el primero
en llegar de los tres retoños del matrimonio Dumbledore. Con él, Percival
y Kendra por fin lograban su ansiado sueño de tener un hijo, después de
innumerables intentos frustrados; entonces Kendra contaba ya con treinta
años, y Percival, con treinta y uno.

«Recuerdo que mi padre siempre decía que fue un verano muy largo
y muy caluroso, especialmente sofocante en el mes de agosto -me comenta
Mary Airmouth, una adorable anciana vecina de Mould-on-the-Wold que
vive en el pueblo desde hace hasta más tiempo que el mismo Dumbledore-
. Cada vez que la temperatura ascendía más de lo normal, gritaba «¡Hace
más calor que en agosto del 81!» antes de meterse en agua fría.»

Mould-on-the-Wold es el famoso pueblo natal de Dumbledore, cuyo


suceso más trascendental -y lo único por lo que ha pasado a la historia- ha
sido el hecho de que en él nació uno de los magos más famosos de los
últimos siglos, circunstancia, debo decir, debida sólo a los caprichos del
azar.

¿Y qué mejor lugar para comenzar mi biografía sobre Albus


Dumbledore que el entorno donde nació y se crió por unos cuantos
años? «Siempre es la mejor elección empezar por el principio», ya lo decía
mi padre, del cual nuestro famoso sanador de la mente anónimo seguro
que dictaminaría que tenía la cabeza muy bien amueblada.

El pueblo de Mould-on-the-Wold se definiría justamente así: un


pueblo. No es extenso, no es moderno, no está demasiado poblado, no hay
nada interesante. Yo nunca había estado allí -no encuentro ningún motivo
por el cual antes debiera sentir el menor interés-, y a falta de imágenes para
usar la Aparición, decidí armarme de valor y adentrarme en la hedionda
atmósfera del Autobús Noctámbulo.

Cuando llegué, me propuse conocer el escenario. En un breve paseo


por el pueblo descubrí que de una gran plaza central salían diferentes
calles que llegaban cada una a distintos extremos de la localidad. Apenas
había una taberna, una oficina de correos, el ayuntamiento muggle y un par
de tiendas entre las pequeñas casas. Todo el mundo sabe que Mould-on-
the-Wold, al igual que Godric's Hollow, es un pueblo predominantemente
mágico. Sin embargo, aún en la actualidad quedan algunos muggles -pocos,
sin duda- que conviven con la comunidad mágica asentada aquí desde hace
siglos -al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en Hogsmeade, un pueblo
íntegramente mágico.

Me señalaron la taberna La Leña Blanca como principal punto de


encuentro en el pueblo y entré en ella con una pluma normal y corriente -
para no llamar la atención de posibles muggles- y con la determinación de
eliminar las tinieblas que ocultan la etapa que Dumbledore pasó en su
pueblo natal.

Siempre se han tenido muy pocos datos acerca del nacimiento e


infancia temprana de Dumbledore. La información apenas se limitaba a la
fecha de nacimiento y los nombres de sus familiares. Pero utilizando las
técnicas periodísticas correctas, no hay nada que se me resista.

Sólo dos personas actualmente con vida conocieron al joven


Dumbledore: Mary Airmouth y Clywd Llywelyn. Es uno de los
inconvenientes de escribir la biografía de un hombre que murió con casi
ciento dieciséis años. Sin embargo, pese al reducido número de testigos
presenciales, muchos habitantes del pueblo quisieron contarme todo lo
que recordaban de palabras y frases sobre los Dumbledore salidas de las
bocas de sus padres, pues aunque Albus Dumbledore apenas pasó diez
años de su vida en Mould-on-the-Wold, sus padres eran vecinos del pueblo
desde bastante antes. Quizá por eso todos los recuerden y sigan siendo, hoy
aún, un tema de conversación frecuente -por eso y por el mal lugar en el
que dejó Percival al pueblo con sus ataques antimuggles gratuitos.

La tabernera, una agradable mujer llamada Thecla Whitewood,


accedió cortésmente a enseñarme la antigua casa de la familia
Dumbledore, mientras su marido se quedaba atendiendo a los clientes.

La casa está en las afueras, una de las últimas filas. Es pequeña y tiene
la fachada de piedra; sin embargo, tiene un jardín amplio cercado con
vallas de madera y pequeños muros de piedra y que acaba en un gran
cobertizo para animales, sin duda el hogar de las famosas cabras que tanto
le gustaban a Aberforth.

Después, haciendo uso de mi talento natural para la entrevista, obtuve


la información por la que nadie nunca se ha interesado o ha podido
descubrir. Por fin los secretos de la infancia de Dumbledore salen a la luz.

«Bueno, más o menos yo era de la misma edad que Dumbledore -me


revela Mary Airmouth-. Para ser exactos, el próximo mes de septiembre
cumpliré los ciento veinte, por lo que era muy joven cuando los
Dumbledore aún estaban instalados aquí. Sin embargo, sí que recuerdo a
mis padres hablar en casa sobre ellos con regularidad, y sobre su pasado.
Kendra siempre había querido tener hijos, y se rumoreaba que lo habían
intentado mucho, tanto que incluso se llegó a pensar que era, bueno,
estéril. Más de diez años tuvieron que pasar para que por fin alumbrara a
su primer hijo varón, Albus. Pero una vez oí a mis padres decir que, antes
de eso, Kendra tuvo ocho abortos naturales.»

Sin ninguna duda, para una mujer tan altanera y orgullosa no era
favorable que se descubriera su debilidad. Una supuesta infertilidad podría
haberla perjudicado notoriamente, haciéndola inservible a los ojos de los
hombres de aquella época. ¿Era para limpiar su imagen de tales rumores
por lo que quería un hijo por todos los medios? ¿Quería demostrar que no
era menos mujer que nadie, que su orgullo estaba intacto? ¿Realmente
Albus fue un hijo deseado por algo más que para restregar por la cara a los
cotillas un éxito absurdo?

«Mis padres me contaron que cuando nació su primer hijo, los


Dumbledore invitaron a todo el pueblo a una serie de celebraciones en su
jardín -explica Thecla Whitewood-. Todo el pueblo estaba en la fiesta; lo sé
porque, según mi padre, fue la única vez en su vida que cerró la taberna
durante todo el día.»

¿A tal extremo llegaba la conducta vengativa de Kendra Dumbledore?


¿Tan tensas eran las relaciones entre los Dumbledore y el resto de
personas de Mould-on-the-Wold?

«¡La verdad es que los Dumbledore llevaban en el pueblo toda su vida!


-me informa Clywd Llywelyn, un anciano que vive en una de las casas más
céntricas del pueblo y que no para de chillarme-. ¡Antes de que su primer
hijo naciera, la pareja ya llevaba muchos años en esa casa de las afueras!
¡Pero no eran muy sociables que digamos! ¡Rara vez salían de casa si no era
para comprar ropa y comida o para enviar una carta! ¡Por eso, no sé nada
sobre los orígenes de Kendra, pero Percival nació aquí, al igual que su
hermana Honoria, y sus padres también eran vecinos de Mould-on-the-
Wold! ¡Provenía de una larga dinastía de residentes de este pueblo! ¡De
hecho, se comentaba que era descendiente del mismísimo druida Gwion,
nuestro fundador!»

Tras la agradable charla entre gritos, me di cuenta de que Kendra


ocultaba más de lo que imaginaba, y según lo escuchado, lo ocultó muy
bien. Los orígenes de Kendra, que el señor Llywelyn ignora, estaban en la
comunidad no-mágica. Sí, Kendra era hija de muggles. ¿Cómo se lo tomó su
marido Percival? ¿Cómo evitó Kendra que éste la torturara o la matara, al
igual que hizo con tantos otros muggles? ¿Se lo ocultó a su propia familia,
del mismo modo en que se lo había ocultado al resto del pueblo? Si hay algo
que se le daba de fábula a Kendra era ocultar secretos.

«Mis padres nunca comentaron que fuera hija de muggles -confirma


Thecla Whitewood-. Quizá tengas razón y sí que lo ocultara.»

¿Qué otras cosas escondía la Macabra Familia Dumbledore? ¿Qué más


ignoraba la comunidad mágica de Mould-on-the-Wold? ¿Ocultaron con
éxito sus más terribles secretos?

«Al principio todo era tranquilo y normal -recuerda Mary Airmouth-,


por eso nos sorprendió tanto lo que ocurrió con Percival. Nunca antes
había mostrado conductas antimuggles.»

«Te seré sincero -afirma otro vecino del pueblo que no quiso
proporcionarme su nombre-: en mi casa siempre se oían cosas sobre que
la familia Dumbledore no era de fiar. Se rumoreaba que eran aficionados a
la magia negra.»

«Algo de eso he oído -coincide la señora Airmouth-, pero nunca nadie


pudo demostrar nada. No son más que bulos, todo mentiras. Siempre se
toma por peligroso lo desconocido.»

En ocasiones como ésta, y tratando con gente de más de ciento veinte


años, una se apena de cómo llega un momento en la vida en que la mente
deja de distinguir entre lo real y lo ficticio, mezcla sucesos diferentes o
inventa una propia historia surrealista. En definitiva, empieza a chochear.
Recemos por que no se agrave más, Mary.

¿Estaría en lo cierto la gente de Mould-on-the-Wold al sospechar de


esa desconocida familia? ¿Simplemente no les gustaba salir mucho de casa
o es cierto que tenían secretos relacionados con las artes oscuras que no
les convenía que se supieran? Evidentemente, al practicar magia negra,
debían estar confinados en un lugar aislado y apartado, quizá en una casa
a las afueras de un pueblo tan pequeño como Mould-on-the-Wold. Con
razón, no querían ser descubiertos, y si fueron capaces de ocultar el secreto
mejor guardado de la Historia reciente de la Magia, también fueron capaces
de esconder su afición a jugar con magia prohibida.

Uniendo cabos, me propuse investigar diversos ritos oscuros que


podrían guardar relación con las circunstancias de la Ahora Más Macabra
Familia Dumbledore, y busqué la iluminación entre diversos notables
expertos en la Defensa Contra las Artes Oscuras del mundo mágico.
Primero entrevisté al famoso Gilderoy Lockhart, autor de la repetidamente
galardonada obra El encantador:
«La verdad, no tengo ni la menor idea de lo que me está usted
hablando.»

Salí de San Mungo desilusionada y deseando que el que fuera uno de


los principales defensores contra la magia oscura de los últimos años -y un
muy atractivo galán- logre recuperarse de su pérdida de memoria. Te
echamos de menos, Gilderoy. Sin embargo, como no dejo que nada me
detenga, fui en busca de la verdad.

«La magia oscura se puede hacer casi con cualquier cosa -nos ilumina
Dolores Umbridge, que aunque actualmente trabaja en el Ministerio como
subsecretaria del ministro y jefa de la Comisión de Registro de Hijos de
Muggles, ejerció durante un curso en el Colegio Hogwarts de Magia y
Hechicería como profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, hasta hace
poco más de un año-. Sin embargo, me parece poco apropiado publicar tal
información, Rita. Sería una fuerte atracción para magos curiosos.
Debemos salvaguardar la integridad de los magos honrados y proteger los
cimientos sobre los que se asienta nuestra sociedad, libre de magia negra,
preservando la labor que el Ministerio ha llevado a cabo desde su
creación.»

Por fin, y tras muchas horas de búsqueda -y de aportaciones inútiles-


, di con la persona perfecta para proporcionarme la información que estaba
buscando:

«En efecto, existen unos pocos ritos de magia oscura que se realizan
con la presencia de niños, o interviniendo éstos en los mismos -me
confirma Amycus Carrow, un encantador mago especializado en defensa
mágica-. Sin embargo, son ritos muy antiguos que casi han caído en el
olvido. Se trata de magia negra muy avanzada, al nivel de los más
expertos.»

¿Eran Percival y Kendra Dumbledore expertos en magia negra? ¿Por


qué deseaba tanto Kendra un hijo, para demostrar que no era estéril o para
realizar ciertos ritos de artes oscuras en los que se requería un bebé? ¿A
qué espantosas maldiciones se exponía el bebé Albus Dumbledore y cómo
le afectó todo aquello? ¿Habrían encontrado la ansiada oscuridad los
Dumbledore gracias al libro Encantamientos y embrujos antiguos caídos en
el olvido, que obviamente poseerían? Sólo podemos estar seguros de una
cosa: no hay nada que no nos podamos esperar de la Macabra Familia
Dumbledore.
Capítulo 3

La llegada de Aberforth y Ariana

En el capítulo anterior nos introdujimos en la idea -o más que idea, hecho-


de que la familia Dumbledore fue una de las grandes practicantes de magia
negra en la clandestinidad, característica que voy a desarrollar en este
capítulo. Si bien los únicos culpables de estas siniestras reuniones -que
Dios sabe con qué frecuencia se harían- eran los padres, estoy segura de
que constituyeron un punto de inflexión en la percepción de Dumbledore
acerca de los muggles y las artes prohibidas.

«¡A veces me encontraba con Kendra en la tienda! -me chilla Clywd


Llywelyn-. ¡Nunca fue que se diga muy habladora, y eso que cuando el
pequeño Albus nació, ella ya llevaba más de una década viviendo aquí!»

«Mi padre a veces le comentaba extrañado a mi madre que la primera


vez que vio al pequeño Albus desde la celebración de su nacimiento, éste
ya tenía más de un año -me confía Thecla Whitewood-. Aunque,
sinceramente, creo que simplemente Kendra aún no se sentía parte de
Mould-on-the-Wold.»

Fuera como fuese -y me apuesto cinco galeones a que no fue como dice
Thecla-, parece que a los Dumbledore pronto se les quedaron pequeños los
extraños ritos prohibidos.
El señor Carrow, a quien presenté en el capítulo anterior, se mostró
muy dispuesto a iniciarme en los caminos de la defensa contra unas artes
tan oscuras y primitivas que a cualquiera se le pondrían los pelos de punta.
Por ello mismo, no he creído conveniente, a la hora de escribir mi libro, que
dichos ritos de terror y tortura aparezcan descritos entre sus páginas -
podrían provocarle varias visitas a San Mungo a mi buena amiga Maggie
Bloxam-. Para hacerse una idea de la gravedad, sólo hará falta que
mencione que en ninguno de esos ritos tan horripilantes podría salir una
persona normal tal y como entró, y no me refiero sólo a la mente -que se
vería muy afectada, como diría nuestro deslumbrante sanador anónimo-,
sino también al cuerpo. Hablo de algunos ritos en los que se necesita sangre
o incluso cosas más horribles, practicados hace tantos siglos que ya casi
nadie se acuerda de que existen ni de que gente mentalmente peligrosa
como Percival y Kendra los utiliza para pasar el rato.

«Varios de esos ritos necesitan a un niño, preferiblemente menor de


tres años -prosigue el especialista señor Carrow-, aunque no sé muy bien
la finalidad, la verdad. Creo que es para obtener sabiduría, buena fortuna y
cosas por el estilo.»

¿Eran Percival y Kendra practicantes de tan siniestros ritos? Si por fin


habían conseguido el ansiado bebé para atender los deseos de sus
desequilibradas mentes, no iban a perder el tiempo sacándolo de paseo.
Desde luego, las teorías encajan con una perfección sorprendente.
Dumbledore, que siempre presumió de una sabiduría extraordinaria,
podría haberla obtenido mediante tales prácticas tan poco ortodoxas, e
incluso es muy posible que siguiera realizándolas en adelante. En tal caso,
debería haber necesitado niños. ¡Qué escalofriante! Posiblemente fuera
por eso que cuando Dumbledore ingresó en Hogwarts fue ordenado a
Gryffindor y no a Ravenclaw: por mucha sabiduría de la que hiciera gala,
no la poseía de forma natural; en cambio, hace falta una gran valentía para
hacer cosas tan horribles sin miedo a que te descubran.

«¡La verdad es que a Percival sí que se lo veía por el pueblo algún que
otro día! -vocifera el señor Llywelyn-. ¡Tenía algunas amistades aquí! ¡No
muchas, pero sí alguna! ¡Entre ellas mi hermana mayor Blodeuyn, con
quien siempre paseaba entre las flores que crecían en primavera!»

Nunca se descubrió una faceta romántica de Percival Dumbledore. Se


sabe que se casó con Kendra, pero nadie se imaginaría que un asesino tan
despiadado pudiera ser un donjuán. Lo que nos cuenta el señor Llywelyn
nos obliga a preguntarnos si era Percival un marido fiel. ¿Descubrió el
secreto que envolvía el origen de Kendra y prefirió a una bruja de
ascendencia mágica como Blodeuyn Llywelyn?
«Conocí a Blodeuyn -comenta la señora Airmouth-. Era más fea que
un ghoul. Se marchó de Mould-on-the-Wold porque encontró trabajo en el
Ministerio de Magia.»

Para muchos magos de la época como Percival Dumbledore, la belleza


física apenas era relevante; lo que de verdad tenía importancia era el
origen, la sangre, una familia «de sangre limpia». Sabemos de muchos
magos como él que consideraban la naturaleza de los padres la máxima
prioridad para determinar si una persona era o no digna de confianza.
¿Fantaseó Percival alguna vez con escaparse con Blodeuyn a Londres? ¿Se
arrepintió de haberse casado con una hija de muggles? Pensara lo que
pensase, algo lo mantendría eternamente atado a Kendra: Albus.

«¡Al principio sólo veía a Albus muy de vez en cuando! -me informa
Clywd a voz en grito-. ¡No sé qué le pasaría! ¡Pero no fue hasta que iba a
cumplir los dos años cuando comenzaron a sacarlo con más frecuencia de
la casa!»

Cabe la posibilidad de que Albus Dumbledore sufriera de alguna


enfermedad temprana. Si fue así, nunca lo mencionó, pero sería una buena
explicación… para los admiradores del famoso mago, porque los rumores
de magia negra con niños caen por su propio peso y aplastan la ridícula
idea de alguna enfermedad de recién nacidos de casi dos años de duración.

Apenas tres años después del nacimiento de Dumbledore, Kendra se


quedó embarazada de un segundo hijo varón: Aberforth Dumbledore,
nacido el seis de febrero de 1884. Parece mentira que tras una década
entera intentando tener algún hijo, en un período de tres años ya contaran
con dos. Por si fuera poco, el nacimiento de Aberforth les vino que ni
pintado. Según Carrow, en los ritos oscuros que practicaban los
Dumbledore se necesitan niños de entre cero y tres años. Cuando nació
Aberforth, Albus iba camino de cumplir tres años. Si no hubieran tenido
otro hijo, se les habría acabado el chollo. La llegada de Aberforth les había
venido a pedir de boca.

«Sí que me acuerdo del nacimiento de Aberforth -dice Mary


Airmouth-. Vagamente, pero me acuerdo. Yo tenía siete años, y el de Albus
no lo recuerdo porque yo apenas había cumplido los cuatro. Con el segundo
hijo no hubo ninguna celebración, y nos tuvimos que enterar por Honoria,
la hermana de Percival.»

En la posteridad siempre se ha tenido la seguridad de que Aberforth


fue el hijo menos querido, pero no hasta tales extremos. Si bien el
nacimiento de Albus fue motivo de fiesta, el de Aberforth sucedió en el más
absoluto silencio. ¿Fue porque Albus era el primero y rompía la racha de
embarazos fallidos de Kendra? Nada por el estilo. Debido a lo ventajoso de
la situación, con seguridad decidieron mantener la existencia de Aberforth
en secreto el mayor tiempo posible por si moría en los ritos de tortura que
practicaban.

«Es conveniente recordar que tenían cabras -hace notar una vecina
que me habla en la barra de la taberna La Leña Blanca, y que no quiere ser
famosa-. El diablo siempre se representa con forma de carnero.»

Esto ofrece una visión más aterradora de la Macabra Familia


Dumbledore. ¿Estaban Percival y Kendra interesados en asuntos
satánicos? ¿Hacían sacrificios de cabras o cosas por el estilo? ¿Querían
extender el miedo en Mould-on-the-Wold? ¿Querían obtener la sabiduría
de Satán? ¿Codiciaban los mismos tesoros que Rowena Ravenclaw -de
quien, por cierto, también se cuestiona su honor inmaculado, debido a
ciertas leyendas polémicas?

Y si Percival y Kendra decidieron no decir nada, ¿por qué Honoria lo


largó a los cuatro vientos? Probablemente se haría la despistada, o quizá
de verdad quería desafiar públicamente a su hermano y su cuñada. Debido
al cuidado que los Dumbledore ponían en no desvelar sus prácticas
secretas, la pobre mujer seguramente no tenía constancia de los
procedimientos tan poco legítimos de su hermano ni de los asesinatos de
los que él era responsable, y por lo tanto, no encontraría razón alguna para
tenerle miedo.

«Una vez se supo que existía un segundo hijo no pretendieron negarlo


-prosigue la señora Airmouth-, aunque la primera vez que lo vi parecía que
apenas tenía unos días. Si lo escondieron, no fue por mucho tiempo.»

Esto demuestra la rapidez con la que Honoria traicionó a su familia,


desobedeciendo el deseo de Percival y Kendra de que Aberforth
permaneciera en la ignorancia. Pero, pasara como pasase, no decidieron
guardarle rencor, pues se sabe que Honoria mantuvo buenas relaciones
con la familia en los siguientes años. ¿Estarían los Dumbledore aprobando
la traición de Honoria de alguna forma extraña? ¿Serían de esas familias
oscuras del Medievo que premiaban lo malo y castigaban lo bueno? Desde
luego, ya nada puede sorprendernos, ¿verdad?

Albus creció sin incidentes -y también sin nada interesante que


contar- durante un año. El dos de enero de 1885 Kendra dio a luz de nuevo,
esta vez a una hija, a la que llamaron Ariana. Debió de ser un lustro feliz
para Kendra, en el que consiguió tres veces lo que nunca había conseguido.
«¡Era una niña preciosa! -chilla Clywd, sin dejar que su voz
desfallezca-. ¡El nacimiento de la pequeña Ariana me pilló cuando volví a
Mould-on-the-Wold por Navidad! ¡En aquel entonces yo trabajaba en
Flourish y Blotts y aproveché para acercarme por el pueblo! ¡Sí, claro que
yo ya trabajaba! ¡Cuando nació Albus yo tenía más de veinte años!»

Mientras hago cuentas intentando averiguar su edad, me informa de


que acaba de cumplir ciento treinta y nueve años, y le felicito por su
longevidad.

Después de que Mary Airmouth, que también recuerda el nacimiento


de Ariana, me confirma que la pequeña tuvo una celebración en casa de los
Dumbledore al igual que Albus, me pregunto con qué criterio escogieron a
Aberforth para el puesto del hijo menos querido.

«Era muy raro -me cuenta la señora Airmouth-. Estaba loco. ¡Hablaba
con las cabras!»

Oh, querida Mary, no sólo hablaba con las cabras. Quizás si sigues
leyendo se te abran los ojos por fin ante la verdad sobre Aberforth El
Hombre Cabra Dumbledore.

Después de dos hijos varones, una niña podría ser el sueño de


cualquier padre, tal vez por eso tuvo lugar la celebración. O tal vez porque
estaban seguros de que Ariana estaría a salvo para siempre -¡qué
equivocados estaban!

El experto en magia medieval Amycus Carrow sólo menciona a hijos


varones en los repugnantes ritos para conseguir sabiduría a cualquier
precio, no niñas. ¿Por qué? Una teoría sería que fuese a causa del genocidio
de brujas cometido por los muggles de la Edad Media y la Edad Moderna,
épocas oscuras y difíciles: como los muggles apresaban mujeres casi
exclusivamente, la ignorancia las mantendría a salvo, o quizá así los
conocimientos de los magos no pasarían a la gente no-mágica,
reservándose sólo a los magos varones, mucho más protegidos que las
brujas. Es por esto que en esa época se hizo especial hincapié en el papel
del varón en muchos campos de la magia. En cualquier caso, me parece una
discriminación gratuita a la hora de transmitir la sabiduría de lo oculto,
aunque quiero recalcar, ya que tengo ocasión, mi absoluta oposición a las
artes oscuras y a su enseñanza.

Los hijos crecieron, y Aberforth se llevó toda la atención del pueblo,


en primera instancia. ¿Por qué? Cuando le pregunto a Clywd Llywelyn -y
llevo los oídos casi insonorizados mágicamente-, me contesta:
«¡Me alegra que me lo preguntes! ¡Tuve una conversación cierta
ocasión con mi otra hermana, la menor, Lleulu, con quien me llevaba
veinticuatro años! ¡La pobre murió joven, de viruela de dragón, que por
entonces era una enfermedad mortal en muchas ocasiones! ¡A ella le
fascinaban los animales y se sintió atraída por las cabras del jardín de los
Dumbledore! ¡Las miraba a través de la valla y les daba de comer, pero no
resistió la tentación, y un día, cuando tenía ocho años, se coló entre los
travesaños de madera! ¡Y justo cuando jugaba a perseguir cabras, Percival
salió al jardín con su hijo Aberforth, con seis años entonces! ¡Como no
quería ser descubierta colándose en casa de los vecinos, no tuvo más
remedio que esconderse en el cobertizo de los animales! ¡Y lo que oyó le
sorprendió! ¡A través de la puerta cerrada del cobertizo escuchó a Percival
en el jardín diciéndole a Aberforth que le enseñaría a preñar a las cabras!
¡Lleulu enseguida escapó de allí para contárnoslo a la familia!»

Sin duda éste fue el principio de una gran amistad, la de Aberforth y


las cabras, que se prolongaría durante toda su vida. Esto provocó que, a sus
espaldas, se conociera a Aberforth en el pueblo como «el niño de las
cabras». ¿Era también Percival un obseso de las cabras? ¿Era realmente
Aberforth un niño de papá? ¿Invisible para Kendra pero el favorito de
Percival? Si así era y el único apoyo que el pequeño Aberforth tenía en el
mundo era su padre, las circunstancias del destino iban a provocar que lo
perdiera antes de tiempo, porque apenas un año después de aquella
lección magistral sobre cabras, Percival sería condenado a no volver a ver
a su familia nunca más.
Capítulo 4

La historia de un hombre loco

Casi diez años habían pasado desde el nacimiento de Albus Dumbledore.


