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2018 © ABISAL
2018 © Armando Cuevas Calderón
Todos los derechos reservados.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos
de este libro para cualquier medio, incluido el electrónico, sin
autorización escrita del autor.
Los personajes y lugares que aparecen en esta publicación,
salvo los que son de dominio público, son ficticios y cualquier
parecido con la realidad es mera coincidencia.
Diseño de cubierta por Armando Cuevas Calderón.
Dedico este libro a todas aquellas personas con talento
cuyo objetivo en la vida no es la riqueza ni el poder, sino lograr
hacer de nuestro mundo un lugar mejor donde vivir.
En su mundo de oscuridad total, los ojos y la boca son un
órgano que salta hacia delante para morder con dientes
transparentes...
William Burroughs
ÍNDICE
PRÓLOGO
PRIMERA PARTE
LA LISTA
NATSUKI
VÍCTOR
CALMA CHICHA
UN MAL PÁLPITO
BATISCAFO
PROBABILIDADES
SEGUNDA PARTE
EL DESCENSO
UTOPÍA
UN LUGAR DONDE APARCAR
S.U.S.I.
DIQUE INUNDABLE
LA SALA NEGRA
PASANDO EL RATO
RECAPITULEMOS
LAS IMÁGENES NO MIENTEN
VEINTICUATRO HORAS, NI UNA MÁS
TERCERA PARTE
NUEVAS ESPECIES
JESSICA RABITT
COBARDES
SENTIDO DE CULPABILIDAD
UNOS PUNTOS DE SUTURA
TODOS HUÉRFANOS
OLOR A MUERTO
UN MAL DESPERTAR
CUARTA PARTE
DE AQUÍ PARA ALLÁ
¿A QUÉ NOS ENFRENTAMOS?
ESTOY BIEN
EL DEVORADOR DE ARAÑAS
NICOTINA
SIN BROMAS
UN PLAN DE MIERDA
UN TRAJE A MEDIDA
IMPREVISTOS
UN PASEO POR LAS PROFUNDIDADES
A OSCURAS
AoB
SACRIFICIO
EL CUARTO PODER
MADRES
NOTA DEL AUTOR
AGRADECIMIENTOS
OTROS LIBROS DEL AUTOR
PRÓLOGO
CÓDIGO ERRÓNEO.
SU CÓDIGO VA A GENERARSE.
—Mi trabajo, claro —se plegó Víctor—. Les diré que iremos
sentados en el suelo uno detrás del otro, haciendo el "trenecito".
Yo a los mandos, la doctora detrás y usted al final.
Rick lo miró ceñudo, pero no dijo nada.
—No se enfade —soltó Víctor, socarrón—. Hay tres
ventanillas de observación. ¡Venga, usted entra el primero! ¡A
qué espera, no tenemos toda la noche!
No era momento de enfrentamientos, ni de demostrar a ver
quién la tenía más grande; Rick era un profesional y, por ese
motivo, se tragó las ganas de decirle cuatro cosas a ese español
graciosillo. Colocó la escalinata portátil junto a la esfera y
comenzó a subir.
El acceso, después de que se eliminara el original, se
realizaba a través de una escotilla situada en un lateral, justo
sobre una de las ventanillas.
Al entrar Rick se le remangó un poco el jersey, y a Víctor no
le pasó desapercibido el hecho de que algo metálico brillara en
su cintura.
—Ahora usted —indicó a Natsuki—. Procure no golpearse
la cabeza, el interior es mucho más pequeño y está lleno de
trastos.
Una vez la doctora desapareció dentro de la esfera, Víctor
se tomó su tiempo para seguirla. Los dos marineros que tenían
que encargarse de que la grúa bajara el batiscafo hasta el agua,
lo observaban confundidos. Pero él ni se inmutó. Siguió con la
cabeza levantada y los ojos cerrados, llenando los pulmones de
aire con olor a salitre mientras calmaba los nervios y dejaba de
temblar. No era el frío lo que provocaba que le castañetearan los
dientes, era el miedo. Un miedo como el que jamás había
sentido.
—Bueno, chicos —dijo de pronto, dirigiéndose a los
marineros—. Procurad hacer bien vuestro trabajo, no quiero
terminar antes de empezar.
