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Introducción a la fenomenología
Husserl, Heidegger, Jaspers
Sartre y Merleau-Ponty
Autores
Agustín Kripper
Luciano Lutereau
ISBN 978-950-649-528-2
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
EDMUND HUSSERL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
MARTIN HEIDEGGER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
KARL JASPERS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
JEAN-PAUL SARTRE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
MAURICE MERLEAU-PONTY . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Introducción
“La fenomenología nos invita a considerar al
sujeto humano concreto. Este sujeto no es una
pura forma, al modo del sujeto trascendental
kantiano, sino un sujeto encarnado y temporal:
es una persona viviente.”
Mikel Dufrenne
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Introducción
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Introducción
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Edmund Husserl
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El origen de la reducción
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Edmund Husserl
logía, donde presenta la reducción por primera vez, lo que ella permite
es el paso del fenómeno psicológico al fenómeno puro en el sentido de
la fenomenología:
“Si yo, como persona que piensa en la actitud natural, dirijo la mirada
a la percepción que estoy experimentando, la apercibo enseguida y casi
inevitablemente (eso es un hecho) en relación a mi yo […] La percep-
ción, la cogitatio en general, apercibida así, es el hecho psicológico. Por
tanto, apercibida como dato en el tiempo objetivo, perteneciente al yo
que vivencia, al que está en el mundo y dura un tiempo (un tiempo que
puede medirse con instrumento cronométricos empíricos). Esto, pues,
es el fenómeno en el sentido de la ciencia natural que llamamos psico-
logía.” (Husserl, 1907: 102)
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“Con referencia a toda tesis podemos, y con plena libertad, practicar esta
peculiar epojé, una cierta abstención del juicio, que es compatible con la
convicción no quebrantada y en casos inquebrantable, por evidente, de
la verdad […]. Así pues, [ponemos fuera de acción] este mundo natural
entero, que está constantemente ‘para nosotros ahí’, ‘ahí delante’, y
que seguirá estándolo incesantemente como ‘realidad’ de que tenemos
conciencia, aunque nos dé ponerlo entre paréntesis […]. No por ello niego
este “mundo”, como si fuera un sofista, ni dudo de su existencia, como si
fuera un escéptico, pero practico la epojé ‘fenomenológica’, que me cierra
por completo todo juicio sobre la existencia espacio-temporal.” (Husserl,
1913a: 143-145).
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Edmund Husserl
Ahora bien, ¿qué obtenemos con todo esto? Lo que hacemos es, sin
duda, ganar acceso a una nueva región del ser: las vivencias puras, cons-
tituidas por la conciencia pura y sus correlatos puros. Aunque Husserl
realiza un examen más exhaustivo de las características de la conciencia
antes de llegar a la siguiente conclusión, puede decirse que la reducción
fenomenológica permite deslindar metódicamente, al fin y al cabo, una
región, la región de la conciencia pura, que subsiste como “residuo” a la
reducción, y, por lo tanto, constituye el campo de indagación de la feno-
menología. Ahora bien, este movimiento llevará a Husserl a una serie
de postulados que los fenomenólogos posteriores, a veces con razón, y a
veces no tanta, han calificado de “idealistas”, por erigir al yo purificado
en la instancia última de donación de sentido del mundo. Sólo seña-
lemos, por el momento, que la operación de la reducción no necesaria-
mente debe llevar a la conclusión de que es el yo lo que subsiste (por sólo
dar un solo ejemplo, Merleau-Ponty dirá en las primeras páginas de su
Fenomenología de la percepción que, precisamente, la gran conquista de la
reducción es su mismísimo fracaso).
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“No creo que la reducción sea la idea fuerte y más rica en influencia.
En Francia ciertamente no. Husserl se lamentaba siempre de que nadie
comenzara por la reducción.” (Levinas, 1959a: 108)
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Martin Heidegger
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“El ente cuyo análisis constituye nuestra tarea lo somos cada vez noso-
tros mismos. El ser de este ente es cada vez mío. En el ser de este ente se
las ha este mismo con su ser. Como ente de este ser, él está entregado a
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su propio ser. Es el ser mismo lo que le va cada vez a este ente.” (Heide-
gger, 1927: 21-22)
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Martin Heidegger
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Bibliografía
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Karl Jaspers
Jaspers es tal vez el autor más peculiar dentro del movimiento feno-
menológico, debido a por lo menos dos razones. En primer lugar, a
causa de su doble campo de intervención, que pueden leerse a la luz de
su biografía. En efecto, hasta los treinta años de edad, Jaspers se dedicó
a la psiquiatría, dando así inicio a la perspectiva fenomenológica dentro
de esta disciplina –con su contribución crucial, Psicopatología general
(1913)–. En los años posteriores, sin embargo, se volcó decididamente
a la filosofía, llegando a estar a la cabeza del movimiento existencial –
actividad prolífica dentro de la que destacamos dos obras: La psicología
de las concepciones del mundo (1919), que fue preparatoria para su monu-
mental Filosofía (1932)–.