Sus hermanos menores, con siete años Aberforth y con seis Ariana, habían
crecido sin problemas aparentes, por lo que supongo que las extrañas
prácticas prohibidas o no eran tan peligrosas o no las realizaron con tanta
frecuencia, y dado el largo historial de probados testimonios que circulan
de boca en boca me inclino más por la primera opción. Contra todo
pronóstico, Ariana se convirtió en la alegría personificada en Mould-on-
the-Wold. Solía corretear por la plaza, jugando con la nieve en invierno o
con las flores en verano. Ciertamente, todo el mundo la quería en el pueblo,
lo que ayudó, más o menos, a que los Dumbledore rompieran su
aislamiento social.

«¡Era encantadora! -recuerda con nostalgia el señor Llywelyn, con sus


gritos inundando las calles del pueblo-. ¡Solía pasar más tiempo en la calle
y en casa de los demás que en la suya propia! ¡Adoraba que le hechizásemos
sus juguetes para que cobraran vida! ¡Ella aún no sabía hacer magia
porque, claro, sólo tenía seis años!»

Pero la felicidad de los Dumbledore no fue muy duradera. Corría el


año 1891 cuando la tragedia golpeó a la familia. El padre de
nuestro «héroe», Percival, fue acusado de agredir y torturar a tres jóvenes
muggles y condenado por el Tribunal Supremo de Magos del Wizengamot
a cumplir cadena perpetua en la prisión de Azkaban, donde moriría a los
pocos años.

«¡Nadie sabía lo que pasaba! -exclama Clywd Llywelyn, gritando más


de lo normal, si cabe-. ¡De repente, una mañana, llegaron los aurores del
Ministerio para llevarse preso a Percival! ¡Todo el mundo preguntaba por
qué, pero se lo llevaron muy rápido! ¡Kendra y los niños estaban
destrozados!»

Destrozados, por supuesto. Obviamente debió de ser una experiencia


desagradable para la Macabra Familia Dumbledore. El primer crimen
descubierto de Percival… Kendra debió pensar que su marido estaba
perdiendo facultades; no puede ser posible que ella no estuviese al tanto
de su afición.

«Recuerdo que mi madre siempre se enfadaba mucho al recordar su


última conversación con Kendra -comparte Thecla Whitewood-. Le
preguntó el motivo del arresto de su marido. Kendra intentó lanzarle la
maldición furunculus. Desde entonces no volvió a hablar con ella, ni
siquiera cuando por fin se conoció el delito, y a los pocos días Kendra ya se
había marchado sin decir palabra.»

Fingir una terrible desolación con seguridad sirvió de gran ayuda a


Kendra Dumbledore: no tenían pruebas contra ella, y convencer de su
inocencia al Ministerio la libraría del trágico destino que correría su
marido. Después echó mano de diversas maldiciones para alejar a todos los
curiosos de su casa y así asegurarse de que sus secretos permanecían bien
escondidos, unas agresiones totalmente justificables desde el punto de
vista de un falso episodio de duelo. Muy lista.

«Me acuerdo de que siempre había al menos una persona en las


proximidades de la casa de los Dumbledore -añade Mary Airmouth-,
intentando ver algo a través de las cortinas de las ventanas o llamando a la
puerta, sin éxito. Todo el mundo quería saber qué había pasado. En un
pueblo tan pequeño como Mould-on-the-Wold no pasan cosas tan
interesantes, ¿sabe?»

Cuando le doy la razón, la señora Airmouth me relata por fin el día en


que se supo todo:

«Fue tres días después del arresto de Percival. Un grupo de muggles


empezó a recorrer el pueblo entero pidiendo ayuda a voz en grito. Por lo
visto, lo que pasaba era que tres chicos muggles habían llegado a casa
completamente idos, como ausentes. No hablaban, no comían, no
escuchaban, estaban pálidos, sudaban y tenían la mirada perdida. A las
pocas horas llegó toda una sección de sanadores del Hospital San Mungo y
se llevaron a los chicos, y un grupo de desmemorizadores del Ministerio
hizo lo suyo con los padres. Nadie sabe qué hicieron o dónde estuvieron los
tres chicos en esos tres días desde que se llevaron a Percival. Y tampoco
nadie supo por qué, si no se habían encontrado a los niños muggles antes
de eso, lo habían arrestado.»

La única teoría, aplastantemente convincente, que se les ocurrió a los


habitantes de Mould-on-the-Wold de por aquel entonces fue que Kendra,
temerosa de que el Wizengamot tuviera alguna prueba concluyente para
enviar a su marido a Azkaban, escondiese a los tres chicos muggles. Sin
embargo, no hay explicación lógica sobre el motivo por el que los soltara a
los tres días, por lo que debemos plantearnos si Kendra sufría de
inestabilidad emocional por el trágico aunque merecido arresto de su
marido, o si fue por culpa de un Albus, un Aberforth o una Ariana traviesos
y descuidados. A pesar de todo, si ya los Dumbledore eran el centro de
atención en Mould-on-the-Wold, el hallazgo hizo que más gente
peregrinara a la misteriosa casa.

«¡Kendra no salía ni para ir a la tienda! -se entusiasma el señor


Llywelyn-. ¡No me explico cómo no murieron de hambre allí encerrados!»

Las personas llamaban a la puerta y las ventanas constantemente, y


recibiendo a cambio un silencio sepulcral, decidieron tomar medidas más
drásticas.

«¡Al final mi primo Morgan propuso a mi hermana pequeña Lleulu


como candidata a colarse en la casa! -dice el señor Llywelyn-. ¡Todos
pensaban que eso no iba a hacer daño a nadie! ¡Nos estábamos muriendo
por saber lo que había pasado de una vez por todas! ¡Reconozco que
algunos simplemente estábamos allí por una morbosa curiosidad, pero
había gente que realmente se preocupaba por si teníamos a una familia de
locos en el pueblo!»

«Lo recuerdo. Aquello no salió bien -aporta Mary Airmouth-. Lleulu se


saltó la valla del jardín por si había algo abierto por detrás, una puerta o
una ventana, o por si podía escalar por la pared de piedra y las enredaderas
hasta alcanzar el piso superior. Pero apenas llegó a los escalones de la
puerta trasera, Kendra la descubrió y la mandó de vuelta de una patada en
el trasero. Aún oigo los llantos de la pobre Lleulu.»

De esa forma se muestra la falta de cariño hacia los niños tanto de


Kendra como de Percival. No sé cómo sobrevivieron Albus, Aberforth y
Ariana.
Indagando en documentos de la época que tuvieran relación con el
caso de Percival Dumbledore, encontré un artículo bastante interesante de
la recientemente fallecida periodista April Anderson, que transcribo a
continuación:

En la tarde noche de ayer, lunes dieciocho de mayo de 1891, fue


juzgado Percival Dumbledore por el Tribunal Supremo de Magos
del Wizengamot a causa de delitos contra los muggles, y condenado,
si no a la pena máxima, a algo que se le asemeja bastante: cadena
perpetua en la prisión de Azkaban.

El ministro de Magia, Faris Spavin, que hace las veces de Jefe


de Magos del Tribunal, ha informado de que Dumbledore finalmente
confesó haber realizado la maldición cruciatus -una de las tres
maldiciones imperdonables- contra tres chicos muggles durante un
período prolongado de tiempo.

«No ha dado motivo alguno para justificar el ataque -dice el


ministro en exclusiva para El Profeta-, por lo tanto, el Tribunal ha
deducido que se trata de otro caso de violencia gratuita contra
muggles, por lo que ha sido merecedor de la cadena perpetua. Hay
que seguir concienciando a la sociedad de que muggles y magos
debemos convivir en armonía.»

En el juicio, Dumbledore fue condenado por mayoría absoluta


entre los miembros del Wizengamot.

«Finalmente los muggles fueron encontrados el viernes y


actualmente se están recuperando a buen ritmo en el Hospital San
Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas -nos confirma Cadoc
Gallagher, uno de los miembros del Wizengamot más antiguos-, por
lo que pronto volverán a sus casas como si no hubiera pasado nada.»

Los miembros del Tribunal están preocupados por la posible


extensión de esta conducta antimuggle que ha sido la causa de
bastantes situaciones parecidas en los últimos años, sin embargo,
Karen Bones, jefa del Departamento de Cooperación Mágica
Internacional, alberga esperanzas en cuanto a la erradicación de
esta intolerante tendencia.
«Los diferentes gobiernos de las comunidades mágicas de los
países europeos estamos celebrando frecuentes reuniones para
adoptar las medidas adecuadas que el Departamento de Seguridad
Mágica pondrá en práctica.»

La comunidad mágica se estremece al mirar a los ojos a gente


como Percival Dumbledore, y espera que Faris Spavin por fin venza
en la difícil lucha que lleva tanto tiempo librando.

April Anderson

Diario El Profeta, martes 19 de mayo de 1891.

Ésa fue la razón de la rápida intervención de los aurores: Percival


había hecho uso de una de las maldiciones imperdonables, nada más y
nada menos que de la maldición cruciatus. Sólo su utilización está
condenada con la cadena perpetua en Azkaban, pero si además la usas para
torturar a niños muggles… -lo justo habría sido el Beso del dementor.

El destino quiso que apenas tres meses antes del crimen de Percival,
el ministro Spavin aprobara un programa de seguridad especial muy
complejo capaz de detectar fácilmente y en cualquier instante las
maldiciones imperdonables, convirtiéndolas en una especie de palabras
tabú, desarrollado por la Oficina de Seguridad a Gran Escala del
Departamento de Seguridad Mágica en respuesta a las masacres de
muggles por parte de los puristas de la sangre, cuyo número iba en
preocupante aumento -un asunto en el que, según las palabras del propio
Spavin, sus antecesores habían pecado de omisión-. El día en que Percival
Dumbledore decidió desatar el monstruo que escondía en su interior,
debieron saltar todas las alarmas en el Ministerio. Por desgracia, a pesar
de ser una idea tan ambiciosa para su época, el programa detector se
mantuvo vigente sólo durante ese año, ya que se confundía con las
maldiciones más minúsculas e incluso con encantamientos carentes de
malas intenciones -parece ser que desarrolló una especial fijación por el
hechizo Fregotego-. Si Spavin sólo hubiera llegado a demorarse tres meses
al aplicar el plan de seguridad, Percival Dumbledore podría haber
cosechado un historial de millares de víctimas, así que al menos sirvió para
encarcelar a un loco asesino, quien ya no tuvo nada que replicar cuando
tres días después aparecieron los chicos muggles a los que atacó.
Quizá lo más preocupante en este punto sean todas las víctimas
anteriores al trágico incidente. Porque está claro que Percival debió de
coger práctica; sólo magos muy experimentados son capaces de llevar a
cabo con éxito alguna de las maldiciones imperdonables. ¿Quién más tuvo
que sufrir por los prejuicios de un hombre loco e intolerante? ¿Cuánto
llevaba practicando Percival la maldición tortura? ¿Actuaba en solitario o
en pareja junto a Kendra? ¿Hubo víctimas mortales?

Por supuesto circularon rumores sobre el caso, algunos bastante


horribles -tranquila, Maggie, no diré nada demasiado explícito-, la mayoría
sobre el número de víctimas. Muchos sostenían que no eran tres, sino
nueve los muggles que Percival Dumbledore había capturado, y que sólo
tres lograron sobrevivir a la tortura. Otros rumores extremadamente
desagradables también hablan del hallazgo de miembros cercenados y
sangre almacenada en extraños frascos con forma de serpiente. Si fuesen
verdad -y es muy probable que lo sean- estaríamos hablando de un
auténtico perturbado que no sé cómo no acabó con todo Mould-on-the-
Wold de un solo movimiento de varita.

«Cuando se supo el resultado del juicio, nadie sabía qué hacer -me
cuenta la señora Airmouth-. Por un lado, todo el mundo quería mostrar su
apoyo a Kendra y los niños, pero por otro lado, nos daba miedo ver la casa
siquiera. ¿Cómo podíamos saber si Kendra era o no también una pirada?»

Nadie podía saberlo, y Kendra no hizo nada para demostrar su


inocencia a Mould-on-the-Wold. Sólo se quedó encerrada en la casa y
guardó silencio. ¿Lloraba por el destino de su marido? Nada más lejos de la
realidad. Durante el largo proceso judicial de su esposo -duró cuatro días,
sólo con pausas para comer y dormir- ella no hizo más que esperar en casa.
Si sabía algo acerca del delito, no pronunció palabra. Segura de que Percival
no la iba a delatar debido al hecho de que tenía que cuidar de sus tres niños
pequeños y al recuerdo de las tardes compartidas torturando a muggles
inocentes, abandonó a Percival a su suerte.

Cuando por fin se supo la condena, Kendra no soportó ni un minuto


más en aquel pueblo de cotillas, y el día después de conocer la sentencia de
su marido, marchó lejos de Mould-on-the-Wold, con tres niños de nueve,
siete y seis años a su cargo.

«El día después de saber la trágica condena de Percival, mis padres y


yo, junto con otros vecinos del pueblo, fuimos a casa de los Dumbledore,
para consolar a Kendra y mostrarle nuestro apoyo, y también para ver
cómo estaba la pequeña Ariana -relata Mary Airmouth-. No sabíamos cómo
le había afectado a la niña todo el asunto de su padre; sólo tenía seis años
cuando sucedió, y desde el arresto no se la había vuelto a ver correteando
por las calles. Cuando llegamos a la casa, la puerta estaba abierta, y se
habían llevado todo lo que había en su interior.»

Así nos narra la señora Airmouth el último día de los Dumbledore en


Mould-on-the-Wold. ¿A qué se debió la marcha apresurada de Kendra?
¿Huía de un pueblo de entrometidos o huía del lugar del crimen? Quizá
consideraba la casa de piedra un lugar lleno de recuerdos que no quería
incluir en su nueva vida, sola con sus hijos. ¿Recuerdos de su marido o
recuerdos de algo más? En cualquier caso, el pueblo que eligió Kendra
Dumbledore para volver a empezar de cero fue Godric's Hollow. Entonces
supe cuál sería mi siguiente destino.
Capítulo 5
De Mould-on-the-Wold a Godric's
Hollow: un antes y un después

Por fin, llegados a este punto, puedo desvelar mi fuente secreta, una fuente
que vivió muy cerca de la familia Dumbledore y que logró desvelar en parte
el gran secreto que escondían, aunque lo mantuvo en privado. Bathilda
Bagshot, la famosa y más grande historiadora de la magia del siglo XX,
autora de la alabada obra Una Historia de la Magia, tan profusa en detalles
que es utilizada actualmente como libro de texto en la asignatura de
Historia de la Magia en Hogwarts, me contó todo lo que sabía. Bathilda
nunca había hablado, bien porque jamás le habían preguntado, bien
porque nadie supo sonsacarle la suficiente información. Pero llevando a
cabo la entrevista de una forma específica y efectiva, haciendo uso de
técnicas periodísticas novedosas y revolucionarias, y ayudada por mi
singular talento natural en el campo de la información, he podido descubrir
muchas cosas de la etapa en la que Albus Dumbledore residió en Godric's
Hollow.

Bathilda Bagshot es la persona que vivió más cerca del gran secreto,
la única que sabe toda la historia que se oculta tras las dotes intelectuales
del Dumbledore adolescente. En cuanto dejé atrás Mould-on-the-Wold, al
igual que hizo en su día Kendra Dumbledore, para no volver nunca jamás,
me dispuse a regresar una vez más a Godric's Hollow, donde ya estuve en
varias ocasiones cuando tuve la suerte de escribir reportajes sobre los
famosos sucesos que allí ocurrieron hace dieciséis años y que seguro todos
mis lectores recordarán.
La casa de Bathilda fue mi primer y único destino. Después de un día
entero compartiendo información con la historiadora de la magia, me hice
con una serie de datos bastante reveladores de lo que a los más
importantes secretos de Albus Dumbledore se refiere, tanto de su primera
etapa en Godric's Hollow antes de ir a Hogwarts -pasó menos un año aquí-
, como de su segunda etapa después de salir del colegio, convertido en un
joven ambicioso y con planes de futuro bastante preocupantes. Y es que
Albus Dumbledore fue capaz de encontrar la felicidad en Godric's Hollow,
aunque el motivo de esa felicidad conllevara pretensiones de gobierno
acompañadas del propósito de someter a los muggles, junto a alguna que
otra amistad que con seguridad no será muy bien vista por mis curiosos
lectores.

Sin embargo, antes de hablar de ello, otro asunto nos concierne, y es


que parece que tras el vergonzoso altercado de Percival, los escándalos
públicos se les empezaban a acumular a los Dumbledore. Muchos testigos
en Mould-on-the-Wold coincidían en no haber visto a Ariana, con seis años
ya, hacer ni una pizca de magia, ni siquiera accidental. Así que lanzo la
bomba: ¿podría Kendra haber engendrado nada más y nada menos que a
una squib? ¿Suponía Ariana una humillación para su familia? ¿Temía su
madre que semejante indecencia fuese descubierta en su pueblo anterior,
una vez que todos los vecinos de Mould-on-the-Wold, tras la condena de
Percival, hubieron puesto a Kendra en su punto de mira? Quizá muchos
crean que me estoy precipitando, pero para demostrar que los datos
encajan a la perfección, los analizaré con un poco más de detenimiento:

La orgullosa y altanera Kendra Dumbledore no soportó seguir


viviendo en Mould-on-the-Wold después del arresto y confinamiento en
Azkaban de su esposo Percival. Por eso decidió llevarse a su familia de allí
y trasladarse a Godric's Hollow, el pueblo que más tarde se haría famoso
por ser el escenario donde Harry Potter se libró -de forma muy extraña- de
Quien-ustedes-saben.

En Godric's Hollow, igual que en Mould-on-the-Wold, residían muchas


familias de magos, pero como Kendra no conocía a nadie allí, no sería
objeto de la curiosidad que despertaba el delito de su esposo, como le había
ocurrido en su anterior lugar de residencia. Sin embargo, rechazó
repetidamente las muestras de simpatía de sus nuevos vecinos magos, y de
ese modo pronto se aseguró de que dejarían en paz a su familia.

«Me cerró la puerta en las narices cuando fui a darle la bienvenida


llevándole una hornada de pasteles, con forma de caldero, hechos por mí -
recuerda Bathilda Bagshot-. El primer año que vivieron ahí sólo vi a los dos
chicos, y no habría sabido que también existía una niña si, en una ocasión
(el invierno después de su llegada), no hubiera estado yo recogiendo
plangentinas a la luz de la luna y la hubiera visto salir con Ariana al jardín
trasero. Kendra le hizo dar a la niña una vuelta al jardín, sujetándola con
fuerza por el brazo, y luego se la llevó dentro. No supe qué pensar.»

Al parecer, Kendra creyó que el traslado a Godric's Hollow era una


oportunidad perfecta para esconder a Ariana de una vez por todas, algo
que probablemente llevaba años planeando. Era el momento más
oportuno. La niña sólo tenía siete años cuando se la perdió de vista, y,
según la mayoría de los expertos, a esa edad es cuando se habría revelado
su magia, si la hubiera tenido. Nadie que todavía viva recuerda que Ariana
mostrara jamás la más leve señal de poseer aptitudes mágicas. Por tanto,
parece evidente que Kendra decidió ocultar la existencia de su hija para no
sufrir la vergüenza de reconocer que había alumbrado a una squib. Alejarse
de los amigos y los vecinos que conocían a Ariana facilitaría mucho su
confinamiento, por supuesto. Y podía confiar en que las pocas personas
que a partir de entonces conocieran la existencia de la niña guardarían el
secreto, incluidos sus dos hermanos; ellos desviaban las preguntas
inoportunas con la respuesta que les había enseñado su madre: «Mi
hermana está demasiado débil para ir al colegio.»

Tras el testimonio tan esclarecedor de Bathilda, es obvio que ése es el


gran secreto -al menos, uno de ellos-: Ariana era nada más y nada menos
que una squib, una niña nacida de magos que desgraciadamente no poseía
el menor talento mágico. Desde luego, la cantidad de pruebas resulta
abrumadora.

Por aquel entonces, los squibs eran considerados una deshonra, un


pensamiento que guardaba cierta relación con los prejuicios que los magos
guardaban contra los muggles. Y para una mujer con el sentido del honor
tan desarrollado, una hija que había llegado a los siete años sin hechizar
una mísera flor, sin demostrar poseer el don de la magia, era toda una
desgracia familiar. Recordemos que las condiciones y el reconocimiento de
los squibs no mejoraron hasta las numerosas Marchas por los Derechos de
los Squibs de la década de 1960, conformadas tanto por squibs como por
numerosos magos a favor de la convivencia pacífica entre todos, quienes
consiguieron sus propósitos a pesar de los numerosos disturbios que
protagonizaron los partidarios de la «sangre pura». No obstante, muchos
squibs no están totalmente integrados en la comunidad mágica aún hoy en
día, por lo que debemos seguir trabajando juntos para erradicar los
prejuicios de muchas familias «puras».
Kendra, como no podía permitir que el apellido Dumbledore cayera
más bajo -aunque ya fue suficiente con un padre encerrado en Azkaban por
maltratar niños muggles-, decidió esconder el secreto de Ariana, un secreto
más, aunque uno de los más importantes que se desvela en mi libro -gracias
sólo a mí, y con algo de ayuda de Bathilda.

En líneas generales, así fue la accidentada llegada de Kendra y los


niños a Godric's Hollow y la desaparición de Ariana. ¿Pero qué hizo
Dumbledore? Absolutamente nada. Aunque estaba a punto de cumplir sólo
once años, no movió un dedo por liberar a Ariana de su encadenamiento ni
siquiera cuando salió de Hogwarts muchos años después. Sin embargo, aún
quedan algunos cabos sueltos en torno al traslado de Kendra al pueblo
natal de Godric Gryffindor, en los que debo profundizar.

Kendra llegó a Godric's Hollow en el otoño de 1891, y aquí me topé


con una nueva incógnita, ya que su huida secreta de su casa de Mould-on-
the-Wold ocurrió en primavera. Nadie supo nunca dónde estuvo o qué hizo
entre la condena de Percival en mayo y su llegada al nuevo pueblo en
septiembre, lo que resulta bastante sospechoso. Quizá buscara cobijo
acudiendo a otros miembros del clan de magos oscuros que
probablemente existía y al cual sin duda pertenecía. Es común entre magos
tenebrosos formar auténticos aquelarres para servir en grupo a sus
ilegítimos propósitos. Desgraciadamente, no he podido encontrar pruebas
demasiado concluyentes en este respecto. Lo que no parece probable es
que buscara consuelo en Honoria, ya que por aquella época ella estaba de
viaje en Francia buscando el amor -siempre fue una idealista, aunque no le
sirvió de nada en su vida- y no se enteró de lo de Percival hasta dos meses
después.

Kendra debió de ser consciente de que, una vez llegase a Godric's


Hollow, tendría que abandonar las prácticas con las que tanto había
disfrutado hasta entonces. No podía permitirse que lo de Percival volviese
a suceder, esta vez con ella como protagonista; tenía que cuidar de tres
niños pequeños que aún no podían valerse por sí mismos.

Además, debía impedir que sus nuevos vecinos husmeasen


demasiado, o acabarían descubriendo el secreto de Ariana, por lo que no
hizo nada por integrarse. Los agradables habitantes del pueblo,
entusiasmados por dar la bienvenida a los Dumbledore, fueron uno a uno
acercándose a la casa para saludar. Es cierto que la noticia de la cadena
perpetua de Percival había sido publicada por El Profeta, pero la
información entonces no alcanzaba el grado de difusión tan gigantesco de
hoy en día, y aún tardaría un tiempo en extenderse por toda Gran Bretaña.
Aunque seguramente algún que otro vecino puesto en el tema se dejase
caer cerca de la casa de la familia sólo para echar una ojeada por allí -el ser
humano es curioso por naturaleza-, no se podía comparar con el verdadero
acoso constante al que Kendra estuvo sometida en Mould-on-the-Wold. Si
la familia los ignoraba, sólo era cuestión de un par de días que las vidas de
los vecinos retornaran a su rutina habitual y los dejaran en paz. Kendra,
que siempre tuvo un sexto sentido para detectar las verdaderas
intenciones de la gente -según me comenta Enid Smeek, un vecino del
pueblo que conoció a los Dumbledore-, no permitió que nadie se
inmiscuyera más de lo necesario, y para que no tuviesen nada de lo que
hablar, la imponente mujer no se permitió ni un solo desliz -llegó a tal
extremo que cuando le llegó el turno de saludar a Bathilda Bagshot, ni
siquiera aceptó sus pasteles, y debo decir, por experiencia propia, que
están de rechupete.

Y sus restricciones surtieron efecto. Por lo que al resto de habitantes


respecta, Kendra sólo tenía dos hijos, ambos varones: Albus y Aberforth.

«Fue en el funeral de Ariana cuando me enteré de que Albus y


Aberforth tenían una hermana -me confiesa Enid Smeek-. Todos nos
quedamos impresionados, pero nadie hizo preguntas.»

En todo ese tiempo, efectivamente nadie supo nunca que existía una
Ariana Dumbledore… excepto una persona. El destino a veces gasta
bromas muy pesadas. Como ya he relatado, el azar hizo que en el primer
invierno de Kendra y los niños en Godric's Hollow mi buena amiga Batty
fuera la testigo no deseada de un suceso trascendental: la primera
aparición externa observada de la menor de los Dumbledore desde el
arresto de su padre. Ocurrió en enero de 1892, cuando, según mis cálculos,
Ariana ya había cumplido los siete años el día dos del mismo mes.

Por la descripción de Bathilda, parece que Kendra tenía la intención


de sacar a su hija sólo para que tomase el aire. No podemos saber con
seguridad si lo había hecho más veces anteriormente, pero lo que sí está
demostrado es que a partir de entonces Ariana no volvió a ver nunca más
la luz del sol ni de la luna, pues mi amiga Batty estuvo muy pendiente por
si algo parecido se repetía. Así pues, con siete años, la niña desapareció por
completo y ya no se la volvió a ver hasta su muerte.