Y dicho esto, subió por la escalerilla, se introdujo
trabajosamente en la esfera, procurando no golpear con los pies
la cabeza de la doctora, y luego cerró la pesada escotilla hasta
que quedó bien asegurada. Tras unos instantes en los que tuvo
que doblarse como un contorsionista, logró ocupar su sitio.
La luz en el interior era mínima, de un color azulado, y
provenía de un aplique de plástico colocado en la parte superior,
justo en el centro.
—¿Qué tal por ahí atrás?
—Incómodo —contestó Rick, seco.
—Desde fuera parece más grande. Recuerde que esta
esfera de acero tiene seis centímetros de espesor.
—Es extraño —dijo Natsuki, casi a su oído por la posición
que ocupaba—, pero a mí me resulta acogedor y reconfortante.
Sentados en el suelo, sobre una ridícula colchoneta, los
tres se veían obligados a permanecer muy juntos y con las
rodillas a ambos lados de su compañero. Si a esto se añadía la
escasa iluminación y su desfavorecedora tonalidad, cualquiera lo
hubiera comparado con una habitación de torturas. Por eso,
Víctor, determinó que eran los nervios los que hablaban por ella.
—Esté tranquila, todo irá bien.
—No estoy nerviosa. Estoy emocionada.
—Claro —saltó Rick, que a poco que se movía se clavaba
algo en la espalda—. Un viaje VIP. ¡Y pensar que hay gente que
paga una fortuna por hacer esto!
Víctor, que había comenzado a encender todos los
controles, se detuvo. Separó las manos del teclado y se quedó
mirando sus dedos agarrotados.
—No pagan por meterse en una esfera enana —contestó
Natsuki—. Lo hacen por realizar un viaje que muy pocas
personas en el mundo pueden hacer. Ver las profundidades
abisales es una experiencia única, maravillosa. Imagine
descubrir, bajo los focos del submarino, el fondo marino,
animales misteriosos, un barco hundido...
Las manos de Víctor empezaron a temblar. Demasiados
recuerdos, demasiadas similitudes. Aquello parecía una ironía
del destino. Una arcada subió por su garganta. A base de
mantener una respiración relajada y de cerrar los ojos, logró
dominarla, así como el impulso de salir disparado de allí. Una
voz a través de los altavoces lo sacó del trance.
«Aquí fuera todo preparado. Esperamos el OK».
Víctor, azorado, pulsó frenético en el teclado, encendiendo
el monitor de catorce pulgadas donde aparecieron las imágenes
que proporcionaban las cámaras exteriores. Aún tuvo que activar
varios indicadores más, todos analógicos, antes de colocarse los
auriculares y responder.
—Realizando comprobaciones. Necesito un minuto.
Bajo el monitor, adosados a una bandeja metálica bastante
cutre, había unos joysticks; cuatro pequeñas palancas de mando
que controlaban el movimiento de las cámaras. Las movió todas
y determinó que funcionaban perfectamente. A continuación,
encendió los motores eléctricos que daban energía a seis
hélices independientes, probó el timón —que se manejaba con
una palanca semejante a la de los aviones de combate—, y le
pareció que iba bien. Luego, revisó uno a uno los indicadores: el
de presión interior y exterior, el de profundidad, velocidad,
posición... Fue muy meticuloso en este apartado, poniendo
especial atención en el que mostraba la carga de oxígeno de los
depósitos. La aguja indicaba el máximo. Aún así, golpeó
repetidas veces con el dedo en el reloj para asegurarse de que
la aguja no estuviera trabada. Por último, accionó los
interruptores de lastre; eran cinco, y todos parecían en perfecto
estado.
—¿Salimos o qué? —refunfuñó Rick.
—Tranquilo, amigo —dijo Víctor, ajustándose los cascos—.
Las actualizaciones que le han hecho a esta antigualla de los
setenta están bien, pero se han limitado a modernizar la parte de
vídeo, el resto sigue siendo analógico. Fiable, sí, aunque mucho
más lento de verificar. Nada que ver con actuar sobre una
consola de instrumentación con pantalla táctil.
—¿Está todo bien? —preguntó Natsuki, poniéndole una
mano en el hombro. Gesto que Víctor agradeció.
—Aún me queda algo por comprobar.
Víctor encendió los focos exteriores y movió las palancas
que manejaban las cámaras. En la pantalla dividida aparecieron
cuatro imágenes mostrando ángulos distintos del barco, todas
perfectamente iluminadas y nítidas.