En segundo lugar, si bien Jaspers se reconoce como seguidor de las
perspectivas de Husserl, sus concepciones se ubican en un marco más
amplio: la oposición entre las ciencias naturales y las ciencias del espí-
ritu, que ordenaba el campo de investigación en la psicología, la psiquia-
tría y la filosofía, entre otras disciplinas, en la Alemania de fines de siglo
XIX. En efecto, Jaspers sigue las formulaciones de Dilthey, para quien las
ciencias del espíritu o ciencias históricas –lo que hoy en día llamamos
“ciencias del hombre” o, más llanamente “humanidades”– tienen su
propio método, diverso método del naturalismo o del positivismo de las
ciencias naturales. El argumento es que toda ciencia orienta su método
a partir del objeto de estudio mismo (planteo compartido por el pensar
fenomenológico). Por lo tanto, si las ciencias del espíritu se dirigían
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La psicopatología de Jaspers
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soporte para covivenciar (esto es, compartir la vivencia de) la vida ajena
(Cf. Martín Santos, 1955).
Así, a partir del rodeo por la noción husserliana de empatía y la
noción de comprensión de Dilthey, puede entenderse por qué Jaspers
propone, como principal fuente de la presentación intuitiva de los estados
psíquicos de los enfermos, sus autodescripciones y sus confidencias: “lo que
es representado en fenomenología lo sabemos sólo indirectamente por
las autodescripciones de los enfermos, que interpretamos por analogía
con nuestros propios modos de experiencia” (Jaspers, 1913: 34). Esto
se debe a que el estado anímico extraño únicamente puede describirse
a través de sus manifestaciones externas: “el psiquiatra que solamente
observa, se esforzará en vano por formular lo que puede decir el enfermo
de sus vivencias” (Jaspers, 1913: 75).
De este modo, la clínica jaspersiana es un primer baluarte en la ponde-
ración del decir del enfermo, antes que en su objetivación para la mirada.
Además de la exploración de las vivencias ajenas, puede apreciarse cómo
Jaspers se alinea en la tradición fenomenológica en un aspecto metodo-
lógico mediante una consigna precisa:
“Tenemos que dejar de lado todas las teorías recibidas, las construcciones
psicológicas, las meras interpretaciones y apreciaciones, tenemos que diri-
girnos puramente a lo que podemos entender en su existencia real, a lo
que podemos distinguir y describir.” (Jaspers, 1913: 66)
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haber expuesto cómo las ciencias naturales explican por medio del esta-
blecimiento de relaciones causales (causa y efecto: el cuerpo A es empu-
jado por el cuerpo B, o sea que B se mueve a causa de A, por ejemplo),
afirma que en la psicología captamos una especie diferente de relaciones:
las relaciones genéticas, por las que “lo psíquico ‘surge’ de lo psíquico de
una manera comprensible para nosotros” (Jaspers, 1913: 342), y también
que: “la evidencia de la comprensión genética es algo último [...]. Tal
evidencia es adquirida con motivo de la experiencia frente a las perso-
nalidades humanas, pero no por [no a causa de¸ quesería una traduc-
ción más ajustada, ya que hace ver el par de opuestos presupuesto aquí
por Jaspers] la experiencia que se repite, inductivamente probada. Tiene
en sí misma su fuerza persuasiva” (Jaspers, 1913: 343; el subrayado es
nuestro).
La última cita de Jaspers supone dos cosas. Por un lado, las causas se
inducen, esto es, suponen la mediación de la repetición de la experiencia
y de los experimentos. Por ejemplo, sólo puedo saber con seguridad que
tal elemento hierve a tal cantidad de grados si repito el experimento
una cantidad de veces, y el número que obtengo no tiene otra justifica-
ción que ser el resultado de la experimentación. En cambio, el motivo
se capta –lo comprendo– con evidencia inmediata; no es necesario repe-
tirlo, porque adquiere su evidencia de su conexión íntima (el ejemplo de
Jaspers, del engañado que se vuelve desconfiado, es claro en esto). Por
otro lado, y esto es lo crucial, las acciones y acontecimientos en la vida
de una persona tienen que leerse no como el efecto de una serie de deter-
minados factores ocasionantes (no como causas), sino que tienen que
interpretarse a partir del horizonte de una personalidad total en el seno
de cuyo desarrollo se insertan (o sea, como motivos).