Aunque Bathilda supiese de la existencia de la misteriosa hija, se cuidó


mucho de no desvelar el descubrimiento a nadie. ¿No creyó lo que vio?
¿Tenía miedo de Kendra? ¿O es que tal vez a Batty no le gustan los chismes?
Sí que curioseó sobre el tema, pero tuvo que esperar unos cuantos años
para preguntar (para saber qué pasó, esperen al capítulo 12).
«Era una familia muy misteriosa -confiesa Bathilda-. Algunos de
nosotros sabíamos lo que pasó con Percival, y al cabo del tiempo lo acabó
sabiendo todo el pueblo. Admito que no nos importaba demasiado, pero al
final terminamos viendo la casa como un lugar al que no debíamos
acercarnos igualmente; ya nos lo dejó bien claro Kendra con todos esos
portazos. Y yo tenía motivos adicionales. ¿Qué pensarías si vieras a una
madre paseando a su hija en plena noche por el jardín trasero durante
apenas un minuto, y después la metiera en casa apresuradamente, mirando
hacia todos lados?»

Ciertamente, es bastante sospechoso. Después de aquel breve paseo


nocturno, Kendra debió ver a Bathilda recogiendo plangentinas, pues no
volvió a sacar a Ariana -ya se encargó Bathilda de comprobarlo.

«Después de eso, confieso que les espié un poquito -me cuenta-. Todas
las noches de esa semana me acercaba al jardín trasero de la casa de
Kendra y me escondía por si la niña volvía a salir, pero no pasó nada.»

Temerosa de que se descubriera su vergonzoso secreto, Kendra


decidió esconder a Ariana en el interior de la casa, probablemente en el
sótano. Debía ser un lugar donde pudiera permanecer encerrada durante
mucho tiempo y del cual fuera imposible escapar. Quizá la encadenara a la
pared para evitar que diera demasiados problemas; recordemos que el
trato de Kendra hacia los niños nunca fue muy halagador, circunstancia
demostrada en su anterior vida en Mould-on-the-Wold dedicada a las artes
oscuras.

Tampoco sabemos, considerando que ése era el modo en el que


trataba a Ariana, qué cosas les haría a sus otros dos hijos. Aunque éstos
gozaban de mayor libertad y se los solía ver más de vez en cuando por el
pueblo, es desconocida su relación con Kendra en la intimidad.
Dumbledore nunca habló de su madre. ¿Qué tenía que esconder?

De alguna forma, habían logrado rescatar de Mould-on-the-Wold unas


cuantas cabras -les acompañarían durante todos esos meses que
desaparecieron-, para gozar de queso y leche suficientes y para comerciar
con ellas, pero también para que Aberforth, con ocho años cumplidos en
febrero, se entretuviera. El pequeño Aberforth fortaleció su amistad con
las cabras y empezó a compartir más tiempo, si cabe, con ellas.

Su hermano mayor, por el contrario, manifestó ser la cara opuesta de


la moneda. Albus demostró ser un niño sereno, tranquilo y curioso, que
comenzó a sentir una gran pasión por los libros, de los cuales rara vez se
separaba. Y pronto Albus saldría de detrás de las faldas de su madre, pues
el cuatro de agosto de 1892, Dumbledore cumplió once años, y como al
resto de los niños magos de Gran Bretaña, le llegó la hora de asistir por fin
al famoso colegio de magia de las colinas de Escocia.
Capítulo 6
Albus Dumbledore en Hogwarts:
¿promuggle o antimuggle?

El verano de 1892 llegó cuando la familia Dumbledore ya se había


acostumbrado a su aislada vida en Godric's Hollow. Menos de un año había
pasado desde su huida de Mould-on-the-Wold. Kendra había logrado su
propósito al pasar desapercibida, y, por lo que parece, Ariana fue capaz de
acomodarse en su nuevo calabozo. Albus, como cualquier niño mago de
once años, recibió una lechuza con la carta de admisión en el Colegio
Hogwarts de Magia y Hechicería que le invitaba a comenzar su primer
curso a partir del uno de septiembre, y partió lejos de su madre, su
hermano y su hermana, a bordo del expreso de Hogwarts desde el andén
nueve y tres cuartos, con el objetivo de formarse como mago. Al pequeño
Aberforth, por su parte, aún le faltaban tres años para que pudiese acudir
a la escuela de magia, por lo que se quedó en Godric's Hollow con su madre
y su hermana.

Sabemos que Aberforth formó una fuerte amistad con su hermana


atrapada, hecho que queda demostrado por el fervor que siempre
demostró hacia ella cada vez que tuvo que enfrentarse a Albus en el futuro.
Al fin y al cabo, era la única compañía que el niño tenía tras la marcha de
Albus -con quien, de todas formas, nunca se llevó muy bien-. Sospecho que
Kendra aprovecharía la circunstancia para enseñar al pequeño Aberforth
cómo impedir que Ariana escapase. Se había quitado a un hijo de encima, y
de esa forma le buscaría una ocupación a Aberforth y encontraría algo de
tiempo para ella misma. Pero aunque se convirtiera en su carcelero en
proceso de aprendizaje, hermano y hermana decidieron confiar el uno en
el otro sin reservas. No sabemos cómo se tomarían esto las cabras.

Kendra, sorprendentemente, empezó a salir más por el pueblo, como


atestiguan Bathilda Bagshot y Enid Smeek. Quizá lo hiciera porque se
sentía sola tras la partida de Albus, o quizá porque había reforzado y
perfeccionado mágicamente la seguridad de la cárcel de Ariana y ya no era
necesaria tanta vigilancia, o quizá porque no soportaba estar todo el día en
compañía de Aberforth, quien, recordemos, nunca se ganó el favor de su
madre.

Muy lejos de allí, nuestro jovencísimo Dumbledore se embarcaba en


una experiencia nueva y muy deseada, y venía de casa cargado con ansias
de aprendizaje… y una mancha negra muy difícil de lavar. Su apellido traía
consigo la mala fama de los crímenes de Percival, que ya se había extendido
por todo el país -el Ministerio no dudó en recurrir al caso, poniéndolo como
ejemplo cada vez que accedía a responder preguntas o editaba panfletos
llamando a la igualdad-. Esta fama, pensarán, quizá atrajera a un
determinado público de la época -las personas antimuggles no escaseaban
precisamente, y además podía conferir a Dumbledore cierta imagen
de «chico malo» muy atractiva-. Sin embargo, si dijera que Albus fue el no
va más de entre los de primer año por esa mala fama, les estaría mintiendo.
No, no lo fue, no destacó en el colegio por eso, pero no porque le faltaran
admiradores. Obviamente, el crimen de su padre, encerrado en Azkaban
por torturar niños muggles, también llegó a oídos de los alumnos y
profesores de Hogwarts; fue por ello que muchos alumnos del colegio se
acercaron a Dumbledore a principios de curso, elogiando los actos de
Percival, intentando ganarse la confianza de Albus, esperando que éste se
proclamase también antimuggle delante de todo el colegio. Pero
Dumbledore jamás aceptó a esa clase de gente.

¿O es eso lo que nos han hecho creer? Ya se ha demostrado -gracias a


mí- que hasta su muerte Dumbledore poseyó una doble vida: una pública
engañosamente envidiable, y otra privada oscura y peligrosa. ¿Quién dice
que en el colegio no ocurriese lo mismo? Aparentemente, Dumbledore sí
rechazó a todas esas personas antimuggles que querían aprender todas las
prácticas que conocía el experimentado niño -quien había observado la
gran cantidad de atrocidades cometidas por sus padres en su casa de
Mould-on-the-Wold-. Pero, ¿quién nos demuestra que no aceptó a esa
gente luego en privado, sin que nadie se diese cuenta? ¿Quién puede
asegurar que Dumbledore sólo se rodeó de aquellos que poseían
una «belleza interior» única e invisible, y evitó a los más radicales? El único
testimonio con el que contamos es el de Elphias Alientofétido Doge, único
compañero de habitación de Dumbledore en su etapa escolar que sigue con
vida. Lamentablemente -o afortunadamente, no sé cómo catalogarlo-,
Elphias se ha negado en rotundo a ser entrevistado para mi libro.

¿De qué tienes miedo, Elphias? ¿Qué temes que se descubra? Sin duda,
la misteriosa conducta del bueno de Dodgy no hace más que recalcar que
algo pasó que no quiere que sepamos. Por tanto, ante esta irrefutable
prueba, nos vemos obligados a pensar lo contrario a lo que él tanto elogia.

La verdad, la verdadera verdad, es que Dumbledore sí que aceptó a


esos infelices antimuggles, porque así lo habían educado, porque le
recordaban a su familia, porque se parecían demasiado a su admirado
padre. Y si aún, mis queridos lectores, no se han convencido, tendrán que
creerme cuando lleguen al capítulo 9, donde se demuestra que el joven
Dumbledore siempre quiso y sólo estuvo interesado en doblegar a la
comunidad no-mágica y gobernarla para siempre. Así pues, corregiré mi
frase anterior: si dijera que Albus fue el no va más de entre los de primer
año por esa mala fama de cara al público, les estaría mintiendo, porque en
privado el crimen de su padre hizo que fuese el rey de la clase.

Pero aquello sólo era el principio de toda una vida de oscuras


ambiciones, y aún tenía que urdir muchos planes, por lo que para no ser
descubierto debía dar otra cara al público, a los profesores y a los demás
alumnos. Probablemente acercándose a gente como
Elphias Alientofétido Doge no levantaría sospechas. ¡Vaya, sí que demostró
pronto una gran inteligencia! ¡Incluso confió a Elphias el secreto de Ariana
para hacerle creer que formaba parte de algo!

Alientofétido Doge había contraído viruela de dragón por aquel


entonces, una enfermedad extremadamente contagiosa -por lo que no sé
qué demonios hacía en Hogwarts-, tal y como él mismo ha admitido en la
nota necrológica que le dedicó a Dumbledore recientemente en El Profeta.
Podemos imaginarnos fácilmente la imagen que debía presentar Elphias
en su primer año: el típico niño al que nunca se le acerca nadie, escuálido,
con la cara verde y picada y una extrema palidez, y no olvidemos que no se
ganó el apodo de Alientofétido por nada. Dumbledore le ofreció su mano el
primer día, y el pobre de Dodgy -como es evidente, no podía aspirar a más-
, la aceptó. ¿Con qué otros fines, si no para aprovecharse, iba Dumbledore
a acercarse a un niño tan grimoso como aquél?

El plan le salió a pedir de boca: a ojos de los profesores era un niño en


absoluto vanidoso u orgulloso -al contrario que su madre-, enemigo de la
violencia -al contrario que su padre-, y capaz de encontrar algo de valor en
cualquier persona -al contrario que su hermano, que sólo sabía encontrar
algo de valor en las cabras-. Si lo volvemos a leer diciendo lo contrario
(cambiando en
absoluto por absolutamente, enemigo por amigo, capaz por incapaz, y al
contrario por al igual), leeremos la fiel descripción del Dumbledore de
aquellos tiempos -y de los demás tiempos también.

Y, por supuesto, críos como Alientofétido Doge, que jamás lograrían


que ninguna persona normal les llamara alguna vez «amigo», estaban
encantados con el trato. Dumbledore se preocupó de rodearse de personas
con baja autoestima para persuadirlos y manipularlos, y a costa de ellos
maquinar horribles planes de futuro. Si nadie sospechaba de él, las
confabulaciones de su grupo de extremistas quedarían protegidas de las
miradas de ojos ajenos. Mientras tanto, como decían los profesores de la
época, se empezaba a convertir en el alumno más brillante que jamás había
pisado el suelo de Hogwarts. Poco a poco, el término «inteligente» fue
supliendo al desventajoso calificativo «hijo de Percival», que lo ponía en
evidencia.

Fue elegido para la casa Gryffindor, algo inesperado, pues todos


estaban seguros de que acabaría en Slytherin, siguiendo los pasos de su
padre, o en última instancia, en Ravenclaw como su madre. Sin embargo,
no dejó que eso lo desanimara y se comió los libros casi literalmente para
sacar la mejor nota posible, mientras lo compaginaba con las reuniones
secretas conspiratorias.

Terminó el primer curso con un extraordinario en todos sus


exámenes finales, notas que repitió en segundo y en todos los demás años.
Nadie puede negar que era inteligente, pero teniendo en cuenta las atroces
maquinaciones con las que soñaba, una inteligencia sin igual hace que la
situación sea aún peor: una mente eminente a cargo de planes
maquiavélicos puede hacer lo que todos temerían: que dichos planes se
cumplan con éxito. Y para que se hagan una idea del peligro que suponía,
cuando apenas estaba en el primer curso ya todos los profesores lo
reconocían como el alumno más inteligente que hubiera pasado por allí, así
que conforme adquiriera más conocimientos, más daño podría ser capaz
de causar -me veo obligada a recordar que no hubiera tenido dicha
inteligencia si no fuera gracias a la magia negra de sus padres.

Al poco tiempo, ya había entablado amistad con todos los profesores


que trabajaban en la escuela en aquellos años, en especial con Armando
Dippet, entonces profesor de Transformaciones, con quien tenía una
siniestra relación de confianza -más bien de falsa confianza, desvelada por
mí en mi libro Armando Dippet: ¿genio o tarado?-, una relación que más
tarde repetiría, como todos sabemos, con Harry Potter.
Elphias Doge recuerda con cariño -con un cariño empalagoso y
desproporcionado- que, desde edad muy temprana, Dumbledore ya estaba
seguro de que a lo que se dedicaría en su vida profesional sería a la
enseñanza, pero, ¿le contó toda la verdad?

Como bien sabemos todos, de cara al tercer curso los alumnos de


Hogwarts deben elegir entre cinco asignaturas optativas: Runas Antiguas,
Adivinación, Aritmancia, Cuidado de Criaturas Mágicas y Estudios Muggles.
Dumbledore optó por Runas Antiguas y Cuidado de Criaturas Mágicas. ¿A
una edad tan temprana tenía ya planeados los descubrimientos que quería
realizar, o mejor dicho, «robar»? ¿Ya sabía que necesitaría estudiar a los
dragones para poder descubrir las utilidades que tiene su sangre?
¿Pensaba ya en esa época buscar dichos usos ya descubiertos y proclamar
injustamente suyo el hallazgo, un camino que resultaba mucho más
rápido? ¿Ya se imaginaba que necesitaría saber leer las runas para
desentrañar los misterios de la alquimia y poder robarle un par de cosas a
Nicolás Flamel?

Los admiradores de Dumbledore se estarán preguntando, entre risas,


cómo puedo insinuar que el joven de doce años podía siquiera imaginar
que la sangre de dragón tenía alguna utilidad. Pero como yo me aseguro de
no dejar cabos sueltos a la hora de transmitir la información, expongo aquí
un artículo de la época de la columna zoológica que El Profeta publica
todos los miércoles:

Todos sabemos que las diversas criaturas mágicas pueden


desempeñar diferentes funciones en beneficio de los magos.
Mientras que el canto de los augureys nos avisa de que se avecina
tormenta, los porlocks cuidan de nuestros caballos y los kneazles nos
protegen de personas peligrosas y evitan que nos perdamos. ¿Pero
para qué sirven los dragones? Ése es el debate que abre hoy Ivor
Dillonsby, el prestigioso magizoólogo experto en dragones:

«Por supuesto, son perfectos para desempeñar funciones de


protección y son muy buenos guardianes si tenemos algo de valor
que queremos custodiar. El mismo banco Gringotts utiliza dragones
en sus cámaras de máxima seguridad, al menos eso es lo que he oído
-nos informa-. Incluso, si logran ser domesticados correctamente,
pueden ser usados como medio de transporte por el aire (aunque hay
que tener en cuenta el muy presente peligro de violar el Estatuto
Internacional del Secreto de los Brujos). Sin embargo, se están
haciendo estudios que pretenden demostrar que la sangre de dragón
también nos puede ser útil. Aún no se sabe para qué, ni siquiera
podemos asegurar si esta afirmación es cierta o no, pero la
esperanza es lo último que se pierde. Aunque seguramente aún falten
muchos años para que alguien tenga la buena suerte y la inteligencia
suficientes para descifrar todas las situaciones en las que podría
emplearse la sangre de dragón, el futuro se nos presenta muy
esclarecedor. Yo mismo dirijo uno de esos grupos de investigación,
y nos estamos acercando mucho. Es muy posible que el
descubrimiento llegue de manos de alguien de mi equipo.»

Una teoría muy interesante, sin duda, que esperemos que se


desarrolle en los próximos años. Mientras tanto, en la columna
zoológica de la próxima semana, ¿por qué se enciende la gran
pústula de la frente de los clabberts?

Diario El Profeta, miércoles 24 de mayo de 1894.

Más adelante, Ivor Dillonsby tendría sus problemas con Dumbledore,


pero ese incidente lo desvelaré en el capítulo 16.

Sin embargo, lo que llama poderosamente la atención es la fecha de


publicación de este artículo. A finales de mayo de 1894, sólo quedaba un
escaso mes para que el joven Dumbledore terminara su segundo curso en
Hogwarts. Por aquel entonces, el mago de doce años debería estar
eligiendo o le quedaría poco para elegir sus asignaturas optativas de
tercero. Rebuscando entre documentos de la oficina central de El
Profeta en el callejón Diagon, descubrí que ya durante su estancia en
Hogwarts Dumbledore era suscriptor del diario, por lo que es muy posible,
casi seguro, que leyera las palabras del famoso magizoólogo cuando se
publicaron. ¿Influyó en Dumbledore el artículo sobre las hipótesis de Ivor
Dillonsby a la hora de elegir su futuro? ¿Le persuadió para fijar sus miras
en su investigación sobre la sangre de dragón? ¿Tan pronto nació su ansia
de reconocimiento a nivel mundial? ¿Tanto deseaba que la gente le
aclamara y le adorara, aunque tuviera que robar para conseguirlo?
Barajando unas teorías tan probables y lógicas y que se adaptan con tanta
perfección a cualquier versión, sólo podemos concluir -por ahora- una
cosa: Dumbledore ya era una persona con la que no convenía cruzarse en
su camino… con tan sólo doce años.
Capítulo 7
Albus Dumbledore en Hogwarts:
amistades con fecha de caducidad

Después de tres años con un expediente impecable, con las notas más altas
que alguien pudiera imaginar, Dumbledore llegó a su cuarto curso. Y ese
mismo año, Aberforth Dumbledore pisó Hogwarts por primera vez,
dejando a su hermana y a las cabras a merced de su madre.

Albus había sentado un precedente contra el que a Aberforth le


resultaría imposible combatir. Dada la extraordinaria brillantez del
hermano mayor, todos esperaban que el segundo en llegar hubiese
heredado también un cerebro tan privilegiado. Sin embargo, a todos les
decepcionó lo que vieron. Aberforth, lejos de convertirse en un joven
prodigio como su hermano, se convirtió en uno de los peores alumnos de
su curso. No hacía los deberes casi nunca, y tenía serios problemas para
realizar con éxito los más simples encantamientos -quizá heredara algo de
la desgracia que le tocó vivir a su hermana Ariana.

Por añadidura, también él sufrió a causa de las barbaries de su padre.


Albus ya había conseguido acabar con esa mala fama de cara al público,
pero sólo porque la sustituyó por una imagen de cerebrito superdotado -
algo totalmente fuera del alcance de Aberforth-. Aunque ya habían pasado
más de cuatro años desde el percance de Mould-on-the-Wold, los alumnos
seguían sintiendo una curiosidad que aparentemente Albus no había
satisfecho.
Dumbledore, como ya demostré, aceptó a los niños procedentes de
familias antimuggles para entre todos seguir los pasos de su padre, pero
sólo podía rodearse de unos pocos, pues -resulta lamentable- las familias
que se declaraban superiores y los prejuicios contra los muggles eran la
mar de abundantes. Obviamente, Albus no podía aceptarlos a todos, no
podía ir pregonando a los cuatro vientos las técnicas secretas de Percival
por todo el colegio, pues corría el riesgo de ser descubierto tarde o
temprano por algún profesor de ideas distintas o, aún peor, por el
Ministerio de Magia. Si algo así ocurría, ya no podría llevar a cabo sus tan
ansiados planes de conquista. Para ello, suponemos que eligió a aquellos
cuya sed de poder y cuya fe en el joven Dumbledore fueran mayores. Y para
gozar de mayor libertad en el colegio sin levantar sospechas y poder
realizar reuniones secretas donde compartir oscuros anhelos, se envolvió
en una quimera de alumnos miserables como Alientofétido Doge.

Al entrar otro hijo de Percival en Hogwarts, la curiosidad de todos se


vio renovada, y recibió atención desde dos puntos de vista radicalmente
distintos:

Por un lado, los alumnos que habían fracasado en sus intentos de


ingresar en el selecto grupo de Albus se acercaron a su hermano menor con
la esperanza de que él los reuniera a su alrededor para librar al mundo de
los hijos de los muggles. Para ello, el pequeño Aberforth se vio inmerso en
un mar de engaños, donde muchos le tendieron la mano para lavársela
después, e incluso consta que algunos alumnos contaron con ayuda de los
profesores de la época para engañar al niño con falsas esperanzas sobre
liberar a Percival de Azkaban.

Por otro lado, los profesores más cercanos a Albus rezaron por tener
a otro alumno tan brillante como él, como si los Dumbledore viniesen de
serie. Muchos le ofrecieron su amistad a Aberforth con el fin de ayudarle a
agilizar el ritmo de su enseñanza -y para que compartiera con ellos la gloria
de algún que otro descubrimiento, si se presentaba el caso.

Aberforth no se unió ni a uno ni a otro bando. Es más, se quedó más


solo que la una. Todos los que recuerdan al Aberforth del colegio lo veían
siempre solo, y no contento con aislarse, incluso tuvo bastantes problemas
gordos con sus compañeros. Ante la decepción que causó a todo Hogwarts,
fue objeto de críticas e insultos, y como Aberforth era y sigue siendo muy
impulsivo, por cualquier rifirrafe en los pasillos sacaba su varita y
apuntaba a su enemigo por la espalda. Aunque no viene escrito en ningún
archivo explícitamente, muchos rumores afirman que en una ocasión
torturó a otro alumno con la maldición cruciatus -y conociendo la conducta
de su padre, no me sorprendería que fuese cierto-. ¿Y qué hizo Albus para
enderezar a su hermano descarriado? ¡Ah, bueno, para él su familia no
existía! Como ya nos confirma el pobrecito Dodgy, él evitaba siempre hacer
mención de su padre o de su madre, y con su hermano apenas hablaba -
aun estando en el mismo castillo, compartiendo la misma sala común y
durmiendo en la misma torre, ya que Aberforth también fue elegido para
Gryffindor.

Al poco tiempo, Dumbledore empezó a preocuparse por asegurar su


exitosa carrera. Lo quería todo, pero no tenía nada. Quería estar en la cima,
y lo quería ya. Y claro, dados los sucios métodos que iba a emplear para
conseguir fama y dinero rápidos a toda costa, debía primero entablar
amistad con varios personajes importantes del mundillo intelectual.

Como ya aseguré en el capítulo anterior, Dumbledore fue escogiendo


entre una y otra asignatura al mismo tiempo que elegía entre uno y otro
estudioso al que iba a estafar. Gracias a Cuidado de Criaturas Mágicas
podría hacerle competencia a Ivor Dillonsby y arruinar su carrera sobre
los dragones. Sin embargo, para plantarle cara a unos, debía contar con el
apoyo de otros. Dumbledore no era ningún idiota, y ya en su temprana
adolescencia comprendía que si estaba solo tardaría mucho más en subir a
la cumbre.

Desde sus inicios en Hogwarts, Dumbledore sobresalió en Historia de


la Magia -hasta el extremo de que el mismísimo profesor Binns conocía su
nombre-. ¿Debemos pensar con esto que Dumbledore pretendía contactar
con alguien importante en dicho campo como Bathilda Bagshot, lo que
consiguió pocos años después? Si así fuera, ¿por qué no aprovechó que
vivía tan cerca de ella cuando se mudó a Godric's Hollow, un camino mucho
más directo? Bueno, ahora yo he desvelado que sí que intentó aprovechar
esta cercanía en su día, antes de ser un erudito en la materia:

«En el invierno de 1893 -me cuenta Bathilda Bagshot-, él estaba en


Godric's Hollow por las vacaciones de Navidad. Entonces cursaba segundo,
me parece. De repente, todos los días se acercaba a mi casa para pedirme
libros sobre historia, cuando nunca antes había hablado conmigo. Y se llevó
muchos, no sé cómo le dio tiempo a leerse tantos.»

Y probablemente no los leería, se limitaría a acumularlos en un rincón


hasta que Bathilda creyera que se los había leído. Dumbledore sólo estaba
intentando llamar la atención de Batty, quería conseguir su «enchufe» en
la alta sociedad -y he de decir que fue muy descarado en este asunto, uno
no se interesa por la historia de un día para otro-. Sin embargo, pronto tuvo
que cambiar de estrategia ante la evidente indiferencia de ella, y para eso
quizá sí se vio obligado a leerse realmente todos esos libros, la mayoría -
comprobado por mí- de más de dos mil páginas de extensión.

Dumbledore ya había empezado a tejer su peligrosa telaraña, pero


Batty la había esquivado con agilidad. Y si no le funcionaban sus encantos,
entonces él debía entrar en el juego de ella. Así, a partir de entonces, el
interés de Dumbledore por Historia de la Magia fue en ascenso. Sin
embargo, por muchos extraordinarios que trajera a casa por vacaciones,
no lograba atraer la atención de Bathilda. ¿Pero iba a dejar que eso lo
detuviera? Por supuesto que no.