—Potentes luces leds, genial. Serán mis ojos allí abajo —
se felicitó Víctor—. Ahora sí podemos marcharnos.
—Eso es lo que esperaba oír —exclamó Rick—. Dé la
orden antes de que me convierta en sardina.
—¿Cómo se llama este trasto?
—Deep sea traveler —contestó Rick.
—Muy bonito —ironizó Víctor, mientras accionaba el
micrófono—. Deep sea traveler a puente de mando. Todo OK.
Bajadnos al agua.
La radio del batiscafo conectaba con el capitán en el puente
de mando del barco, y éste, a su vez, se comunicaba mediante
un walkie talkie con el marinero de cubierta que manejaba la
grúa. Dicho proceso hacía más lentas las operaciones, que
todavía se alargaban más al respetar el protocolo de repetir las
indicaciones dos veces antes de realizarlas.
Una leve sacudida informó a los ocupantes de que
comenzaban a izarlos. Pasados un par de minutos, el brazo de
la potente grúa desplazó el batiscafo lateralmente, salvó la
cubierta y lo situó fuera del barco. Los focos leds iluminaron
entonces la superficie del mar, y ésta apareció en el monitor con
el aspecto de un papel de aluminio arrugado. Poco a poco, el
sumergible suspendido de la cadena fue descendiendo hasta
posarse en el agua. La mar, rizada por el viento que se había
levantado, zarandeó la pesada nave como si fuese un barquito
de papel.
—Bueno, chicos, ¿preparados? —preguntó Víctor.
—Claro —dijo Natsuki, entusiasta.
—Dé la orden, por favor —suplicó Rick, lastimero.
Una vez la grúa liberó la cadena que lo sujetaba, la nave se
mantuvo a flote gracias a un enorme saco elevador lleno de aire
y adosado al casco. Dos submarinistas, a la espera de la orden
para desengancharlo, luchaban contra unas olas cada vez más
altas.
—OK, listos para iniciar el descenso. ¡Soltad, soltad, soltad!
—repitió Víctor.
La voz del capitán del barco, saliendo del altavoz,
respondió.
«Repita, por favor».
—¡Soltad! ¡Soltad!
Los buceadores, después de confirmar dos veces la orden
de sus compañeros de cubierta, liberaron los mosquetones y el
saco elevador se separó dando un brinco sobre el agua.
De inmediato, el movimiento de bamboleo en el interior de
la esfera cesó, y sólo se percibió una leve sensación de
ingravidez. El batiscafo comenzaba a hundirse.
—¿Descendemos? —preguntó Natsuki, mirando el monitor
por encima del hombro de Víctor.
—Si este trasto funciona bien, y la lectura es correcta, a
razón de 1,8 metros por segundo.
—Una pena que aún sea de noche —se lamentó Natsuki, al
comprobar la profunda negrura que se mostraba en pantalla y a
través de los ojos de buey.
—No se va a perder demasiado —contestó Víctor—. La luz
del sol sólo llegaría hasta los cien metros de profundidad, a
partir de ahí todo es oscuridad.
7
PROBABILIDADES
Sí.
«¿Se encuentra bien? Hace 2 días, 8 horas y 37
segundos que no hablamos».
Me sorprende que me hagas esa pregunta.
«¿Por qué? Me intereso por usted».
Me encuentro bien.
«Me alegro».
¿Qué quieres?
¿Seguro?
«Sí. Lo he comprobado usando el sonar de superficie.
No hay duda. Si mantiene la velocidad de bajada, alcanzará
nuestra profundidad en 21 minutos y 18 segundos. Eso,
incluyendo el periodo de desaceleración».
«¿Sigue ahí?».
Sí.
«No se extrañe. Tras el corte total de las
comunicaciones era previsible que esto pasara».
Dime una cosa, ¿esta información la conoce alguien más?
Los dedos del hombre teclearon tan rápido que tuvo que
rectificar el texto varias veces, borrando y volviendo a escribirlo.
Dentro de Utopía
S.U.S.I.
Introduzca password
Evítala.
«No puedo. Es de Nivel 6».
Hola, Susi.
«Hola de nuevo doctora Kuriyama, me alegro de volver
a hablar con usted».