Por lo demás, Jaspers diferencia dos formas de comprender, es decir,
dos formas de remitir las vivencias ajenas al todo de su personalidad,
según sea de un modo al hilo de la lógica o los argumentos, o al hilo
de las emociones o los impulsos, siendo éste último el más importante:
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La conciencia
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La intencionalidad y la transcendencia
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Jean-Paul Sartre
para Sartre las imágenes no son copias de los objetos, sino un “procedi-
miento para hacerse presentes los objetos de cierta manera”, un modo de
apuntar al objeto. De este modo, el pensamiento no subtiende la imagen,
no es su sustrato, sino que la imagen es una modalización del pensamiento.
La fenomenología permite comprender la imagen como un acto, como una
modalidad intencional, cuya única existencia sólo es para la conciencia
que la vivencia.
En segundo lugar, y volviendo a “Una idea fundamental de la feno-
menología…”, en el segundo párrafo Sartre abandona el trabajo crítico
para pasar a uno más propositivo. Al identificar rápidamente la “filo-
sofía digestiva” con el “psicologismo” como el objeto privilegiado de la
crítica, otorga a Husserl el papel de realizador de ésta. Así, para Husserl,
“no se puede disolver las cosas en la conciencia”. El árbol percibido, se
lo percibe en su lugar: “no podría entrar en vuestra conciencia, pues no
tiene la misma naturaleza que ella”. Si para Husserl existe una diferencia
de naturaleza entre la conciencia y el objeto, no se debe a una concepción
realista de su parte; esto supondría en erigir en la instancia absoluta, ya
no la conciencia –como Lalande, por ejemplo–, sino el objeto –como es
el caso de Bergson, otro filósofo francés–.
Así, según Husserl, la primacía no recae ni sobre la conciencia ni
sobre la cosa: “la conciencia y el mundo se dan al mismo tiempo: exterior por
esencia a la conciencia, el mundo es por esencia relativo a ella”. Ambas
características del mundo dan cuenta de su relación con la conciencia:
primero, la exterioridad equivale a la trascendencia que la conciencia
tiene respecto del objeto; y, segundo, la relatividad se refiere a la correla-
ción intencional propia de ese lazo entre ambas instancias. Desarrollemos
la intencionalidad en primer lugar, para pasar luego a la trascendencia.
La correlación intencional es la propiedad fundamental de la forma
en que la conciencia y el objeto se dan en la experiencia más inmediata,
el suelo del que parte el ejercicio fenomenológico de Husserl. Pero, a
la vez, Sartre presenta la intencionalidad con figuras bien plásticas: “la
imagen rápida y oscura del estallido” hacia aquello que no es uno mismo
y que, por eso, “se me escapa y me rechaza”, en una imbricación entre
la conciencia y el objeto que, no obstante, no reduce uno a otro ni los
diluye en una unidad, pues, en el límite, se excluyen mutuamente preser-
vando cada cual su identidad.
En este punto, podemos ver cómo Sartre se separa poco a poco de
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Jean-Paul Sartre
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que aborda todo lo experienciable por una conciencia, incluidos los afectos (y
podríamos completar la lista: la fantasía, la expresión, el prójimo, etc.).
Esto se verá claramente en su tratamiento de la otredad.
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Jean-Paul Sartre
“[El para sí, en tanto negatividad,] es, en tanto que hay en él algo cuyo
fundamento no es él: su presencia en el mundo.” (Sartre, 1943: 113)
El psicoanálisis existencial
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Maurice Merleau-Ponty
“Toda percepción táctil, al mismo tiempo que se abre una ‘propiedad obje-
tiva’, comporta un componente corpóreo, y por ejemplo la localización
táctil de un objeto ubica a éste en relación con los puntos cardinales del
esquema corporal. Esta propiedad que, a primera vista, distingue abso-
lutamente al tacto de visión permite, por el contrario, aproximarlos.”
(Merleau-Ponty, 1945: 363)
“No puede decirse que el uno actúe y el otro sufra, que uno sea el agente y
el otro paciente, que uno dé sentido al otro.” (Merleau-Ponty, 1945: 248)
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