Su íntima e interesada «amistad» con el profesor Dippet tuvo sus


frutos, aunque no pronto: en su sexto año, Albus publicó un artículo
titulado «Transformaciones entre especies» en la revista académica La
transformación moderna, todo un logro a su edad, apenas en el primer año
del ÉXTASIS. Dumbledore siempre demostró ser muy avanzado en
Transformaciones -algo totalmente imaginable dado el puesto de trabajo
como profesor que consiguió más adelante-. Pero lo que ocurrió a raíz de
esto quizá no se lo esperaba: un buen día recibió una lechuza con una carta
de Bathilda Bagshot, felicitándolo por el artículo e informándole de su
favorable impresión y de que había conseguido que el mismísimo Emeric
Switch tuviera en cuenta sus aportaciones en sus libros (para más
información sobre los descubrimientos de Dumbledore en
Transformaciones, recomiendo leer el capítulo 68 de La transformación,
paso a paso de Emeric Switch). Por fin, después de años, Dumbledore había
conseguido llamar la atención de su presa. Este primer contacto de
Bathilda con Albus no sólo trajo beneficios para él, sino que permitió el
acercamiento de Batty a toda la familia Dumbledore, convirtiéndose en la
única amiga en el mundo que alguna vez tuviese Kendra. Lamentablemente
no he podido echar un vistazo a la carta, ya que Bathilda nunca guardó una
copia y Dumbledore jamás la hizo pública. Pero no es necesario, lo
importante es que Dumbledore ya estaba en el mundillo de las
superestrellas intelectuales.

Lejos de contentarse con Historia de la Magia, Dumbledore decidió


aprender Alquimia en su sexto y séptimo curso, una asignatura muy poco
usual y raramente demandada por los alumnos. Pero como Dumbledore
sabía bien lo que hacía, pronto consiguió ponerse en contacto con Nicolás
Flamel, el renombrado alquimista y descubridor de la Piedra Filosofal.

Como cualquier cosa que se propusiera, la alquimia se le daba


rematadamente bien, y al poco tiempo, Dumbledore demostró su talento
escribiendo varios artículos tanto en la revista Todo el mundo puede
aprender alquimia como en Alquimia para expertos y sólo para expertos, e
incluso alguno en El Profeta -por cuya complejidad e imposibilidad de
entendimiento he creído innecesaria su inclusión en mi libro.

Dumbledore empezó a cartearse con Flamel en su sexto curso -cartas


también en paradero desconocido-, una costumbre que fue en aumento
hasta conseguir su verdadero propósito: formar una amistad por
conveniencia. En los siguientes años, Dumbledore llegaría incluso a
trabajar con él (más información en el capítulo 18). Con Bagshot y Flamel
de su parte, dos pesos muy pesados cada uno en su campo, Albus debía de
sentirse prácticamente invencible. Pero aún hay más, Flamel no fue el
último de los importantes contactos del joven Dumbledore en el colegio.
Un año después, en séptimo curso, Dumbledore comenzó a mantener
correspondencia nada menos que con Adalbert Waffling, el famosísimo
teórico de la magia.

Siempre se dedujo que Dumbledore tuvo mucho que aportar a la


teoría mágica que Waffling desarrolló durante la segunda mitad de su vida,
pero no me imagino cómo. Dudo que Albus pudiera darle lecciones a un
teórico de la magia tan brillante y reconocido y que ya era muy famoso por
su trabajo en aquel entonces. No olvidemos que Dumbledore sólo tenía
diecisiete años.

El único motivo de este acercamiento que parece probable es el de


ganarse una amistad más, y no una colaboración conjunta, a menos no por
el momento. Insatisfecho con la historiadora más grande de los últimos
tiempos y con el alquimista por excelencia de toda la historia, Dumbledore
había ido en busca de un hombre que pudiera influir absolutamente en
todos los campos de la magia -no sólo en historia o alquimia-. Las Leyes
Fundamentales de la Magia de Waffling, así como su obra culmen Teoría de
la Magia, han influido decisivamente en muchos eruditos de diversas
materias.

No sabemos en qué pudo Waffling sentir tanto interés al conocer a


Dumbledore, pero el caso es que aceptó la relación de amistad que le
propuso. No obstante, mis queridos lectores, siempre hay otra versión de
la historia que también debe ser conocida, para poder contrastar toda la
información. Diversos vecinos de Godric's Hollow de aquellos años -que
aunque no confraternizaron con los Dumbledore, tenían ojos en la cara-
coinciden en haber sido testigos de un extraño episodio -uno más- en la
vida de Albus Dumbledore:

En el invierno de 1898, durante las vacaciones de Navidad de su


último año en Hogwarts, Dumbledore decidió un buen día saltar desde la
ventana de su habitación en el piso superior de la casa hacia el jardín, con
la esperanza de que las cabras de Aberforth amortiguasen su caída, y una
vez repuesto del golpe, corrió veloz lejos de la casa, antes de que Kendra se
percatase. ¿Adónde tenía que ir Dumbledore tan apresuradamente? ¿Qué
era tan importante y tan secreto que no podía compartirlo con su familia?
Bueno, creo que tengo una respuesta que satisfará a aquellos que tengan
un poco de sentido común. La furtiva escapada ocurrió justo antes de que
su misteriosa amistad con Adalbert Waffling se hiciese pública, y he tenido
el placer de entrevistar a mucha gente que apostaría su varita a que
Dumbledore escapó a Londres -ya tenía licencia de Aparición- para
lanzarle a Waffling la maldición imperius.

Desde luego, todo encaja a la perfección. ¿Cómo si no iba a conseguir


un adolescente de diecisiete años que Waffling se fijase en él? ¡Qué
desesperado estaba Dumbledore por enchufarse de una vez por todas en
el mundo de la fama! ¿A quién más habría hechizado para conseguir sus
propósitos? ¿Cuántas fueron las víctimas de sus ansias de poder? ¡Qué
imagen tan destructiva de Dumbledore se nos presenta aquí, que no dudó
en hacer uso de una de las maldiciones imperdonables! Pero claro, en el
amor y la guerra todo vale, y Dumbledore estaba guerreando por
asegurarse su carrera. Después de esto, ¿qué importaría ya si le robaba o
no el descubrimiento de los usos de la sangre de dragón a Ivor Dillonsby,
teniendo a Bathilda Bagshot, Emeric Switch, Armando Dippet, Nicolás
Flamel y Adalbert Waffling de su parte?

A un paso del final de su etapa escolar, Dumbledore lograría reclutar


a un último fichaje: Griselda Marchbanks, jefa del Tribunal de Exámenes
Mágicos desde 1888 hasta 1995, hace dos años. El experimentado Albus
cautivaría a la profesora Marchbanks en los ÉXTASIS de Encantamientos y
Transformaciones con una magia extraordinaria que, en palabras de la
propia Griselda, era tan extraña que nunca la había visto. En los muchos
años que seguiría supervisando exámenes después de entonces, por lo
visto nadie llegó a su nivel. ¿Cómo había obtenido Dumbledore los secretos
de una magia tan pintoresca? ¿Eran secretos compartidos por su hechizado
amigo Waffling? ¿O quizá había sabido de esa magia gracias a los libros de
la Sección Prohibida de la biblioteca del colegio, una sección que, según
muchos alumnos -que han querido que sus nombres permanezcan en la
ignorancia-, Albus frecuentaba bastante? ¿Era quizá parte de esa magia
negra que había aprendido de sus padres?

Dumbledore formó un ejército envidiable para cualquier estudioso,


pero, ¿conservó Albus a sus otros «amigos», los de su misma edad? ¿Siguió
manteniéndolos a su lado cuando por fin consiguió que su nombre fuera
reconocido por sí solo? Para Dumbledore, la amistad no tenía ningún
significado, pues mientras su ego crecía y crecía, eclipsaba de tal forma a
sus «amigos» del colegio que éstos comenzaron a desconfiar de él. Bueno,
quizá Elphias Alientofétido Doge decidiera permanecer ciego ante el modo
en que Dumbledore los utilizaba a su voluntad. ¿Qué se siente al saber la
verdad, Dodgy?
Capítulo 8
Albus Dumbledore en Hogwarts: los
premios y las falsedades

No es ningún secreto que Dumbledore se adueñó pronto de una larga lista


de premios y galardones que ya quisiera haber tenido cualquier joven
prodigio en su currículum. Sin embargo, ¿realmente se los merecía? No
podemos negar que Dumbledore era inteligente, pero muchos eruditos de
la magia -con la misma o mayor sabiduría que Dumbledore, la cual habían
ido trabajando, y no haciendo tratos con el diablo- no ganaron tantos
premios como nuestro «genio». ¿A qué se debe esta discordancia? ¿Se
insinúa acaso que Dumbledore fue el más sabio de entre todos los sabios
que pasaron por Hogwarts? Es una afirmación algo pretenciosa.

Dumbledore obtuvo el paquete completo de extraordinarios, tanto en


los TIMOS de su quinto curso como en los ÉXTASIS de séptimo, así como
en todos los exámenes finales de los años restantes. Es impresionante el
hecho de que exista una mente tan privilegiada, y es fácil imaginarse la
cantidad de trabajo y de reuniones malignas pospuestas a causa de los
estudios que había detrás. Pero, por otro lado, es de igual modo
impresionante la ingente cantidad de personas que a lo largo de los años
han conseguido también un expediente tan impecable y elogiador como el
de Dumbledore -lo que deja entrever que, o todos los alumnos de Hogwarts
son milagrosamente brillantes, o el colegio de magia no tiene un nivel tan
alto como presumen.
Griselda Marchbanks, entonces jefa del Tribunal de Exámenes
Mágicos, compartió con la comunidad mágica en su nostálgica nota
necrológica sus opiniones sobre un prometedor Dumbledore:

«Era sencillamente brillante. Jamás he visto a un alumno tan


inteligente como él, pese a haber examinado a miles de alumnos durante
sus TIMOS y ÉXTASIS a los largo de ciento siete años. Quedé muy
impresionada con la demostración de su talento.»

Tal vez Griselda se quedase embelesada ante lo novedoso -sin duda


magia negra desconocida- y su asombro no le permitiera darse cuenta de
lo que ahora destaco yo en este capítulo. Dumbledore no fue ningún
pedacito de pan, y mientras que Griselda disfrutaba de lo que parecía una
inocente exhibición de poderes extraordinarios, Albus seguramente estaba
planeando en qué momento atacarla. ¿Que por qué había de atacar a nadie?
Pues porque ya había tenido esa conducta en el colegio, y en una ocasión
incluso puso muchísimas vidas en peligro.

Dumbledore siempre fue muy cuidadoso de no mostrar al mundo su


lado oscuro, pero en una ocasión lo pillaron con las manos en la masa. Ya
no parecía tan santurrón como pretendía. El catorce de febrero de 1895 se
declaró un incendio en la Torre de Gryffindor. ¿La causa? Albus
Dumbledore.

Muchos de sus admiradores resoplarán bruscamente o negarán lo


evidente, incluso arrojarán el libro a un lado mientras, contrariados,
sujetan su cabeza entre las manos. ¿Albus Dumbledore prendiendo fuego
a la Torre de Gryffindor? Así es, y aunque ocurrió el día de San Valentín, no
fue precisamente por una frustración en terreno amoroso.

Para cuando se dio el aviso y llegaron los profesores, el fuego había


destruido tres habitaciones -dos de chicos y una de chicas- y parte de la
sala común, y para desgracia de Dumbledore, no hubo víctimas mortales.
El origen oficial del incendio fueron las cortinas de la cama del propio
Dumbledore, las cuales había incendiado sin duda con la intención de
quemar todo el colegio. Pero no debía de llevar demasiado tiempo
planeándolo, pues no salió como esperaba: unos cuantos alumnos lograron
abrirse paso entre las llamas -que casualmente estaban cerrando el camino
hacia la salida de la torre-, y pudieron así alertar a los profesores. Supongo
que fue un momento bastante frustrante para nuestro joven Dumbledore:
no sólo no había logrado matar a nadie, sino que por culpa de un error de
diseño en el plan ahora debía responder ante los profesores.
Una serie de extrañas evidencias pone en tela de juicio la excusa que
Dumbledore puso: un incendio accidental, por un hechizo fallido -y
seguramente pretendía que nos creyéramos que el que ganaría el Premio
Barnabus Finkley de Hechizos Excepcionales había cometido error
semejante-. Una vez estudiados detenidamente, los escenarios que
sufrieron por el incendio hablan por sí solos: la sala común, para impedir
que sus compañeros escapasen; su propio dormitorio, para que nadie
sospechara -seguramente prepararía antes un lugar seguro para él-; y el
único dormitorio femenino afectado. Según los registros de alumnos de
finales del siglo XIX, en dicho dormitorio dormían cinco niñas, y tres de
ellas eran nada más y nada menos que hijas de muggles.

Obviamente, aquí se demuestra que Dumbledore continuó con la


filosofía de Percival durante su estancia en Hogwarts. De hecho, sin duda
se trata de un homenaje a su padre, que había muerto en Azkaban ese
mismo año. Probablemente fuera un plan a realizar con su grupo secreto,
pero cuando la estrategia falló, se vio solo, abandonado por sus
compinches ante miles de ojos acusadores. Cuando fue descubierto, tuvo
que inventarse alguna excusa, como la del hechizo accidental y las cortinas.
Y, por supuesto, él sabía que no iba a ser castigado de ningún modo, debido
a la admiración -fruto de una demencia temprana- que Armando Dippet,
jefe de la casa Gryffindor además de profesor de Transformaciones en ese
tiempo, sentía por él, lo que le permitía utilizar al profesor a su antojo. La
traición de sus amigos antimuggles fue la potencial causa de que
Dumbledore se volcase más en los estudios, ansioso de premios y
reconocimientos.

En su quinto año, fue elegido prefecto. ¡Qué sorpresa! Seguro que el


profesor Dippet dio un buen parte de él, lo que repitió para lograr que
Dumbledore fuese Premio Anual en su séptimo curso. Albus no tenía que
hacer nada, sólo se limitaba a esperar que los premios le cayeran del cielo
-por eso, lo que me sorprende es que no ganara más.

Como decía mi padre, «para llegar a lo más alto, lo que necesitas es un


buen enchufe», y por supuesto, Dumbledore lo tenía. La relación entre
Dippet y Dumbledore siempre fue muy afectiva, lo que cualquiera podría
considerar esperable, pues ambos trabajaron en Hogwarts y ocuparon los
mismos cargos en el colegio, uno detrás de otro. Sin embargo, la relación
iba más allá de lo profesional. Queridos lectores, para que se hagan una
idea, he introducido un fragmento de mi libro Armando Dippet: ¿genio o
tarado?, el superventas que constituye toda una referencia para la Historia
de la Magia moderna -y que aún se encuentra disponible en las mejores
librerías-, donde se refleja bastante bien su relación con nuestro «héroe»:
Aurelio Dippet, como jefe del Departamento de Regulación y
Control de Criaturas Mágicas, creyó conveniente participar también
en la misión, para hacer alarde de su liderazgo más que por amor a
la Magizoología. Sin embargo, nunca pudo cometer mayor error -
literalmente, nunca pudo hacer nada más en su vida.

Al llegar a Nigeria y alojarse en las habitaciones del Comité de


Relaciones Internacionales -el homólogo del Departamento de
Cooperación Mágica Internacional pero en el Ministerio de Magia
de Nigeria-, un gigantesco nundu se coló misteriosamente en el
edificio, provocando que lo último que oliera Aurelio antes de ser
devorado fuese el apestoso y virulento aliento del animal -que como
indican pruebas irrefutables encontradas posteriormente, estaba allí
por venganza. [...]

La muerte de su único hijo afectó profundamente a Dippet,


quien se sumió en una grave depresión. Pero como las personas sin
cerebro son las más rápidas en olvidar, a los pocos días estuvo como
nuevo. Según multitud de testimonios, a menudo salía de su despacho
y se ponía a canturrear y saltar por los pasillos como un niño de tres
años -y esto sólo cinco días después de la muerte de Aurelio-. Pero
a pesar de mostrarse tan vivaracho, sí que debía sentir algo de
añoranza por su hijo perdido, pues llenó todo su vacío paternal con
su alumno favorito, Albus Dumbledore.

Dumbledore se parecía tanto a Aurelio como una rana de


chocolate a un opaleye de las Antípodas. Pero eso no importaba
para una mente tan desmejorada como la de Dippet. Adoptó a
Dumbledore como si fuera su propio hijo, incluso hay voces que
afirman que aprovechaba su puesto de jefe de Gryffindor para darle
las buenas noches en la cama.

En cualquier caso, fue una circunstancia tremendamente


favorable para Dumbledore, quien utilizó el delirio de Dippet para
sus propios intereses, y si no conseguía lo que quería, no dudaba en
amenazar al enfermo profesor con poner punto y final
inmediatamente a todo aquello. Como Dippet no soportaba ser
abandonado por su hijo de nuevo, hacía todo lo que a Dumbledore
se le antojaba, convirtiéndose así no en una relación de amistad, ni
de padre e hijo, sino en una relación de chantaje.

Yo misma
Así pues, Dumbledore sólo tenía que chasquear los dedos para que
Dippet se tumbara en el suelo y él pudiera pisotearlo. A ninguno de mis
lectores le sorprendería ya que fuese realmente por dichos medios como
hubiera conseguido el cargo de prefecto y el Premio Anual, pues Dippet -a
pesar de su minusvalía mental- era muy influyente en el colegio, y si quería
mimar a su ojito derecho, así se haría.

Durante su sexto y séptimo curso, Dumbledore consiguió todos los


logros de los que Armando Dippet iba presumiendo haber obtenido él. Ya
fuera por el placer de humillarlo aún más, o por el ímpetu de Dippet de
modelarlo a su imagen y semejanza, Albus consiguió entrar en el
Wizengamot.

En aquellos tiempos, el profesor Dippet ya era miembro del Tribunal,


y como todo el mundo sabe, para ingresar en él hace falta una buena carta
de recomendación. Así pues, Armando se convirtió en la puerta abierta que
Dumbledore tanto necesitaba para entrar en la cúspide del poder judicial.
Debido a su corta edad, el ministro Faris Spavin, que todavía era Jefe de
Magos del Tribunal, consideró que no era muy apropiado que Dumbledore
tuviera la misma influencia que los más experimentados ya desde el primer
día. Así pues, Albus se convirtió en el representante de las juventudes
británicas en el Wizengamot. Él era el portavoz de todos los jóvenes que
reclamaban justicia en el país, pero claro, no iba a malgastar su precioso
tiempo en eso; en su lugar se dedicó a escalar, peldaño a peldaño, paso a
paso, cuanto más alto mejor, para calmar su ansia de poder.

Por otro lado, en diciembre de 1898, Hogwarts fue elegido como sede
del centésimo septuagésimo primer Torneo Barnabus Finkley de Hechizos
Excepcionales, que agruparía a toda la comunidad mágica de Gran Bretaña,
sin importar su edad, para premiar al mago más diestro en duelos de
encantamientos.

Armando Dippet siempre estuvo muy orgulloso de ganar dicho torneo


en 1867 -con tan sólo veinte años-, victoria que lo llevó a ingresar en
numerosos clubes de duelo de gran prestigio y en diversas asociaciones
muy elitistas como la Liga Mayor de Encantamientos o la Asociación para
el Estudio de Hechizos Experimentales. Pero esta vez, el que fuera el más
joven ganador del Torneo Barnabus Finkley fue destronado de su lugar
privilegiado cuando Dumbledore se llevó el premio con tan sólo diecisiete
años. ¿Obtuvo ayuda de Dippet? No sólo lo ayudó, sino que existen
testimonios de participantes de aquel Torneo que acusan a Dippet de haber
amañado los duelos, lanzando maldiciones por la espalda a los
contrincantes de su pupilo. El profesor no se sentía molesto por la pérdida
de su récord, en absoluto, sino que más bien parecía considerar a Albus
una proyección de sí mismo (para saber más acerca de los desequilibrios
mentales que sufría el protector de Dumbledore, léase mi
superventas Armando Dippet: ¿genio o tarado?). A pesar de todo, no he
logrado encontrar ningún documento legal que atestigüe que Dumbledore
realmente ganó el premio, por lo que debemos plantearnos:
¿verdaderamente era el más diestro en duelos de toda Gran Bretaña con
sólo diecisiete años, o se limitó a robar el galardón y grabar su nombre en
la placa para que perdurase en la sala de los trofeos de Hogwarts? No cabe
duda de que es bastante sospechoso que no existan referencias sobre el
desarrollo de dicho torneo.

A los pocos días, los artículos sobre alquimia que Dumbledore había
publicado para diferentes revistas llegaron al Congreso Internacional de
Alquimia de El Cairo, y fueron recibidos con gran admiración. Debido a la
innovadora contribución que ofrecían, Albus recibió la medalla de oro de
alquimia en 1898. Sin embargo, hechos extraños rodean también la
obtención de dicha distinción.

No consta que Dumbledore poseyera jamás una lechuza durante su


etapa escolar, y de haberla tenido, era un paquete demasiado grande para
una sola lechuza, por lo que es muy improbable que pudiese enviarlo desde
Hogwarts. Así, decidí investigar el registro de pedidos de la Oficina de
Correo por lechuza de Hogsmeade, y lo que encontré especifica que
Dumbledore nunca mandó sus revistas a El Cairo, sólo a su amigo Nicolás
Flamel. Puede parecer que los alquimistas reunidos en Egipto hubieran
encontrado los escritos de Dumbledore por sí solos, pero uno de mis
hallazgos nos saca definitivamente de dudas. En la Oficina de Correos de
Londres -que también he investigado, con el único objetivo de encontrar la
verdad- doy con el registro de una entrega con destino a El Cairo, fechada
el diecinueve de diciembre de 1898 (en plena celebración del Congreso
Internacional de Alquimia). ¿Quién lo mandó? El mismísimo Nicolás
Flamel.

¿Flamel presentó los escritos de Albus en el Congreso? ¿A qué se debe


el interés de Flamel por premiar los esfuerzos de Dumbledore? Bueno, es
que verdaderamente no quería que Dumbledore fuese premiado, sino él
mismo. ¿Nicolás Flamel robando el mérito a otra persona? Esta sucia
conducta no encaja con el impecable alquimista, así que simplemente no
puede ser cierta, pero existe otra explicación: ¿y si quizá no pretendía
llevarse un mérito ajeno, sino recuperar lo que a él le correspondía? Esto
ya es más verosímil, mis queridos lectores. Si el problema fuera que
Dumbledore robó primero a Flamel sus avances en alquimia, no nos
sorprendería, ¿verdad? El alquimista sólo quería poner las cosas en su
sitio, pero no he podido entrevistarlo porque, lamentablemente, murió -en
extrañas circunstancias- hace cinco años, en 1992. A pesar de sus
esfuerzos, no consiguió persuadir a los miembros del Congreso, quienes
finalmente le otorgaron la medalla a Dumbledore.

Se lo mereciera o no, Dumbledore terminó el séptimo curso famoso


en toda Gran Bretaña, y para extender su fama entre todos los magos del
planeta, se preparó para realizar la entonces tradicional vuelta al mundo:
el Gran Viaje, con su perrito faldero Alientofétido Doge. Pero algo impediría
que jamás pudiera cumplir ese sueño.
Capítulo 9
Por el bien de todos

Cuando estaba a punto de cumplir dieciocho años, Dumbledore salió de


Hogwarts cubierto de gloria: Premio Anual, prefecto, ganador del Premio
Barnabus Finkley de Hechizos Excepcionales, representante de las
juventudes británicas en el Wizengamot y medalla de oro por su
innovadora contribución al Congreso Internacional de Alquimia de El
Cairo. Tenía planeado realizar de inmediato el Gran Viaje con
Elphias Alientofétido Doge, el compañero idiota pero leal al que había
elegido en el colegio.

Los dos jóvenes se hospedaban en el Caldero Chorreante, en Londres,


preparados para marchar a Grecia a la mañana siguiente, cuando llegó una
lechuza con la noticia de la muerte de la madre de
Dumbledore. Alientofétido Doge, que declinó ser entrevistado por la autora
de este libro, ya ha ofrecido a la opinión pública su propia versión -muy
sentimental- de lo que pasó después, porque presenta la muerte de Kendra
como una tragedia y la decisión de Dumbledore de suspender su viaje
como un acto de nobleza y sacrificio.

Así pues, Dumbledore regresó de inmediato a Godric's Hollow,


presuntamente para cuidar de sus hermanos, ambos más jóvenes que él.
Pero ¿es cierto que los cuidó?

«Ese Aberforth estaba loco de atar -afirma Enid Smeek, cuya familia
vivía en las afueras de Godric's Hollow en esa época-. Se volvió un salvaje.
Claro, como habían muerto sus padres era normal que la gente lo
compadeciera, pero a mí, por ejemplo, no paraba de lanzarme excrementos
de cabra a la cabeza. No creo que Albus se preocupara mucho por él;
además, nunca los vi juntos.»

Entonces, ¿qué hacía Albus si no estaba consolando a su desenfrenado


hermano pequeño? Por lo visto, la respuesta es que regresó a Godric's
Hollow para asegurarse de que el prolongado encierro de su hermana no
se interrumpiera. Porque, aunque había muerto su principal carcelera, no
se produjo ningún cambio en las lamentables condiciones en que vivía
Ariana Dumbledore. Su mera existencia continuó siendo un secreto muy
bien guardado, sólo conocido por algunas personas ajenas a la familia a
quienes, como Alientofétido Doge, nunca se les habría ocurrido poner en
tela de juicio el cuento de la «mala salud» de la joven.

Otra amiga de la familia a quien se podía engañar fácilmente era


Bathilda Bagshot, la célebre historiadora de la magia que lleva muchos
años viviendo en Godric's Hollow. Kendra rechazó la hospitalidad de
Bathilda, como hizo con otros vecinos, cuando ésta trató de darle la
bienvenida al pueblo. Sin embargo, unos años más tarde, la historiadora le
envió una lechuza a Albus, que por entonces residía en Hogwarts, porque
le había causado muy buena impresión su artículo «Transformaciones
entre especies», publicado en La transformación moderna. Ese contacto
inicial permitió que Bathilda acabara entablando relación con toda la
familia Dumbledore. Cuando murió Kendra, Bathilda era la única persona
en Godric's Hollow que se hablaba con la madre de Dumbledore.