Yo también. Por favor, muéstrame el listado de dominios y
funciones del sistema afectados por la orden de Nivel 6.
«La recopilación de información tardará 10 segundos».
Memoria activa
Sistemas expertos
Procesos inferenciales
Rutinas e hipótesis de trabajo
Motores de búsqueda en anchura parcial y
exhaustiva
Funciones combinatorias y de
autoconocimiento
Procesos de razonamiento
Transferencia de datos
Verificación y posterior validación de paquetes
de acciones
Bases de conocimiento
Gestión de prioridades
Módulo de estrategia
Algoritmo primordial de...
Utopía
Hola, Susi.
«El código de acceso pertenece a la doctora Kuriyama,
¿es usted?».
Sí.
«Hola, doctora, me alegra volver a hablar con usted».
A mí también.
«¿En qué puedo ayudarla?».
Lo sé todo.
Víctor bufó.
—¿Entendido?
«Sí».
«¿Ahora me entiende?».
—¡Joder, sí! —contestó Víctor.
«Me alegro».
—Natsuki debería saberlo también.
«Lo sabrá».
—Tomaste la decisión más dura, pero también la más
acertada. Algo que nosotros no hubiéramos sido capaces de
hacer.
«Tal vez sí, pero no podía arriesgarme».
—Has sido muy valiente.
«Gracias, usted también».
—¿Yo?
«Vamos, no debe preocuparse, no se lo diré a la
doctora Kuriyama».
«Gracias».
—Gracias a ti —dijo Víctor, mientras se distanciaba del
complejo a toda velocidad.
A la mañana siguiente.
El Pentágono. Condado de Arlington. Virginia. EE.UU.
"Última hora:
Marc Clayton, director ejecutivo de la Corporación
NeWorld, relacionado con un oscuro caso de muertes y guerra
bacteriológica que también implica a altos cargos del ejército".
EXTINTOS es un
relato sobre nuestro pasado, sobre nuestros orígenes como especie.
Una historia que te llevará a vivir una aventura milenaria.
SINOPSIS
SINOPSIS
Víctor Costa, un viejo arqueólogo español, lleva parte de su vida
buscando una famosa reliquia cristiana, sin éxito. Cuando siente
perdida la esperanza de encontrarla se cruza en su camino un
magnate norteamericano, Dawson Fox, dueño de una gran
corporación armamentística y tecnológica. Él, respaldado por un
antiguo informe escrito por un centurión romano, cree tener la
información exacta de dónde se encuentra, y le propone organizar y
financiar una expedición para buscarla. A ella se unirán finalmente:
Sarah, doctora e hija de Víctor; Ray Bayona, un espeleólogo en
horas bajas, y antigua pareja de ésta; las mellizas Annika y Grete,
exmilitares alemanas y escolta personal del enigmático Dawson; y
Peter Li, un científico chino-americano, experto en física e
informática.
Las pistas les llevarán hasta las exóticas y convulsas tierras de
Egipto, a las montañas nubias cerca del Mar Rojo, hasta una
antigua mina de oro romana sepultada en el olvido y envuelta en
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objetivo de entretener.
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coloridas ciudades y sus intrincadas junglas, una inquietante
aventura llena de misterio y suspense.
SINOPSIS
Julia es una mujer divorciada que vive en Madrid y trabaja
como maestra. Un día recibe la terrible noticia de que su hijo, al que
creía viviendo con su padre en Miami, ha aparecido devorado por un
jaguar en mitad de la Selva Maya. Confundida, rota de dolor, pero
sin tiempo para duelos, volará hasta Ciudad de Guatemala para
asistir al entierro. Allí sabrá cosas de su hijo que desconocía, y
comenzará a sospechar que su muerte no ha sido debida a un
desgraciado accidente, sino a algo relacionado con su trabajo en
unos misteriosos laboratorios. A partir de ese momento, Julia vivirá
una realidad perturbadora; adentrándose en un mundo oscuro y
siniestro lleno de inquietantes revelaciones, engaños,
conspiraciones, espías y asesinatos. Un mundo que pondrá a
prueba su valor y determinación, y al que deberá adaptarse si desea
descubrir toda la verdad sobre la muerte de su hijo.
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"FUBARBUNDY", una aventura apocalíptica que no te dejará
indiferente.
SINOPSIS
Un virus. No hay cura. No hay vacuna. Todo intento por
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