Por desgracia, la genialidad que Bathilda siempre exhibió en el pasado


ha empezado a empañarse. «El fuego arde, pero el caldero está vacío»: así
expresaba Ivor Dillonsby su opinión refiriéndose a ella, o, para emplear la
frase más directa de Enid Smeek: «Está como una regadera.» Aun así, una
combinación de técnicas periodísticas de probada infalibilidad me
permitieron sonsacarle suficientes datos con los que ir componiendo
íntegramente la escandalosa historia.

A semejanza del resto del mundo mágico, Bathilda atribuye la


prematura muerte de Kendra a un «encantamiento fallido», una versión en
la que Albus y Aberforth insistirían en años posteriores. Bathilda, además,
repite como un loro lo que la familia Dumbledore decía de Ariana, y se
refiere a ella como una niña «frágil» y «delicada». Sin embargo, no lamento
los esfuerzos que tuve que hacer para conseguir Veritaserum, porque
Bathilda es la única persona que conoce toda la historia del secreto mejor
guardado de la vida de Albus Dumbledore. Revelado ahora por primera
vez, pone en duda todo lo que creían los admiradores del mago: su
presunto odio a las artes oscuras, su oposición a la opresión de los muggles,
e incluso la devoción a su familia.
El mismo verano que Dumbledore regresó a Godric's Hollow
convertido en huérfano y cabeza de familia, Bathilda Bagshot accedió a
acoger en su casa a su sobrino nieto Gellert Grindelwald.

El apellido Grindelwald es famoso con razón. Si no ocupa el primer


lugar en la lista de los magos tenebrosos más peligrosos de todos los
tiempos, se debe únicamente a que, una generación más tarde, llegó Quien-
ustedes-saben y le arrebató ese puesto. No obstante, como Grindelwald
nunca extendió su campaña de terror hasta Gran Bretaña, aquí no
conocemos muy bien los detalles de su ascenso al poder.

Educado en Durmstrang, ya entonces un colegio famoso por su


lamentable tolerancia con las artes oscuras, Grindelwald resultó tan precoz
y brillante como Dumbledore. Pero, en lugar de canalizar su potencial hacia
la obtención de premios y títulos, Gellert se dedicó a perseguir otros
objetivos. Cuando contaba dieciséis años, incluso Durmstrang consideró
que no podía seguir haciendo la vista gorda con los retorcidos
experimentos que el joven realizaba, y lo expulsaron del colegio.

Hasta la fecha, lo único que se ha sabido de los movimientos de


Grindelwald es que «viajó unos meses por el extranjero», pero ahora ya
podemos revelar que decidió visitar a su tía abuela, que vivía en Godric's
Hollow, y allí, por muy sorprendente que les parezca a muchos, entabló una
íntima amistad nada menos que con Albus Dumbledore.

«Para mí era un muchacho encantador -explica Bathilda-,


independientemente de en qué se convirtiera más tarde. Como es lógico, le
presenté al pobre Albus, que no tenía amigos de su misma edad. Los dos
chicos conectaron de inmediato.»

Así fue, sin duda. Bathilda me enseña una carta que Albus le envió a
Gellert en plena noche y que ella todavía conserva, y me explica:

«Sí, aunque hubieran pasado todo el día hablando (eran los dos tan
inteligentes que podían pasar horas discutiendo), a veces yo oía cómo una
lechuza golpeaba en la ventana del dormitorio de mi sobrino para
entregarle una carta de Albus. Si se le ocurría alguna idea, tenía que
contársela sin tardanza a Gellert.»

¡Y menudas ideas! Aunque causen una profunda conmoción a los


admiradores de Albus Dumbledore, éstas eran las reflexiones de su héroe
cuando tenía diecisiete años, tal como se las exponía a su gran amigo (la
copia de la carta original está en la p. 463):
Gellert:

Creo que el punto clave es tu opinión de que los magos deben


ejercer su dominio POR EL PROPIO BIEN DE LOS MUGGLES. Sí,
nos han dado poder y, en efecto, semejante poder nos da derecho a
gobernar, pero también nos asigna responsabilidades sobre los
gobernados. Debemos subrayar este concepto, porque será la piedra
angular sobre la que empezaremos a construir. Cuando encontremos
oposición -y sin duda la encontraremos-, ésa será la base de todos
nuestros argumentos. Nosotros asumimos el control POR EL BIEN
DE TODOS, lo que implica que cuando hallemos resistencia,
debemos emplear sólo la fuerza imprescindible. (¡Ése fue tu error en
Durmstrang! Aunque no me quejo, porque si no te hubieran
expulsado no nos habríamos conocido.)

Albus

Ya sé que muchos de sus admiradores se asombrarán y hasta se


horrorizarán, pero esta carta constituye la prueba de que hubo un
momento en que Albus Dumbledore soñó con anular el Estatuto del
Secreto de los Brujos para que los magos pudieran gobernar a los muggles.
¡Qué conmoción para quienes siempre lo han descrito como el gran paladín
de los hijos de muggles! ¡Qué falsos parecen sus discursos en defensa de
los derechos de los muggles, a la luz de estas nuevas pruebas
condenatorias! ¡Y qué despreciable se presenta Albus Dumbledore,
tramando su ascenso al poder, cuando debería haber estado llorando la
muerte de su madre y ocupándose de su hermana!

No cabe duda de que quienes estén decididos a mantener al antiguo


director de Hogwarts en su desmoronadizo pedestal argumentarán que, al
fin y al cabo, no puso en práctica sus planes, porque debió de cambiar de
opinión y acabó entrando en razón. Sin embargo, la verdad es más
espeluznante.

Cuando sólo hacía dos meses que habían iniciado su gran amistad,
Dumbledore y Grindelwald se separaron y no volvieron a verse hasta que
tuvo lugar su legendario duelo (más información en el capítulo 22). ¿Qué
fue lo que causó esa inesperada ruptura? ¿Había entrado Dumbledore en
razón? ¿Le había dicho a Grindelwald que no quería seguir participando en
sus planes? No, nada de eso.

«Creo que se debió a la muerte de la pequeña Ariana -especula


Bathilda-. Ese acontecimiento produjo una terrible conmoción. Gellert se
hallaba en casa de los Dumbledore cuando sucedió, y al llegar a mi casa
estaba muy nervioso; me dijo que quería marcharse al día siguiente. Se lo
veía muy alterado, vaya. Así que le busqué un traslador y nunca volví a
verlo.

»A Albus le afectó mucho la muerte de Ariana, Fue un golpe terrible


para los dos hermanos; habían perdido a toda su familia, y ya sólo se tenían
el uno al otro. Es lógico que no siempre controlaran su mal genio. Aberforth
culpaba a Albus, como hace a veces la gente en circunstancias tan difíciles,
y siempre decía muchas tonterías, el pobrecillo. De cualquier forma, no
estuvo bien que le rompiera la nariz a Albus en el funeral. A Kendra le
habría dolido mucho ver a sus dos hijos pelear de ese modo junto al
cadáver de Ariana. Es una lástima que Gellert no pudiera quedarse para el
funeral, porque al menos habría podido consolar a Albus…»

Esa lamentable pelea junto al ataúd, que hasta ahora sólo conocían las
pocas personas que asistieron al funeral de Ariana, plantea varias
cuestiones: ¿por qué culpaba Aberforth Dumbledore a Albus de la muerte
de su hermana? ¿Se debía sólo, como asegura Batty, a una mera efusión de
dolor, o su rabia tenía alguna razón más concreta? Grindelwald, expulsado
de Durmstrang por gravísimas agresiones a sus compañeros de clase, huyó
del país sólo unas horas después de la muerte de la joven, y Albus (¿por
vergüenza?, ¿por miedo?) no volvió a verlo hasta que se vio obligado a
hacerlo a ruegos del mundo mágico.

Ya adultos, ni Dumbledore ni Grindelwald se refirieron a esa breve y


temprana amistad. Sin embargo, no cabe duda de que Dumbledore retrasó
cinco años -de confusión, víctimas mortales y desapariciones- su ataque
contra Gellert Grindelwald. ¿Qué lo hizo vacilar: el afecto que todavía
sentía hacia él o el miedo a que se supiera que en el pasado había sido su
mejor amigo? Y por otra parte, ¿asumió Dumbledore a regañadientes la
tarea de capturar al hombre que en su día tanto se alegró de conocer?

¿Y cómo murió la misteriosa Ariana? ¿Fue la víctima involuntaria de


algún rito oscuro, o tropezó con algo que habría sido más conveniente que
no encontrara, mientras los dos jóvenes se preparaban para hacer realidad
sus sueños de gloria y dominación? ¿Fue Ariana Dumbledore la primera
persona que murió «por el bien de todos»?
Capítulo 10
Confinado en Godric's Hollow: ¿amistad o
familia?

Fue una amistad efímera, pero una amistad al fin y al cabo. Gellert Grindelwald
llegó a Godric's Hollow el dos de julio de 1899, dispuesto a pasar una temporada,
quizá unos años, en la casa de Bathilda Bagshot, su tía abuela y único familiar
vivo tras su expulsión de Durmstrang. Sin embargo, su estancia allí no se
prolongó más de dos meses. Ya han conocido el principio y el final, ¿pero qué
pasó en esos escasos dos meses?

El odio hacia los muggles siempre estuvo muy presente en la vida de Albus
Dumbledore, pero nunca antes había tenido la oportunidad de hacer sus sueños
realidad, pues los compañeros de sus planes maquiavélicos que tenía en el
colegio debieron asustarse debido a la radicalidad de las ambiciones de Albus,
y no continuaron en contacto con él tras salir de la escuela de magia. Pero, en
cuanto encontró a la persona adecuada, no dudó en dar comienzo a su ansiada
ascensión al poder.

Kendra Dumbledore murió el veintiséis de junio de 1899, viuda, a la edad


de cuarenta y ocho años, justo el día antes de que Dumbledore
y Alientofétido Doge emprendieran su Gran Viaje. La causa de la muerte siempre
fue desconocida, aunque un <<hechizo fallido>> fue la excusa que pusieron sus
hijos -sin embargo, todas las teorías y sospechas apuntan a una sola dirección
(más información en el capítulo 12)-. De cualquier manera, no le pudo venir mejor
a Albus, pues gracias a la desgracia pudo entablar amistad con el mejor cómplice
que hubiera deseado.

Dumbledore regresó a Godric's Hollow junto a su perro


fiel Alientofétido Doge para enterrar a su madre en el cementerio del pueblo. El
funeral tuvo lugar el día después de su muerte, al que asistieron nuestro genio y
su inseparable compañero Dodgy, su hermano menor Aberforth, Bathilda
Bagshot (la única amiga de Kendra) y algunas otras personas del pueblo que no
tenían nada mejor que hacer.

Si bien Ariana se libró de toda vigilancia, debía estar muy bien atrapada
para que no escapase. Albus, inflexible con la niña, no permitió que ésta viera
siquiera un rayo de luz del sol ni una sola vez, aunque la que la mantenía cautiva
hubiera muerto. Ahora él era el cabeza de familia.

La vida que se extendía ante sus ojos no podía ser más deprimente: años
y años en un pueblo en medio de la nada, sin amigos ni ningún tipo de relación
salvo la compañía de la historiadora de la magia, siempre cuidando de que su
hermana squib no escapase, junto a su hermano rarito y las cabras, y sin poder
demostrar a nadie todo los logros que había obtenido en Hogwarts. Y para
colmo, Alientofétido Doge lo había abandonado en su prisión particular para
realizar el Gran Viaje él solito -y seguramente sintiéndose más vacío que en toda
su vida, sin nadie que le pudiera decir lo que debía hacer.

Pero todo cambió cuando Grindelwald llegó a casa de Bathilda. Ésta,


haciendo alarde de su bondad, decidió presentárselo a Albus, quien había sido
abandonado hasta por el imprevisible de Dodgy. Teniendo en cuenta el oscuro
historial con el que Grindelwald contaba, ambos conectaron inmediatamente. De
hecho, conectaron tan bien que sería imposible que alguien predijera en ese
momento que habría un legendario duelo entre los dos.

Albus pronto se olvidó de su propia familia; de hecho, Ariana podría haber


escapado fácilmente de no ser por la presencia de Aberforth, con quien tan bien
se llevaba. El mediano, contrariando sus propios deseos, decidió mantener a su
hermana junto a ellos, quizá para mantener vivo de alguna forma el recuerdo de
Kendra -aunque lo veo improbable, pues sus hijos la odiaban-, y para ello no
quiso volver a Hogwarts para quinto curso. Sin embargo, Albus se negó
rotundamente.

Quizá tenía esperanzas de que Aberforth mantuviera vivo lo que él había


empezado en Hogwarts: un movimiento antimuggle clandestino. Quizá,
aprovechando que tenía a su lado a Gellert Grindelwald, pensó que podía reunir
al viejo grupo y hacer que se unieran a ellos para poder cumplir su gran sueño.
Pero Aberforth no hizo nada de eso; se limitó a seguir siendo tan inepto como
siempre en el colegio, aunque ya no importaba lo que Albus quisiera, porque
para cuando Aberforth volvió a Hogwarts, Grindelwald ya se había marchado.

Dumbledore rara vez pisaba su propia casa; Gellert y él establecieron el


cuartel general en casa de Bathilda, en la habitación donde Grindelwald se
alojaba, y donde Albus se lo pasaba en grande conspirando contra el poder y
olvidándose de su madre, fallecida sólo seis días antes.

<<Siempre estaban en mi casa -recuerda Batty-, pero muchas veces yo ni


siquiera me enteraba. No eran chicos escandalosos, y a menudo, cuando ya caía
la noche, Albus bajaba las escaleras y se despedía con un <<¡Adiós, señora
Bagshot!>>, cuando yo ni siquiera sabía que había estado todo el día arriba con
mi sobrino.>>

Jamás se ha encontrado ningún otro interés en la amistad entre ambos que


el de formar un complot contra el Ministerio de Magia, por lo que está muy claro
que ambos sabían que era una relación bastante frágil. Sólo dependía de sus
intereses; en el menor choque de intenciones cada uno se iría por su lado. Pero
hasta que eso ocurriera pasarían dos meses.

Y, mientras, Aberforth se encargaba él solo de guardar el gran secreto de


la familia: Ariana, por orden de su madre y sin duda también por orden de Albus,
a quien la fama del colegio se le había subido a la cabeza y se le antojaba
impropio que alguien como él se dedicase a tareas tan vulgares.
<<Si antes Kendra apenas salía de casa, a partir de entonces fue a
Aberforth a quien le tocó quedarse dentro -afirma Enid Smeek-. En todo el verano
sólo salió cinco o seis veces, y todas eran para pasar un rato con las cabras y
lanzar los excrementos a todo lo que se movía. En cierto sentido, la gente lo
comprendía; había sufrido mucho y necesitaba desahogarse, pero un día uno de
sus lanzamientos impactó en mi cara. No fue muy agradable.>>

Aberforth se vio obligado a madurar de una forma muy brusca, un cambio


que afectó profundamente a la poca cordura que le quedaba al menor de los
varones. Si bien antes se limitaba a hablar con las cabras, a partir de entonces
llegaba a extremos más preocupantes: salía a leerles cuentos, las vestía como
personas y se reía cuando ellas balaban, como si hubiesen contado un chiste
muy gracioso. Enid Smeek afirma que en una ocasión incluso lo vio intentando
jugar al ajedrez mágico con una cabra a la que llamaba Señora Marrana, el
pobrecillo.

No sabemos cómo iba evolucionando Ariana a lo largo de los meses. Quizá


se acostumbró a su prisión, quizá la mantuvieron dormida con una poción de
sueño, o quizá no le dieron de comer para mantenerla débil, pero, fuera como
fuese, sólo era Aberforth el que se preocupaba por su situación.

<<Albus no sólo pasaba el día en mi casa; también solía quedarse a dormir


con Gellert -añade Bathilda-. Un día cualquiera llamaba a la puerta y no salía de
la habitación de mi sobrino hasta el día siguiente. No creo que saliera por la
noches y volviera a entrar de día por la ventana, ¿no?>>

Por supuesto, debemos preguntarnos qué hacían encerrados tantas horas


seguidas sin salir ni para comer -también se llevaban la comida arriba-. A raíz de
estos descubrimientos, cualquiera pensaría que sus planes para gobernar el
mundo eran infalibles. Horas y horas, días y días, noches y noches, siempre
maquinando cómo subyugar a los muggles y exaltar a la raza mágica. Gracias al
cielo que no lograron ponerlos en práctica. Con todo, parece que no era
suficiente el tiempo que compartían, pues en las escasas ocasiones en las que
Albus y Gellert no estaban juntos, las lechuzas volaban con cartas de una casa
a otra, aunque sólo se conserva el contenido de una de ellas (expuesta en el
capítulo anterior).

Así se vivía la <<amistad con fecha de caducidad>> entre ambos


ambiciosos magos desde dentro, pero, ¿cómo se veía desde fuera?

<<Cada vez que pasaba por delante de la casa de los Dumbledore veía a
Aberforth deambular de una ventana a otra -relata el señor Smeek-. Siempre
estaba solo en casa, exceptuando a su hermana, que estaba encerrada en el
sótano (aunque entonces nadie sabía eso). Cada vez que Albus salía, él miraba
cómo se alejaba con el ceño fruncido. Todos temíamos que algún día se le fuera
la cabeza e hiciera algo de lo que se pudiera arrepentir.>>

Y, en efecto, lo hizo. Después de que pasara un mes y medio desde que


Grindelwald y Dumbledore entablaran amistad, el hermano de éste último se
presentó en casa de Bathilda para pedir explicaciones. La única que lo puede
atestiguar lo cuenta así:

<<Estaba muy alterado -dice Bathilda-; no paraba de gritar que quería ver
a Gellert para decirle unas cuantas cosas a la cara. Cuando mi sobrino bajó junto
a Albus (se había quedado a dormir aquella noche), me fui para no parecer una
entrometida, pero me escondí detrás de la puerta para escuchar. En fin, nadie
es un santo; seguro que todos en mi lugar habrían hecho lo mismo. Aberforth le
gritaba a Albus que estaba cegado y que su corazón se había sobrepuesto a su
mente (la verdad, no lo entendí del todo). Albus intentaba tranquilizarlo, pero era
en vano. Aberforth le acusaba de dejarles de lado a él y a su hermana, pero
entonces Gellert le cerró la puerta en las narices y volvieron a la habitación. Yo
regresé a la entrada y le dije a Aberforth que lo que tuviera que arreglar con su
hermano lo podría hacer cualquier otro día, pues ya era muy tarde e iba a
despertar a todo el pueblo.>>

De ese modo comenzaron a aparecer tensiones entre la pareja de


conspiradores y Aberforth, lo que iba a desembocar en el trágico suceso
acaecido el veintiocho de agosto de 1899, un día que comenzó con el sol en lo
alto de un cielo azul y que terminó con el cadáver de Ariana en un ataúd.

Al igual que en el caso de Kendra, nunca se supo la causa -¿cómo se iba


a saber, si ni siquiera se sabía que Ariana existía?-, aunque podemos intuir la
verdadera historia observando las diferentes reacciones que mostraron los que
conocían a la niña.

Ya se ha desvelado que fue un puñetazo de Aberforth lo que le rompió la


nariz a su hermano. Bathilda atribuye ese gesto al dolor y la sensación de
impotencia, pero sabía mucho menos de lo que le habían hecho creer.

La única explicación razonable para la muerte de Ariana es el asesinato.


¿De qué otra causa iba a morir una niña de catorce años? Aunque la
mantuvieran encerrada, no estaba enferma, simplemente no tenía poderes
mágicos. Pero, ¿quién pudo asesinarla? ¿Quién vería su muerte como algo
ventajoso, como algo que por fin cortaría sus ataduras con Godric's Hollow, como
algo gracias a lo cual podría huir para siempre con alguien que compartiera sus
intereses?

En efecto, mis queridos lectores; si han seguido mis razonamientos


coincidirán tanto como yo en que Dumbledore encaja en el perfil a la perfección.
Estaba tan alejado de todo por culpa de Ariana, tan atado a su casa por culpa de
tener que cuidar de sus hermanos, y era tan improbable que en esas condiciones
pudiera organizar un golpe contra el Ministerio, que decidió tomarse la justicia
por su cuenta. Aberforth volvería a Hogwarts en septiembre y él podría
marcharse con Grindelwald para matar muggles. Concebía a Ariana como un
obstáculo y se deshizo de ella.

Pero no contaba con la reacción de Grindelwald, quien se marchó el mismo


día del asesinato de Ariana, antes del funeral, sin duda asustado por la brutalidad
de su amigo, y quizá incluso temiendo por su propia vida. Todos conocemos las
horribles hazañas de Grindelwald a partir de entonces, pero, ¿habría sido capaz
de asesinar a su propia familia, siguiendo el ejemplo de Dumbledore? De
cualquier forma, a pesar de cortar la relación, sí que debió sentir algo de
nostalgia, pues el lema de Grindelwald siempre fue <<por el bien de todos>>.
Capítulo 11
Las tribulaciones de Kendra Dumbledore

Mientras Dumbledore residía en Hogwarts, lejos de las preocupaciones de su


familia, Kendra se hacía cargo de la única compañía que tenía: Ariana, y a la
cual debía mantener prisionera para que nadie supiera que era una squib.
¿Cómo llevó a cabo la ardua tarea de mantener el gran secreto de la familia?

<<Cuando Albus y Aberforth se iban al colegio, parecía que la casa estaba


vacía -dice Enid Smeek-: no salía ni entraba nadie, no se oía ningún ruido, e
incluso no había luz en las ventanas.>>

Kendra Dumbledore nació el veinticinco de marzo de 1851 en Londres.


Debió mostrar diversos signos de poseer dotes mágicas que seguro asustaron a
sus padres muggles. Cuando tenía once años, recibió la carta que la admitía en
el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Kendra siempre fue una mujer que se avergonzaba de sus propios


orígenes. Ningún habitante de Mould-on-the-Wold sabía que Kendra era hija de
muggles, porque ella fue muy celosa guardando ese secreto. Lo más seguro es
que fuera en la etapa escolar cuando comenzó a sentir vergüenza. Si en la
década de 1890, cuando Dumbledore fue al colegio, todavía existía una gran
cantidad de alumnos prejuiciosos con los muggles y sus hijos, la cifra debía de
ser el triple treinta años antes. Así, Kendra decidió mantener la condición de sus
padres en secreto a partir de un curso determinado y en adelante.

En el colegio no fue tan brillante como su hijo mayor, pero logró aprobar
todas las asignaturas y salió de Hogwarts decidida a encontrar empleo en el
Ministerio de Magia. Sin embargo, se topó con el amor cara a cara.

Percival Dumbledore era un año mayor que ella, y aunque no habían


hablado mucho en el colegio, se enamoraron y decidieron casarse cuanto antes.
Probablemente Percival fue la única persona -exceptuando a sus hijos-que sabía
que Kendra era hija de muggles, aunque no desde el primer momento, pues -
como apuntan las evidencias encontradas- la mujer decidió esperar a formar una
familia para así atar a ella a su marido con sus encantos y proteger su vida del
torturador de muggles. Después de una década intentando tener hijos, nacieron
Albus, Aberforth y Ariana. A pesar de su origen, se unió de buena gana a los
ritos oscuros antimuggles que su marido realizaba, pues aunque sus padres
fueran muggles, ella llegó a odiar tanto a los no-mágicos como su marido, por
todo el rechazo que había sufrido a causa de su sangre en su infancia. Pero de
eso ya hemos hablado.
Cuando Percival fue condenado a cumplir cadena perpetua en Azkaban, a
Kendra debían de estar acumulándosele bastantes problemas a la vez: el
Ministerio de Magia había descubierto que su marido era el culpable de torturar
a esos chicos muggles, todos los vecinos de Mould-on-the-Wold se acercaban a
su casa para echar un vistazo a cualquier cosa que pudiera incriminar más a la
familia, y Ariana, con seis años y medio, no daba la menor señal de poseer algún
talento mágico.

Cuando huyó de Mould-on-the-Wold con sus hijos a cuestas en mayo,


debió visitar a otros miembros del clan de magos oscuros para buscar refugio.
Llegados a este punto quizá haga falta aclarar un par de cosas. Aunque los
magos tenebrosos que no optaban al poder realizaban sus prácticas por
separado y actuaban en privado o con los miembros más cercanos de su familia,
solían pertenecer a un clan mayor, lo que les permitía difundir sus conocimientos
sobre magia negra y descubrir nuevos ritos para conseguir bienes inimaginables
-tanto materiales como no materiales.

<<Durante toda la Historia de la Magia se hace evidente la tendencia de los


magos tenebrosos a formar su propio grupo de aprendices -nos revela Amycus
Carrow, siempre dispuesto a ayudar-. Estos aprendices bien pueden ser siervos
o simples compañeros. Aunque los brujos oscuros más famosos siempre han
resultado ser los líderes de su grupo (es el caso de Grindelwald o el Señor
Tenebroso), no siempre era así. Durante distintas épocas (sobre todo en la Edad
Media), los magos enamorados de las artes oscuras formaban un grupo reducido
de unas pocas familias con el único propósito de poner sus conocimientos en
común.>>

Este último caso es el que más se adapta a las condiciones de los


Dumbledore, quienes no se relacionaban mucho con el exterior. De haber
servido a un mago oscuro, deberían haberlo seguido allá adondequiera que
fuera; por el contrario, un grupo donde todos los miembros fueran iguales no les
obligaría a relacionarse demasiado, sólo cuando necesitaran renovar sus
métodos de tortura. Pero claro, situaciones desesperadas requieren medidas
desesperadas, y todo apunta a que una vez que Kendra decidió abandonar su
hogar para evitar el escándalo de su marido buscó ayuda en las otras familias
del aquelarre, rompiendo ese aislamiento que tanto les caracterizaba. Lo que es
absolutamente seguro es que no pidió ayuda a Honoria, la hermana de Percival.

Bruce Doogard es el portero de un edificio especialmente habilitado para


las familias de magos de Londres, y cuando le entrevisté para este libro hizo gala
de una memoria envidiable para cualquier otra persona que esté a punto de
cumplir ciento cuarenta años.

<<Nunca vi ni a Percival ni a Kendra entrar por esa puerta. Honoria era la


que siempre se acercaba al pueblo cuando quería visitarles. Más adelante, los
sobrinos sí que se quedaron aquí una temporada, pero los padres ya habían
muerto.>>

Una de las razones por las que Kendra no quería ver a Honoria podría ser
el temor de que ella diera a conocer el gran secreto entre las vecinas cotillas. Ya
por aquel entonces la orgullosa mujer debía imaginarse la dura realidad: había
alumbrado a una squib, no podía haber otra explicación para la tardanza de la
manifestación de los poderes de Ariana, y con seguridad Honoria lo gritaría por
las calles como había hecho con el nacimiento de Aberforth.

Pero, conociendo el orgullo de Kendra y el mortal golpe que la condición de


su hija supondría para él, seguro que antes de admitirlo intentó remediarlo.
Cuando perteneces a un clan de magia negra seguro que piensas que todo tiene
solución, y después de ver la utilidad de la magia oscura medieval que muchos
magos ya olvidaron, sin duda pensó que entre esas prácticas prohibidas había
alguna para otorgar el don de la magia -no debió estar muy atenta en clase el
día en que se habló de los estudios del Departamento de Misterios de 1672 que
demostraron que los magos y las brujas nacen, no se hacen.

Una vez sus esperanzas se rompieron en mil pedazos, se resignó a


mantener la existencia de Ariana en secreto, en la nueva vida que empezó en
Godric's Hollow.

Kendra se quedó sola después de que el segundo de sus hijos entrara en


Hogwarts -pero para ella no fue un acontecimiento triste, pues estaba deseando
quitárselo de encima-. Con Albus y Aberforth en el colegio, con su marido
encerrado en Azkaban por maltratar muggles y completamente aislada del resto
de Godric's Hollow, sólo tenía a su lado a Ariana. Pero en unos años todo eso
iba a cambiar, gracias a Bathilda Bagshot.

Sin embargo, antes de ello, otra desgracia golpeó a la disgregada familia


Dumbledore, aunque el protagonista fue el mismo que el de la vez anterior: el
ocho de enero de 1896 le llegó a Kendra una carta del Ministerio de Magia
informándole de la muerte de Percival.

<<Cuando el Wizengamot se enteró de lo que había pasado creímos


conveniente avisar a Kendra cuanto antes -me confía Tiberius Ogden, que ya
por entonces era miembro del Tribunal Supremo-. Ya sé que puede parecer
horrible e injusto que se ejecute a un hombre que no estaba condenado a ello,
pero los dementores no son compasivos y se guían por sus impulsos en diversas
ocasiones. No era la primera ni la última vez que alguien no pudo soportar la
presencia de esas criaturas; y, de todas formas, cumplía cadena perpetua, por
lo que estaba claro que su muerte tendría lugar en Azkaban, tarde o temprano.>>

Percival Dumbledore murió con cuarenta y cinco años. El maltratador no


había podido resistirse a la desesperación, y todos los recuerdos infelices -
apuesto a que serían pensamientos como la gran cantidad muggles que pasaron
por delante de él y no pudo matar- atrajeron a los dementores más de lo normal
y le dieron el Beso, a pesar de no ser un condenado a muerte -aun así fue una
pérdida bastante tranquilizadora.

Bathilda Bagshot recuerda que cuando llegó la carta Albus y Aberforth ya


habían partido a Hogwarts para el segundo trimestre. Aunque Kendra intentó
mantenerlo en secreto -como todo lo que hace; debe ser un trastorno obsesivo
compulsivo-, la prensa se hizo eco de la gratuita ejecución del delincuente por
parte de los guardianes de Azkaban, por lo que pronto se enteró todo el pueblo
y todo el país.

Cuando Dumbledore iba a pasar a quinto curso y Aberforth a segundo, fue


el momento en el que Ariana debería haber ido a Hogwarts por primera vez si
hubiera sido capaz de hacer magia. Kendra había enseñado muy bien a sus hijos
cómo desviar preguntas indiscretas: <<Mi hermana está demasiado débil para ir
al colegio>>. Así evitaban que su tía Honoria, Bathilda Bagshot más adelante y
algunas personas -muy pocas- que habían oído rumores procedentes de Mould-
on-the-Wold supieran más de lo que debían.

Pero pronto Kendra sintió la necesidad de acercarse a la comunidad


mágica y salir de su agobiante vida de carcelera, que a la vez suponía una prisión
para ella misma, y romper el tan largo período de marginación que había sufrido.

Después de que Bathilda Bagshot enviara la carta a Dumbledore elogiando


su talento en Transformaciones -en su sexto curso-, éste informó de todo a su
madre, y Kendra decidió que Bathilda sería a partir de entonces una persona de
confianza.

Ya fuera porque se sentía sola, porque añoraba una compañía humana en


vez de la de las cabras -seguramente le tenía tanto asco a su propia hija que
apenas le dirigía la palabra-, o porque estaba segura de que Batty ya sabía
demasiado y sería inútil ocultarle nada -había visto a la niña en uno de sus
paseos nocturnos por el jardín-, acogió a la famosa historiadora a su lado, e
incluso llegó a confiarle -en parte- su secreto mejor guardado, para saciar las
preguntas que Bathilda tan indiscretamente le lanzaba. Pero antes de ganarse
la confianza, siempre hay dudas, unas dudas que casi impidieron a Batty conocer
la verdad. Pero de todo eso hablaré en el próximo capítulo.
Capítulo 12
La única amiga

Bathilda Bagshot, la única amiga que Kendra Dumbledore tuvo en toda su vida,
tiene muy buenos recuerdos sobre ella a pesar de lo tensa que se volvía a
veces su relación, y no tuvo el menor reparo en compartirlos conmigo -estoy
segura de que incluso sin Veritaserum, esto es lo que me habría contado:

<<La primera vez que hablamos, ella había venido a mi casa para
enseñarme la carta que Dumbledore le había enviado, en la que le informaba
de que yo le había conseguido un lugar en las obras de Emeric Switch -dice
Bathilda-. Me dio las gracias de corazón, porque lo que ella quería era que su
hijo tuviera un futuro prometedor y llegara lejos. A partir de entonces, de vez en
cuando quedábamos para tomar el té bien en mi casa o bien en la suya. Con el
tiempo, esas reuniones se hicieron más frecuentes.>>

Kendra Dumbledore se aferró a ese contacto con el mundo exterior como


a un clavo ardiendo, desesperada en su retiro donde sus únicas ocupaciones
eran hacer de guardiana y ordeñar cabras. Por supuesto, sólo era cuestión de
tiempo que Bathilda preguntara por la niña misteriosa que había visto aquella
noche, en el invierno después de la llegada de los Dumbledore a Godric's
Hollow, pero por la reacción de Kendra hubiera sido mejor mantener la boca
cerrada.

<<Se puso muy seria y muy tiesa -me desvela Bathilda-, y no habló
durante unos segundos. Después se levantó y me invitó a salir de la casa a la
mayor brevedad posible. ¡Oh, no, pero no lo dijo gritando ni nada por el estilo,
Rita! Lo hizo con una educación admirable, aunque sí es verdad que podía ver
la furia contenida en sus ojos. Pero no importaba; yo comprendía que no
quisiera hablar de ello. Mi pregunta había sido muy descarada.>>

Aunque Bathilda era la única amiga que tenía en el mundo, Kendra


determinó que aún era pronto para confiar en ella plenamente. Quizá la
costumbre de tratar cualquier mero dato como un terrible secreto agravó todo el
asunto, montando un espectacular drama que ya quisiera Herbert Beery para
sus obras al no poder explicar que Bathilda hubiese descubierto algo
semejante. Aunque sospechaba que alguien había observado a Ariana en
aquel último paseo nocturno -recordemos que por algo dejó de pasear a la
niña-, debió pensar que aquello había ocurrido seis años atrás. Con el tiempo
se olvida todo, pero, ¿de veras creía que Bathilda no investigaría algo tan
insólito como una hija secreta?
<<Después de eso no nos volvimos a ver en mucho tiempo. Ella volvió a
aislarse, y cuando los niños vinieron por las vacaciones de Semana Santa
tampoco salieron un solo día a la calle.>>

Según Kendra, si el tiempo no había borrado las huellas de la última


salida de Ariana al exterior, la solución era dejar pasar más tiempo. Un año
transcurrió hasta que las antiguas amigas se dirigieron de nuevo la palabra.
Según Bathilda, fue otra carta de Dumbledore -era tan entrometido que llegaba
a ser insufrible- la que disuadió de nuevo a Kendra de su enfado para que
decidiera confiar en la historiadora de la magia una vez más. Pero una amistad
construida sobre mentiras duraría tan poco como la última vez, así que Kendra
se permitió un desliz y decidió contarle a Bathilda la verdad… en parte.

<<Me dijo que la niña misteriosa era su hija, la menor de los tres, y que se
llamaba Ariana, pero que estaba muy enferma y que por eso no le podía dejar
salir de casa. Estaba demasiado débil para ir al colegio, y la mantenía dentro
del sótano porque cualquiera que se acercase podría resultar herido. Yo me lo
creí, por supuesto; no vi ningún motivo para pensar lo contrario.>>

En vez de decirle que su hija era una squib, asustó a su vecina con una
historia sobre una enfermedad contagiosa y peligrosa, incluso mortal. Con esa
excusa, Kendra evitó que la curiosidad de Bathilda llegara a más. La
historiadora no podría ver nunca a la niña si quería conservar su salud intacta.
Y, por si las moscas, para evitar la tentación, la grandísima mayoría de las
meriendas entre las dos amigas fueron en casa de Bathilda. Sin embargo,
parece que sí lograron construir una relación afectiva entre ellas, siempre que
Batty no hiciera demasiadas preguntas.

<<Evitábamos los temas peliagudos como la condena de su marido o el


encierro de su hija -confiesa Bathilda-. De hecho, casi lo único de lo que
hablábamos era de los estudios de Albus. Kendra estaba muy orgullosa de
él.>>

Seguramente así era, pues si Dumbledore consumaba sus planes de


dominación, no importaría que ella tuviera una squib por hija; todos tendrían
tanto miedo de echárselo en cara -por ser madre de quien sería- que no haría
falta esconderla.

Pero no pudo cumplir sus deseos, pues murió antes de que Albus lograse
encontrar a la persona perfecta para ayudarle con sus maquiavélicos planes. A
pesar de ello, Kendra Dumbledore debió morir relativamente feliz, ya que había
conseguido mantener todos sus secretos a salvo, sólo confiándoselos a su
amiga Bathilda.

Pero más hubiera valido que no se hubiera fiado de nadie, pues Bathilda
no pudo mantener la boca cerrada por demasiado tiempo. La existencia de una
hija secreta era un secreto muy jugoso para llevárselo a la tumba, y debía
pensar que contárselo a unas pocas personas no iba a hacer daño a nadie.
Aunque me vi obligada a usar Veritaserum, creo que todos mis lectores lo
comprenderán una vez lean el libro y aprecien el trabajo de desvelar a todo el
mundo mágico las mentiras de la vida de Albus Dumbledore. Bathilda confiesa
la verdad así:

<<Unos días antes de la muerte de Ariana acepté una invitación a la casa


de Ethel Prewett, mi vecina, y como todos los que vivían en Godric's Hollow,
también ella sentía curiosidad por el encierro de los Dumbledore. Lo había
previsto todo y había acostado a las niñas temprano para acribillarme a
preguntas. Ya me habían interrogado varios vecinos una vez me hice amiga de
Kendra, pero nunca había dicho nada. No sé por qué se lo conté todo a Ethel;
debió haberme echado hidromiel a traición en mi taza de té, o quizá hubiera
conseguido Veritaserum de alguna forma, porque yo jamás habría traicionado a
Kendra de ese modo. Aunque quizá sí que me entusiasmé un poco al ser una
de las pocas personas que sabían de la existencia de Ariana.>>

La buena de Batty no dudó en ir con el chisme puerta por puerta, pero no


pudo atribuirse el mérito por mucho tiempo, pues apenas nueve días después
de que Ethel Prewett se enterase de todo, Ariana murió y ya lo supo todo el
pueblo.

Pero no adelantemos los acontecimientos, porque ahora, en exclusiva, se


me presenta la oportunidad de desvelar el misterio que envuelve la muerte de
Kendra Dumbledore. ¿Fue un hechizo fallido lo que acabó con su vida? ¿Murió
accidental o intencionadamente? Desde luego, el Ministerio no abrió una
investigación para el caso, pues la excusa del <<hechizo fallido>> era bastante
aceptable.

Cuando Kendra murió, Albus se hospedaba en el Caldero Chorreante, por


lo que no pudo ser él, por muy sospechoso que ya nos parezca -ni
tampoco Alientofétido Doge, aunque no se me ocurre por qué iba a hacer algo
semejante, teniendo en cuenta el valor del que habría que hacer gala y que él
carece-, y Aberforth volvía a casa del colegio ese mismo día -antiguamente, los
alumnos de séptimo terminaban el curso unos días antes para poder
prepararse para el Gran Viaje, aunque desde que ya éste no se realiza se les
ha acabado el chollo-, por lo que no le habría dado tiempo a enfadarse tanto
con su madre ni a trazar un plan de asesinato -debemos tener en cuenta que
antes de hacer cualquier cosa, Aberforth debe organizar bien sus ideas para no
acabar cometiendo una estupidez, como en la mayoría de los casos-. Teniendo
en cuenta que su marido había muerto en Azkaban y que no se relacionaba
con nadie del pueblo excepto con Bathilda Bagshot -en cuya inocencia creo
fervientemente, pues si no, habría confesado con el suero de la verdad-, sólo
nos queda una opción: Ariana, su propia hija.

La niña había crecido: ya tenía catorce años, y ya empezaba a entender


cosas. Quizá se preguntaba por qué estaba encerrada si lo único que había
hecho era no poder hacer magia, y aguardó una oportunidad para escapar de
aquel sótano donde su madre la mantenía encadenada en tan lamentables
condiciones.

Casi se puede visualizar el forcejeo: su madre abriendo la puerta,


liberándola de los grilletes para que se moviera un poco, confiando en que su
hija se comportaría con la actitud sumisa de siempre, Ariana saltándole encima
y escapándose del sótano. El final, Kendra muerta y Ariana libre…
aparentemente. El hecho de que la niña no lograse escapar sólo se puede
explicar de dos maneras: o Aberforth había llegado a casa justo a tiempo para
impedírselo, o Kendra, muy precavida, había cerrado con llave la puerta del
sótano tras entrar ella.

Aunque las evidencias nos indican que Ariana mató a Kendra, no nos dan
información sobre el método. Quizá la tirara por las escaleras, o quizá Ariana
no supo controlar su fuerza… o volcó su furia entera contra su madre -no diré
nada más como muestra de respeto a mi querida amiga Maggie Bloxam, cuyos
sueños quiero proteger-. Por supuesto, Albus y Aberforth debían desviar las
sospechas, pues nadie podía conocer la existencia de Ariana. Pero ése era un
secreto que iba a ser desvelado pronto, ya que dos meses después de la
muerte de Kendra, le tocó el turno a su hija.

No es agradable ni deseable imaginarse las terribles torturas que habría


sufrido la pequeña por parte del mayor de sus hermanos para vengar la muerte
de Kendra -Aberforth no tenía motivos para entristecerse, pues su madre lo
odiaba-. Sin embargo, se libró gracias a la casualidad, ya que Dumbledore
estuvo demasiado ocupado conspirando junto a Grindelwald durante los dos
meses que separaron la muerte de Kendra y la de Ariana.

Pero, llegado el momento, Dumbledore pasó de ignorarla a considerarla


un verdadero obstáculo para llegar a poner en práctica sus planes de
dominación. Aunque Aberforth la cuidara, tendría que regresar al colegio, y él
debería relevarle en la tarea de guardián. Y, aunque Aberforth se hiciera cargo
de ella en todo momento, no podía dejar a unos niños de quince y catorce años
abandonados a su suerte. Para solucionarlo, mató a Ariana y esperó a que
Aberforth regresase a Hogwarts. Pero no contó con que con un acto fratricida
de tal magnitud asustaría al propio Grindelwald, pese a haberse familiarizado
tanto con las artes oscuras en Durmstrang.

La niña, que murió con catorce años, fue enterrada en el cementerio de la


iglesia de Godric's Hollow en una tumba anexa a la de su madre -aún se puede
visitar, para los curiosos-. Fue un funeral bastante íntimo, al que sólo acudieron
sus dos hermanos, Bathilda Bagshot, Alientofétido Doge -que ya había
regresado del Gran Viaje y volvió a la sombra de Dumbledore como si nada
hubiese pasado- y unas pocas personas más del pueblo que querían curiosear
un poco. La mayoría de los habitantes de Godric's Hollow se quedaron en sus
casas sin saber siquiera de quién era el funeral. Gellert Grindelwald, que había
afianzado una aparentemente fuerte amistad con Albus, tampoco se quedó
para asistir al entierro de su hermana, y por si fuera poco, Aberforth le echó
todo en cara a Albus y le rompió la nariz de un puñetazo. Tuvieron que
separarle de Dumbledore para que no le siguiera golpeando, y por poco no le
acusó públicamente del asesinato de Ariana. Las rumores más suaves sólo
hablan del puñetazo, aunque opiniones más comprometidas ofrecen una
pormenorizada versión sobre cómo todos los integrantes del duelo arrastraban
al enloquecido hermano mediado mientras éste susurraba las primeras sílabas
de un <<Avada...>>.
Supongo que en cualquier caso, la sangre impera, y aunque Albus había
matado a su hermana por la carga y la vergüenza que suponía, Aberforth no
quería delatar a su propio hermano. Sin embargo, teniendo en cuenta que
Ariana era el único ser humano con el que Aberforth se relacionaba, quizá
tuviera en mente poder ajustar las cuentas con Albus personalmente en el
futuro. Y ya puedo afirmar que lo consiguió, aunque para saber más, deben
seguir leyendo, estimados lectores.
Capítulo 13
El nombre de Albus Dumbledore: de la
fama al olvido

Con su padre, su madre y su hermana muertos, su alma gemela huida y su


hermano en Hogwarts, Albus Dumbledore se quedó más solo que nunca.
Bathilda Bagshot recuerda ver la desolación en su cara las pocas veces que salía
de la casa.

<<Ni siquiera acudió a mí -dice Batty-. Supuse que después de las


numerosas pérdidas, a cual más trágica, querría hacerme compañía o quedarse
una temporada en mi casa para no estar rodeado de aquel escenario de
horrores. Pero nunca llamó a mi puerta, y yo tampoco a la suya, porque pensé
que quizá se debía al fuerte recuerdo de Gellert que mi casa suponía para él.>>

Bathilda está segura de que la tristeza de Dumbledore se debía al


abandono de todos sus seres queridos, pero hay que matizar que sólo tenía un
ser querido. Jamás se llevó bien con su hermano, no veía a su padre desde años
atrás, mató a su hermana y se olvidó de su madre en cuanto murió. La única
pérdida que lamentaba era la de su amigo confidente Gellert Grindelwald, tan
fugaz como inesperada.

<<Mi sobrino sólo me dijo que tenía que irse urgentemente -recuerda
Bathilda-. Sólo habían pasado unos minutos desde la muerte de Ariana, por lo
que era imposible que alguien supiera lo que había pasado, así que se fue con
un traslador. Nunca le pregunté el motivo de su apresurada marcha. Más tarde,
claro, me arrepentí de no haberle impedido irse, para que al menos hubiera
estado presente en el funeral de la hermana de su mejor amigo.>>

Grindelwald huyó despavorido justo después de la muerte de Ariana, lo que


nos sugiere dos motivos: o bien había visto cómo Albus mataba a su hermana,
o bien éste se lo había contado. Sin embargo, es más probable la primera opción,
pues para que Grindelwald reaccionara de esa manera debía haberlo visto todo
desde la primera fila, presenciando los escalofriantes métodos de tortura que
empleaba Dumbledore y que había aprendido de su padre. Así intentó Albus
sorprender a Gellert, y lo consiguió, aunque no favorablemente. No es fácil
pensar en un acontecimiento tan desagradable como para intimidar a uno de los
magos tenebrosos más famosos de todos los tiempos.

Cuando Aberforth regresó a Hogwarts para su quinto curso, Dumbledore


se vio abandonado. Ni siquiera Alientofétido Doge se dejó caer por allí -
seguramente se buscó a otro amo como objeto de adoración al caer Dumbledore
en el olvido del mundo mágico.
En noviembre de 1899, Dumbledore volvió a las filas del Wizengamot tras
concluir su falso período de luto, pero la distracción no le iba durar mucho.
Apenas unas semanas después del regreso de Albus al Tribunal, Farin Spavin
anunció su retirada del cargo de Jefe de Magos, limitándose tan sólo al de
ministro de Magia -en el que duraría sólo cuatro años más- por <<motivos
familiares>> -más tarde se revelaría que su mujer era una borracha y su hija se
había unido a la competencia con el fin de planear la rápida destitución de su
padre-; y su lugar en la presidencia del Wizengamot fue ocupado por Cadoc
Gallagher.

La relación entre Dumbledore y Gallagher siempre fue muy tensa. Cadoc,


anteriormente, se había opuesto radicalmente al ingreso de Albus en el
Wizengamot, pero los elogios de Armando Dippet consiguieron más seguidores
que las protestas del que era el miembro más antiguo del Tribunal -acusado de
inmovilista y retrógrado en varias ocasiones por muchos de sus compañeros.

Sin embargo, una vez hubo conseguido el cargo de Jefe de Magos -tras
mucho tiempo haciéndole la pelota a Spavin, todo sea dicho-, no dudó en
despedir a Dumbledore de su lugar en el Wizengamot en la primera ocasión. Y,
curiosamente, su propuesta de expulsión contó con mucho más apoyo que
cuando intentó evitar su ingreso. ¿Había decepcionado Dumbledore al Tribunal?
¿Se habían dado cuenta los miembros del Wizengamot del garrafal error que
habían cometido al aceptarlo entre ellos? ¿Consideraban que Albus no jugaba
bien su papel como representante de la juventud? ¿Ya no estaba Dippet para
mantenerlo en su pedestal?

No, Dippet estaba muy presente, pero para la mayoría de los miembros del
Wizengamot, Dumbledore era un incompetente. A pesar de toda la gloria
obtenida en el colegio, habían pasado cinco meses desde que hubo terminado
séptimo, y en ese tiempo ni había encontrado trabajo, ni había demostrado su
valía, ni había realizado el Gran Viaje, ni había adquirido ninguna práctica en
nada, ni había seguido desarrollando sus teorías sobre Transformaciones, ni
había protagonizado grandes duelos, ni había publicado ningún artículo en
ninguna revista, ni había realizado importantes descubrimientos en alquimia, ni
había seguido manteniendo contacto con Nicolás Flamel, ni con Adalbert
Waffling, ni con Griselda Marchbanks, ni con Emeric Switch, ni con Armando
Dippet. En definitiva, Dumbledore se limitó a rascarse la barriga mientras su
arrogancia se encargaba de esperar que algo bueno le cayera por gracia divina.
Su nombre cayó en el olvido.

A pesar de ello, Armando Dippet siguió defendiendo a Dumbledore como


un padre defiende a un hijo, ciego ante el estado de letargo en el que parecía
sumido nuestro <<genio>>, pero los hechos son los hechos, y si a Dumbledore
no le daba la gana de hacer nada, habría que darle una oportunidad a los otros
muchos jóvenes trabajadores que esperaban a entrar en el Wizengamot y a
ocupar el lugar de un vago empedernido que estaba allí por los caprichos de
Dippet. Además, la salud mental de Armando siguió degenerándose y no paraba
de farfullar incongruencias, por lo que sus razonamientos comenzaron a carecer
de valor -incluso los miembros del Tribunal que estaban a favor de Dumbledore
creían que Dippet no hacía más que empeorar la situación con sus estupideces.
Así fue como Dumbledore perdió el único contacto con el poder que aún le
quedaba -pues había paralizado todas las demás amistades-. Sin eso y sin
Grindelwald debió ver su sueño de liderazgo hecho trizas, y, enfadado, se
ensañó con lo único que todavía le quedaba: las cabras.

<<En el invierno de 1899 murieron todas las cabras que tenían -me detalla
Bathilda-. No fue un invierno especialmente frío, así que no murieron congeladas.
No sé si fue por alguna enfermedad o porque los pobres hermanos ya no tenían
qué comer y echaron mano de la poca carne que tenían cerca. Cuando murió
toda su familia, Albus y Aberforth estaban en la ruina, ya que el mayor no
encontraba trabajo y le echaban de las pocas organizaciones a las que aún
pertenecía. En cualquier caso, podría decirse que las cabras desaparecieron de
la noche a la mañana.>>

<<El día en cuestión pasaba yo por detrás de la casa de los Dumbledore -


añade Enid Smeek-, desde donde se ve el jardín trasero, y no había ninguna
cabra. Recuerdo que me extrañó mucho, pues el día anterior, al pasar por el
mismo sitio, las cabras se me echaban encima, casi saltándose la valla. Supongo
que después de tantos años recibiendo su estiércol por cortesía de Aberforth me
habían cogido cariño.>>

¿Estalló Dumbledore al fin? ¿Mostró su enfado públicamente, así?


¿Demostró de esa forma su frustración y su nostalgia por ver a su macabra
familia reunida una vez más? No, por supuesto que no.

La misteriosa desaparición de todas las cabras pone en entredicho, más si


cabe, la presunta ejemplar vida de Albus Dumbledore. Sabía que aquellos
inocentes animales eran lo que su hermano Aberforth más amaba en el mundo.
Teniendo en cuenta que todas desaparecieron en una noche, que no se las
volvió a ver nunca más y que no se escaparon -pues las habrían encontrado a la
mañana siguiente en los alrededores de Godric's Hollow-, sólo queda, una vez
más, la insistente opción del asesinato. Otra vez, nuestro <<genio de altos
valores morales>> se mancha las manos de sangre. Nos sorprende la cantidad
de barbaridades que Dumbledore ocultó tras su intelecto y su serena sonrisa.

¿Quería Albus castigar a su hermano? ¿Quería hacerle sufrir más?


¿Pretendía mandarle un mensaje, la vida a cambio de su silencio sobre el
asesinato de Ariana? ¿O aprovechó las cabras para unos cuantos ritos oscuros
con los que pasar el rato?

<<Los animales siempre se han utilizado en muchísimos ritos, tanto


oscuros como no oscuros, y con diversos fines -nos informa Amycus Carrow-. La
sangre de muchos animales se utiliza en pociones, y según la especie, la poción
puede proporcionarte unas virtudes u otras. Por ejemplo, la sangre de unicornio
te hace inmortal y la sangre de uro te hace más fuerte. No me sorprendería nada
que también la sangre de cabra tuviese alguna utilidad (personalmente, no lo sé,
pues me mantengo suficientemente alejado de la práctica de magia negra; sólo
estudio cómo combatirla), y si tuviera algún uso, seguro que Dumbledore lo
sabría. Para él no había secretos en cuanto a las artes oscuras.>>
De cualquier forma, tanto los beneficios desconocidos obtenidos con la
sangre de las cabras como la pequeña satisfacción a causa de la sutil amenaza
hacia su hermano duraron poco, y pronto huyó de Godric's Hollow, de aquel lugar
plagado de recuerdos y de ojos indiscretos que habían visto más de lo que
debían.

Dumbledore necesitaba volver a sentir la cercanía de su familia y la buscó


junto a su tía Honoria, en su apartamento en uno de los bloques de pisos
restringidos a los magos de Londres.

<<Se fue de repente -se lamenta Bathilda-, sin despedirse. No es que fuera
un adiós para siempre pues unos años más adelante cogimos mucha confianza,
pero me hubiera gustado al menos una despedida.>>

Durante las vacaciones, Aberforth tampoco se quedaba en Godric's Hollow,


sino que se dirigía directamente a casa de Honoria.

<<Fue una temporada muy feliz para Honoria -me aporta Bruce Doogard,
el portero-. Ella siempre había querido tener hijos, pero nunca encontraba al
hombre adecuado, y sus sobrinos eran lo más parecido que tenía a una familia.
Quiero decir, eran familia suya, por supuesto, pero apenas se veían una o dos
veces al año. Honoria no cabía en sí de gozo, aun después de enterarse de la
muerte de Kendra y Ariana. Ella sólo deseaba a alguien a quien querer. Fue un
detalle muy bonito por parte de Albus y Aberforth, teniendo en cuenta lo
desgraciada que era la vida de Honoria, y que lamentablemente iba a seguir
siendo en el futuro.>>

Quizá Honoria lo viera todo como un regalo de los cielos, pero para
Dumbledore su retiro en casa de su tía era el mismísimo infierno, aislado del
mundo y en ausencia de la única persona que había compartido su ideología y
se había comprometido a transformar los cimientos de la sociedad con él para
mayor exaltación de la raza mágica. Y la tortura fue larga, pues el aislamiento de
Dumbledore duró cinco años, cinco años de estancia en casa de Honoria, cinco
años de tensión entre él y su hermano, cinco años sin poder demostrar a ningún
mago su talento -es de suponer que después de todo ese castigo, aprendió la
lección y quiso ponerse las pilas, aunque nunca se sabe con el imprevisible de
Dumbledore.

¿Y cómo fue para Aberforth? Él siempre se quedaba en el interior del


apartamento, sin salir, amargado todo el día. ¿Qué iba a hacer sin sus cabras,
sin los únicos seres que lo comprendían, sin sus únicas amigas? En el caso de
personas con tan precaria estabilidad mental, negarle sus deseos puede causar
graves episodios de violencia, incluso el suicidio. ¿Cómo pudo sobrevivir cinco
años sin ellas? ¿Podría haber conseguido una cabra de alguna forma, para
atenuar su soledad?

<<No, no, no había espacio para cabras -niega el señor Doogard-. Estoy al
tanto de la relación entre Aberforth y esos animales, pero no había cabras en el
apartamento de Honoria.>>
Sin duda, poco a poco, gota a gota, la ira hacia su hermano fue
acumulándose en el interior de Aberforth. La indiferencia de Albus hacia su
familia, el asesinato de Ariana, el obligarle a regresar a Hogwarts, la masacre de
las cabras y las amenazas provocaron que Aberforth, siempre eclipsado por la
brillantez de su hermano, urdiera los más terribles planes imaginables para
ejecutar su venganza, pero claro, para culminarlos aún quedaban muchos,
muchísimos años. Y no me extraña nada lo que pasó al final de la historia.

Rita Skeeter[editar]

Rita Skeeter

Personaje de Harry Potter

Primera aparición Harry Potter y el cáliz de fuego

Interpretado por Miranda Richardson

Doblador Elena Ramírez


en Hispanoamérica

Escuela Hogwarts

Información

Alias Reina de las plumas93

Sexo Femenino

Color de pelo Rubio

Color de ojos Verde

Nacimiento 1951n. 43
Ocupación • Autora biográfica
• Corresponsal de cotilleos de El
Profeta94

Afiliaciones actuales • El Profeta


• Corazón de bruja
• El Quisquilloso

Características mágicas

Forma animaga Escarabajo (no registrada)n. 110

[editar datos en Wikidata]

"Tenía peinado el cabello con unos rizos muy elaborados y curiosamente rígidos, que ofrecían un
extraño contraste con su rostro de fuertes mandíbulas; llevaba unos anteojos adornados con piedras
preciosas, y los gruesos dedos —que agarraban una cartera de piel de cocodrilo— terminaban en
unas uñas de varios centímetros de longitud, pintadas de color carmesí."
Rowling, 2000, «La comprobación de las varitas mágicas»

"La atractiva rubia Rita Skeeter, de cuarenta y tres años, cuya despiadada pluma ha pinchado tantas
reputaciones infladas..."
—Pluma a vuelapluma, Rowling, 2000, «La comprobación de las varitas mágicas»

Rita Skeeter es una reportera del diario El Profeta y corresponsal de Corazón de bruja,
quien se especializa en la prensa amarillista, para la cual está equipada con dispositivos
mágicos tales como la pluma a vuelapluma.n. 43 Rita es una animaga no registrada, capaz
de transformarse en un escarabajo para espiar a víctimas desprevenidas para sus
historias.n. 47 Como una reportera que fabrica información para escribir una historia
atractiva, ella es un fastidio para Harry y sus amigos a lo largo de el cáliz de fuego, y un
breve aliado de mala gana en la Orden del Fénix.n. 111
Harry se encuentra por primera vez con Rita cuando ella entrevista a los cuatro
campeones del Torneo de los Tres Magos para un artículo en El Profeta, que resulta ser
una historia altamente falsificada sobre Harry mismo.n. 43 Durante las situaciones donde
Rita escucha información a escondidas, el libro hace referencias sutiles de su
presencia: Viktor Krum dice que Hermione tiene un escarabajo en el pelo,n. 38 y durante el
baile de Navidad, ella escucha a Hagrid contándole a Madame Maxime que él es
un semigigante, Harry habiendo notado un escarabajo en una estatua cercana.n. 28 Rita
publica un artículo que muestra a Hagrid como peligrosos, provocando que padres
escriban cartas asustados por la idea de tener un profesor "enorme y de aspecto feroz" le
enseñe a sus hijos. Cuando Rita se encuentra con Harry, Ron y Hermione en Hogsmeade,
Hermione la insulta.n. 112 Rita, como venganza, luego escribe una desagradable historia
sobre Hermione basada en falsos rumores proporcionados por Pansy Parkinson,
haciéndola quedar como una obvia pero talentosa bruja que usa pociones de amor para
satisfacer su "debilidad por los magos famosos", entre ellos Harry y Krum.n. 59 El último
artículo difamatorio de Rita dice que Harry es "trastornado y peligroso", y usa comentarios
de Draco y sus amigos como fuente.n. 40 Finalmente, Hermione descubre los medios por
los cuales Rita espía a los demás y la fuerza a "estar calladita un año entero",
amenazándola con reportarla a las autoridades como una animaga ilegal. Su último
artículo desprestigia a Harry y sirve como la base para que Cornelius Fudge se niegue a
creer la historia de Harry sobre el regreso de Voldemort. También es el comienzo de la
campaña difamatoria del Ministerio contra Harry y Dumbledore.n. 47
En la Orden del Fénix, Hermione chantajea a Rita amenazándola a revelar que es una
animaga y la fuerza a entrevistar Harry a Harry sobre el regreso de Voldemort. Ella luego
debe entregar su historia a El Quisquilloso.n. 111 Más tarde, Rita hace una breve aparición
en el misterio del príncipe, donde Harry se enfurece al notarla sosteniendo una libreta en el
funeral de Dumbledore.n. 105 Aunque Rita no aparece en las Reliquias de la Muerte, ella es
mencionada en numerosas ocasiones a lo largo de la novela, generalmente de forma
negativa en relación a su biografía no autorizada de Dumbledore titulada Vida y mentiras
de Albus Dumbledore. El libro describe al antiguo director de una forma extremadamente
negativa pero está mayormente basado en hechos verdaderos, para el terror de Harry. Se
implica que ella obtuvo parte de su información de modo ilegal o poco ético.n. 51n. 26 Cuando
se le preguntó en una conversación en la web si Rita seguía escribiendo artículos, Rowling
contestó: "Naturalmente, ¿que podría detener a Rita? Imagino que inmediatamente
garabateó una biografía de Harry después de derrotar a Voldemort. Un cuarto de verdad y
tres cuartos de basura." y "Snape: ¿Santo o Sinvergüenza?"3
Se ha especulado que la tensa relación entre Rowling y la prensa fue la inspiración de la
autora para desarrollar el personaje. Sin embargo, Rowling notó en el año 2000 que el
personaje en realidad precede su salto a la fama.95 Rita iba a estar en 'la piedra filosofal,
como Rowling reveló en una entrevista: "sabes cuando Harry entra al Caldero
Chorreante por primera vez y todos dicen «Bienvenido, señor Potter, bienvenido», yo
quería poner una periodista allí. No se llamaba Rita en ese entonces, pero era una mujer.
Y luego pensé, mientras miraba la trama general, pensé, allí no es realmente donde encaja
mejor, encaja mejor en el cuatro donde se supone que Harry debe aceptar su fama."96
Miranda Richardson interpretó a Rita en la adaptación cinematográfica de Harry Potter y el
cáliz de fuego así como en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: parte 1.97
Joe Utichi, de IGN, llamó a Rita su octavo personaje de Harry Potter favorito, diciendo que
era "terroríficamente familiar".98
Etimología

 Rita es un apócope de Margarita, nombre en latín del que deriva Margaret. Margarita
venía del griego μαργαριτης (μαργαριτης, en español, perla), probablemente una
adopción del sánscrito मञ्यरी (manyari).14
 Skeeter es un término inglés lunfardo para un mosquito. La
palabra paparazzi (en italiano, paparazzo) también se refiere a un
mosquito. Skeet también es un término coloquial en inglés manés para los chismes o
un acto de husmeo.99 Skeeter podría ser una alusión a cuán molestas tienden a ser las
mentiras de Rita, ya que la gente tiende a encontrar molestos a los mosquitos y trata
de ahuyentarlos.10

Rita Skeeter
Rita Skeeter
Información biográfica
Fecha de nacimiento

1951[1]

Estatus de sangre

Sangre pura o mestiza [2]

Firma

Descripción física
Color de pelo

Rubio

Color de ojos

Verdes

Caracaterísticas mágicas
Animago

Escarabajo (no registrado)

Boggart

Lord Voldemort
Afiliación
Lealtad

 El Profeta
 El Quisquilloso
[Fuente]

Rita Skeeter: "El Profeta saca todos los miércoles una columna zoológica, como
usted sabrá. Podríamos hablar de esos... eh... "escorbutos de cola positiva...""

Hagrid: "Escregutos de cola explosiva"

Rita Skeeter: "Sí, de esos..."

— Rita Skeeter y Hagrid acordando para hacer una entrevista.


«La atractiva y rubia Rita Skeeter de cuarenta y tres años, cuya despiadada pluma
se ha ocupado de pinchar las reputaciones demasiado infladas.»
—Rita describiéndose a sí misma.[fuente]

Rita Skeeter (nacida en 1951) fue una bruja que trabajó como reportera de El
Profeta. Albus Dumbledore describió su forma de escribir como "encantadoramente
grosera" después de que escribiera un artículo desagradable sobre él, mencionando que, a
su juicio, le había descrito como un imbécil obsoleto. Rita cubrió varias noticias de interés,
tales como los juicios de varios Mortífagos tras la Primera Guerra Mágica, el Torneo de los
Tres Magos y el testimonio de Harry Potter sobre el regreso de Lord Voldemort al poder
en 1995. También escribió algunas biografías sobre personajes de actualidad, entre los
cuales están Armando Dippet, Albus Dumbledore, Severus Snape y Harry Potter. La forma
de escribir de Rita era considerada como sensacionalista y, a veces, muy deshonesta. Su
habilidad de conseguir información se debía a sus capacidades de animago no registrado,
ya que tomaba la forma de un escarabajo.

Contenido
[mostrar]

Biografía
Primera Guerra Mágica
Una Joven Rita Skeeter en el juicio de Igor Karkarov.
Como un animago no registrado, ella tomaba la forma de un escarabajo y era capaz de
espiar y pasar desapercibida, podía obtener chismes para sus artículos, los que después
exageraba y explotaba para ganar la atención de las masas. Rita escribió principalmente
para El Profeta, aunque algunos de sus artículos también aparecieron en la Bruja
Semanal y El Quisquilloso. Skeeter trabajaba junto con Bozo, su fotógrafo. Skeeter era una
periodista en la época de la Primera Guerra Mágica cuando Lord Voldemort estaba en el
poder. En 1981, tras la caída de Voldemort en el fin de la guerra, Skeeter informó sobre los
juicios de varios Mortífagos, tales como Igor Karkarov. Estos juicios incluyeron los de
los Lestrange y Bartemius Crouch Jr. los cuales fueron acusados de torturar
a Alice y Frank Longbottom hasta la locura. También durante su carrera ella dio una cita
sobre las buenas críticas de Quidditch a Través de los Tiempos cuando escribió "He leído
cosas peores" como una revisión.
Torneo de los Tres Magos

Rita entrevistando a Harry Potter durante el Torneo de los Tres Magos.


Albus Dumbledore dejó que El Profeta entrevistara a los cuatro campeones del Torneo de
los Tres Magos. La encargada de hacerlo fue Rita, quien fue con sus
camarógrafo Bozo en 1994 a Hogwarts para hacer su trabajo. Rita escribió muchos
artículos groseros mientras cubrió el Torneo de los Tres Magos. Muchos estudiantes,
incluyendo Draco Malfoy y Pansy Parkinson, alimentaron su información, y
su Vuelapluma registró las palabras de una manera sensacionalista. Bajo el pretexto de
entrevistar a los cuatro campeones, ella confrontó a Harry Potter en un armario de
conserjería donde tomó sus "um"s y "aah" como sus notas inventadas. El artículo puso a
Harry como un héroe trágico el cual lloraba las noches por la falta de sus padres y que
tenía una relación romántica con Hermione Granger. El artículo fue tomado negativamente
por los compañeros de Harry, que asumieron que ella solo quería llamar la atención,
pero Molly Weasley aparentemente lo tomo muy en serio.

Rita entrevistó después a Rubeus Hagrid, haciéndole muchas preguntas


sobre Harry que Hagrid rechazó contestar. El artículo que después se publicó "El
Gigantesco Error de Dumbledore", describe a Hagrid como una persona muy feroz, que
usa su tamaño y autoridad para intimidar a los estudiantes. El artículo también revela que
Hagrid es un semigigante, cosa que en verdad lo molestó y lo expuso al ridículo y el
miedo. Utilizó los testimonios de Draco Malfoy y Pansy Parkinson para apoyar su artículo.

Estas actividades aumentaron la ira y el odio que Hermione le tenía. Después que
Hermione le criticó por su difamación, Rita se vengó escribiendo un artículo sobre ella "La
Pena Secreta de Harry Potter" colocándola como una "Femme Fatale" que juega con los
sentimientos de Harry Potter y Viktor Krum usando una Poción de Amor. Hermione se
encontraba sumamente disgustada con este artículo y además empezó a recibir correo
muy ofensivo de las personas que creían las mentiras de Skeeter, inclusive Molly
Weasley se encontraba molesta con ella hasta que Harry puso las cosas en claro.
«Rita Skeeter no escribirá nada durante algún tiempo. No a menos que quiera que
le descubran el pastel. (...) He averiguado cómo se las arregla para escuchar las
conversaciones privadas cuando tiene la entrada prohibida al colegio (...) Rita
Skeeter es ella misma un minúsculo micrófono negro... Rita Skeeter es un animago
no registrado. Puede convertirse... en un escarabajo.»

—Hermione Granger tras el chantaje a Rita Skeeter.[fuente]

Finalmente, Hermione descubrió que Skeeter era una animaga no registrado, que
adoptaba la forma de un escarabajo. Hermione la capturó mientras se hallaba en el alféizar
de una ventana de la enfermería de Hogwarts, recabando información para escribir un
nuevo artículo sobre Harry y sobre cómo éste afirmaba que Voldemort había regresado, y
luego la encerró en un frasco, le explicó que sabía que ella era una animaga no registrada,
diciéndole que estaba dispuesta a liberarla sólo bajo ciertas condiciones: en primer lugar,
tendría que permanecer encerrada con su forma de escarabajo hasta que Hermione
regresase a Londres el día del retorno en el Expreso de Hogwarts, le hizo un
encantamiento irrompibilizador al tarro de cristal donde la tenía encerrada para asegurarse
de que no pudiera escapar rompiendo el frasco al transformarse de nuevo en humana,
hasta llegar a Londres. Una vez que ambas llegaron allí, Hermione la chantajeó, si ella no
renunciaba a su empleo por el plazo de un año y dejaba de escribir artículos difamatorios
sobre otras personas, Hermione la delataría al ministerio y Skeeter sería enviada
a Azkaban.
Segunda Guerra Mágica
Rita Skeeter: "¿Pretendes que haga esto gratis?"

Hermione Granger: "Sí, sino como muy bien sabes, informaré a las autoridades
de que eres una animaga no registrada. Evidentemente, El Profeta pagaría mucho
dinero por una crónica sobre la vida en Azkaban escrita desde la propia prisión."

Rita Skeeter: "Supongo que no tengo alternativa."

— Trato entre Skeeter y Hermione sobre hacer una entrevista a Harry.[fuente]

Tras el regreso de Lord Voldemort y el descubrimiento de Hermione sobre el secreto de


Rita, esta quedó desempleada y quedó prácticamente en la ruina, sin poder cuidar su
apariencia física y teniendo que vender objetos de valor, como los diamantes en sus gafas.
En 1996, Hermione volvió a contactar con Skeeter para hacer un trato, por lo que pactaron
una reunión en Las Tres Escobas, Hogsmeade, y también invitó a Luna, hija
de Xenophilius Lovegood, dueño de la revista El Quisquilloso. A pesar de la antipatía que
Skeeter sentía por la revista, supuso que tratar con ellos era un modo de hacer negocios.
Hermione llevó a Harry al bar y le pidió a Rita que entrevistara a Harry sobre todo el
regreso de Lord Voldemort, además de una descripción física del Imnombrable y que diera
nombres de todos los Mortífagos que vio en el Cementerio Riddle. Skeeter pensó que
nadie leería algo de El Quisquilloso y lo consideraría cierto, pero Hermione se burló
afirmando que, teniendo en cuenta que El Profeta había dejado lagunas descomunales al
intentar explicar cómo habia sido posible la fuga en masa de Azkaban acaecida poco
tiempo atrás, y que debía haber mucha gente buscando otra explicación mejor de lo
ocurrido, la explicación que Harry pudiera ofrecer sobre el tema tenía muchas
posibilidades de conseguir adeptos, incluso a pesar de ser publicada en una publicación
con la reputación de El Quisquilloso. Sólo casi al final, Rita se enteró de que no se le
pagaría absolutamente nada a cambio de la realización de la entrevista, lo cual la hizo
enfadar, pero Hermione la obligó a aceptar hacerlo diciéndole que, si no lo hacía, cumpliría
su amenaza de delatarla al ministerio, añadiendo que de seguro El Profeta le pagaría una
fortuna por una crónica de como es ir a Azkaban por ser animago no registrado; sin otra
alternativa, Rita aceptó y entrevistó gratis a Harry.

Rita Skeeter en la contratapa de su libro Vida y Mentiras de Albus Dumbledore.


Más tarde, en 1997, Cuando sucedió la muerte de Albus Dumbledore en la Batalla de la
Torre de Astronomía, Skeeter decidió asistir a su funeral. A Harry no le gustó la presencia
de Rita, ya que asistió con un blog de notas y una expresión curiosa en el rostro. Ese
mismo año, Rita escribió un difamatorio y cruel libro sobre Dumbledore, titulado Vida y
Mentiras de Albus Dumbledore que fue considerado un best-seller internacional en la
comunidad mágica. Debido a que en ese tiempo el Ministerio Británico de Magia estaba
controlado por mortífagos, ya no era posible que Hermione siguiera chantajeando a
Skeeter. En ese tiempo, Rita recuperó su apariencia pulcra anterior al desempleo y dio
varias entrevistas de ella misma a El Profeta sobre cómo le dio de
beber veritaserum (poción de la verdad) a la historiadora Bathilda Bagshot y le sonsacó
información de la amistad de Dumbledore con Gellert Grindelwald. También concedió una
entrevista a El Profeta desmintiendo todas las afirmaciones que Elphias Doge hacía sobre
ella en un artículo previo publicado en el mismo periódico. Al finalizar la Segunda Guerra
Mágica y una vez muerto Lord Voldemort, ella se dedicó a escribir biografías.
En 2014 habló junto con Ginny Potter el la final del Mundial de Quidditch, durante el cual
se dedicó a cotillear sobre la familia Potter y miembros del E.D. Esto hizo que Ginny
atacase a su compañera al finalizar el partido.
Bibliografía
 Armando Dippet: ¿Maestro o Imbécil?: No se sabe cuándo lo publicó Skeeter, es
sobre Armando Dippet, el director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechiceria,
antes de Albus Dumbledore. Debido a la personalidad de su autora, es probable que
el libro estuviera lleno de información difamatoria y falsa.
 Vida y Mentiras de Albus Dumbledore: Lo escribió durante la Segunda Guerra
Mágica, era una biografía que Skeeter escribió con tal de arruinar la figura del
difunto Albus Dumbledore. En él relataba toda la vida de Dumbledore, su amistad
con Gellert Grindelwald y el posible asesinato de su hermana Ariana Dumbledore, a
quien se consideraba una squib.
 Snape: ¿Canalla o Santo?: Skeeter aparentemente escribió el libro a pesar de los
esfuerzos públicos de Harry Potter para traer a la luz el papel clave de Snape en la
oposición a Lord Voldemort. En consonancia con sus libros anteriores, es probable
que haya sido otro trabajo de hacha y, probablemente, se centró mucho más en
representarlo como un sinvergüenza en lugar de como alguien que merecía respeto
tomando en cuenta todo lo que, pese a sus defectos, hizo en vida para derrotar a
Voldemort.
Habilidades mágicas y destrezas
 Animago: Rita tenía el poder de transformarse en un escarabajo, cosa que muy
pocos magos lograban hacer, demostrando mucho poder mágico. Al hacerlo
cometió un acto ilegal, ya que no estaba registrada por el Ministerio de la Magia. Es
probable que la gente se enterara más tarde.
Apariencia Física

Rita poseía un cabello rubio, rizado, extrañamente rígido, presumiblemente bajo el uso de
la magia. Ella posee una gran quijada, cejas delineadas, tres dientes de oro y largas y
masculinas manos con las uñas pintadas de rojo. Usa gafas de diamantes de imitación y
lleva un bolso de piel de cocodrilo, dentro del cual guarda su pluma mágica color verde
ácido.

Aparentemente, el desempleo a Rita no le caía bien, como lo demostró durante el año en


que Hermione Granger la chantajeó de no escribir. Rita tenía sus uñas rotas, le faltaban
piedras a sus anteojos y tenía el cabello desarreglado.
Apariciones
 Harry Potter y el cáliz de fuego (Primera aparición)
 Harry Potter y el Cáliz de Fuego (película)
 Harry Potter y el Cáliz de Fuego (videojuego) (Aparece en una carta coleccionable)
 Harry Potter y la Orden del Fénix
 Harry Potter y el Misterio del Príncipe
 Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Mencionado/a)
 Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1 (Aparece en una fotografía)
 Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1 (videojuego) (Mencionado/a) (Escribe el
libro Vida y Mentiras de Albus Dumbledore)

 Lego Harry Potter: Años 1-4


 Lego Harry Potter: Años 5-7
Notas y referencias
1. ↑ Harry Potter y el cáliz de fuego - capítulo 18
2. ↑ Ella no fue detenida por la Comisión de Registro de Hijos de Muggles por lo que no es posible
que sea hija de muggles
Rita
Skeeter
"Encantadoramente
Horrible."
~ Albus Dumbledore,
describiendo los artículos
de Rita Skeeter

Reportera para el
diario El profeta (hasta
que renunció
inesperadamente en junio
de 1994), usa una Pluma a vuela Pluma.
Fotografo: Bozo
Animaga no registrada, se convierte en un pequeño escarabajo.

En un comienzo su nombre era Bridget (FLE).

..:: Datos biográficos ::..


-Principios de los 80 - Presente en el juicio de Ludo Bagman.
-Verano de 1994 - Escribió un articulo acerca de la Confederación
JK Rowling Internacional de Magos en el cual llama a Dumbledore un
llamó murciélago viejo.
originariamente -Otoño de 1994 - cubrió el principio del Torneo de los Tres magos,
Bridget a esta
concentrándose en Harry, avivando y creando problemas, hasta que
periodista
Dumbledore le dijo que no podía entrar a los terrenos de Hogwarts
más. Ella se apoyó en su disfraz de escarabajo para entrar de todas
maneras.
-Junio de 1995, atrapada por Hermione Granger, quien la chantajeó para que
dejara de escribir por un año.
-En Febrero 14 de 1996, Hermione llamó a Rita para que escribiese un
artículo para el Quisquilloso contando la versión de Harry acerca del regreso
de Voldemort. Ese ejemplar de el Quisiquilloso se vendió por completo y fue
reimpresa una segunda edición, después la historia fue vendida a El Diario el
Profeta.
Rita estuvo presente en el funeral de Dumbledore (PM30).

Escribió un libro en cuatro semanas titulado Vida y Mentiras de Albus


Dumbledore, una biografía que trata de desacreditar al antiguo director en sus
logros y vida; también escribió el best-seller Armando Dippet: Maestro o
Imbécil. Fue entrevistada en el Diario El Profeta por Barry Braithwaite; dice,
mintiendo, ser de las pocas personas que realmente conocen a Harry Potter. El
contenido de su libro se lo debe a Bathilda Bagshot, de quien extrae la
información con Veritaserum (RM). También ha escrito la biografía Snape:
¿Canalla o Santo? y otra sobre Harry Potter con tres cuartos de
mentiras (CB). En 2014 sigue en activo y publica El Ejército de Dumbledore:
el lado oscuro de la tropa (P). Asiste al Mundial de Quidditch de Argentina.

Rita Skeeter
Cabello: rubio, llevado en elaborados y curiosamente rígidos rizos; durante su
largo periodo de desempleo, ella se lo dejo lacio y desaliñado.
Rostro: mandíbula pronunciada (con tres dientes de oro), gruesas cejas, lentes
con joyas (falsas)
Edad: 43 (Noviembre de 1994)
Campo: periodista sensacionalista
Uñas: largas y pintadas de rojo
Manos: largas y hasta varoniles
Lleva: una bolso de piel de cocodrilo, y en el pergaminos una Pluma a Vuela
pluma.

J.K.Rowling en el papel de Rita Skeeter:


de la entrevista con Newsround en Agosto del 2000:

Pregunta: Hay un personajes en este libro, Rita; ¿es este una ilustración de
tu relación con la prensa?

J.K. Rowling: Bueno, te voy a contar la verdad pero creo que no va a ser lo
que muchos desean escuchar. Yo traté de poner a Rita en la Piedra Filosofal -
tu sabes cuando Harry entra en el Caldero Chorreante por primera vez y
todos dicen "¡Señor Potter esta de vuelta!", Yo quería poner un periodista
ahí. Ella no se llamaba Rita en ese entonces pero era una mujer. Y después yo
pensé, mientras revisaba la trama en general, que no era donde ella mejor
encajaba, ella encaja mejor en el libro cuatro cuando se suponía el fin de la
fama de Harry. Entonces quité a Rita del libro uno y la puse en el libro
cuatro. Y por primera vez, mi pluma metafóricamente insistió en escribir
sobre ella, porque yo pensé , que todos supondrían que esa era mi repuesta a
todo lo que me había pasado. Pero el hecho es, que Rita fue planeada hace
mucho. ¿Que si la disfrute un poco mas por lo que me había pasado? ---- si,
probablemente.
***

Pregunta: ¿Usted puede decirme más sobre Rita Skeeter?

J.K. Rowling: Me gusta Rita. ¿Sabes cuando Harry entra en el Caldero


Chorreante por primera vez en PF? Todo el mundo dice: 'Has vuelto!' y él se
da cuenta por primera vez de que es famoso. En un primer proyecto, Rita, una
periodista, estaba allí y corrió hacia él. Por alguna razón ella se llamaba
Bridget— olvide por qué. Sin embargo, ella lo entretuvo demasiado en el
Caldero Chorreante y tuve que moverlo porque no había sitio para ella allí.
Mientras escribía el primer libro, estaba planeando el resto, y se reservó
para el libro 4, cuando la fama de Harry se volvió una carga contra él.
Realmente empieza a pesar cuando se abre más al mundo mágico y sería el
lugar perfecto para que Rita entrara. Ella todavía se llamaba Bridget en ese
momento. No me di cuenta hasta el momento en que estaba escribiendo el
cuarto libro de que yo me habría encontrado a muchas Ritas y la gente
pensaría que estaba escribiendo sobre Rita como respuesta a lo que me había
pasado a mi, lo que no es verdad. Sin embargo, no voy a negar que
escribiendo a Rita era mucho más divertido habiéndome encontrado a las
personas que me había encontrado. Realmente me gusta mucho Rita. Ella es
aborrecible — moralmente ella es horrible—pero no puedo evitar admirar su
constancia. Ella esta muy determinada a hacer el trabajo y hay algo
realmente comprometido en eso. Vendrá más sobre Rita. Es muy agradable
escribir a ella y a Hermione porque ellos son personas muy diferentes. La
escena de Hermione, Rita y Luna juntas en la taberna era muy divertida de
escribir porque son tres mujeres muy diferentes con puntos de vista muy
diferentes. Tenemos la periodista muy cínica, Hermione que es muy lógica,
recta y buena y tienes a Luna que está completamente "loca" pero fantástica.
Me gusta realmente Luna. Hay que ver como estas tres personas totalmente
opuestas hacen un trato. Era divertido de escribir (FLE).

En defensa de: Rita


Skeeter
Debe haber algo bueno sobre ella…
Por Giovani -

22 Ene, 2018


De acuerdo, así que Rita Skeeter fue el peor ejemplo de periodismo


barato. Se aprovechó de un aterrorizado Harry de 14 años para llenar su
columna, dejó que sus opiniones prejuiciosas condenaran a personas
como el pobre Hagrid, y para colmo, ella escribió un libro de 900 páginas
donde cuenta todo sobre Albus Dumbledore después de su muerte. Ella
no era exactamente un tesoro nacional.

Pero si miramos muy, muy, muy, muy en el fondo, seguramente debe


haber exisitido algo bueno en ella. ¿Tal vez sus ambiciones periodísticas
la superaron? ¿Tal vez ella había estado bajo la maldición Imperius
durante décadas? En un intento de encontrar de alguna manera el bien
en una de las personas más irredimibles, aquí hay algunas cosas sobre
Rita que no fueron tan malas como otras.

Ella era realmente buena en su trabajo

Conoces a Rita Skeeter como la peor periodista sensacionalista:


taimada, sucia, sin moral. Pero esta es la cuestión: desde el punto de
vista de un editor, y desde el punto de vista de sus lectores, Rita
Skeeter fue excelente en su trabajo. Obtuvo las primicias, hizo las
preguntas correctas, hizo que los magos compraran periódicos. ¿Acaso
el fin justifica su espionaje a la gente como animago no registrado? No.
¿Pero crees que los magos disfrutarían menos sus chismes si supieran
de dónde viene? Debatible.
El escarabajo Animago fue bastante inteligente

Aunque la revelación de Rita como un animago no registrado era


siniestra y cobarde, fue, sin duda, bastante inteligente. Lograr el estado
Animago es una magia increíblemente difícil en el mejor de los casos, y
hacerlo en secreto aún más. Pregúntenle a James Potter y sus amigos.
Ser un escarabajo, un insecto que es pequeño, discreto y puede volar en
cualquier momento, también fue muy conveniente considerando las
ambiciones de Rita de ser periodista. Es una lástima que no usó sus
habilidades de “intervención” para mucho más que chismes.

Su escritura fue descrita como “encantadora”

Antes de encontrar su nuevo objetivo en Harry, Rita solía escribir


informes condenatorios sobre el Ministerio de Magia. Claro, ella todavía
estaba siendo condenatoria, pero estaba exigiendo cuentas al Ministerio,
lo que incluía revelar que Bertha Jorkins había desaparecido.
Probablemente fue todo por sus propios medios, como de costumbre,
pero destacar la corrupción del Ministerio, que gradualmente se volvió
peligrosa durante el apogeo del poder de Voldemort, fue al menos algo
útil: aunque la mayor parte era exageración, hipérbole y mentiras. Aún
así, ¿cuál es el equivalente mágico de un Premio Pulitzer?
Ella ayudó a Harry, aunque bajo el chantaje de Hermione

Aunque esto fue completamente para salvar su propio cuello, Rita


efectivamente entrevistó a Harry para que pudiera transmitir la verdad
sobre Lord Voldemort a las masas. Y para El Quisquilloso, ni más ni
menos (sin duda, debe haber aborrecido aún más la escritura para tal
publicación). Este sería un noble momento de redención, si ella no lo
hubiera hecho para que Hermione no revelara su situación de animago
no registrado. Pero al menos Rita no era tan malvada que se negó a
hacer lo correcto por las razones equivocadas. Sí, la alternativa era
Azkaban, pero aún así …

Ehmm, ¿ella tenía un sentido único de estilo?

Di lo que quieras sobre la personalidad de Rita Skeeter, ¡pero al menos


tenía un estilo maravilloso! Bolsos de cocodrilo, rizos con perlas de color
rubio peróxido, gafas con pedrería y dientes de oro: ¿qué es lo que no
debe amar? Al menos, a Rita le gustaba ser creativa con su aspecto y
pensar fuera de la caja de la moda. Sí, ella era una persona terrible,
pero se veía divertida mientras era tan terrible.
Y, eh, ¿su pluma era genial?
¡Escribía por sí misma!

Ella ¿no era un Mortífago?

Bueno, eso ya es algo.


Vida y Mentiras de Albus Dumbledore
Versión Rita Skeeter
El libro que echa por tierra la popular imagen del sabio sereno de barba
plateada y revela la problemática infancia, la descontrolada juventud, las
eternas enemistades y los vergonzosos secretos que Dumbledore se llevó
a la tumba.
Nota: algunas cosas están inventadas y otras sacadas del libro 7 de Harry Potter.
Advertencia: el que siga creyendo que Dumbledore era tan inmaculado como su barba se va a llevar un chasco.

Capítulos

1. Prólogo y Biografía de la Escritora


2. Capítulo 1 "Los comienzos"
3. Capítulo 2 "Hacia la Educación"
4. Capítulo 3 \"Por el bien de todos\"
Prólogo y Biografía de la Escritora

¿Por qué un hombre destinado a ser ministro de la Magia se contentó con dirigir un colegio?
¿Cuál era el verdadero propósito de la organización secreta conocida como Orden del Fénix? ¿Cómo
murió realmente Dumbledore? Éstas y muchas otras preguntas se investigan en la explosiva biografía del
libro.

Biografía de Rita Skeeter


Reportera para el diario El Profeta, usa una Pluma Vuelapluma.
Fotógrafo: Bozo
Cabello: rubio, llevado en elaborados y curiosamente rígidos rizos.
Rostro: mandíbula pronunciada (con tres dientes de oro), gruesas cejas, lentes con joyas (falsas)
Edad: 43 (Noviembre de 1994)
Campo: periodista sensacionalista
Uñas: largas y pintadas de rojo
Lleva: una bolso de piel de cocodrilo, y en el pergaminos una Pluma a Vuela pluma.
Apasionada por el periodismo, Rita Skeeter, la autora Británica de Armando Dippet: Maestro o
Imbécil, no acepta un no como respuesta y tiene la especial habilidad de sonsacar información. Armada
con una buena pluma vuelapluma no desaprovecha tiempo para escribir. Es considerada por muchos una
estrella de la verdad y un símbolo del periodismo. Es muy simpática a pesar de sus despiadadas notas y
siempre está dispuesta a escribir libros. Luchadora plenamente comprometida contra todo tipo de
violencia, escribe biografías llenas de su investigación periodística.

Capítulo 1 \"Los comienzos\"


Nacimiento: año 1881 (Hijo de Kendra Dubledore y Percival Dubledore)
Falleció: Junio de 1997
Nombre Completo: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore (Percival lo heredo de su
padre)
Hermanos: Aberforth y Ariana Dumbledore

Es muy difícil encontrar datos sobre cuando él tenía entre 3 y 9 años ya que muy poca
gente lo conocía antes del incidente de su padre. Parece que Kendra no soporto seguir
viviendo Moho-en-el-Páramo después del arresto de Percival en que y se mudaron al valle
de Godric. En el valle de Godric, igual que en Moho-en-el-Páramo, residían muchas
familias de magos, pero como no conocía a nadie allí, no sería objeto de la curiosidad que
despertaba el delito de su esposo, como le había ocurrido en su anterior residencia. Sin
embargo, rechazó repetidamente las muestras de simpatía de sus nuevos vecinos magos,
y de ese modo pronto aseguró que dejarían en paz a su familia.

<<-Me cerró la puerta en las narices cuando fui a darle la bienvenida llevándole pasteles
recién horneados, con forma de caldero, hechos por mi- recuerda Bathilda Bagshot- El
primer año que vivieron ahí solo vi a dos chicos, y no habría sabido que existía una niña si,
en una ocasión (el invierno después de su llegada), no hubiera estado yo recogiendo
plangentinas a la luz de la luna y la hubiera visto salir con Ariana al jardín trasero. Kendra
le hizo dar a la niña una vuelta por el jardín sujetándola con fuerza por el brazo, y luego se
la llevó adentro. No supe que pensar-.>>

Al parecer Kendra creyó oportuno que la mudanza al valle Godric era una oportunidad
perfecta para esconder a Ariana de una vez por todas, algo que probablemente llevara
años planeando. Era el momento más oportuno. La niña sólo tenía siete años cuando se
perdió de vista, y, según la mayoría de los expertos, a esa edad es cuando se habría
revelado su magia, si la hubiera tenido. Nadie que todavía viva recuerda que Ariana
mostrara jamás la más leve señal de poseer aptitudes mágicas, por tato, parece evidente
que Kendra decidió ocultar la existencia de su hija para no sufrir la vergüenza de reconocer
que había dado a luza una squib. Alejarse de los amigos y
los vecinos que conocían a Ariana facilitaría mucho su confinamiento, por supuesto. Y
podría confiar en que las pocas personas que a partir de entonces conocieran la existencia
de la niña guardarían el secreto, incluidos sus dos hermanos; ellos desviaban las
preguntas inoportunas con la respuesta que les había enseñado su madre: <<Mi hermana
está demasiado débil para ir al colegio>>.

El próximo capítulo ¿Cómo empezó Dumbledore sus estudios? ¿Quiénes eran sus
amigos?

Capítulo 3 \\\"Por el bien de todos\\\"

Acercándose a su décimo octavo cumpleaños, Dumbledore deja Hogwarts en el


resplandor de la gloria-... Alumno destacado, Prefecto, Ganador del Premio Barnabus
Finkley de Lanzamientos de Hechizos Excepcional, Joven Representante del Wizengamot,
Medalla de Oro, Ganador por su Gran Contribución a la Conferencia Internacional de
Alquimia de El Cairo. Dumbledore tiene la intención, a continuación, de hacer un Grand
Tour con Elphias "Dogbreath" Doge, el compañero tonto pero devoto que había adoptado
en la escuela. Los dos jóvenes se hospedaban en el Caldero Chorreante en Londres,
preparándose para la partida a Grecia a la mañana siguiente, cuando llegó una lechuza
con noticias sobre la muerte de la madre de Dumbledore. "Dogbreath" Doge, quien
rechazó ser entrevistado para este libro, ha dado al público su propia versión sentimental
de lo que pasó después. Presentó la muerte de Kendra como un trágico golpe y la decisión
de Dumbledore de abandonar la expedición como un acto de noble sacrificio.
Indudablemente Dumbledore volvió al Valle de Godric inmediatamente, supuestamente
para cuidar de su hermano menor y su hermana. ¿Pero cuánto cuidado les dedicó en
realidad? “Era un cabeza loco, ese Aberfort", dijo Enid Smeck, cuya familia vivía a
lasrnfueras del Valle de Godric en aquel tiempo. "Corría salvaje” Naturalmente, con su
madre y su padre desaparecidos tenías que sentir pena por él, solo que siguió tirando
estiércol de cabra sobre mi cabeza. No creo que Albus se preocupara por él, nunca los vi
juntos, derncualquier modo.¿Entonces que hacía Albus, si no estaba consolando a
surnsalvaje hermano? La respuesta, parece ser, asegurar el encarcelamiento continuo de
su hermana. Al parecer, aunque su primera carcelera había muerto, no hubo ningún
cambio en la lamentable condición de Ariana Dumblemore. Su misma existencia siguió
siendo solo conocida por unosrnpocos allegados que, como "Dogbreath" Doge, se
contentaban con creer larnhistoria de su "enfermedad".Otro amigo fácilmente satisfecho de
larnfamilia era Bathilda Bagshot, la famosa maga historiadora que ha vividornen el Valle de
Godric durante muchos años. Kendra, desde luego, habíarnrechazado a Bathilda cuando
intentó dar la bienvenida a la familia alrnpueblo. Varios años más tarde, sin embargo, la
autora envió una lechuza a Albus a Howard, habiendo quedado favorablemente
impresionada por su papel en la transformación de trans-especies en Transfiguration
Today. Este contacto inicial la llevó a conocer a toda la familia Dumblemore.rnEn el
momento de la muerte de Kendra, Bathilda era la única persona en Godric Hollow que se
llevaba bien con la madre de Dumblemore. Lamentablemente, la brillantez que Bathilda
exhibió prontornen su vida ahora ha perdido intensidad. "El fuego estaba encendido, pero
el caldero está vacío", como decía Ivor Dillonsby me exprimía, o,rnen la frase ligeramente
anterior de Enid Smeck, "Está más chiflada que una cagada de ardilla". Sin embargo, una
combinación de técnicas de prueba y error me permitió extraer bastantes pepitas de
hechos sólidos para ensartarlos hasta dar forma a la escandalosa historia. Como el resto
del mundo mágico, Bathilda atribuía la prematura muerte de Kendra a un encantamiento
rebotado, una historia repetida por Albus y Aberforth en años posteriores. Bathilda también
repite como un loro la historia de la familia sobre Ariana, llamándola "frágil" y "delicada".
En un tema, sin embargo, Bathilda bien merecía el esfuerzo de ponerse a obtener
Veritaserum, ya que ella, y solo ella, conocía la historia completa del secreto mejor
guardado de la vida de Albus Dumbledore. Ahora revelado por primera vez, que pone en
duda todo lo que creían sus admiradores sobre Dumbledore, su supuesto odio a las Artes
Oscuras, su oposición a la opresión de los muggles, e incluso la devoción hacia surnpropia
familia. El mismo verano en que Dumbledore se fue a casa en el Valle de Godric, ahora
huérfano y cabeza de familia, Bathilda Bagshot acordó aceptar en su casa a su sobrino
nieto Gellert Grindelwald. El nombre de Grindelwald es a toda suerte famoso. En una lista
de Magos Oscuros Peligros de Todos los Tiempos, él perdería el primer lugar solo debido
la llegada de quien-ustedes-ya-saben una generación más tarde, robándole la corona.
Como Grindelwald nunca extendió su campaña de Terror a Gran Bretaña, sin embargo, el
detalle del aumento de su poder no es ampliamente conocido aquí. Educado en
Durmstrang, una conocida escuela famosa incluso entonces por su desafortunada
tolerancia a las Artes Oscuras, Grindelwald se mostró tan brillantemente precoz como
Dumbledore. En vez de canalizar sus habilidades en lograr reconocimientos y premios, sin
embargo, Gellert Grindelwald se dedicó a otras búsquedas. A los dieciséis años, incluso en
Durmstrang sintieron que ya no podían hacer la vista gorda con respecto a los retorcidos
experimentos de Gellert Grindelwald y fue expulsado. Hasta ahora, todo lo que se sabía
sobre los siguientes movimientos de Grindelwald era que "viajó por el extranjero durante
algunos meses". Ahora puede ser revelado que Grindelwald decidió visitar a su tía abuela
en el Valle de Godric, y que allí, por intensamente chocante que pueda ser para muchos
de los que leen, acabó trabando una cercana amistad con nada menos que Albus
Dumbledore. “Me parecía un muchacho encantador", balbuceó Bathilda, "fuera lo que
fuera en lo que se convirtió después. Naturalmente se lo presenté al pobre Albus, que
echaba de menos la compañía de jóvenes de su propia edad. Los muchachos
simpatizaron el uno con el otro inmediatamente “Ciertamente lo hicieron. Bathilda me
mostró una carta, guardada por ella, que Albus Dumbledore había enviado a Gellert
Grindelwald a altas horas de la noche.” Sí, incluso después de que se pasaban todo el día
discutiendo, ambos muchachos eran jóvenes brillantes, bullían como un caldero al fuego,
yo a veces oía a una lechuza golpeando en la ventana del dormitorio de Gellert,
entregando una carta de Albus¡ ¡Se le habría ocurrido una idea y tenía tendría que
hacérselo saber a Gellert inmediatamente! Y qué ideas tenían. Unas profundamente
sorprendentes, como los admiradores de Albus Dumbledore descubrirán, aquí están los
pensamientos de su héroe a los diecisiete años, en una misiva a su nuevo mejor amigo.

Gellert:
Tu punto de vista de que la dominación del Mago es POR EL PROPIO BIEN DE LOS
MUGGLES...ese, creo yo, que es el punto crucial. Sí, se nos ha dado el poder y sí,
ese poder nos da derecho a dominar, pero también conlleva una responsabilidad
para con el mundo. Debemos acentuar ese punto, será la piedra angular sobre la que
construiremos. Donde encontremos oposición, que seguramente la habrá, esta debe
ser la base de todos nuestros contraargumentos. Tomemos el control POR EL BIEN
DE TODOS. Y seguir a partir de eso donde encontraremos resistencia, debemos usar
solo la fuerza necesaria y no más. (Ese fue tu error en Durmtrang) Pero no me quejo,
porque si no hubieras sido expulsado, nunca nos habríamos conocido.
Albus
Asombrados y consternados estarán sus muchos admiradores, esta carta constituye la
prueba de que Albus Dumbledore una vez soñó con derrocar el Estatuto Secreto y
establecer el control de los Magos sobre los muggles. ¡Qué golpe para los que siempre
retrataban a Dumbledore como el mayor defensor de los nacidos muggles! A la luz
dernesta evidencia indiscutiblemente nueva, las cosas se ven desde otra perspectiva.
¡Qué despreciable aparece Albus Dumbledore ocupado en planear su ascensión al poder,
cuando debería haber estado afligido por su madre y cuidando de su hermana! Sin duda,
aquellos decididos mantener a Dumblemore sobre un pedestal alabarán que, después de
todo, no pusiera sus proyectos en acción, debió haber sufrido un cambio de parecer,
recobrando el juicio. Sin embargo, la verdad parece totalmente sorprendente. Apenas dos
meses después del comienzo de su nueva gran amistad, Dumbledore y Grindelwald se
separaron, y nunca se volvieron a ver el uno al otro hasta que se encontraron en su
legendario duelo. ¿Qué causó esta abrupta ruptura? ¿Dumblemore había recobrado el
juicio? ¿Le había dicho a Grindelwald que no quería formar parte de sus proyectos? ¡Ay!,
no. "Fue la muerte de la pobre y pequeña Ariana, creo, eso fue", dice Bathilda. "Fue un
golpe terrible. Gellert estaba allí en la casa cuando pasó y volvió a mi casa muy nervioso,
me dijo que se quería ir a casa al día siguiente. Terriblemente apenado, sabes. Entonces
arreglé un Traslador y esa fue la última vez que le vi."Albus estaba fuera de sí por la
muerte de Ariana. Fue terrible para los dos hermanos. Habían perdido a todos excepto el
uno al otro. No es extraño que los temperamentos se elevaran a gran altura. Aberforth
culpó a Albus, ya se sabe cómo se pone la gente en esas terribles circunstancias. Pero
Aberforth siempre hablaba un poco como a lo loco, el pobre muchacho. En todo caso,
romperle la nariz a Albus en el funeral no fue decente. Habría destruido a Kendra, el ver
que sus hijos luchaban así, sobre de el cuerpo de su hija. Una pena que Gellert no pudiera
quedarse para el entierro... Habría sido un consuelo para Albus, al menos...Esta reyerta
junto al ataúd fue terrible, conocida solo por aquellos pocos que asistieron al entierro de
Ariana Dumbledore, levantando varias preguntas. ¿Por qué culpaba exactamente
Aberforth Dumbledore a Albus de la muerte de su hermana? ¿Fue, como "Batty" pretende,
una mera efusión de pena? ¿O podía haber una razón más concreta para esa furia?
Grindelwald, expulsado de Durmstrang por los casi fatales ataques a sus compañeros de
estudios, escapó del país pocas horas después de la muerte de la muchacha y Albus (¿por
vergüenza o miedo?) nunca le volvió a ver, no antes de ser obligado a ello por las súplicas
del mundo mágico. Ni Dumbledore ni Grindelwald se refirieron nunca posteriormente a
esta breve amistad de juventud. Sin embargo, no puede haber ninguna duda de que
Dumbledore se retrasó, durante aproximadamente cinco años de confusión, víctimas y
desapariciones, en su ataque sobre Gellert Grindelwald. ¿Le retrasó el afecto por el
hombre o el miedo a exponerse ante su una vez mejor amigo lo que hizo que Dumbledore
vacilara? ¿Fue solo a regañadientes que Dumbledore se dedicó a la captura del hombre al
que una vez había estado tan encantado de conocer? ¿Y cómo fue la misteriosa muerte
de Ariana? ¿Fue víctima involuntaria de algún rito oscuro? ¿Tropezó con algo que no
debería haber visto, cuando los dos jóvenes estaban sentados practicando para su intento
de conseguir gloria y dominación? ¿Fue Ariana Dumbledore fuera la primera persona en
morir por "el bien de todos"?

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